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32 no. 32: 32-37, enero-marzo de 2003. Esther Whitfield Esther Whitfield Esther Whitfield Esther Whitfield Esther Whitfield Billetes buenos y falsos. El dinero en la reciente narrativa cubana P erseguido por los conspiradores a quienes ha traicionado, el estudiante de El acoso, de Carpentier, deja un rastro revelador. Una pista coherente permite seguir sus movimientos: un billete cuyas pretensiones de validez son tan fugaces como las del propio fugitivo. Es debatible que el billete confiado a la prostituta Estrella o al taquillero de la Sala de Conciertos signifique lo que dice: es, como ha escrito Stephen Boldy, uno de los varios textos de El acoso siempre mal interpretados. 1 Hasta el policía que cree en el valor del billete en las últimas líneas de la novela lo presentará como prueba de fraudulencia. 2 Este billete lleva como ilustración al «General de los ojos dormidos», una inscripción que no significa nada... si, como muchos billetes ficticios anteriores a él, es falso. Si, como apunta Marx en los primeros capítulos de El capital, escribir es lo que hace al dinero, al pasar el valor material del metal o el papel a las abstracciones del intercambio, entonces las marcas falsas en este billete parecen anular su condición y, de hecho, el de la información que brinda: denota el lugar donde el fugitivo ya no está, y no en el que está. Se sabe que carece de valor como dinero y aun para ser usado como prueba; lo que da a entender —y lo que deseo tener en mente en el curso de este ensayo— es que en el billete no es donde se encuentran las respuestas. Este billete falso marca el agotamiento de la denotación, una visión que disocia el dinero tanto de lo escrito como del significado. La relación entre escritura y dinero —o del proceso de escribir para hacer el dinero que se invoca en El capital— se desautoriza explícitamente. Las siguientes lecturas 3 constituyen una invitación a tomar el acoso en un contexto distinto, a examinar qué ocurre con la relación entre escritura y dinero —descalificada por falsa hasta las frases finales de El acoso—, según aparece en obras de ficción de la década pasada. Porque la escena motivadora de la noveleta —una persecución que se desarrolla en la geografía reconocible de La Habana e impelida por un billete— es recurrente en la literatura cubana reciente. La diferencia consiste en que los acosos que deseo seguir están avalados no por un general de ojos dormidos, sino por la expresión en inglés one dollar, que apunta no a una falsificación, sino más bien a una plétora de significados. Son estos significados —en la medida en que relacionan textos a un contexto donde el dólar estadounidense es a un tiempo moneda circulante Profesora. Universidad de Brown, Estados Unidos.

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Esther Whitfield

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no. 32: 32-37, enero-marzo de 2003.

Esther WhitfieldEsther WhitfieldEsther WhitfieldEsther WhitfieldEsther Whitfield

Billetes buenos y falsos.El dinero en la reciente

narrativa cubana

Perseguido por los conspiradores a quienes hatraicionado, el estudiante de El acoso, de Carpentier,

deja un rastro revelador. Una pista coherente permiteseguir sus movimientos: un billete cuyas pretensionesde validez son tan fugaces como las del propio fugitivo.Es debatible que el billete confiado a la prostitutaEstrella o al taquillero de la Sala de Conciertos signifiquelo que dice: es, como ha escrito Stephen Boldy, uno delos varios textos de El acoso siempre mal interpretados.1Hasta el policía que cree en el valor del billete en lasúltimas líneas de la novela lo presentará como pruebade fraudulencia.2 Este billete lleva como ilustración al«General de los ojos dormidos», una inscripción queno significa nada... si, como muchos billetes ficticiosanteriores a él, es falso. Si, como apunta Marx en losprimeros capítulos de El capital, escribir es lo que haceal dinero, al pasar el valor material del metal o el papela las abstracciones del intercambio, entonces las marcasfalsas en este billete parecen anular su condición y, dehecho, el de la información que brinda: denota el lugardonde el fugitivo ya no está, y no en el que está. Sesabe que carece de valor como dinero y aun para serusado como prueba; lo que da a entender —y lo que

deseo tener en mente en el curso de este ensayo— esque en el billete no es donde se encuentran las respuestas.Este billete falso marca el agotamiento de la denotación,una visión que disocia el dinero tanto de lo escrito comodel significado. La relación entre escritura y dinero —odel proceso de escribir para hacer el dinero que se invocaen El capital— se desautoriza explícitamente.

Las siguientes lecturas3 constituyen una invitación atomar el acoso en un contexto distinto, a examinar quéocurre con la relación entre escritura y dinero—descalificada por falsa hasta las frases finales de Elacoso—, según aparece en obras de ficción de la décadapasada. Porque la escena motivadora de la noveleta—una persecución que se desarrolla en la geografíareconocible de La Habana e impelida por un billete—es recurrente en la literatura cubana reciente. Ladiferencia consiste en que los acosos que deseo seguirestán avalados no por un general de ojos dormidos,sino por la expresión en inglés one dollar, que apunta noa una falsificación, sino más bien a una plétora designificados. Son estos significados —en la medida enque relacionan textos a un contexto donde el dólarestadounidense es a un tiempo moneda circulante

Profesora. Universidad de Brown, Estados Unidos.

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interna y la de un creciente mercado internacional parala literatura cubana—, los que deseo seguir en escenasliterarias de La Habana de los años 90, donde el dólartiene un papel protagónico.

La primera persecución se desarrolla, como la deCarpentier, con acompañamiento musical; no de laSinfonía Heroica, cuyos movimientos apoyan El acoso, sinode canciones populares que, con posterioridad, sedieron a conocer en un CD del Grupo Café Nostalgia.La banda sonora de Te di la vida entera,4 de Zoe Valdés,constituye un débil eco de Carpentier en una obra quees, desenfadadamente, un homenaje a otro novelistade La Habana: Guillermo Cabrera Infante, a quien seinvoca en un epígrafe y en refundiciones periódicas deTres tristes tigres.5 Te di la vida entera narra la historia deCuca Martínez, una joven abandonada por su amantecuando la Revolución triunfa, y que permanece en LaHabana con el único recuerdo de un dólar que aquel leguarda apretujadamente en la mano al despedirse. Másde treinta años después, Juan, el amante, regresa pararecuperar no solo su amor perdido, sino también sudólar. Aunque esta novela, como han comentado susmuchos lectores, tiene más protagonistas polémicos queeste dólar oculto —su humor, sus obscenidades, suantagonismo hacia el sistema político cubano—, quieroconceder el estrellato al billete, al menos brevemente.Porque no se trata de un dólar corriente: lleva escrita laclave de una cuenta bancaria secreta y, por ende, nosolo la del futuro de Juan, sino la de una relación entreescritura y dinero, inconmensurablemente rentable.

En un primer nivel, el dólar escrito ha perdido elvalor que oficialmente lleva impreso, porque un billetepintarrajeado deja de ser moneda de curso legal en losEstados Unidos. Sin embargo, al escribir la clave en él,Juan se asegurará una ganancia muy superior a la de unmero dólar. En Money, Language and Thought, Marc Shellafirma que un billete es necesariamente representativo,siempre disfrazado como algo más que el papel quees.6 El de Juan es una representación por excelencia:vale mucho más de lo que anuncia, porque el garabatosuperpuesto le permite denotar mucho más de lo queél mismo es, al brindar el acceso a miles de su propiaespecie. En un nivel más allá de la trama —algo cadavez más importante en el examen de la literatura deficción contemporánea—, el dólar de Te di la vida enteradramatiza las posibilidades de escribir en el dinero, ode codificar la escritura de modo que produzcaganancias financieras.

Una escena posterior de la novela revela más sobrela escritura codificada y la codificación de esta. Poniendoen primer plano no solo el dólar perdido, sino los dosamantes, por primera vez desde su separación, se empleaun sencillo juego de palabras para convertir la relaciónentre la escritura y el dinero en otra: la de lo nacional y

lo extranjero. Cuando Juan le pregunta a Cuca qué hahecho con su dólar, ella no lo entiende y cree que hadicho «dolor».7

La anterior equivocación es, en cierto sentido, unarepartición de papeles, porque Juan representa el dólary Cuca el dolor. La identificación de Juan con el dólares indisputable. Lo expresa, lo posee y acaba de llegarde los Estados Unidos, su lugar de origen; y el dolorde Cuca, si se lleva más allá de su predisposición a lateatralidad hollywoodesca, posee implicacionesigualmente amplias. Porque si este «dolor» se interpretamás concretamente como experiencia, entra en elintercambio no solo como una equivocación auditiva,sino en una posición de valor para Juan, que nada máspuede utilizar el dólar escrito si Cuca comparte con élla experiencia, o el conocimiento, acumulado ysalvaguardado durante los treinta años que ha vividoen Cuba. Lo escrito en el dólar, pues, solo puede hacerrealidad su significado en el contexto de un secretocompartido durante muchos años. «Dólar» y «dolor»están unidos por escrito, como uno de los temas de Tedi la vida entera y, en cierto sentido, están unidos en lapropia escritura de esta obra. Al igual que la novelaanterior de Zoe Valdés, La nada cotidiana,8 esta proyectaun «dolor» cubano que, dado que circula en mercadoseditoriales fuera del país, en cierto nivel se intercambiapor dinero no cubano.

Deseo explorar más cabalmente esta relacióncontextual entre la escritura y el dinero, o entre lo quese escribe y dónde se lee, como un elemento deperplejidad en la literatura de ficción escrita dentro deCuba. A pesar del origen político de Te di la vida entera,la novela anticipa algunos de los conflictos que laliteratura de ficción cubana encararía desde mediadosde los años 90. La siguiente parada en este examen esla publicación por Casa de las Américas de un libro decuentos de Ronaldo Menéndez, en 1997. La culturacubana, en ese momento, fue centro de creciente interéscomercial fuera del país y, aunque esta curiosidad nohabía alcanzado las dimensiones que tendría uno o dosaños después —cuando el CD de Ry Cooder, BuenaVista Social Club (1997), se presentó como película en1999, para dar uno de los muchos ejemplos posibles—,de todos modos se respiraba en el ambiente. Se comenzabaa hablar, en la prensa española, latinoamericana y luegocubana, de un «nuevo boom cubano», que seguía a unomayor en el turismo y que, en muchos sentidos, imitabalas estructuras de deseo del turismo.9 Agentes y editoresextranjeros tenían un interés visible en Cuba y buscabanmanuscritos inéditos que publicar y promover en suspaíses. Después de una década que comenzó con unacrisis en la industria editorial nacional, había nuevasoportunidades de que los escritores cubanos lograrancontratos editoriales pagados, además, en moneda dura.

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Estas oportunidades llegaron, sin embargo, con angustiacontingente —expresada en público y en privado—,según cambiaban los parámetros para escribir y publicar.La integridad del escritor enfrentaba las demandas deun mercado desconocido, pero que se sabía deseoso;un temor persistente es que, en este nuevo contextomercantil, escribir se convirtiera en lo que Rafael deÁguila llamó «un séptico flirteo para agradar a una casaeditora extranjera y llenarse las tripas».10

Como anticipando este «nuevo boom» y susdescontentos, la palabra money, escrita en inglés, resuenaen las páginas de El derecho al pataleo de los ahorcados, deRonaldo Menéndez: es el título de un cuento sobre elintento frustrado de una joven pareja de viajar aMéxico. El título es profético: «Money» está ubicadodentro de un libro (el de Menéndez), en un cuento quetrata sobre dinero escondido en un libro, de modoque este —un texto especialmente subido de tono—se convierte en cubierta de dólares. A diferencia delbillete de El acoso, aquí la escritura sobre el dinero nodeja dudas sobre su significado: la pareja necesita milcien dólares para el viaje, pero cuando, con gran agonía,cuenta los billetes, descubre que han desaparecido treintadólares. El hombre intenta desesperadamente reordenarlos billetes en pilas según su denominación, esperandoque configuraciones físicas diferentes revelen un errorde su parte. Pero su intento de acercarse al dinero comomateria y no como significado se ve derrotado deinmediato por lo que aparece escrito en los billetes. Nopuede hacer que denoten algo diferente: precisamentepor lo que llevan escrito, debido a la relación de laescritura con el dinero que Marx señalaba, «hacen untotal redondo, ineludible, de mil setenta dólares».11 Estahistoria, que comienza por reinscribir la inseparabilidadde la escritura y del dinero, lleva esa relación a uncontexto más amplio de lo que en un momento sellama un best-seller literario.12 Ubicado en julio de 1994,el cuento sigue de cerca la legalización del dólar comomoneda de curso legal en el país; un cambio económicoque facilitaría los posteriores booms del turismo y laedición. Leído en retrospectiva, «Money» es tanto unsíntoma como una expresión de una profundadesconfianza hacia el dólar estadounidense, que habíasurgido de los bajos fondos del mercado negro yasumiría un papel cada vez más importante en la viday las letras cubanas.

Tras haber aceptado que lo que aparece escrito enlos dólares es lo que estos valen, el protagonista de«Money» acomete la tarea de buscar los dólaresperdidos. Esta búsqueda lo conduce a una duplicidadque parece reflejar, en cierta forma, la de la doblemoneda. Él descubre que hay apenas un pequeñocambio conceptual entre doble moneda y doble moral.Inspirado por los dólares que tiene en el bolsillo en el

momento de su primera traición, y cuyo verde imaginaobsesivamente en encuentros posteriores («alfombraverde y dinero verde, pantalón azul blue jean, amigaverde»13), inicia una segunda aventura amorosa.

Una consecuencia de esta duplicidad es un conflictoprofundo e irrecuperable en las relaciones domésticas,cuando el hombre se siente culpable por haberengañado a su esposa. Además, engaña también a suamante, no en amores, sino financieramente, al robarletreinta dólares de la mesa de noche que, a pesar de susmejores esfuerzos, no logra convencerse de que sonsuyos. Su dudosa autorredención en este punto esponerse de parte de su esposa cuando esta tomavenganza de la amante: «halla más o menos justificadosu proceder con arreglo al fin y en detrimiento de losmedios, y sobre todo, estimulado por la venganzaindirecta que su mujer ejerce sobre su amante, siendoél su más dudoso instrumento».14 Cuando, al final, intentaconvencer a la esposa de que los dólares robados eransuyos, recibe expresiones airadas de esta y de su amante.Entonces decide aceptar que no puede haber happy endpara un doble juego tal. Este final, en última instanciainfeliz, provocado por los dólares, se presta a unaalegoría más amplia sobre el trastorno que puede traerla doble moneda a la escena doméstica.

Y, sin embargo, no es meramente el hogar o larelación monógama la que se hace astillas bajo la tensiónde estos dólares; en una potente metáfora de lasansiedades autorales en años venideros, el dinero seimagina entre las páginas de un libro, asegurando así suproximidad a la escritura y a la producción literaria.Antes de que se perdiera, el dinero se había conservado«para mayor seguridad» dentro de un libro cuyo títulose trasmite en clave. Su autor se llama Reinaldo Arenas,pero solo leyendo entre líneas —«tras nombrar el libroambos se derrumban como si acabaran de comprobarel resultado positivo de un análisis sobre el SIDA» y «seresignan antes que anochezca definitivamente y puedandormir»— podemos suponer que se trata de Antes queanochezca.15

Cuando la pareja recupera el libro, el dinero no estáallí, pero las expectativas de que pudiera estar —o, dehecho, de que debiera estar— conducen a una serie deasociaciones que trazan especulativamente un curso parala literatura en un mercado cada vez más orientadohacia el dólar. Primero: el hombre piensa en vender ellibro, asegurándole a su esposa que, en un mercadodonde la obra de Arenas está prohibida, «es un bestseller por el que me darán los treinta dólares». Lasganancias potenciales de este best seller pronto semultiplican, sin embargo, según el libro es lanzadoprovisionalmente fuera del mercado doméstico. Escuando «lo lanza sobre el agua: mar gigante, azul, abiertoy pretendidamente democrático para los locos que se

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tiran en balsa y dejan las palmeras atrás»,16 que Antes queanochezca aparece ante el hombre no como un best sellerde treinta dólares, sino como una suma incalculable dedinero: «saca el libro de Reinaldo Arenas y lo manoseacomo quien manosea un fajo de billetes». En estospapeles escritos, que se convierten tanto en literaturacomo en sumas incalculables de dinero, están, creo, tantola visión anticipada como la preocupación en relacióncon lo que la literatura cubana —y, sobre todo, laliteratura íntima y autorreveladora como la de laautobiografía de Arenas— valdrá en un mercado másamplio.

Cuando se escribió «Money», por supuesto, no habíaforma de saber hasta qué punto Julian Schnabel, consu filme Before Night Falls, convertiría en best sellerinternacional a Antes que anochezca, al rescatarmagnánimamente a Arenas para un mundo en que,como Jacqueline Loss ha apuntado, se suponíadesconocido.17 Tampoco, como he dicho, podíapreverse en ese momento la medida del interéscomercial en la literatura cubana al terminar la década,pero de todos modos, en este cuento puede verse lasemilla de una relación que ganaría en importancia. Alconvertir el libro en cubierta y pre-texto del dinero, y alvisualizar sus páginas como fajos de billetes en elmomento en que el libro pasa de un espacio interno auno más amplio, el cuento de Menéndez anticipa unarelación concreta de intercambio entre la escritura y eldinero, en la que aquella es cubana y el dinero viene deafuera.

Ulteriormente, esta relación se explora y sepersonaliza como la existente entre el texto y el lector,en una figura que aparece con frecuencia en la literaturade ficción de años posteriores: la del voyeur. Aunque elensayo de Nara Araújo «Erizar y divertir»18 llama laatención sobre esta figura en la obra de Ena LucíaPortela, esta muestra el rostro en forma ubicua en lanarrativa de Abilio Estévez, Pedro de Jesús y AnnaLidia Vega Serova, por nombrar solo a unos pocos.Desde hace mucho, el voyeur ha sido muy productivocomo personaje y metáfora. La figuración del deseoencubierto y la gratificación visual pudiera llevarnos enmuchas direcciones, pero creo que, como analogíainvocada con frecuencia para el acto de la lectura, resultaespecialmente provocativo en el contexto de la literatura

cubana reciente y de su circulación en mercados nocubanos. Si el turismo en general, y el boom turístico deCuba en particular, se basa en gran medida en un deseode ver en acción lo que se desconoce, y que de otromodo resulta inaccesible, este boom y su contrapartidaliteraria convergen, en cierta medida, en la posición delvoyeur. El turista y el lector adoptan una pose similar.Mientras el turista es una figura que aparece confrecuencia creciente en la ficción, como se evidencia enlas lecturas de Víctor Fowler, en el capítulo «Misteriosacorporalidad» de sus Historias del cuerpo, el voyeur es talvez la forma más espectral de encarnar en un texto larelación de la ficción con sus lectores, de la escrituracon el dinero.

Esta forma de apreciar al voyeur es sobremaneraverosímil en la literatura cubana de ficción, cuyos lectoresy mercados, como los anticipados cuando elprotagonista de Menéndez lanza el libro de Arenas desu circuito doméstico al mar, se encuentran, sobre todo,fuera del país. La obra de Pedro Juan Gutiérrez, porejemplo, está repleta de voyeurs —que miran, desean ydisfrutan desde escondites más o menos ocultos— yaunque se presentan como residentes de un barrio enCentro Habana, unidos en sus hambres insatisfechas,detrás de ellos está, al menos en un nivel interpretativo,otra figura que desea: el lector. Comenzando con Trilogíasucia de La Habana, casi todas las novelas de Gutiérrezse han publicado fuera de Cuba, de modo que susvoyeurs, y tal vez también otros, frecuentan y suponen aun tiempo una literatura nacional que se sabe observadadesde afuera. Esta relación entre observado yobservador, o entre representación y voyeur, constituyeuna reconfiguración, a mi entender, de la relación entrela escritura y el dinero, y entre lo nacional y lo extranjero,que la historia de Menéndez prefigura de modo tanconmovedor.

Para volver a la escritura como creadora yconstructora del dinero, en el sentido de Marx, y a lasinscripciones codificadas que en Te di la vida entera y«Money» producen un exceso de valor en lugar de lafalsificación de El acoso, deseo pasar a Catálogo de mascotas,de Anna Lidia Vega Serova, publicado también en LaHabana, en 1998.19 Un cuento de esta colección, «Laencomienda», reitera las preocupaciones y motivos de«Money», de Menéndez, desde una perspectiva más

Los cambios en el significado del dinero invocan, pero noresuelven, el curso que pudiera aún tomar la relación entrela escritura y el dinero, entre la literatura cubana y loslectores no cubanos y, en términos todavía más amplios, entrela producción literaria nacional y el mercado extranjero.

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femenina, al menos desde el punto de vista espacial, yaque la narración completa se desarrolla dentro delhogar.20 El espacio se ve penetrado inesperadamentepor un regalo de quinientos dólares, lo cual lleva a unaruptura entre la protagonista y su marido, ya que ellainsiste en esconderle el dinero. Las inscripciones en losbilletes se interpretan, una vez más, por lo que dicen... ynuevamente producen un excedente de significadosulteriores, que llevan al borde de la crisis a la mujer,quien trata de vivir con lo que significan. Uno de losescondites que escoge para el dinero son las páginas deun libro —Dumas en este caso—, de modo que, denuevo, la escritura y el dinero se colocan en una relaciónconcreta, uno como tapadera del otro, y escribir unlibro y producir ganancias financieras se encuentran enel mismo espacio físico y conceptual.

Esta historia pudiera tener un final feliz —VíctorFowler insiste en «la utopía implícita del final»,21 cuandose comparten el secreto y el dinero—, pero la ruptura,como la de «Money», se cierra con menos facilidad ysus cicatrices deben permanecer al menos en subtexto.No ocurre así, sin embargo, en otro cuento de la mismacolección y en la lectura más reciente que de él haceFowler. «Billetes falsos» recrea el tema de la falsificación,ya que repite, en su propio título, palabras claves de Elacoso. Aquí, el dinero se convierte necesariamente enimpostor, con independencia de cómo se inscriba,puesto que el cuento relata una escapatoria de ladominación en que el dinero pudiera mantener tanto ala escritura como al espacio doméstico. La trama es lasiguiente: una mujer encuentra una billetera en la calle,la abre y no tiene dudas de lo que contiene y de lo quepudiera significar para ella: «Se trataba de un estucheplástico con dinero. Mucho dinero. En billetes de acien. ¡Dólares!».22

Y, sin embargo, a pesar de «todas las cosas que pudohaber comprado con tanto dinero», devuelve la billeteraa su dueño. Este es el inicio de una revaluación deldinero, que toma giros crecientemente dramáticos:primero, el hombre que había perdido la billetera leofrece veinte dólares de recompensa que ella acepta aregañadientes, pero eleva la recompensa a cuarenta siacepta realizar un acto sexual ante él. Sintiendo lástimapor ese hombre, «tan solo, tan falto de afecto, tanabandonado», acepta y le da más de lo que esteesperaba. No obstante, cuando llega el momento delpago, la mujer se retracta: «—No quiero tu dinero—contestó sin volverse— cómprate una puta».23 Fowlerlee este cuento en función de un «suplemento femenino»que toma el control de los medios de representación ysu análisis final es exigente en lo referido a la devaluacióndel dinero:

Si tomamos el relato como respuesta o emblema, de eso queno se dice y que son el dinero y lo extranjero, es claro que la

respuesta es brutal; por más que el dinero trata detransformar en objetos a los cuerpos, la clave de losintercambios está en manos de quien mantiene el controlde la representación y, en consecuencia, hace de la identidadun acto performativo de la libertad interior.24

Solo añadiría, brevemente, una tercera consideración:el concepto de «representación» debiera llevarnos nosolo al espectáculo, y a la producción del texto, sinotambién a lo que se permite que signifique lo que seescribe en el dinero, a las inscripciones concretas delos dólares en el cuento. Aunque la mujer ve conclaridad lo que está inscrito en el dinero y no tienedudas sobre su valor en el sistema económicoimperante, insiste en que para ella, o a su manera dever, el billete es falso. Se niega a aceptarlo, comoEstrella no acepta el billete de ojos dormidos en Elacoso después que la engañó una vez. De hecho, comopropone Fowler, la inscripción —sea one dollar o twentydollars— aspira al dominio, e intenta apoyar lacorrelación entre el dinero y el cuerpo, pero se vefrustrado.

De «Billetes falsos» y del ensayo en última instanciaesperanzador de Fowler, pudiéramos inferir quetambién debiera rechazarse una correlación ulteriorentre el dinero y la producción literaria. Y leer Te di lavida entera a la luz de la «falsificación del billete», deVega Serova, si el dólar resulta falso, ni el billetevastamente automultiplicador de Juan ni el intercambiodólar-dolor que supone —esencialmente elintercambio que se frustra en «Billetes falsos» y quepudiera brindar un modelo más amplio para laescritura en Cuba— pueden conservar su validez.

Leyendo el cuento de Menéndez junto a «Billetesfalsos», si la escritura pierde su vínculo con lamultiplicación de dinero, y si un libro no se manejacomo «un fajo de billetes», no hay código al que laescritura pueda o deba suscribirse, y no hay sistemaque sostenga el best seller. La reformulación del billetefalso —de los «billetes falsos» de El acoso a «Billetesfalsos» de Vega Serova— constituye, como apuntaFowler, un acto de liberación, aunque, según hemosvisto, esta no es la única forma de leer el dólar en laficción de su tiempo y existe inestabilidad suficienteen la representación de esta cifra para que persista laincertidumbre de su condición. Los cambios en elsignificado del dinero, entre los cuentos de Menéndezy Vega Serova, y dentro del propio Catálogo de mascotas,invocan, pero no resuelven, el curso que pudiera aúntomar la relación entre la escritura y el dinero, entre laliteratura cubana y los lectores no cubanos y, entérminos todavía más amplios, entre la producciónliteraria nacional y el mercado extranjero.

Traducción: María Teresa Ortega Sastriques.

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Notas

1. «Los personajes de El acoso, el terrorista perseguido, el taquilleroy Estrella, son voraces lectores e intérpretes de textos y signos, ycasi siempre intentan leer sus propias vidas a la luz de ellos. Esmenester aclarar que no son lectores especialmente buenos, aunquea veces es el propio texto el que resulta ser en cierta forma ilegítimo».Stephen Boldy, «Making Sense of El Acoso», The Modern LanguageReview, n. 85, Exeter, Inglaterra, julio de 1990, p. 614.

2. —Además, pasaba billetes falsos —dijo el taquillero, mostrandoel billete del General con los ojos dormidos./ —Démelo —dijo elpolicía, viendo que era bueno—: «Se hará constar en el acta». (AlejoCarpentier, El acoso, Seix Barral, Barcelona, 1987, p. 160).

3. Partes de este trabajo se presentaron en la conferencia «Cuba:One Hundred Years of Independence. A Century of Literature»,celebrada en la Universidad de Yale, el 5 de octubre de 2002.

4. Zoe Valdés, Te di la vida entera, Planeta, Barcelona, 1996.

5. Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres, Seix Barral, Barcelona,1983.

6. Véase Marc Shell, Money, Language and Thought: Literary andPhilosophical Economies from the Medieval to the Modern Era, JohnsHopkins University Press, Baltimore y Londres, 1993.

7. Zoe Valdés, ob. cit., p. 236.

8. Zoe Valdés, La nada cotidiana, Emecé, Barcelona, 1995.

9. Este «nuevo boom cubano» —evidentemente una alusión al boomde los 60— se menciona en varios artículos y reseñas de 1997. Enese año, Rubén Cortés confirma en Crónica que «luego de cuatrodécadas publicando dentro y casi exclusivamente para la isla, losescritores cubanos asaltan las librerías de España y América Latinapara destapar un Boom de la literatura cubana» («La buena salud delas letras cubanas», Crónica, México, DF, 21 de febrero de 1998).Ese mismo año, Amelia Castilla y Mauricio Vicent hablan en El Paísde «La explosión literaria de La Habana» (El País, Madrid, 29 dediciembre de 1997, p. 27), y el título del artículo, de 1999, de OmarPerdomo, aparecido en Granma International, es «Cuban Novel Boom»(http://www.granma.cu/1999/ingles/febrero3/6feb11i.html, LaHabana, 6 de febrero de 1999).

10. Rafael de Águila, «¿Pathos o marketing?», El Caimán Barbudo,n. 31, La Habana, 1998, p. 3.

11. Ronaldo Menéndez, El derecho al pataleo de los ahorcados, Casa delas Américas, La Habana, 1997, p. 63.

12. Ibídem, p. 75.

13. Ibídem, p. 68.

14. Ibídem, p. 73.

15. Reinaldo Arenas, Antes que anochezca, Tusquets, Barcelona, 1992.

16. Ronaldo Menéndez, ob. cit., p. 75.

17. Jacqueline Loss, «Global Arenas: Narrative and FilmicTranslations of Identity», Nepantla: Views from South, n. 4.2, juliode 2003.

18. Nara Araújo, «Erizar y divertir: la poética de Ena Lucía Portela»,Cuban Studies, n. 32, Pittsburgh, 2001, pp. 55-73.

19. Anna Lidia Vega Serova, Catálogo de mascotas, Letras Cubanas,La Habana, 1998.

20. Para un examen de los significados del espacio interior en laescritura de la mujer contemporánea, véase Nara Araújo, «El espaciootro en la escritura de las (novísimas) narradoras cubanas», Temas,n. 16-17, La Habana, octubre de 1998-junio de 1999, pp. 212-7.

21. Víctor Fowler, Historias del cuerpo, Letras Cubanas, La Habana,2001, p. 344.

22. Anna Lidia Vega Serova, ob. cit., p. 128.

23. Ibídem, p. 133.

24. Víctor Fowler, ob. cit., p. 345.

© , 2003.

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Ciencia y cultura: comprensión de la complejidad

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no. 32: 81-98, enero-marzo de 2003.

Mayra EspinaLillian Álvarez Díaz

Ismael ClarkRaimundo Franco

Sergio Jorge Pastrana

Mayra Espina (moderadora): Como moderadora, quisiera hacer algunoscomentarios iniciales y proponer algunos elementos que, me parece, forman partedel contexto de esta discusión.

En primer lugar, la importancia del tema es obvia, y todavía no ha estado tanpresente en la revista como hubiéramos querido. Hoy es más obvia la relevancia dela ciencia y de la producción científica en el país: en primer lugar, porque sostenemosun criterio amplio de cultura y de lo que la producción científica representa para lacultura y para el pensamiento en general. Por tanto, una revista como Temas nopuede dejar fuera esos lazos comunicantes entre la ciencia y la llamada cultura.Digo llamada, porque, insisto, la ciencia y la producción científica forman parte delacervo cultural de un pueblo y de su identidad, y desempeñan un papelimportantísimo en la configuración del pensamiento y la subjetividad.

En segundo lugar, hay algo también elemental: la centralidad de la ciencia en elproyecto socialista cubano en sus diferentes etapas; es decir, qué papel le hacorrespondido al conocimiento científico en la transformación social, política yeconómica del país. Esto es un elemento histórico en la transición socialista cubanaque ha adquirido nuevos matices. Creo que estamos exactamente en ese punto: quése supone que pueda aportar la ciencia en estos momentos, entroncándola con unanueva concepción de desarrollo, incluyendo, por supuesto, lo social; qué significadotiene la ciencia para encontrar un camino alternativo, propio, de desarrollo.

Hay un último punto que me parece esencial: la capacidad de la ciencia paraidentificar problemas relevantes a los que habría que darles respuesta en una sociedadcomo la cubana.

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de la complejidad

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Estoy sugiriendo elementos que están imbricados en las cuatro interrogantesclaves que habíamos definido previamente para nuestro debate: primero, el lugarde la producción científica cubana en el contexto mundial, su actualidad, su nivelcientífico, su capacidad de solucionar problemas; la segunda interrogante: ventajasy deficiencias del desarrollo de la ciencia en Cuba; la tercera, los problemas comunesde la ciencia y la cultura; y la cuarta, que me parece muy bien para cerrar, los retosy perspectivas de la ciencia cubana en las próximas décadas.

Las cuatro personas que participan en este debate, por su experiencia y por losproblemas que están acostumbrados a abordar, están en la mejor capacidad paraproducir una reflexión viva y problematizadora sobre estos temas.

Ismael Clark: Desde que recibí la agenda, me estaba preguntando qué enfoqueadoptar para responder la primera interrogante: ¿cuál es el lugar de la produccióncientífica cubana en el contexto mundial? Aunque la pregunta se extiende un pocomás, habría que decir que, por suerte, la ciencia cubana se viene esforzando entener sus prioridades, tomando en consideración el avance mundial; digo «por suerte»,porque no siempre pasa así. Una de las dificultades de este mundo actual es quepaíses del nivel de desarrollo del nuestro no se orientan hacia sus prioridades, sinoque, por diferentes motivos que aquí se pueden comentar, a veces se orientan haciala llamada corriente principal internacional, y eso no necesariamente les resuelve elproblema. A un país como el nuestro no le resolvería mucho una orientación comoesa. Eso está estudiado no solo por nosotros, está argumentado por personas dediferentes países.

Recuerdo una especie de seminario que hizo, hace algunos años, la AcademiaMexicana de Ciencias, donde una de las cuestiones que se debatía con muchaprofundidad era esta de la corriente principal —el famoso mainstream—, y recuerdola intervención de una geóloga mexicana que está estudiando la geología de México;decía que si se atuviera a la corriente principal de su especialidad, de su campo anivel internacional, tendría que estarse dedicando a otras cosas para que suproducción fuera aceptada y difundida. Pero entonces se preguntaba: estoytrabajando en México, trato de trabajar para México, ¿a qué me dedico?, ¿a estudiarlo que le hace falta a México a riesgo de que no me lo publiquen las revistas de lascorrientes principales internacionales, o me dedico a la corriente principal y, entonces,qué hago aquí en México?, ¿para qué estoy aquí? Es solo un ejemplo.

Considero que la peculiaridad de la ciencia cubana, hasta hoy, es tratar de conjugarsus prioridades con la identificación de los avances universales, avancestrascendentales del pensamiento y el conocimiento científico, lo cual no siempre essencillo. Esto es algo muy complicado. Si nos atenemos a las posibilidades materiales,es un desafío muy grande, ya que una parte de la ciencia contemporánea se hace encondiciones tecnológicas muy complejas y muy caras. En ese sentido, ni Cuba niningún país como el nuestro pudiera soñar con moverse colectivamente, y menosen ese nivel de trabajo.

Pero la parte tecnológica no lo es todo; hay ciertos desarrollos teóricos queestán al alcance de todo el mundo, en la medida en que realmente se difunden, sehacen de dominio público. Desgraciadamente, está el fenómeno, que todosconocemos, de la privatización, de la apropiación privada de lo que hasta ahora, enla tradición científica, se ha considerado siempre como patrimonio universal y delibre intercambio. Sabemos que ya no se está apuntando en esa dirección. Haygrandes pugnas por eso; grandes luchas.

En lo que nos concierne, pienso que, en principio, el potencial humano queexiste en el país, con sensibilidad para el conocimiento, es capaz de reproducirse.Estas generaciones de científicos son capaces de reproducirse, es decir, de

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perpetuarse en las nuevas realidades que el nivel de desarrollo de la produccióncientífica impone. Creo que por la capacidad de percepción intelectual de nuestrosinvestigadores, se ha demostrado que la comunidad científica cubana es capaz demoverse en el mismo plano de la media internacional, y hasta por encima en algunoscasos.

Por lo tanto, desde el punto de vista intelectual, no creo que estamos en unasituación que no nos permita aspirar a mantenernos en contacto con el más altonivel teórico internacional. Lo que pasa es que detrás de las formulaciones teóricas,muchas veces hay procedimientos e instalaciones. No es el caso de las cienciassociales, pero sí el de la física experimental y de ciertas tecnologías de punta. Hayinstalaciones y hay medios que no se puede aspirar a reproducirlos simétricamente,es decir, a tratar de reproducirlos nosotros.

Con eso también estoy pensando en que si hubiera alguna limitación para laactualización de nuestros conocimientos, habría que fundamentarla en lasdificultades de acceso a la información y a la tecnología.

Por el contacto que tengo con científicos de otros países, conozco que hay unrespeto muy grande por el trabajo de la ciencia en Cuba, sabiendo desde dentro lograndes que son las dificultades objetivas para el acceso a la información. Creo queel mayor reconocimiento internacional que tiene la ciencia cubana se debe a sudemostrada capacidad, con todas sus limitaciones, para la solución de problemas,vinculada a nuestro propio desarrollo económico y social. Si nos atuviéramos a losindicadores clásicos internacionales, no se podría explicar ese reconocimiento,porque, en realidad, en esos indicadores, que son publicaciones, patentes concedidas,nosotros estamos muy lejos de lo que se consideraría óptimo, de acuerdo con lasnormas que elaboran los países desarrollados para juzgar estas cosas.

Esto forma parte de otro problema que tiene ahora carácter internacional. Haytoda una discusión en el medio científico internacional respecto al problema de lasrevistas científicas y del acceso pleno a sus textos. Porque todas las revistas estánen Internet, pero hay que pagar por verlas. Y hay una gran discusión, en estemomento, a favor de que se pongan en la Web sin costo, con pleno acceso a lostextos. Y hay movimientos en ese sentido, hay países e instituciones que hanempezado a abrir su información. Por ejemplo, en cuanto a las ciencias médicas, séque hay una entidad brasileña que está propiciando el acceso gratuito de todo elmundo. Cuba forma parte —hasta donde conozco— de ese movimiento en el campode las ciencias médicas.

Es un problema ético que tiene trasfondo económico, porque el conocimientose ha vuelto un elemento crucial del sistema económico y del modo de producción.Hay una tendencia —como es natural en el contexto que prevalece—, a laprivatización del conocimiento, a utilizarlo —y en esto incluyo a los científicos—como parte de esa propiedad privada; porque el tipo de científico de profesiónliberal es cada vez más ideal, cada vez se parece menos a la realidad, precisamenteen los países de más desarrollo científico, donde en cierto sentido hay una forma deproletarización del trabajador científico, que se ve sujeto a normas cada vez másparecidas a las del simple trabajador manual.

Mayra Espina: Hay algunos puntos que Clark ha tocado, que me gustaría queustedes retomaran, les vieran otras aristas. Clark sitúa como uno de los rasgosfundamentales de la ciencia cubana la capacidad de identificar sus propiasprioridades, y considera que estamos a un nivel medio. ¿Realmente ranqueamos a unnivel medio internacional dignamente? Ha tocado también un punto que me pareceel más polémico: la capacidad real de solución de problemas. En nuestra sociedadeso es un punto de debate: si realmente los recursos que se usan en la ciencia, que

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han sido grandes para nuestra escala, se expresan en solución de problemas concretos,tangibles, para la sociedad.

Raimundo Franco: Quisiera puntualizar una de las cosas que dijo Clark: él hablabade corriente principal, del mainstream. Pienso que en Cuba, en cuanto a la direcciónestratégica, se ha acertado por lo menos dos veces en escoger el rumbo. En una, meparece que no tuvo mucho éxito, me refiero a la electrónica; y en la otra sí: labiotecnología. Hablo de la dirección estratégica principal; después, la ejecuciónpuede tener, en algunos casos, mejor o peor realización.

Voy a tratar de ilustrar con un ejemplo: si a los norteamericanos se les ocurredesembarcar en el puerto de La Habana cincuenta vagones de información, dondeesté todo lo que hace falta para la tecnología nuclear y nos dicen: «se los regalamoscon una sola condición: primero, es para ustedes solos, no es para terceros; y, segundo,deben conservarlo», es decir, no se debe deteriorar, etcétera, Cuba se busca un granproblema, porque, sencillamente, 99% de esa información no puede ser utilizada.No tiene lo que yo llamo los metabolizadores para hacer de esa información oproducto, conocimiento nuevo. Ustedes estarán de acuerdo conmigo en que nopueden hacer lo mismo en cuanto a la biotecnología. No pueden desembarcar loscincuenta vagones; porque podríamos convertir 80% de esa información en nuevosconocimientos y productos. ¿Por qué? Porque hicimos un esfuerzo determinado enuna dirección determinada. Y soy de la opinión que hicimos un esfuerzo de paísdesarrollado, a nuestro nivel. Es decir, nuestras instalaciones biotecnológicas soninstalaciones de primer orden.

Naturalmente, aquí hay un problema, que señalaba Clark, de escala en los recursos;por eso decía que estuvo bien escogida la dirección estratégica, las inversionesestaban dimensionadas, o podían ser dimensionadas a nuestra capacidad, ycorrespondían con una tradición anterior del país en la medicina y en la biología.

No me gusta echarles la culpa a los soviéticos, porque ustedes saben que delárbol caído todo el mundo hace leña, y, en definitiva, bastante que nos ayudaron;pero no es menos cierto que ligar la electrónica al carro del CAME, liquidó unesfuerzo, a mediano plazo, que pudiera haber sido de otro tipo.

Quisiera apuntar algunas reflexiones. Me parece que, en esos esfuerzos, loscubanos hemos olvidado varias cosas que, de alguna manera, no hemos sabidomanejar. Me refiero a aspectos de la ciencia básica. La ciencia básica siempre haestado cuestionada, siempre se han preguntado para qué sirve, y nunca ha encontradoni reconocimiento ni el papel que debe. En algunos casos, esas ciencias son muybaratas, y solo voy a mencionar de pasada, porque se lo voy a dejar a Lillian, lasmatemáticas.

Cuba es reconocida —y puede serlo más— en determinado nivel de investigaciónde las matemáticas. Naturalmente hay que incluir la computación o la matemáticadiscreta, etcétera; mantener un alto nivel de investigación en el área de lasmatemáticas tiene gran importancia, pues constituye un sustrato cultural necesariopara cualquier otro esfuerzo, en cualquier otra rama.

Tengo la impresión de que si no somos capaces de mantener la investigaciónbásica, el avance en algunas de estas ramas donde defendemos ciertas posicionesde vanguardia puede ser amenazado en algún momento. Usted no puede hacerbiotecnología de vanguardia si no tiene detrás una matemática de vanguardia,una física de vanguardia y una química de vanguardia. No podemos hacerlo todo,como decía Clark. Pero, por las mismas razones de que no se puede hacer elmismo esfuerzo en todas las direcciones principales, es necesario mantener unnivel en ciencias básicas.

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Las investigaciones en áreas aplicadas y tecnología cuestan caras, faltanlaboratorios, tradición y, probablemente, no arrancamos a tiempo. En esto tambiénhay la oportunidad. Si no te enganchas en el momento adecuado, luego resultaextremadamente difícil adquirir el ritmo, mantener el ritmo.

Creo que en el contexto de Cuba es importante tener en cuenta algo que Clarkdijo y que yo comparto: todavía en muchas de estas materias no hemos logradocrear escuela. Para que un campo investigativo tenga vitalidad y permanencia, hayque crear escuela. Todavía no podemos hablar de la escuela de matemáticas cubana;hay algunos matemáticos, pero no hay escuela.

Estoy muy consciente de lo que decía Clark sobre la necesidad de las prioridades.Un país como el nuestro no puede hacer los mismos esfuerzos que hizo enbiotecnología, en cualquier otra rama. Eso para mí está perfectamente claro.

Mayra Espina: Franco, sería bueno ahondar en esto de la creación de escuela. Lodigo porque a veces es algo demasiado extendido. Casi me espanto cuando escuchousar el término de Escuela cubana para todo (Escuela cubana de boxeo, Escuelacubana de ballet, Escuela cubana de teatro, etc.), para referirse a actividades queno todas tienen igual merecimiento y como si fuéramos capaces de tener en todouna originalidad y una calidad de escuela; entonces, te oigo traer este tema de Escuelacubana en referencia a las matemáticas. ¿Cómo defines escuela nacional comoconcepto?

Raimundo Franco: Para mí es un entorno autosostenido, con un determinadonivel de competitividad. Si quieres llámale masa crítica, actividad crítica en esarama, que permite la formación del que entra, llevarlo hasta un cierto nivel dedeterminado tipo. Por eso se habla de Escuela cubana de boxeo, porque una personacon cierto talento que entra en ese sistema tiene una alta probabilidad de convertirseen un boxeador de rango. Nosotros, en muchas cosas, no tenemos todavía, en lazona de las matemáticas, asegurada esa sostenibilidad.

Ismael Clark: Sin embargo, hay condiciones. Posiblemente ustedes están de acuerdoconmigo en que hay condiciones de partida para no renunciar a esa idea de quéescuelas son las que debemos tener. Si nos atenemos a las matemáticas, estoy pensandoahora en los muchachos de todas las provincias cubanas que van a olimpiadasinternacionales de conocimiento en matemáticas, en computación, y ganan medallas;y son muchachos de nuestro sistema educacional, cualesquiera sean las limitacionesque tengan. Muchachos de Holguín ganan medallas en computación; muchachosde Camagüey, de Ciudad de La Habana, ganan en matemáticas, en física. Quieredecir que el país tiene el potencial intelectual y el sustrato educacional para que, silogramos articular las cosas efectivamente, esto pueda florecer en todos los camposen que al país le conviene tener esas escuelas. Escuelas de pensamiento, me refiero.

Además, yo le agregaría un indicador a las características de las escuelas, queFranco expuso. ¿Por qué llamarles «Escuela cubana»? Porque tienen algunos rasgosdiferenciales. Los tiene la de boxeo, la de ballet, en el sentido de fijar un criterio deexcelencia. Me atrevería a decir que la Escuela cubana de biología —tengo estainformación— se caracteriza por un reconocible nivel teórico y, al mismo tiempo,por una plasmación en productos prácticos, que no es una cualidad muy extendida.

Por lo menos hasta el otro día, en toda América Latina, donde hay institutos demucho nivel en biotecnología, no se producía la misma cantidad de productosbiotecnológicos que Cuba ya produce; y los han desarrollado los mismos trabajadorescientíficos; es decir, se han ido desdoblando para establecer los pasos tecnológicos,los elementos de aseguramiento de calidad, las exigencias de ensayo; todo eso quesignifica llevar a la práctica los resultados de investigación. No solo plasmarlo en

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un documento, no solamente en una norma, ni en un artículo científico, sino llevarloa una realización; que se pueda poner en circulación social y también comercial.Eso sería un rasgo, además, al que deberíamos aspirar en todos los campos de quehablábamos: lograr que la investigación científica tenga una capacidad plena deresolver problemas reales, de plasmarse en soluciones reales. Esto puede ser muypolémico; estoy de acuerdo en que es polémico, y es diferente de un campo deconocimiento a otro.

Raimundo Franco: No mencioné la biotecnología porque me parece que la tenemos.Cuando hablé de metabolizadores, a eso me refería. Tenemos también una Escuelacubana de medicina, que es capaz de formar un doctor de primer nivel paranecesidades que interesan al país. Está claro que el esfuerzo es para lo que interesa,no en aras de satisfacer el ego de nadie.

Aquí preguntaban cuáles eran las ventajas cubanas: la buena preparación básicade nuestros estudiantes, por lo menos en relación con América Latina. Pienso queel socialismo crea una contradicción que no ha sido capaz de resolver todavía demanera adecuada: el socialismo, como consecuencia de su propia naturaleza, escapaz de crear condiciones sociales que permiten que todo el mundo se eduque; sinembargo, no ha sido igualmente capaz de utilizar con efectividad a esa gente. Piensoque eso es un reto de la Revolución cubana como sociedad: ¿cómo utilizo de maneraeficiente a la gente que soy capaz de crear en masa, no de élite? En algunas reflexionesque hacía hace muchos años, decía: ¿cómo ganamos la competencia con elcapitalismo? Ellos tienen un aumento productivo y de productividad, de manerasistemática; alguien dijo que para que un sistema social nuevo se imponga tieneque crear una mayor productividad en el trabajo; aunque eso probablemente no seauna ley, pero es algo que hay que tener en cuenta. ¿Cómo llegamos a eso? El caminotiene que ser utilizando nuestras ventajas sociales. Podemos preparar muchísimamás gente, masivamente; es decir, podemos preparar el talento, pero eso no basta:hay que saber utilizarlo; utilizarlo bien.

Pienso que en la primera etapa sí fuimos capaces de aplicar un sistema educacionalque, con más o menos deficiencias, es capaz de producir la gente necesaria. Perocuando usted analiza la efectividad en la utilización de nuestra gente, nada más hayque recordar, por ejemplo, en la industria azucarera, la cantidad de técnicos queteníamos en el año 59 y la que tenemos hoy, y sin embargo, no hay correspondenciacon los resultados productivos. Pienso que esos son retos de nuestra sociedad quemerecen ser estudiados, y que, en este caso, las ciencias sociales tienen un reto deprimera magnitud. En general, creo que tenemos una mayor capacidad de creargente talentosa, creativa, que la capacidad que tenemos para utilizarla después; esdecir, para que ese talento, esa creatividad, se conviertan en producto, servicio,aumento de la productividad, efectividad en el trabajo, valores de cambio.

Sergio Jorge Pastrana: Quisiera volver al tema de cómo y dónde nos ubicamos enel entorno mundial y hasta dónde estamos, y ver un par de cosas que mencionóRaimundo.

En primer lugar, en el plano internacional, el debate en cuanto a las relacionesde la ciencia a nivel global está, por un lado, en la apropiación del conocimiento porlas grandes potencias; pero, evidentemente, todo el mundo se da cuenta de lanecesidad de disminuir la enorme brecha entre subdesarrollados y desarrollados, ytodo esto se monta en el esquema de la creación de capacidades; o sea, todo eldiscurso ahora se refiere a la creación de capacidades locales. Y en el caso de Cuba,la capacidad local está creada.

Esa creo que es la gran diferencia de Cuba con respecto a los otros países delTercer mundo. En Cuba, la mayor parte de eso que se llama creación de capacidades

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está ya instalada. Lo más difícil es la formación de personal, de cuadros, y esa esnuestra mayor fortaleza: la formación de inteligencias.

Esto es resultado de un proceso que no vamos a describir aquí, que ha logrado,a través de los años, llegar a un punto bien alto. Además, tuvo la suerte de contarcon todas las condiciones y con la visión de la dirección del país, para aprovecharuna coyuntura que se produjo: la revolución en las ciencias biológicas, la revoluciónbiotecnológica. Hubo la oportunidad —que mencionó Raimundo en algún momentode su intervención— de encontrar el momento e involucrarse en ella con esosrecursos que realmente teníamos. Si ese momento hubiera sido de la física, no noshubiéramos podido montar; tal vez porque la física avanza ahora con desarrollosque requieren de grandes inversiones.

Eso surgió, sobre todo, a partir de la voluntad política confirmada de acuerdocon las ciencias y un nivel de cooperación internacional considerable que tuvimosdel campo socialista y de muchos otros países. No debemos olvidar que nuestrosprofesionales se formaron en muchos países, hubo gente que se formó en Francia,en Alemania, en España, en Italia, en Canadá.

En la coyuntura actual, somos un caso no regular entre los países en desarrollo,porque tenemos la capacidad creada y, dentro de esta, en el marco de la cooperación,somos sospechosos de adelantar rápidamente.

Por lo tanto, en un marco de cooperación que se hace cada vez más conflictivo,en el sentido de que los recursos para la cooperación y el desarrollo son menos quehace diez o veinte años, Cuba aprovecha extraordinariamente esos recursos, perosus efectos van a ser cada vez menores. Para poder mantener la capacidad creada serequiere de un nuevo esfuerzo en inversiones que no va a venir exclusivamente, oprioritariamente de la cooperación internacional. Eso es real. Y creo que es uno delos conflictos a los cuales tenemos que encontrarles solución. Porque en la medidaen que Cuba se ha hecho competitiva a la hora de convertir el conocimiento enproductos o en recursos —y la demostración está en la biotecnología—, ya es menoscandidata a recibir ayuda de quienes van a ser sus potenciales competidores, y quese ven amenazados por ese conocimiento emergente.

Me parece que es un conflicto de mucha actualidad, en el medio de la coyunturaen que el país tuvo la enorme claridad de darse cuenta, durante el Período especial,de que si se perdía lo que se había logrado en infraestructura humana y material, enciencia y tecnología, era muy difícil reconstruirlo. Y eso fue, hasta cierto punto,protegido, en los momentos más difíciles de la crisis. Puede ser que ya hoy muchode ese potencial requiera de una nueva inyección de recursos para poder mantenerel nivel de competitividad que logró alcanzar la ciencia cubana desde el triunfo dela Revolución hasta la fecha.

Ismael Clark: No hubiera querido volver a hablar sin que lo haga Lillian, pero noquiero perder este elemento, a propósito de lo que decía Pastrana. En esta reflexiónno comprometo a nadie más que a mí. He pensado muchas veces en un problemaque se nos presenta, un desafío. Indudablemente, tenemos un potencial científicoque, como todos los que existen en el mundo, por su calificación, por su nivel deinformación, hasta por su tendencia vocacional, en este momento sabe cómo gastardinero... O sea, nuestro sistema científico es capaz de fundamentar mucho mejorcómo hacer una buena inversión para obtener conocimientos científicos, que cómoaprovechar la inversión hecha en conocimientos científicos para obtener dinero.No es un juego de palabras, es un dilema que tenemos, porque nuestro país, concrisis y sin crisis económica, por el volumen de su Producto Interno Bruto, por susfuentes naturales de riqueza, no va a tener, por lo menos en largo rato, un excedentematerial como del que pueden disponer países de mucho mayor volumen y de mucho

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mayor desarrollo económico. Por lo tanto, no basta con saber fundamentar bien enqué invertir dinero para obtener conocimiento científico, sino aprender a encontrarmaneras más eficaces de convertir el conocimiento científico en dinero; para el paísen su conjunto y, por supuesto, para retroalimentar el propio desarrollo del sistemacientífico. Pero ese es un dilema que no creo que sea particular de Cuba. En general,cuando uno se vuelve hacia las comunidades científicas de otros países, esteproblema ni se lo plantean, porque ahí las fuerzas motrices de la búsqueda delefecto económico son otras, y operan incluso desde fuera del sector de la ciencia;operan desde el sistema empresarial.

Mayra Espina: Precisamente, en el modelo cubano lo que se espera es esto: unacapacidad de solución de problemas económicos y sociales. Lo que ustedes hanhablado hasta ahora indica que, en términos de formación de recursos y deidentificación de prioridades, ha habido efectividad, y que el estrangulamiento estáen que ello no se revierte, en la misma medida, en la solución de problemas ycreación de nuevos recursos.

Raimundo Franco: Creo que en el caso de la biotecnología, en específico, laconcepción desde el principio fue producir —desde la investigación, el conocimiento,hasta el servicio o el producto. Nuestra infraestructura biotecnológica es un conjuntode centros de investigación, de laboratorios y fábricas, y son instalaciones que noestán aisladas unas de otras, forman un conjunto.

No obstante, pienso que, a pesar de todo, Clark tiene razón; porque nosotros,como científicos, partimos de una vocación muy altruista, en un momento en quese despreciaba el comercio. Todos los que nos educamos en esa etapa estamosformados en la vocación de servir o de resolver problemas; pero no en la de producirrecursos, dinero, financiamiento. Sin embargo, desde el principio, en la biotecnología—no porque se quisiera producir dinero, me parece, sino productos— eso estuvoprevisto. Y se saltó a la etapa comercial, que es la que se ha estado desarrollando enlos últimos años con más fuerza.

Sergio Jorge Pastrana: Esa vuelta a la que aluden tanto Clark como Franco no esun problema exclusivo de Cuba; es un problema al que está abocada la cienciainternacionalmente y, de hecho, en la práctica, la tendencia hoy es a que el gruesode la investigación pase, en el mundo desarrollado, a manos de la investigaciónprivada, que va, única y exclusivamente, dirigida a ese objetivo de crear nuevosrecursos.

Las dificultades para la investigación básica se manifiestan a nivel global. Y, dehecho, los conflictos más fuertes se están dando, precisamente, en los países conmás alto desarrollo, donde se ha quitado una buena parte del financiamiento a lainvestigación básica. Por tanto, el peligro de descuidar la investigación básica no esúnicamente nuestro. Es universal. Ha aparecido tanto en la Conferencia Mundialde Ciencias, como en la Conferencia Mundial de Academias; en las dos, el problemasalió a relucir.

Lillian Álvarez Díaz: Hemos estado hablando de las prioridades, de las ventajasque ha tenido nuestra sociedad por haber definido esas prioridades para la ciencia,y yo voy a hablar de qué dificultades han traído, para algunas ramas de laciencia, esa definición de prioridades y el apoyo financiero estatal a determinadaslíneas, en detrimento de otras, en una total desprotección de otras líneas delas ciencias. Actualmente hay una comprensión de que ha habido un error en esasdefiniciones de prioridades.

Si bien, como decía Franco, la biotecnológica fue una línea priorizada, bienconcebida desde la investigación hasta la producción y que, de hecho, ha dado a

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nuestra economía grandes resultados, faltó en esa concepción el sustento, el sustrato,el background de ciencia básica que necesitaba esa línea. Hablo, como decía Franco,de la física, de las matemáticas, de las ciencias de la computación —no comoherramienta, sino como ciencia. Lo mismo puedo decir de algunas de esas otraslíneas priorizadas. O sea, qué ciencias hay detrás de esas herramientas, y quédesarrollo hace falta para que esas mismas líneas priorizadas tengan un sustentoteórico.

Hoy cualquier modelo de biotecnología, modelo matemático en biotecnología,cualquier proceso biotecnológico, primero es simulado en una computadora,precisamente por los costos enormes que tiene la construcción de laboratorios enesa área, y en cualquier otra, como la química, que necesita también grandeslaboratorios, etcétera. Primero se hacen las simulaciones a nivel de computadoracon modelos matemáticos, con ciencias de la computación, con herramientas decómputo; y luego, cuando se tiene una idea de cómo debe ser el proceso; o másbien, una idea no, resultados científicos de qué está arrojando ese modelo, entoncesse construye el laboratorio y se hacen inversiones grandes.

Una abre una revista de biotecnología y lo primero que saltan son ecuaciones,fórmulas, mucha matemática; en el fondo de esos procesos están los sistemasdinámicos, que son ecuaciones diferenciales que se aplican no solo en la física, sinoen procesos biológicos, en procesos sociales, en los sistemas complejos se modelansistemas dinámicos, y es matemática lo que hay detrás. Entonces, si se quiere hacerciencia de alto nivel, hace falta un background de ciencias básicas, y eso se hadesprotegido en los últimos años.

Tuvimos en los años 80, como decían aquí todos los demás, con la colaboracióndel campo socialista y de otras instituciones del Primer mundo, una cierta escuelaen algunas áreas de la física y de las matemáticas. Sin embargo, ya en la crisis delos 90 se ha perdido ese espacio. Una comisión que preside el Ministerio de Ciencias,Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), acaba de hacer un diagnóstico muy buenodel estado actual de las ciencias básicas en Cuba, y quiero decirles que en algunasáreas no tanto, pero en cuanto a las matemáticas es crítico; o sea, las matemáticas,como profesión, en Cuba, están en proceso de extinción. Y eso es gravísimo. Deciento cincuenta doctores que hay en matemáticas, cien son nacidos antes del año1956; eso quiere decir que estamos viejos. De cincuenta años para arriba. La máximaproductividad en estas áreas se tiene entre los treinta y los cuarenta años. Estamosen la etapa de generalización, de formar escuela, pero ya la mayoría pasó su etapade máxima producción. Entonces, ese número, esa cifra ya es alarmante.

Este diagnóstico se ha hecho, precisamente, para presentarlo al Gobierno y tomarmedidas. Se está haciendo también actualmente un movimiento muy grande por lavía informática, que es una línea que combina toda la parte biotecnológica y debiología con la matemática y la computación como ciencia. Se está creando ungrupo de vía informática, precisamente porque las mismas instituciones se hanpercatado, como personas inteligentes e intelectuales de élite, que hace falta esebackground, porque, además, ellos van a congresos internacionales de biotecnología,por ejemplo, y el primero que se para con un PowerPoint, te habla de modelosmatemáticos y de sistemas dinámicos. Entonces estas son dificultades de la cienciacubana actual: hemos perdido una fortaleza que teníamos en los 80, que iba porbuen camino, que gozaba de buena salud, y que en la crisis de los 90 se ha perdido.

Eso se refleja en el resto de la sociedad. ¿Cómo se refleja? Los muchachos queganan medallas en las olimpíadas de matemática, por ejemplo, muchachos talentososde nuestros Preuniversitarios de Ciencias Exactas, este año, ninguno de los queganaron medallas va a estudiar matemáticas. Van a estudiar medicina, economía.¿Por qué? Porque los modelos y los patrones intelectuales cambiaron en estos diez

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años. Eso es un problema gravísimo, porque si seguimos de esa manera, que losmás talentosos no estudian matemáticas, la profesión no solo ya está en crisis, sinoque va a desaparecer.

Referente a lo que hablaba Clark al principio, de que la ciencia debe mirar haciaadentro de los países y ver cuáles son las necesidades y cuáles son los problemasque se nos plantean en Cuba, por ejemplo, hay un problema de salinidad de lossuelos en Guantánamo, en Batabanó; por supuesto, eso es un problema grave quehay que resolver, porque necesitamos terrenos fértiles; pero, detrás de eso, comoestrategia, no podemos olvidar que tenemos que mantener gente en el mainstream,haciendo una ciencia que le digo teórica —porque hay ciencia aplicada ya de altonivel, de rango universal, publicando en las mejores revistas y de maneraestratégica—, de manera que dentro de diez o doce años, cuando tengamos unproblema grave, tener gente formada que pueda darles frente a esos problemas.

Mayra Espina: Entiendo que la falta de prioridad para la investigación teórica y lateorización en general, te parece un déficit también.

Lillian Álvarez Díaz: Es un déficit; pero fue una fortaleza, que en estos momentoshemos perdido. Cuando entraron aquí los primeros tomógrafos, en el HospitalHermanos Ameijeiras se fue a instalar el primer equipo para tomografía axialcomputarizada. Cuando había que poner a punto el equipo, antes de empezar a dartratamiento, ¿a quién llamaron? A un físico teórico. ¿Qué tenía que ver un físicoteórico con un TAC?

Raimundo Franco: La interpretación cabal del principio.

Lillian Álvarez Díaz: Exacto. Hubo una comprensión y una política correcta. Enlos años 90, nuestro Instituto de Cibernética, Matemática y Física (ICIMAF) estuvoen peligro de desaparecer, porque no había fondos; el país no tenía recursos y, sinembargo, hubo una política inteligente y correcta al decir: no, ese Centro que haceinvestigaciones en matemáticas se mantiene; no tenía un centavo, pero por lo menossubsistió. Lo que hemos hecho es subsistir, porque, como ya dije, no podemoshablar de que las investigaciones matemáticas se hayan desarrollado en los últimosdiez años. Se mantienen individualidades publicando en revistas buenas, en revistasinternacionales; tenemos premios nacionales de la Academia de Ciencias, pero sonindividualidades. Mientras hay diez trabajos de física premiados, hay uno dematemáticas. Y eso también es un reflejo de lo que estábamos hablando.

Ismael Clark: ¿No crees que en esta nueva ola de la informática estamos encondiciones de, si actuamos inteligentemente, hacer algo parecido a la etapa de labioinformática? ¿Esa no sería una oportunidad para revitalizar y no solo subsistir?Para estimular, que es lo que nos faltó, porque, independientemente de los recursoseconómicos, hay también un factor de reconocimiento social, de reconocimientomoral, del valor de la utilidad asocial de una determinada dedicación disciplinaria.

Lillian Álvarez Díaz: Creo que esta es una oportunidad, y creo que llegamos almomento crítico de comprender que hace falta desarrollar esa línea de labioinformática; pero lo que nosotros defendemos es que estas ciencias —la física,las matemáticas, la química— existen por sí mismas, son ciencias que se desarrollan,no tienen que estar subordinadas a la biología, subordinadas a la biotecnología; poreso constituyen la ciencia universal; son disciplinas que tienen su propio desarrollo.

Comparto contigo que desarrollar ahora grupos fuertes y llamar la atención haciala bioinformática va a fortalecer el papel social y la motivación para que nuestrosalumnos más talentosos estudien estas carreras y después realicen sus investigacionesen esa área de la bioinformática; pero llamo la atención sobre que no es todo.

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Además de esa oportunidad que tenemos ahora, tiene que existir una comprensiónde que las ciencias básicas deben desarrollarse por sí mismas.

Mayra Espina: Es decir, que tal y como hemos ido analizando hasta aquí, nopuede hablarse de una sostenibilidad, en el sentido en que Franco lo estaba usandoen su intervención, en la producción científica al margen de las ciencias básicas, deuna revolución en ciencias básicas consolidada, y que de alguna manera eso ha sidoun déficit, una debilidad; que no siempre ha habido una comprensión adecuada deese problema.

Lillian hablaba de los 80, pero creo que eso es un drama que siempre hemosestado viviendo; cierta tensión entre la prioridad de la ciencia aplicada y la básica.En lo que a las ciencias sociales se refiere ese es el equivalente del conflicto entrela investigación teórica y la que tiene resultados directamente traducibles entecnologías de cambio social.

Sergio Jorge Pastrana: Dado su volumen y sus recursos, y simplemente por unproblema de escala, Cuba no puede tratar de ser puntera en todo; pero no puededarse el lujo de no tener esa base mínima en ciencias básicas. Eso me recuerda unaafirmación del Premio Nobel en Física, que fuera presidente de la Academia deCiencias del Tercer mundo. Él decía que no se trata de que los países subdesarrolladosno puedan darse el lujo de tener una infraestructura en ciencias, sino lo que nopodían era darse el lujo de no tenerla; tenían que hacer un esfuerzo, crear, de algunaforma, una base mínima. Y yo creo que esa base mínima —después de la creaciónde capacidades de la que hablábamos, y de lo que teníamos ya en determinadosaspectos, incluyendo los de ciencias básicas— la hemos construido. Quisiera retomaralgo que también se habló en la Conferencia Mundial de Academias de Ciencias: lanecesidad, en este discurso nacional, de la creación de una infraestructura nacionalen ciencias, luchar por un desarrollo intelectual a nivel local, y hacerlo con lasmejores mentes en ciencias básicas y en ciencias sociales. De alguna forma, crearuna discusión nacional, un debate nacional en este entorno, teniendo en cuentalas potencialidades locales en ciencias básicas y ciencias sociales. Porque,evidentemente, los problemas a los que estamos abocados ahora ya no tienensolución en el reduccionismo de las ciencias básicas y en el reduccionismo de lasciencias sociales.

Lillian Álvarez Díaz: Eso que habla Pastrana es la multidisciplinaridad. En laactualidad, la ciencia en el mundo y, obligadamente en Cuba, no puede desarrollarsea partir de disciplinas separadas, sino que debe ser una ciencia multidisciplinaria.Pero provocada por eso que comentaba Pastrana, tengo una palabrita aquí anotaditaque se llama dicotomía, y quiero hacer algunos comentarios.

Se ha establecido una dicotomía entre cultura y ciencia: esto es cultura y esto esciencia, y se supone que un matemático no disfrute del ballet o de una pintura deWifredo Lam. Y lo contrario: a un literato o a un pintor no le interesa saber cómo seformó el universo o qué cosa es un hueco negro. Esa dicotomía existe en el mundo,pero en Cuba se ha ido acentuando porque pertenecemos a ministerios diferentes,por la organización de la sociedad, por las concepciones; y eso es totalmente falso.

Mayra Espina: Fíjense qué curioso este ejemplo: con cierta frecuencia, la Casa delas Américas hace una declaración de los intelectuales cubanos en la que noparticipamos miembros de la comunidad científica, con contadas excepciones. Sonlos literatos, los artistas, los que son considerados legítimamente intelectuales. Losinvestigadores, los científicos, no parecen ser intelectuales en la visión predominanteen el país.

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M. Espina, L. Álvarez Díaz, I. Clark, R. Franco, S. Jorge Pastrana.

Lillian Álvarez Díaz: Otro ejemplo: en una reunión sobre el fraude en laUniversidad de La Habana, el claustro de profesores de Historia del Arte dice queen su Facultad no hay fraude porque los exámenes son de creatividad; y en eltrasfondo lo que están diciendo es que en la Facultad de Matemática, por ejemplo,sí puede haber fraude porque todas las ciencias son iguales; es una cosa mecánicaque no exige creatividad.

La dicotomía llega hasta el pensamiento de los propios intelectuales quepertenecen a la esfera de la cultura. Es falso que los científicos no pertenecemos aesa intelectualidad. Entonces, ¿quiénes deben tener una posición activa parademostrarlo? Nosotros. En cualquier foro, hablar de esa dicotomía, crear espaciopara ese debate. Vamos a aprovechar esta mesa redonda de Temas para decir que esuna buena cosa sentarnos todos a la misma mesa y escucharnos como productoresde ideas. Creo que esas son dificultades de fondo que enfrenta la ciencia cubanahoy, relacionadas con la cultura.

Mayra Espina: Hemos ido abordando las cuatro grandes interrogantes planteadasal inicio, pero no podemos terminar nuestras reflexiones sin referirnos a lasperspectivas en las próximas décadas con vistas a la solución de estos déficits.Lillian decía algo que me parece esencial: desarrollo. El país tuvo capacidad parano desmantelar lo que había construido, pero la perspectiva del desarrollo esesencial.

Sergio Jorge Pastrana: Solo a guisa de estimular un debate respecto a esto, creoque hay una serie de cosas que podemos decir, partiendo de ideas que ya han sidoaquilatadas.

La ciencia cubana ha ido causando cada vez más impacto en el exterior. Supresencia en las revistas de relieve internacional en los últimos diez años ha crecidoexponencialmente. Esto tiene razones buenas y malas; la razón peor es que seacabaron las revistas nacionales. Tenemos necesidad de revitalizar nuestras revistascientíficas, pero, de hecho, la ciencia cubana mantiene un impacto internacionalque es cada vez más reconocido; y esto es, en gran medida —yo diría que en 99%—, elresultado de la política de la Revolución, que hemos debatido en esta mesa, comotradición de apoyo a las ciencias. También creo que es parte de una tradiciónnacional. Desde hace mucho tiempo se está haciendo ciencia en este país. En Cubahubo científicos cuando en el resto de América no los había, y este país tiene laAcademia de Ciencias más antigua del continente, fundada en 1861.

Creo que la ciencia cubana tiene esos retos que hemos comentado en esta mesa,pero tiene una base sobre la que construir y, hasta cierto punto, indicadores bastanteclaros de cuáles son las tendencias sobre las cuales construir su ulterior desarrollo;evidentemente, en el plano de la biotecnología, con la producción de biofármacos,con la producción de vacunas, etcétera, en un campo en el que Cuba ya tiene unaposición indiscutida. Creo que en otra serie de campos tiene grandes oportunidades:en la ciencias agrarias, y en las ciencias médicas. Debemos abrirnos, ¿por qué no?,a determinados aspectos. Repito que Cuba no puede ser buena en todo; pero creoque tiene una fortaleza en la posibilidad de impulsar un proceso de integración decentros científicos pequeños en nuestra región donde el país tiene un liderazgo.Digamos que la infraestructura científica de Cuba puede ser 5% de la infraestructuracientífica de México o Brasil por un sencillo problema de escala, pero su liderazgoes equivalente. Creo que esa es una de las grandes oportunidades de Cuba en cuantoa enfrentar un proceso no solo de su propio desarrollo, sino un proceso de integracióncon determinados núcleos de ciencia cercanos a nuestro país. Cercanos no solo enel plano geográfico, sino por razones de lengua, de historia.

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Raimundo Franco: Quizás en relación con el futuro, yo recordaba la famosa matrizDAFO: Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades. Tenemos ciertafortaleza, ¿qué hay que hacer? Como es lógico, reafirmarla. Tenemos debilidades,está claro que hay que tratar de eliminarlas; y tenemos amenazas que hay queconvertir en oportunidades de alguna manera.

Una opinión muy personal: lógicamente hay que trabajar en la biotecnología,eso está fuera de discusión; la decisión estratégica está tomada, pero pienso que elanálisis estratégico no está terminado. Uno de los desafíos más importantes de laciencia cubana es plantearse un análisis estratégico de qué otra cosa, en qué otroscampos tenemos oportunidades. En ese sentido afirmo que las direccionesprincipales de desarrollo, vamos a llamarle científico, van a estar en la integraciónde las ciencias sociales con las ciencias naturales, y en la interpretación, sobre esabase nueva, de los procesos sociales.

Voy a tratar de explicar: prácticamente para cualquier problema de índoletecnológica o física o química, y hasta biológica, se puede planear su solución yevaluar los recursos y el tiempo que necesita para resolverlos. Puedo poner algunosejemplos: en biología, el código genético, el genoma. El programa del genoma o eldel hombre a Marte. Dos áreas en las que se está trabajando, que requieren demuchos procesos acumulativos de conocimiento y que, sin duda, tendrán repercusiónen la práctica en un tiempo determinado. Cada ciencia transita por determinadaetapa de su desarrollo. La física es una ciencia madura, igual que las matemáticas;tienen métodos conocidos, producen conocimiento con una cierta periodicidad,etcétera. La química está también en esa etapa: puede producir sustancias químicascon propiedades previstas. La biología está marchando por ese camino con unatremenda velocidad.

No sucede lo mismo con los procesos sociales; porque, por ejemplo, a la pregunta:¿por qué podemos enviar un cohete a la Luna? ¿qué es, en esencia, lo que lo permite?,voy a responder de la siguiente manera: porque conocemos de las leyes delmovimiento del cohete, del planeta, la aerodinámica, la termodinámica, etcétera.Conocemos las leyes del movimiento del objeto que pretendemos controlar. Nosucede lo mismo con las organizaciones sociales, que se dirigen sobre la base dedos paradigmas principales: al primero lo llamo «el de la buena práctica». ¿Quéquiere decir? La experiencia acumulada en un determinado contexto ha dadoresultado. El otro paradigma es «el del talento»: ¿por qué dirigen los que dirigen?, ola falta del talento, porque eso sucede también. Por lo tanto, el proceso de direcciónde las organizaciones sociales es, en gran medida, de prueba y error y acumulaciónde experiencia.

Si se analiza el desarrollo de la humanidad, se tiene, a mi juicio, una frecuenciahistórica lógica, tan de Pero Grullo que ha ido comprendiendo primero lo mássencillo; es decir, que han ido de lo más simple a lo más complejo: del movimientomecánico, es decir, las leyes de la física, pasando por la química, o sea, la combinaciónde sustancias, la aparición de cualidades nuevas, y llegamos al apogeo de la biología.En esta escala de aumento de la complejidad, estamos entrando, a mi juicio, en laépoca de la modelación, la simulación de procesos sociales: la dinámica de lo social.

Aunque soy físico, no pienso —como hay muchos en la zona nuestra— que tresecuaciones modelan un proceso social. El que conozca algo de filosofía sabe que,en la dialéctica de la naturaleza, cuando se dice que hay una transición cualitativaentre movimientos de diferente complejidad, no es posible reducir un tipo demovimiento de mayor complejidad a otro menos complejo. Hay ejemplos que sepueden dar rápidamente: el movimiento de lo social a lo biológico, y el lenguaje esun ejemplo paradigmático. Usted no puede entender el origen y la evolución dellenguaje estudiando el tracto nasofaríngeo y su fisiología, porque entonces la cotorra

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M. Espina, L. Álvarez Díaz, I. Clark, R. Franco, S. Jorge Pastrana.

sería una doctora en lingüística. Igualmente puedo poner otros ejemplos que son decarácter más físico y menos interesantes para ustedes, como es que las ecuacionesde la mecánica son reversibles y cuando usted pasa a la termodinámica no hayreversibilidad. Científicamente, en este sentido en que estoy hablando, lo relevante,lo nuevo, va a aparecer en esta zona de integración de lo social o de las cienciassociales con las exactas y naturales. La teoría de los sistemas dinámicos complejos,la llamada ciencia del caos y otros desarrollos en la física, la biología, la informática,entre otras conceptualizaciones y hallazgos relativamente recientes, propician esaintegración de las ciencias sociales con las naturales, porque muestran cualidadesgenerales de los sistemas (en los que pueden incluirse los sociales) en una visión unpoco más holística, y que da cierta integralidad a todo ese proceso. Pienso que ahítenemos una oportunidad de desarrollo para nuestras ciencias. Porque en esadirección de la modelación de lo social, hay que entrar a tiempo y con fuerza. Nohacen falta las inversiones, los recursos, que se requerirían en física, por ejemplo.En esta área se requiere más bien gente con cabeza, información y apoyo encomputación. Y este país las puede lograr. En este caso, lo más importante es unenfoque claro de cómo hacerlo, de cómo hacer la búsqueda en ese sentido.

Mayra Espina: Aunque ese sería un tema específico para una mesa redonda enparticular, y para un número entero de la revista —me refiero al de la teoría de lacomplejidad y la comprensión de los sistemas sociales—, me parece importanteque Franco no haya dejado que se nos escape la posibilidad de colocar el asunto dela fertilidad de ese campo teórico para la investigación transdisciplinar y la emergenciade lo social como terreno de innovación científica.

Por otra parte, quiero rescatar una idea que se nos ha ido quedando atrás, aunquese ha estado tratando de alguna manera. Me gustaría que volvieran a ella: la medidaen que la ciencia cubana ha enfrentado y debe seguir enfrentando problemassignificativos para lo social y la cultura.

Ismael Clark: Coincido en que eso que dice Franco sería tema para otra mesaredonda. No solo en esto hay una oportunidad, sino que, a mi manera de ver, hayhasta una necesidad. Pero quiero introducir un elemento que no ha salido a relucir.En el desarrollo científico contemporáneo nos ha aparecido un problema que hastaunas décadas atrás no era percibido. Se trata de que el desarrollo científico y lamultiplicación de la capacidad tecnológica del ser humano han llegado a un límiteobjetivo, lo cual, de seguirse utilizando indiscriminadamente, pone en peligro lacapacidad de perpetuación de la propia especie, por las afectaciones sobre el mismoentorno de subsistencia. Es un problema universal de la sostenibilidad del desarrollo.

Esa es una gran contradicción de este momento: que la ciencia generada por elpropio sistema no puede generar desarrollo. Ese mismo desarrollo que ha presididoel sistema capitalista mundial durante cuatrocientos años, hoy está en crisis esencial.Ese mismo sistema indujo o provocó, históricamente, el divorcio de las llamadasdos culturas, separación de las humanidades por un lado y de la ciencia positiva porel otro y, en el medio, la necesidad de colocar lo que se dio en llamar cienciassociales. Digo «se dio en llamar» por la forma en que surgieron, con una orientaciónutilitaria y con el enfoque mecánico de tratar de ajustarse estrictamente a los modelosde la ciencia positiva, lo cual es metafísico.

Teniendo conciencia de nuestras necesidades nacionales, humanas y, al mismotiempo, de que los modelos de desarrollo que hasta ahora han prevalecido en elmundo no son perpetuables, están en total crisis —no tanto en crisis económica,pero sí desde el punto de vista científico—, el primer problema que hay queplantearse es: ¿cuál es nuestro modelo de desarrollo?

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En esas contradicciones apuntadas se da una coyuntura que para nosotros nosolamente es una oportunidad, sino una necesidad, por dos motivos: primero, porqueel sistema, en general, está en crisis conceptual, no sabemos cómo se va a resolverexactamente, pero se tiene que resolver de alguna forma; y, segundo, porque nosotrosmismos, ya en un paso del desarrollo social anterior, hemos repudiado lo peor deese sistema: la inequidad, la explotación, y por lo tanto no tenemos ningún paradigmaclaro del cual agarrarnos que no sea construirlo nosotros mismos, desde el punto devista de nuestro modelo de desarrollo.

Ahí está el entronque principal con la cultura, porque uno de los problemas de lasociedad contemporánea desarrollada es la fetichización exagerada,desproporcionada, que ha hecho de lo material un objetivo de la vida y expresiónde la felicidad, del bienestar; en detrimento de los valores espirituales entendidoscomo valores estéticos, emocionales, que son clásicos del mundo de la llamadacultura artística y literaria.

A mi manera de entender las cosas, cuando Cuba, con su bajo nivel de recursos,pero con una alta infraestructura educacional e ideológica, se plantea ser un país dehombres cultos, de hombres de cultura integral, está avanzando en el sentido de ira un modelo de desarrollo, de bienestar, de realización humana que no se basa,exclusiva ni principalmente, en el consumismo material, imposible en este momentoen el mundo por las razones que ha explicado mucha gente, entre ellas el presidenteFidel Castro: la locura de creer que es posible que toda la población del mundo,buena parte de la cual está pasando hambre, se convertirá en consumidora oconsumista, del mismo tipo que un ciudadano norteamericano medio. Hay quienha dado el dato de que si todos los habitantes del mundo consumieran la mismaenergía que los ciudadanos norteamericanos, harían falta dos o tres planetas Tierrapara satisfacer solo los requerimientos energéticos, sin hablar de los demás impactosque se crearían. Por lo tanto, eso no tiene solución por ese camino.

Dentro de la concepción de buscar un modelo de desarrollo propio —no porchovinismo, sino porque es una necesidad que además tiene que ajustarse a nuestrascaracterísticas—, es muy importante la investigación interdisciplinar; entre otrascosas, para la asimilación crítica del conocimiento universal.

Por otra parte, cuando se asocia una necesidad de revisión general del concepto dedesarrollo, de adaptarlo a las condiciones nacionales, estamos hablando de la identidadnacional; porque si el desarrollo no es sobre la base de nuestras raíces y tradicionesculturales, de nuestra propia visión de lo bueno y lo malo, de nuestro sistema devalores históricos, que han sedimentado una nacionalidad, difícilmente se pueda hacerviable un modelo. Ahí veo una importante vinculación entre la cultura artística yliteraria, en su acepción tradicional, y la concepción científica del mundo y del desarrollo.Tenemos, entre todos, que construir de acuerdo con nuestras necesidades.

Un reto que tiene la ciencia cubana, ahora y por mucho tiempo, es que porrazones de volumen siempre será difícil contar con una masa crítica propia en cadauna de las disciplinas. Pero para la ciencia es esencial el intercambio y el análisiscrítico, el análisis cruzado. Si no podemos disponer de una masa crítica propia —yno tenemos por qué aspirar a lo que no podemos tener—, sí debemos tener unacapacidad de interacción con el resto del conocimiento internacional, perosuficientemente crítica, desde el punto de partida de nuestras realidades ynecesidades, y de nuestros objetivos. Asimilar creativa y críticamente lo que tienede útil para nuestro modelo y para nuestras aspiraciones el conocimiento que se vagenerando a nivel universal.

Es indudable que la generación de conocimiento es cada vez más social, máscolectiva, más internacional, más globalizada, como quieran llamarla; sin embargo,la utilización del conocimiento no es igualmente colectiva, internacionalizada, sino

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que tiende a ser canalizada hacia ciertos focos de poder, de riqueza, de desarrollomaterial cada vez más poderosos, aunque ahora están en un punto sin salida, porqueasí no pueden seguir.

Entonces, a la luz de lo que uno ve en la literatura y en el contacto con personasinteligentes; con la suerte de haber tenido esa capacidad creada, que empezamos ahacer hace medio siglo, con la suerte de contar por lo menos con lo esencial de esepotencial instalado, uno de los desafíos esenciales que tenemos ahora es hacernos,muy creativamente, conscientes de eso, y encontrar nuestra fórmula, nuestrosarreglos, aprovechando nuestro sistema social, que considero una ventaja y unafortaleza. Tenemos una organización, un sistema social que favorece, que por lomenos hace mucho más fácil que en otros contextos este tipo de cooperaciones, deintegraciones, de acciones interdisciplinarias que estamos mencionando.

Raimundo Franco: La investigación teórica nos falta, o todavía es insuficiente ono está bien percibida. Pienso que es por esa vocación que tenemos de resolverproblemas, de ponernos en función de los problemas del país que, naturalmente,han sido grandes. Nuestras universidades son eminentemente prácticas, aunquecreo que son el lugar ideal para la investigación teórica, fundamental o de fondo.En ese caso, el principal producto de esas investigaciones no es la investigaciónmisma que, como decía antes, no se sabe qué otra cosa puede dar, sino la formaciónde especialistas altamente calificados. La investigación básica tiene que estar asociadaa las universidades por esa razón, es muy conveniente que esté asociada.

Pero me parece que eso no lo hemos podido lograr de manera adecuada. Consideroque abrir, en las universidades, un espacio para la investigación teórica de mayornivel es un tema que debatir, no solo porque sea importante como investigación en símisma, sino por el nivel que le da a la universidad y por la capacidad que esta tiene deformar a los que salen de esa universidad. Esto, naturalmente, garantiza la utilizaciónsocial de ese personal, que es uno de los problemas más controvertidos que ha tenidola investigación básica en nuestro país.

Ismael Clark: Lenin decía que no hay nada más práctico que una buena teoría.

Mayra Espina: Resumiendo los desafíos esenciales que se presentan ante la cienciaen Cuba hoy, que se infieren de lo que ustedes han debatido, y mirando este terrenode construcción de conocimiento desde una perspectiva de desarrollo, me pareceque un primer tema tiene que ver con la transdisciplinaridad y el rompimiento delos modelos dicotómicos en los esquemas, en las prácticas para hacer ciencia. Yo loentronco con algo que decía Franco: la comprensión de la complejidad en toda sudimensión, en lo social, en el movimiento y en el cambio. Me parece que ahí tenemosun desafío y una oportunidad de desarrollo en nuestra producción científica.

Un segundo tema, en el que ustedes todos han insistido, es la potenciación delas ciencias básicas y teóricas, entendidas como el sustrato de sustentabilidad de laproducción de conocimiento científico aplicado y de todo tipo.

Un tercer elemento es el papel de la ciencia en la definición de un nuevo modelode desarrollo, es decir, en esta encrucijada en que vivimos, evidentemente lasciencias están llamadas a un proceso de construcción mucho más protagónico queel que han tenido hasta ahora.

Un cuarto punto, es la idea del compromiso ético, humanista en la produccióncientífica. Tiene que ver con algo que Clark estaba tratando al final, y con elincremento de la capacidad de interacción crítica, tanto interna como internacional;es decir, agrego la interna. La ciencia con sentido crítico, desde una posición devalores, del modelo social y de desarrollo que se adopta, como instrumento para superfeccionamiento, para su reconstrucción utópica sistemática.

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Raimundo Franco: Acoto que algo característico del subdesarrollo es que la gentese relaciona más fácilmente con la comunidad científica internacional que con lapropia, la nacional. Incluso, puedes caracterizar el grado de desarrollo por eso; lo hevisto no solo en Cuba, sino en México y en otros lugares.

Mayra Espina: Aunque el sentido de mis palabras no era exactamente ese hacia elcual apunta Franco, creo que este es otro asunto donde hay tela para cortar. Seproduce un fenómeno gracioso y dramático a la vez, por lo menos en las cienciassociales: las ciudades más grandes del país, La Habana, Santiago y Camagüey, tienenmás relaciones internacionales que entre ellas. Es decir, a la Universidad de Orientevan muchos más profesores españoles, mexicanos, que habaneros, camagüeyanos,cubanos en general, y la Universidad de La Habana, igual. En Camagüey pasa lomismo. Esto es algo que hay que romper, aunque no lo hayamos tratado aquí.

Continuando el resumen, está la necesidad de incrementar la capacidad desolución de problemas concretos y de creación de nuevos recursos. Ese siempre hasido un gran superobjetivo, pero siempre la capacidad instalada está por encima dela real cosecha que hemos tenido en ese sentido.

Por lo menos lo que este debate me ha sugerido son esas grandes cinco áreas quevamos a enfrentar en la perspectiva.

Raimundo Franco: Déjame hacer una pregunta para que me la contesten muyrápido, como si fuera en un programa de televisión. ¿Qué desaprovecha, desde laperspectiva de la cultura cubana, de lo que les puede aportar la ciencia hoy, enconcreto? ¿Qué podría aprovechar más y mejor la cultura cubana de la ciencia?

Lillian Álvarez Díaz: La ciencia es cultura también. En la pregunta misma esdonde se ve la dicotomía. O sea, se está entendiendo como cultura un área diferentea la ciencia.

Raimundo Franco: Déjame reformular la idea: si yo te dijera, ¿qué puede aportarleel arte cubano a la cultura cubana, que la cultura cubana no tiene?

Lillian Álvarez Díaz: La ciencia puede aportar cultura. Cultura científica. Huboun debate en la Academia de Ciencias, y se dijo que en Cuba hay una cultura políticagrandísima, y una enorme cultura en el sentido artístico y literario. Hay espacios enel periódico Granma para la crítica cultural, hay espacios en la televisión; el noticierode las 8 ya tiene un espacio para la cultura. Sin embargo, nuestro pueblo no tienecultura científica. Entonces mira qué gran aporte podemos hacer nosotros.

Raimundo Franco: Te voy a decir algo que sé que no goza de la simpatía demucha gente, pero nosotros proclamamos como filosofía el materialismo dialéctico,y yo te digo que no hay nada menos usado en este país que esa metodología deanálisis.

Por la forma en que se intentó trasmitir, recibe rechazo generalizado de losestudiantes, los profesores. Y eso, a mi juicio, sería una de nuestras grandes fortalezasen el análisis, porque los problemas que hoy se analizan tienen carácter dialécticoper se. Hay palabras acuñadas que son interesantísimas; por ejemplo: caosdeterminístico —eso no es invento mío, lo inventaron en otro lado—; emergencia:cualidad que aparece. Es decir, hoy los problemas y los sistemas traen dentro de símismos la dialéctica, y no pueden ignorarse; sale de alguna manera, con nombre osin nombre, o inventando el nombre. La posesión de esa manera de analizar o esemétodo de análisis es una ventaja tremenda. Pero eso no se ha hecho cultura. Esono es parte de nuestra cultura, a pesar del esfuerzo que se realizó.

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M. Espina, L. Álvarez Díaz, I. Clark, R. Franco, S. Jorge Pastrana.

© , 2003.

Sergio Jorge Pastrana: Voy a decir otra cosa que me parece que también es partedel problema; voy a referirme a los medios en este caso. Los medios han trasmitidodurante años una imagen de que la ciencia es árida, es dura, es algo rechazable. Seha puesto de manifiesto mediante programas de televisión como Entorno, La otraGeografía o Pasaje a lo desconocido, que un tema científico puede ser de altísimo interés.Pero todavía, a pesar de que esos tres programas han roto esa barrera, no se hacreado el espacio para que eso se multiplique en la misma medida de otros espaciosde la cultura artística y literaria en los medios.

Raimundo Franco: Considero que la ciencia es parte integrante de la cultura, ycontraponerla es un punto de partida erróneo.

Mayra Espina: Me parece excelente que nuestra mesa concluya con esta especiede declaración de principios. Hacer visible la relación ciencia-cultura en nuestrodebate de hoy, era un interés de Temas. Creo que la mejor respuesta a esa interrogantees la que ustedes están dando: rechazando esa dicotomía ciencia/cultura, y, por lotanto, no quieren levantar la interrogante en la manera en que los convocamos.Creo que esa es la mejor conclusión de la mesa. La interrogante, de entrada, aceptaimplícitamente esa división. En realidad, esa no es la posición de la revista ni de losque hemos organizado el debate; más bien se trató de usar una pregunta en clavetradicional para mover las ideas, y me parece que la reacción de los que vinieron esya un éxito para la mesa: no haber aceptado esa manera de preguntar.

Ahora bien, el déficit de la incorporación de la ciencia en el acervo cultural, esuna de las debilidades que debemos reconocer. En las condiciones actuales, la manerade comprensión de la realidad y de producir ideas e imágenes que convencionalmentellamamos ciencia, puede aportar un instrumento de aprehensión de las relacionescomplejas y de operar en campos de relaciones complejas. Me estoy refiriendo ala vida cotidiana. Y creo que también hay algo no suficientemente valorado: laimportancia de ese tipo de enfoque y de esa lógica científica para insuflar autopoyesis(este es un término propio de la teoría de la complejidad, que viene de la biología),es decir, para fortalecer la capacidad autotransformativa y de aprendizaje, deadaptación, de renovación y de innovación de los sistemas sociales, de lascolectividades humanas; opino que eso es un aporte cultural que la cienciacontemporánea y la ciencia en Cuba pueden hacer a la cultura y la identidad culturalen general.

Participantes:

Mayra Espina. Socióloga. Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas(CIPS). Miembro del Consejo Editorial de Temas.Ismael Clark. Médico. Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba.Raimundo Franco. Físico. Director de Informática del Ministerio de Turismo.Sergio Jorge Pastrana. Historiador. Secretario de Relaciones Exteriores de laAcademia de Ciencias de Cuba.Lillian Álvarez Díaz. Física-Matemática. Directora de Ciencias del Ministerio deCiencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).

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Armando Hart Dávalos

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no. 32: 100-109, enero-marzo de 2003.

Ciencia,Ciencia,Ciencia,Ciencia,Ciencia,conciencia y crconciencia y crconciencia y crconciencia y crconciencia y creencia.eencia.eencia.eencia.eencia.

Una perspectiva martianaUna perspectiva martianaUna perspectiva martianaUna perspectiva martianaUna perspectiva martiana

En ocasión del aniversario 150 del nacimiento deJosé Martí, Temas entrevistó a Armando Hart.

Dirigente histórico de la Revolución, antiguo ministrode Educación y de Cultura, actual director de la Oficinadel Programa Martiano. Su visión sobre la historia delas ideas, el conocimiento social, la fe y la cultura delsocialismo, junto a otros problemas, ofrece untestimonio excepcional.Temas: Como político, y desde su posición al frente delPrograma Martiano, usted ha insistido mucho en la necesidadde vincular el pensamiento cubano actual con la tradiciónintelectual de los dos siglos anteriores. ¿En dónde radica eseentronque? ¿Cuál es el hilo conductor entre los filósofos del sigloXIX y los problemas de hoy?Armando Hart: He interpretado la misión que se meha encomendado de promover el pensamiento de JoséMartí destacando todo lo que se mueve en torno alcrisol de ideas del Apóstol, que abarca dos siglos dehistoria. Para hacerlo, es necesario remontarse a losorígenes de la cultura cubana, de la formación de laconciencia nacional, y llegar hasta la actualidad. Nuestrointerés ha sido demostrar que la tradición intelectual

cubana considera —como decía Luz y Caballero—que el conocimiento es uno, aunque se divida en distintasramas. Y que la ciencia no excluye; sino, al contrario,supone las manifestaciones de la conciencia social,incluidas la eticidad y la fe, según se refleja en la historiade las ideas en Cuba. En nuestros días se imponeprofundizar en esta tradición.

Luz y Caballero dijo que Félix Varela fue el hombreque nos enseñó a pensar. Podríamos agregar: Luz nosenseñó a conocer, y Martí, sobre la base de esta tradicióny de su genio, a actuar. Por último, sobre estosfundamentos, Fidel Castro nos ha enseñado, y continúaenseñándonos, a vencer. Pensar, conocer y actuar enfunción de los intereses de los pobres y de toda lahumanidad están en la raíz de la cultura decimonónicacubana. Su valor se encuentra en que es parte inseparablede la latinoamericana y caribeña, representada en SimónBolívar y los próceres y pensadores de la «América delos trabajadores», como la caracterizó el Apóstol cubano,quien también la denominó «nuestra América», paradiferenciarla de la otra, la que no es nuestra. Se trata,pues, de la vocación de universalidad caracterizada por

Armando Hart DávalosArmando Hart DávalosArmando Hart DávalosArmando Hart DávalosArmando Hart Dávalos

Director de la Oficina del Programa Martiano.

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Ciencia, conciencia y creencia. Una perspectiva martiana

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El Libertador en lo que llamó «nuestro pequeño génerohumano».

En la tradición cubana y latinoamericana podemosencontrar los antecedentes de las ideas políticas y delpensamiento social cubano que, más tarde, en el siglo XX,se articularon con la cultura europea de Marx y Engelspara insertarse en nuestra identidad a partir de lainterpretación original, como siempre lo ha hechoAmérica Latina con lo que ha llegado del exterior. Poresto insistimos en que el ideal socialista en Cuba seorienta por la interpretación de Mella, Martínez Villena,el Che y Fidel. Asumimos la historia del socialismo enel siglo XX a partir de una visión crítica y apoyándonosen una vieja institución del Derecho romano que preveíala aceptación de herencias a beneficio de inventario.De esta manera no tenía que cargarse con las deudas.

Investigar, estudiar y promover los vínculos que unena todos estos componentes espirituales —piezasmaestras de la tradición intelectual de la historiaoccidental— sobre el fundamento de una síntesisuniversal de ciencia y conciencia. Ello constituye unanecesidad objetiva para salvar la civilización occidentaldel caos creciente.

Está a la vista la fractura de las bases éticas, políticasy jurídicas de las sociedades más desarrolladas deOccidente, y en especial la norteamericana actual, queconstituye, como se sabe, el poder hegemónico delcapitalismo mundial. Puedo poner muchos ejemplos,pero no es necesario, están bien a la vista.

Por estas razones, y en cuanto a Cuba y sus tareaseducativas, científicas y sociales inmediatas, se imponeel fortalecimiento jurídico y cultural sobre la base de lahistoria nacional, latinoamericana y universal; es necesariohacerlo con independencia de los procesos intelectualesacaecidos en otras zonas del mundo. Luego se podríanhacer las debidas comparaciones. De esta manera,estaríamos actuando en la forma en que expresamentenos aconsejó Carlos Marx.

No permitimos, como subrayó Fidel en La historiame absolverá, que Martí muriera en el año de su centenario.Y hoy, al cumplirse en este año 2003 el 150 aniversariode su natalicio, Cuba, América y el mundo necesitan sumensaje enriquecido con la Revolución que se inició enel Moncada. Los gravísimos problemas descritos ydenunciados por José Martí en su tiempo han adquiridoun nuevo significado y un carácter más peligroso. Seestá llegando a extremos que solo pueden enfrentarsecon la mejor y más valiosa historia científica y espiritualde nuestra América.

Para avanzar hacia una escala superior de esta cultura,es preciso estudiar métodos de investigación que tomenen consideración la realidad, y promover la accióntransformadora a favor de la justicia. Propongo adoptar

como punto de referencia la cultura gestada en el paísen la primera mitad del siglo XIX.

Si tomamos una categoría extraída de las cienciasnaturales y la aplicamos a la historia de las ideas,podríamos observar que en las décadas forjadoras dela conciencia nacional la cultura occidental produjo enCuba una singularidad. Es necesario estudiarla paraconocer los retos que tenemos en el siglo XXI.Temas: ¿Cómo se proyecta el componente de la fe, de los valoresreligiosos, en esta acumulación cívica y cultural? ¿En qué medidase desarrollaron en paralelo con el pensamiento científico y político?Armando Hart: Esta cultura viene definida por el hechode que en el magisterio de Varela y en el de su discípulo,José de la Luz y Caballero, no se trazó antagonismoentre ciencia y ética. Ni tampoco entre ciencia y fe enDios. En Luz y en todo el abanico de las ideas de nuestraIlustración decimonónica —1790-1868— constituye unvalor especial haber asumido con lealtad insuperablelos principios culturales del cristianismo; es decir, lasaspiraciones de redención del hombre en la tierra y, a lavez, las ideas científicas y filosóficas más avanzadas dela modernidad europea de su época. En este sentido,se situaron por encima de la Europa de la primeramitad del siglo XIX.

Había que luchar por la independencia del país y laabolición de la esclavitud para formar la nación; deotra forma no se lograba. Estas exigencias económico-sociales les brindaron una dimensión y alcanceuniversales a las ideas redentoras cubanas. Hombrescomo el Obispo Espada, José Agustín Caballero, FélixVarela y el propio Luz le abrieron, desde la ética cristiana,caminos revolucionarios al pensamiento científicocubano y, en especial, a la política revolucionaria. Noes fácil encontrar otro país que, desde la ética cristiana,haya abierto un camino válido para creyentes y nocreyentes, y cuyo diseño quedó fijado en el sello forjadorde la nación. Creo, incluso, que los religiosos debieranpensar en esto.

De esta forma, los patriotas ilustrados, surgidos delas aulas del Maestro, pasaron a integrar una profundaidentidad de ideas y acciones generosas para con losesclavos, los campesinos y los trabajadores explotados,que se sembraron en el alma de la patria. Esta alianzacomenzó a materializarse cinco años después de lamuerte de José de la Luz y Caballero, es decir, el 10 deoctubre de 1868. Su pensamiento pedagógico y éticose enraizó en los jóvenes estudiosos, y contribuyó deesta manera a la forja de la nación cubana, la cual alcanzó,desde su propio alumbramiento, una cultura política ysocial situada en la avanzada de la Edad Moderna.Porque en Cuba se asumió la cultura occidental enfunción de los intereses de la población trabajadora yexplotada no solo del país, sino del mundo. Recuérdese

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que Martí echó su suerte no solo con los pobres deCuba, sino de todo el orbe.

Es preciso que educadores, científicos sociales, ycientíficos en general, estudien con renovado espíritucrítico el proceso de desarrollo de la educación, desdeaquellos años forjadores hasta nuestros días. Podríamosprofundizar en este pensamiento, teniendo como puntode referencia la polémica filosófica de finales de ladécada de 1830, en la que Luz y Caballero desempeñael papel fundamental. Se ha reeditado esta obra. Resultade gran importancia que todos los interesados en estascuestiones, especialmente los jóvenes, puedan conocerde primera mano estos textos. Sin su conocimiento yestudio no puede haber filosofía en Cuba. Es más, nopuede haber filosofía en nuestro país, desde el puntode vista del materialismo histórico, sin estudiar esa obra.

En el grupo de ilustrados cubanos que se reuníanen La Habana y otras ciudades de aquella sociedadcolonial y esclavista, la idea de Dios estaba en laconciencia individual, y la asumieron a partir dereconocerla en el amor al prójimo y a la humanidad,como la idea del bien y de la justicia, la quecaracterizaban como «el sol del mundo moral». Poresta vía, creyentes y no creyentes podían asumir unacultura ética nacional y hacer una alianza deinsospechado alcance. Esto fue lo que permitió a FidelCastro decir, a principios de la Revolución: «Quientraiciona al pobre, traiciona a Cristo».

Colocaron la existencia de un Dios como cuestiónde fe personal y como causa final y origen de la vida,que nace, crece y se desarrolla en la espiritualidad decada individuo. Lo que solemos llamar «divinidad»se hallaba, pues, presente en su psicología particulare individual. Y aquello que llamamos «el reino de estemundo» —para emplear una expresión de Carpentier—debía estudiarse, describirse y ayudar a transformarloa favor de la justicia, sobre el fundamento de laobservación, la ciencia y la abstracción, de modo queeste proceso permitiera encontrar relaciones con otrasobservaciones y realidades. Comenzaba Luz por laobservación; por la enseñanza de la física, y a partir deahí llegaba a conclusiones por medio de la abstracción,y estas últimas tenían siempre un carácter provisional.El principio cartesiano «duda de todo» estaba en elcentro de su pedagogía. Sobre la base del más rigurosopensamiento científico, y partiendo de los hechos realesy concretos y de la abstracción encaminada a establecersus relaciones con otros hechos, se intentaba descubrirposibilidades de promover y orientar la conducta delhombre para, en el ejercicio de su libertad creadora,forjar la cultura. La comprobación o confirmacióndefinitiva estaba, para el Maestro, en los resultadosalcanzados; es decir, en lo que se observa a través de lapráctica humana; en este caso considerando la educación

como práctica sensible, con potencialidades presentesen la naturaleza humana.

Situar como aspecto central de su concepciónfilosófica la práctica de enseñar y mejorar al hombreestá a tono con las más rigurosas concepciones científicasde nuestras ideas filosóficas. Nada del «Reino de esteMundo» estaba para los maestros cubanos fuera de lanaturaleza, la que era sometida al más riguroso examenpor el pensamiento científico y filosófico. En la primeramitad del siglo XIX, esto llevó a la cultura filosófica—subrayo filosófica— del país a una escala espiritualsuperior a la de Europa y los Estados Unidos de esaépoca.

Con la formación de las ideas filosóficas que hoytenemos, a las que no renuncio porque constituyen piezasmaestras de la cultura universal —me refiero a Marxy Engels—, puedo afirmar lo siguiente: resultaimpresionante lo que estos intelectuales cubanosdebatían, el espíritu que los animaba y las verdades aque arribaron a fines de los años 30 y principios delos 40 del siglo XIX. Se colocaron en la cumbre delpensamiento filosófico universal de su tiempo.

Ellos sembraron las semillas de la unión estrechalograda en el Grito de independencia de La Demajaguay en la primera Constitución de la República, enGuáimaro, entre el pensamiento más avanzado delmundo de entonces y el combate para poner fin a latragedia de la esclavitud y de la dominación colonial.Esta comunión de ideas y sentimientos estaba y está enla existencia misma de la nación. En la transformaciónradical que se proponían, la educación y la cultura eranaspectos básicos para el cambio histórico. Las situabancomo epicentro del ideario cubano. Lo hacían, no enel terreno de las especulaciones metafísicas o desupuestas influencias ajenas a la naturaleza, sino comocategoría de lo que se ha llamado «superestructura».Las colocaron así, como temas centrales de la práctica,ahí está la riqueza de su pedagogía y de su valor político,piedras angulares de la cultura cubana.

Es interesante observar que hombres tanrepresentativos de la cultura nacional, como EnriqueJosé Varona —de amplia formación científica yposiciones bien distintas a las de las autoridadeseclesiásticas que acabaron imponiéndose en la historiade la Iglesia de Cuba—, calificado como positivistasegún conceptos europeos, resultó ser un admiradorno solo de Martí, sino del sacerdote Félix Varela y delmaestro Luz y Caballero, que también era católico.

La mejor tradición cristiana de la primera mitad delsiglo XIX fue asumida por la cultura cubana desde unafundamentación científica rigurosa. Estos religiosos, alcolocar la cuestión de la creencia en Dios como unafacultad de cada hombre en particular y al situar lo queel teólogo de la liberación, Frey Betto, llama «la obra

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del artista» en el terreno específicamente humano ycientífico, le abrieron caminos insospechados alpensamiento cubano. Esto es realmente excepcional.Como se sabe, las ideas de Luz en los finales de su vidageneraron contradicciones con la alta jerarquíaeclesiástica, que se distanció del pensamiento de Varelay se puso radicalmente del lado del sistema colonial.Hay que tener muy en cuenta que los restos del PadreVarela están en una universidad que no era precisamentereligiosa, y que incluso tenía choques de criterios con laalta jerarquía eclesiástica.

A pesar de esas contradicciones, el pensar cubanono se colocó, por cultura enraizada, por tradiciónheredada, en antagonismo con las creencias religiosasque, como postularon los Maestros, pertenecían alámbito de la conciencia individual. Se asumieron en elterreno de la historia real, de la vida concreta, losprincipios éticos, morales y espirituales que nos veníande la mejor tradición del hombre que murió en la cruz.«En la cruz murió el hombre en un día: pero se ha deaprender a morir en la cruz todos los días», dijo elApóstol.

Temas: ¿Y Martí?Armando Hart: La sensibilidad cristiana en suexpresión cubana se observa en su forma más elevaday consecuente en José Martí. El ideal cultural y dedignidad humana, y su vocación de universalidad estánen relación con el sentimiento ecuménico de Varela yde Luz. Estas lecciones de Luz deben valer paracreyentes y no creyentes. Ello le brindó al pensamientocubano un rechazo a toda visión dogmática. Estacultura viene de hombres como el Obispo Espada; deVarela, ya mencionado, entre cuyos discípulos estabanJosé Antonio Saco, uno de los sociólogos y economistasmás importantes en el Nuevo mundo; de José MaríaHeredia, el poeta de la oda «Al Niágara»; de Domingodel Monte, promotor cultural, ensayista eminente; delcientífico Felipe Poey, entre otros, y, desde luego, delpropio Luz.

En Martí esto se elevó a más alta escala cuandopresentó las ideas de estudio-trabajo y expuso susconcepciones en torno a lo que llamó la ciencia delespíritu y los hechos espirituales. Recomiendo leer loque dijo sobre esto, así como sus ideas en relación con

el equilibrio entre los hombres y las naciones. Estoúltimo es un aporte de trascendencia universal. Que nose le entienda todavía en la forma que corresponde, esalgo que debemos tratar de resolver quienes tenemosun compromiso de honor con su legado.Temas: ¿Cómo entran el marxismo y la herencia intelectualde Occidente en esa lógica con que usted está concatenando elpensamiento cubano?Armando Hart: Si comparamos la cultura de lostiempos de Varela y de Luz con las ideas políticas ysociales europeas de la época posterior a 1815, cuandola derrota de Napoleón en Waterloo y la instauraciónde la Santa Alianza —es decir, desde la primera grancrisis de la modernidad hasta los movimientosdemocráticos y populares de la década de 1840cuando emergió con fuerza el pensamiento socialista—,encontramos que en la Cuba colonial y esclavista enese tiempo (1815-1845) surgió, por oposición a tantooprobio, una sabiduría filosófica y política másrigurosa que la de Europa en ese mismo período.Ello fue posible precisamente porque superó laherencia reaccionaria de determinadas corrientes dela escolástica, que nos representamos en la Inquisición,y porque se situó del lado de los pobres. En fin, la culturade Varela, de Luz y Caballero y de la intelectualidadcubana forjadora en nuestro país de la modernidadeuropea, estuvo asentada en el pensamiento científicomás riguroso e inspirada en una espiritualidad de raíceséticas y culturales cristianas.

Desde un punto de vista histórico universal, lacultura representada en los fundadores delpensamiento cubano, ubicados entre 1790 y 1868, sedesarrolló paralela a los tiempos anteriores a que enEuropa se elaboraran el pensamiento y la filosofíadel socialismo. Marx se enfrentó a la cultura europea,que era una consecuencia de la larga evoluciónintelectual y científica del Viejo continente y la sometióa una crítica rigurosa. Pues bien: esa cultura objeto deanálisis por Marx y Engels tenía diferencias sustancialescon la de Varela y Luz. Marx hace un enfrentamientocon la cultura en Europa; la de Varela y Luz teníatambién sustanciales diferencias con ella. Cuando Luzseñala que «todas las escuelas y ninguna escuela, he ahíla escuela», estaba haciendo rechazo a todas las escuelasque Marx criticó de manera radical con posterioridad.

El pensar cubano no se colocó, por cultura enraizada, portradición heredada, en antagonismo con las creenciasreligiosas que, como postularon los Maestros, pertenecían alámbito de la conciencia individual.

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Marx dijo alguna vez: «hay que educar a loseducadores». En Cuba no había que educarlos. Elloseducaron a hombres que se convirtieron enrevolucionarios. Las categorías del Prometeo de Tréverisno pueden aplicarse mecánicamente a la interpretacióndel proceso cubano de los tiempos de aquellos insignesmaestros. Digo esto porque, como se sabe, algunos hanexpresado que Luz pertenecía a la burguesía nacional.Estas categorías no pueden aplicarse a nuestra historia.El propio Marx dejó constancia de su oposición a todatraspolación mecánica de sus conclusiones sobre elproceso histórico en Europa occidental, rechazando laidea de una teoría general de la filosofía de la historia.Fueron precisamente Engels y Lenin quienes aportaronla interpretación válida acerca de los genialesdescubrimientos del sabio alemán, cuando ladefinieron, respectivamente, como «un métodocientífico de investigación» —Engels— y como una«guía para la acción» —Lenin. Hay que asociar lasconclusiones de Marx sobre la historia europea yuniversal, hasta su época, con su espacio geográfico;es decir, el Viejo continente, y con su tiempo histórico.Espacio y tiempo diferentes exigen enfoques tambiéndistintos, y hoy estamos en América Latina, en losalbores del siglo XXI.

Por esto, solo comparando la época y el procesohistórico europeo, estudiado por Marx y Engels, conel cubano del siglo XIX, y extrayendo despuésconclusiones, podremos ser consecuentes con susenseñanzas en nuestro país. Para defender los interesesde los trabajores y explotados de Cuba y el mundo,hay que desterrar de nuestras mentes todo vestigio deinterpretación de sus ideas como una teoría general dela filosofía de la historia, válida para todos los tiemposy lugares. Esto —lo diría el propio Marx— es «hacerleun escarnio a sus ideas». Descubrir un método deinvestigación y una guía para el trabajo político, social yeconómico es un aporte genial. ¿Por qué darle otrainterpretación a lo que ya tiene un valor enorme en símismo? Salvando, desde luego, las enormes diferencias,cuando alguien me preguntó por qué yo insistía tantoen Marx, dije: porque inventó las tablas de sumar, restar,multiplicar y dividir en las ciencias sociales y económicas.Y se me podría decir: no basta con las tablas, tambiénse desarrolló toda la matemática hasta el álgebra superiory hasta la física cuántica. Pero sumar, restar, multiplicary dividir ya es un invento grande, sin el cual no existiríala ciencia moderna.

Al estudiar con visión actual, y partiendo de laformación científica y filosófica que hemos recibidodel materialismo histórico, hay puntos en Luz yCaballero que mueven a la más consecuente reflexiónfilosófica. En su obra Las ideas y la filosofía en Cuba, textoimprescindible para quienes se interesen en la historia

del pensamiento cubano, Medardo Vitier, padre deCintio, destaca como una de las claves de la concepciónde Luz que «el criterio sobre la verdad no radicaobjetivamente en el mundo exterior, no radicasubjetivamente en nosotros; surge, se organiza comouna congruencia entre lo objetivo y lo subjetivo». Seríade interés examinar esta conclusión. Hagámoslo a laluz del pensamiento de Marx en las Tesis sobre Feuerbach.Dicen Marx y Engels en la primera de ellas:

El defecto fundamental de todo el materialismo anterior—incluido Feuerbach— es que solo concibe las cosas, larealidad, la sensorialidad, bajo la forma de objeto o decontemplación, pero no como actividad sensorial humana,no como práctica, no de un modo subjetivo. De aquí queel lado activo fuese desarrollado por el idealismo, poroposición al materialismo, pero solo de un modo abstracto,ya que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividadreal, sensorial, como tal.

Es decir, conciben como defecto fundamental delmaterialismo anterior el no tener en cuenta al sujeto, alo subjetivo, a la sensorialidad como práctica humana.¡Cuántas polémicas tuvieron lugar desde los años 60,cuando el Che y Fidel destacaron el valor de lo subjetivo,y el papel del hombre en los procesos históricos!

Hay que probar la raíz materialista y el fundamentocientífico de la facultad humana de crear vida espiritual.En realidad, está confirmado por la evidencia que «nosolo de pan vive el hombre». No lo dijo un científico,pero es una verdad científica. Es una de esas verdadessencillas que, parafraseando a Engels, podríamos decirque también permaneció oculta en la maleza ideológicade siglos. A esto se refería Engels cuando afirmó: «Lacivilización ha realizado cosas de las que distabamuchísimo de ser capaz la antigua sociedad gentilicia,pero las ha llevado a cabo poniendo en movimientolos impulsos y las pasiones más viles de los hombres, ya costa de sus mejores disposiciones». Yo diría: maestroEngels, ¿dónde están las mejores disposiciones? Yseguro me contestaría: en la naturaleza humana.

Tanto en un caso como en el otro —los impulsosmás viles y las mejores disposiciones— están en lanaturaleza humana, como un factor clave de lascondiciones y actitudes del hombre.Temas: Esas antinomias que usted ha mencionado(físico/espiritual, incentivo moral/incentivo material), ¿cómo seplantean en el contexto de la cultura revolucionaria de lasúltimas décadas?Armando Hart: Lo más importante consiste en queel pensar filosófico cubano promovió el lado activoen favor de la justicia en su forma radicalmente universaly lo hizo con métodos de investigación científica de lanaturaleza. Esto es lo que nos ha ayudado a serrevolucionarios. Dinamizarlo sobre el fundamento dela interpretación cubana del materialismo histórico está

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presente desde los tiempos del Moncada, como fuerzaesencial de la Revolución en el medio siglo concluido.Ello nos permitió enfrentar un momento decisivo dela historia cultural de lo que se llamó Occidente. Elgenio y la originalidad de Fidel Castro consistieron enllevar al terreno de los hechos estos métodos yprincipios que, en esencia, significan relacionardialécticamente las ideas del socialismo con la tradiciónética de la nación cubana.

Si hubiéramos marchado solamente por la vía delas reformas o demandas económicas, como se queríapor las llamadas «izquierdas» del siglo XX, no hubiéramosllevado a cabo una revolución profunda. Si lohubiéramos presentado solo como una cuestión ética,tampoco la hubiéramos hecho. Es la combinación deambos elementos lo que hace la Revolución. Elsentimiento ético, patriótico, el sentido heroico delMoncada, y las exigencias de igualdad y justicia social,contenidas en La Historia me absolverá, están en la médulade aquel acontecimiento. Esta articulación llegó hastanuestros días y se proyecta hacia el porvenir.

Ética y justicia social constituyen la principal necesidadideológica de Cuba, América y el mundo. El sistemaburgués imperialista divorcia estas categorías y las sitúaen planos antagónicos. La síntesis entre lo ético y losocial tiene fundamentos en la filosofía cubana, es laclave central de ella. Luz y Caballero, desde su arraigadacreencia cristiana, llegó a señalar que la relación entrela moral y el cuerpo humano era mucho más estrechade lo que habitualmente se creía.

Llevó esto al terreno de la filosofía, es decir, a losprincipios que orientan los métodos de investigación.Así, critica a los que sugieren la existencia de dos tiposde investigaciones contradictorias, es decir:

Dos clases de observación, la externa e interna [...] Nosiendo ella en realidad más que la misma función, oraaplicada al conocimiento de los objetos exteriores, ora a losfenómenos internos; por lo cual la razón de su objeto,pero no de su principio, podrá clasificarse la observacióncomo interna y externa; modo de clasificar que no es de lomás claro ni científico, y por lo mismo tanto más tachableen este género de investigaciones, [las sociales] en que másque ningunas otras debe hermanar el precepto con elejemplo en materia de precisión.

En el sistema occidental las llamadas ciencias delhombre ni tenían ni tienen posibilidad de encontrar losfundamentos objetivos de la naturaleza humana,precisamente porque divorciaron radicalmente estosdos planos de la vida: el externo y el interno. Subrayo,con inmenso respeto a todas las creencias, que el pecadooriginal de la historia de las ideas de Occidente fuedivorciar lo que denominaron materia y lo que llamaronespíritu. En verdad, se trata de una relación dialéctica.¿No es esto acaso lo que refleja el concepto de unidad

material del mundo o, para decirlo con palabras deMartí, la unidad de la naturaleza?

Resulta muy esclarecedor, lo expuesto por José dela Luz en el siguiente párrafo: «Hasta que no sea aplicadoa las ciencias morales el método edificante y creadorde las naturales, no nos hemos puesto en camino deresolver los más importantes problemas de laorganización social». ¿Ven ustedes la inconsistencia quetienen —no ya dicho por un marxista, sino por Joséde la Luz y Caballero—, las tendencias a ladesideologización y fragmentación de la ciencia?También Luz afirmó: «La ciencia es una; dividimospara entender».

Hagamos ahora mención a una valoración de lacultura cubana, de fines del siglo XIX, desde el punto devista del pensamiento conservador español. MarcelinoMenéndez y Pelayo, enemigo de la independencia deCuba y de los pueblos de América, católico reaccionario,fue, se sabe, un erudito. Señaló en 1893:

Cuba, en poco más de ochenta años ha producido, a lasombra de la bandera de la Madre patria, una literatura igual,cuando menos, en calidad y cantidad, que cualquiera de losgrandes Estados americanos independientes, y una culturacientífica y filosófica que todavía no ha amanecido en ellos.

Paradójicamente, esta media verdad se esgrime enfavor de la dominación colonial española, a la cual leatribuye la enorme riqueza intelectual, científica yfilosófica del pensamiento cubano de esa centuria. Seaprecia cómo, con una elevada información y cultura,se llega a conclusiones erróneas, por ignorar la influenciaque ejercieron los hechos capitales del siglo XIX en lagestación y consolidación del ideal nacional cubano.Debemos considerar que Menéndez y Pelayo no debióconocer la cultura de Martí ni, incluso, la de losindepentistas. Debió basarse para estas afirmacionesen la de reformistas y autonomistas, entre otros. Sinembargo, en Cuba se llegó, en el siglo XIX, a la más altaescala del saber, que nos representamos en el Apóstol.Con métodos propios del materialismo histórico y laexperiencia de dos siglos de historia, podemos estudiarlos factores decisivos que en el siglo XIX cubano y lahistoria de Occidente sirvieron de condicionamientoeconómico-social al pensamiento cubano.

En Cuba creció y se fortaleció la utopía universaldel hombre sobre fundamentos económicos y sociales,por haber vivido, de forma original, procesos clavesde la historia de Occidente en estos dos últimos siglos,entre ellos:! La necesidad de liquidar el sistema colonial europeo

en América (siglo XIX).! El desarrollo y expansión de los Estados Unidos, a

lo largo de aquella centuria, que sentó las bases delimperialismo moderno (siglo XIX).

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! El crecimiento acelerado de la población esclava deorigen africano y de trabajadores blancos traídosde España y de otras latitudes, que conformó, comoconjunto, una composición social y de masas quesufrían la doble explotación nacional y social(siglos XIX y XX).

! Por último, en Cuba se estableció, a inicios del sigloXX, el primer ensayo neocolonial del imperialismo.La república que emergió tras la ocupaciónnorteamericana frustró toda posibilidad de que sedesarrollara un capitalismo portador del idealnacional cubano.Sobre estas bases económicas, sociales y políticas,

hicieron síntesis y se materializaron, en la Revolucióncubana, los ideales más progresistas de los siglos XIX YXX de Occidente. De esta forma, en el crisol de nuestrasluchas por la independencia y por afianzar nuestraidentidad como nación, estuvieron presentes lossiguientes elementos:! El inmenso saber de la modernidad europea, tal

como lo habían interpretado creativamente losmaestros forjadores, representados por Varela y Luzy Caballero.

! La más pura tradición ética de raíces cristianas que,como he dicho, en Cuba no se asumió enantagonismo con las ciencias.

! La influencia desprejuiciada de las ideas de lamasonería, en su sentido de universalidad ysolidaridad humanas, que estuvo presente en la forjade la epopeya del 68 y en especial en las ideas denuestros padres fundadores.

! La cultura de raíz inmediatamente popular,simbolizada en el pensamiento y sentimiento de lafamilia de los Maceo y especialmente del Titán deBronce. La caracterizamos como la forma y elsentido con que la población de origen africano delCaribe asumió las ideas de la modernidad.

! La tradición bolivariana y latinoamericana que Martíenriqueció con su vida en México, Centroamérica yVenezuela, de donde partió hacia Nueva York en 1881y proclamó: «De América soy hijo: a ella me debo».

! Las ideas y sentimientos antimperialistas surgidosdesde las entrañas mismas del imperio yanqui. Lapresencia del Apóstol durante casi quince años enlos Estados Unidos, la tercera parte de su vida,completó su inmenso saber y sintetizó el pensamiento

político, social y filosófico desde la óptica de losintereses latinoamericanos, y fue una contribucióndecisiva a la conformación del pensamiento cubano.Martí se consideró siempre discípulo de Bolívar.

! El pensamiento de Marx, Engels y Lenin, tal comolo interpretaron Julio Antonio Mella, Rubén MartínezVillena, Ernesto Guevara y Fidel Castro.

Temas: ¿Hasta qué punto el socialismo como cultura ha podidorecoger esa continuidad histórica anterior, y ha sido capaz deextraer de ella todas sus lecciones, tanto para Cuba como paraOccidente?Armando Hart: Debemos asumir la historia de lapráctica socialista en el siglo xx, sobre la base desometerla a una rigurosa crítica. Hoy debemos aceptarla herencia socialista de la centuria recién concluida abeneficio de inventario, como ya señalamos.

Para este alto propósito es necesario tomarconciencia —y extraer consecuencias prácticas— de queel factor humano, y por tanto el socio-cultural, es fuerzadecisiva de la historia. Que las condiciones materiales yeconómicas sean, en última instancia, las que determinansu curso no debe significar negar que los hombres consus emociones, su inteligencia y sus acciones, son losprotagonistas. Son ellos quienes la llevan hacia adelantey también, en ocasiones, quienes destruyen lasposibilidades de progreso. Para no hablar de progresoen sentido abstracto, o ajeno a las realidades concretas,tenemos que formular principios éticos y aplicarlos. Elprogreso material y espiritual exige, en primerísimolugar, de un programa moral para el enfrentamiento alimperialismo a escala internacional. Mientras esto no seentienda o no encontremos los caminos adecuados paraestos propósitos, no podremos soñar con salvar a lahumanidad de un posible holocausto.

Si deseamos buscar una fundamentación de estasideas en la historia de las ideas científicas de Europa,que sirva de antecedente a nuestras ideas filosóficas dehoy, sigamos el camino que nos enseñó José CarlosMariátegui.

Tres sabios de la ciencia europea hicieron los másimportantes descubrimientos de repercusionesfilosóficas, y la cultura espiritual de Europa no pudoextraer de ellos las conclusiones correspondientes. Merefiero a Darwin, Marx y Freud. Sin embargo, elperuano José Carlos Mariátegui, desde Indoamérica,entendió el alcance filosófico y espiritual de estos tres

El pensar filosófico cubano promovió el lado activo en favorde la justicia en su forma radicalmente universal y lo hizocon métodos de investigación científica de la naturaleza.

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genios y realizó un análisis muy esclarecedor de lasignificación de cada uno de ellos. Decía que serechazaban estos tres pilares del pensamiento occidentalpor razones psicológicas, dado que el hombre se negabaa reconocer la naturaleza de sus orígenes y evolución.Los descubrimientos de Freud —la importancia delsexo—, de Darwin —la teoría de la evolución—ampliarían la percepción de la conciencia y subconcienciahumanas. Sin embargo, lo grande del hombre —decíaMariátegui— estaba en haberse elevado de esos orígenesa la más alta condición dentro de la historia natural ysocial. El reto consiste, precisamente, en la necesidadde continuar ese ascenso.

Enfoquemos la cuestión a partir de lo que Freudcaracterizó como principio de actuación y principio dela realidad a la que se debe atener la conducta personal.La realidad exterior a nosotros, que es a la que Freudse refiere, abarca a los otros hombres, es decir, a lahumanidad de la que formamos parte. Ella tambiénactúa sobre las necesidades determinadas por lo que elcientífico austríaco llamó «principio de actuación». Esparte esencial de la realidad a que se refería Freud.Porque la humanidad está situada en un mundo exterioral de cada uno de nosotros. Este es un problema clavepara entender los nexos entre el pensamientopsicológico y el pensamiento social y económico másavanzado de la humanidad moderna. Situemos en esteplano el tema de lo subjetivo como realidad exterior acada hombre porque es la de los demás, y con la que,necesariamente, nos vinculamos de una forma u otra.Es la porción más inmediata de la realidad exterior anosotros con la cual nos relacionamos.

Analícese lo anterior a la luz de las formulacionesde Marx y Engels en la primera crítica a Feuerbach, a laque ya hice referencia, cuando señaló que no había tenidoen cuenta el factor subjetivo y la práctica de latransformación de la realidad. Asumamos a escala socialel principio de actuación y vinculémoslo con el de larealidad que nos viene de los millones de seres humanos,y estaremos aplicando el postulado martiano de que el«secreto de lo humano está en la facultad de asociarse».Aquí anda entonces, de por medio, la relación entre loque se llamó subjetivo y lo que se denominó objetivo.La humanidad y su inmensa carga de subjetividad esuna realidad exterior a cada uno de nosotros.

Las aspiraciones socialistas se plantearon sobre labase de las reclamaciones de mejoras y transformacioneseconómicas. Es necesario extraer conclusiones sobrelo que significa la expresión «en última instancia» y hallarlas más diversas formas que van desde la primera hastala final. Desde luego, las necesidades económicas sehallan siempre presentes, pero ellas operan a través dela conducta individual y social de millones de sereshumanos motivados por móviles económicos, es decir,

las de carácter espiritual, dándole a esta palabra no unasignificación transcendente fuera de la naturaleza, sinocomo parte misma de esta, porque el hombre es unelemento esencial de la naturaleza y, por tanto, de larealidad objetiva. La única manera de concretar estevinculo entre lo subjetivo y lo objetivo en el ordenpolítico es lo que hemos dicho: la denuncia a lainmoralidad y a la corrupción. Esta es la base de cualquierprograma político en las coyunturas del mundo actual.

Se comprende que un análisis científico debe iracompañado del progreso alcanzado por las cienciaspsicológicas y culturales. Fue nada menos que el propioSigmund Freud quien señaló que la categoría primerade la cultura era la justicia, incluso lo destacó con unanálisis antropológico. Léase El malestar en la cultura y sehallará, paradójicamente, una explicación que está deacuerdo con el materialismo de Marx. Se confirma lajusticia como raíz antropológica de toda aspiracióncultural y a la cultura como lo que define y decide lacondición humana.

Una lectura marxista de estas páginas de Freud nospermite entender los orígenes antropológicos de lalucha de clases. Todos podríamos reconocer que elreclamo de superar la explotación del hombre porel hombre es el primer y fundamental interés, conscienteo inconsciente, de la inmensa mayoría de la humanidady que está en el corazón de la mejor cultura humanistade la civilización occidental. Aquellos que de una u otramanera rechazan o soslayan tan noble propósito en ungrado o en otro, están más cerca de la fiera que todosllevamos dentro —para emplear una expresión martiana.

La aspiración ética incita a la rebelión contra loinjusto, pero ella no será consecuente si no vaacompañada de la idea de cambiar la realidad injustapor una justa, es decir, que haga felices e iguales a losseres humanos. Aquí nos encontramos de nuevo con elreconocimiento de que la llamada subjetividad es algomuy real y concreto, se mueve dentro de una cultura ensus infinitas formas de expresarse. Hay en la esencia detodas ellas una noble aspiración a la emancipaciónhumana.

Engels diría: «En el modo de producción capitalistadesarrollado nadie sabe dónde acaba la honradez yempieza la estafa». Los hombres ven hoy de manerabien evidente el capitalismo salvaje del siglo XXI. Hallegado a sus extremos la corrupción, el latrocinio y elderrumbe ético de las sociedades civilizadas. Por muchasdenuncias que hagamos al imperialismo, la más efectiva,concreta y profunda es que se trata de un régimencorrompido, inmoral e injusto. Empecemosdenunciando esta situación derivada del egoísmo queeste sistema alienta.

Las crisis económicas que se presentan como realidadinconstratable a escala internacional, y en especial en

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Armando Hart Dávalos

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diversos países, van íntimamente relacionadas con eldebilitamiento moral, el latrocinio, la inmoralidad y lasmás diversas formas de perversión ética. Así ha sidosiempre en la historia. La monarquía francesa delsiglo XVIII entró en crisis por factores económico-sociales, pero de modo concreto por la degradaciónde carácter moral. Hegel decía que en el siglo XVIII habíatanta realidad en la monarquía francesa como en larevolución que esa sociedad llevaba dentro. Los queabordan el tema del realismo con superficialidad, seolvidan de las necesidades que están en el subsuelo dela realidad y en las exigencias de millones de personas,y de que estas se expresan a través de la quiebra moral.Ellos son los verdaderamente fantasiosos y ajenos a larealidad.

Cuando se le dijo a Martí que no había atmósferapara la revolución, el Apóstol dijo que no hablaba deatmósfera, sino del subsuelo, y para asumir y captaresas formas profundas de lo real en lo social no bastacon el razonamiento intelectual, aunque esto esimprescindible, sino que debe ir acompañado de lafantasía del sueño, del amor o, digámoslo en una palabra,de la poesía. Esto tiene valor científico, la fantasía y elamor dan aliento a la búsqueda de un mundo nuevo.Ahí es donde se pierden los que se atienen a identificarla realidad con lo que se halla en la superficie.

La inmensa cultura occidental racionalista y científicade los reformistas cubanos del siglo XIX no logró realizarel sueño de una patria como la que concibieron el pensary el actuar de Céspedes, Agramonte, Maceo y Martí, esdecir, la que hoy tenemos. Los independentistas,acusados de irreales, tuvieron más alto realismo históricoque los reformistas, que se presentaban con fórmulasformalmente realistas. ¿Cuál es la lección intelectual quenos dejaron los reformistas y autonomistas más ilustres?El razonamiento intelectual y científico en Cuba, aunquees indispensable, no basta. Para la cubanía completa ycabal es necesario también querer y soñar con la igualdadsocial del hombre, entendida en su alcance más universal.Ello no se logra exclusivamente con el apoyo de laciencia, aunque esta es imprescindible. Resultan necesariastambién la conciencia, la voluntad y, por tanto, el cultivode los sentimientos y emociones que tienden a lasolidaridad humana. Esto último, aunque resultainfinitamente más difícil de descubrir, poseefundamentos científicos e influencia en la historia. Heahí el papel de la educación y la cultura.

Con una visión ecuménica y de búsqueda delequilibrio en la vida social, José Martí encontró, a partirde la tradición que nos viene de Varela, el camino delrealismo consecuente con la sociedad cubana delsiglo XIX. Una conclusión esencial está en que paraalcanzar un nuevo aporte en la historia se requiere exaltarlos valores y factores de la superestructura.

Martí hablaba de la necesidad de relacionar lacapacidad intelectual del hombre y sus facultadesemocionales. Entre ellas está incluida una de las esenciasde las aspiraciones del Apóstol. Por esto hablamos delpensamiento filosófico, de un lado, sobre lo mejor ymás depurado de las ideas científicas y, del otro, lo quese ha llamado pensamiento utópico. Es decir, lasesperanzas y posibilidades de realización hacia elmañana. Ambas tendencias, necesarias para el desarrolloy la estabilidad, han venido siendo desvirtuadas ytergiversadas a lo largo de la historia por la acción delos hombres. Unas veces cayendo en el materialismovulgar y otras en el intento de situarse fuera de lanaturaleza ignorando sus potencialidades creativas.

Una filosofía que se corresponda con los interesesde los pueblos será aquella que articule uno y otro planopartiendo de la idea leninista de que la práctica es laprueba definitiva de la verdad. Y del principio martianode procurar la fórmula del amor triunfante.

En Martí, la mejor tradición cubana se asume desdeuna visión en la cual se sintetizan arte, ciencia, ética ycultura, recogida en aquella frase memorable delApóstol: «Verso: o nos condenan juntos o nos salvamoslos dos». Vale la pena hacer un estudio sobre lasrelaciones entre el pensamiento estético y el ético en elHéroe Nacional cubano.

Martí lo expresa bellamente en su poema «Yugo yestrella», con tal fuerza de universalidad que deja el almaen suspenso, y asumimos lo que objetivamente somos:piezas de una larga evolución de la historia natural ysocial. Se llega en medio de nuestra insignificanciaindividual a sentir como deber sagrado el continuarluchando por un paso de avance en la historia socialdel hombre. Lo experimentamos también en el «Cantocósmico» de Ernesto Cardenal. La esencia de este pensary sentir martiano se concreta y se ensambla en suprodigiosa percepción del arte. Aquí ética, filosofía, arte,política y ciencia se funden como una joya de nuestrahistoria cultural, muestran otros sellos de la identidadlatinoamericana, en la cual se sintetiza y renueva elpensamiento europeo.

La Revolución cubana se ubicó en los años 60 en laavanzada del movimiento revolucionario internacionalproclamando desde sus raíces latinoamericanas la necesidaddel socialismo, insistiendo en la importancia clave de losfactores morales en la historia y promoviendo, desde laizquierda, cambios que resultaban inevitables parasuperar el equilibrio bipolar, facilitar caminos a ladiversidad y la justicia universal. Hoy, a inicios del sigloXXI, nuestra patria de nuevo se sitúa en el lugar másavanzado y esclarecido del movimiento filosófico—subrayo la palabra— de la contemporaneidad; lohace colocando la cultura como genuina creación

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Ciencia, conciencia y creencia. Una perspectiva martiana

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humana en el centro de la política y las ideas. Fidel, alsituar la cultura como la máxima prioridad política, seha colocado nuevamente en la vanguardia ideológicauniversal para enfrentar los graves desafíos que tienenante sí América y el mundo.

Es necesario extraer consecuencias prácticas a estehecho fundamental. En la esencia de la identidad cubanaestán los fundamentos filosóficos, políticos y socialessin los cuales no es posible alcanzar un alto nivel decalidad y de masividad. Si encontramos las esenciasfilosóficas que sirvieron de orientación a nuestra historiapolítica, podremos asumir a plenitud el inmenso saberacumulado por el país e incluso sería decisivo paraentender la psicología individual y social del cubano.Por ahí debe comenzar el debate teórico y derivar deél sus consecuencias prácticas.

En la cultura cubana, calidad y masividad formanuna unidad dialéctica, de manera que si no se desarrollauna tampoco lo hace la otra. Si se extiende masivamentela cultura sin fundamentos cualitativos, solo se lograrápopulismo y superficialidad. Si se promueve la calidadsin tener en cuenta la masividad, se creará una supuestaélite y no se insertará la cultura en los temas claves deldesarrollo; acaba empobreciéndose. Para una ofensivamoral y específicamente política que desarrolle los dosaspectos hace falta, pues, nuestra historia espiritual, ydebe hacerse tomando en cuenta las raíces delmovimiento intelectual de Occidente y su largaevolución.

Las debilidades del sistema imperialistanorteamericano se hallan, en buena medida, en laignorancia, desinformación y el tratamiento anticulturalde esas claves. La pregunta es la siguiente: ¿es posibledominar el mundo que llaman unipolar sin una sólidacultura de base filosófica? Es el desafío que tienen antesí los hombres que vivirán bien entrado el siglo XXI y © , 2003.

aquellos que trabajamos para una vida superior en lapróxima centuria que a muchos de nosotrosindividualmente no nos será posible disfrutar, pero seráel siglo de nuestros hijos y nietos. Para este empeñodebemos tener muy presente lo expresado por JoséCarlos Mariátegui cuando señaló que toda granrevolución necesita de grandes mitos multitudinarios.

Nadie le niega a las ciencias naturales y tecnológicasel derecho a emplear símbolos para representarrealidades en espacios y tiempos, que han sido válidospara alcanzar los grandes descubrimientos científicosdel mundo actual. Sin embargo, un materialismo toscoy un socialismo superficial no fueron capaces de exaltarfilosóficamente el valor de los símbolos que las cienciassociales y humanísticas necesitaban para mostrar losplanos de las realidades históricas. Uno de esos símbolosson los mitos.

Che Guevara, que es un mito del siglo XX, representalo que quedó olvidado o al margen por las ideassocialistas de la centuria recién concluida, es decir, lanecesidad de la ética, el valor de la utopía. El Chesimboliza el sello que necesita el siglo XXI de relacionarla ciencia con la utopía, representa, a la vez, el dolor y lamiseria de millones de seres humanos. Estos grandesmitos se encarnan en hombres, y son los grandeshombres, como figuras excepcionales, los que nos sirvenpara medir y caracterizar una época.

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Ibrahim Hidalgo

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no. 32: 110-117, enero-marzo de 2003.

Ibrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo PazIbrahim Hidalgo Paz

DemocraciaDemocraciaDemocraciaDemocraciaDemocraciay participación populary participación populary participación populary participación populary participación popular

en la Ren la Ren la Ren la Ren la República martianaepública martianaepública martianaepública martianaepública martiana

Es posible referirnos actualmente a la validez de lasideas de José Martí acerca del ordenamiento

republicano de las naciones no porque él se propusieraelaborar un modelo o patrón al cual debía ajustarse larealidad cubana y latinoamericana de su época, sinoporque plasmó en múltiples obras escritas —artículos,crónicas, discursos, documentos programáticos,cartas— su concepción acerca de la etapainmediatamente posterior al logro de la independenciade su país natal del dominio colonialista español.

Son ideas esenciales que guiarían la actuación dehombres y mujeres que en la Isla y en las emigracionesradicadas en varios países se habían formado un idealde la patria libre, fundado en la tradición de la Guerrade los Diez Años (1868-1878) y en los conceptos,criterios, opiniones o vivencias adquiridos en el estudio,la lectura, los discursos y comentarios escuchados,o por el contacto directo con realidades positivas ynegativas en los países donde se vieron obligadosa vivir.

En su intensa formación como dirigente político,Martí comprendió que aquellas ideas, en su mayor partedifusas, imprecisas y a veces contradictorias, podían

encontrar cauce, si no hallaban a tiempo otra vía, en lasdos corrientes político-ideológicas que de antañopretendían ganar para sí las conciencias mayoritarias, elreformismo-autonomismo y el anexionismo. Por tanto,el independentismo no debía continuar apareciendoante el pueblo cubano solo como una opción alternativaal coloniaje hispano, sino también a cualquier otrocriterio, idea o proyecto. Era necesario ganar elsentimiento patriótico y, a la vez, el pensamiento de losmás amplios sectores de la población, incluso el dequienes no tenían hacia Cuba el amor que movía a laentrega y el sacrificio.

Debían enfrentarse las concepciones quecontradecían, sutil o abiertamente, la aspiración a la plenay absoluta independencia de la mayor de las Antillas,que concebían formas de organización económica ypolítica que solo traerían nuevas formas de dependenciay la continuación, al frente del país, de la oligarquíaexplotadora, así como la exclusión de las amplias masasnacionales. Era necesario, por tanto, elaborar unproyecto alcanzable, enraizado en el ideal y las tradicionesrepublicanas del pueblo, capaz de unir tras de sí nosolo a quienes deseaban la independencia y luchaban

Investigador. Centro de Estudios Martianos.

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Democracia y participación popular en la República martiana

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por ella, sino a todos los que concebían el sacrificiopatriótico como un modo de lograr la justicia social, laequidad, el respeto a los derechos fundamentales y a ladignidad plena del hombre.

Martí se propuso que la mayoría de la poblaciónconociera y compartiera la nueva concepciónrevolucionaria, pues: «Un pueblo, antes de ser llamadoa guerra, tiene que saber tras de qué va, y adónde va, yqué le ha de venir después».1 La convocatoria alenfrentamiento bélico debía estar precedida por unacompleja y paciente labor de convencimiento, mediantela cual se fueran anulando las dudas sobre la posibilidadde la victoria militar, a pesar de los dolorosos fracasosde las dos guerras pasadas y los otros intentosinfructuosos; se lograra además la unidad de las distintastendencias dentro del movimiento patriótico;coincidieran los elementos fundamentales queconformaban la nacionalidad cubana; y, en fin, segeneralizara el convencimiento de la capacidad de loscubanos para el gobierno propio, sin tutelas hispanas oestadounidenses.

Doce años de persistente labor intelectual y depráctica política requirió el Maestro para que susconcepciones adquirieran el apoyo indispensable de lossectores claves de la emigración, que hicieron posiblesu ascenso al liderazgo de una nueva etapa de laorganización revolucionaria. Aun así, sus formulacionesy su persona fueron cuestionadas por diferentes gruposdentro del propio movimiento revolucionario; noobstante, la nueva guerra de liberación nacional dio iniciocuando se cumplían tres lustros de su agónico quehacerpatriótico.2

Sería absurdo suponer que la totalidad de loscomprometidos en la contienda fue motivadaexclusivamente por el ideal martiano o acató la direcciónde la agrupación fundada por este. Pero se alejaría dela verdad histórica quien intentara mermar laimportancia decisiva del Apóstol en la magna tarea deunión y organización, de preparación franca yclandestina, y de guía política e ideológica durante elperíodo de 1892 a 1895. Erraría asimismo quien negaseque el ideal de república concebido y divulgado poraquel fue una de las principales motivaciones quesustentaron el apoyo mayoritario de las emigracionescubanas y puertorriqueñas al llamado a una nueva etapade confrontación bélica. También sería arriesgado negarde plano que en la Isla se conocieran, de un modo uotro, sus ideas, y que en algunos sectores pudieron influirpositivamente. Para confirmar estas aseveraciones,sírvannos de referencia los periódicos Patria, El Yara,La Doctrina de Martí (aparecido después de su muerte),múltiples cartas enviadas al Maestro, así comotestimonios de personas con criterios y formacióncultural disímiles.3

Los postulados republicanos del Maestro lograronla unidad requerida porque respondían a los reclamosde los diferentes sectores políticos, económicos ysociales, representativos de la nacionalidad cubana y delos españoles honestos —cuyos intereses no dependíandel gobierno ibérico, y afincaban sus raíces en la realidadautóctona—, y porque aspiraba a darles solucionespropias a los problemas propios. Desde sus primerosanálisis de la realidad latinoamericana y cubana habíamantenido esta idea. En 1885 expresó: «Nuestroproblema es nuestro, y no podemos conformar sussoluciones a las de los problemas de nadie».4 Se opusoen todo momento a seguir lacayunamente las fórmulasempleadas en países europeos, de Nuestra América oen los Estados Unidos, pues concebía una forma deorganización social diferente a las que existían en suépoca, una sociedad a la que «no ha llegado aún, en lafaz toda del mundo, el género humano».5 Y previó queCuba no lograría esa victoria solo con la independencia,pues después de esta, habría otras fases de renovaciónen todas las esferas del quehacer humano.

Los aspectos que definen la concepción martianade la República nueva deben ser consideradosintegralmente, como una unidad, pues constituyen unsistema de transformaciones que traería aparejados nosolo una forma de gobierno opuesto al de la colonia,sino un orden social diferente al impuesto por el poderhispano. Ello implicaba un cambio radical en la esenciade los métodos y objetivos de la dirección estatal, quese propondría liquidar los vínculos de dependenciaeconómica, para cuyo logro se distribuirían las tierrasociosas, con el fin de ampliar la pequeña y medianapropiedad agraria, en detrimento del latifundio. Estamedida propiciaría la ampliación de los renglonesproductivos y la potenciación del mercado interno. Porotra parte, se desarrollaría la industrialización basadapreferentemente en los recursos internos, así como larecepción de inversiones extranjeras que no afectaranla soberanía nacional, todo lo cual haría posible elcomercio con los países del mundo, en condiciones deigualdad. Paralelamente, como base esencial, sedemocratizaría toda la vida política, social y culturaldel país, haciendo prevalecer la plena igualdad dederechos, a fin de propiciar el equilibrio entre las distintasclases sociales, la abolición de toda forma dediscriminación por el color o el género, y el pleno accesoa la educación y las manifestaciones de la cultura. Paraque estos cambios fueran realizables, era indispensableel establecimiento de mecanismos de participación delos ciudadanos, parte activa esencial de todo el procesode transformaciones iniciales desde el período depreparación de la contienda.6

Bien sabía Martí que república y democracia no erantérminos equivalentes. Sus experiencias en España —durante

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Ibrahim Hidalgo

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el breve período republicano de 1873 a 1874—, y enMéxico, Guatemala, Venezuela y los Estados Unidosle permitieron conocer a fondo las contradiccionesexistentes en aquellas repúblicas y la vacuidad de esteconcepto cuando tras él se ocultaba el dominio de lasoligarquías, carentes de la intención de incorporar a lasgrandes masas al disfrute de los beneficios y a labúsqueda de soluciones mediante una verdaderarepresentación en el gobierno, y su participación enproyectos favorables a la nación, no como simplesejecutores de otros, que les eran ajenos.

Para evitar este riesgo era necesario «procurar desdela raíz salvar a Cuba de los peligros de la autoridadpersonal y de las disensiones en que, por la falta de laintervención popular y de los hábitos democráticos ensu organización, cayeron las primeras repúblicasamericanas».7

Para ello, no bastaría la liquidación del podercolonial, sino aplicar «la política popular en que seacomoden por el mutuo reconocimiento, las entidadesque el puntillo o el interés pudiera traer a choque»,8pues en el país, revuelto por la guerra triunfante, debíalevantarse «un pueblo real y de métodos nuevos, dondela vida emancipada, sin amenazar derecho alguno, goceen paz de todos».9 Las fuerzas de la patria debíanagruparse bajo métodos democráticos que hicieranviable la acción común.10

El fundamento de la vida republicana es el derechoigual para todos, y cuya base la constituye elcumplimiento del deber, no la mayor o menor cantidadde riqueza material.11 Lo contrario viabilizaría elestablecimiento de una nación de privilegios para losadinerados, y ni hacia estos ni hacia los desposeídosdebería inclinarse a ultranza la justicia, lo que negaría elequilibrio social. No se ofrecía «el beneficio del paíspara una casta de cubanos, ricos soberbios o pobrescodiciosos, sino la defensa ardiente, hasta la hora demorir, del derecho igual de todos los cubanos, ricos opobres, a la opinión franca y al respeto pleno en losasuntos de su tierra».12

La garantía de la unidad nacional para elenfrentamiento a los retos que la especial situación deCuba presentaba al movimiento revolucionario sehallaba precisamente en el ordenamiento político,económico y social, basado en el pleno respeto a lasleyes que el país se diera, elaboradas por un gobiernoen el que todas las fuerzas sociales tuvieran una equitativarepresentación, como aparece esbozado en anotacionesdel Maestro: «Ha de tenderse a una forma de gobiernoen que estén representadas todas las diversidades deopinión del país, en la misma relación en que están susvotos».13 La minoría tendría también representantes,como portadora de criterios, aunque no adoptaría

necesariamente la actitud de obligada oposición, sinode consejera amiga.

Una dirección política así estructurada y elegidaactuaría, sin dudas, al servicio de los interesesmayoritarios de la nación, y las disposiciones legalesque de ella emanaran favorecerían el desarrollo eindependencia del país. No era este un propósito quealcanzaría éxito sin enfrentar a quienes deseabancontinuar en el ejercicio del «señorío vejatorio»; peroMartí había advertido que el pueblo está hecho «delacomodo, que acapara, y de la justicia, que se rebela»,14

de las opiniones y derechos de todos sus hijos, y nosolo de los de una sola parte de ellos, y que «la condiciónúnica de paz [...] es aquella en que no haya un soloderecho mermado».15

Los cubanos tenían ante sí el poder de la metrópoli,contra el cual podrían luchar y alcanzar la victoria; perocon esta no quedaría el país limpio de las lacras quecuatro siglos de dominación colonial habían entronizadoen las costumbres y en las conciencias de la mayoría. El«empedernido espíritu colonial, que quedará hoceandoen las raíces mismas de la república» era un peligro real,que podría conducir al debilitamiento interno y, portanto, hacer vulnerable la nación ante los avasalladoresapetitos del vecino norteño. Es por ello que Martíexpresa, radicalmente: «A quien merme un derecho,córtesele la mano».16

El empeño común que nucleaba a las grandes masasde las emigraciones y de la Isla era la libertad de lapatria; pero esta sería nula si al día siguiente del triunforevolucionario se establecía una nueva forma dedominio despótico. En la base constitutiva de la Repúblicanueva se halla el respeto al individuo: «Su derecho dehombres es lo que buscan los cubanos en suindependencia; y la independencia se ha de buscar conalma entera de hombre».17 En el ideal martiano, elmejoramiento humano, la potenciación de lo mejor delciudadano, solo puede alcanzarse mediante «el plenogoce individual de los derechos legítimos del hombre»,18

con lo cual se fortalecería la nación frente a quienessolo aspiraban a sustituir a los mandatarios hispanos, acontinuar la mala tradición de despreciar las necesidadesy opiniones de las mayorías y a generalizar ladesconfianza paralizante desde posiciones autocráticasy dogmáticas.

El riguroso respeto a los principios enunciadosgarantizaría el equilibrio social indispensable para laprosperidad general, imposible de lograr sin unaadecuada distribución de la riqueza social. Con eladvenimiento de la libertad racional —en la que elhombre encontraría un equilibrio armónico entre susnecesidades materiales y espirituales y el modo desatisfacerlas— quedaría establecido «un sistemaequitativo de distribución de los productos del trabajo»,

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Democracia y participación popular en la República martiana

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satisfaciendo de ese modo las aspiraciones a la igualdadsocial «sin llegar a nivelaciones ilusorias e injustas», sinoque «pudiese el trabajador vivir con decoro y sosiego».19

No pretendía el Maestro la eliminación de lapropiedad privada sobre los medios fundamentales deproducción, sino un sistema económico en el cual «eldueño holgado toque a un poco menos, y el apuradoobrero a un poco más», donde no tuviera cabida laexplotación despiadada del país por los monopoliosforáneos, y la tierra fuera entregada a quien la hicieraproductiva.20

La defensa del derecho del ser humano a una vidadigna en lo económico es inconcebible sin su plenaparticipación en la vida política del país, sin la posibilidadreal de expresar sus opiniones en cuanto atañe a la tomade decisiones, la fiscalización y el control de la aplicación deestas, y a su actuación al respecto. No se trata solo de lamovilización de los ciudadanos durante la fase delcumplimiento de proyectos ya concebidos, sino elacceso a los espacios de discusión de estos, a fin decontribuir con sus experiencias e ideas a su elaboración.21

No esperó el Apóstol a que la independencia trajeraaparejadas todas las condiciones propicias para elmáximo despliegue participativo; desde los primerospasos organizativos de la guerra de liberación, estableciómecanismos que hicieran posible avanzar hacia talobjetivo, pues sabía que solo de ese modo podíalograrse el sentido de pertenencia a una obra en la quedebían aunarse voluntades y esfuerzos. Un efectocontrario hubiera ocasionado asumir modos elitistasde establecer las relaciones entre dirigentes y dirigidos,con la primacía de la burocratización, la excesivacentralización y formalismos conducentes a la parálisisdel flujo de interrogantes y respuestas, preocupacionesy soluciones. Ello conduciría hasta la marginación y elretraimiento de las masas en la práctica cotidiana, ámbitodonde se forman realmente los ciudadanos. La faltade flujo y reflujo informativo aísla a las dirigencias enuna cúpula inaccesible que solo genera instruccionesverticalistas y descendentes, con total alejamiento de laspalpitaciones contradictorias de la vida real. Hay que«apearse de la fantasía, que echar pie a tierra con lapatria revuelta», expresó el Maestro,22 quien hizo cuantopudo a fin de evitar tales deformaciones.

Valoró acertadamente que, en las emigraciones, loscubanos desarrollaban las capacidades que en la Isla lesestaban vedadas por el despotismo colonial, y queregresarían a su país con experiencias acumuladas enlas artes de construir y de asociarse, de levantar pueblosnuevos y de escoger entre ellos a los funcionarios quelos encabezarían, a producir y administrar, a enseñar yaprender. «Este es ensayo», decía, donde se forjaba «unpueblo de creadores»,23 muy diferente en circunstanciashistóricas, en composición social, en hábitos y cultura a«las masas llaneras o indias con que [...] se mudaron dehatos en naciones las silenciosas colonias de América»,aunque sin lograr el mundo nuevo y justo a queaspiraban debido, entre otras causas, a la falta deintereses populares y de hábitos democráticos en loscaudillos rivales apegados «a las costumbres señorialesde la colonia».24

Aquel ensayo de república, que se experimentaba en lasemigraciones, tendría su más consecuente promotor yguía en el Partido Revolucionario Cubano, estructuradoy dirigido de modo que, a la vez, formara a loscombatientes para la guerra de liberación y alos ciudadanos para la República nueva que debía fundarse.Por iniciativa de Martí, para ingresar al PRC cada clubexistente o de nueva creación debía someter a discusióny análisis las Bases y los Estatutos secretos, y recibir de susasociados la aceptación de los objetivos programáticos,la estructura organizativa y los métodos de direcciónexpuestos en ellos. De este modo, las agrupacionesconfluyeron en una unidad orgánica, cuyas deficienciasiniciales fueron superadas gracias al trabajo paciente delMaestro, quien logró darles la cohesión necesaria a loselementos constitutivos.

Al acatar los documentos rectores, los clubes debíanadoptar el método democrático de elección de lassecretarías de los Cuerpos de Consejo —instanciaintermedia entre las asociaciones de base y la máximadirigencia—, del Delegado y del Tesorero. Se manteníala tradición de las emigraciones —iniciada desde laGuerra de los Diez Años— de realizar votacionesanuales, pero se introdujeron prácticas totalmentedesconocidas hasta entonces: el deber del Delegadode rendir cuentas anualmente de su trabajo y del empleo

Los aspectos que definen la concepción martiana de laRepública nueva deben ser considerados integralmente, comouna unidad, pues constituyen un sistema de transformacionesque traería aparejados no solo una forma de gobierno opuestoal de la colonia, sino un orden social diferente al impuestopor el poder hispano.

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Ibrahim Hidalgo

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dado a los fondos recaudados; el derecho de cadaCuerpo de Consejo de proponer a los demás ladeposición del dirigente electo (lo que podría lograrsecon el voto unánime a favor de dicha moción), y elderecho de cualquier Cuerpo de Consejo de proponerreformas a las Bases y los Estatutos, que el Delegadodebía comunicar a los demás organismos intermediosy, de acordarse el cambio, quedaba obligado a acatar.25

Estos procedimientos democráticos no habían sidoaplicados en aquella época, ni con anterioridad, porningún organismo cubano.

No obstante la claridad expositiva de los Estatutos,fue preocupación de Martí aclarar aún más su contenido,e insistir ante los clubes sobre los derechos de estosy de los Cuerpos de Consejo para fiscalizar la actuaciónde los funcionarios electos. En una de lascomunicaciones elaboradas con esta finalidad, exponeque la creación de estos últimos como instanciaintermedia del Partido respondía a la idea democráticade someter al ejecutivo a «la revisión continua de susactos por muchos ojos a la vez», pues la actuación delDelegado «no debe prescindir del examen y vigilanciaa que le sería fácil escapar en el trato con las Asociacionesaisladas». Gracias a la estructura creada, estas puedenejercer su fiscalización. Por otra parte, señala que losclubes tienen reservados en dichas instancias «susderechos totales de inspección, proposición y reforma»,y por medio de sus presidentes poseen «los derechosde objetar, proponer y deliberar [...] en los asuntosgenerales del Partido».26

Aquellas formulaciones no eran aisladas uocasionales, sino parte integrante de su concepción dela vida democrática, que debía presidir la organizaciónen su vida pública, abierta, pues es obvio que en todolo referente a la preparación de la guerra no podíanutilizarse procedimientos que pusieran al enemigo altanto de los avances conspirativos. Resumió su visóndel problema en breves frases: «La república, sinsecretos [...] En revolución, los métodos han de sercallados; y los fines, públicos», por lo que incitaba a losdirigentes de las organizaciones de base para que no seabandonasen a la presentación del «deber seco, y al deseovago de la independencia».27 Les pide que congreguena los militantes «para pensar en estas cosas, para cultivareste ideal», de modo que los clubes se sintieran vivos,solicitados, «penetrados de esta idea entusiasta ynueva».28

Una característica poco común entre lasorganizaciones políticas de los emigrados —conanterioridad a la constitución del Partido— era integrara las amplias masas en la consecución de sus objetivos.Resultaba difícil hacerlo en medio del aislamiento enque se encontraban los clubes, dispersos en distintaslocalidades, con total autonomía, sin nexos orgánicos

entre sí. Lograr la unidad de lo disperso y la coincidenciade lo diverso fue uno de los éxitos del Maestro, quienles imprimió un carácter eminentemente popular a lasactividades de las organizaciones de base.

Guiado por sus definidos criterios acerca de laimportancia de la participación en los planesrevolucionarios, pudo convertir las asambleas, reunionesy fiestas patrióticas en verdaderos actos masivos dondecubanos y puertorriqueños —en ocasiones con lapresencia de españoles y estadounidenses de laslocalidades— encontraban el espacio idóneo para darlibre expresión a sus ansias de independencia, lo que lesestaba vedado por un medio indiferente, cuando nohostil. De este modo se desarrolló la conciencia colectivaen las fuerzas propias, la confianza y el orgullo de lossentimientos compartidos.29

Hay en el Maestro una constante preocupación sobreel tema de la discusión, del desarrollo del diálogo y eldebate. En su amplio conocimiento de la naturalezahumana sabía que la unanimidad de criterios esimposible, y que la unidad de pensamiento solo podríaalcanzarse mediante el libre flujo de opiniones y laconfrontación de argumentos, pues la coincidencia deideas en modo alguno supone «servidumbre de laopinión», sino la concordancia en los propósitosesenciales y en la actuación personal y colectiva paralograrlos. «El pensamiento se ha de ver en las obras. Elhombre ha de escribir con las obras».30

A pesar de su prédica y ejecutoria democráticas,hubo intentos de presentar a Martí como un ser movidopor aspiraciones personales, o por el ánimo de hacerdel Partido Revolucionario Cubano un vehículo parala imposición de los intereses de determinado grupo,sector social o de opinión. Por ello dedicó algunas desus páginas a polemizar, sin nombrarlos, con lospropaladores de tales rumores insanos. En uno de susartículos publicados en Patria expone que el Partidoaúna todas las organizaciones cubanas y puertorriqueñasque han acatado sus documentos programáticos, a lavoluntad unánime de sus integrantes, pues «para fundaruna república, ha empezado con la república», y en estosmétodos y procedimientos radica su fuerza: «que en laobra de todos, da derecho a todos. Es una idea lo quehay que llevar a Cuba: no una persona».31

Sobre las aspiraciones del Partido, solo la maladisposición de algunos cubanos extraviados, o la laborsolapada de los espías al servicio del colonialismoespañol, podían atribuirles a sus principales dirigentesdesignios perversos, pues desde su primer documentopúblico —las Bases—, ampliamente divulgado pordiversas vías y durante años, quedaba expresado, en suartículo 5, que la nueva organización «no tiene por objetollevar a Cuba una agrupación victoriosa que considerela Isla como su presa y dominio».32 Estas ideas fueron

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Democracia y participación popular en la República martiana

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ampliadas en varias ocasiones, en respuesta a patrañasde diverso tipo. Al respecto, el Delegado escribió, en eldocumento programático conocido como Manifiestode Montecristi, que la guerra no sería «el insano triunfo deun partido cubano sobre otro, o la humillación siquierade un grupo equivocado de cubanos».33 Palabras queconstituían una respuesta a la campaña del PartidoAutonomista, que cuestionaba con falsos argumentoslos sinceros propósitos de la revolución.

De este modo se ratificaba el criterio de que larevolución era del pueblo y para el pueblo, y que paraella se convocaba, incluso, a quienes pudieran habererrado en sus apreciaciones iniciales, si eran capaces deunir sus esfuerzos sinceros al propósito independentista.Se trataba de sumar voluntades, no de restarlas, puesse requería del apoyo mayoritario, alcanzable en lamedida en que se respetara consecuentemente el espírituy las prácticas democráticas, y se incentivara laparticipación popular, necesaria no solo para potenciarel entusiasmo patriótico y la formación ciudadana enlos aspectos políticos ya señalados, sino también parala formación y trasmisión de nuevos valores. Con ellose lograría el cambio de percepción de determinadasideas prevalecientes en la sociedad, como ladiscriminación y la represión a la libertad depensamiento.

El antirracismo de Martí no solo es un factorimprescindible para la unidad nacional en un puebloformado por las más variadas mezclas de razas, y reciénsalido del régimen esclavista, sino también forma partede su concepción humanista: «Peca contra la Humanidadel que fomente y propague la oposición y el odio derazas», dijo en un ensayo trascendental,34 y en otroexpresó: «Hombre es más que blanco, más que mulato,más que negro».35

El racismo, elemento corrosivo del movimientorevolucionario, había estado presente en la Guerra delos Diez Años; fue uno de los factores del fracaso de laGuerra Chiquita y constituía un arma en manos delastuto régimen colonial, que se valía de él para creardudas sobre el alcance del pensamiento social y laactuación de hombres de tan clara y heroica trayectoriacomo los generales Antonio y José Maceo. La campañasobre una supuesta «guerra de razas» era permanente,y contra ella mantuvo el Apóstol una lucha constante.Cuando en los campos de Cuba ya se luchaba por lalibertad de todos los hombres y mujeres de cualquiercolor de piel, denunció una vez más que el supuestomiedo a la raza negra no era más que una forma deencubrir la cobardía personal y el verdadero temor auna revolución triunfante, que barrería con las causasque hacían posible la marginación de una parteimprescindible de nuestro pueblo. «Solo los que odianal negro ven en el negro odio», escribió entonces.36

Pero la discriminación no desaparecería en larepública futura solo por la aprobación de las mejoresleyes y disposiciones, sino mediante un proceso lentode transformaciones de las conciencias, a lo que Martíse entregó desde niño, cuando presenció los horrores einjusticias de la esclavitud en su ciudad natal y en loscampos de Hanábana. Durante las etapas deconfrontación bélica se juntaron y mezclaron en cuadroapretado los seres de las más diversas pigmentacionesy nacionalidades en un gigantesco crisol nacional:blancos, negros, asiáticos, europeos, norteamericanos,caribeños y latinoamericanos unieron acción ypensamiento, sangre y sudor en el noble objetivo dehacer independiente a la mayor de las Antillas.

De modo semejante había ocurrido este procesoen las emigraciones durante la Década heroica y laTregua fecunda. En esta última etapa, Martí estuvopresente en todo proyecto que propiciara laparticipación de la generalidad de los cubanos, y eninstituciones como La Liga, de la cual apreciabaparticularmente la posibilidad de contribuir a elevar lacultura y la autoestima de los negros cubanos ypuertorriqueños, no solo porque la instrucción lespermitiría el acceso a un mundo espiritual vedado porla ignorancia, sino porque, al encontrarse en las aulas,podrían sacarles a los libros sus lecciones «con los fuegosy choques de la conversación»,37 aprender y enseñar enel intercambio vivo de información y experiencias.

Con la mirada puesta en la república, Martí abordóel tema de la discriminación racial también desde lasconsideraciones del Derecho. Aquel fenómeno eracondenable por lo inhumano de segregar a un semejantey por la desunión que tal hecho provocaba; lo eraademás, y fundamentalmente, porque toda forma dediscriminación atenta contra la justicia: «La paz pide losderechos comunes de la naturaleza: los derechosdiferenciales, contrarios a la naturaleza, son enemigosde la paz»; por ello son igualmente erróneas lasposiciones de quienes se abroquelan en la defensa deuna raza u otra, pues lo que debe defenderse son losderechos humanos: «El hombre no tiene ningúnderecho especial porque pertenezca a una raza u otra:dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos».38

Así debían formarse todos los ciudadanos de laRepública nueva, en el amor a la patria, en el conocimientode sus deberes y derechos y en el convencimiento deque la independencia de la nación solo estaría garantizadacon la del individuo. Al inicio de su labor patrióticahabía expresado que «ni la libertad política subsistemientras no se asegure la libertad espiritual. El primertrabajo del hombre es reconquistarse».39

Uno de los más deleznables vicios que podríaheredar la república, y que se debía enfrentar desde lapreparación de esta, era la represión colonialista contra

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Ibrahim Hidalgo

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las manifestaciones que difirieran de la política oficial.Tanto era el temor, que ni siquiera los autonomistasdisfrutaron de las libertades necesarias para elcuestionamiento de la totalidad de los males imperantesen su época. La censura se ejercía de modo particularcuando eran abordados temas como la abolición de laesclavitud —hasta que la metrópoli legisló al respecto—,la presencia de la Iglesia católica como un elemento delpoder colonial, el derecho a la propaganda sobre lacreación de un gobierno realmente autonómico, o acercade la independencia.

Por esa razón, Martí insiste en la tolerancia a lasopiniones diferentes: «El respeto a la libertad y alpensamiento ajenos [...] es en mí fanatismo».40

Desacertaba quien excluyera a los que concibieran lassoluciones con tibieza o a los que buscaban estas conansias desenfrenadas, pues no se trataba de imponerun pensamiento, sino de servir a la patria con el estudioadecuado de los elementos que la componen, y hallarsedispuestos a comprenderlos y encauzarlos, en lugar dedespreciarlos por soberbios o menguados, por cultoso ineducados. Con las capacidades y limitaciones quela caractericen, cada persona puede formarse un juicio,y debe encomiarse la honradez de expresarlo confranqueza, sin temor al error, pues este puede rectificarse.Deshonesto es el que «desee para su pueblo unageneración de hipócritas y de egoístas»,41 incapaces otemerosos de decir lo que sienten y piensan, con la mentepuesta solo en sus intereses personales, sin tener en cuentalos de la colectividad a que se deben.

Es necesario propiciar la participación, el diálogo,el intercambio sincero de puntos de vista. En lasabiduría colectiva se encuentran, en la mayoría de loscasos, soluciones mejores que las que elucubra una solamente, por muchas dotes que la adornen. En ocasiónde dirigirse a varios presidentes de clubes, el Delegadoseñaló que «su júbilo y orgullo estarán siempre menosen originar planes y medidas que en verlos surgir de laopinión cordial con la unanimidad que prueba suconveniencia y eficacia».42

A la diversidad de opiniones no hay que temer, sinoa la falta de ellas, que indica pobreza de espíritu y sumisióndel pensamiento. Con estas no se forjan naciones fuertes,sino colectividades aborregadas. Con plena concienciade estas verdades, Martí dedicó lo mejor de sus añosy de su intelecto para fundar en su patria una repúblicademocrática, cuya garantía de sobrevivencia se hallabaen la plena participación del pueblo.

Notas

1. José Martí, «Carta a J. A. Lucena» (Nueva York, 9 de octubre de1885), Obras completas, t. 1, Editorial Nacional de Cuba, La Habana,

1963-1973, p. 186. (En lo sucesivo, las referencias a esta edición seharán con las iniciales OC).

2. Sobre este tema, véase Jorge Ibarra, José Martí, dirigente político eideólogo revolucionario, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,1980.

3. Me refiero a Patria durante el período 1892-1895, a El Yara—que incluyó en varias ocasiones documentos escritos por elMaestro— y a La Doctrina de Martí, de 1896 a 1898, así como aDestinatario José Martí (compilación, ordenación cronológica y notasde Luis García Pascual), Editora Abril, La Habana, 1999, y «Losque conocieron a Martí», Revista Cubana, v. XXIX, Dirección deCultura del Ministerio de Educación, La Habana, julio de 1951-diciembre de 1952.

4. José Martí, «Cartas de Martí» (La Nación, Buenos Aires, 24 dejulio de 1885), OC, t. 10, p. 261.

5. José Martí, «Los pobres de la tierra» (Patria, Nueva York, 24 deoctubre de 1894), OC, t. 3, pp. 304-5.

6. Los aspectos fundamentales de la república martiana han sidoabordados por diferentes autores, entre los que destacaremos aPedro Pablo Rodríguez, «La idea de la liberación nacional en JoséMartí», Anuario Martiano, n. 4, Biblioteca Nacional José Martí, LaHabana, 1972, y «Prólogo» a José Martí, El Partido RevolucionarioCubano y la guerra, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978;Eduardo Torres Cuevas, «El proyecto inconcluso de José Martí», enEduardo Torres Cuevas et al., El alma visible de Cuba. José Martí y elPartido Revolucionario Cubano, Editorial de Ciencias Sociales, LaHabana, 1984; Ramón de Armas, «José Martí: su república demayoría popular», Revista de Ciencias Sociales, n. 1-2, Facultad deCiencias Sociales, Universidad de Puerto Rico, enero-junio de 1990;y Jorge Ibarra, ob. cit.

7. José Martí, «Carta al presidente del club “José María Heredia”»(Nueva York, 25 de mayo de 1892), OC, t. 1, p. 458. Véase también«Pueblos nuevos» (Patria, 14 de mayo de 1892), OC, t. 28, p. 303.

8. José Martí, «Nuestras ideas» (Patria, 14 de marzo de 1892), OC,t. 1, p. 319.

9. Ibídem.

10. Ibídem.

11. «Pero el Partido no prepara por cierto una república donde lariqueza de los hombres sea la base de su derecho, y tenga másderecho el que tenga más riqueza, sino una república en que la basedel derecho sea el cumplimiento del deber». José Martí, «Carta a losPresidentes de los Clubs en el Cuerpo de Consejo de Key West»(Nueva York, 27 de mayo de 1892), Epistolario (compilación,ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y EnriqueH. Moreno Pla; prólogo de Juan Marinello), t. III, Centro de EstudiosMartianos y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993, pp.114-5.

12 José Martí, «Los pobres de la tierra» (Patria, 24 de octubre de1894), OC, t. 3, p. 303.

13. José Martí, «Fragmentos 185 y 186», OC, t. 22, pp. 108-9.Véase también Jorge Ibarra, ob. cit., p. 218-20.

14. José Martí, «Los cubanos de afuera y los cubanos de adentro»(Patria, 4 de junio de 1892), OC, t. 1, p. 480.

15. José Martí, «Los pobres de la tierra», ob. cit., p. 304.

16. José Martí, «El tercer año del Partido Revolucionario Cubano»(Patria, 17 de abril de 1894), OC, t. 3, p. 140.

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17. José Martí, «Discurso en el Liceo Cubano» (Tampa, 26 denoviembre de 1891), OC, t. 4, p. 273.

18. José Martí, «El tercer año del Partido Revolucionario Cubano»,ob. cit., p. 139. En otra ocasión el Apóstol expresó: «Solo el ejerciciogeneral del derecho libra a los pueblos del dominio de losambiciosos». José Martí, «Cartas de Martí» (27 de enero de 1884),ob. cit., p. 488.

19. José Martí, «Correspondencia particular de El Partido Liberal»(El Partido Liberal, México, 4, 5 y 6 de noviembre de 1886), Otrascrónicas de Nueva York (investigación, introducción e índice de cartasde Ernesto Mejía Sánchez), Centro de Estudios Martianos y Editorialde Ciencias Sociales, La Habana, 1983, pp. 67-9; véase tambiénpp. 74 y 76.

20. José Martí, «Prólogo» a Cuentos de hoy y de mañana, de Rafael deCastro Palomino (1883), OC, t. 5, p. 105. Sobre el tema de la tierra,véase «El Partido Revolucionario a Cuba» (Patria, 27 de mayo de1893), OC, t. 2, p. 346.

21. Véase Rafael Hernández y Haroldo Dilla, «Cultura política yparticipación popular en Cuba», Cuadernos de Nuestra América,n. 15, La Habana, julio-diciembre de 1990, pp. 111-5.

22. José Martí, «El tercer año del Partido Revolucionario Cubano»,ob. cit., p. 140.

23. José Martí, «Cosas nuevas» (Patria, 10 de abril de 1893), OC,t. 2, p. 290.

24. José Martí, Manifiesto de Montecristi. El Partido RevolucionarioCubano a Cuba, edición facsimilar, Centro de Estudios Martianos yEditorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985, p. 8.

25. Véase Estatutos secretos del Partido Revolucionario Cubano, acápites5, 10 y 11, OC, t. 1, pp. 282-3. Sobre este tema trata «La democraciaen el Partido Revolucionario Cubano», de Salvador Morales, Anuariodel Centro de Estudios Martianos, n. 1, La Habana, 1978, pp. 59-78.Véase Ibrahim Hidalgo, «Reseña de los clubes fundadores del PartidoRevolucionario Cubano», Incursiones en la obra de José Martí, Centrode Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1989, LaHabana, pp. 109-22.

26. José Martí, «A los presidentes de los clubs del PartidoRevolucionario Cubano en el Cuerpo de Consejo de Key West»(Nueva York, 16 de mayo de 1892), Epistolario, pp. 102-3.

27. José Martí, «Las expediciones, y la revolución» (Patria, 5 deagosto de 1892), OC, t. 2, p. 93.

28. José Martí, «A los Sres. Presidentes de los Clubs en el Cuerpo deConsejo de Key West» (Nueva York, 30 de diciembre de 1893),Epistolario, p. 495.

29. Ibrahim Hidalgo, ob. cit., pp. 110-1 y 114-5.

30 José Martí, «Generoso deseo» (Patria, 30 de abril de 1892), OC,t. 1, p. 424. Poco después dijo: «Pudiera también el que quisiesealejar de la Isla el estudio, en todos los pueblos creciente, de losproblemas de la sociedad contemporánea, ver con temor innecesario

las garantías firmes de la paz, que son el debate franco de lasaspiraciones del hombre, siempre al fin conformadas a la realidad ya su naturaleza, y el deseo brioso de toda especie de mejoramiento,por donde los pueblos se salvan de la anemia y de la tiranía. Solo laopresión debe temer el ejercicio pleno de las libertades». José Martí,«El Partido Revolucionario a Cuba» (Patria, 27 de mayo de 1893),OC, t. 2, p. 346.

31. José Martí, «Persona y patria» (Patria, 1 de abril de 1893), OC,t. 2, p. 278. En «El tercer año del Partido Revolucionario Cubano»,Martí expresa: «Un pueblo no es la voluntad de un hombre solo,por pura que ella sea, ni el empeño pueril de realizar en unaagrupación humana el ideal candoroso de un espíritu celeste, ciegograduado de la universidad bamboleante de las nubes» (ob. cit.,p. 139).

32. «Bases del PRC», art. 5, OC, t. 1, p. 280.

33. José Martí, Manifiesto de Montecristi..., p. 4. Esta idea coincidecon la expresada en el artículo de autor desconocido, «A confesiónde parte...» (Patria, 26 de noviembre de 1892): «[el PRC aspira] afundar una república estable en la patria libre, y que esta repúblicapertenezca a todos, no a unos pocos; a la nación, no a un partido».Véase José Martí, «La reunión de los clubs» (Patria, 13 de agosto de1892), OC, t. 2, p. 114.

34. José Martí, «Nuestra América» (La Revista Ilustrada de NuevaYork, Nueva York, 1° de enero de 1891, reproducido en El PartidoLiberal, México, 30 de enero de 1891), OC, t. 6, p. 22.

35. José Martí, «Mi raza» (Patria, 16 de abril de 1893), OC, t. 2,p. 299.

36. José Martí, Manifiesto de Montecristi..., p. 16.

37. José Martí, «Los lunes de “La Liga”» (Patria, 26 de marzo de1892), OC, t. 5, p. 253.

38. José Martí, «Mi raza», OC, t. 2, pp. 218-9.

39. José Martí, «El Poema del Niágara» (1882), OC, t. 7, p. 230.

40. José Martí, «Carta al general Máximo Gómez» (Nueva York, 12de mayo de 1894), OC, t. 3, p. 166.

41. José Martí, «Lectura en Steck Hall» (Nueva York, 24 de enerode 1880), OC, t. 4, pp. 188-9. Véase también «Discurso enconmemoración del 10 de octubre de 1868, en Masonic Temple»(Nueva York, 10 de octubre de 1887), OC, t. 4, pp. 218-20.

42. José Martí, «A los presidentes de los clubs del PartidoRevolucionario Cubano en el Cuerpo de Consejo de Key West»(Nueva York, 13 de mayo de 1892), Epistolario, p. 92.

© , 2003.

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Roberto González Echevarría

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no. 32: 10-18, enero-marzo de 2003.

Roberto González EchevarríaRoberto González EchevarríaRoberto González EchevarríaRoberto González EchevarríaRoberto González Echevarría

El prisionerEl prisionerEl prisionerEl prisionerEl prisionero del sexo del sexo del sexo del sexo del sexo.o.o.o.o.El amor y la leyEl amor y la leyEl amor y la leyEl amor y la leyEl amor y la ley

en Cervantesen Cervantesen Cervantesen Cervantesen Cervantes

Más que de caballería o de cualquier otro tema,Don Quijote de La Mancha habla del amor.1 La

caballería cae dentro del tema del amor, y no locontrario. Ambas partes de la novela son algo así comolaboratorios de amor, con muestras de casi todos lostipos concebibles de relación y ejemplos de casi todoslos tipos de amantes. Las variantes parecen infinitas ennúmero, y la acumulación creciente de historias haceque el libro, a veces, dé la impresión de un Decamerónespañol, unido por la locura y aventuras extrañas deDon Quijote. La galería de amantes abarca todo elespectro: de damiselas en peligro a prostitutas, depotenciales amantes cortesanos a seductores ytramposos, de mujeres vestidas de hombre a hombresvestidos de mujer, e incluso un atractivo joven vestidode mujer para parecer menos atractivo a los demáshombres. Las parejas fluctúan desde Sancho y Teresa,campesinos interesados en casar a sus hijos, hasta elDuque y la Duquesa, una pareja aristocrática, aburrida,de mediana edad, en busca de entretenimiento. JuanPalomeque y su esposa tienen una taberna muyfrecuentada donde los viajeros pueden comer, dormiry, de ser necesario, recibir los favores de Maritornes.

Esta es una sirvienta feúcha a quien una noche, en laoscuridad de la taberna, Don Quijote toma por unabella damisela. Hasta el lánguido y huesudo Rocinantese enamora, pero sus insinuaciones a algunas yeguasreciben patadas por respuesta y conducen a una peleaen la que el caballero y su escudero son fuertementeaporreados.

Lex versus Eros

Los adversarios del amor en el Quijote no songigantes o caballeros malvados, sino las leyes concebidaspara canalizar el deseo en la vida social; las leyes que lotransforman en continuidad y renovación dentro deuna comunidad ordenada regida por el Estado y suscódigos, y encarnada en el Rey y sus representantes. Enla ficción narrativa y el teatro, estas leyes llevan a losjóvenes amantes a uniones felices después de una seriede aventuras cómicas, y a las parejas casadas a resultadostrágicos tras una serie de errores. En la literatura delSiglo de Oro español, todo lo que ocurre antes delmatrimonio es materia para la comedia, y todo lo que

Profesor. Universidad de Yale.

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El prisionero del sexo. El amor y la ley en Cervantes

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se produce después lo es para la tragedia. La búsquedade Don Quijote es el amor de Dulcinea, como en Ladivina comedia, de Dante, era la búsqueda de Beatriz porel peregrino. Todos los demás objetivos estánsubordinados a este. El amor del caballero es lo que lomueve y lo que mueve la trama y la historia generalbajo la cual se desarrollan las múltiples historias de amor.Por supuesto, Don Quijote es un solterón envejecido yDulcinea es, en esencia, invención suya. Además, comoamante en la tradición cortesana, su aspiración no escasarse con Dulcinea y sería improbable que, comohidalgo, estuviera dispuesto a casarse con AldonzaLorenzo, por quien parece haber sentido un deseo másmundano, aunque no revelado. De todos modos, elardor de Don Quijote es tal, que llega a convertirlo enun delincuente fugitivo de la ley. ¿Por qué es tanimportante el amor en el Quijote y por qué sus efectoscontinuamente hacen a los personajes —no solo a losprotagonistas— chocar con la ley o huir de ella? ¿Cuáles el resultado, en Cervantes, del entrejuego de deseo yprohibición, de amor y limitaciones jurídicas?

No hay, por supuesto, pocos antecedentes de estechoque entre el amor y el Derecho, que se remonta alalba no solo de Occidente, sino de la propia civilización.El conflicto entre deseo y prohibición resultaconsustancial en ambos: el amor se hizo por la ley y laley para controlar el amor. Me parece que uno no siguióal otro, sino que surgieron juntos. No existe, por asídecirlo, el amor libre. De ahí que tengamos la miríadade historias, comenzando por el Génesis, sobretransgresiones cometidas por amantes. El tiempohumano, la historia, nuestra condición de caídos,comienzan con la infracción y en la infracción, y llevanen sí el recuerdo de esta: Adán y Eva, Edipo, todos losamantes malvados de la mitología y la literatura clásica.

Denis de Rougement ha mostrado cómo, en latradición cortesana de la que es heredero Don Quijote,el amor inventa su propio elaborado conjunto deprohibiciones. El amor cortesano alimenta esasprohibiciones y no puede existir sin sufrir por ellas. Perohasta que llegamos a La Celestina, en 1499, el Derechoera una forma abstracta, trascendental, religiosa o inclusoestética de prohibición en la literatura occidental. Notomaba la forma de verdaderas leyes y jueces decididosa castigar a los amantes con sanciones o con matrimonio.Incluso en una obra de los tiempos de Cervantes—cinco o seis años después de su muerte—, El burladorde Sevilla, de Tirso de Molina, el castigo de Don Juan esla condenación eterna. Sus últimas palabras en la obra,cuando es arrastrado al Infierno, son «¡Que me quemo!¡Que me abraso!» En Cervantes, el amor no esreprimido por Dios, sino por la Santa Hermandad, nopor los vicarios de Dios, sino por agentes nombrados

por el Rey: alguaciles, funcionarios, jueces, abogados ypersonas de ese tipo.

Las razones de este cambio son históricas. Cervantesescribió después de la consolidación del primer Estadoeuropeo moderno, que surgió de las políticas deunificación de los Reyes Católicos y de cambios internosque traspasaron el mando de la Corona de loeminentemente judicial a lo ejecutivo.2 Entre estaspolíticas se contaron el establecimiento del Santo Oficiode la Inquisición, en 1478, y de la Santa Hermandad,en las Cortes de Madrigal, en 1476; así como laorganización de una burocracia jurídica cada vez máscompleja, proceso al que contribuyó decisivamente eldesarrollo del tipo móvil de imprenta. John H. Elliottdescribe así a la Santa Hermandad: «La Hermandadcombinaba en sí las funciones de una fuerza policial yun tribunal judicial. Como fuerza policial, su tarea erareprimir el bandolerismo y patrullar los caminos y elcampo».3 La Inquisición y la Santa Hermandad eraninstituciones cuya jurisdicción no respetaba exenciones einmunidades regionales; podían cruzar fronteras y solíanencontrarse fuera del alcance de los tribunales y la policíaordinarios. La burocracia mejoró y aumentóexponencialmente su recopilación de registros, lo que asu vez condujo a la creación del gran archivo de Simancas—el Archivo General del Reino—, por Felipe II, en1588.4 Este fue el primer archivo estatal de la Europamoderna. Los intentos de los Reyes Católicos y sussucesores por consolidar el Derecho español —que seremonta a las Siete Partidas, de Alfonso el Sabio, en elsiglo XIII— solo alcanzaron resultados parciales, en granmedida a causa de los muchos privilegios locales deque disfrutaban las regiones rebeldes de la Península,las que podrían considerar que se trataba de unaimposición del Derecho castellano. Pero el sistema penalse fortaleció, codificó y amplió, y la burocracia estatalcomenzó no solo a publicar leyes nuevas y viejas, sinotambién a imprimir y coleccionar miles de documentosrelacionados con todo tipo de casos.5

Este proceso repercutió en forma decisiva en lahistoria literaria. Fue de este archivo que surgió la novelapicaresca, creando un importante personaje literario ypromoviendo el desarrollo de la novela moderna. Laliteratura del Siglo de Oro español, sobre todo lacomedia, se alimentó de los conflictos provocados porla intención y alcance de la nueva legislación, que seformuló para ponerle bridas a la aristocracia y sellaruna alianza entre la Corona y el pueblo. Típicamente,eran casos en que nobles rebeldes se aprovechaban demujeres de clase inferior, ejerciendo sus derechosseñoriales, solo para encontrar que las leyes del reino yano los protegían y que los campesinos podíandefenderse. Pienso en conocidas obras de Lope deVega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca, como

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Roberto González Echevarría

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Fuenteovejuna, Peribáñez, El burlador de Sevilla, yamencionada, y El alcalde de Zalamea. Las nuevas leyes, lacentralización y la imprenta cambiaron las relacionesde poder y control, desestabilizando las tradicionalesen las que antiguos privilegios, reglas tácitas, en granmedida no escritas, y diversas modalidades de comerciosexual, prevalecían en situaciones aisladas. Hay historiasde este tipo en la obra de Cervantes, sobre todo en elQuijote.

La colisión entre el amor y el Derecho se encuentraen el propio centro de la literatura española de lossiglos XVI y XVII. En una sociedad sometida a cambiosrelativamente rápidos, los conflictos generados por latransición radical —sean estos económicos, políticos osociales— estallan, o al menos aparecen simbolizadosen los desórdenes del amor, que son o pueden serviolentos y solo es posible canalizar por medio de laLey, que transforma la licencia erótica en comedimientoobligado y reproducción y sucesión ordenadas.Mediante la violencia erótica, o su transformación enla amenazante violencia del castigo judicial, los gruposse renuevan y fusionan entre sí para forjar comunidadesnuevas y, en última instancia, un nuevo Estado. Lasguerras de amor son el fuego que mantieneburbujeando el crisol.

En la picaresca, el amor solo aparece en laprocreación del protagonista, quien será demasiadojoven, durante toda la trama, para involucrarse enaventuras eróticas. Como en La Celestina, el pícaro surgeen un medio promiscuo de clase baja. La madre deLázaro tiene un hijo fuera de matrimonio, con un negro;la de Guzmán no puede asegurar cuál de sus amanteses el padre del protagonista; y la de Pablo es notoriapor su inmoralidad. Este mundo escabroso estarárepresentado en el Quijote por las prostitutas de laprimera posada, y por Maritornes en la de JuanPalomeque. El propio Palomeque es un pícaro retirado.Es un amor licencioso, o uno que sigue las reglas noescritas del prostíbulo o de la pandilla delictiva. Es untipo significativo de comercio entre el amor y elDerecho, que parece el menos restringido, el máscercano a los instintos y deseos básicos... los másverdaderos, por así decirlo. Es también el tipo que,irónicamente, estuvo más representado en el Derechoy sus instituciones: los tribunales, las cárceles y losarchivos. Un espléndido documento de la década de1580, Relación de la cárcel de Sevilla, de Cristóbal de Chaves,brinda amplia documentación sobre todo ello, incluidala organización del tráfico sexual en la propia cárcel,con su sarta de desagradables proxenetas, prostitutas yfuncionarios corruptos.6 Se trata de un amor sujeto aDerecho, pero paradójicamente fuera de él. Es el ladopenal de la relación amor-Ley. El otro lado es el que

conduce al matrimonio. La cárcel y el altar son loslugares en que el amor es capturado en la red delDerecho.

Grisóstomo y Marcela, Dorotea y Fernando,Luscinda y Cardenio son todos personajes del Quijoteatrapados en complicados aprietos eróticos queconducen al matrimonio. Las dificultades son, en algunoscasos, jurídicas, y reflejan disparidades sociales yeconómicas similares a las del teatro. La intervenciónde Don Quijote en el embrollo provocado porFernando, Dorotea, Luscinda y Cardenio da origen aun final de comedia, con múltiples votos matrimonialesque restauran el orden. Después, en la novela, hay casosmás graves en donde participan el cautivo y Zoraida y,en la segunda parte, hay otros como aquel donde estámezclada la hija de Ricote, quien es un morisco; o sea,un moro español. En estos casos, las complicacionessiguen siendo jurídicas, pero las diferencias no son solode clase social y económica, sino racial y religiosa. Entodos, sin embargo, es la presencia de la ley lo queconfiere a estas historias un matiz moderno, un tintehistórico contingente, y estas no terminan con asesinatosmúltiples, ascensos al cielo o descensos al infierno. Loscastigos y recompensas son más mundanos, y siempreincluyen el matrimonio como última solución, quebrinda un cierre no problemático a la historia. Losconflictos no son provocados por transgresiones a lamoral o a la doctrina religiosa, sino por violaciones—o posibles violaciones—, de la ley, y deben resolverseen esa esfera, así como en la erótica. El tono legalistadel Quijote se fija relativamente pronto —primera parte,capítulo 22—, cuando el caballero y su escudero liberana doce galeotes. El episodio también enfrenta el amory la ley, aunque esto se ha observado pocas veces oacaso nunca.

La caballería ante el Estado moderno

El capítulo de los galeotes ha sido objeto de muchocomentario, sobre todo la figura de Ginés dePasamonte, aquel autor picaresco dentro de la ficción,que reaparece en la segunda parte como el titiriteromaese Pedro (entonces, literalmente, un dramaturgoen pequeña escala). Mucho se ha hablado también dela disparidad existente entre el sentido de justicia deDon Quijote y el de los representantes de la ley quecustodian a los galeotes. Pero el episodio posee unadimensión inexplorada y un personaje menor que haescapado a la atención, si me perdonan el equívoco. Setrata de cuando Don Quijote y Sancho se encuentrancon doce galeotes, a quienes sus guardias conducen hastala costa, para ser embarcados en una nave dondetrabajarán como remeros durante períodos variables.

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El prisionero del sexo. El amor y la ley en Cervantes

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El caballero está vivamente interesado en la causadel encadenamiento de estos desventurados, y ve unaoportunidad de ejercer su deber caballeresco en elsentido de tomar armas contra abusos e injusticias.Haciendo caso omiso del consejo de los guardias, perocon la aquiescencia resignada de estos, Don Quijotecomienza a interrogar a los prisioneros sobre sus delitosy castigos. Es como una escena de tribunal en la que elcaballero desempeña el papel de juez. También muchaspiezas teatrales hacen uso de este recurso, entre ellas elentremés El juez de los divorcios, del propio Cervantes.La escena recuerda también varios episodios del Infiernode Dante, donde el peregrino interroga a loscondenados sobre la naturaleza de sus pecados, paracomprender las penas que les han sido impuestas. DonQuijote escucha unos seis casos, determina que loshombres han sido castigados injusta o excesivamente,y obliga a los guardias a liberarlos con la renuenteasistencia de Sancho. Una vez liberados, les exige a loshombres que vayan derechito a El Toboso, en dondese arrojarán a los pies de su dama, la bella Dulcinea, aquien narrarán la hazaña de su pretendiente. Losprisioneros, como es lógico, rehúsan hacerlo ofreciendodiversas razones, una de las principales que, comofugitivos de la justicia, deben dispersarse y huir «solos ydivididos, y cada uno por su parte, procurando meterseen las entrañas de la tierra, por no ser hallado de laSanta Hermandad, que sin duda alguna ha de salir ennuestra busca».7 Enfurecido, Don Quijote les suelta unasarta de insultos y ellos responden con una lluvia depiedras que deja aporreados y humillados al caballero,su escudero y sus cabalgaduras.

Se han mencionado la ingratitud de los galeotes y elalto sentido del perdón de Don Quijote; el episodioha suscitado todo tipo de comentarios éticos, elcontraste entre la justicia divina y la mundana, y elaristócrata y obsoleto concepto de justicia de DonQuijote, contra el nuevo sistema judicial que, a partirde los Reyes Católicos, ha pasado gradualmente a serla ley del país. Richard Kagan escribe:

Es precisamente la preponderancia de ese tipo de justicia—la del Estado— lo que da a la más importante novela deMiguel de Cervantes, Don Quijote, un giro tan irónico. Paracuando Cervantes escribió sobre un caballero patético que

parte a preservar la justicia por medio del valor caballeresco yaudaces proezas, la mayoría de sus lectores habríanidentificado la justicia con el mundo de abogados, jueces yotros «hombres de la ley». En este mundo legalista, la figurade Don Quijote no es tanto una broma como unanacronismo. Representaba una era mítica en que la justiciaera posible sin ayuda de abogados y un montón deexpedientes jurídicos, pero en el laberinto de las cortes deCastilla no había cabida para un envejecido caballero errante.8

El acto caballeresco de liberar a los hombres, comocorrectamente observa Sancho con alarma, los convierteen forajidos, junto con los antiguos prisioneros. Era elsuyo un grave caso de corte, pues habían cometido undelito contra la Corona al liberar a hombres condenadospor los tribunales del Rey, a cuyos representantes habíanforzado y lastimado en el proceso. El guardia queexplica a Don Quijote quiénes son los prisioneros serefiere a ellos como «gente de Su Majestad» (p. 218). Setrata de delitos graves, empeorados por el hecho dehaber sido cometidos en despoblado, en los caminos ycampos, lejos de las ciudades y del control de la ley.9Cuando se adentran en Sierra Morena, para que DonQuijote pueda suspirar por Dulcinea y realizar por ellala penitencia adecuada, también están huyendo de lasautoridades, sobre todo de la Santa Hermandad.Prisionero del amor, se dirige a las alturas para hacersedigno de Dulcinea siguiendo modelos caballerescos.Pero Don Quijote, que ha liberado a delincuentesconvictos, por medios violentos, es ahora también undelincuente común. Desde entonces hasta el final de laprimera parte, será buscado por las autoridades.Cuando al fin lo capturan, entregarán al triste hidalgoal sacerdote y al barbero, sabedores de que, dada sucondición mental, nunca podrá ser condenado. Perode todos modos, lo enviarán a casa en una jaula, unauténtico prisionero del amor y la ley. Esta es la historiageneral dentro de la cual se encuentra aquella que deseoanalizar.

El prisionero del sexo

Hay un galeote al que no se ha prestado atención,pero que a mi entender es de importancia primordialpara comprender las fuerzas entrecruzadas del amor y

En Cervantes, el amor no es reprimido por Dios, sino por laSanta Hermandad, no por los vicarios de Dios, sino por agentesnombrados por el Rey: alguaciles, funcionarios, jueces,abogados y personas de ese tipo. Las razones de este cambioson históricas. Cervantes escribió después de la consolidacióndel primer Estado europeo moderno.

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Roberto González Echevarría

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el Derecho en el Quijote. De hecho, creo que encarna—y, en cierto sentido, incluso «representa»— los límitesdel conflicto entre el amor y la ley en la obra, y constituyeun modelo de la asombrosa capacidad de Cervantespara crear personajes complejos con una pasmosaeconomía de medios. Los límites son aquellos más alláde los cuales es imposible concebir o representar elamor y el Derecho como fuerzas que generan formasreconocibles: lo inteligible, lo legible, lo narrable. Él eslo inenarrable, lo inexpresable y, de hecho, la suyaconstituye una historia virtual de la que apenas tenemosuna visión fugaz en el Quijote. Es una historia sobre lahistoria que no puede contarse, por decirlo así. Estegaleote es un tipo de Don Juan, un seductor en serie,atrapado y sentenciado no por Derecho divino, comoel de Tirso de Molina, sino por las leyes del reino. Es elúnico personaje del Quijote juzgado, condenado ysentenciado por un delito de amor. Por eso lo llamo«prisionero del sexo», pero también porque —condisculpas a Norman Mailer— parece haber sido esclavode la pasión sexual, un compulsivo adicto al sexo. Enun momento, tiene relaciones con cuatro mujeres almismo tiempo. He aquí la escena:

Pasó adelante Don Quijote y preguntó a otro su delito, elcual respondió con no menos, sino con mucha más gallardíaque el pasado:—Yo voy aquí porque me burlé demasiadamente con dosprimas hermanas mías y con otras dos hermanas que no loeran mías; finalmente, tanto me burlé con todas, que resultóde la burla crecer la parentela tan intrincadamente, que nohay diablo que la declare. Probóseme todo, faltó favor, notuve dineros, vime a pique de perder los tragaderos,sentenciáronme a galeras por seis años, consentí: castigo esde mi culpa; mozo soy, dure la vida, que con ella todo sealcanza. Si vuestra merced, señor caballero, lleva alguna cosacon que socorrer a estos pobretes, Dios se lo pagará en elcielo y nosotros tendremos en la tierra cuidado de rogar aDios en nuestras oraciones por la vida y salud de vuestramerced, que sea tan larga y tan buena como su presenciamerece.Este iba en hábito de estudiante, y dijo una de las guardasque era muy grande hablador y muy gentil latino (p. 222).

La alusión del prisionero a la corrupción del sistema,de la que le fue imposible hacer uso, muestra cómo lacostumbre local es sustituida por un sistema de prácticajudicial centralizada. Pero no es este el único detalle enque Cervantes refleja con precisión la práctica penalespañola del período.

De hecho, la escena de Cervantes sigue de cercasucesos ocurridos en el Derecho penal español en lasegunda mitad del siglo XVI. Felipe II, en 1552 ennombre de su padre, y en 1566 en el suyo propio comorey, conmutó para los ladrones el castigo de laflagelación, por un tiempo en las galeras. El cambio nose debió a un aumento del delito de robo, sino a lanecesidad de proveer de galeotes a la marina, en vísperas

de la Armada Invencible de 1588. Como escribeFrancisco Tomás y Valiente en su exhaustivo El Derechopenal de la monarquía absoluta: «Como hacían falta brazospara el remo, todos estos pobretes, toda esta “chusma”,[...] fueron considerados carne de galera [...] sin másrequisito que cometer algún hurto y tener más de veinteaños, o después, a partir de 1566, más de diecisiete».10

Sentenciar a un delincuente a las galeras también losacaba de las jurisdicciones regionales y lo hacía súbditode la Corona, otra medida en el sentido de la unificacióny la centralización. El castigo físico por delitos que nofueran robo —como violación e incesto, en el caso denuestro prisionero—, podía también ser de cuatro y,más tarde, seis años como galeote, en lugar deflagelación o ahorcamiento. La nobleza estaba exentadel castigo físico —llamado corporis afflictiva—, que erapor naturaleza público, a fin de no mancharadicionalmente su reputación. De modo que nuestroprisionero es un plebeyo de más de diecisiete años queha salvado la vida porque la necesidad general deremeros ha conducido a la conmutación de su sentenciapor seis años en las galeras.

Permítaseme retirarme a la seguridad relativa de lafilología. Hay aquí cuatro palabras que merecencomentario: «burlar», «declarar», «parentela» y«estudiante». Las tres últimas parecen indicar que estegaleote no es solo un estudiante, sino más concretamenteun estudiante de Derecho. Obsérvese que es él quienhace la petición en nombre de sus compañeros, y afirmaque su castigo se adecua al delito, como si fueraentendido en leyes. Toma, además, distancia de suscompañeros al referirse a ellos como «estos pobretes».Interpreto «declarar» como término jurídico, con elsignificado de deponer. El Diccionario de Autoridadesexplica: «DECLARAR. Vale también en lo forense,deponer, testificar, decir debaxo de juramento el reo,testigo o perito en causa criminal o pleito civil».11 EnTesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián deCovarrubias (1611), descubrimos que en el siglo XVIItambién significaba «aclarar», que es el significadogeneral de la palabra en este caso: «DECLARAR.Manifestar lo que de suyo estaba oculto, obscuro y noentendido...» (folio 300, recto). La palabra conserva hoyambos significados, pero favorece el jurídico. En laprimera edición del Quijote no hay quien sea capaz deentender la genealogía, pero en otras posterioresCervantes lo cambió por «sumista», contador. Estoinclina el caso en la dirección de una posible disputasobre derechos sucesorios que, por supuesto, se rigenpor las leyes testamentarias.

Covarrubias define con precisión «parentela»—incluso hoy, familia extendida— como «los parientesde un linaje», que también posee una resonancia legalista.Esta genealogía está tan enmarañada que no hay quien

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El prisionero del sexo. El amor y la ley en Cervantes

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la desenrede: hermanos que son primos unos de otros,sobrinos que son también hijos, y sobrinas que sontambién hijas. Lo que indica el prisionero es que nadie,ni siquiera él con su lenguaje superior y habilidadesjurídicas, sería capaz de redactar un documento en quese estableciese la legitimidad y se fijara un legado, unpatrimonio: quién heredaría qué de quién, en formaclara y jurídicamente obligatoria. Esta confusióngenealógica sería el peor delito del prisionero, que élexpresa con un término jurídico: la incapacidad de«declarar» adecuadamente, de traducir en discursojurídico sus acciones y sus consecuencias. Pero la alusióna la progenie enmarañada puede también ser una formasutil de defensa, pues si la causal fueran la herencia y lospatrimonios, sus fechorías constituirían un caso civil yno criminal. Podemos observar que el texto y elsubtexto de lo que dice indican la formación jurídicadel prisionero.

Existen también pruebas históricas que indican que«estudiante» significa aquí estudiante de Derecho. Estejoven era buen latinista y buen retórico: hablaba bien,lo que lo inclina al Derecho. Pero también la mayoríade los estudiantes de su tiempo estudiaban Leyes,independientemente de lo que terminaran haciendodespués.12 Los estudiantes de Derecho eran conocidospor su estridencia individual y en grupo.13 Algunosaparecen en otras obras de Cervantes. De modo quetambién me inclino a creer que el prisionero es unestudiante de Derecho debido a su comportamientolibertino. Obsérvese su insolencia y la ligereza con quese refiere a sus acciones y, sobre todo, que es él quienataca a Don Quijote cuando el caballero es derribadopor las piedras que sus compañeros le lanzan: «y apenashubo caído [Don Quijote], cuando fue sobre él elestudiante y le quitó la bacía de la cabeza, y dióle conella tres o cuatro golpes en las espaldas y otros tantosen la tierra, con que la hizo pedazos» (p. 186). Esta es laúltima aparición del lascivo abogado en ciernes en elQuijote, puesto que se pierde en los páramos, o en lasentrañas de la tierra, huyendo del orden público.

Parte de mis indicios en relación con el estudianteprocederían también de la siguiente palabra que deseocomentar: «burlar»; porque los estudiantes de Derechoeran dados a las «burlas» o bromas. Eran bromistasnotorios. Pero, a causa de la obra de Tirso de Molina,es la palabra más importante de las cuatro que comento.Es una palabra común a las tres lenguas romances dela Península, pero de origen casi desconocido, segúnCorominas.14 «Burlar» no puede sino traer a la menteEl burlador de Sevilla. Nuestro prisionero del sexo es sindudas un «burlador». Pero según lo que el prisionerodice, y en especial el tono en que lo dice, lo sería en elsentido de seductor libertino, que ya he señaladoconstituye una forma de defensa. En la reciente edición

del Quijote del Instituto Cervantes, coordinada porFrancisco Rico, la nota 241 explica que en la jerga deladrones y rufianes llamada «germanía», el verbo «burlar»significaba tener comercio sexual con alguien. Pudieramuy bien ser así, pero la palabra, incluso en ese contextoespecializado, debe haber conservado parte de susignificado ordinario (engañar); de no ser así, dudo queTirso la hubiera usado en su título. (¿Puede alguienimaginar que Fray Tirso titulara su obra El jodedor deSevilla?). «Burlar a alguien» significa embaucar o engañara alguien, que es la forma en que se utiliza en la obra deTirso de Molina, donde significa seducir a alguienpor medio de artimañas, como lo hace Don Juan—haciéndose pasar por otros hombres, dandopromesas falsas de matrimonio. Se trata de una formade estupro, o violación, y era condenada por el Derechoespañol con diversos grados de severidad. Peroobsérvese que el prisionero ha evitado la formatransitiva del verbo. No dice «burlado a», engañado aalguien, sino «burlado con», «vacilado con». Haconvertido sus acciones en sexo consensual con doshermanas que eran primas hermanas suyas y con otrasdos que no lo eran, insinuando la complicidad de estasen el menage à trois, o, en este caso, menage à cinq. Sisometemos la ficción a un realismo lógico, tendríamosque concluir que hubiera sido difícil mantener lasaventuras ocultas de las diversas mujeres. El prisioneroparece estar diciendo que disfrutaba de un par de felicestriángulos, hasta que el intrincado linaje de los hijos seinterpuso. Esto lo aparta de Don Juan, quien preferíalas conquistas de una sola noche y no engendraba hijos.

Pero no pierdan la sutileza de la caracterización deldelito por el abogado en ciernes. No es que se divirtieracon sus primas hermanas, sino que lo había hecho«demasiadamente». Obsérvese el adverbio que empleapara calificar sus acciones: «demasiadamente», del latínde magis, «de más», «demasiado», «en exceso». Salvo quela forma normal en español, entonces y ahora, es«demasiado», aunque el Diccionario de la Real Academia dela Lengua recoge «demasiadamente», forma poco usualde añadir énfasis al adverbio. De modo que no es lafechoría en sí, sino su repetición imprudente, excesiva,la que creó problemas al prisionero. Insinúa que dehaberse refocilado menos, o en forma un poco másdiscreta, con sus primas y las otras chicas, no habríatenido problemas. No hay mención, por supuesto, delincesto, porque como caso de fornicación sencilla, laley favorecía al prisionero. Tener relaciones sexuales conestas cuatro mujeres no era un delito grave en aqueltiempo, suponiendo, como se nos permite suponer,que eran solteras, al igual que el prisionero, y que estabandispuestas a ello. Esto es lo que en la terminologíajurídica del período —desarrollada por la Inquisición,lo que permite reconocer su molde escolástico—

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recibió el nombre de «fornicación sencilla», o fornicatiosimplex, en contraste con la «fornicación calificada».15

La sencilla era la relación sexual entre dos personasno casadas de sexos opuestos; la gravedad de la«fornicación calificada» aumentaba si una o ambaspartes eran casadas, menores, o si ambas eran del mismosexo. De modo que el prisionero afirma haberparticipado en fornicación consensual sencilla concuatro mujeres, de las cuales surgieron descendientes,cuyos lazos familiares resultaban difíciles de establecer.La única indicación de que el incesto pudiera habersido un factor agravante se insinúa en la consanguinidadde los hijos, pero el prisionero la trata con desdeño,como hace con todo lo demás.

De modo que tenemos un posible estudiante deDerecho que ha fecundado a dos primas hermanas y aotras dos hermanas, y producido una progeniecomplicada. Acepta su castigo acorde con su delito ydeclara que es joven y tendrá vida después de las galeras,una frase que recuerda el estribillo de Don Juan siempreque le advierten de las consecuencias de sus acciones:«Cuán largo me lo fiáis». Pero, mientras Don Juan serefiere a la muerte y la condena eterna, el prisionero hablade la vida terrena y del castigo por las instituciones penales.Siente optimismo hacia el futuro, o al menos alardea deaudacia, característica común entre los delincuentesencarcelados de entonces —y tal vez de hoy. Existefrivolidad en el tono, una pose de despreocupación que,de nuevo, podría ser parte de una defensa o una formade desviar la atención del aspecto más grave de su delitoque sería, por supuesto, el incesto. Detrás del velo de larisa y la alegría, que tenía por costumbre, Cervantes seha deslizado hacia el rasgo más grave y condenatoriodel personaje y sus acciones.

No nos engañemos por este embaucador de tantalabia y encanto: el prisionero había sido hallado culpabley sentenciado por estupro, o seducción, alcanzada porun abuso de confianza, e incesto, incluso si creemos suhistoria de relaciones sexuales consensuales.16 Laseducción de mujeres por la fuerza o medios más sutiles,en especial de vírgenes, viudas y monjas, era castigadacon severidad por el Derecho español desde las Sietepartidas. Esta misma recopilación de leyes —en vigortodavía en el siglo XVI como fuente autorizada— defineel incesto como

un pecado que llaman en latín incestus, que quier tantodezir como pecado que ome faze yaziendo a sabiendas consu pariente, o con parienta de su muger o de otra con quienouiesse yazido, fasta el quarto grado, o si yoguiesse algunocon su madrastra, o con madre o fija, o con su cuñadao con su nuera, o si alguno yoguiesse con muger de Orden ocon su afijada o con su comadre.17

Me parece que la ley es clara, sobre todo tomandoen cuenta el establecimiento del «cuarto grado» de

consanguinidad como incesto castigable. Técnicamente,el incesto significaba sostener relaciones sexuales con unpariente con el que sería ilegal casarse, lo que se extendíaa los primos, aunque existía la posibilidad de obtenerdispensas de la Iglesia. A pesar de su elaborado floreoretórico, no hay dudas de que, como él mismo admite,el prisionero es culpable y el castigo se adecua al delito.Y el más grave es el incesto, no solo haber procreado unconfuso clan endogámico —aunque esto, sin dudas, eslo que procura evitar la prohibición. El incesto se contabaentre los delitos que seguían considerándose tambiénpecados en los códigos penales españoles de entonces, apesar de su gradual separación de la teología: se le llamapecado en el texto de las Siete partidas recién citado.Cervantes, como es usual, no se detiene demasiado eneste aspecto teológico, pero la indicación es clara.Además, si seguimos extrapolando y meditamos en lasuerte de los hijos del prisionero y sus madres, nospercatamos de la gravedad de los delitos.

El prisionero, hemos podido observar, hace honora la descripción del guardia; actúa con gallardía ydemuestra ser un gran hablador. Tiene seguridad en símismo, se dirige a Don Quijote con insolencia, aunquelas diferencias de clase le resultan claras, pues lo llama«Señor caballero». Dados sus antecedentes comoseductor de muchas mujeres, debe ser también apuestoy atractivo. Es impenitente, desenfadado y tieneconfianza en su futuro. Hay algo en él de narcisismo, ajuzgar por su comportamiento: lleva hábito deestudiante, para hacer ostentación de su superioridadsobre sus compañeros e incluso sobre los guardias. Esun fanfarrón. Creo que su narcisismo constituye unaclave de su lado oscuro y de lo que él significa en laeconomía del amor y el Derecho en la novela. Es aquícuando el incesto revela dimensiones imprevistas.Comporta un elemento narcisista, en el sentido en queentraña un deseo por otro que es, en parte, uno mismo;el yo que desea procura perpetuarse con un mínimode diferencia. El otro es una imagen del propio ser,como lo son sus resultados: los hijos. Hay también enel incesto un toque de autoconocimiento perverso, sinos referimos al conocimiento en un amplio sentidobíblico. Es subir de nuevo al árbol genealógico paraencontrar los propios orígenes y fusionarse con ellos.Hay elementos verdaderamente retorcidos en lasaberraciones del prisionero; si seguimos especulando,en sus primas puede haber visto imágenes de su propiamadre. Llevada a sus últimas consecuencias, no hay aquíhistoria ampliada, porque el narcisismo es un desplomedel ser dentro de sí mismo, lo que indica el mito clásicoal hacer que Narciso se ahogue en su propia imagen.Es una circunvolución narrativa.

El prisionero lleva al extremo la relación entre elamor y la ley al violar el tabú fundamental que constituye

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El prisionero del sexo. El amor y la ley en Cervantes

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la base de la vida social; la prohibición del incesto, queconduce al intercambio de parejas sexuales y a la mezclade personas de distintos clanes o grupos. Sin ella, sedesintegraría la reproducción dentro de un orden socialy el ser humano se retrotraería al caos de la naturaleza.Sin ese no inicial, sin esa primera ley, la civilización dejaríade existir. Esa es la tragedia de Edipo. En el pasaje quehe estado analizando, el caos está representado por esagenealogía enredada que escapa al control de la ley, queno puede reducirse a escritos jurídicos para entrar en laeconomía social y política del Estado. Tras haber sidoformado para hacer la ley inteligible, legible, elprisionero se ha burlado de ella actuando de un modoque opone resistencia a la escritura y la lectura. Quecuando lo vemos por primera vez esté encadenado,demuestra que los custodios de la sociedad sonconscientes del peligro que representa. Llevan consigodocumentos en que está inscrita la historia del prisionero,donde se le ha atrapado en la red de los escritos jurídicos:la sentencia en que aparecen asentados su delito y sucastigo: «Aunque llevamos aquí el registro y la fe de lassentencias de cada uno destos malaventurados, no estiempo éste de detenerles a sacarlas ni a leellas» (p.177).Es esta una historia que nunca llegamos a leer, pero a laque el prisionero ha dado su sello de aprobación, paraentonces proceder a brindar su propia versión. Es unahistoria ilegible debido a que, en su horror, excede loslímites de lo representable y, como el narcisismo, esuna narración que se pliega sobre sí misma, por lo quepermanece en la bolsa del custodio.

Pero a pesar de toda su jactancia, el prisionero esincapaz de comprender lo profundamente apropiadode su castigo, que se impone en una esfera que trasciendeel propio Derecho según se escribe y practica. Esenviado al mar, lejos de todas las mujeres, a un mundosolo de hombres. Marginado de la sociedadheterosexual, el prisionero no podrá engendrar másimágenes de sí. A fin de dar salida a sus deseos, tendríaque tomar el paso siguiente en su propio narcisismo yrendirse al homosexualismo, una «fornicación calificada»castigada con gran severidad por la ley española. Estees el aspecto más duro de su castigo, el que guarda lacorrelación más profunda con su delito: ser expulsadotemporalmente a un mundo masculino, sin diferenciaalguna. Esta es, de nuevo, la historia irrepresentable,ilegible, que queda oculta no solo en la bolsa delguardián, sino incluso en el propio texto de la sentenciadel prisionero. Pero Don Quijote, para quien el amornunca pudo estar limitado por las leyes del Estado, lolibera, y así escapa no sabemos a dónde. Escapa tambiéndel libro, porque a diferencia de otros personajes comoAndrés y Ginés, no reaparece. Su desaparición estambién significativa.

El prisionero del sexo, en la obra de Cervantes, haanticipado una figura que no surgirá con plena madurezhasta un siglo más tarde: el libertino. Es por enteroamoral, se interesa solo en la satisfacción de sus deseosy desdeña la ley y la costumbre. Su comportamientodesenfadado muestra que no le preocupan lasconsecuencias de sus acciones: practica una libertad sinlímites. Aun cuando es condenado y castigado, apruebasu suerte, e incluso finge convertirla en algo que seamolda a sus propios deseos. Lo de mayor importanciaes que no admite limitaciones, ni siquiera de tiempo: sejacta de que tendrá todavía mucho que disfrutar de lavida después de las galeras. Como no le teme al tiempo,no está atado por las reglas de sucesión o de teleología:su final no se avizora. Su vida y deseos, que son lomismo, no tienen término: proliferarán ilimitadamente,como su progenie. Es por ello que no volvemos asaber de él. En los páramos, se perderá en la ausenciade formas, en la ilegibilidad de su libertinaje, de sulibertad irrestricta, no sujeta a códigos. No puede haberrecurrencia porque el final de su historia no puede tenersentido.

Con pocas excepciones, las historias de amor delQuijote tienen final. Las peripecias, las aventuras, despuésde vueltas y revueltas conducen a algún tipo de final.En las historias entretejidas de la primera parte, laconclusión es la tradicional de la comedia en la que lospersonajes intercambian promesas matrimoniales. En«El curioso impertinente», la historia tiene un fin trágico.El amor y el Derecho brindan un ciclo, un patrón, unaforma. No es así en el caso del galeote, cuya historia,por tener una total falta de restricciones, no puede tenercierre, no puede tener fin. Su historia se disipa en laausencia de forma, porque en ella no se reconoce, ymucho menos se obedece, ley alguna. Las acciones deDon Quijote eliminan el final prescrito en la sentencia:el período de seis años en las galeras. El prisionero noirá a las galeras, de las que podría, o no, regresar vivo;pero su destino estaría en ambos casos registrado,convertido en parte de un archivo. En lugar de ello,huye y desaparece, dejando al lector con el recuerdode su sarcasmo, de su despreocupación jactanciosa, desu burla a la ley.

En la novela, la más importante historia de amorsin cierre es la de Don Quijote. El caballero no es unlibertino —de hecho, no hay pruebas de que haya tenidorelaciones sexuales jamás, aunque tampoco las hay quelo nieguen categóricamente—, pero su búsqueda de ladama ideal no puede tener un final satisfactorio porquese desarrolla en la imaginación. Dulcinea se multiplica—Aldonza Lorenzo, la campesina encantada porSancho, el paje vestido como ella en el Desfile delBosque— pero sigue siendo la misma. No difieremucho de la proliferación de mujeres del prisionero.

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Roberto González Echevarría

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Como ellas, Dulcinea es la Mujer, todas las mujeres, elobjeto de un deseo difuso que se encuentra más allá delo físico y, por ende, más allá de la ley. El amor de DonQuijote, como el del prisionero, no tiene final, salvolos de su locura y su muerte. Es por ello, a mi entender,que Don Quijote libera al prisionero. Ha encontradoun espíritu afín. Como él, es esclavo del deseo. Elprisionero es su otro correlativo, su imagen invertida.Tal vez esta sea la causa de que el prisionero le dé unapaliza al caballero, regresando a una violencia primigeniacontra su pariente, que no difiere de la perpetrada contrasus primas. Al igual que Cervantes, Don Quijote imaginaun mundo de libertad, pero a diferencia de su creador,no es consciente de sus peligros y no está obligado aescribir una historia que un lector ocioso u ocupado,como yo, pueda comprender.

La tipificación de las transacciones amorosas brindóa Cervantes nuevas inflexiones de viejas historias, eincluso algunas historias nuevas. El archivo, acaparador,autoritario, abarcador, se convirtió en un compendiode narraciones alternativas en competencia, en un canonvinculado por escrito al nuevo Estado. Algunas de lashistorias nuevas logran, incluso, escapar del archivo paraformar una constelación de relatos imposibles, queCervantes no podía aún contar. Son también historiasejemplares, pero a causa de su naturaleza virtual, liminal,que señalaba hacia una literatura aún por llegar.

Traducción: María Teresa Ortega Sastriques.

Notas

1. En «The Wild Man Goes Baroque», Edward Dudley escribe: «Elpapel del amor en el Quijote suele pasarse por alto a favor deconsideraciones más abstractas, pero pudiera muy legítimamentedecirse que el amor, o sea, la relación entre los sexos, es lapreocupación básica de todo el libro», en Edward Dudley yMaximillian E. Novak, eds., The Wild Man Within: An Image inWestern Thought from the Renaissance to Romanticism, The Universityof Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1972, p. 119.

2. José Antonio Maravall, «The Origins of the Modern State»,Journal of World History, n. 6, Honolulu, 1961, pp. 788-808. Vendríaal caso recordar que Fernando de Aragón fue uno de los modelos deEl príncipe, de Maquiavelo.

3. John H. Elliott, Imperial Spain 1469-1716, St. Martin’s Press,Nueva York, 1967, p. 75.

4. Véase Roberto González Echevarría, Myth and Archive: A Theoryof Latin American Narrative, Cambridge University Press, Cambridge,1990.

5. Francisco Tomás y Valiente, El Derecho penal de la monarquíaabsoluta (siglos XVI-XVII-XVIII,) Tecnos, Madrid, 1969.

6. Cristóbal de Chaves, Relación de la cárcel de Sevilla, José Esteban,ed., Clásicos El Árbol, Madrid, 1983.

7. Miguel de Cervantes, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha(edición dirigida por Francisco Rico), Instituto Cervantes, Barcelona,1998, p. 227. Todas las citas corresponden a esta edición. En loadelante se señalarán solo las páginas.

8. Richard L. Kagan, Lawsuits and Litigants in Castile, 1500-1700,The University of North Carolina Press, Chapel Hill, 1981, p. 127.

9. «Ejecutar el delito de noche o en despoblado eran circunstanciasagravatorias porque en realidad disminuían las posibilidades dedefensa y de auxilio de la víctima: su cercanía a la alevosía es clara,pero suele aludirse, especialmente a la de ejecutar el hecho enyermo, con independencia de la alevosía». Francisco Tomás y Valiente,ob. cit., p. 350.

10. Ibídem, p. 252.

11. Diccionario de Autoridades, v. 3-4, Gredos, Madrid, p. 38.

12. «Para la década de 1580, los estudiantes de Derecho deSalamanca eran justo más de tres mil ochocientos, cifra querepresentaba bastante más de la mitad del número total de estudiantesmatriculados en la universidad...». Richard L. Kagan, ob. cit.,p. 142. «La mayoría de los educadores del período creía que elpropósito principal de la educación era preparar a los estudiantespara la vita activa et civile y, en este contexto, el Derecho eraconsiderado la culminación de la formación preliminar en latín, losclásicos, la retórica y la filosofía. Además, se pensaba que el Derechobrindaba a los estudiantes conocimientos del mundo pacífico,ordenado, de la Roma imperial, que tantos pensadores y estadistasdel siglo XVI pretendían construir de nuevo como MonarchiaChristiana». Ibídem, p. 144.

13. «Además, las universidades de los siglos XVI y XVII, sobre todo lasmás grandes, eran famosas por su vida desenfrenada: la bebida, eljuego y el ir de putas eran distracciones comunes». Richard L.Kagan, Students and Society in Early Modern Spain, The Johns HopkinsUniversity Press, Baltimore, 1974, p. 203.

14. Joan Corominas, Diccionario crítico etimológico castellano e hispano,Gredos, Madrid, 1980-1991, t. I, p. 702.

15. Sigo aquí el artículo de mi buen amigo Stuart B. Schwartz,«Pecar en las colonias. Mentalidades populares, Inquisición yactitudes hacia la fornicación simple en España, Portugal y lascolonias americanas», Cuadernos de Historia Moderna, n. 18,Universidad Complutense, Madrid, 1997, pp. 51-67.

16. En la España del siglo XVI, la distinción entre delito y pecado vaborrándose según aumenta la gravedad de la infracción. Así ocurresin dudas con el incesto. Como escribe Tomás y Valiente, «delito ypecado serán así realidades, más que paralelas, convergentes, y sugravedad se gradúa en cierto modo recíprocamente. En los casos enque la ley humana castiga acciones como la herejía, el adulterio o elincesto, tales delitos son graves y pueden penarse severamente porqueencierran una grave ofensa a Dios, es decir, porque son pecadosmortales». Ob. cit., p. 221. La definición de «estupro» procede deCorominas.

17. «Cuarta Partida, Título II, ley XIII». Cito de Las siete partidas delsabio rey D. Alfonso, el Nono, copiadas de la Edición de Salamanca delaño 1555, Joseph Thomas Lucas, Valencia, 1758, Partida IV, p. 27.

© , 2003.

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Lisandro Otero

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no. 32: 4-9, enero-marzo de 2003.

Lisandro OteroLisandro OteroLisandro OteroLisandro OteroLisandro Otero

El último sigloEl último sigloEl último sigloEl último sigloEl último siglo.....Literatura y cambio socialLiteratura y cambio socialLiteratura y cambio socialLiteratura y cambio socialLiteratura y cambio social

La era de la conquista del espacio, del viaje a la Lunay de los cosmonautas, de la revolución informática,

del mayor estallido diseminador del conocimiento quela humanidad ha alcanzado en su historia, ha sido tambiénel tiempo de la interrelación estrecha entre la literatura ylos cambios sociales, el lapso donde la obra escrita y laacción vivida han demostrado un enlace orgánico. Ennuestro tiempo, las computadoras personales y suintegración en un complejo vinculado por la red Internet,permiten una disponibilidad total del acervo cultural. Eluso de la fibra óptica y de los satélites, y la crecienteminiaturización de esos sistemas, permitirán, aún más,irradiar el patrimonio ilustrador. Pero también es la etapadel agujero en la capa de ozono, la contaminaciónambiental, la deforestación acelerada y la extinción demuchas especies animales. Si el siglo XIX fue testigo delauge de la revolución industrial y la energía por motoresde combustión, en el XX se descubrió la fisión nuclear yla energía atómica. Einstein elaboró su teoría de larelatividad; Max Planck, su tesis sobre los quantas, y Mariey Pierre Curie descubrieron la radiactividad. SigmundFreud se adentró en el valor de los sueños comoexpresión de la personalidad humana. Los satélites han

permitido un mundo más angosto, que MarshallMcLuhan definió como una «aldea global». Eldescubrimiento de la penicilina anuló los efectosdevastadores de las enfermedades infecciosas. Ha sidola edad de los trasplantes de órganos, de la clonación yde la ingeniería genética. Se supo que el ser humanoviene programado antes de nacer por el ácidodesoxirribonucleico. La electricidad, el automóvil, laaviación, la telefonía, el cine, la radio, la televisión y elláser nacieron y se desarrollaron en los últimos cien años.

I

La expansión colonialista durante el siglo XIX terminócon una contienda de potencias que condujo a laPrimera guerra mundial. Tras ella se deshicieron los otrorapoderosos imperios austrohúngaro y otomano y surgieronnuevas naciones como Yugoslavia y Checoslovaquia, quedesaparecerían antes de terminar el siglo. Las ideas deCarlos Marx hallaron un espacio de implantación. LaRevolución rusa de 1917 constituyó un intento de alcanzaruna utopía donde la riqueza social fuese distribuida

Escritor y periodista.

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El último siglo. Literatura y cambio social.

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equitativamente, donde se entregase el trabajo y lacapacidad personal a cambio de la satisfacción plena delas necesidades. La temprana muerte de Lenin y laabsorción del poder absoluto por Stalin desfiguró lademocracia socialista con violaciones de la legalidad. Untardío intento de rectificación, liderado por MijailGorbachov, terminó en la disolución de la URSS y de suPartido Comunista, y engendró un régimen mafioso ycorrupto. En 1949 triunfó en China el modelo comunistaencabezado por Mao Zedong. La nación más pobladadel mundo adoptó un régimen marxista leninista queacumuló en breve numerosos avances en la calidad devida de un pueblo hasta entonces hundido en la miseriay la servidumbre feudal. Tras un serio retrocesoeconómico, se desarrolló una feroz lucha por el poderque degeneró en la llamada Revolución cultural y,posteriormente, en un régimen de economía de mercado,con ribetes de beneficio social, encabezado por DengXiaoping.

En Italia triunfó el movimiento fascista, dirigido porBenito Mussolini, donde la acción prevalecía sobre lateoría, y el Estado constituía la base de la nación. Susprincipios rectores se basaban en la imposición de unaideología oficial, control policiaco, concentración ydominio sobre los medios de comunicación masiva,centralización económica y adopción del militarismo.Adolfo Hitler, un psicópata demagogo, asimiló ladoctrina y la puso en práctica en Alemania, añadiéndoleelementos racistas como la supuesta supremacía de laraza germana, la inferioridad de los hebreos y el valorde las élites en la construcción nacional. Apoyado por laalta burguesía industrial, creó un poderoso partido quesupo explotar los sentimientos de vergüenza y frustracióncausados por las humillaciones impuestas a Alemania porel Tratado de Versalles de 1918. Alentó la búsqueda deun espacio vital, lo cual era una justificación para susambiciones territoriales. Ello condujo a un estallidoeuropeo que en breve se globalizó. Antes ocurriría otroepisodio bélico entre los republicanos, que pretendíanmodernizar España, y los falangistas, monárquicos yecleciásticos deseosos de anclarla en el siglo XIX. Lasangrienta guerra civil que siguió dejaría un saldo de unmillón de muertos.

La debacle de la Segunda guerra mundial terminóla pesadilla totalitaria de derecha. Con el cese de eseconflicto, se produjo la coyuntura necesaria para fundarla Organización de las Naciones Unidas, cuyoantecedente fue la fracasada Liga de Naciones. Fue unnuevo instrumento de arbitraje para evadir las crisisinternacionales sin llegar al choque armado, pero enocasiones ese organismo sirvió de pantalla para encubriracciones del imperialismo estadounidense. Tras laConferencia de Bandung, en 1956, comenzó laemancipación de las naciones colonizadas de Asia yÁfrica. Nuevos líderes surgieron o alcanzaron una

dimensión internacional, como Mahatma Gandhi,Gamal Abdel Nasser, Josep Broz (Tito), Sukarno yHo Chi Minh. La guerra por el dominio del Canal deSuez fue otro eslabón en ese proceso difícil. La creaciónde Israel creó considerables fricciones con los Estadosárabes y una situación de enfrentamiento con lospalestinos, pugna que aún no ha sido resuelta.

Los Estados Unidos sufrieron una gran recesión en1929, y emergieron de su crack bancario con la políticakeynesiana de Franklin D. Roosevelt; más tarde seconvirtieron en el primer país de Occidente, al desplazara Gran Bretaña y Francia de la cúspide. Concluido elgran conflicto, la Conferencia de Yalta entregó a laUnión Soviética la Europa del Este y se inició una nuevapugna por la supremacía mundial, conocida como laGuerra fría. Sus episodios culminantes: las guerras deCorea y Viet Nam, la Crisis de los misiles, en Cuba; elbloqueo de Berlín y, más tarde, la erección del famosoMuro en torno a una parte de la antigua capital alemana.

Las fuertes conmociones sufridas por los EstadosUnidos han puesto a prueba la confianza en sus propiasfuerzas. El asesinato del presidente Kennedy, el escándaloWatergate, la renuncia del presidente Nixon y la derrotasufrida en la guerra de Viet Nam, primera debacle militaren su historia, crearon serias desgarraduras en el tejidohistórico de esa nación. Más tarde, la revoluciónconservadora de Ronald Reagan, con sus nexostrasatlánticos en la privatizadora Gran Bretaña deMargaret Thatcher, inició la era del neoliberalismo.Nuevas recetas del capitalismo renovado estrecharonmás el cinturón de las clases humildes.

En América Latina, tras el Estado nuevo, de GetulioVargas, y el Justicialismo, de Juan Domingo Perón, vinola Revolución cubana, dirigida por un líderexcepcionalmente dotado, Fidel Castro. Se demostró queen este continente podía vivirse con autonomía de lavoluntad de los Estados Unidos y se instauró un régimende beneficio social y raíces nacionalistas. Durante undecenio se extendieron los movimientos de liberaciónnacional en América Latina, con el emblema icónico deErnesto Che Guevara. Chile y Nicaragua intentaronsistemas de justicia social que fueron brutalmentereprimidos por conjuras alentadas desde Washington.La guerra de las Malvinas marcó el último episodio deagresión europea contra América comenzado, segúnalgunos, con el desembarco de Cristóbal Colón. LaRevolución mexicana fue el heraldo de los cambios quesobrevendrían. México dejó de ser una sociedad feudaly agrícola —debido a la transición revolucionaria—, yevolucionó hacia una moderna economía industrial y elsurgimiento de una burguesía nacional.

La era que terminó ha sido la de Charles de Gaulle,Fidel Castro y Yuri Gagarin; de Juan Pablo II y EvaPerón; de Winston Churchill y Emiliano Zapata; deTrotsky, Kemal Ataturk, Al Capone y Francisco Franco;

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Lisandro Otero

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de David Ben Gurion, Marilyn Monroe y Diana deGales; de Frank Sinatra y Christian Dior; de John D.Rockefeller y Woody Allen; de Cole Porter y Cantinflas.El fenecido siglo fue una época de grandestransformaciones en la creación artística: del surrealismoal dodecafonismo y el cubismo. Personalidades comoJames Joyce, Pablo Picasso, Igor Stravinsky, MarcelProust, Serguei Eisenstein, Le Corbusier, Stanislavsky,Diego Rivera, Isadora Duncan, Charles Chaplin, FranzKafka y Frank Lloyd Wright han cambiado nuestramanera de percibir el mundo y han insuflado un nuevoaliento a la imaginación.

II

¿Cuál ha sido el papel de la literatura en estoscambios? Muchos escritores han afirmado que las letrasde mayor predominio social surgen en tiempos degrandes catástrofes. El período de la depresión, que seacentuó en la década de los 30 en los Estados Unidos,tuvo como resultado un desempleo generalizado. Docemillones de norteamericanos vagaban por las callesvendiendo lápices y manzanas para sobrevivir. El augede los años 20, tras la Primera guerra mundial, habíaterminado. La «Edad del Jazz» o los «Locos Veinte»,como se llamó a esa edad despreocupada terminóabruptamente. El crack de la Bolsa de valores de NuevaYork arruinó a un país que creyó interminable suprosperidad. Esa adversidad le permitió ganar enmadurez. Es el tiempo en que surgieron novelistas comoWilliam Faulkner, Ernest Hemingway, John Steinbeck,John Dos Passos, y Thomas Wolf, poetas como RobertLee Frost, T. S. Eliot y Wallace Stevens, o dramaturgoscomo Eugene O´Neill.

Roosevelt consiguió sacar a su país del barranco, ycuando comenzaba a reponerse estalló la Segundaguerra mundial. La posguerra trajo una nueva hornadade escritores que plasmaron las experiencias delconflicto en textos memorables. Esa nueva promociónincluyó a Norman Mailer, James Jones, Irwin Shaw yJoseph Heller. Tan pronto como la sociedadestadounidense se recuperó del impacto bélico, cuandocomenzó a consolidarse de nuevo una clase media queconstruía un mundo de estereotipos y creía en losvalores convencionales, surgió la necesidad dedesacralizarlos. Ese fue el tiempo de los iconoclastasWilliam Burroughs, Jack Kerouac, Gregory Corso,Allen Gingsberg y Ferlingheti. La imaginación literariadejó de ser, en los Estados Unidos, el reino de laemocionalidad acentuada y de la épica trepidante.

Una nueva literatura del aislamiento y la soledad, dela incomunicación y las frustraciones surgió conTennessee Williams, Carson McCullers y TrumanCapote. De ese medio surgió un personaje literario tan

desalentado, afligido y mustio como el Willy Lomande Arthur Miller. Destrozado por sus propiaslimitaciones, no entiende la inmensa tragedia de su vidatrunca y sin salida. Otro de los grandes creadores deldecursar de la inocencia fue Truman Capote.Alcoholizado, adicto a las drogas, su prematurofallecimiento se debió a una intoxicación generalizada.De una primera etapa sensitiva, de una fina apreciaciónde la angustia existencial pasó a hacer un periodismocreativo que culminó en su obra maestra A sangre fría.Personajes tan bien dibujados como los sombríosasesinos Dick y Perry, o tan deliciosos como HollyGolightly, forman parte de ambas vertientes de suselaboraciones literarias. Truman Capote fue un neuróticosofisticado, un homosexual ostentoso, un snob quefrecuentaba la alta sociedad y se nutría de sus chismes,un pícaro intrigante. Con él terminó un período de altaproductividad de las letras estadounidenses y se clausuróun ciclo de ternura, de infortunios delicados y deexaltadas turbaciones.

El enfrentamiento de bloques de poder, que seprodujo tras el término de la Segunda guerra mundial,arrastró, de manera drástica, a los intelectuales delmundo. Los Estados Unidos y la Unión Soviéticaprotagonizaron una intensa lucha que se reflejó hastaen la superestructura, en las ideas. Tras el deshielo quesignificó la denuncia de Jruschov en el XX Congresodel PCUS, surgieron voces disidentes. Uno que marcóla nueva generación fue Evgueni Evtushenko. Desdemucho antes había mantenido una adhesión crítica IlyaEhrenburg, quien sostuvo un serio enfrentamientopúblico, en el Kremlin, con Nikita Jruschov. El másvalioso de los discrepantes fue Boris Pasternak, quienllegó a recibir el Premio Nobel por su obra, incluido elfamoso Doctor Zhivago, rechazada en 1956 por la editorialNovy Mir. Fue el editor Giangiacomo Feltrinelli, hastaentonces militante del Partido Comunista italiano, quiendio a conocer el libro que recibió una gran acogidamundial. Diez años más tarde, en 1965, le tocó el turnoa Andrei Sinyavsky y a Yuli Daniel, juzgados por enviarsus manuscritos al extranjero a través de la embajadafrancesa en Moscú. Fueron las persecuciones contra éllas que obligaron a Vasili Aksionov, autor de la excelentenovela Naranjas de Marruecos, a emigrar a Israel. Unageneración de escritores dejó claramente expuesto surechazo a la intolerancia del estalinismo.

La Revolución de Octubre había tenido, en Rusia,una exaltada lealtad de sus principales escritores. A ellase entregaron, en un inicio, Stanislavsky, VsievolodPudovkin, Serguei Prokofiev, Anna Ajmatova, Pasternak,Vsievolod Meyerhold, Mijail Sholojov. Muchos de ellos,hostigados, crearon sus obras a contrapelo. La tensiónentre la realidad y las utopías afloró a partir de laexperiencia vivida, y muchos expresaron en su obralos desajustes de la nueva era. Máximo Gorky e Ilya

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El último siglo. Literatura y cambio social.

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Ehrenburg tuvieron serias contradicciones con el poder,Eisenstein fue acusado de formalista pese a sus múltiplesconcesiones, Iván Bunin y Andreyev se exiliaron, MijailBulgakov, Schlovsky y Bajtin fueron condenados alsilencio, Osip Mandelstam desapareció en un campode concentración, Dimitri Shostakovich vio su obracensurada, Vladimir Maiacovsky se suicidó.

La dramática disyuntiva de los intelectualesrevolucionarios consistía en no poder soportar laslimitaciones creativas impuestas por el poder político ytampoco entregarse a la contrarrevolución. Ese fue eltrágico dilema en que se debatió Víctor Serge. Peroquizás ninguno sufrió tan intensamente suscontradicciones como Isaac Babel, quien tuvo unasingular experiencia en el Primer Regimiento de cosacosdel general Semyon Budyonny, al cual se incorporó en1920. Babel aprendió a escribir de manera sucinta,condensando sus experiencias en cápsulas muy bienbalanceadas. Cada uno de sus cuentos era rescrito unay otra vez, algunos los llegó a rehacer hasta un centenarde veces. Se apasionaba con lo que hacía. Confesabaque cuando no podía perfeccionar una oración leentraban palpitaciones cardiacas. Un pasaje de quinientaso mil palabras podía llevarle hasta un mes paraconcluirlo. Babel le dijo a un colega que no teníaimaginación, era incapaz de inventar nada; necesitabaautenticidad, tenía que nutrirse con incidentes reales queluego iba transformando. Presenciaba situacionesextremas de la conducta humana y las recogía fielmentepara luego convertirlas en literatura. Desde el primerinstante, tras la Revolución, colaboró comopropagandista para ROSTA, la agencia de noticias delEstado, que luego se convirtió en TASS, y para elperiódico del Ejército Rojo. Fue colaborador de laCheka y amigo personal de Yagoda, jefe de la policíasecreta. En 1928, Budyonny lo acusó de haber mentidosobre los cosacos del Primer Regimiento. «Distorsionesde un autor erotomaníaco», fue una de las imputaciones,«visión pequeño burguesa»... «desvaríos de un judíodemente», se le inculpó. Nunca estuvo en combate,según Budyonny, siempre se mantuvo en la retaguardia.Una vez más, la defensa de Gorky logró extender unmanto de inmunidad, pero a partir de entonces Babelentró en un silencio casi total, hasta su muerte, ocurridamientras era mantenido en reclusión. Los años de laGuerra fría dejaron un claro testimonio delcompromiso intelectual con la libertad de crítica y elpensamiento autónomo de los escritores rusos ynorteamericanos, y esas contradicciones fueron uno delos rasgos definitorios del pasado siglo XX.

Günter Grass, dotado de un genio creador diversoy exuberante que lo ha investido de un alto prestigiomoral y de una reputación considerable en el oficioliterario, ha cruzado uno de los períodos mástormentosos de la historia de su patria, el de la derrota

en la Segunda guerra mundial y el drama de la particiónalemana. De una parte estaba la realidad estalinista deWalter Ulbricht y Erich Honecker; de la otra, elneofascismo velado de Konrad Adenauer y LudwigErhardt. De un lado, la adhesión incondicional a laUnión Soviética del régimen de Pankow y del otro, lasumisión obediente del sistema implantado en Bonnpor los Estados Unidos.

Grass se unió a los intelectuales de izquierda,dinámicos y políticamente comprometidos, queconstituían el Grupo 47. Después de haber sidoreclutado para el ejército a los dieciséis años, comomiembro de las Juventudes Hitlerianas, herido en elfrente, prisionero de guerra y, tras el conflicto, habersido tallador de lápidas sepulcrales, baterista de unabanda de jazz y traficante en el mercado negro, estabapreparado para cualquier oficio menos el de laclaudicación. Cuando se estableció en París en 1956escribió El tambor de hojalata, que le dio renombre yconsideración en los medios literarios. Desde ahícontinuó su trayectoria esplendente hasta obtener elPremio Nobel en 1999.

En su discurso de aceptación del premio Príncipede Asturias (1999), hizo la definición del papel de laliteratura, en donde expresa que la historia está hechade estentóreos partes triunfales y de derrotas a mediavoz, y que la vida privada está siempre interrumpidapor el quehacer histórico. Por ello, dice, es importanteque la literatura descubra las intimidades de la historia ymuestre cuanto ocurre detrás de la tribuna de lasgrandes ceremonias de Estado, así se podrá apreciar loelevado como ridículo y lo grande como diminuto.Quizás la mejor imagen de la función social de laliteratura, afirmó, se encuentra en el cuento de Andersen«El traje del emperador», donde la mirada inocente deun niño permite ver al rey desnudo. Los grandes analesde una nación se ven en su perfil profundo cuando seobservan a través de los ojos del bufón de la corte.

Para Günter Grass, la literatura le da voz a losperdedores, a quienes no hacen la historia, pero la historiales sucede. La literatura vive de las crisis y su función esprofanar cadáveres, manifestó entonces. Todos seremosculpables o víctimas. En última instancia, la imaginacióntendrá siempre la última palabra.

La literatura alemana de la posguerra tuvo comomisión «sacar el cadáver del armario», admitir laculpabilidad colectiva por el advenimiento delnazifascismo, combatir el congelamiento de las opcionesen la estructura del nuevo orden social burgués. Tambiénse enfrentaba a los desafíos de la Guerra fría. No queríaadmitir los excesos totalitarios, pero también rechazabauna sociedad que tenía como propósito primordialcambiar de modelo de automóvil todos los años. Elrealismo escéptico de Grass era la única posición honestadentro de las circunstancias de la reconstrucción alemana.

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Lisandro Otero

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Movido por motivaciones éticas, no hizo fortunanarrando las desdichas del pueblo alemán, las miseriasy necesidades de la posguerra. Eso habría excitado elinterés morboso de muchos lectores, pero la literaturano era para él un vehículo para medrar con elsensacionalismo ni para desnudar penurias ajenas.Desdeñar a los filisteos implicaba rechazar elconformismo y tornarse en pesquisidor para contribuira la fundación de una sociedad más humana. Ha dichoGrass que estamos inmersos en una larga lucha paracivilizar al capitalismo salvaje, donde los nuevosejecutivos solo reclaman una cosa: más mercado. Unmercado que lo invade todo, que ahoga a los individuos.Su insobornable posición política y su pulcritud morallo han investido de esa aureola de los grandes elegidos.

Anteriormente, otro gran ejemplo moral de losescritores alemanes, Thomas Mann, había demostradoel alto costo de saber decir no. En una carta, inéditadurante mucho tiempo, publicada ulteriormente en elFrankfurter Allgemeine Zeitung, Mann dio fe de su totalrechazo al nazismo. Escrita cinco días después de la tomadel poder por Adolfo Hitler, esclarece mucho la posicióndel novelista, que no se distanció formalmente del nacionalsocialismo hasta 1937, con un artículo que publicara enel Neue Zuercher Zeitung. En su carta, Mann protesta contra«las atroces falsificaciones de la historia que está ladrandoese chapucero rey del lumpen de los micrófonos».Muchos aún debaten sobre la dudosa actitud de Mannen los umbrales del nazifascismo, y hasta alguno le atribuyesecretas simpatías por el populismo nacionalista que nacióen Alemania en los albores de la década de los años 30.Thomas Mann ya había sido consagrado al serle otorgadoel Premio Nobel en 1929. Cuando Hitler asumió laCancillería, Mann se hallaba de gira en el extranjero y noregresó a Alemania, pero durante cuatro años no emitióningún análisis sobre la nueva situación, lo cual dio origena la confusión sobre sus verdaderas opiniones.

El período de Weimar en la literatura y elpensamiento alemanes fue rico en figuras primordiales.Fue el lapso de Martin Heidegger, Oswald Spengler,Walter Benjamin, Rainer María Rilke, Kafka, BertoltBrecht, Robert von Musil, Hermann Broch. De esaépoca datan textos básicos de la cultura del siglo XXcomo La decadencia de Occidente, El ser y el tiempo y Lamontaña mágica. Esto fue favorecido por una industriacultural sólidamente organizada, impulsada por elconsumo de masas. Todo ello terminó con eladvenimiento del nazismo. En septiembre de 1933,Hitler pronunció su discurso sobre el arte alemán, en elcual hablaba de la necesidad de liberarse de lasdegeneraciones que el contacto con otras culturas habíaimpuesto al arte germánico. El hecho estuvo precedido,en mayo de ese mismo año, por la quema de libros«envilecidos», según el criterio nazi. Tal radicalizacióndel pangermanismo era una secuela del llamado

renacimiento nórdico, favorecido por los ideólogos delpartido. Es lógico que algunos quisieron ver en Mann—quien captó, como ningún otro el mundo burguésgermánico; o sea, el orden, la compostura y eldesenvolvimiento de las familias hanseáticas—, unadepto de estas tesis de la recuperación de las tradicionesteutónicas. Su realismo conservador estaba a tono conlas exigencias del nacional-socialismo y, de haberloquerido, Mann pudo haberse instalado cómodamentedentro del régimen nazifascista. Solamente su sentidomoral, su vigilante olfato para detectar el totalitarismonaciente, le permitió evadirse a tiempo. Hay un ciertogusto indeclinable por esta mesura circunspecta de loscaracteres que moldeó Mann. Los Budenbrook retrata elascenso de una familia de comerciantes que alcanza unapogeo e inicia su declinación por la sensibilidad de suúltimo vástago. En este caso el espíritu (geist) vaerosionando la vida (leben). Algo similar ocurre en Muerteen Venecia, donde Von Aschenbach descubre al jovenTadzio y su pasión por él lo lleva a permanecer en laciudad asediada por la muerte, y a morir él también.Muchos críticos han señalado que, en realidad,Aschenbach simboliza la robustez del alma nórdica queperece por su contacto con la emotividad del sur. Elcarácter disciplinado y cerebral de Aschenbach pierdesu dignidad ante la experiencia de la belleza. Eros yTánatos se mueven, una vez más, en apretada danza.Sus personajes claves, como el Hans Castorp, de Lamontaña mágica, o el Adrian Leverkühn de Doctor Fausto,son paradigmas de la alienación intelectual en un mundoque se sumía, de manera creciente, en el totalitarismo.

Sin embargo, en sus inicios Thomas Mann favorecióel Estado autoritario, el orbe nacionalista desatado porla unión de los principados germánicos en torno aPrusia. Recordemos que el novelista nació solo cuatroaños después de que Bismarck había realizado la titánicatarea de aglutinar los pequeños Estados para crear unapoderosa nación. Goethe, Wagner, Freud fueron hitosde la cultura alemana que lo atrajeron y a quienes dedicóprolijos ensayos. No obstante, supo reconocer lospeligros del creciente nacional-socialismo y cuandoHitler asumió el poder, en 1933, inició una vida deincesante exilio. Sus giras de conferencias enuniversidades estadounidenses, hablando sobre el cáncernazifascista, contribuyeron mucho a abrir los ojos deun país que se hallaba firmemente encerrado en unaislacionismo que pudo haberle sido fatal. ThomasMann, al registrar a la burguesía alemana de la primeramitad del siglo XX, construyó un vasto observatorio desu época, aunque algunos le objetan que no abriónuevos caminos, sino que es el último de los grandesnovelistas del XIX. Supo evadirse a tiempo de la trampaque le tendió la historia y su inclinación al tradicionalismo.

Fue Arthur Rimbaud quien primero atacó las basesdel Segundo Imperio, y Emile Zola quien estremeció las

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El último siglo. Literatura y cambio social.

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instituciones establecidas con su Yo acuso. Jean Paul Sartrele dio forma y consistencia a esa categoría del serpensante: el eterno inconforme intelectual. Los escritoreshan pasado por períodos de represíón, de censura, hansido castigados por sus textos, han ido a la cárcel; susobras han sido mutiladas, incineradas. En los últimoscien años, Joyce, Proust y Kafka, junto a Thomas Mann,contribuyeron a modificar nuestra circunstancia. EnAmérica Latina, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier yPablo Neruda sostuvieron las tutela de nuestras letras.Proust fue capaz de crear un universo con el vigorosoimpulso de sus recuerdos. Con su aprehensión del tiempopasado tejió un minucioso encaje de personalidadescontradictorias y complejas. Kafka fue el más decisivorevolucionario. Por vez primera se abrió la realidad detrásde la realidad. Gracias a él, el absurdo cotidiano quedóconsagrado como género y destruyó la lógica con laansiedad y el grotesco de nuestra era.

El más avanzado innovador de los escritores delsiglo XX ha sido James Joyce. Los jesuitas que loeducaron en Dublín se percataron de su maestríaretórica y su brillantez literaria. Joyce no disfrutó nuncade buena percepción visual, al final de su vida quedóciego; pero sí poseía un excelente oído y sus dotes parala musicalidad le hicieron crear una notable armoníacon palabras. De ahí que muchas partes del Ulises, suobra capital, cobran nueva fuerza al ser leídas en vozalta, debido a los melodiosos giros de su prosa. Unimportante recurso literario surgió de esa escritura:el llamado «monólogo interior» o «corriente deconciencia», con el que trató de reconstruir la fluidezdel pensamiento. La exuberancia de sus juegos verbalesy parodias de estilo causaron sensación en su tiempopues nadie se había aventurado, hasta entonces, porcaminos tan audaces al extremo de conducirlos a lacategoría de rompecabezas académico. Joyce logró enliteratura lo que Albert Einstein en física, una insólitaconcepción del encadenamiento de las palabras; en elsegundo, una inédita formulación de la energía mediantela velocidad de la masa. Joyce ha sido acusado depedante, de ser innecesariamente barroco, de acumularpastiches y forzar una hinchazón caricatural de su obra,de sobrecargar abigarradamente lo que pudo habertenido la sencillez clásica. Como toda obra genial, elUlises tiene las virtudes de sus defectos. Su autor fueacusado de obsceno, su obra fue prohibida y acosada,toda su vida desempeñó empleos modestos, desdeprofesor de idiomas hasta cajero de un banco, pero niun instante abandonó su obsesión de escribir. Lo queninguno puede negar es que Joyce ha sido la figuramás descollante de la literatura del siglo que terminó,por sus deslumbrantes descubrimientos verbales y laosadía de su imaginación.

La literatura ha desempeñado un papel primordialen los cambios acaecidos en nuestra era. Moldeando

las normas de pensamiento y los modelos de conducta,los escritores han influido en la conformación delmundo y pueden contribuir a fabricar el «otro mundo»al cual todos aspiramos. La autoridad que los escritoreshan ejercido ha estado en relación directa con suconcepto de obligación social, con su deber deidentificarse con las causas de mayor arraigo, con elcumplimiento de un deber vinculado al desarrollonacional. Edificar la opinión pública es una función dela literatura, y solamente puede ejercerse cuando existeuna fuerte vínculo entre quienes piensan y quienes actúan,cuando el emisor de opinión establece una conexióninteligente con las bases que deciden. Hay apocalípticosque constatan que cada día se lee menos y se ve más; lacultura de la figuración remplaza lentamente a la delentendimiento. La extensión del raciocinio estávinculada a la amplitud del establecimiento educacional,la alfabetización, el número de escuelas, el incrementode las matrículas, la proliferación de la enseñanzasuperior. De otra parte, existen desafíos que debenenfrentarse con lucidez: la intolerancia racial, el fanatismofundamentalista, la explosión demográfica, losdéficits educacionales, la omnipotencia creciente delas transnacionales, las catástrofes ecológicas, lasmigraciones incontroladas, el auge del consumo deestupefacientes, la desigualdad en la distribución de lariqueza.

El escritor es un sacerdote laico, y dentro de susfunciones se encuentra la renovación de la fe en laeficacia de las virtudes sociales. La independencia delintelectual siempre ha estado menguada por el poderdel Estado y el absolutismo de los mercados. Hapasado de los brazos del príncipe al regazo delempresario. Campeador de ideas, de luchas ideológicas,de combates espirituales, el conformismo es el peoranestesiante de la eterna vigilia a que está condenada laliteratura. La relación entre la palabra y la autoridadpolítica, entre los signos semánticos y las esferasdecisorias, es uno de los fenómenos que han definidoa nuestra época. Los escritores pueden ser depositariosde una parte del dinamismo social, de los resortes queactúan como impulsores de la marcha de la comunidad.Para ello hay que supeditar el oficio literario a uncometido moral que le otorgue una dimensión másprominente a la tarea de reflejar el ser y su circunstancia.Sucesor de los viejos sacerdotes que ordenaban la vidapara el hombre común y le proporcionaba un sentidoa su existencia, nos ha tocado vivir una época dondetodos los dioses van muriendo. Solamente queda eluso de la palabra, la única deidad que no traicionará.

© , 2003.

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Invitación a otra microhistoria: la italiana

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no. 32: 119-130, enero-marzo de 2003.

Carlos Antonio Aguirre RojasCarlos Antonio Aguirre RojasCarlos Antonio Aguirre RojasCarlos Antonio Aguirre RojasCarlos Antonio Aguirre Rojas

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No hay razones, excepto las de una tradiciónfilosófica nunca revisada, para suponer quemenos generalidad sea lo mismo que menos

valor epistemológico o científico.

Norbert Elías

Mencionar hoy en México, dentro de la comunidadde historiadores, el término «microhistoria» es

suscitar de inmediato una posible confusión. Porque,desde los años 70 hasta hoy, y cada vez con más fuerza,el término se fue asociando, progresivamente, alproyecto y al modelo de historia defendido y explicadopor el historiador mexicano Luis González y González.Este modelo encuentra su expresión y aplicaciónparadigmática en el hoy bien conocido libro de esteautor, titulado Pueblo en vilo.1

Sin embargo, si al evocar el término se tiene en mentela importante y cada vez más difundida corrientehistoriográfica de la microhistoria italiana, se estápensando en un proyecto intelectual que, de hecho, sesitúa realmente en las antípodas de esta «microhistoria»de Luis González y González. Porque al acercarse concuidado a las reflexiones y a la caracterización que el

propio Luis González y González ha hecho de estamisma «microhistoria mexicana», resulta fácil descubrirque se trata, fundamentalmente, de un claro y explícitoretorno hacia los horizontes y el universo de la muyantigua y ampliamente difundida rama de la historialocal. Un retorno que, por lo demás, no es concebidocomo una simple vuelta atrás, desde el nivel de la historiageneral y de los modelos más globales sobre la historiade México, hacia la tradicional historia local y regional,sino más bien como una reivindicación saludable de lanecesidad de regresar a ese plano de la historia local yde ámbitos espaciales más restringidos, como salida alagotamiento y a la relativa falta de renovación de esasmismas historias generales.

Así, el mismo Luis González y González, paradefinir su versión de la microhistoria, recurre a la«historia anticuaria» de Nietzche, afirmando que estaúltima «es la Cenicienta del cuento». Y luego,describiendo sus rasgos y raíces, agrega

fluye de manantial humilde; se origina en el corazón y en elinstinto. Es la versión popular de la historia, obra deaficionados de tiempo parcial. La mueve una intenciónpiadosa: salvar del olvido la parte del pasado que ya está

Investigador. Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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Carlos Antonio Aguirre Rojas

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fuera de uso. Busca mantener el árbol ligado a las raíces. Esla que nos cuenta el pretérito de nuestra vida diaria, delhombre común, de nuestra familia y de nuestro terruño.

Para rematar con la frase: «su manifestación másespontánea es la historia pueblerina o microhistoria ohistoria parroquial o historia matria».2

Con ello resulta claro que esta microhistoria es, ensu esencia, una explícita llamada a regresar al cultivo yal desarrollo de la historia local. Una llamada que—dentro del contexto de profunda renovaciónhistoriográfica que vivió México después y bajo losbenéficos efectos de la importante revolución culturalde 1968—3 parecería haber sido muy bien escuchada,atendida y respondida por todo un sector de loshistoriadores mexicanos de las últimas tres décadas.

Si bien no es el llamado contenido en Pueblo en vilo nien los trabajos de Invitación a la microhistoria y Nuevainvitación a la microhistoria el que provoca el importanteauge de la historia regional y local mexicanas posterioresa 1968, también es cierto que ese auge sostiene, en parte,la creciente y progresiva difusión de la «microhistoria»proclamada y defendida por Luis González yGonzález.4

Es pertinente afirmar que la microhistoria italianaestá en las antípodas de esta microhistoria mexicana.Pues si esta última es, en lo esencial, solo una nuevaversión de la antigua historia local, sofisticada ycomplejizada con algunas de las técnicas y de losmétodos historiográficos desarrollados en los años 50y 60 por la historia demográfica, por la historia de lavida cotidiana, etc., la microhistoria italiana, en cambio,constituye un complejo proyecto intelectual que solamenteutiliza el nivel de lo «local» o de lo «regional» comosimple y estricto «espacio de experimentación».

Es decir, la microhistoria italiana no es, en contra delo que el término «micro» podría equivocadamenteevocar, una historia de microespacios, microrregioneso microlocalidades, sino más bien una nueva manera deenfocar la historia que, entre sus procedimientosprincipales, reivindica el de «cambio de escalas» del nivel deobservación y de estudio de los problemas históricos y, por lotanto, utiliza el acceso a los niveles «microhistóricos»—o sea, a escalas pequeñas o reducidas de observación,que pueden ser locales, pero también individualeso referidas a un fragmento, una parte o un elementopequeño de una realidad cualquiera— como espaciode experimentación y de trabajo, como procedimientometodológico para el enriquecimiento del análisishistórico. Giovanni Levi es muy explícito cuandoafirma: «la microhistoria, en cuanto práctica, se basa enesencia en la reducción de la escala de observación, enun análisis microscópico y en un estudio intensivo delmaterial documental», y aclara de inmediato que «parala microhistoria, la reducción de escala es un

procedimiento analítico aplicable en cualquier lugar, conindependencia de las dimensiones del objeto analizado»,y agrega que «el auténtico problema reside en ladecisión de reducir la escala de observación con finesexperimentales».5

Sin embargo, tanto la microhistoria mexicana comola italiana han recuperado y luego popularizado, en susrespectivos ámbitos nacionales —y para el caso de Italia,en el europeo y luego en todo el mundo occidental—, eltérmino de «microhistoria», que por lo demás ellos noinventaron.6 Y también ambas microhistorias son hijasde los efectos culturales e historiográficos desatadospor la revolución cultural de 1968, desplegando susrespectivas curvas de vida en el mismo lapso de lasúltimas tres décadas. Lo que sin duda explica que, enMéxico, la evocación del término se preste a confusión.Pero también subraya el hecho de que solo historiadorespoco atentos o poco informados de los principalesdesarrollos recientes de la historiografía mundial,puedan llegar a confundir la microhistoria italiana conla mexicana. Pues la diferencia clara y profunda queexiste entre, de un lado, una versión más o menossofisticada de la antigua y tradicional historia local eincluso regional y, del otro, el complejo recurso delprocedimiento metodológico del «cambio de escala» yel acceso al nivel de lo «micro» como un lugar deexperimentación historiográfica, no puede escapar a lamirada cuidadosa de cualquier historiador actualizadorespecto del estado general de los desarrollos y de lascorrientes de la historiografía más contemporánea.

Las raíces y el contexto de origende la microhistoria italiana

No es posible entender la originalidad y la naturalezaespecífica del aporte que ha representado la corrientede la microhistoria italiana, si no la ubicamos dentrodel contexto general producido por la enormerevolución cultural planetaria de 1968, cuyos impactosse han hecho sentir en la historiografía, como tambiénen toda la cultura del mundo occidental durante lasúltimas tres décadas.7

A más de treinta años de distancia, resulta claro que1968 representó también, entre tantas otras cosas, lacrisis de los modelos generales y abstractos que,habiéndose desplegado exitosamente dentro de lasciencias sociales europeas durante los años 50 y 60 comoesquema de aproximación a los problemas y a lastemáticas abordadas por los científicos sociales, fueronvaciándose de contenido y perdiendo cada vez más tantosu capacidad explicativa como su fundamento nutriciooriginario, derivado de la rica y múltiple investigaciónempírica de los casos, las situaciones y las realidades

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Invitación a otra microhistoria: la italiana

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sociales e históricas particulares. Una crisis de estosmodelos generales, tanto funcionalistas comoestructuralistas, e incluso «marxistas» —de un marxismo,por lo demás, simplificado, manualesco y muy lejanodel verdadero espíritu de Marx—,8 que se acompasa yempalma espontáneamente con el proceso evidente de«irrupción de la diversidad» que también representaronen todo el mundo los movimientos de 1968.

El año 1968 rompió con casi todas las «centralidades»que parecían inconmovibles en los años anteriores,liberando y haciendo aparecer en la escena social a unadiversidad de actores, demandas, realidades y procesoshasta ese momento marginados u ocultos. A partir definales de los años 60 surgen y se afianzan los nuevosmovimientos sociales, con demandas ya no soloeconómicas o políticas, sino también ecologistas,pacifistas, feministas, antirracistas, o de defensa de laidentidad y de los derechos de las más distintas minorías,grupos o actores sociales. También se producen lairrupción de demandas y frentes de lucha culturales osociales, la reivindicación de la igualdad y visibilidad delas mujeres; el cuestionamiento de la lógica productivista-destructiva del medio ambiente y de los ecosistemas;defensa del derecho a la diferencia; búsqueda de modelospedagógicos alternativos o reivindicación de los múltiplescaminos y esquemas civilizatorios tomados por losgrupos humanos, que desmontan y cuestionanradicalmente las viejas centralidades y hegemonías de loeconómico-político, de la clase obrera como único sujetorevolucionario, de la lógica y el monopolio machista ypatriarcal, de la discriminación racista y étnica, o de untipo de familia, de educación o de civilizaciónconsiderado como superior respecto de los restantes.

Una florida irrupción de lo diverso y unaconcomitante crisis de los centros y las hegemoníasestablecidas, necesariamente se proyecta también sobreesos modelos generales y abstractos —construidos, enel necesario proceso de abstracción que los apoya, sobrela atención privilegiada en torno a esos actores, odemandas, o tendencias, o realidades consideradas«centrales» o «fundamentales» y, por lo tanto, excluyentesde esa diversidad y multiplicidad solo reconocible en elámbito de lo «particular»— como cuestionamiento desus límites explicativos y como recordatorio urgente ynecesario de que tales modelos son solo abstraccionesconstruidas de esa misma rica y multiforme realidadparticular.

Crisis de los modelos generales en ciencias socialesque tuvo una primera falsa salida en el desarrollo de lasmúltiples posturas posmodernas, desplegadas tambiéndespués de 1968. Una falsa y cómoda salida queconsistía simplemente en negar la validez, e incluso laposibilidad misma de construir modelos «generales», alos que se calificó de simples «metarrelatos» y frente a

los cuales lo que se defiende es un relativismo total delas posiciones y del conocimiento historiográfico —enesta óptica, reducido a simples relatos con pretensionesde verdad—, un relativismo que renuncia explícitamenteal carácter científico del conocimiento histórico y reduceel resultado del trabajo del historiador a su sola yespecífica dimensión narrativa. Se trata de una falsaalternativa posmoderna que, no por casualidad, seráduramente criticada y desmontada en sus supuestos eimplicaciones metodológicas principales por los másimportantes representantes de la microhistoria italiana.9

Frente a esta primera respuesta posmoderna, unverdadero callejón sin salida para los historiadoresafrontados a esta crisis de los modelos generales, lamicrohistoria italiana ensaya otro camino, completamentediferente: consiste en propugnar el retorno a lo «micro»y la vuelta a la historia viva y vivida por los hombres,mediante el cambio de escala, pero sin renunciar enningún momento a la necesidad e incluso al papelfundamental del plano de lo general. Por eso, Ginzburgdefine la búsqueda general de la corriente italiana comoun proyecto cuyo objetivo es la construcción de «unparadigma general capaz de explicar los casosindividuales y cualitativos, sin reducirse a la casuística»,10

es decir, restituir nuevamente el papel esencial de loparticular, de las realidades diversas, cuyo intento deexplicación concreta genera justamente la construcciónde esos modelos generales, pero sin abandonar orechazar la imprescindibilidad y la relevancia de esadimensión de lo general.

Poniendo entonces en el centro de su propuestahistoriográfica general una novedosa forma derecuperación de la compleja dialéctica entre las escalasmacro y microhistóricas de la realidad social, losmicrohistoriadores italianos también consolidan yafirman de manera definitiva el tránsito de lahistoriografía italiana hasta su condición de verdaderay estricta historia social. Al preguntarnos sobre las razonesque explican el hecho de que la propuesta microhistóricahaya nacido y se haya desarrollado en Italia, y no enninguna otra parte del mundo, nos acercamos tambiéna ese contexto historiográfico particular, el espacio deorigen de esta corriente historiográfica que ahoraanalizamos.

Resulta claro entonces que la microhistoria italianase inscribe dentro de un proceso más vasto, que larebasa y subsume, pero que la sobredetermina eimpacta igualmente: es el proceso ya mencionado dedespliegue de la historiografía de la península italianacomo renovada y estricta historia social. Un procesoque todas las historiografías del siglo XX han tenido quecumplir, más tarde o más temprano, y que en Italia seretarda claramente por la irrupción del fascismo y porel posicionamiento italiano dentro de la Segunda guerra

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Carlos Antonio Aguirre Rojas

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mundial. Pero, como es bien sabido, en Italia el fascismofue vencido por una profunda y organizada resistenciasocial popular. Ello determinaría el hecho de que, alsalir de la guerra, la tarea inmediata para los historiadoresserá la de ese tránsito masivo y generalizado desde losespacios de la historiografía jurídica, política, y de lafilosofía de la historia, hasta los nuevos territorios de lahistoria económica, social y cultural.11 Un tránsito queno solo explica la excepcional difusión y aceptación, enla Italia de los años 50 y los 60, del conjunto de trabajosy aportes producidos en esos años por la corriente delos Annales,12 sino también el hecho de que lamicrohistoria italiana se ha formado y afianzado dentrode un clima altamente receptivo al tipo de historiaeconómica, demográfica, social y cultural que elladesarrolla. También explica el hecho de que algún autorhaya caracterizado a esa microhistoria como el simple«camino italiano» hacia esa misma historia social.

Pero la microhistoria de los historiadores italianos,siendo sin duda parte de la nueva historia social de lapenínsula y alimentándose de ella, va mucho más allá,al conformarse como una propuesta metodológicaoriginal y como una nueva vía del análisis histórico, queno casualmente ha desbordado los límites de lapenínsula itálica para difundirse con fuerza en Europay en el resto del mundo occidental, durante los últimoscuatro lustros.

Así, resulta difícil entender esa originalidad y novedadde la propuesta microhistórica si no consideramosciertos datos característicos y singulares del contextoitaliano de los años 50 y 60, y que aluden, en un caso, ados situaciones coyunturales de esa Italia de la segundaposguerra, y en otro, a realidades de larga duración dela historia italiana, que en esa propia coyuntura deposguerra se han manifestado también como elementosimportantes y definitorios de esa misma microhistoria.

En primer lugar, la riqueza y la complejidad de lavisión microhistórica no se puede entender sinconsiderar la situación coyuntural de extremocosmopolitismo cultural que Italia ha vivido entre 1945y 1968, aproximadamente. Como fruto de la relativadeclinación que la historiografía italiana haexperimentado, luego del brillo de los trabajos deBenedetto Croce y Antonio Gramsci, entre otros, loshistoriadores de la península se han dedicado a asimilary aclimatar todo dentro de su paisaje historiográfico,recuperando tanto la corriente de los Annales como losautores de la escuela de Frankfurt, los resultados de lahistoriografía socialista británica y la antropologíaanglosajona, lo mismo que sus propias tradicionesitalianas y las más diversas corrientes y autores de lahistoria del arte, la crítica literaria o la antropología delos diferentes países de Europa. Estamos ante unaapertura cosmopolita acendrada en los últimos

desarrollos del pensamiento crítico dentro de las cienciassociales contemporáneas, sin cuya asimilación y síntesissería imposible también entender esta corriente de lamicrohistoria italiana.13 Una variedad y enormemultiplicidad de las distintas «fuentes» o «raíces»intelectuales en que se apoya la propuesta microhistórica,y que es el fundamento evidente de sus complejasvisiones acerca de la dialéctica macro/micro, de ladefinición misma de lo microhistórico y de lomacrohistórico, de su construcción progresiva de lanoción de cultura, y de un nuevo modelo de historiacultural, lo mismo que de su renovación profunda dela historia económica, demográfica y social en las queha incursionado. Esa complejidad de sus visiones ypropuestas teóricas, metodológicas e historiográficasha llevado a un historiador francés a decir que el lemade esa microhistoria italiana es «¿por qué hacer las cosassimples si se pueden hacer de una manera compleja?».14

En segundo lugar, está claro que prácticamentetodos los representantes de la microhistoria italiana seencuentran ubicados en posiciones políticas oideológicas de izquierda, insertándose de múltiplesmaneras en el abanico de tradiciones y filiacionesculturales de esa Italia de la segunda posguerra, perosiempre dentro de emplazamientos que cuestionan lasociedad existente y que, denunciando su carácter injustoy explotador, reivindican la necesidad y la vigencia delpensamiento necesariamente crítico dentro de lasciencias sociales.15

Es una ubicación ideológica en perspectivas deizquierda que no solo explica el ya mencionadodistanciamiento frente a las posiciones y las falsas salidasposmodernas, sino también el hecho de que los autoresmicrohistóricos sean enérgicos promotores de la nuevahistoria social italiana, y aborden temas de historia de laclase obrera, la cultura de las clases oprimidas, la génesisy funcionamiento de los mercados en los orígenes delcapitalismo, la formación de las élites y las clasesdominantes, o el papel de los saberes «indiciarios»propios de las clases populares en la historia, entre tantosotros. Una toma de posición abierta dentro de las filasde la historiografía crítica contemporánea que, ademásde estar en la base del carácter profundamente innovadory revolucionario de las tesis microhistóricas, explica en partetanto el espectro de sus filiaciones intelectualesespecíficas antes aludidas, como su vasta difusión fuerade Italia, en los espacios de la historiografía europea yoccidental —e incluso, más recientemente, tambiénjaponesa.

En tercer lugar, y junto a este cosmopolitismocultural acendrado y a esta clara vocación de izquierdade la historiografía italiana de la segunda posguerra, seencuentran también dos estructuras subyacentes de largaduración que, manifestándose con fuerza en los

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años 40, 50 y 60 recién vividos, contribuyeron a definirlos perfiles específicos del proyecto microhistórico. Dosestructuras que, si bien han estado presentes a lo largode siglos, reactualizan justamente su presencia y suimpacto dentro de la cultura italiana después del fin dela Segunda guerra y justamente como consecuenciade su irrupción.

La primera de estas arquitecturas de larga duraciónes la profunda y muy ampliamente difundida densidadhistórica general del espacio que hoy conocemos comoItalia. Una densidad histórica extraordinaria que sepercibe de inmediato con solo recorrer la ciudad deRoma y toparse, a pocos metros de distancia, conpresencias y monumentos que nos resumen, en unoscuantos kilómetros —como capas estratigráficas queparecerían conscientemente ordenadas—, la historiaeuropea de por lo menos los últimos veinte siglos. Unadensidad que ha llevado a los historiadores a calificar aItalia como «un libro abierto de historia», un «archivovivo», que salta a la vista en cuanto uno recorre lasdistintas áreas, zonas, pueblos y ciudades de toda lapenínsula itálica.16 Una densidad de la historia nacionalitaliana a todas luces «anormal» respecto de la mediaeuropea y occidental, y que se ha ido asociandoprogresivamente a la «identidad» de la recién creada«nación» italiana que el ascenso del fascismo puso encuestionamiento y crisis y que se reactualizó, en susefectos y presencias, justamente después de la derrotade Mussolini y durante los años de 1945 a 1968.

Concentración y carácter evidente de «lo histórico»dentro de la cultura, la vida cotidiana y la historiografía,que explica, en parte, la construcción de la microhistoriaitaliana. Pues dentro de ese espacio «lleno de historias»que es Italia, resulta más fácil aprehender esas múltiples«escalas» de la realidad histórica; su juego e interrelaciónestán en el centro de la propuesta microhistórica. Y así,el paso de los distintos planos «macrohistóricos» a losdiferentes niveles «microhistóricos» es más fácil y fluidoen una historiografía encuadrada dentro de una realidadque es un verdadero repertorio —múltiple, variado ycasi inagotable— de «ejemplos», de «casos», de«individuos» y de «espacios» históricos del más diversoorden, tamaño, duración, ubicación o especificidad.

Finalmente, y como una segunda estructura de largaduración de la realidad social italiana, que se actualizatambién en esas décadas posteriores a la Segunda guerramundial, está la extrema descentralización ymultipolaridad de esa unidad llamada Italia. Comopocos países modernos, Italia es también «diversidad»y, por lo tanto, un paisaje que, en verdad, conformauna síntesis compleja de muy distintas regiones, zonas,ciudades y espacios diferentes. Pero, además, junto a suenorme diversidad estructural, las diferentes partes quela conforman se han constituido, a lo largo de los siglos,

en otros tantos polos fuertes de desarrollo e irradiaciónde flujos históricos, y han provocado que sea más difícilpensar «lo general» sin lo particular, e incluso el procesomismo de construcción epistemológica de esadimensión de la generalidad.17 Entonces, y como otrode los resultados creados por la Segunda guerramundial, que ha desgarrado también a Italia,dividiéndola entre la fascista y la de la resistencia yreactualizando sus divisiones y su multipolaridad, sedesarrolla esa tentativa microhistórica italiana que poneen el centro esa relación entre el modelo general y elconjunto de casos o realidades particulares que el mismomodelo pretende abarcar y explicar. Con esto secomprende la crítica fundada de los microhistoriadoresa las insuficiencias de esos modelos generales y su intentode renovarlos de nueva cuenta, inyectándoles vida, otravez desde el ámbito de esas realidades diversas,multipolares y específicas del nivel microhistórico yparticular. Se está ante situaciones coyunturales yestructurales del contexto italiano de germinación ygénesis de la microhistoria, que tal vez expliquen, enparte, la hipótesis repetida por Fernand Braudel en variasocasiones, de que después de la Segunda guerra mundialel «centro cultural» de Europa se había desplazadoclaramente desde París, y Francia en general, hacia Romae Italia en su conjunto.18

Micrografías, micrologías y microhistoriaitaliana

Sin entrar a reconstruir toda la historia concreta delas principales ramas o vertientes de la corrientemicrohistórica italiana, ni tampoco sus impactos yformas de difusión diferenciados en Europa, Américay Japón,19 trataremos más bien de concentrarnos en loque consideramos su «núcleo duro» epistemológico,constituido por el procedimiento microhistórico delcambio de escala y de la reconstrucción de la complejadialéctica entre lo macro y lo micro en historia,procedimiento compartido por los distintosrepresentantes de sus diversas ramas o variantes, queda sustento y consistencia al apelativo mismo de dicha«microhistoria italiana».

Con ello, no olvidamos que en los más de cuatrolustros de esta corriente historiográfica, ha podidoevolucionar y diversificarse, derivando de ese puntode partida o matriz común que es el procedimientomicrohistórico. Una parte de los autores haprofundizado, sobre todo, en la línea de la renovacióngeneral de la historia económica, demográfica y social;otra vertiente ha desarrollado privilegiadamente el

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espacio de la reconstrucción y afirmación de una nuevay original propuesta de historia cultural.

La primera vertiente, asociada a los nombres deEduardo Grendi, Giovanni Levi y sus discípulos, haincursionado preferentemente en el tema de la relaciónentre los individuos o actores y su contexto específico,adentrándose en el estudio de lo que ha sido llamado elanálisis de las redes microhistóricas, y reproblematizandodesde allí temas como el de la biografía, la relación entrelos diversos sistemas de normas y los espacios posiblesde su transgresión, los modos concretos de ajuste delfuncionamiento de un mecanismo económico, las formasde cohesión y comportamiento de las élites, el cambiogeneracional de los patrones de expectativas y depercepciones de una clase o las formas específicasde inserción de los grupos dentro de una entidad urbanamás global, entre otras.20

La segunda, vinculada casi exclusivamente al nombrey a la obra de Carlo Ginzburg, se ha concentrado, encambio, en desarrollar un nuevo y original modelo deconstrucción para el estudio de la historia cultural. Dichomodelo pone en el centro de atención el rescate complejode la cultura de los oprimidos, la revaloración del «puntode vista de las víctimas», redescubriendo y haciendoexplícito el «paradigma indiciario» como método derecuperación de esa cultura popular. A la vez, insiste enla necesaria e ineludible interrelación e interdependenciaentre la cultura de élite y la de las clases sometidas,reproblematizando los modos generales y específicosde su compleja y permanente dialéctica.21

Pero más allá de los aportes específicos de estas dosvertientes microhistóricas —cuyo análisis ameritaría unensayo aparte—, el espacio común compartido porambas es el del ya referido procedimiento microhistórico,que, como su nombre indica, implica en principio unclaro reclamo de retorno al nivel microhistórico,defendido frente al agotamiento y la crisis de los modelosglobales y concebido como un camino posible pararecuperar esa dimensión viva y vivida de la historia, esadiversidad obliterada en los modelos globalescuestionados; retorno que, sin caer en la falsa salidaposmoderna, permitiera renovar y relanzar la historiasocial italiana.

Lejos de una interpretación demasiado fácil de eseretorno, lo que los autores italianos proponen es volvera la dimensión microhistórica, pero sin abandonar el nivelde los procesos macrohistóricos, sin subsumirsetotalmente en el espacio micro, sino, por el contrario,penetrar en él para recrear un modo nuevo de asumirtanto lo macro como lo micro en historia, redefiniendotambién de un modo nuevo su compleja dialéctica. Alproponer esa vuelta al ámbito de las realidadesmicrohistóricas, los autores que se concentran duranteun período en torno al equipo constructor y dirigentede la hoy célebre revista Quaderni Storici,22 tienen muyclara la necesidad de distanciarse, críticamente, de lasdos formas tradicionales y más difundidas de enfrentaresa dialéctica macro/micro, que han sido ensayadas enel pasado y que en el fondo resuelven el problemaprivilegiando a uno de los dos términos y reduciendoel otro a ese primero.

Concebir el nivel macrohistórico como el másimportante o fundamental, enfatizando la primacíaepistemológica de «lo general» y reduciendo el nivelmicrohistórico a la condición de un simple conjuntode ejemplos, casos o concresiones diversas de esamisma «generalidad», es una reducción de lacomplejidad de ese nexo macro/micro. Con ello, elplano micro resulta ser una suerte de simple «espejo»de lo general, que está obligado a reflejar y a devolverpasivamente la imagen, tal vez un poco deformada odefectuosa, pero siempre correspondiente, de esamisma dimensión general.23

La reducción de lo micro a lo macro ha engendrado,como contrapartida necesaria, a su opuesto. Frente aesta minimización de lo micro se ha desarrollado unapostura inversa, que privilegiando el nivel de lo microo de lo particular como el nivel esencial y central delanálisis, ha terminado por concebir a lo macrohistóricosolo como la suma, el conjunto o el simple agregadode casos o, también en otra variante posible, como elmero «telón de fondo», poco relevante desde el puntode vista epistemológico, de esas mismas realidades ofenómenos microhistóricos o particulares.24

Ante estas dos formas de asumir la dialécticamacro/micro, que en el fondo reducen un término al

La microhistoria italiana no es, en contra de lo que el término«micro» podría equivocadamente evocar, una historia demicroespacios, microrregiones o microlocalidades, sino másbien una nueva manera de enfocar la historia que, entre susprocedimientos principales, reivindica el de «cambio deescalas» del nivel de observación y de estudio de losproblemas históricos.

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otro para simplificar falsamente el problema y eludirlo,la microhistoria italiana propone, más bien, restituir lacomplejidad de esa relación. Reivindica así la igualrelevancia de ambos planos en términos gnoseológicosy epistemológicos, y propone un modo nuevo deconcebir su específica articulación. Tal nuevo modo deaprehensión de la dialéctica macro/micro, a la vezque se distancia de las dos formas de reducciónaludidas, se alimenta igualmente de las experienciasprevias realizadas por otras ciencias sociales o humanasque, antes de ella, han afrontado ya esta referidadiferencia de escalas.

Obviamente, no son los microhistoriadores italianoslos que han inventado el recurso al nivel micro, nitampoco los primeros en haberse adentrado en losproblemas que la diferencia de las escalas macro/microplantea. Pero, en cambio, sí les corresponde el hechode haber intentado una forma nueva y original de abordareste problema, que al mismo tiempo recupera y superalas maneras ensayadas por la economía, la sociología,la arquitectura, la geografía, la antropología o la historialocal o regional anteriores.25

Así, ya la economía y la sociología habían creadolas ramas diferenciadas de la macroeconomía o lamacrosociología, frente a la microeconomía y lamicrosociología, que en esta perspectiva correspondíana dos niveles distintos de la realidad estudiada y, por lotanto, eran concebidos como espacios con actores,lógicas, reglas, normativas y situaciones completamentedistintas entre sí. Afirmando entonces la absolutaautonomía y diferencia de estos dos universos, estasciencias no veían ninguna conexión entre ambas,separándolas como ramas independientes de su propioquehacer analítico.

La diferencia radical de lo macro y lo micro,postulada por la sociología y la economía, serárecuperada por la microhistoria italiana, al asumir queefectivamente se trata de dos niveles diferenciados eirreductibles el uno al otro, y cada uno con una lógica yuna especificidad exclusivas y singulares. Pero, adiferencia de la aproximación sociológica o económica,en el caso de la microhistoria se trata de una sola realidadhistórica, presente en niveles diversos y susceptible deser observada y estudiada en sus manifestacionescorrespondientes a las distintas escalas en que sedespliega, pero que, dada su unicidad originaria, nosobliga a establecer y a recrear el modo de conexiónparticular entre esos dos o más niveles o escalasconsiderados. El desafío será el de reconstruir esaconexión y movimiento de una escala a otra, respetandoy asumiendo a la vez esas especificidades y diferenciasderivadas del procedimiento del cambio de escala.

Ese procedimiento se ha enriquecido también desdelas lecciones de la geografía y la arquitectura, las que

«reduciendo» las dimensiones de un mismo objeto, noshan demostrado que al cambiar la escala de observacióno de consideración, cambia también necesariamente elnivel de información disponible en torno a ese objeto.Esto modifica profundamente lo que es perceptible ylo que no lo es, y transforma también la configuraciónde la realidad analizada. Cambios que el geógrafo o elarquitecto conocen bien, e igualmente incorporados porlos microhistoriadores italianos, los que, al moverse deuna escala macro hacia una micro, lo harán justamentepara acceder a informaciones nuevas e inéditas,descubriendo otros elementos de la realidad históricaconsiderada y estableciendo nuevas conexiones, vínculoso configuraciones del problema investigado. Pero, adiferencia de los geógrafos y los arquitectos, con laplena conciencia de que en ese pasaje de una escala aotra, lo que ellos investigan son niveles distintos de unamisma realidad que está presente, simultáneamente envarias escalas o dimensiones, y no un mismo objetoreducido a proporciones manejables por los hombrespara su más fácil aprehensión. Reivindicando entoncesel hecho de que se trata de dos dimensiones de lo real—distintas pero interconectadas— los microhistoriadoresparten, en este periplo interescalas, a la búsqueda deinformaciones, percepciones y formas inaccesiblesdesde solo un nivel de esa misma realidad.

Finalmente, y siempre dentro de este juego desimultáneos rescates y deslindes de las formas anterioresde aproximación al vínculo macro/micro, los autoresde la microhistoria italiana han recogido también lalección de la antropología, la que abandonandoradicalmente el nivel de lo macro, y denunciando suslímites y su «pobreza» relativa frente a las realidadesparticulares, se ha dedicado a mostrar y demostrar lariqueza exuberante de lo micro, desplegando análisisexhaustivos e intensivos y construyendo descripcionesdensas y reconstrucciones totales, con los cuales intentanagotar la descripción de los distintos objetos abordados.Reconociendo entonces los límites de la escalamacrohistórica, pero negando la salida de obviarla oabandonarla, desarrollada por la antropología, igual quepor la historia local o regional, los microhistoriadoresitalianos recuperan toda esa riqueza multifacética del nivelmicro, justamente para utilizarla en la reconstrucción deun plano macro nuevo, más complejo, rico, desarrolladoy lleno de determinaciones.26

La originalidad del procedimientomicrohistórico italiano

Si revisamos con cuidado tanto las principales obrascomo los ensayos metodológicos más importantes delos representantes centrales de la microhistoria italiana,

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nos será fácil entender en qué reside uno de los aportesrevolucionarios esenciales contenidos en su modo deproponer y luego desplegar operativamente el tantasveces referido procedimiento microhistórico italiano.Asimilando críticamente y superando a un mismotiempo —bajo el modo de la clásica aufhebunghegeliana— las formas precedentes de abordar ladialéctica macro/micro, lo que los microhistoriadoresitalianos realizan es un claro desplazamiento deltradicional pensamiento dicotómico de los opuestos.Siguiendo, en este punto, las profundas lecciones deNorbert Elías,27 los promotores de esta visiónmicrohistórica italiana abandonan totalmente las clásicasexplicaciones que oponen lo general a lo particular,planteando las falsas disyuntivas, explícitas o implícitas,del individuo o el contexto, la visión de lo social encontra de lo individual, lo macro contra, al margen oen concurrencia con lo micro, la ley contra el casoo por encima del caso, el caso como forma de invalidarla ley, etc. Frente a ello, y en una visión radicalmentenueva y aún poco explotada por los científicos sociales,los autores italianos proponen más bien la construcciónde lo general desde lo particular, resituando entonces alindividuo en el contexto, y dentro de la sociedad. Asítambién es posible ver lo macro en lo micro, desde ydentro de lo micro mismo, reubicando el caso en lanorma y la norma actuando dentro del caso, etc.

De ese modo, se desplaza completamente la manerade abordar todas estas dialécticas complejas, tancentrales y tan debatidas dentro de la historia y dentrode todas las ciencias sociales, superando el pensamientosimple binario, de opuestos rígidamente contrapuestosy solo excluyentes, para dar paso a la construcción demodelos más complejos y elaborados, que lo mismoreivindican la nueva biografía contextual, quedescomponen el tiempo en las múltiples temporalidades,recreando los movimientos de va y viene, desde elindividuo y la obra hasta el mundo y la época, yviceversa, y reconstruyendo las múltiples cadenas deinterdependencia en que se inserta el individuo o elgrupo específico estudiado.28

Así, que lo que es fundamental no es ni lo «micro»considerado en sí mismo, ni lo «macro» concebido demanera autónoma y autosuficiente. Entonces, lamicrohistoria no es ni historia local del pueblo de Santena,ni historia biográfica tradicional de Menocchio o dePiero della Francesca, ni tampoco historia clásica de laobra de Galileo Galilei, sino más bien estudio complejode las formas concretas de funcionamiento del mercadode la tierra en la Italia del siglo XVII y XVIII a través delcaso de Santena, o estudio de la cultura campesina ypopular del siglo XVI o, en otro caso, de la cultura deélite de esta misma época, a través y por intermedio delmolinero Domenico Scandella o de la obra y la vida

del pintor de El ciclo de Arezzo, lo mismo que historiade la revolución de las cosmovisiones europeas delmundo durante el Renacimiento testimoniadas en la suertey los destinos de dicha obra galileana.

E igualmente, y en el otro extremo, tampoco interesasolo continuar repitiendo las historias generales y lastesis macrohistóricas habituales sobre el carácternecesariamente revolucionario de la ideología obrera,la naturaleza «irracional» de los mitos campesinos en lamodernidad, o los procesos de centralización políticaen la formación del Estado moderno, sino más bienanalizar las formas concretas de despliegue y de particularizaciónde estos procesos y tendencias macrohistóricos, porejemplo en la especificidad de la clase obrera turinesa,primero prosocialista y luego profascista, o tambiénen la compleja construcción, estratificada y muy densadel rito/mito del aquelarre moderno y de su singularcurva de vida en Europa y fuera de Europa, ofinalmente en los modos concretos de trasmisión delestatus, del privilegio y del poder, en una pequeña aldeadel Piamonte moderno.29

Por lo tanto, lo que pone el verdadero núcleo delprocedimiento microhistórico italiano en el centro desu preocupación no es ni solo lo micro ni solo lo macro,sino más bien la totalidad de esa compleja dialécticaentre los niveles o escalas macrohistóricas ymicrohistóricas. Y ello, más allá de las formastradicionales de enfocar estos niveles sociales y dentrode una perspectiva no binaria dicotómica, ni de rígidasoposiciones y exclusiones, sino desde una nueva visiónde verdadera dialéctica e interpenetración ypresuposición mutua, donde lo macro está en lo microy lo micro incluye a lo macro, sin eliminar sus diferenciasespecíficas, pero sin olvidar que un nivel o escala solotiene sentido y significación dentro de esa misma dialécticaque lo subsume y sobredetermina como una de suspartes componentes.

Ello nos permite, finalmente, comprender en quéconsiste ese procedimiento microhistórico: en él se trata,según los cultores de la microhistoria italiana, de partirde la recuperación de una tesis o conjunto de tesis yaestablecidas o definidas dentro del plano macrohistórico,para luego, en un movimiento que es justamente el dela «reducción de la escala de observación», llevar estasmismas hipótesis hacia un plano distinto, deproporciones siempre menores al plano o nivel original,y que será justamente el universo microhistórico.Considerando ese plano «reducido» o microhistóricocomo simple laboratorio histórico o «lugar deexperimentación», habrá que retrabajar y someter aprueba dichas hipótesis o tesis macrohistóricas,verificando su validez, complejizando susdeterminaciones, matizando sus contenidos eincorporándoles siempre nuevos y más sutiles

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elementos, a través de los procedimientos antesreferidos del «análisis microscópico» de los problemasy los puntos estudiados, y mediante la explotaciónexhaustiva e intensiva de todo el material y de todoslos elementos derivados de ese mismo universomicrohistórico. Finalmente, y para cerrar el círculo delrecorrido global dentro de esa dialéctica macro/micro,el microhistoriador deberá volver hacia la dimensiónmacrohistórica, replanteando y hasta reformulandoradicalmente, de un modo distinto, las hipótesis y tesisoriginalmente sometidas a este procedimiento oejercicio, replanteamiento o reformulación que luegodel paso o incursión por el experimento microhistórico,deberá necesariamente redundar en la construcción yelaboración de nuevas tesis, modelos y perspectivasmacrohistóricas, mucho más ricas, complejas, finas ysutiles que las anteriormente existentes.

Tal procedimiento microhistórico da sentido a lafrase antes citada de Jacques Revel para caracterizar elespíritu general de esa microhistoria italiana: «¿por quéhacer las cosas simples cuando pueden llevarse a cabode una manera compleja?». Y puesto que la realidadsocial —como toda la realidad—, es sumamentecompleja, y dado que el objetivo de la ciencia social escaptar de la mejor manera esa complejidad, entoncesresulta clara la intención general que persigue estapromoción, defensa y popularización de ese ejerciciomicrohistórico: se trata en general de avanzar hacia laconstrucción de modelos más complejos de explicaciónde lo social y de lo histórico, modelos más sutiles ydesarrollados, que sean capaces de recoger y luegoreproducir esa multidimensionalidad, flexibilidad,variabilidad y extrema riqueza de las realidades concretasque dichos modelos intentan aprehender.

Para evitar posibles confusiones, vale la penapreguntarse acerca de las condiciones específicas dentrode las cuales es posible y pertinente la aplicación o puestaen práctica de dicho procedimiento microhistórico.¿Cuándo es posible hablar de un plano o escalamacrohistórica, que incluya dentro de sí otros variosplanos microhistóricos?, ¿cuándo es posible esemovimiento de «reducción de la escala de observación»y el concomitante descenso hacia lo micro?, ¿de qué«micro» estamos hablando cuando lo definimos comoun laboratorio de análisis histórico o un lugar deexperimentación del historiador?, ¿qué se requiere paraque en esa dimensión microhistórica sea aplicable el«análisis microscópico» y también el «uso y tratamientoexhaustivo e intensivo de los materiales» disponibles?Y finalmente, ¿cómo garantizamos el movimiento deretorno desde lo micro hacia lo macro, y luego lareestructuración de ese macro desde los resultados delviaje realizado hacia el nivel micro? Porque es evidenteque no cualquier problema es susceptible de ser

sometido al ejercicio del cambio de escala y deaplicación del procedimiento microhistórico, del mismomodo que no cualquier plano o nivel de la realidadtiene, respecto de cualquier otro, una relación de escalasinterrelacionadas que podamos incluir dentro de ladialéctica macro/micro ya referida.

Entonces, para entender mejor esta complejadialéctica entre lo macrohistórico y lo microhistórico,puede ser útil volver al importante y debatido conceptode totalidad histórica. Así, la relación macro/micropuede ser especificada como la que existe entre unacierta totalidad histórica y social compleja, y una de suspartes específicas, aquella que pueda ser especialmente«reveladora» del todo que se investiga. Lo que significaque la elección de las dimensiones macrohistóricas yluego de los universos microhistóricos no es para nadacasual, azarosa o arbitraria. Porque es la realidad mismaque estamos estudiando la que está compuesta demúltiples dimensiones o niveles, niveles o escalasorgánicamente relacionados y entre los cuales haydialécticas y vínculos claramente establecidos. Por ello,cuando hablamos de la dimensión macrohistórica, nosreferimos a esas totalidades histórico-sociales que hansido ya identificadas hace mucho tiempo por las cienciassociales y cuyos intentos de explicación han generadoya la construcción de múltiples modelos, hipótesis yteorías diversas. E igualmente, al hablar de universosmicrohistóricos hablamos entonces de ciertasdimensiones, planos o espacios que son parte orgánicade esas totalidades globales y complejas y, además,partes o espacios particularmente reveladores de esasmismas totalidades. Lo cual acota y especifica lascondiciones y los marcos de aplicación delprocedimiento microhistórico. Pues al hablar detotalidades específicas y de partes o dimensionesreveladoras, hablamos —para ilustrarlo con un ejemplográfico— del tipo de relación que puede existir, porejemplo, entre un rompecabezas considerado comotodo, y una de sus piezas especiales, que por elfragmento del dibujo que incluye permite descifrar, demanera más evidente y en una forma particularmenteacentuada, el sentido del diseño o dibujo generalplasmado en el conjunto de dicho rompecabezas.30

Así, dado que una totalidad no es un simple agregadoo conjunto cualquiera de elementos —al modo, porejemplo, de un zoológico cualquiera, una simple sumade animales, casual y caprichosamente reunidos en unmismo lugar físico y que, por tanto, no constituye unaverdadera totalidad—, sino un conjunto complejo deelementos, necesarios y articulados de modo específico,y cuya unidad y relaciones determinadas constituyenjustamente la totalidad de marras. La tarea delmicrohistoriador es, en el inicio, la misma que la delniño o adulto que se enfrenta al rompecabezas: partir

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de la imagen global ya conocida, para comenzarubicando aquellas piezas claves, especialmente«reveladoras» o «descifradoras» del conjunto, desde lascuales habrá de desarrollarse la (re)construcción de lafigura buscada.31

Por lo tanto, el procedimiento microhistórico no esaplicable indiscriminadamente a cualquier problema dehistoria o dentro de cualquier circunstancia. Sin embargo,resulta claro que tanto su desarrollo como su posibledifusión y extensión futura se refieren a ese universo deciertos temas esenciales que, durante décadas y sigloshan preocupado a los cultores de los territorios de lamusa Clío. Porque al proponer una nueva estrategiaepistemológica para resolver el viejo y recurrenteproblema de la relación entre los niveles macro y microdentro de la historia, lo que la microhistoria italiana hahecho es recordarnos una vez más que el conocimientohistórico no se agota nunca, y que las verdades históricas,real objetivo y sentido global del ejercicio de nuestraciencia, si bien son perfectamente alcanzables ycognoscibles, siempre encierran ciertos aspectos oelementos aún por descubrir o descifrar. Si la realidady el universo mismo son infinitos, no podrían ser finitaslas verdades históricas ni su conocimiento histórico. Peroes justamente allí en donde reside, en parte, el inmensoplacer de nuestro oficio.

Notas

1. Luis González González, Pueblo en vilo, Fondo de CulturaEconómica, México, DF, 1968. De esta fecha data la edición original.El libro ha sido reeditado muchas veces, y en alguna ocasión engrandes tiradas hasta hoy.

2. Luis González González, «Teoría de la microhistoria», Nuevainvitación a la microhistoria, Fondo de Cultura Económica, México,DF, 1982, p. 33. Una idea similar puede verse en su pequeño libroOtra invitación a la microhistoria, Fondo de Cultura Económica, México,DF, 1997, donde equipara explícitamente la microhistoria mexicanacon, por ejemplo, la Local History inglesa o la Petite Histoire francesa,señalando sin embargo los inconvenientes de esas denominaciones,pero insistiendo en la idea de que más allá de su denominación, esahistoria local o microhistoria «se ha ejercido sin el “nombre justo”...durante dos mil años», afirmación que nos ilustra claramente respectoa su idea en cuanto a la microhistoria mexicana como simple nuevaversión de esa antiquísima historia local.

3. Carlos A. Aguirre Rojas, «Los efectos de 1968 en la historiografíaoccidental», La Vasija, n. 3, México, DF, 1998. En este artículointento ubicar las coordenadas generales de ese contexto post 68 enel mundo occidental, y sus efectos generales en las historiografíasde todo el Occidente.

4. Viéndolo en una perspectiva temporal más amplia, es evidenteque tanto la obra como el proyecto de «microhistoria» de LuisGonzález y González, por un lado, y el auge enorme de la historialocal y regional mexicana, por otro, son simplemente expresionesde un proceso más global, que rebasa a México y abarca a todaAmérica Latina, y el cual condensa los efectos de la Revolución

cultural de 1968, en nuestro subcontinente, bajo la forma de unintenso desarrollo de una original y muy pujante historia regional.Desgraciadamente, falta todavía la persona o personas que extraiganlas lecciones generales —teóricas, metodológicas e historiográficas—de esta imponente producción de historia regional latinoamericanade las últimas tres décadas; producción que, sin dudas, singularizanuestras historiografías, frente a otras del mundo occidental. Sobrela fuerza y desarrollo de esta historia regional latinoamericana,véase el artículo de Alan Knight, «Latinoamérica: un balancehistoriográfico», Historia y Grafía, n. 10, México, DF, 1998, y tambiénel de Susana Bandieri, «Entre lo micro y lo macro: la historia regional.Síntesis de una experiencia», Entrepasados, n. 11, Buenos Aires,1996, por mencionar solo dos ejemplos de entre los muchos posibles.

5. Giovanni Levi, «Sobre la microhistoria», Formas de hacer historia,Alianza Editorial, Madrid, 1993, pp. 122 y 124. Levi ha sido aúnmás explícito en cuanto a la contraposición entre la historia local yla microhistoria italiana en algunas entrevistas. Así, dice porejemplo: «La microhistoria no tiene nada que ver con la historialocal. Es decir, se puede hacer microhistoria de Galileo Galilei o dePiero della Francesca [...] la historia local es otra cosa distinta, lahistoria local estudia una localidad [...] en este sentido, no dirénunca microhistoria o historia local, son dos cosas totalmentedistintas, enemigas; yo me ofendería mucho si fuese considerado unhistoriador local. Los dos pueblos a los que en particular he dedicadomuchos años, son dos pueblos que considero sin ningún interés, delos que no he escrito la historia. He escrito una historia en ellos».(«Antropología y microhistoria: conversación con Giovanni Levi»,Manuscrits, n. 11, enero de 1993, pp. 17-8). Levi insiste en estadistinción, en otras dos entrevistas: «Il piccolo, il grande e il piccolo»,Meridiana, n. 10, 1990, pp. 223-4, y «La microhistoria italiana», LaJornada Semanal, n. 283, noviembre de 1994, p. 36.

6. Carlo Ginzburg ha revisado acuciosamente la historia del términoen su artículo «Microstoria: due o tre cose che so di lei», Quadernistorici, n. 86, a. XXIX, agosto de 1994. En este artículo, tambiénGinzburg caracteriza a la «microhistoria mexicana» como una simplevariante de la historia local, estableciendo su distinción radical conel proyecto intelectual de los microhistoriadores italianos.

7. Sobre la caracterización de 1968 y sus impactos en la cultura y lahistoriografía posteriores, véase Fernand Braudel, «Renacimiento,Reforma, 1968: revoluciones culturales de larga duración»(L’Express, noviembre de 1971), La Jornada Semanal, n. 226, México,DF, octubre de 1993; Immanuel Wallerstein, «1968: revolución enel sistema-mundo. Tesis e interrogantes», Estudios sociológicos, n. 20,México, DF, 1989; Francois Dosse, «Mai 68, les effets de l’Histoiresur l’histoire», Cahiers de l’IHTP, n. 11, París, abril de 1989; «Mai68, mai 88: les ruses de la raison», EspacesTemps, n. 38-39, París,1988; Carlos A. Aguirre Rojas, «1968: la gran ruptura», La JornadaSemanal, n. 225, México, DF, octubre de 1993; «Los efectos de1968...», ob. cit.; «Repensando los movimientos de 1968», 1968.Raíces y razones, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, CiudadJuárez, 1999.

8. En este sentido del agotamiento de los «modelos generales»vaciados de contenido y reducidos a esquemas simplificados de larealidad, vale la pena volver a revisar el libro pionero de Jean PaulSartre Crítica de la razón dialéctica. Allí, Sartre enfrenta a esos marxistas«vulgares» y a sus modelos empobrecidos que pensaban que, paraexplicar a Flaubert, bastaba con decir que era un «pequeñoburgués»de la época del segundo imperio. Pero como hubo decenas de milesde esos pequeñoburgueses y solo uno fue Gustave Flaubert, y solouno escribió La educación sentimental, ese modelo de explicación nobasta. De este modo, Sartre anticipa una de las críticas recurrentesde todos los microhistoriadores italianos a esos modelos generales,

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y se constituye en uno de sus antecedentes intelectuales importantes,aunque no explícito y no asumido conscientemente por esos mismosmicrohistoriadores. Sobre la relación entre esa crisis de los modelosgenerales y el nacimiento de la microhistoria, véase Carlo Ginzburg,ob. cit., pp. 17-21.

9. Al respecto, véanse las agudas críticas de Carlo Ginzburg a lasposiciones de Hyden White en sus artículos «Provas e possibilidadesà margem de “Il ritorno de Martin Guerre” de Natalie ZemonDavis» y «Exphrasis e citaçao», A micro-historia e outros ensayos, Difel,Lisboa, 1989, y también en sus artículos «Solo un testigo», Historias,n. 32, México, DF, 1994 y «Revisando la evidencia: el juez y elhistoriador», Historias, n. 38, México, DF, 1997. Véanse tambiénlas críticas de Giovanni Levi a las posturas posmodernas en susartículos «Sobre la microhistoria», y «I pericoli del Geertzismo»,Quaderni Storici, n. 58, a. XX, 1985.

10. Véase el brillantísimo artículo de Carlo Ginzburg, «Indicios.Raíces de un paradigma de inferencias indiciales», Mitos, emblemas,indicios, Gedisa, Barcelona, 1994. Valdría la pena ver también, enesta misma y compleja línea de investigación el muy interesantedebate que suscitó posteriormente este artículo y del cual es solouna pequeña muestra la transcripción recogida en la revista Quadernidi Storia, n. 12, a. VI, 1980. Lamentablemente no podemosdetenernos en el análisis que ameritaría este ensayo excepcional.

11. Véanse Daniela Coli, «Idealismo e marxismo nella storiografiaitaliana degli ani ‘50 e ‘60»; Alberto Caracciolo, «La storiografiaitaliana e il marxismo», y Pasquale Villani, «La vicenda dellastoriografia italiana: continuità e fratture», en La storiografiacontemporanea. Indirizzi e problemi, Il Saggiatore, Milán, 1989; tambiénAlberto M. Banti, «Storie e microstorie: l’histoire socialecontemporaine en Italie (1972-1989)», Genèses, n. 3, París, 1991; yLuigi Masella, Passato e presente nel dibattito storiografico, De Donatto,Bari, 1979.

12. Falta un trabajo satisfactorio que reconstruya globalmente estapresencia y esa red compleja de influencias de los Annales francesesen Italia. A la espera de este, pueden sin embargo verse los desarrollosinteresantes incluidos en el libro de Massimo Mastrogregori, Elmanuscrito interrumpido de Marc Bloch, Fondo de Cultura Económica,México, DF, 1998. También Carlo Ginzburg y Carlo Poni, «Elnombre y el cómo: intercambio desigual y mercado historiográfico»,Historia Social, n. 10, Valencia, 1991; Maurice Aymard, «Impact ofthe Annales School in Mediterranean Countries», Review, v. 1, n. 3/4,1978; «L’Italia-mondo nell‘opera di Braudel», Crítica Marxista, n.1, 1987; «La storia inquieta di Fernand Braudel», Passato e presente,n. 12, 1986. Por ejemplo, hasta hoy, nadie ha subrayado el hecho deque Fernand Braudel, protagonista esencial de esos Annales en losaños 50 y 60, tenía relaciones importantes, y más o menospermanentes, de intercambio y colaboración con Federico Melis,Federico Chabod, Franco Venturi o Delio Cantimori, y tambiénque ha tenido como discípulos en sus seminarios parisinos a UgoTucci, Alberto Tenenti o Ruggiero Romano, entre muchos otros, enuna red que cubría prácticamente los centros principales de lainnovación historiográfica y de los desarrollos más importantes deesa historiografía italiana de la segunda posguerra. Lo que ha llevadoa decir a Braudel que «el azar ha querido que mis libros se lean, sinduda, más en Italia que en Francia. No sé demasiado bien por quérazones». (Ecrits sur l’histoire II, Arthaud, París, 1990, p. 285). Ennuestra opinión, no se trata de un azar y la razón que explica esto esjustamente las transformaciones de la historiografía italiana queaquí estamos solamente evocando de una manera muy general. Setrata, sin embargo, de una línea de investigación aún abierta y quevaldría la pena desarrollar mucho más ampliamente.

13. Para darse cuenta de este cosmopolitismo excepcional, bastaver las referencias a pie de página o contenidas en los ensayos deEduardo Grendi, Giovanni Levi o Carlo Ginzburg. Por ejemplo, esbien conocido el enorme trabajo de recuperación que EduardoGrendi ha llevado a cabo para introducir dentro de los debates dela cultura italiana a un conjunto importante de los aportes de laantropología anglosajona y, en general, de ciertos autores relevantesdel pensamiento social anglosajón, como por ejemplo Norbert Elías,Karl Polanyi, Edward P. Thompson o Frederick Barth, entre otros.Al respecto pueden verse Eduardo Grendi, Polanyi. Dall’antropologiaeconomica alla microanalisi storica, Etas Libri, Milán, 1978, así comosu compilación de textos L’antropologia economica, Giulio Einaudi,Turín, 1972.

14. Véase Giovanni Levi, ob. cit., p. 142. La referencia original esuna afirmación del historiador francés Jacques Revel en su «L’histoireau ras du sol», prefacio a Giovanni Levi, Le pouvoir au village,Gallimard, París, 1989.

15. Sobre esta filiación de izquierda de la microhistoria italiana,basta revisar los testimonios explícitos tanto de Giovanni Levi(«Entrevista a Giovanni Levi», Estudios Sociales, n. 9, Santa Fe,1995), como de Carlo Ginzburg («Carlos Ginzburg: an interview»,Radical History Review, n. 35, 1986).

16. Véase Carlo Ginzburg y Carlo Poni, «El nombre y el cómo:intercambio...», en donde se subraya esta densidad históricaexcepcional del paisaje mismo de la península italiana.

17. Sobre este aspecto véase Carlo Ginzburg, «Historia da arteitaliana», A microhistoria e outros ensaios, donde Ginzburg subrayaesta condición multicentrada o multipolar de la historia italiana delarga duración, así como sus consecuencias para la construcción deuna historia del arte en Italia.

18. Véase Fernand Braudel, coord., L’Europe, Arts et MétiersGraphiques, París, 1982, especialmente el capítulo 8 titulado«Culture et civilisation. Le splendeur de l’Europe», falsamenteatribuido a Folco Quilici y redactado en realidad por el propioBraudel.

19. Se trata de dos temas que ameritarían sendos ensayos aparte.Para una primera visión general de esta historia de la microhistoriaitaliana, de sus distintas vertientes y de sus desiguales difusiones,puede verse el bien documentado artículo de Anaclet Pons y JustoSerna, «El ojo de la aguja: ¿de qué hablamos cuando hablamos demicrohistoria?», Ayer, n. 12, 1993. También puede verse el punto 3del capítulo 3, «Microenfoques de la historia: lo cualitativo, laexperiencia humana y lo “excepcional normal”», en ElenaHernández Sandoica, Los caminos de la historia, Síntesis, Madrid,1995. Para tener una idea más directa de esta historia de lamicrohistoria puede ser útil revisar algunos textos ya «clásicos»:Eduardo Grendi, «Micro-analisi e storia sociale», Quaderni Storici,n. 35, a. XII, 1977; «Ripensare la microstoria?», Quaderni storici,n. 86, a. XXIX, 1994; Giovanni Levi, «Sobre la microhistoria»; CarloGinzburg, «Microstoria: due o tre...»; «Indicios. Raíces de unparadigma...»; «Introducción», Historia nocturna, Muchnik Editores,Barcelona, 1991. Sobre la desigual difusión de la microhistoria en elmundo, es curioso observar que mientras en Francia está más difundidala rama de historia social, económica y demográfica desarrollada porGrendi, Levi, Mauricio Gribaudi y Simona Cerruti, entre otros, encambio en los Estados Unidos son mucho más populares y difundidoslos trabajos de Carlo Ginzburg. Para comparar esta desigual difusiónpuede verse, por ejemplo, Jacques Revel, coord., Jeux des echelles,Gallimard y Le Seuil, París, 1996, donde Carlo Ginzburg solo escitado de manera marginal dos veces en todo el libro. En el otroextremo, véase Edward Muir y Guido Ruggiero, eds., Microhistory andthe Lost Peoples of Europe, John Hopkins University Press, Baltimore,

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Carlos Antonio Aguirre Rojas

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1991, donde predominan los ensayos del mismo Ginzburg. En México,Japón y Brasil, igual que en España, parece ser más conocida la obrade Carlo Ginzburg que la del resto de los microhistoriadores italianos,mientras que en Argentina hay una situación más equilibrada encuanto al conocimiento y la difusión de los resultados de las dosprincipales vertientes de la microhistoria italiana. Un tema interesanteque valdría la pena desarrollar ulteriormente.

20. Hablamos en este caso de los textos bien conocidos de EduardoGrendi, I Balbi, Giulio Einaudi, Turín, 1997; Giovanni Levi, Laherencia inmaterial, Nerea, Barcelona, 1990; Mauricio Gribaudi,Itinéraires ouvriers. Espaces et groupes sociaux à Turín au début du XXesiècle, EHESS, París, 1987; Simona Cerruti, La ville et les métiers,EHESS, París, 1990, por mencionar solo algunos de los ejemplosmás difundidos.

21. Véase Pietro Redondi, Galileo Herético, Alianza Editorial, Madrid,1990; y, sobre todo, Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos, Muchnik,Barcelona, 1981; Historia nocturna; Mitos, emblemas...; Les bataillesnocturnes, Flammarion, París, 1984; El juez y el historiador, Muchnik,Barcelona, 1993; Pesquisa sobre Piero, Muchnik, Barcelona, 1984:Carlo Ginzburg y Adriano Prosperi, Giochi di pazienza, Giulio Einaudi,Turín, 1975. También vale la pena ver los trabajos más recientes deGinzburg, Occhiacci di legno, Feltrinelli, Milán, 1998, y History, Rhetoric,Proof, Brandeis University Press-University Press of New England,Hannover, 1999, donde amplía sus perspectivas para reflexionarsobre algunas de las categorías centrales de la historia cultural, sobrela diversidad y el diálogo intercultural, así como sobre las condicionesmismas y la naturaleza general del propio oficio de historiador y desus implicaciones más esenciales.

22. Es bien sabido que la revista Quaderni Storici, que terminaríaasociándose a la corriente microhistórica como su órgano de expresióny difusión más importante, comenzó su historia en 1966 como QuaderniStorici delle Marche —y publicando, cosa digna de señalar, en su primernúmero, la primera traducción italiana del célebre artículo de FernandBraudel «Historia y ciencias sociales. La larga duración». Pero es soloen los años 70, luego de una reorganización de su comité, de ciertoscambios, y de perder el apelativo «delle Marche» que ha comenzadoa funcionar como el principal espacio de concentración e irradiaciónde la microhistoria. Lo que no impide que ya en los años 80 hayacomenzado a ser un poco abandonada o dejada de lado por algunosde los principales representantes de esa misma microhistoria, comoen el caso del propio Giovanni Levi o de Carlo Ginzburg, por lo queha perdido una parte de su fuerza de innovación y de su carácter de«núcleo estructurador» y de «foro de concentración» de losdescubrimientos principales de esa microhistoria.

23. Esta reducción es justamente el objeto de la crítica de Jean PaulSartre en Crítica de la razón dialéctica.

24. Una adecuada crítica de este procedimiento que reduce lo generala ser una simple suma de los casos y de las dificultades e implicacionesde este paso, puede verse en Bernard Lepetit, «Les Annalesaujourd’hui», Review, v. XVIII, n. 2, Binghamton, 1995.

25. En el argumento de esta idea, resumo las ideas que me ha suscitadola lectura del brillante ensayo de Bernard Lepetit, «Architecture,Geographie, Histoire; usages delle echelle», Genèses, n. 13, París,1993. Considero que esta es una versión un poco más trabajada quela que, con algunas diferencias, se incluye en el libro ya referido Jeuxd’echelles, con el título «De l’échelle en histoire».

26. Es claro para nosotros que la influencia de las distintas vertientesde la antropología del siglo XX, desde los trabajos de Frederick Barth

hasta los de Claude Levi Strauss, pasando por las lecciones de CliffordGeertz, entre otros, ha sido decisiva en la construcción de lasdiferentes perspectivas de los diversos autores de la microhistoriaitaliana. Sin embargo, el desarrollo adecuado de este asunto ameritaríapor sí mismo un nuevo ensayo que no podemos incluir aquí. Sobreesto puede verse el artículo de Paul-Andre Rosental, «Construire le“macro” par le “micro”. Frederik Barth et la microstoria», en JacquesRevel, coord., ob. cit. También pueden verse varios de los ensayosincluidos en Ethnologies en miroir, Maison des Sciences de l’Homme,París, 1992, muy en particular el artículo de Christian Bromberger,«Du grand au petit. Variations des échelles et des objects d’analysedans l’histoire récente de l’ethnologie de la France». Véase también la«Introducción», en Carlo Ginzburg, Historia nocturna, y el artículo deGiovanni Levi, «I pericoli del geertzismo».

27. Véase al respecto, sobre todo, Norbert Elías, Sociología fundamental,Gedisa, Barcelona, 1982, y el conjunto de su obra, incluyendo TheGermans, Deporte y ocio en el proceso de la civilización, El proceso de lacivilización, o La civilización de los padres y otros ensayos, entre variosotros. Sin la consideración de la obra de Norbert Elías resulta muydifícil entender los aportes y el conjunto de la propuesta de losmicrohistoriadores italianos.

28. Nos referimos, como es evidente, a las obras bien conocidas deLucien Febvre, Fernand Braudel, Jean Paul Sartre o Norbert Elías,por mencionar solo algunos ejemplos de autores que, en cuanto a lasuperación del pensamiento binario o dicotómico rígido, anteceden ypreparan esta conclusión específica desplegada por la microhistoriaitaliana.

29. Nos referimos, en estos ejemplos de los últimos dos párrafos, a lasobras bien conocidas de Giovanni Levi, La herencia inmaterial; deCarlo Ginzburg, El queso y los gusanos, Pesquisa sobre Piero, e Historianocturna; de Pietro Redondi, Galileo Herético, y de Mauricio Gribaudi,Itinéraires ouvriers. Espaces et groupes sociaux à Turín au début du XXesiècle, todas ellas mencionadas en las notas anteriores.

30. Tal vez no es solo por azar que uno de los libros importantes deCarlo Ginzburg, escrito en coautoría con Adriano Prosperi,infelizmente aún no traducido al español, se llama Giochi di pazienza.

31. Parte especialmente «reveladora» del todo, no quiere decir nimucho menos parte «representativa» del todo. Pues, después de MichaelFoucault, es bien sabido que los «márgenes» de una totalidad cualquierao sus elementos «excluidos» —y por tanto muy poco «representativos»—pueden ser tan o más reveladores de sus estructuras esenciales que suselementos más «típicos» o característicos. Un punto que se vinculacon el célebre oxymoron popularizado por los microhistoriadoresitalianos de lo «excepcional normal». Al respecto, véase EduardoGremdi, «Microanalisi e storia soziale», donde se enuncia por primeravez dicho oxymoron. Sobre las lecciones de Foucault en torno alasunto mencionado, véase Francisco Vázquez García, Foucault o lacrítica de la razón, Montesinos, Barcelona, 1995, y Foucault y loshistoriadores, Universidad de Cádiz, Cádiz, 1987.

© , 2003.

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La isla prohibida. Miradas norteamericanas sobre Cuba

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no. 32: 19-31, enero-marzo de 2003.

Alfredo Prieto GonzálezAlfredo Prieto GonzálezAlfredo Prieto GonzálezAlfredo Prieto GonzálezAlfredo Prieto González

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sobrsobrsobrsobrsobre Cubae Cubae Cubae Cubae Cuba

Cuba está de moda en los Estados Unidos. Losnorteamericanos, que desde la Ley Seca conocen

las maneras de lidiar con las frutas prohibidas, se sientencasi invariablemente atraídos por una cultura de la quesin embargo perciben, como en la caverna platónica,muchas veces solo las sombras —y no los guerreros.Sobre la calidad de esa atracción inciden tantorepresentaciones históricas, asombrosamente sostenidasen el tiempo, como la barrera idiomática y el discursode la política oficial que, a contrapelo de ampliossectores de opinión y encuestas, se pronuncia por notener una relación normal con ese vecino cercano y sinembargo distante, y les recuerda a los ciudadanos laprohibición legal de viajar a la Isla por puro placer,debido al Trading with the Enemy Act —una legislaciónque, sintomáticamente, data de la época de laRevolución de Octubre.

Una serie de sucesos ha contribuido a eso que, enefecto, algunos ya llaman «la moda cubana». «Cuba estáde moda, así como todo lo cubano» —constata contoda propiedad el historiador Louis A. Pérez, Jr. en unprólogo.1 El caso de Elián González determinó lapreeminencia de Cuba en los espacios públicos, en las

conversaciones cotidianas, los centros laborales y lascocinas de las casas; un asunto complejo donde no soloestaba en juego el destino de un niño secuestrado yreclamado por su padre, sino también el problema delos valores familiares y el derecho a la custodia, de granimportancia para la sociedad norteamericana. Luegodel paso del huracán Michelle, se produjo un ciertocambio de tono en las relaciones bilaterales, queredundó en un suceso puntual, pero inédito desde lapromulgación del bloqueo en 1962 y que no significael desmantelamiento del esquema vigente: la venta dealimentos, medicinas y productos agrícolas, lo cualotorgó a Cuba, de nuevo, planos estelares en los mediosde difusión, con el subsiguiente debate acerca de laracionalidad o no del esquema aplicado en la políticahacia la Isla. Más tarde, el traslado de prisioneros afganosy de otras nacionalidades a la base naval deGuantánamo, así como las líneas de comunicaciónmantenidas al respecto entre ambos adversarioshistóricos, ubicaron a la Isla en una inusual visibilidadpública, quizás como no la había tenido desde la épocade Etiopía y Angola. La visita del ex presidente JamesCarter, en mayo de 2002, tuvo entre otros el efecto de

Ensayista y editor. Revista Temas.

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Alfredo Prieto González

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reciclar las percepciones públicas sobre la Isla en losmedios masivos de difusión, y, sobre todo, en la TVnorteamericana. Desde este ángulo, lo distintivo fue laemergencia pública del debate existente entre sectoresde la clase política acerca de cómo lidiar con el enemigo—es decir, la mejor manera de deshacerse del sistemapolítico vigente en Cuba. «Palomas» y «halcones», segúnlo usual, diferían en los métodos, pero coincidían enlos fines: Fidel Castro llevaba ya demasiado tiempo enel poder y la política norteamericana había fallado endeshacerse de él, algo que debía ser corregido al cabode más de cuarenta años. La imagen de Cuba comobête noire reemergió, esta vez con la afirmación de queestaría en capacidad de producir armamentobioterrorista, una acusación lanzada por el subsecretariode Estado John Bolton en la Heritage Foundation, unthink tank conservador que en su momento operócomo una de las apoyaturas ideopolíticas delreaganismo. Resultaba evidente que el sector duro estabaobturando sus mecanismos de opinión pública en arasde mantener la postura tradicional apelando al sensibletema del terrorismo después del 11 de septiembre.

En ese contexto, en el que se enfrentan de nuevo lainercia y la renovación —esta última no necesariamentecaracterizada por la buena voluntad—, se ha estadoproduciendo una verdadera avalancha de viajerosnorteamericanos que llegan a tocar, con sus propiasmanos, y con objetivos y propósitos disímiles, larealidad nacional. Hombres de negocio, congresistas,directores de cine, actores, académicos, estudiantes,escritores, músicos, activistas, cubano-americanos osimples turistas que ingresan por terceros paísesviolando la ley. Para unos, Cuba constituye unaincómoda reliquia de la Guerra fría, una «isla jurásica»que —sin que a veces se sepa o se pueda explicar muybien cómo, ni por qué— ha sobrevivido a la caída delMuro de Berlín y la disolución de la URSS, cuando enrigor lo esperable era el «efecto dominó», segúnpronósticos y un Premio Pulitzer sobre la hora final.Para otros, el sistema político vigente en la Isla-naciónno debiera ser un impedimento para la normalizaciónde relaciones, toda vez que los casos de China y VietNam denotan evidentes incongruencias en laconceptualización y puesta en práctica de la políticaexterior de los Estados Unidos —una idea ampliamentevalidada por la gran prensa liberal en editoriales yartículos. El problema, argumentan, es que Cuba no esuna prioridad en esa área, lo cual se articula con el factorpsicológico, el hecho de que la sola mención del nombrede Fidel Castro tenga en los formuladores de políticael mismo efecto que la luna llena sobre el hombre lobo.2

Pero para otra categoría, acaso mayoritaria y sinnexos con la academia ni con los intelectuales, y queclasificaría más bien como la de los norteamericanos

de a pie, si esto existe, Cuba es algo que se relacionacon el Caribe y, por consiguiente, implica sol, palmeras,apacibles cocoteros, playas paradisíacas. Es también laisla de un líder que luchó contra la dictadura de Batista,derrotó a los exiliados en Bahía de Cochinos, se asociócon los soviéticos y aparece casi siempre en las caricaturasde los periódicos fumando enormes tabacos —a pesarde que hace años dejó de hacerlo, como sabe cualquierhijo de vecino en las calles cubanas. Estos y similaresestereotipos resultan reforzados por leitmotivs como latierra del mejor tabaco del mundo, según la revista CigarAficionado, que concede altas puntuaciones a esa«aromática hoja», si bien con la advertencia de que lasmarcas vueltabajeras no están disponibles oficialmente enel mercado norteamericano. El ron Havana Club—evocado con placer conspirativo por el personajede Gene Hackman en una escena de la película TheFirm—, las mujeres color canela, los afrocubanos, el DuqueHernández en las Grandes Ligas y, sobre todo, una«música tropical» que se cuela por los complicadosvericuetos de las prohibiciones y lo está invadiendo todo,completan el cuadro, como se comprueba ante el hechode que una enorme foto de Compay Segundoapareciera a la entrada de HMV, una exclusiva tiendade CD muy visitada por la élite intelectual y empresarialdel área Boston-Cambridge, cerca de Harvard Square.La Isla, qué duda cabe, es puro ritmo. Intocada por laglobalización y la cultura del consumo. Sitio apropiadopara descargar la nostalgia y la inocencia perdida. CubaIs Way Too Cool —dice un texto de la cantante BonnieRaitt después de haber participado en el proyecto MusicBridges, que hace unos años unió en La Habana a músicosde ambas orillas para componer y cantar, más allá deldiferendo.

Este ensayo presenta y discute la imagen de Cuba,los cubanos y su cultura en la literatura de viajesnorteamericana más reciente, así como en algunasrevistas y tiras cómicas de la llamada cultura de masas.Intento develar, y en lo posible deconstruir, lasmediaciones que intervienen en la percepción de «laotredad», los estereotipos actuantes y explicarlosconsiderando la existencia de factores como eletnocentrismo, la «latinidad», las diferencias axiológicas,de lengua y, en última instancia, de culturas distintas.

La literatura de viajes y testimonial

En el lapso comprendido entre la desintegraciónde la URSS y las medidas anunciadas por el presidenteBill Clinton en enero de 1999,3 y hasta hoy mismo, seha venido produciendo una especie de boom de laliteratura de viaje y testimonial de norteamericanos quevienen a Cuba. El restablecimiento de vuelos directos

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originados en Miami, y ampliados después a NuevaYork y San Francisco para trasladar hacia la Isla viajeroscon la correspondiente licencia, y cubano-americanosen visitas familiares —uno de los aspectos contenidosen la orden ejecutiva— ha redundado, en efecto, en unaumento sustancial de visitantes, que por otro lado nosiempre se atienen a la ley para dar el salto.4

La literatura de viajes constituye uno de los lugarespreferenciales para captar las percepciones de losnorteamericanos sobre la Isla y su cultura, desde elángulo de la sociedad civil. Este corpus conforma unespectro bastante amplio de emisores: periodistas,fotógrafos, hijos de exiliados, turistas ordinarios y,últimamente, hasta un ama de casa que mantiene suanonimato mediante su correspondiente pseudónimo.Lo caracteriza el escaso conocimiento de la realidadcubana, sus procesos y más íntimos resortes, así comola voluntad de testimoniar los cambios y los nuevosactores sociales —cuentapropistas, trabajadores delturismo, ejecutivos de firmas extranjeras, etc.— y, sobretodo, las decepciones y rupturas que inevitablementearrastran las crisis. No es, pues, una literatura dereconocimiento stricto sensu, ni mucho menosde afirmación. Estos textos están sobredeterminados,primero, por las expectativas de derrumbe del sistemacubano como consecuencia del «efecto dominó»—una idea muy fuerte durante los años 1992-1995—,y después, por las peculiaridades de la vida en la Isla.Se trata de un conjunto diverso y de calidades desiguales:5abarca desde contribuciones apreciables —en rigor, nomuy abundantes—, hasta otras de cuestionable o escasovalor que, lejos de contribuir a un real acercamientoentre las dos culturas, se mueven en una zonacomprendida entre el panfleto, los estereotipos y ladifusión de los lugares comunes que pueden advertirse,rutinariamente, en el periodismo que se ejerce sobreCuba en los Estados Unidos.6

La primera de estas dos vertientes tiene un verdaderoparadigma en Trading with the Enemy. A Yankee Travels toCastro´s Cuba (1992), del escritor Tom Miller, untestimonio pionero que persigue dar una visión de algúnmodo alternativa al trasmitir las preocupaciones,motivaciones, angustias y ocurrencias del cubano dea pie —en una palabra, nuestra psicología social—, asícomo la pluralidad de caracteres y personajes de larealidad contemporánea cubana.7 Miller optó porapartarse de los lugares comunes —es decir, delagorerismo político en boga, y de la «agenda dura»—para tratar de paliar, de algún modo, el desconocimientode la cultura cubana en los Estados Unidos: «losnorteamericanos —concluía entonces— saben algosobre Cuba, pero nada sobre los cubanos».8 Esteacercamiento será continuado después en obras comoConversations with Cuba (1999), de Peter C. Ripley, un

intento por develar los mecanismos de ajuste de loscubanos ordinarios a la crisis de los 90.

La segunda vertiente se encarna, típicamente, en AyCuba! A Socioerotic Journey (1999), del rumano-norteamericano Andrei Codrescu, y en Real Life inCastro´s Cuba (2000), de Catherine Moses. Ambosclasifican, a mi juicio, entre los textos más politizados eideológicos, hecho que les impide, por lo regular,entender la compleja urdimbre de la realidad nacional,vista casi siempre a partir de lentes, supuestos ypreconcepciones que, una vez en la Isla, vienen acomprobar. Un tercero se añade: My Moto Fidel.Motorcycling through Castro´s Cuba (2001), de CristopherBaker, con la peculiaridad de estar transido por la culturadel desencanto característica de ciertas izquierdas.

Integran una tercera y última vertiente variascolecciones de fotografías y textos, entre las quesobresale Cuba (1999), de David Alan Harvey yElizabeth Newhouse. El libro constituye un correlatoampliado del reportaje que la revista National Geographicdedicó a la Isla en 1999, en el cual el lente de Harveyquiso dar fe, de una manera muy profesional, de larealidad cubana actual y su diversidad intrínseca, sobretodo al reflejar nuestra multirracialidad —algo que nose encuentra muy a menudo en las imágenes que sobreCuba circulan en los Estados Unidos. Su visión, sinembargo, puede ser discutida en varios sentidos: lasimágenes urbanas no trascienden el cuño de la-ciudad-en-ruinas-detenida-en-el-tiempo, atiborrada deautomóviles norteamericanos viejos; y el campocubano, presentado casi exclusivamente en términosde bohíos y guajiros empobrecidos, no parece haberexperimentado transformaciones después de 1959.

Esta literatura guarda una sorprendente continuidadcon la de los siglos XIX y XX publicada en los EstadosUnidos, al menos en el sentido de generar una imagensobre Cuba y los cubanos que muchas veces dice másacerca del visitante que del referente. Según ha advertidoLuisa Campuzano, estos textos han entregado y entregan

una visión distinta-distante, que no poco ha contribuido ala construcción de ciertos modelos de la identidad nacional,creando estereotipos y proponiendo perspectivas y miradasque solo podrá desmontar esa rigurosa historia social ycultural que entre nosotros está por escribirse.9

Una diferencia, sin embargo, percibo como esencialrespecto al XIX: si en este la perspectiva sobre Cuba ylos cubanos se movía entre el paternalismo, la redenciónpor la vía del modelo civilizatorio norteamericano, osimplemente el paraíso turístico tropical, ahora larecurrencia fundamental se dirige a denotar el fracasomultilateral de la Revolución cubana, considerada unmodelo alternativo que una vez quiso cambiarlo todopara, al final, no cambiar nada. Esta es la base últimadel renovado interés en la «isla elusiva», aun en aquellos

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casos en que acciona el componente de la nostalgia,como demuestra el libro de Tony Mendoza Cuba: GoingBack (1999).

Existe en dicho corpus un conjunto de característicascomunes que vale la pena intentar resumir:

1. Cuba en crisis. El análisis de las condicionantes dela crisis cubana es usualmente puesto entre paréntesis.La vertiente políticamente más motivada suele ubicarlasen la ineficiencia del régimen político y en la falta devoluntad del liderazgo cubano para emprenderreformas de largo alcance, lo que —según estapercepción— serían las claves para su reacomodo.Obviamente, esta visión tiene como sustrato la adopciónde la ideología de mercado y de la democraciarepresentativa como dos de las supuestas piedras detoque. Tal corpus literario, como el previo de su tipo,reafirma en definitiva, como ha escrito Nara Araújo,que «las ideologías subyacentes permean esta lecturadel otro».10

2. La vida cotidiana. Tensión y stress son tal vez lasdos palabras que mejor describen la vida cotidiana enCuba. Aunque el ciudadano tiene acceso gratuito a losservicios sociales —en general afectados por la crisisen cuanto a infraestructura y suministros—, el granproblema es garantizar la reproducción simple de lavida, más allá de los productos de la llamada canastabásica. Como la vasta mayoría de la poblacióneconómicamente activa trabaja para el Estado y, porconsiguiente, cobra sus salarios en pesos, ello conduceal desarrollo de estrategias de sobrevivencia, resumidasen la filosofía de «resolver», una expresión de sentidoancho y dilatado: puede denotar robo de alimentospara su venta en el mercado negro —siempre a preciosmenores que los de las tiendas que venden en dólares—y, con ello, mejorar el ingreso; también puede implicarechar mano a una amistad para lograr un determinadofin, propósito, resolución de un problema material ode otra índole. «Escapar» es entonces el signo de lostiempos, atravesar el día de hoy de la misma maneraen que el manager de un equipo de beisbol no sepreocupa demasiado por ganar la Serie, sino el juego.Una peculiar filosofía existencial, estimulada portiempos difíciles, que a muchos norteamericanos lescuesta trabajo entender y asimilar.

En general, este conjunto de textos persigue dar fede esos y otros problemas implicados en la

reproducción simple de la vida en el Período especial,aunque a veces se acuda a testimonios y experienciasque pueden no ser representativos. Usualmente accionauna vara de medir manipuladora: el consumo y el nivelde vida en los Estados Unidos no pueden ser nunca unpunto de partida para juzgar la realidad cubana debidoa la evidente asimetría entre un país del Primer mundoy uno del Tercero, independientemente de las profundascarencias y las afectaciones traídas por la crisis a la vidacotidiana. Uno de los subtemas preferentes, por razonesobvias, es la dolarización —en efecto, uno de losproblemas más gruesos de la realidad nacional—, ysus impactos psicológicos y culturales sobre lapoblación. Con esto no se descubre nada que loscubanos no sientan o padezcan, pero es evidente laperspectiva política que trasvasa a tales textos.

3. El espacio. Si la literatura de viajes ha sido,históricamente, «literatura de espacios»,11 la estudiadasuele preferir los espacios urbanos y, dentro de estos,la ciudad en ruinas, bien como texto literario o comoimagen fotográfica. Ambos simbolizan, de algunamanera, el remanente de un pasado que se ilustra,típicamente, en edificios semiderruidos, callejuelas maliluminadas, personas pobres y mal vestidas, vistas comometáforas de un sistema que cayó con el Muro deBerlín, pero que todavía pervive en una singular islacaribeña a solo 90 millas del territorio norteamericano.Aunque en esto no creó nada nuevo, el filme BuenaVista Social Club, de Win Wenders, contribuyó a socializaruna imagen de ruina, disidia y decadencia, atravesadapor deambulantes grotescos —uno de anillos en la cara,otro manipulando tanques de 55 galones. Hay unapolarización del paisaje. Lo rural apenas apareceponderado, y cuando lo hace, suele ser en términostradicionales; es decir, un paisaje sin transformacionesesenciales, integrado, básicamente, por bohíos, guajirosde antaño y niños descalzos, toda una semiótica quedenota una ideología subyacente y, en resumen, unposicionamiento.

4. Livin´ la Vida Loca. Otro de sus pivotes es elfenómeno conocido como jineterismo. Explícitamenteen unos casos, de manera implícita en otros, estecomponente real de la sociedad cubana actual esutilizado para ilustrar la tesis principal antes descrita; enespecífico, el fracaso de un proyecto que se propusoeliminar —y eliminó— en los tempranos 60 el flagelo

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de la prostitución, pero que, al cabo, su re-emergenciatermina por denotar su agotamiento y, en últimoanálisis, la crisis de los valores sobre los que este seasentaba. Como anota una estudiosa,

las jineteras han llegado a convertirse en «símbolo supremo»y argumento irrefutable de la decadencia de la sociedadcubana, que injustamente encarna por extensión —la partepor el todo— en quienes soportan con mayor sacrificio lamayor carga en este especialísimo proceso de crisis: lasmujeres.12

En este orden, puede advertirse la presencia decuando menos dos enfoques: el compasivo y el cínico.

El compasivo retrata a la jinetera como una víctimacuya necesidad de prostituirse ha sido determinada porla carencia de bienes de consumo básicos, sobre todoalimentarios. Una vieja hipótesis que sin embargo eludeexplicar por qué la mayoría de las mujeres cubanas nohan acudido al oficio más antiguo del mundo paragarantizar su (sobre)vida, como tampoco lo explica latesis de que se dedican a tales menesteres por productossuntuarios o ansias de consumo. El fenómeno,complejo en sí mismo, tiene condicionamientosmúltiples, pero se omite uno que no está entre los menosrelevantes: la prostitución como opción de vida, partede una cultura que estuvo latente durante cierto período—ese de la «titimanía»— o que, en todo caso, cambióde expresión durante la época de la institucionalizacióny la cornucopia de los mercaditos nutridos por elCAME. Real Life in Castro´s Cuba es enfático y hasta«dostoievskiano» en su sorprendente simplismo demagister dixit, que convierte a las cubanas en herederasde la Sonia de Crimen y castigo.

El cínico la disfruta y exhibe como otro productotropical, sin inquirir demasiado en las razones. Hay unevidente regodeo en el universo de jovencitasprostituidas o en vías de serlo, las que a veces quedan«redimidas» ante sus ojos por la excepcional calidad desus servicios y por su capacidad de cariño, vista comoun rasgo característico de la «etnicidad latina». Se trata,obviamente, de una narrativa masculina, fálica, que sueleregodearse en experiencias personales de los autoresen noches de cabarets, hoteles y playas, como seadvierte en el librillo de Codrescu, incluso hasta en eltítulo: su viaje es socio-erótico, aunque al cabo bastantemás lo segundo que lo primero. Habría que acotar, nosé si a su favor, la poderosa atracción que sobre elimaginario turístico ejercen las mulatas cubanas, lo cualremite, en definitiva, a un constructo histórico de lapropia cultura nacional que las identifica como elsímbolo sexual por excelencia, según lo ha estudiadoVera Kuzintsky.13 Qué proporción exacta de las jineteraspertenece a esta categoría racial no es un dato disponible,pero ello no parece ser, en este caso, especialmenteimportante: es lo que muchos visitantes vienen buscando

de antemano para luego reflejar como «lo típico», amenudo mediante una perspectiva que evoca a La piel,de Kurzio Malaparte, o a cierta zona de la narrativa deHenry Miller. El equivalente masculino de la jinetera,por lo regular no ha sido reflejado con la mismaintensidad, y solo ahora se comienza a visualizar conuna óptica más bien sociológica, en espera tal vez de suconversión en literatura de viaje homoerótica.14

Sectores de la academia han venido resaltandotambién la preferencia del turismo sexual por mujeres(y hombres) de pigmentación negra, y han llegadoincluso a sostener la diferenciación de Cuba en estesentido sobre otros destinos turísticos de la región—lo cual parece un exceso.15 Sea como fuere, resultaevidente que para los extranjeros, y sobre todo paralos europeos, la mujer negra se asocia con el erotismo,la calentura, el sexo «salvaje y primitivo» de África—una fantasía sexual racializada y en última instanciacolonialista. Del lado de la realidad, si la mayoría dequienes ejercen la prostitución son negras o mulatas,como parece ser el caso, el fenómeno no está asociado,según se ha sugerido, a que la población cubana seahoy, mayoritariamente, negra, sino a la migración delinterior a la zonas urbanas, que mueve —bajo el imánde los dólares— a mujeres de las zonas más pobres yatrasadas del país —las provincias Granma yGuantánamo, por ejemplo, donde la población mestizao negra es significativa— hacia polos turísticos comoVaradero, Santa Lucía, Guardalavaca o La Habana.

En My Moto..., de Christopher Baker, un motociclistaproveniente de la nueva izquierda, desencantado desdeluego porque la realidad tomó por otros derroteros,en su viaje por toda la Isla se convierte en azotefemenino, incursiona en Tropicana, con Graham Greeneen la memoria, a quien evoca: en los años 50 el sexoera, decía el inglés de Our Man in Havana, «el gran temade La Habana. El intercambio sexual era no solo eljefe del comercio en la ciudad, sino también toda laraison de être de la vida de un hombre. Uno vendía sexoo lo compraba». Baker tiene tiempo para obviosestereotipos, atravesados además por un fuerte sentidodel kitsch, y escribe: «dentro de cada cubano hay unromántico dispuesto a ayudar a encauzar las flechas deCupido». Luego, lo inevitable:

Mi Miss Cuba apareció, toda vestida de blanco, y se abalanzóhacia mí como un espectro en la oscuridad de la noche. Elbrillo de la luna se reflejaba sobre su atuendo blanco,consistente en un turbante, un chal y una saya a la altura delos tobillos que acariciaba unas bien torneadas piernas,primorosamente ceñidas por unas medias, tambiénblancas. Amuletos de cobre y de bronce tintileaban en susbrazos, mientras que de su cuello pendían muchos collaresde cuentas multicolores. Respondía al nombre de Marleniy era santera, devota de la religión conocida como Santería.16

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5. Creyendo en los santos. Las religiones populares deorigen africano constituyen una expresión auténticade la cultura cubana. Son consecuencia de un proceso detransculturación y, a la vez, marcas imprescindiblesde la identidad nacional. Como resultado de la crisis desentido tras el derrumbe del socialismo en Europa delEste y de factores como la supresión del ateísmocientífico, el reconocimiento de discriminaciones hacialos creyentes durante el proceso revolucionario, ladefinición del Estado cubano como laico (1992) y unaactitud social menos prejuiciada hacia la religión y loscreyentes, entre otros, los años 90 atestiguan un procesode reavivamiento religioso que ha tenido y tieneexpresiones varias en la sociedad cubana.

Los nuevos viajeros dan fe de ese proceso en muchosde sus textos, aunque de manera más bien epidérmica.Pero si los de principios del siglo XX, en especial losmisioneros protestantes, tendían a ignorar o minimizara las religiones populares de origen africano, o aconsiderarlas cultos satánicos, los de ahora propendena reducir la religiosidad nacional a lo que no es sino unade sus expresiones. La idea de lo exótico, lo «típico»,constituye uno de los cimientos de ese énfasis, que acabapor omitir la diversidad religiosa cubana: en esas páginas,en efecto, apenas existen católicos practicantes,evangélicos, o espiritistas, que también forman partedel cuadro y dicen de la diversidad cubana en materiade creencias religiosas. Esa intencionalidad va escoltadaeventualmente por testimonios gráficos de negros(as) ymulatos(as) en rituales con gallos sangrientos y «limpiezas».Una imagen que, de hecho, racializa y limita el alcance deestas religiones, practicadas ciertamente —y de maneracreciente— por cubanos blancos, tanto dentro de la Islacomo en Miami e incluso en Europa, a donde ha llegadoacompañando a la diáspora de los 90.17

Playboy en La Habana: Nieman vs. Obejas

En diciembre de 2000 la revista Playboy, famosa noprecisamente por sus aportes a la cultura musical delos norteamericanos, decidió cubrir La Habana enviandoal dibujante Le Roy Nieman, quien ilustró un interesantereportaje de la escritora cubano-americana AchyObejas.18 Las visiones de la publicación son las clásicasde la época prerrevolucionaria, integradas por unamezcla de placer, erotismo y sonoridades fabulosas.Ello se asume como base para el reenganche, como sinada hubiera ocurrido en la escena y la cultura nacionalesen más de cuarenta años: «Cuba está caliente, Cubaestá lista, Cuba está llegando. La expectativa de unreencuentro explosivo con la isla fabulada de placer yerotismo».19 El artista se vio peculiarmente subyugadopor la música y el baile, captados en unos aguafuertes

de intenso colorido y sentido del movimiento, en losque refleja no solo las proverbiales mulatas de Tropicana,sino también la fortísima sexualidad de los sectorespopulares a la hora de la danza, testimoniando lahegemonía del hombre en las ruedas de casino: «Lasalsa es un baile masculino. Los hombres cubanosrealmente saben cómo manejar a estas mujeresmaravillosas y deseables».20

Enmarcado en el rescate del valor del cuerpo, quepasa por el boom de la salsa y de la música latina en losEstados Unidos, se encuentra el éxito de Buena VistaSocial Club, que por otro lado marcó inevitablementeun regreso a los orígenes en la imagen de Cuba. LouisA. Pérez, Jr. ha destacado la temprana fascinación de lacultura popular norteamericana por el son, al que seconfundía a menudo con la rumba (rhumba) por sucadencia y movimiento pélvico, del trasero, a la horadel baile.21 A pesar de cualquier reparo, lo cierto es queBuena Vista Social Club sirvió para abrir nuevasguardarrayas a otras expresiones de la música cubanadentro de los Estados Unidos —esto es, un mercado.Como consecuencia, en las tiendas de CD, donde seagrupa a cantautores e intérpretes ya no solo por ordenalfabético y géneros —pop, rock, hip-hop, etc.—, sinotambién por regiones del globo, Cuba es prácticamenteel único país al que se le ha reservado una categoríaespecífica («Cuban») donde aparece una variada gamade agrupaciones y autores: de Benny Moré a Bamboleo,Los Muñequitos de Matanzas, Paulito FG, SilvioRodríguez, Pablo Milanés, Alfredito Rodríguez, CelinaGonzález, Willy Chirino, Gloria Stefan, Albita Rodríguezy, desde luego, Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo—esta última catalogada como «la diva (o la dama) deBuena Vista Social Club».22

Nuestro Le Roy lo tiene en mente: «La música estabaen todas partes», observa, para luego añadir un verismo:«la música tiene más poder de comunicación que elarte o la literatura. Todo el mundo la entiende». Ycaracteriza entonces a la cubana: «Una mezcla de ritmoafricano con el tempo y los acordes de la guitarraespañola», una definición del son que no agota sinembargo la extraordinaria diversidad y riqueza delpanorama musical nacional, un dato omiso en su mirada.El problema es que en el imaginario que trae estáfuertemente instalado el discurso más arriba descrito yla categoría Tropical Music de los Grammy. No obstante,esta perspectiva es, con todo, más afortunada que suvisión del país, limitada a La Habana y a los enclavesturísticos —que son, desde luego, parte del cuadro, perono el cuadro, una de las constantes más generalizadasen la mirada de la prensa norteamericana al país. Casilo único que Nieman focaliza es la vida nocturna, lafarándula, los clubes —a los cuales, como dice el artista,la mayoría de los cubanos no tiene acceso, pero

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olvidando anotar, de paso, que estos no aceptan demanera pasiva el hecho, porque se sienten con derechosnaturales. Parte de un concepto de clase media sobre lapobreza que le imposibilita relacionar las cosas conotros contextos. Para él, estar en Cuba era como pasar«el verano en Harlem» porque «se puede ver la pobreza.La gente usa ropa vieja y maneja automóviles viejos».Una afirmación demasiado gruesa como para sersiquiera discutida, pero que se repite casi hasta el delirio:«Me han dicho que el país es bellísimo, peroextremadamente pobre, y que matan personas todoslos días. Me han dicho que antes era el mejor lugar delmundo para visitar, que era un paraíso. Pero ahora dicenque la gente anda en carros de 1950».23

Es, sin embargo, distinto el panorama cubanopresentado por Obejas a los lectores de Playboy, por lomenos en el intento de trasladar una visión más allá delparaíso turístico y de la isla mágica, atemporal, dondetodo suena, una perspectiva fundamentada sin dudasen su relación, de un tiempo a esta parte, con la realidadnacional, sus personas y sus códigos. El artículo estámontado sobre los cubanos de a pie y sus visionessobre los Estados Unidos, así como sobre la presenciacultural norteamericana en la Isla —un tema sobre elque no se conoce mucho fuera de ciertos circuitosacadémicos. Contrariamente a su colega, Obejas no secircunscribe a La Habana y se va a lugares del interior,como Jagüey Grande. Gracias a su labor periodística,aparecen cubanos comunes dándole a conocer al lectorestrategias de sobrevivencia ante la dolarización de lavida, percepciones, juicios —algunos discutibles en símismos, porque habría que indagar en qué medidaexpresan o no tendencias sociales más amplias, unproblema que lastra a menudo los artículos y reportajesde la prensa norteamericana. Lo importante, sinembargo, es que más allá de la tesis del gulag tropical—que, según se repite con insistencia, impera en Cuba—la noción de discusión viva y diversidad constituye unode los rasgos más sobresalientes de este acercamiento.La escritora testimonia cómo, a contrapelo de lacreencia común en los Estados Unidos,

la gente habla abiertamente de lo norteamericano, y losacontecimientos extraños [...] se interpretan como buenosaugurios para el mejoramiento de las relaciones con losEstados Unidos. No es ni raro ni antipatriótico oír a loscubanos hablar abiertamente de la época en que los dospaíses sostenían relaciones normales, se realizaban viajessin restricciones y existían intereses económicos comunes.En la calle se murmura constantemente que existennegociaciones secretas para poner fin a más de cuatro décadasde embargo y de distanciamiento entre las dos naciones, ya la animosidad.24

De ahí pasa a la atracción que sienten los cubanospor la cultura norteamericana, así como a registrarpeculiaridades muchas veces desconocidas para

quienes no han tenido acceso directo a la Isla durantetodos estos años de conflicto: de las películas delsábado a los alquileres ilegales de videos —que, enefecto, tienen filmes norteamericanos mucho antes deque estén disponibles de manera rentada en losEstados Unidos—, y a la presencia de la músicanorteamericana en Cuba, algo que Nieman habíadejado en el tintero:

La televisión estatal exhibe películas de Hollywoodsubtituladas. Los bancos ilegales de video estrenan películasmucho antes de que estén disponibles en Blockbuster [unacadena de alquiler de películas en los Estados Unidos,A. P.]. En julio pasado, Gone in 60 Seconds y Coyote Ugly—esta última aún por exhibirse en las salas de estreno delos Estados Unidos— ya se alquilaban a dos pesos cadauna en un humilde banco de video de la barriada obreradel Cerro. En toda la isla la música norteamericana seescucha constantemente por la radio estatal, así como porlas emisoras comerciales de Miami.25

La atracción por la cultura norteamericana que lareportera constata, figura empero descontextualizada:parece salir del aire, ser propia de fines de siglo o, enocasiones, una movida de péndulo respecto al discursooficial, lo cual no es ni exacto ni verdadero porque estásustentada en un sedimento que ha sobrevivido a laconfrontación política, e incluso a los momentos másálgidos y hasta grises del proceso revolucionariocubano.26 Cualquier abordaje de este asunto, artículoperiodístico o no, debe considerar necesariamente unarelación dual presente en el imaginario nacional sobrelos Estados Unidos. De una parte, la existencia depercepciones negativas en el ámbito de la política quese fundamentan en el expediente de agresión, sabotajes,desestabilización e intentos de asesinatos a dirigentesempleado por la política del gobierno, y que no serestringen al discurso oficial cubano, como comprobóla famosa encuesta de CID-Gallup, en 1994, según lacual 77% de la muestra consideró a los Estados Unidos«el peor amigo de Cuba»,27 por oposición a países quehan mantenido otro tipo de relación con Cuba, comoMéxico, España y Canadá.

De otra, su coexistencia con algunas de signoopuesto. «Lo norteamericano» y el «modo de hacer»norteamericano tienen una carga positiva en ese mismoimaginario, en la medida en que se les asocia con laeficiencia y el éxito económicos. El reportaje da, conhonestidad y realismo, fe de lo último; pero al omitir ono considerar de manera suficiente este dualismo,termina dando una imagen parcial del problema. Talvez su handicap fundamental consista en no subrayarque los cubanos distinguen al gobierno del pueblo,y que posiblemente aquí radica uno de los aportesfundamentales de la práctica histórica del procesorevolucionario cubano, que ha solido diferenciar, a partirde la prédica y acción martianas, ambas dimensiones y

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eludido así un antinorteamericanismo mecánico,rampante y simplista.

Bill Griffith, vox populi

El pueblo cubano es justamente uno de los motivoscentrales en la visión de Bill Griffith. Proveniente de lacontracultura de los 60, Griffith es el creador de Zippythe Pinhead, un personaje-payaso que fustiga elconsumismo y otras aristas más o menos perversas dela realidad norteamericana, pero que ha resultadocontrovertido porque su cabeza, empequeñecida en lazona del cerebro y ancha en el rostro, se ha interpretadoa veces como una burla a las personas condiscapacidades —en particular a los microcefálicos—,lo cual se considera políticamente muy incorrecto enlos Estados Unidos.28

De su relación con Cuba, Griffith ha declarado:He estado interesado en Cuba desde mis días de pacifistaen las manifestaciones de protesta contra la invasión deBahía de Cochinos. Algunos amigos que ya habían visitadola isla me habían dicho que Cuba era probablemente unode los pocos lugares del mundo no contaminados por elconsumismo de la sociedad norteamericana. De maneraque quería visitar un lugar que aún no estuviese tragadopor el comercialismo norteamericano.29

Ello que va a marcar su viaje de dos semanas,organizado por Global Exchange, en 1994. En suprimer encuentro con la Isla, Griffy —personaje queconstituye una suerte de alter ego del artista— la definede la siguiente manera:

Cuba es algo así como una Irlanda tropical provista de unexuberante verdor y de gentes abiertas y amistosas cuyasimpatía y carencia de distancia emocional sonintimidantes.30

Lo hace, como se ve, por vía negativa, es decir,teniendo en cuenta lo que no es usual en su culturaoriginaria, donde el individualismo y las inseguridadesde la vida cotidiana llevan a las personas a tratarsecon una dosis de distanciamiento, sobre todo en lasgrandes ciudades. Esta es, en última instancia, la causadel impacto: por oposición a la suya, la cultura cubanaes extrovertida, comunicativa, interactiva, abierta,solidaria, como comprobaron los misionerosnorteamericanos a principios del siglo XX, yaenfrentados al hecho de una idiosincrasia nacionalconsolidada por una larga historia y por las guerrasde liberación nacional. «La gente —enfatiza Zippie—son tan humanas...».

Se produce entonces un diálogo entre el payaso yGriffy:

Los cubanos son seres diferentes a los que he conocido.Las reservas les son ajenas o no conocen el retraimiento. Te

envuelven con su manto de intimidad, son unos seres tanvivos que es realmente aterrador».

A lo que Zippy responde con cierta sorna: «Lo sé.Me siento emocionalmente drenado con solo preguntarpor una dirección en la calle, de regreso al hotel».

Ello conduce a Griffy a un shock emocional aúnmayor al salir de La Habana y llegar a Cienfuegos, unviaje que pone en solfa, por la vía del humor, elracionalismo de su cultura:

¿Qué me está pasando aquí? ¿Por qué me conmueve tantola intensidad emocional de esta gente? Esto es demasiadopara mi reprimida alma yanqui, curtida por los medios decomunicación. ¿Acaso los estaré idealizando? ¿O mi deseode soledad en la nieve será un mecanismo de aislamientoemocional contra cualquier ser humano? ¿Es esto de algúnmodo una forma de re-nacimiento? ¿Cuándo dejaré deanalizarlo todo para así poder disfrutar el momento?

Frente a la valla que dice «Señores imperialistas, noles tenemos absolutamente ningún miedo», cerca de laSección de Intereses de los Estados Unidos, en elMalecón habanero, reflexiona:

Es cómico, pero incluso en su Sturm und Drang los cubanosme parecen más humanos que la mayoría de miscompatriotas... Me siento atrapado en un torbellinogenerador de ideas y sentimientos. ¡Por primera vez en mivida no me siento alienado!

Y en su habitación del Hotel Nacional, antes deregresar a los Estados Unidos, el personaje emprendeuna suerte de balance de su experiencia, habiendoconocido a

padrinos yorubas, roqueros alienados, emigrantes hastiados,revolucionarios, [...], campesinos, prostitutas, rabinos ycubistas. Me siento descarnado, emocionalmente hablando.¿Soy acaso el clásico norteño, frío, reservado y cínico, devenidoromántico cautivado por los influjos del «sur sensual»? ¿EsCuba una metáfora para mí?

El autor se ve absorbido no por la vida nocturna,los cabarets, las mulatas, los enclaves turísticos o lamúsica tropical, sino por los seres humanos. Este es, sialguno, el rasgo distintivo de su enfoque, el equivalentegráfico del libro de Tom Miller. Evade, pues, los lugarescomunes —las jineteras, por ejemplo, a las que lesdedica nada más el espacio imprescindible, porquedespués de todo, parece decirnos, hay prostitutas entodo el planeta—, para concentrarse, en cambio, en loque muchos no ven, es decir, en la existencia de personasreales en las que se mezclan la curiosidad, la voluntadde un intercambio humano sin motivaciones espúreas—esos hustlers tan frecuentes cuando se trata de turistas,y que también existen en Cuba— con una persona queporta una cultura diferente. En un pueblo de campo,mientras Griffy dibuja, tres niños se le acercan para,simplemente, ver lo que hace, lo cual le motiva lasiguiente reflexión:

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Generalmente estoy acostumbrado a esto; pero es diferente.Esa niñita observando con tanta atención lo que estoyhaciendo... y tiene su mano en mi hombro. Estácompletamente absorta en la experiencia, mirando sin pararel dibujo y el modelo. No está pidiendo limosna. No quierenada de mí, solo mirar. Es algo así como una inocenciapretelevisiva. Creo que si lo pienso con más detenimiento,voy a llorar.

Su discurso está marcado por el rechazo a su cultura-matriz, que cosifica las relaciones entre las personas yen última instancia porta relaciones de alienación. Enella, afirma el creador, no existe la vitalidad de loscubanos, a pesar de sus vidas cotidianas, llenas deproblemas:

Allá en casa todos vivimos en nuestras pequeñas unidadesindividuales de consumo. Aquí se vive la vida, con muchosproblemas, es cierto, pero se vive la vida.

No sorprende entonces que lo bueno de Cuba,según su pensamiento, consista en no haber sidomarcada por lo que denomina «la mcdonalización», unsímbolo de la estandarización y, en último análisis, depérdida de la identidad en el contexto de la aldea globalhegemonizada por las industrias culturales de losEstados Unidos. Griffy y Zippy dialogan caminandopor La Habana Vieja:

Griffy: ¡La Habana! ¡Tremendo lugar! ¡Es una gemaarquitéctonica! ¡Y sin McDonald’s a la vista!Zippy: Sí, pero seguro que habrá muchos Kentucky FriedChicken y Burger Kings. ¿Verdad?Griffy: No, Zippy, aguántate. ¡Estamos en uno de los pocoslugares del planeta que no ha sido tocado por la culturacomercial norteamericana!

Como personaje, Zippy es un producto típico dela cultura del consumo, una de las razones por las queel punto de vista del caricaturista lo asume como unidiota. «Mucha gente me escribe cartas ácidasdiciéndome que Zippy es un estúpido», declaró Griffithen una entrevista. «Y eso es precisamente lo que noentienden, que es un estúpido».31 Pero a la vez, encarnaal etnocentrismo más enteco: para Zippy, es imposibleque el mundo pueda existir sin esos símbolos de lacultura norteamericana. Según dice, Cuba es el país «dedonde es el cubismo», una metáfora con la que el creadorquiere denotar la habitual ignorancia del mainstreamrespecto a la cultura cubana. A diferencia de Griffy, lapermanencia del payaso en la Isla transcurre casiúnicamente entre helados de chocolate y añoranza dehamburguesas; solo muy de tarde en tarde articula doso tres pensamientos coherentes respecto a una culturaque no entiende, ni en el fondo puede entender:«autopistas vacías, carros fabulosos y helados deliciosos.¿Quién dice que el socialismo no funciona?».

Zippy deviene también una encarnación defrivolidad. En una conversación con Gregorio Fuentes,en Cojímar, su preocupación es si el ex patrón de El

Pilar tiene un autógrafo de la actriz Mariel Hemingway,nieta del autor de El viejo y el mar. En otra, con unajinetera, esta insta a los dos personajes a invitarla a comer,según lo usual. Zippy le responde: «seguro, pero el puestode curly fries más cercano queda a 90 millas de aquí, enMiami Beach». Y en otra, con Ramón Castro, mientrasGriffy —como buen periodista— se interesa porconocer qué piensa el hermano mayor de Fidel sobreel pueblo norteamericano y el bloqueo, a Zippy lo únicoque se le ocurre preguntarle es su opinión sobre elnuevo peinado de Hilary Clinton. Simplemente, suetnocentrismo no concibe que pueda haber realidadalguna sin las hamburguesas, los pollos de KentuckyFried, las pizzas Huts, o sin referencias triviales de lacultura norteamericana. En Cuba no existen y, por tanto,exclama: «¡Pellízcame, esta es mi peor pesadilla!».

Griffy le da a continuación una perspectivaseguramente no compartida por muchos cubanos: «¡Laescasez de petróleo tiene raros beneficios! ¡Mira, todoel mundo monta bicicleta! ¡Aquí la tiranía del automóvilno es un tema!». Y Zippy, que parece sordo, remata:«¿Tampoco hay Pizza Hut?».

La tira de Zippy también es válida por la colisiónde códigos que, de alguna manera, significa la diferenciaentre las dos culturas. Durante una cena en La Bodeguitadel Medio, ambos personajes se enfrentan a códigosculinarios distintos. Griffy pide un plato de moros ycristianos —previa explicación al lector de la tira cómicaacerca de su significado—, pero al ser portador de unacultura como la norteamericana, donde la carne no essiempre bien estimada, pide al camarero no servirle elpuerco. El camarero, que no entiende nada, le pregunta:«Compañero, ¿se siente mal? ¿Le traigo un té demanzanilla?». Zippy interviene de nuevo con su fuerade contexto: «Me trae la hamburguesa de puerco conqueso doble», lo que obviamente no le pueden servirde ninguna manera. La escena denota el gap cultural,del que Griffy, como intelectual, está perfectamenteconsciente. El camarero, por su parte, se enfrenta a unhecho no «natural», es decir, a un extranjero —cuyacultura él no conoce de primera mano— que no estimaen todo lo que vale la carne de puerco, una de lasquintaesencias del paladar nacional, sobre todo en uncontexto de crisis. El periodista también ha pedido cafésin azúcar: «¡No come carne, ni toma azúcar! ¿Qué talunas vitaminas?», pregunta el dependiente. Paraenseguida aconsejarle: «¡Se va a desnutrir con esa dietasolo a base de vegetales!». Mensaje obvio: no es comidasi no hay carne. Y luego remitir a la relación bilateralinformal, que se les ha evidenciado a los visitantes enlugares tan disímiles como el Floridita y el parque de laSección de Intereses, donde se reúnen los cubanos quequieren emigrar o visitar los Estados Unidos: en este

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país, dice, todos parecen tener algún pariente en laFlorida:

¡Mis parientes de Miami me mandan vitaminas todos losmeses. Con la escasez de puerco, nos preocupamos por lanutrición correcta!

Griffy, resignado, exclama: «No creo que ayudaríamucho discutir los beneficios del tofu».32

En sus contactos con la gente, ha tenido acceso alchoteo criollo. Como ya indagó Mañach en un estudioclásico,

al par que uno de los grandes padecimientos del cubano,la burla crónica ha sido una de sus grandes defensas. Leha servido de amortiguador para los choques de laadversidad; de muelle para resistir las presiones políticasdemasiado gravosas y de escape para todo género deimpaciencias. En otras palabras, ha sido entre nosotrosun descongestionador eficacísimo.33

De ahí el «soyalismo o muerte» que la tira cómicarecoge, una expresión que funciona precisamente comochiste porque marca un distanciamiento respecto a unsistema de creencias compartidas. No hay humor másefectivo y lozano que aquel que se ejerce contra sí mismo.Por esa razón, en Cuba todos los chistes políticos soncasi inevitablemente «gusanos». La risa es expresión demadurez y, a la vez, de rechazo a cualquier solemnidadpaternalista.

Por otro lado, Griffith se enfrenta también alproblema del potencial migratorio de la sociedadcubana. Su estancia coincidió con el final de la crisis delos balseros, que concluyó con unos treinta y cinco milcubanos —en su mayoría, jóvenes de no más de35 años— enviados, después de ser interceptados enlas aguas del Estrecho de la Florida, a la base naval deGuantánamo —un tratamiento hasta entonces soloreservado a los haitianos durante la crisis de los boatpeople en 1991—, pero finalmente admitidos en losEstados Unidos. Estas personas, que trascienden unacategoría social y por lo tanto no pueden serhomogeneizadas con etiquetas, bajo el peso de losproblemas de la vida cotidiana optaron por un caminoen el que vieron una salida desgarradora, amparadas enlos privilegios excepcionales de la Ley de Ajuste Cubano,aprobada por el Congreso norteamericano en 1966 ytodavía vigente. Durante una visita a Cojímar, uno delos puntos de salida de la oleada, Griffy se comueveante la tragedia humana y familiar vivida por los cubanos,y por las pérdidas de vidas, que ocurrieron a pesar de lasmedidas de protección a los balseros adoptadas entoncespor los guardacostas de ambos países:

Griffy: Desde aquí salieron miles de balseros rumbo a laFlorida, Zippy... y no todos llegaron...

Insensible, Zippy reacciona con una presunciónlógica, seguida por un absurdo:

Zippy: ¿Es Cuba un lugar tan malo, digo, sin contar conque no se pueden ver los programas de televisión RickyLake o Court TV?

Su compañero, que de nuevo lo ignora, informa lanaturaleza del nuevo flujo al público norteamericano:

Griffy: La mayoría eran tipos duros, jóvenes aventureros,pero también hubo familias enteras que se fueron.

La crisis condujo a los acuerdos migratorios de1994 entre Cuba y los Estados Unidos, mediante loscuales el gobierno norteamericano se comprometió adescontinuar la recepción indiscriminada de emigrantesilegales cubanos —lo que no ha cumplido hasta ahorade manera satisfactoria— y a otorgar hasta 20 000 visasanuales en el marco de una migración legal, segura yordenada. Al cabo de ese entendimiento mutuo, en eltercer sorteo, se habían inscrito más de seiscientas milpersonas.34 En los 90, «el exterior —escribe unespecialista— se ha convertido para muchos cubanosen una aspiración socioeconómica, en una forma defuturo de vida que supera la realidad nacional, en unaespecie de búsqueda existencial que no precisa cuánseparados estén del proyecto político de la Revolución»,35

lo cual se manifiesta no solo en el aumento sostenido dela emigración hacia lugares de asentamiento histórico—España, México, Venezuela—, sino también en laexistencia de comunidades cubanas en países dondetradicionalmente no las hubo, como Suiza y Australia.Sobre este contexto, el artista testimonia un interesantediálogo con potenciales emigrantes cubanos en elllamado «parque de las lamentaciones», cercano a laSección de Intereses. Las motivaciones de lostestimoniantes no refieren diferencias políticas, sinopenurias y dificultades diarias:

Cubano 1: —Estoy estudiando astronomía. Aquí no haytrabajo para mí.Griffy: —¿Está Ud. en desacuerdo con lo que Fidel Castroestá haciendo?

Una pregunta abiertamente política. El discursodominante en los Estados Unidos supone que en unrégimen que, según se alude, viola de manera sistemáticalos derechos humanos —la clásica visión de Cubacomo un gulag tropical—, la gente quiere escapar haciala libertad, una palabra que quienes esperan para serentrevistados por el personal diplomático de la Secciónde Intereses ni siquiera emplean, lo cual adquiere unvalor adicional si se tiene en cuenta que están dialogandoal aire libre con un norteamericano. La respuesta esnegativa y, para Griffy, curiosa:

Cubano 1: —La Revolución nos ha dado muchas cosas...salud, educación, servicios sociales... ¡Pero ya estamoscansados de sacrificios!Cubana 1: —¡Todavía somos patriotas! Pero ¿por cuántotiempo debemos seguir sufriendo mientras el resto delmundo progresa?

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Es obvio que el punto de referencia de la hablanteno es exactamente el resto del mundo, sino el Primeroy, sobre todo, los Estados Unidos. Hay aquí un problemaimplicado: la idealización de la vida en los EstadosUnidos, que también está contenida en el imaginarionacional. En ello incide una pluralidad de factores, entrelos cuales cabe destacar, por un lado, la influenciahistórica de la cultura norteamericana —sobre todo delas películas de Hollywood, que transparentan lujo,tecnología de avanzada, confort y opulencia—, en unescenario de sensibles restricciones económicas.

Por otro, el impacto del discurso del «exilio dorado»,y de las visitas de cubanos a la Isla, colmados de valoresde uso para familiares y amigos, lo cual genera falsasrepresentaciones acerca del dinero y la pacotilla fácil enlos Estados Unidos (a veces los viajeros ocultanpréstamos pedidos, deudas contraídas, fotos tiradasante el carro ajeno o el hecho de ganarse la vida como«mulas», entre otras cosas por esa capacidad deostentación que también es parte de la idiosincrasiacubana, dentro y fuera de la Isla). Griffy trata deenmendar el simplismo de la hablante con el testimonioautorizado de quien nació allá: «¡Los Estados Unidostampoco son una utopía, odio decírselo!». El riesgo esla recepción de ese discurso —no por crítico, menosrealista— como un teque político, la renuencia a aceptarla existencia de problemas en el otro lado que, porgraves que sean, se percibe no pueden ser iguales osuperiores a los de la vida diaria en la Isla. Estemecanismo de autoafirmación, signado por lapropensión a lo rotundo que caracteriza al cubano,determina en fin de cuentas que se pierda, como afirmala socióloga Miren Uriarte, «la complejidad de lo quequiere decir vivir en un país como los Estados Unidos,con toda la panoplia de contradicciones y problemasde ser latino».36 No siendo falso, el discurso masivo enCuba sobre los Estados Unidos como una sociedadde altos desniveles de desigualdad social, inequidades,racismos y segregaciones, acaba por ver lacerada sucapacidad de persuasión, como se comprueba en estaintervención de la Cubana 1. No importa que lasdiferencias de ingreso entre ricos y pobres en Manhattansean mayores que en Guatemala. Riposta la

Cubana 1: —¡Para Ud. es muy fácil, porque no tiene quehacer una cola todo un día para comprar papel sanitario!¡Ud. debe haber sido muy bueno en su vida anterior paraque lo premiaran con nacer en los Estados Unidos! Porfavor, tome esta carta para un primo que vive en Milwaukeey échemela al correo.

Las lecturas de Zippy the Pinhead en Cuba puedenser polisémicas, y hasta contradictorias. De un lado, hayinterpretaciones sesgadas desde la política oficialnorteamericana y sus agencias, como se comprueba enel hecho de que un funcionario del Departamento de

Estado considerara políticamente correcta la coberturasobre la Isla en las tiras de Zippy.37 De otro, laaprehensión de varios códigos de la identidad cubana,así como el reflejo de expresiones de intransigencia yde apoyo popular al proyecto cubano, aun en la peorcrisis de la historia nacional, han determinado susilenciamiento en Miami, cuyo discurso políticodominante no suele dar cabida a manifestaciones dedisenso, salvo para demonizarlas y acabarcaracterizándolas de «comunistas». Por último, laspropuestas de Cuba Uncovered también han sido criticadasen la prensa liberal de los Estados Unidos por brindaruna «visión romántica» de la Revolución, e incluso porservir de «propaganda» a los logros del proceso cubanoen materia de salud pública, educación y desarrollosocial.38

Queda sin embargo fuera de toda duda lahonestidad del artista y su visión desafiante y personal,de a calzón quitado, determinada por una actituddesprejuiciada ante un proceso en una hora difícil, peroque indudablemente ha tenido y tiene un impactoimposible de ignorar sobre la identidad y la culturacubanas. Vino, según confiesa él mismo, «casi sinpreconcepciones», lo que no logró, porque algún puntode vista es siempre inevitable. En definitiva, la función deun verdadero creador no es aportar fórmulas y recetas,sino constatar la riqueza, vitalidad, y problemas de larealidad —en este caso la cubana, en general bastantedesconocida al otro lado del Estrecho de la Florida.

Una conclusión: regreso al futuro

Coexistiendo, alternando con las visionestradicionales del discurso político y mediático sobreel sistema cubano de los años 90 a hoy, se havenido produciendo en los Estados Unidos una(re)composición de la imagen de Cuba que se afincaen un sedimento cultural y en una persistencia de lamemoria para nada corroídos por el tiempo. Susángulos más rechinantes, transidos por la nostalgia y ladimensión de lo perdido, remiten a una isla elusivaborrada del mapa cultural durante la Guerra fría, peroen definitiva ahora (re)descubierta en sus atributosaludidamente totalizadores y esenciales: ritmo, erotismo,sexo y placer mundano, fun and sun. Los mismos previosa 1959. Lo resume de algún modo una página webque promueve el turismo hacia Cuba, una isla «de negrasgrandes fumando tabacos y llevando en la cabezaturbantes a lo Carmen Miranda».39 Esta perspectiva,que omite un cambio cultural y social de más decuarenta años, no suele matizarse o modificarsemayormente después del contacto (aunque no las únicas,Griffith y Obejas son dos sugerentes desviaciones de

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Alfredo Prieto González

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la norma). La literatura de viajes que circulaprofusamente en los distintos circuitos —desde libreríaspúblicas y bibliotecas universitarias hasta amazon.com—da abrumadora fe de ello. Tal vez la principalcontinuidad de este corpus narrativo con su homólogodel siglo XIX consista en su etnocentrismo, perootras determinaciones pueden ser añadidas: eldesconocimiento del otro —y en última instancia, desu cultura—, la dependencia de fuentes que se reciclana sí mismas, las diferencias idiomáticas, así como losestereotipos largamente construidos por la culturanorteamericana al mirar a Cuba y lo cubano —deWeeekend in Havana a I Love Lucy. Gustavo Pérez-Firmatha hecho notar, con razón, que para los norteamericanos,culturalmente hablando, Cuba no existe, sino que sesubsume en un conjunto de estereotipos sobre hispanos,latinos, caribeños, tropicales, musicales y sensuales. Yargumenta en tono polémico:

en los años que han transcurrido, y a pesar del influjo masivode exiliados cubanos a este país, el desconocimiento de locubano poco ha disminuido, y quizás hasta ha empeorado.En parte eso se debe a la contumacia de los viejos estereotipos—whatever Lola wants, Lola gets—; en parte, al hecho de queactualmente las nacionalidades hispanoamericanas en losEstados Unidos se hallan asediadas por el impulsoaplanador de la etnicidad [...] Es curioso: los mismosgrupos que se han quejado justamente de las ingenuidadesde Hollywood ahora promueven una nueva ingenuidad:la latinidad o latinoness, esa flamante identidad cultural quenos representa a todos porque no representa a nadie. Amedida que los hispanos en este país abandonan susgentilicios para conformar una sola etnia, la diferencia sediluye en diversidad, y lo cubano pierde sus contornos.40

Acaso por esa razón, y por el gap cultural entre elEstrecho y la Isla, los norteamericanos —o por lo menosbuena parte de ellos— estén fatalmente condenados ala repetición.

Notas

1. Louis A. Pérez, Jr., «Cuba Today», DRCLAS News, HarvardUniversity, invierno de 2000, p. 1.

2. Este símil se lo escuché por primera vez al profesor WayneSmith, en una clase sobre Cuba a sus alumnos de la UniversidadJohns Hopkins, Baltimore, 1999.

3. Véase «Clinton anuncia nuevas medidas para ayudar al pueblocubano», Oficina del Secretario de Prensa, Casa Blanca, 5 de enerode 1999; también Departamento de Estado, «People to People»,http::/www.state.gov/www/regions/wha/cuba y «U.S. Ready toPlay Ball with Cuba, Clinton to Ease Trade Embargo, Using Oriolesas Unofficial Envoys», The Washington Post, Washington DC, 5 deenero de 1999.

4. Una revisión sumaria de las estadísticas así lo sugiere. De acuerdocon estimados, 140 000 norteamericanos viajaron a Cuba en 1999y de estos, 21% —es decir, 30 000— lo habían hecho de manerailegal. Al año siguiente otras proyecciones ubicaban en 124 000 la

cantidad de cubanoamericanos que habían viajado a Cuba —datoque solo incluye a quienes lo hicieron con autorización. Cifras delUS-Cuba Trade and Economic Council, de Nueva York, situánen 160 00 la cantidad de viajeros norteamericanos a Cuba en el año2001. El Departamento del Tesoro estima en 60 000 los viajerosilegales durante ese mismo año. Véase «Despite Ban, More AmericansTraveling to Cuba», The Kansas City Star, 22 de abril de 2002.

5. El foco del análisis se concentra en los libros de este tipo publicadosen los Estados Unidos entre 1992 y 2002. Son estos: Tom Miller,Trading with the Enemy. A Yankee Travels through Castro´s Cuba,Atheneum, Nueva York, 1992; Alexandra Black, Living in Cuba, St.Martin´s Press, Nueva York, 1998; Andrei Codrescu, Ay Cuba!:A Socio-erotic Journey, St. Martin´s Press, Nueva York, 1999; DavidAlan Harvey (fotos) y Elizabeth Newhouse (texto), Cuba, NationalGeographic, Washington DC, 1999; Tony Mendoza, Cuba. GoingBack, Austin University Press, Austin, 1999; C. Peter Ripley,Conversations with Cuba, The University of Georgia Press, Athens yLondres, 1999; Catherine Moses, Real Life in Castro´s Cuba, DelScholarly Resources, Wilmington, 2000; Christopher Baker, My MotoFidel. Motorcycling Trough Castro´s Cuba, National Geographic,Washington DC, 2001; Tom Miller, ed., Cuba: True Stories (textos deCristina García, Pico Iyer, David Eggers, Ruth Behar, EduardoGaleano, Andrei Codrescu, Tom Miller, Eliseo Alberto Diego et al.),Travaler´s Tales, San Francisco, CA, 2001; Isadora Tattlin, CubaDiaries: An American Housewife in Havana, Shannon Ravenel-AlgonquinBooks of Chapel Hill, Carolina del Norte, 2002; Matthew Dubuque,Cuba: An Ordinary Voyage (de inminente publicación). Como datointeresante, aunque fuera de mi análisis, hay también varias novelasde «escenario cubano», una de ellas de la cubanoamericana TeresaBevin, Havana Split (Arte Publico, Houston, TX, 1998), y una novelapolicial, Murder in Havana, de Margaret Truman, muy propagandizadaen Cubabooks.com. Quiero anotar, de paso, lo atrayente de un estudioque aborde la visión de La Habana, y en general de Cuba, en laliteratura norteamericana, sobre todo ahora que La Habana, suurbanismo y arquitectura también se están poniendo de moda en losEstados Unidos.

6. He analizado varias veces este problema. Remito al interesado a«Cuba en la prensa norteamericana: la conexión cubana», Cuadernosde Nuestra América, n. 15, La Habana, 1990; «Made in America: laimagen de Cuba en el exterior», en Rafael Hernández, ed., Cuba en lasAméricas. Una perspectiva sobre Cuba y los problemas hemisféricos», Centrode Estudios sobre América, La Habana, 1995; «Cuba en los mediosde difusión norteamericanos», Temas, n. 2, La Habana, abril-junio de1995.

7. Véase Saul Landau, «Trading with the Enemy», The Nation, 7 dediciembre de 1992. Para el autor, que compara los librosde Oppenheimer y Miller, uno de los grandes aciertos del segundo eshaber mostrado que la cultura en Cuba continúa funcionando como«a glue of life», mientras que el primero fracasa por su teleologismoy su perspectiva precondicionada: Cuba estará en crisis, dice Landau,pero eso no significa necesariamente que una economía de mercadocontrolada por los Estados Unidos sea el antídoto.

8. Tom Miller, ob. cit.

9. Luisa Campuzano, «Mirando al Norte: viajeras cubanas a los EstadosUnidos», en Rafael Hernández, comp., Mirar el Niágara. Huellasculturales entre Cuba y los Estados Unidos, Centro de Investigación yDesarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2000,p. 53.

10. Nara Araújo, «Otra vez viajeras al Caribe», Temas, n. 5, La Habana,enero-marzo de 1996, p. 51.

11. Ibídem.

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12. Luisa Campuzano, «Ser cubanas y no morir en el intento»,Temas, n. 5, La Habana, enero-marzo de 1996, p. 8.

13. Véase Vera Kuzintsky, Sugar´s Secrets. Race and the Erotics ofCuban Nationalism, Yale University Press, 1974.

14. Véase G. Derrick Odge, «Colonization of the Cuban Body. TheGrowth of Male Sex Work in Havana», NACLA Report on theAmericas, Nueva York, marzo-abril de 2001, pp. 20-4.

15. Véase Julia O´Connell Davidson, «Sex Tourism in Cuba», Raceand Class, n. 38, Sage Publications, Londres, 1996, especialmentepp. 45-7.

16. Cristopher Baker, ob. cit., p. 284. Agradezco a Roberto Garcíasu asistencia en la traducción de esta y sucesivas citas.

17. Para una interesante discusión sobre las religiones populares deorigen africano en los años 90, y sus procesos de expansión más alláde la Isla, véase Lázara Menéndez, «Ayé (ki ibo)», Caminos,nn. 13-14, Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr., La Habana,enero-junio de 1998.

18. Achy Obejas, «Cuba Fever. The Seductive Island is Closer thanEver. Even Investors Can Hear the Music», Playboy, diciembre de2000.

19. Ibídem, p. 83.

20. Ibídem, p. 86.

21. Louis A. Pérez Jr., On Becoming Cuban. Identity, Nationality andCulture, The University of North Carolina Press, Chapel Hill y Londres,1999, especialmente «Representation of Rythm», pp. 198-218.

22. Lista recopilada por el autor y la profesora Margarita Mateo enlas tiendas HMV y Tower Records, Cambridge, MA, mayo de 2002.

23. Declaraciones del jugador de pelota Mike Timlin, de los Oriolesde Baltimore, en Miami, antes de su primer viaje a Cuba para elencuentro con jugadores cubanos en 1999. «Orioles entran a terrenodeconocido», El Nuevo Herald, 26 de marzo de 1999.

24. Achy Obejas, ob. cit., pp. 84-5.

25. Ibídem, p. 88.

26. Sobre esta problemática, de creciente interés en ambas partes,véase el estudio pionero de Louis A. Pérez, Jr. The United States andCuba...; también su On Becomming Cuban...; Rafael Hernández,coord., Mirar el Niágara..., ob. cit.; Rafael Hernández y JohnCoastworth, coords., Culturas encontradas, Centro de Investigacióny Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello-Universidad deHarvard, La Habana, 2001.

27. «How Cubans Responded to Questions», The Miami Herald,18 de diciembre de 1994.

28. La trayectoria de Bill Griffith en el mundo de los comics comenzóen Nueva York a fines de los años 60. En 1970 se trasladó a SanFrancisco atraído por el comic underground, movimiento de caricaturasalternativas integrado por personalidades como R. Crumb. Esemismo año creó la tira cómica que nos ocupa, aparecida por primera

vez en Real Pulp, n. 1; luego se publicó semanalmente en BerkeleyBarb, editado en una ciudad emblemática de las protestas delmovimiento pacifista y contra la guerra de Viet Nam. En 1985, elSan Francisco Examiner, uno de los órganos más sonados delestablishment liberal del Pacífico, publicó las tiras de Zippy seis díasa la semana. Hoy los personajes de la serie figuran en varios de losmás prestigiosos periódicos norteamericanos —The Washington Post,San Francisco Chronicle, The Boston Globe. Zippy ha sido traducido alos idiomas alemán, sueco, italiano, japonés, francés, finlandés yespañol.

29. Bill Grifith, «Zippy does Cuba —revolutionary», San FranciscoExaminer, San Francisco, CA, 20 de marzo de 1995, p. C3.

30. Estas y sucesivas citas son de «Cuba Uncovered», Zippy Quarterly,n. 10, San Francisco, CA, mayo de 1995.

31. Entrevista con Mark Anderson, Monthly, febrero de 2000.

32. El tofu es un pedazo de soya concentrada, de alto valorproteínico, originariamente de la cultura japonesa, que ha venidosiendo muy popular en los Estados Unidos —sobre todo entre losvegetarianos—, y se vende en todos los supermercados. Griffithtestimonia, en una nota al pie, el rechazo de los cubanos al «picadilloenriquecido» y al yogur de soya, que no constituyen para ellos unaopción alimentaria.

33. Jorge Mañach, «Indagación del choteo», Cúpulas, La Habana,1998.

34. Datos citados por Ernesto Rodríguez Chávez, «Notas sobre laidentidad cubana en relación con la diáspora», Temas, n. 28, LaHabana, enero-marzo de 2002.

35. Ibídem.

36. Miren Uriarte, «Nación e identidad» (mesa redonda), Temas,n. 1, La Habana, enero-marzo de 1995, p. 112.

37. Richard Leiby, «Cartoon Revolution: Zippy´s trip to Cuba»,The Washington Post, Washington, 8 de abril de 1995.

38. Ibídem.

39. Como ha destacado el investigador Pedro Monreal, se trata delclásico «marcador» del turismo, dirigido a estimular la demanda,pero que no se relaciona positivamente con los valores culturales yla identidad nacional. Véase «Hacia una nueva estrategia dedesarrollo turístico en América Latina y el Caribe», Cultura yDesarrollo, n. 2, Oficina Regional de la UNESCO para AméricaLatina y el Caribe, La Habana, 2003.

40. Gustavo Pérez-Firmat, «Con la lengua afuera», Encuentro de laCultura Cubana, n. 15, Madrid, invierno de 1999-2000, pp. 142-3.

© , 2003.

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no. 32: 38-47, enero-marzo de 2003.

Luisa CampuzanoLuisa CampuzanoLuisa CampuzanoLuisa CampuzanoLuisa Campuzano

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narradoras cubanas de hoynarradoras cubanas de hoynarradoras cubanas de hoynarradoras cubanas de hoynarradoras cubanas de hoy

En 1997 se publicó la primera y, hasta el momento,única historia de la literatura cubana de mujeres.1

La reciente fecha de aparición de este libro, y el hechode que su autora no sea cubana, podrían ilustrar ensentido general cuál era, hace muy pocos años, lasituación, frente a la crítica nacional, de una producciónfemenina invisible y paradójicamente contemporáneadel gran boom mundial de escritoras. Pero ademásevidenciaba cuán escasísimos eran los estudios de lamujer en Cuba.

Para comenzar por el campo de la literatura, al queremiten explícitamente estas páginas,2 y para hablarsobre todo desde mi experiencia, desde mi entornode vida y de trabajo, no me parece excesivo recordarla primera línea de un texto sobre la marquesa Jústizde Santana que escribí en 1990: «En Cuba no ha habidocrítica feminista: recién ahora intentamos comenzar».3Y, de hecho, cuando en 1996 Nara Araújo se ocupabade la crítica feminista del Caribe y recordaba ese artículo,solo podía decir, en relación con lo que se hacía enCuba, que todavía estábamos en la fase arqueológicade recolección y rescate de textos y autoras.4 O sea,nos dedicamos durante algún tiempo —por lo menos,

hasta mediados de los 90— al rescate y recuperaciónde un pasado a partir del cual construir un legado quenos permitiera comenzar a pensarnos; entre otrasrazones, porque no existía —por lo menos en lanarrativa— una producción literaria que estimulara otrotipo de crítica; pero a eso volveremos más adelante.

A fines de 2000, le pedí a Catherine Davies que noshablara en Casa de las Américas acerca de cómo escribióA Place in the Sun? Women Writers in Twentieth-CenturyCuba, y poco después publiqué en el suplemento literariode Revolución y Cultura el texto de su conferencia. Labreve enumeración de las dificultades que debió salvarpara acometer la tarea que se había propuesto, meahorra el disgusto de exponer este lamentable horizontede penurias, que se extendía mucho más allá del campoliterario. Le faltaron, dijo, para establecer un mínimocontexto de producción a partir del cual abordar esesiglo de literatura de mujeres, «una historia de la vidadoméstica cubana, de la familia, del hogar, una historiade las relaciones matrimoniales y sexuales desde el puntode vista femenino», o sea, el entorno adondetradicionalmente ha sido reducida la mujer. Le faltótambién, dijo, «una historia completa (no solo laboral,

Ensayista. Revista Revolución y Cultura / Casa de las Américas.

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ni esto hay siquiera) de la mujer cubana». Le faltó,además, «la Historia [con mayúscula] desde el puntode vista de las mujeres. Y [...] sobre todo, una historia dela política cultural y la cultura política de la mujer».5

Podría haber añadido también otras ausencias. Porejemplo, y no sería lo menos significativo, la yamencionada escasez de producción narrativa femeninaen tres décadas; porque a diferencia de otras literaturaslatinoamericanas, por no hablar de otras latitudes, lacubana no se caracterizó en los años 70 y 80 del siglopasado por el desarrollo de una cuentística y muchomenos de una novelística escrita por mujeres. Remito alectoras y lectores a los artículos que he publicado sobreesta casi nula producción narrativa y sobre lo quepropuse como su causa principal: los conflictos entrelas relaciones de género y de clase, y de género sexual ygénero de discurso, en circunstancias en que un cambiosocial tan profundo como la Revolución cubana, porlo demás aislada y agredida militarmente, condujo apriorizar no solo la construcción de una conciencia declase, que garantizara la unidad, por encima de unaconciencia de género que se vería como peligrosa ydiversionista, sino, consecuentemente, a privilegiar ycanonizar el discurso dominante, la «narrativa maestra»del período, es decir, el discurso del nacionalismo épico,marcadamente masculino, jerarquizándolo por encimade cualquier otro tipo de relatos.6

En 1996, publiqué en Temas «Ser cubanas y no moriren el intento»,7 que en su momento causó cierto impacto,porque se trataba de un primer llamado, desde lasociedad civil, a dejar a un lado la autocomplacenciacon la que se abordaban, en pequeños trabajos demicrosociología, o en informes y discursos oficiales,los avances de las cubanas, para pasar a dar respuesta ala necesidad política de promover los estudios de la mujercomo estrategia indispensable para salvar estos avancesy sortear la grave crisis de todo orden por la queatravesábamos desde comienzos de los 90, ya que estacrisis afectaba principalmente a las mujeres. A pesar delas grandísimas realizaciones de las cubanas en muydisímiles campos, seguíamos siendo un país de ranciay, en más de un sentido, de reforzada cultura patriarcal.

Hoy esa situación no es del todo la misma. Hay, sinduda, avances en la historia, en la sociología, impulsadosen gran medida por los espacios académicosinternacionales a los que se abre cada vez más el país, yno, lamentablemente, por la magnitud de los cambiosde todo orden y, en especial, de muy socialesconsecuencias, que se producen indeteniblemente ennuestro entorno, los cuales siguen demandando un viraje—que no acaba de producirse— en nuestras cienciassociales hacia las grandes interrogantes de lacontemporaneidad, y, en general, un abordaje máscomprometido políticamente con las mujeres, con sudestino.

Pero en la crítica literaria, los avances en el estudiode la producción de las mujeres no solo sonincontestables, sino que, desarrollados a partir de unateoría muy bien asimilada del trabajo con textos deotras literaturas, de otros tiempos, encuentran su mayoracicate en una muy reciente y rica producción femeninanacional, que exige un rigor cada vez mayor para suabordaje. Y este, por lo demás, no puede dejar a unlado las circunstancias concretas en que surge la nuevanarrativa femenina, porque es también —y sin dudas—,un fenómeno social de relevancia. Lo que ha pasado esque, en medio del Período especial, en pleno centro delos 90, mientras el país experimentaba una drásticacontracción económica en todas las esferas de la vida,se ha producido esta eclosión de libros de cuentos ynovelas de mujeres, que a finales de esa década ya sehabía convertido en una de las marcas de la literaturacubana de hoy.

En la primavera de 1998, cuando hablé de este temaen un coloquio organizado por la Universidad deBurdeos III, solo comenzaba a asomar la punta deliceberg. En 2001, apenas tres años después, la situaciónhabía cambiado de tal modo que pude dedicar todoun trimestre en la Universidad de Stanford a un cursosobre las narradoras cubanas de los 90. Es decir, loque en el 98 no eran más que optimistas barruntos apartir de unos cuantos relatos aislados, algunos premiosnacionales y muy pocos libros, se convirtió a la vueltade tres años en un corpus coherente, que crecía conseguridad y con excelencias renovadas. Hoy, dos añosmás tarde, este corpus sigue expandiéndose, creciendono solo en títulos, sino en las propias dimensiones delos textos —se escriben más novelas—, y en surepercusión nacional e internacional.

Bien a comienzos del Período especial un grupo decubanas recién iniciadas en el estudio de la literaturaescrita por mujeres —al que se unieron escritoras,escritores y una artista—, fuimos invitadas por ElColegio de México, con el coauspicio de otrasuniversidades mexicanas, la Casa de Las Américas y laUNEAC, a hablar de la obra de autoras cubanas, en elque sería el primer congreso sobre la producción literariade las mujeres de Cuba. Pero pese a que —como ya hecontado—, tanto nuestras húespedes como nosotrasnos preparamos lo mejor que pudimos y los trabajosfueron muy serios, los resultados, en sentido general,no pudieron ir más allá de constatar la realidad: existíauna larga e importante tradición de literatura de mujeresen Cuba, pero esta se había interrumpido o congeladoen los últimos años, particularmente en lo concernientea la narrativa.

Poco después, cuando la crisis se manifestabatambién en una imposibilidad de publicar libros y

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revistas que aconsejó multiplicar las antologías, elmalogrado Salvador Redonet había incluido en surecopilación de la «ultimísima» cuentística cubana aalgunas muy jóvenes autoras,8 sobre las que él volveríapor esos años, entre otros trabajos, en uno inédito y alparecer perdido: «Doce mujeres en pugna». Recuerdoeste título a manera de indicio de cuántas llegaron a serentonces nuestras noveles narradoras y de cómocoinciden —no casual, sino causalmente, creo— el iniciode la crisis con la revitalización de la cuentísticafemenina. Y también porque esta fue la contribuciónde Redonet al primero de los coloquios organizadospor el Programa de Estudios de la Mujer de la Casa delas Américas, que recién estrenábamos en 1994. Al añosiguiente, Nara Araújo publicaría en Brasil una especiede esbozo preliminar de la poética de estas «novísimas»y «posnovísimas», en la que establecía un contrasteideoestético entre sus textos y los de autoraspertenecientes a promociones anteriores.9 Pero, salvocontadísimas excepciones, estas jóvenes no tenían a suhaber más que algunos cuentos inéditos, recogidos porRedonet en aquella y otras antologías, o aparecidos enalgunas revistas. De hecho —porque no siguieronescribiendo, o por otras razones—, muchasdesaparecieron rápidamente del paisaje de las letras dela Isla, donde algunas pocas narradoras de las décadasprecedentes hacían muy escasas contribuciones al géneroo no podían publicarlas por las razones ya aducidas.

A mediados de los 90 aquel mutismo femeninoempieza a revertirse también en otros camposrelacionados con la cultura. Como he dicho en otraocasión, por una parte, grupos de académicas, escritoras,artistas y comunicadoras, con apoyo institucional o sinél, comenzamos a organizarnos y a imaginar programasy acciones, convencidas de la urgencia de intervenir connuestras prácticas culturales y profesionales específicasen la azarosa contemporaneidad de la mujer cubana,para promover la asunción de una conciencia de género,otorgar mayor visibilidad a su historia y sus realizacionesculturales, y reforzar por esta vía la autoestima tannecesaria en momentos de crisis e incertidumbres. Y,por otra parte, casi simultáneamente, comienzantambién a manifestarse estos desarrollos en la literatura,particularmente en autoras no ajenas a este proyecto alque acabo de referirme.

Me ha parecido que las más evidentes muestras delcambio en el campo literario son las que se manifiestan—para utilizar un terminus post quem bien conocido yconsagrado— a partir de la aparición de Alguien tieneque llorar, de Marilyn Bobes, libro de cuentos ganadordel Premio Casa de las Américas de 1995, en el que lasnuevas temáticas relativas a la condición femenina seabordan desde una perspectiva y una sintaxis narrativasdiferentes;10 y, por otro lado, con la publicación de Estatuas

de sal, primera recopilación antológica de textosnarrativos de cubanas, preparada por la tambiénnarradora y poeta Mirta Yáñez, y por Marilyn Bobes, yconcebida como amplio panorama de una largatradición que serviría a las autoras contemporáneascomo genealogía legitimante, al tiempo que sepresentaba como abundante compendio ilustrativode la producción de las últimas décadas, de la cual nose excluía a las autoras viviendo y produciendo fuera,es decir, a la diáspora cubana, ni aunque escribieran enotra lengua.11

Poco después, dos importantes revistas dedicaronsendas entregas a las mujeres cubanas y a la produccióncultural femenina: Temas (n. 5, 1996) y Unión (n. 1, 1997),y jóvenes narradoras comenzaron a obtener los másreconocidos premios nacionales: Ena Lucía Portela,UNEAC de novela, en 1997; Adelaida Fernández deJuan, UNEAC de cuento, en 1998; Anna Lidia VegaSerova y Mylene Fernández Pintado, David de cuento,en 1997 y 1998, respectivamente.

Me resultan evidentes los riesgos de abordar unaproducción tan cercana, y sobre todo tan marcada porun presente obsesivo. Introducir y comentar, aunsucintamente, un corpus que surge y se articula en tanbreve tiempo, reclamaría por lo menos un intento deestablecer sus relaciones de intercambio con la historiamás reciente de Cuba, de revelar las estrategias de suparticipación, como práctica y producción culturales,en la compleja, dinámica y conflictiva constitución delorden social de estos años, de la producción detransformaciones (y también de resistencias) que estánteniendo lugar en la Isla. Pero sobre todo, si pretendieraefectuar una lectura atenta de estos textos, nodesconozco que sería de la mayor importancia recordar,siquiera brevemente, las dimensiones de la crisis, suimpacto en la mitad femenina de la población cubana,la contradicción entre las condiciones de vida alcanzadaspor la mujer en el período revolucionario, su retrocesoa comienzos de los 90, y los modos y cambios con queellas han intentado sortearlas.

Por otra parte, también sería imprescindible conocerel rico proceso de la cultura y la narrativa insulares en laúltima década, marcado por la experimentación formaly la asunción creativa de corrientes del pensamiento yel arte contemporáneos, así como por el desarrollo deuna crítica más documentada y polémica, en cuyadinámica han intervenido protagónicamente las revistasliterarias y culturales, que no solo han alcanzado mayorrigor en la selección de lo que publican, sino tambiénuna apertura en el diapasón de las ideas y de los nuevostemas que abordan, entre los que la producción textualde nuestras autoras y la condición femenina comienzana ocupar un espacio mayor. Todo lo anterior resultaaún de mayor importancia si confieso mi intención de

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Literatura de mujeres y cambio social: narradoras cubanas de hoy

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leer estos cuentos y novelas como espacios decontradicción y de lucha por el poder interpretativo,como hechos literarios cargados de historicidad, comoformas artísticas en dinámica relación con lastransformaciones sociales, porque, como sabemos, lasformas culturales no solo reproducen, sino tambiénproducen la realidad.

En sentido general, los textos de estas autoras definales de los 90 tematizan de modo más o menosexplícito las distintas dimensiones sociales y, en particular,morales de la crisis, y su repercusión en el ámbito públicoy privado. Pero todas no centran su interés en referentesfácilmente localizables en la cotidianidad de las relacionesfamiliares o del trabajo, súbitamente trastornada por elPeríodo especial; todas no proceden a un abordajedirecto de hechos acaecidos o vidas que se viven en lazozobra de un día a día calamitoso, sino que los tratansesgadamente, desde el humor y la ironía, los rozan olos aluden lateralmente en textos que a simple vista noparecen tener relación con estos referentes. Y, por otraparte, también hay autoras que sobrepasan lasexpectativas de los lectores con extraños personajes,espacios y problemáticas que parecen emerger depronto en estos años; y en especial con todos esosmarginales, imaginables e inimaginables que, desde susdistintos espacios de exclusión, construyen el extrañofresco social con el que visten una ciudad siempreadversa, siempre extraña: ajena.

Como ha señalado la crítica, las escritoras másjóvenes por lo regular eluden toda referencialidad alcontexto social y a un ámbito que no sea el másinmediato, personal, o de grupo; y asumen un discursode lo individual, de un autoconocimiento quepermanentemente se niega o se cuestiona. Son lasllamadas posnovísimas. Su producción, expresada através de formas de poderosa y notable creatividad, seinscribe en una poética transgresora y desestabilizadoraque se explayará en los textos de las novelistas quepublican en estos años y en un libro sui generis de ficcióny ensayos.

Casi todas abordan temas antes apenas tratados oconsiderados tabúes —las sexualidades, el erotismo, laprostitución, la violencia doméstica, la pedofilia, ladrogadicción—, en textos que en las más jóvenes sepueblan, como decíamos, de personajes «raros», otrosque se mueven sin rumbo cierto por espacios cerradosy marginales —pero solo hasta cierto punto.

Al mismo tiempo, lo fantástico discursivo —tantoen estado «puro» como «instrumental» (en narracionesque lo relacionan con la religiosidad afrocubana o conla ciencia ficción: Gina Picart, El druida)12— vuelve ahacerse presente en un buen número de escritoras, quizásseñalando, en el contexto de los 90, hacia esa especialrelación analógica entre los sujetos de la literatura

fantástica y de la literatura femenina, que solo puedenhablar desde un margen: el que separa de la explicaciónracional, en el caso del fantástico; o del discursohegemónico masculino, en el caso de la escritura demujeres.13 De hecho, el fantástico reaparece en conocidasautoras de promociones anteriores (Esther DíazLlanillo, Cuentos antes y después del sueño, y Cambio de vida;María Elena Llana, Castillos de naipes); comienza a serpracticado por otras (Aida Bahr, «Tía Emma», «Soñar»,Espejismos, 12-22 y 34-6); Ana Luz García Calzada,Historias del otro) y aun por las posnovísimas (KarlaSuárez, «El ojo de la noche» y «En esta casa hay unfantasma», Espuma, 7-18 y 80-4; Anna Lidia VegaSerova, «Alguien entró volando», Catálogo de mascotas,11-5).

Para el recorrido temático que ahora comenzamos,he decidido solo tomar en cuenta la obra de autorasque hayan publicado libros, dejando a un lado, enocasiones, excelentes textos aislados de jóvenes y notan jóvenes escritoras cuya producción narrativa aúnno se ha recogido en volúmenes. Este recorrido noaspira a ser más que una de las posibles cartografías deeste cor pus; la que pretende, primero, indicarsomeramente —sin entrar en las complejidades de suurdimbre— las relaciones de estas narraciones con sucontexto inmediato de producción y, después, anotarlos nuevos caminos que abren las narradoras de finesde siglo a la indagación de la condición femenina cubanaactual; es decir, de estos verdaderos y nada épicos «añosduros», cuya severidad han sufrido fundamentalmentelas mujeres. Porque considero que es uno de los aspectosmás característicos del paisaje social contemporáneo, ypor el significativo espacio que ocupa en estasnarraciones, me detengo un poco más en aquellas quetratan la emigración o aluden significativamente a ella.

Así pues, las carencias, el resurgir de las diferenciaseconómicas —con los beneficios que ofrecen (no atodos) las remesas familiares, el turismo y las empresasde capital mixto— y, particularmente, el deterioromoral y las incertidumbres que ellas (las carencias y lasdiferencias económicas) pueden generar, se abordanrealista y enfáticamente (Nancy Alonso, «No renegarás»,«La paja en el ojo ajeno», Tirar la primera piedra, 27-35);o, en mayor medida, se tratan desde una perspectivasesgada o distante, en la que el humor y la ironíasubrayan las paradojas que todo esto implica en unasociedad que había sido programáticamente equitativa(Aida Bahr, «Ausencias», Espejismos, 78-80; AdelaidaFernández de Juan, «Antes del cumpleaños», «Ay,Carlos», Oh vida, 31-8 y 68-71; Mylene FernándezPintado, «Alejandro Magno», Anhedonia, 41-6; AnnaLidia Vega, «La encomienda», Catálogo..., 16-22; NancyAlonso, Cerrado por reparación).

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Vinculada con la crisis y tratada por casi todas lasnarradoras directa o tangencialmente, de modo explícitoo alusivo, la emigración, en sus diferentes dimensiones,parece constituir el motivo dinámico que articula textosde factura e intenciones muy variadas. Así, latematización de la retirada, a comienzos de los 90, deciudadanos de otros países que llevaban muchos añosde residencia en Cuba, como la rusa de «Clemenciabajo el sol» (Fernández de Juan, 9-17), o la argentinamadre de la protagonista de Silencios —novela en laque nos detendremos más adelante—, quienes conmayor o menor dolor deciden regresar a sus lugaresde origen; o que, comprometidos con el proyectorevolucionario, vinieron a trabajar en la Isla despuésdel 59, y ahora ven escindida su familia entre los que sequedan y los que se van —como en «Ofrecer el corazón»(Alonso, Tirar..., 36-43)—, conduce al lector tanto acontrastar el presente con el pasado, como a indagaren los desafíos emocionales e identitarios queexperimentan los personajes.

Del mismo modo, los viajes, ya no en misióninternacionalista o en función de trabajo, sino destinadosa sortear provisional o definitivamente las penurias delPeríodo especial, ponen en evidencia los derrumbesmorales y las incertidumbres ante el futuro,desecadenados por la crisis. En «Falsos profetas»(Alonso, Tirar..., 44-61), un cuento epistolar integradopor cerca de veinte cartas que dos amigas se cruzan alo largo de tres años, la autora presenta, con el tránsitodel viaje en misión internacionalista al viaje buscadocomo solución personal a recortes y carencias, todaslas miserias de la condición humana y un variadomuestrario de oportunismo y doble moral. En «Viajea Pepe» (78-85), Fernández de Juan aborda lasincertidumbres y quiebras identitarias consustanciales ala crisis, a través del diálogo entre una médica, quepercibimos como internacionalista, y un taxista quetambién parece haber realizado alguna misión de estetipo. Ambos van en búsqueda de siete trabajadores dela salud que solo ocho años antes habían coincididocon ella en otro país. Los resultados de la indagación,entre patéticos y cómicos —uno se fue hace cinco añospara Miami, otro es vendedor en el Mercado Único,Pico de Oro «se metió a cantante del Trío Cubazul yanda de gira por Burundi»—, conducen a una

conclusión: «[todos] pasamos de moda», y a unapregunta con la que termina el cuento, la cual, aunqueen boca del taxista, no tiene que ver, por supuesto, nicon calles, ni con barrios: «¿adónde vamos ahora?». En«Una nueva estación» (Espuma, 49-63), cuento de KarlaSuárez que narra la vida, por unos meses, de unaespecialista cubana en casa de una familia de São Paulo,revela los contrastes entre los valores humanos de dossociedades sustentadas por distintas prioridades.

Por otra parte, sendos cuentos de Fernández Pintadoy Alonso tematizan la ansiedad que provoca en loscubanos la posibilidad de viajar, y los trámites de todotipo que esto implica. El primero, titulado «El día queno fui a Nueva York» (Fernández Pintado, 47-50) es lanarración de un viaje imaginario por esa ciudad, anteriora la realización de aquel para el que está invitada suprotagonista en tanto escritora: es la escenificación desus sueños y de sus lecturas literarias y fílmicas, perotambién de las gestiones —burocráticas, mánticas yreligiosas— que se realizan para lograrlo. El segundo,titulado «El viaje» (Alonso, Cerrado..., 70-82), abordatambién la ansiedad de emigrar, aun temporalmente,de decenas de jóvenes, a la postre engañados por untimador que se finge funcionario del Ministerio deCooperación. El escenario en que se inicia el cuento—la tumba de La Milagrosa en el Cementerio deColón—, también señala hacia esta dimensiónsobrenatural en la que se coloca la esperanza de lograrlo,al tiempo que la organización que asumen los auxiliares,reclutados por el falso funcionario, apuntan hacia elfetichismo de una burocracia supuestamenteimprescindible para la realización de cualquier viaje.

Personaje y presunto autor de El pájaro: pincel y tintachina y La sombra del caminante, las dos novelas de Portelaen que él aparece —y en las que nos detendremos másadelante—, Emilio U es, además del objeto del deseode protagonistas de ambos sexos y aquel a quienpersigue «La Persona que Busca», un escritor que emigraa Francia y que, tanto en las estrategias que presiden suviaje como en las páginas de sus cartas o de su diario,va a mostrar, desde su perspectiva y desde la de otrospersonajes, nuevas facetas en lo referido a la práctica yla «metafísica» de la emigración. Emilio U, cuyo apellidopudiera ser la transcripción fonética al español de où, eladverbio de lugar francés, es para casi todos los demás

Las escritoras más jóvenes por lo regular eluden todareferencialidad al contexto social y a un ámbito que no sea elmás inmediato, personal, o de grupo; y asumen un discurso delo individual, de un autoconocimiento que permanentementese niega o se cuestiona.

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personajes un ausente, cuyo vacío se percibe como unapérdida, pero es también, desde la perspectiva máspopular y pragmática de Bibiana, el «inteligente» que secasó con una francesa para facilitar su partida. Y parasí mismo, por una parte, un cínico «[cuyos] problemascon la Isla y su mitología no son de índole política, sinomás bien de naturaleza, digamos, térmica» (El pájaro...,196); pero, por otra parte, alguien que no puede dejarde ser corticalmente cubano y no logra encajar enningún lugar (La sombra..., 215). Este mal-estarpermanente —o mejor, este no-estar-del-todo— delemigrante, es decir, esta autorrepresentación suya desdeel otro lado, desde el allá, desde el espacio de losnómades, de la diáspora, en «el entre-lugar», en el in-between, se encuentra también en dos narraciones cuyasprotagonistas se inscriben en el mundo de la cultura: laescritora ya mayor de «Una extraña entre las piedras»,de Portela (Una extraña..., 91-122), que al cabo decuarenta años de estancia en Nueva York rememorasu vida en esta comunidad multiétnica y transcultural; yla joven intelectual de «Mare Atlanticum», de FernándezPintado (51-8), ambas nunca acaban de pertenecer deltodo a su nuevo entorno, pero ya tampoco podríanvolver a sentirse en su lugar si regresaran a sus espaciosde origen. La remisión intertextual al poema «Para AnnaVelfort», de Lourdes Casal, tanto en el título comoen el epígrafe del cuento de Portela, orientaninequívocamente una lectura en este sentido.

Pero en esta narrativa de mujeres hay un énfasisparticular en el tratamiento de los conflictos de laemigración en quienes se quedan, los que pueden seraún más complejos cuando regresa de visita quien sefue. Esto es lo que proponen dos cuentos de AnnaLidia Vega. En «Erre con erre» (Catálogo..., 99-115), desdesus propias voces, un niño pequeño, su madre y suabuela paterna narran el cúmulo de violencia, odios ydesamores por los que aquella emigró dejando a estehijo traumatizado por su partida y por la existencia dela nueva familia que ella ha constituido en el Norte yde la que él ha sido excluido. En el epílogo, tituladoaviesamente «Escena prescindible», y contado por unnarrador extradiegético, el regreso de Marlén, la madre,con sus maletas emblemáticas, parece cancelar todoslos horrores de la confrontación con su suegra, que larecibe alborozada en medio de los gritos de bienvenidade los vecinos. Solo el niño no sale de su estupor. En elotro texto de Vega, «Tan gris como su nombre»(Catálogo..., 31-6), una anciana revive la crueldad del padreque le arrancó a su único hijo cuando pequeño, y elsufrimiento ocasionado por la pérdida que en aquelentonces era «definitiva», cuyo duelo no ha podidoelaborar. Por eso, cuando su hijo regresa de visita trasmuchos años de ausencia, cargado de regalos y feliz de

encontrarse con mujeres de verdad, ella rechazadesconcertada y obsesiva su retorno.

Otro regreso mucho menos traumático que estoses el que Alonso desarrolla en «Yo te voy a explicar»(Cerrado..., 83-8), donde dos primos que no se ven desdela infancia nos brindan la ocasión de comprobar desdela ironía, las dimensiones de la distancia no tantogeográfica, ideológica o cultural, sino meramente de lacotidianidad y el confort, que separa y casi incomunicaa quienes se fueron hace varias décadas y a quienes sequedaron. Pero el haberse quedado o el regreso tambiénredimensionan una dinámica contrastiva de presente ypasado, en que se abordan ocultos conflictos familiaresa partir de la historia de una prima que se queda y unahija que decide escapar para no irse con su madre (Bahr,«Blanco y negro», 57-77); o, cuando súbitamente regresacon una caja de huevos de regalo alguien que salió porel Mariel, se reflexiona sobre las circunstancias querodearon, hace veinte años, aquellas salidas, y sobre losmodos de pensar y actuar —léase mítines de repudio—«entonces» (Alonso, Tirar..., 62-72).

El tema de los balseros, ampliamente presente en lacuentística masculina, encuentra en las autoras que lotratan un nuevo enfoque a partir de la perspectiva depersonajes femeninos. En «El séptimo trueno» (Alonso,Tirar..., 73-9), la protagonista narradora presencia desdeel litoral la salida del que cree su viejo amante, la cualjuzga al principio como irracional, a pesar del recuerdode la severidad de medidas y decisiones que lo habíanafectado años atrás cuando autorizara que un hijo suyose fuera al extranjero con la madre; pero al día siguiente,cuando el balsero regresa tras el fracaso de su intento,la narradora se compromete a escribir sobre todo loque lo ha conducido a aquella desesperada salida y, comoeste es el texto final del libro, su compromiso podríaasumirse como el de la escritura del volumen queacabamos de leer. En «Espuma» (Suárez, Espuma, 67-79),la compañera del balsero ahogado no puede asimilaruna muerte inaceptable y le escribe, enloquecida, la cartaque leemos. En Silencios, la protagonista no solo optapor permanecer al margen del proceso de construccióny salida de la balsa en que se va su novio, sino queconsidera todo: el malecón, las balsas, las despedidas,«tan kafkiano que hasta daba risa» (Suárez, Silencios, 219).Pero el tema de los balseros también es tratadoepisódica e irónicamente cuando la presunta salidaclandestina del marido que asediaba a la hija sirve desegura coartada —rápidamente aceptada por lapolicía— a una madre muy decidida a protegerla atoda costa (Bahr, 81-97); o la desaparición de un jovenrealmente asesinado por su amante, es acogida por susdesasidos familiares con gran tranquilidad, como posibleincorporación de su pariente a la flota de balseros(Portela, El pájaro..., 215-6).

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Por otra parte, con los avatares de emigrantesllegados a los Estados Unidos, Mylene FernándezPintado ha conformado todo un ciclo cuentístico —aél volveremos más adelante— que, al tiempo quetraduce la fascinación que, parejamente con una viejarepulsión, este país ejerce sobre el imaginario nacional,desconstruye la mitologización popular de la «Yuma»:«El vuelo de Batman», «Cosas de muñecas», «Vampiros»(Anhedonia, 59-79) y «Vivir sin papeles».14

Al presentar, hace cinco años el libro de MarilynBobes y comentar uno de sus textos, «Pregúntaselo aDios» (Alguien tiene que llorar, 61-9), decía que el resurgiry la reconceptualización de la prostitución en Cuba,con la aparición de las jineteras, podía entenderse comouna suerte de emigración, de salida, que no siempreconducía —como en el caso de la protagonista de estecuento— fuera de las fronteras de la Isla —aunqueeste es en muchos casos su objetivo último—, sino que,sobre todo, se dirigía hacia el país virtual formado poresas zonas otras de la geografía nacional surgidasrecientemente y destinadas al turismo y, en general, alos extranjeros. Provenientes muchas de ellas de las másapartadas zonas, y, por tanto, migrantes internas, nosolo fue el impacto del turismo, sino también el deseode comer en grandes restaurantes, de comprar en lasnuevas boutiques, de pasear en autos como los queaparecen en las películas, lo que condujo a estas jóvenesno a la emigración ilegal, a las balsas —de hecho, secalcula que solo tres porciento de los balseros de 1994fueron mujeres—, sino a ejercer la prostitución en tornoa esos ámbitos, y que por su gran visibilidad permitenque se magnifiquen dentro y fuera de la Isla lasdimensiones de este fenómeno.

En «Aniversario» (Espuma, 40-6), Karla Suárezexplora crudamente las motivaciones y las fantasías delas jóvenes que se dejan tentar por esos rutilantes yengañosos enclaves, desde la ambigüedad de unanarradora estudiante de Periodismo que desde un hotelde cinco estrellas —al principio creemos que está en elextranjero— llama a una amiga para contarle lasmaravillas que la rodean en este edén, al que ha venido«acompañando» a un periodista extranjero. Pero tambiénaparecen jineteras, con carácter protagónico, en otrosde los textos, como La sombra del caminante, novela dePortela a la que Aimée, la jinetera negra y narcómana,uno de los personajes más complejos de esta autora,proporciona el desenlace; o en «Erre con erre», de Vega,ya citado, porque Marlén, la madre del niñoabandonado, pasa por jinetera en su camino hacia laemigración; o en «Mare Atlanticum», de FernándezPintado, donde la protagonista en su viaje a Españalamenta verse confundida con una jinetera por elfuncionario de inmigración; o en «Tirar la primerapiedra», de Alonso, donde la protagonista es víctima

de una confusión similar por empleados de un hotel(Tirar..., 7-14).

La otra vertiente temática fundamental de lanarrativa femenina de estos años es la que se ocupa,por una parte, de todo aquello de lo que antes no sehablaba, de los tabúes vinculados a los cuerpossilenciados o escamoteados en décadas —y siglos—precedentes; y, por otra parte, de la reflexión, enocasiones metatextual, sobre la escritura como espaciode duda y realización de las mujeres. En ese sentidoeste segmento del corpus otorga visibilidad tanto a lasformas más violentamente sutiles de represión «privada»de la mujer, como a sus estrategias letradas de rebeliónfrente a ellas.

Víctor Fowler ha estudiado el retorno a las letrascubanas de los 90 de un tema cancelado drásticamenteen los 70: el homoerotismo,15 que a partir de su entradaen la narrativa escrita por mujeres, con Ena LucíaPortela, quien ha hecho de la identidad lésbica uno delos principales objetos de su indagación —«Dos almasperdidas nadando en una pecera»,16 «Sombrío despertardel avestruz»,17 «Una extraña entre las piedras»—, haencontrado espacio, en función de distintas búsquedas,en otras autoras: Bobes, «Alguien tiene que llorar»(7-24); Vega, «La estola» y «En familia» (Catálogo...,65-78 y 95-8); Suárez, «La estrategia».18 Al mismotiempo, el incesto y la violencia sexual —siempreignorados— entran en la narrativa femenina con autorascomo Aida Bahr («Olor a limón», 81-97), Anna LidiaVega («Performance de Navidad», Bad painting, 31-4),Karla Suárez («Un poema para Alicia», Espuma, 22-36)y Ena Lucía Portela («Desnuda bajo la lluvia», Unaextraña..., 50-63).

Los «raros» y las «raras» de todo rango, sus relacionesgrupales, así como algunos espacios de selectivamarginalidad, pueblan la narrrativa de Ena Lucía Portela,unas veces al servicio de ese humor pérfidamente cultoque va instalándose como rasgo distintivo de su hacer,y otras, constituyéndose en ejes de la trama de algunosde sus textos: «La urna y el nombre (un cuento jovial)»,19

«Un loco dentro del baño» y «Al fondo del cementerio»(Una extraña..., 10-29 y 64-90).

«Raros» y «raras» —también su dinámica de grupoy espacios particularmente hostiles, solo en cierta medidarelacionados con esos bajos fondos light de frikis yempastillados, tan presentes en la cuentística masculinadesde fines de los 80—, caracterizan, con su torvaagresividad, la más temprana poética de Anna LidiaVega: «Collage con fotos y danzas» e «Instalación conbasura» (Bad painting , 20-7 y 28-30), «Rara avis»(Catálogo..., 137-41), dejando lugar en sus últimos cuentosa cierto humor negro muy bien administrado:«Esperando a Elio» (Limpiando ventanas..., 7-18).

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Como dijera Araújo en el artículo antes citado, lostemas y conflictos tradicionalmente «femeninos» handesaparecido de los textos de la mayor parte de lasnovísimas, pero en otras escritoras jóvenes y tambiénen esas —aunque, por supuesto, con otras formas eintenciones—, pueden abordarse, entre otros, lasincertidumbres, derrumbes y torpezas de las relacionesde parejas de toda edad: Bahr, «Ritual de la despedida»,«Pequeño corazón» (23-33 y 37-56); Fernández de Juan,«El regocijo», «Las aparecidas» (39-40 y 67-7); FernándezPintado, «El oso hormiguero» (20-5); Suárez, «Elena &Elena» (Espuma, 85-102).

Otro tema que emerge en los textos de estas autoras,muchas veces como escenificación, es el de la escritura,dando a la reflexión —tanto en su sentido especularcomo de pensamiento— sobre el oficio de escribir yel mundo de las letras, un énfasis antes inexistente. Almargen de otras consideraciones, esto sin dudas subrayala importancia adquirida para ellas, en tanto mujeres,por un espacio al mismo tiempo de riesgo y libertad,de indagación íntima y realización personal, debúsqueda formal y proyección pública, de aceptacióno rechazo de patrones y autoridades establecidos:Bobes, «¿Te gusta Peter Handke?» (25-32); Fernándezde Juan, «Bumerang» (18-23); Vega, «La estola» y «Genterara» (Catálogo..., 65-78 y 89-94); Portela, El viejo, el asesinoy yo. Ello se hace evidente, además, por el hecho de quemuchas de las protagonistas de cuentos y novelas son asu vez escritoras. Tal vez sea este el mejor momentopara recordar, en un recorrido tan rápido, ese unicumde Margarita Mateo, Ella escribía poscrítica, en que sefunden ensayo y ficción para exorcizar, desde el abordajede diversas manifestaciones culturales y el análisis depoéticas y pensamiento contemporáneos, no solo losdemonios de la ominosa contemporanidad en que seproducen o se discuten estas textualidades y estos temas,sino del entorno vital desde el que escribe y sobre elque también reflexiona la autora, omnipresente en susdistintas personae.

Finalmente, en este breve período han aparecidomás novelas escritas por mujeres que todas laspublicadas entre 1959 y 1983. Casi la mitad de ellas,mayormente de signo histórico tradicional, pertenecena autoras de larga trayectoria, como Mary Cruz—Colombo de Terrarrubra, Niña Tula, El que llora sangre yTula—, y Marta Rojas —El columpio de Rey Spencer, Santa

Lujuria. Entre las escritoras noveles —aunque conexperiencia en los medios—, Margarita Sánchez-Gallinal,con Gloria Isla, también sondea el transcurso nacional através de su imbricación con la historia de una familia.En Minimal son, Ana Luz García Calzada escudriñaigualmente las relaciones de familia y sus conflictos, peroen un lapso más cerrado y cercano. Mercedes Santos,por su parte, publica una novela que se inscribe en lacorriente temática homoerótica: Monte de Venus.

Pero Karla Suárez y, sobre todo, Ena Lucía Portela,aportan a la novelística cubana de estos años un nuevodecir.

En Silencios, Súarez narra con la mayor efectividadexpresiva y, al mismo tiempo, con una gran economíade medios, una moderación y una distancia a las quetambién alude el título, la formación de una joven enlas últimas tres décadas del siglo, que se proyectan en lanovela a través de los conflictos de su familia y de losamigos más cercanos con la sociedad y con la historiaque tanto los ha marcado y que tanto ha demandadode ellos. Pero, poco a poco, la novela comienza adesplazarse hacia otro ámbito, que aunque presente entextos de otras autoras jóvenes, caracterizadosprecisamente por los espacios y los grupos cerradosen que se desarrollan, aquí se va haciendo explícito: unasuerte de exilio interior en que la protagonista sesumerge, presuntamente para escribir, cuando pordiversas razones, pero principalmente porque emigransus parientes y compañeros, se queda sola en su grancasa: «El mundo de afuera continuaba deteriorándose,y entonces determiné que me quedaría dentro» (205).Esta voluntad de aislamiento la subraya el hecho deque cuando excepcionalmente sale a la calle, va «conlos audífonos en las orejas» (209).

Por su parte, Ena Lucía Portela, con El pájaro: pincely tinta china, La sombra del caminante —a las que ya mereferí al abordar el tema de la emigración y laprostitución— y Cien botellas en una pared (2002) —querecibiera recientemente el Premio Jaén—, ha otorgadoámbito y aliento mayores a ese continuum narrativo quees su obra, sin duda el más nutrido, ambicioso y logradocorpus de esta década, por el que desfilan y se intersectanpersonajes que, en su mayoría, pertenecen a un pequeñomundo intelectual, underground y bastante sórdido, desdeel que, cínica e intensamente, es presentado el entornosocial, entre bromas y humor que no perdonan a nadieni a nada.

En sentido general, los textos de estas autoras de finales delos 90 tematizan de modo más o menos explícito las distintasdimensiones sociales y, en particular, morales de la crisis, ysu repercusión en el ámbito público y privado.

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Anna Lidia Vega publicó en Islas Canarias suprimera novela, Noche de ronda (2002), que aún noconozco, y espera publicar próximamente en LaHabana otra: Ánima fatua, en la que recupera su infanciay adolescencia en la Unión Soviética —tema yaabordado en algunos cuentos de Bad painting yLimpiando ventanas y espejos—, con lo que incorporaráa la literatura cubana una no insólita, pero pocoexplorada dimensión de la biculturalidad. Por otraparte, se encuentra en proceso editorial la novela queobtuviera el Premio Italo Calvino 2002: Otras plegariasatendidas, de Mylene Fernández Pintado, en la que laautora desarrolla, desde la perspectiva de unaprotagonista narradora, que es también escritora, eltema de la más reciente emigración a Miami —algunosde cuyos personajes y situaciones conocemos decuentos publicados anteriormente por ella—,enmarcado en una historia sentimental y de formaciónintelectual.

Por suerte, habría mucho más que decir. Quedatodo el capítulo de las escritoras cubanas que viven yproducen en otros países: tanto las instaladas en ellosdesde hace décadas, como las que se fueron hacepoco; las que comenzaron a escribir allá, o las que yatenían una obra acá. Y, por supuesto, las relaciones detodo orden que se establecen entre su producción ylo que escriben las que viven en la Isla. Estaría tambiénpor, al menos, reseñar el amplio espacio quecomienzan a ocupar nuestras autoras en la críticacontemporánea, sobre todo en el extranjero: laseriedad con que se abordan, en buena medida, sustextos; pero también, la superficialidad con que a vecesson estudiadas en virtud de «la moda Cuba», y nosolo en el extranjero, sino también en nuestro entorno.Esto sería aplicable igualmente, tanto en lo positivocomo en lo banal y negativo, a las antologías denarradoras, que con frecuencia repiten los mismoscuentos, o recogen la efímera producción de quienessolo han escrito unas líneas.

Hacia las últimas páginas de sus primeras novelas,de 1997 y 1999, respectivamente, Portela y Suárezponen en boca de sus personajes unas palabras queno dejan de resultar perturbadoras al final de esterecorrido y que me apresuro a citar a continuación.En El pájaro... Emilio U, ya instalado en París, anota ycomenta que:

A él le reprochaban a menudo que dedicara tanto tiempo apensar en las ideas, a escribir sobre la escritura [...] «Tienesque contar algo», le decían, «¡La realidad cubana es tan rica!»Claro que era rica, riquísima. No había en todo el mundonada que fuera más sabroso. No por gusto la perseguíantantos editores extranjeros, profundamente interesadosen la emigración, las «jineteras», la cosa gay, pues ya losrockeros y la guerra de Angola estaban algo pasaditos demoda. (199)

Mientras que la protagonista narradora de Silenciosescribe:

No sé si sería la carencia de un periodismo verdadero, perose me antojaba que los escritores hacían periodismo [...]Hablaban de gente fugándose en balsas de la isla, jineterasen las noches de La Habana, el dólar que subía y subía, laesperanza que bajaba y bajaba. Resultaba aburrido. (217)

Pero a pesar de esa doble advertencia, que no soloalude al mercadeo editorial de estos temas, sino tambiénal fast-food académico al que invitan, quiero terminardiciendo que si apenas me he detenido a señalar lo quesignifica la mayoría de los textos de las narradorascubanas de hoy, en tanto realización estética o comoescritura femenina, es porque he preferido subrayar elvalor que tiene el universo simbólico vehiculado porellos para la interpretación, por lectores y lectorascubanos, de nuestra realidad social contemporánea, y,más allá, su significación como instancia cultural en cuyoentramado son pensadas las transformaciones de losúltimos tiempos y se proponen distintas respuestas anuestra realidad contemporánea.

Y, por último, un regalo de la casa: la bibliografíano completa, pero bastante actualizada, de la narrativafemenina cubana de hoy, tabla de referenciasimprescindible para el empleo más productivo de estemapa.

Nancy Alonso (1949)Tirar la primera piedra, Letras Cubanas, La Habana,1997.Cerrado por reparación, Unión, La Habana, 2002.

Aida Bahr (1958)Espejismos, Unión, La Habana, 1998.

Marilyn Bobes (1955)Alguien tiene que llorar, Casa de las Américas/Colcultura, La Habana-Bogotá, 1995.

Mary Cruz (1923)Niña Tula, Letras Cubanas, La Habana, 1998.Colombo de Terrarrubra, Unión, La Habana, 1994.El que llora sangre, Unión, La Habana, 2001.Tula, Letras Cubanas, La Habana, 2001.

Esther Díaz Llanillo (1934)Cuentos antes y después del sueño, Letras Cubanas, LaHabana, 1999.Cambio de vida, Letras Cubanas, La Habana, 2002.

Adelaida Fernández de Juan (1961)Oh vida, Unión, La Habana, 1999.

Mylene Fernández Pintado (1963)Anhedonia, Unión, La Habana, 1999.

Ana Luz García Calzada (1944)Minimal son, Letras Cubanas, La Habana, 1995.Historias del otro, Editorial Oriente, Santiago de Cuba,2000.

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Literatura de mujeres y cambio social: narradoras cubanas de hoy

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María Elena Llana (1936)Castillos de naipes, Unión, La Habana, 1998.

Margarita Mateo (1950)Ella escribía poscrítica, Casa Editora Abril, La Habana,1995.

Gina Picart (1956)El druida, Editorial Extramuros, La Habana, 2000.

Ena Lucía Portela (1972)El pájaro, pincel y tinta china, Unión, La Habana, 1999.Una extraña entre las piedras, Letras Cubanas, LaHabana, 1999.El viejo, el asesino y yo, Letras Cubanas, La Habana,2000.La sombra del caminante, Unión, La Habana, 2001.Cien botellas en una pared, 2002. En proceso porEdiciones Unión, La Habana.

Marta Rojas (1931)El columpio del Rey Spencer, Letras Cubanas, La Habana,1996.Santa lujuria, Letras Cubanas, La Habana, 1998.

Margarita Sánchez-Gallinal (1953)Gloria Isla, Letras Cubanas, La Habana, 2001.

Mercedes Santos Moray (1944)Monte de Venus, Casa Editora Abril, La Habana, 2000.

Karla Suárez (1969)Espuma, Letras Cubanas, La Habana, 1999.Silencios, Lengua de Trapo, Madrid, 1999.

Anna Lidia Vega Serova (1968)Bad painting, Unión, La Habana, 1998.Catálogo de mascotas, Letras Cubanas, La Habana,1999.Limpiando ventanas y espejos, Unión, La Habana, 2001.Noche de ronda, 2003. En proceso.

Notas

1. Catherine Davies, A Place in the Sun? Women Writers in TwentiethCentury Cuba, Zed Books, Londres, 1997.

2. Las páginas que siguen son, por una parte, una actualización de«Narradoras cubanas de fines de los 90: un mapa temático/bibliográfico», artículo aparecido en Jean Lamore y Omar Guzmán,eds., Mujeres de Cuba. Actas del Coloquio de Burdeos, UniversidadMichel de Montaigne/Universidad de Oriente/Editorial Oriente,Burdeos-Santiago de Cuba, 2002, pp. 162-74, del que otras versioneshan aparecido en distintos sitios de Internet. A ellas he añadido,como ampliación, parte importante de «Emigración y otrosdesplazamientos según las narradoras cubanas de los 90», ponenciaque presenté en el Congreso de LASA celebrado a fines de marzo de2003.

3. Luisa Campuzano, «Las muchachas de La Habana no tienentemor de Dios», Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, v. XVI,n. 2, Toronto, invierno de 1992, pp. 307-18. (Este artículo tambiénse publicó, entre otras revistas, en Casa de las Américas, a. 32,n. 187, La Habana, abril-junio. de 1992, pp. 128-35; y fue antologado

en Betty Osorio y María Mercedes Jaramillo, comps., Lasdesobedientes. Mujeres de Nuestra América, Panamericana, Bogotá,1997, pp. 65-82).

4. Nara Araújo, «Proyección y perfil de la crítica feminista delCaribe», en Rita Teresinha Schmidt, org., Mulheres e literatura.(Trans)Formando identidades, Universidade Federal do Rio Grandedo Sul, Porto Alegre, 1997, p. 14.

5. Catherine Davies, «¿Cómo escribir una “historia” de la literaturade mujeres en Cuba? Algunas reflexiones», RyC, SuplementoLiterario de Revolución y Cultura, marzo-abril de 2001.

6. Luisa Campuzano, «La mujer en la narrativa de la Revolución:ponencia sobre una carencia» (1984), Quirón o del ensayo y otros eventos,Letras Cubanas, La Habana, 1988, pp. 66-104; «Cuba 1961: lostextos narrativos de las alfabetizadoras. Conflictos de género, clasey canon», Unión, n. 26, La Habana, enero-marzo de 1997, pp. 52-8.

7. Luisa Campuzano, «Ser cubanas y no morir en el intento», Temas,n. 5, La Habana, enero-marzo de 1996, pp. 4-10.

8. Salvador Redonet, ed., Los últimos serán los primeros, LetrasCubanas, La Habana, 1993.

9. Nara Araújo, «A escritura da mudança: novíssimas narradorascubanas», en Márcia Hoppe Navarro, org., Rompendo o silencio,UFRGS, Porto Alegre, 1995.

10. Luisa Campuzano, «La voz de Casandra. Para presentar Alguientiene que llorar, de Marilyn Bobes», La Gaceta de Cuba, n. 4, LaHabana, julio-agosto de 1996, pp. 52-3.

11. Mirta Yáñez y Marilyn Bobes, eds., Estatuas de sal. Cuentistascubanas contemporáneas, Unión, La Habana, 1996.

12. Los datos editoriales de las obras mencionadas aparecen en larelación final del texto. En lo adelante, solo se señalará el nombrede la autora y la obra, y las páginas si fuera necesario.

13. María Cecilia Graña, «Escribir desde el umbral: lo perturbanteen tres relatos femeninos», Escritos, n. 21, Puebla, enero-junio de2000, p. 297.

14. Publicado en RyC, Suplemento Literario de Revolución y Cultura,edición especial, enero-febrero de 2001, pp. 9-10.

15. Víctor Fowler, «En apenas una década...», La maldición: unahistoria del placer como conquista, Letras Cubanas, La Habana, 1998,pp. 141-60.

16. Inédito.

17. Publicado en Unión, n. 22, La Habana, enero-marzo de 1996,pp. 83-7.

18. Karla Suárez, «La estrategia», RyC, Suplemento Literario deRevolución y Cultura, marzo-abril de 2001, p. 12-3.

19. Ena Lucía Portela, «La urna y el nombre (Un cuento jovial)»,en Mirta Yáñez y Marilyn Bobes, eds., Estatuas de sal. Cuentistascubanas contemporáneas, Unión, La Habana, 1996, pp. 341-8.

© , 2003.

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Poesía e [in]subordinación nacional en Gertrudis Gómez de Avellaneda

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no. 32: 59-70, enero-marzo de 2003.

Víctor Rodríguez NúñezVíctor Rodríguez NúñezVíctor Rodríguez NúñezVíctor Rodríguez NúñezVíctor Rodríguez Núñez

PPPPPoesía e [in]suboroesía e [in]suboroesía e [in]suboroesía e [in]suboroesía e [in]subordinacióndinacióndinacióndinacióndinaciónnacional en Gertrudis Gómeznacional en Gertrudis Gómeznacional en Gertrudis Gómeznacional en Gertrudis Gómeznacional en Gertrudis Gómez

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En ocasión del centenario de la muerte de GertrudisGómez de Avellaneda (1814-1873),1 José Antonio

Portuondo recordaba que solo seis escritores habíanconcurrido al entierro de la poeta, dramaturga ynarradora cubana en Madrid.2 Se lamentaba el críticodel injusto olvido padecido por esta a lo largo de aquelsiglo, pues salvo algunas intermitentes muestras deentusiasmo, pocos investigadores le habían prestadoatención. Y de este silencio Portuondo sacaba unalección —a su juicio, capital— «en el sentido de qué eslo que ocurre a un escritor, por grande que sea, cuandono se compromete».3

Mas no solo el compromiso, la proyección socialde Avellaneda ha sido cuestionada por la crítica, sinoincluso la propia calidad, la constitución estética de suobra. Por ejemplo, para Virgilio Piñera, la poesía deesta autora naufraga «en aguas de sospechosasimitaciones» y carece de «un legítimo centro degravedad lírica»; busca la «absurda, peligrosa liaison» entre«la frialdad neoclásica y las altas temperaturas delromanticismo»; se detiene en «lo fácil inmediato» y sigue«los últimos dictados de la moda»; evidencia un«inmenso hueco de la percepción que necesita rellenarse

con montones de palabras»; y al cabo «la razón de serretórica prima sobre la razón de ser poética» y todoresulta «incoherente escritura rimada».4

Aunque un poco más benevolente, Salvador Ariasreconoce que mira la poesía de la autora «con bastanterecelo» y, en otro gesto típico de la crítica tradicional,confiesa que «más atractiva [le] resulta la lectura detodo [José María] Heredia, o [José Jacinto] Milanés ohasta [Gabriel de la Concepción Valdés] Plácido».5 Yapunta que

las ideas de la Avellaneda (ya que me parece exagerado hablarde su pensamiento «filosófico») suelen ser bastante audacesen sus primeras novelas y obras de teatro, sobre todo en lotocante a la situación social de la mujer, pero difícilmentevamos a encontrar nada de esto en su lírica: ideológicamentepueden encasillarse sus versos dentro del más ortodoxoconformismo, con algunas saludables excepciones…6

Desde una perspectiva feminista, Asunción HornoDelgado sitúa a la Avellaneda como «la primera mujercubana que, estando todavía en vida, conquista unaposición propia dentro del canon literario».7 Y adviertela existencia de dos posturas antagónicas en este procesode canonización: una, la que autoriza a la escritora por

Profesor. Kenyon College, Ohio.

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Víctor Rodríguez Núñez

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haberse destacado dentro del marco literario españoly, además, por su inobjetable dominio de la forma;otra, la que la valida por sus sentimientos positivos haciaCuba —pese a su larga residencia en España—, y porsu religiosidad. De esta última surge una Avellaneda«más vivible, más carnal y espiritual a un tiempo, másdinámica, menos figurativa y académica»; sin embargo,muy lejos aún de la realidad.

Nacionalidad y género

Lo primero que cabe anotar es que, por fortuna,invirtiéndose el panorama trazado por Portuondo,durante las dos últimas décadas los estudios sobre laobra de Avellaneda se han incrementado de maneranotable. Podría afirmarse que es una autora de modaen los medios académicos, especialmente de los EstadosUnidos. Y este resurgimiento se debe, sin lugar a dudas,al desarrollo de la crítica feminista y su radicalreelaboración del canon literario. Esta ha sabido valorarel compromiso —enraizado firmemente en la calidadestética— de la prolífica autora cubana, y su ubicaciónen la primera línea de la literatura hispanoamericanadel siglo XIX.

Compartimos con Evelyn Picon Garfield la certezadel compromiso presente en la escritura de Avellaneda,y de que este no había sido percibido antes porlimitaciones ideológicas: «Los críticos guiados por eldiscurso patriarcal solo definen la política en su relacióncon el gobierno de un país, terreno exclusivo delhombre, amén de las familias reales. Por extensión, sinembargo, la política implica otros sistemas de poder ysubordinación».8

En definitiva, la tragedia de Avellaneda radicó enalgo exterior a su ser y su quehacer: la incapacidad derecepción de una crítica que ignoraba —o, en el mejorde los casos, relegaba a un plano secundario— ladecisiva cuestión del género; categoría que aquíasumimos no como naturaleza sexual, sino comoconstrucción cultural determinada por causas sociales.9Una crítica que, volviendo a Picon Garfield,tradicionalmente había «pasado por alto elcontradiscurso sexual/textual sobre la política de lamujer en la cultura patriarcal hispánica», del que la obrade nuestra escritora resulta piedra fundacional.10

El presente texto centra su atención en la poesíalírica de Avellaneda. Primero, porque fue la que laconsagró desde el arranque mismo de su quehacerliterario;11 segundo, porque su producción en estecampo casi no ha sido tomada en cuenta —a pesar desu relevancia— en los estudios más recientes sobre laautora cubana;12 tercero, porque si bien sus numerosasnovelas —y también sus leyendas, trabajos periodísticos,

cartas— constituyen espacios idóneos para desafiar lasconsecuencias sociales de las normas de la feminidad,y en general expresar su ideología progresista, estasnegaciones y afirmaciones también están presentes ensus poemas.

Incluso la poesía lírica ofrece ciertas ventajas pues,como han señalado Sandra M. Gilbert y Susan Gubar,«mientras la mujer novelista, encerrada con seguridaden la prosa, puede fantasear sobre la libertad con ciertaimpunidad […], parece que la mujer poeta debe enalgún sentido convertirse en su propia heroína».Argumentan además que «donde la novela permite—incluso estimula— solo el autorretiro que la sociedadha fomentado tradicionalmente en la mujer, el poemalírico es en algún sentido la expresión de un fuerte yfirme “yo”».13 De este modo, la poesía lírica permiteuna expresión más plena de la subjetividad femenina,lo cual es sumamente importante en el caso de autorasdecimonónicas.

Intentaré demostrar que el sujeto poético deAvellaneda realiza una sutil, pero clara construcciónnacional vinculada a la construcción de género.14 Másallá de la identificación sentimental con Cuba —lo queno representa una ruptura del rol de «ángeles del hogar»,ni una transgresión del espacio doméstico asignado alas mujeres por el liberalismo y el romanticismo—,acomete una identificación intelectual con la libertad, laigualdad y la fraternidad, así como con el progreso yla democracia, banderas ideológicas de la burguesíacubana del siglo XIX, enfrentada al colonialismo español—lo que significa una ruptura de las fronteras de eserol y una invasión del espacio público reservado a loshombres. Y este doble compromiso está basado enuna poética descolonizadora que privilegia «la apropiaciónsobre la abrogación, y el sincretismo multicultural sobre elesencialismo cultural».15

Romanticismo peculiar

Cuando, en 1836, Avellaneda llega a España, a los22 años de edad, había completado buena parte de suformación vital e intelectual.16 Según Max HenríquezUreña, «ya manejaba el verso con maestría, y así lodemuestran su soneto “Al partir”, su canto “A la poesía”y otras composiciones de correcta factura que escribióese mismo año».17 Decisivamente, había asimilado laslecciones de su coterráneo José María Heredia(1803-1839), uno de los iniciadores, si no el iniciador,del Romanticismo en la lengua española. Y sobre todo,como reconoce Susan Kirkpatrick, había tomadodistancia «en dos sentidos, de los discursos político-culturales dominantes de la Península».

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Poesía e [in]subordinación nacional en Gertrudis Gómez de Avellaneda

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Argumenta Kirkpatrick que, primero, Avellaneda «seeducó dentro del ambiente del nacionalismo cubanocaracterístico de la clase criolla, resentida con la políticacolonial española»; segundo, adoptó «un tipo deliberalismo particularmente cubano que a lo largo deuna amarga experiencia histórica se había convertidoen crítico de la hipocresía del gobierno liberal españolhacia sus colonias». De esta manera, concluye lainvestigadora, «se enfrentó a los centros de la vidaliteraria y cultural española desde una perspectivadoblemente marginada —a la vez como mujer y comocolono— que le dio una conciencia crítica de lahegemonía metropolitana de los hombres blancos».18

Las ideas liberales y románticas habían llegado aHispanoamérica directamente desde Francia e Inglaterra,donde se habían desarrollado verdaderas revolucionesdemocrático-burguesas, y no a través de la ya entoncesretrasada España.19 Como ha apuntado acertadamenteCintio Vitier:

De ahí que nos adelantáramos al [romanticismo] español,tardío y superficial; de ahí que aparezca entre nosotrossiempre ligado a la idea de independencia y libertad, aunantes de que puedan señalarse manifestaciones literariasdefinidas. Bolívar [...] es un romántico completo; lo es ya,incluso, su maestro Simón Rodríguez. En Cuba, eseaspecto vital y político del romanticismo resplandece en lafigura del primer Heredia, que además, en lo literario, [...]se adelanta al Duque de Rivas en España y a EstebanEcheverría en la Argentina.20

Por todo eso nos parece ajustado a la realidad ubicara Avellaneda en el ámbito del romanticismo cubano ehispanoamericano. No otro fue su deseo; lo confirmasu airada respuesta a quienes la excluyeron de unaantología de poesía cubana por considerarla española:

Tales acusaciones [...] solo debían hacer reír a quien comoyo ha hecho gala en muchas de sus composiciones de tenerpor patria la de Heredia [...] y tantos otros verdaderospoetas, con cuya fraternidad me honro; [...] a quien comoyo, en fin, sabe que su mayor gloria consiste en haber sidodistinguida como escritora cubana.21

En los románticos cubanos, Vitier subraya su«acendrado eticismo», porque «a través de tantossuspiros, imprecaciones y lágrimas, latía una poderosavitalidad fundadora y una fe inquebrantable en el sentidoradical de la existencia».22

A diferencia del romanticismo europeo, insistíaAlfredo Roggiano, el hispanoamericano enfrenta surealidad histórica. No es una reacción contra elracionalismo y sus instituciones represivas de la libertadindividual, sino un intento de corregir el caos social y elcaudillismo individualista en las repúblicas emergentes.Más que la exaltación del ser humano primitivo, loprioritario para nuestros románticos es poblar y educar.En ellos, la descripción de la naturaleza no constituye

una forma de exotismo literario, sino el principio delreconocimiento como americanos. Concluye Roggianoque los románticos hispanoamericanos no ven la muertecomo liberación de la vida, sino como «voluntad degloria, de triunfo, de poder».23

Pero al situar a Avellaneda en el ámbito delromanticismo hispanoamericano —y específicamentecubano— no debemos pasar por alto que desarrollóla mayor parte de su obra en España. Allí las ideas dela Ilustración no prendieron, debido al dominio de laIglesia católica y la debilidad de la propia burguesía,hasta la década de 1830. Nunca se produjo unarevolución democrático-burguesa como en Francia eInglaterra, y el Romanticismo, con su culto estético a lasubjetividad individual, solo logró su apogeo entre 1836y 1842. De este proceso libertario no solo fueronexcluidas las clases trabajadoras, sino también otrossujetos sociales subordinados, entre ellos las mujeres.

En su imprescindible estudio sobre las escritorasrománticas españolas, Kirkpatrick ha advertido que,como resultado,

la existencia femenina se confiaba al mundo domésticoprivado, dentro del cual compartía la existencia del hombre.Dado que no tenía sitio en la esfera pública, no le fueronatribuidos derechos políticos ni intereses económicospropios: solo tenía status legal por medio de un hombre:padre o marido. Ni siquiera en su único espacio vital, elámbito privado, era considerada un individuo autónomosino un adjunto del hombre, la fuente de la felicidaddoméstica.24

En palabras de Dulce María Loynaz, si desde muchoantes «el Apóstol [San Pablo] la manda a obedecer»,ahora «se lo manda el Código Civil con imperiosidad».25

Las contradicciones entre las propuestas liberalesde igualdad para todos y marginación para las mujeresse tratan de resolver hacia la década de 1840 con «laimagen cultural que definiría el ideal femenino del restodel siglo: el ángel del hogar».26 Esta imagen solo atribuyea las mujeres una subjetividad adaptada a sus funcionesdomésticas; es decir, la familia, el matrimonio y lareproducción. Las presenta como seres emocionales,carentes de pensamientos y de intereses; como sujetosparciales o, simplemente, como funciones de lasubjetividad masculina. De esta forma se aseguraba,en interés de la burguesía y su proyecto cultural, laseparación psicológica y moral entre los géneros,la subordinación femenina.

Talento y rigor intelectual apartes, también la calidaddel quehacer poético de Avellaneda tienen fundamentoen la lucidez de su tránsito por este cruce de caminossociales y culturales, en su reconocimiento de la doblesubordinación que padecía como mujer y como cubana.Y su romanticismo resulta, en varios sentidos, un casoatípico. Juan Marinello supo reconocer que la capacidadde nuestra poeta «de aceptar la norma, sin sometérsele,

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esta empresa de equilibrio sabio en el frenesí clamante,este nuevo romanticismo, señor y no derrochador de susfuerzas, es el hilo que atraviesa cien años y llega vivientey decoroso, desgarrado y lúcido, a la atención distraidade nuestro tiempo».27 Sin embargo, se trata de unromanticismo peculiar tanto por su forma como porsu contenido.

La tesis de Enrique Piñeyro —adoptada porPiñera, Arias y Benito Varela Jácome— sobre lapresencia contradictoria, en la lírica de Avellaneda, delneoclasicismo y del romanticismo, resulta insostenible.Basar su supuesta filiación neoclásica en la «restricciónde la métrica», así como en el uso de la «decoración»,el «tono reflexivo», los «adjetivos, los epítetos típicosdel neoclasicismo», es hacer una concesión alformalismo; también lo es que sea una poetaromántica porque emplee «la polimetría» y renueve«las estructuras estróficas, la escala métrica, el ritmo».28

Se trata de una cuestión tanto de forma como decontenido: una poesía híbrida como lo es, en general,la hispanoamericana y más aún la escrita por mujeres.Sí, los orígenes coloniales de Avellaneda «tambiénexplican su voluntad y su habilidad para modificar y,en cierta medida, cuestionar los modelosdominantes».29

Extranjera en este mundo

Max Henríquez Ureña puso de relieve cómo en lalírica de Avellaneda, «aunque vivió la mayor parte desu vida en España, escenario de sus mayores triunfos,la evocación de su tierra nativa es constante».30 InclusoVitier, el crítico que más frontalmente ha cuestionadola presencia de lo cubano en la poeta, reconoce laexistencia de momentos «en que se hace patente suprofundo amor a Cuba [...] y hasta su espontáneaemoción patriótica».31 Por mi parte, creo que laidentificación sentimental de Avellaneda con su patria—a lo que se podría denominar cubanía— es unelemento que de tan profuso casi no necesitaconstatación.

En el célebre soneto «Al partir», que abre Poesíaslíricas, el sujeto poético hace un juramento: «¡Adiós,¡patria feliz, edén querido! / ¡Doquier que el hado ensu furor me impela, / Tu dulce nombre halagará mioído!».32 Ese nombre —y constantes alusiones a laflora y la fauna, topónimos y paisajes, el clima y lascostumbres de la Isla— aparecerá vinculado a las másdiversas expresiones de la subjetividad femenina deAvellaneda: desde los poemas que expresan sudesbordante ansiedad de mujer, como «A él» y «A mijilguero», pasando por los que manifiestan susposiciones estéticas, como «A la poesía», hasta los

consagrados a ese elemento clave de su espiritualidadque es la fe religiosa, «A la virgen» y «A Dios».

La muerte de su maestro Heredia, «el férvidopatriota» que por Cuba «clamaba en el destierro impío»,le arranca esta efusión de cubanía:

¡Patria! ¡Numen feliz! ¡Nombre divino!¡Ídolo puro de las nobles almas!¡Objeto dulce de su tierno anhelo!Ya enmudeció tu cisne peregrino...¿Quién cantará tus brisas y tus palmas,Tu sol de fuego, tu brillante cielo? (144)

Esas brisas, esas palmas, ese sol, ese cielo los cantaráella misma; de ahí el significativo seudónimo queescogiera, símbolo sobre todo de sucesión en el ejerciciode la cubanía: La Peregrina.

La naturaleza representada en la lírica de Avellanera—aunque casi siempre idealizada, como en la mayoríade los románticos— es fundamentalmente la cubana.A la hora de describir sus estados de ánimo, invoca al«huracán violento» o al «[p]lácido arroyo» (30). Peromás allá de esta idealización, está la identificación conuna naturaleza real, ese sol de Cuba con su «almo fuego»,y el rechazo de otra no menos concreta, pues «Bajootro cielo, en otra tierra lloro / Donde la nieblaabrúmame importuna» (70). Añora «la fértil vega / Queel Tínima sombrío / Con sus cristales riega» (36); «Lavoz de sus sinsontes» (36); las muy camagüeyanas«sabanas / En cuyo inmenso horizonte / Quiero perdermis miradas» (218). Es solo a la luz del cielo cubano,«Al que ninguno otro iguala», que «de mi mente/ Revivirsiento la llama» (219).

Resulta evidente que el sujeto poético de Avellanedaha perdido su mundo original, que ha quedado atrás

Allá do cruzan arroyosSus cristalinas guirnaldasEn torno de agrestes ceibas,De erguidos cedros y palmas. (144)

Por eso vive triste, como aquel jilguero enjaulado,«separada / De mi suelo nativo… /¡De mi Cubaadorada!». En torno suyo «No existe / Ni patria nihogar querido», y como «débil caña he quedado, / Deaquilones combatida» (85). Sencillamente, es una«Extranjera en este mundo» (85), el mundo peninsular.Y al marcar esta diferencia, acción básica en la definiciónde una identidad, las dos vertientes de su subordinación,como mujer y como cubana, se entrecruzan:

¡Ay!, no soy robusta encina,Firme del cierzo a la saña,Sino humilde y frágil caña,Que al menor soplo se inclina. (86)

En el poema que dedica a Quintana afloran lasmemorias de Cuba; una vez más se evoca una naturalezano exótica, sino recordada, una experiencia noimaginada, sino ciertamente vivida:

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Allá donde es eternaDe los bosques la plácida verdura,Y el cielo tropical su luz derrama;En los albores de mi infancia tierna,Por la alígera famaLlegóme un canto de inmortal dulzura,Y despertó mi menteLa insólita armoníaQue de tus hados el rigor gemía,¡Vírgen del mundo, América inocente! (186-7)

El sujeto lírico reitera, a lo largo y ancho del discursopoético, su deseo de retorno a Cuba. Este no se efectuóhasta 1859, y en circunstancias muy complejas:Avellaneda acompaña a su segundo esposo, el coronelespañol Domingo Verdugo, como parte del séquitodel Capitán General Francisco Serrano. A juicio de MaryCruz, «el regreso a Cuba pone acentos de entusiasmoen una voz que se creyó a sí misma incapaz del canto».33

De entonces datan las relevantes composiciones «A lascubanas», «Al Liceo de La Habana» y «A un cocuyo»,plenas de cubanía —en opinión de Raimundo Lazo—hasta en el orden estilístico.34

Un momento de especial simpatía se produce en«A un cocuyo». A este insecto, con valor simbólicoen la cultura popular cubana, le pregunta si «Contienes[de la patria] la ígnea savia»; es que siente «Revelaciónextraña / De místicos amores / Entre tu brillo y mialma»; en definitiva, constata «Secretas concordancias/ Entre el afán que oculto / Y entre el fulgor que exhalas».¿Cuál sería ese afán que ocultaba la esposa de un altofuncionario del gobierno colonial español? ¿Acaso el ansiade la idependencia de Cuba? Nunca lo sabremos; es unsecreto que pertenece al arca de los silencios mayores dela poesía cubana. Sí queda en claro la voluntad de que

Los sones de mi lira.Las chispas de tu llama,Confúndanse y circulenPor montes y sabanas. (224)

El sujeto poético de Avellaneda quería, en fin, fundirsu obra con la realidad y el deseo de Cuba.

En «La vuelta a la patria» se define a sí misma comohermana —elemento clave en la construcción de todanación, por definición una hermandad— de todos loscubanos:

¡Salud, salud, nobles hijosDe aquesta mi dulce patria!...¡Hermanos, que hacéis su gloria!¡Hermanas, que sois su gala!¡Salud!... Si afectos profundosTraducir pueden palabras,Por los ámbitos queridosLlevad —¡brisas perfumadasQue habéis mecido mi cunaEntre plátanos y palmas!—,Llevad los tiernos saludosQue a Cuba mi amor consagra. (217)

Hasta este punto, el sujeto poético no ha roto conlos códigos de la diferenciación sexual, la normaconservadora que atribuye intensidad, pero pocavariedad a la subjetividad femenina: «consiste solo enamor. Todas las demás formas de deseo —ambición,rebeldía, aspiración de mayor bien para la humanidad—ni siquiera se consederaban en relación con lasmujeres».35 La ruptura se producirá cuando se cuestionela principal herencia misógina recibida por el ángel dela ideología liberal española: la supuesta irracionalidadde la mujer, la alienante negación de sus cualidadesintelectuales.

Al respecto, en su serie de artículos «La Mujer»,Avellaneda afirmaba que «nadie puede […] negar anuestro sexo la supremacía en los afectos, los títulos desu soberanía en la inmensa esfera del sentimiento». Perolos sentimientos de las mujeres «se derraman y seextienden por el mundo»; no son madres «solamenteen el sentido material de la palabra; la maternidad desu alma comprende al universo». En apuros se veríaquien buscase en la historia «un pueblo, un siglo, que nole suministrasen ejemplos admirables de mujeresmagnánimas, ilustradas por hechos extraordinarios depatriotismo». «¡Y eso que la mujer —concluía la poeta—no está admitida a tomar parte en los intereses públicos,ni ha tenido jamás un Capitolio!». 36

El destaque de lo sentimental sobre lo intelectualaparece hasta en los comentarios más elogiosos y bienintencionados de la crítica tradicional sobre Avellaneda.A pesar de ubicarla entre «los primeros lugares en lapoesía de nuestro idioma en su época», superando aManuel J. Quintana, Juan Nicasio Gallego y AlbertoLista, José Lezama Lima apunta que «[p]or encima desu expresión literaria, está su expresión temperamental,y esta es incuestionablemente rica, sincera, apasionada,con toda la exuberancia de su pathos al descubierto».37

También Marinello reduce el valor literario de la poetaa lo emocional, al considerar como «su territorio másafortunado […] la pasión femenina desbordada ymaltrecha, muerta y resucitada, humillada y clamante,soberana y deshecha, congojosa y altiva».38

A mi modo de ver, en su lírica esta cubana quisohacer uso pleno de la razón y, en consecuencia, ejercerel poder de la representación. Para constatarlo, valedetenerse en los debatidos «Cuartetos» que dedicara asu primer esposo, Pedro Sabater. Mientras que paraJuan Valera «[e]n ninguna composición de este géneroraya tan alto la Avellaneda, muestra más sinceridad, mássencillez de estilo»,39 para Arias estos versos «hoypodemos verlos situados en el camino de suclaudicación». Sin aportar ninguna prueba documental,Arias sostiene que Avellaneda se unió «a un hombreenfermo y al que no quiere, por el que siente lástima yquizás algo de repulsión», a cambio «de la respetabilidad

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matrimonial que la restituya […] a una sociedad de laque ya se había puesto momentáneamente al margen»,como madre soltera.40

Por mi parte, más que la renuncia a la rebeldía, másque «sometimiento de la mujer a la imagen pública dela escritora», advierto la toma del poder de larepresentación. El sujeto poético de Avellanedacontrapone su propia imagen a la imagen que de ellaintenta crear Sabater mediante la representaciónpictórica. Afirma: «Todo es bello, ¡oh amigo! Elparecido / Solo le falta a tan feliz retrato» (153). Sesubleva contra ciertos rasgos «tan ideales» que la llenande confusión, pues «Entre tanto fulgor no sé si existe /Algo real de la sustancia mía» (154). Aprovecha laocasión para proponer la igualdad entre sujetos dediferentes géneros: «Yo, como vos, para admirar nacida;/ Yo, como vos, para el amor creada» (155). Y enconclusión, exige: «Vedme cual soy en mí, no en vuestramente» (156).

Somos testigos de un intento similar en «Romance».Allí, el sujeto poético de Avellaneda aclara: «No soymaga ni sirena, / Ni querub ni pitonisa», sino simplemente«Gertrudis, Tula o amiga». Y agrega, poniendo de relievesu insubordinación genérica:

En mí pretendo probarteQue hay en almas femeninas,Para lo hermoso entusiasmoPara lo bueno justicia. (151)

Y de manera transparente nos explica el origen y lasintenciones de su quehacer poético:

Canto porque existo y siento,Porque lo grande me admira,Porque lo bello me encanta,Porque lo malo me irrita. (152)

Conciencia de cambio social

En «A la tumba de Napoleón en Santa Elena»,Avellaneda se arriesga con la historia, un espacioentonces vedado a la mujer. Allí, el sujeto poético increpaa los políticos: «¿Quién nos asegura que en vosotros, /¡Ministros de la cólera!, no sea / Virtud el genio,absolución la gloria?». Y advierte a quien ejerce el poderque no hay razón para que se sienta superior a unsubordinado, en este caso por su situación de clase:

¡Y, sin embargo, como el vulgo mueres!...Igual al segador —que de la eraCansado vuelve, y en tranquilo sueñoSobre su bieldo su jornal espera—[...]Bajas a tu sepulcro solitario;Para aguardar, del juez incorruptible,De tu vida el salario... (57)

El soneto que Avellaneda dedica «A Washington»resulta, en este orden de cosas, altamente revelador.Fue escrito en 1841, y refundido años después, cuandola autora visitara la tumba del héroe norteamericano.Vale destacar la oposición que hace entre una Europasanguinaria y una América gloriosa y, en especial, laexaltación del líder independentista como «genio delbien». Y, sobre todo, debe tenerse en cuenta su críticafrontal al colonialismo y la subordinación nacional: «Queaudaz conquistador goce en su ciencia, / Mientras almundo en páramo convierte, / Y se envanezca cuandoa siervos mande» (78).

La oda «A Su Majestad la Reina doña IsabelSegunda» constituye, posiblemente, la más abierta ypolémica invasión del espacio público realizada porAvellaneda. Esta composición, leída por la autora en elLiceo de Madrid en diciembre de 1843, publicada porla prensa de la época e incluida en la edición de 1851de Poesías líricas, «fue objeto de significativo retoque añosdespués».41 He aquí el fragmento capital, en suversión definitiva, donde le pide explícitamente a lasoberana de España:

Recuerda que en los mares de occidente—Enamorando al sol que la ilumina—Tienes de tu coronaLa perla más valiosa y peregrina;Que allá, olvidada en su distante zona,Do libre ambiente a respirar no alcanza,Con ansia aguarda que la lleve el viento—De nuestro aplauso en el gozoso acento—La que hoy nos luce espléndida esperanza. (138)

Este poema resulta un texto político —incluso enel sentido tradicional y, en gran medida, patriarcal deltérmino. Insisto en la transgresión del espaciodoméstico, del reino de lo privado que realiza el sujetopoético femenino. Si «la política no es cosa de mujeres»,como se decía en tiempos de Avellaneda, y algunosrepiten aún en el nuestro, su actitud es poco menos queescandalosa.42 Además, los cambios introducidos en eltexto expresan una voluntad política —al menos, enel sentido de reformar el poder colonial— hacia larealidad social de Cuba, cuya carencia de libertad esdenunciada con toda franqueza.

El sujeto lírico de Avellaneda defiende, en todomomento, las ideas democrático-burguesas, aquelespíritu que —según un líder radical delindependentismo cubano como Antonio Maceo— «loalimenta y amamanta todo [...] el de la libertad, laigualdad y la fraternidad».43 En consecuencia, se ofrece«A todo libre viento» (89), alaba la «sacra libertad» (136)tanto individual como colectiva; la primera, cuandoreconoce que necesita «De espacio inmensurable, / Dodel insomnio al grito / Se alce el silencio y hable» (141);la segunda, cuando rinde homenaje al pueblo vasco, queaún en nuestros días lucha por su independencia de

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España, en «Al árbol de Guernica»: «De augusta libertadsencillo templo, / Que —al mundo dando ejemplo—/ Delpatrio amor consagra la memoria» (214).

Además, cree en la igualdad y, por eso, se reprochaque alguna vez «altanera, con orgullo vano / Cual águilareal al vil gusano, / Contemplaba a los hombres» (98);ya que están «A par del hombre que un imperio rige / Elmendigo y el siervo miserable» (88); y, claro, «Que sonlas hijas de Eva / Como los hijos de Adán» (128). Ytambién la fraternidad es parte de su credo,identificándose con los que, como ella, sufren algúntipo de subordinación:

Ya conozco, infelice,Lo que tu voz suspende…¡Tu silencio lo dice!¡Mi corazón lo entiende! (35)

Así, «Cuando tu pena lloro, / También lloro la mía!»(35). Simpatiza con «el pescador laborioso», a quienllama: «¡Compañero de mi insomnio!» (207); con elpoeta, que define como «un alma fraterna» (178).Lamenta que «Hermanos contra hermanos / Frenéticosse lanzan los humanos. / ¡No hay amor! ¡No haypiedad!» (132). Y por supuesto, considera que sushermanos más queridos, más íntimos son los cubanos,a quienes pide humildemente que «La voz oigan deesta hermana» (219).

En «Al monumento del dos de mayo», el sujetopoético de Avellaneda celebra la resistencia popular antela opresión, pues es con la victoria del pueblo españolsobre la invasión napoleónica en 1808, y no con lasbatallas imperiales de «Lepanto, Cirinola, Otumba», que«ha grabado la nación ibera/ La página más pura de suhistoria» (66). Ocurre lo mismo en los ya mencionados«A Washington» y «Al árbol de Guernica», donde seelogia abiertamente la democracia. En el primero: «¡Máslos pueblos sabrán en su conciencia / Que el que losrige libres solo es fuerte; / Que el que los hace grandessolo es grande!» (78). Y en el segundo:

Nunca abrigaron mercenarias greyesLas ramas seculares,Que a Vizcaya cobijan tutelares;Y a cuya sombra poderosos reyesDemocráticas leyesjuraban ante jueces populares. (214)

Para el sujeto lírico de Avellaneda, como para buenaparte de los liberales españoles de entonces, e inclusode nuestros días, no hay una contradicción antagónicaentre la monarquía y la democracia. Ella rechaza la tiranía,no tolera más «ni Césares ni Brutos» (136) en el poder,cualquiera que sea su ideología. Su sueño es que el árbolde la libertad pueda fructificar «en progresivas leyes, / Porfelices naciones cultivado / Bajo el dosel de popularesreyes» (136).44 No es una incondicional ni de la nobleza,«Que el bien común tiene en poco» (198), ni de la

burguesía, a la que reprocha —en «La juventud delsiglo»— que su pecho no se encienda «en ira generosa /[…] contra el dolo y la injusticia» (87), y que «Al Dios aquien adora —que es el oro— / [Sacrifique] con ciegaidolatría / De lo bello la eterna poesía!» (88).

En «A la vista del Niágara» —otra conexión conHeredia— Avellaneda hace profesión de feamericanista. Nuevamente, la naturaleza es allí símbolode identidad y no motivo exótico. Una vez más, elogiaal pueblo norteamericano porque «Cimentarte supisteinstituciones / Que el genio liberal como modelo / Presentecon orgullo a las naciones» (239) —se refiere a lademocracia, desde luego. Y cuando el sujeto poéticoaparta la vista del fenómeno natural y mira al puente,se produce un momento significativo. Elogia eldesarrollo basado en la determinación de un puebloen aras de su independencia:

¡Salve, signo valienteDel progreso industrial, cuyas alturas—A las que suben las naciones lentas—Domina como rey el joven puebloQue ayer naciente en sus robustos brazosTomó la libertad, y que hoy pujanteDe la marcha común salta los plazos,Y asombra al mundo, que lo ve gigante! (238)45

En la lírica de Avellaneda hay una conciencia delcambio social, que tiene su base en una concepcióndiléctica de la vida. Como estamos en medio de «laeterna sucesión» (46), del «eterno movimiento» (47),ante la muerte de un genio como Espronceda «ni unaflor se descolora» y «¡Todo sigue su curso […]!» (115).La contradicción interna es percibida como fuente deldesarrollo:

Los elementos—pugnando por romper los eslabonesDe mil combinacionesQue los tienen sujetos—Entre sí luchan con esfuerzo horrible… (131)

De ahí la necesidad del cambio social: «Perecen lasnaciones, caducan los imperios, / Y un siglo al otrosiglo sucede sin cesar… / El porvenir tan solo conservasus misterios!» (46).

Innovación e insubordinación

Afirmar que Avellaneda no fue una escritoracomprometida supone, además de partir de unaconcepción limitada de la política, hacer una deficientelectura de su obra. Como creo haber demostrado, ellacomparte buena parte del credo de la burguesía cubanadel siglo XIX. Esa clase social que desempeña entonces,según Sergio Aguirre, «un papel progresista» y que consu desafío al «colonialismo represivo hace posibles otras

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luchas posteriores» del pueblo cubano.46 Incluso, aunqueen el tejido de tendencias ideológicas de la épocaAvellaneda parece estar más lejos del anexionismo y elindependentismo que del reformismo, se diferencia deeste en que nunca titubeó ante la abolición de laesclavitud. Esto, además de su total desvinculación dela corriente que propugnaba la anexión a los EstadosUnidos y «que pudo haber dado al traste con lanacionalidad cubana»,47 le acercan definitivamente, segúnmi criterio, al independentismo.48

Más que con la «cultura criolla de la clase esclavistade plantaciones», la lírica de Avellaneda entronca con la«cultura nacional de las clases medias ilustradas,identificadas idealmente con el devenir de la nación».49

Esta última no se concretaría hasta «la revolucióndemocrático-burguesa» que se inicia en 1868, cuandoya «[n]i el anexionismo ni el reformismo podían sersoluciones»,50 en un momento histórico que no alcanzóplenamente la trayectoria existencial y creativa de laautora. Aunque no debe jamás olvidarse su gesto dededicar a Cuba, «cuando ya los buenos cubanos sehabían alzado en armas contra España, y precisamenteen tales momentos definitorios», la edición completade las que consideraba sus mejores obras.51

El sujeto que Avellaneda ofrece en su obra lírica esun múltiple, privilegiado sitio de confluencia de lasconstrucciones simultáneas de género y de nación. Puesno solo está comprometido, para decirlo con suspropias palabras, con «la gran causa de una de lasmitades de la especie humana, […] la emancipación dela mujer», sino también con la no menos notable causade una nación cubana libre de ataduras coloniales. Unanación, a la vez, independiente e inclusiva, pues «[e]n lasnaciones en que es honrada la mujer, en que su influenciadomina en la sociedad, allí de seguro hallaréiscivilización, progreso, vida pública», mientras que enaquellas «en que la mujer está envilecida, […] laservidumbre, la barbarie, la ruina moral es destinoinevitable».52

Los momentos en que el sujeto poético deAvellaneda se presenta a sí mismo como de nacionalidadespañola —que son pocos y no muy sinceros—, nodeben ser interpretados como inconsecuencias en suconstrucción de una nación cubana. Demuestran queno hay sujetos sociales ni ideologías de una sola pieza, yque ambos elementos están expuestos al rigor de lascontradicciones y a las reformulaciones constantes. Y,

sobre todo, revelan que la autora no fue presa delantiespañolismo tan frecuente entre ciertosindependentistas cubanos, explicable, pero no loablenegación absoluta de la historia y la cultura de lametrópoli colonial. Al entender lo hispano como parteinalienable de los fundamentos culturales de la nacióncubana, en saludable maniobra de negación dialéctica,Avellaneda se adelanta a su tiempo y anticipa a JoséMartí y a casi todo el modernismo hispanoamericano.

Compartimos con Loynaz la opinión de que «loque estorba no es que Avellaneda sea cubana o española,lo que estorba es que sea una mujer de talento».53

Nuestra poeta ha padecido esa estrategia de la ideologíaburguesa-patriarcal consistente en reafirmar la pasividadcreativa de la mujer designando como «varonil»cualquier discurso trascendental.54 Su obra no solo reflejaesa jerarquía, sino que la subvierte, y va más allá de lostemas centrales de la literatura femenina del siglo XIX: elmatrimonio, el amor y los celos.55 Además de verdaderaexplosión sentimental, esta poesía es exploraciónracional del ser, búsqueda del poder de larepresentación. Hasta en sus versos religiosos «hay unrazonar, un teologizar, antes que una verdadera efusiónmística».56 Así desafió la convención cultural que clamapor mujeres puras, no contaminadas por el deseo deconocimientos y de experiencias.

Aunque no lo hayan querido reconocer losrepresentantes de las que llamaba «academias barbudas»,el compromiso de Avellaneda se basa en la singularcalidad de su propia escritura. Más que seguir al pie dela letra los dictados estéticos metropolitanos, tomó deestos —en especial, del Neoclasicismo y delRomanticismo— lo que necesitaba para su proyectode insubordinación poética. En este sentido, asumióla postura que más conviene a un agente de ladescolonización: la asimilación crítica de la cultura delcolonizador. Se trata de la actitud de Caliban ante ellegado de Próspero, de especial importancia en el casode los latinoamericanos que —al decir de RobertoFernández Retamar— «tenemos, para entendernos, unaspocas lenguas: las de los colonizadores». Al discutir conestos, se pregunta el ensayista, «¿de qué otra manerapuedo hacerlo, sino en una de sus lenguas, que es yatambién nuestra lengua, y con tantos de sus instrumentosconceptuales, que también son ya nuestros instrumentosconceptuales?».57

Afirmar que Avellaneda no fue una escritora comprometidasupone, además de partir de una concepción limitada de lapolítica, hacer una deficiente lectura de su obra.

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Los estudios poscoloniales han puesto de relieveque, como señala Leela Gandhi, «la abrogación o lainversión representan un radicalismo incompleto o fallidoque necesita adquirir los hábitos políticos más sutilesde la apropiación o la subversión desde dentro». Con laapropiación el sujeto anticolonial «desafía la estabilidadcultural y lingüística del centro tornando las viejaspalabras autoritaras en nuevos significadosoposicionales» y, en el caso de los escritores nacionalistas,implica «a la vez reconocer y subvertir la autoridad dela textualidad imperial».58 Esto es lo que Homi Bhabhadenomina «imitación colonial» que, continuando conGandhi, resulta «la astuta, furtiva arma de la civilidadanticolonial, una mezcla ambivalente de deferencia ydesobediencia». La imitación, en fin, «inaugura elproceso de la autodiferenciación anticolonial mediantela lógica de la apropiación inapropiada».59

Pero en la lírica de Avellenda no hay solo imitación,por muy subversiva que esta sea, sino tambiéninnovación. Este hecho refuerza su condición derevolucionaria en el para nada secundario orden formalde la creación poética. Ella empleó una «amplia gamade metros, ritmos y estrofas», con lo cual «se aproximóal actual versolibrismo o ametría, con la ruptura deritmos y medidas en combinaciones desusadas dentrode los patrones clásicos, con la invención de otrospatrones, y con la variedad estrófica, métrica y rítmicade sus poemas sinfónicos».60 Utilizó desde las formasmás simples del verso español, hasta las más complejas,rescatando no pocas formas en desuso durante siglose incluso creando nuevas. El resultado es una obrapoética de singular musicalidad, que anuncia el énfasisrítmico tan caro al modernismo. Detrás de estevirtuosismo creo percibir, una vez más, la voluntad deirrupción del sujeto en un campo vedado para lasmujeres. El dominio de las formas de expresión fueotro de los recursos de legitimación social empleadospor Avellaneda.

En general, ella intentó hacer realidad una de laspropuestas más radicales en la historia de la culturaoccidental: la fusión del arte con la vida. Al respecto, leasistía la razón a Mirta Aguirre cuando afirmaba que

el romanticismo de la Avellaneda traspasó los límites delarte para ir a afincarse en la propia existencia. [...] Sin habersecasado, se atrevió a ser madre; amó por encima de leyes y dereglas no olvidándose de ellas, sino desechándolas; rompiólos moldes de la vida femenina de su época como elromanticismo rompía los moldes literarios [...] Fue ungran poeta porque era un gran caso humano.61

Y cuando vida y obra se funden, sentenciaba Loynaz,«indudablemente sale vida distinta y obra distinta. Yesto es lo que han hecho nuestras mujeres líricas [enLatinoamérica] como puestas de acuerdo, como enbloque».62

En «A mi amigo Zorrilla», Avellaneda señala que,con el «pensamiento», los poetas dan «A la ilusiónverdad, vida a la nada» (175). Antes, en su canto «A lapoesía» —donde la define como femenina, «Alma delorbe» (30) y «Virgen de Paz» (33)— expresa su plenaconciencia del ejercicio de ese poder, ya que cuando«¡Hablas! ¡Todo renace!». Y así:

Tu genio independienteRompe las sombras del error grosero;La verdad preconiza; de su frenteCela con flores el rigor severo;Dándole al pueblo, en bellas creaciones,De saber y virtud santas lecciones... (31)

Sí, para Gertrudis Gómez de Avellaneda el poderde la poesía es, como mujer y como cubana, unaherramienta racional liberadora, el arma filosa de suinsubordinación social.

Notas

1. Hay varias biografías de la Avellaneda; la más reciente es la deCarmen Bravo-Villasante, Una vida romántica: La Avellaneda,Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1986.

2. José Antonio Portuondo, «La dramática neutralidad de GertrudisGómez de Avellaneda», Anuario L/L n. 3-4, La Habana, 1972-73,pp. 3-24.

3. Ibídem, p. 4. Según Raymond Williams, los seres humanos estamosalineados mucho antes de que nos demos cuenta, ya que «nacimosdentro de una situación social, dentro de unas relacionessociales, dentro de una familia, [y dentro de una lengua], todo locual ha formado lo que podemos después pensar sobre nosotrosmismos como individuos». Y la conciencia de la individualidad es,precisamente, «la conciencia de todos esos elementos de nuestraformación». El compromiso consiste entonces en «hacernosconscientes de nuestros propios alineamientos reales». VéaseRaymond Williams, Resources of Hope: Culture, Democracy, Socialism,Verso, Nueva York, 1989. La traducción de los textos de Williams,así como de los de Anderson, Aschcroft et al, Gandhi, Gilbert yGubar, Miller y Scott, que se citarán más adelante, es responsabilidaddel autor.

4. Virgilio Piñera, «Gertrudis Gómez de Avellaneda: Revisión de supoesía», Poesía y crítica, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,México, DF, 1994, pp. 149-68.

5. Salvador Arias, «Gertrudis Gómez de Avellaneda», Tres poetas enla mirilla, Letras Cubanas, La Habana, 1981, p. 111.

6. Ibídem, p. 130.

7. Asunción Horno Delgado, «Alegatos a la representación: El canonpoético femenino cubano desde sus orígenes hasta la Avellaneda»,Revista de Estudios Hispánicos, n. 20, San Juan, 1993, p. 287. En lahistoria de la literatura cubana, la única antecesora relevante deAvellaneda es la narradora Mercedes Santa Cruz, Condesa de Merlín(1789-1852). Sobre otras poetas de su época o inmediatamenteposteriores, véase Denia García Ronda, «Poesía femenina cubanadel siglo XIX», en Luisa Campuzano, comp., Mujeres latinoamericanas:Historia y cultura, Casa de las Américas, pp. 287-94.

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8. Evelyn Picon Garfield, «La historia recodificada en el discursode Gertrudis Gómez de Avellaneda», Inti, nn. 40-41, Cranston,1994, p. 79.

9. Para Joan Wallach Scott (Gender and the Politics of History,Columbia University Press, Nueva York, 1988, pp. 25-50), «género—los múltiples y contradictorios significados atribuidos a ladiferencia sexual— es una importante herramienta analítica». Sugiereque «las relaciones entre los sexos constituyen un aspecto primariode la organización social […]; que los términos de identidad masculinay femenina son en gran medida culturalmente determinados […]; yque las diferencias entre los sexos constituyen y son constituidaspor estructuras sociales jerárquicas». Este concepto implicó «unrechazo al determinismo biológico implícito en el uso de términoscomo “sexo” o “diferencia sexual”», y «también acentuó el aspectorelacional de las definiciones normativas de feminidad». Género,por último, tiene un carácter utópico pues «debe ser redefinido yrestructurado en conjunto con una visión de la igualdad política ysocial que incluya no solo el sexo sino también la clase y la raza».Esto es particularmente importante en el caso de América Latina,donde junto a la subordinación genérica se manifiestan, con todosu inhumano rigor, la opresión clasista y racial así como ladependencia colonial y neocolonial.

10. Evelin Picon Garfield, ob. cit., p. 78. Como ha señalado BethK. Miller («Avellaneda, Nineteenth-Century Feminist», Revista / ReviewInteramericana, n. 4, San Juan, 1974, pp. 177-83), los trabajos denuestra autora «son contemporáneos de los escritos, discursos yactividades políticas de las pioneras del feminismo norteamericano[...] Avellaneda [...] perteneció a la misma generación de SusanB. Anthony (1820), Ernestine Potowski Rose (1810), ElizabethCady Stanton (1815) y Lucy Stone (1818). La serie de Avellaneda“La mujer” [aparecida en el Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello] eraidéntica, en muchos de sus conceptos y propósitos, al popular librode Margaret Fuller, Mujeres del siglo XIX, publicado en 1845».

11. El mejor crítico que tuvo Avellaneda en su época, Juan Valera,creía que esta había sido «una ilustre poetisa; una de las más egregiase inspiradas que ha habido en el mundo». Añadía que «los triunfosinolvidables y los inmarcesibles laureles, los conquistó la Avellanedano con su prosa, sino con sus versos: componiendo dramas ycantando de amor humano y divino en inmortales canciones». Lacrítica de Valera merece un estudio detenido pues es precursora delos estudios feministas sobre nuestra poeta. Véase Juan Valera,«Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda», Obras completas, v. 33,Imprenta Alemana, Madrid, 1912, pp. 248-51.

12. Sobre las novelas de Avellaneda se han publicado, además deltrabajo citado de Picon Garfield, varios excelentes estudios. Véase,entre otros, Lucía Guerra, «Estrategias femeninas en la elaboracióndel sujeto romántico en la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda»,Revista Iberoamericana, n. 51, México, DF, julio-diciembre de 1985,pp. 707-22; Doris Sommer, «Sab c’est moi», Foundational Fictions:The National Romances of Latin America, University of CaliforniaPress, Berkeley, 1991, pp. 114-37; Nara Araújo, «Raza y género enSab», Casa de las Américas, n. 190, La Habana, enero-marzo de1993, pp. 42-9; Adriana Méndez Rodenas, «Mujer, nación y otredaden Gertrudis Gómez de Avellaneda», en Luisa Campuzano, ob. cit.,v. 2, pp. 167-79. A pesar de que críticos de la autoridad de MirtaAguirre hayan considerado a Avellaneda como «el nombre más altoque existe en la literatura dramática hispanoamericana del pasadosiglo», su vastísimo teatro permanece como un terreno prácticamenteinexplorado por la academia. Véase Mirta Aguirre, Ayer de hoy,Ediciones Unión, La Habana, 1980, p. 305.

13. Sandra M. Gilbert y Susan Gubar, «Shakespeare’s Sisters:Feminist Essays on Women Poets», en Mary Eagleton, ed., Feminist

Literary Theory: A Reader, Blackwell Publishers, Londres, 1997,p. 179.

14. Desde la perspectiva marxista, se entiende por nación la formade comunidad humana que históricamente reemplaza a la etnia, y ala que le son propias, «ante todo, la comunidad de condicionesmateriales de vida, de territorio y de vida económica; la comunidadde idioma, de psicología, así como también de determinados rasgosdel carácter nacional que se manifiestan en la peculiaridad nacionalde su cultura». Se le considera «la forma más amplia de comunidada que ha dado origen el surgimiento y desarrollo de la formacióncapitalista», cuya base económica estuvo dada «por la liquidaciónde la fragmentación feudal, por la consolidación de los nexoseconómicos entre las distintas regiones del país, por la unión de losmercados locales en un mercado nacional único». Véase M. Rosentaly P. Iudin, Diccionario filosófico, Editora Política, La Habana, 1981,p. 331. Entre las teorizaciones más recientes sobre la nación sedestaca la de Benedict Anderson (Imagined Communities: Reflectionson the Origin and Spread of Nationalism, Verso, Nueva York, 1991,pp. 6-7), quien define a la nación como «una comunidad imaginadano solo en lo político sino también en lo físico. Es decir, conlímites, fronteras y soberanía específicas y, al parecer, inherentes».Es imaginada porque «indiferente a la verdadera desigualdad y laexplotación que prevalezca en cada [comunidad] la nación siemprese concibe como un estado de camaradería profundo y horizontal».

15. Leela Gandhi, Postcolonial Theory: A Critical Introduction, ColumbiaUniversity Press, Nueva York, 1998, p. 153.

16. Sobre su capacidad y formación intelectuales, véase RafaelMarquina, Gertrudis Gómez de Avellaneda: La Peregrina, Trópico, LaHabana, 1939; José Lezama Lima, ed., Antología de la poesía cubana,v. 2, Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1965; SusanKirkpatrick, Las románticas: Escritura y subjetividad en España,1835-1850 (trad. Amaia Bárcena), Ediciones Cátedra, Madrid,1991.

17. Max Henríquez Ureña, Panorama histórico de la literatura cubana,Ediciones R, La Habana, 1967, p. 197.

18. Susan Kirkpatrick, ob. cit., p. 133.

19. La conexión entre el programa liberal y la agenda literaria delRomanticismo se da, a juicio de Kirkpatrick, de la siguiente forma:«mientras que una reforma política ha de crear el espacio social yeconómico en el que el sujeto pueda ejercer sus derechos ydesarrollar sus intereses, la innovación literaria ha de sacar a la luzlos espacios íntimos de ese mismo sujeto, en los que el deseo y lafantasía forman parte de la realidad tanto como las acciones quegeneran». Ibídem, p. 56.

20. Cintio Vitier, Los grandes románticos cubanos: Antología, TercerFestival del Libro Cubano, La Habana, 1960, p. 11.

21. Citada por José Antonio Portuondo, ob. cit., p. 17.

22. Cintio Vitier, ob. cit., p. 9.

23. Alfredo Roggiano, «La poesía decimonónica», en Íñigo Madrigal,ed., Historia de la literatura hispanoamericana, v. 2, Ediciones Cátedra,Madrid, 1987, pp. 286-8.

24. Susan Kirkpatrick, ob. cit., p. 57.

25. Dulce María Loynaz, «Poetisas de América», Canto a la mujer,Ediciones Loynaz, Pinar del Río, v. 2, p. 16.

26. Susan Kirkpatrick, ob. cit., p. 63.

27. Juan Marinello, Cuba: Cultura, Letras Cubanas, La Habana,1989, p. 412.

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28. Benito Varela Jácome, «La lírica de Gertrudis Gómez deAvellaneda», en Historia y crítica de la literatura hispanoamericana,Cedomil Goic, ed., v. 2., Crítica, Barcelona, 1991, pp. 134-5.

29. Susan Kirkpatrick, ob. cit., p. 132.

30. Max Henríquez Ureña, ob. cit., p. 197.

31. Cintio Vitier, Lo cubano en la poesía, Universidad Central de LasVillas, Santa Clara, 1958, p. 108. En el capítulo dedicado a losprimeros románticos, ha escrito Vitier: «Lo que no descubrimos enella es una captación íntima, por humilde que sea, de lo cubano enla naturaleza o en el alma; ni una voz que nos toque las fibrasocultas. Gallarda y criolla, sí; [...] pero ¿cubana de adentro, de losadentros de la sensibilidad, la magia y el aire [...]? Confieso llanamentemi impresión: no encuentro en ella ese registro». Es la mismaposición de José María Castro y Calvo («Estudio preliminar», Obrasde doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, v. 1, Atlas [Biblioteca deAutores Españoles], Madrid, 1974, p. 169) —y de otros críticosque han intentado la recuperación, desde la orilla española, dellegado de Avellaneda, como Marcelino Menéndez y Pelayo, Valeray Bravo-Villasante— para quien «ningún color local hay en lasligeras pinturas que nos hace de su país la Avellaneda».

32. Gertrudis Gómez de Avellaneda, Antología poética, edición yprólogo de Mary Cruz, Letras Cubanas, La Habana, 1983, p. 29. Laprimera edición de este libro data de 1841, y tenía 54 poemas; lasegunda, de 1851, contaba con 129; y la tercera, también aumentada,pero sobre todo corregida, es de 1869. Todas estas ediciones,realizadas en vida de la autora, comenzaban con «Al partir». Laedición que utilizamos en el presente texto es la muy acertadaantología de Mary Cruz. Todas las citas de poemas de Avellaneda, serefieren a ella. Solo se señalarán las páginas.

33. Comenta Portuondo (ob. cit., p. 14-5) que «la llegada de laAvellaneda en el séquito del Capitán General, dejó fríos a los cubanos.Toda la juventud intelectual de Cuba, era ya separatista». No obstante,el crítico reconoce que, en Cuba, nuestra poeta «realizó una laborestupenda» en el terreno literario: «se incorporó al movimiento derenovación del gusto que se producía en Cuba, y en 1860 fundó elÁlbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello que es uno de los órganos dereforma del romanticismo». Para Cruz , durante la mayor parte deeste paréntesis de cinco años Avellaneda «vivió feliz junto al esposoen el querido ambiente de su Isla, trabajando con asiduidad por lacultura de sus coterráneos, halagada desde los primeros momentos,y coronada [...] apenas dos meses después de su arribo, y no pormanos reales, sino por manos de hermana, [...] mientras unas pocasvoces disonantes hacían resaltar la armonía del coro popular en suhomenaje». Véase Mary Cruz, «Los versos de la Avellaneda», enGertrudis Gómez de Avellaneda, Antología poética, p. 11.

34. Lazo ha cuestionado la postura crítica de «limitar lo cubano dela Avellaneda a lo puramente temático, porque lo cubano pasa a seren su poesía una nota estilística, su preferencia por la descripción».Insiste en que «el contacto con la tierra cubana, con la patriasentimental a la que vuelve, desvía su obra poética hacia lodescriptivo, modificando su estilo». Véase Raimundo Lazo, GertrudisGómez de Avellaneda: La mujer y la poesía lírica, Porrúa, México, DF,1978, p. 86.

35. Susan Kirkpatrick, ob. cit., pp. 63-4.

36. Gertrudis Gómez de Avellaneda, «La mujer», Obras de doñaGertrudis Gómez de Avellaneda, v. 5, pp. 275-6. Véase además NinaM. Scott, «Los espíritus tutelares de la Avellaneda», en LuisaCampuzano, ob. cit., pp. 187-93.

37. José Lezama Lima, ob. cit., p. 71.

38. Juan Marinello, ob. cit., p. 411.

39. Citado por Salvador Arias, ob. cit., p. 113.

40. Salvador Arias, ob. cit., p. 115.

41. Max Henríquez Ureña, ob. cit., p. 199. Este significativo retoque,que data de 1869, molestó a su biógrafo español Emilio Cotarelo:«En el centenario de 1914, y aun algo antes, los escritores cubanossacaron gran partido de esta superchería, de la que se hicieroncómplices (no sé si todos por ignorancia) asegurando que la divinaTula era ya en 1843 autonomista y separatista, como quizás lo fueseen 1869» (cit. en Salvador Arias, ob. cit., p. 140). Lezama (ob. cit.,pp. 69-70) ofrece otros datos esclarecedores: «Abierto un certamen[...] para premiar las dos mejores odas a Isabel II, que había indultadode la pena de muerte a varios condenados por delitos políticos,abierto los pliegos que contenían las dos mejores odas, el premio yel accésit correspondieron a la Avellaneda». Es decir, que incluso ensu primera versión, el poema tenía un contenido político progresista.

42. Joan Wallach Scott (ob. cit., pp. 26-7) considera que género ypolítica no son «conceptos antitéticos ni entre ellos ni para recobraral sujeto femenino. Definidos en un sentido amplio disuelven lasdistinciones entre lo público y lo privado y evaden los argumentossobre las cualidades separadas y distintivas del carácter y laexperiencia de las mujeres. Desafían la precisión de las distincionesbinarias fijas entre hombres y mujeres en el pasado y en el presente,y exponen la verdadera naturaleza política de una historia escritaen esos términos».

43. Citado en Jorge Ibarra, Ideología mambisa, Instituto del Libro, LaHabana, 1967, pp. 71-2. El marxismo reconoce que el nacionalismo,uno de los principios «de la ideología y de la política burguesas»,presenta «dos variantes: chovinismo de gran potencia en la nacióndominante, […] y un nacionalismo local de la nación subyugada». Apesar de que los ideólogos burgueses, «especulando con la consignade los intereses de “toda la nación”, utilizan el nacionalismo comosutil recurso para aplastar la conciencia de clase de los trabajadores,para escindir el movimiento obrero internacional, para justificar lasguerras internacionales y el colonialismo», es posible considerar,«en una determinada etapa del movimiento de liberación nacional,[…] históricamente justificado […] al nacionalismo de la naciónoprimida, nacionalismo que posee un contenido democrático general(orientación antimperialista, aspiración a la independencia políticay económica)» (M. Rosental y P. Iudin, ob. cit., pp. 331-2).Exponentes de la teoría postcolonial como Bill Aschcroft, GarethGriffiths y Helen Tiffin (Key Concepts in Post-Colonial Studies,Routledge, Nueva York, 1998, pp. 154-5) consideran que losmovimientos anticoloniales, aunque «usaron la idea de un pasadoprecolonial para manifestar su oposición a través de un sentido dediferencia», han terminado construyendo «naciones-Estados post-coloniales basadas en el modelo nacionalista europeo». Añaden que«las bases del estado post-colonial fueron ellas mismas mucho menosradicales que lo que sus exponentes tempranos creyeron, y el gradohasta el cual incorporaron modelos e instituciones basadas en elconcepto europeo de nación creó los vínculos de continuidad quepermitieron el control neocolonialista de estos estados para operarcon mucha efectividad».

44. Para Avellaneda, el modelo de rey es Alfonso el Sabio, «De todoabuso enemigo, / De toda justicia apoyo» (197). Llama a los pueblosde Europa que «con desdén importuno / De España apartáis losojos» (200), a que los vuelvan al reino castellano del siglo XIII, cuyolíder: «También fue dulce poeta / El capitán valeroso, / El legisladorprofundo, / El literato filósofo, / El matemático insigne, / Elcoronista famoso!» (200).

45. En opinión de Luisa Campuzano, el poema no es ni un nuevohomenaje a Heredia ni otro aporte a la tradición hispanoamericana

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Víctor Rodríguez Núñez

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de poemas a las célebres cataratas, ya que «se escribe comocontradiscurso, […] como contestación a Heredia». Y agrega: «Casial final de la “Oda al Niágara” de Heredia, el hablante lírico fantaseaacerca de la presencia junto al abismo de una «hermosa» que correríaa socorrer con su abrazo al verla «cubrirse / de leve palidez y sermás bella / en su dulce temor». Pero la mujer que comparece yhabla en los últimos versos de este poema de Avellaneda, […] nosolo está muy lejos de la pasividad y del desmayo, sino que en vez deocupar el espacio de la naturaleza, del miedo y las emociones,tradicionalmente asignado al sujeto femenino, ocupa el que entoncescorrespondía al hombre, el espacio del saber, tanto de ciencia ytécnica como de política» («Dos viajeras cubanas a los EstadosUnidos: la Condesa de Merlin y Gertrudis Gómez de Avellaneda»,en Luisa Campuzano, comp., ob. cit., v. 2, p. 150).

46. Sergio Aguirre, Eco de caminos, Editorial de Ciencias Sociales,La Habana, 1974, p. 78.

47. Ibídem, p. 88.

48. Luisa Campuzano asegura erróneamente que las profesiones de«fe liberal de Avellaneda no quería[n] decir que simpatizara con laindependencia de Cuba —como tampoco simpatizaban los liberalesespañoles» (ob. cit., p. 150). Hay un punto en que la poeta se separadrásticamente de los liberales metropolitanos: cuando se define a símisma «como americana que se honra en serlo y desea el mayorbrillo y gloria de la parte del mundo en que nació» (citado porDulce M. Loynaz, ob. cit., p. 45). Esta identificación con el conjuntode pueblos recién liberados del colonialismo español —lo quepodríamos llamar su americanismo— se produce el 13 de noviembrede 1867, a menos de un año antes del estallido de la primera guerra deindependencia en Cuba. En el debate en torno a una antología de lapoesía en lengua española, argumentaba que prefería que «losamericanos todos figurásemos juntos, porque solo así se daría unaidea de la índole especial de la literatura hispanoamericana, que yohallaba muy semejante, pero no idéntica en condiciones, a lapeninsular» (Ibídem). Se trata de un inobjetable gesto deindependentismo cultural, con obvias implicaciones políticas, en elque la literatura cubana es percibida no como parte de la española,sino de la hispanoamericana.

49. Jorge Ibarra, ob. cit., p. 7.

50. Sergio Aguirre, ob. cit., p. 91.

51. Mary Cruz, ob. cit., pp. 6-7.

52. Gertrudis Gómez de Avellaneda, «La mujer», ob. cit., p. 284.

53. Dulce María Loynaz, «Al César lo que es del César», Canto a lamujer, p. 74.

54. A este prejuicio no parece haber escapado ni un revolucionariocabal como José Martí. En 1875, arriesgó un juicio que no debe serpasado por alto: «Hay un hombre altivo, a veces fiero, en la poesíade la Avellaneda»; ella «es atrevidamente grande» y sus dolores «sonfierezas». E insistía: «No hay mujer en Gertrudis Gómez deAvellaneda: todo anunciaba en ella un ánimo potente y varonil; erasu cuerpo alto y robusto, como su poesía ruda y enérgica; no tuvieronlas ternuras miradas para sus ojos, llenos siempre de extraño fulgory de dominio; era algo así como una nube amenazante». Véase JoséMartí, «Tres libros. Poetisas americanas...», Obras Completas, Editorialde Ciencias Sociales, La Habana, t. 8, 1975, pp. 310-1.

55. Según el recuento de Rosa Valdés-Cruz («En torno a la toleranciade pensamiento de la Avellaneda», Cuadernos Hispanoamericanos,n. 380, Madrid, febrero de 1982, p. 464), Avellaneda tiene ideasprogresistas sobre «el matrimonio, el divorcio, la igualdad de todoslos hombres, la esencial bondad del ser humano y la injusta posiciónde la mujer en la sociedad. Ataca la esclavitud y hace resaltar lonegativo de la conquista y colonización del Nuevo Mundo, y almismo tiempo defiende al negro y al indio y expone la tesis de queel criminal es un enfermo que debe ser curado y no castigado».

56. José Antonio Portuondo, ob. cit., p. 12.

57. Roberto Fernández Retamar, «Caliban», Todo Caliban, LetrasCubanas, La Habana, 2000, p. 15.

58. Leela Gandhi, ob. cit., pp. 147-8.

59. Ibídem, p. 150.

60. Mary Cruz, ob. cit., p. 14.

61. Mirta Aguirre, ob. cit., p. 310.

62. Dulce María Loynaz, «Poetisas...», ob. cit., p. 30.

© , 2003.

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Tres ensayistas sobre el Neobarroco

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no. 32: 71-79, enero-marzo de 2003.

Luis Álvarez ÁlvarezLuis Álvarez ÁlvarezLuis Álvarez ÁlvarezLuis Álvarez ÁlvarezLuis Álvarez Álvarez

TTTTTrrrrres ensayistases ensayistases ensayistases ensayistases ensayistassobrsobrsobrsobrsobre el Neobarre el Neobarre el Neobarre el Neobarre el Neobarrocoocoocoocooco

El tema del Neobarroco, tan importante en lareflexión sobre el arte en el siglo XX, ha tenido

también un lugar en la ensayística cubana de ese mismosiglo. El asunto tiene un interés peculiar, no simplementeporque se haya producido, en el tercio final de la centuriapasada, una especie de auge intensificado de reflexioneseuropeas sobre él. No se trata meramente de unacuestión de resonancia con el pensamiento europeo, nitampoco de simple presencia del tema en la ensayísticade la Isla, sino de que, desde las diversas aristas en quese ha abordado, ha sido considerado un componentede importancia en la cultura cubana e, incluso, de todaHispanoamérica. Su interés mayor, por lo demás, radicaen que no se abordan desde una perspectiva única ycompacta, sino, por el contrario, como objeto deconsideraciones de variado calado e intensidad.

Como se indicó antes, la revitalización del Barrococomo encuadre estético-estilístico se viene produciendo,incluso, desde inicios del siglo XX: basta recordar elentusiasmo —que llegó incluso a la pasión— con quegrandes figuras de la Generación del 27 en Españaacogieron la relectura de Góngora, y sus consecuenciaspara la renovación poética en lengua castellana. La

investigadora brasileña Irlemar Chiampi ha comentadoacerca de este revival del Barroco:

Las revisiones, las relecturas y, sobre todo, lasreivindicaciones del Barroco han propiciado, en las últimasdécadas, la aparición de varios puntos de vista parareconsiderar la crisis de la modernidad, así como para prestarapoyos teóricos para investigar el fenómeno delpostmodernismo. Ensayos recientes como el de GillesDeleuze (Le pli, 1988) o el de Guy Scarpetta (L’impureté,1985), análisis incitantes como el de Christine Buci-Glucksmann (La raison baroque, 1984, y La folie de voir, 1986);o el panorama interpretativo de Omar Calabrese (L’etáneobarroca, 1987), para mencionar tan solo el «boom»europeo del Barroco, confirman el creciente interés porreevaluar el potencial productivo que tiene en la culturaactual una estética tan largamente relegada al olvido. Peroacaso sea más correcto decir que, en vez de un «boom»,tenemos más bien un nuevo «síndrome» del Barroco (acomienzos del siglo XX ocurrió el primero), muy reveladordel malestar y —por qué no— de las patologías de la culturamoderna.1

La fascinación de la escritura barroca ha ejercido sufuerza a través de diversos momentos y autores de laliteratura cubana. El propio José Martí, por ejemplo, alvalorar las celebraciones realizadas en Madrid por el

Profesor y ensayista. Centro Nicolás Guillén, Camagüey.

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Luis Álvarez Álvarez

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centenario de Calderón en la década de los 80 del sigloXIX,2 asumía por momentos modalidades estilísticas querecordaban la época barroca, pero no incorporaban, demanera directa y nítida, una escritura a la suya propia:se trataba de un juego de ingenio, de un adorno eruditode la propia escritura, no confundida en absoluto conel texto calderoniano.

El objeto y la luz: la visión lezamianadel Barroco

En realidad, la reflexión de hondo calado sobre elBarroco se produce en la ensayística cubana en lasegunda mitad del siglo XX. Es mi propósito examinar,al menos, tres asunciones cubanas sobre la cuestión delrenovado interés sobre el Barroco que, desdeperspectivas interesadas por la indagación —vivencialo reflexiva— en los modos específicos del barrocoamericano, desembocan, conscientemente o no, en laproblemática del Neobarroco en el siglo XX. JoséLezama Lima, en su obra variadísima, constituye, desdeluego, uno de los más intensos puntos de vista acercade lo que este autor llamara simplemente barroco. En1953, en uno de sus libros de ensayo más peraltados,Lezama incluía textos fundamentales sobre Góngora,Quevedo y Calderón. En ellos se constatan, sobre todoen el dedicado a Góngora, dos característicastrascendentes: la primera es la intensa intertextualidad, perono en el sentido de asumir un texto concreto de otroautor, sino una entonación cuya función es convocar,en el nuevo texto, toda una tendencia o época estéticaen sus timbres y estructuraciones literarias, característicasde un grupo de textos, rasgos que, en su nueva matriz,quedan refuncionalizados.3 Obsérvese el comienzo deeste ensayo lezamiano sobre Góngora:

Cejijunto rey de los venablos, cubre con un escudo tantransparente la mudable incitación, que como en un asiriorelieve de cacería, desaparece más que detiene, entonandomás la consagración de los metales que el ejercicio sobre lapresa. Todo parte de esa desaparición, por el resguardo dela luz y el escudo de su chisporroteo, que invenciona quereaparezca en la otra linde poética. Con el hastío de uninvasor cansancio, en la «Primera soledad», que prepara elinicio de las metamorfosis somníferas, los cazadorescuelgan de un pino la cabeza del oso recién cazado. Vuelvela luz para alejar la cabeza del oso, pero reaparece convirtiendolas nubes de venablos en astas de abetos. Un airecillo acercala cabeza del oso a los fingidos venablos, asegurando enese inverso proceso, la reaparición de la cacería. De nuevo eloso besa el aislado venablo, contento de liberarse de aquellaconsagración de los metales que lo había transportado,desapareciéndolo y ocultándolo.4

Naturalmente que se trata, en primer término, delestilo personal de Lezama, pero que se estilizaespecialmente en un deliberado diálogo con el modo

poético de Góngora. ¿Capricho mimético o voluntadde subrayar el derecho personal a establecer esa intensaconfluencia de escrituras? Parece más posible adherirsea la segunda posibilidad. De un modo u otro, en otrosensayos críticos —por ejemplo, los dedicados aRimbaud, Mallarmé, Valéry, José Martí— el estilo deLezama no procura confundirse con el del artistacomentado. Así pues, el lujoso mimetismo con que seabre este ensayo aspira, en realidad, a preparar unaafirmación de alto, cuanto arriesgado calibre,personalísima en sí y, como se verá luego, sustentadasobre todo en una concepción de Góngora a partir deun encuadre cultural hispanoamericano:

Los acercamientos a don Luis han sido siempre de sabiosde Zalamea. Pretenden oponer malicia crítica a su verbalsucesión y enjalbegada seriedad a sus malicias. Pretendenleerlo críticamente y piérdenle el tropel, sus remolinos ydesfiles. Descifrando o encegueciendo en su cenitalevidencia, sus risueñas hipérboles tienen esa alegría de lapoesía como glosa secreta de los siete idiomas del prismade la entrevisión. Por primera vez entre nosotros la poesíase ha convertido en los siete idiomas que entonan yproclaman, constituyéndose en un diferente y reintegradoórgano. Pero esa robusta entonación dentro de la luz,amasada de palabras descifradas tanto comoincomprendidas, y que nos impresionan como lasimultánea traducción de varios idiomas desconocidos,producen esa sentenciosa y solemne risotada que todo loaclara y circunvala, ya que amasa una mayor cantidad dealiento, de penetradora corriente en el recién inventadosentido.5

Es necesario detenerse brevemente en esa violentadeclaración. Se trata, ante todo, de que Lezama estáreclamando un acercamiento a Góngora más allá de lacrítica, es decir, uno que, más vivencial quehermenéutico, asuma al poeta barroco en tantointerlocutor cultural —y esto es, en el fondo, reclamaruna percepción diferente del Barroco en sí mismo.Lo que percibe, ante todo, Lezama en Góngora es larelación especial entre la luz y los objetos —«La luzde Góngora es un alzamiento de los objetos y untiempo de apoderamiento de la incitación».6 Másadelante insiste: «Él ha creado en la poesía lo quepudiéramos llamar el tiempo de los objetos o los seresen la luz».7 Porque, en efecto, en la propia poéticalezamiana lo que importa no es la sintaxis imponenteque vincule, en una estructura lógica, lasdenominaciones, ni las palabras mismas funcionancomo vínculos «confiables» entre las cosas de unasupuesta realidad indiscutible y la expresión poética,sino que el poeta cubano se interesa, por así decirlo,en un lírico Big Bang de las palabras, a partir del cualpueda el hombre asomarse a un cosmos transfigurado:se inicia aquí la fascinación de la onda expansiva, queaños más tarde retomará, en El siglo de las luces, AlejoCarpentier, con su leitmotiv del cuadro «Explosión en

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Tres ensayistas sobre el Neobarroco

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una catedral». Para Lezama, Góngora bregagenialmente con la luz (y, por ende, con la sombra ensus más diversos grados y sentidos), para configurarun paisaje nuevo, no ya meramente interior, como enla mística, sino sometido a una dinámica interminablede experiencias del hombre, en sí mismo y fuera desí. Por eso, para él, esta poesía barroca que comenta,constituye un inicio de liberación del verbo poético,en el cual el hombre alcance no una dominaciónracional, sino un esplendor de la sensorialidad máspura, es decir, otra. Así, apunta: «Góngora, sinproponérselo, prepara el esplendor del sentido, laanunciación de lo que ya hay que sacrificar. La fijeza oel tiempo que resisten los objetos ante la luz».8

Lezama sabe plenamente que, en el fondo, no estáhablando sobre Góngora, sino sobre la proyecciónespecífica de su propia obra y su cultura. Por tanto, notarda en abordar el tema subyacente, América,introducido aquí como planteamiento abocetado delproblema que desarrollará luego en su ensayo colosal,La expresión americana. Pero la poesía de Góngora lepermite tocar ya la interrelación entre naturaleza yespíritu que, desde los lejanos tiempos de la Conquistay la Colonia, había ido ganando importancia en lareflexión cultural sobre América, donde, para el ensayista,el colonizador de la época barroca se ve enfrentado ala agonía de construir una nueva conexión entre supropio vivir cultural heredado y «un claro sentidomisterioso del vivir»,9 al que está sometido en el Nuevocontinente. Este español barroco, sometido a un esencialdilema trágico, tiene que acudir a un nuevo nombre, yse llamará criollo.

Años más tarde, en 1957, Lezama publica Laexpresión americana. Si en los ensayos precedentes sobreescritores canónicos del barroco peninsular, había yacomenzado su reflexión sobre él, como parteintegrante de la expresión artística americana, en estegran ensayo ya no necesita concentrarse demasiadoen los referentes españoles. En la primera parte deltexto, reflexiona sobre lo que denomina «Mitos ycansancio clásico». Su visión del mito, emparentada—pero con libérrima manipulación— con las ideasde Curtius, se asienta sobre su convicción de que elcriollo se vio empujado, por su obligada amputaciónde su marco de cultura referencial española, aconstruirse eras imaginarias. El criollo partía de lamemoria en la reconfiguración de una cultura; ahorabien, Lezama apunta que «Recordar es un hecho delespíritu, pero la memoria es un plasma del alma, essiempre creadora, espermática, pues memorizamosdesde la raíz de la especie».10 Así, el hombre de laAmérica mestiza creará imágenes que provienen, enbuena medida, de una evaporación de sus sensaciones,de su experiencia cultural. Ello lo hace sentir, de

continuo, que su propia cultura no es, sino que está enproceso de ser y, además, que proviene decomponentes diversos. En los primeros siglos de laconformación de lo criollo y aun en buena parte delsiglo XIX, estos tendrían sus raíces en mundos enproceso de desplome y evaporación: las culturasprecolombinas, sojuzgadas y detenidas en el tiempo;las culturas peninsulares, identificadas superficialmentecon imperios en decadencia irreparable. Cómoenfrentar un nuevo movimiento de dinámica creación,e incluso de comprensión vivencial, es una tarea quese presenta como un dilema y, por momentos, comoun enigma. Ya Bolívar, al hablar de que loshispanoamericanos éramos un pequeño génerohumano —lo que implicaba entonces una tarea tandescomunal como la de configurar la humanidad—,ya José Martí, al escribir en su ensayo fundamental,«Nuestra América», que los pueblos americanos reciéna fines del siglo XIX empezaban a levantarse y apreguntarse «¿Cómo somos?», estaban aludiendoexplícitamente a este problema, que Lezama describede la manera siguiente:

He ahí el germen del complejo terrible del americano: creerque su expresión no es forma alcanzada, sinoproblematismo, cosa a resolver. Sudoroso e inhibido portan presuntuosos complejos, busca en la autoctonía el lujoque se le negaba, y acorralado entre esa pequeñez y elespejismo de las realizaciones europeas, revisa sus datos,pero ha olvidado lo esencial, que el plasmo de suautoctonía, es tierra igual que la de Europa. Y que las agujaspara el rayo de nuestros palacios, se hacen de síntesis, comola de los artesanos occidentales, y que hincan, como el fervorde aquellos hombres, las espaldas de un celeste animal,igualmente desconocido y extraño. Lo único que crea culturaes el paisaje y eso lo tenemos de maestra monstruosidad,sin que nos recorra el cansancio de los crepúsculos críticos.11

Pero el paisaje no es meramente el de la naturaleza,pues ya había advertido Lezama en su ensayo sobreGóngora que el hombre necesita proyectarse tambiénhacia la creación de su espacio imaginario, conformadopor el infinito acervo de valores, los cuales en Américase multiplican por el indetenible trasvasamientointercultural. No se trata de una simple acumulaciónpasiva de elementos, sino de una transformación quela comunidad de idioma no alcanza a revelar:

La gana española que pasa a nosotros como desgana, faltade rechazo y aproximación. La gana española es unamanifestación de signo negativo, no tener ganas en elespañol es apertrecharse para una resistencia si alguienpretende sacarlo de sus apetencias. En el desgano americanohay como un vivir satisfecho en la lejanía, en la ausencia, enel frío estelar ganando las distancias dominadas por elimpersonal rey del abeto [...] Es muy significativo que tantolos que hacen crónicas sin letras, un Bernal Díaz del Castillo,como los misioneros latinizados y apegados a las sutilezasteologales, escriben en prosa de primitivo que recibe eldictado del paisaje, las sorpresas del animal si descubierto,

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Luis Álvarez Álvarez

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acorralado. Se percibe en las primeras teogonías americanas,aun en los cantos guerreros, un no resuelto, un quedarseextasiado ante las nuevas apariciones de las nubes. Es muycurioso que en las tribus precortesianas hay elconvencimiento de que alguien va a venir, se está en laespera de la nueva aparición. Sin embargo, en los cronistasel asombro está dictado por la misma naturaleza, por unpaisaje que ansioso de su expresión se vuelca sobre elperplejo misionero, sobre el asombrado estudiante enquien la aventura rompió el buen final del diploma deletras.12

Para Lezama, pues, la conquista del espacio propio,exterior e interior, es una condicionante dinámica delbarroco americano. Por eso el ensayista la denomina«la curiosidad barroca», para él vigente siempre en lacultura del Nuevo continente. En el capítulo así mismodenominado, Lezama alude a que el descrédito críticoque el barroco europeo sufrió durante el siglo XIX,dificultó mucho la autoconciencia de unaactitud —esa curiosidad— barroca en la culturahispanoamericana. Su visión, entonces, del Barrocose orienta a precisar tanto su pervivencia como sumuscular dinamismo:

Nuestra apreciación del barroco americano estará destinadaa precisar: primero, hay una tensión en el barroco; segundo,un plutonismo, fuego originario que rompe los fragmentosy los unifica; tercero, no es un estilo degenerescente, sinoplenario, que en España y en la América española representaadquisiciones de lenguaje, tal vez únicas en el mundo,muebles para la vivienda, formas de vida y de curiosidad,misticismo que se ciñe a nuevos módulos para la plegaria,maneras del saboreo y del tratamiento de los manjares,que exhalan un vivir completo, refinado y misterioso,teocrático y ensimismado, errante en la forma yarraigadísimo en sus esencias.13

En suma, para Lezama, el Barroco fue, aunque enun sentido diferente por completo al sentido de la frasede Weisbach, «un arte de la contraconquista».14 Si elbarroco europeo, en una zona fundamental de sutrayectoria, fue un arte de la Contrarreforma, lacontraconquista a la que alude Lezama es totalmentediferente y, por lo demás, una idea que arranca, enrealidad, con José Martí. En efecto, tal como él loconcebía, la América hispánica para llegar a ser, tieneque ser conquistada de nuevo; pero no por una invasiónexterna, sino por los propios hispanoamericanos que,en su época —y, por cierto, en buena medida también

en el presente— viven en fundamental ajenidad en supropia tierra. En su ensayo «Nuestra América», Martíexpresó: «Lo que quede de aldea en América ha dedespertar. Estos tiempos no son para acostarse con elpañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada,como los varones de Juan de Castellanos: las armasdel juicio, que vencen a las otras».15 Es significativo queel gran americano que fuera Martí nos ponga comoejemplo, justamente, a los infatigables conquistadoresespañoles de América, cantados por Castellanos en susElegías de varones ilustres; su paralelo no se refiere sino alesfuerzo, a la valentía, a la indomable decisión deconquistar un mundo para su propio señorío.

Para Lezama, el Barroco es la expresión artísticade una autoconciencia en América, un instrumentosingular para la «contraconquista», es decir, laconstitución cabal de una independencia y una culturahispanoamericanas. Esta concepción suya se asienta, yes importante subrayarlo, sobre los incontables puntosde contacto en el manejo de las formas, en el horrorvacui, entre las artes que confluyen en el barrocoamericano: «Vemos así que el señor barrocoamericano, a quien hemos llamado auténtico primerinstalado en lo nuestro, participa, vigila y cuida las dosgrandes síntesis que están en la raíz del barrocoamericano: la hispanoincaica y la hispanonegroide».16

Lezama enarbola, hasta la desmesura misma, dosfiguras canónicas: la del indio Kondori, renovadorde formas y estructuras a partir de herencias incaicas,y la del prodigioso escultor mulato Aleijadinho, comosímbolo de la gradual y dramática asunción de unbarroco específicamente americano, que Lezamadefine de una manera sustancialmente viva,penetradora de la reconfiguración del Barroco en unsentido nuevo:

La espuma del tuétano quevediano y el oro principal deGóngora, se amigaban bien por tierras nuestras, porquemientras en España las dos gárgolas mayores venían reciasde la tradición humanista, en América gastaban como untejido pinturero, avispón del domingo que despuésprecisamos aumentando y nimbando en la alabanzaprincipal.17

Así, Lezama subraya la importancia del Barrococomo arte ya específicamente hispanoamericano, basey resultado de una transculturación de la que depende

La profunda transculturación hispanoamericana haconducido a una carnavalización intensa, pues se hanproducido, y continúan apareciendo, inversiones socializadasde valores culturales, aprovechadas, de manera evidente osubrepticia, en la maquinaria cultural del Continente.

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el perfil de las culturas de Hispanoamérica. Como élmismo sugería al comentar entrañablemente la poesíade Góngora, su aproximación ensayística al Barrocoes sobre todo vivencial, pero eso mismo le permitióuna percepción sumamente sensorial y dinámica de loque, con toda razón, había percibido, sin adentrarseconceptualmente en él, como un dilema, solo podíaser resuelto trascendiendo lo estrictamente estético paraalcanzar venas maestras de la reflexión sobre la cultura.

Mestizaje y descentramiento: visióncarpenteriana del barroco americano

Mientras Lezama se regodea en la visiónsimultáneamente fragmentada y unitiva de los objetosde un paisaje ambivalente de violenta naturalezadesplegada y de dramática soledad y extrañamientointerior del ser, el tema del Barroco como perspectivaartística resulta un pivote cardinal en la ensayística deAlejo Carpentier.

La perspectiva de Lezama se concentraba ante todoen percibir unidades principales de la creación barrocaamericana, desde la individuación del objeto por la luz,la interculturación estilística y la refuncionalización delBarroco como medio de contraconquista. Lezama, sinembargo, no se interesó por conceptualizar lapervivencia barroca en las artes de América en elsiglo XX. Sí percibió el fenómeno, como se evidenciaen sus consideraciones sobre el estilo barroco en unpintor cubano contemporáneo como Mariano,18 perono ahondó en esta cuestión, más imantado, desde luego,por la lujosa estilización neobarroca sobre la cual selevantan tanto su poesía como su narrativa.

Alejo Carpentier coincide con su contemporáneoen el interés por la sobrevivencia barroca en América,pero su mirada de ensayista se orienta hacia ángulosdiferentes, marcados sobre todo por su perspectivade narrador. Como Lezama, Carpentier rechaza lavisión que del barroco impuso la sensibilidad y, sobretodo, la teoría del arte en el siglo XIX. Sin embargo, loasume ante todo como «una constante humana». En suensayo fundamental sobre el tema, «Lo barroco y loreal maravilloso» (1975), se evidencia una noción que,en lo superficial, se aparta polarmente de la lezamiana.Una reflexión mínima permite comprender que, porel contrario, hay una concordancia centelleante entreambos. Véase lo que comenta Carpentier:

Tenemos, en cambio, el barroco, constante del espíritu,que se caracteriza por el horror al vacío, a la superficiedesnuda, a la armonía lineal-geométrica, estilo donde entorno al eje central —no siempre manifiesto ni aparente—(en la Santa Teresa de Bernini es muy difícil determinar lapresencia de un eje central) se multiplican lo que podríamosllamar los «núcleos proliferantes», es decir, elementos

decorativos que llenan totalmente el espacio ocupado porla construcción, las paredes, todo el espacio disponiblearquitectónicamente, con motivos que están dotados deuna expansión propia y lanzan, proyectan las formas conuna fuerza expansiva hacia fuera y va rompiendo, en ciertomodo, sus propios márgenes; un ejemplo típico del barrocolo tenemos en la Catedral de San Pedro de Bernini, en SanPedro de Roma. Cada vez que he visto esa explosión deformas, esa explosión de volutas, esa suerte de luminariaestática que surge del suelo, que parece romper el marcoque la envuelve, pienso en unos cuadros de Chirico en quehabía unos soles enjaulados, unos soles metidos en jaulas.Para mí, la Catedral de San Pedro de Bernini es eso: un solenjaulado, un sol que hace estallar, por su expansión, lascolumnas compuestas que lo circunscriben y pretendendelimitarlo.19

Para Carpentier lo que define una actitud barrocaes, ante todo, el tratamiento del espacio, mientras quepara Lezama lo barroco estaba determinado por la«iluminación» de los objetos, por la desarticulación deestos en una dimensión no limitada. Carpentier piensano en los objetos mismos, sino en su sustento espacial.Pero ambos coinciden: conciben el Barroco como unadeslumbradora agresión de la luz, que diluye los límitesy, por tanto, trastrueca la organización de los objetosen el espacio. Lezama mira el resultado del proceso, seconcentra en los entes que quedan librados a su propiacalidad expresiva, como poeta que escucha cada vocabloen sí mismo; Carpentier observa el proceso mismo deexpansión, el forcejeo titánico con la espacialidad.

Más categórico en esto que Lezama, Carpentier pasarevista a las diversas manifestaciones culturales del horrorvacui, para encontrar que el estallido de los límites esuniversal y transhistórico, con lo cual ya no está hablandode una actitud estética, sino de una visión del mundo.En esa concentración en la explosión misma, causadapor las fuerzas centrífugas, por la visualización ambigua,asume que la América hispánica es, per se, asiento naturaldel Barroco; pues, sin duda, es el ámbito de las másviolentas y duraderas transculturaciones que lahumanidad ha podido presenciar en su evoluciónhistórica:

¿Y por qué es América Latina la tierra de elección del barroco?Porque toda simbiosis, todo mestizaje, engendra unbarroquismo. El barroquismo americano se acrece con lacriolledad, con el sentido del criollo, con la conciencia quecobra el hombre americano, sea hijo de blanco venido deEuropa, sea hijo de negro africano, sea hijo de indio nacidoen el continente [...] la conciencia de ser otra cosa, de ser unacosa nueva, de ser una simbiosis, de ser un criollo; y elespíritu criollo de por sí es un espíritu barroco.20

Es aquí donde se aprecia una diferencia esencial entreLezama y Carpentier. Pues este, al subrayar no solo laespacialidad de la perspectiva barroca, sino su esencialdescentralización, desemboca directamente en elproblema de la transculturación, que Lezama habíaintuido, pero que Carpentier evidencia con una mayor

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nitidez. La imposibilidad de centrar una cultura en unasraíces únicas, su tendencia inevitable al equilibrioinarmónico, que solo puede ser reparado por laacumulación incansable no ya específicamente deobjetos —todos pertenecientes, por demás, a unaespacialidad abierta—, sino también de calidades,conduce a la imposibilidad de trazar una sintaxisestrictamente lineal, como la persiguió inútilmente laEscuela de Port-Royal —contemporánea del Barrocohistórico— y obliga a enfrentarse a un monstruopluridimensional o, en último caso, a soñarlo. En talsentido, la América hispánica se habría adelantado, ensiglos tal vez, a Europa en cuanto a construir,difusamente, un nuevo espacio cultural en el cualconverjan de todos los puntos cardinales, de todos losestratos históricos, palabras y cosas, imágenes y sustratostanto racionales como irracionales. En el intercambioentre Europa y el resto del planeta, Europa ha seguidotratando de conservar un perfil cultural básico, mientrasque América hispánica, hasta el presente, sigue siendoun espacio abierto —por su voluntad, pero también aveces contra ella— a los procesos interculturales, másacusados desde un primer instante del choque deculturas iniciado en 1492. Carpentier intuye estaprofunda diferencia, y por eso escribe con orgullo:

Hay una carta famosa de Goethe en la vejez, escrita a unamigo, describiéndole un lugar donde él piensa edificaruna casa cerca de Weimar, y dice: «Qué dicha vivir en estospaíses, donde la naturaleza ha sido domada ya parasiempre». No hubiera podido escribir eso en América,donde nuestra naturaleza es indómita, como nuestrahistoria.21

En esta frase todavía hay la experiencia estricta delhombre de la modernidad, para quien la cultura era oun instrumento de dominación de la naturaleza (comoen el pensamiento de Claude Lévi-Strauss), o unamaquinaria de ordenación cibernética (como en laSumma Technologiae de Stanislas Lem). Carpentier seacerca al barroco americano desde una perspectiva quese expresa con énfasis en lo comprensivo, en lacaptación intuitiva de conjunto, cuyo resultado sea unconocimiento sintético. Cualquier cultura puedeexperimentar la obsesión del horror vacui, pues el Barrocosería una constante humana. En América hispánica, deacuerdo con la reflexión carpenteriana somosesencialmente barrocos; por tanto, para nosotros no setrataría de una potencialidad, sino de una condicionante.Entre estas dos nociones se percibe algo esencialmenteantibarroco en la perspectiva carpenteriana, es decir,un vacío. ¿Está la Europa actual ajena al barroquismo eimposibilitada de él? La reflexión contemporánea sobreel Neobarroco como reciclaje que permite renovar yexperimentar con las formas artísticas, comomodalidad de la tradición de rupturas, que ha venido

caracterizando al arte desde sus enigmáticos orígenes,se presentaría como un factor más de diferenciaciónentre el barroco europeo, en sus modalidades, pretéritaso contemporáneas, y su realidad hispanoamericana.

La visión carpenteriana sobre el Barroco estáimpulsada sobre todo por la urgencia de definir esaexpresión hispanoamericana sobre la cual meditóigualmente Lezama. Es posible considerar que nosubyace en ella ninguna falacia eurocentrista; cuanto másse advierte una absolutización. Su énfasis en defender,contra los agonizantes criterios décimonónicosdevaluadores del Barroco, una perspectiva mucho máslibre, está afincada en aspectos concretos del arte y laliteratura hispanoamericana. Pero también en lacomprensión carpenteriana de este tema se percibe unaesencial diferencia de actitud en relación con lasrevaluaciones europeas en cuanto a un Neobarrococomo instrumento de redinamización artística. Comoha señalado Irlemar Chiampi, basada en PierreCharpentrat:

Las controversias de antaño —y de por lo menos hasta losaños 50— parecen haber sido superadas hoy con la nuevasuerte que la postmodernidad le ha reservado al Barroco.Cansada esa perla irregular de tan largo ostracismo, surenacimiento en los años 60 fue celebrado como un«espejismo», pero también con una evaluación hartorazonable: la función del Barroco era la de desempeñar elpapel de anticlasicismo que el Romanticismo ya no eracapaz de representar en nuestro universo cultural.22

[...] Como no se trata ahora de comprobar ningún «triunfo»del barroco tras su larga hibernación por obra de laeconomía funcionalista del arte moderno, las revisioneseuropeas nos revelan, a veces, interesantes estrategias parasalvar, con el Barroco, una modernidad estética en agonía.23

Las reflexiones sobre el neobarroco europeo seorientan a producir un reciclaje que permita validarnuevamente «las lecciones de representación paroxística,de artificio, de teatralización y de sobrecodificación»;24

en el pensamiento carpenteriano se presentan comouna búsqueda de reafirmación de la expresiónhispanoamericana, afán en el cual vuelve a encontrarse,una vez más, la función delineadora de la identidadcultural que Lezama había percibido en el barrocoamericano propiamente «histórico» de los siglos XVII yXVIII. Carpentier, lejos de procurar un reciclaje, lo quehace es —por cierto, de forma inconsciente— ratificarla función ya histórica de ese modo de expresión cultural.Es en esto donde Carpentier no solamente coincidecon el pensamiento lezamiano, sino que lo confirma ydesarrolla en un tipo de discurso que Lezama nohubiera construido. Entre los dos, por tanto, subrayanque el Barroco se asocia históricamente con la evoluciónde la cultura hispanoamericana y es base (aunque,según ya se comentó, no necesariamente obligatoriay única) de mucho de la expresión hispanoamericana

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en las artes, la literatura y la cultura, en su sentidoprofundo y palpitante.

Diálogo y espacio en el barroco americano:Severo Sarduy

Otro gran ensayista del Barroco y el Neobarrocoha sido Severo Sarduy; pero su diferencia con Lezamay Carpentier es esencial: tomando pie y arranque en lasrealidades culturales que contextualizan el arte barroco—ya europeo, ya hispanoamericano—, Sarduy haconstruido un discurso teórico de firme acabadoconceptual, donde la reflexión semiótica, y culturológicaen general, se mantiene en primer plano por encima dela vivencia del poeta o el entusiasmo del narrador.Como Lezama y, más aún, como Carpentier, Sarduyasume el artificio barroco como inseparable de la lengualiteraria en español. En acotación a su obra teatral Laplaya, consigna: «He tratado de significar este universocon el mínimo de elementos: un vocabulario reducido,repetitivo, “vaciado”. El Barroco es la tendencia naturaldel español. Vaciar la frase es postular, otra vez, laliteratura como artificio».25

Si Lezama y Carpentier habían tomado, como puntode referencia ocasional y epidérmico, el barroco histórico,Sarduy procede de una manera muy diferente: su visiónno es ni vivencial ni sintética, sino esencialmenteculturológica, explicativa, cultural en un sentido amplio,que incluye y valora el componente de la ciencia quecoexiste con el Barroco histórico. Si, como Carpentier,comprende que el Barroco se relaciona intensamente conuna concepción del espacio, percibe con nitidez que, entanto arte, no es la única reflexión humana sobre estetema, en los siglos XVI y XVII. La astronomía, que emergiócon fuerza especial entre las germinales ciencias humanas,se lanzaba entonces a definir, a la vez, el espacio de laTierra y el del Cosmos. Sarduy considera que los hallazgosastronómicos interactúan con la actitud estética y, engeneral, gnoseológica:

La reforma copernicana y la sumisión del espacio a la leytermina con esta concepción de la Tierra como extensiónpropicia a lo casual, a lo discretamente irracional. El planetadejará de ser un escenario borroso que duplica sin acierto alceleste, ámbito del fenómeno opacado, cubierto —comoel cielo se cubre—; al mismo tiempo que postula sumarginalidad, el Cosmos copernicano, heliocéntrico, afirmasu autonomía: no refleja ningún exterior, no es una región;lo que en él ocurre no es una repetición degradada. Ningunaesfera ideal lo modela.La retombée de este gesto epistémico —su preparaciónmediata, su etiología inconexa— está, rigurosa isomorfía,en la transformación radical de sentido que tiene lugar en elespacio urbano y notablemente en el discurso que lo enunciay así lo objetiva.26

De ese modo, su visión de la perspectiva barrocaadquiere una dimensión más ancha, a la vez culturológicay noética. En tal sentido, se produce un desarrolloimportante respecto del pensamiento de Lezama yCarpentier, y no solamente porque la teorización delBarroco encuentra en Sarduy un espacio más dilatadode meditación. Por una parte, suscribe igualmente la—por así llamarla— vocación barroca y neobarrocade la América hispánica; de modo semejante, lastransculturaciones del Continente también sonconsideradas terreno especialmente fecundante para laaventura barroca de la cultura hispanoamericana. Ahorabien, Sarduy cala más hondo, tanto por su interésobsesivo en explicar la curiosidad barroca que Lezamahabía vivenciado poéticamente, como por su utilizacióninteligente de una serie de teorías que, en la segundamitad del siglo XX, adquieren un enorme prestigio yfuncionalización en la reflexión sobre la cultura. No sedetiene, por tanto, en la epidermis del mestizaje, sinose proyecta hacia un sustrato cultural que Carpentierhabía intuido, pero no teorizado: la profundatransculturación hispanoamericana ha conducido a unacarnavalización intensa, pues se han producido, ycontinúan apareciendo, inversiones socializadas devalores culturales, aprovechadas, de manera evidente osubrepticia, en la maquinaria cultural del Continente. Aello añade una percepción eminente del dialogismo; esdecir, de la peculiaridad hispanoamericana mediante lacual se intensifican, de manera imprevisible, los crucesde códigos —las transcodificaciones—, la hiperteliasemiótica. Más allá de la novela, espacio dialógicofavorito de Bajtín, en nuestra América se construye unámbito destinado a una multiplicidad de dialogismos(lingüísticos, míticos, rituales, arquitectónicos, culinarios,etc.). Todo eso llegó, incluso, al paroxismo del diálogoimposible, de la autonomía nómica del mensaje escrito,de manera que que, como expusiera Martin Lienhaarden La palabra y su huella, el proceso de la Conquistaresultase acompañado por una desmesura de la palabra,y en particular de la escritura, de manera que un puñadode españoles pusiera pie en la Tierra Descubierta y,minuciosamente, uno de ellos leyese el acta de fundaciónde una ciudad inexistente ante otro puñado de indígenasque, siendo ágrafos, no percibían sino un diálogoenigmático entre un hombre y un pliego misterioso.

Sarduy percibía, pues, en la aventura astronómica yen la aventura estética de la época barroca, una verdaderaepopeya cosmológica:

Espacio del dialogismo, de la polifonía, de la carnavalización,de la parodia y la intertextualidad, lo barroco se presentaría,pues, como una red de conexiones, de sucesivas filigranas,cuya expresión gráfica no sería lineal, bidimensional, plana,sino en volumen, espacial y dinámica. En la carnavalizacióndel barroco se inserta, trazo específico, la mezcla de géneros,

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la intrusión de un tipo de discurso en otro —carta en unrelato, diálogos en esas cartas, etc.—, es decir, comoapuntaba Bakhtine, que la palabra barroca no es solo loque figura, sino también lo que es figurado, que esta es elmaterial de la literatura. Afrontado a los lenguajesentrecruzados de América —a los códigos del saberprecolombino—, el español —los códigos de la culturaeuropea— se encontró duplicado, reflejado en otrasorganizaciones, en otros discursos. Aun después deanularlos, de someterlos, de ellos sobrevivieron ciertoselementos que el lenguaje español hizo coincidir con loscorrespondientes a él; el proceso de sinonimización, normalen todos los idiomas, se vio acelerado ante la necesidad deuniformar, al nivel de la cadena significante, la vastedaddisparatada de los nombres. 27

Si Lezama y Carpentier encararon el Barroco históricode manera que su imagen sirviese como fundamentacióny nutrimento de la cultura hispanoamericana, SeveroSarduy, colocado más cerca que ellos —y no se tratameramente de un caso de ubicación geográfica, sino,sobre todo, intelectual— del puente conector entre lareflexión hispanoamericana y la euroamericana, anticipatambién, en esa década de los 70 en que apenascomenzaba a discutirse el asunto, la reflexión sobre lacrisis de la cultura moderna. Su pensamiento sobre elBarroco histórico, tanto europeo como hispanoamericano,se proyecta inconscientemente a preparar el camino, yainminente, al debate sobre la posmodernidad. IrlemarChiampi comenta: «Artificio y metalenguaje,enunciación paródica y autoparódica, hipérbole de supropia estructuración, apoteosis de la forma e irrisiónde ella, la propuesta de Sarduy —sobra decirlo—selecciona entre los rasgos que marcaron el Barrocohistórico los que permiten deducir una perspectiva críticade lo moderno».28

Es interesante notar que los tres ensayistas, Lezama,Carpentier y Sarduy, merecen la sospecha de ser, enefecto, lecturas interesadas del Barroco histórico que,más allá de la enunciada aspiración a vivenciar, intuir,explicar culturalmente América, procuran —al finy al cabo con pleno derecho— aventurar unautorreconocimiento de los modos peculiares de sucreación artística. Pero es aquí donde radica una de lasaristas más significativas de sus ensayos sobre el tema:ya se ha visto cómo coinciden en la médula profundaque reconocen en el Neobarroco, en su percepciónamericana. Ahora bien, sus estilos personales de creaciónliteraria difieren notablemente entre sí, y, sin embargo,concuerda cada uno con la imagen que del Neobarrocohan formulado. Hay que reconocer, entonces, que sonflechas diferentes, pero el arco es el mismo. De hecho,incluso, puede verse cómo cada uno, sin proponérselotal vez, ha ahondado en senderos que alguno de losotros dejó sin hollar. Así, por ejemplo, Sarduy especificade manera más insistente que Lezama y Carpentier, larelación entre Hispanoamérica y el Barroco, puesto que

adelanta una explicación asentada en su propósitoculturológico de ancho aliento y, al hacerloimplícitamente, subraya la cuestión, común a los tres,de la interrelación entre el exceso y el vacío, entre elhorror vacui y el mero juego despojado de solemnessignificaciones referenciales, la agresión continua allenguaje y la ambición de establecer una gramática:

El Barroco, sobreabundancia, cornucopia rebosante,prodigalidad y derroche —de allí la resistencia moral queha suscitado en ciertas culturas de la economía y la mesura,como la francesa—, irrisión de toda funcionalidad, detoda sobriedad, es también la solución a esa saturaciónverbal, al trop plein de la palabra, a la abundancia de lonombrante con relación a lo nombrado, a lo enumerable,al desbordamiento de las palabras sobre las cosas. De allítambién su mecanismo de la perífrasis, de la digresión yel desvío, de la duplicación y hasta de la tautología. Verbo,formas malgastadas, lenguaje que, por demasiadoabundante, no designa ya cosas, sino otros designantesde cosas, significantes que envuelven otros significantesen un mecanismo de significación que terminadesignándose a sí mismo, mostrando su propia gramática,los modelos de esa gramática y su generación en el universode las palabras. Variaciones, modulaciones de un modeloque la totalidad de la obra corona y destrona, enseña,deforma, duplica, invierte, desnuda o sobrecarga hastallenar todo el vacío, todo el espacio —infinito—disponible. Lenguaje que habla del lenguaje, lasuperabundancia barroca es generada por el suplementosinonímico, por el «doblaje» inicial, por el desbordamientode los signficantes que la obra, que la ópera barrocacataloga.29

Así pues, estos ensayistas cubanos no han apuntadoa un blanco imaginario. Al concentrar su especulacióny su talento en el tema, han sido esencialmenteneobarrocos, y no ya por sus modos de lenguaje, sinopor la hipertelia estremecida con que, volando más alláde la meditación estética, alcanzó cada uno a flechar elcentro movedizo y fulgurante de la culturahispanoamericana.

Notas

1. Irlemar Chiampi, «La literatura neobarroca ante la crisis de lomoderno», Criterios. Revista de Teoría de la Literatura y las Artes,Estética y Culturología, cuarta época, n. 32, La Habana, julio-diciembrede 1994, p. 171.

2. Véase José Martí, «El Centenario de Calderón», Obras completas,t. 15, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 119-20.

3. De alguna manera, se advierte aquí un modo de intertextualidadposmoderna, tal como lo observa el investigador croata Pavao Pavlicicen su trabajo «La intertextualidad moderna y postmoderna», Criterios,n. 30, La Habana, julio-diciembre de 1991, p. 68.

4. José Lezama Lima, «Sierpe de don Luis de Góngora», Confluencias.Selección de ensayos, Letras Cubanas, La Habana, 1988, p. 69.

5. Ibídem, pp. 70-1.

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6. Ibídem, p. 70.

7. Ibídem, p. 72.

8. Ibídem.

9. Ibídem, p. 82.

10. José Lezama Lima: «La expresión americana», Confluencias...,p. 219.

11. Ibídem, p. 221.

12. Ibídem, p. 226.

13. Ibídem, p. 229.

14. Ibídem, p. 230.

15. José Martí, «Nuestra América», Obras completas, t. 6, p. 15.

16. José Lezama Lima, «La expresión americana», ob. cit., p. 245.

17. Ibídem, p. 264.

18. Véase José Lezama Lima, La visualidad infinita, Letras Cubanas,La Habana, 1994.

19. Alejo Carpentier, «Lo barroco y lo real maravilloso», Ensayos,Letras Cubanas, La Habana, 1984, p. 112.

20. Ibídem, p. 119. © , 2003.

21. Ibídem, p. 123.

22. Pierre Charpentrat, Le mirage baroque, Minuit, París, 1967,p. 123.

23. Irlemar Chiampi, ob cit., p. 172.

24. Ibídem, p. 173.

25. Severo Sarduy, «La playa», Obra completa. Edición crítica (GustavoGuerrero y François Wahl, coords.), t. II, ALLCA XX, Madrid,1999, p. 1010.

26. Severo Sarduy, «Barroco», Obra completa, p. 1212.

27. Severo Sarduy, «El barroco y el neobarroco», Obra completa,t. II, p. 1395-6.

28. Irlemar Chiampi, ob. cit., p. 177.

29. Severo Sarduy, ob. cit., p. 1396.

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Nara Araújo

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no. 32: 48-58, enero-marzo de 2003.

Nara AraújoNara AraújoNara AraújoNara AraújoNara Araújo

Zonas de contacto:Zonas de contacto:Zonas de contacto:Zonas de contacto:Zonas de contacto:narradoras en la Islanarradoras en la Islanarradoras en la Islanarradoras en la Islanarradoras en la Isla

y en la diásporay en la diásporay en la diásporay en la diásporay en la diáspora

The diaspora consists of diverse types, butall types share one characteristic; and that is

a tie —fragile in some cases, butdetectable— to Cuba. [...] The Island is a

presence, a topic, a constant. [...] Hate it orlove it, but acknowledge it. Name it.

Elías Miguel Muñoz

En las últimas décadas del siglo XX, en el contextode una mayor visibilidad a nivel mundial de la

narrativa escrita por mujeres, se inserta la producciónde escritoras vinculadas a la mayor de las Antillas, yasea por ser oriundas de esa isla, o porque su imaginarioconlleva un diálogo (implícito o explícito) con laprimigenia matriz cultural. Es sintomático que, en losaños 80, tanto en la crítica académica —en los EstadosUnidos como en Cuba—, comienza una tematizaciónsistemática sobre la escritura de mujeres.

En las antologías publicadas en los Estados Unidos,entre los 80 y los 90, algunas escritoras de ascendenciacubana aparecían dentro de la clasificación general deescritores cubanos en los Estados Unidos, latinos,hispánicos, cubanoamericanos o cubano-americanos.1

Pero Eliana Rivero, ella misma una cubanadesterritorializada y académica en el Norte, habíallamado la atención, en 1989, sobre la necesidad deestudiar de manera específica la escritura de las mujeres,agrupadas bajo la denominación de escritoras cubanasen los Estados Unidos, dando cuenta, sin embargo, desu tránsito de «inmigrantes a étnicas».2 En 1984, LuisaCampuzano, en un simposio en La Habana, llamaba laatención sobre el estado de la narrativa escrita pormujeres en la Isla, con lo cual sentaba las bases para eldesarrollo de una crítica literaria feminista en el país, alhablar en su ponencia «sobre una carencia».3

El punto de intersección entre las escrituras deaquellas narradoras de la diáspora cubana en los EstadosUnidos y las residentes en la Isla se hace firme en dosantologías, Bridges to Cuba/Puentes a Cuba (1995) yEstatuas de sal. Cuentistas cubanas contemporáneas (1996).4

En la primera, se incluían textos de escritores yescritoras de «dentro y de afuera», pero sobre todo,Ruth Behar se preguntaba en su prólogo si la identidadnacional es primariamente un problema identitariomasculino, de qué manera las cubanas de ambos ladosse escribirían a sí mismas en la historia.5 Y en el

Profesora y ensayista.

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Zonas de contacto: narradoras en la Isla y en la diáspora

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prefacio de Cubana. Contemporary Fiction by Cuban Women(edición abreviada en inglés de Estatuas de sal...),6 MirtaYáñez considera la escritura de aquellas residentes en Cubao de las que llevan a Cuba como «equipaje», dentro de lacorriente actual de la literatura cubana, a reserva de lasdiferencias del español y el inglés, pues Yáñez privilegiala «perspectiva femenina» de estos textos.7

El presente estudio8 se inscribe en esas coordenadas(Rivero-Behar/Campuzano-Yáñez), con el objetivo dellevar a cabo un acercamiento a la narrativa de cubanasen los Estados Unidos y/o «cubanamericanas»9 y a lade aquellas residentes en la Isla, tanto para incorporar,como propone Ambrosio Fornet, la «producciónsimbólica de la diáspora al horizonte de expectativasde nuestras reflexiones críticas, es decir a la corrienteinterna de la literatura cubana»10 —propósito que elsagaz ensayista y crítico cubano (siempre à la page oavant la lettre), llevara a cabo con sus conocidos dossiersen La Gaceta de Cuba—, como para interrogarse sobreel género como una categoría que une en la diferencia.

Más una posición que una esencia

En una anterior aproximación a textos de ElianaRivero, Cristina García y Achy Obejas,11 me ocupabade la etnicidad, pero apuntaba ciertos rasgos que ahoraresumo: la condición fronteriza de estos textos. En elpoema de Rivero «North from the River, SouthInside»,12 el dualismo cultural, la ambivalencia tantotemática como en su disposición tipográfica, la tendenciamás a la diferencia que a la identidad; en Dreaming inCuban, de García,13 el punto de vista equidistante tantohacia los personajes como hacia la identidad, la posiciónpolítica y la ideológica, y en We Came All the Way fromCuba so You Could Dress Like This?, de Obejas,14 la miradahumorística que erosiona tanto los clichés del mundoindustrializado como el ser esencial/nacional, con unamirada dual —en este caso, la del humor— que puedeilustrar ese «estar en el medio» del(la) migrantepermanente, que para Homi Bhabha es «el ojo másverdadero».15

En sus discursos, el género actúa determinando laconstrucción de una genealogía femenina, el predominiode lo privado sobre lo público y el pensar la nación entérminos de identidad, discurso político e historia,nostalgia y memoria, en relación con lo privado, lopersonal. En cuanto a la narrativa de las escritorascubanas insulares, consideraba entonces que algunas secolocaban en posiciones fronterizas de un discursounificador de la identidad, la homogeneidad y unidad,tanto de la historia como de sus héroes, apelando másbien a narrativas de lo privado, a microrrelatos en elborde de un discurso público de la nación (masculina).16

El género permite ciertas analogías entre textosproducidos en contextos económicos, políticos,ideológicos y culturales disímiles, de manera que, comoha señalado Ileana Rodríguez en su estudio sobreespacio, género y etnicidad en literaturas poscolonialesy latinoamericanas de mujeres, estas escrituras se inclinana conectar el espacio y el tiempo con lo personal eíntimo, y las experiencias afectivas.17 De la propuestatranscultural de Ileana Rodríguez, interesa que el corpusque estudia esté compuesto por novelas escritas enespañol o en inglés; lo cual, en principio, aumenta aúnmás sus diferencias.

No me refiero por tanto a una «comunidadimaginada»,18 a esa «especie de conciencia moral»,19 o ala «comunidad espiritual», que acepta Fornetsubrayando, con razón, su carácter contradictorio porel insoslayable diferendo político del caso cubano,20 sinoa construcciones discursivas más relacionadas con unaposicionalidad genérica que con una esencialidad étnica.El género entonces no sería una instancia de análisissupeditada solo a la pertenencia de las escritoras acomunidades particulares, «homogéneas» oheterogéneas, sino igualmente a la producción yreproducción de las diferencias que el género sexualdetermina, en un «contacto entre grupos unidos en suseparación».21

Aldea global y fronteras

En las últimas décadas del siglo pasado se agudizóla crisis de los metarrelatos y las hegemonías, y aumentóla presencia de los sujetos marginales. Ladesestabilización del nexo centro-periferia, junto ala agonía del sujeto universal —que condujo luego a lamuerte de la muerte del sujeto—, y las migracionesconstantes, se inscribieron en la globalización delmercado, de los artefactos culturales y mensajes, asícomo en el cuestionamiento de la correspondencia entrela cultura y el concepto de Estado-nación. Lasustitución de la «metafísica de la presencia» (Derridadixit), por las políticas de la identidad, y la movilizacióndel eje individuo-lenguaje-comunidad han influido enlos estudios literarios, ampliados por los culturales yposcoloniales (los estudios gay y lésbicos, chicanos,latinos, afroamericanos, aborígenes), que son evidenciade la crisis del concepto de una cultura común, y deuna interconexión cada vez mayor entre literatura yfilosofía, antropología e historia, sociología y psicología.

Frente al tradicional ordenamiento de la textualidadde acuerdo con comunidades lingüísticas, se haextendido considerar el desorden de las localidadesproducido por los procesos de diáspora. Frente alcriterio de que la patria está en el lenguaje y de que el

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material lingüístico define la nacionalidad de un texto,se puede pensar que aun en otra lengua un texto puedereclamar su inscripción en un conjunto que excedefronteras territoriales y culturales, al tiempo que puedeentrar o no en las redes mayoritarias del mercado, ladistribución y la circulación.22

Como explica Anderson, el lenguaje describe a lanación con el vocabulario del parentesco o delhogar;23 por ello, en este proceso acentuado dedesterritorialización y reterritorialización se haincrementado la circulación conflictiva y el reciclaje detérminos como patria y pueblo, hogar, exilio yemigración, cultura nacional y comunidadesinterpretativas. En este contexto se coloca una parte dela problemática de la literatura cubana, pues como otrosconglomerados humanos y países pertenecientes a laperiferia latinoamericana, la Isla ha visto unadiversificación y extensión rizomática de los lugares deenunciación que —incluyéndola— tematizan su matrizcultural, convirtiéndola en material artístico.24

La necesidad, que la crítica insular cubana ha hechoexplícita desde los años 90, de incorporar la producciónde la diáspora, aun en sus diferentes matices —exilio/emigración, inglés/español—, evidencia los cambiosque el proceso de desterritorialización ha traído para lacultura insular cubana, arraigada en un unitario proyectode nación que parte de la defensa de sus límitesterritoriales frente a la hostilidad del vecino del Norte,pero que ha reconocido el peso de una produccióncultural fuera de sus fronteras.25 Producción que, en elcaso de los Estados Unidos, está cada vez más enrelación con la presencia de población cubana en esepaís, pues de acuerdo con estudios demográficos, siguesiendo mayoritariamente nacida en Cuba debido a lasnuevas migraciones y a la baja natalidad de los de origencubano que viven en los Estados Unidos.26

En ese reconocimiento, la Isla trasciende sus propioslímites, se transforma, al multiplicarse, y la «nación comonarración» —estrategias textuales, desplazamientosmetafóricos, subtextos, estratagemas figurativas27—,que tiene en la cultura su posición más productiva, vecómo su supremacía cultural se complejiza, pues laenunciación del saber sobre la cultura nacional nuncaes estable, sino contemporánea con el acto de suenunciación.28

En este contexto, una «perspectiva de contacto»,29

funcionaría para el estudio de la narrativa decubanamericanas y de cubanas insulares, al descartar lahomología de una persona-una lengua-una comunidad,y al pensar incluso más que en un bilingüismo, en unplurilingüismo cultural (Eduardo Manet escribe susnovelas en francés). En lo que a la literatura cubanamericanase refiere, esta óptica permitiría ver la dinámica de esaescritura no tanto dentro de comunidades o identidades

específicas, sino más bien como «subjetividadesmúltiples»,30 en sitios de frontera. La frontera, no comootra expresión de la indeterminación posmoderna, alo Derrida/parergon, o Baudrillard/simulacro,31 sinocomo espacios en los cuales se establece una interacciónsostenida con la cultura dominante; no como diferenciasinasibles, sino como zonas de resistencia,32 localidadespermeables,33 y de tensión espacio-temporal,34 fronterassociales de producción creativa cultural.35

De esa manera, habría que entender también surelación con ciertos paradigmas de la cultura de origeno incluso su deseo de inscripción en un registro culturalpolivalente. Al estudiarla más allá de las expectativas dela comunidad puede entonces ser colocada en unanálisis comparativo con la escritura de la Isla que, porsu parte, no es monolítica, ni está encerrada en uncompartimiento estanco, y puede dialogar con lonacional y lo local, desde una posición también debordes y frontera, aun cuando no hay una identidad«étnica» minoritaria que defender.

Sin obviar las marcas respectivas en cuanto a lasmaneras de establecer el diálogo con la localidad, seplantea el estudio de la narrativa de escritorascubanamericanas y cubanas insulares, teniendo en cuentala multiplicidad de posiciones del sujeto —raza,generación y ubicación, lo institucional, lo geopolítico yla orientación sexual—, sin que la marca lingüística —eneste caso el inglés— sea una condición sine qua non.

Como explica Stuart Hall, las identidades culturalesson los puntos de identificación —los inestables puntosde identificación o sutura— que se hacen en losdiscursos acerca de la historia y la cultura. No son unaesencia, sino un posicionamiento.36 Estas escrituraspueden participar entonces de ejes diferentes —laliteratura estadounidense, en inglés, una; la literaturacubana, en español, otra; y, sin embargo, establecerzonas de contacto por su posicionamiento, que las unenen su separación. Y participar en otro eje, el de la relaciónde las Américas, Norte/Sur, implícito en la oposicióninglés/español, que se inscribe en un campo mayor decomparatismo, como el que establece Pérez Firmat.37

Si se piensa, con Julia Kristeva,38 que la singularidadde la mujer, su representación como fragmentación yderiva, producen un distanciamiento que desmitifica lacomunidad del lenguaje como herramienta universal yunificadora, como algo que totaliza e iguala, lasnarrativas de cubanamericanas y cubanas podríanestar movilizando, desde el género, algunos principiostotalizadores. Los sitios de frontera estaríanmultiplicados entre el inglés y el español, entre lasdiferentes generaciones, entre lo privado y lo público,lo marginal y lo oficial, y entre los sexos —homoerotismoy bisexualismo—, la frontera entonces no como unazona de indeterminación, sino como una práctica de larepresentación artística.

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Zonas de contacto: narradoras en la Isla y en la diáspora

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Pertenecientes a una unión en la separación, estasnarrativas pueden responder a formas de cruce culturalque van más allá de límites territoriales. Esta sería unade las maneras en que tiene lugar el proceso deredefinición de las bases del comparatismo cultural (losconceptos de culturas nacionales homogéneas, latrasmisión consensual de tradiciones históricas, o lascomunidades étnicas orgánicas), al que ha aludidoBhabha.39

Los problemas de estas escrituras en «zonas decontacto»,40 en la unión de su separación, se formularíanen lo relativo a la textualización de los espacios, a laconstrucción del imaginario en las que no pierdensu asiento territorial, y en aquellas que sede(trans)territorializan.41 Para las que viven en losEstados Unidos, detrás del mar está Cuba, para lasque están en la Isla, detrás del mar, está el mar, queconecta y (a)ísla. Se trataría entonces de responder laspreguntas sobre la relación con la localidad —nación ymemoria, historia y héroes, paisaje y territorio—,intentando colocar las categorizaciones de literatura deexilio, literatura étnica y literatura nacional fuera deparadigmas esencialistas.

El intento de estudiar textos de escritoras que resideny escriben en los Estados Unidos y en Cuba, en inglés yen español, pretende colocarse en esa perspectiva quetrasciende lo territorial; en este caso, por el género. Auncuando se tiene en cuenta la evolución a la que aludeRivero,42 de cubana a cubanamericana, incluyendo a unageneración puente, que pasa del español al inglés, y delparadigma exílico a la pérdida de un centro identitario(proceso en que se insertan algunas de las narradorasque aquí se estudian), interesa en esta ocasión colocarlassobre todo en su relación con narradoras que viven yescriben en Cuba. En vez del arco descrito por Rivero,que va de Mireya Robles a Achy Obejas, este recorridova de la narrativa de Achy Obejas (1953) a la de EnaLucía Portela (1972).

Esta comparación no ignora distincionesfuncionales, pues no es lo mismo lo que se producecon conciencia bicultural, que aquello que se escribe enla matriz de la cultura nacional, locus por antonomasia,aunque esté dislocado y fragmentado, como tantos

otros, por los fenómenos del exilio y la inmigración,de la diáspora.

Tampoco desatiende la voluntad de contacto de lanarrativa que, desde la Isla, participa de circuitosinternacionales de mercado, distribución y circulación,junto a una tradicional tendencia de la cultura isleña—ese impulso de superar «la maldita circunstancia delagua por todas partes»—, a estar en diálogo creadorcon los modelos o corrientes literarios vigentes.

Cuerpo social y cuerpo sexual

Desde el libro de relatos We Came All the Way fromCuba so You Could Dress Like This?, por sus asuntos—marginalidad, frontera generacional, SIDA,homosexualismo, bisexualismo, multietnias—, y sumanera transgresora de tratarlos, Achy Obejas aparecíacomo una escritora interesada en una movilización deciertos paradigmas, y en la indagación de las fronterasde la identidad étnica, racial y sexual.

La protagonista innombrada del cuento que datítulo a —y cierra— la colección, se enfrenta alconservadurismo familiar, y se interroga sobre elvínculo entre su identidad sexual y el curso de su vida,pues de no haberse ido de Cuba, ¿quiénes hubieransido sus amantes, hombre o mujer? La preguntarelacionada con el desplazamiento territorial —el cuerposocial—, se coloca en el campo de lo individual: el cuerposexual.

En su primera novela, Memory Mambo,43 Juani, laprotagonista, narra el acontecer en el medio familiar.Exiliados por motivos políticos (y por el deseo de sumadre de blanquearse yendo hacia el Norte), no sonadinerados, pero poseen una lavandería en el barriolatino de la multicultural Chicago. En este espaciounitario de la familia, hay una fragmentación: la de lasrelaciones entre sus miembros, la de la construccióndisociada y mítica sobre el invento del padre de unacinta magnética (supuestamente robado por la CIA), yla de la memoria de Juani.

La desazón y el descentramiento de la protagonista,sus vicisitudes sentimentales, su relación y violentaruptura con Gina (la independentista puertorriqueña),

La necesidad, que la crítica insular cubana ha hechoexplícita desde los años 90, de incorporar la producción dela diáspora, aun en sus diferentes matices —exilio/emigración, inglés/español—, evidencia los cambios que elproceso de desterritorialización ha traído para la culturainsular cubana.

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su ambivalencia con Jimmy, el esposo de su prima,machista abominable que le despierta sentimientosconfusos, de atracción-rechazo (le ayuda a ocultar lagolpiza que Juani le propinara a Gina, y protagonizauna escena de abuso sexual a su sobrinita), el vínculolejano con la prima lesbiana de Cuba, se inscriben enun ejercicio en que se trata de develar la memoria. Losconflictos individuales se narran en el contexto de unahistoria de familia; madre, padre y hermanos, primas ytíos que representan modelos de mujeres: víctima,liberada, prejuiciada, y de hombres: idealistas omachistas deleznables.

Ningún modelo masculino queda en pie, tampocola relación con alguna mujer, y el erotismo lésbicoexplícito parece no ser tanto materia para tematizar oestilizar por una estrategia radical y militante; sino másbien, parte de la exploración de la protagonista de unerotismo que entra sin prejuicios en la escritura y en latrama.

La ambivalencia de Juani, su relación con Gina, suatracción culposa por Jimmy, posición en el borde, esespejo de su postura frente a lo político. Juani se colocaentre los extremos del radicalismo de Gina y los delconservadurismo de su familia, y en cuanto a susexualidad, aun cuando sus relaciones sean básicamentehomosexuales, oscila entre el cuerpo femenino y elmasculino, como si el cuerpo erótico fuera el espejodel cuerpo político, o a la inversa. En la ficción se haceevidente que «la sexualidad humana es emblemática dela interrelación entre lo material y lo discursivo».44

Lo étnico de esta novela está en esa diferenciacultural de los personajes, en el uso de palabras enespañol (para las cuales el lector no bilingüe puedecontar con un glosario al final). Y está en el título, quese conecta por la alusión a lo tópico (el ritmo), con elde la novela de Oscar Hijuelos, The Mambo Kings PlaySongs of Love,45 pero cuya vecindad con la palabramemoria enfatiza el lado de recuperación de laexperiencia vivida, como un vaivén musical, al tiempoque puede ser respuesta a una estrategia del mercado(sin llegar a los excesos de la novela de Hijuelos).

Sin embargo, más allá de la construcción de ununiverso marcado por lo «cubano», por lo que hace alos personajes trasplantados seres en tránsito, en estetexto hay una postura crítica de la memoria familiar entanto «ficción o delirio colectivo».46 La protagonista—que abandona su país natal a una edad en la quesolo pudo conservar fragmentos de colores y palabrasdispersas, y lo que ha podido reunir ha sido fraguadopor el fervor, la malicia y la nostalgia de otros—, sepregunta sobre lo que sabe, a quién cree, y a quiénpuede creer.47

Aquí lo que importa es la exploración personal eíntima de Juani, su búsqueda del ser y de la verdad.

Como afirma Eliana Rivero, la iconoclasia de Obejasdesborda las fronteras de los imaginarios cubano-latinounidenses y, aunque su reconstitución de la historianacional diaspórica se inserta en la literatura cubana«ex(tra)insular», en su obra otras visiones y otros modosde ser cuestionan los órdenes canónicos de la nacionalidady la sexualidad.48

En una estructura lineal y concéntrica, de retornoal punto de partida, en la que presente, pasado y futuroparecen simultáneos, la relación con Gina, los relatossobre los primos, son historias en sí mismas, y lamanera eficaz de romper el círculo vicioso, el vacío yla desesperanza de la protagonista —quien se sientecomo un gran hueco negro, como la boca de unalavadora industrial al que todo el mundo tira su ropasucia—, es el eco de Cuba, de esa prima que,finalmente, Juani decide ir a visitar, para «pertenecer ypara huir».49

Un punto culminante en la trayectoria que se iniciacon el viaje a los Estados Unidos y su adaptación alnuevo país de la protagonista niña/adolescente/joven,y rebelde, de We Came..., y pasa por la vivencia comoemigrada de la joven Juani, en la transcultural MemoryMambo, es la experiencia de la adulta Alejandra,protagonista de origen hebreo-cubano de la segundanovela de Obejas, Days of Awe,50 quien, en la historia,viaja desde Chicago en dos ocasiones (1987 y 1997) aCuba. Es el mismo personaje, y al mismo tiempo sonvarios, pero las constantes serían el eje Cuba-EstadosUnidos-Cuba, la estructura familiar como centro ypivote de la acción, y la actitud indagatoria sobre elentorno y sobre sí misma.

En esta segunda novela de Obejas, la complejidadde la sintaxis discursiva se aviene con la densidadtemática. La inclusión de los acontecimientos en Cuba,antes de y durante la revolución del 59, a finales delos años 80 y la década de los 90 (procesos judicialesdel 89, caída del Muro de Berlín, crisis de los balseros),alternados con los pasajes que tienen lugar en Miamiy en Chicago, las cartas desde Cuba de Moisés (elamigo judío de su padre), y las referencias a la historiade los judíos en España y en Cuba (que se remonta ala España de la Inquisición y a La Habana del sigloXVII), produce una ampliación de escenarios para unabúsqueda que, sin embargo, se mantiene: la del ser yla verdad.

Alejandra va a Cuba sin mucho entusiasmo, peroen su contacto con la Isla podrá completar la historia desu familia, el criptojudaísmo de su padre, y la vida de unpaís de donde ha estado ausente más de veinte años yel cual se le ofrece con sus virtudes y defectos. Tantoella como su padre son traductores, y esta profesión esmetáfora del problema de la traducibilidad de lasculturas, de la capacidad para trasladar esencias y

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matices. El juego que la autora/narradora sostiene conla equivalencia de las palabras en inglés y español (sky/cielo, heaven/?; I love you/ te quiero-te amo), pone entexto el conflicto del biculturalismo y bilingüismo, y delas limitaciones de una y otra lengua. Al incorporar a latrama las interrogantes sobre la naturaleza dellenguaje, Obejas trasciende el uso de las palabras enespañol —que en sus otros textos (y en otros textoscubanoamericanos) dan representación al cambio decódigo y sus implicaciones, así como colorido local ala anécdota—, para profundizar en el problema de la(in)traducibilidad y sus consecuencias.

El sustrato temático de la filiación hebrea en unafamilia española que luego se traslada a Cuba, es cajade resonancia para la historia de la protagonista y sufamilia: el exilio, la adaptación, el imposible regreso a lamítica Israel (Cuba), pues se han adaptado a su nuevavida en Babilonia (los Estados Unidos). La alternanciade viñetas que no siguen un orden lineal y cronológico,sino que se articulan en un vaivén, del presente alpretérito y al antepretérito, se corresponde con losvaivenes de la protagonista, que oscila ante los enigmasde sí misma y de su propia familia. Más interesada enel árbol genealógico del padre que en el de la madre—de quien destaca sus creencias sincréticas, su mezclaracial, su hibridación—, Alejandra busca el origen, quees la búsqueda del padre y del Nombre-del-Padre,donde hay espacios en blanco, tanto en lo literal comoen lo simbólico (el padre siempre es un personaje fuertey decisivo en la narrativa de Obejas).

Esa indagación va más allá del estrecho grupofamiliar, para incorporar a los antecesores paternos, enuna exploración que combina lo étnico (lo cubano/loamericano), con las creencias religiosas/culturales (locatólico/lo judío), y que contrasta la experiencia dejudíos que se han ido de Cuba y la de aquellos que,como Moisés, han permanecido y son revolucionaros.Ambivalente, su bisexualidad pareciera estar en diálogocon la posición de frontera de la protagonista, enrelación con su propio ser como transterrada.

Como en Memory Mambo, etnicidad y sexualidad seentremezclan. Si en la primera novela de Obejas la críticaha destacado con razón la importancia, para este cruce,de la escena en la cual Juani golpea brutalmente a Gina,precisamente porque su amante tiene una identidadnacional definida y ella está en un vacío;51 en Days ofAwe habría que destacar el pasaje en el cual Alejandracomprueba que en su relación con Leni, de ascendenciajudía, ella representa las virtudes y defectos del(la) latinlover, que sus respectivos biotipos las ayudan operjudican, a causa de los esquemas raciales y étnicosprevalecientes, y finalmente que, aun cuando compartenel sentimiento de pertenecer a minorías, Alejandra

envidia a su amante la «inevitabilidad» de su judaísmo,pues ella se siente como un espacio en blanco, sinconexión con la historia, «bloodless» [sin sangre]. Eljudaísmo brinda una densidad, un peso específico,comprende más tarde Alejandra.

En otro pasaje, en un breve fragmento de menosde una página, el comienzo y el final establecen estecruce de sexualidad y etnicidad. Si al inicio a la pregunta—quién soy—, la protagonista responde —unaextraña—, para discurrir luego sobre las ascendenciasmaterna y paterna que la definen, al final concluye quefrente a la soledad de su imagen desnuda ante el espejolo sabe todo y lo ignora todo, y entonces, en la últimafrase, se interroga, quién verá su belleza desnuda, quiénla amará. Y en otro fragmento, breve y reflexivo, evocacómo, cuando nada en el mar, al salir tersa como unarecién nacida, su primera visión siempre es la de Cuba.El agua la remite a su país, agua primigenia en lo literaly lo metafórico.

El cuerpo mismo de Alejandra está implicado enuna definición de identidad nacional. Ella evoca losvínculos entre el agua que rodea a su país y a su ciudadnatal, y el agua que su madre expulsa al romperse lafuente cuando ella nace, ¡un primero de enero de 1959!Esta circunstancia es incambiable, el vínculo entre elagua de la fuente y el agua que rodea a la isla. Su cuerpoentonces está marcado por la matriz y por la tierra,por lo femenino en sus vínculos con la nación.

La imagen en la portada de Days of Awe, en la cual,al final de una calle habanera —con bandera cubana enel balcón y un automóvil «americano» de los 50—, unamujer está frente al mar, aun cuando puede apelar a laexpectativa de un mercado ávido de cosas «cubanas»(en tiempos del Buena Vista Social Club), al mismotiempo está colocando juntas marcas de identidadnacional y de lo femenino.

Es sintomático que en el último capítulo de la novelacoexistan dos pasajes: el primero, la llegada de Alejandra,de casi cuarenta años, al departamento de Celina, lajoven de veinticuatro, con quien al parecer sostiene unarelación amorosa. Diez años atrás, Alejandra había vistocómo Orlando besaba el sexo de Celina, y sus ojosvoyeurs coincidieron entonces con los de la niña decatorce años. El segundo, aquel en el cual Alejandraecha al mar, en el Malecón habanero, las cenizas de supadre, cumpliendo su última voluntad, mientraspronuncia una ofrenda hebrea que lo conectaba parasiempre con el mar. En el texto se unen así el cuerpo yla nación.

En la segunda novela de Obejas se cumple unavoluntad de ir más allá de la etnicidad y del lesbianismo,con lo cual se confirma la observación de Rivero,52 enel sentido de que su narrativa habría que colocarla fuera

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de los marcos de una literatura «lésbica»,53 pues el asunto dela identidad sexual de sus protagonistas, bisexuales,parece más bien estar aludiendo a una posición defrontera, y a una metáfora de su identidad nacional, entránsito.

De la misma manera, no debe colocarse la narrativade Ena Lucía Portela, la escritora cubana residente enla Isla, en los marcos de una literatura lésbica, porquesus textos, como los de Obejas, rebasan los estereotiposde la literatura gay.54 Los personajes de Portela, hombresy mujeres, heterosexuales, homosexuales y bisexuales,viven su sexualidad en un mundo imaginario en el cualabunda la violencia, y el cuerpo es una de las zonaspara ejercerla.

A diferencia de los textos de Obejas —dondepredominan el realismo, una lectura en primer gradode los sucesos que marcan la vida de los personajes,una voluntad de ubicar en el tiempo y el espacio laanécdota, con una construcción de la localidad queconlleva el fenómeno de la desterritorialización—, enlos de Portela predominan espacios crípticos,simbólicos, una lectura en segundo grado, y unaaproximación oblicua a los referentes locales.

Es notable que la construcción de la diferencia seexprese también en un texto de Portela, «Una extrañaentre las piedras», que cierra y le da título a su libro derelatos55 (título que proviene del poema «Para AnaVelford», de la emblemática Lourdes Casal), cuyaprotagonista es una escritora de origen cubano,emigrada a los Estados Unidos, que después de malasexperiencias con una amante militantemente feminista,encuentra por fin un lugar junto a una obreradominicana, que muere. La cercanía de esta trama conel universo descrito por los textos de Obejas es singular,así como la voluntad descriptiva del entorno (NuevaYork), mucho más visible que La Habana de otrostextos de Portela.

En aquellos en que la acción ocurre en la Isla, lasreferencias a lugares reconocibles son indicadoresbrumosos, y los escenarios, espacios generalmentecerrados en lo literal y en lo simbólico. Los personajesviven en un mundo propio, de espaldas al entorno, yen esa experiencia lo que predomina son las relacionesinterpersonales, la representación de lo perverso y lomonstruoso, que se desautomatizan por el tono en quese narra, y las vecindades con sustratos cultos, que llegana producir sorpresa o hilaridad. No es una estética delmal, pero el mal es material literario, aprovechable.

A diferencia del lirismo y la sensualidad transparentede la prosa de Obejas, la de Portela es densa, tejida decitas y alusiones, y con sintaxis compleja. Pero eltratamiento de asuntos escabrosos, teratológicosy escatológicos —crímenes, masturbaciones yexhibicionismo, voyeurismo, sadomasoquismo e incesto,

violaciones, crueldad y perversiones—, y elcuestionamiento de ciertos paradigmas —el feminismomilitante y la «literatura femenina», el hombre nuevo,los maestros y profesores, la enseñanza, la crítica literaria,ciertos intelectuales nacionales—, colocan sus textos enel borde, para establecer su diferencia y su poética.

Una de las zonas donde Portela instrumenta lamovilización de ciertos modelos es la de lo masculino ylo femenino. Sus personajes participan de ceremoniasy rituales donde el sexo constituye una zonafundamental del ser, aun cuando no esté asociado conel amor y el placer. La bisexualidad es recurrente, quizásporque en ella lo masculino y lo femenino seintercambian, se traslapan, atraviesan fronteras. Enalgunos de sus relatos y en su primera novela, El pájaro:pincel y tinta china,56 el carácter proteico de las relacionessexuales, la multiformidad de los intercambios formanparte de un universo en que los personajes se entregana la indagación de sus cuerpos.

Una marca singular en este camino es la construcciónen su segunda novela, La sombra del caminante,57 tantode personajes bisexuales como de un protagonista«dúplex», que a veces es hombre y otras mujer, yninguno(a) sabe de la existencia del(la) otro(a). Auncuando en aclaración metatextual, la voz narradoraadvierte que no es el caso de Orlando, se advierte undiálogo implícito con la androginia del personaje deVirginia Woolf, y de Frau Mann, en la novela Nightwood,de Djuna Barnes.58

Como en «La metamorfosis», El barón rampante, oEl tambor de hojalata, quien lee debe aceptar la«excepcionalidad» del protagonista, cláusula del pactode lectura; y la escena inicial de la novela, como unaviolación plausible de la lógica, o como un acto delocura, otra violación. Y fuera de todo prurito realista,la «inverosimilitud» se tematiza cuando en nota al pie,la autora pone en evidencia ciertos anacronismos de lahistoria contada, a los cuales se podrían añadir otros (eldiscurso sobre el hombre nuevo en Cuba no secorresponde con el fin del milenio, por ejemplo).

En la escena inicial, en el campo de tiro de laUniversidad habanera, donde se entrena un grupo deestudiantes, «proyectos de ciudadanos prósperos, felicesy muy patrióticos, futuros hombres nuevos», LorenzoLafita y Graciela Mayo, de diecinueve años, ambos hijosdel mismo padre (cuyo apellido es diferente según elcaso), son seres independientes entre sí, y cometen undoble asesinato. A partir de esta situación delirante, decrimen injustificado, a la Mersault, quien lee espera laconsecuencia de lo que sigue a este acto gratuito.

Pero el curso de la anécdota, como en otros textosde Portela, se hace lento y sinuoso. En los capítulossiguientes la trama da a conocer los antecedentes deestos protagonistas, sus vivencias negativas en la escuela,

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la distancia que los separa de un padre ex militar y ahoraempresario de una corporación, enunciador deconsignas y de la retórica de una patria «dura», y de unafrívola madrastra; las referencias a episodios en clínicaspsiquiátricas, y la amistad con Hojo, cínico intelectualque hace del escarnio ajeno una profesión en una revistaliteraria.

En un recorrido que alterna el presente, posterior alcrimen —una función de cine silente en la Cinemateca,donde alguien busca desesperadamente a Emilio U.—,con el pasado —la coincidencia amatoria durante unapagón en el cine La Rampa, entre el joven Hojo y eladolescente Lorenzo, y entre ese mismo Hojo y laadolescente Graciela—, la anécdota retoma su curso,que es el vagar por La Habana. En casa de Hojo, duranteuna semana, primero Lorenzo y luego Graciela, esperancon ansias insatisfechas aparecer en el noticiero; luego,al salir a la calle, encuentran a personajes esperpénticosde La Habana profunda, underground, del último añodel milenio: «La Persona que Busca» que en el cinellamaba a Emilio U. (escritor, asesino y objeto de deseo,en la novela anterior de Portela), y finalmente, Aimée,la «negrita», prostituta y drogadicta, que conduce aLorenzo a la muerte.

Este recorrido, que trata de escapar a la linealidad,está trenzado con anécdotas interpoladas, múltiples citasy alusiones a lo culto y lo popular, lo erudito y locoloquial, y referencias a la propia obra de Portela. Lanovela que, en La sombra del caminante, Emilio U. escribeen París, es esta misma novela, y por eso, en una puestaen abismo, él anticipa el personaje de Aimée (anunciadovarias veces a lo largo del relato por el narrador, que esy no es Emilio U.). Y en la habitación desordenada deHojo puede encontrarse la novela La sombra del caminante,de Emilio U.

El sustrato temático es la violencia, de ahí el juegoespecular con la película «snuff», y con el violador deniñitas, que acapara la atención del Noticiero Nacionalde TV, y con quien Lorenzo/Graciela quiere compartirla soledad y la fuga. La maldad y la perversión, el crimeny la crueldad humana —la de Lorenzo y Graciela, peroigualmente la de sus padres desafectos, la de suscompañeros y compañeras de escuela y tantos más—,constituyen el escenario donde se desenvuelve estahistoria de locura y muerte, de violencia permanente(¿e inmanente?) entre los seres humanos.

Todo es cuestionado: familia, maestros,representantes de los cuerpos armados, las noticias («elnoticiero del ñame»), las amistades, escritores, así comoel discurso retórico sobre la nación. La búsqueda del(la)protagonista no deja de ser una de identidad, pero eneste caso, no se trata de encontrar una memoria perdida,de recomponer una vivencia anterior, de recuperar loque en algún momento se perdió al dejar Cuba,

recomponiendo las partes de esa escena primigenia,donde se define el ser y cuyo sitio vital es la familia,como en la narrativa de Obejas.

En la de Portela, la familia no es asidero, sino todolo contrario («su familia, tan deplorable y calamitosacomo todas las familias»). Sus personajes se venenfrentados a su destino, en soledad, y en sus desvaríoscrueles, más que victimarios, parecieran víctimas queclaman por un auténtico afecto. El acto de Lorenzo/Graciela es una venganza, pero también un desafío yuna llamada de atención a los otros, al tiempo quemarca una extrañeza que proviene de la diferencia queexperimenta el protagonista. De ahí ese deseo de saliren el noticiero de TV, en los periódicos, de llamar laatención del Ojo.

La prueba —¿acto de locura o locura del acto?—,no cumple su cometido, sino encuentra un efectocontrario, no llama la atención y desgasta a «nuestrohéroe», quien finalmente encuentra la muerte comoresultado oblicuo de otra venganza. Si hay moraleja—una inquietud ética alimenta en sordina la narrativade Portela—, es que el mal no trae felicidad, el crimenno paga, y estos personajes sufren por su incapacidadde participar de la «mayoría», de ser «iguales», auncuando la pregunta de si la igualdad supone la felicidad,parece tener respuesta negativa. Los «dislates» de laanécdota, su desarrollo en zigzag, las historiasinterpoladas (la película de Pierrot, la escena en un barneoyorkino, la representación de Otelo en Alquízar), lavida de Emilio U. en París, las variaciones de unnarrador en frontera, en tercera persona (omnisciente,equisciente e insuficiente), que se alterna con un narradoren primera, se aviene con la desestabilización que eltexto produce en lo ideotemático.

El motivo que desencadena la acción es perpetradopor este personaje dúplex, de subjetividades múltiples.A la búsqueda afirmativa mediante este Acto, se añadela coexistencia, y al mismo tiempo la separación, de unprotagonista hombre y otro mujer, pues «el cuerpo estanto realidad como representación —y la diferenciaentre los cuerpos es igualmente real y un efecto de larepresentación que la reconoce como una diferencia».59

Si el(la) protagonista se coloca en los márgenes delo convencional, si su locura es hipérbole de suextrañamiento del medio social, de su distanciageneracional, a esto contribuye la condición dehomosexual de Lorenzo, y la de «blanquita», de Graciela.Lo sexual y lo racial son dos marcadores que diferenciany (a)íslan. Y para completar la marca de lo racial, Aiméeviene a representar la otra cara de la moneda, de aquellaque resiente la apelación despectiva a las de su raza,por sus vivencias anteriores.

Esa extrañeza se eleva al contexto nacional, puesLorenzo/Graciela se coloca en los márgenes de la

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nación, concebida como retórica de la patria, comoconsigna, como chovinismo, como exaltación delheroísmo («del léxico moralizante y batallador que hacela retórica de la patria dura»), como esencia del SerNacional («la cubanidad es amor»), o como idilio paraturistas, de ese tropical sunshine, en realidad agobio de lazona tórrida, donde la apetencia de creernos (ser) lomáximo (en alusión al estribillo de Manolín, el Médicode la Salsa), contrasta irónicamente con lo que paraLorenzo/Graciela es la existencia en una Isla endiablada,«que es su propio confín».

Esta historia «inverosímil», «no realista» (¿nuevorealismo?) parece alertar contra los excesos de unaideología cosificada, del machismo, el sexismo, lahomofobia y el racismo. De los peligros de noreconocer al otro, de no tolerar la diferencia, manerasde aislar y concitar el mal y la perversidad. Narradadesde un borde, desde una frontera, desde el punto devista de los marginales, de aquellos que no participande la mayoría —siendo «niñito(a)s de su casa»—, alertasobre la violencia, combinando «el cetro partido dela tragedia, con el gorro de cascabeles de la comedia».

El sexo lo atraviesa todo y es el eje de la accióncomo opuesto y al mismo tiempo compañero de lamuerte, el otro eje. En un pasaje «jovial», se inmiscuyeen la política:

A lo lejos, donde la linterna, un tumulto despotricabacontra la Cinemateca, el proyeccionista, la vieja, Tarkovski,el gobierno, la Isla endiablada. Alguien profería unablasfemia horrorosa, otros le hacían coro, gritaban abajoesto y arriba aquello otro y mi mano acariciaba las teticas.60

Con lo cual la política pierde toda connotaciónsevera, en vecindad con el sexo explícito. Y un sentidodiferente, por jovial, al que la intersección entresexualidad y etnicidad puede encontrar en la narrativade Obejas, marcada por la gravedad.

La alternancia de sexo y política, sexo y violencia,sexo y crimen, se organiza alrededor de la sexualidadque atraviesa de lo masculino a lo femenino y viceversa.Si Hojo y Aimée son bisexuales, Lorenzo, unhomosexual que odia a las mujeres, será seducido porAimée; y Graciela, la heterosexual promiscua (a la cualen realidad no le gusta el sexo del hombre), tambiénes seducida por Aimée, joven de tendencia suicida,traumatizada por el recuerdo de una violaciónmúltiple.

El capítulo final de la novela, bien construido porla confluencia de las voces, la alternancia de Lorenzo yGraciela en brazos de Aimée, el crescendo dramático y eldesenlace inesperado de la anécdota, es la culminaciónde ese cruce, de la eliminación de los límites y lasfronteras. La coexistencia de la «blanquita» y la «negrita»,y las apetencias y resistencias que se derivan, enfrenta losexual con lo racial, en ese uso tan cubano del diminutivo

(en este caso no afectivo, sino peyorativo). Despuésdel sexo, vendrá la muerte, su fiel compañera.

Una zona de contacto

A reserva de sus especificidades, las narrativas deObejas y Portela participan de una zona de contacto,como espacio de resistencia a convenciones y principiostotalizadores. Esta zona de tensión espacio-temporales una frontera de producción creativa, donde laescritura sirve para movilizar paradigmas en lo relativoa la identidad, lo étnico y/o lo racial, la sexualidad, lafamilia y la nación.

La familia puede ser pivote o cerco asfixiante, o noser. La nación puede ser rescatada, desacralizada orefundada. La madre puede ser afirmada o negada. Elheroísmo puede ser cuestionado, renovado o cancelado.En la vida privada pueden articularse nuevas relaciones,donde entran la política y la raza. El cuerpo es territoriode placer o de violencia, o de ambos. La sexualidad eseje fundamental para la identidad. Lo masculino y lofemenino se oponen o se complementan, se atraviesanmutuamente, se traslapan, coexisten. Los roles de géneroson puestos en evidencia, y subvertidos. Y lo local está(sobre)determinado por la vida personal.

La alternancia espacio-temporal, de lo literal y losimbólico, el quiebre del orden lógico, la discontinuidaddiscursiva, la fragmentación, la irrupción de la culturade masas, las búsquedas escriturarias, el trabajo con ellenguaje, la narración y las formas elocutivas, están enfunción de lo ideotemático. Estas son narrativas deruptura en las que un posicionamiento desde el género(implícito o explícito) las une en la separación queimplica los puntos de vista, los lugares de enunciación,marcados por la territorialidad; pero, sobre todo, porlas vivencias de los respectivos contextos y los cuerpos:el cuerpo social y el individual, y sus zonas de contacto.

Notas

1. Véase Leonardo Fernández-Marcané, comp., Veinte cuentistascubanos, Universal, Miami, 1978; Silvia Burunat y Ofelia García,comp., Veinte años de literatura cubanoamericana. Antología 1962-1982,Bilingual Press/Editorial Bilingüe, Binghamton, 1988; CarolinaHospital, ed., Cuban American Writers. Los Atrevidos, Linden LanePress, Princeton, 1988; Silvio Torres Saillant, ed., Hispanic InmigrantWriters and the Family, Ollantay, Nueva York, 1989; JulioHernández-Miyares, ed., Narrativa y libertad. Cuentos cubanos de ladiáspora, Universal, Miami, 1996; Delia Poey y Virgil Suárez,eds., Iguana Dreams. New Latino Fictions, Harper and Collins, NuevaYork, 1992, Delia Poey y Virgil Suárez, eds., Little Havana Blues.A Cuban-American Literature Anthology, Arte Público Press,Houston, 1996; Carolina Hospital y Jorge Cantera, eds., A Centuryof Cuban Writers in Florida: Selected Prose and Poetry, PineapplePress, Sarasota, 1996; Roberta Fernández, ed., In Other Worlds.

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Zonas de contacto: narradoras en la Isla y en la diáspora

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Literature by Latinas of the United States, Arte Público Press,Houston, 1994.

2. Ver el germinal ensayo de Eliana Rivero, «From Inmigrants toEthnics: Cuban Women Writers in the U. S.», Breaking Boundaries.Latina Writing and Critical Readings , The University ofMassachusetts Press, Amherst, 1989, pp. 189-200 —agradezco aEliana Rivero el envío de publicaciones y manuscritos inéditos, ysu ayuda como fuente de consulta. Y, de Lourdes Gil, «Tierra sinnosotras», Encuentro de la Cultura Cubana, n. 6-8, Madrid,primavera-verano de 1998, pp. 166-171; de Uva de Aragón,«Apuntes para un estudio de la literatura femenina del exilio».Ponencia presentada en Conferencia del Instituto de EstudiosCubanos, Miami, 1995 —agradezco a Uva de Aragón habermefacilitado su manuscrito y su apoyo.

3. Luisa Campuzano, «La mujer en la narrativa de la Revolución.Ponencia sobre una carencia», Quirón o del ensayo y otros eventos, LetrasCubanas, La Habana, 1988, pp. 66-104.

4. Ruth Behar y Juan León, eds., Bridges to Cuba/Puentes a Cuba, TheUniversity of Michigan Press, Ann Arbor, 1995; Mirtha Yánez yMarilyn Bobes, comp., Estatuas de sal. Cuentistas cubanascontemporáneas, Ediciones Unión, La Habana, 1996.

5. Ruth Behar y Juan León, eds., ob. cit., p. 12.

6. Mirta Yáñez, ed., Cubana. Contemporary Fiction by Cuban Women,Beacon Press, Boston, 1998.

7. Ibídem, pp. 18-9.

8. Este trabajo forma parte de uno mayor, resultado de lainvestigación desarrollada en 1998 en la Universidad Internacionalde la Florida, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller en elInstituto de Estudios Cubanos.

9. Eliana Rivero, «Color(ed) Ambiguities: Theorizing U. S. LatinaConsciousness», LASA, 2000, p. 11.

10. Memorias recobradas. Introducción al discurso literario de la diáspora(selección, prólogo y notas de Ambrosio Fornet), Ediciones Capiro,Santa Clara, 2000, p. 22.

11. Nara Araújo, «Cristina García: Dreaming in Cuban; Achy Obejas:We Came All the Way from Cuba so You Could Dress like This?», RevistaIberoamericana, n. 61, México, DF, enero de 1996, pp. 55-9.

12. Eliana Rivero, «North from the River, South Inside», en BryceMilligan et al., eds., Daughters of the Fifth Sun: A Collection of LatinaFiction and Poetry, Riverhead Books/G. P. Putnam, Nueva York,1995, pp. 242-7.

13. Cristina García, Dreaming in Cuban, Ballantine Books, NuevaYork, 1992.

14. Achy Obejas, We Came All the Way from Cuba so you Could Dresslike This?, Cleis Press Inc., Pittsburgh, 1994.

15. Homi Bhabha, The Location of Culture, Routledge, Londres,1994, p. 5.

16. En la novela La hora de los mameyes (Letras Cubanas, La Habana,1983) de Mirtha Yáñez, cuyo asunto es una revuelta patriótica, elpersonaje fundamental, depositario de la memoria colectiva, es laabuela.

17. Ileana Rodríguez, House, Garden and Nation. Space, Gender andEthnicity in Post-Colonial Latin American Literatures by Women, DukeUniversity Press, Durham/Londres, 1994.

18. Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the Originand Spread of Nationalism, Verso, Londres, 1991.

19. Ernest Renan, «What is a Nation?», en Homi Bhabha, ed.,Nation and Narration, Routledge, Londres, 1990, pp. 19-20.

20. Ambrosio Fornet, «Soñar en cubano, escribir en inglés: unareflexión sobre la tríada lengua-nación-literatura», Temas, n.10, LaHabana, abril-junio de 1997, pp. 4-12.

21. Mary Louise Pratt, «Criticism in the Contact Zone», en StevenM. Bell, Albert H. Le May y Leonard Orr, eds., Critical Theory.Cultural Politics and Latin American Narrative, University of NotreDame Press, Notre Dame, 1993, pp. 83-102.

22. Claudia Ferman, «Transnacionalidad y escritura: literaturaargentina a ambos lados del Atlántico». Ponencia presentada enLASA, 1997.

23. Benedict Anderson, ob. cit., p. 6.

24. Derivo el adjetivo «rizomático» de la metáfora del rizoma talcomo lo piensan Gilles Deleuze y Félix Guattari (Rizoma. Introducción,Pre-Textos, Valencia, 1997, pp. 17-27 y 29, 48, 56-7).

25. En 1993, Ambrosio Fornet inicia en La Gaceta de Cuba lapublicación de textos de la diáspora, una selección de los cualesreúne en Memorias recobradas...; en el año 2001, publica «La diásporacubana y sus contextos (Glosario)» (Casa de las Américas, n. 22, LaHabana, enero-marzo de 2001, pp. 22-9). En 1994, aparece en MadridLa poesía de las dos orillas. Cuba (1929-1993) (León de la Hoz, comp.,Ediciones Libertarias), y en 1993, la antología de cuentos El submarinoamarillo (Leonardo Padura, comp., UNAM, México, DF). VíctorFowler publica en 1996, «Miradas a la identidad en la literatura de ladiáspora» (Temas, n. 6, abril-junio de 1996, pp. 122-32). Por otraparte, Sonia Rivera-Valdés gana en 1997 el Premio extraordinario deliteratura hispana en los Estados Unidos, de Casa de las Américas,con el libro de cuentos Las historias prohibidas de Marta Veneranda(Casa de las Américas, La Habana, 1998); al siguiente año, LourdesTomás Fernández de Castro el de ensayo artístico-literario con Espaciosin fronteras (Casa de las Américas, La Habana, 1999), y Jesús Barquet,el Premio Lourdes Casal de Crítica Literaria de la UNEAC conEscrituras poéticas de una nación: Dulce María Loynaz, Juana Rosa Pita yCarlota Caufield (Ediciones Unión, La Habana, 1999). En 2001, seedita por Letras Cubanas, Como un mensajero tuyo de Mayra Montero;y en 2002, de Mireya Robles, Hagiografía de Narcisa la Bella y de RenéVázquez Díaz, La isla del cundiamor. En La Gaceta de Cuba hanaparecido textos de Roberto González Echevarría, Lourdes Casal,Gustavo Pérez-Firmat, Oscar Hijuelos, Eliana Rivero, José Kozer,Jesús Barquet, Emilio Bejel, Cristina García, Lourdes Gil, Uva deAragón, Lilian Manzor, Elías M. Muñoz, Mayra Montero, MireyaRobles, Omar Torres, Antonio Vera-León, Carlos Victoria, AchyObejas. En 1995, Ruth Bejar publica una selección de autores dedentro y de fuera, Bridges to Cuba, y en 2001, Iván de la Nuez reunióen un volumen de ensayos, Cuba y el día después (Mondadori,Barcelona), a escritores nacidos después de los 60, de la Isla y de ladiáspora, entre ellos Víctor Fowler y Ena Lucía Portela, así comoRolando Sánchez Mejías y Emilio Ichikawa. En Todas las islas la isla.Nuevas y novísimas tendencias en la literatura y la cultura en Cuba (Frankfurty Madrid, 2000), Janett Reinstädler y Ottmar Ette, reúnen ensayossobre la literatura dentro y fuera de la Isla.

26. Lisandro Pérez, «De Nueva York a Miami», Encuentro de laCultura Cubana, n. 15, Madrid, invierno de 1999-2000, p. 21.

27. Homi Bhabha, «Dissemination: Time, Narrative and the Marginsof the Modern Nation», en Homi Bhabha, ed., Nation and Narration,p. 1.

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28. Ibídem, p. 292.

29. La idea, tanto de una «perspectiva de contacto» como de una«zona de contacto» la tomo y adapto de la propuesta de MaryLouise Pratt, al referirse a un tipo de enfoque que considere cómolos nexos sociales operan a través de líneas de diferencias y jerarquías,tanto de clase, como étnicas y genéricas: «the socialy and historicallystructured copresence of groups within a space —a contact zone»(ob. cit., p. 88). En este caso ese space/espacio sería el de Cuba,como concepto matriz, y el del género.

30. Inderpal Grewal, «Autobiographic Subjects and DiasporicLocations», en Inderpal Grewal y Caren Kaplan, eds., Meatless Daysand Borderlands, Scattered Hegemonies. Postmodernity and TransnationalFeminist Practices, University of Minnesota Press, Minneapolis, 1994,pp. 235.

31. Juan Flores, «Living Borders/Buscando América: Languages ofLatino Self-Formation», Divided Borders: Essays on Puerto RicanIdentity, Arte Público Press, Houston, 1993, pp. 203.

32. Gloria Anzaldúa, Borderlands/La Frontera: The New Mestiza,Spinsters/Aunt Lute, San Francisco, 1987.

33. Mary Louise Pratt, ob. cit., p. 89.

34. Caren Kaplan, «The Politics of Location», en Inderpal Grewaly Caren Kaplan, eds., ob. cit., p. 150.

35. Eliana Rivero, «Color(ed) Ambiguities...», ob. cit., p. 5.

36. Stuart Hall, «Cultural Identity and Diaspora», Identity: Community,Culture, Difference, Lawrence and Wishart, Londres, 1990, pp. 226.

37. Gustavo Pérez-Firmat, ed., Do the Americas have a CommonLiterature?, Duke University Press, Durham y Londres, 1990.

38. Julia Kristeva, «Women´s Time», The Kristeva Reader, Blackwell,Oxford, 1986, p. 210.

39. Homi Bhabha, The Location of Culture, ob. cit., p. 5.

40. Mary Louise Pratt, ob. cit.

41. Por tratarse de construcciones literarias, la idea del contactotambién habría que colocarla en la perspectiva de la comunicación,entre emisor y receptor, narrador y narratario, lo que Jakobsonllama la función fática. (Gerald Prince, A Dictionary of Narratology,University of Nebraska Press, Lincoln y Londres, 1987, p. 16).

42. Eliana Rivero, «From Inmigrants to Ethnics: Cuban WomenWriters in the U. S.», en Asunción Horno-Delgado et al., eds.,Breaking Boundaries. Latina Writing and Critical Readings, TheUniversity of Massachussets Press, Amherst, 1989, pp. 189-200.

43. Achy Obejas, Memory Mambo, Cleis Press Inc., Pittsburgh, 1996.

44. Carroll Smith-Rosenberg, «The Body Politic», en ElizabethWeed, ed., Coming to Terms. Feminism, Theory, Politics, Routledge,Nueva York, 1989, p. 101.

45. Oscar Hijuelos, The Mambo Kings Play Songs of Love, Farrar,Strauss y Giroux, Nueva York, 1989.

46. Sonia Torres, America ibrida, Instituto Universitario Oriental,Nápoles, 1999, p. 127.

47. Ibídem, p. 133.

48. Eliana Rivero, «Far from Florida/Lejos de la Florida. On theFringes of the Cuban Diaspora/En las márgenes de la diásporacubana», LASA, 2001, p. 11.

49. Achy Obejas, Memory Mambo, p. 235.

50. Achy Obejas, Days of Awe, The Ballantine Publishing Group,Nueva York, 2001.

51. Eliana Rivero, «Far from Florida...», ob. cit., p. 27.

52. Ibídem.

53. Véase Tatiana de la Tierra, «Achy Obejas, All the Way fromCuba», Deneuve, n. 2, San Francisco, CA, 1995, pp. 38-9; IsabelÁlvarez-Borland, Cuban-American Literature of Exile: from Person toPersona, The University of Virginia Press, Richmond, 1998.

54. Alessandra Riccio, «Ena Lucía Portela: presa y cazadora»,Revolución y Cultura, La Habana, febrero de 2001, pp. 11-3.

55. Ena Lucía Portela, Una extraña entre las piedras, Letras Cubanas,La Habana, 1999.

56. Ena Lucía Portela, El pájaro: pincel y tinta china, Ediciones Unión,La Habana, 1998.

57. Ena Lucía Portela, La sombra del caminante, Ediciones Unión,La Habana, 2001.

58. Es obvio que Portela conoce la novela de Virginia Woolf, asícomo la de la escritora estadounidense de avant-garde. En el relato«Una extraña entre las piedras», la historia, y el nombre «Djuna» dela protagonista de origen cubano, funciona como explícito juegointertextual con el de Djuna Barnes. Sería pertinente unacomparación entre la segunda novela de Portela y la segunda deMireya Robles, La muerte definitiva de Pedro el Largo (México, DF,1998), en la cual el protagonista reencarna en una mujer deorientación sexual lésbica.

59. Robyn Ferrell, «The Passion of the Signifier and the Body inTheory», Hypatia (Special Issue: Feminism and the Body), n. 3, v. 6,Bloomington, otoño de 1991, p. 181.

60. Ena Lucía Portela, La sombra del caminante, p. 137.

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