Baer 2010 La Memoria Social

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    LAMEMORIA SOCIALBreve gufa para perplejos

    Alejandro Baer

    Culrura de la memoria es un terrnino que define una epoca, la nuestra,en que cl pasado ha cobrado un protagonismo sin precedentes. La me-moria se recupera, se conserva, se cul tiva, se legisla sobre la memoria yseintroduce en los planes de estudios. Hay deberes y eticas de la me-moria, existen memorias del duelo, mernorias hegem6nicas, subversivas,e jernplares , asi como usos y abusos de la memoria. EI terrnino memoriaexpresa una amplitud de significados y problemas: identidades perso-nales y colectivas, herencias y saberes cul turales , vacios u olvidos de lahistoria, derechos, traumas colectivos, la violencia social y su represen-tacion, (De que hablamos cuando hablarnos de la memoria?

    Laperplejidad ante este reino de la memoria generalizada! me hallevado al atrevido prestamo del sabio Maimoriides y a la redaccion deestaguia, que se concibe mas bien como acompafiante en un itinerario 0reeorrido -necesariamente f ragmentario- a 10 l argo de algunos de losprincipales conceptos y problemas sobre la memoria en su dimension so-cial, colectiva y publica. Para ello se ha recurrido a ejernplos de Espana,Alemania e Israel, donde los debates en torno a la gesti6n y actualizaci6na representaci6n del pasado -fundamentalmente el vinculado a la vio-lenciaextrema del siglo xx- no s610no remiten sino que se in tensi ficandia a dia,1. Dimensiones de Lamemoria socialLamemoria es un concepto de larga data en la cultura, que encontramosengriegos y romanos asociado a las ideas de rernemoracion y mernoriza-c ion. Pero la idea de una memoria social, 0 memoria de una sociedad, re-laeionada con los procesos sociales 0 colectivos es relativamente reciente.Surgeen el contexto de las grandes transformaciones en la sociedad euro-

    1. P . Nora , Be tween Memory and Hi st ory : Les Lieux de memoire: Representa-t ions 26 (1989), pp. 7-25.

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    pea entre finales del siglo XIX y comienzos del xx (como la erosion de lavida tradicional rural y la conmoci6n provocada por la destruccion delaprimera guerra mundia l) wando literatos y academicos se hacen ecode 10 que entieuden como una crisis 0 cambio epocal fundamental.Destacamos aqui a Maurice Halbwachs, guien acufia el rerrniuo dememoria colectiva subrayando su caracter esencialmente social y COID-partido , y rompiendo can la tradic ion previa que entendia la .memoriaexclusivamente como una facultad individual. No hay memonaque nosea social. Esta es la tesis principal y revolucionaria de Halbwachs". Cadayo esta conectado a un nosotros por 10 gue s~ recuer~o. se forja enla:interaccion con eI grupo 0 grupos de pertenenCla (la familia, la comu-nidad escolar, la profesi6n). La memoria individual de cada persona. estainmersa en un horizonte de interpretacion sociocultural gue determina yralnbien posibi li ta su propia act ividad de recuerdo. A el lo Halbwachs Iellama los marcos sociales de la memoria, gue configuran la inscripcionsocia l de todo recuerdo individual y determinan su existencia . En otraspalabras, los individuos recuerdan 0 recrean el pasado en el marco grupalespedfico y el olvido no seria sino consecuencia del debi li tamiento delmarco poria desaparicion del contexto vivido socialmente.AI subrayar la naturaleza socia l de la memoria individual , y estable-cer este vfnculo indisociable entre recuerdo y grupo social , Halbwachsabreel camino ala investigacion socio-antropol6gica de la memoria. Parotro lado el situar el recuerdo en el seno del contexto social y comu-, .nicativo sefiala otro elemento definitorio: el caracter reconstructtvo 0present is ta del rnisrno. El pasado se actual iza desde el presente y en esteencuentra sus principios de selecci6n, descripcion e interpretacion", Pa-samos, pOl' tanto, de un modelo de memoria como archivo-donde e 1pasado es inalterable- a un modelo de construcci6n activa en la queel pasado esta siendo permanentemente modificado por los valores, creen-cias y condicionantes del presente".SiHalbwachs habra precisado que la memoria no s610se produce en(dimension psiquica) los hombres sino entre ellos (dimension comuni-

    2. Cf. M. Halbwachs, La memoria colectiua, Prensas Universitarias de Zaragoza,Zaragoza, 2004.3. El planrearnienro de Halbwachs esta emparentado con la perspecriva psicoanal i-rica de Freud sobre l a H am a da Nachtriiglichkeit. No hay un original de la memoria . Losrecuerdos no expresan los hechos que fueron, sino c6mo se formaron en la memoria.Ob je to de l a memor ia par a Freud no son lo s acon rec im ienr os a las experiencias, sino c!espacio intersubjetivo denominado escena.4 . Toda ruenc ion a Ha lbwachs y su "memoria colectiva estar fa incornple ta s in lare-ferencia a su dimension como inrelecrual cornprornetido y su t ragi ca muer te en el campo deconcent racion nazi de Buchenwald. Ret rospectivamenre podemos leer estas dos dimeusio-ncs como ent re lazadas. "La e rn p re sa c ie n tf fi ca que fue interrumpida p ar la m uerte de unsabio como Maurice Halbwachs , espera de nosorcos su continuacion, escribe Pierre Bour-dieu. "No set ram de celebrar a los heroes desaparecidos [ .. . ]. Set rata mas bien de retomar elc om b at e a ll f donde 10 dejaron, y eso sin o l vi da r l a v i ol eu c ia que los redujo, que t amb i cn d e be ri aser analizada (P. Bourdieu, "EI asesinato de Halbwachs: Anthropos 218 [2008], pp. 46-47).

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    cariva y social ), ot ros autares , como por ejemplo Aleida Assmann y JanAssmann, han desarrollado una terminologia mas diferenciada y especi-f ica para el fenorneno del recuerdo, situando su atenci6n en los mediosy est ructuras temporales e inst ituciones que organizan este entre. Enotras palabras, que recordar y como hacerlo esta inexorablemente ligadoa las posibilidades de registro del conocimiento, y de su recuperacion 0actualizaci6n.En sociedades sin escritura existen dos t ipos de pasado. El reciente,que todavia esta en el recuerdo de los vivientes , y el pasado mitico, unpasado absoluto del riernpo de los heroes 0 animates toternicos, Esta sim-ple consta tacion sobre los distintos registros del pasado en las cul turasagrafas lIeva a Jan Assmann a proponer dos marcos mernorfsticos distin-tos: memoria cornunicativa y memor ia cultural. La pr imera no es otraque aquella que Halbwachs denornino memoria colectiva, un registrodelpasado de corta duraci6n, gue comparte el individuo con sus coeta-neos, y que esta por tanto condicionada ala existencia de portadores vivos(abarca aproximadamente tres generaciones). La memoria cultural, porot ro lado, seria la comunicacion organizada y ceremonial izada sobre elpasado, la fijac ion duradera de los contenidos a traves de la forja cultu-ral. Esta memoria supone un conocimiento compartido del pasado sobreel eualun grupo se crea una imagen de sf mismo y toma conciencia de suunidad 0 especifidad-, EIpaso de la memoria cornunicativa a la memoriacultural se produce a traves de los medias 0soportes del conocimientosabre el pasado (figuras torernicas, rituales y recitaciones, textos cano-nizados, museas, archives, etc.), Yosef Yerushalmi ejemplifica esta idea alreferirse a los textos sagrados de la tradic ion judia, que considera comoparadigmaticos para entender el fenorneno de la memoria colectiva (agufentendida como memoria cultural) . Todos los pueblos tienen una Tara(tradicion, ensefianza canonizada, necesitada de consenso), en que ciertoselementos del pasado (historico 0 rnitico) son resalrados y recordados".Aleida Assrnann afina estos conceptos como instrumentos heurfsti-cos. El la considera que la memoria colect iva de Halbwachs serfa en rea-lidad un nivel intennedio ent re la memoria comunicativa y la cultural.Laprimera seria aquel la que segesta en elcontexto de la vida cotidianadeimportante carga emocional, y basada en la interaccion hablada de losindividuos, La memoria colectiva seria mas estable y delimi tada, y bus-ca perdurar par espacios temporales mas prolongados, y convierte losacontecimientos en arquetipos y las narraciones en mitos-", La memoriacultural esde todavia mas larga duracion y su caracterfstica definitoria es

    5. C f. J . A ssm an n, Ko llek riv es G ed ach mis u nd k ultu relle Id en ritar , en T . Holscher(ed. ) , Ku lt u r l in d Gedachtnis, Suhrkamp, Frankfurt a. M ., 1988, p . 15 .

    6. C f. Y. Yerusha lmi , Zakhor: Jewish History an d Iewish Memory, University ofWashington Press, Searle, 1982.

    7. A. Assrnann, Soziales und kollektives Geddchtnis, 2005 (en www.bpb.de/files/OFWIJZ.pdf), p. 2.

    http://www.bpb.de/files/http://www.bpb.de/files/
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    d anclaje insritucional, Memoria comunicativa, colectiva y cultural con-forman una serie de niveles, aunque sus delimitaciones son bor rosas ypebneables. Podemos i lustrar los conceptos a la luz de Ia memoria judladel Holocausto. Las vivencias del testigo estarlan inscritas en una memo-ria comunicativa del grupo inmediato, Despues, una memoria colectivade] grupo mas extenso, por ejernplo Ia de una comunidad deterrninada,cuyas caracterfsticas culturales, politicas 0 religiosas brindan el trasfon-do interpretat ivo del acontecimiento recordado, Finalmente, una 0varias mernorias culturales institucionalizadas en museos, monurnentos,publicaciones y peliculas.La memoria del nazisrno en Alernania tendrfa perfiles rnuy distintos,aunque los conceptos de memoria comunicativa y cultural (1 0 dejamos enestos dos niveles con fines de claridad y brevedad en la exposicion) resul-tah uriles para esclarecer rarnbien sus diferentes dimensiones. En 2005los medios se hicieron eco del estudio titulado EI a buelo n o r u e nazis quemostraba la discrepancia fundamental entre la memoria publica u oficialy.Ia privada 0 fami liar en Alernania, Los abuelos no fueron nazis , a ojosde la generaci6n joven, sino resistentes, victimas 0heroes. Los autoresexplican esta dicotomfa de memorias con las metaforas del album y laenciclopedia. Frente a la enciclopedia del nazisrno, materializada en mn-seos, monumentos, planes de estudio y conmernoraciones ofic ia les quedan cuenta de los horrendos crimenes cometidos por los alemanes, exis-te un sistema de referencia mas inmedia to y emocional para interpretareste pasado: e l a lbum. Este album esta poblado por personas concretas. :padres, abuelos, etc.-, cartas, fotograffas y documentos personalesde la historia familiar, y no muestra sino heroismo, sufrimiento, renun-cia y perdidas. La convivencia del album (la memoria comunicativa) conla encic lopedia (la memoria cul tural) en las familias a lemanas de hoy dfada lugar a que a padres y abuelos se les atribuya un rol que los excluye deaquello que figura en la enciclopedia", En la memoria cultural Alemaniase reconoce como Tdtergesellschaft (sociedad de victimarios), pero el al-b\1111,a memoria comunicativa, retrata otra cosa lIluy distinta. Es mas,la pedagogfa y el esclarecimiento sobre los crlmenes nazis en mul titudde ambi tos que cimientan la memoria cultural originan la necesidad desi tuar a los padres y abuelos de forma que no recaiga sobre el los sombraalguna del horror.

    En ocasiones se ha escrito sobre la memoria hegem6nica y ofieialfrente a ot ra mas inrnedia ta y concreta vinculada supuestamente a Iaex-periencia vivida y real de los sujetos. Se ha tendido a ver en la red dela memoria cornunicat iva que se rnantiene activa bajo el d iscurso de lamemoria oficial las virtu des de una distancia critica respecto a la interpre-taci6n oficialmente ordenada del pasado y del presente. La disonancia

    8. Cf. H. Welzer, S. Moller y S. Tschuggnall, Opa war kein Nazi. Nationalsoziaiis-u n d Ho lo c au s t t m Fam ii ie n ge di ic ht n is , F is ch er, F ra nk fu rt a . M ., 2 00 2.9. lbid., p. 10.

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    que apreciamos en elcaso aleman entre una memoria cul tural abstracta yorracomunicativa y concreta sefiala, sin embargo, los riesgos de la frecuen-tereificaci6n del recuerdo personal como autentico, y apunta a la necesi-dad de explorar, igualmente, su constructividad social. Es la imbricaci6ndearnbas -col11unicativa y cultural- en los mecanismos de transmisi6nintergeneracional aquello que construye la percepcion de los hechos delpasado en el indi viduo. AI igual que la distancia entre la memoria cul-tural y los hechos hist6ricos es objeto de estudio en las ciencias sociales,trabajos como el de Welzer senalan que las memorias cornunicativas de-ben ser enfocadas con la misma luz critica y confirman 10sostenido pOl'Halbwachs: no hay memoria que no sea socia l.2 . 2 His to ria 0 memor ia?Ladistincion ent re historia y memoria parece evidente a prirnera vista .Como acabamos de ver, los disrintos niveles de la memoria socialIcomu-nicativa, colectiva 0 cultural; 0 los terrninos que queramos ernplear paraella) no pueden ser una representaci6n fielde los hechos del pasado -10que entendlarnos poria historia=-, en tanto que son perspectivas an-cladas en el presente, forrnadas por los distintos grupos que recuerdan,Ypor tanto sujetas a un constante cambio, reelaboraci6n y filt rado. Laanrinornia ent re historia y memoria ha sido subrayada por Halbwachs,para quien existe una historia, pero tantas memorias como grupos so-ciales, EI historiador, sin embargo, no debe situarse bajo el punta devista de ninguno de los grupos reales y vivos existentes, [...] esta resueltoa ser objetivo e irnparcial y debe reunir la totalidad de los hechos talcomo son, no para ta l pais 0 tal grupo, sino independientemente de todojuicio grupal!", Pierre Nora coincide con esta manifiesta separaci6n ydefinela memoria como referida al grupo, viva, puntual y sacralizadora.La hisroria, por otro lado, se caracteriza poria distancia analitica y lageneralizaci6n sobre los hechos.

    Sin animo de socavar los principios fundantes de una disciplina nece-saria que demanda rigor, distancia y honestidad, tan estricta separaci6nentre historia y memoria socia l nos parece hoy muy diffe il de sostener.Ibda la historia es historia contemporanea, escribi6 Benedetto Croce,sefialando que por lejanos que parezcan cronologicamenre los hechos,la historia esta siernpre referida a la necesidad y a la situaci6n presentedonde, como dice Le Goff, repercuten las vibraciones de esos hechos!",E I historiad_or.no vive en un vacfo, s ino en el mundo socia l, por 1 0 quelos acontecrrmenros del pasado que estudia no pueden ser obje tivadospar cornpleto. Los contextos nacionales y culrurales conforman un fondoderesonancia que necesariamente afectan a la forma en que la historia esproducida y percibida. La historia, como resultado de la escritura histo-

    10. M. Halbwachs , "Memoria colectiva ) 'memor ia his torica l> : REIS 69 (1995), p.216.11. J. Le Goff, Pensar 1(1h is tor ia , Paidus, Barcelona, 1991, p. 27.

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    riografica, debe ser vista por tant? como un epifen.om~;lo .de l~,memo.riasocial y consrruccion de memoria, sefia la D~n I?mer '. ~Q~len escribesobre que y de acuerdo a que intereses 0motivaciones? ~Que grupos so-dales instituciones 0medios par ticipan en la construccion de represen-i iciOl;es hist6r icas? La actualidad polit ica no deja de br indar ejemplosd:e esta imbricacion forzosa entre historia y memoria.,. En Alernania lapublicacion de obras historicas sobre la guerra mun-dial y la posguer~'a que se centran en el sufr imie~to de la poblacion. civilalemana como victima (de los bornbardeos maSlVOS,de las expulsionesde los terri tor ios del Este conquis tados por el ejercito soviet ico) son unaconsecuencia de la apertura de la memoria cultural alemana a1sufrimientopropio y ruptura de un tabu social al respecto que peso.dur~nte medio si-glo. En Israel, la obra historica de los Ilamados nuevos historiadores ~quep 'resentan la construccion del Estado de Israel en 1948 como enraizada~11una polit ica de desplazamiento forzado de poblac i6n arabe-> no esconcebible al margen deillamado post-sionismo, una cr is is de memo-r la13que cuest iona [as bases mismas del ethos n~cior,:al israeli. En ~s-pafia, aparecen desde 2000 numerosas obras de hisror ia (aunque van~sRrescinden de los preceptos disciplinares menciOl.13dos)cen.tradas en ep1-sodios (la represion en la zona republicana, por ejernplo) e interpretacio-nes (las sublevaciones de 1934 como comienzo ~e la guerra civil) ~finesd la memoria social de deterrninados sectores sociales. En los expositoresde las [ibrerlas y en los medios se sinian como contrapunto a las recons-trucciones (historicas, pero tarnbien biograficas, lirerarias, cinematogra-Acas) a que ha dado pie eI movimiento de la recnperaci6n de la memoriahistorica de los crfmenes del franquismo., Los tres ejemplos muestran como la eleccion de determinados obje-t ,os de estudio, el enfoque y la interpretaci6n en las obras historicas .noson fruto del azar 0 de decisiones independientes de los aurores , sinoque responden a inquietudes presentes en el tej ido de la memoria social.'La memoria (0 las dist intas memorias) posee un estatuto matricial-"que determina en gran medida las condiciones de posibi lidad y tarnhien~Icontexto de recepcion de la escri tura histor ies..3 . Lugares de memoriaLa memoria social requiere lugares y tiende a la espacializacion. Colee-tivos 0 naciones siempre han buscado lugares que no son solamente es-cenarios de sus formas de interacc ion, sino slmbolos de su ident idad y

    12. Cf. D. Diner , Mnsscnve ru ichtung und Gedllch tn is . Zur kulru re llen Srruk tu rierunglJistorischer Ereignisse, en H. Loewy y B. Molunann (eds.}, Erlebl1is - Gediiclitnis - Simi .Authentische fwd konstruierte Erinnerung, Campus, Frankfurt a. M., 1996, p. 50.i 13 . R . Terdiman, Present Pas t: Moderni ty and the Memory Crisis, Cornell UniversityPress, Ithaca, 1993.! 14. 1 '. Ricoeur, citado ell E. Traverso, El pasado, instrucciones de HSO. Historia, me~/Joria, politica, Marcial Pons, Barce lona , 2007, p . 22.

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    puntos de referencia de su recuerdo. Las mernor ias culturales de tipo rel i-gioso se localizan fundamentalmente en templos y topograffas sagradas.Monumentos, campos de batalla, bibliotecas y archivos son los lugaresde la memoria chisicos de la nacion, Actualmente, los escenarios de laviolencia extrema y masiva de raiz polit ica (la Zona Cero, la ciudad deHiroshima 0 el campo Auschwitz) se perfilan como simbolos y referentesespaciales de una memoria cultural civica y transnacional.Aunque el origen de la lectura topografica del recuerdo de l pasadoremite a los trabajos de Halbwachs -quien ya subrayo la importanciadel espacio como signo para fijar el recuerdo-, el termino lugar dememoria es un concepto forjado a mediados de los ochenta por PierreNora". La memoria del grupo (para Nora, fundamentalmente la nacionfrancesa) cristaliza en dererrninados lugares, Sin embargo, el historiadorfrances sostiene que hablamos de memoria cuando ya no hay nada deella. Los lugares de la memoria, argurnenta Nora, no ref lejan sino la ex-t incion progres iva del recuerdo grupal , la des legitimacion del pasadovivido a favor de una implacable fuerza histori zante. Solo cuando des-aparecen los milieux de la memoria, es decir, los contextos soc iales enque se recuerda, surge ellieu -lugar- de memoria (no solo en sentidoliteral como espacio L objeto flsico, sino como aquello que tiene unafuerza s imbolica y cumple con una funcion de refuerzo identitar io paraun grupo).Las tesis de Nora iluminan sin duda una de las dimensiones de estacultura de la memoria abrumada por el desvanecimiento de la tradiciony volcada al archivo y la conservacion, POI' otro lado, su poder explica-t ivo resulta l irni tado para fenomenos que presenciamos actualrnente entorno a los lugares y e l recuerdo, especialrnente en el caso de las elabo-raciones del pasado traurnatico, Aqui resultan reveladoras las reflexionesque introduce Sarah Gensburger, quien considera que la relaci6n entrememoria y lugar solo se puede entender con un tercer rerrnino que yahabia introducido Halbwachs: el espacio social.". Como virnos en el apar-tado pr imero, s610 hay recuerdo s i SLlS portadores encuentran (su) s it ioen un espacio social que 1 0 permite, si podernos localizarnos en una 0varias corrientes de pensarniento colecrivo!", Gensburger ilustra su tesiscan los resultados de una investigacion sobre los campos anexos al campodeconcentracion de Drancy en Francia, y su recuperacion como lugares dememoria a partir de la reconfiguracion del espacio social . Dada la mar-ginalidad de los ex- internos de estos campos respecto a un espacio socialpertinente de la memoria del Holocausto en Francia (conformada porjudios y deportados polit icos), el recuerdo de los campos anexos y su 10 -calizacion en un lugar de memoria no exist io basta muy recientemente.

    15. Cf. P . Nora, Les lieux de memoire, Gallimard, Paris, 1984.' : 16 . C f. S .Gens bu rg er , Luga res mater ial es, memo ri a y espac io soc ia l. E l recue rdo delo s campos anexos de Draney en Pads : Antbropos 218 (2008), pp. 21-35 .

    1 7. M. Halbwach s, c it ad o Ibid., p . 30.

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    Lalpropia investigacion acadernica da lugar a la transforrnacion de la po-sic'ion de los testigos en el espacio social y desemboca en la recuperacionde) lugar fisico y su inscripcion como Ingar de memoria del nazisrno enPahs. Si bien algunos lugares son movilizados para anclar recuerdos,escribe Gensburger, no es tanto 1a materia lidad del lugar ni su serniotica10ique desernpefia un papel motor. A diferencia de los lugares estudia-dos pOl' Nora, no fundan una historia 'en segundo grade', sino queinci tan a explorar una sociologfa de la memoria, mediante la indaga-cion en los ambitos 0 contextos sociales de la memoria que son los que"dan sent ido plena ala expresion de lugar de memoria!".En Espana, el movimiento de exhumaciones de fosas de fusilados du-ratite la guerra civil y el franquismo ofrece ejemplos mas cercanos quepermiten ilustrar este vinculo entre el lugar de memoria como espacioffsico y espacio social. Las exhumaciones y la emergencia al dominic pu-blico de imageries de cadaveres amontonados en fosas provocaron un in-teJ,1SOdebate sabre la naturaleza dellugar de memoria entre las distintasasociaciones implicadas en el llamado Movimiento de recuperacion de1~lmemoria historica, Algunas de estas yen las exhumaciones como unb'orrado del genocidio y abogan por que las fosas perrnanezcan dondeesran, excepto en situaciones limite. "Las exhurnaciones transgredirian lapoderosa denuncia de labarbaric contenida en la propia presencia y signi-fiqacion de las fosas y de los hues os enterrados.!" Segun Francisco Ferran-di~, estas asociaciones proponen la 'dignificacion' de las fosas mediantes~ Iocalizacion, demarcacion, oficializacion y celebracion, que incluirfala lereccion de monoli tos u otros tipos de elementos conmemorat ivos y lainsrauracion de rituales para mantener viva y homenajear la memoria delas victirnas. Sin embargo, en linea can 10sefialado par Gensburger, sonp~'ecisamente las iniciativas de exhumacion las que han tej ido un densoespacio socia l que desencadena en mul tip les y di ferentes lugares de me-moria, Familiares de victimas, testigos, arqueologos, antropologos, volun-tarios locales y asociaciones que conforman comunidad de la memoriahistorica inscriben de significado el espacio fisico del crimen. La exhuma-cion no es un mero procedimiento tecnico de ret irada de cadaveres sinouna ext raordinaria y movi lizadora pract ica cultural que comienza can lainvestigacion que perrnite la localizaci6n del enterramiento y que conti-n (m can la recogida de testimonios, el minucioso registro y documents-ci~n (tanto por expertos como par Iamiliares y vecinos) del proceso deexhumacion, y que permanece abierra can la celebracion de rituales con-mernorativos-", No solo no estarlamos ante el borrado de las hue lias sino,

    18 . lbid. , p. 34.19. F.Ferr.indiz, Exhurnaciones y pol lt icas de lamemoria enla Espana contemporri -

    nea: Hispanic Nova 7 (2007), p. 12.20. Cf. F. Ferrdndiz yA. Baer, Digital Memory: The Visual Recording of Mass Grave

    Exhumations in Contemporary Spain: Fomm Qualitative Soziaiiorscbung' 9 (1) (2008),en http://www.qualitative-research.net/index.php/fqs/artide/ view/Ll i2.

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    conrrariamente, como apunta Gensburger para su caso, ante [a fijacionde una huella del pasado sabre los lugares ffsicos2l: Iugares que tanto enelcaso frances como en e l e sp af io l h ab fa n pasado desapercibidos.

    La naturaleza tan distin ta y mult idimensional de los lugares de me-moria, desde las recientes placas en los paredones del franquismo, el Va-Ile de los Caidos, 0 el campo de Auschwitz -anunciado en un cartelpublicirario de Cracovia con billete de vuelra y por veinticuatro dola-

    22 I'res -, suscita muc lOS mterroganres respecto a su naturaleza y funci6nen la actual cultura de la memoria. Cada uno de ellos no s610 demandauna reflexion sobre si responde 0no a un milieu de memoria existenteo certi fican su defunci6n, sino tarnbien elevan preguntas sobre sus pro-blernaticas imbricaciones con la explotaci6n turlstica, su potencial en laeducacion hist6rico-cfvica, sabre las tensiones entre el lugar aurentico ylas representaciones 0 reconstrucciones monumentales del pasado, so-bre la pertinencia de retirar las anacronicas 0mantenerlas y c6mo con-textualizarlas. Continuamos esta indagaci6n con el lugar de la memoriapar excelencia: el monumento.4. MotlttlnentosLasdos palabras ernpleadas para monumento en el idiorna aleman -Malm-ma l yDenhmal- plantean en su etimologfa dos lIarnadas al espectador:a recordar y a pensar. Aunque ese suele ser el proposito de la erecci6nde~nonumentos y mernoriales, bien es sabido que todo rnonumento, conelnempo, no solo pierde su sent ido a intencionalidad original sino que,en tanto que materializacion y culminacion formal de una idea tiene

    . ,siernpre un aspecto de cierre, Hay una delegaci6n en el objeto. EI mo-numento =vease la olvidada columna dedicada a las vfctimas de los aten-tad os del 11-M frente a la estaci6n de Atocha en Madrid- tiende aembalsamar la memoria, a uorrnalizarla, a volverla imperceptible. Comoya advirtio el escritor Robert Musil, nada en eI mundo es tan invisiblecomo un monumento-',

    Cuanto mas indomable es eI acontecimienro en la memoria de unasociedad, tal paradoja resulta mas ernbarazosa. Alemania nos brinda nne-vamenre un ejemplo i1uminador: el monumento nacional a las victirnasdel Holocausto, el cual estuvo precedido por afios de debates sabre susemantica (finalrnenre se denomino Monumcnro a los judlos asesinadosen El~ropa"1 y plasrnacion esrerica. En 2004 se inauguro eI gigantescoespacio cubierto de bloques de horrnigon ideado pOI'Peter Eisenmann,pero fueron muchos quienes pensaron que el verdadero monumenro fueel proceso -el concurso publico en el que participaron can sus propues-

    21. S. Gensburger, Lugares nmter iules, memor ia y espacio social . ., cit ., p. 34.22: , :Allschwitz? With a r etu rn ticket ? F rom the c it y cen te r? Yes i t' s pos sib le, lemapublici tario con el que una agencia de via jes de Cracovia ofrecia via jcs a l campo de exter -mini o n a zi e ll e n er o de 2007.23. Cf. R. Musil, Nachlass zu Lebzeiten, Rowohlt , Hamburg, 1957.

    http://www.qualitative-research.net/index.php/fqs/artide/http://www.qualitative-research.net/index.php/fqs/artide/
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    tas artistas de todo el mundo-, la reflexi6n y el debate en torno a una(irr\)posible objetivaci6n de la memoria de este acontecimiento hist6rico."S610 un proceso memorial inconcluso puede garantizar la vida de la me-moria, escribe Young, rnejor mil afios de concursos para la construcci6ndel monurnento del Holocausto en Alemania, que una sola ' soluci6n f inal 'alproblema de la memoria en Alernania-". Entre las propuestas presen-tag a s hubo una cuya radicalidad tal vez pusiera a prueba el discurso delamemoria aleman, que asignaba al monumento la autoculpabilizadorafunci6n de herida y estigma en el coraz6n de Europa. En vez de repre-sentar cl genocidio y sus victirnas mediante una forma deterrninada, cla rti st a Hor st Hohei sel proponia derrui r la Puerta de Brandeburgo. Setrataba de eliminar este simbolo de poder prusiano -y simbolo de Ber-lfl1:- y recortar un vacio en la silueta urbana de la capital alemana. 50-portar el vacio dejado por lapuerta ausente seria el verdadero monumento.Tal (des)cons trucci6n monumental jamds serla aprobada por el gobiernoaleman y este hecho es consustancial a la propuesta del artista. Esta concepci6n del monumento como contra-rnonumento, como in-terpelaci6n en el presente al mismo tiempo que cri tica de un modo his tori-co 'deconstruir memoria, escada vez mas frecuente. Los espacios vacios deHoheisel se complementan con Iaobra Arbeit macht frei, la proyecci6n ys llperpos ici6n sobre la puerta de Brandebnrgo de una imagen de la puertade;Auschwitz y su lema el trabajo libera, Otros ejemplos sugerentes se-r fan el Monumento menguante contra el fascismo y la guerra de JochenG~rz 0 los injerros his toricos de Haacke, como el de la columna centralde! I a plaza de Graz, en Aust ria , r evest ida con las esvast icas ta l y comoocnrr io en 1938. El monumento, cla ro esta, no es aqui una obra termina-dalsino una intervenci6n, una superficie de inscripci6n social en la que sebusca el procesamiento colectivo de 1 0 pasado. Se trata de instrumentospara someter a revi sion cr ftica la re lac i6n ent re pasado y presente , ent rerecuerdo tabuizado y reconocimiento moral 0, como sucede en Alernania,entre la negaci6n y una culrura de la memoria dernostrativa".EI hacer jus ticia a la mencionada etimologia del terrnino rnonumen-toj=recordar y pensar- encuentra tarnbien otras propues tas inreresantes,Europa esta sembrada de monumentos de dive rsa naruraleza y distintot iempo, que son en su mayorfa senales de memorias culturales -naciona-les ] rel igiosas, polft icas- ya extinguidas . Los monumentos en memoriadelas vict irnas del fascismo en el terri torio de la antigua Republica De-mocrarica Alemana son valiosos indicadores de esos pasados y perrnitenacercarnos tanto a las polit icas del recuerdo dictadas desde el poder , como

    24. ]. Young, "Horst Hoheisel's Counter-memory of the Holocaust: The End of theMonument, en H. Hoheisel y A. Knirz (cds.), Z er ma hl en e G es ch ic ht e: K un st a ls U m io eg ,Schrifren des Thiiringischen Hnuptsmatsarchivs, Weimar, 1999.25. Cf. P . Sztulwark, Ciudad memor ia , Monumenro, lugar y situacion urbana; OlmMirada 4 (2005), y tambien H. Loewy, Zermahlcnc Geschichte: N ew s le tt er d es F ri tzBmfer lnstituts 18 (2000).

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    a la evoluci6n de las sensibi lidades y s ignificados asociados a un mismopasado tras SLl incorporac i6n en e l marco poli ti co de la Repub lica Fede-ral Alemana. A contrapelo de los impulsos iconoclastas de toda ideologiapasada y presente, el proyecto Kunst als Zeuge (Arte como testimonio)aboga por la permanencia de estos monumentos y e 1 trabajo educati-vo con ellos. Los monumentos invitan al conocimiento de la histor ia ( loshechos que supuestamente rememoran ) pero fundamenta l mente a unaaproximaci6n ref lexiva al fen6meno de las cu1turas de la memoria, esde-cir ,ala repercusion, valoracion e interpretaci6n de los aconrecimienrosencues ti6n en 1asociedad que 1 0 erige,

    En Espana los numerosos monumentos franquista s erigidos en me-moria de los ca idos por Dios y por Espana se hablan vuel to inv isiblesen el cursu de un olvido progresivo y genera lizado sobre la rea1idad de laque daban cuen ta. Un olvido que no ha sido s610 fruto del calculo pol fti -co sino del hecho que en la transici6n y las casi tres decadas posterioresha clominado en la sociedad una l6gica extra fia a la mernoria -", Ala luzde la exper iencia alemana mencionada, la recomendaci6n de ret irar lossin mas, que introduce 1a l lamada Ley de la memoria aprobada en 2007,esmuy cuestionable, aunque S 1 tiene una virtud indiscutiblc al sciialarlosensu espectral anacronismo. La ley, junto al debate sobre el des tino f inaldeestos monolitos y cruces que tiene 1ugar en los respectivos ayuntamien-tos y en la prensa , l es brinda fina lmente e 1 contexto de ref lexi6n cri ticaque demandaron durante tre inta a fios. Tal vez , como p lanteaba Youngpara elMahnmal aleman, el mejor monumento consiste precisamente endiscutir sobre c6mo recordar. Y es ahora, f inalmente, cuando su presen-c ia clestaca en el pai saje urbano, como un inje rto historico, e invit a a lpaseante a detenerse, a pensar y recordar.5. Aniversarios y conmemoracionesSiexiste tal cosa como la memoria colec tiva la encont ramos en las ce-remonias conrnemorativas escribi6 Paul Connerton en How SocietiesRemember". Si un colec tivo 0 sociedad consti tuye por encima derodo laideaque esta se hace de sfrnisma (Durkheim), las conmemoraciones sonaqucl las practi cas de escenifi caci6n soc ia l en que esta idea se expresa .Las conmemoraciones perrniten declarar determinados acontecimientoscomo dignos de ser recordados y tarnbien reevaluar los, asignandoles unsigni ficado nuevo desde el presente. Mientras que los lugares de la me-moria represen ran la espacia li zac ion del recuerdo y su proyecc i6n enterminos ffs icos , los aniversar ios expresan la dimension temporal de lacultura del recuerdo, Lo hacen a t raves del anclaje en e lcalendario de los

    26. Cf . R. Mat e, Vigenc ia y singularidad de Auschwitz: Autbropos 203 (2004),pp.42-48. .27. P. Connerton, Hoio societies remember, CU1~Cambridge, 1989.

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    acontecimientos a se r recordados y, por otro lado, el desarro llo ri tual i-zado de acciones con valor s imbolico.

    Una interrogaci6n crl tica en rorno a la memoria social que tome comoobje to de estudio las conmemoraciones debera por tanto p rofundizar enarnbas direcciones , en el porque de las fechas elegidas y los ponnenoresde] acto ri tua l, es decir, cual es e l repertorio de formas simb6licas -ysus' signif icados- en las eeremonias de recordaci6n. La primera cuest ionno [esotra que la p regunta sobre ique histori a t iene que habirar nuest ramemoria? Y esto cuenta desde pequefios colectivos a Estados. La ampulosace lebracion de l bicentenario de la guerra de la lndependencia en Espa-na, el 2 de mayo de 2008, especialmenre en la Comunidad de Madrid,es revelador de hasta que punto siempre hay historias que vale la penarecordar desde e l presente e intenta r converti rla s en mi tos nacionales,y otras que resulta mejor olvidar-". Las conmemorac iones oficiales soninstrumentos y oportunidades para gestionar Ese pasado y extr aerl e l insignifi cado en el presente. En Alemania , donde como hemos visto estagesti6n del pasado y Ia politics de la memoria forma parte del debatepubl ico desde hace decadas, existe un fen6meno que podriamos deno-minar de inflacion memorist ica. Dernas iadas feehas cargadas de his -toria , e incluso dernasiados acontecimientos que recordar en la mismafecha del calendario. El 9 de noviembre -dia del pogromo anti-judloorquestado por e l regimen nazi en 1938 con el nombre de Kristallnacht, ytarnbien fecha de la caida del muro de Berlin en 1989- es ilustrativa delosldilemas por la significaci6n memorlstica del calendario. CUndb de in-farnia 0 de celebraci6n? Abie rto este debate en e118.o anive rsario de lacaida del muro berl ines e l diario conservador Frankfurter AllgemeineZeitung se decantaba mas b ien por 1 0 segundo en un editorial del 10 denoviernbre de 2007. El pai sa je memoristi co de Berl in recordaba exc lu-sivamente, y a cada paso, los crimenes del pasado aleman, mientras quela.superacion pacif ica de uno de esros regimenes de terror no contabatodavla con un monumcnto ni espacio en la conmemoraci6n ofic ial -",,Las conmemoraciones oficiales del Holocausto que se vienen realizan-

    do, . el27 de enero (dia de la l iberaci6n de l campo de Auschwitz ) en los 61-t imos afios en diferentes paises son igualmente reveladoras. La elecci6nde :esta fecha puede se r interpretada como sef ial de una progresiva des-nacionalizacion y globalizaci6n de la memoria del nazismo-" y tambien

    28. Cf.]. Casanova, Dcsaparecidos, E I Pa rs , 10 de ju li o de 2008 .29. Cf. Franldurter Allgemeine Zeitung, 10 de noviembre de 2007. Elar ti culo se haee

    eeo d e la aprobaci6n en e l Pa r lamen to aleman del estableeimiento en la capital de u n r no -nurnenro conmemorativo de la Revolucion Paclf ica para el 20.0 aniversar io de la caldadel.muro de Ber li n. Con e ll a l a p ol fr ic a d e l a memoria en Alemania enrra en u n t er re n onuevo e iur rans itado desde el f inal de lnguer ra mundial .

    ~O. Cf. , por ejernplo, D. Levy y N. Sznaider, Er i ll1 J errmg im g loha le ll Ze it a l te r : Der Ho-iocaust, Suhrkamp, Frankfurt a. M. , 2001; tambien, E. Francois, Meisrerbruche und Damrn-bruche. Die Erinnerung an den Zweiten Weltkrieg zwischen Nationalisierung und Univcrsali-s ierung en M. Flacke (cd.) , My t he ll d er Na ti o ne n , 1945 Arena der Er i nneruugen, Deursches

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    de la consolidaci6n del terrnino Auschwitz como sfmbolo desbordante delcrimen de Estado, como arquetipo y metafora puente de otros horro-res pasados y presentes. No se trata ya de recordar la propia historia,ya sea en rerminos de victimas, vencedores, vencidos 0 culpables, comoocurrirla con el 9 de mayo -el f inal de la guerra mundial->, el rnencio-nado 9 de noviembre 0 el 27 de Nissan -el dia de la Shoah judlo queconmemora el levantamiento del gueto de Varsovia -, sino mas bien deevocar colectivamente este sfmbolo del mal absoluro y proyectar lo enel di scurso civico sobre e l p resente . Este proceso de g lobal izacion de lamemoria del Holocausro es especialmente manifies to en aquellos palsesque carecen de un vinculo histor ico inrnediato con los acontecimientos,como Espana, donde esta conmemoraci6n oficial existe desde 2005 y secelebra en e l Congreso de los Diputados con el nombre de Dfa Ofic ia l delaMemoria del Holocausto y los Crfmenes contra la Humanidad,

    En 10 que respecta a esta conmemoraci6n en Espana, tambieu e l se -gundo aspecto se ria lado merece un breve anal isis, Si nos fij amos en loselementos de configurac ion ritual de esto s ac tos, la impronta de 1a me-moria [udla del Holocausto es evidente. El ac to centra l se compone delencendido de seis velas que, segun el Iorrnaro r itual" canonizado por elmemorial israeli Yad Vashem y muchas comunidades judtas, simbolizanlos seis mil lones de judfos asesinados durante el nazismo. En Espana, sinembargo, en el enccndido de las velas par ticipan junto a representantes dela comunidad judia, l in espaf iol republicano superviviente de los camposnazisy un representante gitano. EImismo acto, de procedencia netamentejudia, incorpora simbolicamente la memoria de los otros colectivos de vfc-t imas . La apertura semantics del termino Holocaus to (ya 110 entendidocomo el genocidio judio solamente sino las a trocidades del naz ismo enterminos mas generales) y la adscr ipcion al acontecirniento de sentidos yensenanzas de cor te mas universal permite vincular ese pasado a la reali-dad espano la, hist6ri ca por un lado (la Republ ica y el fatal destino de susdefensores en los campos nazis) y ernica (el colectivo gitano) por otro.

    Todo ritual conmemorativo tiene, en definitiva, una doble dimension:repetici6n y actualizaci6n. Su celebraci6n cfclica en una fecha del calen-dario enlaza nuest ro hoy con un ayer constru ido con de terrn inados he-chos del pasado rescatados del reservorio inf inito del devenir his t6rico.Laconformaci6n simbo lica y per format iva de la ceremonia permite suactualizacion: l eer el pasado con la luz del presente.6. Test igos y testimoniesVivimos en la era del testigo, nos dice Anette Wieviorka.11. Y,ciertarnente,l1Ul1Caas ta hoy hubo sernejante vocaci6n test imonial, tal profusion deHistorisches Museum, Berlin, 2004; y A . B a er , "De memoria j ud la a memoria universal. EIHolocausto y la globalizacion del recuerdo: Antbropos 203 (2004), pp . 76-94.

    31. Cf. A.Wieviorka, The Era of the Wit l/ ess, Cornell University Press, Ithaca, 2006.

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    acontecimientos a ser recordados y, par otro lado , el desa rrollo ri tua li-zado de aeeiones can valor simb6lico.

    Una interrogaci6n crf tica en torno a lamemoria social que tome comoobjeto de estudio las conmernoraciones debera por tanto profundizar enarnbas direcciones , en el porque de las fechas elegidas y los porrnenoresdel acto ritual , es deci r, cual es el repertorio de formas sirnbol icas -ysus s ignificados- en las ceremonias de recordaci6n. La prirnera cuest i6nno es ot ra que la pregunta sobre ~que hi storia t iene que habit ar nuestramemoria? Y esto cuenta desde pequefios colectivos a Estados. La ampulosacelebrac i6n de l bicentenario de la guerra de la Independencia en Espa-na, el 2 de mayo de 2008, especialmente en la Comunidad de Madrid,es revelador de hasta que pun to siernpre hay histarias que vale la penareco rdar desde el presen te e intentar eonverti rlas en miros nacionales,y ot ras que resul ra mejo r olvida r". Las conmernoraciones oficia les soninst rumentos y oportunidades para gestionar ese pasado y ext raerl e unsigni ficado en e l presen te. En Alemania , donde como hemos visto estagesti6n del pas ado y la politica de la memoria forma parte del debatepubl ico desde hace decadas, existe un fen6meno que podriamos deno-minar de inflacion memorisr ica. Dernasiadas feehas cargadas de his -tori a, e induso dernasiados acontee imientos que recordar en la mismafeeha del calendario. El 9 de noviembre -dla del pogromo anti-judioorquestado por e l r egimen nazi en 1938 con e I nombre de Eristallnacht, ytambien fecha de la caida del muro de Berlin en 1989- es ilustrativa delosdilernas por la s ignificacion rnernorfs tica del calendario. Wn db de in-famia 0de ce lebraei6n? Abie rto este debate en e I 18.0 aniversario de lacaida de l muro bee lines el diario conservador Frankfurter AllgemeineZeiiung se decan taba mas bien par 1 0 segundo en un editorial del 10 denoviembre de 2007 . EI paisaje mernori st ico de Berlin recordaba exc lu-sivamente, y a cada paso, los crimenes del pasado aleman, mientr as queIasuperacion pacif ica de uno de esros regfmenes de terror no conrabatodavfa con un monumento ni espac io en la conmemoraei6n oficial ".

    Las conmemoraciones oficiales del Holocausto que sevienen realizan-do e l 27 de enero (d fa de la liberac ion del campo de Auschwitz ) en los 61-t imos afios en diferentes paises son igualmente reveladoras . La eleccionde esta fecha puede se r inte rprerada como serial de una prog resiva des-nacionalizacion y globalizaci6n de la memoria del nazismo-" y tarnbien

    28. Cf. J. Casanova, Desaparecidos, EI Pars, 10 de ju li o de 2008.29. Cf. Frankfurter Allgemeine Zeitung, 10 de nov iembre de 2007. El a rticulo s ehaec

    eeo de la aprobuc ion en el Parl ar nento a leman del e stuble cimiento en la capita l de un mo-I1U111enro conrnemorativo de hiRevolucion Pacifica" para d 20.0 aniversar io de la caidadel muro de Berlin. Con ella la politica de la memoria en Alemania enrra en un terrenonuevo e int rans itado desde el f inal de laguer ra mundial .

    30 . Cf. , par e je rnp lo , D. Levy yN . Sznaider, Erinnerung im globalen Zeitalter: Der He-locaust, Suhrkarnp, Frankfurt a. M., 2001; tambien, E. Francois, Meisterbruche und Damrn-bnlche, Die Erinncrung an den Zweiten Weltkrieg zwischen Nationalisierung und Uuiversali-sierung, en M. Flacke (ed.), Mytben der Nationen, 1945 Arena der Erinnerungen, Dcutsches

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    dela consolidaci6n del terrnino Auschwitz como sfmbolo desbordante delcrimen de Estado, como arquetipo y rnetafora puente de otros horro-res pasados y presentes. No se trata ya de reeordar la propia historia,yasea en terminos de victimas, vencedores, vencidos 0 culpables, comoocurriria con e19 de mayo -el final de la guerra mundia l-, el mencio-nado 9 de noviembre a el 27 de Nissan -e1 dia de la Shoah judie queconmernora e ll evantamien to de l gueto de Varsovia-, sino mas bien deevocar colecrivamente este sfmbolo del mal absoluto y proyectar lo enel d iscurso c ivico sobre el presente . Este proceso de globa lizac i6n de lamemoria del Holocausto es especialmente manifiesto en aquellos paisesque carecen de un vinculo his torico inmediato con los acontecimientos,como Espana, donde esta conmernoracion oficial existe desde 2005 y sece leb ra en el Congreso de los Diputados con e l nombre de Dia Ofieia l deIaMemoria del Holocausto y los Crirnenes contra la Humanidad.

    En 10 que respec ta a esta conmernorac ion en Espana, tambien el se-. gundo aspecto sei ia lado rnerece un breve anali sis, Si nos fi ja rnos en loselemen tos de configuraci6n ritual de estos actos, la impronta dela me-moria judia de l Holocausto es evidente . E l acto cent ral se cornpone de lencendido de sei s velas que, seguu e l formate ritual canonizado por elmemorial israeli Yad Vashem y muchas comunidades judlas, simbolizanlos seis millones de judfos asesinados durante el nazismo. En Espana, s inembargo, en el encendido de las velas par ticipan junto a representantes delacomunidad judia, un espaf iol republicano superviviente de los camposnazis y LlIl representante gitano. EImisrno acto, de procedencia neramente: judfa,incorpora simbolicamente la memoria de los otros colectivos de vic-timas, La apertura sernantica del termino Holocausto- (ya no entendidocomo el genocidio judfo solamen te sino las atroc idades de l naz ismo en.terminos mas generales) y la adscr ipci6n al acontecimiento de sentidos yensenanzas de corte mas universal perrnite vincular ese pasado a la reali-. dad espanola, his rorica por l in lado ( la Republica y el fatal desrino de susdefensores en los campos nazis) y etnica (el colectivo gitano) por otro.

    Todo ritual conrnemorativo tiene, en definiriva, una doble dimension:repeticion y actualizacion, Su celebraci6n ciclica en una fecha del calen-dario enlaza nuestro hoy con un ayer construido can de te rrninados he-chos del pasado rescatados del reservorio inf inito del devenir hist6r ico.La conformac i6n simbolica y performativa de la ceremonia permite SLlaetualizaci6n: leer el pasado con la luz del presente.6. Tes tigos y testimoniesVivimos en la era del tesrigo.uos dice Anette Wieviorka31 Y , cierramenre,nunca hasta hoy hubo semejante vocaci6n testimonia l, tal profusion deHisrorisches Museum, Berlin, 2004; y A. Baer, "De memor ia judia a memor ia universal . EIHolocausro y Inglobalizaci6n del recuerdo: Allthropos 203 (2004), pp. 76-94.

    31. Cf. A.Wieviorka , The Em of the Witness , Cornell Univers ity Press , I thaca, 2006 ..

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    generos y expresiones aurobiograficas. Se editan mernorias y testimoniosde los test igos del siglo, se inv ita a testigos y supervivientes a los actosconmemorativos, se recogen minuciosamente sus historias de vida, se mul-t iplican los proyectos de his toria oral y audiovisual , cuya materia prima-los testimonios- se vuelcan a su vez en documentales y muse os de lamemoria. El testigo es la voz del pasado y el testimonio el genera dela memoria por excelencia,La vocaci6n tes timonial de nuestro t iempo se inscribe en un contextesociocultural en el que confluyen diferentes factores: la democratizacionde la hi storia (tornan la palabra quienes antes estaban exc luidos de ell a)y su crisis de representaci6n, ell lamado giro subjet ivo en las ciencias so-ciales y el conjunto de rupturas de codigos cultu rales, ideol6gicos y desistemas de referencia tradicionales". Dada tarnbien esta particular maniapreservacion ista de la cultura de la memoria , que Derrida denomin6 elmal de archivo :", l a era del t estigo se nut re tambien de las inediras po-sibil idades tecn icas de registro , almacenaje y difusion , La presencia delos generos autobiograf icos es patente en mult itud de arnhitos, desde losmedios de rnasas a la li tera tura , pera ta l vez haya mostrado su espec ia lvigencia y SllS virrudes como respuesta de representaci6n en aquellos con-textos socioculturales en que la identidad personal y colectiva se ha vistosacudida par la violencia social extrema y el trauma colectivo. ShoshanaFelman, una de las responsables del primer proyecto de videograbaci6nde tes timonios de supervivientes del Holocausto, concibe estos generoscomo nuevos prismas conceptuales a traves de los cuales intentamos apre-hender/comprender , esdecir, hacer tangible a la imaginaci6n, aquello queno puede ser construido como conocimiento ni asimilado enteramente enla cognicion, porque son actos que exceden nuestros marcos de referen-cia: ". La irrupc i6n de l t estimonio en la li tera tura , en la pedagogfa , e in-c1uso en his toriografia, se puede entender como respues ta a esta paradojadel deber de memoria condenado alf racaso cornunicativo. Sihacer hablarel sufrimiento es el principio de toda verdad , como expres6 Adorno, eltes tigo superviviente y su tes timonio se perfi lan como quien mejor resuel-ve esta contradicci6n. Asf tambien 10entiende Friedlander , un his toria-dar de l Ho locausto que, en contra de l canon de su disciplina , traba ja conestos generos de la memoria -diarios y relatos test imonia les de distintotipo-, cuyo interes no esta tanto en su valor probatorio como en su po-tencial evocative. En ocasiones s610 repiten 10que ya es conocido, es-cribe Friedlander, pero 10expresan con una intensidad incornparable-".

    Volvemos a un ejernplo aleman. Durante el acto oficial de conmemo-racion del Holocausto de 2008 elpresidente del Par lamento Norbert Lam-mert sef ialaba que una cultura del recuerdo que quiere perrnanecer vivadebe estar unida a Ia exper iencia individual, al recuerdo autentico de lossupervivientes, Podemos entender la frase de Lammert como una adver-tencia sobre los peligras de una reconstrucci6n dis tanciada y objet ivantedel pasado y la inevitable erosi6n ernocional ante los acontecimientos queprovoca el paso del tiempo, S610 aquel lo que no deja de doler perm a-necera en la memoria, escribi6 Nietzsche:". La preocupaci6n recurrentesobre que se ra de la memoria cuando haya desaparec ido e l ulti rno testi-go y por tanto el impera tive de la grabac i6n 0 recogida y conservaci6nde test imonies -definidos como memoria viva y autenticav-s-, son loselementos configuradores del di scurso de la memoria en la era de l testi -go. La expresi6n donantes de memoria, ernpleada en las iniciat ivas derecogida de resti rnonios de vfc rimas de la guerra civi l y el franquismo,esuna metatora que descr ibe con acier to esta valoraci6n social del tes ti-monio. Quien entrega Sll relaro test imonial es como quien dona sangre,pues hay un aspecro terapeutico, sobre el individuo pero fundamental-mente sobre e l cuerpo social , en las labores de recuperac ion de la me-moria his t6rica a base de test imonies de vlctimas.

    Vemos, por tan to, que el lugar del testigo no esta ya tan vinculado alcontenido explici to de su test imonio como ser ia en un sentido iur tdico, 0estrictamente his toriografico, Lo que importa son los efectos morales deldiscurso del testigo. Estarnos, como dice Avishai Margalit, ante el testigomoral" , alguien que por haber arest iguado y sobrevivido hechos atracesdebe ser escuchado '" . EI tes tigo moral no pretende, 0 al rnenos no exclu-sivamente, contribuir al conocimiento 0 a la verdad sabre los hechos, s inointerpelar a la audiencia, y plantear una exigencia al espectador y oyentedel te st imonio: reconocer la v igenc ia de la memoria de los crfmenes delos cuales se testi fica , a l misrno ti empo que pensar -y asu rnir respon-sabi1 idad- sobre aque llos acontec imientos del presenre que puedenaserne ja rse a l pasado. Hay por tanto una l larnada y una inte rpeiaciona los que escuchan a l te stigo a converti rse en test igos del test igo:". Yesta Hamada es especialrnente imperativa -una Hamada doble a do-n~r" mernorias y a escucharlas- porque pronto ya no habra testigosVIVOS.

    Pera ante este regimen de memor ia voleado en la subjetividad de lavict ima surgen ta rnbien voces c rlt icas. Las preguntas que hoy se plan-

    32. C. Santarnarina y]. M. Mar inas explican en csros rer rninos el slnroma biograf i-CO, en La h is to r ic o r al . M l it o do s y experiencias, Debat e, Madri d, 1993, p . 260 .

    33. Cf. J. Derrida, Ma l d e a rc hi uo . U n a i mp re si on [ re ud ia n a, Trotta, Madrid, 1997.34, S. Felman y D. Laub, Testimony: Crisis ofWilllessillg in Literature, Psycboaualysisand History, Rou tledge, New York, 1992 , p . 5 .35. S. Friedlander, Den Ho lo c au s t b e sc br ei be n . Allf d en t W e g ZIt e in e i i ut eg ri er te n G e -scbicbte, Wallsre in, Gor tiugen, 2007, p. 17.

    36. LaI rase de Friedrich Nietzsche que l 11UY frecuenremente secira en relaci6n aldebetdcmemori a r ieue, s in emba rgo, un darn sencido enrico par a el aur or . EI i nd iv iduo querecuerda es el lugar CIl cl qlle l a sociedad s e i nsc ri be con SlIS exigencias y obligaciones.Nietzsche consider que nunca fue sin sangre, martires y victimas cuando el hombre crey6necesario hacerse con una memoria.

    37. Cf. A.Margal ir , Etica del recuerdo, Herder, Barcelona, 2002.38. U . B aer, N ie ma n d z eu gt fi i t dell Z e ug en . E r in n er u ng s hu lt ur n a ch d el ' S b o a b, Suhr-

    kamp, Frankfurt a . M., 2000.

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    tean van mas alla de la sospecba razonable del historiador ante el siern-pre problernatico vinculo referencial entre narraci6n y experiencia (loserrores, vacios, solapamientos 0 superposici6n de conocimientos que nonecesariamente brotan de la experiencia) y apuntan a la necesidad de pen-sar criticamente sobre las mediaciones, elaboraciones colectivas y condi-c iones de posibi lidad de estas historias que emanan desde los afecros, lamoral y 10identitario. Tener una identidad implica tener memorias sign i-ficativas, que son principalmente dolorosas, sostiene Geoffrey Hartman.En una cultura en que la recuperaci6n de la memoria es determinantepara la formaci6n de identidad emerge un nuevo cogito: sangro luegoexistc". En un plano individual , e l s indrome de la falsa vlc tima (los casasde Benjamin Wilkomirski, elfalso superviviente del campo de Maidanek,a de Enric Marco, falso superviviente republicano de Mauthausen, sonparadigmaricos) 0, en el plano social , la envidia de memoria ent re gru-pos que compiten en una supuesta jerarqufa del sufrimiento colect ivoen el espacio publico, sedan los efectos perversos de una cultura de lamemoria centrada en exceso en el testigo y su testimonio. Frente a lahemorragia testimonia l y esta verdadera inflacion de relatos del horrorsufrido en carne propia, la argent ina Beatriz Sarlo reiv indica el valor dela teoria y la reflexion''", Igualmente, Yosef Yerushalmi reclama la digni-dad esencial de la vocaci6n hist6rica , cuyo imperat ive moral t iene en laacrualidad mas urgencia que nuncav". En definit iva , se t rata de no sola-mente atender al deber de memoria sino, como sostiene Rioux, al debetde historia, de inteligibilidad y de conocimiento-'".Conclusion: sabre el deber de memoriaEn el conocido relato Funes el memorloso, Borges describe a un indivi-duo con una descomunal capacidad de recuerdo, que registraba cada unade las percepciones de sus sentidos, en cada momento y en cada lugar.Pero, inserto en un abarrotado mundo en que no habia sino detalles,Funes estaba incapacitado para pensar y, fundamentalmente, para vivir,La celebre Iabula de Borges resul ta especialmente sugerente como ale-goda de la memoria social, cuya saturaci6n acarrea consecuencias tangraves como el rebosamiento mnernico padecido por Funes. Vivimos enuna cultura volcada al pasado cuya maxima es la invocaci6n perrnanenteal deber de memoria. Pero si, como parece evidente, la dialectics entrerecuerdo y olvido es una condicion necesaria para la vida individual ysocial, ~que es 1 0 que debemos recordar?

    39. Cf. G. Hartman, T h e L o ng es t S h ad ow , Indiana Univers ity Press , Indiana , 2002.40. Cf. B. Sarlo, Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subietivo, Siglo XXI,

    Buenos Aires, 2005.41. Y . Yerushalmi, Re f le x io n es s o br e e l o l ui d o, Nueva Vis ion, Buenos Aires , 1998, p. 25.42. J . - P . Rioux, Devoir de memoire , devoi r d 'inrel ligence, c it ado en J. Cuesta Bus-

    tillo, La o di se a d e l a m em o ri a, Al ianza , Madri d, 2008, p. 44 .

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    La pregunta encierra en realidad dos dimensiones. POl' un lado, enun marco temporal de crisis 0 erosi6n de las memorias colectivas, estael problema de no saber que tomar y que dejar de lado del pasado paraconformal' 10 que Yerushalmi define como aquello que constituye una'comunidad de valores que nos permi tina transformar la historia en me-moria- '". Por otro, se plantea elproblema de c6mo recordar. Tan impor-tantes son los acontecimientos que elegimos recordar como el trasfondointerpretativo de los mismos. Es decir, la utilizaci6n 0actualizaci6n deese pasado que venimos ilustrando a 10 largo de este ensayo. Todorov,quien ha insistido que en el mundo moderno el culto a la memoria nosiernpre sirve a las buenas causas, distingue entre dos formas de memoriadelos acontecirnientos traurnaticos del pasado. Una lectura literal, don-de el hecho tragico personal 0 del grupo es preservado en su literalidadpennaneciendo intransitivo y no conduciendo mas alia de sf mismo ypor tanto impedido para servir de lecci6n 0 ensefianza para el porve-nir'", La lecrura ejemplar, por otto lado, enriende el suceso como unamanifestaci6n ent re ot ras de una categorfa mas general que si rve comomodelo para comprender si tuaciones nuevas, aunque con agentes, cau-sas y victimas diferentes". EI deber de memoria del que tanto se hablatiene, por tanto, dos significados no s610 distintos, sino practicamenteantag6nicos. Uno vinculado a la cimentaci6n de la continuidad e identi-dad de un grupo, colectivo 0 naci6n -en la 16gica binaria de identidady oposici6n- , tal como 10 entendi6 Halbwachs. Y otro que, en el afanejemplar )' abstracto de extraer valores y ensefianzas universales asocia-dos al 111is1110echo, corre el riesgo de vaciar a la memoria de contenidoalguno. 2Puede ser la memoria social a lgo mas que una memoria parti-cular, singular e irreductible?Terminamos con un ejemplo, en este caso de Israel , El Center for Hu-manist ic Education", en el kibbutz Lohamei HaGetaot (Luchadores delgueto) realiza periodicamente seminaries sobre la historia y la memoriadel Holocausto con escolares palesrinos y judlcs. Su objetivo pedag6gicoesernplear la historia para incent ivar e l d ialogo y el acercamiento ent redos comunidades de memoria practicarnente aisladas, si no enfrentadas(almenos en 1 0 que respecta el recuerdo de la Nakba, elilamado desastrepalestine de 1948). Los talleres estan enfocados a que los participanres sefamiliaricen, reconozcan y respeten la narrativa del otro. Almismo tiempoidentificaran la historia que conocen -su historia- como narrativa, esdecir, como representaci6n e interpretaci6n de unos hechos que no nece-

    43. Y . Yerushalmi, R e fl ex ic ne s s o br e e l o lu id o, c it ., p . 24 . Esrc hi st oriado r part e delejemplo de In hi st ori og raf ia judia mode rna , que nace de l a rupture con la memoria judiatradicional (ritualizada, canonizada y cerrada, y que daba a la comunidad su sentido deidernidad y destine), pero reconoce esre problema como universal.

    44. T. Todorov, L os a bu so s d e l a m em or ia , Paidos, Barcelona, 1995, p. 30.45. Cf. ibid., p. 31.46. Cf. http://www.gfh.org.iIlEngllndex.asp ?CategorylD =86.

    http://www.gfh.org.iilengllndex.asp/http://www.gfh.org.iilengllndex.asp/
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    sariarnente ocurrieron como ellos los recuerdan y que tambien puedenser interpretados de otro modo. Esra constatacion fundamental, que lahistoria se pronuncia en plural==rhay otra historia aparre de la mia/nues-t ra?-, es ext raordinaria como primer paso para el entendimiento . Pero,inevitablemente, implica tarnbien una renuncia. La deconstrucci6n de losmitos t iene como corolario forzoso que dejarnos de identif icarnos consu herencia. El proyecto descrito va a conrrapelo de toda practica de so-cializaci6n y educacion (en la que por definicion interviene la memoria):el recuerdo no si rve para afianzar, sino para superar la construcci6n deidentidades grupales y nacionales. Aquf el deber de memoria cont ienela ambivalencia apuntada, pues llevarla en ul tima instancia a su disolu-cion.Desembocamos asi en el final de este recorrido, volviendo a la inten-cion de homenaje que estaba en su comienzo. Reyes Mate dirige desdehace mas de una decada un seminario de investigacion en el CSIC cuyoEspiritu y proposito pivota sobre una maxima expresada por el filosofoTheodor W. Adorno al terminar [a segunda guerra mundial: el recuerdode Auschwitz es el nuevo imperat ive categorico. Este deber de memo-ria, sin embargo, no es un simple recuerdo del pasado. Como aclara elpropio Adorno, se trata de reorientar la accion y el pensamiento paraque Auschwitz -entendido como un simbolo y una posibilidad- no serepita, Reyes Mate ha desarrollado esta nocion de la memoria como ca-tegoria hermeneut ica , como conciencia crftica e innovadora, y la ha pro-yectado sobre multitud de pianos y contextos conternporaneos, al margende barreras 0 jergas disciplinares, Ha sefialado con precision y claridadla vigencia de Auschwitz como referente para repensar la relacion entrepolitica y violencia ; la actual idad del Holocausto, igualmente, mas al lade las comunidades de memoria que irnplica el acontecimiento en su es-pecificidad hist6rica.Mencionabarnos al princip io a Maurice Halbwachs, un intelectualcomprometido con su tiempo que sucumbi6 a la barbarie nazi y que,como Walter Benjamin y tantos otros, dej6 inacabada una obra que de-manda de ot ros su continuacion. Retomar eI combate intelectual, comoescribia Bourdieu, allf donde otros 1 0 dejaron, es el deber de memoriaque ha hecho suyo Reyes Mate y que ha sabido transmitir, no solo ensus textos, sino tambien creando en el CSIC un extraordinario foro deaprendizaje, reflexi6n y debate.