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www.octaviopaz.org Volumen I Número II Abril—Mayo 2010 Punto de Partida Nota de la redacción Guillermo Sheridan Jaime Perales Contreras Homenajes Sociedad paciana El jardín del poeta Congreso internacional ISSN 1947-7961 Ilustración de José Moreno Villa Primer Congreso Internacional Octavio Paz 14 y 15 de mayo, 2010 Los Ángeles, California Con Cervantes comienza la crítica de los absolutos: comienza la libertad. —-Octavio Paz Boletín Octavio Paz Una publicación de la ANLE Director/Editor Luis Ríos

Boletín Octavio Paz Número 2 2010

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Journal dedicated to Octavio Paz in the U.S.

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Page 1: Boletín Octavio Paz Número 2 2010

www.octaviopaz.org

Volumen I Número II Abril—Mayo 2010

Punto de Partida • Nota de la redacción

• Guillermo Sheridan

• Jaime Perales Contreras

• Homenajes

• Sociedad paciana

• El jardín del poeta

• Congreso internacional

ISSN

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Ilustración de José Moreno Villa

Primer Congreso Internacional Octavio Paz 14 y 15 de mayo, 2010

Los Ángeles, California

Con Cervantes comienza la crítica de los absolutos: comienza la libertad. —-Octavio Paz

Boletín Octavio Paz Una publicación de la ANLE

Director/Editor Luis Ríos

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Director de la ANLE Gerardo Piña-Rosales

Director del Boletín Octavio Paz Luis Ríos

Consejo editorial Gerardo Piña-Rosales Joaquín Segura Mordecai Rubín Jorge Covarrubias Daniel Fernández Rocio Oviedo Christian Rubio

El Boletín Octavio Paz (BOP) es una publicación de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).

Formación Florence Dartiguenave

Versión para internet www.octaviopaz.org

Correo electrónico [email protected]

ISSN 1947–7961

El Consejo Editorial se complace en recibir notas y artículos centrados en la obra paciana. El BOP es la única publicación dedicada al poeta Nobel. El presente año, los eventos dedicados a Paz en Cali-fornia darán un pulso magnético a los estudios pacianos. La Stanford University inició el año con un coloquio sobre Paz y Haroldo de Campos, un acontecimiento entre el arte y la poética visual. Enrico Mario Santí dió presencia en la misma institución. En mayo del 2010, la California State University, Los Angeles y el grupo paciano del BOP organizan una jornada completa de ponencias dedicadas a Paz, el primero en California, bajo el liderazgo de Luis Ríos. Con el sello del BOP, el primer Congreso Octavio Paz promete reunir a los especialistas e interesados en la vida y obra de Paz. Entre los invi-tados a cargo del grupo BOP, se encuentran Yvon Grenier y Maarten Van Delden. Con la ayuda ge-nerosa y acertada de la Fundación Gigi Gaucher-Morales, nuestro grupo paciano y académico, se fortalece y siembra los primeros pasos de nuestro proyecto. Nuestro cibersitio ha recibido un cente-nar de visitas internáuticas, desde España, la Argentina, Paraguay, Ecuador, Chile, México, Austra-lia, entre otros países. Hemos recibido correspondencia electrónica relacionada a la poesía del poe-ta, comentarios elogiosos y propuestas de lectores y especialistas pacianos. El apoyo de Marie José Paz da validez, además, a nuestra labor en el encuentro. En el presente Boletín, Sheridan medita sobre la labor de Paz como editor de revistas, centrando su pasión por las palabras y el diálogo. Contreras Perales deleita al lector con los pormenores de la revista Vuelta.

Abril—Mayo 2010

Nota de la redacción

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Para H.B.

Ha sido el gran escritor, de acuerdo, y también –aunque tal vez no guste la palabra– nuestro pedagogo por excelencia: nos ha forzado a abandonar el barrio y sus lunas caseras, nos ha colocado en la plaza del mundo, nos ha obligado a leer –desde un poeta chino a un soneto desatendido de Lope de Vega–, nos ha convencido de que el ombligo no es tan interesante, nos ha enseñado que la cautela es el peor aliado del escritor, que la libertad debe ser el pan nuestro de cada día, el alimento de la aventura artística.

Alejandro Rossi

“Borrador de un elogio” [a Octavio Paz].

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U na revista literaria es una forma singular de escritura colectiva. Se redacta al interior de cada número y, al mismo tiempo, en diálogo con el número anterior y con el que habrá de venir. Con voraz dialéctica, las revistas

además eslabonan otras revistas, afines o adversas, y los libros y desde luego a las generaciones de escritores. No hay entre noso-tros hispanoamericanos una estafeta generacional de valía que no suponga una revista. Por lo mismo, la más verdadera y re-concentrada historia de la literatura moderna en español está en esos híbridos, brújula y escollo a la vez, hilo y laberinto, pitonisa y enterrador. Las revistas le otorgan esqueleto a la continuidad y razones a las rupturas; pontífices, hacen puentes de papel; obli-gan a la curiosidad y al diálogo, civilizan la inteligencia, orillan a asumir responsabilidades críticas y morales, su urgencia secuen-cial vacuna contra la indolencia y la soberbia. Las revistas contie-nen el flujo del día fugaz (hemeros) y a la vez lo fijan, cada hoja de una buena revista es hoja de cendario. Son la línea en que se unen el augurio y la recapacitación, el escaparate y la sala de juicio, la tribuna del debate y la oficina de actas. Son el termóme-tro más objetivo y confiable de la salud de una cultura. La heme-roteca en lengua española constituye una tradición literaria de la que podemos jactarnos sin excesivos titubeos. Esa tradición está profundamente marcada, en el siglo XX mexi-cano, por Octavio Paz. Imposible explicar su idea de revista mejor que él mismo. En su juventud, esa idea más o menos precisa fue puesta en práctica en un ejercicio editorial que se inició en 1931 con Barandal y continuó hasta 1943 con El Hijo Pródigo (1943-1946). Cuando fundó Vuelta en 1976, luego de haber vivido el avasallamiento de Plural (1971-1976) a manos de un presidente histérico –y de la resultante conciencia de la precariedad de una revista crítica en México–, celebró cada aniversario de Vuelta con algunos escritos en los que, entre otros asuntos, explicó su que-hacer de editor. Los veremos adelante. Hay en ellos una constan-cia en su idea de revista, tarea que ejerció prácticamente a la par de su vida de poeta.

Conciencia, confluencia, independencia

N o podría ser de otro modo, pues la formación literaria de Paz se inició y se atizó en ese prodigioso revistero que fue la década de los treinta. Una edad de oro hemerográfica en la que imaginación e innovación se

daban la mano con un sabroso desparpajo y un formidable empu-je que, lejos de acompañar a la modernidad, la fundaba. En la preparatoria leyó a las mexicanas Ulises (1928) y Contemporá-neos (1928-1932) y a las españolas Cruz y Raya (1933) y Revista de Occidente (1923). Y gastadas por el paso de mano en mano, tuvo entre las suyas otras revistas míticas como Sur (1931), Ca-ballo verde para la poesía (1933) o Los cuatro vientos (1933). El haberse criado en esa tradición tuvo que predisponerlo a una vocación de editar revistas que guardaría toda su vida. Sabía que “la historia de la literatura moderna, en Europa y en América, se confunde muchas veces con las de las revistas literarias”.1 Esta voluntad se resume en el tipo de literatura para el que se necesi-tan las revistas, la literatura capaz de “invención verbal y re-flexión sobre esa invención, creación de otros mundos y crítica de este mundo”, como abrevia en el primer número de Vuelta (noviembre de 1976).

Heredero de esa tradición, Paz cumplió desde los diecisiete años de edad con el rito de iniciación que exigía trasladar la iniciación a la imprenta generacional: “Siempre que un grupo de jóvenes escritores se juntan, quieren modificar el mundo, quieren llegar al cielo, quieren defender el infierno, y lo único que se les ocurre es fundar una revista”.2 Ya he contado con detalle la historia de esas primeras publicaciones en mi Poeta con paisaje, ensayos sobre la vida de Octavio Paz (ERA, 2004). Son las adolescentes Barandal (1-7, agosto de 1931 a marzo de 1932) y Cuadernos del Valle de México (1-2, septiembre de 1933 y enero de 1934), sonrientes y solemnes catálogos de balbuceos poéticos e indiges-tas lecturas teóricas, y la juvenil Taller (1-12, diciembre de 1938 a febrero de 1941), en la que, por primera vez, explica el propósi-to que lo lleva a editar. Un propósito, hay que decirlo, con esa

Octavio Paz, Editor * ■ Guillermo Sheridan

Abril—Mayo 2010 *Fragmento tomado de la revista Letras Libres, Diciembre 2006.

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inmodesta pompa de los jóvenes: nuestra revista –escribe– no quiere “ser el sitio donde se asfixia una generación, sino el lugar en donde construye el mexicano y se le rescata de la injusticia, de la incultura, la frivolidad y la muerte”.3 El paso de las revistas como muestrario de apetitos juveniles a zona de reflexión y trin-chera combativa se acelera con el ingreso a la madurez. Con la llegada de los republicanos españoles –sobre todo el grupo que había hecho Hora de España (1937) durante la Guerra Civil– y su inmediata incorporación al consejo de redacción de Taller, Paz exhibe una convicción en el editorial del primer número que, con diversas modalidades, arraiga para siempre: una revista es la creación de una zona de confluencias.

La experiencia de Taller posee otro ingrediente de relieve: Paz ha optado por asumir la defensa de la libertad de la imaginación frente a los poderes y presiones de la ideología. Es también la primera vez que, en consecuencia, se enfrenta a la censura ideo-lógica: Taller es juzgada por la mezcla de estalinismo y naciona-lismo que en esos años atiza a la buena conciencia “cultural” que propicia el gobierno del general Lázaro Cárdenas. Taller ten-día a un lenguaje excesivamente vago, entintado de lo que a sus detractores les parecía un humanismo de impreciso perfil peque-ñoburgués, desdeñoso del rigor ortodoxo (por ejemplo: el deseo de “llevar a sus últimas consecuencias la revolución, dotándola de un esqueleto de coherencia lírica, humana y metafísica”). Y cosas aún peores: en el número tres de la revista, Paz reivindica la obligación que tiene el escritor de preservar la “antigua y en-trañable fidelidad del poeta consigo mismo”.4 Los ideólogos de-cretarán entonces desde su revista Ruta (1933-1939) que en Taller hay “desviaciones” intolerables. Le da por el humanismo, ignora el momento de emergencia, se desvía de las responsabili-dades de la “historia” y, en resumen, cojea de trotskismo. “Su ejemplo [el de Taller] puede ser funesto. Su pesimismo, peligro-so”, advierte un comisario anónimo en octubre de 1938. Tres meses más tarde, por boca del enjundioso fiscal Ermilo Abreu Gómez, Ruta engorda la lista de acusaciones:

Taller es un problema. Taller tiene obligación de definir su rumbo; tiene que fijar su orientación literaria, su posición política. No basta la calidad literaria. Eso es- tuvo bien ayer. Hoy se exige otra cosa: un sentimiento de responsabilidad social, revolucionaria, en literatura. Taller tiene que completar la obra ideológica de la revo- lución…

Paz y sus amigos, que se defienden únicamente con la lealtad a sus posiciones humanistas, terminan por enviar sumariamente al demonio a los comisarios. Habían optado por la independencia, valor que Paz sacraliza desde entonces. Si bien la revista no en-tra abiertamente a un debate, ofrece su respuesta en ensayos y poemas de sus coeditores y aliados José Revueltas y los españo-les Juan Gil Albert, Antonio Sánchez Barbudo, Serrano Plaja, León Felipe, María Zambrano, Rafael Dieste. La disputa ocurre en el

momento crucial en el que Paz y sus amigos toman la decisión, ante ese debate que tensa todos los debates del periodo. Es una decisión que coincide con la experiencia que Paz había tenido en España y, sobre todo, con una evolución interior que lo conduce hacia la convicción de que la literatura se debe a la individuali-dad, a la preeminencia de lo humano sobre la religiosidad secular de las ideologías; más a Baudelaire y a San Juan de la Cruz que a Gorki o a Sartre. Entre la batahola del momento, agotados por el saldo de la década roja y sus eternas disputas sobre la función social de la literatura, sobre el realismo socialista, el “compromiso con el pueblo”, las causas e ideologías, bebida has-ta las heces la copa amarga de la Guerra Civil, incipientemente incómodos con la subordinación a partidos y sectas, Paz y sus amigos se acercan a la convicción de que un escritor no aspira a ser un maestro de las masas, sino un “blasfemo aislado”, que no grita en la plaza pública, sino que escribe en el silencio de su habitación, que no se empeña en educar al pueblo, ni a concienti-zarlo, sino a ser fiel a sí mismo, a tener el derecho a dudar y has-ta a equivocarse, pero “desde su soledad, desde su cuarto”, he-cho preferible a repetir “la verdad del partido o de la iglesia”.5

D urante un tiempo, Paz colabora eventualmente en otras revistas como Tierra Nueva (1940-1942), que editan Jorge González Durán, José Luis Martínez, Alí Chumacero y Leopoldo Zea, donde publica algunas

entregas de sus “Vigilias”; y en Letras de México (1937-1947), la longeva revista de Octavio G. Barreda, donde, además del even-tual poema, Paz rompe abiertamente lanzas con Pablo Neruda y reitera su preferencia por las dudas del solitario sobre la buena conciencia tumultuaria. En 1943 renace el activismo editorial con El Hijo Pródigo, proyecto que mucho debió al entusiasmo inicial de Paz. Le interesaba que ese Hijo Pródigo saliera correctamente al ámbito literario del país en ese preciso momento. Insiste en que la revista defienda, para mejor incidir en la realidad, la liber-tad de la imaginación frente a la chatura de la propaganda, y que preserve la experiencia literaria de las contaminaciones del “compromiso”;6 en que, a su idea de la revista como zona de confluencia y ejercicio de independencia, se agregue el deber de obrar como actividad de conciencia. Lo que en Taller había sido un incipiente interés por teñir la revista con “cierta orientación filosófica y política” (léase ideológica) tenía que acrecentarse en El Hijo Pródigo. En este sentido, Paz sigue los pasos de su mentor Jorge Cuesta y de su frustrada revista Examen (1932), la primera revista estrictamente contemporánea de México, que publicaba literatura, pero además realizaba análisis político y debatía es-quemas culturales de actualidad. Como la de Cuesta, Taller y El Hijo Pródigo asumieron la responsabilidad de pertenecer a una tradición más amplia, y continuaron la cruzada de Alfonso Reyes y Cuesta contra toda forma de sentimentalismo (el nacionalismo incluido). Una historia curiosa: en el primer número de El Hijo Pródigo apareció un ensayo del pintor español Ramón Gaya, exi-liado en México, sobre el grabador mexicano José Guadalupe Posada. La izquierda nacionalista y la internacional comunista (es

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decir, Diego Rivera y Pablo Neruda) vieron en el estudio de Gaya una alevosa agresión a la temblorosa alma mexicana. Neruda largó algunos insultos olímpicos y Rivera exigió que, sin mayor ciencia, se expulsara del país a Gaya. Viene a colación porque creo que Paz y sus amigos se habrían sentido secretamente sa-tisfechos al recordar que, quince años atrás, había ocurrido lo mismo en otra revista antecesora de la suya, Contemporáneos (1928-1931), en cuyo primer número otro español, Gabriel Gar-cía Maroto, también le había “faltado al respeto” a un artista mexicano, Diego Rivera, y también se había armado la de Dios es grande. No sin humor, los responsables del Hijo Pródigo organiza-ron también un banquete de desagravio para su colaborador… En suma, Taller y El Hijo Pródigo, como sus modelos franceses o españoles, respetaban la línea de los frentes populares y denun-ciaban el fascismo, pero también deslizaban indicios –la amistad de Paz con Victor Serge, Jean Malaquais y Julian Gorkin, que cola-boran en El Hijo Pródigo, obviamente a invitación de Paz, no ha-bía sido en vano– de que el totalitarismo no era exclusivo del fascismo. ¿Habrá sido Paz quien redactó el editorial del número cinco?

El totalitarismo no es el fruto de la maldad ingénita de este o aquel pueblo; allí donde el hombre es simple- mente un medio, un instrumento o un objeto de especu- lación, allí germina el totalitarismo.

Mas a pesar de su entusiasmo, El Hijo Pródigo no era su revista, y su deseo de entender la revista como una práctica incómoda y a contracorriente no era del todo compartida por Barreda y Vil-laurrutia, que a fin de cuentas pertenecían a una generación

previa. La cuota de Paz para entregarse a empresas colectivas comenzaba a agotarse. Nunca había dudado a la hora de ejercer un esprit de corps en años en que toda iniciativa suponía una pequeña colectividad. Había participado con sus amigos en las revistas juveniles lo mismo que como militante político, en un ánimo sectario que, desde luego, se exaltó con la defensa de la República Española y que continuaría en los años subsecuentes, cuando se encarga de recibir, acompañar y ayudar en México a sus amigos de la revista Hora de España (1937-1938). Pero los trabajos en grupo, por más justa que fuera la causa y por sólida que fuera la camaradería, podían ser frustrantes. La amarga aventura de la empresa colectiva para realizar la antología Laurel (Ed. Séneca, México, 1941) lo había fastidiado y entristecido: luego de tanto trabajo y empeño, lejos de celebrar su confluencia, el susceptible parnaso hispanoamericano se había convertido en un corral de gallinas esponjadas, denuestos e insultos. Las enor-mes cantidades de entusiasmo y trabajo en esas iniciativas, ya enfrentadas a la voluntad de los otros –o a su carencia– no tar-daban en mudarse en decepción. Había llegado el momento de experimentar una soledad que, a sus casi treinta años de edad, las causas le habían escamoteado. Se hallaba muy incómodo con la situación del país y escribía artículos tristes y enfadados sobre lo que consideraba “la mentira de México” (como tituló una serie de editoriales en la prensa), la manía de gesticular que mancha-ba también el quehacer literario, como lo sostiene su último en-sayo aparecido en El Hijo Pródigo, “Poesía de soledad y poesía de comunión”, con su elocuente diatriba contra los usos yabusos de la poesía. Era necesario tomar distancia y a mediados de 1943, salió del país.

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Vueltas plurales

Los años fuera de México llegaron a su fin luego de la renuncia de Paz a seguir representando al gobierno de Díaz Ordaz ante el gobierno de la India. El horror de 1968 lo anima a volver a México y luchar por “una moral cívica y espiritual”,7 propiciar la crítica y la autocrítica, combatir por la democracia y contra el totalitarismo y, en suma, colaborar a “poner al día al país”. Se impone crear una nueva revista y comienza a hablar del tema con viejos y nue-vos amigos. Julio Scherer, director del diario Excélsior –el único que impide hablar de la prensa mexicana del periodo como una completa catástrofe moral– se interesa en un hebdomadario político, algo semejante a Le Nouvel Observateur, que se divida entre la información y las ideas. Paz no desea convertirse en periodista de tiempo completo (“le dije que no tenía ni humor, ni tiempo, ni talento para una idea así”), pero ofrece en cambio una publicación mensual de orden cultural. El primer número de Plu-ral aparece en octubre de 1971 y el último, cincuenta y cuatro meses después cuando, con una sola maniobra, el presidente Luis Echeverría se deshace del Excélsior de Scherer y propicia su propio debut como tycoon del periodismo, zona empresarial natu-ralmente atractiva para un amante de la verdad. Paz condenó enérgicamente el golpe contra Excélsior y lo condenó en “La liber-tad como ficción”, artículo que circula en todo el mundo pero que, en México, salvo Diálogos (la revista de Ramón Xirau en El Colegio de México) y un par de little reviews, nadie osa publicar. La política como rectora de la ficción parecía condenarlo todo a la estupidez. Lo sucedido nos hacía asistir, escribe Paz, “no al triun-fo de la ideología verde, roja o negra sino al triunfo del color gris, el color del conformismo y la pasividad. ¿Por cuánto tiempo?”

Plural habría logrado ser una revista que por fin reunía los tres valores, conciencia, confluencia, independencia, y había cumpli-do con creces sus objetivos: no sólo había publicado la mejor literatura en español de esos años férvidos, y en traducción la mejor del mundo (su catálogo de colaboradores es hoy un canon de clásicos), sino que había incitado el interés en posturas críti-cas e innovaciones intelectuales inéditas en México, como la antropología de Claude Lévi-Strauss o la lingüística de Roman Jakobson. Evadió las satisfacciones sentimentales del populismo y el populacherismo y, como sus antecesoras, recibió los consabi-dos ataques de “elitismo” (“los populistas tienen una idea más bien baja de la inteligencia y la sensibilidad de la gente”, escribió Paz al respecto, repitiendo lo que en su momento dijeron Alfonso Reyes y Jorge Cuesta). La revista se exigía a sí misma y le exigía a sus lectores; creó un público, y, de nuevo, logró “ser el lugar de confluencia de muchas voces solitarias y libres”.8 Imposible en-sayar siquiera el resumen de sus prolijos índices, y menos aún su cabal estudio. Ya lo inició Enrique Krauze en “Plural (1971-1976)” aparecido en el primer número de Vuelta, una crónica del atentado contra la revista, una evaluación y una nota luctuosa a la vez. La tendrá en cuenta el professor John King, de la Universi-dad de Warwick, Inglaterra, que venturosamente escribe una

biografía de la revista para continuar la serie que inició con su estudio de Sur.9 ¿Se reunirá algún día, en un volumen necesario para discutir esos años, el abundante, rico y, en ocasiones diver-tidísimo material que, sin fumar, Paz aportaba mes a mes en la sección "Letras, letrillas, letrones''?

Durante un par de meses, Paz consideró que ya no había nada que hacer. Se dijo: “Bueno, se acabó esta pesadilla, ya no vuelvo a meterme en esto. Estoy escribiendo mis libros y tengo la vida más o menos resuelta en Harvard”, donde pasaba un semestre al año. Alejandro Rossi y Gabriel Zaid fueron a verlo y le pregunta-ron si no pensaba continuar la revista y les contestó que no. Lue-go de largas conversaciones lo convencieron.10 Zaid aportaría un modelo administrativo funcional; Rossi se encargaría de dirigirla mientras Paz estuviera en Harvard. Quizá la reacción internacio-nal al agravio tuvo también que orillarlo a reconsiderar. En París, E.M. Cioran –uno de los muchos escritores que debutaron en castellano en Plural– había escrito:

Paradójicamente América Latina, donde todo va a contrapelo, donde la anomalía es de rigor, está más abierta que nosotros al mundo. Plural era un reproche a la incuriosidad occidental, un desafío, una bofetada elegante.11

Sus amigos tenían razón: claudicar sería contradictorio con su espíritu y con el de su historia como editor. Había que regresar: “Dejamos Plural para no perder nuestra independencia; publica-mos Vuelta para seguir siendo independientes.”12

Notas

1. “Travesía”(1981), en Obras completas, p. 566.

2. “El misterio de la vocación”, entrevista con Enrico Mario Santí, Letras Libres, enero de 2005.

3. “Razón de ser”, número 2, abril de 1939.

4. “El mar (elegía y esperanza)” en Taller, número 3, mayo de 1939.

5. Conversaciones con Octavio Paz (I, p. 129).

6. En Xavier Villaurrutia en persona y en obra, México, FCE, 1978, p.16.

7. Entrevista con Enrico Mario Santí, Letras Libres, enero de 2005.

8. “Aviso”.

9. Sur. Estudio de la revista argentina y de su papel en el desar-rollo de una cultura (1931-1970). México, FCE, 1989.

10. Gloso la ya citada entrevista con Santí.

11. Citado por Krauze, “Plural (1971-1976)”.

12. “Aviso”.

Octavio Paz, Editor ■ Guillermo Sheridan

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académica en el Colegio de México. La pesadilla se había acaba-do y todo el mundo se podía retirar a su casa y olvidarse, como lo que son éstas: malos sueños. Sin embargo, el ánimo de Paz y de los colaboradores se inclinó por fundar otra publicación, con los mismos objetivos, intereses y colaboradores que Plural; además, como afirmó el editorial del primer número de la revista Vuelta: ¿dónde se iba a hacer la crítica del Poder y de los poderosos en México?3. El interés por fundar una nueva empresa cultural se dio casi de inmediato, como lo indicó la carta que Octavio Paz dirigió a todos los colaboradores extranjeros firmada por él, en la que prometió seguir con la revista, con otro nombre y de manera independiente 4. Vuelta fue una aventura completamente inédita en México ya que, a diferencia de Plural, el espacio físico y la prensa para ha-cer la publicación la proporcionaba el periódico Excélsior.5 En el caso de Vuelta, prácticamente había que empezar de la nada. Lo primero que se decidió fue la manera de conseguir suficiente dinero para publicar los primeros números. El pintor mexicano Rufino Tamayo, buen amigo de Octavio Paz, fue la primera fuente de apoyo. La amistad y colaboración profesional entre ambos databan desde hacía más de veinticinco años, ya que Tamayo había ilustrado la primera edición del único libro de ficción de

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Vuelta a la Aventura * ■ Jaime Perales Contreras

B ueno, esta pesadilla se acabó, se dijo Octavio Paz, con cierto alivio, cuando la revista Plural cerró1. Alivio por-que en ese momento bien hubiera podido dedicarse de lleno a su tarea poética, escribir algunos artículos, co-

mo artista independiente que era, y completar su ingreso con la clase que impartía en la Universidad de Harvard. En el caso del grupo de la revista Plural, en su mayoría habían sido profesores de muchos años en instituciones mexicanas reconocidas como lo fue Tomás Segovia, investigador del Colegio de México, o de la UNAM, como el caso del escritor venezolano Alejandro Rossi, o del filósofo y poeta catalán Ramón Xirau. Kasuya Sakai ya estaba pensando en esos momentos emigrar a los Estados Unidos para promover su labor esencial de pintor, Gabriel Zaid, el escritor regiomontano, también tenía una empresa privada, su modus vivendi. De los colaboradores extranjeros de Plural (Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Guillermo Cabrera Infante, Jorge Luis Bor-ges, entre otros), prácticamente todos eran escritores con licen-cia internacional impecable, que no los iba a afectar mucho el haber perdido el apoyo simbólico de 150 a 200 dólares que Plu-ral pagaba por artículo y los 20 a 25 por reseña2. Otros, finalmen-te, estaban en esos años lo suficientemente jóvenes para en-contrar alguna otra chambita, como se dice en México, como el historiador Enrique Krauze, quien se dedicaba a la investigación

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* Fragmento del libro Octavio Paz y el círculo de la revista Vuelta de próxima publicación.

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Paz, ¿Águila o Sol? (1951). Y por otro lado, Paz había escrito el primer ensayo sobre Tamayo para el catálogo de la primera expo-sición del pintor oaxaqueño en París en 1950.6 Por ello, se le tenía la suficiente confianza a Rufino Tamayo para solicitar su colaboración para apoyar a la revista. Se rifó un cuadro del pintor que se compró a precio de galería. El boleto ganador se anunció el mismo día en que se rifó el premio mayor de la lotería nacio-nal en México. A todos los participantes de la revista se les reclu-tó con un talonario para vender boletos. En esta tarea, las muje-res fueron las que más se distinguieron en las ventas. Las más entusiastas fueron Celia García Terrés, esposa del poeta y emba-jador Jaime García Terrés, quien fungió como la administradora de Vuelta en sus inicios, y las escritoras Elena Poniatowska y Ulalume González de León. Elena Poniatowska en una simpática crónica precisamente relata sobre el ejército disciplinado de mu-jeres que rodeaban a Octavio Paz y su venta de boletos: En la mañana comienza mi batalla con el teléfono. Mar- co el número de Gustavo Sainz: –Gustavo, ¿no quisieras comprarme un boleto? –Ya compré cinco mil pesos. - ¿Cómo? ¿A quién? –Me vendió cinco boletos Ulalume González de León. Persevero en mi intento; le hablo a un arquitecto amigo del arte y de Octavio Paz –¡Cómo lo siento, Elena! Ya a Ulalume le compré dos boletos. –¿A Ulalume González de León? –Sí, desde hace 15 días me los vendió. Vuelvo a llamar. Esta vez tendré suerte; se trata de una señora rica que hace poemas. – ¡Me encantaría!, pero ya Ulalume González de León me apuntó un talonario. No sé si maldecir a Ulalume González de León o derre- tirme de admiración. Opto por lo segundo… ¡qué va!, por lo primero. Le echo cuatro o cinco maldiciones mientras marco otro número amigo. –¡No me vayas a decir que Ulalume ya te vendió bole- tos! –¡Sí! ¿Cómo lo sabes? Ayer mismo vino a mi casa y es tan convincente. ¡Madre de los apachurrados! ¿Qué hago? Hasta ahora no he vendido más que dos boletitos y eso en una va- quita que juntamos entre cinco amigas. En las noches, sin poder dormir, con el rostro de Ulalume González de León presente junto a mi almohada, pienso en qué nú- mero marcar, a quién diablos podré venderle un boleto, en qué zaguán pararme, en qué puerta tocar y que no me digan que ya estuvo Ulalume. También me pongo a pensar que Octavio podría preguntarse, como Don Quijote en el capítulo XLIV de la segunda parte: ¡Que tenga que ser tan desdichado andante, que no ha de

haber doncella que me mire que de mí no se enamore! Yo me pregunto: ¿qué nos ha dado a las mujeres que todas andamos para arriba y para abajo blandiendo nuestros talonarios, enchufando boletos, ofreciéndolos aquí y allá, desbancadas siempre por Ulalume? Por lo pronto el éxito de la revista Vuelta va a ser rotun- do, no sólo por el carisma de Octavio, sino porque él ha tenido la inteligencia de armar un ejército femenino, disciplinado y valiente, compuesto en su mayoría por las esposas de los escritores y pintores, miembros del consejo de redacción de la nueva revista. Vuelta repre- senta la posibilidad de hacer la primera revista cultural en México cuya única fuente de ingresos sea la de sus suscriptores y lectores, sin depender de ninguna organi- zación cultural ni del moribundo Bellas Artes, ni de la Secretaría de Educación ni de ninguna otra sigla habida y por haber.7

L a empresa de venta funcionó a la perfección, ¡se lograron vender mil boletos!, hasta que en esas fechas se dio una severa devaluación de la moneda en México anunciada por el Presidente saliente Luis Echeverría. Olga Tamayo,

representante financiera de su esposo, le indicó a Celia García, cuando se enteró que la venta del cuadro no había sido en pesos, sino en dólares, así que esperaba que se le pagara en esa mone-da a su esposo. Cuando Octavio Paz supo de eso, dignamente contestó: paguen. Sin embargo, Celia García Terrés le suplicó a Olga que el cuadro se pagara en pesos. Afortunadamente ésta accedió y el cuadro se pudo pagar en moneda nacional, de lo contrario no hubiera habido revista. Los muebles para la oficina de Vuelta se consiguieron en una mueblería finísima a través del intercambio de anuncios. De este intercambio se fueron des-contando los débitos de los muebles. Por su parte, el pintor Fer-nando García Ponce, hermano del novelista mexicano Juan Gar-cía Ponce, tenía una galería que quedaba en la pintoresca Zona Rosa de la ciudad de México, llamada Galería Ponce. El prestó los cuadros para que se adornaran las primeras oficinas de la revista ubicadas en Río Mixcoac, viejo barrio en donde nació Octavio Paz, tema de tantos poemas y reflexiones del poeta. Al principio sólo se les pagó a los colaboradores extranjeros. Después se empeza-ron a pagar sueldos bajos a los administrativos y a la gente que armaba la revista. La situación al principio fue tan precaria que las pruebas de galera de los primeros números se revisaban en la primera oficina que fue la casa del escritor venezolano Alejandro Rossi, quien fungió como director suplente en el primer año de la revista, mientras que Paz se encontraba impartiendo su clase en Harvard. 8 El propio Octavio Paz sufrió los embates de la pobreza inicial de la publicación, debido a que la modesta empresa no contaba con una máquina de escribir para pasar los originales. A Paz le toma-ron su máquina prestada que pedía constantemente quejándose

Vuelta a la Aventura ■ Jaime Perales Contreras

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que se la devolviesen porque tenía que escribir, hasta que Celia García Terrés le contestó sutilmente a sus reclamos: o escribes o publicas. También algunos de los anuncios iniciales de la revista se dieron gracias a un reportero que salió de Excélsior y que deci-dió abrir una pastelería llamada La Baguette; Paz al escuchar eso afirmó, con su particular juego de palabras, de reportero a repostero. La impresión se hizo exactamente en la misma del semanario político Proceso de Julio Scherer. Las tres cabezas administrativas de esa época fueron Celia García Terrés y los escritores Gabriel Zaid y Enrique Krauze. Los demás miembros del círculo administrativamente, según Celia García, fueron un cero a la izquierda. Los tres se preocuparon de conseguir anun-cios de empresas privadas para ir consolidando la solidez finan-ciera de la revista. Asimismo, se formó una sociedad civil en don-de no había ganancia, todo se reinvertía en Vuelta, llamada So-ciedad Amigos del Arte, que casualmente tuvo el mismo nombre de una organización argentina mecenas que apoyaba a la litera-tura y pintura, fundada y patrocinada por Elena Sansinena de Elizalde, aristócrata y rival de la acaudalada Victoria Ocampo, directora de la revista Sur (1931-1970).9 Con la fundación de esta sociedad empezaron a haber sueldos, aunque no fue una empresa que diera mucho dinero en ese momento: Era una va-quita a la que se le pedía un poquito de leche, sin exagerar mu-cho, para mantenerla caminando,10 afirmó Celia García Terrés. La vaquita a lo largo del tiempo fue creciendo poco a poco hasta dar la suficiente leche para convertirse en la publicación cultural hispanoamericana más influyente de las dos últimas décadas del siglo XX.

Notas

1. Diana Ylizarriturri Entrevista con Octavio Paz, fundador de revistas, en

Letras Libres, julio de 1999. y Torres Fierro, A 30 años de Plural 7.

2. Carta de Danubio Torres Fierro a Mario Vargas Llosa, México, 9 de

octubre de 1984. Mario Vargas Llosa Papers. Box 17, fólder 9. Used by

permission of the Princeton University.

3. Octavio Paz, Vuelta: 1.

4. Carta de Octavio Paz a Mario Vargas Llosa (sin fecha). Mario Vargas

Llosa Papers.Series: Correspondence. Box 17, fólder 9. Used by permis-

sion of Princeton University,

5. Jaime Perales Contreras, Vuelta: Origen y desarrollo de una revista intelectual (México: ITAM, 1990): 40.

6. Octavio Paz, Tamayo en la pintura mexicana, Las peras del Olmo,

(México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1957), 17-120.

También se encuentra el ensayo en Octavio Paz, Los privilegios de la vista II, Obras completas, T. VII, (México: Fondo de Cultura Económica,

2001) 257-264.

7. Elena Poniatowska, Las palabras del árbol, (México, Plaza y Janés,

1998): 171.

8. Carta de Alejandro Rossi y José de la Colina a Mario Vargas Llosa,

México, 9 de noviembre de 1976, Mario Vargas Llosa Papers, box 22,

fólder 17. Used by permission of the Princeton University Library.

9. Cfr en John King, Sur 46.

10. Cfr, Tania María Piacentini Vuelta: Uma Revista de Autor, Universidad

de Campinas, 1996: 124.

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La University of Colorado fue sede, el pasado 9 de abril de 2009, de “Günter Gerzso/Octavio Paz: Palabras Grabadas/Graven Words”, muestra de grabados y textos de los artistas mexicanos Günter Gerzo y Octavio Paz. Esta muestra estuvo bajo la dirección de Lisa Tami-ris Becker.

El 17 de abril de 2009, El Instituto Cultural del Consulado Mexicano en Miami tributó un homenaje a Octavio Paz, con la presencia de Joaquín Roy, Ariel López Padilla, Olga Connor, Maricel Mayor y Luis Alvarado.

El Instituto Cervantes de Toulouse presentó una conferencia magistral de Yvon Grenier, “La otra voz, Octavio Paz y la política”, el pasado 19 de mayo, 2009.

El pasado 5 de noviembre de 2009, en el Instituto Cervantes de Toulouse, Anthony Stanton (El Colegio de México) se ocupó del poema “Mutra”. El profesor Stanton actualmente ocupa la “Cátedra México” de la Universidad de Toulouse-Le Mirail.

El 3 de enero de 2010, en el Bowers Museum de la ciudad de Santa Ana, Jacqueline Hahn ofreció un recital de poemas de Octavio Paz.

El 29 de enero, 2010, la Stanford University celebró un coloquio, “Trans-Poetic Exchange: Around Blanco & Campos de Paz Colloquium”, dedicado al mundo poético e intelectual de Octavio Paz y Haroldo de Campos, donde se examinaron el poema paciano, “Blanco” y el de Campos, “Galaxies”, en dimensiones comparativas. En el coloquio estuvieron presentes Enrico Mario Santí, Frederic Amat, Keijiro Suga, Antonio Cícero, Marjorie Perloff, entre otros críticos. Marilia Librandi Rocha y Joan Ramón Resina fueron los organizadores de este im-portante evento.

Ponencias, homenajes y exposiciones sobre Paz

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Robert Gardner viajaba a la Ciudad de México y frecuentaba a Octavio Paz, en numerosas ocasiones. Gardner, director de documenta-les y director emérito del Film Study Center de Harvard, produjo unas viñetas fílmicas de Paz bajo el nombre de Glimpses of Octavio Paz in Mexico City & it’s Environs: Visual Notes Toward an Unfinished Film. Su amistad con Paz se manifiesta desde la década de los 70 en Boston, donde Gardner conducía un programa televisivo llamado Screening Room y el poeta figuraba como invitado estelar. En el docu-mental Ika Hands (1988), se aprecia un diálogo entre Paz y Gardner sobre un grupo indígena en Colombia. En 1972, Gardner produjo, junto a Paz, un proyecto titulado Notations/Rotations, una serie de discos visuales y poemas haiku. Los datos se ubican en http://robertgardner.net/RG/writing.html.

Robert Gardner y las viñetas fílmicas

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Cortesía de Studio7Arts

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Jardines I*

--No hay más jardines—dijiste-- que los que llevamos dentro—

Charles Tomlinson

No es fácil determinar una “cierta” influencia de Alberti en Paz. Tarea insegura es des-cifrar la influencia literaria que tuvo Alberti en la obra poética de Paz. Sólo Paz nos lo puede aclarar. En sus escritos podemos interpretar la certeza y el grado de influencia. A falta de bases precisas, me atrevo a armar una hipótesis. Dado que desconozco referencias de primera persona, tomo como recurso el poemario Libertad bajo palabra y algunos poemas del poeta andaluz. En virtud de las zonas de influencias y sin des-cuidar a Harold Bloom o Mikhail Bajtín, Paz considera a Alberti como un gran poeta, y más aún, relata con mucho aprecio en Memorias y palabras, el lugar de nacimiento de sus antepasados, Cádiz, ciudad natal de Alberti. Paz escudriña y encuentra paralelos,

vínculos culturales y familiares. Primer contacto: Alberti visita México. Segundo: Paz queda deslumbrado. Era la primera vez que escu-chaba a un poeta leer poesía en público. En las cartas a Pere Gimferrer, recogidas en Memorias y palabras, Paz confiesa que “el Alberti que yo amo es el de Marinero en la tierra, La amante, El alba del alhelí, y de algunos poemas de Cal y canto y de Sobre los ángeles”.

En la poesía de Paz y Alberti, no es mera coincidencia la caracterización del jardín, un símbolo recurrente en la literatura universal como lo indica Giamatti en The Earthly Paradise and the Renaissance Epic. El jardín es el espacio imaginario, el Paraíso Terrenal, la fuente de inspiración poética, y sitio central para ambos. Para Paz, el espacio de la revelación, la esfera sagrada es el jardín. En El poeta en su tierra, Paz declara, “la existencia de jardines en todas las civilizaciones y sociedades se explica, quizá, por la universalidad del deseo que satisface esa singular creación”. Paz redime la presencia del jardín a través de los versos. Es decir, todo poema es un jardín imagi-nario, cimentado de imágenes que son hojas y ramas, amistades y diálogos compartidos. En Poeta con paisaje, Sheridan comenta al respecto lo que es el jardín en Paz: “un vasto escaparate de prados, plantas, animales, seres imaginarios, criaturas antropomorfizadas, árboles que hablan.

En Las palabras son puentes, un poemario-homenaje, recoge poemas dedicados a Paz en sus ochenta años. Más allá de las dedicato-rias y pactos de lectura que destacan u opacan determinadas influencias o tributos honoríficos, lo más destacable son ciertos poemas donde germina el jardín imaginario. En tal contexto de enunciados sobre espacios propicios, el poema de Ōoka Makoto, “En el jardín de Octavio Paz” recapitula el diálogo íntimo del poeta mexicano en un verso: “en los poemas de Paz/ llena la marea un jardín de piedras”. La serie de poemas del libro revelan un puente en vías al jardín paciano, tal vez la aparición de un marco cultural y poético. Sin abando-nar nuestra obligada tarea hay más jardines en la publicación: el “desaliñado jardín”, “el jardín parecido”, “el jardín que ha medrado”, “un jardín de errores lascivos”, el jardín que es patio: “Octavio sé que tuviste un patio”, el “jardín de Cambridge”,“el jardín de Coyo-acán”, y “en los jardines de la vida”. Los poetas que dedican versos y escriben de jardines conocen a fondo la vida y obra del poeta y con propósito fijan a un Paz en su pleno jardín, sea real o imaginario. Según Paz, “hay muchos y todos ellos son el mismo jardín”.

En Cal y Canto, Alberti entra en la zona transitiva del jardín imaginario. Los versos del poema “Reflejo”: “más allá del añil de los jardi-nes/ suspensos de las gélidas ventanas,/clarean por el aire las mañanas/de lazos blancos, verdes y carmines” gozan de un diálogo continuo con los de Paz: “Jardines de agua flores de agua piedras preciosas de/agua/Verdes monarquías”. Es un mundo de imágenes verdosas, el tinte del paisaje imaginario, acorralado por la vegetación placentera. Eco de resonancia, el poema paciano “Escrito en tinta verde” pinta un paisaje de selvas, prados, follajes y demás vegetación: “La tinta verde crea jardines”. En Alberti, los “lazos blancos, ver-des y carmines” se compenetran en el jardín de Paz donde se convierten en “verdes monarquías.” Los poetas contemplan el mismo paisaje jardinero. Los ejemplos entran y salen en torno al jardín imaginario. En “Jardín,” Paz ofrece un espacio de nubes, países impal-pables, entre soles y vientos, follajes y muros frágiles. Al plantarse a la poesía, Paz profundiza que “el jardín es pequeño, el cielo es inmenso”. Lo que pretende Paz es trascender y figurar el Paraíso Terrenal. El cielo es angelical e inalcanzable, el hombre es pequeño. En Marinero en tierra, la poesía del gaditano exime la presencia del jardín imaginario en su poema “Jardinero,” un acercamiento a las tentativas oceánicas del poeta: “Vete al jardín de los mares/y plántate un madroñero/bajo los yelos polares”. El aspecto acuático, la condición climática, junto al jardín se interfieren con los versos del poeta mexicano: “sus jardines son asépticos,/su primavera perpetua está congelada”.

*La idea del tema de Rafael Alberti y Octavio Paz surgió con mi entrevista a Pere Gimferrer en 2001.

El jardín del poeta, Luis Ríos (fragmento)

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EN EL NOMBRE DE PAZ

Ramón Xirau e Ida Vitale ganan el Premio Poesía y Ensayo Octavio Paz 2009. El jurado estuvo forma-do por Pere Gimferrer, Enrico Mario Santí, Adolfo Castañón, Malva Flores y Sergio Mondragón.

Desde el año 2004, la Sociedad Nacional Honoraria Hispánica Sigma Delta Pi otorga el Premio Octa-vio Paz,

La Sala Octavio Paz se encuentra en la Casa de América en Madrid.

El Departamento de Educación del Estado de California publica el Recommended Literature K-12, donde figuran tres obras de Paz: La rama, Collected Poems of Octavio Paz y One Earth, Four or Five Worlds: Reflections on Contemporary History.

En Barcelona, la escuela CEIP Octavio Paz fue inaugurada el 14 de junio de 1994.

RECORDATIO

El 11 de mayo de 1994, Paz celebra sus ochenta años, en la compañía de Derek Walcott, Charles Tomlinson, Mark Strand, Bei Dao, Joseph Brodsky, John Ashberry y Rich Howard, en el Metropolitan Museum of Art en Nueva York, bajo el patrocinio de la Academy of American Poets y el Instituto Cultural Mexicano del Consulado de México.

El 16 de diciembre, 1995, el Consejo Cultural Mundial (World Cultural Council) fes-teja en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, la ceremonia de premios a Herbert H. Jasper, científico y estudioso de la neurociencia y a Robert Rauschen-berg, pintor y artista, con la presencia de Octavio Paz.

LIBROS

Luz espejeante: Octavio Paz ante la crítica. México. UNAM/ERA, 2009. Edición de Enrico Mario Santí.

Octavio Paz, entre poética y política. México, Colegio de México, 2009. Edición de Anthony Stanton.

Un sol más vivo: antología poética/Octavio Paz. México, Era/El Colegio Nacional, 2009. Edición de Daniel Deltoro.

Octavio Paz and T.S. Eliot: Modern Poetry and the Translation of Influence. London, Maney Publishing 2009. Tom Boll.

El 8 de diciembre, 1990, Paz dicta su conferencia nobel, “La búsqueda del presente”.

Octavio Paz en la sociedad

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International Conference World Civilizations, Modernity, and Octavio Paz:

A Plurality of Pasts and Futures California State University, Los Angeles

May 14-15, 2010

The 2010 Conference on Octavio Paz will be devoted to his poetry, poetics, and essays that examine world civilizations and modernity. The conference organizers invite papers on the following topics: 1. Octavio Paz and his writings on Mesoamerica: art, history, and religion. 2. Essays by Octavio Paz on art, poetry and culture of Colonial Mexico. 3. Octavio Paz and art criticism. 4. Studies on Octavio Paz’s autobiographical writings: poetry and essays; 5. Octavio Paz’s translations in Versiones y diversiones, including his theoretical reflections on transla-tion. 6. Poetry and essays by Octavio Paz on China, India, or Japan. 7. Octavio Paz and collective poetry: from Renga (1969) to Hijos del aire (1979). 8. Octavio Paz and the Hermetic Tradition. 9. Octavio Paz’s historical critique of sex, love and eroticism in Western civilization, from Plato and Petrarch to Sade and Bataille. 10. Octavio Paz, Mallarmé, and Breton: Poetry and Poetics. 11. Octavio Paz, the Avant-Garde and Structuralism: from Marcel Duchamp to Claude Lévi-Strauss. 12. Octavio Paz and the modern legacy of world religions and civilizations: Christianity, Islam, Bud-dhism, Ancient Mexico, among others. 13. Octavio Paz and theatre: La hija de Rappaccinni. 14. Octavio Paz’s critical writings on colonialism, modernization, and totalitarianism in the 20th cen-tury. 15. Octavio Paz and the 1910 Mexican Revolution: Critical Essays. A cooperative and joint partnership with the California State University, Los Angeles faculty and Luis Rios, Editor of the Boletín Octavio Paz, a major publication dedicated to Pazian Studies in the United States. First significant conference dedicated to the 1990 Nobel poet in California.

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Publicación de la Academia Norteamericana de la

Lengua Española

Gerardo Piña-Rosales

Academia Norteamericana de la Lengua Española y Santillana USA, 2010

ISBN 978-1-60396-626-9

$14.99

Para más información, Deyanira Navarrete: (800) 245-8584, ext. 225 [email protected]

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