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Biografía de Luis G

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Luis G. Urbina

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Page 1: Biografía de Luis G

Biografía de Luis G. Urbina

Luis G. Urbina

1868-1934

Luis Gonzaga Urbina nació en la ciudad de México, el 8 de

febrero de 1868 Poco

se sabe de su niñez, que parece haber pasado en la necesidad

y la pobreza. Muy

joven, acaso sin haber terminado más que sus estudios en la

Escuela Primaria

Superior, entró al periodismo. Fue cronista y crítico teatral

en diversos

diarios y revistas, entre otros EL Mundo Ilustrado y El

Imparcial; de este

último fue editorialista en 1911-12. Perteneció al grupo de la

Revista Azul,

fundada por Manuel Gutiérrez Nájera. Secretario particular

de don Justo Sierra

durante la gestión de éste como Ministro de Instrucción

Pública. Profesor de

Literatura Española en la Escuela Nacional Preparatoria.

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Director de la

Biblioteca Nacional (1913). En 1915 se expatrió a La

Habana (Cuba), en donde

vivió de escribir en los periódicos y de clases particulares.

En 1916 fue a

España como redactor corresponsal de EL Heraldo de Cuba.

Del 26 de abril al 2 de

agosto de 1917 estuvo en Buenos Aires (Argentina) en

misión oficial; en la

Universidad de dicha ciudad dictó una serie de conferencias

sobre literatura

mexicana. Primer Secretario de Legación, adscrito a la de

Madrid (desde 5 de

julio de 1918 al 10 de junio de ]920). A principios de 1921

hizo un viaje por

Italia. Pasó después a México, en donde fue Secretario del

Museo Nacional de

Arqueología, Etnografía e Historia. Regresó a España, en

donde fue, primero,

Secretario y, desde el 1º de enero de 1926, Encargado de la

Comisión “Del Paso y

Troncoso”. En un tiempo habitó en Madrid la casa número

18 de la calle de Martín

Freg, Venta del Espíritu Santo. Murió en Madrid, el 18 de

noviembre de 1934. El

11 de diciembre del mismo año llegó su cadáver a Veracruz.

Está enterrado en la

Rotonda de los Hombres Ilustres.

uis Gonzaga Urbina

(México, 1868 - Madrid, 1934) Escritor mexicano. Por la hondura y calidad de su producción poética, así como por la riqueza y variedad de su extensa

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obra periodística, está considerado como uno de los escritores más representativos de las Letras

mejicanas del primer tercio del siglo XX.

Su temprana vocación humanística, perfilada durante su proceso de formación académica en la

Escuela Nacional Preparatoria, enseguida le permitió colaborar en diferentes medios de comunicación (como el rotativo El Siglo XIX, del que fue uno de sus más jóvenes redactores) que le dieron a conocer como escritor y periodista.

Así, pronto empezó a relacionarse con algunas de las personalidades culturales y artísticas más relevantes de su época, como el periodista, narrador y poeta modernista Manuel Gutiérrez Nájera -de quien Urbina fue considerado sucesor, por el virtuosismo de ambos en el género de la crónica-, o el político y escritor Justo Sierra, auténtico guía y mentor de Luis Gonzaga Urbina durante los comienzos de su trayectoria literaria y periodística.

Precisamente fue Justo Sierra quien, desde su cargo de ministro de Instrucción Pública, se

convirtió en el principal protector del joven escritor de Ciudad de México y le introdujo en su propio gabinete, con el título de secretario personal suyo. A partir de entonces, la trayectoria

profesional de Luis Gonzaga Urbina estuvo vinculada a la administración pública de su nación y, al mismo tiempo, a los principales medios de comunicación del panorama informativo mejicano.

En su condición de profesor, ejerció la docencia en la cátedra de literatura de la Escuela Nacional

Preparatoria, de donde pasó a asumir la dirección de la Biblioteca Nacional de México (1913). Colaboraba, entretanto, con algunos rotativos y revistas tan relevantes como El Mundo Ilustrado, El Imparcial y Revista Azul, donde se hizo célebre por sus brillantes crónicas de la realidad cotidiana de su país y por sus implacables críticas teatrales.

Pero su relevancia en la vida pública mexicana se vio bruscamente interrumpida a raíz de los acontecimientos revolucionarios que sacudieron todo el país en 1915. Contrario a estos cambios, Urbina tomó el camino de un exilio que le condujo primero a Cuba (en cuya capital se instaló para ejercer la docencia y continuar practicando el periodismo) y, posteriormente, a España (1916), donde vivió durante un año en Madrid como corresponsal de El Heraldo de La Habana.

El resto de su vida transcurrió en la capital española, con la excepción de algunos desplazamientos relevantes motivados por su incansable actividad docente, literaria y

periodística. Así, en 1917 pasó unos meses en Argentina para dictar un ciclo de conferencias sobre literatura mexicana en la Universidad de Buenos Aires; de vuelta a España, fue nombrado desde México Primer Secretario de la Embajada azteca en Madrid, cargo que desempeñó durante dos años (1918-20). En el transcurso de dicho período realizó otro importante viaje por Italia, al término del cual regresó a su país natal para volver a abandonarlo con presteza, tras la muerte, en la Sierra de Puebla, del presidente Venustiano Carranza, a manos del general Rodolfo Herrero.

Vuelto a Madrid, Luis Gonzaga Urbina se encargó de poner en orden el vasto legado que había dejado tras su muerte (acaecida en 1916) el historiador mejicano Francisco del Paso y Troncoso.

En estas y otras actividades similares estuvo ocupado durante el resto de su vida, concluida en

la capital de España en 1934. Tras su fallecimiento, el gobierno mexicano reclamó sus restos mortales y los trasladó a Ciudad de México, donde fueron depositados en la Rotonda de Hombres Ilustres.

Su obra

En general, la producción poética de Luis Gonzaga Urbina puede caracterizarse por su esmerado estilo, su calidad estética y su constante empeño de unidad y coherencia. La andadura lírica del escritor de Ciudad de México se inició con un volumen tituladoVersos (1890), al que siguió otro poemario, Ingenuas(1902), en el que aparecieron las primeras muestras de unas composiciones que, a partir de entonces, serían reiterativas en toda su obra lírica: las "vespertinas".

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Posteriormente, dio a la imprenta otros títulos que confirmaron su valía dentro del género

poético, comoPuestas de sol (1910), Lámparas en agonía (1914), El glosario de la vida vulgar (1916), Los últimos pájaros(1924), Corazón juglar y Cancionero de la noche serena. En medio de esa unidad temática y formal que caracteriza todo su quehacer lírico, Luis Gonzaga Urbina logró una obra de gran armonía y plenitud, en la que sobresalen con vigor algunos momentos descriptivos de acusada sensibilidad (así, en las composiciones tituladas "El poema del Lago" y "El poema del Mariel").

En su faceta de prosista, destacó por sus crónicas periodísticas, sus críticas teatrales y sus obras ensayísticas (centradas, generalmente, en el análisis de la literatura mexicana). Respecto a sus crónicas, conviene recordar los títulos de algunas interesantes recopilaciones que dejó impresas

en forma de libro, como Cuentos vividos y crónicas soñadas (1915), Bajo el sol y frente al mar (1916), Estampas de viaje (1919),Psiquis enferma (1922), Hombres y libros (1923) yLuces de España (1924). Frente a estas cuidadas recopilaciones, sus críticas teatrales quedaron dispersas en los medios de comunicación en que vieron la luz (fundamentalmente, El Siglo XIX y El Universal)

En lo que atañe a la labor ensayística que Luis Gonzaga Urbina llevó a cabo como investigador

literario, resulta obligado citar dos obras monumentales que, en su día, constituyeron la base

sobre la que se cimentó la posterior crítica literaria azteca. La primera de ellas,

titulada Antología del Centenario (1910), es una obra que, publicada en dos volúmenes, fue

escrita por Urbina en colaboración con Nicolás Rangel y con el filólogo, político y escritor

dominicano Pedro Henríquez Ureña, bajo la dirección del susodicho Justo Sierra. La segunda,

titulada La vida literaria de México y la Literatura Mexicana durante la Independencia (1917),

constituye la recopilación de las conferencias que Urbina dictó en Buenos Aires, un amplio

repaso sobre las Letras mexicanas, que abarca desde sus orígenes en el siglo XVI hasta la obra

del poeta postmodernista Enrique González Martínez.

Luis Gonzaga Urbina

METAMORFOSIS

Era un cautivo beso enamorado

de una mano de nieve, que tenía

la apariencia de un lirio desmayado

y el palpitar de un ave en la agonía.

Y sucedió que un día,

aquella mano suave

de palidez de cirio,

de languidez de lirio,

de palpitar de ave,

se acercó tanto a la prisión del beso,

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que ya no pudo más el pobre preso

y se escapó; mas, con voluble giro,

huyó la mano hasta el confín lejano,

y el beso que volaba tras la mano,

rompiendo el aire, se volvió suspiro.

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alma.com/luis-gonzaga-urbina-metamorfosis.htm#ixzz32Nc3MtCn

Luis Gonzaga Urbina

LUBRICA NOX

Miré, airado, tus ojos, cual mira agua un sediento

mordí tus labios como muerde un reptil la flor;

posé mi boca inquieta, como un pájaro hambriento,

en tus desnudas fromas ya trémulas de amor.

Cruel fue mi caricia como un remordimiento;

y un placer amargo, con mezcla de dolor,

se deshacía en ansias de muerte y de tormento,

en frenesí morboso de angustias y de furor.

Faunesa, tus espasmos fueron una agonía.

¡Qué hermosa estabas ebria de deseo, y que mía

fue tu carne de mármol luminoso y sensual!

Después, sobre mi pecho, tranquila te dormiste

como una dulce niña, graciosamente triste,

que sueña ¡sobre el tibio regazo maternal!

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