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Caritas Parroquial

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Cáritas

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  • Manualpara la Promocin y

    Acompaamiento de lasCritas Parroquiales

  • Orientaciones Generales

    Marco Doctrinal y Orientaciones Pastorales de la iglesia

    Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

    Diseo y Diagramacin:

    Impactum Creativos

    Manualpara la Promocin y Acompaamientode las Critas Parroquiales

    Indice

    PRIMERA SESIN, Introduccin1. Al Alba del Tercer Milenio2. Al servicio de la verdad de la vida plena del hombre3. Bajo el signo de la solidaridad del respeto y del amor

    SEGUNDA SESIN, Doctrina Social: Una luz para la misinde la Iglesia en el mundo1. Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio2. Evangelizacin y promocin humana 3. Hacia una nueva sociedad reconciliada en la justicia y en el amor4. Opcin preferencial por los pobres y excluidos5. Visin del desarrollo humano integral6. Designio del Amor de Dios para la humanidad. Accin liberadora

    de Dios que salva en la Historia de Israel7. Jesucristo, cumplimiento del designio del Amor de Dios8. La Iglesia, Morada de la Caridad9. Tarea evangelizadora y Doctrina Social de la Iglesia

    TERCERA SESIN, La Persona humana en el designio de Dios1. Dimensiones de la persona humana2. La unidad de la persona3. La apertura de la persona a la trascendencia4. La Libertad de la persona5. Igual dignidad de todas las personas 6. Sociabilidad humana7. Los derechos humanos

    Primera Edicin: Agosto 2011

    Tiraje: 2,000 ejemplares

    Hecho el depsito legal en la Biblioteca Nacional del Per No.........................

    Impreso en Per

    Presentacin a la Edicin

    Impresin:

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  • Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

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    CUARTA SESIN, La familia, Clula Vital de la Sociedad1. La familia, Santuario de la vida2. La familia y la persona humana3. La familia y la sociedad4. La familia y el Estado5. El matrimonio, fundamento de la familia

    QUINTA SESIN, Vida Econmica 1. El trabajo humano2. El hombre, la pobreza y la riqueza3. La economa y la globalizacin4. Economa y empresa5. La Comunidad Poltica - El Seoro de Dios y el Reinado de Cristo6. Comunidad poltica, persona humana y pueblo7. Justicia y caridad8. Los cristianos en la vida pblica9. La Comunidad Internacional y la cooperacin internacional para el desarrollo

    SEXTA SESIN, El Cuidado del Medio Ambiente

    REFLEXIN FINAL: Hacia una Civilizacin del Amor1. La inculturacin del Evangelio o la evangelizacin de la cultura2. Recomenzar desde Cristo3. Con una esperanza slida4. Para construir la civilizacin del amor

    La Critas Parroquial La Critas ParroquialVida y RelacionesLa Critas Parroquial la construccin de un proceso formativoLa construccin de la Critas ParroquialEl estatuto de la Critas ParroquialLa Critas Parroquial y la pastoral de conjuntoLa Critas Parroquial y la Critas DiocesanaLos animadores de la Critas Parroquial

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    Orientacin hacia la organizacin concreta de lasCritas Parroquiales 60

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  • 7Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

    Siento mucha alegra al presentar este Compendio sobre el ser y quehacer de las Critas parroquiales. Tengo la esperanza de que esta iniciativa que hoy nos presenta la Oficina de Asesora Pastoral de Critas del Per, acompaada por Mons. Hugo Garaycoa, Obispo Emrito de Tacna y Moquegua y asesor pastoral de Critas del Per, pueda seguir animando, alentando y fortaleciendo la caridad de Jesucristo vivida en el corazn de la comunidad parroquial.

    Han pasado muchos aos desde que comenzamos a dar vida y aliento a esta iniciativa pastoral. Se han realizado un sinnmero de encuentros, jornadas, talleres y retiros, tanto con agentes pastorales, como con seminaristas, religiosos y presbteros de muchas jurisdicciones eclesiales a nivel nacional, donde se ha reflexionando, organizando y buscando concretizar el rostro y las manos de la misericordia y providencia de Dios en la atencin a los mas necesitados. La comunidad de creyentes, organizada en torno a la caridad, desde las Critas parroquiales, promueven mayores y mejores compromisos para que el Don de la vida y la dignidad de toda persona, sobre todo de los ms pobres, pueda desarrollarse plena e integralmente.

    SS Benedicto XVI en su encclica Critas in Veritate nos afirma que: todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera autntica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocacin que Dios ha puesto en el corazn y en la mente de cada ser humano. Jesucristo purifica y libera de nuestras limitaciones humanas la bsqueda del amor y la verdad, y nos desvela plenamente la iniciativa de amor y el proyecto de vida verdadera que Dios ha preparado para nosotros (CV n.1). Queremos que las critas parroquiales puedan inflamar y sostener este impulso interior de toda persona por hacer el bien y servir a sus hermanos. Esta vocacin, a salir de uno mismo, a donarse al otro, a dar la vida por amor, como Jesucristo nos ha enseado, es la base y el fundamento para organizar la caridad, las Critas parroquiales.

    Los hombres, destinatarios del amor de Dios, se convierten en sujetos de caridad, llamados a hacerse ellos mismos instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios y para tejer redes de caridad (CIV n.5). Todo ser humano est llamado al amor, al servicio, al encuentro fraterno y solidario con el otro, a la donacin de s mismo, este es su deseo y aspiracin mas profunda. Todo ser humano camina hacia el amor, hacia el encuentro total y definitivo con su Creador, en la caridad vivida en la verdad, todo hombre se hace imagen y

    Presentacin a la Edicin

  • semejanza de Dios y se realiza plenamente. Las critas parroquiales estn llamadas a ser verdaderas escuelas de santidad, solidaridad y comunin que permita a la comunidad eclesial a vivir el mandamiento del amor, desde una nueva imaginacin de la caridad.

    ... la santidad no es otra cosa que la caridad plenamente vividaha difundido ampliamente su amor en nuestros corazones por medio del Espritu Santo, que nos ha sido dado (cfr Rm 5,5); por esto el primer don y el ms necesario es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prjimo por amor a l, nos deca hace unas semanas el Papa Benedicto XVI. Por lo tanto la Caridad vivida en comunin eclesial se convierte en confesin y testimonio de nuestra fe, hace visible el amor que Dios tiene por todos y cada una de las personas. La actividad caritativa cristiana, ms all de su competencia profesional, debe basarse en la experiencia de un encuentro personal con Cristo, cuyo amor ha tocado el corazn del creyente suscitando en l el amor por el prjimo. El programa del cristiano el programa del buen Samaritano, el programa de Jess es un corazn que ve. Este corazn ve de dnde hay necesidad de amor y acta de modo consecuente.

    Retomando el mensaje de la encclica Deus Critas est, SS Benedicto XVI nos confirma que "para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que tambin se podra dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestacin irrenunciable de su propia esencia". (n. 25)

    Espero que este valioso material, fruto de lo trabajado todos estos aos y del rico magisterio social de nuestra Santa Iglesia Catlica pueda ayudarnos a vivir en santidad nuestro discipulado y misin en favor de a vida. Somos conscientes de que toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y acta en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre (CIV n.11)

    Que Santa Mara, madre de la Caridad, los acompae y los gue en este ministerio de acoger y servir a los preferidos del Seor, en los cuales su Hijo en persona ha querido quedarse. Mara madre del Amor, ruega por nosotros.

    Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

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    Mons. Miguel Irizar CamposPresidente del Directorio

    Critas del Per

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    Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

    La Oficina de Asesora Pastoral de Critas del Per, pone a tu disposicin, este documento que puede servir para que las Critas diocesanas tengan un material (primera parte) que les sirva para afianzar la Doctrina Social de la Iglesia y hacer realidad nuestra Misin del Plan Estratgico

    Orientaciones Generales

    Iglesia Comunin y las Critas Parroquiales

    Nuestra misin es el servicio de la caridad y la solidaridad -que es ley de vida del Reino de Dios que va madurando aqu y ahora en la historia hacia su plenitud- animando, acompaando y comprometindonos, a la luz del Evangelio y desde la Doctrina Social de la Iglesia, en el proceso de transformacin de la sociedad peruana en orden al bien comn, viviendo como autnticos discpulos misioneros de Jesucristo; creando conciencia social e impulsando procesos de promocin integral de los pobres y excluidos para que asuman un liderazgo cristiano al servicio de sus comunidades; defendiendo el don de la vida desde su concepcin hasta su trmino natural, la familia y la creacin, promoviendo el uso racional de los recursos naturales en los procesos de desarrollo sostenible.

    Misin del Plan Estratgico

    Dentro de la estructura de la Dicesis estn las Critas Parroquiales, como entidades ms vinculadas al quehacer de las parroquias y por lo tanto a la accin pastoral de las Dicesis, tambin vinculadas con las Critas diocesanas.

    Adems de la parte doctrinal, la segunda y tercera parte son un servicio directo a las Critas Parroquiales para que sean fruto de una fe activa que haga una realidad la propuesta proftica del Beato Juan Pablo II que en la Novo Millenio Ineunte, nos invita a Construir una Iglesia Comunin y ciertamente uno de los medios son las Critas Parroquiales.

    Ponemos en tus manos este documento de trabajo y nos encomendamos a Nuestro Seor y su Santsima Madre, bajo cuya proteccin ponemos este modesto trabajo.

    Oficina de Asesora PastoralCritas del Per

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    Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

    Este material que aqu te entregamos, es para que, poco a poco, lo reflexiones y as avances en el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia.

    Cada sesin te da un tema a reflexionar y tiene unas preguntas para profundizar e ir buscando lneas de accin.

    Si bien es cierto, que el material est tomado del Plan Estratgico de la Red Critas en el Per, de tu reflexin y asimilacin, saldr la estructura y accin de tu propia Critas Parroquial y all est la riqueza que da pluralidad y al mismo tiempo la unidad.

    Marco Doctrinaly Orientaciones Pastoralesde la Iglesia

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    Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

    Que todos los miembros de la Iglesia, sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos en compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegras y las esperanzas de los hombres, y as les mostremos el camino de la salvacin

    Introduccin

    En los albores del Tercer Milenio de la era cristiana estamos llamados a responder al desafo de transformar la realidad social con la fuerza del Evangelio, dando testimonio como seguidores comprometidos de Jesucristo.

    Somos conscientes de que el anuncio de su Palabra, buena nueva de salvacin, de amor, de justicia y de paz, no encuentra fcil acogida en el mundo de hoy, aquejado an por tantas miserias e injusticias. Por esto, el hombre de nuestro tiempo tiene ms que nunca necesidad del Evangelio: de la fe que salva, de la esperanza que ilumina, de la caridad que ama y acta sin condiciones ni retribuciones de tipo material.

    Este Evangelio -esta buena noticia- es, sobre todo, un hombre: Jess de Nazaret, en quien tenemos la gracia de reconocer a Dios que se ha hecho uno de nosotros para ser camino, verdad y vida (Jn 14, 6) para todos. Por lo tanto, no podemos dejar de mirarlo todo desde l; y en l, hacernos expertos en humanidad, indicando a cada persona el sentido autntico de su vida: el hombre que vive en

    1plenitud su dignidad da gloria a Dios, que se la ha donado .

    Nuestra misin como Critas es trabajar por devolver al hombre su plena dignidad personal, y el amor caritas es la fuerza extraordinaria que nos ha de mover a comprometernos con valenta y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Una caritas que debe defender la verdad, proponerla con humildad y conviccin,

    2y testimoniarla con la vida .

    1. Al alba del Tercer Milenio

    Renato Card. Martino, Presentacin del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Cf. Caritas in veritate, 1

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    Primera Sesin

    Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

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    La Iglesia, pueblo de Dios peregrino en la tierra, se ha adentrado en el Tercer Milenio de la era cristiana guiada por Cristo, el gran Pastor (Heb 13,20). Nosotros, integrantes de la Critas peruana y parte activa de la Iglesia militante, confirmamos nuestra fe y nuestra esperanza en el nico Salvador y fin de la historia.

    Jess vino a traer la salvacin integral, que abarca al hombre entero y a todos los 3hombres, abrindoles a los admirables horizontes de la filiacin divina . Por ello,

    la Iglesia sigue interpelando hoy a todos los hombres de todos los pueblos, porque slo en el nombre de Cristo se da al hombre la salvacin.

    En relacin al desarrollo humano, Benedicto XVI acude al magisterio de la encclica Populorum Progressio para sealar que el anuncio de Cristo es el primero y principal factor del desarrollo que, para ser integral, debe ser un desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres en el paso de condiciones

    4menos humanas a condiciones ms humanas . Para que este proceso sea pleno, se necesita un encuentro personal con Jesucristo. A partir de l estamos llamados, por un lado, a superar una visin que reduce el desarrollo de los pueblos a lo econmico, a lo poltico, al asistencialismo social; y, por otro, a ser testigos y misioneros del Seor en un mundo que ha perdido el sentido de la vida, como nos recuerda la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe celebrada en Aparecida. La pobreza de nuestro continente radica en el egosmo personal y estructural que unas veces no conoce y otras rechaza abiertamente el mandamiento del amor.

    El magisterio social de la Iglesia nos ensea que la evangelizacin es promocin humana. As podemos superar posturas dualistas como: primero formamos al hombre y despus al cristiano, o: no es suficiente la caridad, se necesita primero la justicia. Porque el hombre no est completo si no es cristiano, y el cristiano es el hombre completo. Del mismo modo, la caridad no puede ser injusta, y la justicia no es algo que el hombre pueda darse a s mismo. Es necesario partir de Cristo para que el hombre se encuentre a s mismo, su rostro humano, y, por consiguiente, para que pueda vivir una solidaridad con los

    5dems . La solidaridad es fruto de la comunin que se funda en el misterio de Dios uno y trino, y en el Hijo de Dios encarnado y muerto por todos. Se expresa en el amor del cristiano que busca el bien de los otros, especialmente de los ms

    6necesitados .

    2. Al servicio de la verdad de la vida plena del hombre

    Redemptoris missio, 11Cf. Caritas in veritate, 8P. ngel L. Lorente, Sin Cristo, no puede haber desarrollo, en Diario Hoy (04-08-2009), TarapotoEcclesia in America, 52

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    Marco Doctrinal

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    El amor tiene por delante un amplio trabajo al que la Iglesia quiere contribuir tambin con su Doctrina Social, que concierne a todo el hombre y se dirige a todos los hombres. Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto: Cmo es posible que, en nuestro tiempo, haya todava quien se muere de hambre; quien est condenado al analfabetismo; quien carece de la asistencia mdica ms elemental; quien no tiene techo donde cobijarse? El panorama de la pobreza puede extenderse indefinidamente si a las antiguas pobrezas aadimos las nuevas, que afectan a menudo a ambientes y grupos no carentes de recursos econmicos, pero expuestos a la desesperacin del sin sentido, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginacin o a la discriminacin social [] Podemos quedar al margen ante las perspectivas de un desequilibrio ecolgico que hace inhabitables y enemigas del hombre vastas reas del planeta? O ante los problemas de la paz, amenazada a menudo por las pesadillas de las guerras? O frente a la violacin de los derechos humanos fundamentales de tantas

    7personas, especialmente de los nios? .

    Llegados a este punto, debemos preguntarnos: cmo podemos contribuir como Critas a la solucin de los urgentes problemas sociales y polticos, y responder al gran desafo de la pobreza y de la miseria? Los problemas de Amrica Latina y del Caribe, as como los del mundo de hoy nos recuerda Benedicto XVI en Aparecida son mltiples y complejos y no se pueden afrontar con programas generales. Sin embargo, la cuestin fundamental sobre el modo como la Iglesia, iluminada por la fe en Cristo, deba reaccionar a estos desafos, nos concierne a

    8todos .

    El mismo Papa, en su encclica Caritas in veritate, nos propone lineamientos generales de una accin fecunda y renovadora al hablar de la caridad como expresin autntica de humanidad y como elemento de importancia

    9fundamental en las relaciones humanas, tambin las de carcter pblico ; 10caridad que es la va maestra de la doctrina social de la Iglesia ; caridad que se

    debe practicar a la luz de la verdad, sin la cual caera en un mero 11 sentimentalismo sin respuestas a estos desafos.

    3. Bajo el signo de la solidaridad, del respeto y del amor

    Novo millenio ineunte, 50.51Benedicto XVI, Discurso inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano ydel Caribe - Aparecida, 4Caritas in veritate, 3Cf. Ibid., 2Cf. Ibid., 3

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    Critas, en estado permanente de misin, camina junto a toda la humanidad por los senderos de la historia, viviendo en el mundo aunque sin ser del mundo (cf. Jn 17,14-16). El Concilio Vaticano II, la voz ms autorizada de la Iglesia, ha querido dar una elocuente demostracin de solidaridad, respeto y amor por la familia humana instaurando con ella un dilogo acerca de todos estos problemas para aclarrselos a la luz del Evangelio y poner a disposicin del gnero humano el poder salvador que la Iglesia conducida por el Espritu Santo ha recibido de su Fundador. Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana

    12la que hay que renovar . Pero esto implica un gran reto para todos y cada uno de nosotros: la decisin de recorrer juntos un itinerario de conversin que nos lleve a ser discpulos de Jesucristo y testigos de su Amor al hombre, y particularmente al hombre que sufre: Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estaba de paso y me alojaron; desnudo y me vistieron; enfermo y me visitaron; preso y me vinieron a ver Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el ms pequeo de mis hermanos, lo hicieron conmigo (Mt 25, 35-36.40).

    Se habla mucho del desarrollo econmico del pas, pero sigue habiendo pobres:

    Crees t que es una solucin el que Critas sea una entidad de beneficencia o debe ser una entidad promotora del desarrollo integral del hombre?Elabora cinco frases que reflejen este ltimo pensamiento.

    Investiga a tu alrededor e identifica cules de estas situaciones se estn dando y ponlas en comn con tus compaeros.

    Reflexin:1.

    2.

    Prioriza la lista y comiencen a trabajar, uno por uno.3.

    Gaudium et spes, 312

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    Manual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas ParroquialesManual para la Promocin y Acompaamiento de las Critas Parroquiales

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    La Doctrina Social de la Iglesia es el esfuerzo de sta, para hacernos responsables del mundo y de la unidad.

    La Historia de Israel nos muestra el amor de Dios por su pueblo. Hoy nosotros somos el Pueblo de Dios. Y de la lectura, qu descubres como proyecto de Dios para nuestra vida, tanto en el plano personal como el proyecto pastoral?

    Introduccin

    Segunda Sesin

    La Doctrina Social de la Iglesia es un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, poltica y econmica de la humanidad, basada en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia Catlica. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia y el Catecismo de la Iglesia Catlica la definen como un cuerpo doctrinal renovado que se va articulando a medida que la Iglesia, en la plenitud de la Palabra revelada por Jesucristo y mediante la asistencia del Espritu Santo, lee los

    13hechos segn se desenvuelven en el curso de la historia .

    Nada, pues, tiene de extrao que la Iglesia Catlica, siguiendo el ejemplo y cumpliendo el mandato de Cristo, haya mantenido constantemente en alto la antorcha de la caridad durante dos milenios, es decir, desde la institucin del antiguo diaconado hasta nuestros das, tanto con la enseanza de sus preceptos como con sus ejemplos innumerables; caridad que, uniendo armoniosamente las enseanzas y la prctica del mutuo amor, realiza de modo admirable el mandato de ese doble dar que compendia por entero la doctrina y la accin social de la

    14Iglesia .

    La Iglesia, partcipe de los gozos y de las esperanzas, de las angustias y de las tristezas de los hombres, es solidaria con cada hombre y con cada mujer de cualquier lugar y tiempo, y les lleva la alegre noticia del Reino de Dios que con

    15Jesucristo ha venido y viene en medio de ellos . Para la humanidad, la Iglesia es en este mundo el sacramento del amor de Dios, el proyecto visible del amor de

    16Dios hacia la humanidad y, por ello, de la esperanza ms grande, que activa y sostiene todo proyecto y empeo de autntica liberacin y promocin humana.

    Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 104 Mater et magistra, 6 Cf. Gaudium et spes, 1 Pablo VI, Discurso del 22 de Junio de 1973

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    Doctrina social: una luz para la misin de la iglesia en el mundo Con su Doctrina Social, la Iglesia se hace cargo del anuncio que el Seor le ha confiado: el Evangelio del Reino. En cuanto Evangelio que resuena mediante la

    17Iglesia en el hoy del hombre , la Doctrina Social es palabra que ilumina y libera. Esto significa que posee la eficacia de verdad y de gracia del Espritu de Dios, que penetra los corazones disponindolos a cultivar pensamientos y proyectos de amor, de justicia, de libertad y de paz.

    El Concilio Vaticano II nos recuerda que, con su enseanza social, la Iglesia quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales.

    18Busca fecundar y fermentar la sociedad misma con el Evangelio . Para ello es importante que en Amrica los agentes de evangelizacin (obispos, sacerdotes, profesores, animadores pastorales, etc.) asimilen este tesoro que es la doctrina social de la Iglesia e, iluminados por ella, se hagan capaces de leer la realidad

    19actual y de buscar vas para la accin .

    1. Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio

    En este esfuerzo por conocer el mensaje de Cristo y hacerlo gua de la propia vida hay que recordar que la evangelizacin ha ido unida siempre a la promocin humana y a la autntica liberacin cristiana. Amor a Dios y amor al prjimo se funden entre s: en el ms humilde encontramos a Jess mismo y en Jess

    20encontramos a Dios . Por lo mismo, ser tambin necesaria una catequesis social y una adecuada formacin en la doctrina social de la Iglesia. Es muy til para ello el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino tambin en las virtudes

    21sociales y polticas .

    La Iglesia, con su doctrina social, no slo no se aleja de la propia misin, sino que es estrictamente fiel a ella. La redencin realizada por Cristo y confiada a la misin salvfica de la Iglesia es ciertamente de orden sobrenatural. Esta

    22dimensin no es expresin limitativa, sino integral de la salvacin . Lo sobrenatural no debe ser concebido como una entidad o un espacio que comienza donde termina lo natural, sino como la elevacin de ste, de tal manera que nada del orden de la creacin y de lo humano es extrao o queda excluido del

    2. Evangelizacin y promocin humana

    Cf. Juan Pablo II, Homila de la Misa de Pentecosts - 1er. Centenario de la Rerum novarum, (19-05-91)Cf. Gaudium et spes, 40Ecclesia in America, 54Deus caritas est, 15Benedicto XVI, Discurso inaugural de Aparecida, 3Evangelii nuntiandi, 9

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    orden sobrenatural y teologal de la fe y de la gracia, sino ms bien es en l 23reconocido, asumido y elevado .

    Benedicto XVI, en su encclica Caritas in veritate, nuevamente recuerda las palabras de su predecesor Pablo VI, quien reconoci la estrecha relacin entre el desarrollo y la evangelizacin. Entre evangelizacin y promocin humana

    24(desarrollo, liberacin) existen efectivamente lazos muy fuertes . El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte de

    25la evangelizacin, porque a Jesucristo le interesa todo el hombre .

    Se requiere que las obras de misericordia estn acompaas por la bsqueda de una verdadera justicia social, que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promovindolos como sujetos de su propio desarrollo. En su encclica Deus caritas est el Papa Benedicto XVI ha tratado con claridad inspiradora la compleja relacin entre justicia y caridad. Ah nos dice que el

    26orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la poltica y no de la Iglesia. Pero la Iglesia no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por

    27la justicia .

    3. Hacia una nueva sociedad reconciliada en la justicia y en el amor

    La III Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, reunida en Puebla, ya identific la urgencia de esta opcin preferencial de Cristo por los ms pobres y excluidos, que debe concretarse en el compromiso evanglico de la Iglesia. Este compromiso est fundado en el testimonio mismo de Cristo: un compromiso con los ms necesitados. Se nos recuerda que la Iglesia debe mirar, por consiguiente, a Cristo cuando se pregunta cul ha de ser su accin evangelizadora.

    El Hijo de Dios demostr la grandeza de ese compromiso al hacerse hombre, pues se identific con los hombres hacindose uno de ellos, solidario con ellos y asumiendo la situacin en que se encuentran, en su nacimiento, en su vida, y sobre todo en su pasin y muerte, donde lleg a la mxima expresin de la

    28pobreza .

    4. Opcin preferencial por los pobres y excluidos

    Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 64Evangelii nuntiandi, 29Caritas in veritate, 15Deus caritas est, 28Documento de Aparecida, 385Documento de Puebla, 1141

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    Por esta sola razn, los pobres merecen una atencin preferencial, cualquiera que sea la situacin moral o personal en que se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios, para ser sus hijos, esta imagen est ensombrecida y an escarnecida. Por eso Dios toma su defensa y los ama. Es as como los pobres son los primeros destinatarios de la misin, y su evangelizacin es, por excelencia,

    29seal y prueba de la misin de Jess .

    Acercndonos al pobre para acompaarlo y servirlo hacemos lo que Cristo nos ense al hacerse hermano nuestro, pobre como nosotros. Por eso, el servicio a los pobres es la medida privilegiada, aunque no excluyente, de nuestro seguimiento a Cristo. El mejor servicio al hermano es la evangelizacin que lo dispone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve

    30integralmente ; asimismo lo capacita para trabajar, junto con los miembros de su comunidad, a favor de un autntico desarrollo humano integral.

    La opcin preferencial por los pobres es uno de los rasgos que marca la fisonoma de la Iglesia latinoamericana y caribea y, por tanto, una condicin sine qua non para la labor de Critas en el Per. Juan Pablo II, dirigindose a nuestro continente, sostuvo que convertirse al Evangelio, para el pueblo cristiano que vive en Amrica, significa revisar todos los ambientes y dimensiones de su vida, especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtencin del bien

    31comn .

    Como discpulos misioneros de Jesucristo estamos llamados a descifrar y contemplar en los rostros sufrientes de nuestros hermanos el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: los rostros sufrientes de los pobres son rostros

    32sufrientes de Cristo . Todo lo que tenga que ver con Cristo tiene que ver con los pobres, y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: Cuanto hicieron con uno de estos mis hermanos ms pequeos, conmigo lo hicieron (Mt 25,40). Juan Pablo II destac que este texto bblico ilumina el misterio de

    33Cristo . Porque en Cristo el grande se hizo pequeo, el fuerte se hizo frgil, el rico 34se hizo pobre .

    Slo la cercana que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legtimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opcin por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres. Da a da, los pobres se hacen sujetos de la evangelizacin y de la promocin humana

    Ibid., 1142Ibid., 1145Ecclesia in America, 27Documento de Santo Domingo, 178Novo millenio ineunte, 49Documento de Aparecida, 393

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    integral: educan a sus hijos en la fe, viven una constante solidaridad entre parientes y vecinos, buscan constantemente a Dios y dan vida al peregrinar de la Iglesia. A la luz del Evangelio reconocemos su inmensa dignidad y su valor sagrado a los ojos de Cristo, pobre como ellos y excluido entre ellos. Desde esta

    35experiencia creyente, compartiremos con ellos la defensa de sus derechos .

    Con la encclica Populorum progressio del Papa Pablo VI la reflexin y preocupacin sobre el desarrollo humano entra con fuerza en el Magisterio de la Iglesia. Frente a ideologas emergentes que valoraban al hombre slo por su dimensin productiva o econmica, Pablo VI seala que el verdadero desarrollo

    36humano debe considerar a todos los hombres y a todo el hombre .

    Benedicto XVI, en Caritas in veritate, retomando toda la extensa y profunda reflexin sobre este tema, nos seala que el desarrollo humano integral como vocacin exige tambin que se respete la verdad. La vocacin al progreso impulsa a los hombres a hacer, conocer y tener ms para ser ms. Pero la cuestin es: qu significa ser ms? A esta pregunta, Pablo VI responde indicando lo que comporta esencialmente el autntico desarrollo: debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre.

    En la concurrencia entre las diferentes visiones del hombre que, ms an que en la sociedad que vivi Pablo VI, se proponen tambin en la de hoy, la visin cristiana tiene la peculiaridad de afirmar y justificar el valor incondicional de la persona humana y el sentido de su crecimiento. La vocacin cristiana al desarrollo ayuda a buscar la promocin de todos los hombres y de todo el hombre. Pablo VI escribe: lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada agrupacin de hombres, hasta la humanidad entera. La fe cristiana se ocupa del desarrollo, no apoyndose en privilegios o posiciones de poder, ni tampoco en los mritos de los cristianos, que ciertamente se han dado y tambin hoy se dan, junto con sus naturales limitaciones, sino slo en Cristo, al cual debe remitirse toda vocacin autntica al desarrollo humano integral. El Evangelio es un elemento fundamental del desarrollo porque, en l, Cristo, en la misma revelacin del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre

    37al propio hombre .

    5. Visin del desarrollo humano integral

    Ibid., 398Populorum progressio, 14Caritas in veritate, 18

    35

    36

    37

    Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre l, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad

    38y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,22) . Y ste es el proyecto de Dios: una Historia de Salvacin, una Historia que empieza en Israel y que avanza hasta nuestro momento presente, en el que estamos llamados como nuevo Pueblo de Dios, como Critas a ser artfices y protagonistas.

    Sobre todo el fondo de la experiencia religiosa universal se destaca la Revelacin que Dios hace progresivamente de S mismo al pueblo de Israel. Esta Revelacin responde de un modo inesperado y sorprendente a la bsqueda humana de lo divino, gracias a las acciones histricas en las que se manifiesta el amor de Dios

    39por el hombre .

    Dios crea, por un acto de su amor, al hombre y a la mujer (Cf. Gen 1,26-27) y les da la misin de dominar la tierra. Por ello, estn llamados a ser instrumento eficaz de la gratuidad divina en el jardn en el que Dios los ha puesto como cultivadores y guardianes de la creacin. El libro del Gnesis nos propone algunos fundamentos de la antropologa cristiana: la inalienable dignidad de la persona humana, que tiene su raz y su garanta en el designio creador de Dios; la sociabilidad constitutiva del ser humano, que tiene su prototipo en la relacin originaria entre el hombre y la mujer, cuya unin es la expresin primera 21de la comunin de personas humanas; el significado del actuar humano en el mundo que est ligado al descubrimiento y al respeto de las leyes de la naturaleza que Dios ha impreso en el universo creado, para que la humanidad lo habite y lo custodie segn su proyecto. Esta visin de la persona humana, de la sociedad y de la historia hunde sus races en Dios y est iluminada por la realizacin de su

    40designio de salvacin .

    Ms tarde el hombre, con su desobediencia, rompe su amistad con Dios (cf. Gen 3,1-24) apartndose de su plan de salvacin y anteponiendo su propia voluntad, de manera que comienza a entender el dominen la tierra como el apoderarse de ella en provecho propio. Desobedecer a Dios significa apartarse de su mirada de amor y querer administrar por cuenta propia la existencia y el actuar en el mundo. La ruptura de la relacin de comunin con Dios provoca la ruptura de la unidad interior de la persona humana, de la relacin interior del hombre y la mujer y de la relacin armoniosa entre los hombres y las dems criaturas. De modo que en esta ruptura originaria debe buscarse la raz ms profunda de todos los males que atacan las relaciones sociales entre las personas humanas, de todas las

    6. Visin del desarrollo humano integral

    Ibid., 1Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia,Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 37

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    situaciones que en la vida econmica y poltica atentan contra la dignidad de la 41persona, contra la justicia y contra la solidaridad .

    Sin embargo, Dios en un acto de misericordia, a travs de Abraham, elige un pueblo para establecer una Alianza que lleve al ser humano a restablecer la unidad perdida. Dios inicia un nuevo proyecto de recreacin humana, manifestndose como Salvador en los acontecimientos de la historia concreta de los pueblos. De esta manera, la fe de Israel se expresa como una comprensin e interpretacin histrica de la accin de Dios, que est presente, acta y dirige los

    42sucesos .

    En el libro del xodo, cuando el pueblo traiciona nuevamente la Alianza, el Seor dirige a Moiss estas palabras: Bien vista tengo la afliccin de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel (Ex 3,7-8). La cercana gratuita de Dios se manifiesta en la liberacin de la esclavitud y en la promesa, que se convierte en accin histrica, de la que se origina el proceso de identificacin colectiva del pueblo del Seor, a travs de la conquista de la libertad y de la tierra que Dios le otorga.

    Cuando el Pueblo se aparta igualmente de esta promesa y traiciona esta nueva Alianza, Dios enviar a los profetas que denunciarn todo aquello que se opone a la realizacin del Pueblo de Dios, y anunciarn que en el cambio del corazn est la salvacin. Les dar un corazn nuevo y pondr en ustedes un espritu nuevo: les arrancar de su cuerpo el corazn de piedra y les dar un corazn de carne. Infundir mi espritu en ustedes y har que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarn en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes sern mi Pueblo y yo ser su Dios (Ez 36,26-28).

    Por otra parte, este amor a los pobres y la primaca de la justicia sobre el culto encontraron amplio eco en el resto de la Biblia tras esta poca proftica, sobre todo en el mensaje evanglico (Mt 5,3.23-24; Lc 4,18; 6,20; Stgo 2,5-7).

    Ibid., 27Critas del Per, Plan Estratgico 20032010, 2

    41

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    Cuando llega la plenitud de los tiempos y Dios se revela a S mismo en el Hijo, el Rostro de Dios, manifestado progresivamente en la historia de Israel, resplandece plenamente en el Rostro de Jesucristo crucificado y resucitado. El

    7. Jesucristo, cumplimiento del designio del amor de Dios

    Cf. Caritas in veritate, 34Documento de Aparecida, 138Ecclesia in America, 11Spe salvi, 31

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    amor gratuito de Dios por la humanidad se revela, ante todo, como amor que tiene como origen al Padre, de quien todo proviene; como comunicacin gratuita que el Hijo hace de este amor, volvindose a entregar al Padre y entregndose a los hombres; como fecundidad siempre nueva del amor divino que el Espritu Santo infunde en el corazn de los hombres (cf. Rom 5,5).

    En este mismo sentido, el Papa, en su encclica Caritas in veritate, denuncia una visin de la existencia que antepone a todo la productividad y la utilidad e invita a considerar la sorprendente experiencia del don, pues el ser humano est hecho para el don. Explica el Santo Padre cmo el desarrollo, si quiere ser autnticamente humano, necesita dar espacio al principio de gratuidad,

    43sealando la necesidad de personas abiertas al don recproco .

    En Jesucristo tiene cumplimiento todo el designio del amor de Dios por el hombre cuando l, asumiendo las consecuencias de nuestros pecados, se ofrece a S mismo como vctima inocente de expiacin con el sacrificio de su vida, cruento y oblativo en la cruz, incruento y propiciatorio en la Eucarista.

    Todo cristiano -especialmente nosotros, agentes de la caridad, para configurarse verdaderamente con el Maestro, necesita asumir la centralidad del mandamiento del amor, que l quiso llamar suyo y nuevo: mense los unos a los otros, como yo los he amado (Jn 15,12). Este amor, con la medida de Jess, de total don de s, es distintivo de cada cristiano y caracterstica de la Iglesia, comunidad discpula de Cristo, cuyo testimonio de caridad fraterna ser el primero y principal anuncio: reconocern todos que son discpulos mos (Jn 13,

    4435) . Es oportuno mencionar aqu a Mara, primera y ejemplar discpula, figura y modelo de la Iglesia, recordando que, desde los das de la primera evangelizacin y en todas partes de nuestro continente americano, el Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen Mara como su realizacin ms alta. Desde los orgenes en su advocacin de Guadalupe- Mara constituy el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercana del Padre y de Cristo, con quienes

    45ella nos invita a entrar en comunin .

    Critas, a imagen de la Iglesia -expresin del Dios que tiene un rostro 46humano - no puede replegarse o vivir encerrada en s misma, en sus cosas, al

    margen de un mundo al que ha de evangelizar y al que tiene que servir. Tres textos

    8. La Iglesia, morada de la caridad

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    En nuestros das, la doctrina social, que propone una serie de principios para la reflexin, criterios para el juicio y directrices para la accin, est enfocada en primer lugar a los miembros de la Iglesia. Es esencial que los fieles interesados en la promocin humana tengan un conocimiento firme de este valioso conjunto de enseanzas y lo hagan parte integrante de su misin evangelizadora [...] Los lderes cristianos en la Iglesia y en la sociedad, y especialmente hombres y mujeres laicos con responsabilidades en la vida pblica, necesitan estar correctamente instruidos en esta enseanza para que puedan inspirar y vivificar

    51la sociedad civil y sus estructuras con la levadura del Evangelio .

    La doctrina social desde su dimensin proftica, realiza una tarea de anuncio y denuncia: anuncio de lo que la Iglesia posee como propio una visin global del

    52hombre y de la humanidad y denuncia de los pecados sociales que claman al cielo, porque generan violencia, rompen la paz y la armona entre las

    9. Tarea evangelizadora y Doctrina Social de la Iglesia

    Documento de Aparecida, 11Ibid., 12Ibid., 14Deus caritas est, 29Ecclesia in Asia, 32Populorum progressio, 13

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    de Aparecida ilustran bien este tema: (I) Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigado en nuestra historia desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discpulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradicin y novedad, como

    47discpulos de Jesucristo y misioneros de su Reino . (II) A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,

    48con una Persona . (III) Aqu est el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discpulos y misioneros que respondan a la vocacin recibida y comuniquen por doquier el don del encuentro

    49con Jesucristo .

    La encclica Deus caritas est seala igualmente que el amor necesita organizacin, lo cual nos lleva al tema de la pastoral social como compromiso organizado. La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes y, por otro lado, nunca habr situaciones en las que no haga falta la caridad, porque el hombre, ms all de la

    50justicia, tiene y tendr siempre necesidad de amor .

    52

    Ecclesia in America, 56Caritas in veritate, 35Documento de Aparecida, 397Documento de Aparecida, 398

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    56

    comunidades de una misma nacin, entre las naciones y entre las diversas partes del Continente. Entre esos pecados se deben recordar el comercio de drogas, el lavado de las ganancias ilcitas, la corrupcin en cualquier ambiente, el terror de la violencia, el armamentismo, la discriminacin racial, las desigualdades entre los grupos sociales, la irrazonable destruccin de la naturaleza. [] La mejor respuesta, desde el Evangelio, a esta dramtica situacin es la promocin de la

    53solidaridad y de la paz, que hagan efectivamente realidad la justicia .

    Caritas in veritate nos propone una idea novedosa cuando analiza la situacin econmica actual y su relacin con la pobreza: No se trata slo de remediar el mal funcionamiento con las ayudas. No se debe considerar a los pobres como un fardo, sino como una riqueza incluso desde el punto de vista estrictamente econmico. No obstante, se ha de considerar equivocada la visin de quienes piensan que la economa de mercado tiene necesidad estructural de una cuota de pobreza y de subdesarrollo para funcionar mejor. Al mercado le interesa promover la emancipacin, pero no puede lograrlo por s mismo, porque no puede producir lo que est fuera de su alcance. Ha de sacar fuerzas morales de otras

    54instancias que sean capaces de generarlas .

    En Aparecida se plantea claramente el tema: Nuestra opcin por los pobres corre el riesgo de quedarse en un plano terico o meramente emotivo, sin verdadera incidencia en nuestros comportamientos y en nuestras decisiones. Es necesaria una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos, y evite toda actitud paternalista. Se nos pide dedicar tiempo a los pobres, prestarles una amable atencin, escucharlos con inters, acompaarlos en los momentos ms difciles, eligindolos para compartir horas, semanas o aos de nuestra vida, y buscando, desde ellos, la transformacin de su situacin. No podemos olvidar que el mismo Jess lo propuso con su modo de actuar y con sus palabras: Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los

    55ciegos (Lc 14, 13) . Slo la cercana que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legtimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opcin por los pobres debe conducirnos a la amistad con

    56los pobres .

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    Mi trabajo en Critas es o refleja la misericordia de Dios para la humanidad?

    Reflexin:

    Es nuestra accin caritativa un hacer cosas o dar cosas? O es la bsqueda para promover a la persona total?

    1.

    2.

    Ms que nunca hay que tratar de buscar en la humanidad a la persona, en medio de la masificacin y de lo negativo que ha trado la globalizacin despersonalizante.

    La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo; imagen que encuentra y est llamada a descubrir cada vez ms profundamente su plena razn de ser en el misterio de Cristo, imagen perfecta de Dios, revelador de Dios al hombre y del hombre a s mismo. A este hombre, que ha recibido de Dios mismo una incomparable e inalienable dignidad, es a quien la Iglesia se dirige y le presta el servicio ms alto y singular recordndole constantemente su altsima vocacin, para que sea cada vez ms consciente y digno de ella. Cristo, Hijo de Dios, con su encarnacin se ha unido, en cierto modo, con todo

    57hombre ; por ello, la Iglesia reconoce como su tarea principal hacer que esta unin pueda actuarse y renovarse continuamente. En Cristo Seor la Iglesia

    58seala y desea recorrer ella misma el camino del hombre , e invita a reconocer en todos, cercanos o lejanos, conocidos o desconocidos, y sobre todo en el pobre y

    59en el que sufre, un hermano por quien muri Cristo (1Cor 8,11; Rom 14,15) .

    La persona humana es la protagonista de la vida social. Lejos de ser un objeto y un elemento puramente pasivo de la vida social, el hombre es y debe permanecer

    60como su sujeto, su fundamento y su fin .

    El hombre, comprendido en su realidad histrica concreta, representa el alma y el 61corazn de la enseanza social catlica . Toda la doctrina social se desarrolla a

    62partir del principio que afirma la inviolable dignidad de la persona humana , tutelndola frente a todo relativismo reductivo.

    El hombre es, por tanto, nuestro primer capital: Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden econmico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y

    Introduccin

    Tercera SesinLa persona humana en el designio de Dios

    Gaudium et spes, 22Cf. Redemptor hominis, 14Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 105Cf. Po XII, Radio Mensaje de Navidad (24-12-1944)Cf. Centesimus annus, 11Cf. Mater et magistra, 220

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    La doctrina social de la Iglesia se centra, iluminada desde la revelacin bblica, en los aspectos principales e inseparables de la persona humana para captar las facetas ms importantes de su misterio y de su dignidad. No han faltado en el pasado, y an se asoman hoy dramticamente en nuestra historia, mltiples concepciones reductivistas, a veces de carcter ideolgico, que tienen en comn el hecho de ofuscar la imagen del hombre acentuando slo algunas de sus

    64caractersticas, con perjuicio de todas las dems .

    Frente a esto, la doctrina social se hace cargo de todas las dimensiones del misterio del hombre, que exige ser considerado en la plena verdad de su

    65existencia, de su ser personal y, a la vez, de su ser comunitario y social .

    Ya en los aos sesenta, Pablo VI haba percibido y sealado que la cuestin 66social ha tomado dimensin mundial , y siguiendo esta lnea, hoy es preciso

    afirmar que la cuestin social se ha convertido radicalmente en una cuestin 67antropolgica .

    En este sentido debemos entender que el autntico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus

    68dimensiones ; y que no podemos confiar todo el proceso de desarrollo slo a la 69tcnica, porque de ese modo quedara sin orientacin .

    Nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los arepagos pblicos y privados del mundo, y desde todas las instancias de la vida y misin de

    70la Iglesia, la verdad sobre el ser humano y la dignidad de toda persona humana .

    1. Dimensiones de la persona humana

    No hay desarrollo pleno ni un bien comn universal sin el bien espiritual y moral 71de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo .

    2. La unidad de la persona

    30

    valorar es el hombre, la persona en su integridad, pues el hombre es el autor, el 63centro y el fin de toda la vida econmico-social .

    Caritas in veritate, 25Cf. Octogesima adveniens, 26-39Cf. Redemptor hominis, 14Cf. Populorum progressio, 3Caritas in veritate, 75Cf. Populorum progressio, 14Cf. Caritas in veritate, 14Documento de Aparecida, 390Caritas in veritate, 76

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    El origen creado del hombre no es ni mucho menos un tema secundario o sobreentendido; por el contrario, va a ser un tema crucial de debate y determinante en el desarrollo de la Doctrina Social en los aos sucesivos. No en vano el Papa dedica todo el sexto captulo de la encclica Caritas in veritate a la problemtica del desarrollo de los pueblos y la tcnica, centrando la cuestin prioritaria en la biotica. El Papa afirma: Este es un mbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramtica la cuestin

    72fundamental: si el hombre es un producto de s mismo o si depende de Dios . Fe y razn, inmanencia y trascendencia, cuerpo y espritu son realidades complementarias y nunca excluyentes.

    Slo con la caridad, iluminada por la luz de la razn y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carcter ms humano y humanizador. El compartir los bienes y recursos, de lo que proviene el autntico desarrollo, no se asegura slo con el progreso tcnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la fuerza del amor que vence al mal con el bien (cf. Rom 12,21) y abre la conciencia del ser humano a relaciones recprocas de libertad y de

    73responsabilidad .

    En este sentido, razn y fe se ayudan mutuamente. Slo juntas salvarn al hombre. Atrada por el puro quehacer tcnico, la razn sin la fe se ve avocada a perderse en la ilusin de su propia omnipotencia. La fe sin la razn corre el riesgo

    74de alejarse de la vida concreta de las personas .

    En todos nuestros programas sociales ciertamente visualizamos la vida corporal del hombre, su mundo material, sus necesidades, sus requerimientos, pero si olvidamos su dimensin espiritual y trascendente, falsearamos la verdadera caridad que busca el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los

    75hombres . Es precisamente esta dimensin espiritual la que abre al hombre a la trascendencia y a la realizacin de su plena vocacin.

    Una sociedad justa solamente puede realizarse en el respeto a la dignidad trascendente de la persona humana. sta representa el fin ltimo de la sociedad, que est a ella ordenada. En ningn caso la persona humana puede ser instrumentalizada para fines ajenos a su mismo desarrollo, que puede realizar plena y definitivamente slo en Dios y en su proyecto salvfico. El hombre es la

    3. La apertura de la persona a la trascendencia

    Ibid., 74Ibid., 9Ibid., 74Populorum progressio, 20

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    76nica criatura que Dios ama por s misma . De tal manera que la persona no puede estar nunca subordinada a proyectos de carcter econmico, social o poltico, impuestos por autoridad alguna, ni siquiera en nombre del presunto

    77progreso de la comunidad civil en su conjunto o de otras personas . Los autnticos ambios sociales son efectivos y duraderos slo si estn fundados en un cambio decidido de la persona en su totalidad y en su conducta.

    Dios revela el hombre al hombre; la razn y la fe colaboran a la hora de mostrarle el bien, con tal que lo quiera ver; la ley natural, en la que brilla la Razn creadora, indica la grandeza del hombre, pero tambin su miseria cuando desconoce el

    78reclamo de la verdad moral .

    El problema del desarrollo est estrechamente relacionado con el concepto que tengamos del alma del hombre, ya que nuestro yo se ve reducido muchas veces a la psique, y la salud del alma se confunde con el bienestar emotivo. Estas reducciones tienen su origen en una profunda incomprensin de lo que es la vida espiritual y llevan a ignorar que el desarrollo del hombre y de los pueblos depende tambin de las soluciones que se den a los problemas de carcter espiritual. El desarrollo debe abarcar, adems de un progreso material, uno espiritual, porque

    79el hombre es uno en cuerpo y alma , nacido del amor creador de Dios y destinado a vivir eternamente. El ser humano se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a s misma y la verdad que Dios ha impreso germinalmente en ella, cuando dialoga consigo mismo y con su Creador. Lejos de Dios, el hombre est inquieto y se hace frgil [] Una sociedad del bienestar, materialmente desarrollada, pero que oprime el alma, no est en s

    80misma bien orientada hacia un autntico desarrollo .

    El hombre es libre porque posee la facultad de determinarse en funcin de la 81verdad y del bien . Conocern la verdad, y la verdad los har libres (Jn 8, 32).

    Estas palabras encierran una exigencia fundamental y al mismo tiempo una advertencia: la exigencia de una relacin honesta con respecto a la verdad, como condicin de una autntica libertad; y la advertencia de evitar cualquier libertad aparente, superficial o unilateral, cualquier libertad que no profundice en toda la

    82verdad sobre el hombre y sobre el mundo .

    4. La libertad de la persona

    Cf. Gaudium et spes, 24 Cf. Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, 132-133 Caritas in veritate, 75 Gaudium et spes, 14 Caritas in veritate, 76 Cf. Pontificio Consejo Justicia y Paz, Agenda Social, 49 Cf. Redemptor hominis, 12

    76

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    Pero tambin el recto ejercicio de la libertad personal exige unas determinadas condiciones de orden econmico, social, jurdico, poltico y cultural que son, con demasiada frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de ceguera y de injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los dbiles en la tentacin de pecar contra la caridad. Al apartarse de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a s mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad divina. La liberacin de las injusticias promueve la libertad y la dignidad humana: no obstante, ante todo, hay que apelar a las capacidades espirituales y morales de la persona y a la exigencia permanente de la conversin interior si se quieren obtener cambios econmicos y

    83sociales que estn verdaderamente al servicio del hombre .

    Dios no hace acepcin de personas (Hch 10,34; cf. Rom 2,11; Gal 2,6; Ef 6,9), porque todos los hombres tienen la misma dignidad de criaturas a su imagen y

    84semejanza La encarnacin del Hijo de Dios manifiesta la igualdad de todas las personas en cuanto a su dignidad: Ya no hay judo ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jess (Gal 3,28; cf. Rom 10,12; 1Cor 12,13; Col 3,11). Puesto que en el rostro de cada hombre resplandece algo de la gloria de Dios, la dignidad de todo hombre ante Dios es el

    85fundamento de la dignidad del hombre ante los dems hombres . Esto es, adems, el fundamento ltimo de la radical igualdad y fraternidad entre los

    86hombres, independientemente de su raza, nacin, sexo, origen, cultura y clase .

    Slo el reconocimiento de esta igualdad en dignidad hace posible el crecimiento de todos (Cf. St 2,19). Para favorecer tal crecimiento es necesario apoyar a los ltimos, asegurar efectivamente condiciones de igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer, garantizar una igualdad objetiva entre las diversas clases

    87sociales ante la ley .

    La Iglesia en el Continente se siente comprometida a intensificar su preocupacin por las mujeres y a defenderlas de modo que la sociedad en Amrica ayude ms a la vida familiar fundada en el matrimonio, proteja ms la maternidad y respete ms la dignidad de todas las mujeres. Se debe ayudar a las mujeres americanas a tomar parte activa y responsable en la vida y misin de la

    5. Igual dignidad de todas las personas

    Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, 1934Cf. Gaudium et spes, 29Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 144Cf. Octogesima advenies, 16

    Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, 1378384

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    89La persona es constitutivamente un ser social , porque as lo ha querido Dios que 90la ha creado .

    Es necesario destacar que la vida comunitaria es una caracterstica natural que distingue al hombre del resto de las criaturas terrenas. La actuacin social comporta de suyo un signo particular del hombre y de la humanidad, el de una persona que obra en una comunidad de personas: este signo determina su calificacin interior y constituye, en cierto sentido, su misma naturaleza. Esta caracterstica relacional adquiere, a la luz de la fe, un sentido ms profundo y estable. Creada a imagen y semejanza de Dios (cf. Gen 1,26) y constituida en el universo visible para vivir en sociedad (cf. Gen 2,20.23) y dominar la tierra (cf. Gen 1,26.28-30), la persona humana est llamada desde el comienzo a la vida social: Dios no ha creado al hombre como un ser solitario, sino que lo ha querido como ser social. La vida social no es, por tanto, exterior al hombre, el

    91cual no puede crecer y realizar su vocacin si no es en relacin con los otros .

    6. Sociabilidad humana

    Puestos a desarrollar el tema de los derechos del hombre, observamos que ste tiene un derecho a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso modo de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la asistencia mdica y los servicios indispensables que a cada uno debe prestar el Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee tambin el derecho a la seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y cualquier otra eventualidad que le

    92prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento .

    El hombre tiene por s mismo derechos y deberes que dimanan inmediatamente de su propia naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello, universales e

    93inviolables, y no pueden ser negados por ningn concepto , pues de la dignidad del hombre en cuanto hijo de Dios nacen los derechos humanos y las

    7. Los Derechos Humanos

    Iglesia, como tambin se ha de reconocer la necesidad de la sabidura y 88cooperacin de las mujeres en las tareas directivas de la sociedad americana .

    Ecclesia in Amrica, 45Cf. Gaudium et spes, 12Cf. Pio XII, Radiomensaje de Navidad (24-12-42), 6Congregacin para la Doctrina de la Fe, Libertatis conscientia, 32Pacem in terris, 11Ibid., 9

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    De la lectura qu conclusiones has sacado? cmo t y tu grupo se pueden empear en lograr esta recuperacin de la persona?

    Reflexin:

    El haber asumido el reto de ayudar a que cada uno se auto- valore:Me ha ayudado personalmente a ser mejor?

    1.

    2.

    obligaciones. Por esta razn, todo atropello a la dignidad del hombre es atropello 94al mismo Dios, de quien es imagen . Cualquier derecho fundamental del

    hombre deriva de la ley natural que le da la fuerza moral de obligatoriedad y le impone a su vez el correlativo deber. Por tanto, quienes al reivindicar sus derechos olvidan por completo sus deberes, se asemejan a los que derriban con

    95una mano lo que con la otra construyen .

    La Iglesia Catlica, que en virtud del Evangelio que se le ha confiado, proclama 96los derechos del hombre , ha visto en la Declaracin de los Derechos Humanos,

    conforme al Magisterio pontificio, un signo de los tiempos, considerndola un paso importante en el camino hacia la organizacin jurdico-poltica de la

    97comunidad mundial .

    Ecclesia in America, 57Cf. Pacem in terris, 30Gaudium et spes, 41Cf. Pacem in terris, 75

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    Introduccin

    Cuarta SesinLa familia, celula vital de la sociedad

    El tema Familia es fundamental, ya que si se le deja de lado y no se le atiende, se da el caos social. La Familia es la clula que da vida a todo y vital porque es el ncleo de la sociedad.

    La familia es considerada, en el designio del Creador, como el lugar primario de la 98humanizacin de la persona y de la sociedad y cuna de la vida y del amor .

    La Iglesia ha considerado siempre la familia como la primera sociedad natural y el ncleo originario de la sociedad, titular de derechos propios y originarios, y la sita en el centro de la vida social. Relegar la familia a un papel secundario y subalterno, excluyndola del lugar que le corresponde en la sociedad, significara

    99causar un grave dao al autntico crecimiento del cuerpo social .

    Dado que la familia es el valor ms querido por nuestros pueblos, creemos que debe asumirse la preocupacin por ella como uno de los ejes transversales de toda la accin evangelizadora de la Iglesia. En toda dicesis se requiere una pastoral familiar intensa y vigorosa para proclamar el evangelio de la familia, promover la cultura de la vida y trabajar para que los derechos de las familias

    100sean reconocidos y respetados

    Dios, con la creacin del hombre y de la mujer a su imagen y semejanza, corona y lleva a perfeccin la obra de sus manos; los llama a una especial participacin en su amor y al mismo tiempo en su poder de Creador y Padre, mediante su cooperacin libre y responsable en la transmisin del don de la vida humana: Y Dios los bendijo diciendo: Sean fecundos, multiplquense, llenen la tierra y somtanla (Gen 1,28). As, el cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida, el realizar a lo largo de la historia la bendicin original del Creador, transmitiendo en la generacin la imagen divina de hombre a hombre. (Cf. Gen

    1015,1-3) .

    1. La familia, santuario de la vida

    Cf. Christifideles laici, 40Cf. Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam Sane, 17Documento de Aparecida, 435; Cf. Ecclesia in America, 4Familiaris consortio, 28

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    De este modo la familia contribuye de modo eminente al bien social por medio de la paternidad y maternidad responsables, formas peculiares de la especial

    102participacin de los cnyuges en la obra creadora de Dios . sta debe llevar a una generosa acogida de la vida. Las motivaciones que deben guiar a los esposos en el ejercicio responsable de la paternidad y maternidad derivan del pleno reconocimiento de los propios deberes hacia Dios, hacia s mismos, hacia la

    103familia y hacia la sociedad .

    En cuanto a los medios relativos a la procreacin responsable se han de rechazar como moralmente ilcitos: el aborto, la esterilizacin, la contracepcin en sus diversas formas, la inseminacin artificial, la fecundacin in vitro, la eugenesia y la clonacin, enumeradas entre las tcnicas ms conocidas, aunque la enumeracin podra alargarse mucho ms. Son, adems, moralmente condenables, como atentados a la dignidad de las personas y las familias, los programas de ayuda econmica destinados a financiar campaas de esterilizacin y anticoncepcin o subordinados a la aceptacin de dichas

    104campaas .

    En varias partes del mundo persisten prcticas de control demogrfico por parte de los gobiernos, que con frecuencia difunden la contracepcin y llegan incluso a imponer tambin el aborto. En los pases econmicamente ms desarrollados, las legislaciones contrarias a la vida estn muy extendidas y han condicionado ya las costumbres y la praxis, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista, que muchas veces se trata de transmitir tambin a otros estados como si fuera un

    105progreso cultural .

    El Santo Padre nos advierte que algunas organizaciones no gubernamentales, adems, difunden el aborto, promoviendo a veces en los pases pobres la adopcin de la prctica de la esterilizacin, incluso en mujeres a quienes no se pide su consentimiento. Por aadidura, existe la sospecha fundada de que, en ocasiones, las ayudas al desarrollo se condicionan a determinadas polticas sanitarias que implican de hecho la imposicin de un fuerte control de la natalidad. Preocupan tambin tanto las legislaciones que aceptan la eutanasia como las presiones de grupos nacionales e internacionales que reivindican su

    106reconocimiento jurdico .

    Debemos mencionar con firmeza que la apertura a la vida est en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negacin y la

    Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 232Cf. Ibid., 233-237Caritas in veritate, 28Cf. Ibid.

    Cf. Gaudium et spes, 50102103

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    supresin de la vida, acaba por no encontrar la motivacin y la energa necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, tambin se marchitan

    107otras formas de acogida provechosas para la vida social .

    La familia tiene una importancia tambin vital para la persona. En esta cuna de la vida y del amor, el hombre nace y crece. Cuando nace un nio, la sociedad recibe el regalo de una nueva persona, que est llamada, desde lo ms ntimo de s, a la

    108comunin con los dems y a la entrega a los dems En la familia, por tanto, la entrega recproca del hombre y de la mujer, unidos en matrimonio, crea un ambiente de vida en el cual el nio puede desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino nico e

    109irrepetible .

    .

    2. La familia y la persona humana

    La familia, comunidad natural en donde se experimenta la sociabilidad humana, contribuye en modo nico e insustituible al bien de la sociedad. La comunidad familiar nace de la comunin de las personas: La comunin se refiere a la relacin personal entre el yo y el t. La comunidad, en cambio, supera este esquema apuntando hacia una sociedad, un nosotros. La familia, comunidad

    110de personas, es, por consiguiente, la primera sociedad humana .

    El ser humano ha sido creado para amar y no puede vivir sin amor. El amor, cuando se manifiesta en el don total de dos personas en su complementariedad, no puede limitarse a emociones o sentimientos, y mucho menos a la mera expresin sexual. Una sociedad que tiende a relativizar y a banalizar cada vez ms la experiencia del amor y de la sexualidad exalta los aspectos efmeros de la vida y oscurece los valores fundamentales. Por ello se hace ms urgente que nunca anunciar y testimoniar que la verdad del amor y de la sexualidad conyugal se encuentra all donde se realiza la entrega plena y total de las personas con las

    111caractersticas de la unidad y de la fidelidad .

    3. La familia y la sociedad

    Cf. Christifideles laici, 40Centesimus annus, 39Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 7. Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, 2206Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 223

    Cf. Ibid.107108

    109

    110

    111

    Ha de afirmarse la prioridad de la familia respecto a la sociedad y al Estado. La familia, al menos en su funcin procreativa, es la condicin misma de la existencia de aquellos. En las dems funciones en pro de cada uno de sus miembros, la familia precede, por su importancia y valor, a las funciones que la

    112sociedad y el Estado deben desempear . La familia, sujeto titular de derechos inviolables, encuentra su legitimacin en la naturaleza humana y no en el reconocimiento del Estado. La familia no est, por lo tanto, en funcin de la sociedad y del Estado, sino que la sociedad y el Estado estn en funcin de la

    113familia .

    En contraposicin a este principio, la introduccin del divorcio en las legislaciones civiles ha alimentado una visin relativista de la unin conyugal y se

    114ha manifestado ampliamente como una verdadera plaga social .

    Las familias, lejos de ser slo objeto de la accin poltica, pueden y deben ser sujeto de esta actividad, movilizndose para procurar que las leyes y las instituciones del Estado no slo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y deberes de la familia. En este sentido, las familias deben crecer en la conciencia de ser protagonistas de la llamada poltica

    105familiar y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad .

    4. La familia y el Estado

    La familia tiene su fundamento en la libre voluntad de los cnyuges de unirse en matrimonio, respetando el significado y los valores propios de esta institucin,

    116que no depende del hombre, sino de Dios mismo . La institucin matrimonial, fundada por el Creador y en posesin de sus propias leyes: la ntima comunidad

    117conyugal de vida y amor , no es un efecto de convenciones humanas o 118imposiciones legislativas, sino que debe su estabilidad al ordenamiento divino .

    Ningn poder puede abolir el derecho natural al matrimonio ni modificar sus caractersticas ni su finalidad, ya que el matrimonio tiene sus caractersticas propias originarias y permanentes. Ni la sociedad, ni el Estado, ni aun los propios

    5. El matrimonio, fundamento de la familia

    Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 214Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, 2385, 1650, 1651Cf. Familiaris consortio, 44Cf. Gaudium et spes, 48Ibid.Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, 1603

    Cf. Santa Sede, Carta de los derechos de la familia, Prembulo, 6112113

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    esposos, pueden disponer del vnculo matrimonial con el cual los esposos se 119prometen fidelidad, asistencia recproca y apertura a los hijos .

    El matrimonio tiene como rasgos caractersticos: la totalidad, en virtud de la cual se entregan recprocamente en todos los aspectos de la persona, fsicos y espirituales; la unidad, que los hace una sola carne (Gen 2,24); la indisolubilidad y la fidelidad, que exigen la donacin recproca y definitiva; y la

    120fecundidad, a la que natural, generosa y responsablemente est abierto .

    Cul es la situacin de las familias en tu barrio?

    Reflexin:

    De qu manera como Critas Parroquial, podemos ayudar a la consolidacin de la familia?

    1.

    2.

    Cul debe ser el rostro de la familia cristiana?3.

    Introduccin

    Quinta SesinVida Econmica

    Una ubicacin en el contexto mundial de la economa y de nuestro entorno, nos ayudar a una mejor comprensin de la realidad en que nos movemos (parroquia, dicesis, etc.)

    Tambin debemos ubicarnos en el contexto de nuestra realidad poltica y movernos tanto en la poltica como en la economa a la luz del Evangelio y el Magisterio Social de la Iglesia.

    El trabajo pertenece a la condicin originaria del hombre y precede a su cada; no es, por ello, ni un castigo ni una maldicin. El trabajo debe ser honrado porque es fuente de riqueza o, al menos, de condiciones para una vida decorosa, e instrumento eficaz contra la pobreza (Cf. Prov 10,4). No debemos caer en la tentacin de idolatrar el trabajo, porque en l no se puede encontrar el sentido ltimo y definitivo de la vida; el trabajo es esencial, pero es Dios, no el trabajo, la fuente de la vida y el fin del hombre.

    En el trabajo humano resplandece la belleza de la creacin. Jess, el carpintero (cf. Mc 6, 3), dignific el trabajo y al trabajador, y recuerda que el trabajo no es un mero apndice de la vida, sino que constituye una dimensin fundamental de la

    121existencia del hombre en la tierra , por la cual el hombre y la mujer se realizan a 122s mismos como seres humanos . El trabajo garantiza la dignidad y la libertad del

    123hombre; es probablemente la clave esencial de toda la cuestin social .

    El trabajo humano procede de la persona y est esencialmente ordenado y finalizado a ella. El trabajo debe estar orientado hacia el sujeto que lo realiza, porque la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo, es siempre el hombre. Gracias a ello es posible la afirmacin de que el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo, y que la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo

    124realizado por el hombre, sigue siendo siempre el hombre mismo .

    1. El trabajo humano

    Cf. Ibid., 9Documento de Aparecida, 120Cf Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 272

    Laborem exercens, 4121122

    123

    124Cf. Familiaris consortio, 13Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 216119

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    125El trabajo es una obligacin, es decir, un deber , y es tambin un derecho 126fundamental y un bien para el hombre . La Iglesia ha enseado el valor del

    trabajo por su carcter de necesidad. Efectivamente, el trabajo es necesario para 127formar y mantener una familia , para adquirir el derecho a la propiedad y

    128contribuir al bien comn de la familia humana .

    El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de l. La plena ocupacin es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento econmico orientado a la justicia y al bien comn. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemticamente negado y donde las medidas de poltica econmica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupacin, no puede conseguir su legitimacin tica ni la justa paz social.

    El desempleo, la injusta remuneracin del trabajo y el vivir sin querer trabajar son contrarios al designio de Dios. El discpulo y misionero, respondiendo a este designio, promueve la dignidad del trabajador y del trabajo, el justo reconocimiento de sus derechos y de sus deberes, desarrolla la cultura del

    129trabajo y denuncia toda injusticia .

    En el Antiguo Testamento se encuentra una doble postura frente a los bienes econmicos y la riqueza. Por una parte, hay aprecio a la disponibilidad de bienes materiales considerados necesarios para la vida, vistos como una bendicin de Dios. Por otra parte, los bienes econmicos no son condenados en s mismos sino por su mal uso; as, por ejemplo, la tradicin proftica denuncia la estafa, la usura, la explotacin, las injusticias, la opresin a los pobres, etc. (Cf. Is 58,3 -11; Jer 7,4-7; Os 4,1-2; Am 2,6-7; Miq 2,1-2)

    Jess asume toda la tradicin del Antiguo Testamento sobre los bienes econmicos, la riqueza y la pobreza, confirindole una definitiva claridad y plenitud (Cf. Mt 6,24; 13,22; Lc 6,20-24; 12,15-21; Rom 14,6-8; 1Tim 4,4).

    Los bienes, aun cuando son posedos legtimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulacin indebida es inmoral, precisamente porque se halla en abierta contradiccin con el destino universal que Dios creador asign a todos los bienes. La utilizacin del propio poder adquisitivo debe

    2. El hombre, la pobreza y la riqueza

    Laborem exercens, 16Cf. Gaudium et spes, 26Cf. Laborem exercens, 10Cf. Ibid., 16Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 288

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    ejercitarse en el contexto de las exigencias morales de la justicia y de la solidaridad, y de responsabilidades sociales precisas: no se puede olvidar el deber de la caridad, esto es, el deber de ayudar con lo propio superfluo y, a veces, incluso con lo propio necesario, para dar al pobre lo indispensable para

    130vivir .

    Nuestro tiempo est marcado por el complejo fenmeno de la globalizacin a travs de un proceso de creciente integracin de las economas. Ciertamente la globalizacin alimenta nuevas esperanzas pero origina tambin grandes

    131interrogantes .

    Puede producir efectos potencialmente beneficiosos para toda la humanidad a travs de la integracin, pero puede potenciar tambin el aumento de las desigualdades.

    En este sentido nos advierte Caritas in veritate que la novedad principal ha sido el estallido de la interdependencia planetaria, ya comnmente llamada globalizacin. Pablo VI lo haba previsto parcialmente, pero es sorprendente el alcance y la impetuosidad de su auge. Surgido en los pases econmicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a todas las economas. Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por s, una gran oportunidad.

    Sin embargo, sin la gua de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgo de daos hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana. Por eso, la caridad y la verdad nos plantean un compromiso indito y creativo, ciertamente muy vasto y complejo. Se trata de ensanchar la razn y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentes dinmicas, animndolas en la perspectiva de esa civilizacin del amor, de la

    132cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y en cada cultura .

    El crecimiento del bien comn exige aprovechar las nuevas ocasiones de redistribucin de la riqueza entre las diversas reas del planeta a favor de las ms necesitadas, hasta ahora excluidas o marginadas del proceso social y

    133econmico : en definitiva, el desafo consiste en asegurar una globalizacin en 134la solidaridad, una globalizacin sin dejar a nadie al margen .

    3. La economa y la globalizacin

    Cf. Ecclesia in America, 20Caritas in veritate, 33Cf. Juan Pablo II, Discurso a los miembros de la Fundacin Centessimus annus, (9-5-98), 2Juan Pablo II, Mensaje Jornada Mundial de la Paz, 1998, 3

    Centesimus annus, 36130131

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    Caritas in veritate nos advierte que se ha de subrayar que no basta progresar slo desde el punto de vista econmico y tecnolgico. El desarrollo necesita ser, ante todo, autntico e integral. El salir del atraso econmico, algo en s mismo positivo, no soluciona la problemtica compleja de la promocin del hombre, ni en los pases protagonistas de estos adelantos, ni en los pases econmicamente ya desarrollados, ni en los que todava son pobres, los cuales pueden sufrir, adems de antiguas formas de explotacin, las consecuencias negativas que se derivan

    135de un crecimiento marcado por desviaciones y desequilibrios .

    A veces se perciben actitudes fatalistas ante la globalizacin, como si las dinmicas que la producen procedieran de fuerzas annimas e impersonales o

    136de estructuras independientes de la voluntad humana . A este respecto, es bueno recordar que la globalizacin ha de entenderse ciertamente como un proceso socioeconmico, pero no es sta su nica dimensin. Tras este proceso ms visible hay realmente una humanidad cada vez ms interrelacionada; hay

    137personas y pueblos para los que el proceso debe ser de utilidad y desarrollo , gracias a que tanto los individuos como la colectividad asumen sus respectivas responsabilidades. La superacin de las fronteras no es slo un hecho material, sino tambin cultural, en sus causas y en sus efectos.

    A pesar de algunos aspectos estructurales innegables, pero que no se deben absolutizar, la globalizacin no es, a priori, ni buena ni mala. Ser lo que la gente

    138haga de ella . Debemos ser sus protagonistas, no las vctimas, procediendo razonablemente, guiados por la caridad y la verdad. Oponerse ciegamente a la globalizacin sera una actitud errnea que acabara por ignorar un proceso que tiene tambin aspectos positivos, arriesgndose a desaprovechar las mltiples oportunidades de desarrollo que ofrece. El proceso de globalizacin, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribucin de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero, si se gestiona mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad, contagiando adems con una crisis a todo el mundo. Es necesario corregir las disfunciones, a veces graves, que causan nuevas divisiones entre los pueblos y en su interior, de modo que la redistribucin de la riqueza no comporte una redistribucin de la pobreza, e incluso la acente, como podra hacernos temer tambin una mala gestin de la situacin actual.

    Caritas in veritate, 23Cf. Congregacin para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, sobre la libertad y la liberacin(22-03-87), 74Cf. Juan Pablo II, Entrevista al peridico La Croix, 20 de Agosto de 1997Juan Pablo II, discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (27 Abril 2001)

    135

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    137

    138

    En la encclica de Benedicto XVI se recogen las ltimas novedades sobre la gestin empresarial responsable:

    Las actuales dinmicas econmicas internacionales, caracterizadas por graves distorsiones y disfunciones, requieren tambin cambios profundos en el modo de entender la empresa. Antiguas modalidades de la vida empresarial van desapareciendo, mientras otras ms prometedoras se perfilan en el horizonte. Uno de los mayores riesgos es, sin duda, que la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensin social. Debido a su continuo crecimiento y a la necesidad de mayores capitales, cada vez son menos las empresas que dependen de un nico empresario estable que se sienta responsable a largo plazo, y no slo por poco tiempo, de la vida y los resultados de su empresa, y cada vez son menos las empresas que dependen de un nico territorio.

    Adems, la llamada deslocalizacin de la actividad productiva puede atenuar en el empresario el sentido de responsabilidad respecto a los interesados, como los trabajadores, los proveedores, los consumidores, as como al medio ambiente y a la sociedad ms amplia que lo rodea, en favor de los accionistas, que no estn sujetos a un espacio concreto y gozan por tanto de una extraordinaria movilidad. El mercado internacional de los capitales, en efecto, ofrece hoy una gran libertad de accin. Sin embargo, tambin es verdad que se est extendiendo la conciencia de la necesidad de una responsabilidad social ms amplia de la empresa. Aunque no todos los planteamientos ticos que guan hoy el debate sobre la responsabilidad social de la empresa son aceptables segn la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia, es cierto que se va difundiendo cada vez ms la conviccin segn la cual la gestin de la empresa no puede tener en cuenta nicamente el inters de sus propietarios, sino tambin el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de produccin, la comunidad de referencia.

    En los ltimos aos se ha notado el crecimiento de una clase cosmopolita de manager, que a menudo responde slo a las pretensiones de los nuevos accionistas de referencia compuestos generalmente por fondos annimos que establecen su retribucin. Pero tambin hay muchos managers hoy que, con un anlisis ms previsor, se percatan cada vez ms de los profundos lazos de su empresa con el territorio o territorios en que desarrolla su actividad.

    Pablo VI invitaba a valorar seriamente el dao que la trasferencia de capitales al extranjero, por puro provecho personal, puede ocasionar a la propia nacin. Juan

    4. Economa y empresa

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    Pablo II adverta que invertir tiene siempre un significado moral, adems de econmico. Se ha de reiterar que todo esto mantiene su validez en nuestros das a pesar de que el mercado de capitales haya sido fuertemente liberalizado y la moderna mentalidad tecnolgica pueda inducir a pensar que invertir es slo un

    139hecho tcnico y no humano ni tico .

    El pueblo de Israel, en la fase inicial de su historia, no tiene rey como los otros pueblos, porque reconoce solamente el Seoro de Yahv. Samuel, a quien el pueblo reclama un rey, advierte de las consecuencias de un ejercicio desptico de la realeza (Cf. 1Sam 8,11-18). El poder real, sin embargo, tambin se puede experimentar como un don de Dios que viene en auxilio de su pueblo (Cf. 1Sam 9,16).

    El prototipo de rey elegido por Yahv es David, cuya condicin humilde es subrayada por la narracin bblica (Cf. 1Sam 16,1-13). El fracaso de la realeza en el plano histrico no llevar a la desaparicin del ideal de un rey que, fiel a Dios, gobierne con sabidura y realice la justicia.

    Jess rechaza el poder opresivo y desptico de los jefes sobre las naciones (Cf. Mc 10,42) y su pretensin de hacerse llamar benefactores (Cf. Lc 22,25), pero jams rechaza directamente las autoridades de su tiempo. Jess, el Mesas prometido, ha combatido y derrotado la tentacin de un mesianismo poltico, caracterizado por el dominio sobre las naciones (Cf. Mt 4,8-11; Lc 4,5-8). l es el que ha venido a servir y a dar su vida (Mc 10,45). A los discpulos que discuten sobre quin es el ms grande, el Seor les ensea a hacerse los ltimos y a servir a todos (Cf. Mc 9,33-35).

    El seoro de Cristo, que es el Reino de Dios, entr en la historia de los hombres mediante el ocultamiento de Jesucristo, que se despoj de su rango, asumi la condicin de esclavo, pas por uno de tantos y se rebaj incluso hasta la muerte de cruz (Cf. Fil 2,7-8). Jesucristo, como Mesas, ejerce, an antes de su venida gloriosa, su seoro en el mundo, pero, mientras duran las circunstancias histricas, lo ejerce en el ocultamiento y bajo el signo de la contradiccin y de la cruz. Jesucristo ejerce principalmente su soberana a travs de la Iglesia y de lo