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.5Q1':{.- Buzón del fantasma Fragmentos de un epistolario entre Julio Torri y Alfonso Reyes. 1914-1922* JULIO TORRI 'c omo decîr en sueños anoche a Rafael López, en el naufragio de nues- tro grupo, toclas nos hemos salvado en tablas distintas. jCómo echo me- nDs nuestras pláticas, que-por 10 distantes me parecen del 18671" (1913) "Mi esterilidad se ocupa en coleccionar epígrafes. Los tengo muy valiosos. En esta Peralvillo decapitada de !os Franscules y Erásmulo5, me entretengo en (0- leccionar epígrafes mientras me acabo de morir de [a más negra tristeza." (1913) I'De México, no te hablo, porque debes estar mejor enterado que yo, que nunca lea periódicos, de 10 que nos sucede. Sólo te contaré que Chucho (Acevedo) con. tinúa en la Dirección General (de Correos); Caso (Antonio) en Altos Estudios; Ma. riano Silva es Secretario de la Preparatoria; yo, profesor adjunto de Lengua y Lite- . ratura Españolas en Altos Estudios. Estrella de Oriente ha desaparecido de nuestro harizonte. EI Ateneo eelehró haee días sesión con muy escasa concurrencia. De la Rosa nos <:Iso!ó con monismo coJombiano. Federico Mariscal estuvo muy inte- ligente disertando sabre Preparatoria, travesuras y demás casas gratas a Caso." (1913) *Tomado dc Espejo. Letras. Artes e Ideas de México, Número siete, Primer trimes- tre, 1969 (México). Alfonso mío: Colecciono tus cartas; y can elias, tus dibujos, canciones de sabre- mesa y romances escolares, pienso pub! icar en 198..., 5 tomos de obras inéditas tuyas, sin permiso de !os herederos del autor, quienes entre 1958 y 1973 habrán impreso la edición completa y definitiva de tus obras (40 volúmenes). Viejo co- mo Fontenelle, escribiré conversaciones imaginarias tuyas que haré pasar par verdaderas, y daré mil nolicias falsas de tu persona; pienso contar que naciste con una estrella en la frente, la eual traías después en e[ bolsillo del chaleco y no la mostrabas sino a tus amigos más íntimos. (He leído algo muy parecido no dónde; tal vez 10 he soñado; es posible que sea de Andersen; no importa.) Estoy encantado can 105 títulos de tus ensayos. Yo, trabajo ahara géneros de esterilidad, como poemas en prosa, etc. Pronto te mandaré algunas composicio- nes. Las escribo de la siguiente manera: tomo un buen epígrafe de mi rica colec- ción, 10 estampo en el papel, y a continuación escribo 10 que me parece, casi siempre un desarrollo musical del epígrafe mismo. Es como si antes de comprar un vestido, adquirieras el clavo del que [0 has de colgar. En esta imagen aparece un poco absurdo mi procedimiento, pero descubrirás que no 10 es. Le Gaspard de la Nuít me quita demasiado el sueño. A propósito, lconoces un cuento de Toistoi, que se llama "Alberto", y al cual hay una elegante alusión de Anatole France en su Verlaine de la Vie Littéraire? Me ha gustado particularmente. Acabo de leer L 'Amour Médecin. Naturalmente he quedado encantado. Busco ya ellibro de Ros de Olano. Dime siempre 10 que leas. Procuraré seguir~ fJ\ G>\"C...fcT.A. ,j~ 366 (Jut'" ~.() 5

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.5Q1':{.-

Buzón del fantasma Fragmentos de un epistolario entre Julio Torri y Alfonso Reyes. 1914-1922*

JULIO TORRI

'c omo oí decîr en sueños anoche a Rafael López, en el naufragio de nues-

tro grupo, toclas nos hemos salvado en tablas distintas. jCómo echo me- nDs nuestras pláticas, que-por 10 distantes me parecen del 18671"

(1913)

"Mi esterilidad se ocupa en coleccionar epígrafes. Los tengo muy valiosos. En

esta Peralvillo decapitada de !os Franscules y Erásmulo5, me entretengo en (0- leccionar epígrafes mientras me acabo de morir de [a más negra tristeza."

(1913)

I'De México, no te hablo, porque debes estar mejor enterado que yo, que nunca

lea periódicos, de 10 que nos sucede. Sólo te contaré que Chucho (Acevedo) con. tinúa en la Dirección General (de Correos); Caso (Antonio) en Altos Estudios; Ma. riano Silva es Secretario de la Preparatoria; yo, profesor adjunto de Lengua y Lite- .

ratura Españolas en Altos Estudios. Estrella de Oriente ha desaparecido de nuestro

harizonte. EI Ateneo eelehró haee días sesión con muy escasa concurrencia. De la Rosa nos <:Iso!ó con monismo coJombiano. Federico Mariscal estuvo muy inte- ligente disertando sabre Preparatoria, travesuras y demás casas gratas a Caso."

(1913)

*Tomado dc Espejo. Letras. Artes e Ideas de México, Número siete, Primer trimes- tre, 1969 (México).

Alfonso mío: Colecciono tus cartas; y can elias, tus dibujos, canciones de sabre-

mesa y romances escolares, pienso pub! icar en 198..., 5 tomos de obras inéditas

tuyas, sin permiso de !os herederos del autor, quienes entre 1958 y 1973 habrán impreso la edición completa y definitiva de tus obras (40 volúmenes). Viejo co-

mo Fontenelle, escribiré conversaciones imaginarias tuyas que haré pasar par verdaderas, y daré mil nolicias falsas de tu persona; pienso contar que naciste

con una estrella en la frente, la eual traías después en e[ bolsillo del chaleco y no la mostrabas sino a tus amigos más íntimos. (He leído algo muy parecido no sé

dónde; tal vez 10 he soñado; es posible que sea de Andersen; no importa.)

Estoy encantado can 105 títulos de tus ensayos. Yo, trabajo ahara géneros de esterilidad, como poemas en prosa, etc. Pronto te mandaré algunas composicio-

nes. Las escribo de la siguiente manera: tomo un buen epígrafe de mi rica colec-

ción, 10 estampo en el papel, y a continuación escribo 10 que me parece, casi

siempre un desarrollo musical del epígrafe mismo. Es como si antes de comprar

un vestido, adquirieras el clavo del que [0 has de colgar. En esta imagen aparece

un poco absurdo mi procedimiento, pero tú descubrirás que no 10 es. Le Gaspard

de la Nuít me quita demasiado el sueño. A propósito, lconoces un cuento de Toistoi, que se llama "Alberto", y al cual hay una elegante alusión de Anatole

France en su Verlaine de la Vie Littéraire? Me ha gustado particularmente.

Acabo de leer L 'Amour Médecin. Naturalmente he quedado encantado. Busco ya ellibro de Ros de Olano. Dime siempre 10 que leas. Procuraré seguir~

fJ\ G>\"C...fcT.A. ,j~ 366 (Jut'" ~.() 5

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te el rumbo, a fin de que cuando nos

reunamos -no me refjero al rendez-

vous universal en el valle de Josafat- no me eneuentres muy siglo XVIII y

poco medema.

Creo que tú regresarás algún día;

pues imagino que tarde 0 temprano te

recogerás a sef en tu país; la vida de

un mexicano en el extranjero no pue-

de realizarse plenamente, y por 10

que a la literatura toea, me parece que pasarse el tiempo en madrigales

al infantito tal y en novelas ejempla-

res, cuando la Escuela de Altos Estu-

diüs está a punta de caer en manos de

Erasmo -debido a la debilidad de

Antonio (Caso}-- es no sólo un desati-

nOI sino una mala acción. Además, siempre he creído que tras paréntesis

más 0 menos largos, pasaremos j un-

t05 la vida. lMe equivoco? Háblame alguna vez de tus proyectos."

(1914)

"Soy profesor desde hace un mes en la Preparatoria. Ya he recibido e)

bautismo de sangre (perdonaJ, 0 sea

el primer gisazo. Urbina y Pedro

(Henríquez Ureña) creen que soy un

buen profesoL (Yo también.) Tengo

cuarenta discípulos, y en materia de

todas las cosas, están en blanco. De luehar porque aprendan que el caste-

llano no proviene de! latín clásico, ni

el alejandrino del franeés (tesis an- tiespañola: todas las cosas en España

vienen de Francia; tesis española: 'como si nuestros padres de la Edad

Media hasta para respirar hubiesen

necesitado licencia de \os franceses'.

D. Marcelino etc.) he adquirido un

horrible énfasis, y he perdido, tal vez

para siempre, el dominio de mi tono

medio. (No más balbuceos, ni con- versaciones particulares.)

iMî opinión sobre mis discípu!os?

Preferiría decírtela sabre el pizarrón 0

105 bancos y demás objetos. A causa

de ser deliciosamente confuso en mis

explicaciones, y envidiablemente de-

sordenado (joh manes de Ruskin y D.

Marcelino!) ]os cuarenta niños no aprenden nada. No importa. Una ge-

neraCÎón en México ignorará si e! poe-

ma de Yuçuf fue escrito en Toledo 0

en el Bajo Aragón. Yo me ínclino par la tesis de Toledo. No tengo mayor ra-

zón, que opinar así don Marcelino. Merimée sigue, en punto a poemas ar-

caicos, bastante infielmente el 20. to-

mo de la Antología de Poetas Líricos.

En mis clases no hago sino infundir te-

rror pm Merimée, con la autoridad de

Foluché. "Desconfiad del francés" es

mi grito de guerra. l T e acuerdas? Qué

razonables éramos en 1911.

Mis únicas lecturas son la admi-

rable Crónica Genera!! y los cando-

rosos mesteres de clerecía. Mi prefe-

rencia par 105 primitivos es la única

cosa de que estoy cierto en materia

de mí mismo. lSeremos nosotros priw

mÎtivos 0 decadentes? De cualquier

manera estamos bastante cerca de

las casas para ser pu1îdos, brill antes

y metáJicos escritores de siglos de

oro. Mi interés por las casas deeae

cuando éstas empiezan a real izarse,

y renace a Ja hora del decaimiento. iAberraeión 0 buen gusto?

Alfonso: tengo un grandísimo te-

mar: que al revés del euenta de Ste-

venson, me convierta cad a vez más

en el Dr. Jekill. Mi cátedra me será

funesta. Tal vez más seriamente que a mis alumnos. Cuando regreses, tu

hermano el diablo estará enterrado

en un Tepeyac imaginario pero reall

y sólo encontrarás a un sujeto que se

acordará de todas tus conversacio- nes con el difunto. Este sujeto tendrá

(perdóname que no continúe el

asunto de la hoja 3, pero han pasa-

do algunos días entre ella y ésta).

(1914)

"aquí (en Méxko) la crítica literaria,

tal vez por timidez de pueblo, se ha-

ce en las conversaciones." (1917)

"Te envío ya ejemplares de mi iibra

Ensayos y Poemas. Hay una errata

considerable que me ha hecho sufrir

mucho: en vez de "Fantasías Mexi-

canas" pusieron "Leyendas Mexìca-

nas". La impresión fue cuidada por

Genaro Estrada, excelente erudito de

cosas contemporáneas y amigo. La

justificación del tira es de Saturnino

Herrán. Genaro sobresale como edi-

tor de ingenios estériles: 105 libros se

aumentan en sus manos, y uno olvi-

da fácilmente con las letras gordas

de devocionario y las doseientas pá-

ginas de grandes márgenes, que es

uno de 105 más dífíciles autores de

tiempo. Yo olvido demasiado fácil-

mente las cosas que me son desfavo-

rabies y que justificarían mi suicidio. Infantilidad, única, cieneia de la viR

da. Sin embargo, a veces recuerdo y

entonces...1! (1917)

"Mi querido Alfonso Reyes:

Recibí tu carta de septiembre. Me deja

sobrecogido de espanto (tal vez de en- vidia también) tu laboriosidad. Quien te reconslruya segCln tus obras, imagi-

nará que pesas eien kilos y que eres

una encina de la Selva Negra. [Par 105

dioses, Alfonso, no trabajes tanto! EI

arte es largo, la salud es breve.'1

(1917)

"Entre 10 último importante que aquí ha ocurrido, está una cena de litera-

tos (Rebolledo, González Martinez,

Urueta, Rafael Cabrera, etc.) y artis-

tas (Herrán, Enciso, Tovar), Te man-

do una fotografía tomada antes de

que estuvieran tad as, M. se embo- rrachó -nota que ahara se embo- rrachan otros y ya no yo como anta-

ño ioh gratísimo y lejano 191 O! Es-

tuvo muy gracioso. Dijo que el in-

conveniente de la borrachera era

que 105 muebles estilo imperio se Ie

transformaban a uno en muebles es- ti!o "mission". Ante la Venus de la

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Alameda Ie lavamos varias amigos 10 cabeza y los brazos alas tres de la

mañana." (1917)

México

un día claro de noviembre.

Recibí tu carta del 20 de septiembre.

Lamento que en tus bellos Cattones

de Madrid hayas pagado tan caro tri-

buto al Minotauro-Impresar. Quisiera

que todas 135 erratas de tu libro pasa-

ran al mío. Cultura se imp rime en

una imprenta misérrima de arrabal. Nuestra hermana la Errata seguirá

con nosotros mientras haya Poesía.

Acabo de recibir tu última en

que me dices cosas tan gratas de mi

libro. Para un primerizo como yo, esto es para perder la cabeza.

Tienes muchísima razón en no aprobar mi desdén para el vulgo. A

mí lambién me choGI esto, pero tal

vez en todo mi libro hay demasiada reacción contra \as casas ambientes. Así, v,g. hay por todo él una corrien- te de dogmatismo, que me ha dis- gustado bastante.

Acabo de recibir una amabilísi- ma tarjeta postal de Nervo. Me lla- ma lIestimado amigo". (jEsto es de- masiado fuerte para mí!) Casi me desvaned al leerla. iQué debo ha- cer? ~ Le debo cantestar dándole las

graciasl 0 me debo callar y no mo- lestar más su atención tan bondado- sa? Creo que debo hacer esto últi-

mo. En finl tú guíame.

(1917)

"En efecto, mi cara tiene alga de ple-

gad era de marfi I, y desgraciadamente

también alga de pavo (de que no me

acuerdo nunca sino cuando tengo un

Espejo delante). A veces también me descubro expresiones pasajeras de

Mr. Hyde, que deben de inspirar gran

desconfianza; esto me será perjudi-

cial para abrirme camino en la vida.

jQuién poseyera un rostro ingenuo y

franco! iQuién me devolviera rni

sombra de Peter 5chlemihl!"

(1917)

México, sin fecha. Mi querido Alfonso:

Gracias por haberme escrito

al fin. Lamento etc., 5i soy demasiado sentimental en

mis cartas es porque las cartas, par

ser el género literario más ocasiona- do a la hipocresía, etc.

Nada es mejor que ser un profesar

severo, y enfermar con una mirada a

cien pobrcs niños, cuyas cabezas ilin.

jerto" (como dice Wells tan bien).

Para un cspíritu femenino (genic

femenino según Juan Pablo) nada cs

pem que descubrir y desflorar casas

y libras. Por eso aparte de cÎen mil

motivos, vivo tan triste sin ti y sin

Pedro, ioh hélices mías en el mar de

mercurio en que naufrago!

Alfonso. Ya conaZCD a todas las

personas y he descubicrto la mayor

parte de las cosas (empiezo a enveje-

cer / 121 mundo ancla en senti do inver-

so bajo nuestros pies). iNo crees que envejecemos demasiado pronto por-

que hay muy pocas cüsas en elmun- do, péscle a ]05 diccionarios? ioh cu- riosidad, curiosidad, cosquillea para

que no se amodorre mi inteligencia!

Lamentación

Somos muy eruditos.

Ha muerto la espontaneidad.

Académicos, académicos. (Virgilio, Rafael, Canova.) Nuestra conciencia de nosotros

[mìsmos

Ya nunca nos abandonará.

De todos tenemos antecedentes [Iiterarias,

Y nuestra borrachera es una [comedia ridícula,

Can nosatros mismos. jDionyso5, Dionysos!

jLucifer, Lucifer!

(Consúltese: La Révolte des Anges.)

jConsúltesc, consúltese!

jConsúltese par siempre jamás! Los instantes de locura,

Simulacros y nada más. lSon las siete y tengo par costumbre

Costumbre, costumbre, iOh vida infame!

Ochocientos quince Y romántico en el Mediterráneo. (England, england, england, england.)

Equivocada mi vocación En ticmpo y espacio. Espíritus de rueda, ide fábrica y tambor! Mi espíritu es mi casa,

Mí casa es [a mi tumba Mi tumba, mi casa, mi amor!

He nacido muerto, Y no hay sepulturero para mí.

Porque danza y converso

(y porque maté a un hermana [pequeno)

Las gentes me creen vivo.

Pem estoy tan muerto

Como mi abuelo el Duque de

[Mantua.

Esta belJa composición, que te dedi-

co interesadamente para que la rnan- des publicar después 0 antes de mi

muerte "histórica" te dará una idea

de mi nueva y definirJva manera. Es-

cribo todo propósito, como Goethe, y

con tan buena salud y humor como él, es decir, como ÉI; aunque las gen- tes encargadas de poner en tab[as y listas todas las casas a fin de que las

entiendan 105 hijos de 105 vidrieros,

me pondrán tan lejos de ÉI, como es- tá Francfort de 5allillo.

Estudio mucho, Y ihé]as! qué tris-

le es viajar 5010 por 105 libros ,Cuán-

to te echo de menos! Tuyo siempre.

Julio Torri (tal vez: el Cardenal Bibbiena).

IISustituir a Pedro (Henríquez Ureña)

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es imposible. Sustituirte en 10 que de

literary /ion tenías, tal vez. Soy emi-

nentemente sociable ihélas! Persona\-

mente carezco de todo misterio y me entiendo con todos. Hasta de los más

insociables (como Carlitos Díaz-Du- fóo) soy el Amigo. (Tal vez mi extre-

mada pasividad, que quisiera compa-

rar con un perfume antiguo, desarma

y previene en favor. Me tuteo can Re- bolledo; Urueta me llama 'Julio', nada

más; GonzáJez Martínez me escribe (a

propósito de mi libro) una carta tan

amable (en que me desea, entre otras

cosas, una muerte rara y pronto, a fin

de que deje el recuerdo de un espiritu

distinguido). En [a misma carta me de-

muestra que es posible morir de ese

modo raro: que un amigo suyo murió

de patada de dromedario en Catorce (San Luis PotosO. De 105 jóvenes nada

te digo. Algunos que son muy mal

educacJos (y lamentablemente e irrc- parablemente de malos pañales), ter-

minan par declararme una neutralidad

benévola (can elogios ambiguos cuan~

do publico alga). Has de saber, mi ca-

ra Alfonso, que 5e ha de5atado entre

nosotros una peste de malos poetas,

de [as cuales aJguna vez leerás algo;

SUS nombres son de 10 más extraño.

Son imbécîles, cursis, sucios, que de-

claman y creen en ]a inspiraciÒn. Estos

miserables, nos l1aman a todos '105

consagrados'. Nosotros natural mente 105 ignoramos olímpicamente. Esta in-

vasión (comparable a la del balneario

por los pulpos, de que habla Wells) so

explica sólo pm el extremado raquitis-

mo de nuestro medio, que no opone

resistencia, y en el cua[ (como en la

Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística) el propuesto, es aceptado.

Tú, Vasconcelos, y demás Ateneo y

generación, somos alga inexplicable

en la historia de Anáhuac; la genera-

ción que viene detrás -Ia de 105 pul-

pos- es mexicana, y entre ella y la

estulticia tropical del 1860 es visible el

hila de Ariadna y el eslabón darwinia-

no. (iQué horribles cosas escribo, par 105 diosesl) (Comprenderás que amo e[ género epistolar como una vieja

princesa del siglo XVIII, en una peque- ña corte alemana.) Tú 10 comprendes

y entiendes todo, Alfonso. Sainte-Beu-

ve y tú... La princesa Nitokris y yo..." (1917)

I/...continuo siendo petuniariamente la paradoja económica que tu cono- ciste. Estoy tan pobrc, A[fonso, que mis confl ictos casi siempre no tras-

pasan las dos cifras -muchas veces

no Ilegan ni a ellas. Mis únicos pla-

ceres en la vida son mis amigos, mis

libras y el té, del que me he vuelto

muy aficionado. Todo 10 demás es

vida agria, desapacible, trabajosa.

Tengo a veces cI pensamiento de

que con nuestras miserias obtene. mos perrniso de escribir algún buen

poema, que como dice nuestro Bau-

delaire -cito de memoria- I/nos

revele que no somas inferiores al

resto de 105 hombres".

Nuestro compañcro X es alto fun-

cionario en Relaciones. Podría hacer-

me segundo secretario de México en ésa, a en Italiaj 0 en Australia y ha-

cerme viajar un poco, yo que tanto 10

necesito ya, que tan cargado estoy de

pequeños puntos de vista y de prejui-

cios, yo que casi no hc nacido sÎno

para viajar y hacer salucJos can un

pañuelo. Sin embargo, estoy seguro

que no se me protegerá, pues mi ner- vÎosîdad y movilidad engendran des-

confianza, y mi m'en foutisme me

haee aparecer como persona poco seria. Además, y sabre todo, hay una especie de francmasonería entre IDS

imbéciles, e ignoro el santo y seiía.

Oebemos continuar con nuestra

pose de príncipes de incógnito, So-

mas desterrados de no sé qué época

y paÎs; tal vez, como Pedro Henrí- quez diría, del pequeño pueblo de

Lizzy Bennet. Estamos hechos para

un mundo en que las Casas fueran

más perfectas, el ambiente menos

resistente a nuestro esfuerzo." (1918)

liEn mi última carta.. creo que seré

abogado consultor del Gobierno del

Dislrito. Pues bien, después he as-

cencliclo un nuevo peldaño en mi

gloriosa carrera burocrática. lHas leiclo Messieurs les Ronde-de~CLlir

de George Courteline? Mi porvenir inmediato es el Pére 5oupe. Aclual- mente soy jefe de un Departamento de Gobernación (con tres secciones a mi cargo: justicia e Instruccîón PÚ-

bllca, Estadística y Archivo, y Go- bernación y Seguridad Pllblica).

(19191.

lQué C05as más te contaré Alfonso mío? iAh sí! Can motivo del año nue-

vo regalamos a nuestro jefe, contribu- yendo proporcionalmente a nuestros

sueldos, desde oficiales scgundos pa-

ra arriba.-- un paraguas, un paraguas

con puño de oro. EI acto de ]a entrega

del pacífico artefacto que simboliza

tantas casas r.idículas y útiles, fue so-

lemnísimo. Uno de 105 orad ores fue

un ex maestro de eseLiela, fruto madu~

ro de novela costumbrista. Dijo estas

pa[abras: "5u recuerdo, señor X, per- durará entre nosotros, como en el ca-

raeol marino el cstrépito del océano." A mi lado, un magnífico ejcmplar de

la fauna oficinesca, dcrramaba lágri-

mas, y me decía que era feliz porque Dios Ie había permitido vivir hasta ver espectáculos tan hermosas./I

(1919).

"Me pedías poemas para Poética. No sé par qué no te 105 he mandado, aún. Si te lIegan y no te gustan, al ce5to, me das un abrazo, y tan amigos como siempre. lQué signifiea un fracaso en

una amistad como la nueslra, y para

un hombre como tú, tan humano, tan

generoso y tan virîl? Si no hoy maña-

na. Las musas no pueden estar ceñu-

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Page 5: Buzón fantasma - bibliotecanacionaldigital.gob.cl

das largo tiempo. Yo las conozco bien. EI día que tenga unas vacaciones de

un mes, te mando un buen libro. Escri- 1,0 muy poco y medito mucho. Me he

hecho hombre sin saberlo. He cumpli~ do treinta años (jhombres de 89, le-

vanláos de vuestras tumbas! Marcha nupcial de Lohengrin, etc.). No tengo

amigos. A Mariano se 10 engulló el

matrimonio. (Marcha fúnebre de Liszt.)

Con 105 demás no se puede sino con-

versar. Y la Amistad, per Bacco, no es sólo conversacÎón sabia. T odo 10 con- trario. Vivo pues muy sol itariamente,

pero sin melancolía, sin sentimientos depresivos, te 10 jura. Y cuanda está

uno 5010, está uno con sus ausentes. (Vid. prólogo 0 dedicatoria de Travels

with a donkey.) Así pues, Alfonso, de

estas complicadas y sabias premìsas,

colige una conclusión de amistad, real, fresca, jugosa... como una lam- prea en su sartén. (Las casas de cacina

suministran 105 mejares símiles, aun- que siempre con un vago dejo épico.)

(1920)

"Mariano (Silva y Aceves) publica también el mejor de sus libros, Animu- la, en que se revel a un veroadero Ja~

mes Mathew Barrie. Un libro sabre ni-

ños perdidos en la ciudad, lien a de

ideología sobre cosas absurdas y fan- tásticas. En el primer número de Méxi-

co Moderno publicó "EI componedor de cuentas", que Ie envidio con tada

mi alma. Léelo y me darás la razón." (1920)

"Sigo trabajando de abogado. A veces

huimos del despacho por temar de

que nos lIegue un cliente. En 105 jui~

cios que sigo, mis simpatías están siempre par la parte contra ria, de la

única que no tengo desagradables im~

presiones personales. Subiendo esca~ leras, hacienda antesalas y pegando

timbres me gano la vida. He tenido

aventuras horrorosas en el ejercicio de

esta innoble prafesión. Un día estába-

mos sentados en el despacho Vascon-

celos y yo. Eran las dnco y media de

la tarde. De pronto doy un brinco: a

las seis terminaba el término para con-

testar una demanda hipotecaria, en

que nuestro cliente perdía veinticinco

mil pesos. Vasconcelos me dicta y es~

cribo nerviosamente en la máquina.

Terminamos; faltan diez minutos para las seis. Saco el, papel de la máquina,

y encuentro con que me había equi-

vocado al poner el papel de copia. Can gran excitación copio el escrito.

Faltan dos minutos para la5 seis, y es-

tamos en la calle de Gante. Afortuna-

damente tengo timbres. Tomamos el

automóvil, y Pepe, perfecta mente se-

reno, ordena al chauffeur que nos Ile-

ve a Cordobanes a la carrera. Llega~

mas a tiempo. Halla al juez, y Ie en- trego la contestaciÓn. Vuelvo al !ado

de Pepe, que me espera en el auto,

con una sonrisa paternal. Experimento

la sens3cìón de que soy irremediable-

mente un niño aturdido, y que Vas-

concelos es un hombre cabaL"

(1920).

"Estuve en VeraCl"uz haee poco, don- de conocí el mar. Nos pasamos ocho días deliciosos Mariano, Alfonso Cra~

vioto y yo. VeraCl"uz es ya el Norte de

España y Europa comienza en las

cumbres de Maltrata. No me digas

que no, Sacrificios, lazareto de todas las pestes, con SLIS dos tristes palmeras,

concenlra el misterio de todu lugar

donde han muerto muchos, en la ILlz

de su faro, a!ucinante, extrahumano, inmóvil en su brillantez obsesionante.

La espuma de los arrecifes es la blanca

ropa al sol, de las sirenas (como diría

Gómez de la Serna)."

(1920)

"Y a todo esto te preguntarás: iY la

literatura, Julio, qué has hecho de ella en tu rápida y brillante carrera

burocrática? Alfonso, por Dios no

me mires con esa severidad y escú-

charne. Rodenbach fut avo cat, y

Verlaíne, en sus primeros tiempos fue empleado público. Además, si

bien es cierto que soy el jefe inme- diato de las aficinas superiores, y

que rubrico y autorizo la correspon-

dencia oficial en 105 ramos de Go- bernación y justicia, también 10 es

que me sobra tiempo en la oficina

para leer y escribir. Acabo de leer

par ejemplo A/mayer's Folly de Jo-

seph Conrad que describe maravillo-

samente la exuberante naturaleza de

Oceanía y el rompimiento y decaer

de una vida de hombre. Actualmen-

te estoy leyendo cuanto puedo en- contrar de Gerard de Nerval, un au-

tor con el eual me iría, desde luego,

a cualquier isla solitaria. Su aficÎón a

Heine, Dickens y Poe, su sernejanza

can Sterne en SliS relatos de vraje,

etc., me ganan completamente la

vol un tad."

(1922)

/I No expresamos más visiblemente los nombres de los traductores, por- que temimos Vasconcelos y yo plei-

tos con las casas editoras, pues des~

graciadamcnte con nueslras leyes

romano~cartaginesas-yanquis, no es~

tá permitido el mbo como el que perpetrarnos.

lTe dije que !os tiros de estas

ediciones son de 25 000 ejemplares

cada una? Se venden admirablemen-

te. En los tranvias encuentras gentes

leyendo a Homero. Te conmueves

hasta las lágrimas par poco senti-

mental que seas."

(1922) .

9

Page 6: Buzón fantasma - bibliotecanacionaldigital.gob.cl

Sueño de las buenas mujeres

ROBERT LOWELL

Traducción de Alberto Blanco

Esas cinturas altas de doncellas, lánguido acero y paste] de bodas,

caen, como caerían las cinturas, blancas, pechos blancos a talones blancos- éstas alguna vez, la nueva onda; principal mente eran muchas,

y no n05 dejaron hablar. Mujeres, nuestras hermanas- pasan, pasan: la pérdida de la inocencia

nunea les pudo; Mientras n050tr05 somas impotentes,

ell as son fieles. Nos mantendrán en el camino

de la capilla al cementerio. Cuando suavizan la mejilta de IDs muertos,

sangra; el abedul se vuelve un paste de teléfono,

peri lias y lágrimas y helechos- Sus enredos

no quieren semi lias de hombre; y 10 mejor viven.

Diez horas de esto son como diez años en casa,

cuando lastimar a atros era tan necesario como respirar,

y lastimarme, más necesario que respirar. -

10

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Ezra Pound. Cauda LUIS CORTÉS BARGALLÓ

Para el poeta que creía

en la extinción de la voluntad, en la ceniza irrecuperable de los rostros

para quien rascaba en los bolsillos el único fragmento que progresa entre el foca y la alambrada

y un rancio migajón para la uña

,...",................................ nada termina todavía:

porque hay el viento y la chispa dispersando.

La vista en un mapa ubicuo; [as campanas frías, 105 árboles azu]es contra la savia tenaz del ideograma.

Corpuscularmente, milfonésimo! Î punti luminosÎ, milenario. Para quien no era nada termina: todavía. Corpuscularmente

repica en las campanas azules

como una Iluvia de municiones de [ado

yuna de/gada guerra de meta/ crepita entre las hojas de los maizales secas.

Puntas, chispazos, corcheas...

....................................................... Scattered Mo/ucas... & brasas.

Islas de palabras

palmeras de sam bras anfractuosas, emergiendo hasta la playa

como dormidos asteriscos verdes.

Para el mundo del poeta donde hay el viento que ondula y su promesa: Broca de la roca. Sólo puntas... limadura

Nada. Incluso el viento. 8

11

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la niña extraviada en Pizarnik*

TAMARA KAMENSZAIN

N ada nuevo se descubre en la adolescencia de la poesía. Es un JIpaís de

10 ya visto'l dande 10 asombroso deviene pm contigüidad con la infan-

cia. Alicia, esa prepúber de la literatura, akanzó a mirarlo todo. Ahara,

todo vuelve pero como materia muerta. Es par eso que Alejandra Pizarnik co-

noció la muerte en plena adolescencia de su obra. 0, mejor Jicho, la recono-

ció: ella ya había transitado par la muerte de la niña (ilia infancia implora desde

mis naches de cripta") y la precocidad de su vocación literaria consistió en des-

plegar el poema coma un relato postmortem.

"No temas, nada te sobrevendrá, ya no hay violadores de tumbaslf, Ie asegu-

ra, en ExtraccÍón de fa piedra de fa {oeura, una voz maternal a un tú que parece

haber sobrevivido a su propia muerte. Es la misma voz que, desdohlada de mie-

dOl contesta "yo" lanzando un dardo al oído del violador que Ie amenaza su

paeto de sileneio: "Yo dije qu;én vive", insiste la voz que/ desde una boea ee- rracla, se ade\anta a cualquîer signo de vida en la poesía de Pizarnik. T odavía'

nada se dijû; estamos antes delliempo del poemal y sin embargo ya podemos

reeonocer, grabada en la piedra de la locura, una figura prehistórica. Es la figura

del tú al que la voz convoca, un kana mudo inscrîto como sella sobre la pági-

na blanea. Representa a una niña muerta 0 perdida 0/ mejor, dada pur mucrta

en eI juego de las escondidas (ese juego inocente donde la boea cerrada de la

tumba equivale también a un escondite).

lPcro quién es la que se esconde de la vida 0 quién vive dentro de esa mi-

niatura muerta? ;Yo 0 tú? lMadre 0 hija? La paeta la define insÎstentemente de

mil maneras ("niña", "muñeca", "arnuleto'/, "dama pequeña") y así la ve:

expuesta a todas las perdiciones, e!la canta junto a una niña exlraviada que es ella; su

arnuleto de la buena suerte.

*EI presente texto forma parte de Histo- rias de amor, editado este año par Pai- dós, Buenos Aires.

De la primera a la tercera (yo, tú, ella) una misma voz femenina, singular,

inanimada, desdobla la materia viva de los poemas de Pizarnik atravesando con

su gélida gramática el Espejo caliente de 135 significaciones. Hay un frío anterior al alma e'latidos de su eorazón muertoll) que pone en funcionamiento los resor-

tes del poema. Es que \a pasión de escribir ya es en Pizarnik un drama adoles-

cente y no un capricho infantil. Se entra al poema con la actitud del deseneanto

por una puerta que caneeta directamente con el IIpaís de 10 ya vista". Por eso,

mitos como la muerte de fa infancia 0 el paraÎso perdido se presentan aquí dados

vuelta. Lejos de simbo1izar un anhelo romántico de la poesía 0 un territorio que ésta debería recuperar, aparecen como Ese sobreentendido (1/10 ya visto'l) a partir

del cualla poesía puede empezar a latír can su corazón muerto. lResignación?

lEscepticismo? Si, pero una resignación !oea y enojada que se extrae de la piedra

y no de una supuesta vida real. Lo que se resigna no es la infancia de una autora

sino la infancía insostenible de un yo. Para que la niña extraviada no tenga mie- do, la madre se afirma como yo. Sin embargo, el miedo carre más rápido que la

gramática y haee que esa madre resbale hasta el tú para hablarse a sí misma co-

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mo niña. Yen ese apuro, hablando de

sí como de otra, ella se alcanza. Así, mientras busca un refugio pa-

ra su identidad, la madre-niña se ex- pone a todas las perdiciones posibles

por las que puede pasar una mujer. Después de Girondo, Pizannik es la

primera que entrega su poesía a la de- riva de este yo perdido. Pero mientras la resignación girondiana es una co- media, el desamparo de la voz feme- n i na no puede más que presentarse

como un juego trágico.

DEBAJO ESTOY YO

Llegando al colmo inicial de esa ins-

piración resignada que mueve toda su

poesíaf el primer libro de Pizarnik ya se llama La última inocencia. Final de

un principia sin final, el dedo de este

título señala nuevamente hacia el ico- no de la niña muerta 0 perd Ida en el

juego de las escondidas. Para encon- trarla hay que empezar desenterrando el nombre. Y en uno de 105 poemas deilibra descansa la pista:

i.llejandra alejandra

debajo estoy yo alejandra

De arriba para abajo, el heptasíla-

ho sostiene !a dupl icación del nombre gracias a una sílaba aspirada. Es que a

ras del verso no se opera una suma matemática sino que alga queda para siempre restado. Esa es [a aspiración

que aprovecha Pizarnik para decir en concreto su lugar (a!1í yace también cierta aspiración concretista de su poesía). Par la cesura del a[ejandrino

se cae esta mitad doble que dice en ceo un nambre propio como diciendo nunca estoy acá, siempre más abajo.

Pero, para la religión judía, del paiva eres y a/ paiva vo/verás. EI cuerpo, entonees, no puede quedar exhibido

en el esplendor de la línea alejandri-

na, sino que siempre atravesará pm la

ley oseura del entierro. Pm eso es que empezar a escribir en una lengua lai-

ca, Flora a Blímele adoptará el seudó- nimo de Alejandra. Ni la métriea, ni la simetría concretista, ni la ley impla-

cable de la rima aceptarían un poema que, mal escrito, dijcra: alejandra ale- jandra/ debajo esloy yo/ Flora. Tam- poco la ley judía qulere Ilamar alas casas pm su nombre. La prohibición

de darle a Dios un nombre propio 10

transforma en anónimo supremo. Par lIamario de algún modo, se Ie dirá

Hashem (EI Nombre, en hebreo), es

dedr, se 10 nombrará con ese signifi-

cante que sustituye a su propio signifi-

cado. No se puede, entonccs, firmar Flora sÎ se pretende entrar en el mun- do [aico de la escritura. Gran sub- mundu del artifìcio donde circula, ex- puesto a toclas las perdiciones, un yo que se sltúa siemprc debajo del nivel de su propia firma (lldebajo EstOY yo", dice alejandra de alcjandra),

Perdida la últirna inocencia, en Ex-

tracción de fa piedra de fa /ocura Pi-

zarnik insiste con la pregunta hereje

("cómo se llama el nombre)" pero În-

mediatamante responde par boca de

una tradición resignada: "un color co- mo un ataúdl una transparencia que 110 atravesari-]S". Golpear siempre sohre 1.1 rnisrTla piedra, insistir, eso es locura. Volverse loco es querer alga que está

más allá de la ley judía. Seguramente, de esa fuerza se extrae la potencia del

heptJsílabo. Tal vez par eso el primer

verso que cscribió Pizarnik es Ese que llama a SU propio nombre en eeo. Rc-

bautizarsc Alejandra ya es verse. Es

una mentira que permite volversc poe- ta sin caer en la tentaCÎón de nombrar

aDios. Pero para eso hay que naccr muerta: ßlímcle, FlordtJ, aquella niña judía extraviada en el juego de las cs-

condidas, perdió su color rozagante dentro de un ataúd que transporta a

Alejandra par el camino de la transpa-

renda. Si se puede afirmar -sobrepo- niéndose al temor de cometer una he-

rejía- que hay judías místicas, sin du- da Pizarnik es una de ellas. De cara a

Et Nombre, desafíará la oscuridad para acceder, a través de los conjuros de la

métrica, a un espacio de luz divina. "Del otro lado de la noche/la espera su

nombre.../Ella piensa en la eternidad/, dice el "Poema para Emily Dickinson" de La ú/tima inocencia. Siguiendo las

hucllas de su gran maestra, Alejandra

también anhela la eternidad. Mlentras Flora Ie asegura "no atravesarás la

transparencia", la poesía Ie da herra- mientas para hacer un corte vertical a

través del mundo inmutable de las

esenCÎas. Total, Alejandra ya es pura apariencia. Qué más da entonces si,

como a su condesa sangrientJ, la esta-

ca de la muerte Ie abre una CE'sura en el corazón del nombre para exorcizar impulsos ma!éficos. Ya no hay nada qué temer. "Muñeca", lIamuleto de IZ!

buena suerte", "dama pequeñísima" son 105 apodos que Pizarnik Ie da a ese doble de cuerpo que desde los latidos

de su "corazón muerto" busca salir I'al

alba a pronunciar una sílabaJ NO". Acceder a la [uz diurna par vía ncgati-

va sólo para afirmar que NO. Una sola sílabí] sostiene el fundamento de esa superstición que impide nombrar. No abras tu boca at diablo dice un refrán

de abuejas judías que seguramente Blí-

mele escuchó cuando era chica. Tradi- ciÓn ora) femenina que ahuyenta la

mala suerte par el camino del silencio.

Nombrar es exponerse a todas las ca- tástrofes; incJuso a la más temida de to- das: la muerte, (Superstición, del latín

superstitio; es derivado de superstarc, sobrevivir.) Peru 105 poderes del amu- leto de Pizarnik actúan can una fuerza

contra ria a la de la ctimología: ella nunca quiso sobrevivir ("no más for- mar fila. para morir", dice en su I'Pae-

ma para Emily Dickinson"}. Protegién-

dose de la Iinealidad de la vida crono- lógica, la poeta dio un salta mortal que desde el principia la depositó en el es- condite mudo de una tumba. Nadie pudo detenerla. Se vuelve imposible

sostencr a alguien que ya

cae

en su pnmera

caída. .

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EI Cancionero de Upsa/a*

ANTONIO ALATORRE

*EI Cancionero de Upsa/a fue publicado

par EI Colegio de México en 1944 y

reeditado este año con el prólogo de Antonio Alatorre.

La publicación del Cancionero de Upsala en 1944 es un espléndido testi-

monio del papel que en la cultura de México les tocó desempeñar a 105

refugiados españoles, esos que huyeron de la España de Franco y se

transterraron a la I'nueva España". Bien pod em os decir IDS mexicanos: "jMu- chas gracias, señor Franco!", pues no había rama de la cultura que no tuvie-

ra representantes a veces insîgnes entre cllos; vinieron filósofos, científicos,

poetas, historiadores y eruditos; y vinieron también Rodolfo HaJffter, compo-

sitor, y Adolfo Salazar y jesús Bal y Gay, musicólogos.

Todos esos españolcs sigLlieron hacienda en México [0 que habían esta- do hacienda en España. "La Casa de España en México", adonde lIegaron, estuyo muy bien bautizada. EI caSQ de Sal y Gay es muy representativo. De- dicado en Madrid al estudio de la rnúsica de los siglos áureosj había publica-

do allí, en 1935, Treinta canciones de Lope de Vega musicalizadas par di-

versos autores. En 1939, 0 sea cuatro años después, pubJicó unos Romances

y vilfancicos espaiioles del siglo XVI (en reducción para canto y piano), pero esto fue ya aquí, con pie editorial de La Casa de España en México. Y 10 que siguió, cinco años después, fue cste Cancionero de Upsa/a, con pie editorial

de EI Colegio de México. Afartunadamente, Bal y Gay habfa traldo collsigo sus fotocopias, sus transcripciones, sus apuntes. La que empezó en el Centro

de Estudios Históricos de Madrid 10 prosiguió en Ja Casa de España y 10 con- cluyó en EI Colegio. (Bien visto, esto5 tres lugares fueron para él uno solo: no hubo en su labor, pese al exilio, ninguna solución de continuidad.)

Adollo Salazar, el otro musicólogo refugiado, tuvo alguna parte en la publi-

cación del Cancionero de Upsala. Fue él quien Ie pidió a Isabel Pope el ensayo de las páginas 13-43, y quien escribió la "advcrtenciall de las páginas 7-10, la

cua\ no va firmada porque Salazar, a petición de Alfonso Reyes, se hace ahí

portavoz de EI Colegio de México. Es curioso el tono apologético que emplea. Par 10 visto, en 1944 era necesario que EI Colegio se justificara ante el mundo explicanda que \as casas que hacía eran buenas. "La circunstancia feliz de que don jesús ßal tuviese en su poder fotocopias del Cancionero", dice Salazarl

"determinó a EI Colegio de México a encargar a dicho musicólogo su transcrip- ción completa con vistas a su publicación inmediata"; y razona eSél "determi- nación" diciendo que el Cancionero de Upsala es libro importante: /}SU conoci- miento es necesario a toda aquella persona que se interese pm el estudio de la

historia musical, e indispensable al estudioso de la música española", No deja de ser extraño que Salazar deje en silencio la razón más relevante) que es ésta:

las composiciones del Cancionero de Upsala son belHsimas; podrán ser objeto de "conocimiento" y de "estudio", pero están destinadas primariamente a 105

dilettanti, a los amantes de la música, a los madrigalistas de todo el mundo.

Ahara, por fortuna, ya no hacen falta apologias. EI Colegio de México puede

sentirse tranquilamente orgullosa de haber publicado el Cancionero. Porque ade-

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más, pobre como era en 1944, hizo

una edición que puede calificarse de

lujosa: la caligrafía musical es de pri-

mera clase, y el papel en que se impri-

mió es de muy buena calidad, resisten-

te al diuturno manoseo de 105 cantores.

.*.

La edición original del Cancionero publicado por Sal y Gay se imprimió

en 1556 en Veneda, con una portada

que díce: Vilfancicos de diversos au- tares a dos, y a tres, y a quatro, y a

cinca bozes, al?ora nuevamente co- rregidos. Si se llama Cancionero de

Upsala es porque el único ejemplar

conocido fue encontrado en la BiblÎo-

teea de la Universidad de Uppsala

por dOll Rafael Mitjana, diplumático

aficionado a la músÎCa, cuando en 1909 era representante del gobierno

español ante el de Suecia. (Muchas

edieiones antiguas perecieron total-

mente a manos de 105 usuarÎos sin

que un solo ejemplar se salvara a

tiempo en alguna biblioteca, Hay edi.

ciones de novelas de eaballerías y de

comedias españolas que, com0 el

Cancionero de Upsala, se conocen

por ejemplares únieos, conservadus a

menudo en bibliotecas no españolas.)

Pero si Miljana -que cuenta en la

Introducción (pág. 47) la Iisingular for- tuna" de su hallazgo- hubiera sabido

en 1909 10 que ahara se sabe accrca de oslo libro, no 10 hubiera lIamado

CanÔonero de Uppsala (con doble p),

sino CiJncionero del duque de Cala- bria, pues fue en ]a corte de este per- sonaje, virrey de Valencia de l526 a

1550, donde se compusieron y se es-

trenaron 105 villancicos que 10 inte-

gran. Su gran antecedente es el Can- cionero musical de Palacio, que po- dría I [amarse más bien Cancionero de

Fernando el CatólÎco. (pem éste se quedó manuscrito: su prÎmera edición os apenas de 1890.)

EI duque de Calabria merece,

pues, un recuerdo.1 Se !Iamaba Fer-

nando d' Aragona. Era hijo del fey Federico de Nápoles, destronado en

julio de 1501 por el cristianísimo Luis XII de Francia y el calólieo Fer-

nando, 105 cuales se dividieron su

reino "casi con la misma facilidadlJ

-dice Antonel [0 GerbÎ- con que Hitler y Stalin "se entendieron en 1939 para repartirse a Polonia/. La

designación ritual del príncipe here-

dero era "Duque de Calabria".

Cuando Federico quedó prisio-

nero de 105 franceses y españoles, el

príncipe, que no había cumplido aún 105 quince años, prestó jura- menlo como sucesor eventual del

tronü; pem, tras un Înlcnto de resis-

tencia en la plaza fuelte de T arento, tuvo que capitul;)r {marza de 1502)

ante Gonzalo Fern<Índez de Córdo- ba, "el Gran Capitán", brazo militar de rernando el Católico, A pesar de

haberse estipulado solemnemente que sc Ie dejaría en libertad, el prín-

cipe quedó a mcrced del vencedor y

(ue enviarJo a España. EI rey Fernan- do 10 acogió "benignamente", y la

reina Isabel Ie concedió "el insólito

honor de htlcerlo senlar a su lado". (Según el cronista Pedro Mártir, el

príncÎpe era muy guapo: "forma cgregius".) EI rey 10 nombró virrey de Barcelona en 1504, pero muy po- co después, en castigo de un intcnto

de escapatoria, 10 destituyó y 10

mantuvo estrechamenle vigilado en

una especie de jaula que no par ser

dorada dejaba de ser jaula. En 1512,

para mayor seguridad, 10 encerró "con sólo dos criados" en la forta[e-

za de Játiva, no lejos de Valencia. Carlos V 10 liberó de esta cáreel en 1523 y 10 casó en 1526 con Germa- na de Foix (viuda del rey Católico),

nombrándolo al mismo tiempo vi- rrey de Valencia. Aquí gozó el prín-

eipe napolitano de una renta deco-

rosa: su corte, "desde un obispo has- ta el úllimo pinehe, lIegó a contar

218 servidores". Y aquí murió en 1550, a los 63 años.

Los reyes napal itanos de la casa

de Aragón, a partir de Alfonso V, ha- bían sido grandes competidores de los Médicis Florentinos. La cultura del RenacimÎento tuvo en Nápoles

una de sus más brillantes realizacio-

nes. En tomo al rey Federico había

puetas (uno de ellos jacopo Sanna-

zaror el más famoso de sus tiempos),

había músicos, había plntores, había

humanistas, y la biblioteca del pala-

cÎo real era fabulosamente rica. Para Nápoles, como para toda Ita-

lia, España era un territorio "bárbaro",

y no sin razón: la cultura española era

todavía muy "medieval"; el humanis-

IllO apenas estaba entrando. En los pri-

meros años del exiHo, el príncipe Fer-

nando conc1uyó su educación al cui~

dado de su preceptor napolitano, Cri-

sostomo Colonna, cuya misión consis- tió en velar por que el heredero del tro-

no de Nápoles mantuvÎera su ita1ianÎ-

dad y no se españolizara. En verdad,

Fernando nunea se sintió tentado a

volverse español. Lo que hizo fue in~

troducir "Ias fastuosas maneras del Re-

nacimiento italiano" en la alegre y acogedora Valencia. Durante un euar- to de siglo (1526-1550) fue su corte un

emporio de cullura. Fernando fundó y pobló con frailes jerónimos el monas-

terio de San Miguel de IDS Reyes (espe-

cie de precursor del Escorial), Ie dejó

en herencia su gran biblioteca, y em- prendió la construcCÎón de un eolegio

para la enseñanza de las humanidades.

Dos grandes historiadores del si- glo XVI, Gonzalo Fernández de Ovie- do y fray José de Sigüenza, hablan del

rey Federico y de su hijo con una sim- patía com partida seguramente par 105

españoles capaces de pensar. IINo me puedo acordar de su infelicidad sin

darrne pasión, ni querría hablar en ella", dice Oviedo en 1548; y el pa- dre Sigüenza, al contar la rendición

de la fortaleza de Tarento, dice en

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1600 con suti I reticencia: II Aqu í se quedan mil hoyos y pleitos que se averiguarán el día del Juicio.1I

Oviedo fue testigo presencial de la ruina del rei no de Nápoles, pues

era en 1501 criado del rey Federico.

Cuarenta y siete años después guar- daba en la memoria unas versos ele- gíacos que cantaran 105 napolitanos

en aquellos trágicos momentos:

Ala mía gran pena forte,

dolorosa, afflita e rea,

diviserunt vestem meam

et super earn miserunt sortem.

A estos versos siguen cuatro estra- fas que comparan la "pasión" del rey

Federico can la de Cristo: 105 reyes de

Francia y de España son como las 501-

dados que se repartieron las ropas del

Crucificadol y son también reencarna-

ción de Herodes y Pilatos, que, enemi-

gas entre sí, se hicieron ami gas ese

día, ese viernes santo, para concertar ia crucifixión. Quien habla en la can- ción es el prapio Federico. las pala-

bras diviserunt vestem meam se repi-

ten patéticamente, como estribillo, al

final de cada estrofa.2

En 1519, cuando el desdichado

principe se hallaba preso en Játiva,

Fernández de Oviedo Ie dedicó el

Clar/balte, su primera obra publicada,

en la cual cuenta las extrañas aventu-

ras de un príncipe de "Albania" así

lIamado. EI propósito de Oviedo fue

dar algún salaz al hijo de su antiguo

amo. (Más tarde se arrepentiría, no de

haber hecho esta dedicatoria, sino de

haber escrito la novela; es, en efecto,

uno de las peores libras de caballerías

que se publicaron en la España de en-

tonces. Par 10 demás, el príncipe Fer-

nando tenía en 1519 más de treinta

años, y no carecía de libros buenos

con que solazarse.)

Existe un testimonio muy elo- cuente de que la simpatía par el pri-

sian era Ilegó hasta las capas popula-

res. Contemporáneo del Claribalte es un p1iega suelto que, entre una glosa del folkl6rico romance "Ya se

asienta el rey Ramiro,l ya se asienta

a sus yantareslf y otra del no menDs

folklórico "Rosa fresca, rosa fresca,

tan garrida y con amor", ofrece "atra glosa de la canción A fa mia gran

pena forte".' Pues bien, quien habla

en esta ingenua composición, toda

en castellano salvo 105 versos que se

glasan, no es ya el rey Federico, sino

el duque de Caiabria. Dice así:

lQué es de ti, mi reino antiguo?

jOh CalabrÎa, mi ducadol

Habiéndote sido amigo, te me has mostrado enemigo

por verme desheredado;

que me vea sin deporte,

mi cara tornada fea:

leon quién tomaré conorte

a fa mia gran pena forte,

doJorosa, afflita y rea?

Que me tiene aquí Su Alteza,

sin hacerle yo traÎción

ni Ie tocar en vileza,

presQ en esta fortaleza

de Játiva en Aragón.

Ponte donde yo te vea:

~qué es de ti?, .1dó estáis, mis cartes?

Mal pur bien en mí se emplea:

diviserunt vestem meam e{ super earn mÎserunt sortes.

.1Qué es de tanto caballero

que a mi mesa comía pan?

Siendo yo el propio heredero,

me hizo ser extr,mjero el noble Gran Capitán:

que a la hara que fue vista

par señor, Ie obedecieron,

y anduvo luego tan quisto,

que me han fato como a Cristo,

quem pro nummis vendiderunt.

Así como me prendió

el esforzado y valiente,

a Castilla me invió,

y el buen rey me recibió,

pero no como a pariente:

porque luego me metieron

donde nadie no me yea;

la fiesta que me hicieron,

manus, pedes rnefixerunt,

dinumeraverunt ossa mea.

Estando así aprisionado,

falta de toda vjrtud,

joh triste, desventurado!,

de mis tierras apartado

en mi tiema joventud,

par que todo el mundo crea

dónde mi gran mal aporte,

que como qUÎera que sea

diviserunt vestem meam

el super eam miserunt sortem.

Estas "QlIejas del duque de Cala-

bria" son un verdadero retoño de las

del rey Federico. Quienes las leían u

oían encontraban, en su hechura

misma, la prueba de que hay desdi-

chas que se heredan. Según refiere

fray José de Sigüenza, ('decía muchas

veces viviendo" el buen duque: ilDesde antes que nacÎese comenzó a perseguirme la fortuna, y en vida

me flle siempre contraria. iPlegue a

Dios que después de mi mllerte no muestre esta saña en mis casas!"

De hecho, el príncipe se sobrepu-

so a su fortuna. EI rey Federico murió

de tristeza, en su destierro de Francia,

tres años después del atropello. Al du-

que, en cambio, se Ie concedió un

cuarto de siglo que, si no de felicidad,

flle de alga que se Ie pareda. Al final

de su vida contrajo segundas nupcias

con una aristocrática y culta dama va- lenciana, Hamada Mencía de Mendo- za; pero el estilo de vida del palacio

virreinal de Valencia quedó afincado

en 105 años en que vivió su primera

mujer, Germana de Foix. Dice el pa- dre Sigüenza que 10 que el príncipe y

Germana se propusieron fue "alcanzar el reino del cielo, pues el de la tierra

tiene poca firmeza, hacienda granjería

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de su misma pérdida". Como historia-

dor de la orden moná5tica de San )eró-

nimo, se interesa sabre todo en la fun-

dación de San Miguel de 105 Reyes (él

mismo era frai1e jerónimo); pero 10

que dice es justo: e! duque y Germana supieron sacar ganancia de la pérdida.

Estaban, además, hechos el uno

para el atro. De Germana, según Si-

güenza, "decían que desde niña ha- bía deseado de casar con el duque de

Calabria, y vino a cumplírsele el de-

sea cuanda ya fa Itaban las esperan-

zas". La tónica de este matrimonio no fue ciertamente la amargura ni la re- signación. Cabe hablar más bien de

una firme voluntad de vivir, y de un

cálido apoyo que en eso se dieron e!

uno al otro. Quizá Fernando -"un príncipe tan desengañada", como di-

ce Sigüenza- no era muy amigo de

bailes y mascaradas, y quizá Germa- na no era muy aficionada a los libras,

pero los dos sabían gozar de la vida;

emplearon cuerdamente sus riquezas

y sus odos en juegos de ingenio, en discreteos cortesanos y en conciertos

instrumentales y vocales. A 105 dos les

encantaba la música,

Tal es el ambiente que se refleja

en el !ibm intitulada EI Cortesano, de Luis Milán, crónica de seis "jor-

nadas" festivas (entre fines de abri1 y

primeros de mayo de 1535) en el

palacio del Real de Valencia. Cuando el duque invitó a 105 jeró-

nimos a hacerse cargo del monasterio, les ofreció muchas casas, entre ellas

su librería, que dijo era muy buena.

Fue corto en las promesas en respecto

de 10 que después puso por obra, cosa

que se usa pocas veces aun entre re- yes" (Sigüenza). Y cuando el 2 de julio

de 1546 lIegaron 105 frailes a tomar posesión, "andaba este príncipe con tanto gusto y a]egría como si tornara a

entrar en la del rei no de Nápo!es". "Murió en el Real de Valencia en sus

palacios", el domingo 25 de octubre

de 1550. "De allí 10 Ilevaron a enterrar

a su monasterio de San Miguel. Lunes

siguiente hízosele uno de los solenes

entierros que se debe haber vista en España, porque era amado y querido

de todos y a todos amaba y quería." Existe un "Romance sobre la do-

lorosa muerte del exce]entísimo don

Hernando de Aragón, duque de Ca- labria, visorrey de Valencia" que se

compuso evidentemente no mucho

después, aunque no se imprimió hasta 1573 en una de las Rosas de

romances del valenciano Joan Timo-

neda. Su patetismo es un tanto retó-

rico, pero no deja de tener inflexio-

nes convincentes. Como en las in-

mortales Cop/as de Jorge Manrique, la Muerte habla con el moribundo, Ie avisa que ha Ilegado la hora y Ie

recuerda que ese año de 1550 es de

jubileo, de manera que así como es- tá abierta para la cristiandad la puer-

ta mayor de la basílica de San Pe-

dro, así a él Ie tendrá abierta la del

cielo el propio San Pedro. Y, al igual

que don Rodrîgo Manrique -aun- que menos lacónicamente-, don

Fernando tlconsiente en su morÎr":

En oír esto el buen Duque

desta SlJerte respondía:

"Los que gozan de placer

de este mundo y su armonía,

ésos teman tus saetas,

huyan de tu compañía;

que no yo, que siempre Iloro

la mi gran genealogía;

que no yo, que sucesor

ni Ie tengo, ni 10 había

de la casa de Aragón

do mi línea descendía..,11

Después de pedir un crucifijo, el

buen duque, "11orando de los sus

ojos", entrega el alma al Creador "a las cinco de la tarde, cuando el sol

se recogía". Se desatan entonces ]05

clamores de la gente de palacio, en los cuales vuelve a sonar el eco de

las Cop/as de Manrique:

Viérades par el palacio

moverse gran gritería.

Unos dedan: IIMi Oios,

jmuriera cuando él moría!/I

Otms decían: "iQué padre,

que príncipe de valía!";

"iQué señor para criados!"

"Nada propio poseía:

su palacio era aposento

do e] pobre se retraía.../t

La duquesa se ocupa amorosa-

mente de la rica mortaja y del orden

de las exequias. En la gran sala chispo-

rrotean cincuenta hachas, a cuya luz

un obispo revestido

salmeaba, y respondía

su asistente, y 105 cantores

con voz baja que do/fa.

EI cadáver permanece expuesto a

la curiosidad y al dolor de 105 val en- cianos hasta la noche del lunes si-

guiente, cuando

vinieron para enterrarle

así como él merecía

lodas las órdenes cuatro

con toda la clereda,

con catorce 0 quince cruces,

y éstas tomaron la vía

de San Miguel de los Reyes

a do dejar se tenía.

Todos Ilevaban sus hachas,

que de día parecía... Al1í iban sus cantores

Cémtando sin alegria...

"Sin alegríall, naturalmente, pero

de segura can primor exquisito, pues el duque, que "era de !indo y

claro ingenio, y tan amigo de letra-

dos y !etras como de músicalt (Si-

güenza), "juntó la mejor capilla de

músicos, ansí de voces naturales co- mo de todo género de instrumentos,

que hubo en España, ni sé si !a ha

habido después acá tan buena en

número, habi I idades y voces, por-

17

Page 14: Buzón fantasma - bibliotecanacionaldigital.gob.cl

que se juntó allá cuanto bueno se

hallaba en estos reinos, y todos iban

a servirle con mucho gusto",4

Uno de esos músicos es Mateo Flecha "el Viejo", cuyas Ensa/adas,

según el musicólogo Higinio Anglés,

Ie dan derecho a ser considerado liel

polifonista de más fuerza y de más

ingenio de entre 105 compositores es~

pañoles del siglo XVI que cultivaron la música profana". La "ensalada",

forma literario~musical característica-

mente española, está más 0 menos emparentada con e! quod/ibetum. Las

de Flecha cuentan una "historia/l ale-

górica en capIas octosilábicas, pero

esmaltándola todo el tiempo con ci-

tas de cancioncillas populares. 5e hi-

cieron casi todas para las fiestas de

Navidad y Reyes. EI documento que demuestra la presencia de Flecha en la corte valenciana es justamente una de sus Ensa/adas, Ilamada "La Viu- da", que comienza así:

jLa Viuda se quiere casar!

(Oesdichado del que muere si no iba a buen lugar.)

La Música buena y honrada

enviudó par desconcíerto,

que el Buen Gusto yace muerto

y quedó desmamparada,

lDónde hallará morada

en que se pueda abrigar

si no iba i:1 buen fugar?...

~~

EI"desconcierto/l, que es la pear enfermedad posible, se ha Ilevado al

Buen Gusto a la tumba, y la Músic3,

su esposa, se ha quedado sola y 110-

rando. Los músicos cantan en seguida,

en fabordón, las palabras de )ere- mías: Facta est quasi vidua domina

gentium. La IIseñora de todos 105

pueblos" lIara su desamparo. Y la

extrañeza de escucharse en Navidad

-porque es Navidad- un versículo

de 105 T renos, cuyo lugar está en IDs

i.. ,

~.

;;", ~~

t ,; }..')

0'

maitines de! Jueves Santo,

el siguiente diálogo: provoca iAh, pero el duque de Calabria

vive! jViva muchos años! Con él, la

Música puede sonreír y lucir su her-

mosura:

El Duque de Calabria es

can quien no ha habido revés:

es su amiga muy amada",

Y aquí 105 cantores, en uno co-

mo paréntesis, se dirigen a la Música

misma con este cantarcillo:

Viuda enamorada,

gent;1 amigo tenéis:

ipor DiDS, no Ie maltratéis!,

para añadir inmediatamente una

misteriosa alusión a cierto magnale

que, después de darle palabra de

amistad, Ie volvió las espa!das, co-

mo un villano:

.., Pues alguno la burló

con palabras que Ie dio

y promesas de fruslera,

(Que no diré yo quién ð

ni quién era,

que no diré yo quién es

ni qtlién no).5

Las promesas del duque de Cala-

bria no son de fruslera. Habrá en Es-

paña señores más ricos que él, pero

no más climplidores ni más enamo-

rados de la Música. A su !ado, los

cantores pueden estar seguros. (En

1563 dirá Joan Timoneda: "EI duquc

de Calabria fue tan dado a la músi-

ca, que no había en España quien

tanlos y tan buenos músicos tuviese, a causa de {os grandes sa/arios que les daba'l. Y también "Viniendo un

gran músico forastero al Real [de

Valencia] para oír la música el día

de Reyes, que tanto Ie habían alaba-

do, oida, e inform ado de la renta del

duque, dijo: Para tan chica capa,

jgran capif/a es ésta!")

18

-lQuién canla lamentacìones

en noche tan sin dolores?

-Los cantores son, señores.

-Sepamos par cuál razón.

-Por la poca estimación

en que Música es tenida:

ésa fuc nuestra venida

a esta conversación.

jFelices los tiempos en que la

Música tiene dónde refugiarsel i Ben-

dita sea !a protección que algunos

grandes señores Ie dispensan! Yaquí 105 cantores no pueden menDs de

evocar a algunos de eSQS memoraw bles mecenas. Atinadamente, !a evo- cación se inicia con una parodia del

pasaje más punzante de las Coplas

de Manrique:

lQué fue del papa León?

Los reyes y 105 señores

idó se fueron?

lQué fue de aqueJ ga[ardón,

las mercedes que a cantores

se hicÎeron?

Al lIorar la vi udez de la Música, 105 músicos Iloran su propio desam-

para, su vida vagabunda, las estre-

checes a que se yen reducidos cuan-

do muere uno de los rnecenas. AI re-

cuerdo del "papa León", que es por

supuesto León X, patrocinador supre-

mo de \a música, sigue el de algunos

magnates españoles: Fernando el Ca- tólico, desde luego, y en seguida don Diego Hurtado de Mendoza y Luna,

tercer duque del Infantado, y don

Alonso de Fonseca, arzobispo de la

primera iglesia de España, la imperial

Toledo. Cada una de las evocaciones

va seguida de una onomatopeya de

trompas funerales (tu, /unuta, turutá),

porque esos señores son ya difuntos

(en 1521, 1516, 1531 Y 1534, res-

pectivamente).

Page 15: Buzón fantasma - bibliotecanacionaldigital.gob.cl

En seguida es ]a Música quien to-

ma la palabra. Después de presen-

tarse mediante otro cantarcillo:

De igfesia en iglesia

me quiero yo andar

por no malmaridar,

se dirige can palabra5 de gran 50- lemnidad al obispo y 105 canónigos

de la catedral para presentar un plei- to "criminal", una demanda en con- tra de su gran enemiga, la fea, la tor-

pe, la vulgar mediocridad:

y del vulgo en general

me querello,

porque tiende más el cuello

altintín de guitarrilla

que a 10 que es per maravilla

delicado. Y el dicho vulgo ha inventado

nueva música de morteros,

perdidos par majaderos.

(Toea, toca, toca,

con e{ pie se toea fa toca

la Juana malroca.)

Y ]a ensalada termina, como casi

todas, can un canto jubiloso a jesús

recién nacido.

No se sabe cuánto tiempo perm a-

neció Flecha en la corte del duque. Probablemente varios años, porque "La Viuda" no es el único testimonio

que nos queda de esa permanencia. Las investigaciones modernas sabre

música española del Renacimiento

hacen ver que e] Cancionero de UpsaJa es un testimonio de la adivi- dad musical que se desarrollaba en el palacio virreinal de Valencia. Tes-

timonio maravilloso, en verdad. De ]05 55 villancicos que conti ene, uno solo va acompañado de nombre de

autor (Nicolás Gombert, flamenco establecido en España), pero 105 de- más están saliendo del anonimato. Se ha comprobado que varias de las

composiciones son de Mateo Flecha,

de su discipulo Cárceres y del gran Cristóbal de Morales. (Un somero análisis musical permite distinguir un

grupo de villancicos de estilo Flecha,

como "T eresica hermana", y otro de

estilo Morales, como "5i la noche

haze escura".) En todo caso, con nombre de JU-

tor 0 sin él, [as 55 vil]ancicos son

muy hermosos, que es 10 que impar-

ta. Hay una extraardinaria unidad

dentro de la variedad, y la variedad

es mucha. El gusto literario es abier-

to, ecléctico, plurilingüe. Predomi-

nan las canciones de amores, pero hay también una docena de villanci-

cos reI igiosos (tan a!egres y frescos a

menudo como 105 prolanos). Y hay

un rasgo que alas amantes de la

música -y de la literatura españo-

la- nos resulta especial mente sim- pátîco: la marcada predilección par las letras (y, en algunos casos, sin

duda también las melodías) popula-

res: "Alta estaba la peña...", /lAy, lu-

na que reJuzes...", "Ojos gargos ha

[a niña..." Es la misma predi[ección

que muestra Flecha en sus EnsaJa-

das. Más de la mitad de 105 villanci-

cas del Cancionero de Upsala ocu- pan un lugar en el magnum opus de Margit Frenk, Corpus de la antigua /írica popular hispánica. Esos villan-

cicos ]e dejaron muy bien seña]ado el rumba a Juan Vásquez, el gran

hermanador de la tradición popular

can el relinado arle polilónico del

Renacimiento. EI Cancionero de UpsaJa no se re-

copiló de aqul y de allá, sino que brotó de un solo foco, de una casa en

que la música era el valor supremo. Constituye el más sonriente, el más

duradero, el más diáfano testimonio

de la gracia y el élan vital de la corte

de Valencia en el segundo cuarto de]

siglo XVI. 5u titulo debiera ser Can-

cionero del duque de Calabria.6-

NOT AS

1. La historia que sigue podrá leerse de

manera más circunstanciada en las págs. 170-179 dellibro de Antonel]o Gerbi, La

naturaleza de las Indias nuevas, México, 1978, yen mis IINotas musicales en tor- no a Oviedo y a ]a casa real de Nápo]es" impresas como apéndice de ese libro, págs.479-497.

2. Oviedo cita sólo la "cabeza" de la

canción, 0 sea !a cuarteta inicìal. La can- ción entera está en el Cancionero musi- car de Palacio, puesta a cuatro voces par un músico anónimo. Era, curiosamente, una de las composiciones predilectas de Fernando el Católico. Hayen el mismo

Cancionero otra análoga: un romance a

cuatro voces, obra de Juan de] Enzina, en el cual, hablando en primera persona, el último rey mora de Granada Ilora la

pérdida de su trona. Comienza~ "Una sa- ñosa porfía I sin ventura va pujandOi I ya nunca tuve alegria, I ya mi mal se va or- denando". Es una de las joyas del Can- cionero de PalaCÎo. (Quizá 13 música de A fa mia gran pena forte sea de Enzina.)

3. "Otra" porque antes hubo dos glo-

sas distintas, impresas asimismo en po- pulacheros pliegos sueltos: una que co- mienza "Temiéndome de perder" y otra

que com;enza "Mayor que mi sufrimien- to". Esta segunda, compuesta "par una

monja, la cual se queja que por engañas la metieron pequeña en el manesterio", fue muy popular. La primera va acompa- ñada por una glosa del romance de Amadís, y la segunda está con las "Ca- pias de 105 Comendadores" en uno de los pliegos sueltos, y con una glosa del

romance de Belerma en otms dos.

4. En algún momenta se mencionan "nueve ministriles, seis trompetas, veinti- cuatro cantores, un organista y el maestro de capilla". Allado de estos músicos, par- te muy considerable de 105 218 IIservido- res" del duque, están 105 no asalariados,

105 cortesanos que a su mesa comían pan,

en primer lugar el asiduo Luis Milán.

5. Dan ganas de pensar que este magnate es nada menos que Carlos V En

1546 Flecha era maestro de capilla de [as ;nfantas Maria y Juana, hijas del em- perador, y, según un documenta, el mú- sica estaba descontento no sólo del puesto, sino también del salario.

6. EI disco Hispa-Vox CH-289 (volu~

men 15 de la "Colección de Música Es-

pañola") se intitula Cancionero de Upsa- /a a del Duque de Calabria. Contiene 23

villancicos, muy bien cantados por el

Cuarteto de Madrigalistas de Madrid.

19

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Vuelta a Brasil en Reyes

ADOLFO CASTAÑÓN

Los mexicanos y 105 brasileños tenemos alga en común: nos cuesta trabajo

interesarnos en alga que no sean nuestros respectivos, inmensos, países-

continentes. Esta dificultad se haee más aguda en épocas de transforma-

ción como las que vivimos (en el pasado inmediato y el actual presente). La ta-

rea de tejcr 105 cabos sueltos de la comunìdad cultural iberoamericana que Ie

tocó en suerte ejercer en Brasil a Alfonso Reyes entre 1931 y 1938 resulta histó-

rica mente significaliva y cultural y literariamente memorable. Par eso ellibm de

Fred P. Ellison Alfonso Reyes y cI Brasil. Un mexicano entre cariocas1 resulta

doblernente bienvenido: en primer lugar, desde luegol como un capítulo faltan-

te en la biografía en'ante de Alfonso Reyes cuyas relaciones can Francia, EspaJia

y Argentina -105 otros dos países doncic vivió fuera de México ya han sido do-

cumentados (Patout; Alfonso Re>res et la France; 8.8. Aponte: Alfonso Reves

and Spain; H. Perea: España en la obra de Alfonso Reves); en segundo lugar, co-

mo uno de 105 eslabones a cuentas más brillantes que ha tenido la cadena de la

comunicación entre Brasil y México -una cadena, por derto, cad a vez más y

mejor eslabonada como poclrían ilustrar, dellado mexicano recientc, las investi-

gaciones de Luis Weckman sobre La herencia medieval del Brasi/,2 las traduc~

cioncs y antologías que han realizado Albelto Paredes de EI modernismo brasi-

leño;3 José Javier Villarreal de la Poesía de Manuel Bandeira 0 bien IDS premios

concedidos par entidadcs mexicanas a figuras axiales ele las letras brasileñas

contcmporáneas como 10 pueden ser Nelida Piñon (Premia Juan Rulfo, 1996) 0

Haralda de Campos (premia Octavia Paz, 1999). El libro de Ellison coincide

además con una ya no tan redente salida de Alfonso Reyes del purgatorio críti-

co que coincide con la conclusión de la eclición de sus obras completas que al-

canzaron en 1993 10s XXVI tomos, la publicación de sus informes y documen-

tos diplomáticos (Mis;ón diplomática, Fonda de (ultura Económica, México,

2001) y la disponibilidad de buena parte de su vasta correspondencia.

Alfonso Reyes trabó can Brasil una relación singular. Escribió numerosas

páginas sabre este país -"más de cincuenta ensayos que tratan central 0 tan-

gencialmente del Brasil" {po 207), par la menos "ocho cuentos brasileños (que)

son en cierta manera eróticos" (p. 166), como "Pasión y muerte de Doña En-

graçadinha" 0 /lEI samurai", las viñetas 0 crónicas de His/oria natural das La-

ranjeiras, 105 memorables once Romances de Río de Enero (impresas por A.M. Stols en Mastricht, Holanda), una treintena de paemas can asunto expHcita-

mente brasi\eño; en Memorias de cocina y bodega algunas páginas sobre la

gastronomía de Brasil; 105 ensayos de Introducción al Estudio Económico del

Brasil, para no hablar de 105 ensayos como "Homilía de la cultural! 0 "Atenea

política", dictados como conferencias en Brasil y clonde la red prob\emática de

la educaciôn, la poHtica y el papel del escritor en América alcanza, en buena

parte, realidades y asuntos brasileños.

Además de estas huellas del Brasil ell la vida escrita de Alfonso Reyes, elli-

20

Page 17: Buzón fantasma - bibliotecanacionaldigital.gob.cl

.

bra de Ellison sigue con puntual y co-

medida memoria la amistad de Reyes

con diversas personalidades brasileñas

de la época, desde el presidente Getu-

lio Vargas, el escritor y dirigente cató-

lico T ristâo de Athayde (seudónimo

de Alceu Amoroso Lima), el periodista

y militante Carlos LacereJa hasta 105

poetas Manuel Bandeira, Cecilia Mei- reles, el paeta y diplomático Roland

de Carvalho 0 105 pintores Cándido

Portinati y Cícero Días. Ellison nos re~

cuerda que "En \3 memoria de Amo-

roso Lima, Reyes fue un 'cmbaixador

paradoxal' que podía representar al

'odioso Calles, perseguidor de criste-

ros' y alno menDS tristemente célebre

Ortiz Rubid' (p. 147), Esta "condición

paradójica" es clave para comprender

105 logros de Alfonso Reyes como me-

diador durante la Revolución brasHe-

r,a de 1930: "EI hecho de que ambos

lados de la contienda palítica busca-

ran refugio bajo el ala de la Embajada

es memorable, pues subrayan su éxito

no sólo como diplomático sino tam- bién como hombre hamado, hombre

de confianza, tanto para 1.1 prilllera dama que leillblaba par la seguridad

de sus hijos como para 105 miembros

de 1.1 oposición, es decir de 1.1 izquier-

da, incluso los de la Folha Acadêmica

que al estallar la revoluCÎón también

tenían motivo~ para sentirse amedren-

tados" (p. .IS). Como lector asiduo de

Montaigne, 110 era difícil que Alfonso

Reyes fuese un artista de la mediación

y la convivencia. A5í 10 reconocerá

otro amigo, el frane6fi 10 Ruy Ribeiro

Couto quien .11 acusar recibo de Mon-

terrey -Ia revista pel.sonal de Alfonso

Reyes- haee un elogio de su ameri-

canismo -acuña una fórmula para

expresar 1.1 condición amcricana: EI

hombre cordial. Esa expresión alcan-

zaría tanto éxito en Brasil que "el inci-

~ivo pensador social y crítico literaria

Sergio Buarque de Holanda adaptaría

esa expresión para aplicarla de un

modo genérico a los brasileños, aun-

que en un senti do radicalmente dife-

rente del de Couto, y sin tener en

cuenta el significado original del con- cepto" (p. 89). Dice as; Ribeiro Couto

en la sección "Epistolario" de Monte-

rrey n.. ,si hoy existe media docena de

hombres célebres, caballeros de 13

cultura latinoamericana, usted es na-

turalmente uno de ell os". (p. 88) "EI

verdadero americanismo rechaza la

idea de un indianismo, de un purismo

étnico local, de un primitivismo, pero

invita a la contribución de las razas

primitivas hacia el hombre ibérico; de

manera que el hombre ibérico pum

sería un ermr (clasicismo) tan grande

como el primitivismo puro (incultura,

desconocimiento de la marcha del es-

píritu humano en olras edades y otros

continentes). De la fusión del hombre

ibérico can la tierra nueva y las razas

primìtivas debe salir cl sentido ameri-

cana (latino), la nueva raza producto

de una cultura y de una intuición vir-

gen -el Hombre Cordial. Nuestra

América, a mi modo de vcr, está clan-

do al mundo esto: el Hombre Cor- dia!." (pp. 88-89). Yen la parte fJl"iva-

da de ]a carta que no se inciuye en

Monterrey pero que Ellison tiene e[

buen juicio de reproclucir dice: iI~Le

escribiría si usted, en lugar de mexÎCa-

no, fuera yanquì? ~Tendría yo el valor

espontáneo del gesto de mandarle clc-

cir casas como éstas (rincones íntimos

cle mi alma amerìeana) si usted no

fuera de la misma familia? Conclu-

sión: el alma latjnoamericana, 0 ibe-

roamericana, 0 como se quiera c\asifi-

carla, existe, se caracteriza par cierto

número de gestos y posibilidades sen-

tìmentalcs peculiares del hombre ibe-

roamericano." (p. 89).

La mediación pl.acticada par el

"hombre cordial" sólo podía estar

imantada par la silllpatía y la amistad;

sólo podía ser amorosa y enalllorada, personal, intermitente, no programáti-

ca. De ahí que tenga cierta razón par-

cial -pem sólo parcial- el poeta

Haralda de Campos cuando sostiene

que Reyes só!o pertenece a "Ia cultura

diplomática", "por 10 menos a la que

se refiere a 105 contact05 re!acionados

a [a [iteratura brasileña y al nivel no operacional en que parecen haber quedado" (pp. 95 Y 98). Es cierto que Reyes no escribió el "panorama de la

actual literatura brasileña" que Ie pro- metió a su amigo y jefe Genaro Estra-

da entre burlas y veras, ni tampoco se

dedicó a hacerle publicidad a la lite-

ratura mexicana contemparánea en el

Brasil, aunque entre sus tareas oficia-

les no podía faltar la difusión de la

pintura mexicana de Diego Rivera,

David Alfaro Siqueiros y José Clemen-

te Orozco. EI "hombre cordial" que según su amigo Ribeiro Couto era el

ápice y la clave que definía a 105 "ai-

res de famíl1a" americanos sólo pue-

dc, sólo podía ser un proyecto perso-

nal y a 10 más poétìco. Par eso no es

extraño que sea precisamente entre

a1gunos poetas y escritores doncle 1.1

cordialidad de Alfonso Reyes dejó aI-

gún sedimento: Ellison menciona eJ

prólogo de Manuel Bandeira a la se-

gunda edición de su lìbro Mafuá do

malungo donde se haee un reconoci-

mienta explícito a la comunidad que

une a quienes practican "el Mester de

Cortesía". Yo mencionaría atro: la

adopción par parte de Cecilia Meire- les de la forrna de 105 romances que

tanto Ie había encomiado a Reyes al

leer los Romances del Rfo de Enero

para su Romanceiro da inconfidencia.

Que Alfonso Reyes sc enamoró de

Brasil y no dejó de "suscribir el mito de! Brasi I como paraíso sexual" como dice Ellison refiriéndose a una carta

de Reyes a Valery Larbaud es un he-

cbo correspondido por la hondura de

la amistad que Ie profesaron Manuel Bandeira, A1ceu Amoroso Lima, Ceci- lia Meireles 0 César Portinari. Esa co- rrespondeneia ha tenido y seguirá te-

niendo sus irradiaciones, como par ejemplo el poema de Manuel Bandei-

21

Page 18: Buzón fantasma - bibliotecanacionaldigital.gob.cl

ra escrito con motivo del banquete de

despedida que Ie hizo a Reyes en el

Jockey Club, el 21 de junio de 1936,

I/Rondó dos cavalinhos":

Rondó de 105 cabal/itos

Los caballitos corriendo, Y nosotros, caballotes, comiendo...

Tu belleza, Esmeralda,

Acabó enloqueciéndome.

Los cabal1itos corriendo,

Y Ilosotros, caballotes, comiendod El sol tan claro allá afuera,

iY en mi alma -anochcciendo!

Los caballitos corriendo,

Y nosotros, cabal1otes, comicndo...

Alfonso Reyes partiendo,

Y tanla gente quedando...

Los caballitos corriendo,

Y nosotros, caballotcs, comiendo...

Italia hablando fuerte,

Europa desmorJlizándose...

Los caballito5 corriendo,

Y nosotros, caballotes, comiendo... Brasil politiqueando,

jDio5 mío1 La poesía muriendo... E! 501 tan claro allá afuera,

EI sol tan claro, Esmeralda,

iYen mi alma -anocheciendo!4

(Traducción de José Javier Villarreal).

Otra deuda de México y de Brasil

hacia las afinidades elegidas de Alfon-

so Reyes se refleja en el catálogo del

Fondo de Cultura Económica al que Ellison Ie dedica un breve apartado.

Cita en él una carta del 30 de agosto

de 1984 donde el entonces Director

de esta Casa Editorial, Jaime Garda T errés Ie da fe de que Alfonso Reyes

"estuvo siernpre rnuy cerea [de esa Ca~

sa Editorial] como autor, traductor y

colaborador, y esta proximidad fue de-

cisiva en 13 seleeción de muchas de

las obras de nuestro catálogo". Entre

105 títulos que destacan debidos a esa

fértil cercanía cabe recordar el Panora-

ma de poesía brasilei'ía armado par

Manuel Bandeira, EI amanuense Bel-

mira del novelista Ciro dos Anjos e 111-

terpretaciÔn del Brasil de Gilberta

Freyre. Después esta Casa publicaría

muchos otros libros como EI Sertanero

de José de Alencar 0 Las memorias

póstumas BIas de Cubas de Joaquín

Machado de Assis (traducido por An-

tonio Alatorre); y cl propio Jaime Gar-

cía Tcrrés impulsaría en el Fondo de

Cultura Eeonómica la edición de no

pocos títulos portugueses y brasi1eños.

En resumen, el libro de Fred Elli-

son es una obra valiosa y que merece la gratitud leída de mexicanos, brasi-

leiios y hombres y mujercs cmdiales

de tuda la América electiva.

FNVÎO

Tuve ]a fOl1una de contar con Ia. amis-

tad del inteligenle -yen verdad intc-

ligente y cordial- José Guilherme

Merquior durante su estancia en Méxi-

co como embajador de ßrasil a mc- diados de los f1ños ochcnla. Nos reu-

níamos a conversar una 0 dos veees al

mes en algLm restaurant de la ciudad

de México. Hablamos entonces de

muchas casas. Pm supuesto de sus li-

bras que editõ el Fondo de Cultura

Eeonórnica (De Praga a París, Foucault

o el nihilismo en la cátedra, Liberalis-

mo vÎejo y nuevo) y que conlinuJball

el intermitente proyecto brasì1eño y

portugués de 10 editorial (del cual, por

cierto, habla Ellison). Además de esos

asuntos editoriales el ensayista habla-

ba de sus maestros: Arnaldo Momi- gliano y Ernest Gellner; de Vico, de

Joyce, de Lord Chesterfield y sus car-

tas; de política, par supuestof y de los

literatos de eada uno de nuestros paÎ-

ses, de las pautas y Hneas eslructurales

de la literatura brasileña: de Machado

de Assis y de Octavia Paz; de Joâo

Guimaraes Rosa y de Carlos Fuentes.

Par supuesto, hablamos de Alfonso

Reyes: lcuál sería la explicación, Ie

preguntaba yo, de que a pesar de su

brillante y memorable embajada Al-

fonso Reyes no hubiese dejado una

huella más profunda en la ell \tura bra~

sileña? La rcspucsta de Merquior fue

espontánea y contundente: Reyes no

era un intelectual ideológico y salió de

Brasil justo en el momenta en que se

empezaba a desarrollar una recompo- siciÒn ideológica de 105 campos cultu-

rales y artísticos. Pero par pequeiia 0

relativa que fuese -insistía mi alllÎ-

go-, las huellas de Alfonso Reyes no

son de las que sc bonan. Me quedé pensando si eslas pala-

bras cle José Guilherme MerCjuior no

serían hijas de la cortcsÎa. EI intere-

sante libro de Fred P. Ellison Alfonso

Reyes y el Brasil me haee recordar al

auto!' De Praga a Pads y pensar que tenía razón. -

NOTAS

,. Fred P. Ellison: Alfonso Reyes y e! Bra- sil. (Un mexicano entre cariocclS'.) lraduc- ción de Freel P. Ellison. Tradllcción de ci- lJS en portugués y francés: Regina Crespo

y Rodolfo Mata. Consejo Nacioni11 para !a

c.:ulturd y las Artcs. Sello Bemlejo, México, 2000,267 PI'.

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