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Raúl González Sierra Astronomía para Principiantes

Astronomia

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Raúl González Sierra

Astronomía para Principiantes

Bueno, se comienza por conocer

el nombre de las figuras y las estrellas que lo forman, los nom-

bres de las más importantes y otros objetos celestes que hay en

su área. Para ello nos tenemos que dotar de un instrumento sen-cillo de posición llamado Planis-ferio. Es relativamente fácil de encontrar en librerías y comer-cios de venta de instrumentos

astronómicos.

La afición por observar las estrellas, planetas y objetos celestes, es consecuencia muy común en todos los aficionados, el haber sentido y experimentado la inmensa armonía que se con-templa en las noches estrelladas del verano. La gran mayoría de todos los observadores del Cielo han sentido la llamada de seguir mirando con prismáticos y telescopios todo lo que

encierra el Universo, buscando respuestas a los fenómenos que se producen en las estrellas, galaxias y nebulosas y él porque del movimiento de los astros más cercanos a la Tierra, co-

mo son los planetas del Sistema Solar.

Bien, estamos frente al firmamen-to y es necesario situarnos en po-

sición, es decir, reconocer los cuatro puntos cardinales planeta-rios. Esta posición, es bien cono-cida desde temprana edad y hay un hecho que todos los días se

repite, como es la salida del Sol por el Este y el ocaso o puesta del

astro Rey por el Oeste.

Uso Del Planisferio

Ubica el Mes y día en la escala del disco giratorio interno

Haz coincidir aproximadamente el día seleccionado con la hora a la cual vas a hacer la observación

Para observar hacia el hemisferio Norte, extiende el lado norte del planisferio hacia el norte geográfico

Así tendrás la configuración adecuada del cielo Norte para ese día y hora Procede ahora a reconocer las figuras de las constelaciones comparando

la figura de las estrellas con las del planisferio Para observar hacia el sur simplemente, voltéate hacia el Sur,

voltea el planisferio viendo el lado Sur y procede ahora a reconocer las figuras de las constelaciones comparando la figura de las estrellas con las del planisferio

A medida que vayan transcurriendo las horas debes ir girando el disco estelar de acuerdo a la hora de la observación.

Acuérdate que las estrellas se mueven “Aparentemente” de Este a Oeste, por lo que cada hora tendrás que girar el disco interno 1 hora hacia el Oeste. Esperamos que este útil instrumento te sirva para conocer el cielo y te depare

muchas horas de maravillosa navegación por la esfera celeste.

Caminos Para Conocer las Principales

Constelaciones

Una vez armado el planisferio, el siguiente paso es la localización e

identificación de estrellas así como de las constelaciones. No es preciso que vayas reconociendo todas las conste-

laciones de una vez, sino poco a poco. Para abrirse camino entre las estrellas y constelaciones, hay que elegir como punto de partida cualquier constela-ción conocida, y gradualmente se irá avanzando de una constelación a otra

y de estrella a estrella. La Osa Mayor, para los habitan-tes del hemisferio norte, es indudable-

mente el mejor lugar para empezar, debido a su fácil localización y porque se encuentra situada encima de nues-tro horizonte del lugar de observación en los meses de Marzo a Septiembre.

Si ubicamos las dos estrellas de la Osa Mayor, Merak y Dubhe, y prolonga-mos unas cinco veces su distancia

hacia el Norte, ubicaremos la estrella Polar. En dirección opuesta encontra-remos la constelación de Leo, a una

distancia de 35º.

Desde la Osa Mayor, se avanza de nuevo hacia Polaris y siguiendo en línea recta en una distan-cia igual, pero en sentido opuesto encontremos una figura en forma de W llamada Casiopea, formada por cinco estrellas. A lo largo de una

línea curva, están las llamadas "cuatro C" (Camelopardalis, Cassiopeia, Cepheus y

Cygnus ) por orden alfabético. Deneb (constelación del Cisne), Vega (constelación de la Lyra) y Altair (constelación del Águila) for-man un triángulo isósceles, denominado Trián-

gulo de verano. De nuevo estamos en la estrella polar, si trazamos una línea hasta b Casiopea y prolon-

gandolo por el sur hasta Alpheratz (a de Andró-meda) y el borde oriental del Gran Carro de

Pegaso. Al sur del cuadrado de Pegaso se en-cuentra un asterismo, un pequeño círculo, es un delicado anillo de estrellas que señala la cabeza del pez occidental de la constelación de Piscis. Al este de Andrómeda está la constelación de

Perseo, hacia el sudeste se encuentran sucesiva-mente: el Triángulo, Aries y la cabeza de Cetus

(la Ballena).

Caminos Para Conocer las Principales

Constelaciones

Una vez armado el planisferio, el siguiente paso es la localización e

identificación de estrellas así como de las constelaciones. No es preciso que vayas reconociendo todas las conste-laciones de una vez, sino poco a poco. Para abrirse camino entre las estrellas y constelaciones, hay que elegir como punto de partida cualquier constela-ción conocida, y gradualmente se irá avanzando de una constelación a otra

y de estrella a estrella. La Osa Mayor, para los habitan-tes del hemisferio norte, es indudable-

mente el mejor lugar para empezar, debido a su fácil localización y porque se encuentra situada encima de nues-tro horizonte del lugar de observación en los meses de Marzo a Septiembre.

Si ubicamos las dos estrellas de la Osa Mayor, Merak y Dubhe, y prolonga-mos unas cinco veces su distancia

hacia el Norte, ubicaremos la estrella Polar. En dirección opuesta encontra-remos la constelación de Leo, a una

distancia de 35º.

Desde la Osa Mayor, se avanza de nuevo hacia Polaris y siguiendo en línea recta en una distan-cia igual, pero en sentido opuesto encontremos una figura en forma de W llamada Casiopea, formada por cinco estrellas. A lo largo de una

línea curva, están las llamadas "cuatro C" (Camelopardalis, Cassiopeia, Cepheus y

Cygnus ) por orden alfabético. Deneb (constelación del Cisne), Vega (constelación de la Lyra) y Altair (constelación del Águila) for-man un triángulo isósceles, denominado Trián-

gulo de verano. De nuevo estamos en la estrella polar, si trazamos una línea hasta b Casiopea y prolon-

gandolo por el sur hasta Alpheratz (a de Andró-meda) y el borde oriental del Gran Carro de

Pegaso. Al sur del cuadrado de Pegaso se en-cuentra un asterismo, un pequeño círculo, es un delicado anillo de estrellas que señala la cabeza del pez occidental de la constelación de Piscis. Al este de Andrómeda está la constelación de

Perseo, hacia el sudeste se encuentran sucesiva-mente: el Triángulo, Aries y la cabeza de Cetus

(la Ballena).

Otro asterismo que atrae la atención del observador cuando contempla el firmamento en los meses cer-canos a diciembre es una agrupación de tres estre-

llas en línea recta. Estas estrellas constituyen el cin-turón de Orión. Unos 10º al norte del cinturón de Orión tenemos a la estrella rojiza brillante Betel-

geuse, y casi 10º al sur del mismo cinturón se perci-be la estrella azulada Rigel. Si se sigue a la línea marcada por el cinturón de Orión hacia el este (o

hacia la izquierda cuando el observador está orien-tado hacia el sur) se hallará la estrella blanco azula-

da Sirius, la más brillante del firmamento.

Hacia el oeste del cinturón de Orión hallaremos a la brillante estrella roja Aldebarán de la constelación de Taurus, y un poco más hacia el oeste llegaremos hasta el cúmulo abierto M45 o las Pléyades. Proc-yon, Sirius (Sirio) y Betelgeuse forman un triángu-

lo. Pero el denominado Hexágono de invierno lo forman las siguientes estrellas: Procyon, Pólux,

Castor, Capella, Aldebarán, Rigel y Sirio.

Volvemos de nuevo a Polaris, si prolongamos una línea pasando por las brillantes estrellas situadas en el extremo del cuenco de la Osa Me-nor, hacia el sur nos indicará otro delicado círculo de estrellas que es la conocida constelación de Corona Boreal, a cuyo lado oeste se encuen-tra la constelación de Bootes pareci-

da a un papagayo o cometa. Gira-mos ahora desde Corona Boreal

hacia el Este y conseguimos la le-gendaria constelación de Hércules .

Desde la Osa Menor trazamos una

línea que pase por Dragón pro-longándola unas ocho veces nos en-contraremos con la constelación de Hércules, y mas al este la constela-

ción de Libra.

En el hemisferio Sur ubicamos a Sagitario el cual está situado al sur

de Águila. Inmediatamente al sur de Ofiuco está Escorpión, con su bri-

llante estrella roja Antares y el agu-do aguijón debajo del pie derecho de este gigante. Al oeste de Escorpión está Libra, a la cual designaban los antiguos con el nombre de Garras

del Escorpión. Continuando hacia el oeste desde Libra, conseguimos la

constelación de Virgo con su estrella Spica.

Partiendo de la Osa mayor hacia el Sur conseguimos la constelación de Leo con su estrella principal Regulo. Hacia el Este o Izquierda consegui-mos la tenue constelación de Cáncer. Pero si cruzamos desde Leo hacia el Sur Este tenemos de nuevo a Virgo. Hacia el suroeste conseguimos la

sutiles constelaciones de Corvus, mas a la derecha, Crater y luego la extensa constelación de Hydra. Partiendo de Corvus hacia el sur encontramos la

mitologica constelacion de Centauro con su bello cumulo globular w cen-

tauri visible con binoculares. Siguien-do hacia el sur, un poco a la derecha

encontramos al icono de los cielos del sur, “La Cruz del Sur”, donde podre-mos ver con la ayuda de binoculares

la nube oscura llamada Saco de Carbón”. Prosiguiendo a la derecha (Oeste) tenemos la constelación de

Vela y mas al oeste Carina y un poco al norte, Puppis.

Partiendo de la constelación de Orión hacia el Sur, conseguimos a la constelación de Lepus o Liebre, mas a la derecha tenemos la extensa cons-telación de Eridanus que se extiende desde Orión hasta los 60º Sur. Mas al

oeste tenemos a Cetus o Ballena , mas al oeste tenemos de nuevo

a Acuario y Capricornio.

Estos son los caminos funda-mentales del cielo Norte y Sur, exis-ten muchas otras constelaciones me-nores que se irán aprendiendo paula-tinamente con la practica. Esperamos que el planisferio que te obsequiamos te sirva de útil comienzo para navegar por los maravillosos caminos del infi-

nito universo. ¡Disfrutalo!.

El planisferio varía desde los 20 cm hasta los 35 cm aproximadamente, siendo este último muy práctico por su facilidad de manejo. Consta de dos planos circulares que giran pivota-dos por un remache en su centro, indicando las posiciones de las Constelaciones cada día

durante todos los meses del año. Lleva impresos los puntos celestes Norte, Sur, Este y Oeste, y el dibujo de las Constelaciones y otros objetos contenidos en ellas, sobre un fondo dividido en grados desde el Ecuador celeste hasta el Polo Norte celeste en dos coordenadas llamadas ecuatoriales (A.R.= Ascensión Recta y D. = Declinación). Estas coordenadas sitúan a las es-

trellas y objetos, puntualmente como referencia sobre la Esfera Celeste. Este instrumento es parte del aprendizaje y muy importante para localizar a simple vista las estrellas en cualquier momento y hora de la noche. Cuando nos iniciamos en la observación,

se puede decir que el Planisferio ha sido y es, la herramienta que han utilizado todos los astrónomos profesionales y que usamos los aficionados. Acompañan al Planisferio instrucciones de cómo usarlo.

Para todos los que se inician en el conocimiento del firmamento es necesario compartir las dudas, y la metodología de cómo recorrer las zonas durante la observación con otros aficio-

nados, por ello recomiendo que contactéis con las asociaciones astronómicas de vuestra loca-lidad o provincia que os orientarán de cómo dar los primeros pasos con seguridad y así inte-

grarse en el progresivo conocimiento de la Astronomía.

El contenido de esta tercera entrega, persigue varios objetivos para el desarrollo del aficionado astrónomo. En el inicio de la disciplina, el amateur debe adquirir costum-

bres y hábitos referente a la observación, que le permitan avanzar en los conocimientos del Universo.

Ordenar y planificar las observaciones con los medios disponibles, rinde los frutos esperados, salvo excepciones. En la actualidad se realizan muchas observaciones del

Cielo, pero si exceptuamos las contemplativas, del resto se obtienen porcentajes elevados de calidad de observación.

Muchas veces durante nuestra vida, los aficionados a la Astronomía nos asomamos a ella de dos formas.

Una, saltando de astro en astro, de constelación en constelación, vagando sin rumbo y disfrutando de la belleza que nos brinda el Firmamento. Otra, cuando buscamos en la observación, objetivos concretos a estudiar. Por ejemplo, el estudio y evolución del sistema planetario, el estudio de las curvas de luz de las estrellas variables, la medi-ción de los sistemas dobles estelares, las observaciones diarias en la evolución de las

manchas solares, la fotografía y la observación lunar, el reconocimiento de los cúmulos estelares, etc.

Si observamos el movimiento diario de las estrellas desde el hemisferio norte (boreal), desde latitudes medias y de cara al punto cardinal Sur, este movimiento

transcurre de izquierda a derecha, es decir, de Este a Oeste. Las estrellas y planetas son observados cuando salen por el horizonte este, ascienden culminando por el lu-gar desde donde observamos y comienzan a descender hasta desaparecer por el hori-

zonte oeste.

Si observamos de cara al punto cardinal Norte, veremos que muchas estrellas,

siguen saliendo por el este y pasando por encima de nuestras cabezas se ocultarán por el oeste. Pero otras describirán círculos cerrados próximos al Norte, e incluso la constelación de la Osa Menor veremos que sólo giran las estrellas del Carro en torno

a su estrella más importante "La Polar". Estas constelaciones son llamadas "circumpolares", porque rotan en torno a la Polar o Polo Norte celeste.

Se entiende por esfera celeste , a una esfera por nosotros imaginada, proyectada des-de la superficie terrestre, donde se sitúa el observador. Así, de este modo el aficio-nado observador imaginario y real se encuentra en el centro observando los astros.

La rotación de esta esfera es igual a la rotación de la bóveda celeste .

Términos más usados que no necesitan explicación.

En la observación de los Planetas, para de-terminar sus posiciones vistas desde la Tie-rra, son utilizados una serie de conceptos universales en el lenguaje astronómico.

Las Efemérides de los Observatorios pro-fesionales y Cálculos de las Asociaciones

astronómicas los utilizan en sus previsiones.

La posición de los planetas Internos (órbitas por el interior de la órbita terres-

tre), y de los planetas Externos (órbitas por el exterior de la Tierra) son expresados con los términos siguientes: elongación, con-

junción y oposición. Haré un somero repaso de estos conceptos, puesto que no es tema de esta sección profundizar más que lo estrictamente necesario, para obtener

una clara definición.

Terminologia astronómica II Llamamos elongación oriental, conocida como elongación vespertina, cuando el pla-neta es visto al este del Sol, siempre un po-co antes del anochecer. Se entiende por elongación occidental, tam-bién llamada elongación matutina, cuando es visto el planeta al oeste del Sol, siempre un poco antes del amanecer. Los planetas interiores pasan por dos con-junciones. La llamada conjunción superior, se da cuando el planeta se halla detrás del Sol (imposible de ver). Y entendemos por conjunción inferior, cuando el planeta se sitúa entre la Tierra y el Sol (sólo es visible

cuando el planeta transita por el disco solar). Así que, por tanto, las mejores obser-vaciones se podrán realizar días antes y después de las máximas elongaciones, (ver Fig.2).

Generalmente la elongación, se aplica sólo a los planetas interiores como Mercurio y Venus. Y se llama así con este término, a la máxima separación angular del plane-ta, vista desde la Tierra con respecto al Sol. Es el ángulo que forman las dos líneas rectas, que partiendo del centro de nuestro planeta, alcanzan los centros del Sol y el

de los planetas interiores (Mercurio y Venus). Angulo llamado lambda (), (ver Fig. 1).

Por cada órbita que realizan los planetas interiores alrededor del Sol se dan, dos elongaciones y dos

conjunciones, con respecto a la Tierra. En las pri-meras la separación angular, no siempre son las máximas, ni tampoco iguales por lo que algunas

no serán tan asequibles para la observación, sobre todo las de Mercurio. Dependerán de la posición

de la Tierra en su órbita, de la altura de la eclíptica sobre el horizonte y de otros factores.

En los planetas exteriores (Marte, Júpiter, Saturno, etc.) antes de las conjunciones de los mismos, las distancias angulares son muy amplias, salvo los días cercanos en que el planeta en su órbita se

halla detrás del Sol visto desde la Tierra. Días an-tes y después de la conjunción, el planeta es inob-

servable y su distancia a nuestro mundo es máxima. La oposición de un planeta exterior se da, cuando éste se halla opuesto al Sol, es decir, se halla en línea recta aparente Sol, Tierra y Planeta, hallándose a la mínima distancia de no-sotros. Pero no siempre en sus oposiciones los planetas exteriores alcanzan la mínima dis-tancia de la Tierra, sino que ésta depende de la excentricidad orbital de la Tierra y del pla-

neta en que alcanza la oposición, ver Fig.3. .

Recuerdo que, a principio de los 80 del siglo pa-sado, a los pocos meses de pertenecer como so-cio a nuestra querida Agrupación Astronómica, adquirí un telescopio reflector de 150 mm de f y 1200 mm de focal. Mi primer objetivo de obser-

vación fue la Luna. Siempre atrajo este objeto mi atención, que aún perdura después de 20 años. La primera impre-sión al observar la superficie selenita al ver sus

cráteres, los llamados mares lunares, cordilleras, grietas, picos centrales, valles y las distintas to-

nalidades a medida que las sombras recorrían los accidentes lunares según el ángulo de los rayos solares incidían sobre ellos. Las interjecciones que salían de mis labios no se pueden reflejar sobre el papel porque dejaría en mal lugar mi

cordura pasional ante la maravilla que mis ojos y mi espíritu recibían.

Me estoy refiriendo a los años 80 del siglo pasado. Así comenzó mi afición al cielo estrellado, la primera observación lunar estuve pegado al ocular unas tres horas

durante aquel cuarto creciente.

Por cada órbita que realizan los planetas interiores alrededor del Sol se dan, dos elongaciones y dos

conjunciones, con respecto a la Tierra. En las pri-meras la separación angular, no siempre son las máximas, ni tampoco iguales por lo que algunas

no serán tan asequibles para la observación, sobre todo las de Mercurio. Dependerán de la posición

de la Tierra en su órbita, de la altura de la eclíptica sobre el horizonte y de otros factores.

En los planetas exteriores (Marte, Júpiter, Saturno, etc.) antes de las conjunciones de los mismos, las distancias angulares son muy amplias, salvo los días cercanos en que el planeta en su órbita se

halla detrás del Sol visto desde la Tierra. Días an-tes y después de la conjunción, el planeta es inob-

servable y su distancia a nuestro mundo es máxima. La oposición de un planeta exterior se da, cuando éste se halla opuesto al Sol, es decir, se halla en línea recta aparente Sol, Tierra y Planeta, hallándose a la mínima distancia de no-sotros. Pero no siempre en sus oposiciones los planetas exteriores alcanzan la mínima dis-tancia de la Tierra, sino que ésta depende de la excentricidad orbital de la Tierra y del pla-

neta en que alcanza la oposición, ver Fig.3. .

Recuerdo que, a principio de los 80 del siglo pa-sado, a los pocos meses de pertenecer como so-cio a nuestra querida Agrupación Astronómica, adquirí un telescopio reflector de 150 mm de f y 1200 mm de focal. Mi primer objetivo de obser-

vación fue la Luna. Siempre atrajo este objeto mi atención, que aún perdura después de 20 años. La primera impre-sión al observar la superficie selenita al ver sus

cráteres, los llamados mares lunares, cordilleras, grietas, picos centrales, valles y las distintas to-

nalidades a medida que las sombras recorrían los accidentes lunares según el ángulo de los rayos solares incidían sobre ellos. Las interjecciones que salían de mis labios no se pueden reflejar sobre el papel porque dejaría en mal lugar mi

cordura pasional ante la maravilla que mis ojos y mi espíritu recibían.

Me estoy refiriendo a los años 80 del siglo pasado. Así comenzó mi afición al cielo estrellado, la primera observación lunar estuve pegado al ocular unas tres horas

durante aquel cuarto creciente.

Es de dominio general el llamado ciclo lunar que tiene una duración de unos 29,5 días de media, las cuales nos permite observar cambios contínuos de los contornos de su superfi-cie. La órbita que realiza la Luna alrededor de nuestro planeta, nos da una imagen cam-

biante de su cara iluminada produciendo cuatro fases, popularmente conocidas como luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante. Las fases de luna nueva y luna llena también son conocidas como novilunio y plenilunio, siendo explicadas todas ellas

por la posición que toman la Tierra y la Luna con respecto al Sol, como muestra la figura 1 .

Cuando se produce el novilunio, la Luna se sitúa entre el Sol y La Tierra posicionándose nuestro Planeta, por encima o por debajo de la línea recta que nos une a nuestra estrella.

Después de unos siete días aproximadamente de la Luna nueva culmina el cuarto crecien-te, también llamado primer cuarto, que visto desde la Tierra es medio círculo iluminado, apuntando su curvatura hacia la puesta de sol (oeste), en tanto que el otro medio círculo

está en absoluta oscuridad. El medio círculo iluminado sigue creciendo y aumentando su forma gibosa, que al cabo de 14 días y medio después del novilunio, la cara visible de la Luna aparece en su totali-dad esplendorosamente iluminada, llamada esta fase Luna llena. En este punto la Tierra se sitúa entre el Sol y la Luna. A partir de ese momento el primer cuarto iluminado va

decreciendo de forma gibosa y al cabo de 21 días aproximadamente desde la Luna nueva, llega ésta al cuarto menguante, también llamado segundo cuarto, cuya iluminación del

medio círculo apunta su curvatura hacia la salida del Sol (este). El período lunar continúa reduciendo el área iluminada de nuestro satélite y apareciendo

este como un simple arco tenuemente iluminado, alcanzando baja altura sobre el horizon-te este, finalizando el período lunar con el nuevo novilunio (luna nueva) desde que inició,

el anterior transcurriendo 29,5 días, y así da comienzo la nueva lunación.

En la fase de Luna llena, esta se presenta con toda su grandeza. La intensidad lumino-sa es muy elevada y en lugares sin contami-nación lumínica es posible la lectura sin apenas esfuerzo ocular. Con instrumentos de apertura del diámetro superiores a los 114 mm, molestan las reti-nas del observador, incluso las puede dañar. En mi caso, hace unos años observando la luna llena con un Schmidt Cassegrain de 200 mm de diámetro y sin filtro amortigua-dor sentí a los pocos segundos molestias que se mantuvieron una semana. Aconsejo que la observación en la fase de iluminación total del disco lunar, se realice con la pro-tección de un filtro verde o amarillo que amortigüe la luz. Durante esta fase lunar la luz que nos llega, sólo permite observar grandes extensiones oscuras y claras acompañadas de matices que van desde el blanco-amarillo hasta el gris oscuro. También se distinguen los gi-gantescos rayos brillantes que surgen del cráter de impacto llamado Tycho, diversas estructuras de otros cráteres, y afinando el enfoque podemos visualizar en los extremos del disco iluminado (limbo) muchas forma ciones estructurales de la superficie lunar. Figura 2.

No obstante, serán los cuartos crecien-tes, menguantes y días intermedios cuando las observaciones nos darán ma-yores satisfacciones, puesto que en la Luna, aparece el llamado terminador, que es la línea que divide la luz, de la sombra sobre la superficie selenita. Este efecto visual realza los accidentes luna-res. La luz del Sol "dibuja" los contor-nos de los cráteres, cordilleras, grietas y mares, permitiendo la visión de detalles en los mismos. Amaneceres y atardeceres en la Luna vistos desde la Tierra, por ejemplo so-bre los cráteres, conforman distintas sombras en cada salida y ocaso, datando la escala de grises e intensidades de los mismos. El ángulo dado por los rayos de luz solar que inciden sobre la superfi-cie lunar, permite observar la altura de los picos centrales que contienen mu-chos de los cráteres, y observando con claridad las terrazas de los circos, deli-mitando cordilleras, resaltando grietas y cañones entre los llamados mares de la cara iluminada. La zona del Polo Sur lunar es la menos visitada por los aficionados, que en mu-chas ocasiones nos limitamos a los para-lelos centrales. La observación del Polo Sur es de una belleza inmensa. La zona está plagada de cráteres que por la pers-pectiva aparecen ante nuestra vista amontonados, deformados en dirección este-oeste, unidos por sus paredes unas aterrazadas y otras lisas, en algunos se distinguen sus picos centrales, como estacas que quisieran medir sus alturas. Es impresionante la visión telescópica.