Ayel QueSignificaSalvacionCristiana

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    QU SIGNIFICA "SALVACIN CRISTIANA"?

    PRIMERA PARTE:La explicacin cristiana sobre la salvacinEntre la indigencia y el ridculo

    -Los remiendos al vocabulario.Ya no se sabe exactamente lo que se afirma al limitarse a repetir las frmulas del

    catecismo aprendidas en la infancia: suenan a hueco y apenas tienen probabilidad deconvencernos, a pesar de nuestra buena disposicin. Buscaremos entonces otraspalabras .. Por qu no llamar a Jesucristo el Libertador mejor que el Salvador,como se le viene llamando habitualmente? Al fin y al cabo, ambos trminos vienen asignificar fundamentalmente lo mismo. Pero el cambio de nombre en una poca en que elanhelo de liberacin se hace particularmente intenso, no ofrecera la ventaja de reavivarnuestra fe personal y servira para dar testimonio de que, para nosotros, la liberacinradical de la humanidad fue operada por Jesucristo? (1).

    Muy bien! Nada de esto es falso, se advertir... Pero es que, a poco que sereflexione, se ver que los remiendos de vocabulario y los intentos de remozar eletiquetaje (2) resultan muy insuficientes. En tales recursos se advierte, en efecto, conrazn o sin ella, un concordismo bastante superficial, que deja la incomodidad igual queestaba.

    Esto, sin hablar de sospecha, fundada sin duda, de gancho publicitario al que hemos

    aludido hace muy poco. Digamos una vez ms, que estos cambios de lxico tienen suinters, incluso la mayora de las veces se imponen, y no dejaremos de recurrir a ellos alo largo de este trabajo, si bien con discrecin y a beneficio de inventario. Pero nosatisfacen estos cambios sobre todo a los eclesisticos? Por lo que se refiere a loshombres y mujeres que viven al ras de los problemas concretos y diarios, corren peligrode no conformarse por mucho tiempo con esos trminos que para ellos siguen siendoabstracciones mgicas... A cierto nivel fenomnico de carcter tanto psicolgico comopoltico, la liberacin en Jesucristo puede parecer muy lejana y abstracta para quien estsumido en esclavitudes inmediatas y ha de luchar para librar a los suyos del hambre, dela miseria y de la explotacin. Porque no basta saber y creer que, hace dos mil aos, senos salv como un poco a pesar nuestro o, al menos, en nuestra ausencia, mediante lamuerte cruenta de Cristo en la cruz; tampoco es suficiente tener la esperanza de que, altrmino de la vida en este mundo, valle de lgrimas, entraremos con Jesucristo en unreino de felicidad. Esta fe y esta esperanza pueden ser tranquilizantes que nos ofusquenrespecto al presente y en relacin con nuestra responsabilidad histrica. En este caso,esa fe y esa esperanza pueden convertirse en piadosas seguridades fautoras de todaclase de contemporizaciones y conformismos. Bajo capa de una justicia divina en la cruzy en Ia gIoria, pueden impedir la bsqueda de una verdadera justicia humana en eltiempo (3).

    Decididamente, es necesario ir ms lejos y ms hondo que estos meros arreglos dediccionario.

    -Las divergencias de itinerarios y de perspectivas.

    La dificultad de expresar la fe en la salvacin es atestiguada y aumentada por elespectculo de unas formas de proceder y de unas afirmaciones sensiblemente distintas

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    entre s, e incluso divergentes, por parte de algunos cristianos, telogos o pastores a losque no se podra achacar heterodoxia ni fijismo obstinado. Este pluralismo se justifica,pero perturba ciertas conciencias y no simplifica la labor del creyente medio que quiereformular su fe y vivirla en las realidades concretas. He aqu a ttulo de ejemplo dosextractos de otras tantas intervenciones habidas en el Snodo de Obispos de 1971.Ambas apreciaciones invocan la Escritura. A juzgar por ciertas apariencias, no encuentraen ella idntica respuesta a este interrogante: es la salvacin en Jesucristo liberacin delas injusticias sociales y econmicas e instauracin de un sistema poltico ms respetuosocon el hombre? O es restauracin, en lo ntimo de la persona, de la relacin con Dios,sea cual fuere el contexto social o poltico?

    Cardenal Hoeffner (hablando en nombre del episcopado alemn): En el NuevoTestamento, justicia significa la vida justa del hombre delante de Dios, o la

    justificacin del hombre por Cristo; y la libertad evanglica no consiste en liberar alhombre de la esclavitud de los otros hombres, sino en su liberacin de sus propiospecados por Jesucristo. Dudo que pueda decirse que la liberacin y el desarrollo de lospueblos son parte integrante de la Redencin que Cristo nos ofrece.

    Cardenal Enrique y Tarancn (Espaa): La salvacin descrita por la Escritura no es

    una salvacin al margen de la historia, a la que posteriormente hay que aadir la justiciacomo algo que viene ms tarde o ms temprano. Entre las actuales formas de pecadohan de incluirse ciertos hechos sociales, como el colonialismo, la dominacin cultural oeconmica, la opresin, etc. La gracia de Dios por la que el hombre es liberado delpecado no se le da slo individualmente, sino socialmente a travs de la comunidadeclesial, para que impregne toda la realidad social.

    A nivel de la evolucin concreta de las cosas, es un hecho (derivado de la psicologay de los condicionamientos histricos y al que, por tanto, no hay que elevar al rango detesis teolgica), que existen cristianos igualmente sinceros y preocupados por suresponsabilidad en la salvacin del mundo, que siguen dos itinerarios opuestos:

    -Unos, ms sensibles a las situaciones de opresin y de injusticia econmica y

    poltica, entablan una lucha a este nivel para ir a desembocar en el reconocimiento deJesucristo como nico Salvador, es decir, nico fundamento de una libertad humanaplena. Pinsese, por ejemplo, en toda la corriente denominada de las teologas de laliberacin...

    -Otros parecen adoptar el recorrido inverso: partiendo de la proclamacin deJesucristo, nico liberador y reconciliador con Dios, pasan a las exigencias evanglicas defraternidad, de promocin de la justicia y de compromiso en lo temporal para laliberacin efectiva de los hombres.

    No habr algn exclusivismo simplificador en aplaudir a los unos mientras seanatematiza a los otros? Aun as, nuestro cristianismo medio que lee o que oye todoesto, ya no sabe a qu carta quedarse ni cmo explicarse a s mismo su fe en lasalvacin. No siempre advierte el riesgo de ambos itinerarios, de quedar anclados en elpunto de partida -lo cual sirve as de coartada- ni el peligro de empequeecer y estrecharla salvacin. Si se explica prudentemente que, lo mismo en un caso que en el otro, loesencial es llegar al trmino del recorrido, el interrogante sigue abierto: cundo puedeafirmarse con seguridad que se llega a ese trmino? Cundo se est seguro, porconsiguiente, de evitar el estancamiento en las lides terrenas (tienen stas, segn eso,un trmino fcilmente reconocible? o la desercin a los campos de un falsoespiritualismo?. (4) Qu difcil llegar a una evidencia!

    -Una salvacin que habra fracasado?Cmo definir una salvacin que, si se considera el estado actual del mundo, no

    parece haber tenido mucho xito? No nos arrullemos con bonitas frmulas; miremos conobjetividad y realismo al hombre y a la sociedad. No es la historia de la salvacin unahistoria malograda? Dos mil aos de cristianismo para venir a desembocar en una

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    sociedad enferma o cebada no es precisamente un xito. Muchos, incluso, llegan a aadirque las Iglesias han ejercido una funcin represiva en lo tocante a la creatividad y alprogreso y que, por consiguiente, llevan sobre sus espaldas la responsabilidad de estahumanidad destrozada cuyo espectculo tenemos hoy ante los ojos.

    De qu nos libr entonces Jesucristo?...

    De la muerte? Si la gente sigue muriendo, y tan frecuentemente en forma atroz!Del pecado? Si por todas partes sigue campando insolentemente el egosmo de losindividuos y de las naciones; y los estragos de la injusticia, de la guerra, del orgullo, delodio o de la indiferencia llenan las columnas de nuestros peridicos y las pantallas denuestros televisores... Olvidaba su fe en la salvacin el cristiano Pierre-Henri Simn,quien no teme confesarnos su desconcierto ante un ser humano torturado por unossoldados una Nochebuena? Siempre tendr ante mis ojos aquel semblante de dolor yaquel cuerpo retorcido, amarrado a unas estacas y soportando los sarcasmos de lossoldados, en la noche de Navidad. Los cristianos nos encontramos muchas vecespensando descorazonados en lo que es, en cierto sentido, el fracaso de la Redencin:siempre el mal dominando con su poder el mundo; siempre el odio fermentando en elcorazn de los hombres; y los bautizados mismos infieles a la ley del Evangelio y sordos

    a la voz de las Bienaventuranzas (5).La misma perplejidad nos asalta (y bien que quisiramos rechazarla) cuando leemos

    que, en una isla del Japn, desde hace diecisis aos no nace un solo nio normal, porhaber consumido sus padres pescado contaminado capturado en los mares-vertederos denuestras industrias modernas... Qu mundo es ste que se dice haber sido salvado yen el que, sin embargo, tienen cabida tantas regiones y continentes donde animales yhombres mueren a millares por inanicin, mientras nuestros cubos de basuraoccidentales rebosan de nuestras glotoneras? Algo no marcha ni est salvado de verdaden el sistema social e internacional de nuestra humanidad, en este final del siglo XX, si escierto, como hace unos aos revelaba una agobiante relacin de las Naciones Unidas, queen los pases pobres, 150 millones de nios entre 1 y 5 aos padecen gravesenfermedades mentales por falta de alimentacin protenica. Esas protenas las acaparanlos pases desarrollados que prefieren transformarlas -con prdida de 7/8 en laoperacin- en los piensos que fabrican para su ganado. Sicco Mansholt, que citaba estoshechos expresados en cifras, confesaba nuestro sonrojo con esta frase: Hemos elegidoen favor de los cerdos, y no del hombre! Me refiero a los cerdos de los pases ricos, porsupuesto! (6)

    Un billn de dlares para matar, cuatro mil millones para socorrer: esto escivilizacin... Sublvense ustedes al enterarse de que un portaviones atmico representael valor de tres mil millones de toneladas de trigo (Raoul Follereau-R) .

    Y acaso ms cerca de nosotros, no puede por menos de ocurrrsenos la mismapregunta sobre la realidad y la eficacia de la salvacin, cuando consideramos lo que estpasando: condiciones de trabajo y de vivienda, injusticias, sufrimientos fsicos y morales,

    conflictos sociales, malas acciones de los hombres, tinieblas e incertidumbres de nuestrocorazn, descuartizamientos de nuestras tendencias y quereres, debilidad e impotenciade los individuos y de las sociedades para realizar el bien vislumbrado en ocasiones, etc.Nos sorprendemos a nosotros mismos dudando: Nadie dira que Cristo ha pasado porah... O, si ha pasado, no es el Salvador que dicen! Si Jess hubiera salvado de verdadal mundo, como afirma la fe, no debera notarse ms su salvacin?

    El obstculo con que tropieza la explicacin cristiana podra precisarse as: Cmohablar con buena fe sobre el contenido de nuestra fe en la salvacin realizada enCristo? Cmo ser, al mismo tiempo, felices, lcidos, e intelectualmente honestos?

    -Carcter reductor y ambiguo de ciertas catequesis de la salvacinNuestras dificultades vienen de lejos... Sus fuentes podran encontrarse en las

    teologas de san Agustn o de san Anselmo. Sin remontarnos tanto, la mentalidad

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    religiosa de muchos adultos parece haber quedado marcada por un tipo de catequesis dela salvacin, cuyos orgenes y preocupaciones subyacentes nos sealaba, hace algunosaos, Elisabeth Germain (16). No puedo pensar en ponerme a resumir aqu estevoluminoso trabajo de investigacin, ni siquiera a citar algunos extractos depredicaciones o de catecismos que se exhuman en el citado trabajo. Me limito a poner derelieve las principales reducciones y ambigedades caractersticas, en mi opinin, deuna catequesis de este tipo.

    Imgenes de la salvacin unidas a una falsa idea de DiosUn Dios mercantil, procesalista o paternalistaSe ha explicado el trmino redencin dndole un significado demasiado

    restringido, dejndose llevar de la etimologa, en sentido de un rescate de tipocomercial. Es la concepcin jurdica y mas o menos mercantilista de la salvacin. No esajeno a la imagen de Dios, subyacente en una catequesis de este tipo, un ciertomasoquismo: habiendo sido infinita la ofensa, el precio que ha de pagarse parapagarla ha de ser tambin infinito. De ah la intervencin de Cristo, Hijo de Dios, el nico

    capaz de pagar tal rescate al precio de su propia vida. El Padre parece exigir la muertede su Hijo; quiere ver correr su sangre! Por supuesto, para equilibrar esta terribleimagen de un Dios vengativo, se subrayar, por otro lado, que esa salvacin esconcedida gratuitamente por un Dios bondadossimo. Pero, al hacer esto, se incurre en laimagen de un Dios cuyas liberalidades corren el riesgo de parecer paternalistas yhumillantes; este Dios bueno atropella al hombre, lo aliena, despojndolo de todainiciativa y responsabilidad. No se evita la terrible trampa de los trminos dependenciay docilidad respecto de Dios: en ella se pierden la libertad y la dignidad del hombre, enlugar de encontrar su salvacin: Cuando se insiste, y con toda razn, en que lasalvacin es don de Dios, no se est dando la imagen de un Dios todopoderoso que ensu sabidura tiene pensado ya el destino de los hombres, ante el cual no puede ser otrala actitud del cristiano sino la docilidad y el consentimiento? Pueden los oprimidos y la

    clase obrera, que siempre tuvo que arrancar sus liberaciones a la clase dominante,encontrar el sentido de una dependencia liberadora ante un Dios-Amor cuyo donsupremo sera aceptar ser dependiente de la libertad humana? (7).

    Un Dios encargado de reparacionesEn otros momentos de una catequesis de este tipo, se pone de relieve la idea de

    una salvacin reparacin de un accidente. Dios interviene, por mediacin deJesucristo, para recomponer a la pobre humanidad, accidentada en el camino. En estetipo de catequesis, el concepto de Salvador ha quedado reducido al sentido deauxiliador. Pero entonces -cabra preguntarse concretamente-, por qu este Dioscreador, bueno y todopoderoso permiti que ocurriera el desastre? Ser distraccin o

    negligencia por parte suya, o retorcido designio de sabotear la mquina para asegurar asuna clientela en su negocio de reparaciones? No se piensa as el programa de Dios comouna sucesin de planes, como si, por ejemplo, en un primer plan debiera acabarse y serdivinizada la humanidad sin intervencin de la gracia redentora de Cristo, y como si, alsobrevenir el pecado, un segundo plan viniera a ser como una capa de revoque sobre elprimero mediante el establecimiento de una economa redentora realizada por el misteriopascual de Cristo? En este caso, el misterio corre el riesgo de tomar el aspecto de unaccidente de la historia, cuando en realidad es su acontecimiento central, queridorealmente por Dios como el nico y decisivo que absolutiza toda la historia, desde elpunto alfa al omega (8).

    Imgenes de la salvacin unidas a una idea errnea del hombre

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    Es evidente que las ideas errneas sobre Dios acarrean ideas errneas acerca de loque es el hombre.

    -El hombre mero individuo.A este hombre sin dimensin social, reducido a no ser ms que un individuo,

    corresponde en la catequesis una salvacin de tipo muy individualista. La invitacin auna salvacin as parece un slvese quien pueda, un llamamiento a la habilidadindividual que no se preocupa por la suerte de los dems. Tengo un alma que nomuere, tengo un alma que salvar, han cantado generaciones enteras al practicar losEjercicios Espirituales... Es verdad que no por eso se dejaba en completo olvido a laIglesia, pero s pareca que se la vea un poco como una especie de balsa de Medusa. Nohay duda de que, a partir del Renacimiento y por influencia del humanismo grecolatinoindividualista, hemos perdido de vista el hecho de que nuestra salvacin personal -lomismo que nuestro yo- slo se realiza dentro de una historia colectiva en la que cadacual se encuentra enrolado y es solidario de toda una humanidad en marcha hacia undestino comunitario. El cristianismo es mucho ms que una moral o un conjunto deprcticas orientadas a prepararse para la muerte y para el ms all, dentro de unegosmo sublimado: es una aventura colectiva en la que se prepara la vida de un mundo

    nuevo.Si el conjunto de los cristianos hubiera vivido la dimensin colectiva que la

    Constitucin pastoral Gaudium et Spes, del Vaticano II, tuvo que recordarsolemnemente, hubiera lanzado Nietzsche-F sus acusaciones? Tiene la humanidaduna tarea colectiva? Esta pregunta no se planteaba, debido al influjo del prejuiciocristiano. El objetivo era la salvacin de las almas individuales (...). El centro degravedad de los valores lo llevaba en s misma cada alma: la salvacin o la condenacin.La salvacin del alma individual, forma extrema del amor a s mismo... Para toda almaslo exista un perfeccionamiento posible, un ideal, un camino de salvacin... Nada msque almas locamente importantes girando sobre s mismas, en espantosa angustia (9).

    -El hombre desencarnado.Acabamos de ver cmo esta concepcin individual del hombre y de su salvacin

    llevaba emparejado un olvido ms o menos total de su dimensin corporal. Se entendique lo que haba que salvar eran las almas, no los cuerpos. A stos se los desprecia:son harapos, envoltura, fuente de peligros... Se trata de evadirse de ellos: sa es lasalvacin. Esta antropologa, peyorativa para el cuerpo, no radica en la Biblia, sino encierto platonismo (10).

    Por otra parte, no es seguro que nuestra poca se haya librado realmente de ella:un profundo desprecio del cuerpo humano late y se manifiesta en todas esas aparentesexaltaciones del cuerpo del hombre o de la mujer, reducido al estado de mero objeto, demontn de clulas encerradas en un saco de piel, utilizado y explotado para operaciones

    publicitarias y de enriquecimiento; y no estn lejos las cmaras de tortura y los hornoscrematorios. En el fondo, este cuerpo est triste y despojado de importancia por verseas tratado y porque se puede hacer de l cualquier cosa. Dnde est la nobleza delcuerpo, que es presencia y epifana de la persona, lenguaje del encuentro y de la mutuaarmona? Sera urgente ensear que Jess salva nuestros cuerpos, como tambin con sucuerpo nos salv El, y que la salvacin no afecta slo a las almas sino a la totalidad dela persona, la cual no existe fuera de su envoltura carnal, de su unin con los dems y desu historicidad.

    Imgenes de la salvacin unidas a una idea errnea de la historia del mundo-Un mundo infravalorado.Reconozcamos que, desde hace algunos siglos, la catequesis prcticamente no

    habla de la salvacin del mundo material. Se mezclaba al cosmos en la reprobacin del

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    mundo perverso, o sea, del pecado, que consiste en la cerrazn de las concienciassobre s mismas y en su presuntuosa negativa a abrirse a la Palabra de Dios. El mundo,entendido como todo lo que no es Dios, pareca quedar marginado de la salvacin.

    Lo cierto es que la apariencia de este mundo pasar (/1Co/07/31), mas no paradesaparecer para siempre, pues este pasar desembocar en el cosmos radicalmente

    transformado; adems, la epstola a los Romanos nos dice (/Rm/08/19-22) que mientrasdura la expectacin de ese cielo nuevo y esa tierra nueva, la creacin entera estgimiendo con dolores de parto; sujeta a la vanidad, es decir, al desorden (no por culpasuya), tambin ella debe ser liberada de la esclavitud de la corrupcin. Este mundoque tuvo parte en la cada de Adn participar en la resurreccin de Cristo. Como dicesan Ambrosio, 'tambin la tierra resucit en Cristo, tambin el cielo resucit en l'. Esteuniverso formado de materia no permanece ajeno a la redencin del hombre, tambinformado de materia (11).

    La tierra poblada por los hombres es para ellos una de las ms importantesrealidades, ella tambin tiene su parte en la redencin. El mundo en que vivimos estdestinado a ser transformado de tal modo, que se convierta en morada idnea para lahumanidad resucitada (12).

    -Una historia sin valor real.Con excesiva frecuencia ha sido presentada la salvacin como una simple

    recompensa en el ms all; el cielo, como un contramundo, y la eternidad, como unacontrahistoria. Lo que acontece en esta vida, el trabajo, la poltica, las relacionesinternacionales no tienen importancia alguna en este tipo de catequesis de la salvacin...Si la tentacin de hoy consiste -como lo hace notar H. Holstein (13)- en reducir lasalvacin a la liberacin de los hombres, la tentacin de ayer consista en representarlacomo una evasin al ms all y, por lo tanto, como una especie de despreocupacinfrente a los problemas de los hombres. Estas dos reducciones de la salvacininfravaloran la historia. Por lo que se refiere a la tentacin de ayer, esto es evidente:deja entender que la gracia de esta salvacin transhistrica dispensa de la justicia, justifica el mal y desvaloriza el trabajo de arreglar la sociedad. Pero el reducir lasalvacin a los esfuerzos humanos por construir la historia, infravalora sta igualmente:al sacralizar la poltica, la economa, la ciencia y la tcnica, y al querer garantizarreligiosamente esas opciones y empresas, se menosprecia su sana autonoma y suverdadera secularidad, querida por Dios.

    Tendremos ocasin de volver sobre este punto a propsito del sentido que adquiereel rechazo del mesianismo temporal por Cristo.

    * * * * *

    Esta primera parte ha querido plantear el problema, dibujar sus contornos, hacercaer en la cuenta de su actualidad y del perfil que tiene de prueba para nuestra fe.Prueba en un doble sentido: en el sentido de suceso doloroso, pero tambin en elsentido de una operacin que somete a verificacin a una persona o a una cosa, paraapreciar su valor o su solidez. La fe cristiana reclama el coraje de una extraezainquisitiva ante un mundo que no tiene aspecto de haber sido salvado. La fe no nosimpele a cubrirnos la cara ante la rebelin o el escndalo: encuentra en ellos un estmulopara hacerse ms profunda y para purificar constantemente el lenguaje que posee comoinstrumento. Hoy la fe vive la prueba de Job..., prueba que es verificacin de suautenticidad.

    La fe tiene que suministrar sus pruebas, y nosotros debemos estar siempreprontos para dar razn de nuestra esperanza (1P/03/15-16). Por lo tanto, no tengamosmiedo a la pregunta que interpela severamente a nuestra fe en la salvacin anunciada y

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    trada por Cristo; no intentemos eludirla con los pases de prestidigitacin de unoptimismo simpln que pinta de color de rosa una realidad -que algunos se dedican aensombrecer- y que repite que todo marcha lo mejor posible. Hay cosas mejores quehacer.

    Debemos preguntarnos a nosotros mismos: qu es la salvacin en Jesucristo? Es

    eso que nosotros pensamos ingenua y espontneamente? No seamos demasiado fcilesen tomar el contenido de nuestros sueos y aspiraciones por el contenido de la fe y de laesperanza cristianas. Es verdad que todo un lenguaje simblico de la Biblia, relativo a laindescriptible realidad de la salvacin, no deja de inclinarnos a hacerlo; precisamente, enla medida en que olvidamos que ese lenguaje es simblico. Qu quiere decir la fecuando afirma, en contra de las apariencias y de los datos empricos, que este mundoest de verdad salvado? Es la salvacin en Jesucristo una salvacin poltica,psicolgica, moral, etc.? Es otra cosa? Qu es entonces? Algo ajeno a estasbsquedas y a estas luchas humanas? No tiene nada que ver con esos proyectos,individuales y colectivos, encaminados a liberar al hombre, a perfeccionar el mundo y ahacer que marche bien, o, ms modestamente, a implantar una vida mejor?

    Pero estas preguntas presuponen otra, ms fundamental: qu es ser un hombre y

    un mundo cabales? Y cul es esa autntica vida mejor para el hombre? Serequiere, llegados a este punto, una reflexin de orden antropolgico que aclare estascuestiones. A esa reflexin dedicaremos nuestra segunda parte.

    Notas:1) Ren COSTE. En el peridico La Croix del 6 de abril de 1974. 2) No se trata de

    un rejuvenecimiento real, pues hace mucho que, tanto en el Antiguo Testamento comoen el Nuevo, la salvacin procedente de Dios se vivi, se esper y se expres a modo deuna liberacin Cf. Jean CARMIGNAC: Le Vocabulaire de la Liberation et du Salut dansla Bible (en Cahiers Evangile, nmero 6), as como otros muchos artculos de estenmero o del nmero 7 de los mismos Cahiers Evangile, ambos dedicados al aspectobblico del tema liberacin de los hombres y salvacin en Jesucristo. 3) Alain BIROU,Combat politique et foi en Jesus Christ. Edit. Ouvrires, 1972, p 139-140 4) Nota delComit Episcopal (francs) de Misiones Extranjeras, mayo 1974. 5) Pierre-Henri SIMON,Contre la torture, Edit. du Seuil, p. 79-80. 6) Entrevista de Pierre DESGRAUPES con SiccoMANSHOLT, en Le Point del 8 de abril de 1974. 7) Phlippe WARNIER. liberacin deshomes et salut en Jsus Christ, en La Croix, 22-11-1974. 8) Jacques BUR. Obra citada,p. 91. Aqu se ven, en cuanto a la catequesis se refiere, las enfadosas consecuencias delos endurecimientos existencialistas provenientes de la controversia entre scotistas ytomistas, a propsito de la necesidad de la encarnacin. 9) F. Nietzsche. La voluntadde poder, t. I, p. 157. 10) Albert GELIN. El hombre segn la Biblia, cap. I. 11) R. W.GLEASON. Le monde venir. Edit. Lethielleux, 1960, p. 177. 12) Yves de MONTCHEUIL.Leons sur le Christ. Edit de l'Epi, cap. XII. 13) Henri HOLSTEIN. Libration. En

    Catchese, n 55, p. 155. (AYEL-VINCENT-1. ALCANCE. Pgs. 28-45).

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    El hombre est continuamente hacindose humanoNunca hay nada logrado, para el hombre (Luis Aragn). El hombre no es un

    hombre del mismo modo que se puede decir que una mesa es una mesa. No se definecompletamente al hombre por lo que le hace (lo que le es dado por su herencia, sumedio social, su biologa, la naturaleza, los acontecimientos y las relaciones...); nitampoco, por otro lado, por lo que en sus sueos ms ambiciosos deseara llegar a ser.Se define ms bien por el entreds, por la tensin, por la marcha. El hombre es lo quel hace ms lo que a l le hace. Nunca est el hombre integrado del todo; tampoco esdel todo integrante. Es una mezcla de integrado e integrante, de dado y de proyecto. El irhacindose es planeable, lo ya hecho no lo es. Esta verdad antropolgica podratraducirse a trminos teolgicos, los mismos utilizados por san Pablo: Ni el ojo vio ni eloido oy, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman ( 1Co 2,9 ).

    El hombre es deseo y superacin sin fin. Esta realidad condena cierta imagen de unparaso de estancamiento y de pasividad sin impulso. Con mayor razn hemos derenunciar a representarnos nuestra existencia presente de hombres salvados, comouna vida en la que todas nuestras necesidades estuvieran aplacadas y en la que no seexperimentara ninguna tensin ni superacin posibles. Se comprende que Simone deBeauvoir-S no pueda encontrar digna del hombre esta imagen de una felicidad celestialhecha de inmovilismo y de satisfaccin beatfica: Por ser el hombre transcendencia -escribe- le resulta siempre tan difcil imaginar paraso alguno. El paraso es la quietud, latranscendencia abolida, un estado de cosas que se da y que no ha de superarse. Quvamos a hacer entonces en ese paraso? Para que el ambiente sea en l respirable, eseparaso tendra que dejar margen a actividades y deseos; tendra que permitir quenosotros tuviramos que superarle a l, a su vez: es decir, que no fuera un paraso. Labelleza de la tierra prometida estaba en que prometa nuevas promesas. Los parasosinmviles no nos prometen otra cosa que un aburrimiento eterno..

    Vivir un amor es lanzarse a travs de l hacia nuevas metas: un hogar, un trabajo,un porvenir compartido. Por ser el hombre un proyecto, su felicidad, lo mismo que susplaceres, no pueden ser ms que proyectos. El hombre que ha llegado a ganar unafortuna, suea inmediatamente con ganar otra. Pascal expres esto exactamente: lo quele interesa al cazador no es la liebre, es la caza. Es un error acusar al hombre de lucharpor un paraiso en el que no querra vivir: la meta no es meta mientras el camino noacabe; una vez alcanzada, vuelve a convertirse en punto de partida. El socialista desea laimplantacin del Estado socialista; pero si ese Estado se le diera desde el primermomento, deseara otra cosa: desde ese mismo Estado inventara nuevas metas. Unameta es siempre sentido y resultado de un esfuerzo; separada de ese esfuerzo, ningunarealidad es meta, sino slo un dato hecho para ser superado.

    No lo barruntaba aquella adolescente mayorcita, miembro de un grupo de

    catequesis, que me expresaba su deseo de no llegar a ser adulta?: Quisiera nohacerme nunca adulta!. Pero por qu?. Porque, para m, un adulto es el que yalleg, ya acab, ya no busca ms, ya se hizo... Qu se hizo? Incapaz de asombro,de admiracin o de rebelin... Aquella adolescente comprenda que lo que da valor a lavida es la constante superacin; pero se formaba una idea extraa sobre la edad adulta.Poco despus de conocer esta reaccin suya, sent deseos de leer otra vez el artculo deOlivier Reboul en la revista Esprit (marzo 1974), artculo que constituye unaexplicacin particularmente esclarecedora de aquella reaccin. El autor recalca que, ennuestros das sobre todo, el ser adulto representa un valor sIo en el caso de que nosignifique acabamiento, sino independencia, responsabilidad, clarividencia, seriedad,humor..., no la inmovilidad de un xito, siempre sospechoso, sino la autonoma delmovimiento (...).

    El crecimiento interior no cesa con el crecimiento del cuerpo; segn eso, ser adultono quiere decir haber llegado, sino caminar por s mismo; ni estar ya educado, sino ir

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    educndose a s mismo. Hay motivo, por lo tanto, para denunciar el fijismo alienante decierta tica de la madurez; pero hay que denunciar tambin ese otro fijismo queconstituye el infantilismo, es decir, el irrealismo fcil, la abdicacin ante el pensamientopersonal, la irresponsabilidad.

    Donde el infantilismo gana, no est lejos el fascismo. Mantenerse joven no es

    retroceder al infantilismo, es salvar en uno mismo ese impulso a superarse, a llegar aadulto, de que es portadora toda juventud. Tan cierto es esto, que siempre se estllegando a ser. y nunca se es.

    No tener ya porvenir, no poder ya llegar a ser ni superarse, es la muerteabsoluta! Hace algunos aos, en una entrevista aparecida en la revista Paris-Match,Jean-Claude Killy deca esto, a su modo, despus de una victoria en los campeonatosmundiales de esqu:

    Creo que va a ser necesario modificar el esqu de competicin. Los tiempos quehemos conseguido en Grenoble son irreducibles. Si no se puede mejorar a los hombres,va a haber que mejorar las pistas. Hacerlas ms difciles, quiero decir..., para que losbuenos puedan salir del montn por sus cualidades de esquiadores.

    Pero todo esto es el porvenir del esqu. No es ya mi porvenir. En cierto modo, yoya no tengo porvenir! Nunca podr hacerlo mejor, ni tener ms de lo que tengo. Lo tengotodo: todos los honores, todas las medallas, incluso la Legin de Honor. Se da ustedcuenta de lo que es tenerlo todo a los veinticuatro aos? Es aterrador. Tener veinticuatroaos, y encontrarse uno de pronto ante un horizonte inalterable. Y as, hasta la muerte!Hasta ahora, slo he vivido por el esqu y para el esqu. Estoy totalmente condicionadopor l. Mi readaptacin va a ser un problema terrible (...). Me pregunto qu va a ser dem. Hasta me pregunto si puedo seguir llegando a ser..

    En este sentido, el xito puede resultar, a pesar de las apariencias, el ms peligrosode los fracasos, en la medida en que nos aprisione en la trampa de la consideracinsocial o nos lleve a sentirnos satisfechos de nosotros mismos, y en la medida en quequite temple al resorte de nuestra vigilancia y de nuestro dinamismo. El fracaso, por elcontrario, puede llegar a ser beneficioso despertndonos de la somnolencia yllamndonos a reajustar nuestras posibilidades. Graham-Green, en su novela Laestacin de las lluvias, refiere la historia de un ilustre arquitecto abrumado por su fama,consciente de lo absurdo de esa fama y de que sta no corresponde a lo que constituyela calidad y la vala de una vida propia de hombre. Termina refugindose en un pobladode leprosos, en el corazn del Africa, sin lograr con ello burlar su destino: nadie da fe asus declaraciones que, al contrario, parecen acrecentar an ms su ascendiente. Al fin,muere desesperanzado por no haber podido librarse de la gloria. El mdico -nicapersona que comprendi su secreto- pronuncia su oracin fnebre:

    De todo estaba curado menos de su xito; pero no es posible curar de estaenfermedad como tampoco yo puedo devolver a mis mutilados los dedos de sus manos ode sus pies. Los devuelvo a la ciudad, y la gente los mira en las tiendas, y en la calle lossiguen con la mirada y llaman sobre ellos la atencin de los vecinos, a su paso. Pues ases el xito: una mutilacin del hombre natural

    El mundo humano no puede ser, por lo tanto, un paraso inmvil.El hombre quedara empequeecido y mutilado, si viviera una historia que no fuera

    tal, que no tuviera riesgos, en la que nada hubiera a que aspirar o que superar, y en laque todo fuera dado automticamente sin que hubiera nada que proyectar. Para que estemundo sea humano, ha de experimentar una historia que se construya a costa deesfuerzos y con riesgos. Si el xito de las empresas de la ciencia y de la civilizacin fuerainmediato, tal xito firmara la paralizacin mortal de este mundo; y lo mismo hara, a la

    inversa, la resignacin morosa que quitara al hombre de comprometerse en talesempresas y de perseguirlas. Eso sera para el hombre la muerte en lo queespecficamente lo constituye.

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    Consiguientemente, la salvacin slo podr ser una mezcla de dado y deproyesto. Si el hombre slo puede elegir entre el esfuerzo y el aburrimiento mortal, nopuede ser un mero consumidor inerte de una pretendida salvacin completamente hechay predigerida. Una salvacin que fuera dada enteramente y de inmediato (la salvacinsubyacente en nuestros sueos y en las aseveraciones analizadas en la primera parte deestas pginas), destemplara en el hombre el resorte del proyecto constitutivo de suhumanidad. Una salvacin as, que mgicamente diera cumplimiento a las demandas denuestra imaginacin, sin dejarnos campo alguno para nuestros proyectos y luchas,matara en nosotros al hombre: este regalo envenenado no sera una verdaderasalvacin. La salvacin para el hombre y el mundo ha de consistir no en paralizar elproyecto, la bsqueda y la lucha (lo que equivaldra a suprimir la dimensin del porveniry de la historia), sino en abrir cauce al porvenir, en hacerlo posible, en imprimirle unnuevo impulso, en abrirlo al Porvenir absoluto.

    La salvacin en Jesucristo, ni es enteramente dada ni es enteramenteproyecto: al reunir ambos aspectos, honra al hombre y da testimonio del amor de Diospara con l. La Esperanza teologal en nada se parece a un seguro contra todo riesgo: sias fuera, con toda seguridad la vida dejara de ser peligrosa y arriesgada, y el mundo yla historia dejaran de estar llenos de titubeos, conflictos, fracasos e incertidumbres; perotambin dejaran de ser humanos. Una salvacin que fuera as, habra renegado de smisma. Sera inhumana, antihumana...

    -El hombre: una libertad luchadora.El mundo: el lugar de la separacin, del conflicto y del riesgo Lo que le da su precio

    a la libertad no es el ser libre de... hacer esto ms bien que aquello, sino el estarlibre para... hacer esto o aquello. La libertad no es una cosa adquirida una vez portodas, con cuyo disfrute se dara uno por satisfecho; es, en primer lugar, un impulso quenunca llega a trmino, una conquista y un combate incesantes. El mundo es su campo,siempre abierto y arriesgado.

    -El hombre es libertad constantemente luchadora El mero hecho de podernospreguntar soy libre? o qu es la libertad?, atestigua que aun antes de poderformular una respuesta, sabemos por experiencia que somos libres, o ms exactamente,que estamos hechos para la libertad. Es conocida la obstinada y ardorosa letana delpoeta Paul Elvard: En mis cuadernos de estudiante.... en los campos, en el horizonte....en cada mano que se tiende escribo tu nombre y, por el poder de una palabra, vuelvo aempezar mi vida. Nac para conocerte y para llamarte, Libertad.

    Lo que nos define es una tensin que nos proyecta hacia la libertad, a travs demltiples condicionamientos y determinaciones que nos corresponde administrar sinpoder llegar a anularlos por completo. Nuestra libertad no es descanso ni disfrute, sino

    movimiento que constantemente est empezando de nuevo: tiene por nombreliberacin y slo existe en la lucha.La libertad origina responsabilidad. El que no es libre no se siente responsable de

    sus actos y de su vida. La libertad, a diferencia del instinto, no es simplementereiterativa, imitacin infalible del pasado; es inteligente y creativa. Hace posible elprogreso pero, al mismo tiempo, implica el riesgo de error y de fracaso.

    -El mundo humano: separacin, conflicto, obstculoEste mundo, campo de nuestra libertad, es un mundo histrico, es decir, un mundo

    en el que no est todo regulado de antemano; el mundo del todava no. Esta

    separacin, este desajuste entre lo que est ah y lo que an no ha sucedido, es lacondicin de la libertad. As que la historia no es un mal sitio, a pesar de sus albures ycarencias. Este mundo ser siempre el del obstculo y la tensin, condiciones de la

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    creatividad. El hombre y su mundo se definen por esta tensin, esta separacin, esteperpetuo ir hacia... De ah el carcter inevitable del conflicto en este mundo histrico.No hay que sacralizar el conflicto, sino comprender bien hasta qu punto es inherente anuestra historia humana, y que la hace avanzar. Tomemos el ejemplo de las luchas por elcambio socioeconmico.

    Imaginamos una organizacin social ms humana, menos alienante, una sociedadsin clases, por tomar el caso tpico de la visin marxista. Para imaginarlo, necesitamosque esta ficcin nos presente una ciudad en la que lo colectivo y lo personal hayanacabado reconcilindose y armonizndose. Pero necesitamos tambin que esa patriaideal no se haya realizado an, para que efectivamente y a travs de los conflictos,podamos trabajar para que llegue.

    Es precisamente esa carencia la que hace nacer el deseo; y el deseo engendra eldinamismo y la creatividad en la historia. Sigue siendo verdad que Marx-KARL no puededescribir ninguna sociedad ideal; adems, se alz contra los socialistas franceses de sutiempo o contra los comunismos utpicos que crean proponer un objetivo a lahistoria: cosificaban, eternizaban una figura especial del hombre nacida de sus ensueosilusorios. Desde este punto de vista -advierte Paul Valadier-, Lenin tendr razn para

    decir que Marx no es un utpico (1); y es cierto que, en este sentido, Marx no haelaborado una utopa, a la manera de una especie de proyecto deseable o razonable desociedad humana.

    Si nunca describi Marx lo que hara el hombre en una sociedad en la que sesuprimieran toda contradiccin y toda separacin, se debe sencillamente a que, dentrode su perspectiva, si esa sociedad llegara a realizarse, ya no sera humana: sobre ella secernera una paz de cementerio. Prescindiendo de que esa hipottica sociedad haya o nohaya de existir un da en un mundo totalmente transformado, en nuestra condicinhistrica actual no nos es posible concebir, de manera descriptiva, una sociedad en laque el hombre pueda vivir, actuar y desarrollarse, y que, al mismo tiempo, esa sociedadcarezca de conflictos y tensiones. Conflicto, contradiccin, diferencia, separacin,inconclusin, forman parte de la nica experiencia que tenemos de la vida humana y desus exigencias mismas -lo mismo en el plano individual e ntimo que en el social ypolitico- no como algo accidental y reducible, sino como algo constitutivo. El conflicto escondicin de la libertad; la separacin su campo de movimientos; y la resistencia de sutodava no representa para nosotros el obstculo necesario para nuestra creatividad.

    -La salvacin, para ser real, no podr abolir la libertad, ni por lo tanto, laseparacin, de forma inmediata

    El hombre frustrado en lo que a libertad y creatividad se refiere, no experimentarala verdadera libertad, ni el mundo sera un mundo de hombres. Qu salvacin sera, enefecto, la que aboliera creatividad, libertad y responsabilidad suprimiendo la tensin, elobstculo, el trabajo y el riesgo? Eso no sera una salvacin en favor del hombre, nosera la salvacin que profesamos en el Credo: por nosotros los hombres y por nuestrasalvacin baj del cielo... Sera una salvacin que mutilara al hombre, una abominablecontradiccin.

    Una vez dada de modo decisivo y radical por Jesucristo, la salvacin todava no seha realizado ni plenamente manifestado en todas sus consecuencias. Si no fuera as, sinoque el mundo y el hombre de la experiencia emprica parecieran estar satisfechos ydisfrutar de su plena saciedad, tal salvacin constituira un retroceso al estado prenatal;sera el fin de la libertad, de la responsabilidad y de la creatividad. Si Jess es realmentesalvador, nos trae una salvacin para hombres que estn vivos en un mundo en gnesis,y no un somnfero o un euforizante. La gloria de Dios es que el hombre viva... (S.Ireneo). Acabamos de ver lo que este vivir quiere decir para el hombre.

    El hombre y su mundo, con la impronta de la finitud: no son divinidades

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    Desde los poemas de la creacin, en el libro del Gnesis, hasta la Constitucinpastoral Gaudium et Spes del Vaticano II, cada da se impone ms la percepcin de unmundo terreno y de una historia humana que tienen su propia consistencia: ambos sondistintos de Dios y no se les debe adorar ni sacralizar de manera pantesta. Si se les debesantificar -lo cual es cosa muy distinta- es precisamente porque son y se mantienenprofanos, y porque su ordenacin ltima a Dios no les priva de su sana secularidad, quees finitud.

    -El hombre es finitud, lo cual no es una enfermedad vergonzosa.As como no debe menospreciar la historia como un sitio malo, a pesar de su

    insuficiencia, su incomplecin y sus conflictos, as tampoco el que el hombre no seaDios no constituye para l una tara contraria a su humanidad y que mutila su naturaleza.Quien dice finitud dice limitaciones. Nuestras limitaciones, nuestra finitud, el hecho deser hombres y no Dios no deben hacer que nos sintamos culpables. El pecado consistems bien en no querer mantenemos en el lugar que nos corresponde respecto de Dios,en no aceptar nuestra condicin humana, en el exceso de pretender usurpar el puesto deDios. Por la pendiente de este pecado fundamental nos deslizamos cada vez quesoltamos las riendas a nuestros sueos sin la debida crtica... Comed del rbol de laciencia del bien y del mal, y seris como dioses! -insina la Serpiente-;- usurpad ellugar de Dios, y de ninguna manera moriris (Cf Gn 3). P-O:Se comprende que, dentrode una perspectiva psicoanaltica, pueda Jean-Marie Pohier formular el significado delpecado original de esta manera: querer hacerse Dios y suprimir toda diferencia.

    Cualesquiera que sean sus aspiraciones a la perfeccin, el hombre chocar siemprecon un tope, con una frontera que le demostrar que no es Dios. Somos hombres, esdecir, seres siempre en proyecto, pero no somos ms que eso: hombres. El smbolo yel indicio de esta finitud es la muerte.

    -El mundo del hombre no podr librarse de esta finitud.

    La ciencia y la tcnica tienen como misin descubrirnos, cada vez ms, lasinsospechadas dimensiones del mundo. Pero, por grandes que sean esas dimensiones,este mundo no es un Ser Infinito. Es profano, o, dicho en otros trminos, no es Dios. Yante un mundo as, debemos sentirnos libres de todo terror sagrado. La desacralizacindel cosmos y de la historia, que en lo sucesivo dejan de ser un espectculo tab, fueadems, inaugurada en los espritus por la concepcin biblica de la creacin y de lahistoria. Precisamente porque no hay que confundir el mundo con la divinidad, ha sidoste confiado al hombre para que lo trabaje y lo domine progresivamente, lo transformey haga de l una obra en construccin, en lugar de adorarlo idoltricamente o dereverenciarlo como a un espectculo al que no debera tocar. Una obra en construccines provisional, ms bien sucia, an no muy bonita ni ordenada, bastante informe eincmoda... As es nuestro mundo actual.

    -La salvacin: no supresin de nuestra finitud, sino supresin de su gangrena.El buen mdico no nos cura de nuestro cuerpo (como si tenerlo fuera una tara), no

    nos desonera de l quitndonoslo, sino cura nuestro cuerpo de su propio mal.Por respetar una vez ms las expresiones de Jean Le Du, que nada tienen de juego

    fcil de palabras, la salvacin verdaderamente favorable para el hombre no vendr acurarnos de nuestra finitud, es decir, a quitrnosla y a suprimir as toda diferenciaentre Dios y nosotros y el mundo; sino que consiste precisamente en curar nuestrafinitud sin quitrnosla: en la economa de la salvacin, la criatura sigue siendo criaturay Dios sigue siendo Dios! El hecho de que no seamos infinitos ni seamos Dios, noconstituye en s mismo una tara; pero esta situacin de criatura finita y mortal se hallaafectada de una enfermedad que la superdetermina, y a la que llamamos condicinpecadora.

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    Si nuestra finitud y la de nuestro mundo no es en s misma una tara, la salvacin nola suprimir ni nos sacar de la condicin de criaturas limitadas, para hacernos ocupar elpuesto de Dios. Para que, en Cristo, sea Dios verdaderamente nuestro salvador por lacomunin con El, por la participacin en su vida, se le debe recibir como nuestrocompaero de accin -se es el significado del tema bblico de la Alianza- y, por lo tanto,El es diferente de nosotros y nosotros, diferentes de El. La diferencia, la distancia, escondicin de la intimidad y del amor...

    As pues, la salvacin en Jesucristo no viene a quitarnos mgicamente nuestrafinitud ni a suprimir la del mundo, sino a curarla de lo que constituye su gangrena, quees el pecado, el encerrarse en s mismo, la negacin del Otro. No est el mal en lafinitud, sino en su dramatizacin triste y dolorosa debida a la separadn de los dems ydel Otro. La salvacin en Jesucristo respeta demasiado al hombre, para que venga aofrecrsele como una receta mgica que lo curara de sus enfermedades fsicas opsquicas, de su debilidad moral o de los infortunios de la sociedad: todo esto es tareapropia y grandeza de los mdicos, de los sabios, de los psiquiatras, de los economistas yde los polticos... La salvacin viene a curar -mediante nuestra libre adhesin a la fe-nuestras mltiples enfermedades de su superdeterminacin por el pecado. No podrahaber una aproximacin vivida de esta verdad en aquellos jvenes disminuidos, llegadosa Lourdes como peregrinos y de los que nos hablaba con admiracin un periodista?

    Aquel joven padre de familia, paraltico a consecuencia de un estpido accidentede automvil, me deca que haba acudido alli 'porque, en Lourdes, nunca se sabe...' Perolos jvenes minusvlidos del centro de Flavigny eran serios: 'No hemos venido aqu parasanar. Lo que queremos es reunirnos, encontrarnos con otros, rezar por los que no hanpodido venir o por los que estn ms averiados que nosotros'...

    S, durante una semana, Lourdes ha estado ofreciendo su milagro, el de otra posibletierra, el de un mundo en el que no se mide a cada persona con la medida de su estadofsico, de su historia o de su rentabilidad social. Esta es quiz la verdadera fiesta. Elsecreto de esta sorprendente semana? Isabel me lo ha revelado sin dejar lugar a dudas.Veinte aos. Es encantadora. Est paraltica desde que tena dos meses. Hoy se preparapara obtener el ttulo de ortofonista: 'Esta es la quinta vez que vengo a Lourdes y seguirviniendo. Lourdes es el nico sitio donde soy yo misma, donde puedo encontrarme con elOtro, aun en medio del silencio. Esto es una purificacin, un resurgir, un volver apartir del punto cero. Cuando era una cra, me importaba un comino ser minusvlida.Pero luego, en mi adolescencia, no quera salir: estaba disminuida!... Entonces encontrunos amigos que me quisieron tal y como yo era. Sala con ellos. Y ellos me pusieron lospuntos sobre las ies. 'Eres muy agradable -me dijeron-, pero no tienes que emparedarteen tus historias'. Pero en realidad, en el fondo, nunca estoy sola. Es mi fe. Mi feconstituye el sentido mismo de mi existencia. Es El. Es creer en la vida, creer en cadamomento presente. Rara vez tengo la sensacin de que pierdo el tiempo. Trato de vivirintensamente cada momento, de darle su sentido (2).

    La muerte, decamos ms arriba, sigue siendo trgicamente el simbolo ms visiblede nuestra finitud; y su horror, discreto o espectacular, no deja de llenar el mundo, adespecho de los admirables esfuerzos de los hombres por hacerla retroceder, o de losambiguos intentos de olvidarla, maquillndola con los artificios de un ceremonial falaz.Pero es la muerte consecuencia del pecado, lo que, de ser as, querra decir que unasalvacin verdadera debera eximirnos de morir? S, pero slo en un sentido: en lo que serefiere al terrible carcter que tiene de desgarramiento violento y de necesidadrudamente experimentada y no aceptada. Pero nadie nos fuerza a pensar que la muertees fruto del pecado en lo que tiene de mero hecho dependiente de las leyes biolgicasuniversales, y menos an en su carcter de nacimiento a una vida de mayor plenitud (3).En efecto, debemos sealar aqu la ambigedad de la muerte. Por un lado, nos afecta

    como una caducidad, una separacin, una impotencia, una sima tenebrosa; y estasituacin esencialmente obscura y ambigua frente a la muerte es una consecuencia delpecado original (Rahner-K). Nada impide pensar que sin el pecado el hombre habra

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    pasado exactamente igual por un final biolgico; pero esa muerte, aceptada con paz,se habra vivido como una etapa del crecimiento, como un nacimiento a una vida msautntica. Porque, por otro lado, la muerte es tambin suprema realizacin, ltima etapadel crecimiento, nuevo y definitivo nacimiento. El psiclogo social Erich Fromm-E,colocndose en un punto de vista meramente humano, ha podido escribir que elproblema que tienen que resolver, lo mismo la raza humana que el individuo, es el denacer... El nio que est para nacer no es distinto del nio ya nacido: el proceso delnacimiento contina. El nacimiento, en el sentido convencional del trmino, es slo elcomienzo del nacimiento considerado en un sentido ms amplio. La vida entera delindividuo no es otra cosa que el proceso de darse nacimiento a s mismo. En realidad,habremos nacido plenamente cuando muramos.

    La vida humana, incluso y sobre todo salvada, puede experimentar algo que nosea continucidn de este nacimiento? No muero, entro en la vida..., deca santa Teresadel Nio Jess a sus hermanas desconsoladas, en el momento de abandonar este mundoen el que slo estamos en gestacin.

    Podemos ya concluir lo siguiente: la salvacin en Jesucristo satisface nuestroverdadero anhelo, aunque no la identifiquemos sino muy dificultosamente, al no

    satisfacer por s misma nuestras necesidades percibidas por el momento ni las demandasespontneas de nuestra imaginacin. Hemos de criticar, por lo tanto, lasrepresentaciones ingenuas de la salvacin, as como el reducirla a lo que de ella puedandecirnos nuestras experiencias actuales. La gracia de la salvacin no suprime lanaturaleza del hombre y del mundo, sino que la realza y la cura, pero no de lo que esconstitutivo suyo sino del pecado que la superdetermina y que la gangrena.

    En otras palabras, la salvacin no puede venir a deshacer la creacin, la respetacomo creacin en coherencia con un plan nico de Dios.

    VINCENT AYEL QU SIGNIFICA SALVACION CRISTIANA? SAL TERRAE Col.ALCANCE, 15. SANTANDER-1980.Pgs. 49-70.

    Notas:1) LENIN: No hay ni un grano de utopa en Marx; no inventa, no imagina una

    sociedad nueva con todas las piezas. L'Etat et la Revolution. OEuvres choisies, t. II Edit.du Progrs 1968, p. 324. 2) Informations Catholiques Internationales, 15 octubre1973. (Artculo sobre la peregrinaci6n a Lourdes de tres mil poliomielticos y disminudosen motricidad). 3) Sobre el modo de entender lo que se dice de la unin entre el pecadoy la muerte en Rm 5, 12 y 1 Co 15, 21-22, cf. la opinin de un exgeta como XavierLEON-DUFOUR, en su obra "Jess y Pablo ante la muerte".

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    LA SALVACIN COMO LA CREACIN

    ES OBJETO DE FE Y DE ESPERANZA

    La salvacin, coherente con la creacinLa reflexin que sigue, ms propiamente teolgica, se detendr unos momentos en

    la unin que, por la fe, existe entre creacin y salvacin. No podra ilustrarnos respectoa la salvacin lo que la revelacin nos dice acerca de la creacin, y viceversa? Si Dios esDios, no podra negarse a s mismo introduciendo en su obra Ia contradiccin y elcapricho. Su iniciativa de Salvador no puede invadir su iniciativa de Creador. Pueses el mismo Dios el que continuamente est creando el mundo y el que lo est salvando:

    en ambos casos estn actuando el mismo poder, la misma sabidura y el mismo amor. Notoda paradoja es necesariamente contradiccin; si se da paradoja en la creacin y en lahistoria, las dos enteramente de Dios y enteramente confiadas a la libre responsabilidaddel hombre, no volver a encontrarse esta paradoja tambin en la salvacin, porcompleto dada y por completo en proyecto?

    -Creacin y salvacin: distinguir sin disociarConsideradas desde el lado del hombre y en el plano de la abstraccin, hay que

    distinguir entre la obra de creacin y la obra de salvacin. Dicho de otro modo, eldinamismo puesto en marcha en la creacin, no exiga de derecho el dinamismo quese despliega en la salvacin: este ltimo es gratuito. Pero situndonos en el plano de los

    hechos, si consideramos lo que fue y lo que es, y no lo que poda haber acontecido (lateologa no acta sobre s misma, sino sobre una historia efectivamente realizada), noes posible comprender ninguna de ambas iniciativas divinas sino dentro de la unidad delplan de Dios. Las dos estn unidas entre s muy estrechamente. El cristianismoprimitivo rehus disociar al Dios creador del Dios salvador. La Trinidad que crea y la quesalva es la misma. Se percibe un Dios fiel a su plan inicial, al que restaura tras la roturadel pecado (36).

    La encclica Redemptor Hominis de Juan Pablo II, atestigua vigorosamente estavisin doctrinal unificadora: la redencin no est al lado de la creacin; es la creacinacabada, manifestada, renovada. No es, por lo tanto, mera reparacin de un desgraciadoaccidente que ha sobrevenido. El dogma de la redencin -nos recuerda la encclica deJuan Pablo II- implica un aspecto csmico.

    Es que, de hecho, el amor que Dios nos demuestra en la obra de la salvacin es elmismo que pone en su creacin. En Dios no existe sucesin temporal de planes, comonecesariamente ocurre con nuestros pensamientos y deseos humanos, siempre plurales,espaciados, discursivos y escalonados en el tiempo. Dios es (ya) salvador en su accincreadora. En sana teologa cristiana, no puede elaborarse el tratado de la creacinindependientemente de la soteriologa (tratado de la encarnacin redentora). Y estaproposicin puede y debe invertirse: no cabe razonar sobre la salvacinindependientemente del razonamiento sobre la creacin. Como escriba Oscar Cullmann-O, en la creacin es donde primero se revela Dios mismo. Eso es lo que en el NuevoTestamento une estrechamente la creacin con la redencin: en ambos casos se trata deDios revelndose y comunicndose El mismo. El mismo logos es tambin el que apareceen carne como mediador humano y el que ya antes haba sido el mediador de lacreacin. Precisamente por atreverse a ver en una simple vida humana la revelacincardinal de Dios, el Evangelio de san Juan demuestra que toma radicalmente en serio el

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    hecho de que, desde el principio, toda revelacin es obra de Dios en Cristo, es decir, queen el plano de la soteriologa, no es posible oponer la creacin y la redencin. ( 37 ) .Ciertos exegetas han prestado especial atencin al hecho siguiente: en el AntiguoTestamento, los textos que presentan a Dios como creador (primeros captulos delGnesis, numerosos versculos de salmos, textos de literatura sapiencia, etc.), son deredaccin ms tarda que los que lo presentan como salvador de su pueblo. Mejor an: laobra creadora de Yahv es considerada y magnificada a la luz de su accin liberadora desalvador. Ya la creacin habla de un Dios que ama al hombre y quiere su felicidad. La feen un Dios que salva a Israel, permite formular la fe en un Dios que salva al mundo.

    Digamos, por lo tanto, que la salvacin, plenamente revelada y radicalmenteadquirida en Jesucristo, es la realizacin -y, desde el punto de vista del hombre histrico,la restauracin- de la nica intencin eterna de Dios que es continuamente presenciafundadora en lo secreto del hombre y del mundo. Esto es lo que pretende expresar Ef1,4: Dios nos ha elegido en Jesucristo antes de la creacin del mundo, para ser santos einmaculados en su presencia.

    Sera, pues, engaoso para nosotros presentarnos dos proyectos divinos sucesivos,uno de creacin y otro de redencin. La realizacin plena de la humanidad por la filiacin

    divina, es el nico proyecto de amor gratuito de Dios creador y ya entonces salvador.San Juan presenta al Hijo, adems, como Aquel en quien tenemos la salvacin (Jn 1, 3-5). Si debemos concebir la salvacin del mundo tan estrechamente unida con la creacin,qu consecuencia hemos de sacar de ello para aclarar la pregunta de la que hemospartido?

    -La salvacin, como la creacin, no puede relegarse a un momento anterior anosotros

    Por lo que a la obra creadora se refiere, creemos que Dios est siendoconstantemente creador incluso a travs de las mismas empresas del hombre, en lahistoria, orientadas a acondicionar y dominar la tierra, explorar y conquistar el cosmos ymejorar las condiciones de salud, libertad y vida individual y social. No se puede reducirla salvacin a un lapso de tiempo aislado y localizable entre las brumas de un pasadomuy remoto. Dios sigue creando, en el sentido de que El es el manantial permanente dedonde mana cuanto existe en cada instante; actualmente crea dentro de la actividad delhombre, sin ingerirse en su plena iniciativa -que sigue libre y sujeta a riesgos-. Somoscolaboradores de Dios en su permanente obra de creacin: El crea siempre en nosotros,al menos si actuamos segn su intencin, que es ]a felicidad y la vida plena del hombre.No por eso diremos que Dios hizo mal su trabajo de creador dejndolo inacabado... PuesEl es, en cada momento, el manantial absoluto y decisivo -y no slo inicial, en el sentidode empujn inicial- de la creacin en continua formacin, manantial sin el que noexistira el ro de la historia creadora.

    Dios no se contradice. Concibamos, pues, la salvacin en forma anloga, comodecisivamente adquirida por la Pascua de Jesucristo y, al mismo tiempo, comoconstantemente operante en cierto modo a travs de las empresas humanas orientadas aliberar por completo al hombre de la tirana del pecado, y a hacer que el mundo sea mshabitable y ms justa la sociedad. No nos representemos la salvacin como efectuadaslo en el pasado. La salvacin no es, como tampoco lo es la creacin, obra de un dios dela magia que no tomara en serio la historia y que despreciara al hombre hasta el puntode no querer llamarlo libremente a la responsabilidad y al compromiso histricos. El Dioscreador y redentor no puede querer otra cosa que el pleno ejercicio de nuestra libertadpara la realizacin de su designio. Las peticiones de la Oracin dominical: Venga anosotros tu reino, hgase tu voluntad as en la tierra como en el cielo!, slo puedentener un significado equivalente a ste: Padre nuestro, que el hombre que soy pueda ysepa comprometerse, libremente y con sus hermanos, en tu obra de creacin y desalvacin! As aparece la unidad del designio de Dios creador y salvador; salvador en suaccin creadora a travs de la actividad del hombre; y re-creador en su accin salvfica a

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    -S, este mundo ha sido verdaderamente salvado de la perdicin; y podemos cantarsin mentir: Aleluya!, Jess es Salvador!

    -Sin embargo, para quien le mira con lucidez, este mundo no parece haber sidosalvado verdaderamente, an espera la manifestacin de la salvacin; y nosotrosdebemos comprometernos en la accin, en medio de la oscuridad y con riesgo de que

    nos cueste lgrimas.La reflexin teolgica de ayer y de hoy no ha intentado embotar el filo de estairritante paradoja, ni disolverla o en un optimismo ciego o en un abatimiento derrotista ycrispado. El optimismo sera contrario a la honradez o a la lucidez. El pesimismo nopodra ser coherente con la fe en la victoria lograda por Cristo en beneficio nuestro y, porotro lado, no arreglara nada de las desdichas del mundo, sino muy al revs; recordemosel sarcasmo de Nietzsche-F: La decisin cristiana de encontrar feo y malvado almundo, lo ha vuelto feo y malvado. Entonces, para aguantar valientemente la paradoja,la teologa utiliz toda una serie de frmulas bipolares. He aqu algunas, a ttulo deejemplo:

    -La salvacin expresada en trminos de ya y an no (categoras del presente y delporvenir).

    -En trminos de dada y apropiada personalmente (categoras de lo objetivo y de losubjetivo).

    -En trminos de real y manifestada (categoras de lo oculto y de lo visible) .-En trminos de virtual y actual (categoras de la potencia y del acto). Por la

    fe, los creyentes se salvan y no estn salvados, pues estn sindolo: la conversin es unproceso permanente que slo se termina en la muerte y que en el tiempo slo se realizapor la entrega de s a los dems, a los ms desgraciados de ellos (40). La doblereflexin, antropolgica y luego teolgica, que acabamos de establecer, nos obliga arenunciar a una concepcin esttica de la salvacin, para adoptar una visin dinmicamucho ms digna del hombre y de Dios. Esto es lo que tenemos que determinar ahora

    brevemente.

    6.-De una imagen esttica a una imagen dinmica de salvacinLa concepcin estticaSegn lo que hemos visto que es la condicin humana y el modo propio de actuar

    de Dios en su designio nico, una salvacin de tipo fixista no sera una salvacinverdadera para el hombre y no podra reconocer como su autor al Dios de la Biblia.

    En esta concepcin esttica, se trata de una imagen de la salvacin y de la fereducidas a algo meramente dado, que no admite ningn desarrollo histrico ni ningnporvenir. La fe y la salvacin se utilizan aqu como una mera respuesta a la necesidad

    del hombre vctima de las dificultades del vivir. Esta necesidad del hombre no estllamada a ser controvertida ni a evolucionar, a diferencia de su deseo cuya apertura esilimitada. Ante una salvacin tal, nada tendra que hacer el hombre con su libertad,reducida as a la situacin de paro forzoso. En esta situacin, el hombre sera un simpleconsumidor de la salvacin o un mero espectador pasivo, descargado de suresponsabilidad y frustrado en su dignidad de persona libre. Retrocederamos a la actitudmgica pagana, denunciada por toda la Revelacin. Si pido a Dios: Dadme la fe quesalva, para que duerma tranquilo, sin preocupaciones materiales y sin angustiametafsica, me parezco a la mujer samaritana de la que habla el Evangelio: Dame deesa agua, para que no tenga ms sed y no tenga que venir aqu a sacarla... (Cf.

    /Jn/04/15). Dios es Padre sin paternalismo humillante. No tiene nada de mago. En elcampo de la necesidad experimentada por aquella mujer, Jess hizo surgir el deseo. Y la

    mujer de Samaria somos hoy cada uno de nosotros...

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    La concepcin dinmicaEl agua viva de la salvacin no es de la misma naturaleza que esa otra con la que el

    cuerpo apaga su sed junto a los pozos de nuestras necesidades inmediatas. La salvacinconcedida por Dios en Jesucristo no es de la misma naturaleza que las acciones desalvacin de tipo poltico, econmico, mdico o moral. La liberacin de la salvacin no se

    reduce a la idea que de ella nos formamos en medio de las dificultades y luchas de estemundo.Recibimos la fe y la salvacin como un don, s; pero como un don que es un

    llamamiento -o ms exactamente, una serie sin fin de llamamientos- y la capacidad deresponder a ellos. Un don que es misin y tarea brindadas a nuestras libertades. Conesto damos la espalda a todos los conductismos de tipo mgico, tan frecuentes en lasreligiones. La revelacin de la salvacin en Jesucristo es todo lo contrario de una solucinan no descubierta por los hombres en su difcil existencia poltica, social y econmica.Pues esta revelacin, ms que acallar sus ingenuas preguntas, les interroga; plantea msproblemas de los que resuelve directamente; no garantiza la tranquilidad ni la seguridad,sino invita a actuar con riesgo en la historia y en medio de sus contradicciones. Nos llamaa discutir nuestros propios problemas y necesidades humanas, y a aceptar la aventura de

    su posible cambio... La palabra de Dios no satisface nuestro deseo, lo cambia, decaMaurice Bellet. Conviene precisar que ese mismo cambio no se produce sin dolor, y querequiere nuestro esfuerzo y nuestro empeo.

    La esperanza en la salvacin an no manifestada no consiste en una plcidaespera: es manantial y exigencia de accin en este mundo, a fin de cambiarlo. La energasalvfica de la Pascua de Cristo no depende de las leyes de la fsica, pues Dios no es unacosa; se sirve de los caminos de la libertad, de nuestras libertades. Terrible grandeza yterrible responsabilidad: el dinamismo de la salvacin que se origina de modopermanente en Jesucristo, ha sido confiado a nuestras manos tan dbiles, avarientas operezosas. Dios no tiene nuestras desganas (Franois Mauriac). Tiene que tener fe enel hombre!...

    Guardmonos, pues, de confundir ingenuamente la salvacin cristiana con lasimgenes que de ella nos formamos espontneamente partiendo de nuestra experienciade las necesidades del mundo y del hombre. A esta llamada de atencin vienen a parartodas nuestras reflexiones, desde el comienzo de esta segunda parte. Queda en pie unapregunta importante: Desconocer esta salvacin las esperanzas humanas y no tendrrelacin alguna con las tareas presentes de liberacin del hombre? No nos conducir altartufismo, cierta idea depurada de la salvacin y de su anuncio? Por eso esimportante que sigamos reflexionando ms detenidamente.

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    3 PARTE:

    UNA SALVACIN QUE PROMUEVE, CRITICA Y SUPERATODOS LOS PROYECTOS HUMANOS.

    7.-Los sueos y proyectos del hombre, puestos a prueba por la historia bblicaTodos tenemos nuestra modesta opinin acerca de lo que la salvacin debera darnos yadesde ahora y para ms tarde. La primera actitud de una fe adulta consistir en sometera la crtica esos sueos espontneos. Nos invitan y ayudan a hacerlo nuestrosconocimientos sobre el desarrollo histrico de esta fe en el pueblo salvado. Crtica nosignifica censura, y menos an desprestigio o condena sistemticos, sino ms bien

    puesta a prueba, esfuerzo de discernimiento, criba, profundizacin... Pero todas estasoperaciones pueden conducir a cambios obscuramente temidos.

    Son humanamente buenos todos nuestros sueos de salvacin? Si estos sueos sepresentaran como nocivos para nosotros, es seguro que no nos entregaramos a ellos.Pero sabemos tambin que es propio de la ilusin y del mal precisamente el nopresentrsenos de golpe como tales, sino bajo las apariencias de algo muy a lasinmediatas verdadero y cierto. As, pues, hay motivos para examinar y hacer crtica deesos frutos inmediatos de nuestra imaginacin.

    Aunque haya que criticarlos y sobrepasarlos, eso no quiere decir quenecesariamente sean despreciables y completamente intiles. Hasta cierto punto, los

    necesitamos para comunicar dinamismo a nuestra actividad. Para sobrepasar, primerohay que pasar por... La que podra denominarse utopa cristiana -en poltica, porejemplo- se comprueba que es un factor fecundo, siempre que se reconozca que esutopa y no se busque en ella el diseo de una sociedad real o realizable en elporvenir. La carta de Pablo VI al cardenal Roy acerca de las cuestiones sociales(documento del que Roger Garaudy confesaba que no ola a opio), subrayaba que lasideologas, las utopas y los grandes mitos sociales y polticos, por muy necesarios que selos pueda considerar, nunca deben canonizarse ni tomarse por lo que no son.

    La razn es que nuestros sueos de salvacin slo pueden nacer y desarrollarse enel humus de un mundo ambivalente. De esta ambivalencia da fe la Escritura. Tanto amDios al mundo que dio a su Hijo nico, nos dice Juan (/Jn/03/16); pero el mismo Juanmanifiesta en otro lugar: No amis al mundo ni lo que hay en el mundo (/1Jn/02/15).En la primera afirmacin, el mundo es todo lo creado, todo cuanto existe fuera de Dios;mientras que la segunda frase designa el mundo opaco y cerrado a Dios, el mal, lo quehay de malo en el mundo. Distincin sta de capital importancia, que debemos hacerigualmente en lo relativo a los sueos que nos forjamos sobre este mundo, y que echanraces en l. La ilusin imaginaria consiste en creer que la salvacin en Jesucristo seasemeja a nuestras expectativas humanas y aspiraciones, tal y como nos las presenta elespejo de nuestra inventiva (dicho en otros trminos, una salvacin que equivaldra asuprimir el riesgo y nuestra finitud); en creer que esa salvacin est en lnea decontinuidad con lo que vemos en el retrovisor de nuestras utopas; que se reduce a laliberacin poltica, al establecimiento de una sociedad en la que la economa est deverdad al servicio del hombre: cosa que, por lo dems, es un proyecto que no puede serms noble y una tarea que no puede ser ms urgente e imperiosa.

    Ilusin, porque el Dios que nos salva en Jesucristo no est hecho por mano dehombre, como lo estn los dolos; ni es la proyeccin de nuestros sueos y necesidades;

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    ni es tampoco un superhombre, una imagen aumentada y perfeccionada de lo quenosotros somos. Siempre nos sorprender su salvacin. Y precisamente as es salvacindel hombre, por nosotros los hombres, como lo proclamamos en el Credo. Estasalvacin no puede empequeecernos cerrando nuestra apertura indefinida eindeterminada, lo cual sera hurtarnos a nuestra condicin humana, contradecir a lacreacin, suprimir nuestra responsabilidad, nuestra libertad y nuestra creatividad, nuncasatisfechas por su misma naturaleza. Estas caractersticas fundamentales del hombresuponen separacin, incomplecin, conflicto y obstculo, como hemos vistoanteriormente.

    Uso correcto del lenguaje simblico sobre la salvacin:El lenguaje de la Biblia y de la Tradicin cristiana relativos al cielo, la salvacin, la

    vida eterna, el Reino, etc., adopta la va de los smbolos y expresa la fe y la esperanza entrminos muy humanos: paso de las tinieblas a la luz; de la debilidad psicolgica a lasalud; del hambre y la sed a la saciedad; de la muerte a la vida; del aislamiento a lareintegracin comunitaria; etc. Este lenguaje podra equivocarnos por halagar nuestrasnecesidades demasiado humanas y reactivar las imgenes de nuestra fantasa. As ytodo, este lenguaje debe ser estimable para nosotros; y yo lo encuentro interesante porcuatro razones por lo menos:

    -Por su carcter muy concreto y corpreo, nos pone a cubierto de una imagen de lasalvacin que olvidara al cuerpo, chocara frontalmente con este mundo y subestimara lavida en la tierra. Nos da a entender que no se perder todo en nuestras aspiraciones yluchas terrenas.

    -Por otra parte, es acertado el que los smbolos bblicos de la salvacin y del cielopresenten tanta variedad y profusin: unas veces se trata de un banquete, de una boda;otras, de una ciudad magnfica o de un reino de paz y prosperidad, de una tierraabundosa, de un valioso tesoro, de una reunin festiva, de un jardn bien regado, de unamorada clida y fraterna, de una sociedad sin injusticias, de una herencia cuantiosa, etc.Esta irregular variedad, paradjicamente nos invita a la discrecin en nuestros intentosde representarnos la salvacin. En efecto, ante esta multiplicidad de imgenes, de algunamanera incoherente, hay que decirse que es imposible comprar esa salvacin sobre losplanos, porque es positivamente indescriptible. El mito da que pensar, segn lafrmula frecuentemente repetida de Paul Ricoeur. Aqu tenemos mitos escatolgicosen sorprendente variedad. El mito no significa aqu una vana superchera. Lamultiplicidad de sus formas advierte al creyente que se trata de un significado que susimgenes no hacen ms que insinuar, y que rebasan todo concepto (...) y todo lo que lpueda imaginar o pensar (1).

    -Aadamos que ese lenguaje, precisamente por su discrecin (debida a la granvariedad de las imgenes propuestas), respeta mejor nuestra libertad. Pues, a travs deese inasequible flujo de expresiones, nada preciso nos describe visiblemente la Escritura;nos conduce pedaggicamente por el camino de la verdadera realidad, sin violentarnuestra conciencia. La libertad de nuestra fe supone que el misterio est oculto y a la vezdescubierto. La imaginacin es el campo de la libertad. Como escriba Roger Garaudy, laimaginacin como utopa, no es lo irracional ni el juego desbarajustado de las imgenes;es la disponibilidad del espritu que se niega a dejarse encasillar y a concebir el porvenircomo una prolongacin o una combinacin del pasado. Lo propio de la imaginacincreadora es no conformarse con extrapolar partiendo del presente, sino abrir una vaindita invirtiendo el proceso positivista: se parte del objetivo que hay que alcanzar, y del se deducen regresivamente las condiciones de realizacin, los medios y las etapasintermedias (2).

    -Por ltimo, la va simblica es quizs el lenguaje con un significado ms apropiado

    y menos indigno para expresar la fe. Este lenguaje no pretende apresar en sus redes larealidad de la salvacin: slo pone en ella la mira desde lejos. No es msantropomrfico que el lenguaje conceptual, quizs lo es todava menos. En efecto, tan

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    lleno de imgenes est lo que dice, que con ello mismo est confesando su impropiedad.Por poner otro caso, cmo podra Yahv ser al mismo tiempo roca, pastor, Padre,Esposo, escudo, fuego, etc...? Queda claramente indicado que Yahv est por encima detodo eso.

    No lamentamos, por lo tanto, este lenguaje bblico y su abundancia de smbolos.

    Sino, una vez ms, para no dar lugar a una ingenuidad abierta a todos los engaos, esaestima del lenguaje simblico relativo a la salvacin, supone que se sabe que essimblico, es decir, que est en buscada discontinuidad con la realidad, respecto de lacual no puede hacer ms que orientarnos.

    El movimiento liberador del Antiguo TestamentoSe considera a Yahv salvador de su pueblo porque lo libera de una situacin de

    cautiverio, de adversidad: lo libera hacindole salir de Egipto, otorgndole el triunfo en laconquista de la tierra prometida, haciendo que venza a los Filisteos y sacndole delcautiverio de Babilonia... Para aquel pequeo pueblo la salvacin es, en primer lugar,encontrar qu comer y qu beber, poseer un espacio en que vivir, disponer de una tierra

    y de unas condiciones materiales de libertad y de prosperidad. Se trata por lo tanto, enprimer lugar, de una salvacin temporal, poltica... Pero esta nocin temporal de lasalvacin va a ir enriquecindose y modificndose progresivamente. Muy pronto (ya en lapoca de los Jueces), a la liberacin poltica y econmica se asociar la metanoia, esdecir, el retorno a Yahv, la conversin del corazn. Y este movimiento de interiorizacinir acrecentndose con el mensaje de los profetas...

    El tema de un Dios que salva a sus fieles es comn a casi todas las religionesantiguas. Pero se advierte que, en la experiencia del pueblo de la Biblia, reviste uncolorido original. En nuestro marco actual, resulta imposible evocar todos los aspectos deesta experiencia (3). Sealemos algunas referencias, entre otras igualmente tpicas:

    -La experiencia fundamental fue la de la liberacin de Egipto, en la que Israel tena

    que ver una obra de salvacin realizada por su Dios: Ex 14,13; Is 63, 8 ss; Sal 106,8,10,11. -Dios salva a David otorgndole la victoria: 2 S 8, 6,14; 23, 10,12. -Con laintervencin de David, salva a su pueblo de sus enemigos:2 S 3, 18; -Como lo habahecho ya por los Jueces: Jc 2, 16-18.

    -En todos los peligros, Israel se vuelve hacia Yahv para ser salvado: Jr 4, 14. -Sabe que fuera de su Dios no hay salvador: Is 43, 11: Cf 47, 15; Os 13, 4, etc. En elAntiguo Testamento se observar, como una caracterstica singular, el movimiento de laesperanza escatolgica. Surge con viveza extraordinaria en la gran prueba nacional de latoma de Samaria y cuando el Destierro (Mi 7, 7): Yahv salvar a su pueblodevolvindolo a su tierra (Jr 31, 7), pero tambin envindole un Rey-Mesas (Jr 23, 6);despus, librndole de todas sus inmundicias (Ez 36, 29); haciendo que reinen en todala tierra -mucho ms all de las fronteras de su pueblo elegido- la justicia, la paz y la

    felicidad en el servicio del nico Dios. Se llega a la nocin de la salvacin como liberacinde todas las idolatras y del pecado, como purificacin de los corazones liberados de latirana del egosmo y de la injusticia. El pueblo as liberado recibir el don del Espritu deYahv que proporciona una vida sin fin y transfigurada (cf. los ltimos escritos delAntiguo Testamento).

    As, pues, podra esquematizarse el movimiento de esta historia diciendo que va delo exterior a lo interior; de una liberacin de orden temporal a una liberacin mucho msprofunda y radical. Hay que aadir, sin embargo, que en la poca de Jess va aexacerbarse una corriente de mesianismo temporal debido a la ocupacin del pas por losRomanos: no se ha dejado, ni mucho menos, de esperar de Dios (y de su misteriosomesas) una liberacin de tipo poltico.

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    El Nuevo Testamento y la aspiracin mesinicaJess va a rechazar abiertamente ser un mesas temporal y poltico. Evita declarar

    que es el mesas, porque este trmino acarreara sueos demasiado humanos. Elquiere ser el Siervo del que hablaba el libro de Isaas, el Hijo del hombre del captulo 7de Daniel. Ciertamente es rey -vase la respuesta de Jess a Pilato-, pero no el rey

    que muchos esperaban. Se le ve escabullirse de entre una multitud entusiasmada quequera proclamarlo rey. Es el rey del pueblo de los santos del Altsimo (Cf. Dn 7,22,27).

    Ni mesianismo temporal, ni evasin pietistaHabra que decir que el esquema de evolucin que se advierte en el Antiguo

    Testamento (de la liberacin temporal a la liberacin interior y espiritual), sufre en Jessuna inversin de sentido: de la liberacin interior del pecado a los efectos temporales deesa liberacin espiritual? Para Jess, fundamentalmente, se trata de cambiar nuestrasrelaciones con Dios; pero como consecuencia imperiosa de tal cambio interior; tiene quecambiar todo en el campo de nuestras relaciones con el mundo de la naturaleza, de la

    familia y del poder. Nada de evasin intimista! Y Jess ofrece ejemplos de este impactode la conversin interior sobre lo temporal: las curaciones, a las que se designaequivalentemente con la palabra salvacin (Crame igual a slvame; Vete, tu fete ha salvado, dice Jess al sanar a los enfermos); la reintegracin de las personas enla comunidad (publicanos, leprosos, prostitutas, marginados, discriminados y proscritos);la oposicin a Mammona (el dinero que divide y que endurece el corazn). En san Pablo,Cristo nos salva de la esclavitud de la Ley, del pecado; pero para El, esta salvacin quees justificacin y glorificacin, no se reduce en modo alguno a un espiritualismoindividual: la salvacin afecta tambin al cosmos (Rm 8), y su aspecto escatolgico,vigorosamente subrayado por Pablo, es germen de transformacin de las relacioneshumanas ya desde ahora (Cf. la breve carta a Filemn, a propsito de los esclavos).

    Ser polticamente neutro el Evangelio?Resta saber si puede verse en el mensaje de Cristo la legitimacin de tal o cual

    doctrina poltica o econmica determinada, el fundamento que venga a justificar unaaccin de liberacin social o de organizacin de la vida internacional.

    Ante estos interrogantes, se ha podido escribir que el Evangelio se mantiene adistancia frente a lo temporal, que responde con su indiferencia para con la sociedad,sus evoluciones y reivindicaciones, que la salvacin anunciada est por llegar y no esde este mundo (...). No traslada la ciudad del cielo a la ciudad terrena. La salvacin delNuevo Testamento sigue siendo siempre una realidad distinta de nuestro mundo (...); lasalvacin, en la medida en que ya est presente, es una realidad interior al hombre (...).La indiferencia con respecto a las estructuras temporales caracteriza el anuncioneotestamentario de la salvacin. Es significativo el hecho de que el Evangelio nocontenga orden ni consejo de transformar la sociedad en un sentido o en otro. Ms an,no incluye crtica alguna de orden social. Y no es porque ratifique las formas deorganizacin y las relaciones econmicas tal como existan entonces, sino porque es otrosu objetivo, porque la bsqueda de Dios y su acogida son lo nico que cuenta para cadahombre, y porque ambas pueden realizarse a travs de toda situacin, sea cual fuere...(4).

    La cita que acabo de ofrecer contiene observaciones muy acertadas. Sin embargo,est plagada de equvocos. Es muy justo denunciar las utilizaciones polticas delEvangelio, vengan de la derecha, de la izquierda o de otra parte. Debera parecerevidentemente que no puede buscarse en el Evangelio una doctrina econmica o social, o

    la garanta de nuestros anlisis humanos y de nuestras opciones en estas materias, queson, sin embargo de importancia capital. Estaba en lo cierto un periodista cuando, en unartculo titulado desacralizar la poltica, invitaba a los electores a colocar la poltica en

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    su verdadero sitio, muy importante y elevado, pero sin sacralizarla: A veces, tengo lasensacin -escriba- de retroceder por la historia cuando oigo a un candidato soliviantar alos catlicos para que defiendan una moral del orden, o cuando leo ingenuas proclamas avotar socialista en nombre del Evangelio (5). Pero dicho y subrayado esto con mucharazn, no por ello ser menos falso creer que el Evangelio de Jess es indiferente a loque constituye la existencia histrica del hombre llamado a la salvacin, y que lapreocupacin por el orden moral o la opcin socialista nada tienen que ver con elEvangelio y con la salvacin cristiana.

    Podramos encontrar ya un punto de referencia en estas otras observaciones deBernard Ronze, en las que se apreciar su gran preocupacin por matizar: El Evangelioprohbe confundir la salvacin del hombre con unas liberaciones de orden econmico ysocial. Esta prohibicin deja ntegra la cuestin de saber si esas liberaciones reciben o noun impulso del mensaje evanglico. Excluye simplemente la pretensin de lo econmicode sealizar las vas de la promocin humana, y ya desde el punto de partida, neutralizaen quienes tienen cura de almas la tentacin de ver, en unos cambios o revoluciones deorden estructural, el anuncio de la salvacin o las condiciones necesarias para anunciarlao para recibirla (...). No por eso el Evangelio contiene menor denuncia (...). Si lavoluntad de servir se deriva directamente del mensaje evanglico, nunca podradeducirse de ah el contenido del compromiso temporal a que ella conduce. El Evangeliono da la preferencia a estructura u organizacin alguna. Y nadie tiene derecho a invocarsu autoridad para proponer o imponer una de ellas (6).

    No obstante, creo que hay que ir ms all de lo que pueda constatarse por ladistancia adoptada por Jess ante lo temporal: en su actitud hay mucho ms quenegativismo. Mantenerse distante equivale aqu a un acto poltico positivo. El Evangeliono es neutro ni indiferente. Ocurre que el mantenerse a distancia puede ser la actitudms revolucionaria. La negativa de Jess a tomar el poder que le ofrecan y a identificarsu misin de salvacin con las actividades de resistencia antirromana de los zelotes (7),reviste el sentido de una enseanza positiva acerca de la accin poltica. Al advertir queJess luch contra los poderosos y que, al mismo tiempo, frustr al pueblo en su

    expectativa de un mesas libertador y temporal, Christian Duquoc expone su propiainterpretacin en estos trminos tambin los exegetas estn de acuerdo en reconocerque Jess rehus el papel de mesas poltico, y ven en ese rechazo el testimonio delsignificado religioso de su mensaje. Opino que este hecho debe ser interpretado de otramanera: a mi entender, el antimesianismo de Jess establece, por el contrario, elsignificado poltico de su lucha. Mesas, es decir, enviado de Dios, se niega como tal atransformar las realidades sociales exonerando a los hombres de ser ellos los sujetos deesa transformacin. Lo que superficialmente parece una repulsa poltica es, por elcontrario, un acto poltico: en ningn caso priva el mesas a los hombres de construirellos su propia historia y su sociedad (8).

    As, pues, no se tratara por parte de Jess, de alentar al desprecio o a laindiferencia frente a las tareas de liberacin poltica, de compromiso social y detransformacin de los sistemas econmicos; sino, mucho ms slidamente, de remitirestas tareas a la responsabilidad de los hombres en los nuevos tiempos mesinicos.Cuando Jess, que acaba de multiplicar los panes (Jn 6), advierte que la gente quiereinducirle a tomar el poder, huye al monte; con eso quiere decir: A vosotros, hombres,os corresponde proporcionar pan a todos los hambrientos de la tierra... Me niego aexoneraros de vuestras responsabilidades polticas y econmicas. Nuestra tentacin es,en efecto, hacer que Dios y su Cristo carguen con la responsabilidad de los asuntostemporales, lo cual es un modo de rehuirlos o de ponernos a cubierto de sus riesgos y delos conflictos inherentes a ellos. Jess denuncia ese juego y, al hacerlo, revela unaimagen ms exacta de Dios y del hombre, encarece la urgencia de esas tareas y lagrandeza de nuestra libertad, cuyo ejercicio no quiere poner en cortocircuito. Al rehusarJess el poder como Mesas no niega a la poltica sus derechos; le reconoce como el lugardonde el hombre, al producir sus relaciones sociales, verifica la exigencia proftica, cuyo

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    paladn se hace. La exigencia del Reino no hace vana la lucha histrica, sino revela sualcance transcendental (Ibdem).

    Aadamos que si Cristo no viene a prescribirnos unos medios y un programa deliberacin de los oprimidos, ni tampoco nos exonera de la obligacin, parece tanto msimportante por cuanto que el propio Cristo se identifica a s mismo con el pobre, el

    hambriento, el extranjero, el prisionero, el oprimido: este es el sentido, temporal yespiritual a un mismo tiempo, del anuncio del Juicio en /Mt/25/31-46. Si Cristo pone lasalvacin en la conservacin interior y en el retorno a Dios, hay que precisar que lareconciliacin con Dios pasa por el camino de la reconciliacin con los hermanos. No hayrelacin en conexin directa con el Dios de Jesucristo, que nos exima del compromisopor el servicio de los hombres necesitados. Consiguientemente no hay salvacin quedispense de las mediaciones histricas y de sus proyectos temporales. La urgencia delReino es tambin la urgencia de las liberaciones humanas.

    VINCENT AYEL QU SIGNIFICA SALVACION CRISTIANA? SAL TERRAE Col.ALCANCE, 15. SANTANDER-1980.Pgs. 71-83 y 90-104.

    Notas:1) Roger GARAUDY. La alternativa, p. 107. 2) Cf. J. P. MANIGNE. Pour une potique

    de la foi. Edit. du Cerf. 3) Remito, entre otra documentacin, al artculo Salut delVocabulario de Teologa Bblica. 4) Estas frases estn sacadas de un artculo que rezumael inconformismo provocativo de Bernard RONZE: Evangile et Economie (en Etudes,febrero 1972). Precisemos que el artculo no se limita a eso, y que est lejos degarantizar las evasiones de lo temporal: las denuneias, as como las anexiones delEvangelio a tal o cual proyecto humano. 5) Jean BOISSONNAT. En La Croix del 4 demayo 1974. 6) Bernard RONZE, artculo citado, p. 285 y 288. 7) Sobre este punto, seleer con inters: Oscar CULLMANN, Jess y los revolucionarios de su tiempo,