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Cinder
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C r n i c a s L u n a r e s
Ttulo original: CinderTraduccin: Roxanna ErdmanDireccin de proyecto editorial: Cristina AlemanyDireccin de arte: Paula FernndezColaboracin editorial: Leonel TetiDiseo de tapa: Rich Deas Diseo: Marianela Acua
2012 by Marissa Meyer 2012 Ilustracin de tapa por Michael O., basada en la fotografa original de Klaudia Jakubowska
2015 V&R Editoraswww.vreditoras.com
Publicado originalmente por Feiwel and Friends, un sello de Macmillan Childrens Publishing Group. El acuerdo de traduccin fue gestionado por Jill Grinberg Literary Management LLC y Sandra Bruna Agencia Literaria, SL.Todos los derechos reservado.
Todos los derechos reservados. Prohibidos, dentro de los lmites establecidos por la ley, la reproduccin total o parcial de esta obra, el almacenamiento o transmisin por medios electrnicos o mecnicos, las fotocopias o cualquier otra forma de cesin de la misma, sin previa autorizacin escrita de las editoras.
Argentina: San Martn 969 10O (C1004AAS) Buenos AiresTel./Fax: (54-11) 5352-9444 y rotativase-mail: [email protected]
Mxico: Av. Tamaulipas 145, Colonia Hipdromo CondesaCP 06170 - Del. Cuauhtmoc, Mxico D. F.Tel./Fax: (5255) 5220-6620/6621e-mail: [email protected]
ISBN: 978-987-612-927-5
Meyer, Marissa
Cinder. - 1a ed. - Ciudad Autnoma de Buenos Aires: V&R, 2015.
416 p.; 14x21 cm.
Traducido por: Roxanna Erdman
ISBN 978-987-612-927-5
1. Narrativa Juvenil Estadounidense. 2. Novela. I. Erdman , Roxanna , trad. II. Ttulo
CDD 813.928 3
M a r i s s a M e y e r
Libro uno
Libro uno
Mientras que sus hermanas tenan
hermosos vestidos y finos calzados,
a Cenicienta solo la vistieron
con un sucio delantal y zapatos
de madera.
Uno
El tornillo En El tobillo dE CindEr Estaba oxidado; las muEsCas
en forma de cruz se haban gastado hasta formar un crculo hundido
e irregular. Le dolan los dedos de tanto hacer fuerza en la articu-
lacin mientras trataba de quitar el tornillo, una chirriante vuelta
tras otra. Para cuando lo afloj lo suficiente como para terminar
de desenroscarlo con su mano de acero, las muescas, finas como
cabellos, haban desaparecido.
Arrojando el destornillador sobre la mesa, Cinder se sujet el ta-
ln y sac el pie del alveolo. Una chispa de electricidad salt a sus
dedos y resping, dejando el pie colgado de un manojo de cables
rojos y amarillos.
Se recarg en el respaldo con un gruido de alivio. Una sensa-
cin de libertad recorri el extremo de esos cables: libertad. Haba
soportado aquel pie demasiado pequeo durante cuatro aos, y se
jur nunca volver a ponerse ese pedazo de basura. Solo esperaba
que Iko regresara pronto con el reemplazo.
Cinder era la nica mecnica a tiempo completo en el mercado
semanal de Nueva Beijing. Sin un letrero, el negocio evidenciaba su
7oficio solo por los anaqueles llenos de partes de androides, repuestos
que abarrotaban las paredes. La caseta estaba apretujada en un hueco
sombro entre un comerciante de pantallas usadas y un mercader de
seda; los dos se quejaban frecuentemente del desagradable olor a me-
tal y grasa proveniente de la caseta de Cinder, aunque por lo general
esto se disfrazaba con el aroma de los panecillos de miel provenientes
de la panadera, al otro lado de la plaza. La chica saba que, en verdad,
a ningn comerciante le gustaba estar cerca de ella.
Un mantel muy manchado la separaba de los curiosos que pa-
saban por ah. La plaza estaba llena de compradores y vendedores
ambulantes, nios y ruido. Los argumentos de los hombres que re-
gateaban con dependientes robticos en las tiendas, tratando de con-
vencer a las computadoras de que redujeran el margen de utilidad
que deseaban. El murmullo de los escneres de identidad y la mo-
ntona voz de los receptores mientras el dinero cambiaba de cuenta.
Las pantallas que cubran todos los edificios y llenaban el aire con
un barullo de anuncios, reportes informativos y chismes.
La interfaz auditiva de Cinder reduca el ruido a un tamborileo
vibrante. Pero hoy una meloda sobresala del resto y ella no lograba
ahogarla. Una ronda de nios se hallaba justo ante su caseta gritan-
do: cenizas, cenizas, todos caeremos. Luego comenzaron a rer a
carcajadas mientras se dejaban caer sobre el pavimento.
Una sonrisa asom a los labios de Cinder, no tanto por la cancin
infantil, cuya letra fantasmal hablaba de la peste y la muerte, y que
haba recobrado popularidad en la dcada pasada. La cancin en
s misma la disgustaba. Pero le encantaban las miradas de los tran-
sentes cuando los nios risueos entorpecan sus pasos. El incon-
veniente de tener que rodear los cuerpos que se retorcan arrancaba
gruidos a los compradores, y ella adoraba a los pequeos por eso.
Sunto! Sunto!
8Su diversin se acab. Divis a Chang Sacha, la panadera, que
vena abrindose paso entre la multitud con su delantal cubierto de
harina.
Sunto, ven ac! Te dije que no juegues tan cerca de...
La mirada de Sacha se top con la de Cinder; apret los labios y
luego sujet a su hijo por el brazo y se alej. El chico chillaba, arras-
trando los pies, mientras Sacha le ordenaba que permaneciera cerca
de su tienda. Cinder arrug la nariz mientras la panadera regresaba a
su puesto. Los nios que quedaban se dispersaron entre la multitud,
llevndose sus risas cristalinas con ellos.
No es que los cables sean contagiosos murmur Cinder en su
caseta vaca.
Con un estiramiento que hizo que su espalda crujiera, se pas los
dedos sucios por el cabello, peinndolo en una coleta desaliada;
luego tom sus renegridos guantes de trabajo. Se cubri primero
la mano de acero y, aunque su palma derecha comenz a sudar de
inmediato dentro del grueso material, se sinti ms cmoda con los
guantes, que ocultaban el cromado de su mano izquierda. Estir
los dedos en el interior, masajeando el calambre que empezaba a sur-
gir en la base carnosa de su pulgar por haber sujetado con tanta fuer-
za el destornillador, y dirigi de nuevo una mueca hacia la plaza de
la ciudad. Divis bastantes androides blancuzcos y fornidos en el
barullo, pero ninguno de ellos era Iko.
Con un suspiro, se inclin sobre la caja de herramientas, debajo
de la mesa. Luego de escarbar entre el desorden de desarmadores y
pinzas, se incorpor con la llave de fusibles que haba permanecido
largo tiempo enterrada en el fondo. Uno por uno, desconect los
cables que todava unan el pie con su tobillo, y cada uno arroj una
pequea chispa. No poda sentirlas a travs de los guantes, pero su re-
tina le inform solcita de lo que estaba ocurriendo con un texto rojo
9que parpadeaba, mientras le adverta que se estaba interrumpiendo
la conexin con la extremidad.
Al dar un tirn al ltimo cable, su pie cay con estrpito sobre el
concreto.
La diferencia fue instantnea. Por una vez en su vida se sinti...
ligera.
Hizo espacio para el pie en la mesa, acomodndolo como una
reliquia entre pinzas y tuercas, antes de inclinarse de nuevo sobre su
tobillo y limpiar la suciedad del alveolo con un trapo viejo.
TUC.
Cinder se sobresalt y se golpe la cabeza con la parte inferior
de la mesada. Se asom por detrs del escritorio y su mirada cay
primero en el androide sin vida que permaneca sentado en su mesa
de trabajo, y luego en el hombre que estaba detrs de l. Se top con
unos ojos perplejos, cafs y cobrizos, un cabello negro que descen-
da ms abajo de sus orejas y unos labios que cualquier chica de la
nacin habra admirado mil veces.
Su mueca desapareci. Tambin el gesto de sorpresa de l se
transform en una disculpa.
Lo siento dijo. No me di cuenta de que haba alguien all atrs.
Cinder apenas alcanz a escucharlo por encima del vaco de su
mente. Con su ritmo cardaco ganando velocidad, el despliegue de
su retina escane sus rasgos, tan familiares luego de aos de obser-
varlo en las pantallas en red. Se vea ms alto en la vida real, y el abri-
go gris con capucha no se pareca a las finas ropas con las que por lo
general se presentaba. El escner de Cinder tard solo 2,6 segundos
en tomar las medidas del rostro y vincular su imagen con la base de
datos de la red. Un segundo despus, el despliegue le inform lo que
ella ya saba: detalles desplegados debajo de su campo visual en un
torrente de texto verde.
10
Kaito, prncipe reinante de la comunidad oriental
id #0082719057
nacido el 7 de abril de 108 t.e.
FF 88.987 hits en los medios, cronol. invertida.
posteado el 14 de agosto de 126 t.e.:
el prncipe coronado Kai oFrecer una conFerencia
de prensa el 15 de ago. para discutir
la investigacin en marcha sobre la letumosis
y las posibilidades de un antdoto.
Cinder salt de su asiento y casi cae, al olvidarse de su extremi-
dad faltante. Equilibrndose con ambas manos sobre la mesa, se las
arregl para hacer una reverencia extraa. El desplegado de la retina
qued oculto a su vista.
S-Su Alteza tartamude con la cabeza baja, contenta de que no
pudiera ver su tobillo vaco debajo del mantel.
El prncipe se sobresalt y ech una mirada por encima de su
hombro antes de inclinarse hacia ella.
Quizs, hummm... coloc su ndice sobre sus labios tal vez
podras, ese asunto de la Alteza?
Con los ojos muy abiertos, Cinder intent asentir nerviosamente.
Correcto. Por supuesto. Cmo... Puedo... Est usted...?
Trag saliva; las palabras se le pegaban a la lengua como si estu-
vieran pastosas.
Estoy buscando a Linh Cinder dijo el prncipe. Est por
aqu?
Se atrevi a despegar una mano estabilizadora de la mesa, utilizn-
dola para llevar el puo de su guante ms arriba, sobre su mueca.
Clavando los ojos en el pecho del prncipe, balbuce:
Y-yo soy Linh Cinder.
11
Con la mirada sigui su mano mientras la plantaba sobre la bulbosa
cabeza del androide.
T eres Linh Cinder?
S, Su Alt... se mordi el labio.
La mecnica?
Asinti.
En qu puedo ayudarlo?
En vez de responder, el prncipe se inclin, estirando el cuello de
manera que ella no tuvo ms alternativa que mirarlo a los ojos, y le
sonri. Su corazn dio un salto.
El prncipe se enderez, obligndola a seguirlo con la mirada.
No eres lo que esperaba.
Bueno, usted difcilmente... Lo que yo... Hummm.
Incapaz de sostenerlo con sus ojos, Cinder tom el androide y lo
atrajo hacia ella, sobre la mesa.
Qu le pasa a su androide, Su Alteza?
Se vea como si acabara de salir de la lnea de ensamblaje, pero
por su figura, que emulaba la femenina, Cinder saba que se trataba
de un modelo discontinuado. El diseo era estilizado y tena una ca-
beza esfrica sobre un cuerpo en forma de pera y un acabado blanco
brillante.
No puedo encenderla dijo el prncipe Kai, observndola mien-
tras examinaba el robot. Un da estaba trabajando bien, y al siguien-
te, nada.
Cinder dio vuelta la androide, de modo que la luz de su sensor
qued orientada hacia el prncipe. Se alegraba de que sus manos es-
tuvieran ocupadas en tareas de rutina y que su boca tambin tuviera
preguntas de rutina; era algo en lo cual concentrarse, y la ayudaba
a no ponerse nerviosa ni perder el control de la red de conexin de
su cerebro.
12
Ha tenido problemas con ella antes?
No. Recibe un chequeo mensual de los mecnicos del palacio, y
este es el primer desperfecto serio que ha tenido.
Inclinndose hacia adelante, el prncipe Kai tom de la mesa de
trabajo el pequeo pie de metal de Cinder, hacindolo girar en sus
manos mientras lo miraba con curiosidad. Ella se puso tensa, obser-
vando cmo l echaba un vistazo a la cavidad llena de cables y jugue-
teaba con las articulaciones flexibles de los dedos. Utiliz la manga
demasiado larga de su chaqueta para limpiar una mancha.
No tiene usted calor? dijo Cinder, arrepintindose al instante
de haber abierto la boca cuando su atencin volvi a concentrarse
en ella.
Por un segundo, el prncipe casi pareci avergonzado.
Un calor horrible dijo, pero estoy tratando de pasar inadver-
tido.
Cinder pens en decirle que no estaba funcionando, pero re-
flexion. La ausencia de un coro de chicas lanzando gritos alrededor
de su caseta probablemente era la prueba de que estaba funcionando
mejor de lo que ella crea. En lugar de verse como un rompecorazo-
nes de sangre azul, pareca simplemente un chiflado.
Aclarndose la garganta, volvi a concentrarse en la androide.
Encontr el pestillo, casi invisible, y abri el panel trasero.
Por qu los mecnicos del palacio no la repararon?
Intentaron, pero no supieron cmo. Alguien sugiri que la traje-
ra contigo dej el pie en la mesa y traslad su atencin hacia las re-
pisas llenas de piezas viejas y maltratadas, refacciones de androides,
planeadores, pantallas y dispositivos diversos. Partes de cyborgs.
Dijeron que eres la mejor mecnica en Nueva Beijing. Esperaba en-
contrar a un anciano.
Eso dijeron? murmur.
13
No era el primero que se mostraba sorprendido. La mayora de
sus clientes no poda entender cmo era posible que una adolescen-
te resultara ser la mejor mecnica de la ciudad, y ella nunca haba
difundido la razn de su talento. Mientras menos personas supieran
que era una cyborg, mejor. Estaba segura de que enloquecera si to-
dos los comerciantes del mercado la miraran con el mismo desdn
con que lo haca Chang Sacha.
Empuj algunos de los cables de la androide a un lado con su
dedo meique.
En ocasiones simplemente se desgastan. Quizs es hora de ac-
tualizarse y adquirir un nuevo modelo.
Me temo que no puedo hacer eso. Ella contiene informacin
confidencial. Es un asunto de seguridad nacional que yo la recupe-
re... antes de que cualquier otro lo haga.
Con los dedos inmviles, Cinder alz la vista y lo mir.
l le sostuvo la mirada por tres segundos completos antes de que
sus labios esbozaran una mueca.
Solo estoy bromeando. Nainsi fue mi primer androide. Tiene un
valor sentimental.
Una luz anaranjada parpade en un extremo del campo de visin
de Cinder. Su sistema optobinico haba detectado algo, aunque no
saba bien qu: un movimiento extra al tragar saliva, un parpadeo
demasiado rpido, la mandbula apretada del prncipe.
Estaba acostumbrada a la pequea lucecita anaranjada. Apareca
todo el tiempo.
Quera decir que alguien estaba mintiendo.
Seguridad Nacional dijo Cinder. Qu gracioso.
El prncipe enderez la cabeza, como desafindola a contradecirlo.
Un mechn de cabello negro cay sobre sus ojos. Cinder apart la
mirada.
14
Modelo Tutor 8.6 dijo, leyendo el panel dbilmente iluminado
dentro del crneo de plstico. Tena casi veinte aos de antige-
dad. Bastante vieja para ser androide. Parece estar en perfectas
condiciones.
Levantando su puo, le dio un fuerte golpe a un lado de la cabe-
za, y apenas alcanz a atraparla antes de que se derrumbara sobre la
mesa. El prncipe peg un salto.
Cinder coloc la androide a lo largo, sobre su espalda, y presion
el botn de encendido, pero no sucedi nada.
Se sorprendera si supiera con qu frecuencia funciona.
El prncipe dej escapar una corta risita.
Ests segura de que eres Linh Cinder, la mecnica?
Cinder! Lo tengo! Iko sali rodando de entre la multitud y
lleg hasta la mesa de trabajo, con su sensor azul parpadeando. Le-
vantando una mano dual, coloc con fuerza un nuevo pie de acero
cromado sobre el escritorio, en la sombra de la androide del prnci-
pe. Es un gran avance con respecto al viejo, solo est un poco usado,
y el cableado parece compatible. Adems, logr que el comerciante se
bajara a solo 600 univs.
Cinder sinti pnico.
Equilibrndose todava sobre su pierna humana, arrebat el pie
de la mesa y lo arroj a sus espaldas.
Buen trabajo, Iko. Nguyen-shfu estar encantada de tener un
pie de repuesto para su androide-escolta.
El sensor de Iko redujo su brillo.
Nguyen-shfu? No computo.
Sonriendo con los dientes apretados, Cinder hizo un ademn ha-
cia el prncipe.
Iko, por favor presenta tus respetos a nuestro cliente baj la
voz, su Alteza Imperial.
15
Iko estir la cabeza, acercando el sensor redondo al prncipe, que
le sacaba casi un metro de estatura. La luz parpade cuando su esc-
ner lo reconoci.
Prncipe Kai dijo, y su voz metlica son chillona. Es usted
todava ms guapo en persona.
El estmago de Cinder se encogi de vergenza, aunque el prn-
cipe solt una carcajada.
Basta, Iko. Entra en la tienda.
Iko obedeci, haciendo a un lado el mantel y metindose debajo
de la mesa.
No se ve una personalidad como esa todos los das dijo el prn-
cipe, recargndose en el marco de la puerta como si estuviera acos-
tumbrado a traer androides al mercado todo el tiempo. T misma
la programaste?
Cralo o no, ya vena as. Sospecho que se trata de un error de
programacin, y que probablemente por eso mi madrastra la consi-
gui tan barata.
No tengo un error de programacin! dijo Iko detrs de ella.
Cinder se top con la mirada del prncipe, qued momentnea-
mente sorprendida ante otra de sus carcajadas y volvi a ocultar la
cabeza detrs de la androide.
Entonces, qu crees que le pasa? pregunt.
Necesitar hacerle una prueba de diagnstico. Me tomar unos
cuantos das, quizs una semana.
Acomodando un mechn de cabello detrs de su oreja, Cinder
tom asiento, agradecida de darle un descanso a su pierna mientras
examinaba las entraas de la androide. Saba que deba estar rom-
piendo alguna regla de etiqueta, pero al prncipe no pareca impor-
tarle mientras se inclinaba hacia ella, observando sus manos.
Necesitas que te pague por adelantado?
16
Le extendi su mueca izquierda, con su chip de identidad
incrustado, pero Cinder agit una mano enguantada al verlo.
No, gracias. Ser un honor.
El prncipe Kai pareca estar a punto de protestar, pero dej caer
la mano.
Supongo que no hay ninguna esperanza de que est lista antes
del festival, verdad?
Cinder cerr el panel de la androide.
No creo que haya problema. Pero sin saber qu es lo que est
fallando...
Lo s, lo s se balance sobre sus talones. Tena la esperanza.
Cmo me pondr en contacto con usted cuando est lista?
Manda un mensaje al palacio. O estars aqu el prximo fin de
semana? Podra darme una vuelta.
Claro que s! dijo Iko desde el fondo de la caseta. Estamos
aqu todos los das de mercado. Debera venir nuevamente. Sera
encantador.
Cinder se sobresalt
No es necesario que...
Ser un placer inclin la cabeza a modo de despedida formal,
mientras tiraba de la orilla de la capucha para cubrir ms su rostro.
Cinder le devolvi el gesto, sabiendo que debera haberse puesto de
pie y hecho una reverencia, pero no se atrevi a poner a prueba su
equilibrio nuevamente.
Esper hasta que su sombra desapareci de la mesa antes de echar
un vistazo a la plaza. La presencia del prncipe entre la multitud
apresurada pareca haber pasado inadvertida.
Cinder dej que sus msculos se relajaran.
Iko rod hasta colocarse a su lado, uniendo sus tenazas de metal
sobre su pecho.
17
El prncipe Kai! Revisa mi ventilador, creo que me estoy
sobrecalentando.
Cinder se agach y recogi su pie de repuesto, frotndolo en su
pantaln tipo cargo para quitarle el polvo. Revis el cromado y pare-
ci contenta de que no estuviera abollado.
Puedes imaginarte la cara de Peony cuando le cuente esto?
dijo Iko.
Puedo imaginarme un montn de grititos agudos Cinder se
permiti un nuevo escaneo desconfiado de la muchedumbre antes
de que el primer cosquilleo de vrtigo se extendiera en su interior.
No poda esperar a contarle a Peony. El prncipe en persona! Se le
escap una repentina carcajada. Haba sido extrao. Era increble.
Era...
Oh, querida...
La sonrisa de Cinder se apag.
Qu?
Iko seal su frente con sus dos dedos.
Tienes una mancha de grasa.
Cinder retrocedi y se frot la ceja.
Ests bromeando.
Estoy segura de que casi no debe haberlo notado.
Cinder dej caer su mano.
Y qu importa? Vamos, aydame a ponerme esto antes de que
cualquier otro miembro de la casa real aparezca por aqu.
Apoy su tobillo sobre la rodilla opuesta y comenz a conectar
los cables de colores coordinados, preguntndose si haba logrado
engaar al prncipe.
Como un guante, verdad? dijo Iko, sosteniendo un pua-
do de tornillos mientras Cinder los iba colocando en los huecos
correspondientes.
18
Est muy bonito, Iko, gracias. Solo espero que Adri no se d
cuenta. Me asesinar si sabe que gast 600 univs en un pie termin
de apretar el ltimo tornillo y estir la pierna al frente, haciendo
girar el tobillo en ambos sentidos y agitando los dedos del pie. Se
senta un poco rgido, y los sensores nerviosos necesitaran unos
cuantos das para ajustarse a la actualizacin del cableado, pero
al menos ya no tendra que andar por ah renqueando fuera de
balance.
Es perfecto dijo, ponindose la bota. Vio de reojo su antiguo
pie entre las tenazas de Iko; ya puedes deshacerte de ese pedazo de
chatar...
Un grito reson en los odos de Cinder. Se encogi mientras la
intensidad del sonido ascenda en su interfaz de audio, y se volvi
hacia el origen. El mercado guard silencio. Los nios, que haban
optado por jugar al escondite entre las casetas apiadas, salieron de
donde estaban ocultos.
El grito provena de la panadera, Chang Sacha. Desconcertada,
Cinder se puso de pie y se par sobre la silla para mirar por encima
de la multitud. Alcanz a ver a Sacha en su caseta, detrs del apara-
dor de vidrio del pan dulce y los bollos de carne de cerdo, mirando
boquiabierta sus manos extendidas.
Cinder se tap la nariz con la mano en el mismo instante en que
una ola de entendimiento recorri el resto de la plaza.
La peste! grit alguien. Tiene la peste!
La calle se llen de pnico. Las madres recogieron a sus hijos, ta-
pndoles la cara con manos desesperadas mientras se arremolinaban
para alejarse de la caseta de Sacha. Los comerciantes bajaron con es-
truendo las cortinas metlicas de sus tiendas.
Sunto grit y corri hacia su madre, pero ella lo detuvo con un
gesto de las manos. No, no te acerques. Un comerciante vecino detuvo
19
al nio y se lo puso bajo el brazo mientras echaba a correr. Sacha le
grit algo, pero las palabras se perdieron en el estruendo.
A Cinder le dio un vuelco el estmago. Ellas no podan correr,
pues Iko poda resultar arrollada en el caos. Aguantando la respira-
cin, desamarr la cuerda en una esquina de la caseta y de un tirn
la puerta metlica baj por sus rieles. La oscuridad las envolvi, con
excepcin de un solo fragmento de luz diurna a lo largo del suelo. El
calor ascendi del piso de concreto, volviendo agobiante el ambiente
en la caseta abarrotada.
Cinder? dijo Iko; haba preocupacin en su voz robtica. In-
tensific el brillo de su sensor, baando el lugar en luz azul.
No te preocupes respondi, bajndose de la silla y tomando el
trapo cubierto de grasa de la mesa. Los gritos ya empezaban a apa-
garse, transformando la caseta en su propio universo vaco. Ella est
al otro lado de la plaza. Estamos bien aqu.
Pero de todas maneras retrocedi hasta la pared de los anaqueles,
se agach y se cubri la nariz y la boca con el trapo.
Permanecieron all. Cinder respiraba tan superficialmente como
poda; hasta que escucharon las sirenas de emergencia llegar y luego
irse, llevndose a Sacha.