Caminos de Los Muertos, Secretos de Los Cuentos. Una Antropo

Embed Size (px)

Citation preview

CAMINOS DE LOS MUERTOS, SECRETOS DE LOS CUENTOS.Una antropologa del Misterio

JOS LUIS CARDERO LPEZ

Die Toten fllten murrend den Raum und Sprachen: Rede zu uns von Gttern und Teufeln, Verfluchter Carl Gustav Jung. Die Sieben Belehrungen der Toten. Sermo IV.

Ediciones 14 de Abril Madrid, octubre 2007 Todos los derechos reservados

1

Para Maril y Margarita, con todo mi amor.

2

SUMARIO Prlogo. Introduccin: Las tradiciones y las leyendas como testigos de otra realidad. 1. Senderos del bosque, islas del mar: el camino de los muertos. 1.1. 1.2. 1.3. 1.4. Los lugares-frontera Selvas y bosques: Luces, destellos, apariciones y desapariciones Cursos y reservorios de agua: las puertas del Ms All El Ocano de los Muertos, las Islas del Otro Mundo y la Tierra de los Jvenes

2. Luces, fuegos y resplandores: testimonios y avisos del Otro Mundo. 2.1. 2.2. 2.3. 2.4. Apariciones del Otro Mundo. Los Mensajeros: avisos y consejos Los Vigilantes: el ejemplo y el castigo. El Ms All: un control dinmico de la cultura

-

3. La divisin el espacio-tiempo entre los vivos y los muertos segn las tradiciones populares. 3.1. 3.2. 3.3. 3.4. Los personajes sobrenaturales. Dnde, cmo y por qu se aparecen los muertos? Orden jerrquico de los muertos y estructura social de los vivos El cambio entre los mundos: guas para el Gran Viaje.

-

4. Lo sagrado y la demarcacin cultural del territorio. 4.1. 4.2. 4.3. 4.4. Los edificios sagrados como organizadores del territorio cultural Los sistemas religiosos como psicopompos o conductores de los muertos. Capillas, iglesias, cementerios y tumbas Lo sagrado y las fronteras de lo sobrenatural

-

5. Recursos mgicos y extraordinarios en los cuentos y tradiciones populares. 5.1. 5.2. 5.3. 5.4. Casas que giran y muertos que caminan Las alteraciones del espacio-tiempo. La velocidad y los objetos mgicos. Estados paradjicos. Los vivos, los muertos y los no-muertos. Viajes extticos, estados modificados de conciencia y otras maravillas, en los cuentos populares.

3

-

Conclusin: La reflexin sobre lo Natural y lo Paradjico, como un viaje de ida y vuelta al Ultramundo. Anexos: - Esquemas y grficos - Fotografas

-

-

Bibliografa

4

PrlogoCon mucha frecuencia y por lo menos en mi caso, los estudios antropolgicos suelen empezar provistos de un buen nmero de razones tericas y con casi- todos los requisitos que puede ofrecer un firme propsito investigador. Pero acaban por convertirse, mucho antes de ser definitivamente encarrilados por el rumbo previsto, en algo parecido a un gran viaje. Lo cual no est nada mal, todo hay que decirlo. Porque para aqul que tenga activados, aunque sea en un grado mnimo, sus ojos, oidos, tacto, piel y huesos, a estas alturas de la historia o de lo que de ella quede, es mucho ms placentero ese viaje que cualquier sucesin de normativas e intenciones metodolgicas, por formales y necesarias que stas sean o aparenten ser. As sucedi tambin cuando comenc a reflexionar sobre esas grandes verdades que encierran como tesoros escondidos- los textos literarios, las tradiciones y los cuentos. Qu mejor terreno de investigacin me dije- que ese mundo maravilloso en el que las gentes nacen y viven varias veces, donde la muerte no es ms que una ligera broma, en el que las casas son de cristal, giran y se desplazan o donde uno puede alcanzar con slo quererlo, los extremos ms lejanos y escondidos del orbe? Con tales pensamientos estaba yo una tarde de verano al borde del Mar Celta o del ocano de Barandn que tambin as puede llamarse- por donde el santo citado llev a cabo otro gran viaje hacia los confines del mundo entonces conocido, en una ocasin cuya certidumbre est colocada a caballo entre el relato atestiguado y la pura y simple leyenda. Me encontraba muy cerca de ese paraje al que Ramn Otero Pedrayo calific, tiempo atrs, como un escaln hacia lo inimaginable: el grande y tenebroso Finisterre. Por el flanco de la verde y suave colina que, pocos metros ms all, se despeaba hacia las aguas ocenicas, suba un antiguo camino romano, rodeado en todo su trayecto por enredaderas mezcladas con rojas y arrecendentes rosas salvajes. March por l durante un rato, siguiendo sus vueltas y revueltas, enfrentadas siempre al ocano y al cielo, a cada cual ms azl y brillante.

5

No poda imaginar hasta donde conducira en sus buenos tiempos aqul hermoso sendero. Tal vez hacia un claro del monte en el que se elevara por entonces algn misterioso y oculto templo a Silvano. Quiz hacia la puerta secreta del mundo de las hadas. En cualquier caso, transcurra sirviendo de mentidero a las invisibles y a veces problemticas criaturas de las que estn llenos ciertos relatos y de las que se habla al abrigo de la lumbre siempre entre cuchicheos, para que no se enteren- en los cuentos y tradiciones populares. Sin reparar en que, desde alguna escondida espesura de helechos, pudieran espiarme los oscuros y recelosos ojillos de faunos o de duendes, suba yo por aqul camino lleno de sol y colmado de esa quietud propia de las tardes de verano. De pronto, el aire suave y perfumado se conmovi con un ligero temblor, como el que se produce cuando se toca la tersa superficie de un estanque. Algo pareca acercarse a m desde los parajes ms altos y apartados de aquella va romana. En ese instante, como si hubiese recibido una silenciosa advertencia llegada a la vez de muchas partes y de ninguna, ca en la cuenta de que no todos los seres con los que podra encontrarme en mi viaje iban a mostrarse necesariamente amables o ser favorables a mis propsitos. All cerca, sobre una roca extendida y prxima al borde del sendero, aparecieron los inciertos y leves trazos de un petroglifo iluminados por los claroscuros del sol que jugaba entre los rboles. Reproducan la triple espiral, la vieja imagen megaltica del Universo, el Signo de los antiguos relatos. Supe entonces que los romanos, con su camino, tan solo haban querido honrar al remoto poder que aquellos rasgos, grabados en la dura roca grantica, representaban. Siue deus siue dea Y me acord de los personajes que solan aparecerse por senderos como ste que yo recorra. Tal como sucedi en la antigua narracin que protagoniza uno de aquellos santos innominados, tan frecuentes en el folklore gallego y en el folklore bretn, el cual se paseaba una tarde, igual que yo ahora, por el borde del ocano. Mientras el santo meditaba, se le apareci el nima de quien haba sido, en sus tiempos terrenales, un pescador. Afirma la tradicin que dicha nima se presentaba a veces como un esqueleto carcomido, otras como un fuego azulado o como un aire, segn los casos. Si 6

era como esqueleto, sola traer entre los dientes una ramita o hierbecilla que masticaba de la misma manera que lo haba hecho en vida. El relato no dice en que aspecto se apareci al santo. Pero ste, conociendo que quien vena era uno del Aln as se llama en Galicia al Ultramundo o Ms All- le pregunt con toda tranquilidad y como quien no quiere la cosa: Qu tal va hoy esa pesca? El nima le mostr toda una multitud de piedrecillas, palitos y ramas que traa consigo, al tiempo que contestaba: Poda ir mejor. Pero con ste condenado nords, no hay nada que hacer. Toma ste muxel y cmelo por mi salvacin. Le ofreci entonces una flor de toxo, con sus espinas y todo. El santo la bendijo y la guard en su zurrn. Y para cuando lleg a su cabaa en medio de los bosques, desde donde se vea el mar, el zurrn albergaba un enorme pez, con las perlas del Profundo brillando todava sobre su piel plateada. Lo cocin y se lo comi a la salud del sobrenatural pescador que, desde ese momento, ya no vag ms, ni como esqueleto, ni como luz, ni tan siquiera como un soplo de aire. El mar Celta, ocano de Barandn, tiene aguas que cambian de color. Y con sus mudanzas, tornan a colorido o a sombro todo aquello que est a su alrededor: montes, rocas, cielo y el carcter de las gentes que por all moran. Los personajes que pueblan los relatos de los que hablaremos son, como los seres del ocano, de ste mundo y del otro. En las pginas que siguen, trataremos de sorprender sus caminos y algunos de sus secretos. Solo algunos. Los dems, han de quedar intocados para que puedan cubrirse de roco las rocas y los toxos verdes y punzantes, para que puedan enredarse algunas almas peregrinas entre las ramas de los rboles montesos o para que los bardos puedan contar, en versos urdidos con la vieja lengua, mil hazaas de otro tiempo. Seolait for muir, monar ngle, eitir laithe y oidhche1

1

Navegaron por el mar, un brillante abandono, durante noche y da; Leabhar Ghabhala. 157.

7

Introduccin

8

Las tradiciones y las leyendas como testigos de otra realidad. Las tradiciones y las leyendas de todos los pueblos suelen hablar de hechos, de personas y de cosas que parecen unidos por un vnculo mgico, tal como predicaba Anatole Le Braz para las almas viajeras de su tierra bretona, que marchaban juntas como los tallos de hierba o las arenas de las playas. Los acontecimientos que en esas tradiciones se relatan estn gobernados por un tiempo cronolgico cuyo valor y significado difieren de aquellos a los que estamos acostumbrados en nuestra vida corriente. Tambin los personajes que all figuran poseen caractersticas especiales, no habituales y en muchos casos sorprendentes: pueden variar de sexo, de tamao o de edad a su antojo, o segn aconsejen las circunstancias. Son capaces de atravesar muros espesos y de esfumarse en cuestin de segundos de los lugares en los que estn, para aparecer luego a cientos de kilmetros. Y en lo que se refiere a los lugares en s, an siendo los que estn al alcance de nuestra vista o aquellos en los que nos desenvolvemos cotidianamente, cuando estos extraos seres aparecen, adquieren en un momento tales sitios facultades que antes no tenan: pueden hacerse mucho ms grandes, ms pequeos o guardar secretos que, en algunos casos, resultan temibles y hasta peligrosos. Como es natural, diciendo esto me refiero a las tradiciones de muchos pueblos diferentes. No a casos singulares o especficos, sino ms bien a perspectivas amplias y generales. Porque es en una visin holstica en la que pueden mostrarse con mayor claridad ciertos sistemas de caracteres que destacan entre otros y que resaltan en medio de las diversas construcciones y estructuras culturales, que no podramos recoger en observaciones ms reducidas o vinculadas a casos concretos. Se trata, adems, de que en esa visin holstica puedan ponerse de manifiesto las condiciones o formalizaciones estructurales de los diferentes relatos, tal como indica Vladimir Propp, apuntando que ello es necesario para su estudio histrico2

y, por otra parte,

que desde esa visin o perspectiva general, sea posible reunir un conjunto de estructuras menores funcionantes o partes constitutivas de los relatos, las cuales nos permitan, llegado el caso, obtener una morfologa o entidad

2

PROPP, VLADIMIR, Morfologa del cuento. Editorial Fundamentos, 8 ed., Madrid 1992. pg. 27.

9

interpretativa a la que podramos describir como una especie de clasificacin o taxonoma de motivos constitutivos y con la que tal vez podramos aproximarnos mejor a un entendimiento de esos mecanismos, presentes en todas las culturas humanas, por medio de los cuales es posible, si no transformar la realidad, al menos intentar comprenderla y, sobre todo, interpretarla y ubicarla en el mbito de las correspondientes cosmovisiones. Otra cosa ser reflexionar sobre la necesidad que el ser humano tiene de comprender la realidad mediante tales herramientas culturales. Ello nos llevara muy lejos y por caminos tortuosos a intentar una explicacin acerca de lo que sea o acerca de lo que nosotros creemos que es- la realidad, ya que sta casi siempre aparece como una idea, ms que como una imagen fija y constante y como una idea mudable, polifactica, multifuncional- ha de ser entendida. Nada ms lejos de lo real, como predicado de la realidad, que una idea fija, inmvil, de un solo uso. Cualquier ser humano, formando parte de un grupo social o de una colectividad, ha de acceder al desarrollo de sus relaciones multidireccionales ayudndose de los modelos cognitivos o mapas comportamentales y de situacin que le han sido suministrados durante los diversos procesos socializadores. Nunca se ve desprovisto de semejantes ayudas, ya que uno de los propsitos principales de la socializacin, es, precisamente, el suministro de tales sistemas. Y los modelos cognitivos que sern integrados con una mayor urgencia aparte de los relacionales o posicionales que informan acerca de la jerarqua y situacin dentro del grupo humano de acogida- son, precisamente aquellos que se refieren a la cosmovisin grupal y a las consideraciones que de ella se derivan respecto a las interpretaciones de la realidad. La realidad viene a ser por tanto una idea acerca del mundo. Dicha idea es posible hacerla funcionar de una manera determinada y caracterstica quiz a travs de elementos como los ademanes estticos, descritos en su momento por Edmund Leach 3- que no slo confieren al mundo aspectos propios y singulares sino que, adems, sirven como un apoyo importante en la construccin de la identidad colectiva. Porque el hecho es que los seres humanos elaboran sus ideas sobre el mundo en tanto que seres sociales.LEACH, EDMUND R., describe los ademanes estticos en Sistemas polticos de la Alta Birmania. Editorial Anagrama. Barcelona, 1976. pg. 32.3

10

Resulta casi imposible hablar por tanto como suele hacerse con frecuenciade una visin personal de las cosas, ya que, despus de tantos aos de socializacin y adoctrinamiento en el seno de la familia, del sistema educativo y de las instituciones sociales de participacin y actividad, esa visin personal no es ms que una versin, singularizada si se quiere, aunque bastante menos de lo que comunmente se piensa, de la cosmovisin grupal. Si ello es as, de qu hablamos, entonces, cuando nos referimos a la realidad? Y, por otra parte, por qu en casi todas las culturas se utilizan comunmente esos instrumentos textuales que aparecen recogidos en los relatos mticos, en las tradiciones y en las leyendas? La contestacin a preguntas como las precedentes constituyen la materia de una buena parte de muchas teoras sociolgicas y antropolgicas conocidas. Sobre todo en lo que se refiere a las profundas implicaciones contenidas en la cuestin acerca de la realidad, que nos conecta directamente con un amplio y pluridisciplinar mbito del campo cientfico, en donde juegan entre otras- competencias psicolgicas, filosficas y mdicas. Sin embargo, a pesar de tantas ayudas metodolgicas y propeduticas, seguimos sin ponernos de acuerdo en algo, aparentemente tan simple, como la naturaleza o el contenido de eso a lo que se llama realidad En ste sentido existen todava tendencias a suponer que las teoras y quiz tambin las experiencias acerca de la realidad han sido objeto de una evolucin positiva ocurrida desde las primeras edades del mundo hasta nuestros das. Es decir, que los seres humanos de hace diez mil o cien mil aos posean una percepcin de la realidad bien diferente y por supuesto, inferior- a la nuestra de hoy. Por ejemplo, tomaban la representacin grfica de los animales que ellos mismos dibujaban en las paredes de las cuevas y abrigos, por los animales mismos, tal como afirma Jensen refirindose a un trabajo sobre psicologa y prehistoria del ao 1949, en el que se sustentan ideas como la de que no hay diferencia alguna entre imagen y realidad para los seres humanos de la prehistoria 4. Sin embargo, todos los elementos de juicio derivados de observaciones y anlisis culturales nos obligan a caminar en sentido contrario, hacia la consideracin de que los sistemas humanos de

4

JENSEN, Ad.E., Mito y culto entre pueblos primitivos, FCE. Mxico, 1998. pg. 9.

11

representacin cultural y de coordinacin y elaboracin cognitivas fueron probablemente entonces es decir, en momentos cronolgicos muy alejados de nosotros- sensiblemente iguales a los nuestros y de que es posible detectar diferencias ms sensibles entre los seres humanos pertenecientes a un mismo estrato cronolgico que entre aquellos que ocupan estratos cronolgicos distintos, por muy lejanos que puedan considerarse. Y en apoyo de esta teora de la permanencia de elaboraciones mticas y de la capacidad para utilizarlas a lo largo del tiempo, viene precisamente la abundancia de tales instrumentos en cualquier cultura antigua o moderna que observemos. Desde luego, nicamente es posible una referencia tcnica en tal sentido, a las culturas que nos han dejado relatos escritos o de las que nos hayan podido llegar directa o indirectamente tradiciones orales con una atribucin suficientemente documentada. Pero, precisamente en razn de sta condensacin practicamente universal de mitologas, cosmogonas, instrucciones para el Ms All, cuentos populares, narraciones y leyendas, algunos de cuyos argumentos y estructuraciones parecen haberse conservado y transmitido hasta nosotros desde tiempo inmemorial, se justifican seguramente las extrapolaciones que puedan hacerse en un momento dado, desde esas culturas mejor conocidas y documentadas, a otras de las que slo poseemos noticias fragmentarias y de las cuales no nos han llegado tales documentos. As, lo que denominamos realidad acta sobre el conjunto de estructuras simblico-cognitivas configurando una determinada cosmovisin, en la que, de acuerdo con lo que apunta Edmund Leach, existe una parte que es funcionalmente esencial y otra que est compuesta o formada por ademanes estticos. Para entender los mecanismos de la realidad ambos componentes nos sirven, ya que uno de ellos nos muestra los mecanismos y dispositivos culturales que vamos a encontrar repartidos universalmente, en todas las culturas, mientras que el otro nos ilustra acerca de la manera como cada grupo social resuelve problemas concretos y especficos, confiriendo su peculiaridad a esas soluciones. Podramos decir que nuestra idea acerca de la realidad nace, precisamente, del juego interactuante de esos dos grandes conjuntos de elementos.

12

Sin embargo, el universo de los mitos y de las leyendas contina superponindose en algunos casos o yuxtaponindose en otros a lo que comunmente se conoce como el mbito de la realidad. La utilizacin continua de esos recursos que algunos consideran a priori como fantsticos y descabellados, supone cuando menos y para los grupos humanos que lo emplean con asiduidad, que no hay un nico acceso posible a los mbitos del conocimiento, teniendo en cuenta por otra parte que se trata de un mtodo con el que explicar de una manera coherente, convincente y adecuada a la correspondiente cosmovisin del grupo de que se trate, aquellos aspectos ms impactantes, controvertidos o misteriosos de dicho mbito. Muchos de estos recursos mitolgicos, legendarios y tradicionales se refieren a grandes temas comunes a todas las culturas humanas del presente y del pasado, como el que atae a lo inevitable de la muerte, a la existencia del mal o a las manifestaciones de Otro Mundo, el cual parece encontrarse en ocasiones lo suficientemente prximo al nuestro de todos los das como para que sus presuntos habitantes vengan hasta nosotros o las misteriosas fuerzas que actan en l puedan afectarnos. Las preguntas planteadas acerca de esas preocupaciones profundas y universales difcilmente van a poder ser satisfechas por la ciencia o por la tecnologa de cualquier edad de manera suficiente, ya que simplemente sus objetivos son otros y estn en cualquier caso subordinados no slo al avance cientfico sino a los intereses polticos, econmicos y sociales de cada momento histrico concreto. El universo mitolgico y legendario cumple por tanto otra misin. Y sta es, precisamente, la de explicar de una manera satisfactoria todos los enigmas que rodean al ser humano desde el principio de los tiempos. As ocurre, precisamente, con lo sagrado. Se trate de una fuerza actuante desde el exterior a nosotros mismos o de una reaccin interna de nuestra mente ante determinadas influencias llegadas a travs de los sentidos y de la experiencia, lo sagrado marca a todos aquellos que toca. Es decir, su poder es el de modificar cualitativamente el mbito en el cual sucede, ocurre o se manifiesta, de manera que tanto ese mbito como los seres y objetos que permanecen en l, ya no volvern a ser los mismos desde la epifana de lo sagrado. Y lo sagrado se relaciona directamente con la esperanza en la otra vida, o con el temor a la muerte y a lo que sucede despus de ella. Tambin tiene 13

mucho que ver con la existencia y permanencia del mal entre nosotros. Y con las luchas que se desatan tan a menudo entre los seres humanos para defender una idea, una manera de vivir o de entender el mundo. Toda la cultura humana, incluso en sus versiones que, aparentemente, parecen ms alejadas de esas manifestaciones numinosas, est empapada de la influencia de lo sagrado. Y quiero advertir desde ahora mismo que las referencias a lo sagrado y a lo numinoso no pertenecen necesariamente al conjunto institucional de lo religioso, aunque ste haya bebido en las fuentes de lo sagrado o se inspire en su influencia de modo ms o menos manifiesto. Conviene separar aqu de un modo claro esos dos campos conceptuales que por otra parte suelen confundirse casi siempre: lo sagrado y lo religioso institucionalizado. Las tradiciones populares, las leyendas y relatos, por su parte, an pudiendo tener y con frecuencia lo tienen- un origen en las cosmogonas y en las epifanas de lo sagrado, se manifiestan ms bien en ese otro terreno al que podemos llamar desde ahora el mbito de las posibilidades perdidas. As, las edades en las que los humanos entendan el idioma de los animales, los tiempos felices en los que no exista la muerte ni el sufrimiento, los remotos perodos que vieron a los dioses descender hasta la tierra o en los que una humanidad atnita y extasiada asista a prodigios maravillosos como el transcurso relativstico del tiempo, la traslacin prcticamente instantnea a distancias inconcebibles o el testimonio de mundos que permanecen, invisibles para todos menos para los elegidos, aqu al lado del nuestro. Todo ese conocimiento, que en una ra feliz tuvieron nuestros remotos antecesores y que, desdichadamente, se ha perdido y del cual permanecen testimonios en los grandes textos sagrados y tambin en los conjuntos textuales orales y escritos- transmitidos de generacin en generacin, ha sido buscado por todo tipo de iniciados y de sociedades secretas y su consecucin real o fantsticaatribuda de vez en cuando a determinados indivduos misteriosos. Las tradiciones de casi todos los pueblos nos hablan de lo que sucedi en un principio, cuando los dioses crearon la tierra, o cuando ellos mismos o sus enviados lucharon contra la serpiente o dragn primordiales que mantenan aprisionada entre sus anillos la esencia de las cosas. Nos describen aqul mundo del comienzo con palabras a veces veladas y de significado incierto:

14

Los Abuelos: Entonces no haba gente, ni animales, ni rboles, ni piedras, ni nada. Todo era un erial desolado y sin lmites. Encima de las llanuras el espacio yaca inmovil; en tanto que, sobre el caos, descansaba la inmensidad del mar 5. Cuando en lo alto el cielo an no haba sido nombrado, y, abajo, la tierra firme no haba sido mencionada con un nombre, solos Apsu, su progenitor, y la madre Tiamat, la generatriz de todos, mezclaban juntos sus aguascuando los dioses an no haban aparecido, ni haban sido llamados con un nombre6. Cuando las aguas no descendieron sobre las extremidades de la Tierra, entonces Indra cogi su dardo, y con su brillo hizo salir a las aguas fuera de las tinieblasLas aguas corrieron para procurar alimentos a Indra, pero Vritra volva a tomar sus fuerzas en medio de los rios navegables; entonces Indra, con su dardo fatal y potente, mat a Vritra, cuyos pensamientos estaban siempre vueltos hacia lIndra devolvi la libertad a las aguas que haba encerrado Vritra, dormido en las cavernas de la Tierra7. Estos son tres ejemplos de relatos acerca de lo que, presuntamente, ocurri en aquellos primeros tiempos. No se trata de extraer de aqu concordancias que, con toda probabilidad, nicamente seran coyunturales. Pero s podemos recoger la idea-madre de que, en un principio, exista en el cosmos o en el lugar en el que luego aparecera nuestro mundo, una entidad indiferenciada, a partir de la cual, el o los creadores hicieron surgir la realidad a partir de un acto emanado de ellos. El caos, lo indiferenciado, lo todava sin nombre aunque en el tercer ejemplo s se le nombre como Vritra o Vrtra, el dragn primordial- se movi hacia, progres hasta, lo diferenciado y lo nombrado. Ese es el hecho raz a partir del cual en numerosas mitologas se construye un relato acerca de lo ocurrido en los primeros tiempos de existencia del mundo.Las leyendas del Popol Vuh. Contadas por ERMILIO ABREU GOMEZ. Espasa Calpe Mexicana, S.A.. 3 edicin, mxico1964. pg. 17. 6 Enuma Elish. Poema babilnico de la Creacin. Editado y traducido por FEDERICO LARA PEINADO. Editoria Trotta. Madrid, 1994. pg. 47. 7 Los Vedas.Tercer Adhyaya. Anuvaka VII. Sukta III. Recopilados, segn la tradicin por Vyasa. Editorial Bergua. Madrid, 2001. pg. 88-89.5

15

Nuestro universo ha nacido de ese germen y se expresa mediante las descripciones que engloban tales acontecimientos a los que, desde luego, ningn humano pudo asistir, puesto que todava no haban sido creados. Pero esas narraciones configuran de tal manera la existencia de las culturas y de las civilizaciones que sobre ellas se asientan, que nada puede considerarse sobre las mismas sin una referencia explcita o implcita- a tales sucesos mticos. En nuestra propia estructura cultural de origen bsicamente judeo-cristiano, todava continuamos en muchos casos diseando comportamientos y modelos cognitivos fundamentados en los relatos que aparecen en el Gnesis. Temas tales como la cada o la expulsin del paraso terrenal, no slo continan justificando para muchos el comportamiento presente de los seres humanos o la marginacin social de amplios sectores de la poblacin, sino que, adems, aparecen como mitologemas o modelos cognitivos ms o menos expresos en muchas leyendas y relatos populares nacidos en las reas geogrficas ms directamente influenciadas por esa tradicin. La configuracin de la realidad est profundamente afectada por semejantes principios o fundamentos mitolgicos. Si convenimos en que una cosmovisin o manera de ver y entender el mundo puede ser considerada adems de como muchas otras cosas- como un Texto a cuya lectura debemos aplicarnos todos, la hermenutica que hemos de utilizar, tanto aquellos que, inmersos en esa cultura, hayan de vivir en ella o a travs de ella, como quienes deseen entender algo acerca de la misma, ha de ser un instrumento adecuado y efectivo para esa comprensin. Semejante instrumento tiene que encerrar la capacidad o la posibilidad- de examinar los entresijos culturales que se muestran, muchas veces inadvertidos, menospreciados o tratados con indiferencia, en esas manifestaciones que encontramos en los cuentos populares o en los relatos transmitidos y cambiados, como no- de generacin en generacin. Los mitos, tradiciones, leyendas y cuentos nos hablan de otra realidad. El universo que describen es un lugar ciertamente extrao, en el que los animales pueden hablar y transmitir mensajes procedentes, por ejemplo, del Ms All. Mensajes que nos ataen y conciernen directamente a nosotros, los habitantes del mundo normal. Adems, podemos encontrarnos tambin con instrumentos musicales mgicos, que suenan cuando quieren, cuando se 16

renen determinadas circunstancias o estn presentes ciertas personas. Porqu sucede todo esto y porqu se nos habla de ello, precisamente, a travs de los cuentos y relatos populares? Casi todos sabemos distinguir o creemos saberlo, tras largos aos de socializacin- entre el espacio cultural de esos relatos y leyendas y la realidad que nos rodea. En verdad, esa capacidad de distincin es lo que, en nuestras sociedades, se espera de una persona adulta y formada. Pero lo que muy pocos conocen es que los elementos de comparacin que permiten llevar a cabo ese proceso de discriminacin entre leyenda y realidad, son simplemente pautas acordadas, extremos reconocidos a travs de un convenio, partes ellos mismos del propio proceso discriminatorio y como l, condicionados ideolgicamente. Eso queda oculto a travs de las circunstancias concurrentes y queda oculto desde luego de manera intencionada. Por esa razn y segn las conveniencias del modo productivo y las necesidades coyunturales o de ms largo alcance- del campo del conocimiento, el aspecto y la distancia socialmente reconocidos entre leyenda y realidad pueden variar significativamente. En este sentido, los ademanes estticos tienen una gran importancia. Todo el conjunto estructural de mitos y leyendas de una colectividad humana dada se regula y presenta en virtud de ellos. As se pueden utilizar elementos singulares en explicaciones generales acerca del mundo y de la realidad sin necesidad de desactivar sus partes significativas. En todas las culturas se establece una distancia leyenda-realidad que ningn miembro activo y funcionalmente integrado de las mismas debe ignorar ni mucho menos sobrepasar. Y los patrones de este tipo que podamos considerar entre culturas diferentes suelen tener, al menos, un aire familiar. De manera que pueden llegar a funcionar como estructuras significantes incluso cuando se establecen en el mbito de sistemas culturales ajenos al suyo propio de origen. Las ideas que acerca de realidad y fantasa poseemos y utilizamos cotidianamente los seres humanos pueden distinguirse precisamente por sus ademanes estticos y utilizarse como referencias tanto de la corporeidad de la cultura, es decir, de su presencia como ente cuasi-fsico en el universo humano, como de su expresividad esttica dinmica, es decir, de lo que se conoce muchas veces inapropiadamente- como identidad colectiva. No es lo 17

mismo que establecer la distancia entre mundo real y mundo mtico, desde luego, pero seguramente las estructuras simblico-cognitivas actuantes en uno y otro caso van a tener y a mantener un aire comn. Las tradiciones y las leyendas no forman parte del mbito de la fantasa, aunque sus pormenores puedan en ocasiones parecer fantsticos en el sentido de desmesurados, extraos o poco habituales, sino del mundo de los mitos. As, cuando stos nos relatan la manera en que apareci la muerte o surgi la enfermedad en este mundo, los rasgos de esa narracin se aparecen casi siempre ante nosotros como dotados de una cierta peculiaridad y con un aire especial que la hace perfectamente reconocible, aunque no pertenezcamos al grupo humano en el que se manifiesta. Veamos por ejemplo como se explica desde el mbito mtico y tradicional entre los Nuer de Sudn, la aparicin de la muerte, segn lo recogi en su momento Evans-Pritchard: El mito narra cmo haba existido en tiempos remotos una cuerda que una el cielo con la tierra, de manera que todo el que se volva viejo suba por ella hacia Dios y, despus de un periodo de rejuvenecimiento en el cielo, volva a la tierra. Hasta que un da, una hiena figura apropiada para un mito relacionado con la muerte- junto a lo que se llama en Sudn con el nombre de pjaro-durra consiguieron entrar en el cielo con el mismo mtodo. Dios orden que los vigilaran y que no se les permitiera volver a la tierrapero una noche escaparon deslizndose por la cuerda y, cuando ya les faltaba poco para llegar a la tierra, la hiena cort la cuerda, la cual fue inmediatamente recogida desde el cielo. As qued cortada la comunicaciny los que envejecieron desde entonces, tuvieron que morir 8. A ttulo de ejemplo, podemos comparar ste mito Nuer con otro irlands en el que se habla de Tirnanoge, un pas donde la gente era siempre joven, despreocupada y sana y viva una vida eterna. Esta tierra de bienaventuranza se ubicaba a menudo en algn sitio del Atlntico. Escuchemos como la describe a sus oyentes, Niam, la hija del rey de Tirnanoge: Es la ms deliciosa y renombrada de las comarcas existentes bajo el sol. Abundan all el oro y la plata y las joyas, la miel y el vino; y los rboles dan frutos y flores y verdes hojas, a un tiempo, durante todo el transcurso del

8

E.E.EVANS-PRITCHARD, La religin Nuer.Taurus Ediciones, 1980. p.27-28.

18

aoEl transcurso del tiempo no traer la descomposicin y sers eternamente joven y estars dotado de una belleza y fuerza que no se marchitar9. Lo mismo que en el caso anterior, todo el que viaja a ese mundo mgico ve suspendido su tiempo. No envejece, ni sufre los avatares de la gente comn. Pero esa condicin extraordinaria tambin se puede perder por un acontecimiento inesperado. En la presente historia de la tradicin irlandesa, el hroe regresa del pas de la eterna juventud (Timanoge) montado en un corcel blanco con silla de oro. Pero, cuando trata de ayudar a unos hombres que intentan levantar una gruesa piedra, se rompe la silla dorada y el jinete cae por tierra. El corcel se escapa y, en el mismo momento, el jinete comienza a envejecer y a perder sus fuerzas, convirtindose en un anciano arrugado. Desde el momento en que se corta el vnculo con el pas mgico, el tiempo humano recupera su imperio, detenido hasta entonces 10. La realidad que aparece en los mitos y en los relatos de la tradicin muestra un carcter bien distinto a la de todos los das. Su condicin principal es tal como hemos visto en los ejemplos precedentes- un profundo cambio en el decurso temporal y con ello, la desaparicin de muchas penalidades de las que nos acompaan en la vida normal: vejez, enfermedad, muerte. Pero el relato mtico cumple un papel mucho ms importante que el que tendra como simple cuento. Los hechos maravillosos que, durante una poca dorada y ya irremediablemente perdida, estuvieron al alcance de los humanos, significan por s mismos algo ms. En realidad, forman parte de un mecanismo cultural que permite precisamente explicar la existencia y la actuacin de los contrarios de tales acontecimientos excepcionales. El hecho milagroso de ausencia de la muerte en un mundo inalcanzable y extraordinario, permite entender mejor en el nuestro ese fenmeno inevitable como una parte de la vida, o cuando menos disponer su actuacin dentro de un marco explicativo general, capaz de integrar los fenmenos de modo coherente. Creer en un mundo feliz sin envejecimiento, dolor ni enfermedades, ayuda a entender y a clasificar de

ANONIMO, Cuentos populares y leyendas de Irlanda. Espasa Calpe Argentina, S.A. 2 ed.. Buenos Aires, 1947. p. 11. 10 En el captulo 5, veremos algunos ejemplos ms de relatos y mitos en los que aparece esta suspensin relativista del tiempo.

9

19

manera ms eficaz en un juego de simbolismos contrarios- nuestro mundo cotidiano. Aquello a lo que llamamos realidad no es otra cosa: explicacin y juego simblico de contrarios. En los mitos y en nuestro mundo de todos los das es necesario disponer los acontecimientos y sus explicaciones en un orden que permita obtener una imgen del mundo acorde con los modelos culturales vigentes. Pero no podemos dejarnos arrastrar por la terrible eficacia simblicocognitiva de este mecanismo cultural, el cual allana de tal manera las dificultades, que puede anular aquella distancia entre mundo real y mundo mtico de la que hablamos anteriormente, no permitiendo su entendimiento singularizado y, lo que es todava mas grave, haciendo prevalecer quiz los aspectos ms inmovilistas y retrgrados de una determinada manera de ver y entender el cosmos, favoreciendo, en definitiva, el fenmeno de la persistencia de cosmovisiones e incrementando de manera notable la rigidez de su funcionalidad y desarrollo. Las tradiciones y las leyendas son testigos de otra realidad, pero, como en el caso de nuestros deseos, pueden actuar a favor y en contra de nosotros mismos. En los propios mitos y leyendas existen descripciones sobre tales circunstancias: aquellas ocasiones en que el hroe o la herona, deben elegir entre alternativas que no suelen ser en si mismas demasiado gratas: o bien permanecer con su amado o amada, corriendo el riesgo de que, bajo un disfraz coyuntural utilizado para alcanzar la situacin de felicidad, aparezca la verdadera realidad con su pata de cabra o con cola de pez, o bien abandonar esa situacin feliz perdiendo en ese caso las oportunidades y posibilidades que encierra. El mundo de los mitos y de los cuentos populares elementos stos bien diferentes entre s, segn veremos- permite allanar casi todo tipo de dificultades: rango, educacin, posicin social o conocimientos. Uno puede pasar por lo que, en la vida real, no es ni tal vez jams podra llegar a ser. Es como un sueo. De hecho, el mundo onrico y el mundo de los mitos y leyendas estn profusamente interconectados, tal como afirman Carl Gustav Jung y su Escuela11

11

. Sin embargo, por detrs de ese importante papel de los

Vase C.G.JUNG, Mtamorphose de lme et ses symboles o M.LOUISE von FRANZ, Anlisis de los cuentos de hadas

20

sueos y de las metamorfsis del alma en la estructuracin de la realidad que a todos y a cada uno de los individuos petenece, yace el imponente constructo simblico-cognitivo de las tradiciones populares, de las leyendas y de los cuentos. Nada lograramos con una visin monocorde y aislada del mundo en la que no participasen los elementos extrados y vueltos a incorporar, procedentes de aquella gran masa de vivencias, esperanzas, deseos y contradicciones que constituye el mundo mtico. Como sucede a menudo en nuestro existir cotidiano, habremos de elegir pronto entre nosotros y ellos y muy posiblemente tambien entre esa parte de nosotros mismos que nos fascina y a la que estamos dispuestos a sacrificar todo aquello que nos reclame y esa otra cara que nos horroriza pero de la que no podemos ni queremos prescindir. Para aliviar esa tensin insoportable, el ser humano ha inventado los mitos, los cuentos, los dioses y los demonios.

21

1. Senderos del bosque, islas del mar: el camino de los muertos.

22

1.1.

Los lugares-frontera. Entre la Punta del Raz y la Punta de Van, en el Finisterre de Bretaa, se

extiende un gran manto de arena fina y blanca que forma la Baie des Trpasss (bwe an Anaon, en lengua bretona). Por all, dice la tradicin, embarcan hacia el Otro Mundo las almas de los muertos. Algunos marineros de esa comarca costera sienten llamar a su puerta en medio de la noche y saben, entonces, cual ha de ser su cometido. Se dirigen hacia su lancha, cargada ya hasta los topes de nimas viajeras y la gobiernan, atravesando el temible Raz de Sein, hasta la Isla de Ouessant, donde los invisibles pasajeros descienden, para continuar su camino hacia el Ms All, hacia la Tierra de los Jvenes, la Isla Lejana, o el Palacio de Cristal del Otro Lado del Mar, que de todas esas maneras se llama el Ultramundo entre los celtas bretones. El oficio o encomienda de conductor de los muertos suele pasar de padres a hijos en una misma familia. Se les denomina Tremener. Y ese calificativo se conserva todava hoy, convertido en un apellido comn, del que no demasiados conocen la peculiar historia 12. La Baie des Trpasses es uno de los caractersticos lugares-frontera de los cuales me propongo hablar aqu. All confluyen casi todas las condiciones que suelen revestir a semejantes entornos, ya que, adems de constituir un autntico linde entre la Tierra y el Ocano salvaje, est configurado tambin por una gran zona semipantanosa que se origina alrededor de la laguna de Lawal, de la que se dice en las leyendas que recubre los restos de una ciudad sumergida: la ville dIs. Naturalmente, ese entorno rodeado de un paisaje grandioso del que emana una cierta melancola, es el escenario privilegiado para todo tipo de manifestaciones sobrenaturales y extraordinarias: luces sorprendentes, apariciones fantasmales, ruidos misteriosos y fenmenos inexplicables, algunos de los cuales no estn exentos de riesgo y an de peligros muy graves para todos aquellos que conscientes de ello o no- se atreven a desafiarlos.Los precedentes de esta curiosa historia parecen estar en Procopio de Cesarea, historiador bizantino del siglo VI, y referidos a la que l llama isla de Brittia, History of the Wars, VIII, xx, 48-56 (The Gothic War, iv, 20). Ver en PATCH, HOWARD R., El Otro Mundo en la literatura medieval, FCE. Madrid, 1983. pg. 37. Se reproduce esta leyenda en el Anexo 1.12

23

Los lugares-frontera pueden ser, por tanto, entidades fsicas. Pero sobre todo son adems estructuras culturales que con mucha frecuencia coinciden con lmites palpables aunque asimismo pueden no hacerlo y reducirse nicamente a prevenciones simblicas e interdicciones de diversos tipos. En ocasiones, la transicin entre el suelo llano y una elevacin, la linea invisible que separa ciertos extremos de una construccin o las partes de una estancia, son mbitos que reunen todas las caractersticas de estos lugares liminales. A veces, basta con una simple prohibicin de atravesar tal o cual camino, este o aqul claro del bosque, o de abrir un determinado cofre. En los cuentos y tradiciones populares existen numerosos ejemplos de las terribles catstrofes que se pueden desencadenar cuando se incumplen tales mandatos. Porque los lugares-frontera son tambin, sobre todo y muy especialmente, lugares de encuentro entre dos o ms realidades, mundos o universos radicalmente distintos, extraos y por lo general, ajenos entre s. Ese antagonismo est controlado culturalmente a travs de esa tnue divisoria que no siempre se puede transgredir. Si se atraviesa la linde, tal accin va comunmente acompaada de fenmenos muy caractersticos de alteracin del espacio-tiempo, as como de procesos de transformacin de la personalidad e incluso de disolucin de la misma: cambios en el aspecto fsico o en el tamao, escisin de un nico individuo en otros varios, alteraciones en el vestido, en el color o en la longitud del cabello, transformacin en animales o en objetos inanimados, etc.. Al atravesar esos lugares tambin es posible adquirir nuevas propiedades e incluso desarrollar de una manera sorprendente y extraordinaria facultades antes inditas. Los sentidos corrientes se transforman y entonces es posible, por ejemplo, ver olores o sentir colores, como si los sistemas de integracin e interpretacin de datos del cerebro afectado hubiesen variado sus objetivos e intercambiado las conexiones de sus circuitos neuronales. As, por ejemplo, muchos de los fenmenos descritos en relatos como los de Lewis Carrol pueden entenderse muy bien mediante este tipo de explicaciones, lo

24

cual resulta, cuando menos, sorprendente y nos llevara muy lejos a travs de mbitos culturales y cientficos todava poco explorados en nuestros das 13. Cuando se cruzan las lneas que protegen o delimitan los lugaresfrontera el tiempo cronolgico transcurre de manera diferente. Pueden pasar decenas o centenares de aos sin que el protagonista lo sospeche siquiera ni cambien en lo ms mnimo ni su edad ni su aspecto. Cuando regresa a su punto de partida, observa con sorpresa que nada de lo que dej atrs su casa, sus amigos- permanece ya. Es entonces consciente de esa cualidad relativista del tiempo en la zona alterada del lugar-frontera y esa misma conciencia determina muchas veces un envejecimiento sbito y la muerte del individuo objeto de tan extrao fenmeno. La condicin paradjica es un elemento fundamental y distintivo de stos mbitos. En ellos se borran las diferencias entre los sectores fsicos, psquicos y culturales tan cuidadosamente establecidas por el grupo social en su cosmovisin. Las distancias entre vida-muerte, naturaleza-cultura, masculinofemenino, dentro-fuera y otras semejantes que articulan la mayor parte del desarrollo vivencial de los individuos socializados en grupos o colectividades, van a difuminarse prodigiosamente e incluso a desaparecer en el interior de los lugares-frontera. Y ello nos muestra de una manera prctica cual es el papel que tales mbitos desempean como sistemas de conexin y reductores establecidos entre los distintos aspectos de la realidad, muchas veces antagnicos e inconciliables. De la misma manera que en los relatos mticos, casi todo es posible en esos territorios o lugares fronterizos, aunque no todo est permitido. Tambin alli existen reglas y muy rigurosas- acerca de lo que se puede o no se puede hacer o sobre los pasos que es necesario dar para conseguir un determinado objetivo y aquellos otros que jams se deben acometer en ninguna circunstancia. En realidad, aunque no lo parezca o tengan otra fama, los lugares-frontera son mbitos extremadamente reglamentados en los que una equivocacin en la conducta establecida o la pura y simple voluntad infractora de normas puede conducir a una catstrofe. Y si lo examinamos atentamente

Alicia en el pas de las maravillas es un relato en el que aparecen continuamente lugares frontera (espejos, tneles, madrigueras) y en el que se describen con detalle los fenmenos fsicos y psquicos que ocurren al atravesar dichos lugares.

13

25

ello es lgico, ya que, segn hemos dicho, en estos espacios extraordinarios han quedado en suspenso prcticamente todas las convenciones y normas reguladoras de comportamiento propias de los grupos sociales. Y esas normas han de ser sustitudas por otras, de ordinario mucho ms severas, y con el inconveniente de que no siempre van a ser conocidas. Por eso, los relatos y las tradiciones cumplen, entre otros, el papel de transmitir esas normas y de ilustrar acerca de los comportamientos que se han de mantener en dichos mbitos. Es necesario conocer asimismo algunos extremos peculiares sobre la naturaleza de los lugares-frontera en lo que se refiere a las entidades o energas que all pueden morar de una manera ms o menos permanente, bien como guardianes o arcontes, o simplemente como seres o fuerzas que por ellos discurren en uno u otro sentido. Porque si bien esos lugares suelen ser considerados casi siempre como de paso, como instrumentos utilizados para la transicin o los cambios de estado (por ejemplo, tal como hemos citado, entre la vida y la muerte) tambin pueden servir como estancias o como recintos de contencin para energas que no deben andar sueltas ni en este mundo ni en el otro a causa del peligro destructor o desestabilizador que suponen. Si hemos de hacer caso a la tradicin, los druidas conocan semejantes fuerzas y la manera en que podan ser controladas. Ellos solan hacerlo a travs del triple signo formado por tres espirales que parten de un punto comn, motivo anterior a la civilizacin cltica y que probablemente perteneci a los propios de la cultura megaltica. Muchos dioses sin nombre a los que en otro trabajo he denominado como dioses oscuros- residen en esas reas liminales y, en ocasiones, pueden liberarse y penetrar en nuestro mundo. Tambin pueden ser arrojados a l mediante ciertos ensalmos y oraciones que conocieron sacerdotes y magos de muchas culturas, entre ellas, la egipcia y, segn he dicho, tambien los propios druidas. Una de las aplicaciones que la utilizacin del poder encerrado en semejantes entidades liminales nos muestra es la tcnica que los antigos sabios posean para transformar las rocas y los rboles de algunos bosques en armas terribles. Rastros de tales poderes quedan en relatos y cuentos que nos hablan de los peligros del bosque. El propio Shakespeare se hace eco de una tradicin muy antigua cuando en su Macbeth, las brujas profetizan que el 26

bosque de Birnan avanzar hasta las murallas del castillo donde se refugia el asesino (Nada temas hasta que el bosque de Birnam venga a Dunsinane14

)y

ese acontecimiento prodigioso determinar el final de su poder nefasto. Tambin Tolkien nos habla de los poderes encerrados en los viejos bosques 15. Todo ello no son sino huellas residuales de unos conocimientos que en otro tiempo eran mantenidos por determinados especialistas y que en nuestros das aparecen slo en los cuentos y leyendas populares como hechos maravillosos e increbles cuyo autntico significado hace mucho que se ha perdido. Dioses oscuros, entidades sin nombre, fuerzas y condiciones extraas, pasos y relaciones entre nuestro mundo y el otro, se muestran en los lugaresfrontera. Pero Cmo sn esos lugares y donde podremos encontrarlos? En realidad, son muy abundantes, relativamente fciles de reconocer y estamos rodeados por su influencia. Los lmites entre nuestra realidad o nuestro mundo- y las otras realidades o mundos coexistentes permanecen casi al otro lado de la tenue burbuja que nos separa, o nos proteje, de ellos. Y una vez ms son las tradiciones, los cuentos populares y los relatos a los que con demasiada frecuencia menospreciamos, los que nos informan sobre esos detalles sorprendentes o poco familiares de los trnsitos a travs de pasos secretos o de los seres que discurren y se mueven a su travs. Pensemos, por ejemplo, en el relato acerca de Melusina, la mujer con cola de serpiente que se refugia por la noche en una habitacin de su palacio, prohibiendo a su marido que abra la puerta que la oculta. ste infringe la prohibicin, v el autntico aspecto de aqul ser misterioso cuando penetra en lo que, por la propia accin sobrenatural, se ha convertido en un tpico lugar-frontera y en consecuencia provoca que su mujer desaparezca para siempre, adems de ocasionar otros diversos males con su curiosidad temeraria 16. La leyenda de Melusina cuyas variantes son comunes en la literatura europea- nos informa acerca de algunas caractersticas de esos mbitos misteriosos. Tal como nos muestra, no tienen por que ser siempre los mismos ni permanecer continuamente revestidos de esa condicin. Puede tratarse de estancias o recintos corrientes y absolutamente normales que, en un momento

14 15

SHAKESPEARE, W., Macbeth, Escena V. TOLKIEN, J.R.R., El seor de los Anillos y Silmarilion 16 MARKALE, JEAN, Melusine, Albin Michel.

27

concreto y siempre debido a la actuacin o a la simple presencia de una entidad sobrenatural, adquieren ese carcter. El ejemplo clsico del cofre que, segn la mitologa griega, trae consigo Pandora, puede ser otro ejemplo de recinto, continente o receptculo paradjico que, con su apertura, se transforma en un lugar-frontera por el que salen todas las calamidades y males del mundo. Sin embargo, por lo general, dichos mbitos liminales suelen mantener o conservar su condicin y encontrarse establecidos de una manera continua y permanente, separando esos mundos o espacios dotados con propiedades contradictorias y regulando mediante normas muy estrictas el paso a su travs. En este caso podemos hablar de edificios (iglesias, capillas, monumentos megalticos) o de recintos vallados y delimitados como es el caso de los cementerios o de algunas tumbas. Pero tambin de caminos, encrucijadas, bordes, orillas y separaciones fsicas o simblicas. Y de masas de agua grandes, medianas y pequeas, desde el mismo Ocano hasta los ros, lagos, lagunas, pantanos, estanques y fuentes. Los monjes irlandeses representantes del cristianismo celta que por s mismo y por muchos motivos podra ser considerado tambin como una entidad-frontera- de vez en cuando emprendan, casi siempre por mar, lo que denominaban Viaje por amor de Dios. Se trataba de embarcarse, sin provisiones ni vveres, y dejar que el pequeo coracle, desprovisto de remos y velas, fuese arrastrado por las olas y corrientes siguiendo la voluntad de Dios o el capricho de los elementos. De esta manera, llegaron hasta Bretaa y hasta Galicia algunos santos de los que ni siquiera se conserva el nombre. As lleg tambin hasta las costas de Iria Flavia el cuerpo de Santiago. El viaje de estos santos peregrinos estaba repleto de maravillosos sucesos y de encuentros con lugares-frontera a travs de los cuales se poda acceder al Ms All: islas de cristal, islas semovientes, rocas que guardaban la entrada a los infiernos, volcanes y murallas de fuego y otros muchos portentos detalladamente descritos en los relatos, jalonaban las rutas de aquellos aventureros. Quiz uno de los textos ms conocidos a este respecto sea El viaje de San Brandan. Como escribe uno de sus cronistas, nicamente el Seor Dios podra permitirse dictar claramente al escriba las aventuras de navegacin que a bordo de los navos de Brendan emprendi ste sobre el inmenso mar, sobre el ocano gris 28

y brumoso, sobre el ocano de cristal y esmeralda, con rios sin orillas que corren hacia la tierra prometida a los Santos y a los Bienaventurados 17. Se describen en estas lneas algunas de las caractersticas ms sobresalientes de nuestros lugares-frontera. Y en el examen de ellos debemos tener en cuenta que nada es como parece. As, observamos su condicin de inmensidad, pese a que, en ocasiones, los lugares se hallen circunscritos a espacios aparentemente reducidos o, cuando menos, limitados. Tambin el carcter aventurero que ha de anidar al menos en una mnima proporcin- en quienes pretendan atravesarlos. Y no menos que lo anterior, el aspecto diferente que pueden adoptar los elementos ms comunes: cambios de color, de sustancia, de naturaleza, en el agua, en el aire y en todo lo que, en un momento dado, nos rodea. El lugar-frontera no slo es una puerta o un paso, sino tambin un recinto dotado con poderes desconocidos y no siempre benficos. Quiz podramos decir que es un lugar en el cual el ser humano no es precisamente la medida de todas las cosas. Tan solo es un ente ms de los muchos que por all pululan y atraviesan de parte a parte los infinitos senderos entre los que se establecen ciertos aspectos de la verdadera realidad. Tenemos, por ejemplo, los cementerios. En nuestra cultura son bastante posteriores al asentamiento definitivo del cristianismo y surgieron con la necesidad de mantener unidos tras la muerte a aquellos que, durante su vida, haban constitudo una colectividad gobernada por la Iglesia. Muy pronto adquirieron un carcter de territorio sagrado, que se destinaba sobre todo a descongestionar al propio edificio eclesial de tumbas y restos humanos putrefactos. Todos los cristianos deseaban gozar de los mritos acumulados por las reliquias de los santos que se depositaban en el altar mayor de la iglesia durante la solemne consagracin del edificio. En ocasiones, era el cuerpo completo de algn bienaventurado el que confera su fama al santuario. En cualquier caso, nicamente los privilegiados podan esperar ser enterrados cerca de esos autnticos depsitos de energa sagrada, por lo que fue

CRESTON, REN-YVES, La navigation de Saint-Brendan. Terre de Brume ditions. Rennes, 1996. pg. 21. (Traduccin del francs, J.L.Cardero)

17

29

necesario habilitar los espacios delimitados y acotados que se convirtieron luego en los cementerios que conocemos hoy 18. Aparte de ser un lugar sagrado, objeto de una consagracin especial prevista en los rituales eclesisticos, en el que segn las esperanzas alentadas por la fe cristiana, los cuerpos de los difuntos all enterrados esperan la resurreccin de la carne y la vida perdurable, es sin duda algo ms para muchos. La cultura de los pueblos celtas, en la cual la muerte es un simple episodio de la vida y aparece profundamente imbricada con ella, hace del cementerio un lugar de paso entre este mundo y el otro. Tambin es el espacio donde se manifiestan de una manera particular ciertos fenmenos, como la comunicacin con los muertos y su presencia mediante apariciones individuales o procesiones fantasmales o en el que se recogen determinadas energas destinadas a ensalmos y encantamientos de diverso tipo19

. Por estas

razones el cementerio constituye en nuestra cultura un ejemplo paradigmtico de lugar-frontera en el que confluyen varios aspectos de la relacin del ser humano con lo sagrado. Adems, la ubicacin del cementerio en el extrarradio de las grandes urbes fue una evolucin producida a partir de los siglos XVIII y XIX, cuando la congestin de los lugares de enterramiento prximos a las iglesias de mayor devocin amenazaba con producir graves riesgos sanitarios. En este sentido es clsico el ejemplo del cementerio parisino de Los Inocentes, evacuando los restos humanos acumulados durante generaciones hacia los subterraneos o carrires abiertas a causa de la extraccin de piedra y arena para la construccin. Medida que se combin con el establecimiento de nuevos cementerios, ms exteriores y ventilados, en terrenos que por entonces se situaban fuera de la aglomeracin urbana, como el muy conocido y tambin parisino del Pre Lachaise. Pero con anterioridad a estas medidas, los cementerios estaban situados muy prximos a los ncleos habitados. Y todava lo estn hoy enVer sobre el particular LAUWERS, MICHEL, Naissance du cimetire. Lieux sacrs et terre des morts dans lOccident mdival. Flamarion, 2005. Para los enterramientos en culturas diferentes a la cristiana, ver Les hommes et la mort. Rituels funraires travers le monde. Musee de lHomme. Paris 1977. 19 Tal como ocurre en el caso de la curacin del aire de Morto en Galicia. Se acude a la tumba del muerto considerado como el causante de dicha enfermedad y, acostndose sobre su sepultura, se le ruega que levante el mal, al tiempo que se trata de recoger la energa de la tumba para facilitar el proceso de curacin. Ver LIS QUIBEN, VICTOR, La medicina popular en Galicia.Ed. Akal. p. 67-68.18

30

muchas localidades y pueblos pequeos de Europa. Incluso en ciudades ms grandes, no es raro encontrarse de vez en cuando los restos de algn viejo camposanto que, perdida ya su funcin de enterramiento, contina conservando sin embargo su papel simblico y representativo como lugarfrontera en el que es posible invocar, de alguna manera, esos rituales cada vez ms olvidados, tambien ellos, con el transcurso del tiempo. En los lugares pequeos y recoletos el cementerio es un territorio que conecta la realidad cotidiana con aspectos diferentes de ella como puede ser, por ejemplo, el cuidado de las sepulturas- o con otros planos existenciales que para los habitantes de esos ncleos poblacionales siguen siendo plenamente actuales y culturalmente significativos. El cementerio suele desempear en estos casos un papel representativo de la identidad colectiva, puesto que all, en sus tumbas, estn depositados los restos de los antepasados, con los cuales es posible comunicarse, bien a travs de la oracin considerada como un elemento de la fe comn a vivos y muertos, bien por medio de otras prcticas y saberes no tan ortodoxos. En cualquier caso, el cementerio pasa a ser una estructura culturalmente mucho ms evolucionada que un simple depsito de cadveres o la expresin de un problema sanitario. Se trata de un espacio en el que se lleva a cabo la comunicacin y el control de relaciones entre este mundo y el Ms All, dispuesto en planos de funcionamiento complejo y socialmente vinculados. Pero no es el cementerio el nico ni siquiera el ms importante- de los lugares-frontera a los que nos referimos. Tambin tenemos el bosque, con sus leyendas y sus peligros, reales o imaginados, pero siempre bien presentes en los relatos y tradiciones de casi todas las culturas. All residieron tiempo atrs las grandes y misteriosas fuerzas que posteriormente fueron divinizadas, convertidas en deidades que ni siquiera tenan forma ya que tan slo eran presencias que se manifestaban mediante voces y orculos. Los romanos encontraron muchos de estos bosques sagrados o lucus, reverenciados desde tiempo inmemorial por los pueblos que iban conquistando. En algunos elevaron aras dedicadas a las deidades desconocidas y que representaban a esas fuerzas numinosas. En otros, simplemente dejaron a la naturaleza la misin de construir sus monumentos vegetales en las oscuras umbras por las que pocos se atrevan a pasar. 31

El bosque o su expresin mayor, la selva- siempre ha sido un mbito temeroso, en el que se conjugan las sombras y los extraos juegos de luces en los que intervienen las hojas de los rboles y enramadas con el sol o con la luna. Suele ser un lugar extraamente silencioso, ya que todos los seres vivos que all habitan estn muy pendientes de sus vecinos o de los extraos que atraviesan los pocos y estrechos senderos que lo cruzan. Es necesario escuchar atentamente, pues ese suave rumor que se oye puede ser la muerte que se acerca a uno, inadvertida y veloz, transportada por la mordedura de una serpiente o de cualquier otra criatura que busca una presa o que intenta defenderse de alguna amenaza invisible, aunque presentida. El bosque es el hogar de divinidades poderosas, como hemos dicho. Son fuerzas que alientan entre el latido de muchas vidas que por all se desplazan, se esconden o se arrastran. Y tambin en muchas culturas es el entorno en el que aguardan las almas desencarnadas de los antepasados. Por esa razn, los ms avisados evitan circular por l a determinadas horas especialmente por la noche- para no tener encuentros con los espritus que casi siempre van a acarrear consecuencias nefastas para la salud y la tranquilidad de los vivos. En nuestras culturas ms prximas el bosque es, adems, un lugar-frontera que une el mundo profano de los espacios de habitacin y residencia humanas con lo sagrado y lo numinoso. All habitan seres extraos, paradjicos, en los cuales se difuminan tambin como suele ocurrir en todos estos espacios- las caractersticas a travs de las cuales se clasifican los seres y las cosas. Como veremos en el epgrafe siguiente, es un lugar privilegiado para que en l sucedan cosas extraas: apariciones misteriosas y no menos misteriosas desapariciones. Tambin tenemos los caminos como ejemplo de estos lugares liminales. Los antiguos reverenciaban los caminos y los colocaron bajo la guarda de divinidades especficas. Hermes, guardin sobre todo de las encrucijadas. O los Lares Viales a quienes sus devotos dedicaban aras para evitar malos encuentros de cualquier tipo. En los cuentos y tradiciones populares, los caminos son territorios en los que suelen aparecerse seres extraos, procedentes de ste mundo o del otro. Cuando marchamos por un sendero y vemos a lo lejos alguien o algo- que se aproxima, nunca sabemos con certeza que tipo de ser va a reunirse con nosotros. O que tipo de rostro nos mostrar 32

cuando est bastante cerca y ya no sea posible huir. Porque el camino es tambin una entrada para ciertas entidades que cazan de da y tambin por la noche, en esa oscuridad por la que se aventuran sin pensar los incautos y los temerarios. Y, como no, puede ser asimismo una salida. La de alguien que, en una vuelta, detrs de alguna colina o en la espesura de ciertos rboles, simplemente desaparece. Estaba y, de repente, ya no est. Se ha perdido como el polvo que una leve brisa levanta llevndoselo luego consigo o como el grito de algun ave advirtiendo de un peligro que acecha en la distancia. Los caminos son uno de los lugares ms caractersticos para las manifestaciones del Ms All. Por ellos deambulan las procesiones fantasmales, esas hileras de nimas que, con el tiempo, han sustitudo a las salvajes y desenfrenadas cabalgatas de demonios y espritus furiosos arrastrados desde el otro mundo. Cuando por las noches, los rugidos de las tempestades obligaban a los escasos viandantes a guarecerse en los abrigos brindados por casas campesinas o por simples cuevas, a la luz de las hogueras que se encendan para cocinar los alimentos y para obtener un poco de calor, se comentaban esos incidentes de camino y se narraban los extraos encuentros con lo sobrenatural y con lo desconocido mantenidos a lo largo de ellos. Todava hoy, muchos siglos despus, algunos trozos del sendero que an se mantienen al margen de las modernas carreteras y autovas de asfalto, conservan los nombres de algunos viajeros all desaparecidos o recuerdan fenmenos luminosos y sucesos en los que el misterio se va diluyendo poco a poco con los aos. Pero no son nicamente los caminos. Tambin algunos edificios que se levantan a su vera: posadas, castillos, iglesias, capillas o monumentos megalticos poseen peculiaridares en ste sentido. Algunas piezas y habitaciones como las cocinas y los dormitorios son lugares privilegiados para las apariciones y los fenmenos extraos. Y dentro de ellas, determinados espacios o aberturas: puertas, ventanas, chimeneas, entre otros, pueden ser considerados puntos focales de tales sucesos. Quin no ha oido hablar de una habitacin maldita dentro de una casa determinada, o de un hotel? Tal vez en ella se produjeron acontecimientos violentos y desagradables en alguna ocasin y por eso ha quedado contaminada con aquella experiencia. Pero tal vez tambin, ese suceso dramtico o sangriento slo es un eslabn de una 33

cadena que se extiende aos, quiz siglos atrs y es el propio recinto el que expresa as, con esas ocurrencias, su especial condicin de lugar-frontera. La toponimia suele ser reveladora al respecto incluso hoy: el collado de los duendes, el ro de la luminaria, el bosque de los silbos, el castillo encantado o la casa de la bruja. Cada uno de esos nombres esconde, por decirlo as, el testimonio ya casi perdido de una historia que nos ilustra acerca de una abertura o sobre una grieta instalada de manera ms o menos permanente en las cmodas coordenadas y estables referencias de nuestro espacio-tiempo. Casi siempre son sucesos a los que no se concede demasiada atencin fuera del mbito o de la localidad en la que han sucedido. En ocasiones, algunos autores famosos recogen ese testigo casi extinguido de un pasado peculiar y lo hacen figurar en sus relatos: pozos que albergan un secreto siniestro junto a un tesoro, playas solitarias sobre las que aparecen y desaparecen extraos personajes luminosos, habitaciones especiales de casas encantadas en las que el visitante incauto corre un peligro mortal, colinas sobre las que de repente surgen luces de hogueras que no son de este mundo, figuras que aguardan o que vigilan entre las sombras al borde de un camino Arthur Machen, Algernon Blackwood, M.R. James o el propio Bram Stocker, incluso antes de su inmortal Drcula, pueden ser algunos de nuestros testigos. Qu ponen de relieve estos relatos y testimonios de una realidad ignorada y muchas veces, ya perdida? Entre nosotros, muy cercanos a veces, infinitamente alejados otras, permanecen fuerzas innombrables que estn ah desde el principio del mundo. Estn y actan. Es decir, no se limitan a hacer acto de presencia sino que intervienen en ocasiones de forma muy activasobre la existencia y el discurrir vivencial de las personas que estn a su alcance. Los cuentos y las tradiciones populares muestran en muchos de sus relatos experiencias de ese tipo, en las que alguien se tropieza de repente con un ser extrao. En ocasiones, la propia de la tradicin identifica a ese ser mediante la referencia a un oficio o a una ocupacin de las que existen en el catlogo simblico-cognitivo de la colectividad de que se trate. Casi siempre se trata de oficios paradjicos, que estn en contacto con elementos clave de la naturaleza o de la comunidad, o prximos a los acontecimientos claves de la vida, como el nacimiento y la muerte: sastres, herreros, parteras, enterradores, saludadores, zahories y muchos otros, cuya referencia pormenorizada 34

suministrara materia casi ella sola para un estudio de los oficios y ocupaciones-frontera, o, cuando menos, ejercidos y practicados en la vecindad de esos lugares-frontera de los que nos ocupamos en el presente trabajo. En relacin con lo que acabo de decir, es necesario sin duda mencionar a los santos. Pero no tanto a los que ocupan los lugares oficiales previstos por la hagiografa cristiana, como aquellos otros de los que el propio santoral desmiente su misma existencia y que, casi siempre y en la mayora de los casos, se han distinguido precisamente por llevar a cabo actividades en las regiones y zonas liminales existentes entre nuestro mundo y el otro. Se trata de personajes en los cuales todo incluso su propia corporeidad fsica- permanece envuelto en las sombras del misterio. A menudo se ignora cual ha sido su lugar de nacimiento salvo referencias vagas y generales a un amplio territorio- y tambien cuales fueron sus actividades con anterioridad a ese golpe o suceso puntual por medio del que, en un momento dado, fueron catapultados hacia la santidad o la fama duradera a travs de los siglos. Se sabe, eso s, de sus combates con algunas entidades malignas, o simplemente extraas, en momentos especiales de sus vidas: lucha contra el demonio o las fuerzas del mal personificadas en ocasiones en un dragn, milagros extraordinarios, como el de salvar a una ciudad entera de su inminente ruina, o incluso, en sentido contrario, destruccin de una localidad que no les acoge o les rechaza en su predicacin o en sus andanzas. De todo esto y mucho ms estn llenas las vidas de santos como San Jorge, San Dunstan o San Gwenole, por no hablar del extraordinario San Columbano, del mismo San Patricio, patrn de Irlanda o de su colega Santa Brgida, que oculta en su nombre o en el nmero de personajes sagrados y milagrosos que tambin, como ella, llevaron esa denominacin, nada menos que a la triple diosa cltica Brigit20

.

Como podemos observar a partir de lo dicho, los lugares-frontera, adems de su condicin paradjica, liminal y de su funcin de contencin de lo extraordinario y lo misterioso entre otras caractersticas menos conocidasllevan consigo tambin la propiedad de ejercer una influencia y de modificar hasta una cierta distancia todo lo que pueda encontrarse a su alcance. LosVer en este sentido MARKALE, JEAN, El cristianismo celta. Orgenes y huellas de una espiritualidad perdida. Jose J. de Olaeta Editor. 2001.20

35

personajes que se manifiestan a travs de estos autnticos transformadores de energa cultural adquieren si no las posean antes- cualidades excepcionales tanto en lo que se refiere a las circunstancias de su vida, como en lo que atae a sus poderes de actuacin sobre determinados elementos de la realidad. Se trata de conformar una situacin singular dentro de un conjunto de acontecimientos excepcionales, tal como ocurre, por ejemplo, cuando uno de estos santos repite el milagro de los panes y los peces, pero con un nico pescado milagroso capaz de renovar su carne a medida que sta se consume, segn sucede con San Corentn, o en la ocasin en que otro de esos protagonistas de lo extraordinario permanece, durante lo que l considera un instante, embelesado por el canto de unas aves recin llegadas a su jardn, mientras para el mundo exterior a ese recinto de conciencia alterada han transcurrido verdaderamente dos o tres siglos. En los lugares-frontera adems de acceder a otro mundo, los que por all atraviesan o aquellos que penetran en el mbito de su influencia, experimentan una modificacin de su percepcin, de su conciencia y de los sistemas de integracin e interpretacin cognitiva que permiten entender el Cosmos humano. Comida, bebida, traslados de un lugar a otro, necesidades o sensaciones diversas, ya no tienen el propsito o el fundamento de antes. Como resultado paradjico, surge la descripcin textual de una de tantas experiencias narradas acerca de las propiedades de tales recintos. Muchos de los relatos que sobre ello poseemos son por tanto testimonios de ese milagro. A nosotros nos queda todava un largo camino cuando pretendemos descifrar los secretos que, an apenas desvelados, se nos muestran siempre a travs de brumas y misterios.

36

1.2.

Selvas y bosques: Luces, destellos, apariciones y desapariciones. El bosque es un reducto que en los cuentos y narraciones populares, as

como en el folklore de muchos pases, sirve como lugar en el que se refugian toda una serie de criaturas extraas, as como seres paradjicos de diversa ndole. Tambin puede ser guarida de los Monstruos y de los Dioses Oscuros y morada ms o menos definitiva de los ancestros. Es muy adecuado para ello, por otra parte, puesto que se trata de un mbito que en cualquier caso permanece casi siempre libre del dominio humano, ya que es muy difcil colonizarlo en su propio ser y para sobreponerse a l es necesario destruirlo mediante rozas, tala de vegetacin o apertura de vas de penetracin que transformen su suelo salvaje en terreno apto para los cultivos o para la residencia. En la antigedad, Europa estaba cubierta por enormes y espesos bosques, divinizados por los germanos y los celtas. Los primeros veneraban en ellos sus rboles sagrados. Los segundos, establecan los claros de la selva primigenia nemeton- como santuarios para sus divinidades polifuncionales. Durante muchos siglos incluso despus de la cristianizacin- se negaron los celtas a construir edificios de piedra para dedicarlos al culto sagrado. Para ellos, lo numinoso tena su expresin ms pura y avanzada en los calveros o espacios sin vegetacin que, de una manera natural, aparecan entre lo ms espeso de la maleza. All se recoga el murdago, planta sagrada. Pero esa labor no poda realizarla cualquiera. Eran los druidas quienes se encargaban de penetrar en aquellos espacios consagrados, estando absolutamente prohibido para los dems bajo severas interdicciones. En los bosques crecan tambin los espritus de la tierra y se poda estando capacitado para ello- captar los mensajes que esa energa telrica, al tiempo mineral y vegetal, emita continuamente. Pero muchos de los que, imprudentemente, entraban en el bosque, no volvan a salir de l y quedaban apresados entre sus miles de brazos que, como serpientes, les retenan para siempre. Al mismo tiempo, la selva conceda a determinados seres una cualificacin especial, tal como ocurra con el misterioso sacerdote de Nemi, guardin de un culto secreto, tal vez relacionado con el de Diana, a travs de 37

los espesos bosques y del lago llamado Nemorensis, del que nos habla J.G. Frazer en La rama dorada. As, nos dice, en la orilla norte de ese lago, cerca del villorrio de Nemi, estaba situado el bosquecillo sagrado y el santuario de Diana Nemorensis o Diana del Bosque. En medio de aquella espesura, una figura rondaba da y noche con una espada desenvainada en la mano, vigilando cuidadosamente a su alrededor, esperando en cada instante ser atacado por un enemigo. Ese vigilante era a su vez el rey y el sacerdote del santuario. Cualquiera que llegara hasta l y lo matara, heredaba su cargo y su preocupacin hasta que, a su vez, fuera muerto por otro ms agil, ms fuerte, o ms capaz 21. En sta historia estudiada por Frazer se nos muestran varias caractersticas del poder que reside en el bosque y que puede ser recogido de alguna manera por ciertos practicantes. En primer lugar, tenemos la relacin con el culto de Diana, transposicin de la antigua Artemisa, representacin ella misma de la Diosa Madre de los cultos ms primitivos. Esa proyeccin se lleva a cabo en este caso a travs de dos elementos fundamentales: el bosque, la espesura de rboles y maleza, junto con el lago, reservorio de agua profundo y aparentemente en calma, que encierra dentro de s la energa ctnica. En segundo lugar, la transitoriedad del poder recibido. Se disfruta de l, se soportan sus cargas, pero en todo caso de manera provisional y transitoria. En cualquier momento puede llegar un aspirante que arrebate la corona del poder y del saber, pues uno y otro siempre van unidos. La conciencia de esa interinidad y de la unin de la fuerza y el conocimiento secreto son las claves principales para llevar a cabo una actuacin ritual y cultualmente adecuada. En tercer trmino, el conocimiento que ese poder comporta no se puede transmitir a los dems, o al menos a todos los dems. Cuando otro pretende hacerse con l, su anterior poseedor debe morir, es decir, ha de pasar al Otro Mundo sin revelar su secreto a nadie ms que a su sucesor. Y sta es una de las constantes que se mantienen siempre en relacin con el hipottico conocimiento que es posible adquirir en contacto con lo numinoso en cualquiera de sus manifestaciones. El conocimiento plenamente desarrollado, maduro, implica la necesidad de una transicin a un nivel distinto: esa

21

FRAZER, J.G., La rama dorada. F.C.E., Madrid, 1993. pg. 23.

38

transicin est casi siempre representada por la muerte, sea sta simblica o real y verdadera. Y asimismo, nicamente la muerte confiere el conocimiento tan ansiosamente perseguido, el cual, una vez que se consigue, habr de disfrutarse en otro plano de existencia diferente. Guardin del conocimiento secreto, el bosque es, al mismo tiempo un refugio para todo tipo de seres paradjicos, liminales y desestructurados. Los relatos antiguos y modernos recogen esa circunstancia entre sus lneas o en su texto: espritus errantes, almas en pena, bandoleros y salteadores, monstruos de dos, cuatro o ms patas, criaturas de otra dimensin, pobladores de leyendas y tradiciones como elfos, hadas y gnomos, sicarios y asesinos de diversa ralea y condicin todos ellos y muchos ms, unos conocidos, otros totalmente desconocidos, vagan, residen y fluyen a travs de las enramadas y los viejos caminos del bosque. En sus oscuras oquedades o en los apartados y ocultos claros donde en otros tiempos se manifestaban Pan, Silvano y dems fuerzas extraas, mora el misterio, se expresa todo aquello que huye de los territorios delimitados y clasificados por la cultura humana. Sin embargo el bosque fue en edades ya pasadas y contina siendo en nuestros das uno de los referentes bsicos de los sistemas culturales y de los universos simblico-cognitivos de muchas civilizaciones, entre ellas, la nuestra propia, algunos de cuyos signos difcilmente podran entenderse sin ese vnculo con el mbito silvestre22

. As, ciertos aspectos del comportamiento

relacionados de una manera especfica con lo numinoso y lo sagrado, juegan con un sistema de influencias en las cuales todava aparecen implicadas las relaciones mantenidas antao en el bosque primordial. El deslizarse de los caminos entre la espesura, la sensacin experimentada cuando el sendero que se extiende aparece protegido por una bveda vegetal y se introduce en la umbra misteriosa de ms adelante donde, tal vez, aguarde alguna Presencia. Esa misma sensacin se produce en nuestro mundo urbano cuando observamos una perspectiva alargada de arcos, soportales o galeras en

Por ejemplo, en Nepal, el bosque juega un papel central en las representaciones religiosas de las poblaciones de aqul territorio. Se asocia a lo Otro, a lo salvaje y peligroso, a los muertos no pacficos, en oposicin con los lugares habitados, domsticos y los ancestros. Ver TOFFIN, GERARD, La fort dans limaginaire des populations de lHimalaya npalais. En Revue de lhistoire des religions, RHR 2/2005. Nature et sacr. Du Bnin au Npal.

22

39

ciertos edificios, que adquieren con esas expresiones proxmicas 23 un carcter selvtico sagrado, el cual deriva de la expectacin y del aguardar que emanan siempre de lo numinoso. Porque si algo no falta en el bosque, es tiempo. Todo l est hecho, fraguado, arropado, en el transcurrir de los siglos y de los milenios. Su vivencia se manifiesta, por tanto, a travs de dos acontecimientos, cada uno de los cuales participa de alguna manera en la semi-eternidad de los procesos geolgicos y minerales del planeta: el estancamiento y el fluir. Y ambos son tambin caractersticos de lo numinoso. Cmo son entonces, visto lo anterior, las criaturas que habitan el bosque? A qu orden clasificatorio y a que mundo pertenecen? Cules son las relaciones que mantienen entre s o con aquellos a los que abordan en su reino? Ante todo, es necesario resaltar un hecho que parece producirse en casi todas las culturas que tienen algo que ver con el bosque. Las criaturas que lo habitan pueden pertenecer, en principio, a cualquiera de los diversos mundos, planos o realidades que confluyen en ese espacio. Pueden ser reales para algunos, imaginarias o ilusorias para otros. En ciertos casos no representan peligro para los humanos, mientras que en otros suponen un riesgo mortal, no slo para el cuerpo, sino para el espritu. En ocasiones, su presencia o su encuentro pueden traer consigo suerte y ventura. Sin embargo, en determinados momentos, la proximidad o la influencia de estos seres constituyen un acontecimiento sumamente desagradable y penoso. Veamos lo que nos dice al respecto Walter Scott: La admirable montaa, de vegetacin lujuriante, coronada de rboles tan majestuosos y diversos y llena de tan tpidas espesuras, guardaba en sus ocultas cavernas, segn la gente de los alrededores, palacios de hadas, raza de criaturas areas de una categora intermedia entre la del hombre y la de los demonios, las cuales, sin ser precisamente enemigas nuestras, deban evitarse cuidadosamente, en atencin a sus caprichos y a su carcter irritable y vengativo Se las llama Daoine Shie, o sea, criaturas de paz24.23 24

Es decir, relacionadas con el espacio como distribucin socialmente organizada. SCOTT, WALTER, Rob Roy. Editorial Ramn Sopena, S.A. Barcelona, 1966. pg. 272.

40

El famoso escritor de Edimburgo conoca muy bien las tradiciones de su pas y las leyendas y relatos mitolgicos cuyos protagonistas eran aquellos personajes fantsticos con los que el folklore escocs puebla las Highlands o Tierras Altas, aunque los tena como ejemplo de lo que las supersticiones y la ignorancia pueden hacer con un pueblo crdulo. No obstante describe muy bien y con detalle a esos habitantes de los bosques y de los dun-shie25

, no

solo en lo que se refiere a Escocia sino tambin a Bretaa o Armrica, segn puede verse en su History of witchcraft and demonology 26. All nos dice que en tiempos del Rey Arturo, todo aqul pas de Bretaa se hallaba verdaderamente atestado de hadas, que eran cantadas y celebradas por los bardos de la antigua raza celta, por ms que estas desaprensivas y hasta cierto punto peligrosas criaturas tuviesen la desagradable costumbre de raptar y de llevarse con ellas a sus etreos dominios a muchos de cuantos pasaban sin permiso por los senderos del bosque, sin que el sexo, la edad o la condicin de los afectados influyese en la determinacin de esos extraos seres. El reverendo Robert Kirk, que fue prroco de Aberfoyle, poblacin de la margen izquierda del estuario del Forth en Escocia, all por el siglo XVII, nos habla tambin de esos seres a los que llama en general la buena gente o la comunidad secreta, refirindose a los siths o fairies. Si les denomina buena gente (sluagmaith en galico) es, tal como l dice, para prevenirse de sus malas intenciones. Y les atribuye hacindose eco de las tradiciones de los lugareos escoceses- una naturaleza que se reparte en igual proporcin entre la del hombre y la del ngel, con temperamento inteligente, cuerpos ligeros y cambiantes27

. Aunque les da residencia en tneles, subterrneos y grietas de

la tierra, habla tambin de su aparicin en el bosque y la floresta, progresivamente arrojados de sus habitculos hacia los pramos ms agrestes y salvajes por las labores humanas de roturacin y cultivo de las tierras. Son stos habitantes tpicos de los bosques, segn la tradicin que no difiere mucho de unos lugares del mundo a otros. Pero no son los nicos. SeEspecie de tmulos funerarios pertenecientes casi siempre a la cultura megaltica, muy anterior a los celtas, pero asumida por stos. 26 SCOTT, WALTER, Historia de los demonios y de las brujas. Editorial Glosa, Barcelona, 1976. pg. 93 y s. 27 KIRK, ROBERT, La Comunidad Secreta. Ediciones Siruela. Madrid, 1993. pg. 37 y s.25

41

habla tambin de que en algunos lugares escondidos y poco frecuentados por los seres humanos, pueden habitar ciertas entidades de una naturaleza no del todo aclarada. Cuando las selvas se extendan mucho ms que hoy, antes de que la agricultura desbrozase grandes reas de arboledas y vegetacin, residan all algunas divinidades a las que se adoraba a distancia, sin penetrar demasiado en sus refugios, ya que el encuentro con ellas poda resultar peligroso. El recuerdo de estos dioses se conserva todava en las leyendas y costumbres de muchos pueblos. As en Eurasia, como en la India, aparece el Seor de los animales, una divinidad poco conocida representada en el caldero de Gundestrup que se encontr en Dinamarca, tocada con unos grandes cuernos de crvido y que en ocasiones puede ser asociada al dios cltico Cernunnos. No obstante, de vez en cuando estos dioses adoptan un carcter mucho menos buclico y se convierten entonces en una especie de vampiros que tratan de absorber la energa vital de sus vctimas, tal como relata Algernon Blackwood28

. Desdichados aquellos que los encuentren en su

camino y no sepan o no puedan- huir a tiempo. En el bosque se refugian asimismo fieras y monstruos. Lobos, osos, zorros y perros asilvestrados encuentran su guarida en lo ms espeso de sus apartados retiros y aunque ese hbitat no es el ms apropiado para dichas especies animales, que por lo general necesitan reas elevadas y despejadas para avistar mejor a las presas, s resulta serlo para las necesidades y objetivos de la tradicin popular, que integra en el bosque y en la espesura a stas y otras figuras del imaginario colectivo. All estn ubicadas tambin entidades como los lobishomes, licntropos, hombres lobo o werewolf, de tanta raigambre en el folklore de nuestros pases. El bosque aparece como la representacin tpica del Ms All en muchos textos literarios, desde las novelas del ciclo artrico hasta los cuentos populares y en l existen por tanto criaturas y seres de condiciones muy distintas, de pelaje real o imaginario, de este mundo y del otro29

. Muchas

dimensiones se cruzan e interrelacionan en ese mbito, reservorio deBLACKWOOD, ALGERNON, Los sauces. En Antologa de cuentos de terror. 3. De Arthur Machen a H.P.Lovecraft. Alianza-Taurus. Madrid, 1988. pg. 182 y s.. 29 Debemos recordar que, segn Plinio, en su Historia Natural, en ese mbito se llevan a cabo ritos de canibalismo y licantropa como una parte de la iniciacin de los guerreros. All se producen tambin las transformaciones en lobo de ciertos individuos. Adems, en el bosque viven, entre otras criaturas extraordinarias, los ogros, protagonistas de tantas historias.28

42

elementos y sistemas mitolgicos que pueden ser luego perfectamente integrados en la elaboracin de leyendas, consejas, relatos y tradiciones de muy diverso tipo. Y en este sentido, las relaciones que todas esas criaturas y entidades puedan establecer entre ellas o con los habitantes del mundo exterior al bosque, son importantes para entender en su conjunto el funcionamiento y el sentido de dicho entorno. As, Perceval el Gals, hroe del Cuento del Grial de Chrtien de Troyes, crece en el bosque. Pasa sus primeros aos viviendo en una yerma floresta solitaria y aislado del resto del mundo, acompaado nicamente por su madre, por algunos labradores que con su trabajo cubren las necesidades de esa reducida familia y por visitantes espordicos. Es el hijo de la dama viuda, descendiente de una familia caballeresca de la que apenas se nos dan algunas escasas noticias30

. Pero, segn manifiesta el relato, tanto la madre de

Perceval como su padre parecen tener una naturaleza peculiar, pues ella procede de las nsulas del mar que suelen representar al Ms All en la mitologa celta- y el padre resulta ser el Rey Pescador, monarca tullido por una herida infligida en medio de las piernas. Por su parte, el propio Perceval es el tercero de sus hermanos, es decir, el nacido en tercer lugar, que es condicin de muchos hroes tocados por lo sobrenatural y lo extraordinario, segn puede comprobarse en los datos suministrados por las tradiciones cltica e indoeuropea ms antiguas 31. Por lo tanto el bosque es tambin, adems de lo que se ha dicho, un lugar de iniciacin para ciertos individuos destinados a empresas o hazaas que requieren una preparacin y un cuidado especiales, que han de recibirse en soledad, apartados del mundo. No se adquieren all la ciencia o el conocimiento profanos, sino el Saber sagrado, esotrico, impartido bien por personajes del Ultramundo o por sus enviados. Y esta condicin del bosque como recinto inicitico lo pone asimismo directamente en relacin con lo numinoso, pues nicamente en las proximidades de ese mysterium tremendum et fascinans de lo sagrado es posible recibir aquellas enseanzas especiales o, cuando menos, permitir que el espritu se disponga para su llegada.CHRETIEN de TROYES, Perceval o El Cuento del Grial. Espasa Calpe, S.A.. Madrid, 1961. Para ver un desarrollo ms pormenorizado de estas y muchas otras referencias mitolgicas acerca de los relatos de la Materia de Bretaa, consultar PHILIPPE WALTER, Perceval. Le pecheur et le Graal. ditions Imago, Paris 2004.31 30

43

Hablamos de aquellos que residen en el bosque, bien porque es su hbitat natural o porque han sido forzados de alguna manera a vivir all, apartados y excluidos del resto del cosmos humano. Pero tambin tendremos que hablar de aquellos otros que, sin verse obligados a una permanencia en dicho mbito, desean atravesarlo y perderse en sus entraas. En ocasiones, los caminos que se adentran en el bosque se parecen a enormes fauces que estn all, en el lmite, en la frontera de los mundos, aguardando a los incautos que se dejen devorar y deglutir en el inmenso y lbrego intestino vegetal que les acecha. Porque existen gentes que escogen el bosque para retirarse del mundo, para practicar una ascesis rigurosa de separacin y de catarsis, para encontrar los resonadores adecuados que les permitan acceder a un nivel distinto de conciencia. El bosque, con su ausencia de memoria, con su carcter de inmensidad y pluralidad, permite esa revelacin y el posible despertar a una nueva vida para todos aquellos que desean dejar atrs su existencia anterior. Muchos personajes de los cuentos que viven en el bosque poseen un carcter ferico y extraordinario que les permite, por ejemplo, pasar del estado de vivos al de muertos o cuando menos a una situacin de vida