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Breve historia feminista de la literatura en lengua española Reflexión preliminar Soy mujer y en mi entraña tiembla el dolor al pensar que pudiera concebir un hijo que sería esclavoMaría Cano La introducción al primer tomo de Breve historia feminista de la literatura española (en lengua castellana) 1 , Iris Zavala termina con una interesante y reveladora nota marginal: “me sorprende el reduccionismo de las declaraciones de Michelle Perrot, de calificar el feminismo norteamericano como gueto […] Así como ha de extrañar que al filo del siglo XXI nos preguntemos si es posible una historia de las mujeres. Pregunta que se corresponde, en la historia de la historiografía, a si existía o no una historia de las clases sociales y del proletariado” (Zavala, 1993:12) En el fragmento que acabamos de citar, la pensadora hispanoamericana 2 pone sobre la mesa, dos de los temas fundamentales que sustentan y dan origen a la crítica feminista: en primera instancia, la reacción de autonomía frente al autoritarismo -en este caso una afirmación de independencia frente al dominio ejercido por el feminismo estadounidense sobre los demás feminismos -, y en segundo lugar la existencia del feminismo como una de las múltiples vías de emancipación de los individuos, en medio de un mundo que procura someterlos. En efecto, aunque en su condición de subyugada, Iris descalifique la opinión de Perrot, la huella de sus palabras nos señala uno de los principios fundamentales del feminismo en cuanto movimiento humano: el cuestionamiento de toda autoridad impuesta por la fuerza. De hecho, uno de los logros 1 En adelante, BHFLE. 2 De hecho, Iris Zavala nació en Puerto Rico, país subyugado por los Estados Unidos, bajo la categoría de “estado asociado”.

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Breve historia feminista de la literatura en lengua espaola

Breve historia feminista de la literatura en lengua espaolaReflexin preliminarSoy mujer y en mi entraa tiembla el dolor al pensar que pudiera concebir un hijo que sera esclavo

Mara Cano

La introduccin al primer tomo de Breve historia feminista de la literatura espaola (en lengua castellana), Iris Zavala termina con una interesante y reveladora nota marginal:

me sorprende el reduccionismo de las declaraciones de Michelle Perrot, de calificar el feminismo norteamericano como gueto [] As como ha de extraar que al filo del siglo XXI nos preguntemos si es posible una historia de las mujeres. Pregunta que se corresponde, en la historia de la historiografa, a si exista o no una historia de las clases sociales y del proletariado (Zavala, 1993:12)

En el fragmento que acabamos de citar, la pensadora hispanoamericana pone sobre la mesa, dos de los temas fundamentales que sustentan y dan origen a la crtica feminista: en primera instancia, la reaccin de autonoma frente al autoritarismo en este caso una afirmacin de independencia frente al dominio ejercido por el feminismo estadounidense sobre los dems feminismos , y en segundo lugar la existencia del feminismo como una de las mltiples vas de emancipacin de los individuos, en medio de un mundo que procura someterlos.

En efecto, aunque en su condicin de subyugada, Iris descalifique la opinin de Perrot, la huella de sus palabras nos seala uno de los principios fundamentales del feminismo en cuanto movimiento humano: el cuestionamiento de toda autoridad impuesta por la fuerza. De hecho, uno de los logros fundamentales del movimiento feminista ha sido el de hacer evidentes las estructuras y mecanismos de poder que, invisibles, eran consideradas como naturales y posibilitaban el dominio del mundo masculino sobre el femenino.

Y precisamente, en el proceso de hacer emerger, de desvelar una nueva forma de explotacin de los seres humanos esta vez mediante la imposicin de unos roles de gnero especficos, limitantes de la mujer y el hombre-, es que podemos entender el feminismo como otro proceso dialctico de emancipacin, esto es, como seal de la existencia de otro principio de contradiccin entre las fuerzas sociales: ya no las del mercado, sino las del patriarcado. Ambos, sorprendentemente parecidos, e incluso, complementarios.

De qu hablamos, entonces, cuando nos referimos a una historia feminista de la literatura? El deseo de Iris Zavala es el de hacer una historia crtica, hermenutica (1993:10) que, a diferencia de la historia clsica que ella llama representacional-, (a) tiene como objeto el estudio de la construccin del gnero sexual, la objetivacin del cuerpo, la dimensin normativa de la identidad, y (b) problematiza los objetos culturales y sus imaginarios e interpelaciones dentro de la axiologa. Esto es: nos ofrece Iris una historia, una revisin interpretativa del pasado, centrada en los procesos de construccin del gnero femenino mediante el estudio de la produccin literaria de un puado de mujeres. Nos ofrece Iris un paseo por los modos a travs de los cuales las mujeres construyeron o dejaron de hacerlo- una identidad de s mismas.Por todo lo anterior, y en la medida en que se interesa especialmente por el sujeto femenino, la compilacin realizada por Iris Zavala puede verse tambin como una obra de crtica femenina. Entendida, en cuanto crtica, como el proceso de juzgar de las cosas, fundndose en los principios de la ciencia o en las reglas del arte (DRAE), la crtica feminista es una de las formas de anlisis de la realidad, con la particularidad de hacerlo desde una mirada feminista, esto es, particularmente interesada en la feminidad. Entre sus muchos meandros, la crtica feminista contribuy al descubrimiento de los estereotipos de mujer y de hombre, por contraste- que se han introducido en la literatura y en la cultura en general-. Igualmente, la crtica feminista ayud a entender las restricciones socioculturales que inciden sobre la escritura (Payne, 2002).El supuesto bsico de Iris Zavala es descolonizar el canon del patriarcado, re-apropiarlo y reescribir las culturas restaurando sus silencios y las polticas y la lucha por el poder inscritos en los textos (28). Y entre sus objetivos, est el de replantear las prcticas mediante las cuales una cultura ha guardado unos textos como memoria en su propio pasado, o como conservacin de una identidad mantenida. Para hacer valer este trabajo de libertad, la puesta al da de todo el juego de diferencias se opone a los sistemas cerrados con la apertura viva de la historia (31)No en vano tuvimos que reconocer el origen latinoamericano de Iris Zavala: su propuesta de historia feminista de una literatura espaola, en lengua castellana, contiene dentro de s el germen de la resistencia y la complementariedad de lo que significan Espaa y Amrica reunidas como un sistema cultural complejo:al enfocar de manera crtica el impulso a totalizar, se rehye el yo monolgico y autoritario/autorizado, y se abre la cultura a la heterogeneidad. Desde mi propuesta, entonces, el sujeto se construye en dialoga, escapando a las clausuras y fronteras definidas que nos encierran en jaulas de hierro. Todo ello supone la descentralizacin, y en nuestro caso especfico, la descentralizacin de la cultura y los grandes movimientos y tradiciones (31)As pues, autorizados por la misma Iris, invitados por ella a entrar en el mundo de la literatura espaola de habla hispana y con ojos de mujer, pero llevando en el corazn y la frente la antorcha encendida de la reflexin feminista como camino emancipador del ser humano, haremos pues de nuestro viaje, un encuentro con nuestro espejo de allende el mar. Volemos, pues, con estas mujeres escritoras.Volumen IV. La literatura escrita por mujer, de la edad media al siglo XVIII (de monjas, razones y ficciones)A. Voces de mujer y mujeres con voz en las tradiciones hispnicas medievalesDesde las canciones prohibidas por paganas, hasta los cantares de gesta y las trovas caballerescas, las canciones de mujeres han abrevado en todas las fuentes de la vida y de la historia. Kharjas y cantigas de amigo, canciones de amor donde la mujer se hace presente, encarnando los diversos avatares de su rol: joven y bruja, madre y amante, sufrida e hija, se establece desde temprano el limitado abanico de posibilidades del ser que a las fminas les cabe.La lrica castellana, por su parte, nos remite al cancionero de mujer, nos habla de una poeta sin poemas conservados: Isabel Gonzlez mas recordada como amante de un conde nebuloso-, y slo empieza la mujer a aparecer en los cancioneros mucho ms tardamente. En el siglo XV, finalmente, reluce el nombre de Florencia Pinar, cuyo hermano quizs fuera ms conocido. Canta a los animales y se re de las enamoradas, refleja el uso del un esquema nico de composicin, el clsico cortesano de su poca.La lrica catalana, por su parte, tiene entre sus rasgos la recuperacin de la lrica occitana. Y sus cancioneros a este esquema respondern. Entre las poetisas catalanas que se ha logrado identificar, se hallan Violante de Vilaragut, Tecla de Borja y Constanza, hija de Alfonso IV el benigno. Todas ellas mujeres nobles que, a pesar de las dificultades para acceder a la categora de letradas, experimentaron la lrica de su tiempo gracias a su contacto con la corte.B. Del libro al convento y vuelta a la libertad: monjas escritoras y mujeres memoriosas en/del barroco siglo de oro

Leonor Lpez de Crdoba, Teresa de Cartagena, Juana de Contreras, Luisa Sigea de Velasco (preceptora en las cortes portuguesas), Ana Cervat, Beatriz Galindo. Mujeres muertas. Sus nombres nos llegan apenas a travs de los ojos de otros hombres, y las letras que ellas escribieron alguna vez, hoy casi disueltas en el ro de los tiempos, son el tenue testimonio de una realidad avasalladora: expertas en griego y latn, lectoras voraces, escritoras de cartas y memorias, todo un contingente de mujeres humanistas y letradas existi en la Espaa del Renacimiento.Las puellas doctae, esto es, las jvenes doctas, aunque no eran flores comunes en el jardn del humanismo, las pocas veces que brillaron en la corte lo hicieron gracias a la sorpresa que para sus contemporneos signific el hecho de que mujer alguna, y curiosamente, joven, acumulara la sabidura propia de los doctores de la Universidad de Salamanca. Educadas desde la infancia en las letras clsicas, algunas por preceptores, otras en las aulas de la universidad salmantina, ellas, conocedoras de todas las ciencias de moda, excepto la retrica receptculo del poder poltico reservado a los hombres-, y la historia de sus disputas con los sabios de la poca, son la evidencia de que es posible emanciparse a travs del conocimiento y el estudio.De la mayora de puellas doctae nos han quedado apenas sus nombres, nada de sus obras y s alguna ancdota de sus vidas. De Juana de Contreras, por ejemplo, sabemos que tempranamente se rebel, por carta, contra la gramtica griega que le impeda autodenominarse herona, dado que segn el canon interpretativo de esta lengua que manejaban los doctores de la iglesia, a la mujer, en cuanto secundaria, corresponda otra conjugacin, la de la cosa. herois y no herona. En cuanto a Beatriz Galindo, por ejemplo, su mismo apodo de La latina nos indica hasta qu punto su experticia en esta lengua fue reconocida, e incluso fue maestra de latn de Isabel I, y consejera suya hasta su muerte. El barrio madrileo que an hoy conserva el nombre de La latina, debe a ella la fundacin de un hospital con su nombre. Luisa de Medrano, por su parte, hacia 1508 se desempeaba como catedrtica en Salamanca, tal como lo atestiguan el rector de aquella poca, y el preceptor Lucio Marineo Sculo.

De Leonor y Teresa apenas sabemos lo que sus escritos conservados nos dejan entrever. Leonor, noble de la casa de Aguilar, lleg a ser consejera de la reina Catalina de Lancaster, despus de mucho luchar para recuperar la posicin social y econmica que las guerras entre reyes menoscabaron. Su estrategia como mujer y escritora de unas breves Memorias fue la del servicio a Mara, la madre de Jess. A su proteccin se encomienda a lo largo de su obra, y es ella, la Virgen de los cristianos, la que, segn Leonor, le concede recursos y sabidura para poder mantener su hacienda y su poder como consejera al lado de la reina. Tristemente, la envidia de Ins de Torres, a quien ella hiciera ingresar en casa de la reina, fue tambin su perdicin.Mientras tanto Teresa, monja de origen judo converso y sorda desde la adolescencia, convierte sabiamente su sordera, en una reflexin sobre la enfermedad y la constituye en una manera de autoafirmar su identidad y de hacer de su debilidad una fuerza para escribir. Su tratado Arboleda de los enfermos resignifica la enfermedad como seal de vida, como manifestacin de la divinidad en su cuerpo femenino. En respuesta a las crticas de quienes consideraban su Arboleda como un plagio, porque creyeron imposible que una mujer escribiera con tanta inteligencia, Teresa escribe la Admirain operum Dey (Admiracin a la obra de Dios), con la cual participa por entero en la famosa y antiqusima Querella de las mujeres.Una caracterstica reluce de manera especial en la obra de Leonor de Lpez y Teresa de Cartagena, rasgo que veremos tambin repetido en la toma de la palabra que habrn de hacer, tiempo ms tarde, centenares de monjas espaolas y mujeres escritoras, desde Teresa de vila (o Teresa de Jess) hasta Juana Ins Ramrez de Asbaje (Sor Juana Ins de la Cruz). Se trata de la fabricacin literaria, mediante diversas estrategias discursivas, de sendas cortinas de humo que les permitirn, al tiempo que escriben y hablan como mujeres, ser toleradas dentro del mundo masculino de la escritura e incluso traspasar sus lmites y llegar a hallar su propia voz e identidad y participar de lleno en la querella de (y por) las mujeres:

sus estrategias parecen intentar superar los lmites de los discursos de exclusin y explorar un sujeto mujer en un momento histrico en el que la defensa de una identidad nacional colectiva (catlica de cristianos viejos) intenta neutralizar o eliminar, mediante la represin y la propaganda de modelos de identidad, las diferencias de las minoras. El gnero sexual y cultural marca de la diferencia entre hembra/varn y masculino/femenino respectivamente, opera como una categora de exclusin histrica que coexiste, en el conflictivo Barroco espaol, con exclusiones de o , con las de y , con las de fe, religin o creencia y con las de raza o color en la construccin del discurso conformador de una identidad colectiva (Zavala, 1997: 247)Vemos entonces que la diferencia femenina no se trata, en la BHFLE, nicamente en trminos de femenino vs. masculino, sino ms ampliamente, en cuanto es una bsqueda de caminos alternativos que le permitan superar a la mujer, en cuanto tal pero tambin en cuanto ser humano, las opresiones diversas que se imponen por medio de otras oposiciones, perpetuando as la opresin. Mediante tales trucos, habrn de apropiarse, entonces, de la palabra para defender la causa femenina. Veamos cmo ocurre.

En primera instancia, podemos sealar un mecanismo a travs de los cuales las mujeres, jvenes o monjas escritoras, se abren camino en la jungla de las letras. La figura de un/a protector/a poderoso/a, y la tcnica de la confesin como excusa para la escritura. Sea a solicitud de la reina o la virreina como en el caso de Leonor Lpez o de Juana de Asbaje-, o sea a solicitud del confesor o en respuesta a alguna sor Filotea, los textos se escudan en una autoridad difusa que les ha ordenado o amablemente pedido escribir. Y ello, en tiempos de Inquisicin, no era innecesaria proteccin.

All, el yo individual de la autora se inscribe, sin estarlo, dentro de una tradicin de autoridad que la protege y le da las alas para poder comentar, por su propia cuenta, las hazaas de su vida y las reflexiones de su saber, tanto como las angustias e injusticias que encuentra esta mujer en la realidad de su vida cotidiana. Escriben, afirman, a instancias de otro externo, pero detrs de ste, se encuentra en realidad su propia valenta, su conocimiento o sus ganas de compartirlo. Y ello determina tambin, en ocasiones, el carcter autobiogrfico pedaggico o confesional al estilo de Agustn de Hipona, modelo del gnero- de sus escritos (Herpoel en Zavala, 1997):estrategia de significado vital, la referencia a una instancia superior suele encabezar el texto y reduce el gesto de la escritora a la esfera de lo posible admitido por la sociedad. La obligada recurrencia al mandato es de hecho un arma de dos filos, visto que sirve a la par de generador y de justificacin de la empresa. Incontestablemente se necesita una autoridad previa [] Mentalmente transgred la obligacin impuesta por los representantes de la iglesia para confesarse directamente al Seor, mediante lo cual reduce de forma considerable la importancia del censor. Sin embargo, consciente de la necesidad de una estrategia bien planificada, finge la sumisin ms absoluta porque quiere evitar a todo precio cualquier sospecha anticipada. [] La presencia de un interlocutor mudo determina en gran medida la seleccin y presentacin de lo narrado (Herpoel en Zavala, 1997: 216- 217)La segunda estrategia discursiva utilizada por las mujeres escritoras que hemos estudiado gracias a la BHFLE consiste en una labor de afirmacin de la sabidura como expresin virtuosa y don al cual tambin tiene derecho la mujer. Se trata del uso de las representaciones de la divinidad Dios y Mara-, como estrategias retricas de afirmacin de la propia identidad y de la autoridad que las asiste, en cuanto mujeres, para dedicarse a una labor concebida como masculina en esa poca: el estudio y la escritura.Ya no se trata de entrar en el mundo de la escritura: han sido lanzadas a ste y su conciencia estratgica del discurso les indica que deben defenderse no slo por haber entrado en ste, sino por ser tan sabias dentro de l. As pues, recurren al mismo argumento de autoridad de los padres de la iglesia: la divinidad que se hace verbo dentro de ellas, y es Dios mismo quien as las autoriza.Vuelven a resonar aqu las palabras de Angela de Foligno contemplando el misterio de la encarnacin del Verbo: (Rivera en Zavala, Op. Cit., 110)Aunque suene increble para los odos actuales, la palabra sagrada que se hace carne en el cuerpo de una mujer, fue el argumento de autoridad al que ellas recurrieron. Y lo presentan en trminos de un milagro: es a Dios y no a los hombres a quienes deben la sabidura, y es a Dios a quien se dirigen sus alabanzas y agradecimientos. Y por la misma razn quedan impedidos los mismos doctores de la iglesia que esgrimen la autoridad divina, a dudar del saber que milagrosamente Dios inocul e sus mujeres. Estrategia de igualdad por medio del refugio en Dios: Luce Irigaray ha mostrado que, sin dimensin divina, sin Dios en femenino, no podemos devenir mujeres, carecemos de subjetividad y por tanto, de libertad (Rivera en Zavala, Op. Cit., 111)En su estudio sobre la escritora y mdica Olivia Sabuco de Nantes Barrera, Rivera nos ofrece la bisagra conceptual que nos permite pasar de la autoridad divina construida mediante el Verbo encarnado, hasta el enredo de nombres de Sor Juana Ins de la Cruz (nombre religioso)/ (Juana Ins Ramrez de Asbaje) y la reformulacin subvertidora del cuerpo que hace Teresa de Jess (o de vila) a lo largo de su obra. Ambas, por supuesto, desarrollando el tercer mecanismo comn de la escritura femenina: el de la re- construccin de una propia identidad. As pues, cita Rivera:la forma principal de la autoridad femenina se manifiesta all donde es reconocida en una mujer la posibilidad del vnculo con el origen mediante la actualizacin del principio materno. Autoridad, pues, de vincular con el principio, la situacin presente y la direccin de su desarrollo, pero de vincular tambin a quien la autoridad reconoce [] (Sartori citada en Rivera, Op. Cit., 144)El principio materno como fuente de autoridad nos hace evidentes dos movimientos de reinscripcin de la mujer dentro del mundo patriarcal. Por una parte, como alternativa matriarcal que puede reconocerse como otro speculum del poder, otra forma de ejercicio del poder- frente al poder del padre, y ms interesante an, como alternativa reveladora del cuerpo y del nombre en cuanto medios de diferenciacin y de autoafirmacin de la mujer sabia, de la escritora, frente a sus contemporneos.Desde all toman entonces sentido para nosotros la transformacin del cuerpo y el enredo de nombres: el cuerpo, herramienta de nacimiento pero tambin territorio susceptible de ser libertado por la monja que funda la orden de las carmelitas descalzas (Teresa de vila), quienes siguen una regla conventual que, aunque parece de pobreza y rigor extremo, responde en realidad al inters de ofrecer una alternativa de vida para la mujer que armonice la arquitectura interior con los requerimientos bsicos de una vida saludable para la mujer, en oposicin a las exigencias de la dicotoma arquitectnica de la grandeza, que favorece y reproduce la dicotoma impuesta por la sociedad patriarcal (Carrin en Zavala, 1997).All la negacin del cuerpo no es tal sino una reinscripcin de ste en unas normas que al tiempo que lo alejan de la vida mundana y del deseo masculino que, si no lo reconoce como igual lo empobrece, le permite a la mujer ser libre hasta del yugo del matrimonio y poder disfrutar de una vida de contemplacin y estudio:Con que a m no es bien miradoQue como mujer me miren,

Pues no soy mujer que a alguno

De mujer pueda servirle;

Y slo s que mi cuerpo,

Sin que a uno u otro se incline,

Es neutro, o abstracto, cuanto

Slo el Alma deposite.(Sor Juana Ins de la Cruz, citada por Scott en Osorio, 1997)

Rebelde y con causa definida, Sor Juana Ins de la Cruz Ramrez y Asbaje, con ser novohispana y no espaola, con ser mujer y monja, es el eptome de estas mujeres sabias y sutiles que se rebelaron, con voz que parece meliflua pero en realidad a todo pulmn, como verdaderas leonas de la cautela, frente a un mundo patriarcal que de un plumazo las borraba, mundo de hombres de letras que por el simple hecho de no escribir sobre ellas, o al revs, de escribir sobre su dimensin sexual corprea, borraba de ellas el nombre de humanistas.Tal es el caso, por ejemplo, de doa Beatriz de Jstiz y Zayas, criolla cubana y para ms seas, marquesa hasta donde sabemos sin parentesco con la otra Zayas de esta antologa, doa Mara-: autora de un Memorial a Carlos III por las seoras de La Habana (donde se queja por la invasin inglesa sobre su isla, ocurrida en 1762) y de la Dolorosa mtrica expresin del sitio y entrega de La Habana, esta Beatriz defensora de su tierra sufri, por causa de haber querido mantener la dignidad de su pueblo frente al invasor extranjero, la burla de sus contemporneos, quienes en vez de criticarla con las herramientas de la cabeza, apenas pudieron derramar en su contra un conjunto de coplas obscenas que la presentaban como mujer de poca virtud.Las dos espaolas americanas, La de Asbaje y la de Jstiz, por su condicin de subordinadas en cuanto mujeres, pero tambin subyugadas por ser criollas, esto es, hijas de espaoles pero nacidas en Amrica del sur (Mxico y cuba, respectivamente), nos muestran otra poderosa dimensin de la fortaleza femenina y su profunda conexin con los desposedos de la tierra. No slo hubieron de luchar por ser mujeres, sino que adems estuvieron doblemente doblegadas por su nacimiento extra ibrico. Y sin embargo, su singular carcter las ha hecho entrar por derecho propio y pisando fuerte, en la historia de las letras femeninas: renen ellas en sus luchas dos combates por ser reconocidas: como sbditas de un reino ms all de la pennsula, y como seres humanos completos (Campuzano en Osorio, 1997).Ms de dos siglos antes de la marquesa de Jstiz y pocos aos antes de Juana de Asbaje, la monja de vila, tanto como las dems, supo enfrentarse de antemano a las crticas que, incapaces de hacerse valer en el territorio del cerebro, pretenden sacar a la luz patticas mentiras que conciernen al resto del cuerpo. Siguiendo la tradicin cristiana de separar el cuerpo pecador del alma pura, las mujeres supieron jugar a su favor esta brillante carta final. Teresa, por ejemplo, en su autobiografa se describe como casi muerta tras haber sufrir una larga enfermedad. Sin embargo, recuperada en su vida conventual, cambia de nombre y deja de ser la Teresa de vila, nia impulsiva y mundana que lea novelas de caballeras y escap alguna vez para ir al oriente a convertir a su fe a los dems, y deviene en la santa de fuerza concentrada que vemos en sus escritos, ya con el nombre de Teresa de Jess.Los casos paradigmticos de Ana de Caro y Mara de Zayas, unidas por amistad y por su labor de escritoras, son muestra no slo de la diversidad de estilos y formas de escritura de las mujeres del siglo de oro espaol, sino tambin de la diversidad de posibilidades que pueden plantersela a la mujer en su existir.Desde la comicidad de las obras teatrales escritas por Ana Caro mujer cortesana y lectora-, hasta las novelas ejemplares de la noble Mara de Zayas, se abre otro camino posible para la emancipacin de la mujer, como por ejemplo con el tro de actitudes que propone la obra de Mara de Zayas: actuar con la misma malicia o sigilo con los que actan algunos hombres, procurarse una educacin equivalente a la del varn, o aceptacin de la soledad como desengaada alternativa vital, soluciones ficcionales que, a la postre, contienen la vertiente pedaggica, en cuanto advertencia y consejo, que gua y rene, hasta cierto punto, las preocupaciones de las escritoras que mediante su voz desean comprender su pasado y a partir de ese entendimiento, construir un futuro distinto. Y esa es, finalmente, el legado de su escritura:Los planteamientos parten del desengao, y en consecuencia, ms realistas, de ah que la solucin de retirarse a un convento sea la que le parece mejor, puesto que el convento supone el ltimo reducto en el que la mujer puede estar al abrigo de las asechanzas masculinas, gobernarse a s misma, adquirir un cierto prestigio social, practicar la virtud y dedicarse al estudio en compaa de otras mujeres en las que, sin duda, encontrar la verdadera amistad

No se trata de una negacin al mundo cambindolo por el convento, sino ms bien, de una invitacin a abrirse paso por los laberintos del saber, aqul saber que le da libertad incluso en las circunstancias ms oscuras y de mayor encierro. Se trata en realidad de un movimiento comn este enredo de nombres hacia el conocimiento como forma de armonizar la bsqueda de s mismas y la comprensin de su humanidad: es en realidad un proceso de re- construccin de la propia identidad, de adquisicin y afirmacin de una voz propia que no ha nacido para callar sino para aprender y ensear. Es el cuarto propio que anhela, para hacer lo que desee, tener independientemente, cualquier mujer.C. Las ilustradas que pusieron su ilustracin por escrito: escritoras del siglo XVIIINo las ilustradas en sentido general, sino las ilustradas en cuanto escritoras, sern las protagonistas de este artculo. Mujeres del fin del Antiguo Rgimen que se dedican a escribir pese a la lejana del mundo al que se hallan sometidas, con el deseado de la educacin. Josefa Amar y Borbn, virreina de la Nueva Espaa hoy llamada Amrica Latina-, Rosa Glvez, Ma. Gertrudis Hore o Margarita Hickey, estuvieron silenciadas por siglos.Su situacin econmica privilegiada, como rasgo comn, permiti para ellas el acceso a la educacin, a la habitacin propia y al ocio que les permitieron escribir. En esta sociedad fuertemente cuestionada por los procesos de la reforma religiosa provocada por Lucero y Calvino, entre otros-, la crisis de la iglesia catlica abri paso a que estas mujeres experimentaran algo de libertad, no entendida, esta vez, en trminos polticos sino intelectuales.Lectoras silenciadas mas dueas de una amplia cultura oral, tuvieron algunas, como la condesa de Campo Alange, grandes bibliotecas de su propiedad. Tambin hubo traductoras, como Cata lina de Caso, quien tradujera un Tratado de estudios de Andr de Rollin, y Andrea Casamayor public un libro de matemtica. Las damas de las tertulias tambin aportaron su grano de arena en Madrid: la condesa de Montijo, la marquesa de Sarri y la duquesa de Alba, entre otras, crearon activas comunidades intelectuales.Josefa Amar y Borbn, por su parte, escribi su Discurso sobre la educacin fsica y moral de las mujeres con la triple intencin de: (1) ocupar las infinitas horas de soledad de la mujer, (2) darle a la mujer una va hacia la autoestima y un sentido de dignidad a su persona, y (3) hacer posible que la presencia de la mujer en sociedad sea buscada y grata, para evitar esa soledad deseperada que deprima y enloqueca a tantas mujeres acomodadas del siglo XVIII (330)Volumen V. La literatura escrita por mujer, del siglo XIX a la actualidad (entre guerras, romance y feminismo) Escritora, feminidad y escritura en la Espaa de medio siglo:

Este artculo recoge algunas de las caractersticas centrales de la escritura de las mujeres de mediados del siglo XIX. A medio camino entre la ideologa que caracteriza a la mujer como ngel del hogar a la vez femenina y domstica, estas escritoras se enfrentan a la sociedad patrirarcal que les niega su feminidad por el hecho de escribir. La obra de cada una de ellas, sea, por ejemplo Concepcin Gimeno de Flaquer, Faustina Sez de Melgar o Pilar Sinus de Marco, es a la vez que un elogio de este ngel femenino, una trasgresin de sus lmites que le permite expresar de manera creativa a un nuevo tipo de mujer. Todas ellas comparten el inters por la educacin de las mujeres, y fomentaron la escritura de diarios, a la cual llegan incluso a asimilar con la figura materna, con las libertades ntimas y las prohibiciones pblicas que este tipo de escritura implica:la mujer y la novela, constituidas aqu anlogamente a a travs del discurso de la domesticidad, son ubicadas en el centro del universo moral como la fuerza iluminadora cuya actividad principal es la de apoyar y consolar a todos su alrededor (Blanco en Zavala, 1998:38) La tradicin femenina de poesa romntica:

La escritura femenina de mediados del siglo XIX no se limit a ensalzar al ngel del hogar. La poesa escrita por mujeres como Josepa Massans, Gertrudis Gmez de Avellaneda y Carolina Coronado, entre otras, pas de cantar sobre temas femeninos como la infancia, pjaros y flores u otros elementos de la naturaleza detrs de los cuales la escritora deba disimular sus emociones, a explorar los intrincados meandros del mundo visto por la mujer.

Asociada, en cuanto naturaleza a la subjetividad y por tanto a la expresin lrica, la poesa femenina fue considerada durante mucho tiempo un gnero menor que casi ni haca parte de la cultura, condenndolas a seguir siendo el ngel del hogar: al otorgar a las espaolas la autoridad escribir como mujeres, el romanticismo proporcionaba una liberacin slo relativa, dado que exiga una autorrepresentacin conforme con los cdigos sociales y simblicos que identificaban lo femenino frente a lo masculino (Kirkpatrick: 42)De all surge la dualidad de la obra primera de las tres pioneras que mencionbamos: la tensin entre la identidad como mujeres y como poetas, an no reconocidas como poetisas por cuento segua siendo esta una ocupacin de monopolio masculino. Ms tarde, las mismas poetisas, como Carolina Coronado, se encargarn de plantear en sus poemas este conflicto entre la feminidad del sujeto lrico [] y las aspiraciones poticas al romper los lmites impuestos a las mujeres (Kirkpatrick: 51)Eduarda Moreno y Rosala de Castro, entre otras, eligieron tiempo ms tarde los temas del dolor, por ejemplo, para expresar la subjetividad femenina. Ms educadas, las mujeres nacidas alrededor de dos decenios despus de las tres pioneras antes mencionadas, mejoraron su calidad tcnica y entraron pisando con ms fuerza en el mbito lrico del pas. Concepcin Estevarena, por ejemplo, supo convertir en expresin de impotencia y frustracin artstica pasin antes vista como exclusivamente masculina-, aquel antiguo smbolo de sensibilidad femenina. Su obra, un canto a la libertad realizado antes del inicio de la dictadura franquista se convierte en una sntesis de una dialctica, convirtiendo su marginacin en una trascendencia artstica (Kirkpatrick: 70) Emilia Pardo Bazn y la emergencia del discurso feministaEl sometimiento de la escritura femenina al canon de lo femenino entendido nicamente como sensiblera, fue superado por una mujer que defina como viril, en comparacin con otras, su propia escritura. Doa Emilia, hija de cortesanos del rey, tuvo unas slidas educacin y posicin social, las cuales contribuyeron a fundamentar sus relaciones de primaca no de igualdad- como escritora mujer frente a sus colegas masculinos.Su lucha literaria fue por supuesto en pro de la mujer, mas la ambigedad de su posicin se expresa en las tres contradicciones de su vida: feminista ferviente, esta mujer de la nobleza espaola fue tambin catlica militante en la Espaa conservadora que poco tiempo despus vera nacer la dictadura franquista. Sus novelas y cuentos nos ofrecen una visin crtica de la posicin de la mujer en esta sociedad, contrastando a la mujer que sigue el canon dominante, borrndose a s misma, con la nueva mujer que es capaz de tomar decisiones por su cuenta. Su novela Dulce sueo representa, en esta medida, el paso de sta autora tantas veces vista como naturalista, al modernismo. Memorias y autobiografas escritas por mujeresJesusa Palancares, Rigoberta Mench y mil mujeres ms, salidas de la tierra, de la sangre y del dolor, hijas del maz y andariegas de las selvas, son otras de las tantas expresiones latinoamericanas que recogen la experiencia de la opresin vivida por las mujeres, recorriendo con palabras el secreto camino de sus vidas.El gnero autobiogrfico tiene, entre las escrituras femeninas, uno de los lugares ms preponderantes: no en vano la condicin primera para poder escribir, si se es una mujer, es la de tener una habitacin propia, porque la ropa, la casa, el marido, la cena y los mil quehaceres de una vida cotidiana pueden llevarse por delante el recuento de todos esos detalles secretos, casi insignificantes a los ojos de los hombres, quienes apenas ven la cama tendida y la mesa puesta, la mujer lista y los nios perfectos, sin percibir apenas la mirada de detales imposibles que crean esa escena.Esa es, tambin, una de las fuentes ms prolficas de escritoras en la Espaa del siglo diecinueve. La misma Emilia Pardo Bazn, con sus apuntes autobiogrficos, hasta Juana Mara de Vega y sus memorias en honor de su amado esposo; conde de Espoz y Mina, hasta las quejas resignadas de Rosala de Castro: si yo fuese hombre, saldra en este momento y me dirigira a un monte, pues el da est soberbio: tengo, sin embargo, que resignarme a permanecer encerrada en mi gran saln. Sea (113) Todas ellas nos muestran otra forma de ver, vivir y escribir la vida, la propia vida que se esconde detrs de las cortinas de los hogares.Las escritoras del siglo XX espaol, divididas entre las partidarias de la repblica, viajeras vejadas, trasterradas que vivieron el dolor del destierro, dejaron en sus memorias y autobiografas el testimonio de la mujer guerrera, idealista y humana. Las otras, las vencedoras mujeres del franquismo, legaron con sus escritos la oscuridad y la barbarie que hizo de ellas mujeres solitarias, alejadas hasta del amor: este es el caso de Felicidad Blanc, viuda del poeta falangista Leopoldo Panero, quien confiesa la alienacin de su identidad de esta manera:Estos poemas que escucho de sus labios y leo muchas veces en los que habla de m, a quin se refieren? a esa mujer solitaria, abandonada, a la que no presta ninguna atencin, a la que hace esperar horas enteras en la noche y a la que ha visto varias veces cerca de la muerte varias veces sin que nada demostrase que lo senta? (Op. Cit: 125) Biografa de una generacin, las escritoras del 98Estas biografiadas no nada ms escribieron: al decir de Amparo Hurtado, se inventaron a la mujer moderna, la que poco a poco socavara los terrones del conservadurismo espaol que tena sometidas a las mujeres y las alienaba, las alejaba de s mismas enmascarando sus propios deseos, necesidades e intereses, detrs del deseo burgus de acumular posesiones: belleza o plumas, jardines o gatitos, hombres y sirvientas: en 1898 Espaa, sumida en una gravsima crisis de valores a causa de su retraso poltico, social y cultural, (Hurtado: 139). Este debate, impulsado por las mujeres del 98, fue el que abri las puertas de la literatura a la voz de las mujeres.Tal como afirma Hurtado, las novelistas espaolas [] impulsaron el desarrollo del feminismo como respuesta propia a la crisis general de identidad, a la vez que participaron en los diversos movimientos literarios, artsticos y poltico-sociales que fueron configurando la polmica modernizacin espaola (141)Divididas en dos grupos temporales, las primeras, entre quienes se encontraban Carmen de Burgos, Concha Espina, Gregorio Martnez Sierra en realidad, su esposa Mara Lejrraga era quien escriba las obras de este famoso dramaturgo, y slo al ser abandonada por ste pudo publicar las pruebas de su maternidad como escritora- y Sofa Casanova, defendieron la modernidad, crearon la novela corta y estuvieron entre las primeras que lograron independencia econmica gracias a su pluma.Las segundas, nacidas ms tarde, como Mara de Maeztu, Carmen Baroja hermana de Po-, y Blanca de los Ros, por ejemplo, cultivaron la prosa de no- ficcin y fueron las primeras en crear los clubes literarios que luego el franquismo exterminara. Situaciones lmite como stas fueron factores que ayudaron a consolidar la escritura de las mujeres, como cuando Concha espina, recogiendo los trozos de un manuscrito suyo, roto por su marido, recompuso obstinadamente la obra, consigui un trabajo en Mxico para aquel hombre y se dedic, por su cuenta, a escribir.El antisentimentalismo de sus obras, la diversidad ideolgica y tcnica de todas ellas, el asociacionismo, sus mltiples anlisis de la cuestin femenina, y el otorgamiento de facultades de pensamiento, accin y opinin a sus heronas, son algunos de los rasgos caractersticos que nos permiten agruparlas a todas ellas como un conjunto de mujeres modernas, contemporneas nuestras, casi, y creadoras en s mismas de la modernidad. Revisando el canon: hacia una seleccin crtica del teatro escrito por mujeres en la Espaa de entreguerrasA lo largo de las casi dos dcadas que van entre 1918 y 1936, alrededor de 44 mujeres escribieron, tradujeron o adaptaron ms de cien obras dramticas en Espaa. Adems de las ya famosas Zenobia Camprub esposa de Juan Ramn Jimnez-, Concha Espina, Mara Lejrraga, Ma. Teresa len, Pilar Milln y Concha Mndez, otras autoras como Pilar de Valderrama, Pilar Algora, Halma Anglico, Sofa Blasco, Carmen Baroja o Matilde Ras, entre otras que han sido ms o menos borradas de la historia del teatro espaol, se hacen presentes en este artculo.La situacin social de la mujer en la Espaa de la poca, es uno de los factores esenciales que inciden para ello. marcada por su dependencia familiar o matrimonial, su bajo nivel educativo [comparado con el de los hombres y], su aislamiento dentro de la esfera privada son algunas de las explicaciones a la reducida cantidad de dramaturgas en relacin con la gran cantidad de colegas masculinos en Espaa. Y ms an, las caractersticas propias del mundo del teatro empresarista, buscador de xitos fciles y seguros, en donde la mujer si no es objeto de deseo-, poco margen de maniobra tiene como intelectual.Sainetes y comedias, teatro infantil, comedias sentimentales, costumbristas, populares: tal diversidad de gneros abordan las mujeres escritoras de teatro, como diversidad hubo en sus posturas polticas: desde el tradicionalismo extremo de Elena Miniet, pasando por la revolucin de Ma. Teresa Len y el radicalismo feminista en Anglica del diablo, hasta el conservadurismo monrquico de Adelina Aparicio y el anarquismo de Halma Anglico. La renovacin, el deseo de innovar creando, es el punto ms comn que une a estas autoras. Hago versos/ Pero no me gusta que me llamen poetisaEl terror profundo de la mujer a ser reconocida como escritora de poemas, en pleno derecho, es un gesto revelador de la lucha inmensa que a lo largo de la historia han tenido las mujeres que librar por el derecho a escribir. Es el temor a no ser tomadas en serio: una mujer poeta, que corre el peligro de verse ahogada en el desprecio de s misma inflingido por los hombres, siente la necesidad de declarar su independencia en maneras que no sienten sus hermanos masculinos (Quance en Zavala: 186)De all a la alienacin hay slo un paso: por ir en busca de esa universalidad que niega lo femenino, como lo explica Simone de Beauvoir en El segundo sexo, al desmarcarse de su sexo, podrn caer en otra trampa tendida a las mujeres en la cultura patriarcal, la de la insolidaridad y el aislamiento (186). Son stos los remanentes de una cultura que obstaculiza ms que incentivar la lectura, secreto encuentro del s mismo:Mientras, a pesar de los progresos culturales, no se vea nunca en un tranva de Espaa [] a una mujer con un peridico o un libro en la mano, ser intil soar en ver desaparecer de nuestras mujeres los sentimientos impuestos (Nelken citada por Quince: 189)Poetisas como Concha Mndez, Josefina de la Torre y Ernestina de Champourcin, hicieron parte de este grupo que en la generacin del 27 fund un club que reuni y acogi a muchas de estas escritoras. Multiplicidad y divergencia: voces femeninas en la novelstica contempornea espaolaDesde las teoras del psicoanalista Jacques Lacan, Elizabeth Ordez nos ofrece una interpretacin del canon literario femenino de Espaa basado en los conceptos de multiplicidad y divergencia: en este juego de intereses lo que requiere la cultura (o el Otro o la ley del padre) delimita (y an reprime) los contornos del deseo (213) Muchas de las voces de mujeres en la literatura espaola contempornea, se encuentran bajo los efectos de estas restricciones y requisitos del orden simblico de la cultura (213). Entre ellas, Elena Soriano y Ana Ma. Matute.

Pero otras, como Adelaida Garca Morales, Esther Tusquets, Carmen Martn Gaite y Concha Als, se enfrentan, lacanianas, estas exigencias, proponiendo por contrario innovaciones en su novelstica frente a las oposiciones binarias:Cualquier postura que elija, la novelista espaola de hoy descubre aspectos de la mujer y de la cultura que han sido sumergidos y silenciados por el Otro. Asume una posicin que declara su independencia de cdigos consagrados y de discursos dominantes. Declarando su libertad, su multiplicidad, su heterogeneidad, est a la expectativa de futuras innovaciones inslitas. (237) Hacia una novela: Rosa ChacelPublicado en la tradicional Revista de Occidente, un esquema de os problemas prcticos y actuales del amor es uno de los ensayos fundamentales de esta autora espaola de principios del siglo XX. All Rosa Cahcel responder con fuerza a las ideas que George Simmel y Ortega y Gasset, por ejemplo, expresaron sobre y sobre todo, contra- las mujeres. De las relaciones sexuales al arte y la filosofa de Nietzsche, y Kierkergaaard, por ejemplo, su ensayo llamado Saturnal fluye para mostrar la feminizacin de nuestra poca, como dice Ana Rodrguez (241), pero al final termina siendo, en palabras de Chacel un mundo donde no hay nutricin posible, no hay ms que anemia y esclerosis (266). Las mujeres en la filosofa espaolaLa racionalidad femenina que tanto se problematizara histricamente, fue el punto de discusin a partir del cual se excluy a la mujer de la filosofa durante muchos siglos. Sin embargo, fruto ello de la confusin entre filosofa y modos de racionalidad desarrollados en occidente, donde an se cree que se, el modo de ellos, es la nica filosofa posible (Maillard en Zavala).En cuanto aproximacin al sentido de la existencia, mediado por el lenguaje, podemos entonces comprender cmo otra forma de expresin, la femenina, bien es una filosofa en pleno derecho, capaz de jugar en la multiplicidad interactuante y viva del universo. Una racionalidad femenina, no opuesta a la masculina, sino una racionalidad que no establece abismos entre ambos seres, una racionalidad equilibrada que es sntesis, porosidad, conjuncin.Mara Zambrano, con su pensamiento dbil y venerada por poetas latinoamericanos como Jaime Garca Maffla-, realiza una forma particular de integrar los elementos de la realidad, evidencia cun humanos somos todos. Desde Ortega y Gasset hasta Ibn Arabi, pasando por el yoga, el tantra y Merleau- Ponty, Zambrano esboza una nueva fenomenologa de lo divino mediante la poesa, y una recreacin de la persona a travs de la fenomenologa del tiempo, el padecimiento de la trascendencia y el cuestionamiento tico como accin esencial del ser.Mnimo glosario

Feminidad: conjunto de formas culturales, significados y valores convencionalmente vinculados a las mujeres [] refiere a la identidad de gnero, en el sentido de un yo que les permite a ciertos sujetos sociales decir yo en tanto mujeres (Payne, Diccionario de teora crtica y estudios culturales, Paids, Barcelona, 2002)

Masculinidad: gnero que se ha construido culturalmente a partir de un cuerpo anatmicamente masculino. La masculinidad define conjuntos identificables de conductas, formas de habla y estilos de comportamiento [] Desde finales de la dcada de 1980 apareci un gran nmero de estudios acadmicos sobre la masculinidad, muchos de los cuales estaban escritos por hombres heterosexuales que deseaban minar la dominacin masculina. Su proyecto comparta algunos de los principios de la crtica feminista. Varios de esos hombres se llamaron a s mismos feministas masculinos (Payne, Diccionario de teora crtica y estudios culturales, Paids, Barcelona, 2002)

Sexo: diferencia fsica y de conducta que distingue a los organismos individuales, segn las funciones que realizan en los procesos de reproduccin. A travs de esta diferencia, por la que existen machos y hembras, una especie puede combinar de forma constante su informacin gentica y dar lugar a descendientes con genes distintos (Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta, 2005)

Gnero: trmino que denota los atributos culturales atribuidos a mujeres y hombres. Convencionalmente, se establecen ciertas distinciones entre gnero y sexo; el ltimo debe entenderse como la suma de las caractersticas fsicas que nos hacen biolgicamente mujeres u hombres. Ms recientemente, sin embargo, la oposicin sexo/gnero ha empezado a ser cuestionada por los tericos que sostienen que nuestras percepciones de la biologa, la naturaleza o el sexo, estn formadas exclusivamente dentro del lenguaje y la cultura. Se rechazan la nocin de sexo ms all de la cultura y la nocin de gnero dentro de la cultura, dado que el concepto de sexo biolgico innato es en s mismo, producto de la cultura y la historia, y, por tanto, es interior a ellas. [] Las feministas han defendido una concepcin de la feminidad y la masculinidad como constructos culturales, dado que, si es culturalmente adquirido, el gnero est abierto a cambios. [] En un esfuerzo por historizar el anlisis de gnero, muchas feministas europeas se volcaron primero hacia el marxismo, tradicin valorada por su insistencia en la naturaleza de constructo histrico de todas las relaciones sociales y culturales [] ms recientemente el debate se centr en las teoras estructuralista, postestructuralista y psicoanaltica (Payne, Diccionario de teora crtica y estudios culturales, Paids, Barcelona, 2002).

Gnero (sociologa): identidad basada en el rol sexual de las personas. Los trminos gnero y sexo se utilizan a menudo indistintamente, aunque sexo se refiere de forma especfica a las caractersticas biolgicas y fsicas que convierten a una persona en hombre o mujer en el momento de su nacimiento, y gnero se refiere a las conductas de identificacin sexual asociadas a miembros de una sociedad. Dado que los roles de gnero varan segn la cultura, parece que muchas diferencias de conducta entre hombres y mujeres estn causadas tanto por la socializacin como por las hormonas masculinas y femeninas y otros factores congnitos. []. Estos factores son importantes argumentos en la lucha del movimiento feminista por la igualdad de las personas de ambos sexos, sea cual sea su identidad de gnero. Es preciso tener en cuenta que el gnero es un fenmeno complejo no reductible, en modo alguno, a dos nicas identidades (hombre y mujer). Las personas cuya identidad de gnero difiere de su sexo biolgico (vase Transexualidad) suelen recurrir a veces al cambio de sexo (Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta, 2005)

Movimiento feminista: movimiento para conseguir la igualdad poltica, social y econmica entre mujeres y hombres. Algunos de los derechos de igualdad que se reivindican son el control de la propiedad privada, la igualdad de oportunidades en la educacin y el trabajo, el derecho al sufragio o voto libre y la libertad sexual. Tambin conocido como movimiento por la liberacin de la mujer, [] est compuesto por diferentes elementos sin una estructura jerrquica. Aunque no se basa en un conjunto de principios formales, su idea central es que las mujeres sufren una opresin no compartida por el hombre y de la que, por lo general, los hombres son los beneficiarios polticos, sociales, emocionales y econmicos. [] Cuando el feminismo occidental resurgi en la dcada de 1960, el movimiento defenda preferentemente que las experiencias individuales de subordinacin de la mujer no eran incidentes aislados debidos a diferencias particulares de personalidad, sino la expresin de una opresin poltica comn. Tambin se esgrimi la idea de hermandad, pero este concepto ha sido muy criticado por incoherente, ya que dentro del movimiento se mantienen prejuicios de raza y clase social. En los ltimos aos, tanto las diferencias como las similitudes entre mujeres han pasado a ser objeto de investigacin acadmica. El movimiento feminista sigue tres lneas de actuacin: exploracin de una nueva solidaridad y conciencia (que facilita la valoracin de las posiciones poltica y social), realizacin de campaas a favor de temas pblicos (como aborto, igualdad de salarios, cuidado de los hijos y malos tratos en el hogar) y el estudio del feminismo (disciplina acadmica que se ocupa del anlisis terico de este movimiento) (Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta, 2005)

ReferenciasOsorio, B. Las desobedientes. Mujeres de nuestra Amrica, Panamericana editorial, Bogot, Colombia, 1997Zavala, I 1993, Breve historia feminista de la literatura espaola (en lengua castellana, Editorial Anthropos y Universidad de Puerto Rico, Barcelona, Tomo I.Zavala, I. 1997, Breve historia feminista de la literatura espaola (en lengua castellana, Editorial Anthropos y Universidad de Puerto Rico, Barcelona, Tomo IV.Zavala, I. 1998, Breve historia feminista de la literatura espaola (en lengua castellana, Editorial Anthropos y Universidad de Puerto Rico, Barcelona, Tomo V.

En adelante, BHFLE.

De hecho, Iris Zavala naci en Puerto Rico, pas subyugado por los Estados Unidos, bajo la categora de estado asociado.

Este es, a nuestro juicio, uno de los principales problemas que todava encaramos a la hora de comprender los estudios de gnero: basados exclusivamente en las explicaciones de las ciencias naturales, los detractores del feminismo insisten en que la biologa del sexo determina el comportamiento humano, olvidando as la existencia de una realidad social, colectivamente constituida, cambiante -no esttica-, realidad en la cual lo biolgico no es ms que el sntoma de un sistema, mientras que la diversidad de la semiosis la produccin de sentidos asigna cada vez infinitos y cambiantes valores y significados a los incontables objetos del universo. En la medida en que somos ms que la sumatoria de elementos y materiales biolgicos, los seres humanos somos tambin seres con un comportamiento que es fruto de la interaccin, de la semiosis y de la transformacin. Por eso es reduccionista tratar de explicar nuestro comportamiento a partir de factores bioqumicos, dejando de lado las dimensiones sociales, psicolgicas y filosficas propias de nuestra condicin humana.

Estos tres, entre otros, son precisamente algunos de los mecanismos a travs de los cuales se crean o destruyen identidades, tanto individuales como sociales: as, por ejemplo, la construccin del indgena latinoamericano como canbal por parte de los espaoles, como mecanismo de autolegitimacin de su sangrienta conquista de la tierra (Osorio, La Gaitana: mito de autonoma y resistencia en: Las desobedientes, mujeres de nuestra Amrica, Panamericana, Bogot, 2002).

Por ejemplo: la mujer fatal/ el hombre peligroso, la prostituta/ el promiscuo, la angelical/el inocente, la guardiana moral/el soldado de la moral, la madre sufriente/el padre imponente, etc.

El aparte que aqu se desarrolla procura mirar en conjunto, como un proceso continuo y consistente, opuesto a la mirada discontinua del canon patriarcal, al conjunto de letradas espaolas a lo largo del Renacimiento y el siglo de oro en el barroco espaol. Nos sentimos autorizados a ello tanto por las caractersticas similares en la condicin de la mujer de aquella poca, como por la cercana de luchas y vocaciones contrapuestas, as como por las estrategias, enfoques y causas enarboladas por monjas y jvenes doctoras. El conjunto de autoras estudiadas, desde Leonor Lpez y Beatriz Galindo, hasta las monjas de vila y de la Cruz, adems de Valentina Pinelo, entre otras, nos permite tambin configurar la lectura de los captulos 2 al 7 de este tomo, como un feliz hallazgo que da visin de conjunto acerca de la fuerza y diversidad creativa de la mujer, a pesar de los silencios, o mejor, en contra de ellos, a lo largo de una poca ms amplia.

Por Querella de las mujeres se conoce al conjunto de las controversias y debates que, durante siglos se ha sostenido acerca de la mujer y su naturaleza y condicin frente a la sociedad. Maria- Milagros Rivera (En BHFLE) menciona, entre otras referencias centrales sobre el tema, las de Perrot, M y Duby, G. Historia de las mujeres, y Kelly, J. Early feminist theory and the Querellle des femmes, entre otros.

En la tradicin catlica uno de los atributos de Dios es el de ser el verbo encarnado, esto es, la palabra sagrada que se hizo carne por intermedio de una mujer: Mara, quien recibi, con la revelacin divina, mediad por el ngel Gabriel, la presencia de dios dentro de ella misma. Y ese es el argumento central que las mujeres habrn de desarrollar en lo que sigue.

A la vez espejo, espectculo, imagen, instrumento usado en medicina de la mujer, especulacin

En efecto, Teresa de vila, fue canonizada y en la tradicin cristiana se la considera como santa.