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Crónicas Lunares

Cap 1 Cinder

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Cinder

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  • C r n i c a s L u n a r e s

  • Ttulo original: CinderTraduccin: Roxanna ErdmanDireccin de proyecto editorial: Cristina AlemanyDireccin de arte: Paula FernndezColaboracin editorial: Leonel TetiDiseo de tapa: Rich Deas Diseo: Marianela Acua

    2012 by Marissa Meyer 2012 Ilustracin de tapa por Michael O., basada en la fotografa original de Klaudia Jakubowska

    2015 V&R Editoraswww.vreditoras.com

    Publicado originalmente por Feiwel and Friends, un sello de Macmillan Childrens Publishing Group. El acuerdo de traduccin fue gestionado por Jill Grinberg Literary Management LLC y Sandra Bruna Agencia Literaria, SL.Todos los derechos reservado.

    Todos los derechos reservados. Prohibidos, dentro de los lmites establecidos por la ley, la reproduccin total o parcial de esta obra, el almacenamiento o transmisin por medios electrnicos o mecnicos, las fotocopias o cualquier otra forma de cesin de la misma, sin previa autorizacin escrita de las editoras.

    Argentina: San Martn 969 10O (C1004AAS) Buenos AiresTel./Fax: (54-11) 5352-9444 y rotativase-mail: [email protected]

    Mxico: Av. Tamaulipas 145, Colonia Hipdromo CondesaCP 06170 - Del. Cuauhtmoc, Mxico D. F.Tel./Fax: (5255) 5220-6620/6621e-mail: [email protected]

    ISBN: 978-987-612-927-5

    Meyer, Marissa

    Cinder. - 1a ed. - Ciudad Autnoma de Buenos Aires: V&R, 2015.

    416 p.; 14x21 cm.

    Traducido por: Roxanna Erdman

    ISBN 978-987-612-927-5

    1. Narrativa Juvenil Estadounidense. 2. Novela. I. Erdman , Roxanna , trad. II. Ttulo

    CDD 813.928 3

  • M a r i s s a M e y e r

    Libro uno

  • Libro uno

    Mientras que sus hermanas tenan

    hermosos vestidos y finos calzados,

    a Cenicienta solo la vistieron

    con un sucio delantal y zapatos

    de madera.

  • Uno

    El tornillo En El tobillo dE CindEr Estaba oxidado; las muEsCas

    en forma de cruz se haban gastado hasta formar un crculo hundido

    e irregular. Le dolan los dedos de tanto hacer fuerza en la articu-

    lacin mientras trataba de quitar el tornillo, una chirriante vuelta

    tras otra. Para cuando lo afloj lo suficiente como para terminar

    de desenroscarlo con su mano de acero, las muescas, finas como

    cabellos, haban desaparecido.

    Arrojando el destornillador sobre la mesa, Cinder se sujet el ta-

    ln y sac el pie del alveolo. Una chispa de electricidad salt a sus

    dedos y resping, dejando el pie colgado de un manojo de cables

    rojos y amarillos.

    Se recarg en el respaldo con un gruido de alivio. Una sensa-

    cin de libertad recorri el extremo de esos cables: libertad. Haba

    soportado aquel pie demasiado pequeo durante cuatro aos, y se

    jur nunca volver a ponerse ese pedazo de basura. Solo esperaba

    que Iko regresara pronto con el reemplazo.

    Cinder era la nica mecnica a tiempo completo en el mercado

    semanal de Nueva Beijing. Sin un letrero, el negocio evidenciaba su

  • 7oficio solo por los anaqueles llenos de partes de androides, repuestos

    que abarrotaban las paredes. La caseta estaba apretujada en un hueco

    sombro entre un comerciante de pantallas usadas y un mercader de

    seda; los dos se quejaban frecuentemente del desagradable olor a me-

    tal y grasa proveniente de la caseta de Cinder, aunque por lo general

    esto se disfrazaba con el aroma de los panecillos de miel provenientes

    de la panadera, al otro lado de la plaza. La chica saba que, en verdad,

    a ningn comerciante le gustaba estar cerca de ella.

    Un mantel muy manchado la separaba de los curiosos que pa-

    saban por ah. La plaza estaba llena de compradores y vendedores

    ambulantes, nios y ruido. Los argumentos de los hombres que re-

    gateaban con dependientes robticos en las tiendas, tratando de con-

    vencer a las computadoras de que redujeran el margen de utilidad

    que deseaban. El murmullo de los escneres de identidad y la mo-

    ntona voz de los receptores mientras el dinero cambiaba de cuenta.

    Las pantallas que cubran todos los edificios y llenaban el aire con

    un barullo de anuncios, reportes informativos y chismes.

    La interfaz auditiva de Cinder reduca el ruido a un tamborileo

    vibrante. Pero hoy una meloda sobresala del resto y ella no lograba

    ahogarla. Una ronda de nios se hallaba justo ante su caseta gritan-

    do: cenizas, cenizas, todos caeremos. Luego comenzaron a rer a

    carcajadas mientras se dejaban caer sobre el pavimento.

    Una sonrisa asom a los labios de Cinder, no tanto por la cancin

    infantil, cuya letra fantasmal hablaba de la peste y la muerte, y que

    haba recobrado popularidad en la dcada pasada. La cancin en

    s misma la disgustaba. Pero le encantaban las miradas de los tran-

    sentes cuando los nios risueos entorpecan sus pasos. El incon-

    veniente de tener que rodear los cuerpos que se retorcan arrancaba

    gruidos a los compradores, y ella adoraba a los pequeos por eso.

    Sunto! Sunto!

  • 8Su diversin se acab. Divis a Chang Sacha, la panadera, que

    vena abrindose paso entre la multitud con su delantal cubierto de

    harina.

    Sunto, ven ac! Te dije que no juegues tan cerca de...

    La mirada de Sacha se top con la de Cinder; apret los labios y

    luego sujet a su hijo por el brazo y se alej. El chico chillaba, arras-

    trando los pies, mientras Sacha le ordenaba que permaneciera cerca

    de su tienda. Cinder arrug la nariz mientras la panadera regresaba a

    su puesto. Los nios que quedaban se dispersaron entre la multitud,

    llevndose sus risas cristalinas con ellos.

    No es que los cables sean contagiosos murmur Cinder en su

    caseta vaca.

    Con un estiramiento que hizo que su espalda crujiera, se pas los

    dedos sucios por el cabello, peinndolo en una coleta desaliada;

    luego tom sus renegridos guantes de trabajo. Se cubri primero

    la mano de acero y, aunque su palma derecha comenz a sudar de

    inmediato dentro del grueso material, se sinti ms cmoda con los

    guantes, que ocultaban el cromado de su mano izquierda. Estir

    los dedos en el interior, masajeando el calambre que empezaba a sur-

    gir en la base carnosa de su pulgar por haber sujetado con tanta fuer-

    za el destornillador, y dirigi de nuevo una mueca hacia la plaza de

    la ciudad. Divis bastantes androides blancuzcos y fornidos en el

    barullo, pero ninguno de ellos era Iko.

    Con un suspiro, se inclin sobre la caja de herramientas, debajo

    de la mesa. Luego de escarbar entre el desorden de desarmadores y

    pinzas, se incorpor con la llave de fusibles que haba permanecido

    largo tiempo enterrada en el fondo. Uno por uno, desconect los

    cables que todava unan el pie con su tobillo, y cada uno arroj una

    pequea chispa. No poda sentirlas a travs de los guantes, pero su re-

    tina le inform solcita de lo que estaba ocurriendo con un texto rojo

  • 9que parpadeaba, mientras le adverta que se estaba interrumpiendo

    la conexin con la extremidad.

    Al dar un tirn al ltimo cable, su pie cay con estrpito sobre el

    concreto.

    La diferencia fue instantnea. Por una vez en su vida se sinti...

    ligera.

    Hizo espacio para el pie en la mesa, acomodndolo como una

    reliquia entre pinzas y tuercas, antes de inclinarse de nuevo sobre su

    tobillo y limpiar la suciedad del alveolo con un trapo viejo.

    TUC.

    Cinder se sobresalt y se golpe la cabeza con la parte inferior

    de la mesada. Se asom por detrs del escritorio y su mirada cay

    primero en el androide sin vida que permaneca sentado en su mesa

    de trabajo, y luego en el hombre que estaba detrs de l. Se top con

    unos ojos perplejos, cafs y cobrizos, un cabello negro que descen-

    da ms abajo de sus orejas y unos labios que cualquier chica de la

    nacin habra admirado mil veces.

    Su mueca desapareci. Tambin el gesto de sorpresa de l se

    transform en una disculpa.

    Lo siento dijo. No me di cuenta de que haba alguien all atrs.

    Cinder apenas alcanz a escucharlo por encima del vaco de su

    mente. Con su ritmo cardaco ganando velocidad, el despliegue de

    su retina escane sus rasgos, tan familiares luego de aos de obser-

    varlo en las pantallas en red. Se vea ms alto en la vida real, y el abri-

    go gris con capucha no se pareca a las finas ropas con las que por lo

    general se presentaba. El escner de Cinder tard solo 2,6 segundos

    en tomar las medidas del rostro y vincular su imagen con la base de

    datos de la red. Un segundo despus, el despliegue le inform lo que

    ella ya saba: detalles desplegados debajo de su campo visual en un

    torrente de texto verde.

  • 10

    Kaito, prncipe reinante de la comunidad oriental

    id #0082719057

    nacido el 7 de abril de 108 t.e.

    FF 88.987 hits en los medios, cronol. invertida.

    posteado el 14 de agosto de 126 t.e.:

    el prncipe coronado Kai oFrecer una conFerencia

    de prensa el 15 de ago. para discutir

    la investigacin en marcha sobre la letumosis

    y las posibilidades de un antdoto.

    Cinder salt de su asiento y casi cae, al olvidarse de su extremi-

    dad faltante. Equilibrndose con ambas manos sobre la mesa, se las

    arregl para hacer una reverencia extraa. El desplegado de la retina

    qued oculto a su vista.

    S-Su Alteza tartamude con la cabeza baja, contenta de que no

    pudiera ver su tobillo vaco debajo del mantel.

    El prncipe se sobresalt y ech una mirada por encima de su

    hombro antes de inclinarse hacia ella.

    Quizs, hummm... coloc su ndice sobre sus labios tal vez

    podras, ese asunto de la Alteza?

    Con los ojos muy abiertos, Cinder intent asentir nerviosamente.

    Correcto. Por supuesto. Cmo... Puedo... Est usted...?

    Trag saliva; las palabras se le pegaban a la lengua como si estu-

    vieran pastosas.

    Estoy buscando a Linh Cinder dijo el prncipe. Est por

    aqu?

    Se atrevi a despegar una mano estabilizadora de la mesa, utilizn-

    dola para llevar el puo de su guante ms arriba, sobre su mueca.

    Clavando los ojos en el pecho del prncipe, balbuce:

    Y-yo soy Linh Cinder.

  • 11

    Con la mirada sigui su mano mientras la plantaba sobre la bulbosa

    cabeza del androide.

    T eres Linh Cinder?

    S, Su Alt... se mordi el labio.

    La mecnica?

    Asinti.

    En qu puedo ayudarlo?

    En vez de responder, el prncipe se inclin, estirando el cuello de

    manera que ella no tuvo ms alternativa que mirarlo a los ojos, y le

    sonri. Su corazn dio un salto.

    El prncipe se enderez, obligndola a seguirlo con la mirada.

    No eres lo que esperaba.

    Bueno, usted difcilmente... Lo que yo... Hummm.

    Incapaz de sostenerlo con sus ojos, Cinder tom el androide y lo

    atrajo hacia ella, sobre la mesa.

    Qu le pasa a su androide, Su Alteza?

    Se vea como si acabara de salir de la lnea de ensamblaje, pero

    por su figura, que emulaba la femenina, Cinder saba que se trataba

    de un modelo discontinuado. El diseo era estilizado y tena una ca-

    beza esfrica sobre un cuerpo en forma de pera y un acabado blanco

    brillante.

    No puedo encenderla dijo el prncipe Kai, observndola mien-

    tras examinaba el robot. Un da estaba trabajando bien, y al siguien-

    te, nada.

    Cinder dio vuelta la androide, de modo que la luz de su sensor

    qued orientada hacia el prncipe. Se alegraba de que sus manos es-

    tuvieran ocupadas en tareas de rutina y que su boca tambin tuviera

    preguntas de rutina; era algo en lo cual concentrarse, y la ayudaba

    a no ponerse nerviosa ni perder el control de la red de conexin de

    su cerebro.

  • 12

    Ha tenido problemas con ella antes?

    No. Recibe un chequeo mensual de los mecnicos del palacio, y

    este es el primer desperfecto serio que ha tenido.

    Inclinndose hacia adelante, el prncipe Kai tom de la mesa de

    trabajo el pequeo pie de metal de Cinder, hacindolo girar en sus

    manos mientras lo miraba con curiosidad. Ella se puso tensa, obser-

    vando cmo l echaba un vistazo a la cavidad llena de cables y jugue-

    teaba con las articulaciones flexibles de los dedos. Utiliz la manga

    demasiado larga de su chaqueta para limpiar una mancha.

    No tiene usted calor? dijo Cinder, arrepintindose al instante

    de haber abierto la boca cuando su atencin volvi a concentrarse

    en ella.

    Por un segundo, el prncipe casi pareci avergonzado.

    Un calor horrible dijo, pero estoy tratando de pasar inadver-

    tido.

    Cinder pens en decirle que no estaba funcionando, pero re-

    flexion. La ausencia de un coro de chicas lanzando gritos alrededor

    de su caseta probablemente era la prueba de que estaba funcionando

    mejor de lo que ella crea. En lugar de verse como un rompecorazo-

    nes de sangre azul, pareca simplemente un chiflado.

    Aclarndose la garganta, volvi a concentrarse en la androide.

    Encontr el pestillo, casi invisible, y abri el panel trasero.

    Por qu los mecnicos del palacio no la repararon?

    Intentaron, pero no supieron cmo. Alguien sugiri que la traje-

    ra contigo dej el pie en la mesa y traslad su atencin hacia las re-

    pisas llenas de piezas viejas y maltratadas, refacciones de androides,

    planeadores, pantallas y dispositivos diversos. Partes de cyborgs.

    Dijeron que eres la mejor mecnica en Nueva Beijing. Esperaba en-

    contrar a un anciano.

    Eso dijeron? murmur.

  • 13

    No era el primero que se mostraba sorprendido. La mayora de

    sus clientes no poda entender cmo era posible que una adolescen-

    te resultara ser la mejor mecnica de la ciudad, y ella nunca haba

    difundido la razn de su talento. Mientras menos personas supieran

    que era una cyborg, mejor. Estaba segura de que enloquecera si to-

    dos los comerciantes del mercado la miraran con el mismo desdn

    con que lo haca Chang Sacha.

    Empuj algunos de los cables de la androide a un lado con su

    dedo meique.

    En ocasiones simplemente se desgastan. Quizs es hora de ac-

    tualizarse y adquirir un nuevo modelo.

    Me temo que no puedo hacer eso. Ella contiene informacin

    confidencial. Es un asunto de seguridad nacional que yo la recupe-

    re... antes de que cualquier otro lo haga.

    Con los dedos inmviles, Cinder alz la vista y lo mir.

    l le sostuvo la mirada por tres segundos completos antes de que

    sus labios esbozaran una mueca.

    Solo estoy bromeando. Nainsi fue mi primer androide. Tiene un

    valor sentimental.

    Una luz anaranjada parpade en un extremo del campo de visin

    de Cinder. Su sistema optobinico haba detectado algo, aunque no

    saba bien qu: un movimiento extra al tragar saliva, un parpadeo

    demasiado rpido, la mandbula apretada del prncipe.

    Estaba acostumbrada a la pequea lucecita anaranjada. Apareca

    todo el tiempo.

    Quera decir que alguien estaba mintiendo.

    Seguridad Nacional dijo Cinder. Qu gracioso.

    El prncipe enderez la cabeza, como desafindola a contradecirlo.

    Un mechn de cabello negro cay sobre sus ojos. Cinder apart la

    mirada.

  • 14

    Modelo Tutor 8.6 dijo, leyendo el panel dbilmente iluminado

    dentro del crneo de plstico. Tena casi veinte aos de antige-

    dad. Bastante vieja para ser androide. Parece estar en perfectas

    condiciones.

    Levantando su puo, le dio un fuerte golpe a un lado de la cabe-

    za, y apenas alcanz a atraparla antes de que se derrumbara sobre la

    mesa. El prncipe peg un salto.

    Cinder coloc la androide a lo largo, sobre su espalda, y presion

    el botn de encendido, pero no sucedi nada.

    Se sorprendera si supiera con qu frecuencia funciona.

    El prncipe dej escapar una corta risita.

    Ests segura de que eres Linh Cinder, la mecnica?

    Cinder! Lo tengo! Iko sali rodando de entre la multitud y

    lleg hasta la mesa de trabajo, con su sensor azul parpadeando. Le-

    vantando una mano dual, coloc con fuerza un nuevo pie de acero

    cromado sobre el escritorio, en la sombra de la androide del prnci-

    pe. Es un gran avance con respecto al viejo, solo est un poco usado,

    y el cableado parece compatible. Adems, logr que el comerciante se

    bajara a solo 600 univs.

    Cinder sinti pnico.

    Equilibrndose todava sobre su pierna humana, arrebat el pie

    de la mesa y lo arroj a sus espaldas.

    Buen trabajo, Iko. Nguyen-shfu estar encantada de tener un

    pie de repuesto para su androide-escolta.

    El sensor de Iko redujo su brillo.

    Nguyen-shfu? No computo.

    Sonriendo con los dientes apretados, Cinder hizo un ademn ha-

    cia el prncipe.

    Iko, por favor presenta tus respetos a nuestro cliente baj la

    voz, su Alteza Imperial.

  • 15

    Iko estir la cabeza, acercando el sensor redondo al prncipe, que

    le sacaba casi un metro de estatura. La luz parpade cuando su esc-

    ner lo reconoci.

    Prncipe Kai dijo, y su voz metlica son chillona. Es usted

    todava ms guapo en persona.

    El estmago de Cinder se encogi de vergenza, aunque el prn-

    cipe solt una carcajada.

    Basta, Iko. Entra en la tienda.

    Iko obedeci, haciendo a un lado el mantel y metindose debajo

    de la mesa.

    No se ve una personalidad como esa todos los das dijo el prn-

    cipe, recargndose en el marco de la puerta como si estuviera acos-

    tumbrado a traer androides al mercado todo el tiempo. T misma

    la programaste?

    Cralo o no, ya vena as. Sospecho que se trata de un error de

    programacin, y que probablemente por eso mi madrastra la consi-

    gui tan barata.

    No tengo un error de programacin! dijo Iko detrs de ella.

    Cinder se top con la mirada del prncipe, qued momentnea-

    mente sorprendida ante otra de sus carcajadas y volvi a ocultar la

    cabeza detrs de la androide.

    Entonces, qu crees que le pasa? pregunt.

    Necesitar hacerle una prueba de diagnstico. Me tomar unos

    cuantos das, quizs una semana.

    Acomodando un mechn de cabello detrs de su oreja, Cinder

    tom asiento, agradecida de darle un descanso a su pierna mientras

    examinaba las entraas de la androide. Saba que deba estar rom-

    piendo alguna regla de etiqueta, pero al prncipe no pareca impor-

    tarle mientras se inclinaba hacia ella, observando sus manos.

    Necesitas que te pague por adelantado?

  • 16

    Le extendi su mueca izquierda, con su chip de identidad

    incrustado, pero Cinder agit una mano enguantada al verlo.

    No, gracias. Ser un honor.

    El prncipe Kai pareca estar a punto de protestar, pero dej caer

    la mano.

    Supongo que no hay ninguna esperanza de que est lista antes

    del festival, verdad?

    Cinder cerr el panel de la androide.

    No creo que haya problema. Pero sin saber qu es lo que est

    fallando...

    Lo s, lo s se balance sobre sus talones. Tena la esperanza.

    Cmo me pondr en contacto con usted cuando est lista?

    Manda un mensaje al palacio. O estars aqu el prximo fin de

    semana? Podra darme una vuelta.

    Claro que s! dijo Iko desde el fondo de la caseta. Estamos

    aqu todos los das de mercado. Debera venir nuevamente. Sera

    encantador.

    Cinder se sobresalt

    No es necesario que...

    Ser un placer inclin la cabeza a modo de despedida formal,

    mientras tiraba de la orilla de la capucha para cubrir ms su rostro.

    Cinder le devolvi el gesto, sabiendo que debera haberse puesto de

    pie y hecho una reverencia, pero no se atrevi a poner a prueba su

    equilibrio nuevamente.

    Esper hasta que su sombra desapareci de la mesa antes de echar

    un vistazo a la plaza. La presencia del prncipe entre la multitud

    apresurada pareca haber pasado inadvertida.

    Cinder dej que sus msculos se relajaran.

    Iko rod hasta colocarse a su lado, uniendo sus tenazas de metal

    sobre su pecho.

  • 17

    El prncipe Kai! Revisa mi ventilador, creo que me estoy

    sobrecalentando.

    Cinder se agach y recogi su pie de repuesto, frotndolo en su

    pantaln tipo cargo para quitarle el polvo. Revis el cromado y pare-

    ci contenta de que no estuviera abollado.

    Puedes imaginarte la cara de Peony cuando le cuente esto?

    dijo Iko.

    Puedo imaginarme un montn de grititos agudos Cinder se

    permiti un nuevo escaneo desconfiado de la muchedumbre antes

    de que el primer cosquilleo de vrtigo se extendiera en su interior.

    No poda esperar a contarle a Peony. El prncipe en persona! Se le

    escap una repentina carcajada. Haba sido extrao. Era increble.

    Era...

    Oh, querida...

    La sonrisa de Cinder se apag.

    Qu?

    Iko seal su frente con sus dos dedos.

    Tienes una mancha de grasa.

    Cinder retrocedi y se frot la ceja.

    Ests bromeando.

    Estoy segura de que casi no debe haberlo notado.

    Cinder dej caer su mano.

    Y qu importa? Vamos, aydame a ponerme esto antes de que

    cualquier otro miembro de la casa real aparezca por aqu.

    Apoy su tobillo sobre la rodilla opuesta y comenz a conectar

    los cables de colores coordinados, preguntndose si haba logrado

    engaar al prncipe.

    Como un guante, verdad? dijo Iko, sosteniendo un pua-

    do de tornillos mientras Cinder los iba colocando en los huecos

    correspondientes.

  • 18

    Est muy bonito, Iko, gracias. Solo espero que Adri no se d

    cuenta. Me asesinar si sabe que gast 600 univs en un pie termin

    de apretar el ltimo tornillo y estir la pierna al frente, haciendo

    girar el tobillo en ambos sentidos y agitando los dedos del pie. Se

    senta un poco rgido, y los sensores nerviosos necesitaran unos

    cuantos das para ajustarse a la actualizacin del cableado, pero

    al menos ya no tendra que andar por ah renqueando fuera de

    balance.

    Es perfecto dijo, ponindose la bota. Vio de reojo su antiguo

    pie entre las tenazas de Iko; ya puedes deshacerte de ese pedazo de

    chatar...

    Un grito reson en los odos de Cinder. Se encogi mientras la

    intensidad del sonido ascenda en su interfaz de audio, y se volvi

    hacia el origen. El mercado guard silencio. Los nios, que haban

    optado por jugar al escondite entre las casetas apiadas, salieron de

    donde estaban ocultos.

    El grito provena de la panadera, Chang Sacha. Desconcertada,

    Cinder se puso de pie y se par sobre la silla para mirar por encima

    de la multitud. Alcanz a ver a Sacha en su caseta, detrs del apara-

    dor de vidrio del pan dulce y los bollos de carne de cerdo, mirando

    boquiabierta sus manos extendidas.

    Cinder se tap la nariz con la mano en el mismo instante en que

    una ola de entendimiento recorri el resto de la plaza.

    La peste! grit alguien. Tiene la peste!

    La calle se llen de pnico. Las madres recogieron a sus hijos, ta-

    pndoles la cara con manos desesperadas mientras se arremolinaban

    para alejarse de la caseta de Sacha. Los comerciantes bajaron con es-

    truendo las cortinas metlicas de sus tiendas.

    Sunto grit y corri hacia su madre, pero ella lo detuvo con un

    gesto de las manos. No, no te acerques. Un comerciante vecino detuvo

  • 19

    al nio y se lo puso bajo el brazo mientras echaba a correr. Sacha le

    grit algo, pero las palabras se perdieron en el estruendo.

    A Cinder le dio un vuelco el estmago. Ellas no podan correr,

    pues Iko poda resultar arrollada en el caos. Aguantando la respira-

    cin, desamarr la cuerda en una esquina de la caseta y de un tirn

    la puerta metlica baj por sus rieles. La oscuridad las envolvi, con

    excepcin de un solo fragmento de luz diurna a lo largo del suelo. El

    calor ascendi del piso de concreto, volviendo agobiante el ambiente

    en la caseta abarrotada.

    Cinder? dijo Iko; haba preocupacin en su voz robtica. In-

    tensific el brillo de su sensor, baando el lugar en luz azul.

    No te preocupes respondi, bajndose de la silla y tomando el

    trapo cubierto de grasa de la mesa. Los gritos ya empezaban a apa-

    garse, transformando la caseta en su propio universo vaco. Ella est

    al otro lado de la plaza. Estamos bien aqu.

    Pero de todas maneras retrocedi hasta la pared de los anaqueles,

    se agach y se cubri la nariz y la boca con el trapo.

    Permanecieron all. Cinder respiraba tan superficialmente como

    poda; hasta que escucharon las sirenas de emergencia llegar y luego

    irse, llevndose a Sacha.