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Cadena de hierro, de Agustín F. Cuenca “Una cadena de hierro me ata a mi deber”. Esta frase que da título a esta obra, escrita por Agustin F. Cuenca y que presenta una reflexión bastante ingeniosa acerca de la falsa moral y discute la posición de la burguesía de un México en pleno siglo XIX. LA cadena de hierro es considerada una de las piezas dramáticas más valiosas de la historia del teatro mexicano. Influenciado por la estética de la época, Agustín F. Cuenca ofrece a quienes leen la obra la posibilidad de ser partícipes de un fenómeno social de gran tesitura. Entre las disputas que los personajes entablan para crear la atmósfera se enraiza un fenómeno coincidente con el México de este tiempo. La historia involucra a Clemencia y Andrés, una pareja de la clase media alta. La obra comienza cuando esperan la llegada de Ricardo, su hijo; mientras, discurren sobre asuntos sociales: se deja ver la postura de Clemencia, una mujer con pretensiones de aristócrata y a quien afectan sobremanera las opiniones de la gente. En la casa irrumpe Fernando, amigo de la familia, con quien platican un buen rato. Tiempo después, Andrés es llamado por una emergencia médica a la que debe acudir con premura; Fernando y Clemencia quedan solos y ahí se presenta ante el espectador el primer conflicto de peso: Fernando y Clemencia están enamorados. La reflexión entre los

Cadena de Hierro

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Obra de teatro

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Page 1: Cadena de Hierro

Cadena de hierro, de Agustín F. Cuenca

“Una cadena de hierro me ata a mi deber”. Esta frase que da título a esta obra, escrita por

Agustin F. Cuenca y que presenta una reflexión bastante ingeniosa acerca de la falsa moral

y discute la posición de la burguesía de un México en pleno siglo XIX.

LA cadena de hierro es considerada una de las piezas dramáticas más valiosas de la historia

del teatro mexicano. Influenciado por la estética de la época, Agustín F. Cuenca ofrece a

quienes leen la obra la posibilidad de ser partícipes de un fenómeno social de gran tesitura.

Entre las disputas que los personajes entablan para crear la atmósfera se enraiza un

fenómeno coincidente con el México de este tiempo.

La historia involucra a Clemencia y Andrés, una pareja de la clase media alta. La obra

comienza cuando esperan la llegada de Ricardo, su hijo; mientras, discurren sobre asuntos

sociales: se deja ver la postura de Clemencia, una mujer con pretensiones de aristócrata y a

quien afectan sobremanera las opiniones de la gente. En la casa irrumpe Fernando, amigo

de la familia, con quien platican un buen rato. Tiempo después, Andrés es llamado por una

emergencia médica a la que debe acudir con premura; Fernando y Clemencia quedan solos

y ahí se presenta ante el espectador el primer conflicto de peso: Fernando y Clemencia

están enamorados. La reflexión entre los dos discurre hasta el punto en el que Clemencia

dice que no podrá dejar a su marido, por miedo a los murmullos entre la gente.

Clemencia toca el piano de su casa (en una actitud muy propia de la burguesía emergente),

y en ese momento, Fernando se acerca a besarla. Al mismo tiempo, Ricardo, el hijo de

Clemencia y Andrés, entra a la casa y los sorprende. El enojo de Ricardo con su madre es

tal que plantea la posibilidad de que se descubra el engaño. Clemencia se rehúsa; entonces,

Andrés vuelve a casa y se encuentra con una situación bastante peculiar; nadie dice nada y

sin embargo, se reconoce que hay algo turbio. Ricardo le dice a Andrés que tendrá que

batirse a duelo con Fernando, pues cometió un agravio contra él. Andrés alienta a Ricardo a

defender su honor de cualquiera que pudiera arremeter contra él, y el duelo queda pactado.

Posteriormente, Clemencia, quien se siente culpable, trata de impedir el duelo, pero

ninguno de los dos accede. Ricardo arremete contra su madre, diciéndole que debió develar

su secreto desde antes. Clemencia asegura que ella ama a Fernando.

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Fernando se justifica del engaño en el que ha sido partícipe, diciendo que ha salvado a

Clemencia del agravio, y ha mantenido en secreto todo para que ella continúe siendo una

mujer intachable ante la sociedad. Ricardo cuestiona esto, llamando al sentido común.

Entre una serie de debates acerca de la moral, del engaño y de lo políticamente correcto,

llega el día del duelo; Clemencia y Fernando le develan a Ricardo que Fernando en realidad

es su padre, con lo que él queda sumamente contrariado. Interesa aquí notar cómo se va

presentando una serie de circunstancias que obligan a pensar en que el secreto que

comparten los tres siempre trata de mantenerse en privado. Finalmente, a punto de batirse

en duelo, Andrés se entera de todo. Clemencia y Ricardo, preocupados, buscan impedir que

suceda alguna tragedia, así que consiguen sosegar a Andrés de matar a Fernando. En la

última escena, Andrés, devastado, corre a los presentes, irrumpido por la ira y por la

desesperación de descubrir un secreto de años atrás.

“La sociedad tiene exigencias insensatas que deben rechazarse”, asegura Ricardo en uno de

los parlamentos. De esta manera queda de entredicho una postura sumamente interesante

dentro de la trama. En la obra se sigue de cierta manera el debate plantead por Maquiavelo

mucho tiempo antes: ¿es cierto que el fin justifica los medios? Así, acorde a esto, actúa

Clemencia, quien apuesta por vivir en un mundo de falsedad e ilusión; contrario a su

marido, quien trata de hacer el bien a la gente, Clemencia se preocupa por las apariencias y

busca siempre mantener su postura de aristócrata. El “qué dirán” toma un papel

significativo.

La crítica que Cuenca hace en esta obra va directamente a la sociedad mexicana de la

época. en una etapa donde la polaridad de clases era sumamente notoria (gracias a los

ideales que impuso, entre otras tantas cosas, los ideales de progreso, el afrancesamiento y la

división tan marcada de clases sociales), Cuenca logra un retrato por un lado burlesco y por

el otro, cargado de una crítica dura acerca de la falsedad vivida por los mexicanos de la

burguesía de finales de siglo XIX.