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Ifl flt%S4ViflAflfl'fl4t dt AAtfli' tti' tfl%tnfltfl4Wt.flflWt4V CAPITULO XIII. Mansion el' Caracas. - Montaias que avecinan la ciudad. -. Excursiou' ;\ I ci ' n.t de la Silla. —Iudkios de minas. Das uicscs hemos permanecido en Caracas, Al. ]3onpland Y yo, habitando una casa grande casi aislada situada en lo ixias eminente de la ciudad: desde lo alto de una gakria pudiamos descubrir al mismo tiempo la cima de la Silla, la cresta cid Cali pano, ye1 risueño valle del Guairc tuya rica cultura contrasta con el sombrío tiempo de mon- tañas que la rodea. Estabainos en la estacion de la Scquia ; en la cual, para mejorar los pastos, se pone fuego á las sábanas y al cesped que cu- bre las rocás mas cscarpadas. Si teniamol razon para estar satisfechos de la exposicion de nuestra vivienda; todavía lo esta- hamos mas por la acogida que nos daban los ha- bitantes de todas clases y es un deber para mi el citar la noble hospitalidad que ha ejercido con

CAPITULO XIII. iv. nosotros el Cele dci Gobierno ci señor «le Gue-vara Vasconcelos , entónces Capitan general (le las provincias de Vcnczueia. Aiinqii vn lic te-nido Ja ventaja

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Ifl flt%S4ViflAflfl'fl4tdtAAtfli' tti' tfl%tnfltfl4Wt.flflWt4V

CAPITULO XIII.

Mansion el' Caracas. - Montaias que avecinan la ciudad.

-. Excursiou' ;\ I ci ' n.t de la Silla. —Iudkios de minas.

Das uicscs hemos permanecido en Caracas,Al. ]3onpland Y yo, habitando una casa grande casi

aislada situada en lo ixias eminente de la ciudad:

desde lo alto de una gakria pudiamos descubriral mismo tiempo la cima de la Silla, la cresta cid

Cali pano, ye1 risueño valle del Guairc tuya ricacultura contrasta con el sombrío tiempo de mon-

tañas que la rodea. Estabainos en la estacion dela Scquia ; en la cual, para mejorar los pastos,

se pone fuego á las sábanas y al cesped que cu-bre las rocás mas cscarpadas.

Si teniamol razon para estar satisfechos de la

exposicion de nuestra vivienda; todavía lo esta-

hamos mas por la acogida que nos daban los ha-bitantes de todas clases y es un deber para mi

el citar la noble hospitalidad que ha ejercido con

LIBRO iv.

nosotros el Cele dci Gobierno ci señor «le Gue-

vara Vasconcelos , entónces Capitan general (le

las provincias de Vcnczueia. Aiinqii vn lic te-

nido Ja ventaja de que pocos espafiolcs hayan re-

corrido cuino \r0 sucesivamente, Caracas, la Ha-

villa. Sania Fé dcllogota,Quito, Lima yM j ieo; y

que en estas seis capi tales de la A nurica española,

mi posicion me ha puesto cii relacion con personas

de iniI:i condiciones, sin embargo no inc tu maté

la libertad de prontiiic' sobre los diferentes gra-

(losde civilizacion A que se ha elevado Ja sociedad

ci' cada colonia. Mas fácil me es indicar los dife-

rentes grados de cultura nacional N. el objeto h-

cia el cual se inclina con preferencia el desarollo

(le las facultades inteliectuales, que colocar y

comparar lo que puede considerarse bajo un

mismo punto de vista.

Mc ha parecido que en Méjico y en Booia

hay una tendencia dcci clida por el estudio(tU) FO-

fundo de las ciencias; ci, Quito y en Lima, FII8S

gil sto por las letras y por todo lo que puede 1 i-

soiijear ;u una iinaginacion ardiente y viva; cix

¡a llavatia y Caracas, ma yor conocimiento de las

relaciones púliticas de las naciones, y miras mas

CAPITULO Xiii. 925

extensas sobre ci estado tic las colonias y de las

nie t ró polis. La ni ul tij iii cacion de com u iii Cae io-

nes con e] comercio de la Europa, .y aquel mar

de las Antillas que hemos tI escri Lo como un me-

diterraneo Cali muchas bocas, han influido po-

derosaiaieiite en los proa ¡'esos de la sociedad cii

Ja isla (le Cuba y en las hermosas provincias tic:

Venezuela en ning u iia u ¡ni ¡ni rt e de iz América

ES 1>añola ha totitado la dviii zacion un aspecto

lil;ls europpo el crecido número de Irulios cul-

tivadores que liabitan el Méjico y el interior de

la Nuetin Granada, dat i:'ie.s tos vastos paises uncaritet er particular, acaso mas exótico ; J)ULU en

la llavana y en Caracas, ; pesar de la pobiaciori

negra, se cree uno estar ¡Tias cerca (le Cadiz y de

los Estad os Unidos, que en ninguna Otra parte

del Nuevo Mundo.

Como Caracas está situada ci, el e.ontiiiente,

y que su pohlacioi i es u énos zflóv 1 que la de las

islas, se han conservado tambien las costuuihres

nacionales iliCOl' (pie cii Ja Ilavaiza ; V aunque

la sociedad en aquellji , no ofrece tinos placeres

muy vivos y variados, se experimenta sin em-

bargo , en el interior de las familias, aquel smi-u.

y.innn iv.

tirniento de bien estar que inspiran la franca

alegtia y Li con1uilthid unidas i los modales de

lal)ueiia educacion.

Desde 'jtte ea tiempo de. Carlos Y pas; ron (le

la inernipoli ti las colonias el espirilui de corpo-

racion Y los OdIOS municipales, hay cii Cuuianá

y ca otras ciudades eotiierciantcs (le la Tierra-1:ir i ue; quien Se complace cii exagerar las preten-

siones nobiliarias (le las familias mas iltjstrs de

Caracas conocidas con el nombre (le los Man-

(vanos. Ea todas las colonias existen (los géne-

ros de nobleza ; la twa se compone de criollos

cuyos antepasados han ocupado ifitinininente

los primeros puestos de América , y funda en

parte sus prerogativas en la ilustracioti que ob-

iene en la nictrupoli creyendo poder conser-

varlas al otro extremo de los titares • sea cual

fuere la ¿poca de su establecimiento en las colo-

nias. La otra nobleza pertenece algo mas al suelo

Américano. Y SO compone de los descendientes

(le los Conquistadores ., es decir, de los españoles

que han servido en el ejército desde la primera

conquista entre aquellos guerreros compañeros

de armas de Cortés, de Losada y de Piiarro,

CAPITULO XIII. 227

habia muchos que pertenecían a las familias Blas

d isti ugt ¡ idas de la p ti ¡iisula ; otros procedentes

(le las clases inferiores del pueblo han ilustrado

sus u o nibres })01 medio del va or caballerescoque cartel criza los principios el siglo diez y SCIS.

En muchas kiiiilias de Caracas lit, hallado

gusto por la i IIS 1 tU CCI OIL , t;oIt OCI II ILCII tu de losmodelos de literatura francesa t italiana, y unapredileccion decidida 1Sór Ja música que cultivan

con éxito v que sirve ñ unir las diircntes clases

de Ja sociedad, como lo lince siempre la cultura

de las bellas ¡irles. Las ciencias exactas, el diseño

y la pintura, 110 tienen aquí tirios grandes esta-blecimientos cuino , Méjico y Santa Fódeben it la munificencia del gobierno español

al celo patriótico 'le los nacionales en medio

de una naturaleza tan prodigiosa y tan rica en

proc] tICCIOUCS, nadie se ocupa del estudio de la

plantas y de los minerales cii aquellas costas

Solamente Cii un convento de Sa n Francisco lic

hallado un venerable anciano 1 que calculaba el

almauac para todas las provincias de Venezuela

El padre Pute.it,.

228 T.1BRO Iv.

y que tema algunas Iiociows exactas sobre ci

estado de la astronomia moderna nuestros ins-trumentos le interesaban vivamente, ' un dia

vimos con grande sorpresa llenarse nuestra casa

de todos los frailes de San Francisco, que desea-ban ver una brújula de iriclinacioii. La curiosi-

dad que excitan los feuomenos ííicos, aumenta

cii un pais minado por los fuegos volcánicos, ybajo un clima donde la naturaleza se manifiesta

tan i ni OUCIi Le y tan i a is teriosanien te agi lada.En una regioli que ofrece aspectos tau maravi-llosos crein yo encontrar muchas personas queconociesen perfectamente las altas ijion tafias del

contorno; mas fué varia ini esperanza, pues no

pude descubrir un solo hombre que hubiese su-

bido hasta la cumbre de la Silla. Nuestros paseos

se dirijian cotnunLuente háeia dos plantacionesde café situadas entretite de la Silla, cuyos due-

fi os eran ho m bres de m i. trato ni ny agradable

desde alli, examinando con el anteojo la rapidez

de las cuestas de las montañas y la forma de dos

picos que la terminan, ¡)odiafl)oil apreciar las di-

ficultades de subir ¿t la cima.EL capitan general, el señor de Guevara. nos

CAI'ni:Lo XLIX 29

hizo dar PUCS por el teniente (le Cliac:io ; quina¡1(35 CUVIO UTUIS negros (1110 conúCiarI III) poco elsendero que. conduce )I.cia las costas por lascrestas de las tiion taÑas 1 •cercadel pico occi-

dcii tal de la Sil la, Ejee uci i a ti esta senda los con-(raband istas ; mas ni nuestros guias ni los itoin-bies mas oxperi inetitados de la milicia emplea-dos cii perscg u r ci contrabando en aquellos

sitios sal'.agcs Itahiaii jamas subido hasta elPico orienta] ChIC forma la cima irlas elevada

de la Silla.Pasamos la noche de] 2 de Enero cmi la Es-

tancia de los gallegos. plantacion de caí cercade la cita) forma hermosas cascadas ci pequeño

vio de Chacaito 1)ajar%dL) (le la itioti laña, y cavvndo

cii un ha vra neo bel la unen te som l)río y <1 ecoj'ad o.

iiiiiit'ti os en marcha á las cinco de la ¡iiafiaria

acompañados de los esclavos que llevaban tutes-(rus instrumentos siendo entre todos diez yocho personas que iban unos (ras ol ¡'os por unsendero estrecho, trazado en una cuesta rápiday CUI)iWiil de gazoli. Por lo pronto tratamos tic

En Caiav.sI Ied.i

25(1 ¡.!IIXO iv.

subir ti la cima de it iia colina que fornia un es-pecie de promontorio de la Silla por la parte del

St1(I-OCStC; adonde llegamos á las siete. Estabala mañ ana fresca y herniosa el ciclo , hasta en-OIICCS recia favorecer u ucstra eNcli rsion ; el

termómetro se sosteriia de bajo de ifÇ. Nuestros

guias pcnsai)an que todavía nos faltariait seis

horas para llegar ti ¡.a de la Silla; cuya

subida, o ms Cali s;'(l a que ¡w] igrosa, desa iii ni ó ít

las personas cjut nos hablan aconi vuiatio desdela ciudad y que no estaban aeost nnbradas á

trepar las montañas: Perdimos mucho tiempo

en esperarlos y no DOS resolvimos a continuarsolos miesi i'O Cilhliill() hasta que VIJIlOS qiti: en

vez de subir, se bajaban todos de Ja motitafia.

El tiempo comenzaba lt nublarse, y conocimosU. )$onpland y yo, que bien pronto nos verianiosenvueltos en una niebla espesa temerosos de

que nuestros guias se aprovechasen de esta cir-

cunstancia para abandonarnos. hicimos pasardelari te de nosotros los que llevaban los instru-

[ruIneMos mas necesarios, Y continuamos tre-

pando las cuestas que se inclinan hacia la que-

braza de Chacaito. La locuacidad familiar de los

cArilULo NILJ. 231

negros criollos contrastaba con Ja gravedad de

los indios que nos li;iliiait acompañado constan-

teuleritecti las misiones de Caripe. Se cltanceal)an

sobre los que hablan renunciado tau pronto á

in proyecto preparado de antelnano s' atacaban

sobre todo it un joven fraile capuchino , prolesor

de niateinaticas que 110 habla cesado tic preco-nizar las ventajas de fuerza fisica y (le atrevi-

miento, que tienen los españoles curopeos sobre

los españoles americanos como habla perdido

ci animo, mucho antes que los criollos, pasó el

resto tic! Cija CH una plan (a Clon vecina, ocupadoen vernos escalar la montaña.

De los dos picos que forman la cima de esta

el oriental es el mas elevado, y al que debiarnos

llegar con nuestros instrumentos : el descenso

entre estas dos picos ha dado á toda la mon-

taña el nombre de la Silla , y desde esta hendi-

dura desciende hácia el valle de Caracas, tina

qucbraia de (juC va bentos hablado, la cual en

su origen ú cxtreiiiidad superior se aproxima al

pico occidental.

Por L, turnia de 1111,1 lifla tic iiiuntar.

P32. LIBRO W.

La 1) leE)) a nos en vol Vi a de cuando en citan (fo,

(landollos mucha i ti para reconocer nuestro

camino. Un a veta de tierra lmt'eelai ia Ha in ó

za uest va ateticion cuya tierra hin ¡ica cuino la

nieve es sin dticli el resto de un íelcicspato des-

compuesto. Estaba titos t q4o toesas , y SOl en¡-

banjo vimos cii u n barranco ñ la misma altura,

)1icia el este, un bosque entero de pal meras

(le las que llaman Palma real y que es una es-

))CCIC tic Üi'codoxa. Este rupo de palmeras en

ut j zt rcgiorm tan elevada, contrastaba imtlty sirigu-

lurwczt te con los sauces esparcidos en el fondo

IJIaS IciupLulo del valle de Canicas.

Dcs})mlcs de cuatro horas de marcha por las

sábanas, entran tos ci: una floresta Armada de

ai'Jiusti is y de arboles poco elevados, 1 Limada el Pc-

jual, sin duda ú causa dela grande abundancia del

pejoa (Can tlieri:i odorata) , piatifa cu ya hojas son

muy odoriferan (es. La citeta de las iii uutaim apa-

rece mas suave. 3' experiuien ta g uas un placer mex-

1 icahle • en examinar los vegetales de esta region

tal vez en ¡ai mg u tui otra r tic se halla Ti FCI1 u das

cii un corto trecho de terreno, producciones

tan 1 u'll as • y tan n otablcs en c tian tu la eo -

CÁI'ITI'I.0 VIII. :235

Grafía de las ¡danta, dli se encucuirni las razasde los oleandros alpinos, l'.'s thihaudias , losaud romedos. li)svacdnbuny los hetarias de hojasresinosas que liemos comparado varias veces alrllododeTUlritui (le ¡OS alpes tic Europa.

El licrinoso oleandro tic los Ancles o befaria,ha sido descrito por M. Mutis que lo lt:tbia ob-servado cerca de Pamplona y de Santa P6 de Do-zot;t por los 4c y

;° ( le latitud boreal : y eran tanpoco conocidos antes de it nestra exeulEstohl laSilla que ia) existía en casi iiintin herbario dela Europa; y ;iiut los sfibios edictures de la flo-

ta del Perú lo 1 iabia u descrito (O rl el , % Uevo

nombre de Acun na. As¡ corno los oleandros dela Laponia del (:;tucaso y de los Alpes ¡ se dil-acucian catite si, del ruasuto modo lasdos especiesde !nflria que Jicururís traído de la Silla'. sois rs-

• Rhnrjçijen(iruaji laponielin) . li •;uIICau'lJI)1 R. ierrii-ginettiu.0 y h. Iiirsutuin.

- 8/&rra g/aae'i D. idr(iisa. Vcase irrietr., tratado ilt /asp/tni tus •tftt?IlOCtttIhS. t. II . p.t 1s'- &2G que. ron it ene casi

lila iIlnnfl b t(i (L i couj1ulata del ,rIero t,ciiria qin delivaja

lle y li el unu-ibi e de brjat ti

234 LIflflO ¡Y.

pecifleatucilte distini;is (le las de Santa 14t (Ir Ib.

gota -. Cerca del ecuador los olcandros (le losAndes 2 cubren las montaijas hasta los [)ziflhllioS

mas elevados. á mil y setecientas toesas de al-tura. Atlel u laiidose 1 A cia el norte en la Silla (leCaracas, se les encuentra m ucho mas abajo zmenos de mil toesas y aun el befaria descu-bierto iii tiruamente cii la Florida i'° los 300 (lelatitud, veeta tambien en las colinas (le P0ci

cievacron. De este modo, estos arbustos des-cienden Ii :cia las Ha iturus fi medida que se alejan

del cenador, sobre u ri trecho de Goo leguas enlatitud el oleandro de Laponia vegeta igual-mente fi ochocientas ú novecientas toesas ITmaS bajo

que el c.lcandro (le los Alpes y de los Pireneos.Estraríanios no haber descubierto ninguna es-pecie de. befaria en las montañas de Méjico,

cutre los olearid F05 de Santa Fé. de Caracas yde la Florida.

1 Befarja &esluans y heI, ria resinosa.

2 Especialmente el B. trs(uans rte ,,;i, hs y dos especies

nuevas del licwisferio austral, que hemos descrito bajo los

uiouubres de R. CoaJt(a(a y /3 graud/lora.

CAPITULO XIII. :255

En el peqticfio bosque que corona la Silla

el befarja Jecljfblja no tiene mas de tres ó cuatro

pies (le alto: el tronco estJÍ dividido desde su base

en tui gran n (irneru de vñstago fr5gilcs y casi

verticilados ¡ las hojas son ovaladas. IUIICCOIUIIaS,

glaucas por debajo y rolladas ltítcizu bis extremos

toda la planta esta ciihie;'ta 'le pelos largos y

viscosos, y. un olor resinoso mu y agra-

dable. Las abejas visitan sus lic rinosa s flores

purpúreas 'jite estan tau abundantes como en

todas Lis plantas alpinas V quí . estatunLo bie;i

ahierias tienen cerca de tiria pulgada (le ancho.

En la floresta de la Silla vegetan cerca (le los

befarias de flor purpúrea , un hediotcs de hojas

de breto . (le ocho pies de alto; el caparosa

que es un grande hiperie it in :irborescen te , un

lel)i(l ill rn que parece idéntico con el tic Virginia

y erufin el lvenpnlium y el iriusto que entapiza

VIla capciosa (sirviendo de apoyo uu lorantui5 que

5e aprnpn e] suco amarillo (tel vismil) ¿aral/ra nitif()lia,

u ¿cran iim aetkt , aratín i,rlwrca .1 acq. y Ir p (1' Eral tLI. ti tea Fil.

1)05 nuevas especies de Jicopodiutii , el tfcyuidcs y el arista-

tatu, se muestran mas abajo bácia la puerta de la

(Vease nuestra Nora Gtu. et Sper., u. 1 p. 3S.)

n56 rinno IV.

las rocas s los troncos do los árboles. Lo que damis celebridad á este floresta es un arbusto de

i5 pies de alto (le la raza (le los coryni-biferos, al cual llaman los criollos incienso,

cuyas hojas coriñceas y recortadas, así como las

exticinidades de los ranios estati cubiertas deIII);I luna blanca. Es una nueva especie de fli-xis extremadamente resinosa, cuyas flores tie-nen el agradable olor del stbrax y este olores muy diferente (Id que exhalan las flores del

trixis tllerel)intinkc'a de las montañas (le la Ja-maica opuestas ú las (le Caracas. Algunas veces

se mezcla ci incienso tic la Silla con las flores cICI

Pevetera otra coitiposicion cuyo aroma sr pa-

rece al del heliotrope del Perú; sin embargo laPeveicra no se eleva en las montañas hasta la

zona tic'! befaria ; Sino que se 1)rOduCCCfl (ti valle

de Chucao , y las chunas de Caracas la empleaneti preparar una agila de olor mu y agradable.

Saliendo del bosque de arbustos alpinos , se

halla de nuevo una sábana : nosotros trepamos

tiria parte del pico occidental para bajar al des-

censo, o valle que separa los dos piços de la

Silla; ¿it e] cita) tuijiiO5 (liiC VCUCCF muchas

'dii. 23;

dificultades i causa (le la Fuerza de la Negetacion.

1 hu hotanico no adivinaría faciliviente que todo

el espeso bosque que cimbre el dicho valle. est;c

Fortn;nlo por una planta de la familia de los tun-

SflCCO. CS p1(IIiih)UnIeIiICt cina niararita ó he-

liconia; SUS hojas so ti h11-g:]s y lustrosas; elévase

liasta cabree ó pies de altura y sus

L;cgossuclI len tos, estali u rid os corno el rastrojo

(le las cafias (jiIO se riicAlecltia cii las regiones

ltIltflc(laS tIc la Eui'opa aiisiral.

Errando cii ust;i selva (le uiusacéos ó yerbas

arbnrescectbe nec d irigianios' siempre hacia el

lado cJe1 pico oriental que ti chiamos tomar cJe

repente cmos Imallainos einuc!tos por iclia densa

niebla. Solo la brúiila podia gitianios. pero ca-

iIij(Jitllcj o hacia el ijuite icos expocilarnos , a cada

paso , dar con el borde del espantoso pite!-

pici(m ¿it rocas (lile desciendee CflSi peipetiti iCU-

¡armen te húcia el inar a seis mil pies de 1;roftitm-

didad ; por lo que Fué preciso pararnos. Por

lo rt iiti.i • no5 Ita [flan alcanzado los negros que

Sci tainiuto, i\ raza de tui pLi ¡uno,.

3 \ i;iiulci doii:

258 LIBRO IV.

traian nuestras provisiones )' agua, y determi-narnos

tomar aig un sustento; mas nuestro ban-

quete no fuú largo, pues no encontramos mas

que olivas y un pOCO de pan, despues de haber ve-

lado casi toda la noche y de haber aridado nUeve

horas sin 1 inflar un arroyo.Como no era jants de las dos de la tarde, te-

11181110$ CSJ)eraiIZil (1u poder subir it la cima orien-

tal de la Silla antes de 1)OUCFSC el sol, y tic bajar

despues al valle que separa los dos picos; cii ci

cual peiistlaiiaos pasar la noche encendiendo

1111 gran fuego , y haciendo ce ustru ti r por los

11 cgi'OS una cabaña ¿bn las boj as largas y delgadascid helicoitia. Apenas ltabiautios tatuado estas

disposiciones. ctindo COfllCfl7.t) it soplar e1 viento

de levan te COhI mucho 11 Ñ1)CLU tIc? Lado ci el ¡ita rvn menos (le das minutos ilesapareciérori las

nubes, y se titostraroti it nuestra vista las dos

cúpulas de la Silla it una proximidad extraorcii-

nana.El mercurio se mautenia 4 21 pulgadas 5,7

lineas. Nos dirijimos en derechura hitcia el pico

oriental la vegetacion nos oponia ya menosobstáculos y todavía hubo que derribar algu-

CAPíTULO XIII. 259

1105 Iteliconia .Va cl3Ii ifiOflOS ClCYa(l05 S' CS-

tabaii menos espesos. Los picos de la Si¡¡:¡ , se-

LIII 11W!) os dicho, no es La u cii biertos SItIO tic

grainineas y de pequeños arbustos de befliria

atribu yese la laha de árboles en las dos cimas,

la aridez del suelo, it la impetuosidad de (os

'lentos del mar y á los incendios tan frecuentes

ca todas las ¡noii taitas de la reglan equinoccial.

Tres cuartos de hora nos costo llegar á la CL[U8

de la pirámide, en la cual solo por algunos mi-nutos gozamos de la eoiuplvta ser(!ii 1(18(1 Ivl

ciclo nuestra 'isla abrazando tina vasta exten-

SiOli de pais se dilataba II acta ci norte sobre elmar, y hacia ci medio d ¡a sobre el fértil vallede Caracas. El barómetro de sostuvo ñ 2o pul-

gadas 5 6 líneas; la temperatura del aire era de3 7: ¡tOS hallabamos it la altura de 1350 toesas

de donde la vista alcanza una cxteflsiøfl (k mar

(le 1I'CiIttB y SC}S ieizllas ole radio.

La montaña no es mu y singular por Su altura

(pIe es cerca de cien tot:sas menor que la (le]

Canigon ; pero seclistingiie cíe todas las montañas

que yo he recorrido por el enorme precipio queofrece por la pa rte del mar. La verdadera i ud i-

240 ¡JuRO LV.

nactun de la cuesta ¡nc ha j nrccido por un cAl-

:iiki exacto (le 53 3' . l.a itielutuaciozu ¡uculia

del p ¡co de Tened fe apenas. es (le i 2' 3n' : mi

FCCICIO (le seis it siete ¡1)11 pies como el de la

silla de Caracas es un fenómeno miit:lio masraro (le lo que se i tnai nao los que recurren las

montañas sin rnmtir su altura. su ¡nasa y sus

e tu 5 1; t s.El pico redondeado en forma de media naranja

occidental de la silla nos ocultaba lii vista tic lacin'lad de Caracas; PCI-o distiiiquiianno las casas

mas mmed ¡a tas, los lugares, de Chaeno y de

Petare. lasplantaciones de c,thé y el curso del rioGn:iire cIlY:i p(qtieí1fl Cotrielite iellectaha una luz

plateada. La fitj:i estrecha de terreno cultiva(¡(,formaba un contraste agradable con el aspectotriste y sal v;ee ib las niontafias ilituCci ¡atas.

Reuniendo Ino un golpe de vista este vasto

paisrige, apenas Se celia nmieitos el no ver, las so-ledades del Nuevo Mutido adornadas con la ini:i-

Las cliçrvacioiies dii laujititi dan por la di,tançia hon -IOIIIaI del pie de la montaña, cerc.' de Caravall cclii ú ja ver-

1 leat que pa3ru por lo cima, eçeasaincljte 1000 iOeSa.

CAPiTULO XIII. 241

gen de los tiempos pasados. Por todas partes

donde, bajo la zona tórrida, la tierra Iterizada

d' montañas Y cubierta de vegetales ha conser-

vado su primitivo aspecto, el hombre no septe-

senta Como el centro de la creacion lejos • de

domar los elementos solo trata (le distracrsc. 1 su

imperio; los cambios q ¿e han hecho los sa]vagcs

desde das siglos it esta parte. ú la superficie del

globo, desaparecen por medio de los (IIIC pt'odti-CCII CLI pocas horas, la accioit de los fuegos stil,

terráneos, las iciu id. ir¡ oncsd los nos caudilosos

y la violencia de los tetupesindes. La lucha de

los elementos entre si, es lo que caracteriza en

CE.Nuevo Mundo el cs j ,ccUculo de la naturaleza.

[.- o [fl5 sin populacion se presenta al habitante

(le la Europa cultivada, como una ciudad aban-

donadaada por sus habitantes. Cuando se 1 ia vivido

durante algunos años en las selvas (le las regio-

¡les bajas. ú en las faldas de las Cordilleras

cuando se han visto paises de una extension igual

(t la de toda la Francia, pie no contienen sino

LIII corto inniero de cabañas esparcidas, \a Ile

se asusta nuestra im:ginaciull al %rr aquella vasta

soledad; sino que se aco5tuulbra la idea de unti. 1G

242 LLMk) IV.

mundo que no alimenta sino plantas y animales,

y donde él hombre sal vago no ha hecho jamas

resonar el grito de la alegria ni los gemidos del

ilóli*:Bajñrnosde la cúpula orlen tal de la Silla y cog-

imos'l paso, n1agramjriea que forma, no so-

laihStc un nuevo género mu y particular -sinoque, con pande acimiracion nuestra, la hemos

llado despues sobre la cima del volcan de Pi-

dhinéha,cn el cmnisferio austral ñ 400 leguas dedistancia de la Silla '. El lichen tioridus tan co-unza en el norte (le

la Europa. cubria las ramasdel Beibria y de la Ganitheria odorata, y bajaba

1matacl frcinco de estos arbustos.

A las cüatro y media de la tarde concluimos

nuestros observaciones, y satisfcc'hos del felizéxito de nuestro vinge no olvidamos que era

-peligroso ci bajar en la obscuridad por Cuestasescarpadas, cubiertas de un gason raso y deli-

cioso. Abandonamos el proyecto de pasar la no-che entre los dos pitones de la Silla, y habiendo

hallado el sendero que al subir nos hobiamnos

Aegc'pogQn rcnchroides.

(a Pi Fe LO % LII. 243

nbierto por inedia del espeso bosque (le IleUco-tilas, llegamos ñ la region de los arbustos resi-

nosos y odoriferantes. 'La hermosura de los Be-

faria, 'y sus ramas cubiertas de grandes •flores

.1urj;úreis atralan dic nuevo nuestra atencion:;

cuanilo en aquellos climas se •recojen plantaspara hacer-herbolarias se experiloentu tanta mas

'dificultad en la decéion cuanta mayor es lafrondosidad deila vegétacion.

Nos detu-imos taüto tiempo que nos -sor-

prendió la noche fi la entrada de la sábana4)00 toesas de altura. Corno entre los trt'picos,el crepúsculo-es casi:jtulo, dela mayor claridaddel din se pasi súbitamente ú las tinieblas: es-taba la luna sobre el horizonte, aunque el disco

se cubria de tiempo en tiempo con gruesas nubesenviadas por un viento filo - impetuoso. Mar-

chabamos en una larga fila ayudándonos con

las manos para no rodar cayendo: los guias que)levabnn nuestros instrumentos nos abandona-ban poco á poco para quedarse á dormir en la-montaña.

La niebla habla ido desapareciendo en el fondo

del valle: las ¡tices -esparcidas que veiamos de-

a44 LIBEO IV.

bajo de nosotros nos causáron una grande ilu-

sion las escarpaduras ptrcciau mas peligrosas

de lo que suri cii realidad ; y durante seis horas

de continuo descenso nos ercimos igualmente

cerca de las quintastas coloea(l as al pie (lo, la Silla.

Oiarnos mu y distin Lamente la voz de los hombres

el sonido de las guitarras: generalmente se pro-paga tau bien el sonido de abajo arriba, que enun globo aerostático á tres mil toesas, de ele-

vacion, se o ye algunos veces c1 ladrido de los

perrosAlasdiezde la noche]Iegautos al fundo del valle

abrumados (le litiga y (le sed : hablamos andadocasi sin iulerrupcion durante quince ¡toras; te-

nianios destrozadas las ¡iaiitas de los pies por laaspereza de un suelo pedregoso, y por el ras-

trojo duro y seco de las g ramíncas, pues liabia-mos tenido quitarnos las botas por ser de-masiado resbaladizas.

Pasamos, la noche al pie de la Silla: nuestros

amigos de Caracas babian podido (listinguiruoscon el anteojo, en la cima del pico oriental todos

• .M. Guay- Lu sjc CO SU ISCCU,IOIt tic ¡ $os.

CAPITULO 1111.

st interesaban en la rclacioii de nuestras fatigas,pero estaban poco satisfechos de una mediciónque no da ñ la Silla la elevacion de la mas alta

cima de los Pirineos.

Durante el viage Li la Silla, y en todas nuestras

excursiones cii ci valle de Caracas, tuvimos cui-dado en observar las vetas y los indicios de mi-U[IS ijue ofrecen las montarías de gneiss mas no

habiendo seguido un trabajo regular, nos con-tentamos con examinar las quebrazas los bar-raucos y las liciidkluras causadas por los tor-rentes en la estacion de las lluvias. La roca de

guciss haciendo lugar algunas veces ' á tannito de nueva knuacion y otras al esquilo iiii

c:o:eo, pertenece en Alemania, á las rocas masmetalíferas ; pero cii el nuevo continente no si.t

ha manifestado el gciciss hasta ahora corno ¡hUY

rico en minerales dignos de explotacion. Las

mas célebres minas (le Méjico y del Perú se lia-

s e ercia que la altura de la silla tic (:-

C35 Se dícreneiat)i poco de Li del pico de 1 enerik. Lael.

4mcric dcscr. ¡655. ¡i. 682.

Sobre todo cii 1,13 g:;i id c nitu i,a.

LIr,nn IV.

llaii en los equistas primitivos Y de transicion enlos pórfidos trapeaiios , eligi'auwaIJfc '. la pcc'drø

caIc:rca alpina. En varios puntos del valle de

Caracas el çnuneiss presenta u poco de oro clise-.

minado eu las pequeñas' veras (le cuarzo, de

plata sulfurada , (le eol)rc azulinlo y de galesia

pero se cludit si estas' camas ¡uctaliferas son has-tante ricas para pie IIIcrwcari.eusavos de expio-tacion estos eIisavos estan hechos desde la con-quista (le esta provincia ii iitcdwdos del siglo i G.

Cuando un gobernador llega t estas costas

no puede hacerse valer cm la ' corte sino vio-iando. las minas de la provincia, y Pan des-

pojar la concupiscencia. (le la parte que tiene

(le bajeza y . desagrado, se justificaba la sed'(le

oro por medio del empleo cue se suporila ciar

4, unas riquezas adquiridas por el fraude y la

violencia. o El. oro, dijo Cristoval Colon en su

• ú 1 ti ma carta al re y Fei'na nd o , e oro eS unacosa tanto mas necesaria 4 vuestra inagestad,

• cuanto que, para curnp ir ui,:l antigua 1ii'edk-

» CIOLI ; Jerusalem debe ser reconstruida por uit,• prilicipe de la monarq iuíu español.'. El. oro es

VI metal1 ilIus excelente. «' Lii cine piran csas

CA?ÍTTYL() Xii?. 247

• piedras preciosas que se buscan en las extre-¡iiidaues de la tierra? En que las venden y las

• ccniviectcn en oro. Con el oro in> sotan icu te se

• hace cuanto se quiere en este mundo, sitio que

• aun se puede emplear cii sacar niinas (lel pur-

• gatorio, y en poblar el Paraiso. Estas pala-

bras llenas (le candor é iugcuuidad iiiaiii íiestrtn

el siql() en que vivia Colon ; p° es de admi-rar ci ver un elogio tau pomposo de las riquezas

salir de la pluma de un hombre cnn vida ha

sido notada por tt;i noble desituteres.

Corno la conquista (le la provincia de Vene-zuela Corilcil?) pu t' itt extremidad occidental.las mo,tafias inmediatas Li Coro, Tocuyo y Bar-

i ni si nieto aL raj4romi las pri nievas , la a te ricion

(te los con q uistadores. E$tas inoiituíias reunen

las Cordilleras de la Nueva Granada, las de San La

de Pamplona, (le la Grita y ;k Metida, ¡i la

cadena de las costas de Caracas: este es un ter-reno tanto rnas iiiteresank, por el geulogo ,razoiz de que nitugun ina j ia , hasta aqui ha he-

ello :oiiocet' las ranui ficaciorues (le las IIIOJI tañas

cine dilatan, iiácia el nordeste, los páramos dei\ iquitao y de las Rosas que son los últimos

248 LIBRO IV.

(le los que llegan á i600 toesas de altura. EntreTocuyo, Ara me yflarquisimeto se levanta el grupode las montañas del Altar, que se une hácia elsU(loeste, con el páramo de las Rosas un brazoM Altar se prolonga húcia el nordeste por San

Felipe el Fuerte, reuniéndose á las montañasgrauiticas del litoral, cerca de POFtO-CÍL}ICIIIJ

el otro bi'azo se inclina hiQcia el este, irgtlay el Tinaco, para unirse it la cadena interior, it

Ja de Jusma, villa de Cura, y Sábina de Ocu-ma re.

Todo este terreno que acabamos de nom-brar, separa las aguas que van al Orinoco delas que caen en el inmenso lago de Maracaiboy en el mar de las Antillas. En dicho grupo de

nioxitañas occidentales de Venezuela, t rabajúronlos españoles desde el núo s551, la mina de orode Buda, que dió lugar it la fundacion de la

ciudad de Barquisimeto A Nueva Segovia; pero

estos trabajos, 35Í COiUO los de otras minas abier-tas posteriormente, fu&on bien pronto abatido-

nados. Despues de estas explotaciones de Burla;

CCFCU (le Barquisimeto, vienen por antigüedadlas del valle de Canicas y de las montaüas ved-

QJ\PITULO Y.M. 249

mis :1 la capital. Francisco Fajardo y su inuer

Isabel, de la nacion de los Giiaiqtterios. fun-

dadores , que (iit,ron, (le la ciudad del Collado

¿. Caravalleda, visitaban frecueiiteineiite. la altura

donde ho y está situada la capital de Veiie,nela

Je habian dado el nombre de valle de San Fran-cisco, V habiendo visto pepitas de oro entre lasmanos de los id i4euos , Fajardo consigil ii desde

e1 año 1 560, descubrir las Juiruts de los 'Teques 1

al sudoeste de Caracas, cerca del grupo de lasmontañas de la Cocuiza que separa los valles de

Caracas y de Aragua.Todavía nos queda por nombrar otro punto

que llamó la atcncion de los conquistadores

desde ci fin del siglo iG, por algunos indicios

de minas siguiendo el valle de Caracas h:Çcia el

este mas allá de Caurirnare, en ci camino deCaiiragua se encuentra un terreno iiioiitaüoso

y selvaz donde en el dia se hace mucho carbony que en otro tieiiipo se llamaba provincia ¡le los

Trece nños dnpues P11 1 575 .. O P. ÁviI:i nito (le

ti» alcaldes de la ciudad de lir:iiis. conhtitiA el tv;iliijci de

dichas minas que se llam4ron desde eiuóuce rcale minas

de N. S.

2 á0 r.inno U.

alarichcs. En aquellas montañas orientales deVcnçzncla ci griciss jasa al estado de un ecjitista

talcuoso, y contiene vetas de cuarzo auríkras

los trabajos comenzados antiguamente en estas

vetas han sido varias veces einprcndid ,os y aban-donados. Mas (le cien años estuviéron en el ol-vido las mmasde Caracas; pero un en tiempo muy

inmediato al nuestro, fi fines del siglo paEado,

el intendente de Venezuela don José Avalo se en-

tregó atodas las ilusiones que hablan lisongearlola aiubicioii de los conquistadores valióse (lealgunos niejicanos que no coiioctan ninguna

roen , y á quienes (ocio, hasta el nuca, les pare-

cia oro y plata. Los dos Gefes Pedro Mendana y

Antonio Henriquez teman cada (ILIO tres ¡nil pe-sos de sueldo; y no les convenia desanimar algobierno que no perdonaba gasto alguno para

acecicrar la explotacion. Los trabajos se ejeciit-

ron en ci barranco de Tipe y cii las antiguasminas de Baruta al sud de Caracas, donde tos

Indios recojian todavia en mi tiempo un pocode oro de Invage. Bien pronto se entibió el ido

'le la adininistracion, y despues de haber hecho

unos gastos tau exorbitantes como inútiles aban-

cA p ITl:Lo XIII. I5 i

(lofló euteratiieiitc la. C I1I 1) F0 53 de las minas (leCaracas.

Nosotros visitanios el barranco de Tipc situado,

en la parte del valle que se abre hácia el cabo

Blanco saliendo. de Caracas, se pasa cercala. gran. caserna de Sait Carlos por- lID terreno

ando '' pedregoso, dominado la derecha porel cerro de Avila y la cumbre, y ñ la izquierda

por la.moiatafía de aguas negras. Este desfiladero

ofrece mucho interes á la geologia ; es el puntodonde el valle de Caracas Se comunica cola ci

litoral por. los valles de Tacagun y de Tipe cerca

de Galia. Uit espinazo de roca, cuya cima se eleva

á cuarenta toesas sobre el. íondo.del valle (le Ca-racas y it mas de trescientas, sobre él del valle

de Tacagua, divide las aguas que corren hacia

el rio Guaire Y. ltácia el cabo Blanco. En el valle(le Tacagua encontramos nuevas habitadoru:sconucos, maiz y plátanos una plantacioll muy

extensa de Nopales dá fl este pais árido tui ca-

rácter particular ¡ clevatise hasta quince pies de

atiiia en forma de candelabros corno los cufor-

baos de Africa ; y los cultiva¡¡ para veiltIci' el

252 LIBRO IV.

fruto ¿ como refrescante en el mercado de Ca-

racas. La clase que no tiene espinas es llamada

en las colonias Tana (le ¡Lçj,ana, Sil¡ que se Sepapor qué ruzon 1am b ICII fllC(l i at lOS PU el ifil SI flO

Sitio los magticzis pita, CtI) mango cargado

de flores tenia hasta cuarenta y cuatro pies dedcv aci omm.

En el valle de Tipe eneojmtraLnos ci almi l te (le

varias vetas ¿le cuarzo, que presentan piritas

urrO spatico algunas señales de plat;i sulfu-rada, 6 glaner: y de cobre gris A falzier: .A pesar

de los gzastos hechos bajo la iii LCIIdCnCiA de

D. José Avalo. todavia parece indecisa la gran

cuestion (le Si 18 provincia (le Venezuela posee

minas dignas de explotacion. Aunq3ie en un pais

donde hay falta de brazos, el cultivo de la tierra

exil e la primera solicitud del gobierno, sin em-bargo , el tjemplo (le la Nueva Espaíia prueba

1)astaIlte (JIIC la explotacioit ele los metales no

daña siempre ;ml progreso de la industria agri-cola. Los campos mejicanos mejor culiivados

Es el que se conoce en la Pnniiisula ron ci nombre de

higos c/,a,nf,o.

CAPÍTULO Nf!!. 2 55

fas que recuerda» á los viageros las hermosas

carnpiüas de la Francia y de la Alemania meri-

dional, se extienden desde Sijao bñcia la ciudadde Leen, y avecinan las minas de Guanajuato,

que por si solas producen la sexta parte (le la

plata del Nuevo Mundo.