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PARA QUE NO ME OLVIDES... (Fragmentos de un estudio sobre la obra literaria de Candelario Obeso) David Ernesto Peñas Galindo En 1949, el ilustre médico momposino Vicente Caraballo, promovió, con suscripción popular, y de su propio peculio, un merecido homenaje al poeta Candelario Obeso, nombrado en todas las antologías líricas de lengua hispana, pero prácticamente desconocido, no solamente de sus connacionales, sino de sus mismos coterráneos. De allí surgió el extraordinario “Libro de oro del centenario de Obeso”, hoy verdadera rareza bibliográfica, publicado con motivo de conmemorarse 100 años del nacimiento del vate. Treinta y cinco años después, en 1984, se despertó el interés nacional al celebrarse el centenario de su muerte. En esta ocasión, destacados escritores nacionales, como Manuel Zapata Olivella, José Francisco Socarrás, Orlando Fals Borda, evocaron la producción literaria obesiana, e investigadores como Lawrence Prescott y Valerie Wheat realizaron importantes ensayos con el patrocinio de universidades norteamericanas. En este contexto, varios momposinos: Orlando Ramírez Román, Luis Enrique Toscano Arteaga y yo, elaboramos sendos estudios orientados al conocimiento de Obeso en sus aspectos histórico, vital y literario. Estos fueron compilados por Amir Smith Córdoba, con la invaluable asesoría de Winston Caballero. Su resultado: un volumen “Vida y Obra de Candelario Obeso” que, desafortunadamente, desapareció de las bibliotecas a las que fue donado, a tal punto que quienes quieren averiguar hoy sobre el poeta, lo encuentran en situación similar a la de hace varias décadas: gozando de la paz del olvido. Sin embargo, algunos ¿escritores? aprovecharon, a veces de manera inescrupulosa, omitiendo citar las referencias, lo que allí se había adelantado por parte de los anteriores

Candelario Obeso. Obra Literaria

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Reseña obra literaria de Candelario Obeso, poeta momposino, clasificado como precursor de la "poesía negra americana"

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PARA QUE NO ME OLVIDES...(Fragmentos de un estudio sobre la obra literaria de Candelario Obeso)

David Ernesto Peñas Galindo

En 1949, el ilustre médico momposino Vicente Caraballo, promovió, con suscripción popular, y de su propio peculio, un merecido homenaje al poeta Candelario Obeso, nombrado en todas las antologías líricas de lengua hispana, pero prácticamente desconocido, no solamente de sus connacionales, sino de sus mismos coterráneos. De allí surgió el extraordinario “Libro de oro del centenario de Obeso”, hoy verdadera rareza bibliográfica, publicado con motivo de conmemorarse 100 años del nacimiento del vate.

Treinta y cinco años después, en 1984, se despertó el interés nacional al celebrarse el centenario de su muerte. En esta ocasión, destacados escritores nacionales, como Manuel Zapata Olivella, José Francisco Socarrás, Orlando Fals Borda, evocaron la producción literaria obesiana, e investigadores como Lawrence Prescott y Valerie Wheat realizaron importantes ensayos con el patrocinio de universidades norteamericanas.

En este contexto, varios momposinos: Orlando Ramírez Román, Luis Enrique Toscano Arteaga y yo, elaboramos sendos estudios orientados al conocimiento de Obeso en sus aspectos histórico, vital y literario. Estos fueron compilados por Amir Smith Córdoba, con la invaluable asesoría de Winston Caballero. Su resultado: un volumen “Vida y Obra de Candelario Obeso” que, desafortunadamente, desapareció de las bibliotecas a las que fue donado, a tal punto que quienes quieren averiguar hoy sobre el poeta, lo encuentran en situación similar a la de hace varias décadas: gozando de la paz del olvido.

Sin embargo, algunos ¿escritores? aprovecharon, a veces de manera inescrupulosa, omitiendo citar las referencias, lo que allí se había adelantado por parte de los anteriores investigadores. Copiaron párrafos enteros, sin haber tenido acceso directo a las fuentes primarias, pues las obras, hasta aquél momento perdidas, de La Familia Pigmalión, La Lucha de la Vida, y Lecturas para ti, habían sido rastreadas afanosamente, hasta ser conseguidas por el suscrito, de manera exclusiva, en diversas bibliotecas del país y el exterior, para la elaboración de ese primer análisis argumental, literario, fonético, fonológico, semántico y sintáctico. Posteriormente, se entregaron para dominio público, con la referencia de los sitios donde se hallaban. Lamentablemente, no se produjo, desde entonces, y aunque parezca insolente decirlo, ningún aporte biográfico nuevo; ningún acercamiento crítico distinto.

Por esta razón, es saludable que, con motivo de los 120 años del fallecimiento prematuro de Obeso, el grupo de La Taruya, haya decidido dedicar esta edición a la exaltación de su imperecedero legado. Es un deber avanzar sobre el estudio del gran poeta, no reducirse a repetir lo siempre antes dicho. Debo recalcar que el fragmento que sigue, sin la actualización debida a los cambios conceptuales que surgen en veinte años de reflexión, fue elaborado con ocasión de celebrarse el centenario de la muerte del ilustre bardo, en 1984. Quise dejarlo igual, exceptuando algunas leves correcciones sintácticas, pues me pareció una falta de respeto con el poeta, con los lectores, y conmigo mismo, reciclar lo que era un manifiesto juvenil y exaltado. Hoy, seguramente habría moderado algunas expresiones,

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pero, en mi ingenuidad enamorada del poeta momposino, esos vocablos provocadores, conservan la misma fuerza vital que tenían hace dos décadas. Dejémoslos allí, como testimonio de admiración jamás decepcionada.

EL QUE ARRUGÓ LA ENAGUA

En palabras de Arturo Escobar Uribe, Candelario Obeso fue “quien se atrevió a arrugar la planchada enagua de la almidonada poesía santafereña, e irrumpió en ella con su canto mulato”. Y también, explica sus contradicciones, que informan esa obra varia e irregular, de la cual sobresalen con fuerza abrumadora, los CANTOS POPULARES DE MI TIERRA, voz personal y auténtica, como que llevaba tras de sí el sello de su raza y de los sufrimientos frente a la discriminación de que había sido objeto entre la aristocracia hirsuta de la gélida Bogotá. No hay nada comparable a estos poemas en todo el horizonte lírico de la época. Aunque Obeso también compuso “poesías de salón”, al gusto del momento- obras menores, en todo sentido-, su contribución original fue rasgar el velo pudibundo de la desnudez negra, exponer la miseria y levantar el grito del oprimido en medio del paisaje literario de límpidos lagos, oros y tules, y doncellas glamorosas que morían tísicas por elegancia.

Ahora bien, ¿fue Obeso un poeta negro?; ¿qué es en esencia, la Poesía Negra? Estas preguntas han sido tema de ardientes polémicas en el seno de distintas corrientes críticas, y su respuesta parece no haber sido aún dilucidada. Con el ánimo de contribuir, en modesta medida, al análisis de este aspecto, de capital importancia dentro del afianzamiento de los valores fundamentales del negro y de su aporte al desarrollo cultural, tantas veces amordazado conscientemente, o por actitud cómplice de silencio frente a la algarabía imperante, que ahogó sus voces, debemos fijar unos lineamientos generales.

En primer lugar se ha pretendido reducir la Poesía Negra a una circunscripción geográfica, derivada de un mayor o menor grado de mestizaje, pero con la presencia latente de la raza como sustrato lingüístico y social. Según algunos tratadistas, el término acuñado lleva dentro de sí el estigma de una denominación errónea, pues su manifestación se reduce a Cuba, Puerto Rico, y en general, las Antillas, en países donde ha pervivido la esencia del aporte negro, enriquecida con el mestizaje, pero al mismo tiempo por ello difícilmente discriminable en términos cuantitativos y cualitativos. Para ellos, debe mudarse el nombre por el de Poesía Afrocubana, o Afroantillana, para fijar sus “límites”. Esta clasificación, por excluyente, deja de lado la presencia de voces, aunque aisladas, fuertes, en otros países americanos.

Por otra parte, existe una posición laxa, de tan amplia, nula, que se puede sintetizar en la clasificación establecida por el profesor Richard Jackson, retomando los conceptos de Henderson:

“1. Cualquier poesía hecha por cualquier persona, o grupo de personas de conocido ancestro africano negro, ya sea que la poesía se designe negra o no.“2. La poesía que es de alguna forma ESTRUCTURALMENTE negra, independientemente de su autoría. (Subrayado de Jackson)

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“3. Poesía hecha por cualquier persona o grupo de reconocido ancestro africano negro, la cual sea también IDENTIFICABLEMENTE NEGRA en términos de estructura, tema u otras características. (Subrayado de Jackson).“4. Poesía hecha por cualquier persona negra, que pueda ser clasificado como “poeta”(sic, con comillas) por el pueblo negro. Este juicio puede o no coincidir con el juicio de los blancos.“5. Poesía hecha por cualquier persona identificablemente negra, cuya posición ideológica, encarando la historia y las aspiraciones de su pueblo desde la esclavitud, sea juzgada por ellos como “correcta” (sic, entre comillas)”.

La anterior definición, a diferencia de la primera, deja el campo abierto para cualquier inclusión. El primer acápite, sobre todo, es especialmente peligroso, pues no necesariamente el hecho de ser negro implica una conciencia étnica y de clase que permita dar paso a cualquier producción, independientemente de su trasfondo político e ideológico. Es más, a causa del proceso de alineación sufrido por las minorías étnicas, muchos de sus representantes se asimilan ideológicamente al opresor y contribuyen a reprimir y desorientar a sus hermanos. Los ejemplos son tan notorios que sería redundante mencionarlos.

Y, parece elemental, pero es allí donde radica la esencia del problema: la Poesía Negra, y en general, la Cultura Negra, son conceptos esencialmente políticos, reivindicatorios y ninguna clasificación puede olvidarse de esta piedra de toque, so pena de volverse tautológica. El neopositivismo Jacksoniano, manifiesto en su descripción del fenómeno, pero sin profundizar sus causas, lo ha hecho caer en este “definicionismo” vacuo e inerme.

Por otra parte, excepción hecha de esta clasificación que no compartimos plenamente, y sobre la cual el mismo Jackson expresa sus reservas, su magnífico estudio “The Problems of the Literary Blackness in Latin America” sienta firmes bases teóricas en el campo. Específicamente, en la diferenciación de las actitudes estéticas y políticas del negro norteamericano y el suramericano, donde el factor mestizaje “es central para entender la experiencia negra latinoamericana”, y en su acertadamente equilibrado análisis de la obra de Obeso, con el que coincidimos.

La poesía negra hispanoamericana, además, recoge el sustrato fonético de su raza, y aporta valores lingüísticos hasta entonces tímidamente esbozados, llevándolos a su plenitud: onomatopeyas, jitanjáforas, aliteraciones, el notorio sentido rítmico. Esto, que determina la forma posterior de muchas producciones, se ha interpretado como su elemento fundamental, desconociendo que, como ejercicio literario, una persona medianamente avezada en el manejo de la rima y la métrica puede componer poemas semejantes, “parodia” de la Poesía Negra, pues carece del contenido reivindicatorio característico. En este punto, es conveniente enfatizar el mecanismo evolutivo de la lírica negra hispanoamericana. En sus comienzos, se limita a la expresión nostálgica de los sufrimientos, y su tema es el dolor, aunado a la ausencia. Se percibe el eco del destierro del hogar primitivo, pero en sordina. En su desarrollo, va dejando atrás el grito lastimero y avanza hacia una posición afirmativa, de exigencia de los derechos denegados.

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Obeso, en ello, cumple el papel de precursor. Su producción literaria es sumamente irregular, manifestación de las contradicciones internas de un individuo que, en la segunda mitad del siglo XIX, recién abolida la esclavitud, aún conserva los rezagos de la dependencia, pero que se esfuerza, con coraje titánico, por encontrar un camino, en medio de las voces de sirena que tratan de cautivarlo para que engruese la cauda europeizante, seguidista, de los intelectuales bogotanos de la época, sujetos aún al cordón umbilical, ya descompuesto, del agostado romanticismo europeo.

La producción literaria del poeta momposino oscila, entonces, entre ese romanticismo de viejo cuño, centrado en el “amor al amor”, y su apertura de horizontes, desbrozando el sendero.

PRODUCCIÓN LITERARIALa obra de Obeso podría resumirse así:

a. TEXTOS:1. Enseñanza del inglés, francés e italiano según el método de Robertson.2. Aritmética.3. Gramática Castellana

b. NOVELAS:1. La Familia Pigmalión (1871)2. Las cosas del mundo.

c. ESTRATEGIA MILITAR:1. Tradujo del francés: Nociones de Tácticas de Infantería, de Caballería y de

Artillería, de León Sagher. (1878)

d. DRAMAS:1. Secundino el Zapatero. Ensayo dramático en tres actos y en verso ( 1880 )2. La lucha de la vida ( 1882 )

e. PROSA LIRICA Y TRADUCCIONES DE POETAS INGLESES, FRANCESES Y ALEMANES:

1. Otelo2. Lecturas para ti ( 1878 )

f. ESCRITOS POLÍTICOS:1. Artículos contra Santiago Pérez, publicados en “la Ilustración”, semanario

de Manuel María Madiedo.

g. POEMAS:1. Cantos Populares de mi Tierra ( 1877 )

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El estudio de los textos, por su carácter didáctico, escapa al tema del presente ensayo, si bien son denotativos de la prodigiosa facilidad que tenía Obeso para los idiomas, como lo reconocían sus contemporáneos. Igualmente, significaron un auxilio económico en difíciles circunstancias, pues gracias a su venta, recibía algunos ingresos regulares para continuar capoteando la miseria.

Las novelas se han perdido. La primera de ellas, LA FAMILIA PIGMALION, tuvo como origen la venganza, pues fue escrita para satirizar a los parientes de una joven con quien había tenido ciertos enredos amorosos en Santa Marta, y los cuales, según se dice, apresuradamente recogieron la edición. Sin embargo, se conserva copia en la Biblioteca Luis Ángel Arango, para infortunio del poeta, pues es de las obras cuya fortuna estribaría en haberse sabido escritas, sin conocer qué fue lo escrito.

LAS COSAS DEL MUNDO, es mencionada por algunos biógrafos, sin que se hayamos tenido ocasión de conocerla.

Como fruto de su experiencia militar y su fugaz participación en las contiendas civiles de la época, se encuentra la traducción de las TÁCTICAS de Sagher. Acá es conveniente profundizar un poco sobre la ubicación política de nuestro personaje. Julio Áñez, quien escribió su primer boceto biográfico en el Papel Periódico Ilustrado, poco después de la muerte del bardo, nos manifiesta que “ era casi completamente ajeno a la política. Sus convicciones eran firmes, pero no se apasionaba en la lucha diaria de los partidos, y se reía de los afanes de sus amigos que estaban mezclados en la contienda”. En cuanto a definición partidaria, sus preferencias estaban de parte de los “mochorocos” o liberales, como lo expresa en varios versos:

“Por un morocho guapoy sobre guapo enstruídosoy capá re mocdé er sueloy re mucho sacrificio...”(Epresión re mi Amitá )

Esta aparente apatía política no fue óbice para que, en 1876, cuando los conservadores se levantaron contra Aquileo Parra, se hubiera enrolado en las huestes liberales que combatieron en Garrapata, donde peleó bravamente y obtuvo el grado de Teniente Coronel de la República. Sin embargo, el desconcierto producido por las luchas internas entre las facciones no le permitía ver muy despejado el horizonte; en algunas obras (Cfr. SECUNDINO EL ZAPATERO) ataca virulentamente la actitud de los artesanos que deseaban participar en la arena política so capa de arribismo y asimilación a la aristocracia dominante, y en otras expresa su hastío por la violencia, y su firme intención de no dejarse utilizar como carne de cañón:

“Ricen que hay guerracon los cachacosy a mi me chocanlos zambapalo...Cuando los goros

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Sí fui sordaoPocque efendíaMi humilde rancho...”( Serenata )

Por su novedad, y por haber sido desarrollada y editada en un ambiente alejado de su origen, la poesía de Obeso encontró el eco receptivo de “lo extraño”, sin arraigarse, pues las características fonéticas y lingüísticas del verso obesiano –y nos referimos específicamente a los “Cantos populares de mi tierra”- excedían las posibilidades declamatorias de la garganta cachaca, en cuyo acento andino se convertían en parodia. La proyección artística de Obeso ha sufrido un peculiar periplo: solamente ahora comienza a ser reconocido, admirado y asimilado por sus coterráneos.

Los bogotanos “descubrieron” a Obeso como una original apertura en el horizonte de las letras, y se mantuvo en hibernación, cual rara especie de excrecencia tumoral dentro de la poesía apergaminada vigente, sin reconocerle la dimensión universal que posee.