Braverman Trabajo y Capital Monopolista

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    Coleccin: DESARROLLO

    Editorial Nuestro Tiempo, S. A.

    Avenida Copilco 300

    Locales 6 y 7

    Mxico 20, D. F.

    ISBN-968-427-022-4

    Ttulo original: Labor and monopoly capitalThe degradation of work in the twentieth century.

    Primera edicin en ingls, 1974

    Monthly Review Press, Nueva York y Londres

    Primera edicin en espaol, 1975

    Segunda edicin en espaol, 1978

    Tercera edicin en espaol, 1980

    Cuarta edicin en espaol, 1981

    Quinta edicin en espaol, 1982

    Sexta edicin en espaol, 1983

    Traduccin de Gerardo Dvila

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    INDICE

    Presentacin 5

    Prlogo de Paul M. Sweezy 7

    Introduccin 11

    PARTE I: TRABAJO Y ADMINISTRACIN EMPRESARIAL 33

    1 Trabajo y Fuerza de Trabajo 35

    2 Los Orgenes de la Administracin Empresarial 43

    3 La Divisin del Trabajo 51

    4 Administracin Cientfica 59

    5 Efectos Primarios de la Administracin Cientfica 81

    6 La Adaptacin del Obrero al Modo Capitalista de Produccin 91

    PARTE II: CIENCIA Y MECANIZACIN 99

    7 La Revolucin Cientfico-Tcnica 101

    8 La Revolucin Cientfico-Tcnica y el Obrero 109

    9 La Maquinaria 119

    10 Efectos Ulteriores de la Administracin y de la TecnologaSobre la Distribucin del Trabajo 149

    PARTE III: CAPITAL MONOPOLISTA 157

    11 Plusvala y Trabajo Excedente 159

    12 La Moderna Compaa 163

    13 El Mercado Universal 171

    14 El Papel del Estado 179

    PARTE IV: NUEVAS OCUPACIONES DE LA CLASE OBRERA QUE VANEN AUMENTO 183

    15 Trabajadores de Oficina 185

    16 Ocupaciones de Servicios y Comercio al Detalle 223

    PARTE V: LA CLASE OBRERA 233

    17 La Estructura de la Clase Obrera y de su Ejrcito de Reserva 235

    18 El Empleo en las Capas Medias 251

    19 Trabajo Productivo e Improductivo 255

    20 Nota Final Sobre la Calificacin en el Trabajo 263

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    PRESENTACIN

    En la poca contempornea, la incesante monopolizacin de las economascapitalistas, es decir, el acelerado proceso de concentracin y centralizacin delcapital, es la clave para comprender los grandes cambios estructurales y lasconsiguientes contradicciones, tanto en las metrpolis del imperialismo como en los

    pases subdesarrollados y dependientes.La actual revolucin cientfica y tcnica de los pases industriales es impulsadapor el capital monopolista y se apoya fuertemente en el estado. A su vez, lageneralizacin de nuevas aplicaciones tecnolgicas a la produccin capitalistafortalece el proceso de concentracin y centralizacin del capital. La fusin yconglomeracin de los grandes consorcios que se extienden continuamente a laproduccin, el comercio y los servicios, y en verdad a todas las esferas de la vidasocial, as como la expansin del capital monopolista en todos los pases del sistema,han cobrado un ritmo vertiginoso despus de la segunda guerra mundial.

    En la fase monopolista de Estado del imperialismo este proceso de acumulacin-concentracin-centralizacin del capital ha convertido en trabajadores asalariados, enproletarios, a sectores todava ms amplios de la poblacin; trabajadora sobre todomujeresde los pases desarrollados. Y ha dado lugar a profundos cambios en elpropio proceso de trabajo a virtud de su tambin creciente socializacin, el uso deinstrumentos perfeccionados de produccin, la introduccin de nuevos mtodos decontrol capitalista y el perfeccionamiento constante de los sistemas de divisin ysubdivisin del trabajo, todo ello para elevar la productividad y las gananciasmonopolistas.

    Junto con los incrementos de la productividad, el capital monopolista impone lacontinua degradacin del trabajo de obreros, oficinistas y otros asalariados, inclusotcnicos, obligados a desempear tareas cada vez ms simples, rutinarias e

    intensivas que, en paradjico contraste con su escolaridad creciente, requieren unadestreza decreciente, al par que se ven alejados progresivamente de la comprensindel proceso productivo global y de sus bases cientficas. En una palabra, laenajenacin es mayor. Y como lo anticipara Marx, un nmero cada vez ms grande detrabajadores se ven reducidos a la condicin de meros apndices de las mquinas, entanto que, aun en una potencia como los Estados Unidos, aumentan el ejrcito dereserva y el pauperismo oficial y tienden a nivelarse los salarios en las escalas msbajas.

    Ninguna sociedad contempornea presenta con mayor claridad estasconsecuencias de la monopolizacin que la norteamericana, como lo demuestra Harry

    Braverman. El libro que ahora entregamos a nuestros lectores constituye a nuestrojuicio una aportacin de primera importancia al conocimiento de los hechossealados, cuyas profundas implicaciones para la lucha revolucionaria en la fase delcapitalismo monopolista de estado son inescapables.

    Trabajo y capital monopolista es fruto de aos de cuidadosa investigacin,apoyada no slo en un manejo riguroso y creador de la teora marxista, sino en laslargas experiencias prcticas del autor como obrero y asalariado de otras categorasque, como luchador socialista, se ha empeado durante decenios por interpretar lacompleja realidad que los trabajadores norteamericanos habrn de transformar.

    EDITORIAL NUESTROTIEMPO

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    PRLOGO

    Por PAUL M. SWEEZY

    En la Introduccin a nuestro libro El Capital Monopolista,publicado en 1966, PaulBaran y yo escribimos que el enfoque adoptado pretenda dar un cuadro completode la forma de sociedad bajo estudio. Expresbamos entonces:

    Y estamos particularmente concientes del hecho de que este enfoque quehemos adoptado tuvo como consecuencia un olvido total respecto a un tema queocupa un lugar central en el estudio del capitalismo de Marx: el proceso del trabajo.Subrayamos el papel crucial del cambio tecnolgico en el desarrollo del capitalismomonopolista pero no hacemos ningn intento por inquirir sistemticamente acercade las consecuencias que los tipos especficos de cambio tecnolgico, caractersticosde la fase capitalista monopolista, han tenido sobre la naturaleza del trabajo, lacomposicin (y diferenciacin) de la clase obrera, la sicologa de los trabajadores, lasformas de organizacin y lucha de la clase obrera, etc... Obviamente estos son

    temas importantes que tendran que ser afrontados en cualquier estudio exhaustivodel capitalismo monopolista.

    Ahora finalmente, tenemos en el trabajo de Harry Braverman, publicado casiuna dcada despus, un serio esfuerzo, y en mi opinin slidamente exitoso, porllenar una gran parte de este vaco. Sera difcil describir este esfuerzo en forma msadecuada y concisa que como un intento por inquirir sistemticamente acerca delas consecuencias que los tipos especficos de cambio tecnolgico, caractersticos dela fase capitalista monopolista, han tenido sobre la naturaleza del trabajo, lacomposicin (y diferenciacin) de la clase obrera. Harry Braverman no intentaconducir la investigacin al travs de lo que podran ser llamados los aspectos

    subjetivos del desarrollo de la clase obrera bajo el capitalismo monopolista. Estatarea queda an por ser emprendida. Quien quiera que se decida a hacerloencontrar en el presente trabajo un fundamento firme e indispensable sobre elcual construir.

    Quiero asentar en forma bien clara que la razn por la que Baran y yo nointentamos llenar en ninguna forma este vaco fue no solamente el enfoque- quehabamos adoptado. Una razn ms fundamental era que carecamos de lacalificacin necesaria. Un genio como Marx pudo analizar el proceso del trabajo bajoel capitalismo sin haberse visto nunca directamente envuelto en l y lo hizo conbrillo y penetracin sin par. Para mortales menos dotados la experiencia directa esuna condicin sine qua non,como tan elocuentemente lo testifica el triste rcord, enesta rea de varios expertos y autoridades acadmicas. Baran y yo carecamosde esa experiencia directa tan crucial e importante y si nos hubiramos aventuradoen el tema, sin lugar a dudas hubiramos cado en muchos de los mitos y falaciastan enrgicamente promovidos por los idelogos del capitalismo. Despus de todono hay otro tema en el que sea ms importante (para el capitalismo) ocultar laverdad que en ste. Como evidencia de esta credibilidad tan slo citar unainstancia: la absoluta creencia en el mito de la tremenda declinacin durante elltimo medio siglo del porcentaje de la fuerza de trabajo no calificada. (Ver ElCapital Monopolista, p. 267, ed. inglesa) Harry Braverman ha tenido una ricaexperiencia directa la resume brevemente en su introduccin y por tanto se

    encuentra admirablemente dotado para combatir y exponer las distorsiones ymentiras de los aplogos del capitalismo. En ninguna parte esto ltimo est hechode manera ms aplastante que con el elocuente captulo final donde el mito de la

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundocreciente calificacin de la fuerza de trabajo es destruido de una vez y para siempre.

    Pero no slo es necesaria la experiencia directa para el estudio cientfico delproceso del trabajo bajo el capitalismo monopolista. Es igualmente importanteposeer un completo dominio de los trabajos pioneros de Marx en este campo y de sumtodo dialctico. Harry Braverman tiene esto tambin, y es la combinacin deexperiencia prctica y bagaje terico una combinacin excluida casi por definicin

    de las ciencias sociales acadmicas lo que le ha permitido producir unacontribucin de gran importancia para la comprensin de la sociedad en quevivimos.

    Todo el que lea este libro sacar beneficio de ello. Pero los que particularmentese beneficiarn son los que lo lean junto con el Volumen I de El Capital, yespecialmente la Parte IV (La produccin de plusvala relativa), debido a que fueaqu donde por primera ocasin el anlisis del proceso del trabajo bajo elcapitalismo fue puesto sobre un fundamento genuinamente cientfico. Todos losconceptos esenciales y las herramientas fueron proporcionadas por Marx, y l losus con tan buen resultado que por un largo tiempo sus seguidores dieron por

    garantizado que nada nuevo necesitaba ser agregado en este campo deinvestigacin. Por lo que respecta a la teora, tenan razn. Pero por supuesto, lasmanifestaciones visibles del capitalismo, no as su naturaleza interior, hanexperimentado tremendos cambios en el ltimo siglo. La acumulacin del capital haasumido nuevas formas de organizacin; ha invadido viejas ramas de la economa yse desparram en muchas otras nuevas. Lo que se necesitaba hacer era aplicar lateora de Marx a los nuevos mtodos y ocupaciones inventados o creados por elcapital en su incansable expansin. Esta es la tarea que Harry Braverman harealizado por s mismo. En trminos de teora, como l sera el primero en decirlo,hay muy poco en este libro que sea nuevo. En trminos de conocimiento ganado porla creativa aplicacin de la teora, hay una enorme cantidad de cosas nuevas, ymuchas de ellas en contradiccin directa con lo que la ideologa capitalista halogrado establecer como la sabidura convencional de la sociedad.

    Me apresuro a agregar, y aqu otra vez estoy seguro que Harry Braverman seriael primero en aceptar, que en importantes aspectos la funcin de este trabajo esplantear ms que contestar cuestiones, abrir (o re-abrir) lneas de investigacin quehan sido despreciadas y que claman por estudio y elaboracin. Difcilmente hay unaocupacin u otro aspecto del proceso del trabajo que no recompense el dedicarleuna mayor y detallada investigacin histrica y analtica que la que le es dedicadaen esta amplia revisin. En este sentido, el libro de Harry Braverman debe serconsiderado una invitacin y un reto a una generacin ms joven de economistas y

    socilogos marxistas pan dedicarse a la urgente tarea de destruir la ideologaburguesa y poner en su lugar un panorama honesto de la realidad social dentro dela cual nos vemos forzados a vivir.1

    Debo concluir estas observaciones con una confesin: para m, la lectura deeste libro ha sido una experiencia emociona], algo similar, supongo, a la que hanexperimentado millones de lectores del Volumen Ide El Capital.La triste, horrible y

    1A este respecto quiero enfocar la atencin al Capitulo 17 (La estructura de la clase obrera y suejrcito de reserva), donde se adelanta la tesis de que La Ley General de la AcumulacinCapitalista de Marx, conforme a la cual el avance del capitalismo est caracterizado por laacumulacin de riqueza fen un polo y las carencias y miseria en el otro, lejos de ser la egregia falacia

    que durante largo tiempo la ciencia social burguesa ha pretendido que sea, ha resultado en efectoser una de las mejor fundadas de todas las intuiciones de Marx acerca del sistema capitalista.Cunto ms coherente y til hubiera sido la voluminosa literatura de los aos recientes acerca de lapobreza y otras cuestiones ligadas, si hubiera empezado en este slido cimiento!

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    angustiosa manera en que la inmensa mayora de mis conciudadanos hombres ymujeres, al igual que sus semejantes en la mayora del resto del mundo, sonobligados a pasar sus vidas de trabajadores, se ha marcado en mi conciencia enforma agudsima e inolvidable. Y cuando pienso en todo el talento y la energa quediariamente son dedicados para inventar formas y medios de empeorar su tormento,todo en el nombre de la eficiencia y la productividad pero realmente para mayor

    gloria del gran dios el capital, mi admiracin por la capacidad de la humanidadpara crear semejante sistema monstruoso es rebasada tan slo por el asombrodebido a su voluntad de tolerar la continuacin de semejante orden tan obviamentedestructivo del bienestar y felicidad de los seres humanos. Si el mismo esfuerzo, otan slo la mitad, se dedicaran a hacer del trabajo la alegre y creativa actividad quepuede ser, qu mundo tan maravilloso podra ser ste.

    Pero antes que nada debe haber una extensa y popular comprensin de lo querealmente es el capitalismo porque su aparente necesidad e inevitabilidad son enrealidad tan slo hojarasca ideolgica para esconder el desnudo inters de unaestrecha minora. Este libro, estoy convencido de ello, puede hacer una

    contribucin vital a lo mucho que necesita ser iluminado.

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    Denn die einen sind im DunkelnUnd die andern sind im LichtUnd man siehet die im Lichte

    Die im Dunkeln sieht man nicht

    Bertolt Brecht(De la cancin Mack thi Knift)

    (Hay algunos que viven en la oscuridadMientras que otros viven en la luz

    Vemos a los que viven a la luz del daLos de la oscuridad son invisibles)

    INTRODUCCIN

    Este libro primero tom forma en mi mente como algo ms que un pequeo estudiode los movimientos ocupacionales en los Estados Unidos. Estaba interesado en laestructura de la clase obrera y en la manera en que haba cambiado. Esa porcin dela poblacin empleada en industrias manufactureras y conexas la llamada clase

    obrera industrial aparentemente se ha venido contrayendo durante algn tiempo,si no en nmeros absolutos s en trminos relativos. Desde el momento en que nome resultaban claros los detalles de este proceso, especialmente sus puntos nodaleshistricos y la forma del nuevo tipo de empleo, que estaba tomando el lugar delantiguo, me dediqu a buscar ms acerca de ellos. Y dado que, como prontodescubra, estas cosas no han sido todava clarificadas de una maneracomprensible, decid que haba necesidad de una ms sustancial descripcinhistrica y anlisis del proceso del cambio ocupacional de lo que haba sido escritohasta entonces.

    Entre ms lea en la literatura formal e informal de los empleos, ms me daba

    cuenta de una contradiccin que marca muchos de los escritos recientes en estarea. En un lado se enfatiza que el trabajo moderno, como resultado de larevolucin cientfico-tcnica y la automatizacin, requiere cada vez ms elevadosniveles de educacin, entrenamiento, mayor ejercicio de la inteligencia y esfuerzomental en general. Al mismo tiempo, parece contradecir esta visin una crecienteinsatisfaccin con las condiciones del trabajo industrial y de oficina. Debido a ellotambin se dice a veces incluso por la misma gente que en otros tiempos apoyabael primer concepto que el trabajo se ha subdividido en forma creciente enpequeas operaciones que fracasan en sostener el inters o en emplear lashabilidades humanas a los niveles de educacin en boga; que estas pequeasoperaciones demandan cada vez menos calificacin y entrenamiento, y que lamoderna corriente de trabajo con su menor empleo de la mente y suburocratizacin est alienando sectores cada vez ms grandes de la poblacintrabajadora. Como generalizaciones estas dos visiones no pueden fcilmente serarmonizadas. Por el otro lado, no fui capaz de encontrar en la amplia literaturaningn intento por reconciliarlas por medio de una cuidadosa especificacin de lamanera en que han evolucionado varias ocupaciones, quiz en contraste unas conotras.

    En esta forma mis intereses empezaron a ampliarse para incluir la evolucin delos procesos del trabajo dentrode las ocupaciones lo mismo que los movimientos deltrabajo entre las ocupaciones. Conforme estas variedades de cambio aparecan

    gradualmente en mi mente, era empujado a la bsqueda de las causas y ladinmica subyacente a la incesante transformacin del trabajo en la era moderna.En particular, esto me llev a incluir en mi investigacin la evolucin de la

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundoadministracin lo mismo que de la tecnologa de las modernas compaas, as comolos cambios en la vida social. Poco despus me encontr a m mismo intentando unestudio del desarrollo del modo de produccin durante los pasados cien aos.

    La literatura que presenta e interpreta las corrientes tcnicas y deadministracin, existe sobre todo en dos formas para el lector en general:periodismo y ciencia social. En el curso de una muy extensiva lectura de esta

    literatura, me impresion sobre todo la vaguedad, la generalidad de las palabras yen ocasiones los grandes errores de descripcin de los temas concretos bajodiscusin. Me pareca que muchas conclusiones ampliamente aceptadas estabanbasadas en informacin poco genuina, y representaban, o simplificaciones omalentendidos de una compleja realidad. Dado que mucho de lo que aparece aqupondr en duda este cuadro convencional del trabajo y de la poblacin trabajadora,siento que debo dar al lector un resumen de mis propios antecedentes, tanto msque ellos juegan un papel en este libro. Si bien utilic en este estudio la mayor partede mi tiempo libre durante ms de cuatro aos, mi inters en muchos de los temasdiscutidos en l data de muchos aos atrs.

    Empec mi vida de trabajador pasando cuatro aos de aprendiz en la industriadel cobre, y trabaj en esta industria un total de siete aos. Estos siete aos lospas en un astillero naval, un tipo de empresa industrial que en su tiempo eraprobablemente el producto ms completo de dos siglos de revolucin industrial.Casi todos los oficios mecnicos que han surgido en el curso de estos siglos(algunos de los cuales, como el mo propio, tenan sus races en los artesanos de laantigedad clsica y anteriores) eran practicados en dicho astillero en estrechaasociacin, uno pon otro. Debido a esta proximidad y a los procesos interconectadospracticados porlos maestros de oficios, y tambin debido a la reunin de aprendicesy maestros en una escuela industrial para sesiones semi-semanales, aprend noslo mi propio oficio sino que obtuve una comprensin concreta de la mayora de losotros.

    La naturaleza extremadamente limitada del empleo en mi rama y su rpidadeclinacin con la sustitucin de nuevos procesos y materiales en lugar de losmodos tradicionales de trabajar el cobre, hizo difcil para m seguir trabajando comoartfice del cobre cuando me traslad a otras partes del pas o de uno a otro trabajo.Pero debido a que el trabajo en la rama del cobre me provea con un fundamento deelementos de un diverso nmero de otros oficios, siempre era capaz de encontrartrabajo en otras ramas, tales como colocacin de tubera, laminacin de metal, ytrabaj en ellos durante otros siete aos: en un taller de reparacin del ferrocarril,en talleres de laminado, y especialmente en dos plantas que fabricaban discos de

    acero duro y acero estructural para equipo de la industria bsica del acero,incluyendo altos hornos.

    Estos antecedentes de trabajo manual pueden llevar a algunos lectores aconcluir, despus de haber ledo este libro, de que fui influido por una afeccinsentimental a condiciones anticuadas de los ahora mtodos arcaicos de trabajo. Hesido conciente de esta posibilidad pero he tratado de no dejar que ninguna de misconclusiones surjan de tal romanticismo y en general no creo que esta crtica podraser justificada. Es verdad que yo gozaba y todava gozo, trabajando como unartesano, pero dado que crec durante los aos de rpido cambio en los oficiosmecnicos, siempre fui conciente de la marcha inexorable de la ciencia basada en

    los cambios tecnolgicos; ms an, en mis reflexiones acerca de este tema y en lasmuchas discusiones entre artesanos que debatan lo viejo y lo nuevo, en las quetom parte, fui siempre un modernizador. Crea entonces, y todava lo creo ahora,

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    que la transformacin de los procesos del trabajo de sus fundamentos en latradicin a sus fundamentos en la ciencia no es slo inevitable sino necesaria parael progreso de la raza humana y para su emancipacin del hambre y otras formasde la necesidad. Ms importante, al travs de estos aos, fue mi labor en elmovimiento socialista; por ella he asimilado la visin marxista que es hostil no a laciencia y a la tecnologa como tales, sino tan slo a la manera en que ellas son

    usadas como armas de dominacin en la creacin, perpetuacin y profundizacinde un abismo entre las clases en la sociedad.

    Tuve la oportunidad de ver directamente, durante estos aos, no slo latransformacin de los procesos industriales sino la manera en que estos procesoseran reorganizados; cmo el obrero, es sistemticamente robado de una herenciaartesanal, y a cambio no le es dado nada o casi nada. Como todos los artesanos,incluso los ms inarticulados, yo siempre resent esto, y conforme vuelvo a leerestas pginas, encuentro en ellas un sentido no slo de ultraje social, que estabaimplcito, sino tambin quiz de afrenta personal. Si esto es as, ya dije que no esintencional, pero no pienso que dae en nada. De cualquier manera, repito que

    espero que nadie saque de ello la conclusin de que mis conceptos estn moldeadospor la nostalgia de una poca que no puede ser regresada. Ms bien misconcepciones acerca del trabajo estn gobernadas por la nostalgia de una poca quetodava no se materializa, en la que, para el obrero, la satisfaccin artesanal quesurge del dominio conciente e intencionado di los procesos del trabajo sercombinada con las maravillas de la ciencia y de la ingeniera en una poca en la quecada quien ser capaz de beneficiarse en cierto grado con esta combinacin.

    En aos posteriores, fui capaz de obtener experiencia de primera mano enalgunos de los ms tpicos procesos de oficina de nuestros tiempos, una vez ms, enel momento en que estaban empezando rpidos cambios. Algunos aos deexperiencia en el periodismo socialista me llevaron eventualmente a mi empleo en lapublicacin de libros como editor, y esto a su vez me llev a ms de doce aos comoejecutivo en dos casas editoras. Aqu fui capaz de ver, y en la prctica disear,algunos de los procesos administrativos que tienen que ver con el modernomercadeo, distribucin, contabilidad y dems rutinas de la produccin de libros; yesta experiencia incluy dos veces la transicin de sistemas tradicionales de oficinaa computarizados. No pretendera que estos antecedentes sean tan extensos como elde muchos otros que han trabajado por periodos ms largos de tiempo enorganizaciones ms amplias, pero al menos ellos me permiten entender, con algndetalle y concrecin, los principios por los que los procesos del trabajo estnorganizados en las grandes oficinas.

    Como el lector ver en los respectivos captulos, he tratado de usar estaexperiencia en este libro. He tenido tambin el beneficio de muchas conversacionescon amigos, conocidos, extraos conocidos en reuniones sociales o en viajesacerca de sus trabajos (y puede ser que algunos de ellos al leer esto entendern porqu era tan curioso hasta el punto de la imprudencia). Pero mientras que estosantecedentes de ocupaciones y conversaciones han sido tiles, debo enfatizar quenada en este libro descansa en experiencia personal o reminiscencias y que no heincluido, en sentido formal, casi ningn material acerca de los cuales no pudieradar una referencia que pudiera ser verificada independientemente por el lector,como debe ser en todo trabajo cientfico.

    A travs del periodo de estudio y composicin, discut las ideas que ibantomando forma en mi mente con multitud de amigos, y quiero agradecerles aqu porsu inters y paciencia. El manuscrito fue tambin ledo por amigos, asociados y

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundootras personas interesadas y debo agradecerles a todos por sus vlidas sugestionesque mejoraron la claridad de presentacin de un tema a veces complejo, y mesalvaron de algunos disparates de concepcin y expresin. Debo reconocer mideuda en particular para con Paul Sweezy y Harry Magdoff, quienes fueronespecialmente tiles en iniciarme sobre un variado nmero de pistas que de otramanera posiblemente hubiera descuidado, y en sugerirme lecturas que de otra

    forma me hubiese perdido; pero quisiera tambin agregar que mi mayor deuda paracon ellos, la que siento ms profundamente, es la fuerza de su ejemplo comomarxistas que intentan una comprensin de la moderna realidad social. Misreconocimientos a escritores cuyos trabajos tienen un valor especial pueden serencontrados en el texto, notas de pie de pgina y referencias. La influenciaintelectual bajo la que fue realizado este trabajo es la de Marx, y como el lector ver,poco de lo que ha sido escrito por marxistas desde Marx juega un papel directo enaquellas partes del libro concernientes con el proceso del trabajo, ello debido arazones que ahora paso a explicar.

    El lugar central en el primer volumen de El Capital de Marx, est ocupado por

    el proceso del trabajo tal cual tiene lugar bajo el control del capital, y el subttulo lodescribe detalladamente como un anlisis crtico de la produccin capitalista. Eneste volumen, la nica parte de su proyectado estudio sobre el capitalismo que fuecapaz de realizar totalmente, Marx muestra cmo los procesos de produccin son,en una sociedad capitalista, transformados incesantemente bajo los mpetus de laprincipal fuerza conductora de esta sociedad, la acumulacin de capital. Para lapoblacin trabajadora, esta transformacin se manifiesta, primero, como uncontinuo cambio en los procesos del trabajo de cada rama de la industria, ysegundo, como una redistribucin del trabajo entre ocupaciones e industrias.

    Marx complet este trabajo a mediados de la dcada 1860-70. Durante el siglopasado esta misma dinmica ha sido mucho ms poderosa que las manifestacionesde las que Marx fue testigo en su vida y sobre las que bas su anlisis crtico de laproduccin capitalista. Sin embargo el hecho extraordinario estriba en que a esterespecto los marxistas han aadido poco a su trabajo. Desde la muerte de Marx, nohan sido sometidos a ningn exhaustivo anlisis marxista, ni los cambios en losprocesos productivos a lo largo de este siglo de capitalismo y de capitalismomonopolista, ni tampoco los cambios en la estructura ocupacional e industrial de lapoblacin trabajadora. Por esta razn, como ya lo dije antes, no puedo atribuir aningn marxista ms que a Marx mismo una fuerte influencia intelectual sobre esteensayo: simplemente no hay un cuerpo continuo d trabajo en la tradicin marxistaen relacin con el modo capitalista de produccin, en la manera en que Marx lo

    trat en el primer volumen de El Capital.Dado que las razones de ello parecen serde inters, nos preguntamos por qu ha sucedido as.

    La respuesta probablemente comienza en la extraordinaria calidad ypresciencia con la que Marx llev al cabo su tarea. l someti los procesos deltrabajo, y su desarrollo en el sistema fabril, al ms penetrante y sistemtico estudiodel que jams haya sido objeto. Tan bien entendi l las tendencias del modocapitalista de produccin y tan cuidadosamente generaliz a partir de lasinstancias, incluso pobres, de su tiempo, que en las dcadas inmediatamentedespus de que complet su trabajo, el anlisis de Marx pareci adecuado a cadaproblema especial del proceso de trabajo, y extraordinariamente fiel al movimientode produccin en su conjunto. En esta forma al principio muy bien pudo haber sidola fuerza proftica del anlisis de Marx lo que contribuy al adormecimiento de estetema entre los marxistas. El desarrollo del sistema fabril pareci dar la razn entodo a Marx y hacer superfluo todo intento por repetir lo que l ya haba logrado. Es

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    cierto que hacia la primera parte del siglo veinte el incremento del trabajocomercial, administrativo y tcnico pareci interponerse entre la estructura bipolarde clases de Marx e introdujo un complicado elemento, lo que a su vez ocasion unadiscusin en la Segunda Internacional y especialmente en su seccin alemana. Perola discusin abort, en parte debido a que las tendencias todava no habanmadurado lo suficiente y fue dejada de lado sin resultados conclusivos, incluso si la

    sustancia del problema aumentaba su amplitud.Mientras tanto, los acontecimientos cataclsmicos de este siglo dos guerras

    mundiales, el fascismo, las sucesivas desintegraciones y estabilizaciones de laseconomas capitalistas en la pesadilla de guerras y en la Gran Depresin, y lasrevoluciones tanto proletarias como nacionalistas dominaron el trabajo analticodel marxismo. El frente de este violento escenario fue tomado y retenido por losmonopolios, el militarismo, el imperialismo, el nacionalismo, las crisis o lastendencias al hundimiento del sistema capitalista, la estrategia revolucionaria ylos problemas de la transicin del capitalismo al socialismo.

    El extraordinario desarrollo de la tecnologa cientfica, de la productividad del

    trabajo y hasta cierto grado de los niveles habituales de consumo de la clase obreradurante este siglo han tenido, como a menudo ha sido observado, un profundoefecto en el movimiento del trabajo como un todo. La clase obrera sindicalizada,intimidada por la escala y complejidad de la produccin capitalista y debilitada ensus mpetus originales revolucionarios por los logros permitidos por el rpidocrecimiento de la productividad, perdida cada vez ms la voluntad y la ambicin dearrancar el control de la produccin de las manos capitalistas se ha concretadocada vez ms a regatear acerca de la participacin del trabajo en el producto. Estemovimiento del trabajo constituye el medio ambiente inmediato del marxismo; y losmarxistas se ven impelidos, en diversos grados, a adaptarse a l.

    La adaptacin toma variadas formas, muchas de las cuales pueden ser vistasahora como ideolgicamente destructivas. La filosofa del trabajo del marxismo, adiferencia de sus pronunciamientos festivos, se enfoc cada vez ms, no a laprofunda naturaleza interior del capitalismo y a la posicin del obrero en l, sino asus diferentes efectos y crisis coyunturales. En particular, la crtica del modo deproduccin cedi el paso a la crtica del capitalismo como modo de distribucin.Impresionados, incluso quizs intimidados, por la inmensa productividad delproceso del trabajo, desconcertados por su creciente complejidad cientfica, alparticipar en las luchas de los obreros por mejoramientos de salarios y condicionesde vida, reduccin de horas, etc., los marxistas se adaptaron a la visin de lafbrica moderna como una forma inevitable, aunque perfectible, de organizacin del

    proceso del trabajo. En la socialdemocracia, el movimiento socialista anterior a laPrimera Guerra Mundial la evolucin de los sindicatos y los partidos marxistasmarcharon de la mano, como parte de la estrecha asociacin entre los dos y suunin se desliz hacia una visin claramente no revolucionaria.

    El resurgimiento del marxismo revolucionario en el movimiento comunistadespus de la revolucin rusa detuvo el deslizamiento Alacia el reformismo enmuchos otros campos pero parece que slo lo exacerb en este aspecto. Loscomunistas soviticos haban tomado el poder en un viraje de la historia inesperadopor el marxismo clsico, en un pas escasamente capitalista donde, a excepcin deunos pocos centros industriales, la tecnologa, la produccin, e incluso los procesos

    de trabajo organizados y disciplinados eran dbiles. La Unin Sovitica afront lacatstrofe hasta que pudo desarrollar la produccin y reemplazar las tradicionesinculcadas del campesinado ruso por hbitos sistemticos de trabajo social. En esta

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundosituacin, el respeto, e incluso la admiracin de los marxistas por la tecnologacientfica, el sistema de produccin y los procesos organizados y regularizados delcapitalismo desarrollado fue poco menos que exaltado. Si la vieja socialdemocraciatenda a considerar al modo de produccin capitalista como una empresainmensamente poderosa y exitosa con la que era necesario llegar a un compromiso,los comunistas tendieron a considerarlo con igual temor, como una fuente de la que

    era necesario aprender y pedir prestado, y que tendra que ser imitado si la UninSovitica tendra que alcanzar al capitalismo y echar los cimientos para elsocialismo.

    Nos basta recordar tan slo que el mismo Lenin urgi repetidamente a estudiarla administracin cientfica de Frederich W. Taylor, con un ojo hacia su utilizacinen la industria sovitica. El sistema de Taylor, deca, como todo progresocapitalista, es una combinacin de la refinada brutalidad de la explotacinburguesa y un nmero de grandes logros cientficos en el campo del anlisis de losmovimientos mecnicos durante el trabajo, la eliminacin de movimientossuperfluos y torpes, la elaboracin de correctos mtodos de trabajo, la introduccin

    del mejor sistema de contabilidad y control, etc. La repblica sovitica debe adoptara cualquier costo todo lo que es vlido en este campo en cuanto a logros de ciencia ytecnologa se refiere. La posibilidad de construir el socialismo depende exactamentede nuestro xito en combinar el poder sovitico y la organizacin sovitica deadministracin con los ms recientes logros del capitalismo. Debemos organizar enRusia el estudio y la enseanza del sistema Taylor, experimentarlosistemticamente y adaptarlo a nuestros fines.1En la prctica, la industrializacinimit el modelo capitalista; y conforme la industrializacin avanzaba, la estructuraperda su carcter provisional y la Unin Sovitica estableca una organizacin detrabajo diferente slo en detalles a la de los pases capitalistas, en tal forma que lapoblacin trabajadora sovitica lleva todos los estigmas de las clases obreras

    occidentales. En el proceso, el efecto ideolgico fue sentido a lo largo del mundo delmarxismo: la tecnologa del capitalismo, que Marx haba tratado con precavidareserva, y la organizacin y administracin del trabajo, la cual l haba tratado conapasionada hostilidad, se convirtieron en algo relativamente aceptable. Ahora larevolucin contra el capitalismo fue considerada cada vez ms como un asunto deextirpar del mecanismo capitalista altamente productivo, algunas excrecencias,mejorar las condiciones de trabajo, agregar a la organizacin de la fbrica unaestructura formal de control obrero y reemplazar los mecanismos capitalistas deacumulacin y distribucin con la planificacin socialista.

    A cualquier precio y cualquiera que fuesen los factores en accin, la crtica del

    modo de produccin capitalista, originalmente el arma ms amenazadora delmarxismo, perdi gradualmente su filo conforme el anlisis marxista de laestructura de clases de la sociedad fracasaba en mantener el paso con el rpidoproceso de cambio. Ahora se ha convertido en un lugar comn la afirmacin de queel marxismo era tan slo adecuado para la definicin del proletariado industrial, yque con el relativo declive de este proletariado en medida y peso social, el marxismo,al menos en este aspecto, se ha convertido en pasado de moda. Como resultado deesta incorrecta obsolescencia, el marxismo se hizo dbil exactamente en el punto enque originalmente haba sido el ms fuerte.

    Durante la dcada pasada hubo una renovacin de inters de la izquierda enlos procesos del trabajo y en las formas en que son organizados. Esto puede seratribuido a diversas causas. El torrente precipitado de acumulacin de capital quese dio relativamente sin control a partir de la Segunda Guerra Mundial en EuropaOccidental, Estados Unidos y Japn removi del centro de la atencin radical

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    aquellas nociones del inminente hundimiento y colapso del sistema capitalistalos cuales haban dominado el pensamiento radical durante las dcadas quesiguieron a la Primera Guerra Mundial. La bancarrota de la ideologa comunistasovitica haba abierto el camino para un neo-marxismo que intent nuevosenfoques a los problemas del capitalismo y socialismo. En particular, lasdiscusiones de la organizacin del trabajo en Cuba a mediados de la dcada de

    1960 y la revolucin cultural de China, poco tiempo despus, fueron ms all de lapreocupacin por la distribucin igualitaria de los productos del trabajo social ypusieron en el primer plano la idea de una revolucin en la organizacin de laproduccin social. Y finalmente, la nueva ola de radicalismo de esa misma dcadaestuvo animada por sus peculiares y en cierta manera sin precedentespreocupaciones. Dado que el descontento de la juventud, los intelectuales, lasfeministas, las poblaciones de los ghettos, etc., era producido, no por la quiebradel capitalismo sino por un capitalismo funcionando en la mejor de sus formas, pordecirlo as, trabajando a su ritmo ms rpido y enrgico, el foco de rebelin eraahora algo diferente de lo que fue en el pasado. Al menos en parte, la insatisfaccinse centraba no tanto en la incapacidad del capitalismo para proporcionar trabajo,sino ms bien en el trabajo que proporcionaba, no en el colapso de sus procesosproductivos sino en los evidentes efectos de estos procesos en su punto culminantede xito. No es que las presiones de la pobreza, el desempleo y el deseo hayan sidoeliminadas lejos de ello sino que ms bien ellas han sido complementadas porun descontento que no puede ser colmado proporcionando ms prosperidad yempleos debido a que esto ltimo es precisamente lo que produce dichodescontento.

    TECNOLOGA Y SOCIEDADEn este libro nos ocuparemos enteramente del desarrollo de los procesos deproduccin y del trabajo en general en la sociedad capitalista. Una cuestin que porfuerza surge es la de dnde colocar los pases del bloque sovitico en relacin coneste anlisis. Ya he indicado mi punto de vista de que la organizacin del trabajo enla Unin Sovitica (a la que me refiero en singular slo por conveniencia deredaccin, si bien sus caractersticas pueden ser encontradas en todos los pasesdel bloque sovitico, y en cierto grado en todos los pases en que han sidoderrumbadas las relaciones capitalistas de propiedad) difiere poco de laorganizacin del trabajo en los pases capitalistas. Al comentar este aspecto de lavida sovitica, Georges Friedmann, socilogo francs y durante largo tiempoestudioso de la anatoma del trabajo, escribi:

    ...parece que las economas planificadas de tipo sovitico, incluyendo las de las democraciaspopulares de Europa Oriental, y cada vez ms la de China comunista,* contienen ampliossectores en los que el progreso tcnico ha multiplicado el nmero de empleos simplificados... yha comenzado as!, y se est desarrollando la separacin entre lo planificado y la ejecucin, locual parece ser en nuestros das un comn denominador que mantiene juntas a todas lassociedades industriales, a pesar de que sean diferentes sus poblaciones y estructuras.2

    Un socilogo norteamericano informa que los economistas y cientficossociales que conoc en Mosc... insistan en que los estudios acerca de lasatisfaccin del trabajo eran irrelevantes en una sociedad en que los trabajadoresposeen los medios de produccin.3 Al mismo tiempo, en la Unin Sovitica, uncreciente conjunto de literatura sociolgica occidentalizada y de administracin

    *Esto fue escrito durante los aos cincuenta, antes de que China rompiera con la Unin Sovitica yantes de la revolucin cultural.

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundotrata de hacer explcita la deuda de la sociedad sovitica para con la prcticaindustrial capitalista.*Esta deuda difcilmente necesita ser demostrada, dado que laliteratura descriptiva y apologtica de la sociedad sovitica, mientras que presentareclamos de superioridad respecto a la prctica capitalista en trminos de lapropiedad del trabajador sobre los medios de produccin, salud y prcticas deseguridad, planificacin racional, etc. no reclama diferencias sustanciales en

    trminos de la organizacin y divisin del trabajo.La similaridad entre la prctica sovitica y la capitalista tradicional empuja

    fuertemente a la conclusin de que no hay otra forma en que la industria modernapueda ser organizada. Y esta conclusin ha sido lo suficientemente promovida porla tendencia de las modernas ciencias sociales para aceptar todo lo que es real,como necesario, todo lo que existe, como inevitable y de esta forma, el presentemodo de produccin, como eterno. En su forma ms completa esta concepcinaparece como un verdadero determinismo tecnolgico: los atributos de la sociedadmoderna son considerados como desprendimientos directos de chimeneas,mquinas-herramientas y computadoras. Como resultado de ello tenemos frente a

    nosotros la teora de una societas ex machina, no slo un determinismo sino undespotismode la mquina. En un libro escrito por cuatro cientficos sociales (entrelos cuales Clark Kerr), leemos: La industrializacin en cualquier pas despliegamuchas de las mismas ilusiones. Al industrializarse los pases se parecen ms unosa otros, por ms diversos que puedan ser, por ms que sus economas sean decomercio, agrcolas, de caza o de pesca. ... Uno de los rasgos centrales es lainevitable y eterna separacin de los hombres industrializados en dirigentes ydirigidos.4 Esto no deja nada a la imaginacin. Las relaciones antagnicas deproduccin no slo son inevitables, sino que se nos dice, en un lenguaje casireligioso, que son eternas.**

    El problema que presenta esto, obviamente es importante para un trabajocomo ste, pero es dudoso que pueda ser iluminado o solucionado sacandoconclusiones que obtienen su plausibilidad en virtud tan slo de que son un hecho

    * Ver, por ejemplo, un reciente e influyente volumen titulado Organizacin y Administracin, unAnlisis Sociolgico de las Teoras Occidentales.El autor adopta como su marco formal la actitud deLenin hacia el Taylorismo (quien conden su uso como explotacin burguesa pero urgi aestudiarlo y a adoptar todo lo que de valor tuviera). Escudndose en esta tan conveniente garanta, elautor hace las esperadas condenaciones de una manera superficial, pero el espritu total del libro esel de la absorcin de la teora occidental de la administracin de empresas y de fascinacin frente asus aspectos manipuladores y administrativos. En esta forma adopta no slo el espritu sino ellenguaje y la investigacin de Marx acerca de la sociedad capitalista se convierte para este entusiasta

    autor en un esplndido ejemplo de un anlisis de sistemas mientras que Marx mismo, al crear elmaterialismo dialctico tambin sienta los fundamentos de un anlisis de sistemas.4**En una polmica contra el anarquismo titulada Sobre la autoridad, Federico Engels escribi en1873: Si el hombre, gracias a su conocimiento y genio inventivo ha subordinado las fuerzas de lanaturaleza, stas toman venganza sobre l, sometindolo, en el mismo grado y medida en que lasutiliza, a un verdadero despotismo, independiente de toda organizacin social. El querer abolir laautoridad en la industria en gran escala, es tanto como querer abolir la industria misma, destruir eltelar mecnico con el fin de regresar al telar de mano.6De todo corazn debemos estar de acuerdocon Engels en que al domear las fuerzas naturales y al usarlas en la produccin social, lahumanidad ha alterado los trminos de su vida social e introducido limites organizativos a laactividad libre e individual del productor aislado. Pero Engels fue llevado tan lejos en su polmicaque al postular un verdadero despotismo y al considerarlo como independiente de todaorganizacin social, us generalidades terminolgicas que no son caractersticas de sus escritos ni

    mucho menos de los de Marx. En particular el uso del trmino autoridad como un concepto supra-histrico, independiente de las varias formas que puede asumir individual o colectiva, antagnica oarmoniosa, alienada o en manos de los productores directos tan slo puede ser fuente deconfusin.

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    que existe. Me parece que el problema puede ser fructuosamente atacado slo por elcamino del anlisis, concreto e histricamente especfico, de la tecnologa y de lamaquinaria por un lado, y de las relaciones sociales, por si otro; y tambin delanlisis de la manera en que ambos se unen en las sociedades existentes Semejanteanlisis muy bien podra empezar con la posibilidad de que el presente modo de laorganizacin y control del trabajo: surgi en la sociedad capitalista por razones

    especficas de dicha sociedad, y fue transferido a la sociedad sovitica e imitado porella por razones que tienen que ver con la naturaleza especfica de aquellasociedad.Al reconocer que hay muy pocos rasgos eternos e inevitables de organizacinsocial humana, en un sentido abstracto, tal anlisis procedera por medio de unacomprensin de la evolucin histricaque produjo modernas formas sociales. Y loms importante, dicho anlisis no debe simplemente aceptar lo que los diseadores,propietarios y gerentes de las mquinas nos digan acerca de ellas, sino debe formarsu propia e independiente evaluacin de la maquinaria y de la moderna industria,en la fbrica y en la oficina; de otra manera crear no una ciencia social sinosimplemente una rama de la ciencia de la administracin.

    A estas alturas debo dedicar unas pocas pginas a la concepcin de Marxacerca de la relacin entre tecnologa y sociedad, antes de aadir algo ms sobre laUnin Sovitica. Es necesaria una clarificacin de las opiniones de Marx acerca deesta relacin porque la ciencia social ortodoxa, como lo hemos visto, es proclive alms vulgar y superficial de los determinismos tecnolgicos y a menudo malentiendea Marx a este preciso respecto y lo acusa de este pecado.

    En su primer ensayo publicado en el que es: delineado su enfoque de lahistoria y la sociedad, la rplica a Proudhon escrita en 1846-47 y titulada Miseriade la Filosofa,en cierto punto dice Marx:

    M. Proudhon el economista, comprende muy bien que los hombres hacen pao, lino oseda dentro de relaciones definidas d produccin. Pero lo que no ha entendido es que estas

    definidas relaciones sociales son tambin producidas por los hombres, lo mismo que el lino, latela, etc... Las relaciones sociales estn ntimamente ligadas a las fuerzas productivas. Aladquirir nuevas fuerzas productivas los hombres cambian su modo de produccin; y alcambiar su modo de produccin, al cambiar la forma de ganar su sustento, cambian todas susrelaciones sociales. El molino a mano nos da una sociedad con el seor feudal; el molino devapor nos da una sociedad con el capitalista industrial.7

    La frase final tiene la impresionante cualidad y la amplia fidelidad histricacaracterstica de los mejores aforismos de Marx. Pero desgraciadamente es su otracualidad, la de aparecer como una frmula hecha, la que ha atrado la atencin demuchos y ocasionado que traten de usarla como un sustituto de los trabajosanalticos e histricamente inmensos realizados por Marx acerca de este tema. La

    ciencia, dice Marx respecto a Proudhon, slo unas cuantas pginas adelante, sereduce para l a las estrechas proporciones de una frmula cientfica; y l es unhombre en busca de frmulas.8 A pesar de tales advertencias hay quienes hanintentado entender a Marx como un proveedor de frmulas, y en ese sentido lo hancatalogado como un determinista tecnolgico.

    Por supuesto que en la evolucin social Marx otorg una posicin de primacaa los medios de produccin. Pero esto nunca fue concebido como un determinismosimple y unilateral que ocasiona que un modo especfico de produccinautomticamente se desprenda de una tecnologa especfica. Semejantedeterminismo es falso respecto a la historia en general y particularmente intil al

    confrontar pocas revolucionarias y de transicin, acerca de las que Marx se hallabaparticularmente preocupado. En tales pocas, las sociedades que exhiben unavariedad de formas de relaciones sociales, claramente coexisten sobre la base de

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundotecnologa sustancialmente igual. La solucin de Marx al problema de la transicinapunta hacia su concepcin del desarrollo de las fuerzas productivas dentro de unsistema de relaciones sociales, hasta que maduran, entran en conflicto con l yderrumban sus estructuras. Esto tiene dos importantes implicaciones que chocancon la interpretacin de Marx como un determinista tecnolgico blandiendo unasimple frmula. Por un lado significa que las mismas fuerzas productivas que son

    caractersticas del cierre de una poca de relaciones sociales, son tambincaractersticas de la apertura de la siguiente poca; en efecto, cmo podra ser deotra manera, dado que las revoluciones sociales y polticas, si bien en ltimoanlisis pueden surgir a causa de la gradual evolucin de las fuerzas productivas,no proveen a la sociedad del maana de una tecnologa nueva y flamante. Y por otrolado, provee al crecimiento y evolucin de las fuerzas de produccin dentro de lasestructuras de un solo sistema social, un rasgo de todos los sistemas sociales peroespecialmente significativo para el capitalismo. En esta forma, si la fuerza del vapornos da al capitalista industrial, el capitalismo industrial nos da a su vez, laenerga elctrica, la fuerza de la combustin interna de los motores y la energaatmica.

    Sobre las bases de este marco, podramos esperar que la tecnologa yorganizacin de la produccin del capitalismo primitivo estuvieran ms cercanos dela ltima poca feudal, y las del ltimo capitalismo mucho ms cercanas a las delprimer socialismo que lo que estn el uno del otro. Por supuesto que esto es cierto ysirve como una demostracin elemental del hecho de que las relaciones entretecnologa y sociedad estn ms all del alcance de todo determinismo simplista.El tratamiento del interjuego entre las fuerzas y las relaciones de produccin ocupa Marx en casi toda su obra histrica, y mientras que no hay duda de que l dioprimaca a las fuerzas de produccin a lo largo de la historia, la idea de que estaprimaca podra ser usada de manera formulstica en el anlisis de la historia sobre

    bases diarias, nunca hubiera entrado a su mente.*Aquellos que conocen el mtodo histrico de Marx slo al travs de unos

    cuantos aforismos, haran bien en estudiar El Capitalcon el objeto de ver cmo estratada la relacin entre capital como forma social y el modo capitalista deproduccin como una organizacin tcnica. Dentro de los lmites histricos yanalticos del capitalismo, de acuerdo con el anlisis de Marx, la tecnologa, enlugar de producir simplementerelaciones sociales es producidapor la relacin socialrepresentada por el capital. El modo capitalista de produccin es trazado por Marxdesde sus principios, desde cuando es difcil distinguirlo, en sus etapas primitivas,del comercio artesanal de los gremios, a no ser por el gran nmero de obreros

    empleados simultneamente por un mismo capital individual,9

    al travs de laindustria domstica, la divisin manufacturera del trabajo, la maquinaria y laindustria moderna, y el sistema de fbrica, en el que el modo capitalista deproduccin se encuentra totalmente desarrollado y la forma social inherente deltrabajo bajo el capitalismo adquiere por primera vez realidad palpable y tcnica.10Desde este punto de vista, el primer volumen de El Capitalpuede ser consideradocomo un ensayo masivo acerca de cmo la forma mercanca, en un ambiente social

    *En su Introduccin a la Crtica de la Economa Poltica, incompleta y nunca publicada por Marx ydescrita por Kautsky como un boceto fragmentario de un tratado que debi haber servido comointroduccin a su trabajo principal, Marx asent para su uso, ocho prrafos como notas sobre

    puntos que deben ser mencionados aqu y no omitidos. El quinto dice: La dialctica de losconceptos fuerza productiva (medios de produccin) y relacin de produccin, dialctica cuyoslmites estn por ser determinados y que no anulan la diferencia concreta.11Su elaboracin acercade este tema hubiera sido de considerable inters.

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    y tecnolgico adecuado, madura en la forma de capital y cmo la forma social delcapital conducida a una incesante acumulacin como la condicin para su propiaexistencia, transforma completamente la tecnologa.*

    En este anlisis, las condiciones del tantas veces citado aforismo estninvertidas. Si Marx no se vea embarazado por este intercambio de papeles entre lasformas sociales por un lado y los procesos materiales de produccin por el otro, sino

    todo lo contrario, se mova confortablemente entre ellos, se debi a que aparte desu genio y su dialctica nunca adopt una concepcin formalstica de la historia,nunca jug con simples y desventuradas correlaciones y relaciones equivalentes niotros tantos intentos de domear la historia por medio de violentas simplificaciones.El determinismo social no tiene la rigidez de una reaccin qumica sino que es unproceso histrico. Las formas concretas y determinadas de sociedad son en efectodeterminadas ms que accidentales, pero ste es el determinismo de la hilaturaque vuelta por vuelta es tejida en el telar de la historia, no la imposicin defrmulas externas.

    La relevancia de estas observaciones para el tema objeto de este libro, es

    simplemente sta: como el lector habr ya comprendido, se argumentar aqu queel modo de produccin que vemos a nuestro alrededor, la manera en que estnorganizados y conducidos los procesos del trabajo, es el producto de las relacionessociales que conocemos por capitalistas. Pero la forma de nuestra sociedad, laforma de cualquier otra sociedad dada, no es una creacin instantnea de leyesque dicha sociedad genera delante de nuestros ojos. Cada sociedad es un momentoen el proceso histrico y puede ser aprehendida slo como parte de dicho proceso.El capitalismo como forma social, cuando existe en el tiempo, espacio, poblacin yen la historia, teje un pao de miradas de hilos; las condiciones de su existenciaforman una red compleja, donde cada una de las cuales presupone a muchas otras.Es debido a esta existencia slida y tangible, a esta forma concreta producida por lahistoria, en la que ninguna de sus partes puede ser cambiada por suposicionesartificiales sin causar violencia a su modo de existencia, es precisamente debido aesto que aparece ante nosotros como natural, inevitable y eterno. Y esnicamente en este sentido, como un telar por encima de los siglos, que podemosdecir que el capitalismo produjo el actual modo capitalista de produccin. Estoest muy lejos de ser una frmula hecha que nos permite deducir de un estadodado de tecnologa un modo dado de organizacin social.

    Lo que se ha dicho del capitalismo tambin puede ser dicho del socialismo, elcual todava no existe en ninguna parte en el sentido clsico marxista. La UninSovitica tuvo una involucin, pero una revolucin bajo condiciones sociales

    especificas, y casi toda su historia subsecuente combina progreso en tecnologa yproduccin con un retroceso de sus objetivos revolucionarios originales. Estacombinacin especial requiere su propio y especfico anlisis. En la sociedadsovitica tenemos la primera expresin fenomenal de una poca de transicin la que

    *El re-descubrimiento de Marx por la ciencia social burguesa en aos recientes ha llevado amigos aMarx que le son de tan poca ayuda casi como sus enemigos. En esta forma William L. Zwerman, enun reciente libro sobre tecnologa y teora de la organizacin resume la concepcin marxista comosigue: Los marxistas presuponen como secundaria la primada de la tecnologa industrial, al tratarlas relaciones sociales (en primera instancia la organizacin individual misma), es decir lassuperestructuras.12Luego l intenta aplicar esto a la empresa capitalista, precisamente la sede en la

    que tiene poca relevancia y de hecho donde los trminos de esta relacin estn invertidos. En esteesfuerzo se asemeja a un neo-darwiniano tratando de aplicar a una evolucin socialdada, aquellostrminos biolgicosque no son adecuados a ese contexto. Dentro de la empresa capitalista son lasformas sociales las que dominan la tecnologa, ms bien que lo contrario.

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundomuy bien puede durar siglos y la que indudablemente mostrar muchas formascontradictorias, complejas y de transicin. Cualquiera que sea la visin que se tomede la industrializacin sovitica no se puede interpretar concientemente su historia,incluso su primer y ms revolucionario periodo, como un intento por organizar losprocesos del trabajo -de manera fundamentalmente distinta a los del capitalismo, yde esta forma, como un intento que naufraga en los escollos de las verdades eternas

    de Clark Kerr. Seria muy difcil demostrar que alguno de los sucesivos liderazgossoviticos haya siquiera expresado que dicho intento debera ser hecho en la presenteetapa de la historia sovitica.*(A este respecto hay una enorme diferencia entre lareciente literatura programtica china y la sovitica; Kruschev ridiculiz el planchino para incorporar la construccin del comunismo al seno del proceso deindustrializacin, diciendo que era como intentar comer sopa con una lezna. Suagudeza estaba enmarcada dentro de los limites de una concepcin comunistaortodoxa, la cual en algunos aspectos se remonta a Lenin e incluso antes, pero suobservacin ya no resulta tan chistosa ahora que los chinos han aclarado susorprendente concepcin).

    Si no hay transformacin automtica e inmediata del modo de produccincomo resultado de un cambio en las formas sociales, entonces no deben serconsideradas como sorpresas tales formaciones hbridas como las que vemos en laUnin Sovitica. Le tom siglos al capitalismo desarrollar su propio modo deproduccin, el cual, como lo veremos ms adelante en estas pginas, todava se estformando y desarrollando. El socialismo como modo de produccin, no creceautomticamente como tampoco lo hizo el capitalismo que creci como respuestaa fuerzas del mercado ciegas y orgnicas; debe ser dado a luz sobre bases de unatecnologa adecuada, por la actividad conciente y premeditada de la humanidadcolectiva. Y esta actividad debe superar no slo las condiciones habituales del modode produccin previo sino las de muchos milenios durante los que existieron todo

    tipo de sociedades de clase, dado que con la declinacin del capitalismo no llegamosal fin solamente de una forma particular de sociedad sino al de la ltima formaantagnica del proceso social de produccin, para decirlo con palabras de Marx, elcaptulo final de la prehistoria de la sociedad humana.13 Considerada desde estepunto de vista la nocin de que los procesos del trabajo que estn por serexaminados en este libro, pueden ser despojados de su carcter capitalista por elsimple expediente de citar a la Unin Sovitica, me parece que seria un ejemplo delpeor tipo de ciencia producida en mquinas tragamonedas.

    En cualquier caso, el propsito de este libro es el estudio de los procesos deltrabajo en la sociedad capitalista, y de la manera especfica en que stos son

    formados por las relaciones capitalistas de propiedad. No puedo ofrecer aqu ningnestudio paralelo de la manera especfica en que esta estructura ha sido imitada porlas sociedades hbridas del bloque sovitico. Esto ltimo forma un tema propio ybastante diferente, y tiene un gran inters en s mismo. Pero dado que este modo deproduccin fue creado por el capitalismo y no por el sovietismo, donde se danicamente como forma reflexiva, imitativa y esperamos que transitoria, entonceses con el capitalismo con lo que debe empezar el estudio de los procesos del trabajo.

    * En un ensayo acerca de los orgenes y funciones de la jerarqua en la produccin capitalista,Stephen A. Marglin dice: Al conceder absoluta prioridad a la acumulacin de capital, la UninSovitica repiti la historia del capitalismo, al menos respecto a la relacin de hombres y mujeres

    para con su trabajo... Los soviticos abrazaron conciente y deliberadamente el modo capitalista deproduccin... Ahora que los soviticos han hecho obsesiva su consigna de alcanzar y sobrepasar alos EUA,probablemente se necesitar, en dicha sociedad al igual que en la nuestra, tanto como unarevolucin para transformar la organizacin de) trabajo.14

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    LA NUEVA CLASE OBRERAEl trmino clase obrera, entendido adecuadamente, nunca deline con precisin uncuerpo especfico de gente, sino que ms bien era una expresin para un procesosocial en marcha. Sin embargo, para las mentes de la mayora de la genterepresent durante largo tiempo una parte bien definida de la poblacin de lospases capitalistas. Pero con el advenimiento de amplios movimientos ocupacionales(los que sern descritos en los ltimos captulos), y de la conciencia creciente deestos cambios en las dcadas recientes, el trmino ha perdido mucho de sucapacidad descriptiva. Puedo por tanto simpatizar con aquellos lectores quequisieran que yo comenzara con una definicin, concisa y actualizada del trminoclase obrera. Tal definicin, si es que pudiera ser dada, sera de gran ayuda parael autor lo mismo que para el lector, pero no puedo estar seguro que un intento deesa naturaleza no resultara en mayor confusin que clarificacin. Nos enfrentamosno a trminos estticos de una ecuacin algebraica, la cual requiere tan slo decantidades estticas para ser llenada, sino a un proceso dinmico cuyacaracterstica es la transformacinde sectores de la poblacin. El lugar de muchos

    de estos sectores en una definicin de clase es ms bien complejo, y no puede serintentada su ubicacin hasta que hayan sido bien descritos y clarificados loscriterios de anlisis.

    Expresndolo en forma ms concreta: No tengo nada contra la definicin de laclase obrera, sobre la base de su relacin con los medios de produccin, comoaquella clase que no posee, o ms bien que no tiene acceso como propietaria a losmedios de trabajo, y debe por tanto vender su fuerza de trabajo a aquellos que s lotienen. Pero actualmente, cuando casi toda la poblacin ha sido colocada en estasituacin, de tal forma que la definicin abarca estratos ocupacionales de la msdiversa especie, lo que resulta importante es no la simple definicin sino su

    aplicacin. Slo puedo decir a estas alturas que de este estudio espero que surja uncuadro razonable y til de la estructura de la clase obrera. Si el lector me perdonael atrevimiento, pienso que la necesidad de este curso se podr ver ms adelante enla exposicin, en la misma forma en que llegu a darme cuenta a lo largo de lainvestigacin.*

    De cualquier manera, y para propsitos de claridad, debera advertir desde elprincipio, que si bien describir los cambios inmensos en la forma de la clase obreradurante el siglo pasado, no puedo aceptar la concepcin arbitraria de una nuevaclase obrera que ha sido desarrollada por algunos escritores durante la pasadadcada. De acuerdo con esta concepcin, la nueva clase obrera abarca aquellasocupaciones que sirven como compartimientos para el conocimiento especializado

    en la produccin y la administracin: ingenieros, tcnicos, cientficos, ejecutivosmedianos y asistentes y expertos administrativos, profesores, etc... Ms queexaminar la poblacin obrera en su conjunto y aprender cmo ha sido alterada, qusectores han crecido y cules declinado o estancado, estos analistas hanseleccionado una porcin del empleo como el nico enfoque de su anlisis. Lo que alos ojos de sus practicantes salva a este procedimiento de ser completamente

    * Aunque extremadamente preciso [Marx] no se inclinaba mucho a definir sus conceptos entrminos rgidos. Por ejemplo, el presente tratado sobre la produccin capitalista no contiene unadefinicin formal del capital... el hecho es que el libro en su conjunto es su definicin.15 Estecomentario de los traductores al ingls de la edicin Everyman de El Capital es importante,

    especialmente como una sugerencia a los principiantes en el estudio del marxismo. Ello es vlido toda proporcin guardada tambin en el presente caso, si llegamos a una definicin de la claseobrera que vaya ms all de los elementos que la mayora de los estudiantes de este tema yaconocen.

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundoarbitrario es que ellos usan la palabra nueva en un doble sentido: se refieren aocupaciones que son nuevas en el sentido de haber sido creadas o ampliadasrecientemente, y tambin en el sentido de su brillo, supuesto adelanto ysuperioridad respecto a las viejas.

    Los resultados de una investigacin basada en semejante postulado estncontenidos por adelantado en la definicin escogida. La nueva clase obrera es por

    tanto trabajo educado, mejor pagado, un tanto privilegiado, etc... El trabajomanual, de acuerdo con esta definicin es vieja clase obrera, a pesar delmovimiento real de ocupaciones y del aumento de varias categoras de trabajo deeste tipo. Estos escritores han sido tan absorbidos por su definicin que no se handado cuenta, por ejemplo, de que los empleos de ingeniero por un lado y de portero-cargador por otro, han tenido curvas de crecimiento similares desde principios desiglo, cada uno empezando a un nivel entre 50 000 y 100 000 (en los EUA en 1900),y expandindose a cerca de un milln y cuarto para 1970. Ambos tipos de empleose ubican entre las ms amplias ocupaciones en los Estados Unidos, y ambos sehan desarrollado en respuesta a las fuerzas del crecimiento industrial y comercial y

    de la urbanizacin. Por qu uno debe ser considerado nueva clase obrera y elotro no? Este ejemplo no es para nada fortuito, y ello le resultar claro a cualquieraque haga un estudio de las tendencias ocupacionales a largo plazo en los pasescapitalistas. Estas tendencias desde sus inicios, los cuales, si se debe escoger unpunto de arranque de algo que realistamente es ms un proceso continuo, seremonta a las ltimas dcadas del siglo diecinueve indican que es la clase comoun todo la que debe ser estudiada, ms que una parte de ella arbitrariamenteescogida.

    Habiendo ampliado tanto la mira de la investigacin, permtanme delimitarlarpida y claramente en otra forma. No se har ningn intento de tratar acerca de laclase obrera moderna en el nivel de su conciencia, organizacin, o actividades. Estees un libro acerca de la clase obrera como una clase en s misma, no como unaclase para s. Me doy cuenta de que a muchos lectores parecer que he omitido laparte ms urgente de este tema. Hay personas que esperan descubrir, de algunamanera rpida y simple, un sustituto para los trabajadores de cuello azul comoagentes de cambio social, para usar frases hoy en boga. Expresndoloabruptamente, pienso que ello constituye un intento de derivar la ciencia antes dela ciencia, y he tratado de alejar de mi mente semejantes preocupaciones en lateora de que lo que se necesita antes que nada es un cuadro de la clase obrera talcomo existe, en la forma dada a la poblacin trabajadora por el proceso deacumulacin de capital.*

    Esta limitacin auto-impuesta al contenido objetivo de clase y la omisin delo subjetivo, temo que comprometer sin esperanza alguna este estudio a los ojosde aquellos que flotan a la deriva en la corriente convencional de la ciencia social.Para ellos, debido al enraizado hbito en la insistente teora, la clase realmente noexiste fuera de sus manifestaciones subjetivas. Clase, status, estratificacin eincluso ese favorito caballito de batalla de aos recientes que ha sido tomado de

    *Estas crticas, tanto a la nueva clase obrera como a la bsqueda de un agente de cambio social,no llevan por objeto desacreditar los materiales tiles que han sido recopilados por algunos autores,europeos y norteamericanos, que han trabajado a lo largo de estas lneas y cuya obra en general meha sido til en el presente estudio. En particular estos escritores han prestado atencin a la

    importancia de los diversos estratos profesionales, al descontento entre ellos y a los rasgosespeciales de las poblaciones de los ghetos, los obreros jvenes y las mujeres. Dado que mi propioenfoque no procede al travs de tales consideraciones sectoriales, pienso yo que ser clara la maneraen que encajan en el anlisis como un todo.

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    Marx sin la menor comprensin de su significado, alienacin:*todos ellos son parala ciencia social burguesa artefactos de la conciencia y solamente pueden serestudiados en la forma en que ellos mismos se manifiestan en la mente de lapoblacin subjetiva. Cuando menos dos generaciones de sociologa acadmica hanelevado este enfoque a la calidad de dogma en forma tal que solamente en formamuy rara se sinti la necesidad de darle consistencia. Este dogma exige la

    delineacin de varios niveles de estratificacin por medio de cuestionarios quepermitan a los entrevistados escoger su propia clase, relevando con ello a lossocilogos de esa obligacin. Los resultados han sido extraordinariamente variables.Por ejemplo, en las muchas encuestas conducidas de acuerdo a las concepciones deW. Lloyd Warner por Gallup, por Fortune, en 1940, etc. en las que la poblacines clasificada como clases alta, media y baja, y en subgrupos de ellas,inmensas mayoras hasta del 90% se colocaron ellas mismas como clase media.Pero cuando Richard Centers cambi el cuestionario tan slo para incluir el trminoclase obrera, sta se convirti de repente en la categora mayoritaria escogida porlos entrevistados.16Aqu vemos a socilogos midiendo no la conciencia popular sinola suya propia. Sin embargo la superioridad del cuestionario como el medio paramedir los fenmenos sociales sigue siendo un artculo de fe. Michel Crozier, elsocilogo francs, dice criticando la obra de C, Wright Mills Cuellos Blancos.

    Desafortunadamente la obra de Mills... no es un verdadero estudio de investigacin. Enefecto, no son los sentimientos de alienacin los que en realidad pueden ser sufridos por lavendedora o el intelectual de una agencia de publicidad que interesa a Mills, sino ms bien laalienacin objetiva de estas personas conforme pudiera ser reconstruida por el anlisis de lasfuerzas que ejercen presin sobre ellas. Esta actitud pretende ser ms cientfica que unaencuesta de opiniones pero lo es slo en apariencia.17

    Acerca de las bases del enfoque de Mills, Crozier argumenta: en efecto, la vidasocial sin alienacin sera imposible, porque el individuo est siemprenecesariamente limitado por su lugar en la estructura social. Esta es la formagentil de una argumentacin hecha ms abruptamente por Robert Blauner cuandodice: el obrero promedio es capaz de ajustarse a un empleo que, desde el punto devista de un intelectual, parece ser el eptome del tedio.18 En esta lnea derazonamiento vemos el reconocimiento de parte de la sociologa de que losmodernos procesos del trabajo estn, en efecto, degradados; el socilogo comparteeste conocimiento con los ejecutivos, junto con los cuales tambin comparte laconviccin de que esta organizacin del proceso laboral es necesaria e inevitable:Esto deja a la sociologa la funcin, que comparte con la administracin depersonal, de verificar, no la naturaleza del trabajo sino el grado de adaptacin deltrabajador. Claramente, para la sociologa industrial el problema no surge con la

    degradacin del trabajo sino tan slo con los signos evidentes de insatisfaccin porparte del trabajador. Desde este punto de vista el nico tema importante, la nicacosa digna de estudio, no es el trabajo en s mismo sino la reaccin del obrero antel y a este respecto es cuando la sociologa tiene sentido.

    Con estos comentarios no es mi propsito desacreditar la importancia delestudio del estado de conciencia de la clase obrera, dado que slo al travs de laconciencia es como una clase se convierte en actriz dentro del teatro de la historia.Ni tampoco creo que los dbiles resultados logrados por la sociologa del

    *Alfred Schmidt seala que Marx dej de usar tales trminos como extraamiento, alienacin,regreso del hombre a si mismo, tan pronto como se dio cuenta de que haban entrado en la

    prctica ideolgica en boca de autores pequeo-burgueses, en lugar de ser una palanca para elestudio emprico del mundo y su transformacin. Agrega a esto la observacin de que el abandonogeneral de Marx de dichos trminos no significa que l no contine siguiendo tericamente lascondiciones materiales designados por ellos.19

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundocuestionario indiquen que la mente de la clase obrera es imposible de conocer, sinosencillamente que este mtodo particular de tratar de conocerla es superficial,remoto y mecanicista. La conciencia de clase es ese estado de cohesin socialreflejado en la comprensin y las actividades de una clase o una porcin de unaclase. Su expresin absolutaes una actitud penetrante y durable de parte de unaclase hacia su posicin en la sociedad. Su expresin relativa a largo plazo se

    encuentra en el lento cambio de tradiciones, experiencias, educacin y organizacinde la clase. Su expresin relativa a corto plazoes un complejo dinmico de estado denimo y sentimientos afectados por circunstancias que cambian con ellos, a veces,en periodos de desgarramiento y conflicto, casi de un da para otro. Estas tresexpresiones de conciencia de clase estn ligadas: los cambios en el estado de nimoconducen hacia dndole expresin al mismo tiempo una reserva subyacente deactitudes de clase, la cual aunque est muy por debajo de la superficie, nunca seagota totalmente.

    En esta forma una clase no puede existir en la sociedad sin un cierto grado quemanifieste una conciencia de s como un grupo con problemas, intereses y

    perspectivas comunes; si bien estas manifestaciones pueden ser dbiles durantelargos periodos, confusas y sujetas a manipulacin por parte de otras clases. Lainterpretacin de las opiniones, sentimientos y cambiantes estados de nimo de laclase obrera se ve mejor realizada por observadores y participantes experimentadosy bien afinados, que conozcan la historia de un grupo particular, que estnfamiliarizados con las circunstancias, antecedentes y relaciones para con las otraspartes de la clase obrera y que formen sus aseveraciones en el ntimo contacto y enla informacin detallada. Es por esta razn por la que los ms astutos intrpretesde los estados de nimo de las poblaciones sometidas y de ordinario sin voz, hansido frecuentemente organizadores sindicales, agitadores, revolucionariosexperimentados y espas policacos. Mientras que stos han tenido siempre entre

    ellos su porcentaje de locos, ilusos y proclives a error, sin embargo en su mayorparte estos participantes, activos e interesados, cuyas interpretaciones se venenriquecidas por sus esfuerzos en la prctica, transmiten una solidez, unaprofundidad y sutileza de observacin, una anticipacin de los estados de nimocambiantes y una capacidad para desenredar lo durable de lo efmero, la cual seencuentra enteramente fuera de los fabuladores de la sociologa. Sin embargodebemos agregar que donde algunos socilogos se han ido a trabajar a fbricas seacomo parte de su preparacin profesional o por necesidad, o donde, como muchasveces sucede, hacen a un lado sus cuestionarios y escuchan a los obreros conambos odos, a menudo han establecido relaciones de confianza, aprendido a

    entender el medio y escrito relaciones dignas de crdito.En los aos que han pasado desde que empez este estudio, la insatisfaccincon el trabajo se ha convertido en lo que slo puede ser un tema fascinante. Casitodo gran peridico o revista en los Estados Unidos ha tenido artculos principalesacerca de los lamentos de los cuellos azules: o las angustias de los cuellosblancos. Se han publicado libros, instalado comisiones, organizado conferencias yrealizado experimentos. Los socilogos han recogido el viento en sus velas y alreinterpretar sus cuestionarios estadsticos, ahora perciben con alarma los grandesporcentajes de obreros insatisfechos, los mismos que ayer eran para ellostranquilizadoramente pequeos. Una Comisin Especial escogida por la Secretarade Salubridad, Educacin y Bienestar prepar un informe bajo el ttulo El Trabajo

    en Norteamrica en el que encontr que un significativo nmero de obrerosnorteamericanos no estn satisfechos con la calidad de sus vidas laborales:

    Como resultado de ello la productividad del trabajador es baja, cosa que puede medirse

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    por el ausentismo, la tasa de abandono, huelgas locas, sabotajes, baja calidad de losproductos, y una reluctancia de los obreros a empearse a fondo en sus tareas laborales.Adems, crecientes elementos de investigacin indican que conforme aumentan los problemaslaborales, puede haber una consiguiente declinacin de la salud fsica y mental, de laestabilidad de la familia, de la cohesin y participacin de la comunidad y de las actitudessociopolticas balanceadas, mientras que al mismo tiempo hay un aumento de la adiccin alas drogas y al alcohol, la agresividad y la delincuencia.

    El informe trata acerca de lo que l llama los efectos de los problemaslaborales en diferentes segmentos de nuestra sociedad:

    Aqu encontramos los lamentos de los obreros (trabajadores de cuello azul) ligados asus insatisfacciones en el trabajo, en la misma forma en que lo est el mal humor de lostrabajadores de cuello blanco y el creciente descontento entre los ejecutivos. Muchostrabajadores, a diferentes niveles ocupacionales, se sienten encerrados, con su movilidadbloqueada, sin ninguna posibilidad de ascender en sus empleos, sin ningn estmulo en sustareas. Los jvenes trabajadores parece que se sienten comprometidos con la institucin deltrabajo en la misma forma en que lo estuvieron sus mayores, pero muchos se estn rebelandocontra el anacrnico autoritarismo del lugar del trabajo. Igualmente una minora detrabajadores juzgan al autoritarismo en los centros de trabajo como evidencia de que lasociedad se est apartando de sus ideales democrticos. Las mujeres, que buscan trabajo

    como una fuente adicional de identidad, estn siendo frustradas por una estructura de lasoportunidades que las confina a trabajos que daan su propia autoestimacin. Losnorteamericanos de ms edad sufren la ltima de las insatisfacciones en el trabajo: les sonnegados importantes empleos, incluso cuando tienen demostrada pericia y son fsicamentecapaces de ser productivos.20

    El ausentismo y la tasa de abandono, citados como evidencia de una nuevaactitud del trabajador, tienden a variar con la disponibilidad de empleos y puedenhaber reflejado en parte la declinacin de las tasas de desempleo a finales de ladcada de los 60. Pero en una atmsfera de descontento de dicho periodo, fueroninterpretados, sin duda con algo de verdad, como una indicacin de una nuevaresistencia a ciertas formas de trabajo. Las plantas de automviles, especialmente

    sus lneas de ensamblaje, fueron citadas como ejemplo principal, como testigos eneste informe de 1970 en la revista Fortune:Para la administracin patronal, la verdadera y desconsoladora evidencia sobre las

    nuevas actitudes del trabajador se encuentra en el desempeo del trabajo. El ausentismo se haincrementado netamente; en efecto se ha doblado en los ltimos diez aos en la GeneralMotors y en la Ford, con la elevacin ms alta el ao pasado. Ha alcanzado el punto en que unpromedio del 5% de los trabajadores por ahora de la General Motors diariamente faltan altrabajo sin explicacin... En ciertos das, sobre todo los viernes y lunes, la cifra llega al 10%.Los retardos han aumentado haciendo an ms difcil el arranque rpido de las lneas deproduccin cuando comienza un movimiento, despus de que el capataz ha revuelto cielo ytierra para reemplazar1a los obreros faltantes. Se han incrementado las quejas acerca de lacalidad. Hay ms discusiones con los capataces, ms quejas sobre la disciplina y el

    sobretiempo, ms requerimientos. Hay ms abandono y la tasa que ste alcanz el ao pasadoen la Ford fue del 25,2 por ciento... Algunos obreros de las lneas de ensamblaje se hancomportado en tal forma segn reportan los gerentes con asombro que -simplemente sevan a mitad de la cadena en movimiento y no regresan ni siquiera por la paga del tiempo quetrabajaron.21

    En la planta de la avenida Jefferson de la compaa Chrysler, en Detroit, fuereportada una tasa promedio diaria de ausentismo del 6 por ciento a mediados de1971, y un promedio anual de abandono de casi 30 por ciento. En susnegociaciones de 1970 con el sindicato, la Chrysler inform que durante 1969 casila mitad de sus obreros no completaron los primeros noventa das en su trabajo. Enese mismo ao, la planta de ensamblaje de la Ford en Wixom, en las afueras de

    Detroit, tuvo un 8 por ciento de tasa de abandono cada mesy necesit contratar a4800 nuevos obreros para poder mantener una fuerza de trabajo de 5 000. Para laindustria automotriz en su conjunto, la tasa de ausentismo se dobl en la segunda

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    Digitalizado por Alito en el Estero Profundomitad de los aos 60 y la tasa de abandono se dobl tambin para el mismoperiodo.*Solamente con el aumento del desempleo en 1971 y despus, la situacinse estabiliz en cierto grado.22

    Una muy controvertida huelga en enero de 1972, en la planta de la GeneralMotors en Lordstown, Ohio, dio al mundo una idea de las condiciones en estaplanta la ms avanzada y automatizada en la industria, planta que la misma

    General Motors consideraba como piloto para el futuro. A la velocidad para la cualfue diseada, la lnea de ensamblaje en dicha planta de Lordstown produce 100autos Vega por hora, dando a cada obrero 36 segundos para terminar su trabajo encada carro y estar listos para el siguiente vehculo. El tema en discusin era unaumento en el ritmo de las operaciones establecido en el anterior mes de octubre.Lo que la compaa est descubriendo es que los obraros no slo quieren regresara los ritmos de antes de octubre, sino que muchos sienten que la industria tieneque hacer algo para cambiar la naturaleza repetitivamente aburrida del trabajo enlas lneas de ensamblaje o seguir teniendo paros en la planta. Un funcionarioparticipante en las sesiones dijo: Lo que ellos estn diciendo es que tenemos que

    hacer algo. Yo no s qu puede ser pero tiene que hacerse algo.23

    Informes de este tipo no se ven limitados slo a las lneas de ensamblaje oincluso a la fbrica. E1 informe de la Comisin Especial (citada ms arriba) intentaun resumen de las tendencias en las oficinas, bajo los siguientes comentarios:

    La industria automotriz es el locus classicus del trabajo insatisfecho: la lnea deensamblaje es su personificacin quintaesenciada. Pero lo que es impresionante es el grado enque la insatisfaccin del obrero de la lnea de ensamblaje se ve reflejado en trabajadores decuello blanco (oficinistas) e incluso en empleados con posiciones directivas. Hoy en da laoficina, donde el trabajo es segmentado y autoritario, es a menudo una fbrica. Para uncreciente nmero de empleados es muy poco lo que los distingue excepto el color del cuello queviste el obrero: las operaciones claves de computacin y las encuestas tpicas tienen mucho encomn con las lneas de ensamblaje de la industria automotriz.

    Secretarias, empleados y burcratas alguna vez estuvieron agradecidos por habrselesahorrado la deshumanizacin de la fbrica. Los trabajos de cuello blanco eran raros, tenan unstatusms alto qUe los trabajos de cuello azul (obrero). Pero hoy en da el empleado, y no elobrero de la lnea de ensamblaje, es el trabajador norteamericano tpico, y dicha posicin ofrecemuy poco en el camino de prestigio...

    Tradicionalmente, empleos de cuello blanco de bajo nivel eran obtenidos tanto en elgobierno como en la industria por graduados de escuela preparatoria. Hoy en da un crecientenmero de estos empleos van a aquellos que han cursado la universidad. Pero la demanda decredenciales acadmicas de alto grado no han aumentado el prestigio, el statusy la paga o ladificultad del empleo. Por ejemplo, la paga semanal promedio para empleados de oficina en1969 era 105 dlares a la semana, mientras que los obreros (cuello azul) de la produccin sellevaban a casa un promedio de 130 dlares por semana. Por tanto no debe sorprendemos que

    la Investigacin de las Condiciones del Trabajo encontrara la mayor parte de esta insatisfaccinlaboral en el pas, entre jvenes y bien educados trabajadores quienes realizaban empleos deoficina mal pagados, insulsos, rutinarios y fragmentarios. Otros signos de descontento entreeste grupo incluye las tasas de abandono tan altas como del 30% anual y un incremento del46% en la membresa del sindicato de cuellos blancos entre 1958 y 1968... Estas actitudescambiantes... pueden estar afectando la productividad de estos trabajadores: una investigacinrealizada por un grupo de asesores patronales entre empleados de oficina de todo tipo encontr

    * Un nmero de informes europeos indican que esta situacin no estaba limitada a los EstadosUnidos. Por ejemplo, un informe de Roma dice que la Fiat, el ms grande patrn privado de Italia conms de 180 000 trabajadores, de los cuales 147 000 son obreros de fbrica, tuvo 21 000 empleadosque faltaron un lunes y un porcentaje diario de ausentismo de 14 000. Una asociacin patronal

    italiana inform que a lo largo de la economa del pas se ausentaron diariamente del trabajo cuandomenos 800 000 obreros de un total de casi 20 millones. Esto fue atribuido al creciente disgusto dela gente joven con la disciplina de las lneas de ensamblaje y al reciente flujo en las fbricas del nortede italianos del sur faltos de entrenamiento.24

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    que estaban produciendo a slo el 55 por ciento de su potencialidad. Entre las razones citadaspara ello estaba el aburrimiento con trabajos repetitivos.25

    El incremento aparente de la insatisfaccin activa ha sido atribuido a un buennmero de causas, algunas relacionadas con las caractersticas de los trabajadoresms jvenes, ms aos de escuela, influenciados por la impaciencia de la nuevageneracin y otras, relacionadas con la naturaleza cambiante del trabajo mismo.

    Un informador cita la creencia de que la industria norteamericana, en algunasinstancias puede haber empujado la tecno