Carlos Lange (2004). Espacio Publico, Movilidad y Sujetos Urbanos

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    V Congreso Chileno de Antropologa. Colegio de Antroplogos de Chile A. G, San

    Felipe, 2004.

    Espacio Pblico, Movilidad y

    Sujetos Urbanos.

    Carlos Lange.

    Cita: Carlos Lange (2004). Espacio Pblico, Movilidad y Sujetos Urbanos. V

    Congreso Chileno de Antropologa. Colegio de Antroplogos de Chile

    A. G, San Felipe.

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    734 Tomo II Actas 5 Congreso Chileno de Antropologa Simposio Antropologa y Ciudad

    ResumenLa implementacin en nuestro pas del modelo de desarro-llo neoliberal desde fines de los aos 70 hasta nuestrosdas ha generado importantes transformaciones econ-micas, polticas y culturales en el Santiago metropolitano.Entre stas destacan el desarrollo de una nueva morfolo-

    ga territorial sobre el rea metropolitana, caracterizadapor la suburbanizacin policntrica y multifuncional, y laconcentracin del comando del poder econmico en nue-vas centralidades urbanas, las cuales se reflejan en laimplementacin de nuevas obras de viabilidad y de trans-porte, nudos comunicacionales, obras de arquitectura

    emblemtica, entre otras. Ejemplo de ello lo constituye elactual eje Providencia-Apoquindo.En el entendido que estas transformaciones afectan nosolamente la calidad y los modos de vida de los habitantesde la ciudad, sino tambin los valores de sociabilidad,encuentro y convivencia urbana tradicionalmente asocia-dos al espacio pblico urbano, la presente ponencia tienepor objetivo analizar la experiencia del espacio pblicopor parte del sujeto urbano en un contexto de movilidad ydesplazamiento, y su incidencia en la generacin de nue-vas formas de identidad, pertenencia e integracin social,a la luz de los resultados de un estudio de caso desarro-

    llado en el Barrio El Golf de Santiago.Palabras Claves: Espacio Pblico, Cultura Urbana y Su-

    jeto Urbano.

    1. La condicin moderna delespacio pblico

    Tal como en su momento las definiera Robert E. Park1,no cabe duda que la modernidad constituye la matrizdesde la cual surgen y se desarrollan los lineamientossociales, polticos, econmicos y culturales que carac-

    terizan a los grandes centros urbanos en la actualidad.Dicha influencia puede observarse en la manifestacinde sus tres principios fundamentales: Razn: en la medida que promueve la conciencia

    reflexiva como forma de entender y transformartanto la realidad fsica-material como simblicaque nos rodea.

    Orden: en la medida que promueve la posibilidadde encontrar y desarrollar leyes universales queexplican el funcionamiento del mundo.

    Espacio Pblico, Movilidad y Sujetos Urbanos

    Carlos Lange

    Progreso: en la medida que nos permite a los hom-bres proyectarnos al futuro generando y produ-ciendo mejores condiciones de vida y desarrollo.

    Asimismo, el desarrollo de la cultura urbana y por ciertode los espacios pblicos urbanos no escapan a dichosprincipios. Segn Keinz Hillmann (2001), la ruptura dela Ilustracin con los privilegios feudales y los controlesmonoplicos establecidos por decreto real permiti elsurgimiento de nuevos espacios de sociabilidady con-vivenciaentre extraos - mercados urbanos, los salo-nes de caf, posadas, teatros, la pera, etc -, los cuales

    lograron canalizar las tensiones que el aumento de ladiversidad sociocultural supona para la vida en las gran-des ciudades. Fue precisamente esta intensificacin dela interaccin social entre extraos y su manifestacinen los espacios pblicos urbanos lo que llev a la socie-dad europea a establecer una distincin frente al mbitode lo privado. As, para el habitante europeo de fines delsiglo XVIII lo pblico se establece como un mbito desociabilidad abierto a una vida social prolfica y desbor-dante, mientras que el mbito de lo privado aparece re-servado a la vida en familia y al hogar. Este reconoci-miento que el proyecto moderno hace a la importanciadel espacio pblico en la conformacin de la vida socialurbana y su distincin frente al mbito de lo privadoconstituye uno de los principios que con ms fuerza hanperdurado hasta hoy en las disciplinas dedicadas al es-tudio de los fenmenos urbanos.Para el caso latinoamericano J.L. Romero (1986) desta-ca que desde principios del siglo XIX la revalorizacinde los espacios pblicos urbanos por parte de las na-cientes burguesas latinoamericanas no slo responde

    al mero afn de trasplantar parte de las costumbres ca-ractersticas del modo de vida predominante en las gran-des capitales europeas, sino que tambin constituyeparte de su esfuerzo por consolidar su posicinhegemnica en la configuracin de los estados naciona-les, moldeando la ciudad a imagen y semejanza de sussueos y expectativas. El espacio pblico se convierteentonces en un medio que les permite ser reconocidoscomo clase dirigente: el ver y ser vistos se transformaen un imperativo social de la modernidad. No slo losparques, plazas, calles y avenidas se transforman en

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    una expresin de la cultura urbana de la poca, sinotambin otros mbitos semipblicos - como el club, elteatro, los paseos en carruajes, los cafs cantantes ylos prostbulos, entre otros - se constituyen en importan-tes mbitos de sociabilidad. En el caso de nuestra ciu-dad de Santiago esta preocupacin se expresa en la

    construccin de nuevas parques - Baquedano, del Con-greso, Santa Luca, Parque Cousio, etc. - y nuevasarterias principales - Alameda, Dieciocho, Ejrcito, Bra-sil, Espaa, Repblica, etc. -, los cuales van configuran-do el espritu de un nuevo proyecto poltico y cultural quees parte del surgimiento y consolidacin del espritu re-publicanos a principios del siglo XIX2.Sin embargo, no slo las burguesas sern protagonis-tas de la apertura del espacio pblico ya que ste tam-bin permite la progresiva incorporacin de las clasessociales populares al ejercicio de la ciudadana. Si bien

    en un primer momento no es posible hablar de un reco-nocimiento explcito y consciente por parte de las cla-ses dirigentes respecto del rol de las clases popularesen esta nueva configuracin socio poltica y cultural- parte de sta tiende a cerrarse fuertemente -, la apertu-ra del espacio pblico constituye para el habitante urba-no de cualquier clase social un tipo de experiencia par-ticular, que est en permanente construccin y donde semezclan la opulencia, el deseo de riqueza y la ascen-sin social con la honesta esperanza de progreso y su-

    peracin individual. Es precisamente en el desarrollo delos mbitos de sociabilidad antes especificados que losespacios pblicos asumen un presupuesto de accesibi-lidad.Es justamente en esta apertura del espacio pblico ha-cia la diversidad sociocultural donde se encuentra elgermen de una interesante paradoja que ha marcado eldesarrollo de los espacios pblicos hasta nuestros das.Por una parte, es la apertura de los espacios pblicos laque ha posibilitado la constitucin de la multitudcomouna forma particular de experimentar la vida social urba-

    na, que tiene en las calles al principal promotor del cru-ce y la mezcla sociocultural. Lo anterior se refleja en laexposicin de Baudelaire realizada a fines del siglo XIX:

    No a todos les es dado tomar un bao de multitud;gozar de la muchedumbre es un arte; y slo puededarse a expensas del gnero humano un atracnde vitalidad aquel a quien un hada insufl en lacuna el gusto del disfraz y la careta, el odio deldomicilio y la pasin del viaje. (...).El paseante solitario y pensativo saca una em-briaguez singular de esta universal comunin. Elque fcilmente se desposa con la muchedumbre,

    conoce placeres febriles, de que estarn eterna-mente privados el egosta, cerrado como un cofre,y el perezoso, interno como un molusco. Adoptapor suyas todas las profesiones, todas las ale-gras y todas las miserias que las circunstanciasle ofrecen.(Charles Baudelaire. Las Muchedum-

    bres.En: Spleen de Pars. s/f).Por otra parte, y de manera simultnea a la aparicin dela diversidad sociocultural como fenmeno distintivo delas ciudades y de la cultura urbana moderna, es posibleobservar el desarrollo de distintas estrategias que con-ciben al espacio pblico como instrumento para el orde-namiento y la contencin social. Es en la formulacin deestas estrategias donde el urbanismo alcanza su mxi-ma relevancia.

    durante la mayor parte de nuestro siglo losespacios urbanos han sido sistemticamente di-

    seados y organizados para asegurar que las co-lisiones y enfrentamientos no tengan lugar en ellos.El signo distintivo del urbanismo del siglo XIX fueel bulevar, un medio para reunir materiales y fuer-zas humanas explosivos; el sello del urbanismodel siglo XX ha sido la autopista, un medio parasepararlos. En esto vemos una dialctica extra-a, en que una forma de modernismo se activa yse agota tratando de aniquilar a la otra, todo ennombre del modernismo (Berman, 1988: 165).

    En definitiva, dentro de la cultura urbana moderna esposible identificar una doble lectura sobre la produccinde espacios pblicos. Por una parte, representan losprincipios de Libertad, Diversidad y Sociabilidad. Porotra, representan el ordenamiento y control de las rela-ciones sociales urbanas, convirtindolo en instrumentode de la Planificacin, Regulacin y Delimitacinsociocultural. Es justamente esta contradiccin aparen-te la que ha marcado el desarrollo y uso de los espaciospblicos hasta nuestros das, aspecto al cual nos referi-remos brevemente a continuacin.

    2. La problemtica del espaciopblico en los centros urbanoscontemporneos

    Los procesos de suburbanizacin y de creacin de nue-vas centralidades urbanas actualmente en boga en lasgrandes ciudades han puesto en cuestionamiento el su-puesto del espacio pblico como promotor de la diversi-dad cultural, de la comunicacin y del encuentro, de la

    sociabilidad y la convivencia entre las personas. Mien-

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    tras el primero promueve la expansin urbana, el segun-do tiene por objetivo articular la actividad productiva deamplios entornos territoriales mediante la conformacinde una red de nodos urbanos fuertes que concentren elpoder decisional tanto en los mbitos poltico como eco-nmico. Para ambos procesos resulta fundamental ase-

    gurar la adecuada movilidad de los recursos producti-vos, sean estos humanos, financieros o informacionales,lo cual se expresa en la importancia y magnitud entrega-da a obras de vialidad urbana y de transporte, nudoscomunicacionales, obras de arquitectura emblemtica,entre otras, todas concebidas como estructuradoras deproyectos de revitalizacin urbana desarrollados duran-te la ltima dcada en distintas ciudades del mundo.Este modelo de desarrollo urbano ha propiciado la con-formacin de centralidades y subcentralidades urbanasconstruidas en funcin de la movilidad, donde los espa-

    cios pblicos constituyen los principales promotores deun tipo de accesibilidad marcada por el desplazamientorpido, eficiente y expedito. Precisamente, una accesi-bilidad sustentada en la promocin de flujos vehicularesy peatonales restringe las posibilidades de una mayorpermanencia y estabilidad de las personas sobre el es-pacio pblico. Junto con ello, la incorporacin de nue-vos actores sociales privados como protagonistas en laconformacin del mismo ha implicado la adopcin denuevas estrategias de produccin y uso del espacio p-

    blico, ms ligadas a la eficiencia productiva que a laapropiacin social colectiva.Siguiendo los ya clsicos planteamientos desarrolladospor autores como P. Hall (1996), J. Borja (1997), M.Castells (1999), entre otros, la concepcin de los espa-cios de flujos aplicada sobre calles, avenidas y carrete-ras, y tambin sobre plazas, parques y reas verdes,genera una fuerte tendencia hacia la discontinuidad, lafragmentacin y el debilitamiento simblico de los cen-tros cvicos, perdiendo con ello su capacidad como pro-motores de la integracin social y cultural entre sus ha-

    bitantes. En palabras de Castells, estaramos en pre-sencia de la superacin de los lugares en el espacio deflujos, o como manifiesta Borja, frente a un proceso deagorafobia urbana:

    La agorafobia urbana es una enfermedad produ-cida por la degradacin o la desaparicin de loslugares pblicos integradores y protectores perotambin abiertos a todos; la teraputica y la alter-nativa parecen ser la instalacin de los flujos y delos nuevos ghettos. En esta nueva ciudad lasinfraestructuras de la comunicacin no creancentralidades ni lugares fuertes, ms bien

    segmentan o fracturan el territorio y atomizan lasrelaciones sociales.Ha muerto la ciudad? Est en crisis? La ciu-dad de la calle y de la plaza, del espacio pblico ycvico, la ciudad abierta, de mezclas y contactoses un residuo del pasado, objeto de melancola de

    urbanitas maduros? (Borja, 1997).Del conjunto de consideraciones anteriormente plantea-das es posible extrapolar algunas interrogantes respec-to de la actual condicin del espacio pblico: son espa-cios de libertad, diversidad y sociabilidad o instrumen-tos urbansticos para la planificacin y regulacin delespacio urbano? son lugares integradores abiertos atodos o espacios de flujos que permiten la generacin denuevos ghettos?A continuacin intentaremos responder estasinterrogantes mediante una propuesta conceptual sus-

    tentada en los conceptos de Lugar y de Flujo comodos perspectivas para observar y analizar tanto la con-formacin de los espacios pblicos contemporneoscomo las formas de uso y las significaciones que ema-nan desde la experiencia de sus usuarios. Junto con ellose exponen los resultados de un estudio de caso desa-rrollado en una de las nuevas centralidades ms repre-sentativas de Santiago como es el eje El Golf-Apoquindo.

    3. Lugares y flujos: estudio de

    casos en el eje El Golf-ApoquindoTres constataciones permiten describir brevemente laevolucin urbana presentada por la ciudad de Santiagodurante los ltimos 25 aos.En primer lugar, presenta una fuerte tendencia a lasuburbanizacin de carcter residencial, la que a su vezse caracteriza por su marcada segregacin socio-espacial.En segundo lugar, es posible observar la conformaciny consolidacin de nuevas subcentralidades urbanas,

    sobre cuyo carcter multifuncional se articulan los pro-cesos de suburbanizacin.Por ltimo, y en tercer lugar, el diseo y la implemen-tacin de la gran mayora de estas subcentralidades hansido realizadas teniendo en consideracin la movilidady el desplazamiento urbanos, tanto vehicular como pea-tonal.El eje El Golf-Apoquindo constituye al interior del San-tiago metropolitano uno de los sectores urbanos msemblemticos y representativos de esta evolucin. Con-

    vertido durante la dcada del 30 en una unidad barrialorientada a acoger el xodo de las altas burguesas des-

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    de el centro de la ciudad, su conformacin sigui losprincipios del modelo de ciudad jardn para mantenerhasta fines de la dcada del 60 y principios de la dcadadel 70 una vocacin perifrica y extraterritorial, en claray ntida distincin con el centro histrico. Sin embargo,la reestructuracin econmica de carcter neoliberal

    implementada en Chile hacia mediados de los aos 70 yla progresiva incorporacin del pas al proceso deglobalizacin, marc definitivamente el proceso de de-sarrollo urbano del sector, concentrndose en l unaparte importante del comando decisional de las grandescorporaciones nacionales y transnacionales que operanactualmente en el pas.Dicha transformacin se expresa en la conversin delsector en una subcentralidad lineal. sta une la periferiaoriente de la ciudad - donde se emplazan los sectoresresidenciales ms acomodados - con el centro histrico

    de la misma, acogiendo un creciente flujo vehicular. Ade-ms, y mediante la extensin de la lnea 1 del Metro porplena avda. Apoquindo, se ha permitido el acceso rpidoy expedito de personas provenientes desde los distintossectores de la ciudad, incluso desde sus otras perife-rias. De esta forma, y mediante la construccin de am-plias sendas peatonales colindantes al sistema vial, eleje en cuestin ha visto transformado su condicin decalle con una funcionalidad eminentemente residencialal de eje vial con carcter multifuncional, donde destaca

    la localizacin de oficinas y servicios. Ms all de latranquila vida de barrio, lo que hoy se observa en ellugar son flujos vehiculares y peatonales rpidos, conti-nuos y permanentes.Lo anterior genera interrogantes respecto del rol so-cialmente integrador que debiera cumplir el espacio p-blico de dicha subcentralidad. Por una parte, una acce-sibilidad sustentada en la promocin de flujosvehiculares y peatonales restringe las posibilidades deuna mayor permanencia y estabilidad de las personassobre el espacio pblico. Por otra parte, la incorpora-

    cin de nuevos actores sociales privados como prota-gonistas en la conformacin del mismo implica la adop-cin de nuevas y distintivas estrategias en su ocupaciny uso, ms ligadas a la eficiencia productiva que a laapropiacin social colectiva. En definitiva, cabe pregun-tarse si el espacio pblico de estas subcentralidadespermite el desarrollo de la vida social urbana, o, de locontrario, pierden dicho valor en manos de la movilidady el desplazamiento.Para responder a una interrogante como la planteada,resulta fundamental formular un modelo conceptual quepermita problematizar efectivamente la actual concep-

    cin de espacio pblico. Para ello se han utilizado losconceptos de lugar y de flujo.A grosso modo, entenderemos aqu la concepcin delugar como un espacio culturalmente significativo parala construccin de identidades y el establecimiento derelaciones sociales entre los habitantes de un determi-

    nado territorio. De acuerdo con Hannerz (1998) la con-cepcin del lugar alude a una experiencia vvida y porende significativa, a la vez que particular e intransferi-ble, pero comunicable a otros. En este sentido, la expe-riencia del lugar, del estar ah, se opone a la formula-cin de estereotipos urbansticos, de experiencias apre-hendidas gracias a un mapa, la televisin o una revista.En este sentido, resulta importante atender al hecho deque sobre el concepto de lugar subyace una valora-cin implcita a la lgica del arraigo y la permanencia.Siguiendo la concepcin de Aug (1996) esto se refleja

    en su pretensin de historicidad, la cual se opone a lafugacidad.Desde esta perspectiva no cabe duda que los espaciospblicos pueden ser entendidos bajo la lgica del lu-gar. Comparten, en primer lugar, la capacidad para con-centrar representaciones y prcticas sociales significa-tivas para las personas, claramente identificables y conello distinguibles de otros espacios posibles. En segun-do lugar, nuestro propio nivel de identificacin culturalcon dichos emplazamientos nos permite establecer aso-

    ciaciones significativas y vinculantes con l, las cualespueden ser comunicables a otros.Asimismo, entenderemos por espacios de flujos aque-llos espacios urbanos que mediante la conformacin deformas arquitectnicas neutras, puras y difanas propi-cian y favorecen la movilidad y el desplazamiento terri-torial de las personas al interior de los grandes centrosurbanos. Siguiendo a R. Sennett (2002), stos se repre-sentan en la conformacin de calles, avenidas, estacio-nes de pasajeros, entre otras, como espacios contin-gentes para el movimiento es decir, en reas de paso y

    no de permanencia.Este tipo de infraestructuras promotoras de la movilidadaparecen en el urbanismo moderno durante el siglo XIX,constituyndose en un importante componente de la re-estructuracin de las principales capitales europeas dela poca, como es el caso de las experiencias desarro-lladas por J. Nash en Londres y el Barn Haussmann enPars. Sin embargo, es con los procesos de suburba-nizacin y con la instauracin del modelo de ciudadglobal a fines del siglo XX que la movilidad pasa aconstituirse en uno de los elementos estructurantes de

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    los grandes centros urbanos contemporneos y en partesustancial de su modo de vida.De acuerdo con M. Delgado (1999), en tanto la movilidadconstituye un elemento fundamental del modelo de orga-nizacin espacial preeminente en la actualidad, seraposible esperar consecuencias para la cultura urbana,

    las que estaran referidas bsicamente a tres mbitos:a) un efecto desterritorializador, segn el cual lossujetos ven reducidas las posibilidades para es-tablecer marcas, lmites y distinciones cultural-mente significativas sobre el espacio urbano.

    b) un cuestionamiento respecto de la capacidad quelos sujetos tienen para observarse y reconocerseen el espacio urbano. El supuesto de la integra-cin social de las diferencias en el espacio pbli-co urbano tambalea frente a la indiferencia o aldesconocimiento entre las personas.

    c) por ltimo, una tendencia que refuerce la formula-cin de vnculos sociales laxos, asociaciones ef-meras y coyunturales entre los sujetos productode la excesiva movilidad de la vida urbana.

    En definitiva, y como establece Castells (1999), frente ala preeminencia adquirida por la movilidad en los gran-des centros urbanos contemporneos es posible pensaren un proceso de reestructuracin urbana caracterizadopor la superacin de los lugares en el espacio de losflujos.

    No obstante todo lo anterior, an es posible preguntarsesi flujos y lugares constituyen dos realidades opues-tas y contradictorias. Si bien las definiciones entrega-das sobre ambos conceptos parecen confirmar esa idea,un anlisis de las prcticas y representaciones cultura-les desarrolladas sobre el espacio pblico por sus usua-rios nos permite plantear que ambos conceptos repre-sentan ms bien realidades yuxtapuestas y complemen-tarias.Para abordar dicha problemtica nos remitimos a anali-zar las prcticas de permanencia y desplazamiento

    desarrolladas por los sujetos urbanos usuarios del ejeEl Golf-Apoquindo. La concepcin de permanencia,asociada directamente a la existencia de lugares, fuedefinida como la capacidad para establecer una rela-cin culturalmente significativa con el espacio pblico apartir de la estabilidad de sus usos en el tiempo. Por suparte la concepcin de desplazamiento, asociada a losespacios de flujos, fue definida como aquellos usos delespacio pblico caracterizados por su fugacidad. Lainvestigacin desarrollada en base a las relaciones lu-gares-permanencia y flujos-desplazamiento nos per-miti identificar la existencia de tres formas de uso y

    significacin que pueden ser clasificadas y descritasmediante las siguientes categoras: la Condicin de Tran-sitoriedad, la Condicin de Periodicidady la Condicinde Permanencia.La primera categora representa a un conjunto de usua-rios denominados Usuarios Transitorios, los cuales se

    caracterizan por desarrollar usos individuales, especfi-cos y contingentes en el espacio pblico, haciendo deldesplazamiento su principal forma de uso y tendiendocon ello hacia prcticas sociales uniformes y homog-neas sobre l. Sus principales exponentes son pasean-tes eventuales, dedicados a la realizacin de trmites,compras, turismo, uso del sistema de transporte colecti-vo, etc. Desde esta perspectiva, los usuarios transito-rios estaran ms cercanos hacia una experiencia delespacio pblico mediatizada por el flujo.La segunda categora representa a los denominadosUsuarios Peridicos, quienes se destacan principalmen-te por su regularidad en los tiempos y formas de uso delespacio pblico, regularidad que combina formas depermanencia discretascon circuitos de desplazamien-tos amplios, particulares y recurrentes.Destacan dentrode esta categora los trabajadores de oficinas del sector,del comercio establecido y residentes, entre otros. Eneste caso, la experiencia en el uso de los espacios p-blico vendra dada por una combinacin y mezcla parti-cular delugares y flujos.

    Por ltimo, la tercera categora representa a los denomi-nados Usuarios Permanentes, los cuales se destacanprincipalmente por el establecimiento de relaciones es-tables y duraderascon el espacio pblico como es elcaso de los trabajadores ambulantes, kiosqueros, taxis-tas, cuidadores de autos, etc. La relacin de subsisten-cia que stos guardan con el espacio pblico les permitedesarrollar formas significativasy particulares de expe-rimentarlo y distinguirlo, mucho ms cercanas hacia laconformacin y reconocimiento de lugares.A modo de sntesis, las tres categoras de usuarios plan-

    teadas permiten establecer la siguiente formulacin: lasprcticas y formas de uso del espacio pblico por partede los usuarios transitorios estn marcadas preferente-mente por el desplazamiento sobre el espacio pblico,el cual constituye un medio de accesibilidad ms que unfin es s mismo. Por su parte, los usuarios permanenteshacen del espacio pblico su principal medio de subsis-tencia, trasformndose en un fin por s mismo. En elintertanto de ambas categoras, los usuarios peridicosse ubican equidistantemente entre prcticas de perma-nencia y prcticas de desplazamiento.

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    La investigacin desarrollada sobre estos tres tipos deusuarios tambin nos permite identificar tambin distin-tas formas de identidad, pertenencia e integracin socialen el espacio pblico.En trminos de identidad, las prcticas de permanenciaen el espacio pblico permiten la focalizacin de repre-

    sentaciones culturales sobre espacios delimitados, locual permite a los usuarios generar concepciones delugar. Por su parte, aquellos usuarios que desarrollanusos y prcticas sociales mayormente asociadas al des-plazamiento manifiestan mayores niveles de dispersina la hora de identificar espacios culturalmente significa-tivos. En muchos de estos casos la identidad de un es-pacio pblico puede provenir de un principio de distin-cin formulado no por el usuario sino creada por arqui-tectos y diseadores. Esta forma de proyectar el espa-cio pblico puede terminar constituyndose en la pro-

    yeccin de una imagen que no necesariamente constitu-ye una fuente significativa de experiencias para el habi-tante de la ciudad.Por encontrarse profundamente relacionado con la con-formacin de identidad, el desarrollo de formas de perte-nencia posee una continuidad con el prrafo anterior, demanera tal que las prcticas asociadas a una mayorpermanencia estn asociados a un sentimiento de perte-nencia mayor que aquellas asociados a desplazamien-to. Sin embargo esta correspondencia plantea tambin

    una particularidad. Si bien un usuario puede reconocerla existencia de un territorio que cuenta con caracters-ticas formales y funcionales particulares y distintivas,ello no necesariamente significa una plena identifica-cin con l. Desde esta perspectiva, los usos y valora-ciones desarrolladas por el sujeto urbano en un determi-nado espacio pblico se orientan ms por un conjunto deprescripciones y saberes formados consuetudi-nariamente que por las formas puras y difanas desarro-lladas por planificadores externos.Por ltimo, y en lo que respecta a las formas de integra-

    cin social, las prcticas asociadas a mayor permanen-cia facilitan el establecimiento de relaciones socialesequilibradas entre los distintos usuarios, por cuanto susformas de identidad y pertenencia particulares resultanvisibles y reconocibles para otros. Por su parte, las prc-ticas asociadas al desplazamiento favorecen el estable-cimiento de interacciones sociales coyunturales, o comolas denomina Sennett, formas de aislamiento en mediode la visibilidad. En muchos de estos casos la visibili-dad y el reconocimiento respecto a la existencia de lu-gares entre usuarios se vuelve complicada y por tanto

    muchos de ellos se apegan a las formulacionesinstitucionalizadas respecto del espacio pblico.En definitiva, este conjunto de distinciones respecto dela identidad, pertenencia e integracin social del sujetourbano en el espacio pblico permiten plantear que noobstante el modelo de urbanizacin neoliberal promue-

    ve el flujo y el desplazamiento de los individuos sobre elespacio pblico, ste no deja de ser significativo paraellos. Posiblemente la generacin de lugares se tornaquizs mucho ms individualista, pero no deja de produ-cirse.Esta constatacin se condice con aquella identificadapor Aug segn la cual lugar y no lugar (flujo) consti-tuyen una polaridad falsa, por cuanto ambos se entrela-zan e interpenetran. De esta forma, y en el entendido queAug denomina no lugares aquellos puntos o artefac-tos de mediacin, orientados siempre a otros fines y

    cuya ocupacin nunca constituye un fin por s mismo,sino simplemente un medio, entonces la tensin entrelugares y flujos se resolvera precisamente mediantela generacin de dichos puntos de mediacin, los cualesdan continuidad a la experiencia subjetiva frente a lasinstalaciones para la circulacin acelerada de personasy bienes, puntos de trnsito y ocupaciones provisiona-les: vas areas, ferroviarias, autopistas, y medios detransporte que pueblan las grandes ciudades.

    4. ConclusionesSegn lo desarrollado por distintos autores, parece cla-ro que el modelo de urbanizacin neoliberal provee a lasgrandes ciudades de un nuevo tipo de espacio pblico,dispuesto especialmente a satisfacer las demandas deimagen propias de los grandes centros de decisin eco-nmica, y los requisitos de efectividad y eficiencia queel correcto funcionamiento del modelo les impone. Des-de la perspectiva anteriormente planteada la principalinterrogante es saber cuales son las caractersticas de

    este nuevo modelo de espacio pblico que con mayorfuerza condicionan la experiencia de habitar para lossujetos urbanos. Para ello hemos planteado dos refe-rentes tericos fundamentales: espacios de lugaresv/s espacios de flujos.A nuestro juicio ambos deben ser considerados comodos realidades complementarias, donde las prcticasde permanencia y desplazamiento asociadas a ellosconstituyen dos formas de uso del espacio pblico trans-versales entre s, dos formas de experimentar el espa-cio urbano y por ende dos formas de darle uso y signifi-

    cacin.

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    Por una parte, la prctica del desplazamiento generarelaciones significativas entre sujeto y espacio pblico,aunque stas poseen un carcter marcadamente y sondifcilmente comunicables a otros, por cuanto reducen laposibilidad de interaccin y el asentamiento de una co-municacin con sentido entre sujetos. Por otra parte, el

    espacio pblico como mbito de interrelacin y de co-municacin entre sujetos particulares necesita de unacondicin de asentamiento de parte de los sujetos en elespacio ocupado, por corta y efmera que sea su dura-cin. En este sentido se hace alusin directamente aformas de permanencia en espacios pblicos las cualesprovean a los sujetos usuarios de la estabilidad necesa-ria para establecer comunicaciones con sentido.El establecimiento de relaciones significativas entresujetos y espacio publico urbano transita por tanto entreespacios culturalmente significativos marcados ya sea

    institucionalmente - por la arquitectura y el urbanismo -o presencialmente gracias a la experiencia particular desus usuarios. De esta forma es posible reconocer queno obstante la marcada prevalencia del flujo en algunosespacios pblicos, stos siguen promoviendo formas deinteraccin social entre sus usuarios. Si bien es ciertostas se alejan del valor tradicional del espacio pblicoatribuido en la modernidad como espacio para las multi-tudes/ muchedumbres urbanas, ellas adquieren una par-ticularizacin mucho mayor. Caractersticas como una

    funcionalidad de un marcado carcter operacional, unaarquitectura autorreferencial y fragmentaria, y distintassalvaguardas al paseo peatonal como son la fluidez deldesplazamiento, la tranquilidad y la seguridad con quelos usuarios experimentan el espacio pblico, entre otrosaspectos altamente valorados por la mayora de stos,parecen generar un cierto efecto de disciplinamiento delas prcticas sociales, disciplinamiento que en otrosgrandes centralidades urbanas no sera tan evidente (ej.Centro Tradicional).

    Notas1 Las ciudades, y particularmente las grandes ciudadesmetropolitanas de los tiempos modernosson, con todas

    sus complejidades y artificios, la creacin ms majestuosadel hombre, el ms prodigioso de los artefactos humanos2 Ver: Gross et al, 1982; de Ramn, 2000.

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