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Betanzos (1551) y la historia incaica Henrique Urbano BET ANZOS, Juan de ( 15 51 ). Suma y narración de los Incas (En con- memoración del V Centenario del descubrimiento de América). Transcrip- ción, notas y prólogo por María del Carmen Martín Rubio ; estudios prelimi- nares de Horacio Villanueva Urteaga, Demetrio Ramos y María del Carmen Martín Rubio. Atlas. Madrid, 1987, XVlll + 320 pp. INTRODUCCION Todos los americanistas recibieron con júbilo el anuncio del descubri- miento del manuscrito completo de la Suma y narración de los Incas de Juan de Betanzos ( 1551 ). La versión que conocíamos era manifiestamente incom- pleta. Con este nuevo manuscrito, un rico y variado material se añade a lo que los "clásicos" en la materia nos legaron. Posee éste además la poco co- mún calidad de ser uno de los más tempranos, 1551 . Por ello, pues, hay que agradecer a los que permitieron ubicar el manuscrito y luego se entregaron a la utilísima tarea de editarlo. Esta primera edición va precedida de un estudio por el ex director del Archivo Departamental del Cusco, Horacio Villanueva U. , sobre la vida cus- queña de Betanzos; de una introducción a la obra del cronista por Demetrio No. 1,Julio 1989 269

Betanzos (1551) y la historia incaica...guerra entre Incas y Chancas, esta nueva versión de la Suma no añade grandes novedades y más bien confirma las informaciones que hasta ahora

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Betanzos (1551) y la historia

incaica

Henrique Urbano

BET ANZOS, Juan de ( 15 51 ). Suma y narración de los Incas (En con­memoración del V Centenario del descubrimiento de América). Transcrip­ción, notas y prólogo por María del Carmen Martín Rubio ; estudios prelimi­nares de Horacio Villanueva Urteaga, Demetrio Ramos y María del Carmen Martín Rubio. Atlas. Madrid , 1987, XVlll + 320 pp.

INTRODUCCION

Todos los americanistas recibieron con júbilo el anuncio del descubri­miento del manuscrito completo de la Suma y narración de los Incas de Juan de Betanzos ( 1551 ). La versión que conocíamos era manifiestamente incom­pleta. Con este nuevo manuscrito, un rico y variado material se añade a lo que los "clásicos" en la materia nos legaron. Posee éste además la poco co­mún calidad de ser uno de los más tempranos, 1551 . Por ello, pues, hay que agradecer a los que permitieron ubicar el manuscrito y luego se entregaron a la utilísima tarea de editarlo.

Esta primera edición va precedida de un estudio por el ex director del Archivo Departamental del Cusco, Horacio Villanueva U. , sobre la vida cus­queña de Betanzos; de una introducción a la obra del cronista por Demetrio

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Ramos y por unas páginas sobre la historia de los manuscritos de Betanzos escritas por Martín Rubio , a quien también se deben las escasas, muy genera­les y a veces poco exactas notas de pie de página que acompañan el texto. Pero sobre este particular volveré más adelante . Veamos primero algunas de las características de este nuevo texto y los aportes más significativos al co­nocimiento de los Andes.

DESCRIPCION GENERAL

El texto consta de dos partes, la primera conformada por cuarenta y ocho capítulos y la segunda, por treinta y cuatro. La primera va desde los orígenes o "creación" de la sociedad y mundo andinos hasta la muerte de Guayna Capac, mientras la segunda arranca con el nombramiento de Huascar como señor del Cusca y se alarga hasta la misión que el virrey Hurtado de Mendoza confía a Betanzos de entrevistarse con Sayri Tupa y persuadirle a que salga en paz de su refugio. Domina ampliamente la primera parte la lucha de Pachacuti Inca para imponerse a su padre Viracocha y a Inca Urco, prefe­rido por Viracocha para desempeñar la función de señor en el Cusca ; la segun­da describe minuciosamente las luchas entre Huascar y Atawallpa y el trágico encuentro entre españoles e incas, de lo que resultará la muerte de los dos hermanos en guerra y la afirmación de la presencia de la corona de España en esta parte del continente. Como remarca Ramos en la introducción, la cróni­ca queda en suspenso en el capítulo XXXIV de la segunda parte . Betanzos pensó quizá en continuar con las peripecias de la pacificación de los Incas rebeldes. Hasta cierto punto puede pensarse, pues, que se trataría de una ter­cera parte a la que la muerte del cronista gallego puso un abrupto punto final.

Como se echa de ver, la primera gran diferencia entre esta nueva ver­sión de la Suma y la anterior reside en las informaciones relativas a la lucha fraterna entre Huascar y Atawallpa, lucha que de alguna manera, por lo me­nos en términos simbólicos, recuerda la de Pachacuti Inca e Inca Urco. Pero, en lo que atañe a la memoria de los tiempos anteriores al ciclo mítico de la guerra entre Incas y Chancas, esta nueva versión de la Suma no añade grandes novedades y más bien confirma las informaciones que hasta ahora conocía­mos. Sobre este particular, no cabe duda que desde muy tempranas fechas la tradición oral recogida por españoles curiosos o investigadores mandados por la administración española no pudo ir mucho más allá de las fronteras dibu­jadas por esos dos pilares de la organización sociopolítica y religiosa incaica, Viracocha Inca y Pachacuti Inca, de quienes dependen aparentemente no sólo la estructura de la sociedad prehispánica cusqueña, sino también los instru­mentos simbólicos que la cimentaban y le daban expresión global y universal.

De esta tradición de Betanzos relativa a Contiti Viracocha saco yo la conclusión de que los primeros misioneros y cristianos la vistieron desde muy temprano con ropajes y colores varios, siendo la principal la de la anécdota del viejo que atraviesa los Andes, llamando cosas y pueblos a la existencia

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después de haberles dado forma en el barro o piedras de las márgenes del Lago Titicaca. Al respecto, se puede, por cierto, formular varias hipótesis que nunca podrán llenar el vacío que esos primeros cronistas nos dejaron. Sin em­bargo, cabe notar que la versión de Betanzos del ciclo mítico de los Viracocha está lejos de ser la más rica en detalles y gestos heroicos. Pese a su brevedad, la de Las Casas (1566) posee mucho más interés ; la complementa de alguna manera la de Sarmiento (1572) y finalmente la de Melina (1574-75), a la que la de Betanzos no parece ser ajena (Urbano y Duviols 1989).

Quizás lo más curioso de todo ello sea que, una vez asentadas estas primeras versiones, ahí fenece la presencia de Viracocha en la Suma. Creía yo que eso se debía a una versión truncada. Se sabe ahora que no es así. ¿Cómo explican los investigadores la repentina desaparición de los Viracocha o del Contiti Viracocha de la escena religiosa y ritual descrita por Betanzos? No sé si es cierta mi hipótesis, pero no veo otra razón que la de la incipiente cristia­nización del fondo mítico prehispánico, que conduce a un esfuerzo de re­construcción de los ciclos míticos de origen. Contiti reúne en sí algunos de los rasgos difundidos por tradiciones andinas en conjunción con la idea ju­deocristiana de un "creador universal" . Pero si bien es cierto que la imagen del Hacedor se aleja del horizonte cercano del relato de Betanzos, queda algo en él que la recuerda y que hasta cierto punto replantea el problema: la pie­dra en que se dibujan los futuros pueblos o los cambios que se introducen en los que ya existen. Y entre otras razones, habría también que recordar las tres rutas de los Viracocha, que se repiten a lo largo de toda la Suma.

DE LA GESTA Y MEMORIA DE PACHACUTI INCA

Desde que Jiménez de la Espada publicó por primera vez los primeros dieciocho capítulos de la Suma del manuscrito incompleto del Escorial ( 1880), ya se sospechaba de la importancia de Pachacuti Inca en el texto de Betanzos. El nuevo manuscrito confirma y extiende aún más el campo ocu­pado por Pachacuti Inca en la "historia incaica". Su gesta es narrada desde el cap. VI (p. 23) hasta el cap. XXXII (p. 150). Según Betanzos, todos los ore­jones deseaban pertenecer a su linaje, Capac aillo Inga Yupangue. Y cuando llegaron los españoles, no se habían aún apagado las loas y la admiración por sus hazañas. "Su cuerpo -precisa el cronista- está el día de hoy en Patallac­ta el cual por sus miembros parece que era en su vida hombre de buen altor y gran estatura del cual se dice que murió de edad de ciento y veinte años ... " (p. 150).

No cabe la menor duda que Inca Yupanque es para Betanzos el inca por excelencia, a quien Cusco debe todo : la traza urbana , los templos, la ri­queza y la fama . Reordenó el gobierno y la sociedad, reformó la vida religio­sa, conquistó y sometió territorios y pueblos. El manuscrito del Escorial nos abrió el apetito para tantas maravillas ; la nueva versión, con más de catorce capítulos sobre la vida del Inca, es más que suficiente para satisfacer nuestra

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hambre. Por estas páginas sabemos que el Inca venció a los Soras (cap. XIX), a los Collas y a su jefe Ruqui Capana (cap. XX); proclamó nueva "legisla­ción" acerca del buen gobierno de la ciudad y de los territorios bajo su man­do (cap. XXI), así como acerca de las funciones guerreras (cap. XXII); inició a sus propios hijos en las actividades militares, entre ellos a Yamque Yupan­gue, Amaro Topa Inga y Paucar Usno (caps. XXIII-XXIV). Las conquistas y acciones militares llenan aún las páginas que siguen hasta la muerte del viejo Inca, salpicadas por algunos datos con que el cronista alardea de conocimien­tos de quechua o de costumbres descuidadas por otros cronistas : la equiva­lencia del topo (cap. XXVI), expresiones quechuas (caps. XIX, XX, XXVII, pássim), la definición de capac (cap. XXVII). Interesante la profecía de la llegada de los españoles que Betanzos pone en boca de Inca Yupangue con la forma de pachacuti, a la que no son ajenos los hechos de Viracocha en el cap. I:

" . .. y que después de los días de aquel su nieto Guaina Capac habría pachacuti que dice vuelta del mundo y preguntáronle aquellos seño­res que si por agua o por fuego o por pestilencia y él les dijo que no sería por ninguna de aquellas cosas sino porque había de venir una gente blanca y barbuda y muy alta . . . " (p. 137).

Y llegado al término de su vida, el Inca dispone y ordena cómo cele­brar su muerte (caps. XXX-XXXII). Estas últimas páginas contienen algunas informaciones curiosas sobre celebraciones funerarias y ritos de sucesión, en los que aparecen los sacrificios humanos o capacocha a que Betanzos hace referencia en varias ocasiones (cap. XXX). Todos estos ritos funerarios se denominaban Purucaya, no faltando en ellos el recuerdo de la gesta heroica del Inca difunto y, cosa no menos de admirar, la celebración ritual de una ba­talla entre la gente de Hanan Cusca y la de Hurin Cusca, en la que estos últi­mos se dejan simbólicamente vencer (p. 146).

No faltan, pues, en estos nuevos capítulos consagrados a la vida y ges­ta de Inca Yupangue motivos de interés. Conviene también tener en cuenta al­gunas diferencias que registran los primeros dieciocho capítulos por más pare­cidos que sean con los de Jiménez de la Espada. A título de ejemplo, mencio­naré la excelente observación acerca de la importancia de la chicha en las re­laciones sociales (éap. XV), las referencias al calendario incaico (cap. XV) y una que otra palabra quechua que esclarecen el manuscrito de El Escorial.

DE LOS TIEMPOS DE TOPA INCA YGUAYNA CAPAC

Muerto Inca Yupangue, los dos incas que le siguen no hacen más que llevar adelante lo que el Inca difunto imaginó. Las fronteras hacia el sur que­dan ensanchadas y seguras en tiempos de Topa Inga; este mismo Inca deja su nombre grabado en la "fortaleza" del Cusca y en el pueblo de Chinchero, de

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los cuales es constructor y fundador , respectivamente (caps. XXXVII y XXXVIII). Con Guayna Capac, Cusco se hace presente no sólo en el sur, v.gr. en Cochabamba, sino también en Quito , donde pasa a mejor vida atacado por "sarna y lepra" (p. 200). Entre hechos de guerra y cacerías nació Atawallpa en el Cusco, Paullo en Tiawanaco y Huascar en Mohína, a "cuatro leguas del Cuzco" (pp. 191-192). Y con el deceso de Guayna Capac y del hijo Ninancu­yachi termina la primera parte de la Suma.

LA LUCHA FRATRICIDA DE HUASCAR Y ATAWALLPA

Consta la segunda parte de treinta y cuatro capítulos, en los cuales la sucesión de los Incas del Cusco se confunde con las primeras hazañas de los Pizarra. Posee algo de obra dramática. Abren la escena los dos campos opues­tos , perfectamente ubicados: Atawallpa en Quito y Huascar en el Cusco. Poco a poco cada uno de ellos, máxime Atawallpa, conquistan territorios o pacifican los que ya habían sido sometidos al poder de los Incas. El papel guerrero desempeñado por Chalcochima y Quizquiz es de vital importancia para la estrategia de Atawallpa. Se acercan y chocan las huestes. Pizarra apa­rece en escena con Huascar en situación difícil , por no decir precaria. Y lo que la historia nos cuenta, toda la gente lo sabe.

Para Betanzos o sus informantes, Huascar es un borracho deshuma­nizado. Odia a Atawallpa y por ello insulta a su madre, a quien llama desca­radamente puta. Por su parte , Atawallpa va tejiendo el hilo con que termina por prender a su hermano. Poco a poco, el cronista introduce algunas anéc­dotas curiosas: la del enano con que se abre la escena de la segunda parte es singular.

En cuanto a Atawallpa , Betanzos lo tiene por el guardián de la tradi­ción que se remonta a los gloriosos tiempos de Inca Yupanque. No será ajena a tan elogiosos propósitos la amistad que Atawallpa demuestra por su herma­na de madre, Cuxirimai Ocllo , o sea Doña Angelina (caps. lll-VI), y por Cuxi Yupangue ; y con qué cuidados extrema Atawallpa la "calumnia" que pesaba sobre él : ¡la de haber sido para los cañaris algo así como un Herodes! (cap. IX). Con la noticia de la llegada de Pizarra , las cosas no son tan claras. Desde luego hay un hecho inquietante . Atawallpa destruye el ídolo de Guamachuco con gestos que recuerdan a los de Viracocha en Cacha, por la simple razón de que el Sol le mandaba decir que Viracocha, Hacedor de las gentes, no quería tanta mortandad en los pueblos (11, cap. XVI). La asociación de ideas es fla­grante: mal agüero del viejo encargado del ídolo, españoles, Sol y Viracocha. Los españoles son los Viracocharuna. Y de alguna manera son ellos quienes ocupan el lugar de Atawallpa, mientras Huascar, habido por devoto de Vira­cocha,a quien ofrece sacrificios para vencer a Atawallpa , muere en manos de su hermano . O sea que inopinadamente el Inca de Quito aborrece todo lo que se refiere a Viracocha, quien acaba venciéndolo por medio de los españoles (11 , cap. XVII).

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Pero no todo es noche oscura para Atawallpa con la llegada de los españoles. Betanzos encuentra una vez más la forma de dar a Atawallpa la es­tatura de un monarca. Insidiosamente introduce en el relato a Cinquichara, Inca orejón de Xaquixahuana, hombre de confianza de Atawallpa y elegido por Pizarro para servir de intérprete o traductor entre los españoles y el Inca. El papel del orejón es neurálgico: dibuja a los españoles con tintes nada favorables y el Inca acaba por hacerse una idea en todo contraria a la primera impresión que le había llegado . Por otro lado , Cinquichara se muestra en todo obediente a los españoles y en forma fingida les dice lo que el Inca le manda decir. Los mensajes van de uno a otro campo hasta que se da el en­cuentro entre el Inca y Valverde, de lo que resulta la prisión de Atawallpa . De ahí hasta el día en que los españoles deciden dar muerte por garrote al Inca, todo es una sucesión de desentendimientos entre los dos campos, causa­dos en gran parte por la acción del orejón de Xaquixahuana, como si la muer­te de Atawallpa a él se debiera.

La narración de Betanzos sobre los Incas termina con el capítulo treinta y tres: " . .. y aquí acaba la historia de los Incas Capas pasados . .. " (p. 308). Le añade un último capítulo, el treinta y cuatro, en que da un breve informe sobre la misión que cumplió ante los Incas refugiados en Vilcabam­ba. No la pudo contar ni escribir de su puño y letra .

BALANCE GENERAL DE LA LECTURA

No faltan en la lectura del nuevo manuscrito razones para tenerlo como una pieza importante en nuestros esfuerzos de reconstrucción del pasa­do prehispánico. Muchos hechos narrados confirman lo que sabíamos por otras fuentes, pero también los hay singulares y novedosos. No olvidemos que Betanzos es uno de los primeros testigos de la presencia española en los Andes y también uno de los primeros en esforzarse por comprender la socie­dad y la cultura andinas en la propia lengua de los Incas. No le otorgaría yo un lugar excepcional en la cohorte de cronistas que se preocuparon por el mundo andino prehispánico, pese a haber tomado por esposa a Doña Angeli­na, hermana materna de Atawallpa . Eran estos matrimonios fruto de una cla­ra voluntad de tener acceso a tierras dichas reales y no a informaciones privi­legiadas. Para mí es el testimonio personal de un hombre muy cercano a todo lo que dice respecto a la vida cusqueña, de lo cual sabe sacar provecho para hacerse una idea propia de la memoria prehispánica. La Suma posee una es­tructura original no tanto por los hechos que relata como por la visión que propone al lector. No debemos olvidar, además, que, tratándose de una de las primeras síntesis sobre hechos y cosas acaecidos en tiempos prehispánicos, pudo servir a otros cronistas ulteriores y hasta contemporáneos de Betanzos, como lo afirmó acertadamente Araníbar ( 1967) respecto de Cieza de León.

Hablé en los anteriores párrafos sobre el ciclo mítico de origen con que Betanzos abre las puertas de la Suma. De alguna manera insinué que el

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tema de los orígenes reaparece en dos momentos muy distintos: el de la pla­nificación o reordenamiento de ciudades o pueblos y el de la llegada de los españoles, estrechamente relacionada con la figura de Viracocha. A mi en­tender, Betanzos está muy lejos de atenerse a un ciclo mítico de origen pre­hispánico. Lo que él nos transmite puede ser, al contrario, los resultados de un denodado esfuerzo de evangelización del discurso andino y de producción simbólica de los instrumentos necesarios para la justificación de la presencia española en los Andes.

La Suma no es un modelo de escritura. Pero es, eso sí, un texto muy cohesivo y equilibrado, tanto en la composición de sus dos partes como en el desarrollo de las secuencias cronológicas. La historización del discurso mítico prehispánico es evidente. Como en muchos otros cronistas, el ritual incaico se transformó en lenguaje histórico por las facilidades otorgadas por la cele­bración litúrgica, la cual por su naturaleza intrínseca se desarrolla en forma de secuencias y de gestos diferenciados. Betanzos no es de los más minucio­sos en términos de calendario litúrgico prehispánico. Pero va introduciendo en el relato con figura histórica gestos que otros autores, v.gr. Molina El Cusqueño (1574-1575), describen en forma de estructura litúrgica. En varias ocasiones, por ejemplo, remarca las celebraciones funerarias , Purucaya, con gestos que ignorábamos hasta ahora.

No menos interesante también es la referencia a la fundación de algu­nos pueblos: la de Quito es excepcional; las de Chinchero y Calca son intere­santes. Viracocha se reserva el espacio de Xaquixahuana que hoy día corres­ponde, grosso modo, a la pampa de Anta. Todo ello insinúa una extraordina­ria movilidad de las poblaciones bajo dominio incaico y una muy especial ca­pacidad de crear centros políticos de mando y de organización social. No deja de ser extraño para nuestra mentalidad ver cómo luego de haber reorganizado y fortalecido la ciudad del Cusco, germina la idea de crear Quito a imagen y semejanza de la "madre patria" , pero también en clara competencia con ella. Y la elección de Chinchero y Calca como espacios relacionados con ayllos incaicos precisos no dejaría de desangrar de algµna fonna la vieja capital.

Es cierto que todos estos centros dependían de la costumbre ances­tral de desplazar a las poblaciones andinas tanto por razones políticas como económicas, costumbre que la gesta guerrera de los Incas consolidó y multi­plicó con creces. Narra Betanzos un caso curioso del que son protagonistas los caciques prisioneros de Guayna Capac capturados en la región de Quito. Con ellos viene un enano, Chimbo Sancto. La momia del Inca llega al Cusco con ellos. La muchedumbre que la recibe fija su mirada en el extraño perso­naje y se echa sobre él, insultándolo y vituperándolo. Como mandaba la cos­tumbre , todos los prisioneros entran a la cárcel donde los esperan leones y tigres. Pero , hecho maravilloso, las fieras les ahorran la vida. Por ello el Inca les da libertad y tierras en el valle de Yucay: "el enano hubo ciertos hijos y entre ellos hubo dos enanitas y los demás fueron hombres de buena estatura y persona .. . " (p. 208).

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No hubiera yo dado tanta importancia a esta anécdota si no fuera por lo que ella me sugiere. De hecho, el enano me trae a la mente la idea de que se trata de un personaje mítico a quien se tenía por fundador de algún ayllo del valle . Recordé la figura de Equeco o Ecaco, enano como el prisionero de Guayna Capac. Y si mi idea no es totalmente desvariada, consideraría la anécdota de Betanzos como el mito fundador de uno de los ayllos de Chin­chero cuyo nombre es Equeco, mencionado en varios documentos (Urbano 1988) referentes a las tierras del valle de Yucay o contiguas a él.

;vtuchas otras páginas de Betanzos merecen una lectura detenida . Cada investigador encontrará en ellas ecos de sus propias preocupaciones. Algunas referencias breves a nociones o palabras quechuas demuestran cómo Betanzos se interesó por la lengua y por la dimensión semántica de algunos vocablos, v.gr. el aspecto político de capac o el uso de sapsi en el contexto de parentesco. También cabe recordar algunas de sus frases en quechua. las cua­les, por ser de las primeras que se escribieron, merecen ser analizadas con atención. Muchas de ellas recuerdan cantares y tradiciones orales de hechos pasados, a los que Betanzos se refiere en no pocos casos. Indudablemente eran estas celebraciones y cantos la manera privilegiada de guardar y transmi­tir la memoria común de los grupos y del pueblo en general.

NOTA CRITICA SOBRE LA EDICION

Las introducciones de Villanueva y de Ramos plantean algunos de los problemas relacionados con la edición y el contenido del nuevo texto de la Suma. Aunque escueto , el texto de Villanueva recuerda algunos de los hechos discutidos en la edición de Angulo con una nota a un op. cit. que no aparece por ninguna parte. Lo más novedoso de todo ello son las referencias a las propiedades de Betanzos. Pena es que no haya hecho lo mismo con el testa­mento de Doña Angelina.

Por su parte, Ramos comenta el texto desde un punto de vista de crí­tica textual y de análisis de contenido . Tiene razón en llamar la atención so­bre el problema de la "monarquía incaica" y sobre las lecturas propuestas para desenredar el ovillo de los nombres de los Incas. El texto de Betanzos pone en tela de juicio las explicaciones poco serias de Zuidema, Duviols y i'viaría Rostworowski sobre la "diarqu ía incaica". Las páginas que Betanzos consagra a la reorganización del Cusco por Inca Yupangue sugieren, al con­trario. que la estructura sociopolítica del Cusco es obra de ese Inca , quien distribuye en el espacio de la ciudad y sus alrededores a los distintos grupos que componían la población urbana. De todos modos , es un tema difícil y que merece atención esmerada.

Los comentarios ele Ramos acerca del "Dios creador" me parecen totalmente descabellados. He discutido todo ello en varias ocasiones (Urbano 1988 ). No volveré aquí sobre el tema. A todo ello añadiré el estudio de ltier (1988).

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En cuanto a las notas y comentarios de Martín Rubio, debo confesar que me causaron mucha extrañeza por lo parcos que son y por el sumo grado de generalidad que manifiestan. Es casi inconcebible que haya transcrito el manuscrito sin puntuación, modernizando la escritura y, peor aún, con tan­tos errores tipográficos que resulta sumamente difícil distinguir entre el texto original y lo que se debe a la falta de cuidado en la impresión. No sé cuántas veces aparece, por ejemplo, la palabra ciudado en vez de cuidado. Me pregun­té si era un problema de estrabismo de la editora o correctora. Sea lo que fuere , ya que la falta de conocimientos históricos de Martín Rubio acerca del mundo prehispánico es flagrante y su preparación paleográfica lamentable, hubiéramos por lo menos apreciado en sumo grado las notas de pie de página de Jiménez de la Espada y la comparación con el texto del sabio americanista español del siglo XIX.

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Hemique Urbano Centro Las Casa·s

Apartado 4 77 Cusco, Perú

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Arti'culos, notas y documentos----------------------

ARANIBAR, C. 1967

ITIER, C. 1988

URBANO, H.

REFERENCIAS

El señorío de los Incas. IEP. Lima.

"Las oraciones en quechua de la Relación de Joan de Santa Cruz Pachacu ti Y amqui Salcamaygua", Revista Andina, 6, 2: 555-580. Cusco.

1988 "Thunupa, Taguapaca, Cachi. Introducción a un espacio simbó­lico andino", Revista Andina, 6, 1: 201-224. Cusco.

URBANO, H. y DUVIOLS, P.

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1989 Fábulas y mitos de los Incas (Crónicas de América, 48). Histo­ria-16. Madrid.

Revista Andina, Año 7