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Bitácora de una estudiante que da clases

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Page 1: Bitácora de una estudiante que da clases

Bitácora de una estudiante que da clases

Page 2: Bitácora de una estudiante que da clases

Bitácora de una estudiante que da clases

Jenny Lorena Victoria RamírezCódigo:20102016033

Facultad de Artes ASABUniversidad Distrital Francisco José de Caldas

2016

Page 3: Bitácora de una estudiante que da clases

Dedicatoria

Tutor del proyecto: Vicenta Victoria Gómez

Ilustración: Jenny Lorena Victoria Ramírez

Fotografía: Tatiana Villamil

Diseño de caratulas y diagramación: Adriana Victoria Rivera

Dedicado en su totalidad al mejor maestro del mundo, a aquel que me dio alas y me enseñó a volar muy alto, poniendo un cielo precioso para que yo pudiera descubrirlo. A doña Elsa quien me prestó su casa para construir lo que para muchos es una locura, por eso, sin su ayuda no hubiera sido posible. A mi hermana Adriana, pues le puso pasión al proyecto, me regaló muchos abrazos, siempre me recibió en su mesa multiplicando lo delicioso que había cocinado y por si fuera poco dejó su sello en este documento. A mi mamá quien siempre ha pensado, que estudiar artes es un valioso privilegio y a mi hermanita chiquita, que aunque ya no es tan chiquita, su ejemplo me ha inspirado. A mi músico favorito, quien siempre ha estado dispuesto a cabalgar en un corcel blanco por el desierto. A mi papá que se le midió a aprender a soldar conmigo. A todos ellos gracias, sin embargo, no quiero despedirme sin mencionar a dos valiosas mujeres y una mujercita:

Luna, una de mis estudiantes quien es la mejor dibujante que he conocido. Ella me enseñó más de lo que yo pude enseñarle, ya que su mundo cambio el mío. Katherine, pues aunque ya no está con nosotros, decidiendo emprender un viaje muy largo a un cielo más alto, y su despedida es algo que recuerdo con nostalgia, tengo muchos motivos para dar gracias por el tiempo que pude compartir contigo. Y Vicenta Gómez, mi tutora y la mejor cómplice que he tenido, agradezco su tiempo, dedicación y paciencia para aguantarme tanto tiempo, gracias porque en este recorrido de profe y estudiante, siempre tuvo el corazón dispuesto para escuchar cada una de las historias que forjan este documento.

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Contenido

Antes de leer: 8

Capítulo 1

Parte1 10

“-Si estudias artes, te tocó dar clases-”: 10Libre! 11Dando clases antes de que te toque dar clases: 13En el salto de la teoría a la práctica, definitivamente nos rajamos: 14

Parte 2

Dedicado al profesor gritón: sobreviviendo en la jungla de la experiencia. 20Aprendiendo a gritar a los estudiantes: 24

Capítulo 2

Arqueología de objetos escolares 26Modelo pedagógico: la cómoda tabla 26Clases ergonómicamente incómodas 31El pupitre no se raya: 32Vigila y vencerás: 34Es hora de mirar el objeto: 36No me gusta el colegio! 39Del dictar a dar clases, un ejercicio que recae sobre el objeto: 40Al revés pero al derecho 43

Capítulo 3

Desde el objeto al concepto, reflexiones que rondan en el momento del hacer. 46La educación es un remiendo: 48Educación básica primaria: 50Pedagogía Pinocho 50La tierra es redonda pero a mí no me consta 56El cuaderno se califica: 58A esto: 60Normas de uso para un cuaderno de primaria: 61Es momento de hacer: 65

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8 9

Antes de leer:

Apreciado lector, es posible que estés pensando pasar por alto estas primeras páginas: las de una aburrida introducción de reflexiones previas, que podría habitar entre las muchas que ya existen en tu archivo personal de textos leídos. Por eso, algunos solemos ojear el índice de cualquier documento, para así poder rápidamente entrar en materia. Sin embargo, debo advertirte que si este es tu objetivo, probablemente no le encuentres mucho sentido a lo que voy a contarte, pues como en todo relato donde te has perdido una parte, será más complejo entender el nudo y desenlace.

No sé por qué te interesó este documento, tal vez te llamó la atención el título, el índice o la encuadernación. Puede que sea tu obligación porque eres el jurado, o es posible que me conozcas y te cause curiosidad lo que he escrito. También existe una gran posibilidad de que ninguna de estas razones sea la tuya, lo cierto, es que estas leyendo, por eso, me

primer paso: No creer en todo lo que te digo. Duda siempre, pues si bien es cierto que a lo largo de este dialogo, me adentraré en terrenos tan estudiados y replanteados como la pedagogía, en donde someteré a tu juicio una búsqueda que he llevado por un par de años, en medio de libros, teorías, posturas, contradicciones y desde mi propia experiencia, ten en cuenta que siempre hablaré como una estudiante de artes, no como una experta pedagoga.

Nunca he estudiado pedagogía y aún no sé si quiero hacerlo; partiendo de este hecho, no podría hablarte de un terreno que no conozco, de nada me serviría crear todo un discurso seco e inexperto, el cual formé con retazos de los muchos libros que he leído sobre el tema, recargando todo su peso en la poca experiencia que tengo en el ejercicio de dar clases. Además, en este proceso y después de haber leído tan variadas posturas, siento que es inútil inventar una teoría nueva, si es que aún es posible hablar de lo nuevo2.

Prefiero hablarte de lo que he aprendido, y desde la carrera que he estudiado. Aún no soy artista pero espero convertirme en una algún día, sé que no va a ser para el tiempo que me gradúe; pues este oficio no es cuestión de formalismos. Por ahora, me dirijo a ti como una estudiante de artes plásticas, que por alguna razón, en cierto momento de su vida decidió dar clases de inglés, aprovechando que hablaba bien el idioma. Poco a poco, esto se fue expandiendo y terminó dando clases de español, ciencias, matemáticas y dibujo, buscando herramientas en Google y documentándose sobre temas que no tenía ni idea. Todo esto con el fin de ayudarle a sus estudiantes, quienes después de clase, miraban con angustia los cuadernos de otras materias, llenos de malas calificaciones y notas con llamados de atención. Ideas que reforzaban el rótulo que llevaban: El de malos estudiantes.

parece importante contarte que estas palabras están pensadas para ser recorridas y desmenuzadas. Una a una, en su orden particular, van tejiendo procesos, éstos a veces olvidados y hasta relegados por el afán de tener resultados. Sin embargo, al detenernos en ellos, solemos encontrar elementos valiosos, inclusive aún más grandes y profundos que el tan anhelado final1.

Toda esta arqueología, con el propósito de descubrir varias voces; las de profesores, estudiantes, pedagogos y empíricos. Anécdotas que han terminado por nutrir cada frase y el proceso creativo, las cuales con el ánimo de indagar que hay más allá, se apoyan en mi propia historia, la de una estudiante que da clases, y de esta manera entender algo que me inquieta: el enmarañado recorrido al dictar una clase.

Quiero pedirte que te permitas caminar en esta senda, de manera tranquila y sin afanes; pues si algo he aprendido del oficio artístico, y redactando cada idea, es que del afán no queda sino el cansancio. El hacer pausas durante el camino, nos permite darnos cuenta de lo que realmente sucede, para que con calma hablaremos del colegio, centrándonos específicamente en formación para la educación básica primaria, y de las muchas tensiones que ahí se generan, del sistema que lo conforma, los profesores que enseñan y curiosamente estudiantes que estudian. Esto último, aunque suene redundante, es una idea compuesta por distintas características que una a una iremos abarcando, las cuales fácilmente pueden generar una muy amplia gama de posibilidades, miraremos algunas, esas que la experiencia me ha permitido vivir, haciendo posible decir que no es tan sencillo como parece.

Al finalizar de leer, no es mi intención que tú compartas mi punto de vista, es más, creo que si no estás para nada de acuerdo has dado el

Para este punto, puede que te preguntes que tiene que ver el dar clases a manera de trabajo, y si se quiere como opción de supervivencia, con el hecho estudiar artes plásticas. Yo me pregunté lo mismo, y al principio no tenía que ver mucho, sentí que trabajaba en algo que no tenía nada en común con mi carrera. Sin embargo, con el pasar del tiempo, me di cuenta que tenía todo que ver; ya que es ahí donde radica el principal objetivo de este proceso investigativo y de creación, el cual tiene el inmenso privilegio de haberse desarrollado sobre la práctica, para sentir que a través de las artes plásticas hay mucho que podemos decir sobre la educación: Dudando como primera medida, desplegando y escarbando en el proceso, ese que se supone nos llevará al resultado, finalmente en mi caso, las artes se han convertido en una herramienta que nos permite pensar, si la forma en que abordamos estos procesos educativos son realmente los más apropiados.

Gracias por acompañarme.

1. “Culturalmente nuestro sistema tiende a vincular el aprendizaje o el desarrollo de cualquier proyecto, con el trabajo productivo,

pues si aprendes hay resultados, lo que implica que se finaliza un proceso. Lo complejo es cuando la total confianza está puesta

en las capacidades del individuo y el resultado concreto que va a generar pasando por alto el proceso que lleva al mismo”.

ZULETA, Estanislao. Educación y democracia un campo de combate. Ed. Fundación Estanislao Zuleta, Cali 1995, Pg: 55.

2. “La idea de lo nuevo en el contexto artístico es un territorio de amplias discusiones, en especial con la aparición de la neovanguardia,

que recupera eso que ya se había hecho con una nueva estética, sin embargo bajo los discursos de la contemporaneidad, hablar

de la innovación de en el arte comienza a ser conflictivo pues vivimos en una atmósfera en donde todo tiende a ya estar hecho”.

FoSTER, Hal. El retorno de lo real. Ed: Acal 1999. Madrid, pg: 8.

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10 11

Capítulo 1

Parte1

“-Si estudias artes, te tocó dar clases-”:

Si tú mi apreciado lector, en la inmensa búsqueda que iniciaste para saber cuál era tu misión en este mundo, decidiste estudiar artes o ya eres artista, (en cualquiera de las ramas: música, teatro, danzas, literatura, artes plásticas o tal vez alguna otra) muy probablemente te sientas identificado con la siguiente pregunta: -¿y usted de qué va a vivir?-. Cuando inicias a caminar por el gremio, sientes que solo a ti te acorralan con esas palabras, pero cuando indagas te das cuenta que es más común de lo que piensas.

Si no eres artista, y sientes gran alivio, porque tu familia no te cuestionó cuando les contaste lo qué ibas a estudiar, probablemente te preguntes de qué vive una persona que escoge una carrera de este tipo. Bajo esta pregunta, es posible que se solidaricen algunos de mis colegas en la academia, que

hoy se encuentran en una intensa búsqueda en medio de sus intereses, líneas de trabajo y proyectos investigativos. Sin embargo, si hoy me hicieran exactamente la misma pregunta, en este punto cuando estoy a escasos meses de graduarme, creo que no tendría una respuesta muy exacta; pues la academia nunca te enseña en qué vas a trabajar, cómo lo vas a hacer o de qué manera vas a ingresar al circuito laboral. Tampoco en el pensum académico existe una materia que se llame las posibilidades laborales del artista o algo parecido, en este lugar tan solo pulen tus habilidades o tu talento3 si así quieres llamarlo, para que lo pongas en diálogo con un contexto, y te enseñan a reflexionar sobre el mismo entendiendo las distintas características que lo conforman.

Por todas las características que implica esta primera impresión, el panorama puede sonar algo desalentador, y aunque vincularse laboralmente no es tan sencillo, el campo de acción del artista puede ser tan amplio como este decida que debe serlo: La capacidad reflexiva que se desarrolla, te permite entender las distintas características del mundo o pequeño micro-mundo que te rodea, estableciendo diálogos que otros no están en capacidad de hacer, no porque no puedan, sino porque no logran verlos. Mi proceso artístico, lo percibo como un continuo juego a los detectives, en donde encuentras pistas que terminan siendo los detonantes de todo un proceso creativo e investigativo, en donde tienes la autonomía de decidir hasta qué punto quiere llevarlo y en qué escenario vas a ponerlo en marcha.

Aunque podríamos hacer una lista extensa de las posibilidades laborales que tiene un artista, específicamente hablando del campo

3. La palabra talento proviene del latín talentum, y este, del idioma griego ττττττττ, que significa plato de la balanza que involucra su

peso. Real Academia Española (2014). «Talento». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Madrid: España. Consultado

el 18 de marzo de 2016.

De esta raíz, podemos deducir que la palabra talento adquirió la concepción con la que hoy día cuenta, al hacer una asociación

con su significado primario de peso, que al ser transpuesto sobre una persona, puede ser entendida como por lo que pesa, debido

a sus habilidades y destrezas en un oficio. En el escenario de las artes plásticas, esta definición se traduciría como lo dice Michaud,

“en la intensa búsqueda de un excepcional virtuosismo, en la producción de objetos preciosos, investidos de un aura, los cuales poseían la cualidad mágica de ser centros de producción de experiencias estéticas únicas refinadas y elevadas”. MICHAUD, Yves.

El arte en estado gaseoso. Ensayo sobre el triunfo de la estética. Ed. Fondo de cultura económica. Pg: 10.

Sin embargo la modernidad al abrirse paso con las vanguardias se convertiría en un espacio de redescubrimiento, donde empiezan

a generarse toda una producción de obras que cambiaría la perspectiva del campo artístico, abriendo puertas a cuestionamientos

específicos en torno al talento, iniciando un camino de largo alcance el cual aún sigue siendo espacio de debate.

que me compete, las artes plásticas y visuales , es inevitable llegar a un punto donde se encuentran gran cantidad de colegas graduados: el de la docencia. En este territorio, te encuentras con personas que llegaron por gusto y otros porque simplemente les toca, ya que no encuentran trabajo en nada más.

Lo curioso es ver, que cuando tu mencionas esta posibilidad, dentro de las muchas otras que enumeras cuando te preguntan ¿y usted de qué va a vivir?, como convocatorias, autogestión de proyectos, curadurías, ilustración para editoriales, abrir campo en espacios alternativos, en fin, eso depende de los intereses particulares de cada artista, percibes en el ambiente una tranquilidad que se auto consuela, pues al frente tuyo está tu papá, tu mamá o quien sea que te pregunte pensando para sí mismo: Bueno al menos va a dar clases, va a tener un trabajo, no es mucho pero es algo. Y cuando estas como en mi caso, culminando este proceso formativo donde escuchas constantemente: ¿y cuando te gradúas? o ¿cómo va la tesis?, empiezas a darte cuenta que todos los que te rodean, en especial quienes no son artistas, ya dan por hecho que vas a salir directo a dar clases.

Desde esta perspectiva siento que tengo un terreno ganado, no porque el dar clases sea la única alternativa laboral estable que exista, pienso que si la docencia no es de tu agrado, perfectamente puedes entrar en otro campo de acción. Pero realmente no es mi caso, a diferencia de muchos artistas que son profes por obligación y no por convicción, el dar clases se ha convertido para mí en un proceso de constante aprendizaje que enriquece el desarrollo creativo, ya que mis estudiantes han logrado enseñarme más de lo que yo he podido enseñarles a ellos. Al llegar a este punto, hay elementos que inevitablemente arrojan preguntas; pues si al estudiar artes plásticas, hay una gran posibilidad que trabajes como docente, entonces ¿habrá necesidad de prepararse a nivel pedagógico y actitudinal?

Claramente, este no es el enfoque del proyecto curricular de la academia en donde me he formado, (facultad de artes ASAB). Si bien, existe una gran cantidad de egresados que incursionan en la pedagogía, este no es el perfil profesional que se busca. Sin embargo, más allá de discutir si se debe o no implementar, debido a la recurrente ocupación de los estudiantes

y egresados como profes, me interesa más, centrarme en el real detonante de este argumento: El ejercicio de dar clases.

Escuchando historias por los pasillos de la ASAB, es posible encontrarse con infinidad de razones por las cuales un(a) estudiante termina dando clases. Puntualmente en mi caso, no sabría decir, si yo escogí la docencia o la docencia me escogió a mí; pues he dado clases y manejado grupos de estudiantes desde los 15 años, y aun siendo estudiante en el colegio, otros me trataban como profe sin siquiera yo buscarlo. Parecía como una especie de reconocimiento en cuanto a autoridad4, que otros me otorgaban por el simple hecho de explicar un tema frente a un grupo en el colegio. Para ese entonces, el la institución de donde me gradué5, había encontrado la profe de inglés que se necesitaba con urgencia en la escuela primaria, y yo simplemente quería completar las horas que necesitaba del servicio social6 y así graduarme del colegio.

Libre!

Finalmente llega ese momento en donde una alegría increíble invade todo tu ser, pues esa

4. En la psicología, se plantea la concepción de autoridad como una forma legítima de poder social, la cual se caracteriza por

prescindir de la vigilancia directa sobre el comportamiento de los subordinados y por no basarse en la capacidad de administrar

castigos y recompensas. (French e Raven -1959). Para estos autores, “la legitimidad de la autoridad se fundamenta en la creencia generalizada de que ella tiene derecho a prescribir el comportamiento de los subordinados. Tal legitimidad se establece a partir de relaciones afectivas”. LHULLIER, Louise A. Autoritarismo, autoridad y conciencia moral un análisis psico-social. Universidad

Federal Sª Catarina, Brasil. 1995. Pg: 2.

5. Institución Educativa San Jorge.

6.“Los estudiantes de educación media prestarán un servicio social obligatorio durante los dos (2) grados de estudios, de acuerdo con la reglamentación que expida el Gobierno Nacional. El servicio social que prestan los estudiantes de la educación media tiene el propósito principal de integrarse a la comunidad para contribuir a su mejoramiento social, cultural y económico, colaborando en los proyectos y trabajos que lleva a cabo y desarrollar valores de solidaridad y conocimientos del educando respecto a su entono social. Los temas y objetivos del servicio social estudiantil serán definidos en el proyecto educativo institucional.” Artículo 97 de la Ley

115 de 1994 con vigencia actual.

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planilla donde todos los días se firma, el tiempo de llegada y salida del servicio social está llena, y al hacer el conteo de horas descubres que sobran cuatro y que por fin!!! terminaste. Ahí visualizas que en exactamente dos meses tendrás una toga, birrete, y un cartón el cual dice que lo lograste, graduándote como bachiller académico7. Que no volverás a saber nada del profesor de cálculo quien claramente hablaba en un idioma ininteligible, ni tampoco de esos incómodos pupitres en donde había que permanecer sentados seis horas de tu día. (Tiempo establecido por el decreto 1850 de 2002, jornada escolar)

No sé qué sentiste cuando te graduaste del colegio, pero en esos instantes mi mente solo albergaba una palabra: Libertad. Debo aclarar que no era cualquier clase de libertad, pues dependiendo del ángulo, puede que cambie la visión. Tal vez para el tiempo en que la experimenté, no adquirió el sentido que hubiera tenido para

cualquier personaje o protagonista en las historias de Michael Foucault. En especial, aquellos que describe de manera tan minuciosa en su libro Vigilar y castigar donde sin duda el intenso estudio que hace el autor sobre la prisión, el castigo y la disciplina hace que el colegio y la forma en como fui educada se convierta en todo un paraíso. Realmente, la época oscura donde la educación era todo un régimen, no me correspondió vivirla, y aunque ni mis compañeros ni yo fuimos sometidos con violencia, o castigos físicos, si logré sentirme asfixiada, pues todo se disponía de manera tal que se posibilitara un adiestramiento. Por esa razón, las palabras de Foucault donde habla del “gran descubrimiento” en donde cuerpo se convierte en objeto de poder al que se manipula, se le da forma y se educa8, adquieren cierto tiente de familiaridad, no por el contexto que el autor describe, sino por la intención que aún hoy se mantiene vigente en la mayoría de instituciones educativas en Colombia.

De todas formas, no puedo decir, que mi experiencia como estudiante de colegio haya sido tan terrible, como para sentirme plenamente identificada con el argumento de Foucault9 en torno al castigo como herramienta de control. Por eso, volviendo al tema de la libertad, creo que en ese instante, lo que pasó por mi cabeza, se acerca un poco más a la anécdota de Esnanislao Zuleta, a quien continuamente invitaremos en medio de estas palabras, en especial cuando decidió abandonar el colegio; (cursaba grado noveno o cuarto de bachillerato para esa época) , para formarse de manera autodidacta, pues consideraba que "la estructura educativa no le permitía pensar" 10. Tal vez una decisión rebelde para un chico de su edad 11 quien tomó el riesgo. Lo cierto, es que esto le permitió solventar toda una postura crítica frente al sistema, encontrando insuficiente muchas de sus metodologías, analizándolo desde el campo de la experiencia y la práctica.

Tanta fue su vehemencia contra la estructura educativa, que su único título fue nada más y nada menos que un doctorado Honoris Causa

7. “Título y certificado con reconocimiento expreso de carácter académico otorgado a una persona natural al concluir un plan de estudios, haber alcanzado los objetivos de formación y adquirido los reconocimientos legal o reglamentariamente definidos”.

Decreto 1860 de Agosto 3 de 1994.

8. FoUCAULT, Michael. Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión. Ed: Siglo Veintiuno. Argentina, 2002. Pg: 123.

9. En su libro Vigilar y castigar, Foucault plantea un término denominado ortopedia social, enmarcado bajo el modelo de ciudad

carcelaria, el cual estudia bajo elementos como el suplicio, castigo, disciplina y la prisión. El autor los identifica como elementos

puntuales para ejercer el control sobre un cuerpo que debe ser dominado; pues solo de esta manera, se logrará darle forma,

haciéndolo dócil y útil. El barrido histórico del autor, contempla desde el castigo físico hasta el concepto de corregir el alma, un

análisis que termina por afectar otros espacios, donde las palabras disciplina y corrección también son importantes, tales como

el ejército, las escuelas, los colegios, talleres y hospitales.

10. ZULETA, Estanislao. Educación y democracia un campo de combate. Ed: Hombre nuevo editores, Fundación Estanislao

Zuleta. Colombia, Medellín. 2006. Pg: 7.

11. “Aunque es paradójica la presencia de Estanislao Zuleta en la academia, su pensamiento sigue tan vigente como cuando participó de ella. Su paso por la escolaridad fue casi nulo, pues los ánimos solo le alcanzaron hasta cuarto de bachillerato, momento en que decidió retirarse del Liceo de la Universidad de Antioquia, o como él mismo lo cuenta en una entrevista que le hizo el educador Hernán Suárez: Yo no soporté hasta el final, llegué a gatas hasta cuarto de bachillerato, no pude más. Sus años de escolaridad no lograron quitarle su afición por la lectura, y el haberse retirado fue todo un alivio, pues por fin fue libre, ya que la pedagogía del bachillerato tiene unas prácticas bastante antipedagógicas: impone las lecturas de literatura como tareas o como castigos de recuperación, y lo peor, envía a los estudiantes a la biblioteca en calidad de castigados para que lean libros”.

Tomado de: http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/legado-estanislao-zuleta-sigue-vivo-25-anos-despues-su-

muerte. Domingo, Febrero 15, 2015. Urrea Henao, Jairo. Profesor de Filosofía en la Universidad del Quindío.

en Psicología, otorgado por la universidad del Valle. Nunca se graduó del colegio o la universidad, pero sus investigaciones siguen tocando puntos neurálgicos, en especial en el ámbito educativo.

A ese tipo de libertad me refiero, cuando finalmente vuelas lejos de la estructura que te dice cómo comportarte, llegando al punto en donde la paciencia no da más y te deshaces de algo que te incomoda. Como cuando llegabas del colegio y te quitabas la maleta que pesaba un montón, por la cantidad de libros y cuadernos que tocaba cargar; pues todas las materias del día estaban ahí. El graduarme fue todo un alivio, me quité un peso de encima y justo cuando me había determinado a no saber nada del colegio nunca más, ya que a una semana del grado y con todo pago nada podía salir mal, el rector decide convocarme.

Dando clases antes de que te toque dar clases:

Cuando a ti te llaman de rectoría y aún eres estudiante, lo primero que piensas es en una excusa y tratas de imaginarte por qué te van a regañar, si es que de antemano no lo sabes. Cuando tu caso pasa de la coordinación académica o de disciplina a la rectoría, quiere decir que algo grave hiciste, y no va a terminar con una simple anotación en el observador. Puede que llamen a tu acudiente o en el peorsísimo de los casos te expulsen. Aunque faltando tan poco tiempo para el anhelado grado, en donde tu mamá lleva semanas consiguiendo un vestido que realmente quieras ponerte, la primera respuesta, a manera de pregunta que planeas hacerle, al sujeto dueño del colegio es: ¡¿por qué no quiere dejar que me gradué?! Y ese corredor interminable, el cual va del salón a la rectoría, se convierte en un campo de batalla donde te llenas de armas para usarlas defensivamente. La táctica está en no demostrar miedo, y mirar siempre a los ojos, o por lo menos, eso era lo que enseñaba la orientadora en esa materia tan aburrida llamada orientación Profesional. Aurita, como le decíamos de cariño, era toda una leyenda, pues había estado trabajando desde que fundaron el colegio, hace ya más de 35 años. Cuando en los pasillos se murmuraba sobre cuantos años tenía Aurita, los más atrevidos decían que todos. Lo cierto, es que en su clase ella era muy amable, pero para el dolor de todos, tenía la habilidad de ser un gran somnífero en potencia. Ella dedicó semanas, a enseñarnos como debíamos comportarnos cuando tuviéramos una entrevista de trabajo. Sin embargo sus clases eran poco prácticas y se resumían a copiar y copiar. Finalmente camino hacia la oficina del rector, sus dictados me retumbaban en la cabeza, sentí que era parecido, el poder era el mismo y de algo tenía que servir todo eso que copiamos en el cuaderno.

Finalmente golpeas la puerta y te dicen: — ¡Adelante! —Y encuentras un sujeto sonriente sentado tras el escritorio, al lado de dos banderas: la del colegio y de Colombia.

—Señorita Victoria, que bueno verla! — (Mi nombre es Jenny Lorena Victoria, Victoria es mi apellido y nunca conseguí que mis profesores o amigos me llamaran por alguno de mis dos nombres, siempre fui Victoria, y eso en un principio me molestaba, pues me sentía en la milicia)

—Tengo una propuesta que hacerle — siguió don Jimmy ortiz con tono interesado. — Me han contado que tiene un gran talento para enseñar, y que los alumnos de primaria fueron muy receptivos a sus clases. —

Realmente me sorprendió, pensé que era algo relativo al grado, ya que durante mi etapa de estudiante, el rector nunca se había tomado la molestia de hacerme un reconocimiento, es más, ni siquiera recuerdo que alguna vez me haya saludado. Finalmente, cuando entendí que se refería a las clases que di durante el servicio social, me pareció muy extraño. Para ser honesta fueron sencillas, el profesor a cargo del grupo (Guillermo Franco lo recuerdo muy bien), un especialista en gritar y llamar la atención, se encargaba de mantener el salón en santa paz y orden, yo simplemente me limitaba a preparar la clase y luego darla, por último proponía una serie de actividades y eso era todo. Un bloque de cuatro horas, dos con el curso 301 y otras dos con el curso 103, asistía dos veces por semana en la jornada contraria para un total de 8 horas semanales durante todo un año, y eventualmente me había encariñado con algunos de los niños, sobre todo los más juiciosos, ellos me llamaban profe, aun cuando me veía con el mismo uniforme que ellos llevaban, tal parece que era profe porque iba a enseñarles algo.

— ¿Y si el año que viene, trabaja con nosotros dando clases de inglés?, me interesa una profe como usted — finalizó Don Jimmy su propuesta. Aun no entendía muy bien por qué el rector me hacía una propuesta como esa, sin embargo terminó su ofrecimiento diciendo que el avance del curso 301 con

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respecto a los otros terceros era más que evidente, y que algunas mamás de los niños del curso 103 habían pasado una carta solicitando que el año siguiente yo fuera la profesora de inglés.

Además a Don Jimmy, le parecía increíble ofertar dentro de las posibilidades académicas del colegio, en el área de primaria donde normalmente matriculan más niños, a una profesora bilingüe que mostraba resultados. Pero sobre todo, lo que más impulsaba su propuesta era el hecho de saber que al no contratar una profesional, no tendría que pagar lo justo o lo de ley, y eso lo dejó bastante claro el día de mi primera entrevista de trabajo.

Aunque hoy miro hacia atrás, y me parece el colmo que aquel sujeto haya tenido la desfachatez de hacer esa propuesta, ustedes ya se podrán imaginar cual fue la reacción de una adolescente quien de buenas a primeras pasa de ser estudiante a profesora. La idea me parecía encantadora, pues la palabra profesora tenía un peso de poder y aunque suene cruel, un aire de venganza, por los padecimientos sufridos como estudiante (tantos regaños y tareas) aunque reitero no fueron muchos. Por otra parte, era increíble, pues de un momento a otro, mis mismos profesores se transformarían en colegas. Finalmente ¿qué tan difícil podría ser?

En el salto de la teoría a la práctica, definitivamente nos rajamos:

Antes de continuar con la historia, y de contarte como fueron las primeras clases, me parece importante detenernos en una categoría: la del profesor, (o profesora para mi caso). Finalmente era esta palabra y el título o cargo que representaba, la que recuerdo llamaba tanto mi atención cuando inicié dando clases. Debo aceptar, que esto se daba no precisamente porque entendiera la responsabilidad que implicaba, más bien era esa sensación burlona en donde como pájaro me era permitido tirarle a las escopetas, ya que se había subvertido el orden y ahora yo era uno de ellos.

Pero, ¿Qué tan importante es ese concepto de profesor?, al ser tu estudiante, muchas veces el profe se convierte simplemente en un individuo que te carga de tareas, y palabras como cansón o ¡que pereza! brotan de tu vocabulario. Pese a la aparente mamera que produce la palabra tarea, es necesario mirar más allá de lo que probablemente tú y yo recordamos.

La idea del profesor surge tras la necesidad de postular un individuo que transmitiera un saber o habilidad. Para nuestro contexto de territorio colonizado, por la llegada de los españoles, es la que marca y configura el concepto del profesor como la entendemos hoy en día.

Para comprender un poco más este escenario, es útil adentrarse en la historia para ver el surgimiento de esta figura. Es posible afirmar que todo parte de la necesidad de educar, y aunque esto puede ser para nosotros algo obvio y redundante en la idea planteada, el generar esta necesidad, históricamente no fue algo tan sencillo; pues los nativos de nuestro territorio tenían nociones distintas de la educación, las cuales involucraban otras dinámicas más cercanas a la tradición. El territorio americano, contaba con una gran diversidad de pueblos aborígenes, que iban desde nómadas, cazadores y recolectores, hasta grandes culturas de compleja organización política, social y agrícola. Por eso, la heterogeneidad de los pueblos dificulta su estudio, pues a nivel educativo, cada uno desarrolló de manera autónoma distintos procesos que les permitieron el intercambio y traspaso de conocimientos. Para un real y consiente estudio, necesitaríamos de un proceso investigativo que sobrepasa los límites de este documento, sin embargo es posible señalar algunas características generales, que nos permitan entender un modelo social y educativo basado en las tradiciones. Florestan Fernandes 12, se encargó de realizar distintas investigaciones dando como resultado algunos documentos que dan cuanta de aspectos importantes en la educación precolombina, identificando tres puntos importantes que se convierten en columna vertebral en los variados modelos establecidos por los nativos del territorio colonizado. Fernandes habla del valor de la tradición,

12. FERNANDES, Florestan. La educación en una sociedad tribual. Ed: Inst. Progresso. Sao Pablo, 1952. Versión

castellana incompleta.

entendiendo que sus contenidos sociales y religiosos posibilitaban resguardar o preservar una conducta que los identificaba como población. Por eso, es posible hablar del valor de la acción, en donde por la ya mencionada tradición, quien pertenece a determinada cultura aprende haciendo, posibilitando un adiestramiento en un oficio o saber. Por último Fernandes menciona el valor del ejemplo, esto en el sentido del legado y la inmensa riqueza que contienen las enseñanzas de sus antepasados, quienes fijaron una forma que generacionalmente se repite. Claro está, que el autor se adentra en las grandes variaciones de estos procesos educativos dependiendo del pueblo aborigen, la casta, edad, sexo o el contexto. Pese al gran número de variaciones, es posible afirmar que la tradición se convierte en el hilo que las interconecta en la historia, y este sería un proceso que se mantendrían hasta la época de la conquista, en donde la mayoría de estas dinámicas, serian erradicadas y sustituidas por el modelo europeo, creando así una visión distinta de educación: El adoctrinamiento.

El primer documento histórico del que se tiene registro después de la conquista en donde se hace un señalamiento a los procesos educativos en nuestro territorio colombiano, data del año 1540, fecha para la cual las distintas órdenes religiosas ya habrían fundado pequeñas escuelas primarias. Dicho documento proviene del rey: Carlos V, quien dirige una carta a la provincia de Santa Lucia, a la orden sacerdotal de Santo Domingo con el fin de que algunos religiosos se dediquen al adoctrinamiento e instrucción de los nativos pertenecientes a la región de Santa Marta en lo que hoy es territorio colombiano13. La inquietud del rey fue extendiéndose a las distintas regiones de lo que hoy configura nuestro país, planteando un objetivo específico: el enseñar a leer y a escribir para facilitar el conocimiento del evangelio.

Para 1542, el padre Jerónimo de Loaisa había solicitado al rey permiso para abrir un colegio, permiso que fue concedido con el fin de brindar educación gratuita a los hijos de los caciques. Pero sería hasta 1563 donde realmente se establecería el primer modelo educativo exitoso a mano de los dominicos en su convento ubicado en la ciudad de Bogotá, con la cátedra de gramática en donde diez años después se le sumaría el área de filosofía, de la mano del padre Juan de Ladrada a quien Gonzalo Jiménez de Quesada había donado su biblioteca y entregado una capellanía.14

En este proceso, la incidencia religiosa es directa, pues el papel de enseñanza lo asumieron hombres pertenecientes a las órdenes de los

Dominicos, (representados por Santo Tomás de Aquino, tenían como característica la eliminación de trabajos manuales y la predicación) Franciscanos (representados por San Francisco de Asís, que fomentaban la castidad, pobreza y obediencia) y los Jesuitas, (representados por Ignacio de Loyola, dedicados a la educación de la juventud católica, formando un ejército de Dios al servicio del Papa con el fin de combatir a Satán, dándole dentro de sus cátedras gran importancia a las humanidades)15. Cada una de estas órdenes dirigieron cartas al rey, cabe resaltar que quienes tenían comunicación directa con el soberano no eran todo los religiosos que habitaban en el territorio del Reino de Granada, estas correspondencias eran enviadas por altos mandos, en su mayoría arzobispos quienes informaban de manera detallada los procesos educativos que se desarrollaban en la tierra colonizada, describiendo como en este lugar prevalecía un panorama de “ignorancia e idiotismo y para su remedio era necesario la presencia de hombres muy doctos y de gran ejemplo y virtud, quienes por su temor y conocimiento de Dios se encargarían de quitar tanta ignorancia y extirpar los muchos vicios”. 16

Cuando leemos la cita, y ha pasado tanto tiempo, es probable que distintos sentimientos afloren. Pueden ir desde la indignación

13. HERNáNDEZ DE ALBA, Guillermo. Documentos para la historia de la educación en Colombia. Colegio Máximo de las

academias de Colombia. 1969, Pg: 15.

14. GRooT, José Manuel. Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada. Vol 5. Bogotá 1893. Pg: 147. La Capellanía consistía

en un impuesto anual a la propiedad o en una suma definitiva de dinero, entregado por un individuo a la iglesia con fines

religiosos o educativos.

15. Tomado de: http://seminariodehistoriadelaeducacion.blogspot.com.co/2009/07/educacion-epoca-colonial_31.html.

Seminario: Historia de la educación, publicado por Maestría en Educación. Consultado el 21 de Marzo de 2016.

16. Colegio Seminario en Santa Fe. Carta del Arzobispo del Nuevo Reino de Granada a su majestad, sobre las materias consignadas

al margen de cada párrafo, (fragmento). Mayo 16, 1599. HERNáNDEZ DE ALBA, Guillermo. Documentos para la historia de la educación en Colombia. Colegio Máximo de las academias de Colombia. 1969, pg: 80-81.

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hasta los que rayan en lo ridículo, pero independientemente de lo que cada uno sienta, frente a esta afirmación, es importante tener en cuenta como este modo de pensamiento fue la base que fundamentó la educación en nuestra cultura. Tenía el peso histórico y el sello real, su único objetivo radicaba en darle luz al ignorante.

Esta sería la raíz que consagraría y forjaría el ideal del profesor, quien investido por una aura pura casi divina; pues conoce lo bueno, y ha sido elegido por Dios para establecer en los otros (sus estudiantes) un carácter y conocimiento distinto, ya que por carencia de virtudes no puede hacerlo por sí solo, erradicando todo conocimiento derivado de la tradición. (Que en este caso, culturalmente se trasmitía de generación a generación voz a voz, pues era la posición del indígena frente a la educación, trasladando saberes de manera oral, no escrita) Estas formas serían reemplazadas por la escritura, de ahí nace la validez por lo escrito, pues directamente se relaciona con el conocimiento y temor de Dios, el temor a su palabra.

Nosotros, somos la consecuencia de esas semillas, que han crecido con las raíces que ya he mencionado es este documento. Hoy en día, lo que escribimos tiene más valor que lo que decimos, pues “las palabras se las lleva el viento”, más lo que se escribe queda, y a veces esperamos que lo haga perpetuamente. De no ser así, jamás nos pedirían que escribiéramos una tesis para podernos graduar, y creo que las dinámicas de esta conversación se darían de manera distinta.

La validez de lo escrito, termina configurando muchas de las características del sistema actual educativo, pero para terminar de entender la historia, es necesario mirar aquello que le da sentido a un profesor: los estudiantes. Un profesor sin estudiantes es como un libro pero sin contenido, o peor aún, sin letras o ni una sola frase que pueda ser leída. El uno está directamente relacionado con el otro y aunque por décadas, si no es por siglos, el profesor conservó el protagonismo, su oficio nunca hubiera tenido sentido sin los estudiantes.

Cuando la educación dejó de ser un privilegio de nobles, rompiendo esa relación uno a uno entre maestro y aprendiz, se crearon estructuras que albergaban más de un estudiante, y aunque evolutivamente la historia del colegio como institución educativa, tiene distintas configuraciones, estos lugares llegaron de la misma manera como aparecieron en nuestra tierra la mayoría de los conquistadores: en un barco y con ansias de control. Los Jesuitas fueron quienes fundaron la mayor cantidad de colegios en nuestro territorio, uno de ellos, es el Colegio Seminario de San Bartolomé (en donde actualmente, soy tutora particular de varios de sus estudiantes), al momento de su apertura para el año de 1600, reconocen a su fundador como “el ilustrísimo Don Señor Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, Don Bartolomé Lobo Guerrero, quien por miseración Divina y de la Santa Iglesia Romana erige y funda dicho colegio para gloria y servicio de Dios y para bien espiritual de los fieles en donde su propio nombre se estableció como fundador y patrono” 17 (Documentos para la historia de la educación en Colombia). Esto, aunque suene bastante reforzado, fue el punto que consolidó dicho colegio como uno de los más importantes de este país, pues aún en nuestros días sigue en funcionamiento.

Cuando los profesores que para ese tiempo, eran en su gran mayoría sacerdotes ordenados frailes y misioneros, se vieron enfrentados a manejar no uno sino muchos chicos, todos con más ímpetu y energía que ellos, decidieron que el control y el castigo era la única manera de controlar esa jauría enardecida.

El primer recurso fue sembrar temor en Dios y miedo a su castigo, por ello gran parte del pensum contemplaba el estudio del evangelio, todo esto con el fin de crear una rutina y sumisión, que con el tiempo acabaría por convertirse en una tradición para acondicionamiento del cuerpo y las actitudes. Por ese motivo, cuando fue fundado el Colegio San Bartolomé, por medio del Santo Concilio de Trento, figura que dentro de sus varias funciones otorgaba el permiso para la apertura de colegios en el Reino de Granada, "se estableció que todos los estudiantes de manera perpetua rezarían todos los domingos del año un rosario de 55 avemarías y 5 padre nuestros por el fundador y sus difuntos, los lunes por los sucesores y los martes por colegiales difuntos que hubieran sido del colegio. Los ejes doctrinales de esta institución buscaban formar hombres

18. Ibid; pg: 81.

19. AHERN, Evelyn, J. G. Traducción de Guillermo Arévalo. El desarrollo de la educación en Colombia 1820 - 1850. Universidad

Pedagógica Nacional. Documento digital.

íntegros en la palabra de Dios y de un conocimiento firme en la misma".18

Bajo esta primera perspectiva la configuración del colegio se acercaba más a lo que hoy conocemos como seminario, sin embargo serían los Dominicos quienes en 1608 con el colegio Santo Tomas, establecerían la estructura con salones de clase, pupitres en donde se imparten las clases y un profesor a cargo de la cátedra. Esta estructura ya había dado sus primeros inicios con religiosos pertenecientes a otras órdenes como la Compañía de Jesús (quienes más adelante se convertirían en los Jesuitas). Con estas palabras me atrevo a dar un amplio, más no un minucioso, barrido por la historia educativa de nuestro país, pues hacerlo implicaría ahondar mucho más en las distintas órdenes religiosas, sus convicciones y objetivos en el territorio colonizado. Más bien en este recorrido, me interesa dejar presente, que las bases educativas de nuestro sistema, realmente poseen unos antecedentes muy contundentes, estas parten de un sistema político y religioso, el cual forjó formas muy específicas de enseñanza: el copiar o transcribir textos e imágenes sagradas con el fin de aprender su contenido, la repetición de oraciones (como un rosario con 55 avemarías) y escritos como herramientas que construyen conocimiento, el adoctrinamiento como eje fundamental en donde el estudiante debe limitarse a seguir instrucciones, el uso de la memoria para aprenderse al pie de la letra textos sagrados (esto más adelante se convertiría en el proceso de aprenderse la lección de memoria) y la configuración de un profesor que ha sido escogido por Dios para formar a estudiantes que son ignorantes, quien claramente tiene el poder.

Estas formas no son perpetuas, para alivio de todos, han ido transformándose con el paso del tiempo, y después de cortes tan contundentes como la independencia, la educación tomaría una orientación más abierta. El control educativo en manos católicas, estuvo en un constante ir y venir después del grito oficial de libertad, pues las prioridades educativas dejaron de mirar a Dios como materia de estudio, y se enfocaron en la construcción de patria; una intensa búsqueda por lograr la tan anhelada identidad territorial. Esta, no ha sido tan sencilla de forjar, pues ha cojeado por las distintas fracturas causadas en medio de guerras y conflictos internos, movilizados en esa estabilidad pantanosa, la cual, intentaba entender los conceptos de lo social y político, en medio de un pueblo donde muy pocos sabían leer y escribir, pues solo los hijos de los grandes comerciantes accedían a un sistema educativo. En ese panorama de marcadas diferencias sociales, se intentó reconstruir eso que nos sucedió, partiendo del hecho que fuimos colonizados, tratando de rescatar nuestras primeras raíces, perdidas en medio de todas las mezclas que nos conforman, en algunos momentos haciendo el intento de negar nuestra herencia europea. Tanto así, que esta necesidad de entender quiénes somos, aún hoy se mantiene vigente, en medio de todos nuestros híbridos culturales. Esto se ha mantenido como una constante que históricamente recae en intensiones nacionalistas. Por

eso, al ver esta maraña, la cual parece no entenderse muy bien, y donde decisiones políticas se entremezclan con la tradición religiosa, para forjar una nueva forma en cuanto a la educación, la iglesia se ve enfrentada al hecho de que Dios ha sido desplazado por héroes nacionales, es decir, ya no cuenta con todo el poder, y quienes se han formado bajo sus principios, ahora les interesa difundir los derechos fundamentales del hombre y pensamientos que se encaminan más hacia la construcción de patria.

Con la idea de generar una educación práctica, en lugar de las enseñanzas de la colonia se buscó instruir a los jóvenes sobre los derechos y deberes de los ciudadanos, por eso en 1820 "Francisco de Paula Santander, dio el primer paso a la creación de un sistema de educación primaria pública, con el ánimo de difundir la libertad recién conquistada. Mediante el decreto del 6 de octubre de 1820, ordenó que se estableciera una escuela en toda comunidad con más de treinta familias para enseñar a los niños a leer, escribir, sumar, estudiar la religión e instruirlos en los derechos y deberes de los ciudadanos. Los niños indígenas debían ser educados en las mismas condiciones que los niños blancos". 19

Con esto no pretendo señalar que la iglesia quedó relegada a un segundo plano, la tradición había sido cimentada tan fuertemente y sus raíces fueron tan profundas, que su protagonismo se mantuvo hasta la década del 30, donde

17. Ibid; pg: 80.

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dirigiendo su atención a todo aquello que puntualmente afecta la época en que se está viviendo.

Sin embargo, aunque la palabra cambio podría entenderse políticamente, como una manera de avanzar, la educación, parece haber encallado al navegar por las distintas posibilidades que la conforman, pues aún hoy, cuando han pasado décadas de estos sucesos históricos tan importantes, sigues viendo como un salón de clases, está programado e instrumentalizado para la repetición, en donde la política del momento (como la que hoy vivimos, la de la paz) utiliza esta esencia heredada de nuestros colonizadores y tan presente en una cotidianidad imperceptible en donde ya no nos damos cuenta, para imponer una forma de pensamiento. No propiciamos un ambiente reflexivo, realmente los profes dictamos y dictamos: el estudiante tan solo copia.

Bajo esta idea es posible afirmar que realmente no hubo un quiebre educativo contundente, en donde pasamos de lo religioso a lo político, simplemente hubo un desplazamiento del dogma 22, el cual en un principio dejó de mirar a Dios para centrar su atención en la patria, luego inició una búsqueda legislativa, que hace una primera parada con el fallo de la educación y escolarización obligatoria23 y más adelante se preocuparía por reglamentar contenidos, pero el principio sigue siendo el mismo: copiar y repetir sin preguntar.

Para muchos catedráticos, esta afirmación puede resultar obsoleta en el tiempo, argumentando mi desconocimiento por las nuevas prácticas pedagógicas, sin embargo siento que en el paso de la teoría a la práctica nos hemos rajado. Este es un ambiente que percibo a diario en los escenarios escolares.

legalmente estaba constituida como autoridad, pero su peso fue tan fuerte que aún hoy en día sus semillas parecen imborrables.

Como muestra de ello podemos mirar dos decisiones nacionales importantes: "cuando en 1881 el gobierno de Rafael Núñez estableció como obligatoria la enseñanza de la moral religiosa y bajo la Constitución de 1886 se estableció, que la educación y su impartición debía estar a cargo de la iglesia Católica, ley que se mantuvo hasta 1936 año donde la educación empezó a manejarse a través de normas nacionales".20

Esa transición de lo religioso a lo político responde a un cambio social e ideológico de nuestro territorio, ya que bajo escenarios muy puntuales, (como el de la independencia o quiebres históricos contundentes como el ambiente nacionalista del gobierno de Gustavo Rojas Pinilla21) se terminan por forjar nuevas maneras de pensar,

20. MARTíNEZ, Cardona, Jesús Gonzalo. La educación en 200 años de construcción de ciudad. Alcaldía de Rionegro, Antioquia

2002. Pg: 120-123.

21. El Gobierno de Gustavo Rojas Pinilla visualizó a las Fuerzas Militares como el único camino para realizar los cambios urgentes

en el país, así mismo buscó el fortalecimiento del estado colombiano, basado en la doctrina social de la Iglesia Católica y en el

ideario del Libertador Simón Bolívar. Consideró que el nacionalismo y el patriotismo debían ser las fuerzas de cohesión del

pueblo colombiano, anegado en violencia y crisis nacional. Tenía una política de educación en masa, por lo cual posibilitó la

creación de escuelas radiofónicas y bajo su gobierno se dio la creación del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje).

Tomado de: http://wsp.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/rc_55.html, el 15 de Abril de 2016.

22. Estanislao Zuleta denomina dogma "a toda convicción que haya llegado para quien la posee, o la padece, una referencia de su propia identidad; algo que por lo tanto no puede ser perdido". Nuestro dogma educativo, continúa buscando un eje controlador,

primero en la religión, luego en el héroe. ZULETA, Estanislao. Elogio de la dificultad y otros ensayos. Ed: Fundación Estanislao Zuleta.

Cali, Colombia, 1997. Pg: 17.

23. "La presencia natural de la escolarización hace que carezca de connotaciones problemáticas en muchos casos y para buena parte de la población, incluso para quienes la viven como profesionales de la misma: los profesores. Hoy la escolarización, la que es obligatoria, en particular, es un rasgo que se ha universalizado en las diferentes sociedades y culturas. Lo es, no sólo en tanta realidad práctica institucionalizada, sino también como construcción mental". Históricamente, la lucha por la educación

obligatoria e igualitaria, sobre todo bajo las condiciones sociales de señores y sirvientes; blancos, mestizos, indígenas y negros,

fue un conflicto cargado de luchas intensas. Sin embargo pese a que se logró llegar a poblaciones vulnerables, pareciera que

la naturalidad, o lo normal, que se ha adherido evolutivamente y con el paso del tiempo a este sistema, hace que el pensar sus

formas sea algo escaso. SACRISTáN, Gimenio. La educación obligatoria: su sentido educativo y social. Ed: Morata,S.L. Madrid,

España. 2000. Pg: 10.

Si de catedráticos se trata, es valioso invitar a José Gimeno Sacristán, un especialista en didáctica y organización escolar, perteneciente a la universidad de Valencia, quien habla de la universalidad de la escolarización, su extensión y el hecho de que en diferentes países exista de manera parecida. Recordemos que él, proviene del territorio que nos colonizó y probablemente está permeado por la herencia de este conflicto independientemente de la postura. Pese a esto, aquí el trasfondo es de otro tinte, pues el hecho de que tengamos un modelo estándar para la formación educativa, me pone a pensar sobre que tan reflexivos hemos sido en la construcción de nuestro propia sistema educativo y retomo a Sacristán cuando dice "que el mantenimiento del mismo será posible mientras sirva a las funciones por las que apareció como invento social". Esto en pocas palabras puede traducirse en una coyuntura que también es educativa, desembocando en la forma como pensamos, pues mientras a nosotros nos siga pareciendo que sirve copiar y copiar nada va a cambiar, pues realmente para hacer algo distinto hay que incomodarse y ¿Cuántos estamos dispuestos a hacerlo?

Es aquí donde la reflexión empieza a ser plásticamente atractiva y los objetos que conviven en los ambientes educativos, adquieren voz de narradores al contar sus propias anécdotas. Pupitres, cuadernos, notas de profesores y alumnos que se unen para reconstruir sus pasos, esos que se han copiado muchas veces.

Pero antes de adentrarnos a mirar lo que cada uno de estos objetos nos sugiere, es importante que termine la historia que había iniciado. Después de lo que has leído hasta ahora, es posible decir, que en gran medida, esa configuración entregada al profe de poder y control en el aula, pueden sustentarse en las necesidades postuladas durante la época dorada de la Iglesia Católica. En este sentido se hace muy pertinente el breve barrido histórico que hicimos, pues nos permite traer a esta conversación para su análisis, aquella dinámica unidireccional en donde un ser dotado de conocimiento o luz (un iluminado) lo transmite a sus estudiantes, quienes al ser ignorantes no están en la capacidad de construir conocimiento, tan solo de aprenderlo.

Tu que estás leyendo estas ideas, puedes concluir que esa "dinámica" de la que te hablo es nuevamente exagerada, por eso, en el desarrollo de esta idea debo poner de manifiesto, que en estas frases no asumo una voz de pedagoga, me he apoyado en algunas de sus teorías, pero más en la experiencia y desde la posición de estudiante de artes, vengo a presentarte mi historia: Cuando dicté la primera clase.

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Parte 2

Dedicado al profesor gritón: sobreviviendo en la jungla de la experiencia.

¿Cuántos de nosotros tenemos, o tuvimos un profesor o profesora a quien le teníamos miedo? Aquel sujeto, que con su sola presencia irradiaba autoridad y cualquier cosa que dijera en contra nuestra, era una total sentencia y el más mínimo de los elogios, la máxima gloría.

Pero, ¿Por qué una persona totalmente ajena a nuestro contexto familiar y a quien relativamente hace poco conocemos, es capaz de generar esa clase de sensaciones? Puede que existan varias explicaciones, pero la experiencia me ha dado varias pistas sobre las relaciones que se tejen entre docentes y estudiantes al momento de dar una clase. La existencia del profesor configura la posición del estudiante, sin embargo, es el estudiante el que hace posible la existencia del profesor, ya que sin estudiantes difícilmente tendría sentido la idea de una persona que se encarga de formar y guiar un grupo dentro de determinados objetivos, en donde la enseñanza es el principal.

El percibir como la educación, tanto de manera cultural y política es considerada necesaria, pues se configura sobre un mecanismo donde se activan diferentes tensiones entre profesores y estudiantes, alrededor del poder y manejo de información la convierte en un territorio muy atractivo para el análisis conceptual y plástico. Sobre todo, cuando una estudiante entra de nuevo al colegio del cual es egresada, después de unas cortas vacaciones que dieron fin al año anterior, siendo presentada a sus antiguos profesores, como la nueva colega, docente a cargo del área de inglés y artes.

Siento que esa es definitivamente una de las imágenes que tengo en el disco duro de mi memoria, en una carpeta que dice imborrables, pues ante el aparente asombro de todos, me encontré con algunas miradas simpatizantes y otras que definitivamente no podían creer, como casi dos décadas de su "autoridad docente" eran puestas en tela de juicio por una niña recién salida del colegio, quien hace tan solo unos meses se sentaba en los pupitres. ¿Qué idea tenía yo sobre la labor de dictar clases?, por lo tanto los comentarios de

desacuerdo no se hicieron esperar. Aunque debo reconocer que ellos me motivaron definitivamente a no dar mi brazo a torcer, aunque en un principio fue el simple deseo de no darle gusto a quienes afirmaban que no podía, con el tiempo se convertiría en una escuela llena de valiosos encuentros; pues puedo decir que aprendí a dar clases, dictando clases.

Si un profe llega a un salón, en donde se estudiará una temática que supongamos ha preparado cuidadosamente, (digo supongamos pues sé que no todos los profes preparan sus clases), la cual propone una temática y una serie de ejercicios, lo mínimo que espera es encontrarse con un grupo de estudiantes dispuestos a recibir lo que él o ella ha venido a enseñar. o por lo menos, eso era lo que yo pensaba la primera vez que entré a un salón

de clases llevando con orgullo la bata y la escarapela que me convertían en profesora. Con estos elementos pareciera que te conviertes en un sujeto investido de conocimiento quien tiene la

función de transmitirlo. Aunque suene inaudito, la bata hace que los niños, los padres de familia y ante la incomodidad de varios colegas o funcionarios de la institución,

los demás te reconozcan como profesora, quien de repente llega con la idea de impartir una serie de conceptos sobre sus estudiantes, pues se asume

que ellos no lo saben. Si has dado clases es probable que esta escena se te haga familiar, si aún no has tenido la oportunidad de hacerlo tal vez

lo recuerdes desde el rol de estudiante. Lo importante para mi aquí es entender lo que está sucediendo, pues puede que parezca una

imagen sencilla de entender, pero creo que es más compleja de lo que parece.

En primer lugar, está lo que el imaginario ha construido en torno al profesor y los elementos que comúnmente suponemos lo integran. Es por eso que una chica que no ha estudiado para ser docente y de repente se pone una bata que dice: “profesora del área de inglés” en vez de un uniforme, se convierte prácticamente de la nada en “La profesora”. Algo muy parecido a lo que sucede con la corbata, cuando el sujeto que la usa se convierte en doctor, abogado, ingeniero o cualquier otra

profesión o estatus social que indica solidez, confianza y seriedad.

Ahora que tengo la oportunidad de mirarlo cuando ha pasado cierto tiempo, puedo decir que la bata blanca con membrete empodera,

dándote un rango y permitiendo que los otros te identifiquen. Socialmente quienes están en tu

entorno, te clasifican por la vestimenta que portas posicionándote en un cargo. La bata, originalmente

tenía la función de proteger la ropa cuando se escribía en el tablero con tiza, pero hace mucho tiempo que los tableros de tiza quedaron en desuso por obsolescencia,

cuando yo la utilicé, no era necesaria para cuidar la ropa del marcador borrable. Realmente, este elemento te diferenciaba de los estudiantes que llevan vestimentas todas iguales (el uniforme). Ahora bien, el llevar tu propia ropa al colegio es un privilegio; pues en él te obligan a vestirte igual, ya que dentro

de sus ideales como estructura se busca generar unidad, una manera de lograrlo es a través del uniforme. Los profes, son los

únicos que pueden llevar lo que les sea más cómodo para vestir.

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(Claro está, dentro de ciertos parámetros que hablan del “vestir bien y adecuadamente para dar clases”, nada que se salga de la formalidad necesaria para la imagen de un profesor) pero la bata, es un elemento que los homogeniza, indicando sutilmente seriedad como institución y comunidad, la cual se esmera en caminar hacia “un mismo objetivo: el de enseñar con calidad y compromiso”.

Luego, encontramos la noción de impartir conocimientos. Según el diccionario etimológico la palabra impartir viene del latín impartiré que significa comunicar, repartir. Bajo esta perspectiva el profesor tendría la función de repartir el conocimiento a un grupo de estudiantes, sustentado en el poder que ha adquirido al ser reconocido por otros, como una persona con las capacidades necesarias para desempeñar esta función la cual se sustenta en la autoridad que adquiere en el salón, para determinar la forma con que serán enseñados los conceptos. Sobre esto podría sustentarse lo que significa el ejercicio de dictar una clase.

Ahora bien, si una clase gira en torno a la idea de “repartir conceptos”, es de vital importancia la atención de quienes escuchan, así como la receptibilidad que tenga cada estudiante frente al tema. Pero ¿Qué sucede cuando esa aparente e indispensable disposición no está presente en algunos, parte o gran mayoría de los estudiantes?, ¿Qué pasa cuando ese conocimiento que viene a ser impartido no es del interés de quien se supone debe escucharlo?

Es ahí donde los muchos imaginarios, sobre cómo dar una clase empiezan a tambalearse una a una, pues la gran mayoría se centran en el hacer, te dicen que debes propiciar en los estudiantes y cuales elementos pedagógicos debes implementar, pero ninguna te dice CÓMo hacerlo en unos chic@s que piensan “que pereza, ya llegó la profe”, una vez tu entras por la puerta del salón.

Retomando un poco la anécdota de la primera clase, imagínense ustedes una chica totalmente incauta en el ejercicio de manejo grupal, estrenando bata y llegando con la idea de dictar una clase, para que sus estudiantes inexpertos aprendan. Inmediatamente tú te presentas como la nueva profe e inicias lo que se supone vas a enseñar, lo primero que hacen tus estudiantes es poner a prueba eso que se llama paciencia, tratando de ver hasta dónde pueden llegar tus habilidades, las cuales no tienen nada que ver con tu conocimiento o el manejo que tengas de los temas, realmente eso poco o nada le interesa a la gran mayoría de estudiantes. Más bien, buscan detonar aquellas cualidades que se relacionan con la supervivencia, sobre todo cuando te ven tan joven y perciben que escribes en el tablero de manera algo inexperta.

En toda aula de clases hay un líder del chiste y la burla, los comúnmente llamados “payasos del salón”. A diferencia de lo que muchos profes creen, son los chicos más perceptivos y analíticos de la clase, ellos son los primeros en identificar tus debilidades y

usarlas en tu contra. Tienen la particularidad de tener un liderazgo tan sólido que logran desordenar el salón con tan solo un comentario.

Bajo este panorama, la idea de enseñar y de transmitir conocimientos se ve interrumpida por distintos factores, tal vez el más potente de ellos es el de un profesor que se enfrenta a un grupo que no le interesa lo que él o ella dice, situación bastante incómoda, pues aquel tema es algo que debe ser aprendido.

Nunca encontré una teoría o base pedagógica que me dijera que hacer en ese crucial momento cuando estas frente a tus estudiantes y debes darte la vuelta para escribir en el tablero perdiéndolos totalmente de vista. Momento que es aprovechado para tirar papeles, pegarle al compañero o simplemente elaborar un plan que termina en el sabotaje de la clase. Esta habilidad la recuerdo con nombre propio, se llamaba Brandon, un niño de tan solo 10 años quien en cuarto de primaria poseía la energía de quince micos burlones reunidos en un mismo sitio, quien era el hermano menor de una de mis compañeras de curso. Él había estado presente en nuestra graduación y sabía que hace unos meses yo había salido del mismo colegio. Lo primero que hizo fue preguntar frente a toda la clase, cómo había hecho para convertirme en profesora tan rápido. Él era el líder y estaba en mi primera clase.

Cuando alguien, quien se supone es menor que tú y ubicado por debajo tuyo en esa escala de poder creado en tu imaginario de profe, se atreve a cuestionar tu experiencia, tratas de demostrarle que la tienes así no la tengas y aunque esta parezca una reacción infantil, de una adolescente que intenta dar clases, realmente es

un comportamiento que he visto en muchos profes.

Para quienes llevan largo rato enseñando, se convierte en una pequeña discusión que pretende demostrar quién es el que manda.

Es ahí donde nace la jungla y para tu desgracia te encuentras sin brújula; pues cuando ves que efectivamente nadie está poniendo atención a lo que dices y que son más interesantes los chistes de Brandon, quien te ha elegido como objetivo y blanco de los mismos, tu frustración es más que evidente. Son treinta, o en algunos salones cuarenta estudiantes contra uno, por más que intentes sacar estadísticas y puntos de probabilidades, el resultado es más que contundente: van a destruirte y no tendrán compasión.

Cuando esto sucede, la palabra EXPERIENCIA se escribe con mayúscula en medio del salón desordenado, pues brilla por su total ausencia y los comentarios dados al principio como: “qué va a saber una niña de dar clases, la he de ver lidiando chinos”, empiezan a tomar sentido.

Ya que nuestra conversación tiene un recorrido anecdótico, pues básicamente te estoy relatando mi historia, me parece importante contarte el porque inicié a trabajar con niños de primaria. Básicamente mi jefe lo tomó como un campo de entrenamiento, ya que se tiene la idea de que los niños no son “tan terribles” (palabras textuales del rector) como los adolescentes y que ellos me obedecerían por el simple hecho de ser la profe. No

puedo negar que eso sucedió en algunos casos, (realmente eso fue de gran alivio, era como encontrar refugio al caer la noche en medio de la jungla) pero no es tan efectivo pensar que todo un grupo te tendrá respeto por el hecho de llevar puesta una bata blanca, esa es la idea que yo tenía y que intenté hacer valer, pues solía pensar que un niño es inocente, influenciable, amedrentable y en el mejor de los casos bobo, pues se come el cuento que le eches. Yo veía a mis estudiantes de la misma manera que me veían mis colegas a mí: Niños inexpertos que tenían mucho que aprender, sin embargo la primera clase terminó por tumbar cada uno de estos conceptos e ideas. No eran dóciles, eran terribles.

Al finalizar el primer día de clases tenía dos opciones: renunciar a mi trabajo o cambiar de plan, y creo que la segunda opción se me hizo más atractiva.

Ahora la pregunta radicaba en ¿Cómo lograr ese tan anhelado respeto? La escuela básica primaria ha sido un lugar en donde ése sentimiento de respeto se tiende a confundir con el miedo. El infundir esta sensación en el estudiante, se convierte en una herramienta para lograr el orden. En esta etapa del colegio, se pretende formar en el niño o niña bases puntuales en torno a la manera “correcta” de muchas cosas, una de ellas es la forma apropiada de comportarse en un salón de clases, partiendo de un principio: al profesor se le respeta. Evidentemente este era un principio que yo no había conseguido.

La noción de respeto, el cual debe existir entre unos y otros bajo el contexto de un salón de clases, está sujeto a distintas interpretaciones pues independientemente de la gran cantidad de teorías pedagógicas que hoy en día circulan, es una postura que se vincula de manera directa, no necesariamente por el valor que tiene como persona sino por el conocimiento que posee y el cargo que ocupa. Es una idea encaminada a la autoridad; pese a esto la noción de respetar al profesor por lo que sabe y por la autoridad que irradia, no es algo que aparece por casualidad, realmente sobrevive a lo largo de la historia aferrándose a las fuertes raíces religiosas que contienen a cada uno de estos imaginarios.

Recordemos que la educación en sus cimientos, por lo menos en el de nuestro territorio, estuvo a cargo de las distintas órdenes religiosas que fueron anteriormente mencionadas. Bajo ellas, los roles y las distancias entre profesores y estudiantes estaban muy marcadas. El profesor con la autoridad absoluta y una certeza frente a la pertinencia en los modos en que se impartía el conocimiento, podía decidir de manera autónoma no solo en su clase sino a nombre de cada uno de los asistentes, pues al ser un miembro eclesiástico y tener la responsabilidad asignada por Dios, tenía el poder para hacerlo, presionando muchas veces a sus estudiantes para que llegaran a un nivel aceptable que se acercara a la manera en cómo él en su conocer entendía lo correcto. Todo aquello que se alejara o no estuviese dentro de lo que el profesor en su máxima autoridad decidía, simplemente estaba equivocado. Cabe mencionar que durante este periodo el

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profesor por lo general del género masculino, (realmente la figura de profesora o institutriz se da casi hasta el siglo XIX) estaba en la plena facultad de educar y corregir a sus estudiantes de la manera como mejor considerara. Esto en muchos casos implicaba castigos físicos y psicológicos que se mantuvieron hasta el siglo XIX. Era merecedor de un correctivo todo estudiante que por medio de sus palabras o acciones se atreviera a cuestionar la autoridad del profesor. Si bien hoy en día, los procesos formativos no funcionan de esta manera, si es posible decir que actualmente el miedo, experimentado por muchos de los estudiantes hacia sus profesores es histórico, radica ahí en el castigo y en la tradición del mismo, como corrección pedagógica. Hoy por hoy, un profesor o profesora no corrige con golpes físicos pues la legislación lo prohíbe, pero prevalecen ciertos mecanismos en donde puede hacer sentir su autoridad cuando esta se ve transgredida por un acto de disciplina.

Ese era el punto, hacer sentir la autoridad, era lo que definitivamente le hacían falta a mis clases, sin embargo las diferentes maneras que tenemos para entender este término, haría que mi recorrido por la autoridad fuera larga y tendida, sobre todo porque tendemos a pensar que la autoridad genera orden y total silencio, por lo menos en lo que respecta a un aula de clases, pero no necesariamente es así.

Aprendiendo a gritar a los estudiantes:

A cuantos no nos gusta tener la razón, es más, cuantos de nosotros hemos disfrutado cuando en cualquier circunstancia conseguimos postular nuestra manera de pensar, haciendo que otros estén de acuerdo con lo que decimos, sintiendo de manera positiva que aquello expuesto cambia por completo la percepción que un grupo o persona tenía frente algo.

Cuanto esto en algún momento sucede, es posible sentirnos satisfechos, pues de alguna manera ha sido posible alimentarnos y alimentar el pensamiento de otros, en especial si logramos demostrar autoridad frente al tema.

Trasladando esta idea al contexto de una clase, es posible decir que el tener la razón, intenta postularse como un proceso de retroalimentación, en donde un profe muestra ante sus estudiantes una serie de contenidos que le permiten explicar conceptos puntuales. Estos serán apropiados por quienes lo reciben, es decir los chicos, quienes al ser tantos dentro de un aula terminan por recibir cada tema de manera distinta, generando procesos variados frente al conocimiento, en donde cada uno puede avanzar hacia distintos caminos dependiendo de las habilidades, cualidades y facilidades de cada uno. (Jean Piaget, desarrolló varias teorías sobre el desarrollo cognitivo y los distintos procesos que se produce en el pensamiento a lo largo del crecimiento).

El problema empieza a manifestarse en el momento que es necesario poner en sintonía las distintas voces que hay en un salón de clases,

pues si bien hoy la educación la entendemos como un proceso de construcción colectiva, esta se convierte en una idea bastante lejana, sobre todo al momento de la práctica, en especial cuando esa necesidad de tener siempre la razón porque yo no me la dejo montar de esos chinos, empieza a ser la filosofía base desde el momento que se pone un pie en el salón de clases, en especial si quieres generar un precedente o aún mejor una apariencia de autoridad frente a tus estudiantes.

No sé si logres imaginarte, el proceso de llevar un concepto para que sea entendido por treinta o cuarenta cabecitas, entre los ocho y diez años. Sueles encontrarte con esos niños a los que muchos llamamos “dispersos”. A ellos, se les pone una actividad y apenas terminan de copiar se paran del puesto para molestar a sus compañeros o armar charla en torno a videojuegos, películas y caricaturas. Por otra parte te encuentras con grupos, que a tan corta edad parecieran tener una extraña enfermedad que afecta su memoria y los temas anteriores que se han tratado en la clase, pues simplemente quedaron guardados en el baúl del olvido y nadie en el salón recuerda que fueron estudiados. También tenemos el club de los inconformes en donde nadie está de acuerdo con la actividad propuesta o quienes hacen sugerencias al profesor de qué es lo que se debería aprender en clase. o mejor aún, un grupo donde hay un líder como Brandon con un tono de voz más fuerte y altivo que el del docente, quien simplemente no tolera las palabras “actividad en clase” y él con su ímpetu de pequeño profe, logra que todo el grupo se niegue a trabajar. Esto sin mencionar cuando por algún momento debes salir del

salón, por eso los dejas ocupados trabajando en una actividad, pero cuando regresas, encuentras a medio grupo por fuera, niños peleando por cartas de pokemón o del personaje que esté de moda, uno que esté llorando porque le pegaron y a un montón de niños y niñas que estén corriendo y gritando por todo el aula. Una vez los estudiantes se percatan de que llega la autoridad, poco a poco la gritería va menguando y uno a uno van apareciendo culpables y abogados quienes señalan “quien fue el que empezó”.

Controlar a un grupo de cuarenta y cinco a cincuenta estudiantes (esto en un colegio público) y de treinta y cinco a cuarenta (en un colegio privado), todos con distintos gustos, necesidades, habilidades y temores: algunos dispuesto para la clase y otros no; es algo complejo. Tal vez no sea su caso, pero cuando yo me vi enfrentada a esta situación, el primer recurso que utilice fue aferrarme a los recuerdos que tengo en mi memoria de como controlaban mis profesores situaciones de este tipo y aparece la primera herramienta: el grito.

Psicológicamente, el grito, dentro de las múltiples explicaciones que tiene se convierte en la respuesta de un individuo que se siente en desventaja o agredido por una persona, situación o grupo. Regresando al contexto del salón de clases, en donde hay un sinnúmero de pequeñas voces que pretenden sabotear el orden que como profe yo pretendía establecer, el grito aparece como el salvavidas que permite sentirme más grande que mis estudiantes, pareciera ser el recurso inmediato en donde es posible sobreponer una voz sobre todas aquellas que se dispersan en el aula, con el fin de

captar la atención y así mismo exigir orden, haciendo sentir la autoridad que tiene el profesor, alimentando la concepción “yo tengo la razón”.

Realmente ahora pienso que este es tan solo un mecanismo de defensa, ya que al sentir como un grupo te ha ganado en cantidad y fuerza lo primero que intentas es hacer sentir tu voz, pues la disciplina, el orden y el silencio se configuran como indispensables para el aprendizaje dentro del aula, por lo tanto la carencia de ello genera un desequilibrio y es la obligación del profesor restablecer el orden.

Cuando ingresé a trabajar como profe mi primer desafío fue lograr tener autoridad frente a los estudiantes, pues en aquel entonces lo sentía indispensable; para ello, varios colegas intentaron ayudarme, algunos tenían las mejores intenciones de enseñarme “como no dejármela montar, para que el grupo no me comiera viva”, curiosamente su primera recomendación fue hacía mi tono de voz, debía aprender a gritar; la mayoría de mis compañeros profes coincidían en que mi forma de hablar era demasiado suave y dulce, poco contundente; esto no reflejaba autoridad, lo cual era una desventaja al momento de posicionar mi voz y hacerla sentir en el salón de clases. Por otra parte, estaba el trato, pues muchas veces “el profesor no debía estar en la condición de pedir, sino de exigir el silencio y era una obligación del estudiante propiciarlo”. Estas eran recomendaciones que mis colegas con más experiencia que yo, me hacían en torno a la manera en como yo manejaba mi grupo de tercero de primaria.

Poco a poco empecé a darme cuenta que el profesor que contaba con el total respeto de sus colegas y por lo tanto el de sus estudiantes, era aquel que lograba mantener a su grupo en silencio, en total orden y disciplina, le decían el de “mano dura”, se ganó el renombre pues no pasaba por alto ni el más mínimo indicio de mala conducta por parte de alguno de sus estudiantes, con su sola presencia todos hacían silencio y cuando gritaba su voz resonaba hasta el segundo piso del colegio. Para muchos y me incluyo en el grupo, su incidencia en todo el estudiantado y su aparente control, era totalmente envidiables, además demostraba buenos resultados académicos.

Hoy en día, cuando ha pasado cierto tiempo y puedo mirar desde un poco más lejos esa escuela de la experiencia por la que pasé, abiertamente reconozco que mis primeros intentos por dictar una clase y transmitir el conocimiento a mis estudiantes fue un total fracaso. He logrado entender, que realmente no hubo teoría válida, pues en su mayoría mi recorrido por la docencia se ha remitido al ejercicio de prueba y error. Por eso, puedo sentirme una sobreviviente a esa jungla de la experiencia, donde en medio de colegas con más recorrido y evidentemente más expertos que yo en el tan anhelado talento de gritar, logré encontrarme por primera vez en ese enmarañado contexto.

Los estudiantes me permitieron forjar una serie de percepciones que me impulsaron a pensar con más detenimiento el ejercicio de ser profe, partiendo del hecho que soy una estudiante de artes que da clases,

24. "En esta idea, me permito citar a María Acaso, cuando nos habla del profesor novel que, cuando tiene que dar clase por primera vez, reproduce de forma inmediata las metodologías con las que él mismo ha sido formado, metodologías con las que no está ni ha estado de acuerdo". ACASo, María. La educación artística no son manualidades, nuevas prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura. Ed: Catarata.

Madrid, España 2009. Pg: 16.

realmente no soy profesora. Por eso, como artista en formación siento que soy una estudiante preguntona que analiza al profesor mano dura y encuentro que realmente aquel nombrado respeto, tiene tintes de miedo. Probablemente esta situación tiene mucho que ver con el imaginario creado para muchas generaciones, quienes han crecido con un concepto borroso de la autoridad entremezclado con el miedo; pues este se utiliza como herramienta de control. Es como si no hubiera podido despegarse de las raíces tan fuertes que fueron plantadas cuando los conquistadores trajeron el sistema educativo a nuestro territorio. En nuestro contexto actual, pareciera que para muchos casos de profes o tal vez solo en mi caso, en especial al momento de dar las primeras clases, la autoridad se manifiesta en un marcado apego o añoranza del “antaño” pues anteriormente los estudiantes respetaban a sus profesores (palabras textuales de colegas intentando darme ánimo) y terminamos llegando a la conclusión que definitivamente con “los niños de ahora” no se puede. Lo curioso, es que eso sucede en cada cambio generacional, por eso tratamos de imitar lo que recordamos que hacían quienes nos educaron y efectivamente funcionaba: enseñamos como nos enseñaban.24

Esa jungla que atravesé, demandaba el exigir respeto como antaño e irradiar autoridad no solo frente a los estudiantes sino también entre los colegas quienes comentaban la falta de disciplina en mi grupo, y donde evidentemente había un cambio generacional entre ellos y yo. Todas estas anécdotas empiezan a expandirse dentro de este análisis, generando inquietudes que tienen consecuencia en el proceso creativo y plástico, pues me permite re-pensar elementos y objetos que de una u otra forma se ensamblan dentro del ambiente escolar entre estudiantes y profesores. Es posible decir que esta clase de dudas no son nuevas, han estado en la historia de la pedagogía desde hace décadas y en torno a ellas, hay incontables fórmulas que dicen como dar una clase. Para esta conversación he recibido algunas de ellas por su relevancia, otras por su incongruencia y visible lejanía con una puntual realidad: la de un profe que da clases y necesita que sus estudiantes presten atención al tema del día, quien a parte de este gran desafío, necesita demostrar resultados, es decir que sus estudiantes efectivamente si aprendieron lo que vino a enseñarles.

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Capítulo 2

Arqueología de objetos escolares

Modelo pedagógico: la cómoda tabla

En un aula de clase, es posible encontrar diferentes configuraciones de tablas. Están las tablas de la ley, que estudiamos para la clase de religión, las cuales estoy segura muchos de nosotros transcribimos en un cuaderno. (Sobre todo quienes estudiaron en colegios católicos) Los diez mandamientos dados por Dios a Moisés, para que fueran cumplidos por el pueblo hebreo y por nosotros, quienes las heredamos al momento de institucionalizarnos como una sociedad en su mayoría católica.

También están las tablas de multiplicar, que aprendimos de memoria cuando estábamos en primaria, las cuales al ser un cálculo exacto tienen un resultado único e inamovible, que si llegáramos a cambiar por error nuestro, puntualmente a causa de no recordar el resultado, haría que toda la operación matemática quedara mal, esto se reflejaba en una mala calificación o en un llamado de atención por parte del docente que suele decir: “pilas!!! Repasar las tablas”.

Personalmente, asocio la palabra tabla con algo que es

rígido, poco flexible y con una forma determinada, (por lo general cuadrada o rectangular, homogénea y de madera) faltaría explorar, cual es el imaginario que cada uno tiene de esta palabra, que inevitablemente termina por asociarse con una imagen o sensación. Cuando era estudiante, solíamos decirle “tabludos” a los profes que continuamente nos echaban la misma cantaleta: todo el tiempo el mismo regaño, el mismo tono de voz y el mismo argumento, perecía que lo habían estudiado muy bien desarrollando experticia en el tema, una especie de monólogo predeterminado, en donde cuando tú ves venir al profe, ya sabes exactamente lo que te va a decir. En conclusión para mis amigos y para mí: “Tabludos” o “ladrilludos”.

Sin embargo, al hablar de la palabra tabla, en nuestro recorrido y por la enérgica definición de uno de mis malhumorados estudiantes: "esa tabla tiesa donde lo hacen sentar a uno todo el día"25, terminé por llegar a ese objeto tan familiar, para todos aquellos que nos formamos o pasamos por un colegio convencional: El pupitre, para mi época de estudiante una silla hecha con tablas. Hoy en día muchos son de plástico, pero los tradicionales y en los que he encontrado en los escenarios donde doy clases, aún son de madera.

Es un objeto común, por lo menos en un colegio o en cualquier espacio de formación académica; es ahí donde se sientan los estudiantes y hay pupitres en cada salón. Son todos tan iguales y tan repetidos que poco nos fijamos los profes en sus particularidades. Pasan por nuestros ojos siendo un objeto más entre tantos que vemos en un aula de clases. Es más, solemos percatarnos de su existencia con su ausencia, en especial cuando llegas a un salón con tu grupo de estudiantes y cuando uno a uno los niños se van sentando, luego se acercan dos o tres para decirte que se acabaron los pupitres y ellos han quedado de pie. En ese momento, le asignas a tus niños sin pupitre, el rol de “razonero”, pues los mandas al salón del lado, para que interrumpa la clase creando desorden, y así le digan al profe que está dictando su clase que tú le mandas a decir, que si no tiene tres pupitres que le sobren porque en el salón de la profesora Lorena no alcanzaron los para todos los niños.

25. David Cabrera. 12 años. Estudiante de la Academia Militar Mariscal Sucre.“Entréganos un niño y te devolvemos un hombre”.

Inicia conmigo clases particulares de inglés cuando cursaba quinto de primaria año 2013. Expresión que sale de mi recuerdo

por alguna de las charlas que tuvimos en la sala de su casa, aprovechando que sus papás no estaban y podíamos hablar de lo

aburrido que es el colegio.

Esto inevitablemente distrae a todo el grupo y retrasa el cronograma de la clase, algo que no es muy bueno, en especial cuando estas tratando de crear esa noción de autoridad y respeto con tus estudiantes y ante tus colegas. Lo particular de la anécdota, me refiere a la carencia, lugar en donde a veces nos damos cuenta de la funcionalidad o necesidad de un objeto. Como cuando ibas al colegio y se te quedaba el lápiz en la casa, si no lograbas conseguir uno prestado, te quedabas atrasado en los dictados y actividades del día. Ahí te dabas cuanta que llevar el lápiz era muy importante, aunque bueno, esta es otra anécdota y tal vez solo me haya pasado a mí.

Cuando todos estos sucesos comienzan a engranarse en la configuración y reflexión plástica, los objetos que en este espacio escolar se activan, comienzan a visibilizarse de una manera diferente, pues es posible participar de ellos, indagando o como le digo a mis estudiantes: Escarbando más allá de lo que se ve a simple vista.

Un arqueólogo, se encarga de estudiar sociedades humanas y en algunos casos animales del pasado, quienes a lo largo del tiempo se extinguieron, pero dejaron una huella material en el lugar donde vivían. Por eso, estos sujetos a través de las evidencias arqueológicas que encuentran, (en su mayoría objetos o restos) se encargan de reconstruir el modo de vida, comportamientos y organización social, de esa ciudad, pueblo o sociedad que ya no existe.

Es decir, los objetos pueden hablarnos de la forma de vida llevada por un grupo de personas o en cierta medida, darnos una idea de algunos comportamientos que tenían.

El ojo del artista, siento yo, en algunas ocasiones funciona de esta manera, pues con los objetos reconstruimos historias a través de un proceso creativo, recreando todo un contexto o generando una reflexión que nos permita acercarnos de manera crítica o analítica a una situación específica. El objeto es una herramienta, un detonante.

Por eso, al ser una estudiante de artes, en medio del ejercicio docente, quien tiene en su historia incontables esfuerzos por dictar una clase, empecé a encontrarme con objetos como el pupitre, los cuales siempre han estado ahí, en medio de las aulas, y por eso inmediatamente los catalogué con el rótulo de normales, pese a esto, al detenerme para poder ver su configuración y estructura, pude ver que en este objeto hay un relato que contar.

Si regresamos de nuevo a ese ambiente, donde la joven e inexperta profesora, ya se encuentra agotada y despelucada por treinta y cinco chinos que definitivamente no quieren hacer una carajo, liderados por Brandon, en un aula que reclama disciplina, es posible que se hagan familiares estas palabras en tu cajón de recuerdos, acompañadas de un fuerte y sentido grito. No porque hayas estado presente, sino porque muy posiblemente a ti te lo dijeron, ¿o nuevamente seré la única?.

—¡Siéntense y cállense!—, poniendo una cara de total disgusto, roja de la ira y mirando con furia a ese grupo de pequeños mocosos que no prestaban atención a ninguna de mis instrucciones. De repente, todo queda en absoluto silencio y uno a uno con mirada sumisa se van sentando sin poner objeción alguna. Finalmente, después de varios meses lo había logrado, santa paz y orden en mi salón. Desde ese día inició la época oscura para mis pobres estudiantes, pues finalmente yo había “entendido” cómo se dictaba una clase.

Dentro de las primeras medidas, estaba erradicar al incitador; tal como recuerdo la profe Gloria lo hizo con oscar Vanegas, el niño más casposo de mi salón cuando yo era estudiante. En quinto de primaria oscar y yo éramos amigos, yo le ayudaba en matemáticas y también charlábamos mucho, en especial cuando la clase era muy aburrida, él tenía la particular habilidad de armar una conversación de cualquier tema, algo que realmente le traía muchos problemas en el aula de clases. Después de un tiempo, al ser identificado como incitador del desorden, a oscar lo aislaron en una esquina del salón, donde pusieron su pupitre y no le era permitido hablar con sus compañeros en el momento que se daba la clase.

A que no adivinan cual fue la nueva metodología con Brandon, aunque suene muy arbitrario, un rincón del aula parecía tener su nombre escrito, ahí puse su pupitre y decidí que la vigilancia y la anticipación ante cualquiera de sus movimientos debía ser lo primordial: más que el contenido de la clase,

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la disciplina. Por eso el orden metodológico de cada una de mis clases, contemplaba los posibles focos de indisciplina y la manera más rápida de erradicarla. Algo así, como una especie de cálculo en donde tú sabes de antemano lo que va a pasar, descubriendo que el tenerlos ocupados escribiendo era la mejor manera, de prevenir cualquier brote de desorden y aunque los conceptos no quedaran muy claros, en los cuadernos parece que se notara un brutal avance pues todos los contenidos estaba ahí escritos.

Pronto el total silencio que reinaba en mi aula, se extendió como rumor por todos los pasillos del colegio, ganándome el prestigio y respeto de mis colegas, quienes reconocieron haber votado para asignarme el grupo más difícil en materia de disciplina, con el objetivo de aburrirme rápidamente de la docencia.

El hecho de "haberlos domesticado demostraba una contundente habilidad para el ejercicio de la docencia".26

Cuando un niño terminaba la actividad asignada, era más que evidente, su actitud corporal cambiaba, e inevitablemente intentaba pararse del puesto a hablar con alguien más. Inmediatamente yo interrumpía con la pregunta gritona ¿!y a qué tiene que parase del puesto!?, ¡vaya y siéntese y espere que los demás terminen!

Pero sentarse en dónde, ¿por qué sentarse? o más bien ¿qué empujó al estudiante a levantarse?

La respuesta parece obvia: Pues sentarse en el puesto, o pupitre, sin embargo en el uso cotidiano del lenguaje, los profes solemos decir puesto en lugar del pupitre. Reflexionemos un poco en torno a esta palabra, ¿puesto? ¿Acaso ocupa algún lugar?. La respuesta es sí, sobre todo cuando es habitado por un niño o niña, pues esa silla, históricamente en el recorrido de todos nosotros por las aulas, se convierte en aquel lugar que nos asignaron para sentarnos en el salón de clases, el estudiante no puede sentarse libremente donde mejor le parezca, el profe decide cuál es su lugar, su puesto, ya que organiza el aula como sea más apropiado: por orden de lista, de estatura o estratégicamente para poner en filas continuas los estudiantes que más hablan con los menos conversadores y de esta manera reducir de manera decisiva la indisciplina.

El pupitre pareciera ser un eterno sobreviviente de la metodología colonial del control y orden, diseñado para preestablecer un comportamiento en el aula. Son el reflejo de una forma de organización, que poco a poco se han ido creando con el fin de tener el manejo y autoridad. El profesor está adelante en donde puede ver a cada niño o niña, el salón está organizado por filas ordenadas, todas miran al frente y en cada fila hay determinado número de pupitres en donde se asigna un niño o dos cuando son pupitres dobles. Pero muchos profes preferimos los pupitres personales pues así nos evitamos charlas entre compañeros y copia en las evaluaciones.

Espero recuerdes los pupitres en los que te has sentado, esas rígidas tablas en donde es prácticamente imposible acomodarse por un tiempo prolongado, que particularmente odié después de la cuarta hora de clase, pues estaban diseñadas ergonómicamente para que estuvieras incómodo. Tenían el espacio estrictamente necesario para sentase y apoyar la espalda con una particular incomodidad premeditada para no producir sueño en el estudiante. Por lo general duros, al fin y al cabo de madera. Recuerdo que en mi época de estudiante ya fuera en primaria o en bachillerato, después de las vacaciones, el acostumbrarme de nuevo a ese pupitre rígido era difícil, sobretodo porque no tenías otra opción, era obligación.

De todas estas estructuras, hubo muchas cosas con las que al ser estudiante nunca estuve de acuerdo, como el hecho de no poderme sentar en el lugar del salón donde me sintiera más cómoda (sobre todo porque siempre usé gafas y al ser alta me mandaban a la parte de atrás donde no siempre veía muy bien al tablero) o al lado de quien me caía bien y podía conversar. Nunca me gustó estar en total silencio, pues sentía que se podía hablar y al mismo tiempo trabajar en la actividad asignada, tampoco me gustó copiar y copiar pues no solo era aburrido establecerse de manera monótona en una misma actividad, sino que sentía que realmente no hacía nada, ni aprendía, tan solo transfería información. Sin embargo, cuando inicié a dictar clases empleé la misma metodología con la que nunca estuve de acuerdo, al fin y al cabo la silla en donde yo me sentaba ya era acolchada, la profe tenía privilegios.

26. Charla con la Profesora Lina Gómez en la sala de profesores en algún mes del año 2008, especialista en pedagogía infantil

quien desde que yo inicié clases no daba un peso por mi permanencia en las aulas.

¿Venganza? Tal vez, sin embargo con el pasar del tiempo lo he identificado como esa imposibilidad de encontrar otra forma de hacerlo. Es el hecho de enfrentarse de manera impotente a grupo de estudiantes quienes esperan algo de ti: esto va más allá de los formalismos y métodos de cómo dar una clase, a ellos no les interesan las formas o prototipos, están cansados de sentarse en ellas seis horas cada día de lunes a viernes. En sus mentes de niños que vuelan con tan solo una palabra, necesitan algo diferente, y al tu estar a cargo terminas sumergido en un terreno que no controlas pues no sabes qué hacer, definitivamente no te están poniendo atención y te das cuenta que las teorías te llevan a lo incierto.

Lo complicado es cuando se lucha de manera interna con ese imaginario el cual dice: tú eres el profesor y debes tener el control, autoridad y total manejo, cueste lo que cueste. Debes saber qué hacer, que decisiones tomar y cómo hacer cada cosa y sobretodo no puedes equivocarte en esa toma de decisiones. Evidentemente, si pretendiéramos instaurar esta postura como cimiento pedagógico, encontraríamos muchos opositores, pues frente a las teorías contemporáneas, parece una definición sacada del medioevo, una sustentada en la fuerza y el dicho popular: La letra con sangre entra, pero en el manejo práctico de un aula de clases es el ideal que se mantiene, o por lo menos a muchos profes nos gustaría mantener, pues dígame de manera honesta ¿a quién le gusta que se burlen en su clase, tiren papeles, que los niños se agarren a pelear entre ellos, que digan chistes mientras hablas, que se pongan a hablar, que se paren del puesto, que pongan quejas o se pongan a llorar, que no quieran trabajar y que definitivamente no pongan atención a lo que tú dices?

Estas historias me hacen recordar a David Reyes, uno de mis ex colegas que también era muy nuevo en el área de la docencia, con quien solíamos hablar y darnos ánimo mutuamente. Sus palabras en algunas de nuestras charlas eran: yo no puedo con 402, (uno de los cursos de primaria del colegio donde trabajábamos) ellos simplemente quieren ver arder el mundo!!! Son como una manada de pequeños demonios. Al menos a ti ya te respetan, yo aún no he logrado eso. Aunque ustedes y yo ya sabemos cómo gané ese tan anhelado respeto, sencillamente a través del miedo.

En este punto, pienso que todo radica en una organización del lenguaje, el cual gramaticalmente está sustentado en los pronombres posesivos, aquellas estructuras idiomáticas que indican propiedad frente a un sustantivo. ¿Cómo así?, pues claro, todo empieza cuando decimos o pensamos: Esta es mi clase. Mi es un pronombre posesivo que indica propiedad sobre el sustantivo. Para este caso es sustantivo común, (qué le pertenece a Lorena: La clase) recordemos que hay dos tipos de sustantivos, los propios y los comunes, los cuales dentro de cualquier oración donde se aplique esta estructura, terminan por ser la propiedad de un sujeto. Para este caso soy yo : Mi clase, mis reglas, mi orden y mi metodología.

Todos pronombres posesivos singulares, que pasan de manera desapercibida por el lenguaje y terminan fundamentando la forma de actuar en todo un sistema, pues por momentos, especialmente cuando queremos instaurar disciplina, olvidamos que todo es una construcción colectiva, no es mí, es nuestra, un posesivo plural. El problema está en pensar que la clase es del profesor, o que le pertenece a él o ella; desde hace mucho tiempo, no lo es.

Sin embargo quienes ahora damos clases, o todos aquellos que en algún momento de su vida se han dado a la tarea de enseñarle algo a alguien, nos formamos bajo ese modelo, en donde la clase era del profesor. Desprenderse de él no es algo sencillo, sobre todo cuando ha sobrevivido por tanto tiempo en la historia siendo lo que conocemos, y lo que nos enseñaron, de ahí radica la incapacidad de proponer algo diferente, por eso, para poder enseñar, hay que desaprender, y esto es todo un proceso.

Cuando María Acaso se pregunta en uno de mis libros favoritos, La educación artística no son manualidades, ¿Cómo puede ser que la mayoría de los profesores enseñen de la misma forma con que han sido enseñados, aun cuando literalmente aborrezcan dicho sistema?, encuentro que estas preguntas sobre el poder y la autoridad, las cuales tanto rondan este documento, son algo que lleva su buen tiempo en el tintero. Por eso, en la reproducción de lo aborrecido, como lo denomina Acaso, consiento por completo su afirmación, en especial donde

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señala: "cuando alguien debe dar una clase y no sabe por dónde tirar reproduce lo que ha experimentado durante toda su vida como estudiante" 27. Así fue como inicié a dictar clases, en pocas palabras quien no sabe a dónde ir, cualquier bus le sirve. Si no se es crítico y auto reflexivo frente a la manera como se enseña y lo que se enseña, terminaremos haciendo lo mismo.

Entrar a este nuevo terreno no es sencillo, pues es aún más inestable que el primero, y cuando inicias a caminar en él, esa “añoranza del antaño” se hace más fuerte, pues te ofrece algo que está desapareciendo: seguridad frente a los modos correctos de enseñanza en el aula.

Conozco padres de familia, que actualmente matriculan a sus hijos en colegios católicos no porque sean practicantes del credo, sino por la seguridad que ellos ofrecen como institución de tradición. Es decir, parten del hecho que al ser dirigidos por religiosos a sus hijos los formarán con valores íntegros, serán rígidos y a la vez compasivos, les darán buenas herramientas y en matera pedagógica harán un buen trabajo, sobretodo en una época donde la juventud es tan difícil. Con todo esto, no pretendo señalar que no lo hagan, puede que sí, sin embargo es posible señalar que todas estas apreciaciones radican en esa historia que ya hemos revisado donde se mantiene la idea, de ser elegidos por Dios, garantizando

que todo aquello que hacen está bien : "allá los ponen en cintura, no les dejan el pelo largo a los muchachos. Nada de aretes o piercings, son estrictos con el uniforme y las tareas, les exigen y les enseñan de ética y valores, eso que se ha perdido tanto".28

Es ahí donde como estudiante que da clases, quien ya no quiere enseñar cómo le enseñaron, termino enfrentándome al primer obstáculo en esa intención de caminar por lo desconocido: Ir contra la corriente, pues hay padres de familia, instituciones educativas, metodologías que yo misma he puesto en práctica , dispositivos académicos y todo un sistema que busca reivindicar esa época donde los estudiantes obedecían sin objeción alguna a los profesores, por el simple hecho de ser quienes poseían el conocimiento y se encargaban de transmitirlo: algo que indudablemente merecía respeto. Pero ahora, ese es un privilegio el cual no tenemos, (los docentes), ya no somos poseedores de saberes, el conocimiento es un bien público que está dispuesto a tan solo un clic de distancia para todo aquel que tenga curiosidad por saber cómo funciona. Hoy los mecanismos han cambiado y ahora transmitimos información, no la poseemos y el poder que nos era dado junto con ello se ha desdibujado, sin embargo nos ha costado un trabajo enorme aceptarlo y por eso seguimos enseñando igual que hace más de 20 años.

Si nos detenemos un momento en la institución educativa, en especial la que se encarga de la formación básica primaria, encontraremos que uno de los principales objetivos es brindarle un espacio de seguridad al niño o niña, nadie envía al colegio a su hij@ para que le enseñen a dudar o a ser inseguro. Cuando se trabaja con niños pequeños la confianza en la institución es fundamental, y para eso se necesita solidez, pues el padre deposita en el sistema a sus hijos. Se espera que estos lugares propicien un ambiente sano en donde pueda desarrollarse como individuo. Por eso los colegios que poseen tradición (como los católicos pertenecientes a las distintas órdenes religiosas) cuentan con un terreno ganado pues logran construir una imagen que refleja este imaginario. La estructura de los establecimientos educativos según la secretaría de educación, está pensada como periodos de tiempo en donde se explora por distintas área del conocimiento, las cuales posibilitarán en el niño o niña la capacidad de entender el mudo en que vive.

Nuevamente aquí, en la razón de ser de la institución, encontramos la noción de seguridad como pilar de construcción del conocimiento y por ende del sistema. Sin embrago lo que encontramos en las aulas es muy distinto y ya no funciona igual, así el sistema quiera mantenerlo. El tránsito de la certidumbre a la incertidumbre nos ha desestabilizado; pues el no saber muy bien que hacer por todos los cambios en cuanto a manejo de información y saberes, ha hecho que se afiancen o se mantengan ciertos modos con los que fuimos educados quienes

27. ACASo, María. La educación artística no son manualidades, nuevas prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura visual. Ed: Catarata. 2009, Barcelona España. Pg: 16.

28. Charla con Marcela Pinilla en algún momento del 2015. Mamá de Luna, una de las estudiantes que ha desatado este trabajo.

damos clases, tratando de preservar esa forma que definitivamente se ha desfigurado.

Por eso al entender todo esto, decido retomar los objetos de clase, en una necesidad arqueológica por entender lo que tenemos en estos espacios donde circulan procesos, regresando de nuevo al objeto de partida: El pupitre.

Clases ergonómicamente incómodas

Recuerdo cierto momento en mi época de estudiante, cuando oscar Vanegas (uno de mis compañeros) intentó ponerse cómodo en el pupitre literalmente escurriéndose de la silla. La profesora Teresa Santacoloma, apenas se percata de este hecho le grita diciendo: qué muy cómodo! En mi clase no se viene a dormir.

Por alguna razón, la comodidad en el colegio en situaciones como estas, tiende a asociarse con la pereza o falta de actitud para trabajo. Algo similar sucede con el ocio, pues pareciera terrible que un estudiante tenga tiempo libre, e inmediatamente tiende a buscársele oficio.

Los pupitres intencionalmente incómodos, heredan la necesidad de moldear una retórica corporal,29 donde no se propicia una experiencia de confort, sino más bien una postura fija que sutilmente recuerda cual es el rol del estudiante, quien debe obedecer, esforzarse, adaptarse y sufrir: un legado netamente católico.

Aquí nuevamente encontramos a Foucault, quien bajo la noción de disciplina menciona un descubrimiento determinante en la época clásica: "el cuerpo como objeto y blanco de poder. Un cuerpo que se manipula, se le da forma, se educa, que obedece, que responde ,que se vuelve hábil o cuyas fuerzas se multiplican".30

Desde esta perspectiva, el pupitre como objeto que posee historia y tradición en esta búsqueda arqueológica, se convierte en el sobreviviente de una estructura rígida que necesita posicionar y predeterminar un comportamiento en particular: El orden y la disciplina por medio del condicionamiento corporal en una postura. Su

29. Cando Foucault habla de retórica corporal, hace

referencia hace referencia a ese discurso que se ha

sobrepuesto en el cuerpo donde se predeterminan ciertos

comportamientos. Una manera única de hablar del cuerpo.

FoUCAULT, Michel. Vigilar y castigar. México,1985.

30. Ibid; pg: 123.

participación en el aula pareciera indispensable, ya que posibilita organizar y homogenizar el espacio escolar. A pesar de que muy pocos o me atrevería a decir nadie ha disfrutado el sentarse por tanto tiempo en estos dispositivos, es un elemento que perdura como única opción a la pregunta ¿en dónde van a sentarse los estudiantes?

Fue diseñado con un objetivo: el de disponerse para recibir las clases, pero es constantemente re-significado en medio de juegos o actos de rebeldía por parte de los estudiantes, pues en torno a este objeto se ligan ciertas normas de lo que se debe o no hacer en él y dentro del salón de clases. El pupitre predetermina el cuerpo a una postura fija, haciendo que la mirada del estudiante se dirija hacía un solo punto: el frente, donde está el tablero. Se utiliza para escribir, pero no sobre él, porque sobre un pupitre no se escribe, ya que

Pupitre para diestros

Fotografía: Tatiana Villamil

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conserva una extraña sacralidad que lo convierte en intocable, la cual es constantemente recalcada por el profesor a cargo, quien evidentemente defiende el patrimonio de la institución y a sus aliados del orden. Este solo debe usarse como soporte para los cuadernos, libros, o libretas. Además permite ordenarle al estudiante una actividad puntual, que debe desarrollar sentado y en silencio posibilitando ese ambiente de calma que buscan la gran mayoría de profesores.

En los tiempos de ocio, los escritorios parecieran convertirse

en el lugar perfecto para depositar todos aquellos comentarios que no tienen espacio en los cuadernos escolares, pues se salen del contexto de la clase, son un sub-contenido que se teje en medio de las charlas o pensamientos de los alumnos, los cuales se materializan en aquellas tablas, convirtiéndolas en contenedoras de historias. Quienes a diario las habitan, dejan su registro escrito, en dibujos o simplemente con señales de perjuicio o daños a este inmueble, acción que en la mayoría de casos termina reflejando el aburrimiento del estudiante en clase y su inconformidad al tener que estar sentados todo el tiempo. Rayar el pupitre se convierte de manera inconsciente, en la posibilidad de escapar en algún grado de la actividad que ha sido asignada. Es algo diferente a las instrucciones dadas por el profesor, y aquí hablo como la estudiante de colegio que alguna vez fui, quien entre clases dejó varios dibujos en aquellas tablas. Es una acción que está prohibida en los planteles educativos, sería muy raro encontrar un profe que ordene rayar el puesto, por eso su prohibición lo hace aún más atractivo para quienes a la fuerza deben permanecer en estas estructuras, son un respiro y la posibilidad de llevar la contraria a los profes que tratan de evitar esta clase de comportamientos.

Escritorio para diestros, detalle

Fotografía: Tatiana Villamil

El pupitre no se raya:

Recuerdo en repetidas ocasiones, haber castigado a más de un estudiante por encontrarlo rayando el pupitre, debía quedarse a la hora del descanso limpiando su escritorio y el de sus compañeros, su castigo era consecuencia al mal comportamiento.

Para evitar lo indebido en medio del contexto escolar, los profes solemos utilizar el regaño público, es una estrategia de control, para que todos en el salón sepan las consecuencias que deberán afrontar si deciden seguir el mismo ejemplo. El trabajo extra y el tener que hacer lo que antes no era responsabilidad del estudiante parece ser una gran estrategia.

Cuando alguien raya el pupitre hace que este se salga de la forma(igual en todos), al tener algo que los otros no tienen (ya sean comentarios, palabras, dibujos, mamarrachos, tachones, borrones, marcas, chicles o todo cuanto pueda ocurrírseles) empiezan a individualizarse, se salen del orden, ya no son todos iguales y en medio de las muchas cargas históricas presentes en los procedimientos escolares, esto se convierte en una cualidad que molesta, ya que culturalmente nos han enseñado a prohibirlo de manera consciente e inconsciente. El profe suele interpretarlo como vandalismo escolar, por eso se castiga:

Sobre el pupitre no se raya, en él te sientas para escribir. Al ser profe, realmente siento que la molestia no radica en el hecho de escribir en el puesto, todo parte de la manera que tenemos para entender el uso de las cosas, su funcionalidad concreta y correcta que nos han enseñado este tiene, el cual termina por direccionar un orden específico.

El subvertir este principio atenta no solo contra la naturaleza tan igual de los pupitres en los salones, sino contra el modelo de autoridad donde el pupitre es un reflejo. No solo es un atentado contra el objeto, de manera sutil lo es contra toda la estructura que procura la homogeneidad, la cual tiende a forzarse en un contexto que por naturaleza es heterogéneo.

En estos años de profe he visto distintas clases de pupitres, los cuales predominan dependiendo de la edad de los estudiantes y el grado, pues obedecen a las necesidades puntuales que se supone ellos tienen.

En los primeros grados es común ver esos pupitres que son mesitas, es decir un pequeño escritorio con un espacio considerable para el trabajo, y una silla en donde el niño o niña se sienta.

Aquellas mesitas al ser todas de la misma forma y tamaño (por lo general cuadrado o de alguna forma geométrica), pueden unirse o separarse según el profe lo disponga facilitando crear pequeños grupos de trabajo. También es común en grados inferiores es decir en la primaria, aquellos pupitres dobles: Esos son los preferidos por muchos estudiantes (alguna vez vi una pelea entre cuatro niños por ganar el único pupitre doble que había en el salón de clases), sobre todo si logran sentarse con el mejor amigo o amiga, además son de gran utilidad para pasar notas, son más grandes, y al estar unidas la silla con el escritorio se dificulta la visibilidad del profesor. Por ello, debajo de esas mesas se gesta una especie de microcorreo; es decir, entrega y recepción que abarca desde tareas, dulces, comida y chicles, hasta copia en evaluaciones, notas entre amigos que hablan de lo que se hará en descanso, conflictos que hay entre ciertos miembros del salón y también reconciliaciones o peticiones entre enamorados.

En algún momento, al igual que mis colegas llegué a considerar los pupitres dobles, doblemente peligrosos, no solo por las charlas constantes y la evidente copia, sino por las fuertes discusiones de quién se sienta al lado de quién, o qué me dicen de los incontables llamados de atención a estudiantes que se cambian de puesto. Aunque para ello había estrategias, como sentar niños que poco hablan al lado de los que hablaban mucho. Para los que presentaban problemas de disciplina o concentración se les ponía al lado un monitor, quién se suponía debía ayudarlo en eso que se le dificultaba y anotarlo cuando hacía indisciplina, es decir en el momento que se portara mal. Era como una especie de policía al lado. Estoy segura que muchos de ustedes han escuchado estas palabras: Usted solo trabaja con un policía al lado. Alguna vez me la dijeron cuando era estudiante y luego cuando fui profe la dije muchas veces.

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Vigila y vencerás:

El policía al lado: Un estudiante elegido por el docente, quien lo apoya en una labor un tanto fiscalizadora, ya que vigila todo aquello que se le escapa en la disciplina del pupitre, es un espía que en su inocencia de niño siente el poder que el profesor le ha dado, para denunciar el mal comportamiento de su compañero de puesto.

Cuando inicié a enseñar, planteándome el objetivo de dictar clases, me estrellé con el hecho de no tener todo bajo control. Las charlas que se daban en medio de los pupitres era algo que necesitaba una pronta solución, por eso los monitores que predominaban como metodología en los otros salones, fue una opción que adopté rápidamente para el manejo de mi salón.

Mucho sapo!!! decían niños como Brandon, quienes al verse descubiertos en sus planes de sabotaje por uno de sus compañeros, debían regresar al orden tras el llamado de atención por parte del docente. Los monitores, quienes a pesar de tener la misma edad y estar en el mismo grado que todos en el aula, habían subido de rango por ser encontrados idóneos31 bajo la autoridad del profesor, quien lo elige, ya que cumple mejor que todos con las normas establecidas en los espacios escolares. Su selección nuevamente nos remite a esa raíz, en donde el profe o tutor era elegido por Dios para trasmitir el conocimiento, pero ahora es el profe quien elige a otro, no con el ánimo del saber, sino de vigilar.

La vigilancia siempre ha existido en los ambientes escolares, es una estrategia histórica que permite tener el dominio de las situaciones en el aula. Es la manera más efectiva de "controlar nuestra pequeña manada de micos alborotados"32 y Foucault la ha analizado desde distintos flancos. En especial cuando asegura en uno de sus textos Vigilar

y castigar que “el desarrollo de las escuelas parroquiales, el aumento de número de alumnos, la inexistencia de métodos que permitieran

reglamentar simultáneamente la actividad de una clase entera con el desorden y confusión consiguientes, hacían necesaria la

instalación de controles”.33

Pareciera que el control fuera el resultado al no encontrar algo mejor, nace de la inexistencia, es aquí donde las palabras de María Acaso encuentran mayor sentido, pues al no existir o no tener la capacidad de encontrar una estrategia distinta, simplemente replicamos lo que nos han enseñado, consolidando lo que ella llama pedagogía

tóxica, que conlleva “el auge de una pedagogía de la repetición donde los destinatarios de los

procesos educativos repiten sin ningún proceso de reflexión”.34

Cuando dictaba clases me molestaba profundamente

la copia en el aula, pero fui la primera en copiarme, en especial con la decisión de posicionar a un monitor. Yo me copié de mis compañeros y ellos de la tradición que les

permitía seguir en la misma línea, esto no es nuevo, ya

que si continuamos nuestra conversación con Foucault nos

encontramos con lo siguiente:

“Para ayudar al maestro, elige entre los mejores alumnos a una serie de oficiales, intendentes, observadores, repetidores, recitadores de oraciones, oficiales de escritura, habilitados de tinta y visitadores. Los papeles son de dos órdenes: unos responden a

contenidos materiales (distribuir la tinta el papel, dar el sobrante de material a los pobres, leer

textos espirituales los días de fiesta, etc.); los otros son del orden de la vigilancia: los

observadores deben tener en cuenta quien ha abandonado su banco, quien

charla, quien no tiene rosario ni

33. FoUCAULT, Michel. Vigilar y castigar. México, 1985. Ed: Siglo

Veintiuno, Págs: 180 y 181.

34. ACASo, María. La educación artística no son manualidades, Nuevas

prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura visual. Ed: Catarata. 2009,

Barcelona España. Pg:44.

31. Del latín Idoneus, adecuado y apropiado para

algo. La palabra idóneo es sinónimo de: apto,

capaz, habilidoso, eficiente, dispuesto e

inteligente. Tomado del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 2009.

32. Palabras textuales en alguna de mis

conversaciones con la Profe Lina Gómez, más

conocida como el coco para entre estudiantes

y profesores de primaria por su difícil carácter.

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libro, quién se comporta mal en misa, quién cometa algún acto de inmodestia, charla o grita en la calle; los admonitores se encargan de los que hablan o estudian sus lecciones emitiendo un zumbido, de los que no escriben o juguetean; los visitantes investigan en las familias, sobre los alumnos que no han asistido algún día a clase o que han cometido faltas graves. En cuanto a los intendentes vigilan a todos los demás oficiales”.35

Si bien, para nuestro panorama educativo esta apreciación parece exagerada, más de un profe y en este grupo llegué a incluirme por bastante tiempo, anhela o anheló en algún momento regresar a este punto: vigilar para prevenir.

Pero es que molestar en clase, tiende a ser tan atractivo en medio de todo eso tan aburrido que dice el profesor, a quien se debe escuchar sentado y en silencio. Ahora que lo miro desde la postura del estudiante y trato de entenderlo plásticamente al acercarme al pupitre como objeto de indagación artística, considero cruel pedirle a un estudiante que no moleste. Sin embargo cuando eres profe y has tenido el poder, te cuesta trabajo aceptar que todo no lo puedes controlar, y como todos los humanos te equivocas. Tendemos a afianzarnos en ese imaginario que nos sostiene la absoluta razón pues eres el poseedor de saberes.

Ahora, esto nuevamente se siente congelado en el tiempo,

como si fuera un capricho mío, producto de mi falta de formación como pedagoga, sobre todo frente a las muchas teorías de la nueva pedagogía que hablan de dinámicas totalmente distintas. En especial la postura de Guy Avanzini, quien defiende la pedagogía libertaria o no directiva, "la cual en el campo de la educación plantea desarrollar procesos de formación sin que la autoridad adulta del docente sea la que comanda o gobierne el proceso".36

Es decir, propone que la atención no se centre en el docente sino en el estudiante, quien al ser un ser pensante y creador está en la capacidad de aprender sin que el profe tenga que mostrarle como, aquí el docente no es el poseedor de saberes, es un incitador de experiencias que posibilitan que el estudiante se relacione con el conocimiento.

Esta postura suena interesante, sin embargo es ahí donde aparece mi propia expresión frente a las muchas posturas: Listo!, ahí está la teoría, ahora vaya y hágalo. Posicionar esto en todo un sistema que tiene tanta tradición de rigurosidad no es tan sencillo.

El vigilar como proceso educativo es una metodología que sigue viva, no es sino analizar cómo están dispuestos la gran mayoría de salones de clases, los pupitres y los objetos que ahí encontramos para poder afirmar que de la teoría a la práctica nos rajamos.

Es hora de mirar el objeto:

Regresando de nuevo al elemento que ha detonado varias de estas reflexiones en torno a la educación, siento necesario hablar nuevamente desde la anécdota, ya que es un factor que ha caracterizado esta conversación, pues fue para mi y muchos de mis colegas un alivio, cuando para los grados superiores de la primaria (4º y 5º) llegaron los puestos personales. Es posible que ustedes mis apreciados lectores tengan la imagen mental de esas particulares sillas en alguna parte de su memoria, pues no son nuevas, llevan mucho tiempo acompañándonos.

Son estructuras más livianas, ya que tienen menos madera. Constan de un lugar donde sentarse el cual es un rectángulo de aproximadamente de 30 x 40 centímetros, de la parte posterior se desprenden dos tubos que se alzan por unos escasos 30 centímetros. En la parte final de estas tubulares estructuras, se fijan con dos tornillos en cada lado, el espaldar, este es un sencillo rectángulo de 17 x 40 centímetros. Como toda silla tiene soportes, o “patas” son cuatro como la gran mayoría de sillas tradicionales de aproximadamente 36 centímetros de largo, las cuales sirven no solo de soporte para el pupitre, también sostienen la “parrilla”; un compartimiento o cajón, en donde el estudiante puede colocar sus cuadernos y libros. Sin embargo, falta lo más importante: El brazo,

35. FoUCAULT. Pg: 180 y 181.

36. GVIRTZ, Silvina. Palamidessi, Mariano. El ABC de la tarea docente: Currículum y enseñanza. Ed: Larousse, México. Pg: 244.

el cual no es más que un lugar donde apoyar para escribir. Este se encuentra unido a la base del pupitre y al espaldar por dos tubos que imitan su forma. Es semi-rectangular y alargado por un extremo, es particular, pues parece una letra P pero al revés.

Este fue el primer aspecto que llamó mi atención de este asiento, “una P al revés”, al revés pero al derecho de quien escribe, pues particularmente todos los brazos estaban ubicados al costado derecho. En aquel lote de pupitres para primaria, no recuerdo ninguno que ubicara su brazo al lado izquierdo, es decir para niños zurdos. Todos eran para niños diestros, con esto no quiero decir que no existan, si los fabrican, pero quienes se encargaron de traerlos simplemente no tuvieron en cuenta a quienes escriben con la otra mano. Pero esto, ¿qué quiere decir? Probablemente sea un aspecto que pase desapercibido, o es uno entre tantos descuidos, pero al detenernos, podemos ver algo que no es tan simple. En primer lugar está el diestro, es decir, el que escribe con la mano derecha. La palabra diestro viene de destreza, es decir la habilidad para hacer algo; pero el zurdo o la siniestra, viene de siniestro, adjetivo que significa "hecho con perversidad o mala intención" 37. Es ahí donde la reiterada casualidad, se pone en evidencia a través de objetos simples como lo es un pupitre, un elemento elaborado en la mayoría de los casos para diestros. Sin ir muy lejos puedo poner de ejemplo nuestra academia de artes ASAB, en donde me di la tarea de buscar un pupitre que fuera para zurdos y aunque busqué en todos los salones de la academia, no fue posible que encontrara uno solo.

En los ambientes escolares y pesar de todos los cambios que se han procurado en nuestro sistema educativo, los vestigios que las nuevas teorías pedagógicas han intentado derribar (como pretende hacerlo el modelo pedagógico no directivo) continúan activas. Esto podemos comprobarlo a través de un sencillo objeto de características estructurales (pues da cuenta de una estructura) como lo es el pupitre: Dispositivo que no solo cumple la función de ser un soporte para que el estudiante se siente, escuche y escriba, este es un instrumento de vigilancia y control, en donde el cuerpo que lo habita se articula con el objeto en torno a unas reglas que señala el comportamiento puntual y específico que este debe tener, es un cuerpo que se manipula.38

Hace 50 años era obligatorio escribir con la mano derecha, pues esta representaba lo bueno, mientras que la izquierda lo malo. Quienes eran Zurdos sufrían de señalamientos y eran obligados a escribir con la mano correcta: la derecha. La izquierda también en algún momento representó a quienes estaban en contra de las normas políticas de ahí proviene el termino de izquierdistas. Esta división del cuerpo claramente evidenciada en objetos de uso frecuente en los colegios como lo es el pupitre, radica en interpretaciones bíblicas en donde el estudiante debía tener un mayor desarrollo en el lado derecho, por ese motivo se imponía la escritura con esta mano. El termino derecho, diestra o right, significa desarrollo, es por eso que dentro de los parámetros

37. Tomado del diccionario de la real academia de la Lengua Española. 2009.

38. FoUCAULT, Michel. Vigilar y castigar

educativos y su búsqueda de acoplamiento a tradiciones impuestas por interpretaciones bíblicas (Marcos 6:19) se estipuló de manera política, que la manera correcta de escribir y la bendecida por Dios sería con la mano derecha, pues según vaticanistas los papas escribían todos con la derecha, se hacían los cónclaves votando con la mano derecha, además los obispos, sacerdotes y el mismo papa usaban el anillo eclesiástico en la derecha. Actualmente se imparte la bendición con esta mano, lo cual es un sello que caracteriza la doctrina católica, en una necesidad de alcanzar la perfección de Cristo quien se sienta a la diestra del Padre. Es una forma de control, en donde el hombre en su imperfección busca desesperadamente la perfección. Sin embargo, sin ánimo de adentrarme en discusiones religiosas con tintes políticos, es posible pensar que estas formas han influenciado las estructuras educativas que actualmente sobreviven. El pupitre de manera sutil, condiciona la mano con que debemos escribir, y aunque para nuestro alivio las teorías que hablan de la liberación pedagógica lograron demostrar el absurdo de obligar a alguien a escribir con determinada mano, es muy común encontrar salones enteros que no tienen pupitres para zurdos, quienes escriben con esta mano simplemente deben adaptarse e incomodarse.

Por otra parte, el pupitre también facilita el control sobre aquellos pequeños expertos en el arte del sabotaje, especialmente porque ayudan a organizar el salón. Existen varias maneras,

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las convencionales son por orden de estatura, (más bajitos al frente y los altos atrás) esta es por practicidad facilitando la visibilidad de todos al tablero. Sin embargo, el poder empieza a ejercerse de manera más contundente, cuando los métodos son otros, explícitamente los que permiten generar el ambiente que el profesor necesita: ordenado y en silencio. Si yo siento a quienes más molestan al frente, esto me garantiza visibilidad inmediata para poder identificar más rápidamente, los comportamientos que están teniendo estos estudiantes y detenerlos a tiempo antes de que esto se replique por todo el aula, mecanismo que se dificulta si el estudiante se sienta atrás. Sin embargo el diseño del pupitre personal es algo que nos favorece en este proceso, pues al haber minimizado el espacio que físicamente utiliza este objeto, y los materiales que son usados para su elaboración, permite que pueda ver casi todo lo que hace el estudiante incluyendo lo que trama debajo del escritorio.

Estos tienen el espacio necesario para apoyar la hoja o un solo cuaderno, reduciendo el campo de trabajo a una sencilla tabla no mayor a 30 x 35 centímetros. Más pequeños, menos material, sin cómplice al lado o lugar bajo esa pequeña tabla en donde guardar los útiles escolares. Con los pupitres personales, tú sabes qué está haciendo el estudiante con sus manos.

otra forma de distribución en el salón de clases, también puede ser por desempeño académico, los buenos estudiantes se sientan adelante y los malos atrás, ésta ya no es tan común, pues ya

muchos colegas la consideran “antipedagógica”, pero las he visto en las aulas varias veces con el objetivo de “incentivar” al estudiante a que se esfuerce por ocupar los primeros puestos. Les enseñamos a ser competitivos y a trabajar por un resultado. No logrando ver que le hemos asignado un rótulo y una ubicación por sus habilidades o la carencia de ellas a un niño o niña, que según nuestras propias medidas no se ajusta a lo que le pedimos. ¿Con esto me pregunto será que no las tiene o es que simplemente no logramos ver que son diferentes o que se manifiestan de otra manera?, la diferencia no necesariamente señala la inexistencia, por el contrario exige que nos detengamos en ella aprovechando que no es igual a la de todos, pero esto es algo que no cabe en los estándares institucionales, ya que hemos defendido con vehemencia la visión de que todos somos iguales.

Todas estas estrategias tienen lugar en el pupitre individual, y como su nombre lo señala, con esto se busca evitar que se agrupe, fomentando la indisciplina, copia o charlas de interferencia. Individualizarlo y separarlo es la mejor manera de controlarlo. Estas dinámicas estuvieron de manera consciente en Foucault, tanto así que este pensador fue contundente en hacer señalamientos de ellas, lo curioso es que a pesar de que su análisis tiene varios años, (la primera edición de Vigilar y castigar es de 1976) nos damos cuenta que están presentes. Por eso para continuar con esta historia, Foucault nos permite darnos cuenta que estas maneras no tendrían sentido si no hay alguien que vigila, por eso el profesor se convierte en el encargado de esta función y nuevamente encontramos otro dispositivo: El de la mirada. Los pupitres se disponen en filas que entre horizontales y verticales forman una cuadrícula, (la misma de los cuadernos, si lo pensamos con detenimiento) dirigen su mirada al frente las cuales se separan unas de otras con el objetivo de centrar la atención en un solo punto, donde está el profesor: la disposición en filas es un modelo que posibilita una relación unidireccional con el propósito de que cada estudiante fije su postura corporal y su atención hacia un solo punto: el tablero que acompaña al profe. De la misma manera, le permite al profe abarcar visualmente a todos sus estudiantes, la forma lineal indica orden.

Ahora, todas estas maneras se han creado en pro de limitar de manera más eficiente el mal comportamiento de los estudiantes, pero en todo salón hay rebeldes quienes se las ingenian para burlar estos mecanismos, o por lo menos eso es lo que hicimos la gran mayoría cuando éramos estudiantes, solo que cuando nos convertimos en profes pareciera que se nos olvidara cuanto nos encantaba molestar en clase. En nuestra aparente amnesia aparece el castigo, en los ámbitos escolares históricamente primero fue físico, con el fin de generar una experiencia que dejara una marca lo suficientemente poderosa como para erradicar la mala conducta evitando que se produzca nuevamente. En este punto podemos dialogar con dos personajes quienes presentan sus teorías al respecto. Tenemos a Nietszche en su pregunta:

“¿cómo hacerle una memoria al hombre animal? ¿cómo se podría imprimir algo lo bastante fuerte para que la idea permaneciese presente sobre la inteligencia del momento, a la vez obtusa y turbada?

Este problema es muy antiguo ; como se sabe, no ha sido resuelto por medios muy dulces; quizás no haya nada más terrible ni más inquietante en la prehistoria del hombre que su “mnemotécnica”. Se aplica un objeto con hierro candente para que quede en la memoria: Solo aquello que nos produce un dolor constante en la memoria (...) el dolor coadyuvante más poderoso de la mnemotécnica. Algunas ideas deben ser hechas imborrables, inolvidables, siempre presentes en la memoria fijas.”39

En ese procedimiento de fijar lo correcto encontramos también a Foucault y sus recorridos por el suplicio, donde evidentemente el dolor es la mejor manera de castigar y fragmentar el cuerpo para que page su culpa o haciéndolo obediente. Pero esta idea ha evolucionado y como el mismo autor lo menciona, dentro de los cambios que genera en si misma, propone no utilizar marcas sino signos con el fin de lograr aceptación. Es decir pasamos del castigo físico al simbólico.

Y es que el castigar de manera simbólica, es un elemento que forja las estructuras escolares, sobre todo cuando en ellas está el peso de formar y educar. Hoy utilizamos elementos como el grito, la presión de la autoridad, culpa, vergüenza o ridículo frente a los compañeros de clase, trabajo extra, sanciones como el no salir a jugar en el descanso o las típicas notas del profesor que deben ser firmadas por el acudiente. Estas últimas son de mi particular interés, tal vez porque durante mis años como profe he mandado muchas y hoy, en este trabajo constituyen el antecedente más fuerte de este trabajo.

No me gusta el colegio!

Es que es una cárcel, los profesores me la tienen montada y no me dejan hacer nada, todo lo malo es culpa mía. Cualquier cosa que pasa fue Andrés! y esos pupitres son lo peor, vaya a ver que el de matemáticas se siente ahí todo el día a ver cómo le queda la cola (τ...) y me quedan al revés (refiriéndose al pupitre) yo escribo con la otra mano. No voy a hacer la tarea y no pienso volver. 40

Esta es una de las conversaciones que tengo fija en mi memoria, Nietszche tiene razón, el dolor termina siendo el fijador más potente que he conocido, pues recuerdo sentir el dolor y temor de mi estudiante, por ende una a una las palabras de aquella conversación quedaron grabadas en mi disco duro, en especial porque tardé casi una hora y cuarenta minutos en lograr que Andrés un niño de 9 años saliera de debajo de su cama para que tomara la clase de inglés que había venido a darle. Al trabajar casi tres años en colegios, decidí retirarme pues había iniciado

39. Ibid; Pg: 125

40. Caicedo, Andrés. Nueve años. Negociación en donde manifiesta su

inconformidad por tener que tomar clases de refuerzo y llegar a su casa a

sentarse de nuevo a estudiar. octubre de 2015. La conversación tuvo lugar bajo

la cama de Andrés, donde se escondió para no tomar la clase.

mi carrera en artes y las clases particulares se convirtieron en una muy buena opción. Cuando vas por primera vez a dictar una clase en una casa, te das cuenta que el primer sentimiento de los niños es miedo, pues el profesor va a ir hasta su propia casa, en el lugar donde se sienten cómodos o seguros, va a decirle lo que está bien o está mal. Conocer a Andrés me permitió darme cuenta, lo complejo que es asignarle a un chico el rol del mal estudiante, todo lo que pesan las palabras que un profe dice en clase y lo complejo que es llevarle a un papá o una mamá las notas que manda un profesor para que las firme. Andrés era el reflejo de muchas notas y malas calificaciones, sus profes en el colegio señalaban que tenía problemas de aprendizaje, y concentración, mala memoria y lo primero que su mamá me dijo cuándo me contactó por

Notas escolares por mal comportamiento

Nota escolare por mal rendimiento académico

Notas de comunicación entre madre y profesor sobre el

rendimiento académico del niño.

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teléfono es que necesitaba refuerzos en lenguaje porque era mal estudiante.

Cada nota era un peso para Andrés, el temor que le generaba mostrársela a sus padres era más que evidente, sabía que la consecuencia sería un castigo, por lo general golpes. Es la manera en que su profe le generaba dolor, pues si al día siguiente no la lleva firmada no puede ingresar al salón. Las notas son una forma de ejercer control, su validez escrita del puño y letra del profesor evidencia que el motivo por el cual se genera, es un acto grave de comportamiento o del no cumplimiento de instrucciones, tareas, actividades, lo que sea que el profesor le haya pedido. Es una forma de expandir el dominio hasta la casa del estudiante, en donde se le informa al padre lo malo que hace su hijo en el colegio.

¿Pero qué es lo malo? Sin ánimo de adentrarme en discusiones del campo de la moral, señalaré que en un aula de clases es todo aquello que un profesor considera no es bueno. Como cuando a uno de mis estudiantes le mandaron una nota por tatarear una canción, mientras trabajaba en una actividad en clase. Actividad que estaba desarrollando a la perfección, con total manejo y habilidad en el tema, sin embargo su irreprochable conducta (palabras textuales de la nota) le causaron una mala calificación (1.0) y una nota en el cuaderno.

Uno a uno fueron apareciendo niños bajo el mismo patrón,

¿quién aparte de los malos estudiantes tomaría clases extras en donde el profe va a la casa? Sin darme cuenta me había convertido en la profe de quienes yo más había presionado antes: Los indisciplinados, quienes no hacen la tarea y disfrutan molestar en clase, quienes odian guardar silencio pues tienen mucho que decir detestando tener que estar sentados siempre. Estudiantes que no obedecen lo que les dice un profesor, ellos probaron mi paciencia, pero hicieron que cambiara la palabra dictar por dar. En eso se convirtieron mis clases, un espacio para compartir, pues he aprendido más de mis estudiantes de lo que yo he logrado enseñarles a ellos, pues finalmente el conocimiento no es mío, yo tan solo soy el puente.

Del dictar a dar clases, un ejercicio que recae sobre el objeto:

La historia de Andrés, poco a poco se convertiría en el antecedente más contundente para la construcción de este documento y el inicio de la propuesta plástica. Sus constantes quejas y reclamos sobre lo que debe hacer en el colegio, pero en especial por lo incomodo de los pupitres, terminarían por crear en mi la inquietud si la forma en como enseñamos y exigimos orden en un salón de clases es la correcta, o más bien si la manera en como yo lo he hecho es la más apropiada.

Si yo fuera personero mandaría que todos los niños de primaria tuvieran un puff 41 enorme en forma de dinosaurios y mesitas para apoyar en donde le queden al derecho a todo el mundo.

Esa afirmación de Andrés: en donde le quede al derecho a todo el mundo se convirtió en el punto de partida para trabajar sobre un objeto que él poco o nada mi estudiante quería: El pupitre.

Y es que al mirar este objeto, después de todo lo que hemos hablado sobre sus características físicas e históricas me permite señalar de manera consiente que hemos creado un orden tan riguroso que todo aquel que se salga de él, simplemente debe aguantarse y adaptarse. Nuestro mundo está diseñado para diestros, yo particularmente realizo la gran mayoría de mis actividades con esta mano, realmente lo que hago con la zurda se desenvuelve de manera torpe pues no tengo habilidad en ella, por eso no me había percatado de esta configuración. Sin embargo, fue solo hasta conocer a Andrés que me di cuenta que muchos objetos están para él al revés: Las tijeras, pues tú al cortar con la otra mano el filo queda hacia el otro lado y dificulta su manejo, las chapas de las puertas que abren hacia el lado derecho y Andrés al ser zurdo siempre primero intenta abrirla para el lado izquierdo. ¿Hacia qué lado se enrosca un tornillo?, el derecho verdad, por eso en la clase de Tecnología a mi estudiante se le dificultada tanto poner los tornillos del pequeño proyecto de circuito cerrado que estaban realizando en clase.

41. Los puff son sillas hechas en tela que tienen la particularidad de que se adaptan al cuerpo de quien se sienta en ellos, por lo

general están rellenos de espuma, icopor y en el mejor de lo casos plumas de ganso.

odio ser zurdo, todo está para el otro lado! En este punto podríamos quedarnos discutiendo sobre los muchos objetos cuya funcionalidad se configuran hacia el lado derecho, pero es tiempo de regresar, al que es la base para la construcción de esta propuesta plástica.

Andrés, mi historia como profe y esa necesidad que surge de pensarse la forma en como he enseñado, son los motores principales que le dan el encendido a la construcción creativa, partiendo del análisis y la anécdota que siento merecen un espacio para detenerse y entender lo que verdaderamente ahí sucede.

Artísticamente me puse una tarea: Buscar pupitres con memoria, no nuevos ni recientemente fabricados, sino con el registro de haber sido habitados por estudiantes. En esa actividad arqueológica inicié un recorrido por varios espacios académicos, colegios y universidades que aún dentro de su inventario conservaron esa clase de pupitres sobre los que yo estudié y di clases: Puestos individuales, reducidos a lo mínimo del material (metal para los tubos y madera para el resto) con una silla sencilla, a la cual se le suelda una tabla en forma de P al revés.

La configuración de estas sillas ha ido cambiando, cuando regresé al colegio donde había trabajado, me di cuenta que estos pupitres habían sido remplazados, tenían la misma forma, pero su material es distinto, ahora todos son plásticos. Al consultar con fabricantes, me manifestaron que por costos y escasez de la madera era más rentable producir pupitres plásticos, algunos ensamblados en el país otros traídos directamente de China. Aquí el panorama comenzaba a ser algo desalentador ¿qué había pasado con todos los pupitres de madera? —Fueron dados de baja —, me comentó uno de los administradores, así que empecé una nueva búsqueda en las bajas de varias instituciones educativas públicas.

Finalmente tras varias semanas infructíferas, en un colegio Distrital (Thomas Jefferson, ubicado en la Macarena) que fue cerrado por el deterioro de sus instalaciones y por estar ubicado en una zona asediada por la delincuencia, encontré una bodega donde estaban todos los pupitres que habían hecho parte de aquella institución cuando se encontraba en funcionamiento. La gran mayoría en muy buen estado pero al ser dados de baja se catalogaban como un objeto inservible.

Eso llamó mi atención: La idea de utilizar objetos que para una estructura ya no sirven. Usar lo

Pupitres para diestros dados de baja del Colegio Distrital

Thomas Jefferson. Fotografía: Tatiana Villamil.

que sobra, lo que ha sido dado de baja, pues esto de varias maneras termina reflejando no solo el abandono sino también el estado en que se encuentra nuestro actual sistema educativo, en donde si no pertenece a la forma que se tiene establecida, simplemente se piensa que no sirve y es desechado. ¿Cuántos estudiantes yo he desechado por el simple hecho que no cumplen con lo que yo les pido? ¿Cuántos estudiantes ha desechado el sistema por que no se ajustan a los estándares institucionales?. En toda estadística educativa hay un margen de error, una que llamamos perdidas. De los estudiantes que perderán el año o de quienes se retiran y nunca se graduarán, historias que finalmente terminan archivadas

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en números y cifras, nada específico, nada concreto, tan solo un dato informativo.

Los esfuerzos por prevenir esto han sido variados, pero al ser parte del juego te das cuenta que no es suficiente y al ver esa enorme pirámide de pupitres en desuso llenos de polvo sientes que así están las historias de muchos de los niños que ahí se sentaron ¿Cuántos de ellos habrán sido parte del margen de error?

Me di a la tarea de examinar todos los pupitres de ese arrume de anécdotas, al parecer en aquella institución nunca estudió una niña o niño zurdo, todos tenían el bazo del escritorio al costado derecho, o ¿será más bien que a nuestro sistema se le olvidó contemplar la posibilidad de otras habilidades? Finalmente el escribir con la mano izquierda es una habilidad que yo no tengo.

Con todo esto, la historia inicia, con una estudiante de artes que se lleva para su casa una cantidad lo suficientemente considerable de pupitres, como para recrear el ambiente de un salón de clases.

Este objeto plásticamente y simbólicamente representa esa estructura en la que han querido formarnos, a través del ejercicio de la autoridad y el poder, defendiendo hasta el cansancio: Todos somos iguales!, pero realmente todos somos diferentes. Esto es lo más hermoso que se da dentro de un aula de clases, la posibilidad de contar con personas que entienden, asimilan y proyectan cada cosa de manera distinta. Todos con variadas habilidades, talentos, temores y dificultades. Cada uno es un proceso distinto, e intentar forzarlo para que encaje

en una misma medida, igual para todo el mundo, es la manera más agresiva, pero a la vez pasiva y simbólica de cortar sus posibilidades y necesidades de entender lo que le rodea, de esta manera se evita que el niño o la niña encuentre una forma efectiva de relacionarse con ese entorno, para que no haga preguntas, que no cuestione, simplemente obedezca.

Se pretende que en un aula todos aprendan lo mismo, de la misma manera, a la misma velocidad y que fuera de eso, guarden silencio y estén sentados en el puesto.

Fue solo hasta que inicié a trabajar con el pupitre como objeto de reflexión plástica en donde entendí la incomodidad de Andrés (mi estudiante) y su convicción por querer cambiar estas sillas.

Al disponerlas en el espacio, me percaté de la homogeneidad que sugieren, la misma forma, tamaño, ubicación de los brazos, calidad y acabado. Es más, cuando se les dan acabados a los pupitres, la laca termina por eliminar las distintas particularidades que ofrece el color y betas de la maderera haciendo que todos en su gran mayoría se vean iguales.

Al Revés pero al derecho

Se siente muy raro, dice Jorge, un artista egresado de la ASAB que me ha acompañado durante este proceso de resignificar pupitres, —me siento al revés — Fue su expresión cuando terminamos de soldar el primer pupitre al lado izquierdo.

Materia de trabajo para la creación plástica. Fotografía: Tatiana Villamil.

Situación que varía cuando se miran por el otro lado. Este fue punto de encuentro plástico, ¿Y si le damos la vuelta a la historia y si miramos que hay en el otro lado?. ¿Qué pasa si cambio la naturaleza de los pupitres que tengo en mi casa y hacemos un salón de clases para zurdos?. Sería hacer énfasis en esa forma en donde nos han querido acomodar, haciendo una nueva estructura que en teoría está “al revés”.

De este manera tomo la decisión plástica y visual de pasar el lado derecho al izquierdo y darle la vuelta por completo al pupitre, primero cortándolo los tubos que sostienen el brazo al lado derecho (o al derecho) para soldarlos al lado izquierdo(al revés, pero ¿al revés para quién? Para mí que soy diestra).

Registro de proceso

Bitácora de una estudiante que da clases

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Pupitre intervenido

2016

Fotografía: Tatiana Villamil

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Y es que esta inquietud por la diestra en el campo educativo no es nueva, hay varios artistas que la han trabajado, sin embargo uno que se acerca de manera contundente a las inquietudes que me he planteado para desarrollar este trabajo plástico es Humberto Junca. En especial con obras como Ronda, que tiene versiones 1 y 2, en donde el artista hace bordados hechos a mano con lana sacada de la manga derecha de sacos de colegio. Aquí aparece esa inquietud por la diestra.

Las tres imágenes son tomadas del

Portafolio Humberto Junca, todos

los derechos reservados del artista.

http://humbertojunca.com/portafolio/

deshecho-3/ronda-2/

Algo muy parecido a lo que sucede en trabajos del mismo artista como ornamento y delito, donde Junca hace una intervención sobre 15 pupitres para diestros dibujando a representantes políticos y culturales, esto lo hace con los mismos elementos que utilizan los alumnos como lo son los esferos. Los pupitres conservan la historia que han dejado cada uno de los estudiantes quienes han pasado por ellos, dejando acciones vandálicas entre rayones y tachones que se articulan con las intervenciones del artista y su idea de subversión contra la derecha.

Aunque el camino de Junca tiene fuertes contenidos políticos, que en este momento no están tan presentes en la propuesta que pretendo presentarles a ustedes, su articulación con la estructura educativa es un elemento activo que capta mi interés dentro de su trabajo, el hecho de cruzar diálogos, historias y objetos hace que se convierta en un referente artístico importante en esta reflexión, en donde tenemos un objeto e inquietud en común: pupitres para diestros.

El tomar la decisión plástica de subvertir el orden cambiando de lado, es la postura que yo asumo como punto de partida en torno a la creación y exploración artística, mis objetivos más allá de recrear lo anecdótico, pues siento la necesidad de darle voz a historias como la de Andrés, quien a pesar de ser un niño, me ha dado grandes luces en torno a las formas estrictamente escolares que lo afectan, pero que terminan hablando de todo un contexto y una estructura educativa y política. En donde pese a los esfuerzos aún conservamos la misma forma y le enseñamos a nuestros estudiantes que deben mantenerla, por eso el arte y el análisis que me permite, es un espacio para de liberación de la forma, (entendiendo la forma como esa estructura educativa) muy seguramente esta propuesta no va a cambiarla, pero ha

iniciado cambiándome a mí, quien más allá de solventar contenidos estéticos, busca generar de manera reflexiva algo que parece se nos ha olvidado dentro de la educación al momento de enseñar: El pensar, no es solo seguir instrucciones ni acumular contenidos, es entenderlos y generar una postura crítica frente a las mismas.

El hacer un salón para zurdos, no pretende generar rótulos, ni decir que son diferentes a manera de señalamiento, es más bien la posibilidad de reconocer y visibilizar las diferencias existentes dentro de un contexto escolar, eso es precisamente lo increíble, pues considero que tienen una habilidad de la cual yo carezco y el hacer las cosas

Tomada del portafolio Humberto Junca, todos los derechos reservados

http://humbertojunca.com/portafolio/ornamento-y-delito-2/

al revés, como lo decía con molestia la mamá de Andrés: es que él todo lo hace al revés, me permite preguntarme cual es el derecho. ¿Uno que entre todos hemos permitido y construido a través de imaginarios? No será más bien, que quienes estamos al revés somos quienes consideran que todo está al derecho, por ende los culpables son los otros que simplemente no saben seguir instrucciones.

El invertir el orden cambiando el brazo y dejando la huella que esto conlleva, me permite hablar de esas historias que nadie menciona, de la queja de Andrés, que no aparecen en estadísticas ni se nombra en las reuniones de profesores. Es su voz y sus reclamos la que hay en cada pupitre impulsándome a dar la vuelta para ver qué hay del otro lado.

Serie exhibida en la exposición individual Con La Derecha.

Galería Cu4rto Nivel.

Bogotá. 2006

Cada tabla mide aproximadamente 30 cm x 60 cm x 1,5 cm.

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Capítulo 3

Desde el objeto al concepto, reflexiones que rondan en el momento del hacer.

El invertir el orden cambiando el brazo y dejando la huella que esto conlleva, me permite hablar de esas historias que nadie menciona, de la queja de Andrés, que no aparecen en estadísticas ni se nombra en las reuniones de profesores. Es su voz y sus reclamos la que hay en cada pupitre, impulsándome a dar la vuelta para ver qué hay del otro lado.

Si vamos a ponernos en el trabajo, de mirar lo que hay al darle la vuelta a la historia, siendo el hacer la manera de tener ese encuentro con el objeto y esas cualidades que lo componen, ¿cómo lograr darles voz, a cada uno de los chicos que constituyen la raíz de todo este proceso, sin caer en la misma

estrategia que utiliza el sistema?; la de homogenización. Para esto, siento necesario ser conscientes de los posibles señalamientos, dudas, incertidumbres y preguntas, a las cuales podríamos enfrentarnos. En una intención de posibilitar acercamientos entre las distintas posturas, que presentaré a lo largo del último capítulo. Es importante aclarar que el punto de partida es mi propia voz, esa de características autoevaluativas, que cuando logra disponerse y mirar hacia atrás, llega a la contundente conclusión de que muchas veces la ha embarrado.

Anécdotas como la de Andrés, o como la de Brandon quien sufrió la furia de mi inexperiencia, hacen que éste trabajo no solo tenga tintes de reflexión, sino de auto-comprensión y evaluación; pues aunque esta última palabra logra incomodarme un poco, por ciertos puntos que discutiremos más adelante, es importante señalar que no busco generar respuestas, sino al contrario más preguntas que queden dando vueltas en la cabeza de mis lectores.

Mi tarea como estudiante de artes, ha radicado en un particular interés por comprender los objetos y las posibilidades que estos tienen, al convertirse en detonantes para la investigación y producción plástica. Para cada camino hay distintos objetos, en esta oportunidad, están presentes los pupitres y cuadernos escolares, elementos que me han permitido hallazgos que influencian el hacer, posibilitando que su sentido entre en dialogo con la experiencia que estos mismos generan. Ellos me han permitido entender, la profundidad en cada una de las vivencias que mis estudiantes me han permitido compartir, influyendo en las decisiones que desde cierto punto he tomado con más cuidado, no solo a nivel pedagógico sino también plástico, pues finalmente aunque soy profe sigo siendo estudiante, una profe que no termina de aprender y una estudiante que seguirá en el ejercicio del hacer.

En este intenso recorrido, en donde al poner el punto final del documento, no estoy muy segura de que sea el definitivo, han habido palabras ya anteriormente escritas que siguen inquietándome por el significado que las carga en medio de este proceso, en especial las de dejar huella. En el sentido inmediato de la propuesta plástica, estas palabras encarnan una acción y una decisión: la de dejar visibles los puntos de soldadura, y las cicatrices al pasar el brazo del lado derecho al izquierdo.

En el proceso de entender lo que esto verdaderamente significa, llegaba a la las siguientes preguntas: ¿Por qué dejarlo inacabado?

Cicatriz que se produce al cortar el

brazo derecho del pupitre.

¿Realmente estaba inacabado? ¿Qué tanta incidencia tiene la factura o el acabado? ¿Qué es exactamente lo que estoy buscando?

Ven, como les dije en el principio, cuando uno se pone a pensar inevitablemente salen preguntas, y aunque es incómodo no siempre tener la respuesta, pues dentro de mi naturaleza está la necesidad de poder responder lo que yo misma me pregunto, tuve que asumir esa frase que una y otra vez les digo a mis estudiantes en tono de chiste, pero con toda la intención de moverles el piso: el pensar es bueno pa´ la salud, esa vaina sube las defensas.

Y es que si evaluó mi proceso como docente, y como artista en formación, siempre he tendido a ser minuciosa. Quienes realmente me conocen, saben lo quisquillosa que soy por los detalles, desarrollando un gusto por lo pulcro y lo bien acabado. Tal vez por eso decidí especializarme en grabado y disfruto de aquellas actividades que implican rigor y disciplina. ¿Cómo podría una persona que disfruta de estas implicaciones hablar de todo lo contrario?

Es una contradicción que resulta hasta simpática, en espacial para quien la padece, ya que este proyecto se ha convertido en la oportunidad de poner en dialogo todos estos niveles de rigor, disciplina e indisciplina, esa que tanto me disgustaba en mis estudiantes, pero que ahora configura parte del hacer; pues llega a mezclarse con las características tan presentes en mí, dándole participación a lo que me inquieta y hasta me incomoda, pues finalmente fueron estas pautas rígidas las que me educaron, y las que uso como herramientas para lanzar preguntas en medio de la reflexión.

Por eso, al llegar de nuevo al pupitre, esa estructura rígida, y ver los cambios que había producido en su morfología, decido dejar todos los rastros de quemones, cortes e intentos fallidos al soldar en el lugar equivocado. Todo el proceso, pues fue un aprendizaje que no tendría sentido maquillar con pulidora y pintura, pretendiendo que siempre fueron pupitres para niños que escriben con la mano izquierda pues no lo eran, esta no era su estructura. Finalmente la idea de darle la vuelta a la historia es una necesidad que me impulsa, la cual pretendo compartir con ustedes. Así fue mi proceso en la docencia: prueba, error y no siempre los mejores resultados, uno a uno se iban puliendo o tal vez evolucionando hasta que finalmente lo logras: todo eso pensaba soldando dos benditas varillas en cada pupitre, que más de una vez se cayeron y fue necesario soldarlas nuevamente: una jornada agotadora. Si el espectador se acerca a mirar con detenimiento los empalmes de soldadura, se percatará de mi falta de experticia en el manejo de la técnica, hubiera querido hacerlo a la perfección, pero es algo que no se logra de la noche a la mañana, así es cuando aprendes: debes enfrentarte al paso a paso y mirar qué es lo que pasa. Tal vez, es

Mi mamá no me mima, mi mamá me pega

1/5 De la serie linda infancia

Entrega final. Proceso de grabado IV,

Facultad de artes ASAB

Colografía y punta seca 33 cm x 48 cm. 2014

esa curiosidad que se encuentra tan adentro de mí, de hacer o intentar cosas que nunca antes he hecho, lo que me ha permitido entender la importancia de los procesos. Si no hubiera sido así, creo que nunca habría pensado siquiera en la posibilidad de ser profe. Para serles honesta es la primera vez que sueldo algo en mi vida, y en algunos pupitres es posible pensar que más que soldadura es un remiendo. Cuando estas aprendiendo a soldar aunque tratas el material con cuidado para generar delicadas tiras que unan una superficie con otra, pareciera que los grumos se reprodujeran casi que de manera viral, como si aparecieran solos sin saber de dónde, haciendo que la factura no sea como tú la esperabas, después de todo, eso suele pasar, las cosas no salen como te imaginaste que saldrían.

Bitácora de una estudiante que da clases

Detalle de brazo soldado al costado izquierdo

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Cuando buscaba un subtítulo para este capítulo, pensé en la palabra remiendo al ver el resultado con los pupitres. Puntualmente, pensaba en el sistema educativo, como en una estructura que ha sido alterada, y no tiene una forma muy estable, ya que suele proponer lo mismo que yo hice con los pupitres: pasar de un lado al otro sin a veces ser muy cuidadoso en el empalme, dándole lugar a quien lo necesita con una intención de contundente cambio, pero que por lo profundo de la cicatriz se queda corto en sus objetivos quedándose en un simple remiendo.

Sin embargo, aunque el puente parecía claro dentro de mi cabeza, sentí la necesidad de preguntarle a Google, encontrando una cantidad desbordante de información: doscientos treinta y un mil resultados en 0,73 segundos. Un tiempo record para las capacidades mentales de cualquier parroquiano.

Con todas estas posibilidades, puedo señalar que ni mi rigurosidad ni mi tiempo, dan para revisar cada uno de estos resultados. Cuando yo tenía la edad de mis estudiantes, era casi

La educación es un remiendo:

Consulado en Google el 6 de mayo de 2016

impensable el contar con tantos recursos a un click de distancia. Pero ahora, cualquiera que tenga la misma inquietud puede encontrarse con toda esta información sin importar la edad que tenga.

Si revisas con cuidado las primeras búsquedas, podrás encontrar artículos, blogs, reseñas y entrevistas que en medio de tanta información, parecen defender el mismo punto, y sentirse igual de incómodas frente a un sistema educativo que se arma de a pedacitos y no tiene un cuerpo claro, solo puros remiendos.

Es curioso, pero cada uno de ellos arroja al momento de la lectura diferentes imágenes, citaré la primera pues desde su título nos permite darnos una idea de cuál es el punto que defiende: “el sistema educativo es como Frankenstein: un monstruo de remiendos sin sentido” 42

El artículo, hace parte de una entrevista realizada a la educadora Pilar Montero, quien ha sido profesora de Bachillerato, tutora, jefa de estudios, asesora del Ministerio de Educación y, durante nueve años, directora de un instituto en una de las zonas más desfavorecidas de Madrid. Sin embargo lo que llama mi atención, es el título y la imagen de Frankenstein, ya que es algo que empieza a predominar como información y hace parte de todo lo que nos ofrece la web. Esos doscientos treinta y un mil resultados me llevan a invitar de nuevo en esta conversación a María Acaso, cuando en su primer capítulo de La educación artística no son manualidades, dedica especial atención a la sobreabundancia de información, en específico de imágenes y su hiperconsumo, en donde ahora tenemos gran cantidad de aparatos,

que nos conectan en tiempo real con la información de manera rápida, contundente y efectiva. Si bien, el punto de Acaso radica en la reproductibilidad y consumo de imágenes, es posible decir que todas ellas hacen parte del contenido que se acumula en espacios como la web y la televisión, escenarios que hoy nos invitan a preguntarnos quienes manejan estos dispositivos, cual es la fuente de cada uno de ellos y a quien le pertenecen si es que

le pertenecen a alguien; pues indudablemente todo esto influencia nuestro actual contexto en las aulas, y por ende el sistema educativo, donde se supone hay cierta claridad sobre quien es el generador de información, cómo debe enseñarse, cuanto contenido debe aprenderse y quien es el que debe estudiarlo, ¿o será que realmente no es así?

42. Tomado de http://www.huffingtonpost.es/2015/09/19/sistema-educativo_n_8111128.html. Consultado el 4 de Mayo de 2016.

Ahora bien, ustedes pueden preguntarse esto cómo se relaciona con los pupitres de los que veníamos hablando y la palabra remiendo que tanto he mencionado a al iniciar este capítulo. La clave está en el conocimiento, y lo que entendemos de él; un término que abordaremos desde distintas perspectivas que se unen a esas nociones de control y poder que ya hemos mencionado.

A fin de cuentas ¿Para qué vamos al colegio? ¿Por qué tuvimos que sentarnos tantas horas en un pupitre de esos?.

Pues para aprender, y ¿aprender qué?: una cantidad considerable de información que se condensa en ciertas ramas del conocimiento, dividido en materias o asignaturas las cuales comprenden las clases que recibimos en la etapa escolar.

Todo el sistema inicia su construcción en torno a un objetivo, cuyas bases son constitucionales, en pro del avance y mejoramiento educativo, planteando dentro de su plan de estudios, enseñar con cada materia "aquello considerado básico para el desarrollo humano" 43. Si la institución educativa, cambiara su objetivo y distanciara su mirada del conocimiento, probablemente los colegios no existirían o funcionarían bajo otras dinámicas. Por eso, lo que hoy entendemos como competencias, sobre las cuales este sistema se articula, nos remiten directamente a ese cúmulo de habilidades o destrezas, las cuales el colegio y el profesor a través de metodologías específicas fomentan y desarrollan en sus estudiantes.

El problema empieza a presentarse, cuando el profesor llega al aula que se supone se mueve bajo estas dinámicas, que el sistema educativo junto con la institución (colegio) “garantiza”, y se encuentra con un ambiente totalmente diferente, en donde ese anhelado avance o desarrollo en el estudiante está mediado por una gran variedad de factores, en donde no es tan sencillo lograr que todos aprendan lo mismo y de la misma forma.

Es ahí donde todo empieza a tambalear, pues surgen necesidades específicas tanto en estudiantes como profesores, factores importantes que simplemente el sistema pasó por alto al momento de configurar la forma “correcta” para educar. Nos terminamos estrellando con un modelo que no sabía muy bien qué hacer, con la diversidad de elementos que conviven en medio de los ambientes escolares, así que armó por partes algo que se asemejara a lo que piden los estándares internacionales, los cuales prometen mucho en el papel pero en la práctica real de las clases, es

43. Secretaría de Educación, objetivos de la educación básica primaria. Ley 115 de 1994.

44. Si buscamos en la RAE , encontraremos que la palabra remiendo significa “reforzar lo que está viejo o roto, también significa aplicar, apropiar o acomodar algo a otra cosa para suplir lo que le falta”. Diccionario de la lengua española . Madrid: España.

Consultado el 10 de Mayo de 2016.

45. ZULETA, Estanislao. Educación y democracia un campo de combate. Ed: Hombre nuevo editores, Fundación Estanislao Zuleta.

Colombia, Medellín. 2006. Pg: 7-10.

posible ver el tamaño del enorme agujero que hay que remendar, responsabilidad que le asignan al profesor, por eso al no tener cómo trabajar o cambiar esta coyuntura, se termina haciendo un remiendo de clase. o por lo menos siento que eso me sucedió en muchas ocasiones. Cuando "remendamos" 44, tomamos un elemento extraño o semejante al que estamos trabajando, para hacerle un injerto.

Desde mi perspectiva, el remiendo en la educación se encuentra en la forma que tiene el sistema de relacionarnos con el conocimiento, pues en la mayoría de los casos, no permite que los estudiantes, construyan bajo la dirección de su profe un puente hacia la información que pueda ser tan diverso como sus capacidades, ya que el sistema, al tratar de sintetizar estos procesos en una sola estructura, ha terminado por construir de manera ineficiente un molde en donde encaje todo, pero el desafío desborda estas intenciones; es tan amplio el reto que aunque hemos tratado de hacerlo caminar a las malas en ese ajustado uniforme, es posible darse cuenta que cojea, y que de muchas maneras está jugando a la gallinita ciega, ya que conoce su objetivo, pero no puede ver dónde está para atraparlo, es más, a veces ni sabe por qué lo busca, pues como menciona"Estanislao Zuleta , nos dan la información pero no se nos enseña a pensar sobre esta" .45

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Educación básica primaria:

Cuando inicié siendo profe, tenía a cargo dos grupos: segundo y tercero de primaria, aunque a lo largo de mi recorrido empírico como docente, he trabajado en grados que van desde primero a grado once. Tengo un especial gusto por trabajar con niños pequeños. Ellos han sido los principales promotores de este documento, sus enseñanzas le dan sentido a cada una de estas reflexiones y es el sistema en donde ellos están inscritos, el que atrapa mi atención; por eso les dedicaré las siguientes páginas que configuran este trabajo, con el ánimo de contribuir en alguna manera, a todos aquellos que deseen pensarse un poco más la educación básica primaria, en donde actualmente me desempeño.

Si partimos desde el mismo nombre: educación básica, es decir una que brinda bases y primaria, la primera, podríamos decir que la función es brindarle al estudiante las primeras herramientas, que le permitan relacionarse con el contexto que lo rodea. Legalmente en nuestro país, este periodo de formación está constituido en la ley 115 de 1994, en donde se específica que corresponde a los cinco primeros grados anuales de formación académica, y en su artículo 21 menciona quince objetivos específicos, de los que encuentro importante resaltar los siguientes:

· El fomento del deseo de saber, de la iniciativa personal frente al conocimiento y frente a la realidad social, así como del espíritu crítico.

· El desarrollo de las habilidades comunicativas básicas para leer, comprender, escribir, escuchar, hablar y expresarse correctamente en lengua castellana y también en la lengua materna, en el caso de los grupos étnicos con tradición lingüística propia, así como el fomento de la afición por la lectura.

· La asimilación de conceptos científicos en las áreas de conocimiento que sean objeto de estudio, de acuerdo con el desarrollo intelectual y la edad.

Cuando leemos estos objetivos es posible señalar, que es una necesidad del sistema posicionar al niño de manera crítica frente a dos asignaturas que hacen parte del conocimiento: ciencias y español. Cabe señalar, que el presente artículo presenta objetivos que hacen referencia a cada una de las asignaturas o materias que se dictan en primaria, sin embargo he acogido estas dos, pues aunque siempre he sido profe de inglés estas configuran de manera contundente el trabajo plástico y de creación que he desarrollado.

Pedagogía Pinocho

El ejercicio de enseñar, se ha convertido en todo un territorio de exploración plástica; pues en este momento siento que la actividad pedagógica, no es un proceso que esté únicamente inscrito a un salón de clases. Quienes frecuentamos esos espacios, ya sea como profesores o estudiantes, hemos empezado a darnos cuenta, que la construcción del conocimiento no es tarea exclusiva del aula, ya que este es constante; pues la gran mayoría de veces, son los estímulos externos o ajenos al espacio académico los que terminan configurando todo lo que realmente aprendemos. En palabras de María Acaso: la educación es algo que nos rodea.

Pese a esto, el sistema ha encontrado que la manera más efectiva de generar conocimiento, es fragmentándolo o dividiéndolo por pedazos para que sea más sencillo memorizarlo, por eso tenemos tantas asignaturas en el colegio. Según la Secretaría de Educación, tanto los procesos formativos públicos y privados deben contar con un mínimo de nueve materias que están legalmente establecidas, de ahí en adelante, las otras asignaturas que el plantel educativo ofrezca, son un complemento que hace parte de su metodología interna para el desarrollo de los procesos formativos. obligatorias son las siguientes:

Ciencias naturalesCiencias socialesEducación artísticaEducación ética y en valores humanosEducación religiosa Numeral 6 "declarado exequible" 46 sentencia

C 555 de 1994

46. Exequible

EXEQUIBILIDAD) Es aquel fenómeno jurídico por el cual la Corte Constitucional declara a una norma o a un proyecto de ley

de acuerdo a la Constitución, es decir legalmente válido. Tomado de: http://www.monografias.com/trabajos82/diccionario-

juridico-colombiano/diccionario-juridico-colombiano2.shtml. Consultado el 10 de Mayo de 2016.

Humanidades, Lengua castellana e idiomas extranjeros MatemáticasTecnología e informática

De estas, dos ítems se dividen en dos asignaturas más (que sería inglés para los establecimientos públicos, aunque hay ciertas instituciones privadas que ofrecen más de un idioma extranjero, pero eso se constituye legalmente dentro de su autonomía como colegio, e informática que busca propiciar en los chicos un uso adecuado de las TICS.47 Contemplando todo esto, tenemos un total de once materias para la educación básica primaria.

Son una cantidad considerable de asignaturas, sobre las cuales el niño debe cumplir con una serie de actividades y responsabilidades específicas, que muchas veces se convierten en una gran carga. Quienes hemos pasado por un plantel educativo de formación superior, es decir la universidad, podrán entenderme en la siguiente pregunta: ¿Qué sucede cuando por semestre inscribimos más de seis materias? Es una carga académica considerable, siete son muchas y nueve es una locura, ahora ¿por qué un niño de seis a 10 u 11 años debe cumplir con mínimo once, las cuales se supone plantean logros académicos que responden a su edad y capacidad intelectual? ¿Cuál será el objetivo de tener un cúmulo de conocimiento estándar (ese que se supone todos en un salón deben tener, pues corresponde al grado que está cursando el niño o la niña) que abarca gran cantidad de información la cual mantiene el mismo ritmo y las mismas materias durante todo el año?

Ahora bien, hay un auge de pensarse la educación en medio de gran cantidad de planes de estudio, (como el programa de bilingüismo para la educación pública o el establecimiento de la jornada completa) reformas pedagógicas y un particular interés gubernamental por hablar de una educación de calidad que avanza. Aunque esto se esté dando como un escenario, que pretende establecer dinámicas distintas frente a la manera en como entendemos los procesos formativos, aún sigue existiendo ese margen de error: Niños que perderán la materia.

La idea de avanzar, es un punto en donde vamos a detenernos un poco, pues hace parte de un imaginario que no solo está presente en nuestro diario vivir como sociedad, sino también a nivel gubernamental: es un aspecto que se busca afianzarse dentro de las políticas educativas, cimentadas legalmente en un ente constitucional que las cubre. Es decir, a ningún niño o niña lo mandan al colegio para que retroceda, partimos

47. TICS: Tecnologías de la información y la comunicación, es el conjunto de recursos, procedimientos y técnicas usadas en el

procesamiento, almacenamiento y transmisión de información. Actualmente gran parte del desarrollo de las TICS emplean el

computador y el manejo de internet para este proceso. Tomado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Tecnolog%C3%ADas_de_la_

informaci%C3%B3n_y_la_comunicaci%C3%B3n. Consultado el 10 de Mayo de 2016

48. José García, padre de familia de Felipe García uno de mis estudiantes de primero de primaria quien solía llorar todos los días

antes de ingresar al colegio.

del hecho que quienes acceden a algún tipo de formación van a avanzar en su vida académica: “Vaya mijo pa´que aprenda y no sea como yo, que usted si estudie y salga adelante, tenga un trabajo y no le toque fregarse tanto”. 48 Se supone que los lineamiento que rigen estas entidades formadoras, garantizan ese avance en torno a los ejes fundacionales que ya hemos mencionado, en donde conectan al niño o niña con la información y las posibilidades a través de once materias en donde la Secretaría de Educación, ha determinado se concentra el conocimiento.

Es ahí donde se añade otro elemento. Entra a jugar con la tensión en el aula de clases, en medio del profesor , la autoridad, el control y su necesidad de mantener al grupo ordenado y en silencio, ¿Cómo lograr que 35 o 40 estudiantes, muy seguramente más en un colegio público, se relacionen con el conocimiento? Si es posible pensar en la palabra absurdo, cuando un niño de siete años ve más de nueve materias en el colegio, (algo que no hacemos ni siquiera en la universidad cuando se supone ya estamos en la edad adulta) ¿no lo es pensar que un profesor tenga a cargo más de 20 estudiantes en un salón de clases y aún se hable de alta calidad?

Eso es todo un circo, es una burla y estas palabras las asumo con todo el peso que implican

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apoyándome en mi propia experiencia, pues el número máximo de estudiantes que he tenido en mí recorrido como profe, al trabajar en un colegio, fue de sesenta estudiantes en un salón de clases. ¿Ustedes se imaginan? Sesenta micos, con ganas de salir a descanso, sin ganas de escribir, cansados de tener al otro que le respira en la nuca, y con muchos cómplices para hacer desorden, con un número así es imposible no volverse un ogro!

Nuevamente el remiendo del sistema, desborda todo lo bonito y progresista que estaba escrito en el plan de estudios, al que traté de ajustarme de la mejor manera que pude, ya que pretendía que los niños lograran un muy buen nivel de inglés en tan solo un año.

Con esta queja asumo un triple papel, primero como profe tengo que decir, que el sistema o nos empuja a ser muy creativos y recursivos, para lidiar con toda la responsabilidad que se pone en nuestras manos, en donde tratamos de no desatar el ogro que llevamos dentro y de no encender ese salón a gritos para dar inicio a las clases, o simplemente nos cansamos porque el sistema no da para más, y repetimos ese mismo tipo de enseñanza que no tocó a nosotros cuando éramos estudiantes: uno que es instructivo, especialmente en primaria donde tendemos a dar cada actividad con comandos e instrucciones. Al caer en el juego del agotamiento educativo, extendemos la metodología de adiestramiento, la de antes

y la de ahora, en donde en medio de copiar, copiar y no pensar, descubrimos que esto es lo que los mantiene callados, terminamos por convertir la clase en un cúmulo de información, totalmente muerta y aburrida, en donde el estudiante le coge pereza al hecho de aprender, porque realmente no aprende , simplemente transfiere información ¿en dónde? No precisamente a su cabeza, al cuaderno, nuestro segundo aliado en el salón de clases.

Como estudiante de colegio que alguna vez fui, tengo que decir que es muy jarto tener que estar callada y en silencio, copiando o haciendo actividades en un pupitre tan incómodo, y donde hay a mí alrededor tantas personas con las que potencialmente puedo hablar de cosas más interesantes. Las clases se resumen a llenar un cuaderno, o a completar libros o guías de estudio que tratan de explicarme cómo funciona el mundo y todo lo que sucede fuera de las paredes del colegio (porque literalmente en cada materia se trata de abarcarlo todo, o por lo menos, eso es lo que dicen varios planes de estudio a los que me he enfrentado, y pretenden que uno se lo aprenda ToDo. Es una metodología , en donde las palabras simplemente describen, pero no tengo ni la más remota idea de qué se está hablando, y cuando me hablan de algo que no conozco simplemente no tengo cómo seguir la conversación, y lo encuentro aburrido o sin sentido, simplemente porque no me despierta interés alguno.

Como la artista en formación que soy, quien aún es estudiante y tiene la posibilidad de ser profe, trato de analizar todo esto con lupa minuciosa, y siento que hoy los profes se enfrentan a tantas cosas juntas, que no sabemos cómo manejarlo, cómo entablar una conversación con el alumno, en donde sea un miembro importante del aula y no sea solo mi voz, ni cómo despertar en ellos un espíritu curioso, sin que todo acabe en un tremendo caos dentro del salón de clases.

Primero nos estrellamos con el no, así como lo menciona sarcásticamente Acaso en su capítulo de la pedagogía tóxica, “la clave está en no inventar nuevos modos de educación, en no dinamizar las prácticas docentes, en no motivar, en resumen: en no hacer realidad todo aquello que se escribe en las programaciones, que se dice que se va a hacer en las reuniones”. 49

Acaso menciona que esas programaciones, y planes educativos que hacen en las instituciones educativas, son en pocas palabras representaciones de ideas, que se materializan por medio del currículo, el cual se suele presentar a los directivos del colegio, pero que en la mayoría de los casos es ficticio, pues por lo utópico de su condición es inalcanzable. Particularmente opino, que muchas veces no es que un profe no quiera desarrollar el currículo, es solo que cuando el sistema te obliga a cumplirlo con sesenta estudiantes al mismo tiempo, te das cuenta que no eres la mujer maravilla, y que tus capacidades

49 María. La educación artística no son manualidades, nuevas prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura. Ed: Catarata.

Madrid, España 2009. Pg: 37.

físicas y mentales tienen límites. El hecho, es que esto en palabras de Acaso, con las que me encuentro totalmente de acuerdo, resulta “tremendamente letal para el conocimiento crítico” que tiene como objetivo autoanalizarse y pensar el porqué de las cosas, (si recordamos bien este es uno de los objetivos del Ministerio de Educación en cuanto a la formación básica primaria).

Ahora, el profesor aparte de lidiar con la disciplina en un salón que alberga tantas personitas y un plan de trabajo que se supone debe cumplir, y para lo cual el colegio le entrega una brújula con la aguja doblada, también debe lidiar con un tercer elemento: sus propios imaginarios.

Hoy, los profes nos enfrentamos a varios retos que como artista me he permitido escudriñar, entre ellos el saber que no tenemos el total control como antaño, que nuestra palabra no es la última, que nos equivocamos como cualquier parroquiano, y que no somos los portadores del conocimiento.

El conocimiento ya no es un bien privado, la idea que muchos hemos tenido en donde el profesor es un ser de iluminado, que transfiere el conocimiento a sus estudiantes casi brutos e inexpertos, es algo que fue derribado por las nuevas teorías pedagógicos, y que el internet popularizó hace mucho rato. Sin embargo, esto es algo que no siempre el educador está dispuesto a aceptar. Particularmente en mi caso, (no se los otros profes) mantuve cierto cariño con la idea de ilustrar o transmitir conocimientos por un largo periodo, cuando inicié a dar clases.

Para ampliar un poco esta idea del conocimiento pondremos en el ring de la pelea, a tres personas que le han quemado energía al asunto, a veces llegan al mismo punto, a veces se distancian pero particularmente aún están vigentes a pesar de que dos de ellos vivían cuando el internet era una fábula, y pese a la miles de posibilidades que la web nos ofrece frente al tema, que abarca desde investigaciones minuciosas, hasta blogs de dudables fuentes, estos tres personajes tiene peso en palabra y los traeré a referencia pues son nombrados muchas veces en la construcción de avances pedagógicos, por eso siento que podrían ayudarnos a entender con más claridad este embrollo del conocimiento.

Primero tenemos a Leiv S. Vigotski un investigado y psicólogo que nació en 1896, en el seno de una familia judía en Rusia, quien es el fundador de la psicología histórico-cultural y precursor de la neuropsicología. Sus investigaciones contribuyeron en gran medida, a la consolidación de la pedagogía moderna, y aunque fue un pensador muy incidente se supone que sus teorías hoy están en desuso, entonces, ¿Por qué citar a alguien cuya palabra ya no tiene validez actual?

Bueno resulta que Vigotski, en medio del desarrollo de su teoría histórico cultural, explica que hay una diferencia cualitativa (es decir algo que parte de la observación o de discursos que se recogen y luego se interpretan, no es algo que le asigne valores numéricos como es el caso de lo cuantitativo) entre las capacidades humanas y animales. A nosotros hoy, e inclusive para un niño pereciera que se descubrió cómo el agua moja, pues es evidente que somos diferentes de manera física e intelectual a los animales, o por lo menos eso creemos. Pero para una época donde la obra de Darwin estaba en tremendo furor, fue una aclaración importante para la tranquilidad mental de quienes no se sentían muy descendientes de los monos que digamos. Vigotski señaló que el hombre tiene “un potencial de desarrollo idiosincrático como especie y que nuestra necesidad de progreso no tiene una raíz biológica, es decir que no está en nuestra naturaleza por el simple hecho de ser seres humanos, sino que es más una influencia de herramientas materiales y sociales, ligadas a la cultura que posibilitan la organización del trabajo humano.” 50

Llegó a la conclusión, que hay una diferencia en cuanto a la complejidad de procesos desarrollados por animales, niños y adultos, estableciendo dos líneas en donde se da el aprendizaje. La primera la denomina natural, la cual compartimos con los animales, es decir ellos y nosotros lo tenemos, (especialmente mamíferos superiores) ahí está la atención, percepción, la memoria y el pensamiento. La segunda se

50. GVIRTZ, Silvana. Palamidessi, Mariano. El ABC de la tarea docente. Ed. Larousse. México 2007. Pg: 31.

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denomina de desarrollo artificial, cultural, esta propicia procesos de tipo instrumental donde se incorporan una serie de signos que tienen vigencia dependiendo del contexto en donde se encuentre, los cuales “cambian por completo la naturaleza y la expresión de los procesos elementales anteriormente desarrollados (atención, percepción, memoria y pensamiento) dando cabida a procesos superiores.” Vigotski. Es decir un medio cultural que nos influencia, propiciando en nosotros una serie de comportamientos y maneras de relacionarnos con lo que nos rodea.

Voy a trasladar esta teoría aunque ya no esté vigente su autor, a una anécdota que cada vez que la recuerdo me divierte, no porque sea chistosa, sino porque me permite darme cuenta de la gravedad irónica en la que se encuentra nuestro actual sistema. Todo comienza cuando una profe de ciencias en el colegio donde trabajaba, tenía un viaje programado, y para conseguir el permiso de rectoría debía dejar durante la semana que se ausentaba, una actividad programada y un profe que la reemplazara, obviamente de ciencias. Resulta que el curso en donde ella daba clases, tenía la particularidad de querer ver arder el mundo, esas eran las palabras de Alejandro Gonzales un profe que se negó rotundamente a hacer el reemplazo. Nadie se aguantaba al curso 401, todos los niños parecieran guardar en los bolsillos del uniforme, una tracamanada de pulgas porque literalmente el pupitre les picaba.

La profe desesperada se acercó a mí como su última opción, yo recuerdo haberle contestado que yo de profe de ciencias no tenía nada, sin embargo ella me contestó: no importa, yo dejo las actividades y tú simplemente vigilas que las hagan, las recoges y luego yo las califico, te van a hacer caso porque tú eres la profesora. — Ja! Sobretodo 401 — le contesté yo en tono sarcástico.

Sin embargo ya llevaba cierto tiempo de profe, y parece que el manejo de grupo había sido un tema superado así que decidí asumir el reto.

Vamos a ver lo que pasó. Se supone que la palabra instrumental o instrumentalización es algo que hace parte del pasado, esa es una de las razones por la cual las idea de Vigotski ya no tienen tanta validez pedagógica. La “instrumentalización de la educación” es algo que hace parte del pasado, sobre todo en los actuales procesos de reestructuración en donde se le apunta a fomentar (nuevamente cito a la Secretaría de Educación) “el deseo de saber, de la iniciativa personal frente al conocimiento y frente a la realidad social, así como del espíritu crítico”.

¿Dónde está lo crítico, cuando una profe de inglés tiene que ir a un salón de clases a supervisar que los estudiantes transcriban lo que dice un libro de ciencias al cuaderno? No será más bien que era una forma de ocuparles el tiempo porque debían hacer algo mientras la profe de ciencias estaba de viaje?

Estas con todo un salón de clases que tiene como dice Vigotski, atención, percepción, memoria y pensamiento, pero decides simplemente ponerlos a copiar lo que dice un libro, para que ellos se imaginen al transcribir frases y responder preguntas, cómo es el sistema solar, y eso que se supone, estas características corresponden a la primera línea que el autor menciona es la básica. Con la edad que tienen (cuarto grado de primaria entre 9 y 10 años) ya están en la segunda línea, aquí se accionan “mecanismos de apropiación y dominio de los recursos e instrumentos que la cultura dispone en donde, psicológicamente se desarrolla en el momento que interiorizan las formas de mediación propias de contextos de socialización específica, como por ejemplo lo es, en las culturas modernas, la escuela”.51 En este orden de ideas, la escuela es un espacio de interacción que es influenciado por los elementos propios de la cultura, (dependiendo del contexto en el que se encuentre) el cual termina siendo el medio que fija en el niño o la niña, elementos que posibilitan el aprendizaje. Esto es en pocas palabras, hace referencia a un contexto culturalmente armado que termina por construir al sujeto. Vigotski afirmaba que los recursos “ofrecidos por la cultura no eran otra cosa, que elementos de mediación los cuales detonan una vez aparece el lenguaje en el sujeto y que evolucionan en un proceso natural de desarrollo.” 52

Aunque el segundo nivel de Vigotski, tiene unos tintes mucho más complejos de lo que refieren estos pocos párrafos, hay ciertos puntos importantes de su teoría en desuso que aún 82 años después de su aparición, siguen estando presentes en los imaginarios míos y de varios colegas, imaginarios que artísticamente merecen un campo de trabajo. Vigotski tiene permanencia en los imaginarios de quienes se acogen de manera inconsciente a sus teorías, conociéndolas o sin conocerlas.

Estrictamente hablando de Vigotski, y su apreciación del conocimiento, en donde el sujeto no construye nada por sí solo, sino que es construido por un mediador externo, de carácter cultural (en el momento que puede realizar funciones superiores de segunda línea), el educador dentro de sus teorías cumple una función de diagnosticador y mediador en la disminución de errores.

Esta apreciación pasaría a ser sustituida por la postura de Jean Piaget, a quien revisaremos con más cuidado un poco más adelante. Piaget introduce casi 60 años después, términos como aprendizaje por descubrimiento y construcción de conocimiento mencionando la palabra proceso, algo que se nos hace más cercano a las prácticas pedagógicas actuales.

Lo que me parece interesante de resaltar de Vigotski, es que su percepción del conocimiento la he visto una y otra vez en los salones de clase, entre colegas o personas que se dan a la tarea de enseñar algo. Hemos instrumentalizado tanto la educación, que muchas veces no dejamos que el niño o la niña construya algo por sí solo, porque lo tenemos ocupado copiando, generando una cultura en el aula que construye determinada forma de conocimiento, en donde simplemente queremos que siga nuestras instrucciones y nos enojamos cuando no lo hace. Los amenazamos con la nota, o con un llamado disciplinario asumiendo tan profundamente ese rol de dignosticador, en donde en ocasiones nos convertimos en detectores de errores y mediadores unidireccionales. Simplemente nosotros enviamos información y somos la única fuente, nunca hay retroalimentación, nos sentimos poseedores del conocimiento, (algo que no es cierto) pensando que se los transferimos a nuestros estudiantes, como quien manda un documento por "WeTransfer" 53. Esta idea de transmitir el conocimiento, es la que heredamos debido a los proceso de conquista que vivió nuestro territorio, en donde era necesario darle luz a aquellos que carecían de ella. Una metodología de adoctrinamiento para transferir el evangelio al “pueblo ignorante”. Por eso, gran parte de los contenidos que se alejaban del estudio de la palabra, estaban mediados por la fuente poseedora de los mismos, convirtiéndolo en un bien privado sobre el cual muy pocos tenían acceso; pero ahora, con la sobreabundancia de información y la facilidad que tenemos para encontrarla, puede decirse que la esta es un bien público, y que las dinámicas han cambiado. Entender estos nuevos mecanismos es algo que nos está costando bastante trabajo.

51. Ibid; pg: 316.

52. Ibid; pg: 317.

El profe ya no posee el conocimiento, pasamos de ser los dueños, como en algún momento llegó a creerse, a ser puentes o posibilitadores. Debemos aceptar que hay cosas que no sabemos, que nos equivocamos y perfectamente lo que enseñamos en clase a nuestros estudiantes, puede ser corroborado en la web o aprenderlo sin nosotros. Ese imaginario de que el profe siempre sabe qué hacer, qué decir, qué opinar, o cómo funciona, se ve amenazado por la multiplicidad de información que a veces aturde, creando un terreno inseguro, en donde muchas de las certezas sobre las cuales hemos estructurado nuestro quehacer docente, son puestas en el banquillo para medir que tan cierta es su efectividad.

La pedagogía Pinocho empieza a surtir efecto, pues al no haber certezas tratamos de sujetar las que recordamos le funcionaban a nuestros profes, y ahí nuevamente hacemos lo que Acaso menciona, repetimos como nos educaron.

Parece que hoy, acceder al conocimiento se da bajo dinámicas más sencillas, lo que nos hace preguntarnos, qué tan indispensable es actualmente el profesor en los procesos de enseñanza y aprendizaje, pues gran parte de los contenidos presentados en clase están disponible en la red, para cualquier persona que desee acercarse por medio de un computador. Ahora ni siquiera necesitamos desplazarnos del lugar donde vivimos, esto empieza a ser importante, sobre todo ahora que

53. WeTransfer es una aplicación web, la cual es un servicio gratuito con el que puede enviarse archivos muy pesados, con gran

cantidad de información a través de Internet directamente al correo electrónico de cualquier persona.

Tomado de: http://wetransfer.uptodown.com/webapps. Consultado el 12 de Mayo de 2016

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está en auge la educación virtual y a larga distancia. Con todo esto, la configuración del conocimiento y la idea que tenemos de conocer varía, pues se articula con los nuevos medios que giran en torno a la reproducción y difusión de

información. Con esto no pretendo señalar que el profesor ha perdido su valor o funcionalidad, pues indudablemente un profe puede incentivar habilidades y destrezas entre sus estudiantes, algo que la información no hace por sí sola. Sin embargo, la práctica docente, si ha adquirido un nuevo significado y definitivamente es algo que va ligado con la noción de aprender, en donde se necesita que la información no muera en el cuaderno, sino que se active.

Lo sorprendente de la pedagogía pinocho, es que funciona, o por lo menos eso parece pues se mantiene vigente, logra que nadie cuestione nada, que no nos esforcemos por pensar, que nos demos cuenta de las fallas pero seguimos dando clases igual sin hacer nada, que sabemos trabajamos sobre un sistema remendado pero nos aguantamos la incomodidad del pupitre.

Es una tendencia bilateral, en la mayoría de los casos ni estudiantes ni docentes dicen algo, tendemos a aceptarlo porque siempre ha sido así. Pero dar una clase, va más allá de llagar a un salón en donde hay un montón de niños, los cuales están a tu cargo durante el tiempo que dura tu clase. En ella tanto el colegio como los padres que matriculan a sus hijos en el plantel, esperan que utilices dicho tiempo para presentar o transmitir una serie de conceptos que deben quedar claros en los estudiantes.

Esa aparente necesidad de claridad, es irónicamente no tan clara; pues tal vez, en la cómoda idea en donde “yo doy la clase, mis estudiantes entienden y luego aprenden” hay todo un micro- mundo en donde la práctica o más bien el ejercicio de dar una clase, empieza a ser altamente contradictorio con toda la teoría escrita al respecto.

¿Qué profesor entra a dar una clase, con la idea de que lo que va a enseñar podría ser falso? ¿Cuántos profesores reevalúan constantemente lo que enseñan, o se preguntan si realmente todo sobre lo que se habla, funciona bajo esas metodologías? ¿Un profesor enseña cómo le enseñaron? o más bien ¿Cuántos profes son conscientes de que al enseñar se cometen errores?

Esta clase de preguntas se han tratado extensamente dentro de la rama pedagógica, pero la realidad en la gran mayoría de los procesos educativos, demuestra que las formas de enseñanza y la manera en cómo se presenta el conocimiento, podría no tener ni la más mínima intención de cambiar su currículo, de incluir el error o la no total veracidad de algo, dentro de las practicas desarrolladas en un salón de clases.

¿Quién manda su hijo al colegio, para que piense que probablemente lo que ha aprendido no es del todo verdadero, o qué profesor le enseña a su estudiantes a que duden de lo que acaba de enseñar?

Para seguir abordando esta idea de relaciones entre conocimiento, currículo, profesor y estudiante, voy a terminar de contarte una historia que había iniciado. No sé si recuerdes que quedamos en la parte en donde yo acepté hacer un reemplazo para una clase de ciencias. Bueno, en efecto la profe se fue de viaje y ciertamente creo que se vengó con sus estudiantes, aunque esto fue algo que yo nunca le dije.

Cuando vi la guía de trabajo eran ¡CINCUENTA PUNToS! CINCUENTA. Todas actividades de trabajo en clase, en un 70% implicaban copiar lo que había en sus libros al cuaderno, sin ningún tipo de análisis, reflexión o discernimiento, simplemente un ejercicio de transcripción, tan largo, que garantizaba que aquellos niños no tuvieran tiempo ni de pedir permiso para ir al baño.

El tema era la tierra y el sistema solar, creo que de ahí nace la afirmación del presente semitítulo, los cuales tengo una manía por colocar, pues siento me ayudan a clarificar las ideas.

A todos nos han enseñado que la tierra es redonda. (Aunque existan investigaciones en donde se demuestra que su forma es algo ovalada, esa es la información que tenemos en la cabeza) En la edad media la

La tierra es redonda pero a mí no me consta

tierra era plana, todos partían de ese hecho pues eso les mostraba su percepción al caminar por la vida, luego llegaron Copérnico y Galileo volteándonos la torta, diciendo que la tierra era redonda, (no sé si recuerden sus clases de tercero y cuarto de primaria donde se suelen tratar estos temas) a este par de personajes les tocó más duro que a nosotros, porque no tenían a "Google earth" 54 y el señalar la redondez de la tierra, era un síntoma de locura. Ahora, ¿cuántos de nosotros hemos corroborado esta información, que perece algo tan común y cierto? ; como que blanco es blanco y negro es negro, aunque quienes estudian el color podrían decirme que no es tan así. ¿A quién le consta que la tierra es redonda?, ¿Quiénes desde su experiencia de vida han podido comprobar esta verdad que asumimos? ¿Quién ha viajado al especio y lo vio con sus propios ojos? ¿Será que simplemente nos quedamos con lo que dice Google, en donde hay millares de ideas y donde encontré un blog ocultista, que afirma con todo su ser, que la tierra es plana y que nos han vendido una idea absurda? ¿Cuántos de nosotros, cuando estábamos en la edad de ocho, nueve o tal vez menos años sentimos la curiosidad de corroborar esto? ¿o será que nos hemos quedado con los dibujitos del día de la tierra y ya dimos por hecho que la tierra es redonda?

Con este dibujo tan feliz del planeta tierra, circular si se dan ustedes cuenta, la redondez del volumen proviene de nuestro imaginario, voy a citar a Estanislao Zuleta en una entrevista que le realizaron en 1985. Esta fue publicada en la revista Educación y Cultura del mismo año, hace exactamente 31 años. Su respuesta a ¿Por qué la educación no enseña a pensar? sigue vigente, y por lo que veo en mis estudiantes no ha cambiado mucho: “la educación, tal como ella existe en la actualidad (esto lo dijo hace 31 años), reprime el pensamiento, transmite datos, conocimiento, saberes y resultados que otros pensaron, pero no nos enseña ni permite pensar, no nos enseña a corroborar si es cierto. A ello se debe que el estudiante adquiera un respeto por el maestro y la educación que procede simplemente de la intimidación”.

Si se dijo hace 31 años y lo vuelvo a encontrar en un libro del 2009, quiere decir que algo está pasando, que no estamos aprendiendo la lección:“el sistema que nos invade, el sistema que nos persigue y que nos pide no nos equivoquemos, tiene como objetivo fundamental el que nunca lleguemos a estar educados”. 55

Esto simplemente, lo apoyo en la historia que finalmente voy a terminar de contar, porque cuando llegué al salón de clases con todas las fotocopias de la tierra y el sistema solar para los niños del 401,

54. Google Earth es un programa informático que muestra un globo virtual del planeta tierra que permite visualizar la variada

geografía del mundo, con base a fotografías satelitales y aéreas. El programa está disponible en varias licencias, pero la versión

gratuita es la más popular, disponible para dispositivos móviles, tabletas y computadoras personales. El programa fue creado

bajo el nombre de EarthViewer 3D por la compañía Keyhole Inc, financiada por la Agencia Central de Inteligencia. Tomado de

https://es.wikipedia.org/wiki/Google_Earth. Consultado el 13 de Mayo de 2016.

55. De esta manera, María Acaso afirma que la pedagogía tóxica está estructurada de manera tal que nos impide el real aprendizaje,

donde lo que prevalece es el simple traspaso de información. ACASo, María. La educación artística no son manualidades, nuevas prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura. Ed: Catarata. Madrid, España 2009. Pg: 37.

Tomado de: http://www.

imagenescool.com/dia-de-la-tierra

en donde deberían copiar toda la clase, decidí hacer algo, que no sé si fue un experimento o una burla irresponsable: guardé las guías y decidí dar la clase, el punto es que como no sabía nada de ciencias pues soy profe de inglés e intentaba estudiar artes, (estaba en segundo semestre) eran dos horas de clase que debía controlar. Por eso creé toda una teoría en torno a un tema que yo misma, justo antes de entrar al salón me había inventado, una estrella ficticia, una bacteria recientemente descubierta que la habitaba, una atmósfera alimentada por las películas de Star Wars, Harry Potter, y la serie de la BBC : Merlín, que junto con mis vagos recuerdos de ciencias naturales del grado cuarto de primaria se convirtieron en el material de trabajo para desarrollar la clase. Estudiamos la fuerza de gravedad, nos aprendimos los nombres de los planetas (y los enseñé mal pues después de un

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tiempo me enteré que Plutón ya no es un planeta del sistema solar) logrando narrar de una manera lo suficientemente convincente, como para que sonara científicamente creíble, cómo todo esto influenciaba nuestra vida. Fue una clase excelente, ese día descubrí que necesitábamos fomentar la curiosidad en los estudiantes, hubo preguntas, 36 niños prestaron atención en clase y hasta dejamos unas cuantas notas en el cuaderno de la extraña bacteria descubierta en una estrella cercana a la tierra.

Yo realmente estaba a la expectativa de saber lo que iba a pasar, a ver si algún niño, niña, la profe de ciencias o algún padre de familia se acercaban a preguntar, o por qué no, a hacer el reclamo de lo que le había enseñado a los niños. Nadie dijo nada, la autoridad de un profesor es tan fuerte y tan poco cuestionable entre los estudiantes quienes le guardan respeto, que una profe de inglés pudo inventarse una bacteria basada en series de televisión y todos los 36 niños asumieron que era cierto, sus papás no dijeron nada y la profe de ciencias simplemente estaba buscando algo con qué ocuparles el tiempo, porque ni me pidió la actividad que ella había dejado, ni revisó el cuaderno, ni se enteró del pequeño boicot contra su clase.

Esto me dice que nos hemos vuelto especialistas en transferir conocimientos, en pasarlo de un lado a otro, es un ejercicio de USB análoga, del libro al cuaderno, del imaginario en un

profesor al cuaderno de los estudiantes, de diapositivas o recursos pedagógicos al cuaderno. Como dice uno de mis estudiantes enojado cuando le toca copiar mucho: "Es que el que aprende y va al colegio es el cuaderno". 56

El cuaderno se califica:

Y es que el cuaderno va ser nuestro segundo objeto en este hallazgo, porque el cuaderno es al pupitre como el pupitre es al cuaderno, es una relación estrecha. Los pupitres tienen razón de existencia gracias al cuaderno, son la silla para que el estudiante se siente, el escritorio para que pueda apoyar el cuaderno y luego ya está listo para copiar durante la clase. Ambos son herramientas que los profes utilizamos para controlar, el pupitre de manera sigilosa es de orden disciplinario como ya hemos hablado, y el cuaderno controla el aprendizaje y la cantidad de conocimientos; aunque cuando ponemos a hacer planas a modo de castigo también le colaboran al pupitre con la disciplina. Los cuadernos, son como un acta de clase, en ellos queda el registro (a menos de que te quedes atrasado) de lo que se vio en la jornada o el tema que se está estudiando.

Durante el tiempo que llevo dando clases, desarrollé un interés especial por estos objetos, y al saber que la gran mayoría de mis estudiantes botaban sus cuadernos una vez finalizaba el año escolar, me motivaba a pedirles que me los regalaran. Es por eso que tengo una colección de casi 150 cuadernos. En ellos hay varias cosas que ver , pues en medio de la información de clase y los conceptos que ahí se transcriben junto con el registro de las largas horas de copiar y copiar, está esa otra parte: la del cuaderno subversivo.

El cuaderno como objeto tiene una función específica: ser los contenedores, ya que enuncia, especifica, compacta, resume, guarda y en algunos casos desmenuza, esa nombrada los la información aprendidos en clase. Su intención inicial, es el de ser un apoyo para el estudiante, en donde se escriben elementos importantes que le permiten recordar lo que se ha visto en clases anteriores.

Hay cuadernos de 50 hojas, 70 hojas, 100 hojas, 200 hojas, cosidos, argollados, grapados, cuadriculados, rayados, de ferrocarril, grandes y pequeños, con carátula en relieve o sencillos, con o sin stickers; son infinidad de posibilidades. Actualmente existen muchos tipos de cuadernos, todos varían dependiendo de la exigencia del profesor, quien a veces pide para su materia cuadernos argollados para que sea más sencillo girar la hoja al momento de escribir, o cosidos para que se dificulte un poco más arrancar las hojas del cuaderno. Claro está, que un factor determinante para la escogencia de un cuaderno es el gusto del estudiante. La industria de estos artículos ha identificado que puede incentivar la compra de sus productos utilizando las tendencias

56. David Méndez. Estudiante de grado noveno, 14 años. opinión de David frente a la funcionalidad del cuaderno. Conversación

dada en la sala de su casa en Modelia (barrio de Bogotá), en algún momento del mes de Abril de 2016.

en imágenes, series de televisión o películas del momento. Hacen al niño sentir la necesidad de tenerlo y el padre de familia al intentar complacer a su hijo o hija los compra. Todo esto se ha facilitado gracias a las formas de impresión y reproducción digital, que han permitido abaratar costos para generar una difusión masiva, sin embargo los cuadernos con diseños más elaborados o personajes famosos, tienden a ser mucho más costosos. Alguna vez, recuerdo a un niño de no más de seis años quien en un centro comercial en plena temporada escolar, (donde el comercio en ciertos sectores de la ciudad, gira en torno a la venta de útiles escolares) hizo un berrinche de casi media hora en la fila para pagar, pues su papá no quiso comprarle los cuadernos de Batman, quien por estar de moda costaba casi el doble que los otros cuadernos, el papá furioso después de cierto tiempo dijo en voz seria: ¡ni que el cuaderno o Batman fueran a estudiar por ti!

Aunque parece algo común, que un niño o niña llore de manera descontrolada por no obtener algo que quiere, y que su papá o mamá lo regañe, en este proceso de entender las historias existentes tras los objetos que les he presentado, y escuchar la afirmación de David la cual es totalmente contraria a la de este papá, pues él si siente que el cuaderno es el que estudia y no él, esto será algo que no pasaremos por alto.

María Acaso nos cuenta en su libro, Las artes plásticas y visuales no son manualidades, de estudios serios que demuestran como niños y adolescentes menores de 12 años, pasan tres horas al día delante de la televisión, sin contar el tiempo en videojuegos o internet, donde evidentemente están recibiendo gran cantidad de información que muchas veces no tiene un filtro de contenidos. Esto me hace acordar de mi abuela, quien se molesta cuando ve a alguno de sus nietos, sobre todo los más pequeños, pasar largo tiempo frente a la tele o el computador: —definitivamente los que educan a los niños ya no son los papás sino esos aparatos — dice. En gran medida ella tiene razón, muchos de mis estudiantes al llegar del colegio, no los espera alguien en casa, pues tanto papá y mamá o con quien vivan están trabajando, así que su compañía son estos medios que los conectan con otra realidad, una virtual.

Acaso afirma que la publicidad y la cantidad de información que hoy configura el entorno de un niño o niña, actúan como un cebo para que nos traguemos los desarrollos de la imagen comercial que combina hábilmente audio, texto y entretenimiento. Elementos que producen un nivel de atención y concentración “prácticamente imposible de alcanzar en el aula, pues reemplaza nuestras vivencias por las de quienes diseñan y producen los contenidos” 57. Por eso los cuadernos y la gran cantidad de útiles escolares, son una manera que ciertos sectores han identificado, como una posibilidad para llevar parte ese entretenimiento que la autora señala como imposible de llevar

a un aula. La publicidad y el entretenimiento de masas, es algo con lo que nos toca lidiar, luchar con ella es muy difícil pues está en todos lados, mi pregunta es; ¿Qué es lo que tiene el cuaderno de Batman que no tienen los otros? ¿Qué es lo que realmente empujaba al niño pera querer llevar al colegio este superhéroe? Acaso afirma que “la brillantez del mundo hipervisual ensombrece aún más el mundo del aula, lo que favorece el fracaso en todas las etapas y contextos educativos, haciendo que los estudiantes se aburran en el colegio y disfruten de los lugares de ocio” 58; ¿Qué es lo que tiene el mundo virtual y del entretenimiento que evidentemente no tienen los ambientes escolares? ¿Qué es el ocio? ¿Es malo?

Si de desarrollo hipervisual se trata, donde todo entra por los ojos puedo nombrar muchos objetos, pero nuestro interés puntual son los cuadernos, así que hablaremos de tres que puntean la lista, tal vez ustedes los recuerdan, yo escribí en ellos y particularmente de los que poseo en mi colección logran evidenciar ese cambio tan radical que hoy marca a la actual población escolar: esa sobreabundancia de información.

Hoy en el mercado circulan muchas marcas escolares y de cuadernos, pero hay tres que han sobrevivido al tiempo estando presentes en distintas generaciones, así que las usaremos como herramientas, entre las muchas que pueden existir, para cerrar el círculo

57. ACASo, María. La educación artística no son manualidades, nuevas prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura. Ed:

Catarata. Madrid, España 2009. Pg: 38

58. Ibid; pg: 39.

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entre el pupitre, el cuaderno y el conocimiento que hoy se dispersa entre tanta información.

Tenemos a Primavera, Scribe, el Cid y nuestra tradicional marca Norma. Todas estas marcas de cuadernos siguen vigentes y las he visto circular en los salones de clase, entre stickers y carátulas de muchos personajes televisivos. No son las únicas hay muchas otras menos conocida en el mercado, pero estas son las de mayor demanda, o por lo menos las que me encuentro con mayor frecuencia al momento de calificar cuadernos. Entre ellas, hay una que particularmente llama mi atención, y es la última, la cual está presente en el mercado colombiano desde hace 76 años.

Cuadernos Norma fue fundado en 1940, por eso podemos decir que ha sido parte de la historia educativa de nuestro país. Es interesante, y analizando las palabras de María Acaso, ver cómo pasamos de esto:

A esto:

Al ver las fotografías, es posible a través de estos objetos, entender de manera más cercana el punto de María Acaso: lo hipervisual también ha invadido los cuadernos, logrado permear las aulas de clase, en un ejercicio comercial y publicitario de imágenes. Si le preguntamos a niños en etapa escolar, y los pusiéramos a escoger entre los primeros cuadernos y los últimos, sería muy poco probable que alguno quisiera aquellos de pasta café y sin un solo diseño. Pero al abrirlos vemos que aunque la

Cuadernos Norma, hacen parte de mi colección personal de cuadernos. Al

costado izquierdo encontramos un cuaderno que estuvo en uso en 1951, el de la

mitad es de 1994 y el del costado derecho se encontraba en los circuitos escolares

en el año de 1973. Fotografía: Tatiana Villamil

Tomadas de: Página web oficial de cuadernos Norma, www.norma.com

publicidad intenta hacerlos más atractivos, y llenarlos de adornos, su esencia sigue siendo la misma: Un montón de hojas juntas con líneas, cuadritos y márgenes que se usan para escribir lo que dicta o explica el profesor, hacer la actividad de clase, copiar la tarea y luego desarrollarla.

A pesar de la mucha información que los rodea, su utilidad práctica es la misma, es como lo que sucede en este tiempo que vivimos, en donde tenemos más información pero seguimos usando los mismos recursos. Ahí la palabra Norma empieza a expandirse, no es solo una marca, está presente en las normas de uso de un cuaderno, pues aunque no estén explicitas en el manual de convivencia que rige a cualquier colegio, o estén escritas en la parte posterior del cuaderno a manera de instrucciones, como sucede con varios productos, es algo que se

supone sobreentendemos cuando tomamos el objeto en nuestras manos, aunque realmente eso nos lo enseñaron cuando aprendimos a escribir, pues fue un proceso totalmente instructivo que evidentemente debe estar presente durante toda la etapa escolar.

¿Qué pasaría si nuestro cuaderno Norma, viniera con normas de uso?

Normas de uso para un cuaderno de primaria:

1. Utilice un cuaderno para cada materia. No debe escribir en el cuaderno de español si es el de ciencias, viceversa o cualquiera que sea el caso. Cada materia debe tener su cuaderno sin excepción y no es permitido que mezcle las materias.

2. Escriba sobre el renglón, no debe salirse de él al momento de escribir.

3. Deje renglón de por medio, no escriba todo pegado.

4. Escriba con letra clara, no debe ser solo entendible para el estudiante, pues si bien el cuaderno le pertenece, quien califica el cuaderno o lo revisa es el profesor, así que debe saber que escribe para el profesor.

5. Escriba en orden, no debe tener tachones, espacios en blanco o la letra desordenada.

6. Mantenga la continuidad con los temas: el orden de los temas escritos en el cuaderno, debe ser consecuente con el orden de los temas vistos en clase.

7. No se salga de la margen, debe saber que estéticamente esto no es permitido.

8. Debe hacer los títulos con otro color, preferiblemente en rojo.

9. Utilice lápiz negro para escribir, no otro color.

10. No le saque orejas, es decir no le doble las puntas.

11. No le arranque las hojas.

12. No lo manche, no lo ensucie, el cuaderno debe permanecer forrado, limpio y pulcro.

13. No escriba dibuje o raye atrás del cuaderno, esto es una falta de respeto con la materia y el profesor que dicta la clase.

Este instructivo, aunque puede parecer en un principio gracioso y luego exagerado, está presente en todo cuaderno escolar, es lo que lo que los profes calificamos, pues muchas veces en cuanto a cuadernos se refiere, terminamos por normalizarlos de tal manera, que todo se resume en lo que debe y no debe hacerse en él, sobretodo en eso de que hay que darle las instrucciones claras al estudiante, hay algo

que debe estar muy claro, el cuaderno se califica.

Visualmente la idea de pulcritud y manejar con cuidado el renglón, empieza a ser atractivo. Realmente ha sido algo importante en el desarrollo de esta investigación plástica, puntualmente después de cierta ocasión, cuando en una de mis clases particulares le pedí a Juliana mi estudiante de seis años, que escribiera oraciones en una hoja en blanco que no tenía ni márgenes ni renglones, ella se negó a hacerlo hasta que no le dibujé con regla unas líneas a manera de renglones y márgenes de color rojo. Juliana no iba a poder escribir si estos elementos no estaban presentes.

Esta anécdota con Juliana, me permite entender la funcionalidad del renglón, el cual tiene el objetivo de posibilitar una escritura organizada. La pulcritud en el cuaderno, es algo que se exige y que los profes calificamos. Recuerdo cierta ocasión que yo me encontraba en esta actividad: la de calificar, ;había recogido todos los cuadernos de caligrafía del curso 103. Al ser el primer grado de la primaria, los criterios evaluativos eran precisamente esos de los que venimos hablando; el manejo del renglón, pulcritud al momento de escribir, manejo espacial, uso y dominio del lápiz y finalmente ortografía. Todo iba muy bien hasta que la profe Lorena riega un pocillo enorme de tinto sobre los cuadernos que estaba calificando, casi todos se mancharon, arruinando la pulcritud que muchos buscaban, y el esfuerzo de muchos niños por entregar una escritura impecable; pues un cuaderno “no se mancha”. Al devolver los cuadernos, el descontento

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de los estudiantes era más que evidente, algunos preguntaban sobre la nota y si los manchones repercutirían en ella.

Estas anécdotas serían el detonante de un proceso creativo el cual desarrollé en las materias de Bidimensional y Taller integral I, en donde convertí los cuadernos en soportes de trabajo, indagando frente a su funcionalidad específica: la de escritura y esa aparente necesidad de que estén limpios y ordenados.

El manchar completamente los cuadernos, sumergiéndolos en tinta negra y roja, para luego usarlos como soporte para hacer retratos de mis estudiantes, serían los primeros acercamientos que tendría con este objeto.

Aunque más adelante, serían los conceptos que giran en torno al manejo conductista del renglón y la plana, en donde iniciaría a pensar varios de los elementos que conforman nuestro sistema educativo. En los cuadernos ferrocarril escribí a nombre del estudiante: “debo copiar al pie de la letra”.

De la serie Adiestramiento

Jenny Victoria

Cuadernos ferrocarril sumergidos con

tinta e intervenidos con dibujo

45X20 cm

2014

Debe copiar

Jenny Victoria

Acuarela sobre cuadernos escolares

80 cm x 50 cm

2014

El concepto de la plana y la letra, fue el punto de partida en trabajos como este, el cual iría madurando hasta desembocar en la reflexión que encontramos en el presente documento, el cual he denominado pedagogía pinocho, en donde este personaje y su manía de mentir se convierte en una herramienta metafórica que desde sus inicios tanto plásticos como teóricos, son una imagen que me permite cuestionar la veracidad de ciertos contenidos y del conocimiento en los ambientes escolares.

La exploración del cuaderno, alimentado por las vivencias con mis estudiantes, me llevarían a analizar uno de los elementos que lo conforman: el renglón, el cual ya hemos mencionado, sin embargo, para este proceso ampliaremos un poco más. La idea del renglón para direccionar la escritura, y condicionar el tamaño de la letra, en donde los cuadritos de 0,5 cm, líneas de 1 cm o el conocido ferrocarril, que dispone un manejo espacial específico en

De la serie: aprendiendo a copiar

Jenny Victoria

Intervención sobre cuaderno escolar en

la técnica pop up

Taller integral I

2014

La reflexión giraba en torno a la palabra debo y ese ejercicio en donde muchas veces le pedimos al chico que simplemente copie, elementos que decidí articular con el dibujo, en donde aparece David, uno de mis estudiantes, en ese mismo ejercicio: el de copiar, es una imagen totalmente reiterativa, que apoya lo que ya está escrito en las planas.

De la serie: aprendiendo a copiar

Jenny Victoria

Intervención sobre cuaderno escolar

en la técnica pop up

Taller integral I

2014

el cuaderno, en especial por la numeración de los renglones y los espacios que encontramos entre cada uno de ellos, tienen la función de condicionar un tamaño estándar de letra, lo suficientemente grande para que sea legible, pero a la vez pequeña, pues no debe salirse del renglón. Estas son cualidades que posibilitan la configuración misma del cuaderno, en donde sin duda los renglones tienen protagonismo, son una particularidad que marca nuestra condición occidental, donde los procesos escriturales se dan ubicándolos uno debajo del otro para escribir de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo. Todas estas cualidades hacen parte de nuestro sistema educativo, que termina por definir la funcionalidad de los cuadernos y muchas de las dinámicas en el aula.

Conceptos como este, han sido trabajados ya por varios artistas, de todos ellos invitaré a Johana Calle a quien tuve la posibilidad de visitar en su exposición Silentes, una retrospectiva que va de 1985 al 2015, realizada por el Museo de Arte Banco de la República, del 19 de Noviembre de 2015 al 7 de Febrero de 2016. En esta exposición la artista estuvo presente en un conversatorio donde nos

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contó a los espectadores algunas de sus historias. Calle tiene una trayectoria de más de treinta años, en donde sus experimentaciones y expansiones del dibujo la han llevado por diversos rumbos, ;para esta ocasión, nos centraremos en dos obras de la artista, donde toma el renglón de los cuadernos como una posibilidad plástica, que en medio de los discursos construidos, busca hablar de esas realidades escolares. En las obras Norma o Las lecciones, Calle dibuja los renglones que configuran la páginas de un cuaderno, transcribiendo a mano textos o planas que anula reescribiendo

donde ya está escrito, haciendo que se sea ilegible lo que vemos, reduciendo todo a códigos visuales de líneas que se entrecruzan, como un subtexto de la plana, una anulación de eso que no disfrutábamos hacer en el colegio, es un texto que se sale del lugar permitido o que desconfigura el renglón mismo, pues este se expande creando un dibujo nuevo.

La obra de Johanna Calle, nos muestra una configuración totalmente distinta, es una reflexión la página del cuaderno y su habitual caligrafía, pues rompe con el orden, en especial con dos aspectos: Un renglón horizontal y letra legible, dos características importantes para evaluación del cuaderno durante el proceso de mostrar resultados.

Un profesor de cualquier institución, ya sea pública o privada, debe demostrar ante la institución y el sistema, que sus estudiantes aprenden lo que les ha enseñado. La manera que tenemos de comprobarlo, es estableciendo ciertos parámetros evaluativos conocidos como indicadores de logros. El cumplimiento o no del logro genera un porcentaje acumulativo el cual se verá reflejado en la nota final de la materia. Para todos estos procesos utilizamos el cuaderno.

Un estudiante, quien desee obtener dentro de su porcentaje acumulado una valoración positiva, debe esforzarse y demostrar ante su profesor que ha cumplido con lo que se le ha pedido, siendo merecedor de una buena calificación. Uno de los mecanismos que le permite al estudiante demostrar que se ha esforzado es el cuaderno. "El cuaderno es la carta de presentación del estudiante" 59. Por ese motivo debe calificarse, bajo esta mirada ¿Cuál sería la calificación para Johanna Calle?

La competencia entre quienes encuentran en la nota un motivante, se hace evidente dentro del aula de clase. Ellos, los “buenos

La lección

Johanna Calle

Silentes

Museo de Arte Banco de la República,

exposiciones temporales

Tomade de: https://cincocentros.

com/2016/03/24/silentes-1985-2015-

johanna-calle-en-museo-amparo/

Johanna Calle.

Lecciones de Kafka

(2007)

Proceso de Kafka escrito al revés en

alemán, lo que hace ilegible el texto

subrayando lo absurdo de la situación

Tomado de: http://nuriaperpinya.com/

obra-2/los-caligrafos/?lang=es

59. Teresa Santacoloma, profesora de castellano y humanidades del colegio

Manuelita Saénz.

estudiantes” buscan tener la mejor tarea y el mejor cuaderno. Buscan obtener un cinco.

Pero ¿para qué sirve un cuaderno?, ya sabemos su uso, pero esto no significa que esto hable de la utilidad, pues finalmente cual es el objetivo de copiar y copiar una cantidad considerable de información que fácilmente puede encontrarse en la web. ¿Quién decide qué información va en un cuaderno y cual otra no? Aunque el cuaderno escolar, es un elemento que le pertenece al estudiante y que él mismo configura clase a clase, estas preguntas solo pueden ser resueltas por quien tiene la autoridad de calificar el cuaderno de esa materia: el profesor.

La responsabilidad de escribir en el cuaderno es la del estudiante, debe hacerlo en orden y de manera legible, por eso la acción de Calle al generar desorden en los renglones nos permite caer en cuenta del particular orden de los mismos, es un subtexto que no es visible a simple vista.

En un cuaderno tradicional, lo escrito debe ser perceptible e inmediatamente reconocible, en este encontramos el registro del estudiante, pues ningún profesor se va a poner en la tarea de copiar lo que debe hacer el alumno, en especial porque son muchos dentro del salón de clases, por eso, el cuaderno funciona tan bien, como elemento para manejar y controlar masas.

Se convierte en la manera de constatar, que efectivamente los temas propuestos en el plan de estudios, sí se han desarrollado durante las clases. Desde que esté en el cuaderno, quiere decir que el profe lo explicó ¿pero querrá decir que el estudiante aprendió?. En el manejo de información dentro del aula clases, el estudiante no tiene total autonomía para desarrollar su cuaderno, ya que es el profesor quien decide qué es lo que sus estudiantes escriben en este elemento, planteando ciertos parámetros para llevar un cuaderno ordenado. Aquí aparecen nuevamente nuestras normas y dos roles: un estudiante que copia y el profe que califica el esfuerzo material y visible del estudiante, que se puede corroborar por la cantidad y contenido de lo que está escrito, pues es esto lo que tiene validez. SI no está en el cuaderno, no hay manera de comprobar que sí hizo la tarea .SI no está el resumen, no sé si leyó .SI no están los ejercicios, no sé si entendió. El trabajó en clase, o en casa produce un resultado visible en el cuaderno.

Es momento de hacer:

Cuando todos estos elementos empezaron a aparecer, fue necesario poner más atención a los objetos con los que estaba trabajando, hasta encontrar en medio de la colección de cuadernos una historia que mercaría el rumbo definitivo de esta construcción plástica: los cuadernos de Luna.

Cuando inicié clases con Luna en el 2014, todo inició como siempre inicia y por los mismos motivos por los cuales me han llamado para

hacer refuerzos escolares: Luna era una mala estudiante. Su mamá me contactó por teléfono, pues el papá de otro de mis estudiantes me había recomendado, Marcela como era su nombre, necesitaba refuerzos para su hija en inglés, ya que le iba muy mal en el colegio. Ella me describió una niña con problemas disciplinarios y de atención, con mala memoria, problemas de aprendizaje y pésima pronunciación, todo un reto en términos de lenguaje. Parecía que los mismos problemas se presentaban en las otras materias y en español la profe del colegio le había dicho a Marcela que su hija tenía pésima letra, un orden terrible en esos cuadernos y muchos problemas para redactar historias e hilar ideas. Aseguraba que no estaba al nivel de una niña de cuarto de primaria, estaba en riesgo de perder el año.

En la primera clase Luna estaba muy tensa, era la primera vez que una profesora iba hasta su propia casa, imagínense ustedes que no sea suficiente el control que hacen los profes en el colegio, junto con todos los regaños y las tareas, como para que venga una profesora a la propia casa de uno, a hacer lo mismo. Luna no quería tomar clase, sin embargo aunque muy tímida y sin dirigir la mirada a mis ojos, recibió su clase y aclaramos conceptos. En la primera clase Luna había avanzado mucho.

Sin embargo algo no coincidía, la estudiante que todo el mundo decía que era, yo no la veía, sus cuadernos estaban llenos de notas escolares, uno a uno sus profes dejaban marcas, orden!!! decía en su cuaderno de ciencias, donde la profe le reclamaba por

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su caligrafía de gran tamaño que abarcaba casi todo el renglón, y letras que se salían de las márgenes. Lo particular, es que la profe le pide a Luna que escriba sobre el renglón y con la mejor letra, pero ella por tener la autoridad como profe puede escribir como quiera: sin seguir el renglón y con letra dispareja.

—¿Por qué será que la profe me dice que escribo feo, pero cuando me manda notas, ella escribe tan mal? A veces no le entiendo — eso me decía María Camila, también de nueve años, a ella le solían mandar notas en especial por comportamiento y porque tenía una letra que solo ella entendía, sin embargo su pregunta me permitió darme cuenta de algo importante: el profe pide que te ajustes a las reglas, pero es el primero en romperlas, o sino ¿qué me dicen de las notas?

Más adelante en el cuaderno de Luna había una nota que decía colores?, y este mismo llamado de atención se repetía varias veces, ya que Luna no le gustaba colorear, prefería bordear con colores los dibujos que hacía.

Sin embargo su profe de ciencias, pareciera no entender cuál era la manera que Luna tenía de colorear, pues las notas se repetían, así que ella en algún momento decidió extender ese medio de comunicación contestándole a su profe, en donde siempre le han dejado notas a Luna: el cuaderno. Ella escribió una nota para su profesora.

Detalle del cuaderno de ciencias

de Luna, asignatura en la que

constantemente su profe le reclamaba

orden y mejorar la letra.

Dibujos de Luna, tomado de su cuaderno de ciencias.

Su profe efectivamente la respondió, pero no fue la respuesta que Luna esperaba, simplemente confirmó una orden: Tienes que colorear!, y más adelante cuando avanzas por el cuaderno, te das cuenta hasta donde puedes llevar tu poder como profe para lograr que tus estudiantes hagan lo que les pides, pues inmediatamente Luna se sacó un 1,0 por no colorear la tarea, te das cuenta que la lección quedó aprendida, y de ahí en adelante ningún dibujo se quedó sin colorear.

A pesar de todos los inconvenientes con la profe de ciencias, el periodo académico finalizó y Luna pasó el año, pero quedaba un sinsabor por todo lo que había pasado. Un tiempo después, tuve la oportunidad de hablar con su mamá y preguntarle: ¿en dónde está la niña que usted me describió por teléfono? Esa que tiene problemas de aprendizaje, que no se concentra, que no aprende, si cuando estudiamos juntas no la veo por ninguna parte, por el contrario me encuentro con alguien muy inteligente, que razona y analiza cada una de las cosas que otros le piden que haga. Tanto así que logró recuperar todas las notas que estaban perdidas de inglés, en tan solo dos semanas y pasar la evaluación con 4,8. De repente un número había catapultado a Luna, del lugar de mala a buena estudiante, de repente Luna no tenía problemas de aprendizaje, de repente aprendía muy rápido, será que Luna había superado sus “problemas de aprendizaje” que la convertían en mala estudiante, ¿No sería más bien, que el sistema en su afán de generar resultados y acomodar a todo el mundo al mismo molde, había etiquetado a Luna con un rótulo de mala estudiante?

La forma rebelde y contestataria de Luna, que evidentemente no se acomodaba tan fácil como otros si podían hacerlo, me cautivaba. Ella tenía la facilidad para hacerlo de la manera más dulce posible, como solo un niño puede hacerlo, sus comentarios de inconformidad me hacían pensar, las notas que le mandaban y la aflicción que esto le causaba por llevar el peso de mala estudiante, me hizo reflexionar acerca de las veces que yo hice lo mismo en un aula, de cuando le dije a un niño o niña que no iba a poder, o que no aprendía.

Luna representó la mirada más crítica que yo he tenido, fue mi juez sin saberlo de ese margen de error que las estadísticas convierten en números, y que los profes creemos casos perdidos, niños que simplemente no encajan y lo más seguro es que pierdan el año, pero que nadie se pone en el trabajo de escucharlos, pues al no llevar los mejores cuadernos ni las mejores calificaciones no se ganan el derecho.

Luna, me regaló su cuadernos y después de un tiempo dejó de tomar clases conmigo, pues una vez descubrió que el inglés no era difícil, no fueron necesarios más refuerzos. Ahora Luna era una muy buena

Detalle de cuaderno

Nota que Luna le escribe en su cuaderno a la profe de ciencias.

Detalles del cuaderno de ciencias, antes y después de

obtener un 1,0 por no colorear.

estudiante, eran la misma letra, el mismo orden la misma niña pero diferentes calificaciones.

Su historia, ha sido de gran importancia para la construcción de este documento, por eso en el proceso de investigación, el cual encaminaba el que hacer plástico, fue determinante encontrar la siguiente historia en uno de su cuadernos: Luna en la clase de ciencias estaba estudiando los ecosistemas, así que la profe les dejó una tarea a sus estudiantes en donde pedía que teniendo en cuanta la temperatura, la luz, el viento, alimento, el agua y los seres que le rodean, hicieran una lista de todo lo que necesitan para vivir.

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Luna hizo su tarea, haciendo una lista de cosas de todo lo que necesita para vivir, incluyendo sus aretes, su padrino, su mamá, su almuada; enumeró veintidós cosas que ella necesita para vivir.

Sin embargo su profe le escribió: Incompleto!, Esto no fue lo que se pidió!, Con esta nota, empecé a preguntarme qué era eso que la profe buscaba, cuál era el resultado correcto, pues parecía que Luna se había tomado el tiempo correcto para pensar qué era lo que ella necesitaba para vivir.

La respuesta la dio el cuaderno mismo, más adelante, Luna tenía la corrección de la tarea, una lista que cumplía con las condiciones de la profe, la cual fue merecedora de un chulito y un oK .

El cuaderno realmente no es del estudiante, muchas veces se convierte en el lugar donde se transfiere la información que el profesor quiere o necesita que aparezca, y la manera de lograrlo tiende a ser las calificaciones, es una manera no visible de decir: si quieres que te ponga una buena calificación, has lo que yo te digo.

Bajo esta perspectiva, es solo la voz del profe la que tiene validez, pues lo que está escrito termina siendo un resumen de lo que este sujeto dice en clase, está su saber, su verdad, ahí están sus dictados, sus notas, sus calificaciones, pues supervisa que tu copies y cuando no está lo que el profe dijo que debe estar, te manda una nota como esta: Incompleto!, Esto no fue lo que se pidió!

Veintidós cosas para vivir, cuaderno de Luna.

Ciencias naturales

Corrección de tarea, cuaderno de Luna.

Ciencias naturales

Este objeto, en la mayoría de casos es un reflejo de una pedagogía unidireccional, pues no hay diálogo ni retroalimentación, la información tiene un emisor que es el profesor, y un receptor que la interpreta y la copia pero una vez esta se estrella con los renglones muere en su capacidad de análisis o surgimiento, ya que pasa a ser un dato más que está en el cuaderno. Para la educación primaria, el cuaderno es obligatorio, no hay opción como en la universidad, en donde tú decides, si lo quieres llevar o no. Es casi que un requerimiento para estar en clase, el niño lo lleva, lo carga, escribe sobre el pero muchas veces ni siquiera comprende por qué debe hacerlo. Sobre sus páginas cuadriculadas está el resumen de todo lo que se ha visto en clase, por lo tanto es lo que el profesor va a preguntar en las evaluaciones, se supone que es una herramienta de estudio.

Esta es una definición de cuaderno la cual a veces es difícil de encontrar, pues al mencionar la palabra herramienta bajo mi forma de entender, se abre una puerta para muchas posibilidades, en donde quien es dueño del cuaderno puede aprovecharlas, detonarlas o ejecutarlas no solo de una, sido de distintas maneras. Pero esto, es incongruente con lo que percibimos en la realidad. Desde esta mirada, las imágenes y artistas que las producen, han generado espacios para pensarse estas dinámicas y así como Johanna Calle encuentra en los renglones ese espacio de dialogo que le permite pararse en la línea y cuestionarla, también encontramos a Claudio Gallina, un artista argentino quien ha visto en los ambientes escolares la posibilidad de generar reflexión en torno a los modos de enseñanza. Su trabajo tiende a ser autobiográfico; en donde para su época estudiantil, la educación en Argentina tenía un contexto muy fuerte y un sesgo de poder muy marcado. Indagó sobre objetos como el pupitre y también el cuaderno, convirtiéndolos en soportes de sus pinturas, las cuales son una narración de sus propias percepciones como el estudiante que fue, desde los procesos que se daban en la escuela.

Claudio Gallina

Pupitre escolar: aprendiendo a volar

Óleo sobre madera

2009

Tomado de: http://www.artelista.com/obra/7077626688606264-

pupitreescolaraprendiendoavolar.html

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De esta manera, son quienes se piensan estas imágenes los que convierten el cuaderno en una herramienta que se expande, dándole un sentido crítico, de eso que no se ve, ese silencio del estudiante que se configura en el anonimato haciendo parecer que no existe, son esos microdiálogos con voces de niños, para muchos sin valor, los que toma Claudio Gallina, procurando darles voz a través de las imágenes, mediados por su propios recuerdos y experiencias como estudiante.

Con estos cruces entre cuadernos, pupitres artistas y mis propias inquietudes, no pretendo señalar que el cuaderno sea un objeto que atenta contra el sistema educativo, y pretenda establecer señalamientos que lo encasillen en la connotación de malo, todo lo contrario, no es el objeto, es el uso. Muchos estudiantes consideran útiles los cuadernos, es más, he visto a más de uno, totalmente angustiado por haber perdido alguno de ellos en medio de los afanes escolares, sin embargo al indagar más a fondo, no es que el chico o chica esté preocupado al perder su herramienta de estudio, se asusta porque ahora ¿qué le va a presentar al profesor?. Es en este punto, donde siento que podría pensarse más realmente cual es el sentido de llevar un cuaderno, pues cuando te das a la tarea de preguntar quienes realmente estudian con esta herramienta, los resultados son contundentes: La gran mayoría de mis estudiantes copia una vez por requisito y solo lo estudia para la evaluación, después de esto nunca más lo vuelve a leer. Es decir que dentro de la cultura escolar, hay una percepción tanto de estudiantes como de profesores quienes evidentemente se dan cuenta de esta situación, pero el profe quien se supone tiene la batuta, encuentra más sencillo decir que sus estudiantes no estudian y seguir haciéndolo igual. "De esta manera el conocimiento se convierte en algo que se transmite o se transfiere, como una información segmentada o resúmenes hechos desde la mirada del profesor, el cual es consignado, luego se memoriza para el examen y luego se reproduce el momento de la evaluación".60

Definitivamente, el concepto de transferir o trasladar, fue algo que plásticamente comenzó a ser importante, y al tener los cuadernos de Luna empecé a preguntarme ¿cómo sería transferir lo que un estudiante hace?, por lo general es el estudiante el que copia a un profesor , pero yo quería copiar a mis estudiantes, así que inicié todo un proceso de búsqueda por una técnica que me lo permitiera, pues tenía una necesidad: transferir las anécdotas de mis estudiantes, cada palabra registrada en sus cuadernos al escritorio donde se apoyan estos objetos; esa tabla que ahora se encontraba al lado izquierdo, con la intención de mirar otra forma, de mirar a quienes a veces el sistema suele no tener en cuenta; pues finalmente es ahí, en la tabla donde se da la relación entre ambos, los dos plantean una funcionalidad específica, que se acompaña y complementa para alimentar ese ejercicio de copiar, de transferir.

Imagen de la derecha de Claudio Gallina

La respuesta

Acuarela sobre papel

32x41cm.

2013

Tomado de: http://www.zurbaran.com.ar/

claudio-gallina-50/

Imagen a la izquierda de Claudio Gallina

La Columna de Hojas

Acuarela Sobre papel

77 x 21 cm

2013

Tomado de: http://www.zurbaran.

com.ar/claudio-gallina-50/

Claudio Gallina

Acuarela sobre cuaderno escolar

Juego

41 x 47 cm

2013

Tomado de: http://www.zurbaran.com.ar/claudio-gallina-50/

La clave estaba en la palabra transferir. Necesitaba generar un "transfer" 61 pero, ¿cómo lograr que no se perdiera la esencia de las letras y dibujos, al momento de transferirlos a la tabla?. En el proceso experimental hubo varios ejercicios, los primeros intentos fueron con Tinner y vinagre, sustancias que me permitían trasferir parte de la imagen pero no lograba nitidez y continuidad. Probé barnices, soluciones químicas y glicerina; ésta última al tener esa condición espesa, creaba una capa con el papel adhiriéndolo a la madera, generando transparencia y haciendo que se viera el soporte. Un resultado interesante; sin embargo no era permanente, ya que hay un punto donde el papel termina por absorber la glicerina y ésta por secarse, perdiéndose la transparencia.

Luego En en otro intento, sumergí las hojas en aceite y en este proceso la transparencia se generó, sin embargo se distanciaba de mi principal intención, generar un transfer.

En ese proceso de prueba y error, como lo es todo aprendizaje en-contré un producto denominado decalizador, este químico utiliza-do para hacer transfer de ma-nera manual, tiene la particula-ridad, de que cuando se aplica sobre una hoja de papel escrita, genera una capa que recibe la tinta la cual se extrae del papel y se fija sobre superficies rígidas y porosas como la madera.

60. BERNAL VILLEGAS, Alfredo, Valencia Calvo Carlos , Hernando.Vasquez, Lara Cesar Augusto. Usos, desusos y abusos del cuaderno y la gráfica en la escuela. Ed: Fondo Resurgir, Colombia 1995. Pg:27.

61. El transfer, es una técnica que permite transferir la tinta en la imagen de un papel para que quede impresa de manera manual

en otra superficie, como madera, vidrio o plástico. Esto se hace utilizando algún químico el cual actúa como detonante, haciendo

que se desprenda la tinta (thinner, o algún gel para transfer) Tomado de: http://www.papelisimo.es/2015/06/tecnica-transfer.

Consultado el 15 de Mayo de 2016.

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Con este producto solucioné el primer desafío técnico: Transferir la cuadricula de los cuadernos, esa estructura utilizada para escribir, ahora necesitaba hacer lo mismo con las letras y los dibujos, solucionando una de las condiciones que esta decisión plástica me ponía: Lograr que las palabras escritas en el cuaderno, al momento de hacer el transfer, quedaran dispuestas en la dirección convencional que nosotros tenemos al leer y escribir. Si bien, durante el desarrollo plástico de este proyecto me ha interesado mirar lo que sucede con la posición y disposición de los objetos, jugando con esos conceptos de derecho y revés, era mi intención que el espectador pudiera leer con facilidad lo que había sido escrito en los cuadernos y transferirlo con la mayor fidelidad posible a las tablas de los escritorios , conservando la letra de Luna y sus dibujos.

En las clases de grabado, una de las profundizaciones que realicé en la academia, solemos familiarizados con esta condición de la imagen, en donde debemos invertirla o ser muy conscientes de cuál es la direccionalidad que queremos darle, en especial cuando queremos grabar e imprimir textos, pues si no los invertimos en el momento de realizar el negativo, al pasarlo a la placa y luego imprimir, el texto nos va a quedar al revés, así que nuevamente el trabajo me pedía que le diera la vuelta a la imagen, en este caso con los dictados de Luna; escribir al revés para luego ver el derecho. El primer recurso, fue escanear los cuadernos, en una buena resolución e invirtiéndolos digitalmente y así desarrollar el transfer.

Esta forma funcionó, sin embargo no me agradaba; se perdía la esencia del lápiz en la letra y el dibujo que se había logrado al principio con los primeros ejercicios, me interesaba la calidad del lápiz que daba el primer ensayo, junto con la direccionalidad o el derecho que me permitía el transfer de la imagen digital.

Llegué a la conclusión, que la única manera de obtener esas cualidades que me interesaban, era tener el texto en lápiz pero invertido. La única manera de hacerlo, era escribiendo nuevamente lo que Luna ya había escrito, y para mantener su estilo, su letra, sus dibujos y su forma de escritura era necesario que la profe la copiara al pie de la letra.

Así que la profe hizo la tarea. Escaneé los cuadernos de Luna en una resolución de alta calidad, los invertí digitalmente y me di a la tarea de calcar uno a uno los trazos de Luna: la letra "e" que suele hacerla inclinada, los títulos en rojo y el dictado en lápiz Mirado número dos, los errores de ortografía, sus dibujos y las notas que dejaron otros profes.

Era una profe que copiaba a otros profes, cuando me encontré en el ejercicio de traspasar al papel, notas que le habían dejado a Luna como: atrasada!, colores, no se distraiga!, no hizo la tarea!, o ¿qué clase de dibujo es este?, o los típicos signos “ ????”, me di cuenta de lo agresivas que estas podían ser; pues como profes le exigimos a nuestros estudiantes tener una noción de respeto por el cuaderno de la materia, por eso deben llevarlo ordenado, escribir con buena letra, no salirse de las márgenes y escribir sobre los renglones, pero, cuando

los profes escribimos sobre los cuadernos de los estudiantes, en especial cuando ponemos llamados de atención, estas reglas para nosotros no existen, ese particular respeto desaparece y escribimos como se nos viene en gana, anulando el trabajo del niñ@ en el cuaderno.

Al copiar a los profes que dejaron sus notas en el cuaderno, también entendí que eso fue lo que intenté hacer cuando inicié a dar clases, copiar a mis colegas, pues ellos si sabían controlar al grupo y yo no, particularmente logré percibir exactamente lo mismo en cada llamado de atención que estaba escrito entre aquellos renglones, la profe de Luna estaba enseñando igual a como le enseñaron a ella. Esa clase de anotaciones también me las hicieron a mi cuando tenía la edad de Luna y por la descripción que aquella niña “rebelde” me hizo de su profe de ciencias, pude entender que no tiene más de 27 años, eso quiere decir que ella y yo pertenecemos a una generación parecida, tenemos ideas similares, hemos sido profes que repiten la historia.

El copiar a Luna, calcar con exactitud su recorrido por los cuadernos, también significó cambiar el orden nuevamente, pues es el estudiante el que sigue el profesor, no el docente al estudiante. Ahí entendí nuevamente lo tedioso que es copiar y copiar, me sentía de regreso en el aula, hice la plana, copié conceptos que no recordaba o de los que no tenía ni idea, pero también me di cuenta que en medio de todos eso dictados, Luna se las ingeniaba para poner su propia percepción de lo que había entendido, sobre todo cuando se quedaba atrasada, en el ejercicio de transferir información. Para que no se notara, hacía un dibujo en el espacio sobrante de un dictado inconcluso, con elementos que ella entendía tras copiar en el cuaderno; ella completaba la información a su manera.

El seguir a Luna, significó comprender cómo lo hacía ella, y qué entendía de ciertos procesos, encontrándome con las respuestas de una niña de nueve años que ve el mundo distinto, en especial con preguntas que hacía la profe en clase y Luna copiaba de la siguiente manera:

1. ¿de que están yeno los glovos? R// aire o elio

Detalle de calco invertido para el transfer.

Detalle del cuaderno de Luna con nota de la profe: atrasada!

Primer intento de proceso

experimental de transfer: glicerina y

papel sobre madera.

Segundo intento de proceso

experimental de transfer: aceite de

cocina sobre madera.

Tercer intento de proceso

experimental de transfer:

decalizador sobre madera.

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2. ¿Que sustancia rodea los glovos? R// aire

3. Porque son diferentes los glovos del niño? R//que los glovos flota y el niño no

Indudablemente es la última respuesta, la que logra llamar mi atención, pues al estar estudiando las características de la materia, (tema que luna estaba viendo en el colegio para cuando escribió estas páginas) en donde se hace una detallada descripción de las cualidades físicas de los objetos, la respuesta de Luna, no era la respuesta que la profe buscaba, pero de manera concreta esa es una de las características más marcadas entre un glovo de helio y un niño.

A veces los profes explicamos desde nuestra postura de grandes, quienes han entablado una comunicación formal con el conocimiento, el cual tenemos aprendido o más bien transferido y pretendemos que nuestros estudiantes se relacionen con este de la misma manera, y tengan los mismos resultados. Pero Luna me demuestra que eso no es así, que cada uno es distinto, y eso es algo increíblemente valioso, no para el traspaso de conocimiento sino para su construcción.

Ahí entendí, en el desarrollo plástico, en cada calco, que la función de un profesor no es enseñarle a sus estudiantes la manera en cómo se

supone ellos deben ver y entender el mundo, no es llenarlos de verdades

que nosotros mismos reproducimos, al contrario; tu autoridad es tan fuerte y el

peso de tu palabra frente a ellos vale tanto, por los imaginarios que ellos cargan en donde se supone tu y yo lo sabemos todo, que puedes aprovechar eso para abrirles puertas en donde ellos descubran sus capacidades, generen su proceso y puedan encontrar su manera autónoma genuina y única para descubrir lo que les rodea. No debemos mostrárselo desde nuestra perspectiva, debemos enseñarles a que ellos construyan ese camino: es ahí donde realmente les enseñamos a pensar, no a seguir instrucciones.

¿Y si ahora dirigimos nuestra mirada hacia los procesos y no hacia los resultados, de una simple transferencia, entonces cómo deberíamos calificar eso?

Este proceso de copia y transferencia del cuaderno, a esa estructura escolar y sistemática que es rígida así como la tabla del pupitre, es la misma dinámica que se da en un salón de clases de cualquier colegio de educación pública o privada tradicional, en la básica primaria: Transferir conocimientos dentro de una estructura. Pero son las anotaciones de Luna, las que logran darle la vuelta a la historia, son como esa voz que me atrevo a representar desde la postura de una estudiante de artes, una que también es profe y que en medio de la

Bitácora de una

estudiante que da clases

Transfer realizado sobre el escritorio

de un pupitre escolar

Fotografía: Tatiana Villamil

rigurosidad en que se mueve, le gusta hacer lo que no debe hacerse. La respuesta de Luna, nos habla de una mirada que no es unidireccional, que se inserta de manera sutil en todo este revuelto de ideas que dicen cómo debes hacerlo tratando de posicionar desde su entendimiento de niña, el cual es más analítico de lo que muchos pensamos, esa parte que nos está haciendo falta, una que se piensa lo que te están diciendo y aporta lo que entiende.

Sin embargo aunque este no es un planteamiento nuevo, y quienes llevan muchos más años en el campo de la docencia, pueden decirme que he descubierto que el agua moja y que 1+1 es igual a 2, este parece ser una metodología entre las dinámicas entre profes y estudiantes que nos encontramos muy a menudo en salones de clases.

El problema de la información, de enseñarla y de calificarla para mostrar un resultado, que se supone es el resultado de conocer, es mucho más complejo de lo que parece, sobretodo en el ambiente autoritario en que está inscrito, y esto es tanto para estudiantes como profesores, pues si bien el profe como ya hemos dicho hasta la saciedad, en muchas ocasiones (no estoy diciendo que todos lo hagan) impone su forma de entender las cosas sobre la de los estudiantes, muchas veces, también cuando intenta hacer algo distinto, se estrella con una estructura que le exige sacar calificaciones, demostrar resultados, y dictar clases en un salón con 30, 40, o 50 estudiantes, con los que se supone debe generarse un proceso, desarrollando todo lo que está escrito en el plan de estudios. Como profe, puedo decir que es muy difícil pensarse la educación y sus modos bajo esas circunstancias, pero siento que hay que intentarlo.

Todo ese sistema, ese pupitre rígido en el que nos han obligado a sentarnos, es un arma de doble filo que necesita ser analizada desde ambas partes: profes y estudiantes.

Las teorías están, el ambiente educativo se está prestando para que lo analicemos, y en medio de estas inquietudes por entender qué significa conocer, nos encontramos con personajes a quien les interesa el asunto. El conocimiento nos lo hemos pensado desde hace rato, y entre los abundantes ejemplos de esto, voy a citar a uno de los teóricos que más han contribuido a esta investigación: Jean Piaget, un biólogo y psicólogo, quien desarrolla una teoría de orientación biológica sobre la naturaleza y origen del conocimiento. Su principal pregunta no fue el comportamiento del ser humano frente al saber, sino la formación y desarrollo del mismo en un individuo, estableciendo epistemológicamente algo que se deriva del conocimiento, pero es diferente en cuanto a las connotaciones que implica, ya que aborda el problema de "conocer, sus posibilidades, sus mecanismos y la relación que se construye entre objeto y sujeto" .62

Las apreciaciones que hace Piaget frente al conocimiento son biológicas y psicológicas, señalando que este es un proceso de desarrollo cognitivo, es decir un poseso en donde los seres humanos entablamos una relación con los objetos que nos rodean. Un paso a paso que claramente evoluciona, por ejemplo un niñ@ es incapaz de hacer ciertas cosas en algunas etapas de su crecimiento, así se le instruya para hacerlo, no porque sea incapaz sino porque su desarrollo cognitivo no ha madurado lo suficiente, para poder dar el siguiente paso, por eso no es posible pedirle a un niñ@ que lea a la perfección si no se ha relacionado con las letras del abecedario.

Piaget era un convencido que la cognición humana, es decir, ese conocer, tiene una génesis en la estructura anterior, es decir lo que sabemos o hemos aprendido, tiene una raíz en los procesos anteriores, (estructura anterior) que desarrollamos para llegar a ese saber. Por ejemplo, si un niño aprende a leer, esta es una consecuencia de que anteriormente se relacionó con las letras y aprendió a comprenderlas. Piaget señalaba que a medida que aprendemos, lo que hacemos es una transformación de procesos, es decir para haber un después debe haber un antes, sin embargo una particularidad de estas estructuras Piagetianas, es que son cambiantes, no perpetuas ni totalmente verticales. Es por eso que para el autor, "lo que define la estructura no es la presencia de uno u otros elementos en un momento dado, sino las relaciones que se establecen entre ellos, mediados por algo

62. GVIRTZ, Silvana. Palamidessi, Mariano. El ABC de la tarea docente. Ed. Larousse. México 2007. Pg: 292.

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en específico: la percepción, y que la estructura como un todo tiene propiedades distintas de las que caracterizan a los elementos, propiedades que son la resultante de las relaciones o composiciones entre los elementos".63

Estas apreciaciones de Piaget hicieron grandes aportes a la pedagogía, pues nos permiten recordar la importancia de algo que a veces olvidamos, y es la palabra proceso.

Ahora, trasladando las palabras de Piaget al contexto escolar de la primaria, con la intención de descubrir el nombrado proceso, encontramos que la escolarización se configura por grados y periodos académicos: en preescolar, primero, segundo, tercero, cuarto y quinto. Por eso, bajo la dinámica del antes para que haya un después, le enseño las letras al niñ@ en preescolar para que cuando pase a primero aprenda a leer. En el colegio si se dan procesos, no pretendo señalar lo contrario, pero el problema es que como profe y estudiante, siento que nos rajamos en la manera como posibilitamos esas relaciones que permiten el conocer, y aunque la estructura constantemente está cambiando, por las necesidades que tiene cada aula de clases, pretendemos enclaustrarlas en una sola forma que tienen elementos muy precisos: pupitres , cuadernos , profesores, estudiantes y otros más que la definen según lo que históricamente hemos heredado.

Cuando los procesos en el aula no se dan como nosotros esperábamos, nos es más fácil señalar que quien cimentó el

63. Ibid; pg: 293.

proceso anterior no lo hizo de manera correcta, o que es culpa del niñ@ quien no cumple con sus responsabilidades académicas y no pone atención en clase, por eso le asignamos el rótulo de mal estudiante. Pero nos hemos olvidado que son las relaciones que ahí se dan, como lo menciona Piaget, las que verdaderamente posibilitan el conocer y construyen conocimiento, el desarrollo de las mismas eventualmente nos irán llevando a un resultado, pero siento importante la necesidad de entender, que quienes ahí están, estudiantes y profesores, son personas; no calificaciones y resultados. Cada uno de ellos es distinto a esa estructura en la que han querido meternos para que estemos copiando en orden y silencio.

Muchas veces nos quejamos, al señalar que como sociedad no hacemos nada, que las cosas pasan y todos se quedan callados, que nos conformamos, etcétera, etcétera. Hoy en día, pareciera que la única manera en donde la gente es activista, y expresa su inconformismo (no estoy hablando de todos pero si de una cantidad considerable) es a través de la comodidad de sus sillas, frente a un computador y a través de la redes sociales, en donde sus comentarios se pierden en medio de la cantidad de información. Pero ¿cómo pretendemos tener un resultado distinto, si en la misma aula, desde la educación que se supone es la básica y la primera, básica primaria, la manera que tenemos de relacionarlos con las realidades, es a través de procesos de trasferencia y acumulación? o qué me dicen de la cantidad de datos que copian y copian los chic@ en sus cuadernos, sin el más mínimo detenimiento o cuidado pera realmente entender lo que están copiando. ¿Cómo se construye un proceso de análisis, con la metodología de información que se acumula?, en donde para colmo de males, el estudiante tiene mil y un razones para no poner atención en clase, pues la forma en como les presentamos las cosas es totalmente aburrida, y si a eso le sumamos, que solo es teoría porque con la gran cantidad de estudiantes, a los que un profesor debe controlar (pues se lo pide el sistema con 40 más alumnos en lista) dentro del salón de clases, es imposible hablar de práctica, o de generar experiencias que le permitan al chico tener un encuentro con eso que se supone acaba de aprender. Entonces, él o ella buscará aquello que si le permite un encuentro, eso que le brinda una experiencia, que por lo general está diseñado por unos pocos para direccionarlo a la cultura de masas, en donde la televisión y el internet son los medios perfectos. La desmotivación por aprender es total, porque a fin de cuentas para qué pongo atención en clase, si lo que me dice el profesor perfectamente lo puedo encontrar en YouTube, ahí me lo explican de una manera más entretenida, con audio y video, e imágenes que son distintas a la del profesor que veo todos los días. El punto, es mirar cuantos estudiantes, realmente llegan a su casa, a buscar en YouTube eso que explicó el profe, y que quedó como un dato más, porque simplemente se copió a manera de reflejo y tocaba hacerlo, o no pusieron atención en clase. Con esto último el profe se enoja porque no terminó la actividad, le manda una nota en su cuaderno denunciando su mal comportamiento, y ahí en medio de las notas escolares, los gritos del profesor exigiendo silencio, sus estrategias para tenerlos ocupados y que no molesten (por eso los pone a copiar y copiar ya que el ocio es perjudicial, produciendo que el niño o niña quiera pararse del puesto y mirar por la ventana, a ver que más hay), terminamos por matar cualquier indicio de curiosidad, en donde el niñ@ quiera descubrir por sí solo. Si

no es con el policía al lado no trabajan, por eso hay que obligarlo a que esté sentado, a que siga instrucciones y a que haga la tarea tal cual como se la mandamos. Después, cuando le enseñamos a comportase así, nos preguntamos y quejamos de ¿por qué nadie tiene la iniciativa de hacer algo distinto?

Yo eduqué a muchos chicos para que fueran todos iguales y los cortaba con la misma tijera, y al momento de calificar era la más estricta, porque con todo eso que heredamos y repetimos, solemos confundir lo estricto con la disciplina y esta con la calidad. La autoridad, ahora la relaciono con la capacidad que tiene un profe, no de imponer sino de direccionar una clase (porque sin lugar a dudas alguien debe liderarla); sin embargo, el llevar el mando no quiere decir que autoritariamente descarte todo aquello que se salga del renglón en donde yo dije se debía escribir. Ahí creamos una relación totalmente distinta, esta no es mediada por la percepción que Piaget nos habla, sino por el miedo que nos enseñaron a infundir, lo que hacemos es normatizar el conocimiento, llenándolo de condiciones para que pueda ser aprendido, igual que el cuaderno Norma. Se nos olvidó que hace más de 40 años, Piaget demostró que el conocimiento no es un monólogo del profe, es un proceso de construcción colectiva. Pero como ya lo dije antes de la teoría a la práctica nos rajamos.

Si según Piaget, un niño o niña está en la capacidad de "construir conocimiento, a partir del aprendizaje por descubrimiento, de la modificación o cambios de las estructuras determinadas por principios del aprendizaje, en donde el profe es el planificador de instancias que propician el descubrimiento",64 (una postura que se diferencia radicalmente de Vigotski ,el primer teórico que revisamos, quien postulaba que era el entorno y sus características culturales las que influencian y construían el conocimiento del sujeto, en donde el docente es el puente y quien disminuye errores) ¿Por qué estamos empecinados en ponerlos a copiar y copiar para luego calificarle lo que transfiere?, ¿Por qué pareciera que las teorías en “desuso” de Vigotski, que fueron paulatinamente movidas por las de Piaget, perecen ser las que imperan en el aula? ¿Tan fuerte es nuestra herencia que nos hemos imposibilitado en el ejercicio de aprender?

María Acaso, a quien continuamente hemos invitado en la construcción de estas ideas, sostiene un punto con el que estoy totalmente de acuerdo: Para poder aprender hay que desaprender, de otra manera estaremos amarrados por esa construcción que ella denomina pedagogía tóxica, que conlleva a la repetición y particularmente convierte al conocimiento en una mercancía más de transferencia. Además de eso, nunca da la cara, hace el mal pero se esconde tras los renglones que la sustentan, una pedagogía que tiene la posibilidad de amargar la vida de alguien y que realmente no enseña nada; pues maneja es un “currículum oculto” 65, es decir algo que no es visible, no es tan evidente pero lo que dice entre líneas y para gravedad de quienes lo reciben, es lo que efectivamente enseña, pues es

64. GVIRTZ, Silvana. Palamidessi, Mariano. El ABC de la tarea docente. Ed. Larousse. México 2007. Pg: 360.

65. ACASo, María. La educación artística no son manualidades, nuevas prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura. Ed:

Catarata. Madrid, España 2009. Pg: 46-55.

sutil pero constante, hasta que termina por volverse costumbre. Como cuando en el hecho de copiar y copiar, aprendes que lo mejor y más práctico es no pensar.

Cambiar el chip no es sencillo; pues en ese intento de hacerlo distinto, y tratar de encontrar relaciones más efectivas en el aula de clases, o construirlas porque no las hay, muchas veces he terminado por convertir el conocimiento y la información que encontramos en el ejercicio de conocer, en una bomba que le tiro al estudiante y salgo corriendo para que mire a ver qué hace, papito defiéndase como pueda. Suena chistoso, pero reconozco que muchas veces no sé qué hacer, cada estudiante es un mundo y yo también estoy aprendiendo, o más bien desaprendiendo, por eso me es difícil decir cuál es la solución a estos problemas que les presento, tal vez por eso nunca he abandonado a lo largo de este documento la posición de estudiante. Es un proceso de construcción que siento mis estudiantes me han ayudado a entender, y el hacer plástico a identificar. Sin aquellos niños, nunca se hubiera dado ese movimiento que le dio la vuelta al pupitre, ese que alguna vez se había cimentado en mi vida y consideraba una certeza, pero también el ser estudiante de artes y tener un desarrollo plástico en este proceso, me ha permitido ver y entender lo que antes me era imposible, ;esos pupitres que están en el garaje de mi abuela, que uno a uno he transformado, son mi excusa para contar una historia que no termina.

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Y ya para ir concluyendo juguemos a cara y sello Aquí termina cara

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Bitácora de una estudiante

que da clases

Procesos de desaprendizaje

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Contenido

Procesos de desaprendizaje 5

Bibliografía

Bibliografía Base 20

Bibliografía de apoyo 20

Webgrafía 21

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5

Procesos de desaprendizaje

Durante este recorrido hemos contado con distintas voces: de estudiantes, profes, teóricos y artistas, pero no puedo olvidar la más importante, la tuya, que aunque no está escrita como una cita formal, es la que termina por darle sentido a este documento, el cual, ha pretendido acercarse bajo otras dinámicas a la idea que tenemos de conceptos como conocer, autoridad, poder en aula, estructuras educativas y las relaciones que se dan entre profes y estudiantes. Es ahí donde se nutre mi quehacer artístico, donde realmente pienso que vale la pena hacerlo. Lo que tú decidas hacer o pensar, después de acompañarme por estas historias escritas entre renglones, puede que no cambien el mundo, ni el actual sistema educativo, ni sea un proyecto que marque otra tendencia en el mundo de las neovanguardias: otro neo. Esto es genial, ya que nunca fue si intención. Realmente después de tantas palabras me interesa que quede el beneficio de la duda, en todo aquel que se tome el tiempo de hacer este viaje: tu mi querido lector, eres quien realmente completa este proceso, de no ser así no hubiera valido la pena escribirlo.

Por eso, a manera de conclusión le dimos la vuelta al libro, porque es momento de jugar en medio de las tensiones inscritas en el territorio que tanto me interesa: el aula de clases, pero no es cualquier aula, es la primera, esa que recibe por primera vez al niño o niña en el sistema: la educación básica primaria, donde las relaciones entre profesores y estudiantes pareciera presentar un currículo oculto en medio de la autoridad, la disciplina, el control y la forma tan común de relacionarse con el conocimiento a través de copiar y copiar. Vamos a empezar.

Ya te he contado varias anécdotas, las cuales nacen del ejercicio de dar clases. Mi recorrido como profe, definitivamente acompaña el presente trabajo, pero este no hubiera tenido lugar, sin sus principales protagonistas: mis estudiantes quienes han trazado un nuevo camino por el cual me encuentro aprendiendo.

Hace poco, hice un comentario en una de mis clases a David Vásquez (tengo varios estudiantes que se llaman David), mi estudiante más joven. Él tiene seis años, y una energía increíble que ha llevado la mía al límite, juntos estamos aprendiendo. Sin embargo, lo particular de nuestra charla se dio en el momento que dije : —“hay que no se me olvide mandar por correo lo que me hace falta de la tarea”—, me estaba refiriendo a unas correcciones que tenía planeado enviarle a mi tutora de grado. —¡Tu estas en el colegio! — dijo David muy sorprendido.

Luego David preguntó: —¿y haces tareas y tienes profesores?—

—Sí — le dije —Estoy haciendo una tarea muy especial que es mi tesis y voy a mostrársela a mi profesora —

—¿Y te han puesto muchas caritas felices o tristes? —

— ¿Por qué me preguntas eso?—

— ¡Es que yo no sabía que los profes también tienen profes! —

David no salía de su asombro, porque la profe hacía tareas y también tenía otra profe.

—¿Y te regaña mucho?—

—No, ella no me regaña —

— Mmm tan chévere, la profe Luisa, (su directora de curso), si me regaña mucho y cuando me pongo a charlar se pone muy brava —

David, es un niño muy charlador, él siempre tiene cosas que contar, tiene la gran habilidad de defender sus ideas, y contar todos los detalles de cuanto le sucede en el día, por eso se aburre mucho en las

— No — le dije — Pero estoy en la universidad —.

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clases donde debe permanecer en silencio. La conversación que tuvimos le dio origen al título de este documento: Bitácora de una estudiante que da clases, sobre todo por su asombro, cuando se enteró que la profe también era estudiante. Por eso, como la estudiante que soy, en este proceso de aprendizaje, les presento mi “tarea“; no está acabada, es una bitácora de preguntas y aún no sé cuándo la termine. Para llegar a conclusiones más maduras, que sean las respuestas, creo que aún necesito más recorrido en el proceso.

Cuando hablamos del profe autoritario y gritón, no estoy diciendo que todos quienes participan del ejercicio de enseñanza en el aula sean así, sin embargo puedo señalar que es algo que veo con frecuencia. Abiertamente, he reconocido en medio de estas frases que esta fue mi primera estrategia para mantener a mi grupo ordenado y en silencio.

Al mirar hacia atrás, puedo decir que mientras sigamos contemplando la intimidación, como una forma efectiva de educar, y que mientras nuestro sistema, no vea valiosas las diferencias que hay en cada persona (porque lastimosamente las estadísticas la transforman en educación para masas), y sigamos disponiendo cada vez más, los objetos que nos rodean para mantener el control, siempre obtendremos los mismos resultados; pues no enseñamos sino que adiestramos y acostumbramos a nuestros estudiantes, para que de manera perpetua alguien los controle. Los preparamos para un sistema, con raíces en la revolución industrial, donde están al mando de un jefe, cumplen un horario, desempeñan una función y todo se remite a que hagan bien lo que les hemos mandado a hacer.

Si seguimos contemplando que el papel del educador es transferir conocimientos, saberes y resultados de cosas que otros pensaron, tendremos como consecuencia, chic@s que al graduarse son como una memoria llena de información que no puede ejecutarse hasta que alguien no la inserte en el puerto USB, incapaz de generar actividad por sí sola. Habremos convertido la información en una cantidad considerable de Gigas, que pesan un montón, y que tienen que cargar de manera obligatoria, pero sin la más remota idea de cómo usarla, tampoco saben para qué sirve, ni qué es eso que tienen, de tanto peso. Pues si señores, así como decía uno de mis profes: el conocimiento pesa.

Al llegar a esta idea, donde la estudiante que da clases, reflexiona sobre aquellos que han decidido dar clases, me permito mirar a mi profe.

La Lección

Vicenta Victoria Gómez

2011-2012. Instalación. Metal, madera, papel

y cera de abejas.

3 x 0.50x0.50 mts.

En este ejercicio de construir conocimiento, de reflexionar sobre él y de analizar todas las tensiones de las que hemos hablado se gestan entre profes y estudiantes, puedo decir que la función de un docente, no es el de señalar al camino por donde debes ir, más bien, su papel hoy en día, tiene la gran posibilidad de dejar preguntas no certezas totales.

El trabajo plástico de mi profe, generó aquello que me encanta impulsar en mis estudiantes: preguntas, ya que el ver esa enorme cantidad de libros que deforman con su peso el pupitre, me hacen pensar en la gran cantidad de información que hay en ellos y del peso que genera. Nuevamente recuerdo a otro profe quien hablaba del peso que tenía el conocimiento.

Esta imagen de un pupitre que se deforma, detonó una pregunta que no había contemplado ¿será he confundido las implicaciones que hay entre información y conocimiento?

La lección

Vicenta Victoria Gómez

El sistema educativo, y la manera como tenemos de asimilarlo, ha convertido el conocimiento en una acumulación con un peso terrible, que termina por deformar nuestra naturaleza pensante, Zuleta nos lo advierte, por eso vamos a recordar la lección:

“Lo que se enseña no tiene muchas veces relación alguna con el pensamiento del estudiante, en otros términos no se respeta, ni se le reconoce como un pensador, y el niño es un pensador. La definición de Freud hay que repetirla una y mil veces: el niño es un investigador, si lo reprimen y lo ponen a repetir y a repetir y a aprender cosas que no le interesan y él no puede investigar, a esto no se le puede llamar educar”. 1

Con estos antecedentes y las imágenes que producen, pude entender que si bien la información y el conocimiento se relacionan, no son lo mismo. Es solo, que en la manera como nos han educado probablemente tendemos a creer que son iguales. La información está en todas partes, nos rodea a partir de palabras, acciones, códigos visuales, comportamientos, en fin son gran cantidad de fuentes informativas, el internet que lo hemos mencionado varias veces en este documento, es tan solo uno entre varios medios que la sustenta y difunde. El conocimiento es un conjunto de información, pero el tenerla no necesariamente significa que se conoce, pues necesita que

1. ZULETA, Estanislao. Educación y democracia un campo de combate. Compilación: Hernán Suárez y Alberto Valencia. Ed

Corporación Tercer milenio y Fundación Estanislao Zuleta. Bogotá 1995. Pg: 19.

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se active, de lo contrario tan solo será una acumulación de muchos datos que pesan sobre el individuo, así como nos lo muestra esa columna enorme de libros sobre el pupitre. Una cosa es tener información y otra es pensar y entender lo que significa.

El conocimiento implica algo mucho más profundo que acumular información, necesita de percepción, construcción y experiencia. Si lo que denominamos conocimiento no nos posibilita un dialogo que poco a poco se va nutriendo, en donde se abren puertas que amplían nuestro panorama, o la forma que tenemos de ver las cosas, para que esto enriquezca nuestras maneras y la de otros, de relacionarnos con el contexto que nos rodea, es muy probable que la teoría haya muerto una vez la copiamos en el cuaderno, y que no sea conocimiento.No conocemos, simplemente anotamos el dato en el cuaderno que será acumulado y archivado.

Al copiar a mis estudiantes, calcando cada detalle de sus letras llenas de datos e información, he aprendido que un profe debe sentir la necesidad de desarrollar pensamiento en torno al conocimiento, ya que el educador es el puente, pero no el poseedor de saberes, y dependiendo de la manera en como lo presente podrá generar dinámicas distintas en el aula.

En medio de estos conceptos, es importante darse cuenta que hemos cultivado el miedo al error, ¿Pero quién dijo que equivocarse es malo?, por eso considero importante reconocer en este proceso, que me he equivocado mucho, como profe

y estudiante. Todo eso, ha hecho parte del proceso, enriqueciéndolo y transformándolo; pues aunque tener aciertos es maravilloso, el equivocarse muchas veces nos empuja a explorar terrenos que antes no considerábamos como una posibilidad. Esto, es algo que debe integrarse en los procesos del aula: contemplar el error como un elemento enriquecedor en los procesos de aprendizaje.

Sin embargo, nos hemos vuelto especialistas como detectores de errores, señalando siempre lo que está mal, sancionándolo y sometiéndolo a un juicio, burlándonos de quien se equivoca o ridiculizándolo, cohibiendo cualquier acercamiento que intente construir el niño o la niña, hacia el aprendizaje, pues su forma bajo nuestra mirada, se distancia de nuestra explicación.

Así como cuando Luna hizo su propia lista de lo que necesitaba para vivir, en medio de su propio ecosistema.

o como cuando no tenía ni idea, cuáles eran los animales del bosque tropical, y decidió imaginar a uno, pero en vez de recibir una orientación que la inquietara a buscar e investigar, obtuvo una nota en color rojo, que es con el que se resaltan los errores, la cual solo dice ojo, está mal! pero Luna no sabe por qué.

Al ir finalizando esta primera carrera, es posible pensar que todo radica en que aún no se entiende qué es conocer, al parecer el sistema no puso atención en clase, pues ha llenado nuestra educación de distintos mecanismos conductistas, en donde el profe no se la quiere dejar montar de sus estudiantes. Con esto no sugiero que lo haga, es

Bitácora de una estudiante que da clases

Veintidós cosas para vivir, transfer del cuaderno de Luna al escritorio del pupitre.

Fotografía de Tatiana Villamil

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer del cuaderno de Luna al escritorio del pupitre

Detalle

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más, ahora es donde necesitamos crear una estrategia basaba en el respeto, de estudiantes a profesores y de profesores a estudiantes. Una que no se base en el temor, o en la posición autoritaria de yo sé, porque soy el profesor y tú no sabes nada. Nuevamente es Zuleta quien se toma la palabra: “mientras el alumno y el profesor estén convencidos de que hay uno que sabe y otro que no sabe, y que el que sabe va a informar e ilustrar al que no sabe, sin que el otro, el alumno, tenga un espacio para su propio juego, su propio pensamiento y sus propias inquietudes, la educación es un asunto perdido”. 2

Esto finalmente lo entendí en el momento que copié las notas de otros profes en los cuadernos de Luna, la nota del profesor es una de las maneras más contundentes de anular el esfuerzo del estudiante en su cuaderno, cuando le escribimos: atrasada, no trabajó en clase o qué animal es este?, se está imponiendo una sola voz, la del profe, quien es el que sabe.

Al traspasar las voces de los profes me di cuenta de la tendencia de nuestras notas por señalar los errores, ¿por qué no solemos mandar notas de los progresos avances y encuentros que tiene nuestros estudiantes?

Cuando elementos como estos son los predominantes, aparecen dos clases de estudiantes: Los buenos y los malos, los que saben seguir instrucciones y hacen lo que el profesor dice, estudiando para las evaluaciones y trabajando en clase, y los que parece que no aprenden, no reciben direccionamientos, no ponen atención en clase, no hacen la tarea y son los más inquietos en el aula, por eso toca regañarlos constantemente. Ellos “no muestran resultados”, según nuestra propia medida.

2. Ibid; pg: 20.

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer del cuaderno de Luna al escritorio del pupitre

Detalle

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer del cuaderno de Luna al escritorio del pupitre

Notas de la profe

Detalle

Page 47: Bitácora de una estudiante que da clases

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Y ahora les presento al mal estudiante, lleno de notas y llamados de atención, malas calificaciones, pésima letra y un problema muy marcado para seguir instrucciones:

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer del cuaderno de Luna al

escritorio del pupitre

El buen estudiante

Bitácora de una estudiante

que da clases

Transfer del cuaderno de Luna

al escritorio del pupitre

El mal estudiante

“El problema de enseñar resultados sin enseñar los procesos del conocimiento, radica en un problema social: la escuela enseña sin la posibilidad de hacer preguntas o ver contradicciones” .3 Con este punto de Zuleta me voy a remitir a una “clase” de alumno, que el sistema ha creado: el mal estudiante. Me di la tarea de calcar las notas que encontré en los cuadernos de Luna y Juan David. (Quien originó el título de esta tesis) Gran parte de ellas están en la tabla de este pupitre. (El del mal estudiante).Debo ser honesta, actualmente que solo me dedico a dar clases particulares, tengo trabajo gracias a ellos: los malos estudiantes, (tanto que peleé con ellos, y ahora son una parte importante de este trabajo) pues para los buenos estudiantes no son necesarios los refuerzos extras en casa. Cuando tu estas en el aula y debes impartir conocimientos en masa, porque no tienes opción, es muy poca la atención que le puedes brindar a chicos como Luna o Juan David, que tienden a ser tan analíticos con todo lo que sucede en clase, y por eso se aburren con facilidad. Es más, solemos ignorarlos, porque simplemente no están con el grupo al que intentamos llevar a un mismo ritmo, no avanzan en lo que pedimos, no tienen al día sus cuadernos y tareas, no están a la par.

3. ZULETA, Estanislao. Educación y democracia un campo de combate. Compilación: Hernán Suárez y Alberto Valencia. Ed Corporación Tercer milenio y Fundación

Estanislao Zuleta. Bogotá 1995. pg:25.

Por eso decidí dedicar dos pupitres a estas dos clases de estudiantes, aquellos que el sistema segmenta por una diferencia dada en cifras.

Les presento al buen estudiante, el que no se sale del renglón y se saca las mejores notas en las tareas y evaluaciones:

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Esta es la clave: no son iguales. No podemos calificarlos a todos de la misma manera, característica en donde aflora la conclusión; que mientras el profe y el mismo sistema, no se preocupe por establecer una relación distinta con los estudiantes, en donde sea más importante el proceso que éste desarrolla en torno a lo que significa conocer, más que el mismo resultado reflejado en la calificación final, seguiremos enseñando que lo importante es trabajar por una nota. De esta manera le quitamos valor a los hallazgos que se dan dentro del aula. Mientras la intención de trabajar por una nota se mantenga vigente, los espacios escolares seguirán teniendo malos estudiantes.

Aquí Zuleta, tiene una postura que es importante resaltar, la cual explica la razón que lo impulsó a alejarse de los ambientes escolares:

“Yo no sé al detalle cómo funciona la educación en la actualidad, pero en mi época de estudiante una persona muy inquieta o poco dada a aceptar la verdad del maestro, dificultaba las labores escolares. En cambio un individuo que tuviera una aptitud competitiva por tener mejores notas que sus compañeros, sin preguntarse mucho por el sentido de su afán, se lleva sistemáticamente el primer puesto. Es algo sobre lo cual no se han elaborado estadísticas, pero así lo viví yo en mi época, no sé si siga siendo así hoy en día”. 4

Estas declaraciones las hizo Zuleta en una entrevista realizada

en 1985, fecha para la cual ya tenía una edad madura. Hoy, 31 años después sigue siendo igual, por eso, he llegado a un punto que me permite señalar que no existen malos estudiantes, el chic@ que no se adapta a la forma del pupitre y la rigurosidad que implica seguir las instrucciones, de escribir sobre el renglón, no debería hacer parte del margen de error, simplemente sus capacidades desbordan el molde. Que el sistema haya intentado transformarlos en todo lo contrario, nos da indicios de la incapacidad del mismo, por potenciar habilidades en los estudiantes que se encuentren fuera de la forma que ha establecido. Para el sistema son “malos”, porque son los que en medio del aburrimiento y la mamera, se preguntan ¿por qué debe hacerse lo que el profesor dice?. Es el sistema y los profes que le seguimos la cuerda, quienes contribuimos a las estadísticas de aquellos que no alcanzan los logros académicos, ni cumplirán con las competencias. Por eso terminan siendo números, que el Ministerio de Educación contempla como ese porcentaje de niños que perderán el año escolar.

Solo a manera de dato curioso, y para construir una pregunta la cual le queda de tarea a los lectores voy a decir lo siguiente: Según Howard Gardner, un reconocido un psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, quien generó toda una teoría que es de reconocimiento internacional, señala que existen 8 clases de inteligencias : “Inteligencia lingüística, inteligencia musical, inteligencia intrapersonal, inteligencia interpersonal, inteligencia corporal – kinestésica, inteligencia espacial, inteligencia lógica matemática e inteligencia naturalista”.5

¿Si son tantos tipos de inteligencias, por qué tenemos una sola forma de evaluación para mostrar resultados?

¿o cual otra conclusión podríamos llegar, cuando un estudiante al finalizar el colegio debe enfrentarse a un examen como el ICFES? ¿Qué me dicen del ECAES?

Estos serán aspectos que dejaré en el tintero pues son de largo alcance y no puedo construirlos yo sola, sin embargo dejo la pregunta abierta para todo aquel que desee continuar este ejercicio de desaprender, cometer errores, pensarse la educación y descubrir el currículo oculto.

¿Y todo esto para qué?

Como consideración final está la pregunta ¿y todo esto para qué? ¿Para qué tomarse la molestia, de buscar 20 pupitres con historia en las aulas de clase, todos para diestros y decidir cambiar su morfología utilizando sus mismos materiales, transformándolos en pupitres para

zurdos, y así generar una propuesta instalativa en donde los objetos entren en dialogo con el entorno y los espectadores?

Luego, darse a la tarea de buscar entre los cuadernos de tus estudiantes todas la anécdotas y malas calificaciones, calcarlas, hacer la plana, transferirlas a esa estructura, con el más minucioso de los detalles y por si fuera poco, agregarle eso que le denominé el “toque”, para hacer que algunos pupitres tengan dentro de su morfología no solo el transfer, sino una sutil intervención.

No sé si te has percatado en las fotografías, pero hay un elemento que no había mencionado antes, pues lo había reservado para este espacio del documento en donde se supone escribimos las conclusiones.

Casi la mitad de los pupitres, tienen incrustaciones de tallas hechas en madera, unos altos relieves en cedro caobo, que son una copia de los dibujos que hizo Luna en dos de sus cuadernos, los que están en todos los escritorios: los de español y ciencias.

Decidí no usar lo que estaba en los cuadernos de inglés, que es donde yo me muevo con mayor comodidad. Elegí el contenido de estas materias por dos sencillas razones. La primera, radica en que ciencias naturales, es una asignatura que pretende explicarte cómo funciona biológicamente y naturalmente tu cuerpo y el mundo que te rodea, los cuales son elementos que desde diferentes perspectivas

aparecen en esta investigación. Hemos intentado entender cómo funcionan ciertas formas del mundo de la educación. Por otra parte a la materia de español, le compete todo lo que es el lenguaje, algo que utilizamos para comunicarnos, como lo es mi objetivo en este proyecto. Me interesa entablar una comunicación contigo y con el espectador del proyecto. La segunda razón, no sin ser más importante que la primera, radica en el hecho de que he “dictado” estas asignaturas en un salón de clases sin tener el previo conocimiento, el cual se supone un profe debe tener. Es una relación que ha partido de la intuición, en donde he aprendido junto con mis estudiantes en tercero de primaria.

Cuando me encontraba en el hacer, una vez fue definió el contenido que sería transferido a cada uno de los pupitres, me encontré con los dibujos, los cuales me parecían llenos de valor pues era la manera en como mi estudiante trataba de entender; sin embargo a Luna no le gustaban sus dibujos, ella siempre decía que dibujaba feo, y constantemente me pedía que le ayudara, por eso le pregunté en una de nuestras clases: — ¿Cuál es la razón para que pienses de esta esa manera?—.Su respuesta me ayudará a ir cerrando el círculo en este trabajo:—“La profe de ciencias dice que debo esforzarme, por hacer dibujos que se parezcan más a la realidad, y que si no puedo, que los calque, porque los dibujos en ciencias no deben parecer caricaturas, deben parecer que son de verdad y yo no puedo, me quedan feos”—6

4. Ibid; pg: 29.

5.Tomado de: https://transformandoelinfierno.com/2012/12/19/los-8-tipos-de-inteligencia-segun-howard-gardner-la-

teoria-de-las-inteligencias-multiples/. Consultado en 11 de mayo de 2016.

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer del cuaderno de Luna al escritorio del pupitre

Incrustación de madera

Detalle

6. Luna García, explicación del por qué no le gustan sus dibujos.

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Las palabras de un profesor, tienen mucho más poder de lo que nosotros creemos, en especial cuando le pides a un estudiante que no sea creador sino que copien. Cuando eso sucede y una niña te cuenta eso, tu llegas a sentirte indignado, y tu primer pensamiento es: ¡qué le pasa a esa profesora! (supongo que muchos habrán pensado eso de mi cuando yo me puse en el mismo papel autoritario), sin embargo dejando un poco la emoción de la anécdota, y después de pensar qué es lo que había sucedido, encontré algo que me llamó mucho la atención: uno de mis cuadernos de ciencias, en donde yo tengo casi la misma edad de Luna y tenemos la misma tarea, yo me saqué una excelente nota y a ella no le fue tan bien que digamos. Mi versión se llama carnívoros y dibujé un Leopardo que calqué y copié de una enciclopedia, la versión de luna se llama el repredador, y dibujó a un leopardo muy feliz, nada amenazante que en palabras de su propia profesora de ciencias parece vegetariano.

Yo fui la estudiante que como dice Zuleta, se adaptó al sistema y compitió por una de las mejores notas del salón (que por cierto era algo que me gustaba mucho) y Luna generó su propia versión y no se copió de nadie. Tal parece que ella, dio el primer paso que ahora intento que hagan varios de mis estudiantes, ahora yo me pregunto con estas dos historias ¿Quién es el mal estudiante?

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer del cuaderno de Luna al escritorio del pupitre

El repredador

Mi cuaderno de ciencias

Desarrollo del tema los carnívoros

2009

Cuaderno de Luna

Desarrollo del tema los carnívoros

Repredador

2015

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Por eso me di a la tarea de hacer planas, porque un profesor no las hacer; de rayar el pupitre aunque sea indebido. Todo para tratar de entender mi historia, la que ahora comparto contigo.

El repredador de Luna tiene un alto valor, pues representa esa intención que aunque es tímida está presente, la cual intenta buscar otras formas de hacerlo, otras maneras de llegar. Es por eso, que decidí tallar sus dibujos e incrustarlos en el pupitre, sacándolos de esa estructura cuadriculada propuesta por los cuadernos y luego poniéndolos de nuevo, con un material distinto una madera fina como lo es el cedro, en medio del ordinario triplex. Realmente mi intención es señalar que el potencial creador de un niño tiene un alto valor y merece nuestro detenimiento. Encuentro en Luna a una estudiante que le aburre la copia y que disfruta generar sus propias versiones; intención que sus profes en el colegio no pudieron ver, por eso perteneció por tanto tiempo al grupo de malos estudiantes.

En los últimos días de este trabajo, me rondaba la pregunta: ¿Por qué la profe de Luna no habrá visto el valor que estas notas y dibujos tienen?

La respuesta me la dio mi propio cuaderno, con ese dibujo del Leopardo que se sacó excelente. Así nos enseñaron a la gran mayoría de profes, que hoy ejercen y que tienen mi edad, somos una generación que la cortaron con la misma tijera, sacamos nuestro colegio, ese título de bachiller, a punta de libro. Recordamos con nostalgia la época, en donde a uno para hacer la tarea, le tocaba irse a la biblioteca, leer hasta que encontraba la información y luego resumir para poder desarrollarla.

¿Si ahora los estudiantes tienen total acceso a la información, desde la comodidad de su casa, por qué no se van a esforzar en copiar de la manera correcta?

Hago parte de una generación que copió bastante bien, sacándose muchos excelentes y caritas felices, pero ahora me enfrento a un nuevo grupos de chic@s que no quiere copiar, eso tiende a molestarnos, que no hagan lo que nosotros queremos.

Con esto entendí, y señalo de manera consciente; que fue el estudiar artes fue el puente que generó la necesidad de repensarse la estructura educativa. Si estuviera totalmente en ella y me hubiera formado como pedagoga, tal vez en medio de las costumbres de sus métodos, los hubiera encontrado normales, sin necesidad de hacer preguntas.

El desarro artístico y creativo es lo que impulsa este proyecto; pues me permitió desarrollar la capacidad de analizar e identificar situaciones, para problematizar en torno a ellas. La disposición en este salón de clases que a ustedes presento, organizado de la forma convencional, como cualquier otra aula, en filas y columnas, tiene la particularidad de tener los brazos de cada pupitre al otro lado; al revés como muchos lo perciben, en especial quienes configuran su mundo desde el lado derecho. Se convirtió sin ánimo de hacer señalamientos, en mi posibilidad para identificar y luego indagar eso que me molesta de la educación: la postura del sistema que busca un molde igual para todo el mundo. Por eso, las primeras filas las encabezan los dos polos opuestos a nivel educativo, el buen y mal estudiante, a quienes los rodean todas las inquietudes que como profe y estudiante he planteado.

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer del cuaderno de Luna al

escritorio del pupitre

El repredador

Detalle de incrustación en madera

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer mi cuaderno de ciencias al escritorio del pupitre

Carnívoros

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Es una manera de darle voz a aquellos que por las distancias absurdas entre profesores y estudiantes no se les escucha. A aquellos que cayeron en la monotonía y que pertenecen a categorías que el propio sistema les creó, donde sus habilidades y cualidades como seres humanos se pierden en medio de malas calificaciones y una estructura que busca que todos aprendan igual, de la misma manera y a la misma velocidad. Eso que todos somos iguales es puro cuento, cada uno de nosotros recorremos caminos diferentes en distintos procesos y velocidades, nuestros hallazgos son diversos, los cuales llevan a variadas opiniones y conclusiones. Realmente todos somos diferentes y eso es precisamente lo que nutre nuestro contexto, cualquiera que este sea; que haya variedad, diferentes posturas y formas de hacerlo.

Cuando hayamos desaprendido lo suficiente y entendamos el valor que esto tiene realmente aportaremos a la construcción del conocimiento, y podremos darle la vuelta a la historia en el sistema educativo, de no ser así seguiríamos enseñando como nos enseñaron. ¿o tu qué opinas?

Bitácora de una estudiante que da clases

Transfer de distintos cuadernos en torno a un mismo

tema: el cuanto

Riqueza de caligrafías

Gracias por leerme.

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Bibliografía

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