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CELULOIDE DIGITAL - ESPECIAL OSCARS 2014

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Revista mexicana independiente dedicada al séptimo arte.

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Con Gravity, el mexicano Alfonso Cuarón alcanza uno de los lo-gros técnicos más grandes en la

historia del Cine (sí, ese que se escribe con mayúsculas) y replantea el uso del lenguaje cinematográfico en el cine de acción. Partiendo de una premisa en extremo sencilla y más que conocida por todos aquellos que han visto el trailer -un par de astronautas queda a la deriva tras ser impactados por los restos de un satélite ruso que ha sido destruido-, Cuarón apuesta por los planos secuencia (el pri-mero de más de 15 minutos es apabu-llante) para plasmar en pantalla el relato de supervivencia que coescribió con su hijo Jonás. A través de las extensas secuencias 'sin cortes', se apela principalmente a la propagación de esa sensación de mie-do, angustia y claustrofobia por la que atraviesan los astronautas, sobre todo la novata Dra. Ryan Stone (es decir San-dra Bullock), pues en su primera misión espacial tiene que enfrentarse a la ma-yor de las pesadillas de un astronauta. Y es que a lo largo de las secuencias, el ci-neasta mexicano se inclina más hacia el uso de las distintas herramientas que ofrece la gramática cinematográfica (en la misma escena se va de los encuadres, a los close ups, al plano subjetivo, pa-sando por diversos ángulos de las to-mas, etc.) para sumergirnos en una 'ex-periencia cinematográfica' que se ve complementada a la perfección por la preciosista fotografía de Emmanuel 'Chivo' Lubezki, por el extraordinario di-seño sonoro y por el más que justificado uso del formato 3D, planteando con ello una nueva manera de hacer cine de ac-ción, igual de dinámico, igual de trepi-dante (incluso más, tal vez), pero sin la necesidad de hacer decenas de cortes en una escena de escasos minutos. Gravity es cine poderoso, honesto y humano, sin trampas sensibleras y car-gado de alegorías sobre el renacimiento del ser humano (Bullock flotando en po-sición fetal o dando sus 'primeros torpes pasos' -cuando la vean lo entenderán-) tras un evento catártico (aquí tal vez muy extremo) y la fuerza vital que nos lleva a intentar sobrevivir a como dé lugar; y si bien es cierto que las alegorías podrían llegar a ser bastante obvias (ok, sí, lo son), no implica que sean menos efecti-vas. Es una cinta de acción espectacular (todo en el aspecto técnico es impeca-ble), salpicada de breves momentos dra-máticos que ayudan a la audiencia a co-nectar exitosamente con la historia y sus

personajes. George Clooney interpre-ta correctamente (y no esperábamos menos de este carismático histrión) al experimentado Matt Kowalski, aunque la verdadera estrella es, sin duda alguna, Sandra Bullock, pues en su personaje recae toda la acción del filme, resol-viéndolo con un trabajo por demás so-bresaliente, aunque bajo mi humilde jui-cio, no es como para el Oscar (como han señalado muchos). Gravity es una experiencia cinemato-gráfica que no da un minuto de respiro, no sólo por la trepidante premisa, sino porque visualmente es majestuosa (no hay ningún plano que no sea simple-mente hermoso); una cinta que, a dife-rencia de otras, se debe presenciar en 3D, pues es parte esencial para que se experimente cabalmente. Cine de alta calidad, y sin duda alguna, de lo mejor que ha producido la industria hollywoo-dense este año.

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Con Gravity, el mexicano Alfonso Cuarón alcanza uno de los lo-gros técnicos más grandes en la

historia del Cine (sí, ese que se escribe con mayúsculas) y replantea el uso del lenguaje cinematográfico en el cine de acción. Partiendo de una premisa en extremo sencilla y más que conocida por todos aquellos que han visto el trailer -un par de astronautas queda a la deriva tras ser impactados por los restos de un satélite ruso que ha sido destruido-, Cuarón apuesta por los planos secuencia (el pri-mero de más de 15 minutos es apabu-llante) para plasmar en pantalla el relato de supervivencia que coescribió con su hijo Jonás. A través de las extensas secuencias 'sin cortes', se apela principalmente a la propagación de esa sensación de mie-do, angustia y claustrofobia por la que atraviesan los astronautas, sobre todo la novata Dra. Ryan Stone (es decir San-dra Bullock), pues en su primera misión espacial tiene que enfrentarse a la ma-yor de las pesadillas de un astronauta. Y es que a lo largo de las secuencias, el ci-neasta mexicano se inclina más hacia el uso de las distintas herramientas que ofrece la gramática cinematográfica (en la misma escena se va de los encuadres, a los close ups, al plano subjetivo, pa-sando por diversos ángulos de las to-mas, etc.) para sumergirnos en una 'ex-periencia cinematográfica' que se ve complementada a la perfección por la preciosista fotografía de Emmanuel 'Chivo' Lubezki, por el extraordinario di-seño sonoro y por el más que justificado uso del formato 3D, planteando con ello una nueva manera de hacer cine de ac-ción, igual de dinámico, igual de trepi-dante (incluso más, tal vez), pero sin la necesidad de hacer decenas de cortes en una escena de escasos minutos. Gravity es cine poderoso, honesto y humano, sin trampas sensibleras y car-gado de alegorías sobre el renacimiento del ser humano (Bullock flotando en po-sición fetal o dando sus 'primeros torpes pasos' -cuando la vean lo entenderán-) tras un evento catártico (aquí tal vez muy extremo) y la fuerza vital que nos lleva a intentar sobrevivir a como dé lugar; y si bien es cierto que las alegorías podrían llegar a ser bastante obvias (ok, sí, lo son), no implica que sean menos efecti-vas. Es una cinta de acción espectacular (todo en el aspecto técnico es impeca-ble), salpicada de breves momentos dra-máticos que ayudan a la audiencia a co-nectar exitosamente con la historia y sus

personajes. George Clooney interpre-ta correctamente (y no esperábamos menos de este carismático histrión) al experimentado Matt Kowalski, aunque la verdadera estrella es, sin duda alguna, Sandra Bullock, pues en su personaje recae toda la acción del filme, resol-viéndolo con un trabajo por demás so-bresaliente, aunque bajo mi humilde jui-cio, no es como para el Oscar (como han señalado muchos). Gravity es una experiencia cinemato-gráfica que no da un minuto de respiro, no sólo por la trepidante premisa, sino porque visualmente es majestuosa (no hay ningún plano que no sea simple-mente hermoso); una cinta que, a dife-rencia de otras, se debe presenciar en 3D, pues es parte esencial para que se experimente cabalmente. Cine de alta calidad, y sin duda alguna, de lo mejor que ha producido la industria hollywoo-dense este año.

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La esclavitud en Estados Unidos es uno de los más oscuros y penosos pasajes de sus historia, y ha tra-

tado de ser evitado (y por lo tanto, bo-rrado de la memoria colectiva) desde siempre; afortunadamente el séptimo ar-te ha sido una buena herramienta para evitar que sea olvidado y mostrar las atrocidades que el hombre es capaz de cometer en contra de su propia especie. Mandingo de Richard Fleischer, Man-derlay de Lars von Trier, Amistad, Lin-coln (ambas de Steven Spielberg) y más recientemente Django Unchained de Quentin Tarantino, han sido sólo al-gunas de las películas que, con mayor o menor compromiso, han puesto el dedo sobre la llaga de este tema que tanta incomodidad causa en Estados Unidos. 12 Years a Slave, la nueva película del infravalorado director Steve McQueen (quien ya nos ofreció las excelentes Hunger en 2008 y Shame en 2011), es la más reciente cinta dispuesta a no dejar olvidados casi cuatro siglos de esclavi-tud en Estados Unidos, pues además de ser una confirmación de su firme postura como miembro de la comunidad afroa-mericana, el relato de su cinta está ba-sado (por muy increíble que parezca) en un caso verídico: el del culto y virtuoso violinista Solomon Northup (Chiwetel Ejifor), quien con engaños y promesas de una serie de presentaciones por Es-tados Unidos, fue secuestrado y vendido como esclavo al Sur del país (en Lui-siana) para trabajar en la plantación de Ford (un benévolo aunque poco valiente Benedict Cumberbatch), pero tras unos violentos incidentes en dicha plan-tación, Ford se ve obligado a ceder al nuevo esclavo a la plantación del des-equilibrado Edwin Epps (Michael Fass-bender en su tercera participación con McQueen), donde pasará el resto de sus días de esos doce años que vivió como esclavo. El director nos ofrece un relato sólido en todos los sentidos, desde los rubros técnicos donde se logran con gran sol-vencia trabajos sobresalientes como en diseño de arte, fotografía, música y ves-tuario, hasta llegar a la parte medular, es decir, el bien estructurado guión de John Ridley, que intercala la vida del protagonista como hombre libre al lado de su familia en Nueva York, como su 'nueva vida' bajo humillaciones y la pér-dida casi total de su dignidad, pero nun-ca perdiendo la esperanza de encontrar alguna manera de volver a casa al lado de su esposa e hijos.

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La esclavitud en Estados Unidos es uno de los más oscuros y penosos pasajes de sus historia, y ha tra-

tado de ser evitado (y por lo tanto, bo-rrado de la memoria colectiva) desde siempre; afortunadamente el séptimo ar-te ha sido una buena herramienta para evitar que sea olvidado y mostrar las atrocidades que el hombre es capaz de cometer en contra de su propia especie. Mandingo de Richard Fleischer, Man-derlay de Lars von Trier, Amistad, Lin-coln (ambas de Steven Spielberg) y más recientemente Django Unchained de Quentin Tarantino, han sido sólo al-gunas de las películas que, con mayor o menor compromiso, han puesto el dedo sobre la llaga de este tema que tanta incomodidad causa en Estados Unidos. 12 Years a Slave, la nueva película del infravalorado director Steve McQueen (quien ya nos ofreció las excelentes Hunger en 2008 y Shame en 2011), es la más reciente cinta dispuesta a no dejar olvidados casi cuatro siglos de esclavi-tud en Estados Unidos, pues además de ser una confirmación de su firme postura como miembro de la comunidad afroa-mericana, el relato de su cinta está ba-sado (por muy increíble que parezca) en un caso verídico: el del culto y virtuoso violinista Solomon Northup (Chiwetel Ejifor), quien con engaños y promesas de una serie de presentaciones por Es-tados Unidos, fue secuestrado y vendido como esclavo al Sur del país (en Lui-siana) para trabajar en la plantación de Ford (un benévolo aunque poco valiente Benedict Cumberbatch), pero tras unos violentos incidentes en dicha plan-tación, Ford se ve obligado a ceder al nuevo esclavo a la plantación del des-equilibrado Edwin Epps (Michael Fass-bender en su tercera participación con McQueen), donde pasará el resto de sus días de esos doce años que vivió como esclavo. El director nos ofrece un relato sólido en todos los sentidos, desde los rubros técnicos donde se logran con gran sol-vencia trabajos sobresalientes como en diseño de arte, fotografía, música y ves-tuario, hasta llegar a la parte medular, es decir, el bien estructurado guión de John Ridley, que intercala la vida del protagonista como hombre libre al lado de su familia en Nueva York, como su 'nueva vida' bajo humillaciones y la pér-dida casi total de su dignidad, pero nun-ca perdiendo la esperanza de encontrar alguna manera de volver a casa al lado de su esposa e hijos.

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Ubicada en la ciudad de Los Ánge-les de un futuro no muy lejano, aunque indeterminado, Ella (Her;

2013) sigue a Theodore Twombly (un soberbio Joaquin Phoenix), un redac-tor de cartas personalizadas en beauti-fulhandwrittenletters.com (escríbanla y los enviará directo al sitio de la cinta), quien ha vivido deprimido desde que rompió con su esposa Catherine (Roo-ney Mara); un día, al regresar a casa tras su jornada de trabajo, consigue un nuevo sistema operativo llamado OS 1, que mucho más que ser un avanzado software para computadora, es el primer sistema con una inteligencia artificial de avanzadísima tecnología, una entidad intuitiva con conciencia propia, diseñada para satisfacer, de manera eficiente y eficaz, todas las necesidades del usua-rio. Tras resolver que quiere una voz fe-menina para su nuevo software y res-ponder un par de preguntas (¿es usted social o antisocial? y ¿cómo describiría su relación con su madre?), Theodore descubre a su nuevo sistema operativo, el cual se autodenomina como Saman-tha (con la voz de Scarlett Johansson), un nombre que ha elegido tras haber leído, en fracciones de segundo, una infinidad de nombres y determinar que es el que mejor va con ella. Theodore y la voz femenina de la sorprendentemente sensible y divertida Samantha, van creando una estrecha relación de amis-tad y complicidad en su vida cotidiana. Y así, mientras ella intenta comprender y asimilar la naturaleza de los humanos con una curiosidad inagotable ("quiero saber todo sobre todo", dice en algún momento, quien también le pregunta a Theodore "¿cómo era el ser casado y compartir la vida con alguien?"), él continúa con su trabajo como redactor de emotivas cartas y accede a participar en una cita a ciegas (con alguien que es igualita ni más ni menos que a Olivia Wi lde ) ; pe ro es cuando es te improvisado encuentro romántico no sale como lo esperaban (ella esperaba algo más que un acostón y él no estaba preparado para ofrecer algo más), que Theodore encuentra re-fugio y consuelo con Samantha en esa madrugada donde su relación pasa a un siguiente nivel, más profundo y emocio-nal. Bajo esta premisa, el director Spike Jonze juega con el concepto del amor hombre/máquina y nos regala la película más conmovedora y humana del año, además de abordar planteamientos filo-sóficos sobre lo que nos hace seres hu-manos. Ella es una fábula que nos habla

más conmovedora y humana del año, además de abordar planteamientos filo-sóficos sobre lo que nos hace seres hu-manos. Ella es una fábula que nos habla de la evolución del ser humano en una época ultramoderna donde correremos riesgos de intimar con la tecnología; es también una propuesta sobre cómo nos relacionamos con la tecnología y sobre nuestro desapego a las personas reales: ¿Es Samantha -o su relación con ella- menos real que la chica con la que salió en la cita a ciegas? ¿Es Theodore -como se lo indica su ex esposa cuando se reú-nen a firmar el divorcio- una persona que quiere una pareja sin los retos de tener que lidiar con algo real? Estas son algu-nas de las muchísimas interrogantes que nos plantea Jonze a través de un excelente guión (donde nada sobra y nada falta) que nos muestra a un prota-gonista melancólico y robotizado, y su relación con esta sensible inteligencia artificial que en ocasiones resulta ser mucho más humana que él mismo. "Ten-go la habilidad de aprender y madurar de mis experiencias", dice Samantha en cierta parte de la película, contrastando completamente con la situación de The-odore, quien parece no haber aprendido ni madurado nada tras su rompimiento con su esposa. Pero, ¿cómo cuestionar o etiquetar como 'una locura' la relación entre Theodore y Samantha si, después de todo, "el amor no es más que una forma de locura socialmente aceptable", como tiene a bien señalar Amy -inter-pretada por Amy Adams en un breve pero determinante rol-, la mejor amiga de Theodore. Con Ella, Spike Jonze nos ofrece una obra maestra de la ciencia ficción del nuevo milenio que a pesar de ser com-pletamente tradicional en su propuesta cinematográfica, es absolutamente vi-sionaria en su discurso y su tratamiento, sobresaliendo también el extraordinario uso de la banda sonora (que incluye, en-tre otros, a Arcade Fire -con varios te-mas, pero destacando Supersymmetry-, The Breeders, Little Willie John, The Chantels, así como los mismísimos Joaquin Phoenix y Scarlett Johan-sson, quienes interpretan The Moon Song, compuesta por Karen O. y Spike Jonze) para apoyar los momentos me-lancólicos del protagonista; el filme es un cálido y sutil relato tan improbable (hasta ahora) como creíble a cerca del amor entre un hombre y una máquina.

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Ubicada en la ciudad de Los Ánge-les de un futuro no muy lejano, aunque indeterminado, Ella (Her;

2013) sigue a Theodore Twombly (un soberbio Joaquin Phoenix), un redac-tor de cartas personalizadas en beauti-fulhandwrittenletters.com (escríbanla y los enviará directo al sitio de la cinta), quien ha vivido deprimido desde que rompió con su esposa Catherine (Roo-ney Mara); un día, al regresar a casa tras su jornada de trabajo, consigue un nuevo sistema operativo llamado OS 1, que mucho más que ser un avanzado software para computadora, es el primer sistema con una inteligencia artificial de avanzadísima tecnología, una entidad intuitiva con conciencia propia, diseñada para satisfacer, de manera eficiente y eficaz, todas las necesidades del usua-rio. Tras resolver que quiere una voz fe-menina para su nuevo software y res-ponder un par de preguntas (¿es usted social o antisocial? y ¿cómo describiría su relación con su madre?), Theodore descubre a su nuevo sistema operativo, el cual se autodenomina como Saman-tha (con la voz de Scarlett Johansson), un nombre que ha elegido tras haber leído, en fracciones de segundo, una infinidad de nombres y determinar que es el que mejor va con ella. Theodore y la voz femenina de la sorprendentemente sensible y divertida Samantha, van creando una estrecha relación de amis-tad y complicidad en su vida cotidiana. Y así, mientras ella intenta comprender y asimilar la naturaleza de los humanos con una curiosidad inagotable ("quiero saber todo sobre todo", dice en algún momento, quien también le pregunta a Theodore "¿cómo era el ser casado y compartir la vida con alguien?"), él continúa con su trabajo como redactor de emotivas cartas y accede a participar en una cita a ciegas (con alguien que es igualita ni más ni menos que a Olivia Wi lde ) ; pe ro es cuando es te improvisado encuentro romántico no sale como lo esperaban (ella esperaba algo más que un acostón y él no estaba preparado para ofrecer algo más), que Theodore encuentra re-fugio y consuelo con Samantha en esa madrugada donde su relación pasa a un siguiente nivel, más profundo y emocio-nal. Bajo esta premisa, el director Spike Jonze juega con el concepto del amor hombre/máquina y nos regala la película más conmovedora y humana del año, además de abordar planteamientos filo-sóficos sobre lo que nos hace seres hu-manos. Ella es una fábula que nos habla

más conmovedora y humana del año, además de abordar planteamientos filo-sóficos sobre lo que nos hace seres hu-manos. Ella es una fábula que nos habla de la evolución del ser humano en una época ultramoderna donde correremos riesgos de intimar con la tecnología; es también una propuesta sobre cómo nos relacionamos con la tecnología y sobre nuestro desapego a las personas reales: ¿Es Samantha -o su relación con ella- menos real que la chica con la que salió en la cita a ciegas? ¿Es Theodore -como se lo indica su ex esposa cuando se reú-nen a firmar el divorcio- una persona que quiere una pareja sin los retos de tener que lidiar con algo real? Estas son algu-nas de las muchísimas interrogantes que nos plantea Jonze a través de un excelente guión (donde nada sobra y nada falta) que nos muestra a un prota-gonista melancólico y robotizado, y su relación con esta sensible inteligencia artificial que en ocasiones resulta ser mucho más humana que él mismo. "Ten-go la habilidad de aprender y madurar de mis experiencias", dice Samantha en cierta parte de la película, contrastando completamente con la situación de The-odore, quien parece no haber aprendido ni madurado nada tras su rompimiento con su esposa. Pero, ¿cómo cuestionar o etiquetar como 'una locura' la relación entre Theodore y Samantha si, después de todo, "el amor no es más que una forma de locura socialmente aceptable", como tiene a bien señalar Amy -inter-pretada por Amy Adams en un breve pero determinante rol-, la mejor amiga de Theodore. Con Ella, Spike Jonze nos ofrece una obra maestra de la ciencia ficción del nuevo milenio que a pesar de ser com-pletamente tradicional en su propuesta cinematográfica, es absolutamente vi-sionaria en su discurso y su tratamiento, sobresaliendo también el extraordinario uso de la banda sonora (que incluye, en-tre otros, a Arcade Fire -con varios te-mas, pero destacando Supersymmetry-, The Breeders, Little Willie John, The Chantels, así como los mismísimos Joaquin Phoenix y Scarlett Johan-sson, quienes interpretan The Moon Song, compuesta por Karen O. y Spike Jonze) para apoyar los momentos me-lancólicos del protagonista; el filme es un cálido y sutil relato tan improbable (hasta ahora) como creíble a cerca del amor entre un hombre y una máquina.

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El director canadiense Jean-Marc Vallée, de quien podemos recor-dar propuestas como la entraña-

ble C.R.A.Z.Y. (2005) y el drama históri-co La Reina Joven (Young Victoria; 2009), vuelve tras la cámara para com-partirnos una historia sobre los avatares de un hombre recién diagnosticado con el virus del VIH y su lucha contra el sistema farmacéutico. Dallas Buyers Club está inspirada en el caso real de Ron Woodroof, un elec-tricista, aspotador y cowboy de rodeo te-xano inmerso en la drogadicción, la pro-miscuidad y la homofobia que en 1986 es diagnosticado como portador de VIH y con un pronóstico de vida de 30 días; pero lejos de quedarse sentado a espe-rar el final de sus días, Woodroof inves-tigó y buscó tratamientos que le ayuda-ran a controlar la enfermedad. Primero comenzó a tomar AZT, el único medica-mento aprobado por la FDA (Food and Drug Administration) para ser comercia-lizado en Estados Unidos y que recibía gratuitamente en el hospital, pero los efectos secundarios del tratamiento (que la FDA jamás hizo públicos) lo lle-varon al borde de la muerte. Woodroof se dedicó entonces a buscar tratamien-tos alternativos y descubrió que había ciertas medicinas antivirales, que aun-que no estaban permitidas en Estados Unidos, eran mucho más efectivas como retrovirales que las de el 'tratamiento oficial' con AZT que se brindaban en los hospitales. Así, comenzó a contraban-dear medicamentos antivirales desde distintas partes del mundo (principal-mente México) que pudieron ayudar a los seropositivos a llevar una mejor ca-lidad de vida, aunque claro, todo ello de manera clandestina y con la ayuda de Rayon, un transexual seropositivo con quien Woodroof se asoció para fundar el Club del título del filme y proveer los tra-tamientos alternativos a todos aquellos que pudieran costearlos. Jean-Marc- Vallée realiza un estupen-do trabajo como director al ofrecernos una historia sincera e inteligente, una mi-rada profunda a una época donde el SI-DA era asociado con las personas ho-mosexuales, pertenecientes a una co-munidad que se volvió aún más mar-ginada después de la pandemia a me-diados de los años 80s, una plaga que quitó la vida a millones de personas, en-tre las que se encontraba el galán holly-woodense Rock Hudson, a quien se ha-ce una breve referencia al inicio de la cin-ta. Craig Borten y Melisa Wallack, guio-nistas del filme, se alejan completamen-

te de los biopics más tradicionales, pues además de compartirnos la desoladora historia de Woodroof y Rayon, ofrecen también una denuncia contra la FDA y las corporaciones farmacéuticas, quie-nes trabajan hombro con hombro para li-brar guerras contra todo que le que re-presente una amenaza contra sus medi-camentos. Dallas Buyers Club no es una cinta fácil ni complaciente, es un inteligente y sen-sible relato sobre la tenacidad, un dolo-roso tratado sobre la determinación hu-mana retratada a través de los soberbios trabajos de Matthew McConaughey y Jared Leto, quienes sufrieron transfor-maciones físicas sorprendentes para encarnar a Woodroof y Rayon, respecti-vamente, y son merecedores de todos los elogios -y premios- del mundo; vere-mos entonces, si su desempeño es reco-nocido en la próxima entrega del Oscar (próximo 2 de marzo) donde ambos es-tán nominados como Mejor Actor y Me-jor Actor de reparto. Mientras tanto, el visionado de la cinta está mucho más que recomendado a partir del próximo 7 de febrero aquí en México.

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El director canadiense Jean-Marc Vallée, de quien podemos recor-dar propuestas como la entraña-

ble C.R.A.Z.Y. (2005) y el drama históri-co La Reina Joven (Young Victoria; 2009), vuelve tras la cámara para com-partirnos una historia sobre los avatares de un hombre recién diagnosticado con el virus del VIH y su lucha contra el sistema farmacéutico. Dallas Buyers Club está inspirada en el caso real de Ron Woodroof, un elec-tricista, aspotador y cowboy de rodeo te-xano inmerso en la drogadicción, la pro-miscuidad y la homofobia que en 1986 es diagnosticado como portador de VIH y con un pronóstico de vida de 30 días; pero lejos de quedarse sentado a espe-rar el final de sus días, Woodroof inves-tigó y buscó tratamientos que le ayuda-ran a controlar la enfermedad. Primero comenzó a tomar AZT, el único medica-mento aprobado por la FDA (Food and Drug Administration) para ser comercia-lizado en Estados Unidos y que recibía gratuitamente en el hospital, pero los efectos secundarios del tratamiento (que la FDA jamás hizo públicos) lo lle-varon al borde de la muerte. Woodroof se dedicó entonces a buscar tratamien-tos alternativos y descubrió que había ciertas medicinas antivirales, que aun-que no estaban permitidas en Estados Unidos, eran mucho más efectivas como retrovirales que las de el 'tratamiento oficial' con AZT que se brindaban en los hospitales. Así, comenzó a contraban-dear medicamentos antivirales desde distintas partes del mundo (principal-mente México) que pudieron ayudar a los seropositivos a llevar una mejor ca-lidad de vida, aunque claro, todo ello de manera clandestina y con la ayuda de Rayon, un transexual seropositivo con quien Woodroof se asoció para fundar el Club del título del filme y proveer los tra-tamientos alternativos a todos aquellos que pudieran costearlos. Jean-Marc- Vallée realiza un estupen-do trabajo como director al ofrecernos una historia sincera e inteligente, una mi-rada profunda a una época donde el SI-DA era asociado con las personas ho-mosexuales, pertenecientes a una co-munidad que se volvió aún más mar-ginada después de la pandemia a me-diados de los años 80s, una plaga que quitó la vida a millones de personas, en-tre las que se encontraba el galán holly-woodense Rock Hudson, a quien se ha-ce una breve referencia al inicio de la cin-ta. Craig Borten y Melisa Wallack, guio-nistas del filme, se alejan completamen-

te de los biopics más tradicionales, pues además de compartirnos la desoladora historia de Woodroof y Rayon, ofrecen también una denuncia contra la FDA y las corporaciones farmacéuticas, quie-nes trabajan hombro con hombro para li-brar guerras contra todo que le que re-presente una amenaza contra sus medi-camentos. Dallas Buyers Club no es una cinta fácil ni complaciente, es un inteligente y sen-sible relato sobre la tenacidad, un dolo-roso tratado sobre la determinación hu-mana retratada a través de los soberbios trabajos de Matthew McConaughey y Jared Leto, quienes sufrieron transfor-maciones físicas sorprendentes para encarnar a Woodroof y Rayon, respecti-vamente, y son merecedores de todos los elogios -y premios- del mundo; vere-mos entonces, si su desempeño es reco-nocido en la próxima entrega del Oscar (próximo 2 de marzo) donde ambos es-tán nominados como Mejor Actor y Me-jor Actor de reparto. Mientras tanto, el visionado de la cinta está mucho más que recomendado a partir del próximo 7 de febrero aquí en México.

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El director Alexander Payne (En-tre Copas) vuelve a retratar las re-laciones paterno-filiales, pero en

esta ocasión, nos muestra la otra cara de la moneda. Si en Los Descendientes (esa joyita protagonizada por George Clooney que también estuvo nominada al Oscar como Mejor Película hace un par de años) nos hablaba del aprendiza-je de la paternidad, en Nebraska nos lle-va al otro extremo y nos presenta a Da-vid Grant (Will Forte), un hombre sepa-rado que se ve obligado a acompañar hasta Lincoln, Nebraska -un viaje no muy corto tomando en cuenta que ellos viven en Billings, Montana- a su insisten-te y senil padre Woody Grant (Bruce Dern) a cobrar un supuesto premio de un millón de dólares, aunque no es otra cosa que uno de esos 'sorteos postales' que todos hemos recibido alguna vez en nuestras casas. Nebraska es una road movie que, con una gran sensibilidad, retrata el reen-cuentro emocional de un hijo y su amor por su padre. A través de viñetas foto-grafiadas de manera poética en blanco y negro (a cargo de Phedon Papamicha-el, recurrente cinefotógrafo de Payne) y una estructura pausada e intimista, acompañamos a padre e hijo en un viaje lleno de autodescubrimientos, desde la aceptación de la vejez por parte del oca-sionalmente lúcido Woody, hasta la comprensión, por parte de David, de una persona a la que realmente no conocía, y que repentinamente, comienza a apa-garse frente a él de una manera paula-tina, lenta, pero irreversible. Despojado de artificios y pretensiones, el guión del la cinta (escrito por Bob Nel-son) eficazmente retrata nuestras con-tradicciones humanas, nuestros errores, la mezquindad humana (a través de la familia de Woody, la cual apenas se en-tera que cobrará un millón de dólares, comienza a acecharlo como buitre, pre-tendiendo obtener una parte del premio), los sueños no alcanzados, las frustracio-nes y los últimos intentos por alcanzar la felicidad cuando el tiempo no es ya sufi-ciente.

Vemos también a Woody obsesionar-se con obtener ese premio millonario, pero detrás de esa obsesión no está una avaricia insaciable o una testarudez se-nil, está la búsqueda de la felicidad pro-pia (en forma de una camioneta nueva que se quiere comprar) y la de sus hijos a través de un legado que con los años no ha podido conseguir y que, de pronto, se le ha presentado la oportunidad de obte-ner algo grande; busca su reafirmación como persona para él mismo, como hombre para sus amigos, como esposo para su mujer, y como padre para sus dos hijos. "Sólo quería dejarles algo a ustedes", confiesa un demencial Woody a su hijo David, quien descubre tener un padre muy distinto al que creía conocer, pues en el pueblo natal de Woody, don-de tienen que pasar el fin de semana pa-ra continuar después el viaje a Nebras-ka, David se entera de anécdotas sobre su padre, quien era todo un rompecora-zones y tenía a las chicas vueltas locas, incluso a la ahora editora del periódico local que busca publicar la increíble his-toria de su amor platónico y su millonario premio.

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El director Alexander Payne (En-tre Copas) vuelve a retratar las re-laciones paterno-filiales, pero en

esta ocasión, nos muestra la otra cara de la moneda. Si en Los Descendientes (esa joyita protagonizada por George Clooney que también estuvo nominada al Oscar como Mejor Película hace un par de años) nos hablaba del aprendiza-je de la paternidad, en Nebraska nos lle-va al otro extremo y nos presenta a Da-vid Grant (Will Forte), un hombre sepa-rado que se ve obligado a acompañar hasta Lincoln, Nebraska -un viaje no muy corto tomando en cuenta que ellos viven en Billings, Montana- a su insisten-te y senil padre Woody Grant (Bruce Dern) a cobrar un supuesto premio de un millón de dólares, aunque no es otra cosa que uno de esos 'sorteos postales' que todos hemos recibido alguna vez en nuestras casas. Nebraska es una road movie que, con una gran sensibilidad, retrata el reen-cuentro emocional de un hijo y su amor por su padre. A través de viñetas foto-grafiadas de manera poética en blanco y negro (a cargo de Phedon Papamicha-el, recurrente cinefotógrafo de Payne) y una estructura pausada e intimista, acompañamos a padre e hijo en un viaje lleno de autodescubrimientos, desde la aceptación de la vejez por parte del oca-sionalmente lúcido Woody, hasta la comprensión, por parte de David, de una persona a la que realmente no conocía, y que repentinamente, comienza a apa-garse frente a él de una manera paula-tina, lenta, pero irreversible. Despojado de artificios y pretensiones, el guión del la cinta (escrito por Bob Nel-son) eficazmente retrata nuestras con-tradicciones humanas, nuestros errores, la mezquindad humana (a través de la familia de Woody, la cual apenas se en-tera que cobrará un millón de dólares, comienza a acecharlo como buitre, pre-tendiendo obtener una parte del premio), los sueños no alcanzados, las frustracio-nes y los últimos intentos por alcanzar la felicidad cuando el tiempo no es ya sufi-ciente.

Vemos también a Woody obsesionar-se con obtener ese premio millonario, pero detrás de esa obsesión no está una avaricia insaciable o una testarudez se-nil, está la búsqueda de la felicidad pro-pia (en forma de una camioneta nueva que se quiere comprar) y la de sus hijos a través de un legado que con los años no ha podido conseguir y que, de pronto, se le ha presentado la oportunidad de obte-ner algo grande; busca su reafirmación como persona para él mismo, como hombre para sus amigos, como esposo para su mujer, y como padre para sus dos hijos. "Sólo quería dejarles algo a ustedes", confiesa un demencial Woody a su hijo David, quien descubre tener un padre muy distinto al que creía conocer, pues en el pueblo natal de Woody, don-de tienen que pasar el fin de semana pa-ra continuar después el viaje a Nebras-ka, David se entera de anécdotas sobre su padre, quien era todo un rompecora-zones y tenía a las chicas vueltas locas, incluso a la ahora editora del periódico local que busca publicar la increíble his-toria de su amor platónico y su millonario premio.

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La nueva obra cinematográfica de Martin Scorsese nos sumerge en el abismo del sueño americano,

ese oscuro y perverso rincón de la tierra de las oportunidades que muy pocos se han atrevido a exponer, como Oliver Stone en su maravillosa El Poder y la Avaricia (Wall Street; 1987) con Michael Douglas. El Lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street; 2013), por su parte, está basada en la autobiografía homó-nima de Jordan Belfort y nos narra la historia de este cínico y amoral corredor de bolsa que en muy poco tiempo logra crear su propia empresa, Statton-Oak-mont, dedicada a la venta de acciones de empresas mediocres o ficticias (pues a veces ni siquiera podrían considerár-sele como empresas) y destinadas al to-tal fracaso. El relato de El Lobo de Wall Street es audaz y vertiginoso, y hay que agrade-cerle eso al guionista Terrence Winter (Los Soprano), pues la estructura del enérgico guión no da respiro sobre los excesos del mundo bursátil y la corrup-ción en la glorificada cultura del dinero en Estados Unidos; son 179 minutos de prostitutas (desde las baratas hasta las más selectas), drogas de todo tipo, sal-vajes orgías, lanzamiento de enanos co-mo si fueran dardos, mansiones, autos de lujo, costosísimas joyas, viajes en he-licóptero y en avión estando completa-mente narcotizado, y una gran lista de etcéteras, que son sólo algunos de los 'placeres' que se puede brindar Belfort (extraordinariamente interpretado por Di Caprio en ésta su quinta colaboración con Scorsese) o que puede brindarle a su segunda esposa Naomi (Margot Ro-bbie), una exuberante rubia por la que dejó a su primera esposa: Teresa Petrillo (Cristin Milioti). Y lo mejor de todo lo anterior, es que se nos cuenta sin ningún rastro de moralina ni juicio de valor sobre su protagonista y su decadente estilo de vida; olvídense de dedos inquisidores señalando los 'errores' de Belfort, aquí no encontrarán nada de eso. Al principio de la cinta ve-mos sus pueriles intentos por adentrarse en ese feroz mundo bursátil y por el cual es devorado, pero lo vemos seguir ade-lante gracias a ese motor que lo impulsa: su totalmente consciente avaricia, "yo siempre quise ser rico", señala en algún momento su protagonista, el cual com-parte cierto paralelismo con los protago-nistas de los thrillers gansteriles de Scorsese, sólo que trasladando la ac-ción de las peligrosas calles neoyorqui-nas, a las oficinas bursátiles.

El Lobo de Wall Street es, entonces, una experiencia entretenida, divertida, pero sobre todo honesta, de esas hones-tidades brutales que inclusive llegan a doler y lastimar el 'orgullo americano' al gritar las verdades de la tierra de los co-rredores de bolsa, por lo que no nos sor-prende que, hasta ahora, no haya obte-nido muchas nominaciones a los pre-mios más gordos como los Globos de Oro donde sólo ha obtenido su nomi-nación como Mejor Película Musical o Comedia y Mejor Actor en Musical o Comedia para Leonardo DiCaprio. Bien dicen que "la verdad no peca pero incomoda", y Scorsese incomoda, e in-comoda mucho, por lo que no espere-mos verla como ganadora en los pre-mios de la Academia, pues a ésta nunca le ha gustado que les exhiban sus trapi-tos sucios de la tierra de las oportunida-des; sin embargo, prevalece la completa certeza de que el neoyorquino nos ha puesto frente a nuestras pupilas una de las mejores cinco películas de 2013.

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La nueva obra cinematográfica de Martin Scorsese nos sumerge en el abismo del sueño americano,

ese oscuro y perverso rincón de la tierra de las oportunidades que muy pocos se han atrevido a exponer, como Oliver Stone en su maravillosa El Poder y la Avaricia (Wall Street; 1987) con Michael Douglas. El Lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street; 2013), por su parte, está basada en la autobiografía homó-nima de Jordan Belfort y nos narra la historia de este cínico y amoral corredor de bolsa que en muy poco tiempo logra crear su propia empresa, Statton-Oak-mont, dedicada a la venta de acciones de empresas mediocres o ficticias (pues a veces ni siquiera podrían considerár-sele como empresas) y destinadas al to-tal fracaso. El relato de El Lobo de Wall Street es audaz y vertiginoso, y hay que agrade-cerle eso al guionista Terrence Winter (Los Soprano), pues la estructura del enérgico guión no da respiro sobre los excesos del mundo bursátil y la corrup-ción en la glorificada cultura del dinero en Estados Unidos; son 179 minutos de prostitutas (desde las baratas hasta las más selectas), drogas de todo tipo, sal-vajes orgías, lanzamiento de enanos co-mo si fueran dardos, mansiones, autos de lujo, costosísimas joyas, viajes en he-licóptero y en avión estando completa-mente narcotizado, y una gran lista de etcéteras, que son sólo algunos de los 'placeres' que se puede brindar Belfort (extraordinariamente interpretado por Di Caprio en ésta su quinta colaboración con Scorsese) o que puede brindarle a su segunda esposa Naomi (Margot Ro-bbie), una exuberante rubia por la que dejó a su primera esposa: Teresa Petrillo (Cristin Milioti). Y lo mejor de todo lo anterior, es que se nos cuenta sin ningún rastro de moralina ni juicio de valor sobre su protagonista y su decadente estilo de vida; olvídense de dedos inquisidores señalando los 'errores' de Belfort, aquí no encontrarán nada de eso. Al principio de la cinta ve-mos sus pueriles intentos por adentrarse en ese feroz mundo bursátil y por el cual es devorado, pero lo vemos seguir ade-lante gracias a ese motor que lo impulsa: su totalmente consciente avaricia, "yo siempre quise ser rico", señala en algún momento su protagonista, el cual com-parte cierto paralelismo con los protago-nistas de los thrillers gansteriles de Scorsese, sólo que trasladando la ac-ción de las peligrosas calles neoyorqui-nas, a las oficinas bursátiles.

El Lobo de Wall Street es, entonces, una experiencia entretenida, divertida, pero sobre todo honesta, de esas hones-tidades brutales que inclusive llegan a doler y lastimar el 'orgullo americano' al gritar las verdades de la tierra de los co-rredores de bolsa, por lo que no nos sor-prende que, hasta ahora, no haya obte-nido muchas nominaciones a los pre-mios más gordos como los Globos de Oro donde sólo ha obtenido su nomi-nación como Mejor Película Musical o Comedia y Mejor Actor en Musical o Comedia para Leonardo DiCaprio. Bien dicen que "la verdad no peca pero incomoda", y Scorsese incomoda, e in-comoda mucho, por lo que no espere-mos verla como ganadora en los pre-mios de la Academia, pues a ésta nunca le ha gustado que les exhiban sus trapi-tos sucios de la tierra de las oportunida-des; sin embargo, prevalece la completa certeza de que el neoyorquino nos ha puesto frente a nuestras pupilas una de las mejores cinco películas de 2013.

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El nombre del realizador David O. Russell comenzó a sonar muy fuerte hace tres años cuando su

tercera película El Peleador (The Fight-er; 2010) hizo bastante ruido en los cir-cuitos de premios, incluyendo varias no-minaciones a los premios de la Acade-mia y llevándose a casa los galardones correspondientes a Mejor Actor de Re-parto para un soberbio -y muy delgado- Christian Bale y Mejor Actriz de Repar-to para la sensacional Melissa Leo. El año pasado, O. Russell nos ofreció su nueva película y repitió la hazaña de colarse entre los nominados al Oscar en diversas categorías, alzándose con el premio a Mejor Actriz para la deslum-brante Jennifer Lawrence por su de-sempeño en Los Juegos del Destino (Sil-ver Linings Playbook; 2012), una feel good movie que, al igual que en su cinta previa, aborda sin artificios o sentimen-talismos la vida de la clase media esta-dounidense, sólo que cambia el ambien-te del drama pugilístico de El Peleador, por el de las comedias románticas con temas como las enfermedades y trastor-nos mentales de dos deschavetados que se encuentran para complementar-se el uno al otro. En la anécdota de su nueva propuesta, el director neoyorquino cambia su tono para compartirnos una historia inspirada muy levemente (como bien lo señala su advertencia al inicio de la cinta: "Algo de esto realmente pasó") en el caso Abs-cam, una investigación del FBI durante los últimos años de la década de los años 70 y comienzos de los 80s, que ter-minó con un gran escándalo sobre co-rrupción federal. Para llevar a la pantalla grande esta polémica historia, O. Rus-sell se ha rodeado principalmente de ac-tores con los que ya ha participado en sus dos trabajos anteriores: los ya men-cionados Christian Bale, Bradley Coo-per, Amy Adams y Jennifer Lawrence. En la película, Irving Rosenfeld, perso-naje inspirado en el estafador Mel Wein-berg de Long Island y que es encarnado por un barrigón y alopésico Christian Bale, es un habilidoso estafador que es atrapado en una de sus timos y conven-cido por el agente Richie DiMaso (Brad-ley Cooper) para que colabore con la como informante para el FBI. Irving está casado con Rosalyn (Jennifer Lawren-ce), pero mantiene un no tan secreto affair con Sydney Prosser (Amy Adams) quien le ayuda a realizar los desfalcos, por lo que a la trama de las tretas económicas se suma también la de los enredos amorosos de este pecu-

liar cuarteto, al cual se une en esta oca-sión, el no menos talentoso Jeremy Re-nner, quien trabaja por primera vez bajo las ordenes de O. Russell y completa el envidiable reparto dando vida a Carmine Polito, un político idealista que desafor-tunadamente se encontrará en el mo-mento y lugar equivocados. Escándalo Americano cuenta con un sorprendente diseño de arte y es técni-camente deslumbrante, pues es eviden-te que desde la música, encuadres, ves-tuario, escenografías, ambientaciones de locaciones, y otros muchos aspectos, se han cuidado minuciosamente y son verdaderamente fantásticos (especial atención al vestuario glamoroso seten-tero y la vibrante banda sonora). Es un drama criminal dirigido con gran maes-tría y al cual también se le han añadido ciertos toques de comedia, encargándo-se de aligerar la trama pero no de hacer-la menos seria, de hecho, hay ciertos momentos que nos recuerdan al cine cri-minal de Scorsese (y no únicamente lo estoy diciendo por la breve aparición de Robert De Niro como un importante mafioso). Los personajes están perfec-tamente trazados y construidos de una manera muy humana, con múltiples de-fectos y no pocas contradicciones, en-frentándose así a diversos cuestiona-mientos ya no morales sino éticos al tra-tar de sobrevivir a su propia idea del 'American Dream'; de sus intérpretes sólo podemos elogiarlos ya que todos están sensacionales, aunque sobresa-len Bale, Adams y Lawrence. El nuevo trabajo de O. Russell tiene una gran historia que es magníficamente confeccionada desde el guión y sosteni-da por grandes actuaciones, y si es que llega a colocarse entre las más nomina-das a los premios de la Academia este año, no sería sorpresa, pues por su cali-dad en esos apartados, Escándalo Ame-ricano merece ser considerada como de lo mejor del cine hollywoodense del año pasado.

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El nombre del realizador David O. Russell comenzó a sonar muy fuerte hace tres años cuando su

tercera película El Peleador (The Fight-er; 2010) hizo bastante ruido en los cir-cuitos de premios, incluyendo varias no-minaciones a los premios de la Acade-mia y llevándose a casa los galardones correspondientes a Mejor Actor de Re-parto para un soberbio -y muy delgado- Christian Bale y Mejor Actriz de Repar-to para la sensacional Melissa Leo. El año pasado, O. Russell nos ofreció su nueva película y repitió la hazaña de colarse entre los nominados al Oscar en diversas categorías, alzándose con el premio a Mejor Actriz para la deslum-brante Jennifer Lawrence por su de-sempeño en Los Juegos del Destino (Sil-ver Linings Playbook; 2012), una feel good movie que, al igual que en su cinta previa, aborda sin artificios o sentimen-talismos la vida de la clase media esta-dounidense, sólo que cambia el ambien-te del drama pugilístico de El Peleador, por el de las comedias románticas con temas como las enfermedades y trastor-nos mentales de dos deschavetados que se encuentran para complementar-se el uno al otro. En la anécdota de su nueva propuesta, el director neoyorquino cambia su tono para compartirnos una historia inspirada muy levemente (como bien lo señala su advertencia al inicio de la cinta: "Algo de esto realmente pasó") en el caso Abs-cam, una investigación del FBI durante los últimos años de la década de los años 70 y comienzos de los 80s, que ter-minó con un gran escándalo sobre co-rrupción federal. Para llevar a la pantalla grande esta polémica historia, O. Rus-sell se ha rodeado principalmente de ac-tores con los que ya ha participado en sus dos trabajos anteriores: los ya men-cionados Christian Bale, Bradley Coo-per, Amy Adams y Jennifer Lawrence. En la película, Irving Rosenfeld, perso-naje inspirado en el estafador Mel Wein-berg de Long Island y que es encarnado por un barrigón y alopésico Christian Bale, es un habilidoso estafador que es atrapado en una de sus timos y conven-cido por el agente Richie DiMaso (Brad-ley Cooper) para que colabore con la como informante para el FBI. Irving está casado con Rosalyn (Jennifer Lawren-ce), pero mantiene un no tan secreto affair con Sydney Prosser (Amy Adams) quien le ayuda a realizar los desfalcos, por lo que a la trama de las tretas económicas se suma también la de los enredos amorosos de este pecu-

liar cuarteto, al cual se une en esta oca-sión, el no menos talentoso Jeremy Re-nner, quien trabaja por primera vez bajo las ordenes de O. Russell y completa el envidiable reparto dando vida a Carmine Polito, un político idealista que desafor-tunadamente se encontrará en el mo-mento y lugar equivocados. Escándalo Americano cuenta con un sorprendente diseño de arte y es técni-camente deslumbrante, pues es eviden-te que desde la música, encuadres, ves-tuario, escenografías, ambientaciones de locaciones, y otros muchos aspectos, se han cuidado minuciosamente y son verdaderamente fantásticos (especial atención al vestuario glamoroso seten-tero y la vibrante banda sonora). Es un drama criminal dirigido con gran maes-tría y al cual también se le han añadido ciertos toques de comedia, encargándo-se de aligerar la trama pero no de hacer-la menos seria, de hecho, hay ciertos momentos que nos recuerdan al cine cri-minal de Scorsese (y no únicamente lo estoy diciendo por la breve aparición de Robert De Niro como un importante mafioso). Los personajes están perfec-tamente trazados y construidos de una manera muy humana, con múltiples de-fectos y no pocas contradicciones, en-frentándose así a diversos cuestiona-mientos ya no morales sino éticos al tra-tar de sobrevivir a su propia idea del 'American Dream'; de sus intérpretes sólo podemos elogiarlos ya que todos están sensacionales, aunque sobresa-len Bale, Adams y Lawrence. El nuevo trabajo de O. Russell tiene una gran historia que es magníficamente confeccionada desde el guión y sosteni-da por grandes actuaciones, y si es que llega a colocarse entre las más nomina-das a los premios de la Academia este año, no sería sorpresa, pues por su cali-dad en esos apartados, Escándalo Ame-ricano merece ser considerada como de lo mejor del cine hollywoodense del año pasado.

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En abril de 2009, el capitán Ri-chard Phillips toma el mando del MV Maersk Alabama para llevarlo

del puerto de Omán al de Mombasa a través del Golfo de Adén; en el trayecto, el barco carguero es secuestrado por un grupo de piratas somalíes liderado por Abduwali Muse, y tras varios incidentes con la tripulación a bordo de la embar-cación, los piratas toman como rehén al capitán en un bote de emergencia du-rante cuatro días. Esta increíble historia de superviven-cia ha sido narrada en el libro A Captain's Duty: Somali Pirates, Navy SEALS, and Dangerous Days at Sea, escrito por el mismo Richard Phillips y Stephen Tal-ty, el cual ha sido adaptado al cine por Billy Ray y dirigido por Paul Green-grass, a quien conocemos por ser un más que eficaz director de thrillers de acción como United 93 (2006) y The Bourne Ultimatum (2007), y que en esta ocasión hace un trabajo formidable con este relato de sobrevivencia en altamar. Capitán Phillips (Captain Phillips; 2013) es protagonizada por Tom Hanks, a quien hace mucho no le veíamos un de-sempeño tan extraordinario como el que realiza en esta cinta, pues no interpreta al típico héroe de acción, sino a un ca-pitán como cualquier otro, y que se ve arrastrado por una serie de situaciones peligrosas, tratando de arreglárselas co-mo mejor puede para sobrevivir. En este apartado es también justo mencionar el estupendo trabajo de sus cuatro ficticios captores, destacando sobre todo Bark-had Abdi, quien interpreta a Muse, líder de los piratas.

Con poco más de dos horas de dura-ción, la cinta mantiene el suspenso en todo momento y logra que percibamos la sensación de vertiginoso peligro gracias al uso de la cámara en mano (recurso clásico y siempre bien utilizado por Greengrass) acompañada por la trepi-dante música; además, los cerrados en-cuadres nos permiten también experi-mentar cierta claustrofobia, sobre todo en los momentos que transcurren dentro del bote salvavidas. Capitán Phillips es una excelente cinta de acción eficaz-mente estructurada que no da descanso al espectador y lo hará pasar un buen ra-to en la sala; no obstante, no podemos pasar por alto que en su historia se siente un carácter pro yanqui en su dis-curso, ya que a pesar de que se quiere mostrar la historia de los piratas como si ellos también tuvieran su punto de vista y su versión de la historia, ésto no se logra del todo.

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En abril de 2009, el capitán Ri-chard Phillips toma el mando del MV Maersk Alabama para llevarlo

del puerto de Omán al de Mombasa a través del Golfo de Adén; en el trayecto, el barco carguero es secuestrado por un grupo de piratas somalíes liderado por Abduwali Muse, y tras varios incidentes con la tripulación a bordo de la embar-cación, los piratas toman como rehén al capitán en un bote de emergencia du-rante cuatro días. Esta increíble historia de superviven-cia ha sido narrada en el libro A Captain's Duty: Somali Pirates, Navy SEALS, and Dangerous Days at Sea, escrito por el mismo Richard Phillips y Stephen Tal-ty, el cual ha sido adaptado al cine por Billy Ray y dirigido por Paul Green-grass, a quien conocemos por ser un más que eficaz director de thrillers de acción como United 93 (2006) y The Bourne Ultimatum (2007), y que en esta ocasión hace un trabajo formidable con este relato de sobrevivencia en altamar. Capitán Phillips (Captain Phillips; 2013) es protagonizada por Tom Hanks, a quien hace mucho no le veíamos un de-sempeño tan extraordinario como el que realiza en esta cinta, pues no interpreta al típico héroe de acción, sino a un ca-pitán como cualquier otro, y que se ve arrastrado por una serie de situaciones peligrosas, tratando de arreglárselas co-mo mejor puede para sobrevivir. En este apartado es también justo mencionar el estupendo trabajo de sus cuatro ficticios captores, destacando sobre todo Bark-had Abdi, quien interpreta a Muse, líder de los piratas.

Con poco más de dos horas de dura-ción, la cinta mantiene el suspenso en todo momento y logra que percibamos la sensación de vertiginoso peligro gracias al uso de la cámara en mano (recurso clásico y siempre bien utilizado por Greengrass) acompañada por la trepi-dante música; además, los cerrados en-cuadres nos permiten también experi-mentar cierta claustrofobia, sobre todo en los momentos que transcurren dentro del bote salvavidas. Capitán Phillips es una excelente cinta de acción eficaz-mente estructurada que no da descanso al espectador y lo hará pasar un buen ra-to en la sala; no obstante, no podemos pasar por alto que en su historia se siente un carácter pro yanqui en su dis-curso, ya que a pesar de que se quiere mostrar la historia de los piratas como si ellos también tuvieran su punto de vista y su versión de la historia, ésto no se logra del todo.

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La nueva película del experimenta-do director inglés Stephen Frears (responsable de la estupenda La

Reina o la ya clásica Amistades Peligro-sas) sigue a Philomena (Judi Dench), una mujer a quien su hijo, Anthony, le fue arrebatado para 'darlo en adopción' (que es otra manera de decir que fue 'vendido' a una pareja estadounidense por las monjas del convento católico donde vi-vía cuando era apenas poco mayor que una adolescente) y quien toma la deci-sión de buscarlo cinco décadas más tar-de. La historia está inspirada en el sor-prendente caso verdadero de Philome-na Lee, quien tras varias décadas de guardarse el secreto del hijo que le fue arrebatado, busca la ayuda del periodis-ta caído en desgracia Martin Sixmith para que la ayude a encontrar las pistas que la guíen al paradero de su hijo; el pa-pel de este periodista es interpretado de-corosamente por Steve Coogan, quien también es coguionista del filme al lado de Jeff Pope, juntos adaptaron el libro El Hijo Perdido de Philomena Lee escrito por Sixmith. La película es un drama en estado pu-ro, y fácilmente hubiera podido caer en el típico melodrama británico o en clásico telefilme biográfico (¿se acordaron de Hallmark Channel y sus insufribles pro-puestas? Sí, yo también) de no ser por-que el guión, aunque muy convencional en su propuesta, establece una estructu-ra narrativa ágil, siempre interesante y con algunos destellos de humor. Así acompañamos a la mujer en la bús-queda incansable por su hijo, llevándola incluso a cruzar el Oceano Atlántico para seguir los rastros del paradero de Antho-ny en Estados Unidos (donde fue rebau-tizado por su familia adoptiva como Mi-chael -e interpretado por Sean Mahon-) y descubrir algunos secretos de su hijo que no son del todo agradables; todo es-to mientras algunas pláticas entre los personajes abordan temas como la exis-tencia o creencia en Dios, los pecados o el perdón.

Philomena es una historia de tragedia e infortunio, sí, pero también es una his-toria de amor materno incondicional en el que el mayor acierto es el soberbio tra-bajo de Judi Dench, quien se confirma como una de las mejores actrices de nuestros tiempos, especialmente en es-ta cinta, pues se ha alejado de los roles de mujer dura a la que ni el mismísimo James Bond puede hacerle frente, dulci-ficando aquí su carácter con una inter-pretación por demás emotiva y con to-ques de humor un tanto sarcástico. El fil-me es una experiencia emocional sobre el amor materno-filial que encontrará gran eco en el público femenino, al cual se le recomienda ir acompañado de una caja de pañuelos desechables de tama-ño moderado.

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La nueva película del experimenta-do director inglés Stephen Frears (responsable de la estupenda La

Reina o la ya clásica Amistades Peligro-sas) sigue a Philomena (Judi Dench), una mujer a quien su hijo, Anthony, le fue arrebatado para 'darlo en adopción' (que es otra manera de decir que fue 'vendido' a una pareja estadounidense por las monjas del convento católico donde vi-vía cuando era apenas poco mayor que una adolescente) y quien toma la deci-sión de buscarlo cinco décadas más tar-de. La historia está inspirada en el sor-prendente caso verdadero de Philome-na Lee, quien tras varias décadas de guardarse el secreto del hijo que le fue arrebatado, busca la ayuda del periodis-ta caído en desgracia Martin Sixmith para que la ayude a encontrar las pistas que la guíen al paradero de su hijo; el pa-pel de este periodista es interpretado de-corosamente por Steve Coogan, quien también es coguionista del filme al lado de Jeff Pope, juntos adaptaron el libro El Hijo Perdido de Philomena Lee escrito por Sixmith. La película es un drama en estado pu-ro, y fácilmente hubiera podido caer en el típico melodrama británico o en clásico telefilme biográfico (¿se acordaron de Hallmark Channel y sus insufribles pro-puestas? Sí, yo también) de no ser por-que el guión, aunque muy convencional en su propuesta, establece una estructu-ra narrativa ágil, siempre interesante y con algunos destellos de humor. Así acompañamos a la mujer en la bús-queda incansable por su hijo, llevándola incluso a cruzar el Oceano Atlántico para seguir los rastros del paradero de Antho-ny en Estados Unidos (donde fue rebau-tizado por su familia adoptiva como Mi-chael -e interpretado por Sean Mahon-) y descubrir algunos secretos de su hijo que no son del todo agradables; todo es-to mientras algunas pláticas entre los personajes abordan temas como la exis-tencia o creencia en Dios, los pecados o el perdón.

Philomena es una historia de tragedia e infortunio, sí, pero también es una his-toria de amor materno incondicional en el que el mayor acierto es el soberbio tra-bajo de Judi Dench, quien se confirma como una de las mejores actrices de nuestros tiempos, especialmente en es-ta cinta, pues se ha alejado de los roles de mujer dura a la que ni el mismísimo James Bond puede hacerle frente, dulci-ficando aquí su carácter con una inter-pretación por demás emotiva y con to-ques de humor un tanto sarcástico. El fil-me es una experiencia emocional sobre el amor materno-filial que encontrará gran eco en el público femenino, al cual se le recomienda ir acompañado de una caja de pañuelos desechables de tama-ño moderado.

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Descubrir que la riqueza de tu es-poso proviene de un sinfín de es-tafas puede ser una noticia de-

cepcionante, pero saberlo y ser cómpli-ce silenciosa es una decisión que Jaz-mín estuvo dispuesta a efectuar. Pero el conflicto no es saberlo y callarlo, sino que un tercero lo descubra, y una vez descubierto inicia el verdadero problema que Jazmín debe enfrentar: una nueva vida sin familia y sin lo más importante para ella, el dinero. Después de llevar una vida muy cómo-da en una zona exclusiva de Nueva York, llena de lujos, fiestas, viajes, dine-ro, y en cierta medida amor, Jazmín de-be irse a vivir a un barrio de clase media en un lugar de San Francisco en Estados Unidos, después de que su esposo fuera arrestado por fraude y ella quedara en la ruina. Ginger, su hermana adoptiva, la recibe en su modesto departamento en el cual vive con sus dos pequeños hijos. Jazmín debe acoplarse a su nuevo estilo de v-ida, el cual incluye el desempleo, tolerar a sus sobrinos, y criticar constantemente a la pareja sentimental de su hermana, que eso más bien es un favor, o al menos así lo ve ella. Un nuevo hombre adinerado aparece-rá en su vida, con la promesa de un nue-vo comienzo, pero el pasado, las estafas de su marido, sus crisis nerviosas, y su concepción banal de la vida pondrán a prueba su objetivo. Jazmín Azul, dirigida por el cineasta Woody Allen, está narrada en dos tiem-pos, por un lado el presente, en el cual Jazmín enfrenta su nueva vida, y por otro el pasado, momento en que el cine-asta critica con humor la vida de la bur-guesía de Nueva York, rodeada de fal-sos rostros, amistades por convenien-

cia, infidelidades y un amor por interés, una vida feliz en la superficie. Woody Allen hace un trabajo esplen-dido en muchos sen-tidos, por una parte, la más sólida, el guión y la construcción de los personajes, que se complemen-tan y cuentan con humor la tragedia de una mujer que ha quedado en la ruina fi-nanciera. Una vez más Allen recurre a los momentos más dramáticos para sol-tar destellos ácidos de humor, muy ca-racterísticos en su filmografía. Si Medianoche en París fue una mues-tra de la madurez del cineasta, Jazmín Azul demuestra con maestría que puede volver sin ningún problema a mostrar un cine similar al de su mejor época, Annie Hall (1977) o Manhattan (1979) sin que esto signifique un retroceso, al contrario, es la muestra de una habilidad por con-tar nuevas historias usando recursos creados por el mismo. Mención aparte para la brillante actua-ción de Cate Blanchett como Jazmín, podría decir que camaleónica, de la me-sura a la exaltación, de la neurosis a la locura, y de la comodidad a la tragedia. Sin duda gran parte del éxito de la histo-ria de debe a ella, sin olvidar lo bien que lo hacen sus compañeros de reparto, mención a Sally Hawkins, el lado blan-co de la historia. Woody Allen sorprende a más de a uno con esta nueva, trágica y divertida historia, la cual estará presente en más de una ocasión en la tan esperada tem-porada de premios a lo mejor del cine en Hollywood. Por el momento puedes encontrar Jazmín Azul en la 55 Muestra Interna-cional de Cine de la Cineteca Nacio-nal, consulta horarios: http://www.cinetecanacional.net/micrositios/muestra55/

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Descubrir que la riqueza de tu es-poso proviene de un sinfín de es-tafas puede ser una noticia de-

cepcionante, pero saberlo y ser cómpli-ce silenciosa es una decisión que Jaz-mín estuvo dispuesta a efectuar. Pero el conflicto no es saberlo y callarlo, sino que un tercero lo descubra, y una vez descubierto inicia el verdadero problema que Jazmín debe enfrentar: una nueva vida sin familia y sin lo más importante para ella, el dinero. Después de llevar una vida muy cómo-da en una zona exclusiva de Nueva York, llena de lujos, fiestas, viajes, dine-ro, y en cierta medida amor, Jazmín de-be irse a vivir a un barrio de clase media en un lugar de San Francisco en Estados Unidos, después de que su esposo fuera arrestado por fraude y ella quedara en la ruina. Ginger, su hermana adoptiva, la recibe en su modesto departamento en el cual vive con sus dos pequeños hijos. Jazmín debe acoplarse a su nuevo estilo de v-ida, el cual incluye el desempleo, tolerar a sus sobrinos, y criticar constantemente a la pareja sentimental de su hermana, que eso más bien es un favor, o al menos así lo ve ella. Un nuevo hombre adinerado aparece-rá en su vida, con la promesa de un nue-vo comienzo, pero el pasado, las estafas de su marido, sus crisis nerviosas, y su concepción banal de la vida pondrán a prueba su objetivo. Jazmín Azul, dirigida por el cineasta Woody Allen, está narrada en dos tiem-pos, por un lado el presente, en el cual Jazmín enfrenta su nueva vida, y por otro el pasado, momento en que el cine-asta critica con humor la vida de la bur-guesía de Nueva York, rodeada de fal-sos rostros, amistades por convenien-

cia, infidelidades y un amor por interés, una vida feliz en la superficie. Woody Allen hace un trabajo esplen-dido en muchos sen-tidos, por una parte, la más sólida, el guión y la construcción de los personajes, que se complemen-tan y cuentan con humor la tragedia de una mujer que ha quedado en la ruina fi-nanciera. Una vez más Allen recurre a los momentos más dramáticos para sol-tar destellos ácidos de humor, muy ca-racterísticos en su filmografía. Si Medianoche en París fue una mues-tra de la madurez del cineasta, Jazmín Azul demuestra con maestría que puede volver sin ningún problema a mostrar un cine similar al de su mejor época, Annie Hall (1977) o Manhattan (1979) sin que esto signifique un retroceso, al contrario, es la muestra de una habilidad por con-tar nuevas historias usando recursos creados por el mismo. Mención aparte para la brillante actua-ción de Cate Blanchett como Jazmín, podría decir que camaleónica, de la me-sura a la exaltación, de la neurosis a la locura, y de la comodidad a la tragedia. Sin duda gran parte del éxito de la histo-ria de debe a ella, sin olvidar lo bien que lo hacen sus compañeros de reparto, mención a Sally Hawkins, el lado blan-co de la historia. Woody Allen sorprende a más de a uno con esta nueva, trágica y divertida historia, la cual estará presente en más de una ocasión en la tan esperada tem-porada de premios a lo mejor del cine en Hollywood. Por el momento puedes encontrar Jazmín Azul en la 55 Muestra Interna-cional de Cine de la Cineteca Nacio-nal, consulta horarios: http://www.cinetecanacional.net/micrositios/muestra55/

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El nuevo trabajo del director bicé-falo (es decir, los hermanos Co-en) se establece en la incipiente

década de los años sesenta, para reali-zar una aproximación a la escena musi-cal en Greenwich Village a través de la historia de un joven cantante de folk, el Llewyn Davis del título, quien lucha por ganarse la vida como músico, haciendo frente a varios obstáculos que la vida le presenta o que el mismo se crea. El talentoso (aunque poco afortunado) cantautor sobrevive gracias a sus ami-gos más cercanos o a los trabajos musi-cales que ofrece a personajes que le son casi desconocidos (¿a quién conoce-mos verdaderamente en este mundo?); sus andares lo llevan (con compañía fe-lina incluida) a recorrer distintos estados de la unión americana buscando, en clu-bes y cafés, esa 'oportunidad dorada', in-cluso llegando a tener la oportunidad de audicionar para Bud Grossman (F. Mu-rray Abraham), uno de los grandes den-tro de la industria musical. A través del complejísimo personaje central (a veces es difícil generar empa-tía hacia él), interpretado extraordinaria-mente por Oscar Isaac, y del relato cí-clico escrito por ellos mismos, los Coen vuelven a ofrecer un tratado sobre la

condición humana, sólo que aquí lo ha-cen con una melancolía y elegancia bru-tales. El intimismo de la historia, la extra-ordinaria ambientación y manejo de at-mósferas, la deliciosa música, así como las interpretaciones del elenco (sobre-saliendo Carey Mulligan y Garret Hed-lund en breves participaciones) la hacen una cinta verdaderamente sobresalien-te; un filme con los clásicos elementos del cine artístico de los Coen (humor ne-gro, salvaje ironía, corrosiva crítica so-cial) pero llena de gran sensibilidad y con un gran corazón, como pocas veces visto en el cine de estos originarios de Minnesota. Inside Llewyn Davis por momentos es cruel y llega a ser hilarante poco des-pués (si no, no sería de los Coen), pero no se le puede reprochar el hecho de siempre ser profunda y honesta; es una propuesta auténtica, intensa y emocio-nante sobre esos personajes que, aun-que lo intentan, sólo pueden quedarse en el mismo lugar y ver como los demás se mueven, emigran, mejoran, etc.; so-bre esos 'perdedores' que no logran 'ha-cerla en grande' y que casi no tienen na-da ni a nadie, aunque eso no los hace menos grandes a ellos.

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El nuevo trabajo del director bicé-falo (es decir, los hermanos Co-en) se establece en la incipiente

década de los años sesenta, para reali-zar una aproximación a la escena musi-cal en Greenwich Village a través de la historia de un joven cantante de folk, el Llewyn Davis del título, quien lucha por ganarse la vida como músico, haciendo frente a varios obstáculos que la vida le presenta o que el mismo se crea. El talentoso (aunque poco afortunado) cantautor sobrevive gracias a sus ami-gos más cercanos o a los trabajos musi-cales que ofrece a personajes que le son casi desconocidos (¿a quién conoce-mos verdaderamente en este mundo?); sus andares lo llevan (con compañía fe-lina incluida) a recorrer distintos estados de la unión americana buscando, en clu-bes y cafés, esa 'oportunidad dorada', in-cluso llegando a tener la oportunidad de audicionar para Bud Grossman (F. Mu-rray Abraham), uno de los grandes den-tro de la industria musical. A través del complejísimo personaje central (a veces es difícil generar empa-tía hacia él), interpretado extraordinaria-mente por Oscar Isaac, y del relato cí-clico escrito por ellos mismos, los Coen vuelven a ofrecer un tratado sobre la

condición humana, sólo que aquí lo ha-cen con una melancolía y elegancia bru-tales. El intimismo de la historia, la extra-ordinaria ambientación y manejo de at-mósferas, la deliciosa música, así como las interpretaciones del elenco (sobre-saliendo Carey Mulligan y Garret Hed-lund en breves participaciones) la hacen una cinta verdaderamente sobresalien-te; un filme con los clásicos elementos del cine artístico de los Coen (humor ne-gro, salvaje ironía, corrosiva crítica so-cial) pero llena de gran sensibilidad y con un gran corazón, como pocas veces visto en el cine de estos originarios de Minnesota. Inside Llewyn Davis por momentos es cruel y llega a ser hilarante poco des-pués (si no, no sería de los Coen), pero no se le puede reprochar el hecho de siempre ser profunda y honesta; es una propuesta auténtica, intensa y emocio-nante sobre esos personajes que, aun-que lo intentan, sólo pueden quedarse en el mismo lugar y ver como los demás se mueven, emigran, mejoran, etc.; so-bre esos 'perdedores' que no logran 'ha-cerla en grande' y que casi no tienen na-da ni a nadie, aunque eso no los hace menos grandes a ellos.

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The Act of Killing representa el se-gundo largometraje documental de la pareja estadounidense con-

formada por Joshua Oppenheimer y Christine Cynn, quienes hace diez años presentaron The Globalisation Ta-pes, que significó una exploración a la historia que ha llevado a la globalización actual (o de ese entonces, mejor dicho), y al cómo se puede luchar de manera u-nida contra la explotación obrera que se realiza mediante el militarismo y la repre-sión en aras de construir una 'economía global'. Para este nuevo testamento histórico fílmico, a la pareja de realizadores se ha unido un nuevo director indonesio, el cual ha preferido mantener su identidad oculta. Y es que no es hasta que vemos The Act of Killing, que podemos cabal-mente comprender la decisión del ci-neasta de mantener su anonimato, pues lo mostrado en pantalla es brutal. A mediados de la década de los se-senta, se realizó un militarizado golpe de estado en Indonesia, tras el cual, el Ge-neral Suharto asumió el poder, y con esto, tuvo lugar uno de los peores (aun-que menos conocidos) genocidios en la historia de la humanidad: Varios miles de 'comunistas' (que en realidad sólo eran personas que estaban en contra del régimen de Suharto) fueron aniquilados por los escuadrones de la muerte. Y son precisamente tres líderes de estas mor-tales agrupaciones, quienes dan testi-monio de sus -según ellos- heroicas ac-ciones. Anwar Congo, Herman Koto y Adi Zulkadry son los tres líderes militares que, con -mucho- gusto y -aún más- or-gullo, hablan sobre las 'medidas' que to-maron para aniquilar a los 'comunistas', e incluso aceptan hacer recreaciones de los sucesos. Es así como podemos ver

al trío principal re visitar los lugares de las masacres o las bodegas donde se perpetraban las ejecuciones; a la vez, Congo no duda en demostrarnos la ma-nera en que 'ejecutaba' a los 'comunis-tas' con tan sólo un poste y un alambre. O podemos ver también una violenta 'dramatización' de los momentos en los que una aldea entera es arrasada por las fuerzas militares. The Act of Killing es un testimonio per-turbador, un escalofriante cuento relata-do por los mismos ejecutores que perpe-traron los crímenes; aunque aún más es-peluznante resulta el hecho que, actual-mente, estos deplorables personajes se-an considerados casi héroes nacionales y gocen aún de un considerable poder en Indonesia, pues tanto el gobierno, funcionarios públicos, grandes empre-sarios, medios de comunicación, reputa-dos periodistas y gran parte de la pobla-ción, ven en ellos a grandes figuras a las que agradecen haberles otorgado la li-bertad y deshacerse de los 'comunistas'. Y para cuando comienzan los créditos finales, uno se pregunta si el mantener su identidad oculta le será suficiente al anónimo tercer realizador para mante-ner íntegra su seguridad, pues ante lo mostrado en pantalla y la manera en que deja parados a los tres líderes militares, no dudamos, ni por un segundo, que su cabeza ya tenga precio. The Act of Killing es un documental ampliamente recomendable (debería ser obligatorio, si me preguntan) que plantea una nueva forma en la que se aprecia la realidad y una nueva concepción de la Maldad; aunque seguramente, cuando hayan fi-nalizado su visionado (si es que lo termi-nan, pues es difícil de ver -por lo denso, no por violento-) no querrán volver a ver-lo.

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The Act of Killing representa el se-gundo largometraje documental de la pareja estadounidense con-

formada por Joshua Oppenheimer y Christine Cynn, quienes hace diez años presentaron The Globalisation Ta-pes, que significó una exploración a la historia que ha llevado a la globalización actual (o de ese entonces, mejor dicho), y al cómo se puede luchar de manera u-nida contra la explotación obrera que se realiza mediante el militarismo y la repre-sión en aras de construir una 'economía global'. Para este nuevo testamento histórico fílmico, a la pareja de realizadores se ha unido un nuevo director indonesio, el cual ha preferido mantener su identidad oculta. Y es que no es hasta que vemos The Act of Killing, que podemos cabal-mente comprender la decisión del ci-neasta de mantener su anonimato, pues lo mostrado en pantalla es brutal. A mediados de la década de los se-senta, se realizó un militarizado golpe de estado en Indonesia, tras el cual, el Ge-neral Suharto asumió el poder, y con esto, tuvo lugar uno de los peores (aun-que menos conocidos) genocidios en la historia de la humanidad: Varios miles de 'comunistas' (que en realidad sólo eran personas que estaban en contra del régimen de Suharto) fueron aniquilados por los escuadrones de la muerte. Y son precisamente tres líderes de estas mor-tales agrupaciones, quienes dan testi-monio de sus -según ellos- heroicas ac-ciones. Anwar Congo, Herman Koto y Adi Zulkadry son los tres líderes militares que, con -mucho- gusto y -aún más- or-gullo, hablan sobre las 'medidas' que to-maron para aniquilar a los 'comunistas', e incluso aceptan hacer recreaciones de los sucesos. Es así como podemos ver

al trío principal re visitar los lugares de las masacres o las bodegas donde se perpetraban las ejecuciones; a la vez, Congo no duda en demostrarnos la ma-nera en que 'ejecutaba' a los 'comunis-tas' con tan sólo un poste y un alambre. O podemos ver también una violenta 'dramatización' de los momentos en los que una aldea entera es arrasada por las fuerzas militares. The Act of Killing es un testimonio per-turbador, un escalofriante cuento relata-do por los mismos ejecutores que perpe-traron los crímenes; aunque aún más es-peluznante resulta el hecho que, actual-mente, estos deplorables personajes se-an considerados casi héroes nacionales y gocen aún de un considerable poder en Indonesia, pues tanto el gobierno, funcionarios públicos, grandes empre-sarios, medios de comunicación, reputa-dos periodistas y gran parte de la pobla-ción, ven en ellos a grandes figuras a las que agradecen haberles otorgado la li-bertad y deshacerse de los 'comunistas'. Y para cuando comienzan los créditos finales, uno se pregunta si el mantener su identidad oculta le será suficiente al anónimo tercer realizador para mante-ner íntegra su seguridad, pues ante lo mostrado en pantalla y la manera en que deja parados a los tres líderes militares, no dudamos, ni por un segundo, que su cabeza ya tenga precio. The Act of Killing es un documental ampliamente recomendable (debería ser obligatorio, si me preguntan) que plantea una nueva forma en la que se aprecia la realidad y una nueva concepción de la Maldad; aunque seguramente, cuando hayan fi-nalizado su visionado (si es que lo termi-nan, pues es difícil de ver -por lo denso, no por violento-) no querrán volver a ver-lo.

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Hace 18 años el estadounidense Jesse (Ethan Hawke) y la parisina Celine (Julie Delpy) se co-nocieron en un tren con destino a París; ella re-gresaba a su ciudad natal mientras que Jesse tenía que descender en Viena para tomar un

avión de regreso a los Estados Unidos la mañana siguiente. Como respuesta a un acto impulsivo provocado por la instan-tánea atracción, Jesse invita a Celine a bajarse con él en la ca-pital austriaca para conocerse mejor; la respuesta de la chica ante la inusual propuesta del tierno desconocido dio pie a una de las trilogías cinematográficas mejor logradas en la historia del cine. ‘Antes del amanecer' es el título del filme que relata lo sucedi-do tras el casual encuentro en el tren y que se convirtió en un clásico del cine indie debido a la gran honestidad de su sencilla propuesta y a la autenticidad de su historia repleta de diálogos naturales con los que una generación quedó identificada. Filo-sofías de vida, miedos, deseos, sueños y expectativas fueron, entre otras cosas, los tópicos que marcaron la pauta de las lar-gas conversaciones que, durante una tarde y una noche, sos-tuvieron los dos jóvenes idealistas; y fue tal vez ese idealismo lo que los llevó a tomar una decisión a la hora de la despedida: no intercambiar direcciones, ni teléfonos, vaya, ni siquiera su apellido. Sólo les bastó la promesa de volverse a ver seis me-ses después en la misma estación de Viena, dejando una sen-sación agridulce en el espectador que no pudo hacer otra cosa más que inventar como había sido el reencuentro de los aman-tes seis meses después. Nueve años tuvieron que pasar para que el público pudiera ver de nueva cuenta a la pareja y enterarse que el encuentro en Viena jamás ocurrió, que Jesse se había casado, había te-nido un niño, que se había convertido en escritor y que estaba en París para promocionar su primer libro, el cual giraba en tor-no a una chica con la que había pasado una sola noche mu-chos años atrás. Una pequeña librería parisina fue el escena-rio del reencuentro entre los ya no tan jóvenes y no tan idea-listas protagonistas; un café, los callejones, el Sena y un 'waltz' con dedicatoria especial, fueron algunos de los elementos que acompañaron las conversaciones de la pareja que ahora gi-raban en torno al desencanto, a la frustración y el arrepenti-miento por las malas decisiones; porque muchas de las cosas que quisieron ser ya no lo serán, lo cual sin duda, siempre aca-rrea un gran montón de impotencia. Aquí, en 'Antes del atar-decer', acompañamos a Jesse y Celine por 90 minutos, tiempo en el cual se desarrolla la cinta en tiempo real y que, a pesar de estar rodada en París, se aleja de los clichés del cine román-tico y da una creíble continuidad a una real historia de amor contemporáneo en donde no hay cabida para diálogos melo-sos ni cursilerías de ningún tipo; el final, volvió a dejarnos la vía libre para interpretaciones sobre el futuro de la pareja recién reencontrada.

Ahora, nueve años después, Jesse y Celine están de regre-so en la última parte de la trilogía: 'Antes de la Medianoche', en la que la pareja no ha podido escapar al paso del tiempo y los estragos que este causa (monotonía, hastío, etc.). El filme abre con una secuencia donde vemos a Jesse despedirse de su hijo Hank, quien ha pasado con él las vacaciones de verano en Grecia pero debe regresar a los Estados Unidos junto a su madre. Tras la emotiva escena, Jesse se reúne en su auto con Celine fuera del aeropuerto, ahí descubrimos que ambos son ahora padres de unas adorables gemelas. La pareja se dirige hacia la región del Peloponeso para pasar juntos el último día de vacaciones antes de regresar a París; y es durante este día que la pareja se replantea su vida juntos tras las charlas con amigos o en solitario. ¿Es posible vivir enamorado para siempre? La respuesta, un rotundo 'No', parece ser unánime en la mesa donde se ha reunido la pareja con sus amigos de la región griega; pero así como todos concuerdan en la caduci-dad del amor, coinciden también en que sus parejas han sido lo mejor que les ha pasado en sus vidas y que para seguir con alguien (por el tiempo que sea) se requiere de un gran compro-miso para mantener el enamoramiento en la pareja y que ésta siga viva. Pero a veces el compromiso no es lo suficientemente fuerte, o si lo es, éste se ve opacado y minimizado por la rutina, los ce-los y la desconfianza, elementos que pueden provocar que en las discusiones de pareja a veces no se juegue limpio: "No eres ningún Henry Miller" advierte una histérica Celine al has-tiado Jesse. "Si tan sólo invirtieras la mitad de la energía que gastas en quejarte e insultar, en otras cosas más importantes, todo sería muy distinto" responde Jesse ante las interminables quejas de Celine. Y así como estos diálogos lastiman a los per-sonajes, también lo hacen a la audiencia, pues es imposible no sentirse conectados a ellos, a ambos, porque más allá del gé-nero, todos somos un poco Celine y un poco Jesse al mismo tiempo, pues todos somos humanos y hemos pasado por algu-na relación igual o similar y sabemos lo que se siente. Y es así como también sabemos que los reproches y las discusiones de nivel monumental no siempre significan que el amor se haya terminado, sabemos que la gente en esencia no cambia y que si alguna vez Jesse enamoró a Celine por su personali-dad, y viceversa, ese Jesse y esa Celine siguen siendo los mismos que se bajaron del tren en Viena, pero que las respon-sabilidades, los compromisos y la rutina han distorsionado la imagen de su pareja; el reto, según el artífice de la trilogía Ri-chard Linklater, es encontrar ese vínculo que se estableció en su primer encuentro y que es indestructible.

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Hace 18 años el estadounidense Jesse (Ethan Hawke) y la parisina Celine (Julie Delpy) se co-nocieron en un tren con destino a París; ella re-gresaba a su ciudad natal mientras que Jesse tenía que descender en Viena para tomar un

avión de regreso a los Estados Unidos la mañana siguiente. Como respuesta a un acto impulsivo provocado por la instan-tánea atracción, Jesse invita a Celine a bajarse con él en la ca-pital austriaca para conocerse mejor; la respuesta de la chica ante la inusual propuesta del tierno desconocido dio pie a una de las trilogías cinematográficas mejor logradas en la historia del cine. ‘Antes del amanecer' es el título del filme que relata lo sucedi-do tras el casual encuentro en el tren y que se convirtió en un clásico del cine indie debido a la gran honestidad de su sencilla propuesta y a la autenticidad de su historia repleta de diálogos naturales con los que una generación quedó identificada. Filo-sofías de vida, miedos, deseos, sueños y expectativas fueron, entre otras cosas, los tópicos que marcaron la pauta de las lar-gas conversaciones que, durante una tarde y una noche, sos-tuvieron los dos jóvenes idealistas; y fue tal vez ese idealismo lo que los llevó a tomar una decisión a la hora de la despedida: no intercambiar direcciones, ni teléfonos, vaya, ni siquiera su apellido. Sólo les bastó la promesa de volverse a ver seis me-ses después en la misma estación de Viena, dejando una sen-sación agridulce en el espectador que no pudo hacer otra cosa más que inventar como había sido el reencuentro de los aman-tes seis meses después. Nueve años tuvieron que pasar para que el público pudiera ver de nueva cuenta a la pareja y enterarse que el encuentro en Viena jamás ocurrió, que Jesse se había casado, había te-nido un niño, que se había convertido en escritor y que estaba en París para promocionar su primer libro, el cual giraba en tor-no a una chica con la que había pasado una sola noche mu-chos años atrás. Una pequeña librería parisina fue el escena-rio del reencuentro entre los ya no tan jóvenes y no tan idea-listas protagonistas; un café, los callejones, el Sena y un 'waltz' con dedicatoria especial, fueron algunos de los elementos que acompañaron las conversaciones de la pareja que ahora gi-raban en torno al desencanto, a la frustración y el arrepenti-miento por las malas decisiones; porque muchas de las cosas que quisieron ser ya no lo serán, lo cual sin duda, siempre aca-rrea un gran montón de impotencia. Aquí, en 'Antes del atar-decer', acompañamos a Jesse y Celine por 90 minutos, tiempo en el cual se desarrolla la cinta en tiempo real y que, a pesar de estar rodada en París, se aleja de los clichés del cine román-tico y da una creíble continuidad a una real historia de amor contemporáneo en donde no hay cabida para diálogos melo-sos ni cursilerías de ningún tipo; el final, volvió a dejarnos la vía libre para interpretaciones sobre el futuro de la pareja recién reencontrada.

Ahora, nueve años después, Jesse y Celine están de regre-so en la última parte de la trilogía: 'Antes de la Medianoche', en la que la pareja no ha podido escapar al paso del tiempo y los estragos que este causa (monotonía, hastío, etc.). El filme abre con una secuencia donde vemos a Jesse despedirse de su hijo Hank, quien ha pasado con él las vacaciones de verano en Grecia pero debe regresar a los Estados Unidos junto a su madre. Tras la emotiva escena, Jesse se reúne en su auto con Celine fuera del aeropuerto, ahí descubrimos que ambos son ahora padres de unas adorables gemelas. La pareja se dirige hacia la región del Peloponeso para pasar juntos el último día de vacaciones antes de regresar a París; y es durante este día que la pareja se replantea su vida juntos tras las charlas con amigos o en solitario. ¿Es posible vivir enamorado para siempre? La respuesta, un rotundo 'No', parece ser unánime en la mesa donde se ha reunido la pareja con sus amigos de la región griega; pero así como todos concuerdan en la caduci-dad del amor, coinciden también en que sus parejas han sido lo mejor que les ha pasado en sus vidas y que para seguir con alguien (por el tiempo que sea) se requiere de un gran compro-miso para mantener el enamoramiento en la pareja y que ésta siga viva. Pero a veces el compromiso no es lo suficientemente fuerte, o si lo es, éste se ve opacado y minimizado por la rutina, los ce-los y la desconfianza, elementos que pueden provocar que en las discusiones de pareja a veces no se juegue limpio: "No eres ningún Henry Miller" advierte una histérica Celine al has-tiado Jesse. "Si tan sólo invirtieras la mitad de la energía que gastas en quejarte e insultar, en otras cosas más importantes, todo sería muy distinto" responde Jesse ante las interminables quejas de Celine. Y así como estos diálogos lastiman a los per-sonajes, también lo hacen a la audiencia, pues es imposible no sentirse conectados a ellos, a ambos, porque más allá del gé-nero, todos somos un poco Celine y un poco Jesse al mismo tiempo, pues todos somos humanos y hemos pasado por algu-na relación igual o similar y sabemos lo que se siente. Y es así como también sabemos que los reproches y las discusiones de nivel monumental no siempre significan que el amor se haya terminado, sabemos que la gente en esencia no cambia y que si alguna vez Jesse enamoró a Celine por su personali-dad, y viceversa, ese Jesse y esa Celine siguen siendo los mismos que se bajaron del tren en Viena, pero que las respon-sabilidades, los compromisos y la rutina han distorsionado la imagen de su pareja; el reto, según el artífice de la trilogía Ri-chard Linklater, es encontrar ese vínculo que se estableció en su primer encuentro y que es indestructible.

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Tras su nominación al Oscar con La Mujer que Cantaba (Incendies; 2010) en la categoría a Mejor Pe-

lícula Extranjera, nos llega uno de los dos nuevos proyectos del director cana-diense Denis Villeneuve*: Intriga (Pri-soners; 2012), protagonizada por Hugh Jackman y con Jake Gyllenhaal como coprotagónico. El primero interpreta a Keller Dover, un padre de familia que se ve enfrentado a su peor pesadilla: la desaparición de su hija Anna de seis años, quien fue abdu-cida mientras se encontraban en una ce-na de acción de gracias en casa de la fa-milia Birch, sus amigos del vecindario y cuya hija menor (Joy) también desapa-rece esa noche. Gyllenhaal, por su par-te, da vida al Detective Loki, encargado del caso de la desaparición de las meno-res y las investigaciones que apuntan hacia Alex, un joven con desordenes mentales y emocionales (interpretado por Paul Dano) que resulta ser el princi-pal sospechoso. La premisa podría resultar bastante común, y de hecho lo es, pero lo que re-sulta sorprendente es la manera en que el guión logra crear las atmósferas nece-sarias para atrapar al espectador desde el comienzo en un juego de enredos y pistas falsas que nos van arrastrando, junto con los personajes, hacia un abis-mo laberíntico, devastador y desespe-ranzador, donde la falta de resultados obligan a Keller Dover a tomar medidas desesperadas: secuestrar a Alex y tortu-rarlo hasta que confiese el paradero de las menores. Paralelamente, la trama también presenta las acciones/situacio-

nes de los otros implicados en el caso: las investigaciones en solitario de Loki (quien ha encontrado a otro posible sos-pechoso), la depresión de Grace Dover (esposa de Keller y que es interpretada por Maria Bello) y la parcial complicidad de la familia Birch (interpretados por Te-rrence Howard y Viola Davis) en el se-cuestro (y tortura) del joven sospechoso. Intriga es una de las mejores cintas de suspenso de los últimos años cuya mayor virtud se encuentra principalmen-te en el sobresaliente trabajo de su guión enmarañado y plagado de estupendos diálogos de personajes bien trazados, por lo que también vale la pena resaltar el soberbio trabajo actoral de todo el re-parto, especialmente de Gyllenhaal, Jackman y Dano. Además, la película plantea fuertes cuestionamientos mora-les y éticos sobre nuestras acciones en hipotéticos casos como este. Y tú, ¿has-ta donde llegarías para salvar a tu hijo? En este rompecabezas cinematográfico tendrás bastante tiempo para meditarlo a medida que la trama se resuelve y las acciones de los protagonistas se vuel-ven cada vez más cuestionables. Una jo-yita que no se deben perder.

*En caso de que se lo preguntarán, el se-gundo proyecto (mencionado al inicio del texto) de Denis Villeneuve este año es Enemy, en la que participa nueva-mente Jake Gyllenhaal y de la que es-peramos pronto tener noticias sobre su estreno en México.

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Tras su nominación al Oscar con La Mujer que Cantaba (Incendies; 2010) en la categoría a Mejor Pe-

lícula Extranjera, nos llega uno de los dos nuevos proyectos del director cana-diense Denis Villeneuve*: Intriga (Pri-soners; 2012), protagonizada por Hugh Jackman y con Jake Gyllenhaal como coprotagónico. El primero interpreta a Keller Dover, un padre de familia que se ve enfrentado a su peor pesadilla: la desaparición de su hija Anna de seis años, quien fue abdu-cida mientras se encontraban en una ce-na de acción de gracias en casa de la fa-milia Birch, sus amigos del vecindario y cuya hija menor (Joy) también desapa-rece esa noche. Gyllenhaal, por su par-te, da vida al Detective Loki, encargado del caso de la desaparición de las meno-res y las investigaciones que apuntan hacia Alex, un joven con desordenes mentales y emocionales (interpretado por Paul Dano) que resulta ser el princi-pal sospechoso. La premisa podría resultar bastante común, y de hecho lo es, pero lo que re-sulta sorprendente es la manera en que el guión logra crear las atmósferas nece-sarias para atrapar al espectador desde el comienzo en un juego de enredos y pistas falsas que nos van arrastrando, junto con los personajes, hacia un abis-mo laberíntico, devastador y desespe-ranzador, donde la falta de resultados obligan a Keller Dover a tomar medidas desesperadas: secuestrar a Alex y tortu-rarlo hasta que confiese el paradero de las menores. Paralelamente, la trama también presenta las acciones/situacio-

nes de los otros implicados en el caso: las investigaciones en solitario de Loki (quien ha encontrado a otro posible sos-pechoso), la depresión de Grace Dover (esposa de Keller y que es interpretada por Maria Bello) y la parcial complicidad de la familia Birch (interpretados por Te-rrence Howard y Viola Davis) en el se-cuestro (y tortura) del joven sospechoso. Intriga es una de las mejores cintas de suspenso de los últimos años cuya mayor virtud se encuentra principalmen-te en el sobresaliente trabajo de su guión enmarañado y plagado de estupendos diálogos de personajes bien trazados, por lo que también vale la pena resaltar el soberbio trabajo actoral de todo el re-parto, especialmente de Gyllenhaal, Jackman y Dano. Además, la película plantea fuertes cuestionamientos mora-les y éticos sobre nuestras acciones en hipotéticos casos como este. Y tú, ¿has-ta donde llegarías para salvar a tu hijo? En este rompecabezas cinematográfico tendrás bastante tiempo para meditarlo a medida que la trama se resuelve y las acciones de los protagonistas se vuel-ven cada vez más cuestionables. Una jo-yita que no se deben perder.

*En caso de que se lo preguntarán, el se-gundo proyecto (mencionado al inicio del texto) de Denis Villeneuve este año es Enemy, en la que participa nueva-mente Jake Gyllenhaal y de la que es-peramos pronto tener noticias sobre su estreno en México.

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vedettes en decadencia, vecinos de identidades misteriosas, sabias y muy longevas monjas, cardenales con pecu-liares aficiones culinarias, entre muchos otros, ofrecen una variedad de situacio-nes con diálogos que transitan entre lo más banal (pero tan sólo en apariencia) y lo gloriosamente existencial. Ésto, re-tratado bajo el lente de Luca Bigazzi, cuyo maravilloso trabajo (exagerado, mas nunca barroco) ofrece varias se-cuencias deslumbrantes, como las dos primeras del filme: el ágil y ligero recorri-do por algunas estatuas y monumentos antiguos donde canta un coro de mu-jeres vestidas de negro, y la subsecuen-te gran fiesta al ritmo del remix de Far L'Amore de Bob Sinclair y Rafaella Carra. También sobresale aquella esce-na dentro de una muy bizarra clínica de botox, así como la maravillosa y surrea-lista secuencia en la que decenas de cigüeñas se encuentran descansando en la terraza del protagonista y donde la longeva monja le obsequia una dosis de sabiduría al confundido Jep: "¿Sabes por qué sólo como raíces? Porque las raíces son importantes". La Gran Belleza, así como las obras de Fellini, son una carta de amor hacia una de las ciudades más maravillosas donde se conjuga la decadencia con la opulen-cia; una cinta melancólica donde So-rrentino se refugia en los grandes clá-sicos del cine italiano para hablar, como si de un antiguo truco se tratase, sobre el desencanto en este mundo contemporá-neo.

El nuevo trabajo del director italia-no Paolo Sorrentino, sigue a Jep Gambardella, un escritor que tras

la publicación de su primer y único libro varios (muchos) años atrás, abandonó la escritura para dedicarse al periodismo. Jep, con 65 años recién cumplidos, si-gue una vida frívola en la gran Roma, en fiestas nocturnas que se prolongan has-ta que el sol se asoma en el horizonte. Pero la noticia del fallecimiento de su pri-mer amor, lo despierta de su mundano letargo y se replantea varios aspectos de su vida, comenzando a atravesar por un extraño estado de ánimo que ni él mismo es capaz de comprender, y empezando también a perseguir esa gran belleza con la que no se ha topado en décadas y por la cual no ha escrito un nuevo libro desde entonces. Echando mano de una fragmentada narrativa, el guión escrito por el mismo Sorrentino junto a Umberto Contare-llo, ofrece una sucesión de episodios con cambios muy marcados tanto de to-no como de ritmo, y en los cuales atesti-guamos los encuentros (y desencuen-tros) de Jep con los personajes de una sociedad en decadencia, quienes de-muestran un descarado 'snobismo', co-menzando incluso por el muy cínico pro-tagonista, quien por cierto es inter-pretado de manera soberbia por Tony Servillo. Dentro del guión podemos también encontrarnos con referencias al cine de Federico Fellini, desde el lugar donde ocurre la historia (la maravillosa Roma) hasta algunos pasajes con ho-menajes implícitos a La Dolce Vita. Una gran colección de personajes se-cundarios como prostitutas, políticos co-rruptos -porque no hay de otros ¿o sí?-,

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vedettes en decadencia, vecinos de identidades misteriosas, sabias y muy longevas monjas, cardenales con pecu-liares aficiones culinarias, entre muchos otros, ofrecen una variedad de situacio-nes con diálogos que transitan entre lo más banal (pero tan sólo en apariencia) y lo gloriosamente existencial. Ésto, re-tratado bajo el lente de Luca Bigazzi, cuyo maravilloso trabajo (exagerado, mas nunca barroco) ofrece varias se-cuencias deslumbrantes, como las dos primeras del filme: el ágil y ligero recorri-do por algunas estatuas y monumentos antiguos donde canta un coro de mu-jeres vestidas de negro, y la subsecuen-te gran fiesta al ritmo del remix de Far L'Amore de Bob Sinclair y Rafaella Carra. También sobresale aquella esce-na dentro de una muy bizarra clínica de botox, así como la maravillosa y surrea-lista secuencia en la que decenas de cigüeñas se encuentran descansando en la terraza del protagonista y donde la longeva monja le obsequia una dosis de sabiduría al confundido Jep: "¿Sabes por qué sólo como raíces? Porque las raíces son importantes". La Gran Belleza, así como las obras de Fellini, son una carta de amor hacia una de las ciudades más maravillosas donde se conjuga la decadencia con la opulen-cia; una cinta melancólica donde So-rrentino se refugia en los grandes clá-sicos del cine italiano para hablar, como si de un antiguo truco se tratase, sobre el desencanto en este mundo contemporá-neo.

El nuevo trabajo del director italia-no Paolo Sorrentino, sigue a Jep Gambardella, un escritor que tras

la publicación de su primer y único libro varios (muchos) años atrás, abandonó la escritura para dedicarse al periodismo. Jep, con 65 años recién cumplidos, si-gue una vida frívola en la gran Roma, en fiestas nocturnas que se prolongan has-ta que el sol se asoma en el horizonte. Pero la noticia del fallecimiento de su pri-mer amor, lo despierta de su mundano letargo y se replantea varios aspectos de su vida, comenzando a atravesar por un extraño estado de ánimo que ni él mismo es capaz de comprender, y empezando también a perseguir esa gran belleza con la que no se ha topado en décadas y por la cual no ha escrito un nuevo libro desde entonces. Echando mano de una fragmentada narrativa, el guión escrito por el mismo Sorrentino junto a Umberto Contare-llo, ofrece una sucesión de episodios con cambios muy marcados tanto de to-no como de ritmo, y en los cuales atesti-guamos los encuentros (y desencuen-tros) de Jep con los personajes de una sociedad en decadencia, quienes de-muestran un descarado 'snobismo', co-menzando incluso por el muy cínico pro-tagonista, quien por cierto es inter-pretado de manera soberbia por Tony Servillo. Dentro del guión podemos también encontrarnos con referencias al cine de Federico Fellini, desde el lugar donde ocurre la historia (la maravillosa Roma) hasta algunos pasajes con ho-menajes implícitos a La Dolce Vita. Una gran colección de personajes se-cundarios como prostitutas, políticos co-rruptos -porque no hay de otros ¿o sí?-,

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A firmar que un adulto abusó sexual-mente de una menor es una grave acusación, que sea la menor quien lo

diga supone una verdad casi innegable, que el acusado sea el mejor amigo del padre de la niña, convierte dicha afirmación en una dr-amática situación que termina por completo con la confianza de las partes. Lucas es un hombre de 40 años que vive so-lo en un poblado de Dinamarca, y es profesor en un jardín de niños mientras lucha por la custodia de su hijo. El cineasta Thomas Vin-terberg muestra a un maestro que denota confianza y seguridad, un profesionista ejem-plar que deposita el amor que no puede dar a su hijo en los niños de la escuela. Al jardín de niños asiste Klara, la hija menor de su mejor amigo, además de los hijos de sus amigos, con quienes tiene desde hace varias generaciones un grupo dedicado a la caza de venados. En una ocasión Klara le confiesa a la dire-ctora del jardín que Lucas le ha mostrado en alguna ocasión su pene erecto, después de que él le llamará la atención por haberlo besa-do en los labios; este comentario que deviene de una situación embarazosa, parece inocen-te para el espectador, pero conforme avanza la historia comienza a tornarse más real. Esta situación hace que se desate el rumor de que el profesor abusó sexualmente de la niña, y por consiguiente los niños del jardín también pudieron ser víctimas del profesor. Lo que provoca un aislamiento total para Lu-cas, por parte de la sociedad, y por parte de sus mejores amigos. Irónicamente Lucas se convierte en una es-pecie de “fauno” al cual todos quieren cazar, en este caso encerrar en la cárcel, especial-

mente sus propios amigos. No sólo es orillado a perder su trabajo y a vivir encerrado en su hogar, sino además a sufrir rechazo social por parte de los pobladores, violencia física con-tra su persona, y hasta la prohibición de ver a su hijo. Thomas Vinterberg plantea una situación en la cual todos creen hacer lo correcto, prin-cipalmente los padres de los niños, quienes sobre todas las cosas creen en sus hijos antes que en nadie más, sin darse cuenta del daño que ocasionan al hombre acusado y su fami-lia. De principio a fin el cineasta va aumentando la tensión entre las partes, y por consecuente la del espectador. En todo momento va de menos a más, inclusive la últimas dos secuencias plantean una tensión en la que la violencia conformaría el mejor de los cuadros. La película es ejemplo de la pérdida de civilidad por parte de la sociedad ante la agresión sexual hacia un menor de edad, situación que toca las partes más instintivas del ser humano. En este filme los niños tiene un papel dual, son las víctimas, pero también son los demonios, los causantes de la pérdida casi total de la forma de vida de un hombre; los siempre intocables y nunca culpables, pero que en esta ocasión todo apunta a olvidar ese continuo cliché. La Caza (Dinamarca 2012) estuvo en la pasada edición del Festival de Cannes, y resultó ganador de la Palma de Oro el actor protagonista Mads Mikkelsen (Lucas), quién hace un trabajo estupendo, que desfigura la vida plena de un hombre transformada por la inocencia de una menor.

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A firmar que un adulto abusó sexual-mente de una menor es una grave acusación, que sea la menor quien lo

diga supone una verdad casi innegable, que el acusado sea el mejor amigo del padre de la niña, convierte dicha afirmación en una dr-amática situación que termina por completo con la confianza de las partes. Lucas es un hombre de 40 años que vive so-lo en un poblado de Dinamarca, y es profesor en un jardín de niños mientras lucha por la custodia de su hijo. El cineasta Thomas Vin-terberg muestra a un maestro que denota confianza y seguridad, un profesionista ejem-plar que deposita el amor que no puede dar a su hijo en los niños de la escuela. Al jardín de niños asiste Klara, la hija menor de su mejor amigo, además de los hijos de sus amigos, con quienes tiene desde hace varias generaciones un grupo dedicado a la caza de venados. En una ocasión Klara le confiesa a la dire-ctora del jardín que Lucas le ha mostrado en alguna ocasión su pene erecto, después de que él le llamará la atención por haberlo besa-do en los labios; este comentario que deviene de una situación embarazosa, parece inocen-te para el espectador, pero conforme avanza la historia comienza a tornarse más real. Esta situación hace que se desate el rumor de que el profesor abusó sexualmente de la niña, y por consiguiente los niños del jardín también pudieron ser víctimas del profesor. Lo que provoca un aislamiento total para Lu-cas, por parte de la sociedad, y por parte de sus mejores amigos. Irónicamente Lucas se convierte en una es-pecie de “fauno” al cual todos quieren cazar, en este caso encerrar en la cárcel, especial-

mente sus propios amigos. No sólo es orillado a perder su trabajo y a vivir encerrado en su hogar, sino además a sufrir rechazo social por parte de los pobladores, violencia física con-tra su persona, y hasta la prohibición de ver a su hijo. Thomas Vinterberg plantea una situación en la cual todos creen hacer lo correcto, prin-cipalmente los padres de los niños, quienes sobre todas las cosas creen en sus hijos antes que en nadie más, sin darse cuenta del daño que ocasionan al hombre acusado y su fami-lia. De principio a fin el cineasta va aumentando la tensión entre las partes, y por consecuente la del espectador. En todo momento va de menos a más, inclusive la últimas dos secuencias plantean una tensión en la que la violencia conformaría el mejor de los cuadros. La película es ejemplo de la pérdida de civilidad por parte de la sociedad ante la agresión sexual hacia un menor de edad, situación que toca las partes más instintivas del ser humano. En este filme los niños tiene un papel dual, son las víctimas, pero también son los demonios, los causantes de la pérdida casi total de la forma de vida de un hombre; los siempre intocables y nunca culpables, pero que en esta ocasión todo apunta a olvidar ese continuo cliché. La Caza (Dinamarca 2012) estuvo en la pasada edición del Festival de Cannes, y resultó ganador de la Palma de Oro el actor protagonista Mads Mikkelsen (Lucas), quién hace un trabajo estupendo, que desfigura la vida plena de un hombre transformada por la inocencia de una menor.

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A casi una década de la realiza-ción de su ópera prima (el dra-ma romántico de 2004 titulado

Steve + Sky), el director de origen belga Felix Van Groeningen presenta una pasional y desoladora historia adaptada por él mismo (en conjunción con Carl Joos) con base en la obra escrita por Johan Heldenbergh y Mieke Dobbels, que gira en torno a una pareja que queda fracturada ante la enfermedad de su hija. The Broken Circle Breakdown nos acer-ca a la vida de Elise y Didier, y con se-cuencias que evaden el orden cronoló-gico mediante el intercalado de escenas que saltan del presente al futuro y de re-greso, conocemos a ésta sui generis pa-reja que, a pesar de sus diferencias, se enamora a primera vista. Ella tiene su propia tienda de tatuajes mientras que él toca el banjo y canta con su banda de bluegrass (género musical derivado del folk estadounidense), pero ambos com-parten cierto gusto por la cultura popular de Estados Unidos (sobre todo musical-mente) y eso hace que el pasional vín-culo que van construyendo al paso de los días se vaya volviendo más sólido, una relación a prueba de todo... o bueno, casi todo, pues tras varios años de ale-gría y romance, la sombra del cáncer se hace presente al enfermar su pequeña hija Maybelle.

Felix Van Groeningen acierta al retra-tar la relación de pareja de una manera emotiva apoyándose en la música ins-trumental que toca la banda de Didier, sus acordes y letras van complemen-tando la historia y resultan un elemento estimulante para la narrativa del filme, el cual es sostenido por la pareja central encarnada por Johan Heldenbergh y Veerle Baetens, quienes brindan un tra-bajo con entera convicción y desbordan-te emotividad. The Broken Circle Break-down es un drama trágico que también despliega un poder magnético que nos impide, como espectadores, apartar la mirada de la pantalla, gracias al sobre-saliente y preciosista trabajo de fotogra-fía de Ruben Impens; es un filme cauti-vante que conjuga lo mejor del drama musical Johnny & June: Pasión y Locura (Walk the Line; 2005) con la desoladora visión del amor de Triste San Valentín (Blue Valentine; 2010). Combinando las perspectivas de los protagonistas sobre la vida y la muerte, el filme resulta un trabajo tan desolador como esperanza-dor en donde la forma y el fondo, así co-mo la pérdida, el perdón y la redención, convergen armoniosamente al ritmo de bluegrass.

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A casi una década de la realiza-ción de su ópera prima (el dra-ma romántico de 2004 titulado

Steve + Sky), el director de origen belga Felix Van Groeningen presenta una pasional y desoladora historia adaptada por él mismo (en conjunción con Carl Joos) con base en la obra escrita por Johan Heldenbergh y Mieke Dobbels, que gira en torno a una pareja que queda fracturada ante la enfermedad de su hija. The Broken Circle Breakdown nos acer-ca a la vida de Elise y Didier, y con se-cuencias que evaden el orden cronoló-gico mediante el intercalado de escenas que saltan del presente al futuro y de re-greso, conocemos a ésta sui generis pa-reja que, a pesar de sus diferencias, se enamora a primera vista. Ella tiene su propia tienda de tatuajes mientras que él toca el banjo y canta con su banda de bluegrass (género musical derivado del folk estadounidense), pero ambos com-parten cierto gusto por la cultura popular de Estados Unidos (sobre todo musical-mente) y eso hace que el pasional vín-culo que van construyendo al paso de los días se vaya volviendo más sólido, una relación a prueba de todo... o bueno, casi todo, pues tras varios años de ale-gría y romance, la sombra del cáncer se hace presente al enfermar su pequeña hija Maybelle.

Felix Van Groeningen acierta al retra-tar la relación de pareja de una manera emotiva apoyándose en la música ins-trumental que toca la banda de Didier, sus acordes y letras van complemen-tando la historia y resultan un elemento estimulante para la narrativa del filme, el cual es sostenido por la pareja central encarnada por Johan Heldenbergh y Veerle Baetens, quienes brindan un tra-bajo con entera convicción y desbordan-te emotividad. The Broken Circle Break-down es un drama trágico que también despliega un poder magnético que nos impide, como espectadores, apartar la mirada de la pantalla, gracias al sobre-saliente y preciosista trabajo de fotogra-fía de Ruben Impens; es un filme cauti-vante que conjuga lo mejor del drama musical Johnny & June: Pasión y Locura (Walk the Line; 2005) con la desoladora visión del amor de Triste San Valentín (Blue Valentine; 2010). Combinando las perspectivas de los protagonistas sobre la vida y la muerte, el filme resulta un trabajo tan desolador como esperanza-dor en donde la forma y el fondo, así co-mo la pérdida, el perdón y la redención, convergen armoniosamente al ritmo de bluegrass.

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L a Ladrona de Libros (The Book Thief; 2013) es una adaptación del libro de Markus Zusak,

dirigida por Brian Percival, quien va pre-sentando a la Alemania en tiempos de Hitler, centrando la historia desde la mi-rada de Liesel Meminger, una niña en-carnada por Sóphie Nelisse, acompa-ñada de su amigo Rudy Steiner (Nico Liersch) y sus papás adoptivos Hans y Rosa Hubermann (Geoffrey Rush y Emily Watson). Es una amena historia bélica, y no sólo por el contexto, sino por la lucha de des-cubrir y entender el actuar y sentir de la guerra, pero contada con un tono cálido, con una voz en off perfectamente modu-lada que aparece en momentos de clí-max. Ella es la acechante muerte que deambula durante toda la historia. Liesel es una niña inteligente, noble e inocente que vive en la época de la Se-gunda Guerra Mundial; a pesar de este contexto, su vida está llena de magia, ya que logra una vida feliz, descubriendo sentimientos y gente a su alrededor que la hace más fuerte y sensible a la vida misma. Conoce el racismo y la indignación de la gente, con el sufrir de judíos, pero tam-bién de alemanes, ya que para una gue-rra se necesitan dos bandos, y las pér-didas duelen enormemente, ya que son vidas humanas que se pierden por un objetivo irrisorio. Sus papás adoptivos son caras opues-tas, el papá es dulce, tierno y compla-ciente, pero la mamá es fría, dura y enér-gica, aunque de buen corazón. Su nuevo papá la ayuda a aprender a leer, es la cosa más importante para ella, pues ya es algo grande para no saber hacerlo y además encuentra fascinante la lectura. Max es un judío que llega a pedir ayuda a su familia, ahí Liesel comprende el signi-ficado de hermandad y se da cuenta de lo humanistas y empáticos que son sus padres, al arriesgar sus vidas por ayudar a un desconocido.

Liesel, poco a poco va entendiendo el porqué la guerra es mala, ve la amargura que va dejando a su paso con familias incompletas o totalmente destruidas, pe-ro también conoce sobre el amor, la em-patía, el cariño y la honestidad de una amistad como la de Rudy, un niño que desde el primer momento, queda cauti-vado y decide ser su compañero de aventuras. Recordamos el mito olímpico del hom-bre más rápido del mundo, Jesse Ow-ens, con Rudy a quien le encanta correr, y en una ocasión decide pintarse com-pletamente de negro y sueña con ser Owens. Todo va muy bien, hasta que un vecino lo ve y lo acusa de semejante ton-tería: "querer ser un negro”. El filme nos narra cómo la gente se va creyendo la fi-losofía nazi, donde por tonterías como éstas, la gente podría ser acusada y cas-tigada. Otro de los acontecimientos importan-tes es la quema de libros “inmorales”, donde Liesel acude emocionada y feliz, pero su rostro poco a poco va cambian-do cuando se da cuenta del horror del discurso y la orden de quemar libros, que a juicio de unos, son prohibidos, cosa que para ella es dolorosa, pues se ha refugiado enormemente en ellos. Liesel es valiente y decide salvar uno de ellos, a partir de aquí se vuelve faná-tica de los libros, hasta el punto de to-marlos prestados sin autorización de los dueños; por eso el título de 'ladrona de libros'. En fin, es una película para toda la familia que conecta con el público por el drama y el divertido andar de aven-turas de los niños Liesel y Rudy, con un fuerte mensaje de humanidad entre los hombres.

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L a Ladrona de Libros (The Book Thief; 2013) es una adaptación del libro de Markus Zusak,

dirigida por Brian Percival, quien va pre-sentando a la Alemania en tiempos de Hitler, centrando la historia desde la mi-rada de Liesel Meminger, una niña en-carnada por Sóphie Nelisse, acompa-ñada de su amigo Rudy Steiner (Nico Liersch) y sus papás adoptivos Hans y Rosa Hubermann (Geoffrey Rush y Emily Watson). Es una amena historia bélica, y no sólo por el contexto, sino por la lucha de des-cubrir y entender el actuar y sentir de la guerra, pero contada con un tono cálido, con una voz en off perfectamente modu-lada que aparece en momentos de clí-max. Ella es la acechante muerte que deambula durante toda la historia. Liesel es una niña inteligente, noble e inocente que vive en la época de la Se-gunda Guerra Mundial; a pesar de este contexto, su vida está llena de magia, ya que logra una vida feliz, descubriendo sentimientos y gente a su alrededor que la hace más fuerte y sensible a la vida misma. Conoce el racismo y la indignación de la gente, con el sufrir de judíos, pero tam-bién de alemanes, ya que para una gue-rra se necesitan dos bandos, y las pér-didas duelen enormemente, ya que son vidas humanas que se pierden por un objetivo irrisorio. Sus papás adoptivos son caras opues-tas, el papá es dulce, tierno y compla-ciente, pero la mamá es fría, dura y enér-gica, aunque de buen corazón. Su nuevo papá la ayuda a aprender a leer, es la cosa más importante para ella, pues ya es algo grande para no saber hacerlo y además encuentra fascinante la lectura. Max es un judío que llega a pedir ayuda a su familia, ahí Liesel comprende el signi-ficado de hermandad y se da cuenta de lo humanistas y empáticos que son sus padres, al arriesgar sus vidas por ayudar a un desconocido.

Liesel, poco a poco va entendiendo el porqué la guerra es mala, ve la amargura que va dejando a su paso con familias incompletas o totalmente destruidas, pe-ro también conoce sobre el amor, la em-patía, el cariño y la honestidad de una amistad como la de Rudy, un niño que desde el primer momento, queda cauti-vado y decide ser su compañero de aventuras. Recordamos el mito olímpico del hom-bre más rápido del mundo, Jesse Ow-ens, con Rudy a quien le encanta correr, y en una ocasión decide pintarse com-pletamente de negro y sueña con ser Owens. Todo va muy bien, hasta que un vecino lo ve y lo acusa de semejante ton-tería: "querer ser un negro”. El filme nos narra cómo la gente se va creyendo la fi-losofía nazi, donde por tonterías como éstas, la gente podría ser acusada y cas-tigada. Otro de los acontecimientos importan-tes es la quema de libros “inmorales”, donde Liesel acude emocionada y feliz, pero su rostro poco a poco va cambian-do cuando se da cuenta del horror del discurso y la orden de quemar libros, que a juicio de unos, son prohibidos, cosa que para ella es dolorosa, pues se ha refugiado enormemente en ellos. Liesel es valiente y decide salvar uno de ellos, a partir de aquí se vuelve faná-tica de los libros, hasta el punto de to-marlos prestados sin autorización de los dueños; por eso el título de 'ladrona de libros'. En fin, es una película para toda la familia que conecta con el público por el drama y el divertido andar de aven-turas de los niños Liesel y Rudy, con un fuerte mensaje de humanidad entre los hombres.

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H ace 50 años, una película cau-tivó a toda una generación con música y magia. Mary Poppins

es el clásico dirigido por Robert Steven-son estrenado en 1964 y que se con-virtió en toda una cinta icónica para los estudios Disney, lanzando al estrellato a la debutante Julie Andrews y logrando hacerse de cinco premios Oscar: Mejor Actriz, Mejor Edición, Mejores Efectos Visuales, Mejor Canción Original y Mejor Score. Pero detrás del fantástico cuento de la mágica niñera que acude al rescate de la familia Banks, hay una historia de lucha de egos y de la búsqueda de redención, tanto por parte de la autora Pamela Lyn-don Travers, en cuyo libro está basada la película, como del mismo Walt Disney, quien por dos décadas buscó persuadir a la renuente escritora para que le permi-tiera la realización de la cinta inspirada en ese tan entrañable personaje que es Mary Poppins. Y es precisamente esta historia la que retrata la cinta El Sueño de Walt, título con el que se distribuirá en nuestro país la cinta que lleva por título original Saving Mr. Banks. Protagonizada por Emma Thompson y Tom Hanks como P.L. Travers y Walt Disney respectivamente, la película diri-gida por John Lee Hancock (respon-sable de The Blind Side por la que San-dra Bullock ganara su Oscar como Me-jor Actriz) se enfoca en el viaje que reali-zó la escritora australiana (motivada por una personal crisis financiera) para reu-nirse con el animador estadounidense, con el fin de ella misma supervisar todo el proceso creativo en la pre-producción

de la película durante dos semanas, y al quedar completamente complacida con el enfoque y tratamiento del proyecto, ceder finalmente los derechos de su primera y más popular novela para ser llevada al cine. El guión de la cinta (escrito por Sue Smith y Kelly Marcel) echa mano de las casi cuarenta horas de grabación que la misma P.L. Travers exigió que se docu-mentaran durante el proceso de supervi-ción en la pre-producción como eviden-cia de lo que ella misma había autoriza-do y lo que había descalificado; y es así como Saving Mr. Banks nos muestra ese juego de estira y afloja entre P.L. Tra-vers y Walt Disney. La autora, se mues-tra siempre renuente a ceder los dere-chos de su novela, con un carácter per-manentemente difícil y poniendo peros al 99% de las propuestas que le presen-tan tanto el guionista Don DaGradi (in-terpretado por Bradley Whitford) como a los compositores, los hermanos Ro-bert y Richard Sherman (B.J. Novak y Jason Schwartzman respectivamen-te); su infernal y poco tolerante actitud podrían retratar a una mujer aprensiva y un tanto paranoica, pero es gracias a la historia de la infancia de la escritora en su natal Australia -la cual se nos cuenta de manera alternada a la trama principal del filme- que podemos entender sus motivaciones y su gran miedo a dejar que alguien ponga las manos encima de su tan personal y semi-autobiográfica obra. En estos fragmentos de la cinta, no sólo vemos cómo P.L. Travers tuvo que sobrellevar el alcoholismo de su padre Travers Goff -posterior inspiración para

la creación del Mr. Banks de la novela-, un personaje sorprendentemente entra-ñable y estupendamente interpretado por Colin Farrell (sí, sí sabe actuar), también vemos como tuvo que hacerle frente al intento de suicidio de su madre (una excelente Ruth Wilson). Aquí tam-bién conocemos a la Tía Ellie (Rachel Griffiths) ese gran personaje que ins-piró a Travers a crear a la mágica niñera que llega al rescate de la familia. Saving Mr. Banks es una 'cinta Disney' por donde se le vea, no únicamente por relatar esta historia tan directamente re-lacionada con el estudio y con su gran artífice, sino por ser, en espíritu, una cin-ta completamente del estudio de anima-ción más grande de América: es diver-tida y conmovedora. Pero es también una 'cinta Disney' porque, al igual que sus clásicas cintas de cuentos de hadas, edulcoran las historias originales y las transforman en productos 'familiares', en esta ocasión, sumergen en almíbar el desenlace de la cinta al mostrar a una Travers conmovida ante el resultado final de la cinta, hecho que dista un tanto de la realidad, donde la autora no quedó complacida al 100% con la adaptación y el espíritu de su tan amada novela fue un tanto mancillado por 'caprichos' del es-tudio. Saving Mr. Banks es una cinta con altibajos pero no se puede negar que es entretenida, divertida y con un relato en-trañable para toda la familia, aunque siempre permanece la duda de qué tan bien librada saldría si no fuera porque la gran Emma Thompson lleva todo el pe-so del filme sobre ella y lo hace extraordi-nariamente bien.

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H ace 50 años, una película cau-tivó a toda una generación con música y magia. Mary Poppins

es el clásico dirigido por Robert Steven-son estrenado en 1964 y que se con-virtió en toda una cinta icónica para los estudios Disney, lanzando al estrellato a la debutante Julie Andrews y logrando hacerse de cinco premios Oscar: Mejor Actriz, Mejor Edición, Mejores Efectos Visuales, Mejor Canción Original y Mejor Score. Pero detrás del fantástico cuento de la mágica niñera que acude al rescate de la familia Banks, hay una historia de lucha de egos y de la búsqueda de redención, tanto por parte de la autora Pamela Lyn-don Travers, en cuyo libro está basada la película, como del mismo Walt Disney, quien por dos décadas buscó persuadir a la renuente escritora para que le permi-tiera la realización de la cinta inspirada en ese tan entrañable personaje que es Mary Poppins. Y es precisamente esta historia la que retrata la cinta El Sueño de Walt, título con el que se distribuirá en nuestro país la cinta que lleva por título original Saving Mr. Banks. Protagonizada por Emma Thompson y Tom Hanks como P.L. Travers y Walt Disney respectivamente, la película diri-gida por John Lee Hancock (respon-sable de The Blind Side por la que San-dra Bullock ganara su Oscar como Me-jor Actriz) se enfoca en el viaje que reali-zó la escritora australiana (motivada por una personal crisis financiera) para reu-nirse con el animador estadounidense, con el fin de ella misma supervisar todo el proceso creativo en la pre-producción

de la película durante dos semanas, y al quedar completamente complacida con el enfoque y tratamiento del proyecto, ceder finalmente los derechos de su primera y más popular novela para ser llevada al cine. El guión de la cinta (escrito por Sue Smith y Kelly Marcel) echa mano de las casi cuarenta horas de grabación que la misma P.L. Travers exigió que se docu-mentaran durante el proceso de supervi-ción en la pre-producción como eviden-cia de lo que ella misma había autoriza-do y lo que había descalificado; y es así como Saving Mr. Banks nos muestra ese juego de estira y afloja entre P.L. Tra-vers y Walt Disney. La autora, se mues-tra siempre renuente a ceder los dere-chos de su novela, con un carácter per-manentemente difícil y poniendo peros al 99% de las propuestas que le presen-tan tanto el guionista Don DaGradi (in-terpretado por Bradley Whitford) como a los compositores, los hermanos Ro-bert y Richard Sherman (B.J. Novak y Jason Schwartzman respectivamen-te); su infernal y poco tolerante actitud podrían retratar a una mujer aprensiva y un tanto paranoica, pero es gracias a la historia de la infancia de la escritora en su natal Australia -la cual se nos cuenta de manera alternada a la trama principal del filme- que podemos entender sus motivaciones y su gran miedo a dejar que alguien ponga las manos encima de su tan personal y semi-autobiográfica obra. En estos fragmentos de la cinta, no sólo vemos cómo P.L. Travers tuvo que sobrellevar el alcoholismo de su padre Travers Goff -posterior inspiración para

la creación del Mr. Banks de la novela-, un personaje sorprendentemente entra-ñable y estupendamente interpretado por Colin Farrell (sí, sí sabe actuar), también vemos como tuvo que hacerle frente al intento de suicidio de su madre (una excelente Ruth Wilson). Aquí tam-bién conocemos a la Tía Ellie (Rachel Griffiths) ese gran personaje que ins-piró a Travers a crear a la mágica niñera que llega al rescate de la familia. Saving Mr. Banks es una 'cinta Disney' por donde se le vea, no únicamente por relatar esta historia tan directamente re-lacionada con el estudio y con su gran artífice, sino por ser, en espíritu, una cin-ta completamente del estudio de anima-ción más grande de América: es diver-tida y conmovedora. Pero es también una 'cinta Disney' porque, al igual que sus clásicas cintas de cuentos de hadas, edulcoran las historias originales y las transforman en productos 'familiares', en esta ocasión, sumergen en almíbar el desenlace de la cinta al mostrar a una Travers conmovida ante el resultado final de la cinta, hecho que dista un tanto de la realidad, donde la autora no quedó complacida al 100% con la adaptación y el espíritu de su tan amada novela fue un tanto mancillado por 'caprichos' del es-tudio. Saving Mr. Banks es una cinta con altibajos pero no se puede negar que es entretenida, divertida y con un relato en-trañable para toda la familia, aunque siempre permanece la duda de qué tan bien librada saldría si no fuera porque la gran Emma Thompson lleva todo el pe-so del filme sobre ella y lo hace extraordi-nariamente bien.

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D urante un viaje en solitario rea-lizado a través de las aguas del Océano Índico, un hombre

(anónimo, sin nombre, al que los crédi-tos de la cinta se limitan a denominar como 'Our Man'/'Nuestro Hombre') des-pierta en su velero para descubrir que se ha impactado contra un contenedor que flotaba a la deriva en mar abierto, cau-sando graves daños a la embarcación y dejando inservibles los equipos de co-municación para pedir auxilio, quedando a merced de la naturaleza a varias millas de la costa más cercana. All is Lost es la segunda película del director J.C. Chandor, y al igual que su muy rescatable ópera prima El Precio de la Codicia (Margin Call; 2011), que se focalizaba en las horas previas a la gran crisis financiera estadounidense de 20-08, cuenta con un guión escrito por él mismo. El filme es un poderoso relato de supervivencia que pone todo el peso sobre los hombros del veterano Robert Redford, algo muy similar a lo realizado por Alfonso Cuarón con Sandra Bullock en Gravity, pero a través de un acercamiento a nuestro instinto de su-pervivencia de una manera más intimis-ta e introspectiva, lo cual acerca también al filme a otras propuestas de supervive-ncia en la pantalla grande como Una Aventura Extraordinaria (Life of Pi; 2012) de Ang Lee, aunque a diferencia de ella, ésta anécdota está desprovista de senti-mentalismos fáciles con tendencia a la manipulación emotiva. A través de poco más de cien minutos de metraje, acompañamos a 'Nuestro Hombre' intentando reparar su embarca-ción gracias a su astucia y gran expe-riencia como marino y navegante, y a pe-

sar de que tiene a la edad en su contra (tomemos en cuenta que Robert Red-ford tiene ya casi ocho décadas sobre este planeta), lo vemos salir avante y so-brevivir a una implacable tormenta. Pero a pesar de su ingenio en su lucha por su supervivencia, hay otros factores como el inclemente Sol, las amenazas acuá-ticas naturales (tiburones, tormentas, etc.) o el inevitable agotamiento que le ha producido su desafortunada situación sin comida ni agua potable, que lo llevan a confrontar su propia mortalidad y plan-tearse, a través de una carta de despe-dida, si todos sus esfuerzos por sobrevi-vir han valido la pena, si es preciso se-guir luchando hasta el final, sea cual sea, o si hubiera sido mejor 'dejarse ir' desde un principio. All is Lost plantea exitosamente cues-tionamientos existenciales sobre el hombre y el encuentro de su más primi-tivo instinto de supervivencia en medio de una profunda soledad, y gran parte de ello es gracias a la actuación de Robert Redford, quien entrega un 'tour de force' con apenas unas cuantas líneas de diá-logo durante toda la cinta, regalándonos con ello una transformación de su perso-naje de manera sutil pero contundente, desde sus meditativas primeras accio-nes para intentar reparar su nave, hasta el borde de la desesperación tras varios días a la deriva y con las oportunidades de ser rescatado cada vez más improba-bles. Con esta cinta, J.C. Chandor se reitera como un autor al que hay que seguir muy de cerca, pues sus dos pro-puestas cinematográficas, hasta este momento, poseen una gran precisión narrativa que deja ver a una gran pro-mesa del cine.

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D urante un viaje en solitario rea-lizado a través de las aguas del Océano Índico, un hombre

(anónimo, sin nombre, al que los crédi-tos de la cinta se limitan a denominar como 'Our Man'/'Nuestro Hombre') des-pierta en su velero para descubrir que se ha impactado contra un contenedor que flotaba a la deriva en mar abierto, cau-sando graves daños a la embarcación y dejando inservibles los equipos de co-municación para pedir auxilio, quedando a merced de la naturaleza a varias millas de la costa más cercana. All is Lost es la segunda película del director J.C. Chandor, y al igual que su muy rescatable ópera prima El Precio de la Codicia (Margin Call; 2011), que se focalizaba en las horas previas a la gran crisis financiera estadounidense de 20-08, cuenta con un guión escrito por él mismo. El filme es un poderoso relato de supervivencia que pone todo el peso sobre los hombros del veterano Robert Redford, algo muy similar a lo realizado por Alfonso Cuarón con Sandra Bullock en Gravity, pero a través de un acercamiento a nuestro instinto de su-pervivencia de una manera más intimis-ta e introspectiva, lo cual acerca también al filme a otras propuestas de supervive-ncia en la pantalla grande como Una Aventura Extraordinaria (Life of Pi; 2012) de Ang Lee, aunque a diferencia de ella, ésta anécdota está desprovista de senti-mentalismos fáciles con tendencia a la manipulación emotiva. A través de poco más de cien minutos de metraje, acompañamos a 'Nuestro Hombre' intentando reparar su embarca-ción gracias a su astucia y gran expe-riencia como marino y navegante, y a pe-

sar de que tiene a la edad en su contra (tomemos en cuenta que Robert Red-ford tiene ya casi ocho décadas sobre este planeta), lo vemos salir avante y so-brevivir a una implacable tormenta. Pero a pesar de su ingenio en su lucha por su supervivencia, hay otros factores como el inclemente Sol, las amenazas acuá-ticas naturales (tiburones, tormentas, etc.) o el inevitable agotamiento que le ha producido su desafortunada situación sin comida ni agua potable, que lo llevan a confrontar su propia mortalidad y plan-tearse, a través de una carta de despe-dida, si todos sus esfuerzos por sobrevi-vir han valido la pena, si es preciso se-guir luchando hasta el final, sea cual sea, o si hubiera sido mejor 'dejarse ir' desde un principio. All is Lost plantea exitosamente cues-tionamientos existenciales sobre el hombre y el encuentro de su más primi-tivo instinto de supervivencia en medio de una profunda soledad, y gran parte de ello es gracias a la actuación de Robert Redford, quien entrega un 'tour de force' con apenas unas cuantas líneas de diá-logo durante toda la cinta, regalándonos con ello una transformación de su perso-naje de manera sutil pero contundente, desde sus meditativas primeras accio-nes para intentar reparar su nave, hasta el borde de la desesperación tras varios días a la deriva y con las oportunidades de ser rescatado cada vez más improba-bles. Con esta cinta, J.C. Chandor se reitera como un autor al que hay que seguir muy de cerca, pues sus dos pro-puestas cinematográficas, hasta este momento, poseen una gran precisión narrativa que deja ver a una gran pro-mesa del cine.

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J ohn Wells, quien en 2010 pre-sentó su ópera prima The Com-pany Men, dirige August: Osage

County, película coral basada en la exi-tosa obra de teatro homónima presenta-da en Broadway, escrita por Tracy Letts (también responsable del guión adap-tado para este filme) que se centra en una reunión familiar donde salen al des-cubierto los secretos más oscuros y se desenmascaran las más atroces menti-ras. Esta odisea familiar comienza con la desaparición de Beverly, el patriarca de la familia Weston que vive junto a su es-posa Violet en una casona a las afueras de Pawhuska, en el estado de Oklaho-ma. Ante las misteriosas circunstancias de su desaparición, la familia se reúne en el caserón y los trapitos sucios y ren-cores no tardan en salir a la luz. La familia Weston, cuyo único miem-bro masculino es el desaparecido Bever-ly (un breve pero extraordinario Sam Shepard), se ha distanciado con los años y sus integrantes transitan sus ex-istencias absortos y despreocupados de los otros miembros de su familia, hasta ahora, cuando esta pequeña crisis los ha obligado a reunirse nuevamente. La dis-funcional familia (porque no existen de otra clase), es encabezada por Violet (encarnada por Meryl Streep y si digo que está extraordinaria sería un pleo-nasmo), una desequilibrada mujer cuya grave situación de salud -padece un cáncer ya muy avanzado- no le impide seguir manipulando y ofendiendo a to-dos por igual, actitud que le es recrimi-nada principalmente por Barbara (Julia Roberts, también solvente en su traba-jo), pues al parecer de esa no tan amable

manera es como la educó a ella y a sus hermanas Ivy y Karen (Julianne Nichol-son y Juliette Lewis), aunque a ellas no parece causarles tanto conflicto el errá-tico y hasta racista comportamiento de su madre. En el reparto también encon-tramos a Ewan McGregor como Bill (es-poso de Barbara), Abigail Breslin como Jean (hija de Bill y Barbara) y Dermot Mulroney como Steve (pareja en turno de Karen). Margo Mrtindale da vida a la Tía Mattie (hermana de Violet), Chris Cooper es el Tío Charlie (esposo de Ma-ttie) y Benedict Cumberbatch es el 'pe-queño' Charles (hijo de Mattie y Charlie). En August Osage County sobresalen sus diálogos mordaces, se nota que son líneas pulidas, y por lo tanto efectivas, que sirven como críticas fuertes hacia la estructura social que representa 'la fami-lia'. El conjunto actoral ofrece un gran soporte durante todo el filme, todos es-tán en papel y en ese aspecto el filme se mantiene sólido. El único detalle es que varias de las subtramas, a pesar de ser sumamente interesantes, no se desarro-llan eficaz y completamente, ofreciendo un mayor protagonismo a la rivalidad en-tre Violet y Barbara, y olvidando por mo-mentos que se trata de la historia de una familia, no de dos miembros de ella. Esto queda en evidencia, sobre todo, en las subtramas correspondientes a las histo-rias de Jean y Karen, cuyas anécdotas apenas reciben un tratamiento super-ficial, haciéndolas prescindibles dentro de la trama de la cinta que termina por carecer de cohesión y no se siente como un todo, deja la sensación que algo le falta, se siente, como la familia que retra-ta: incompleta.

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J ohn Wells, quien en 2010 pre-sentó su ópera prima The Com-pany Men, dirige August: Osage

County, película coral basada en la exi-tosa obra de teatro homónima presenta-da en Broadway, escrita por Tracy Letts (también responsable del guión adap-tado para este filme) que se centra en una reunión familiar donde salen al des-cubierto los secretos más oscuros y se desenmascaran las más atroces menti-ras. Esta odisea familiar comienza con la desaparición de Beverly, el patriarca de la familia Weston que vive junto a su es-posa Violet en una casona a las afueras de Pawhuska, en el estado de Oklaho-ma. Ante las misteriosas circunstancias de su desaparición, la familia se reúne en el caserón y los trapitos sucios y ren-cores no tardan en salir a la luz. La familia Weston, cuyo único miem-bro masculino es el desaparecido Bever-ly (un breve pero extraordinario Sam Shepard), se ha distanciado con los años y sus integrantes transitan sus ex-istencias absortos y despreocupados de los otros miembros de su familia, hasta ahora, cuando esta pequeña crisis los ha obligado a reunirse nuevamente. La dis-funcional familia (porque no existen de otra clase), es encabezada por Violet (encarnada por Meryl Streep y si digo que está extraordinaria sería un pleo-nasmo), una desequilibrada mujer cuya grave situación de salud -padece un cáncer ya muy avanzado- no le impide seguir manipulando y ofendiendo a to-dos por igual, actitud que le es recrimi-nada principalmente por Barbara (Julia Roberts, también solvente en su traba-jo), pues al parecer de esa no tan amable

manera es como la educó a ella y a sus hermanas Ivy y Karen (Julianne Nichol-son y Juliette Lewis), aunque a ellas no parece causarles tanto conflicto el errá-tico y hasta racista comportamiento de su madre. En el reparto también encon-tramos a Ewan McGregor como Bill (es-poso de Barbara), Abigail Breslin como Jean (hija de Bill y Barbara) y Dermot Mulroney como Steve (pareja en turno de Karen). Margo Mrtindale da vida a la Tía Mattie (hermana de Violet), Chris Cooper es el Tío Charlie (esposo de Ma-ttie) y Benedict Cumberbatch es el 'pe-queño' Charles (hijo de Mattie y Charlie). En August Osage County sobresalen sus diálogos mordaces, se nota que son líneas pulidas, y por lo tanto efectivas, que sirven como críticas fuertes hacia la estructura social que representa 'la fami-lia'. El conjunto actoral ofrece un gran soporte durante todo el filme, todos es-tán en papel y en ese aspecto el filme se mantiene sólido. El único detalle es que varias de las subtramas, a pesar de ser sumamente interesantes, no se desarro-llan eficaz y completamente, ofreciendo un mayor protagonismo a la rivalidad en-tre Violet y Barbara, y olvidando por mo-mentos que se trata de la historia de una familia, no de dos miembros de ella. Esto queda en evidencia, sobre todo, en las subtramas correspondientes a las histo-rias de Jean y Karen, cuyas anécdotas apenas reciben un tratamiento super-ficial, haciéndolas prescindibles dentro de la trama de la cinta que termina por carecer de cohesión y no se siente como un todo, deja la sensación que algo le falta, se siente, como la familia que retra-ta: incompleta.

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Inspirada muy levemente en el clásico La Reina de las Nieves, de Hans Christian Andersen, Disney ofrece

su más reciente propeusta animada, la cual sigue a Anna, una princesa optimis-ta y valiente que va en busca de su her-mana, la Reina Elsa, pues, sin querer, ha lanzado un gélido hechizo que ha con-denado a todo el reino de Arendelle a un invierno perpetuo. En su épico viaje co-noce al temerario montañero Kristoff y a su juguetón reno Sven, así como a Olaf, un superinocente muñeco de nieve que ha cobrado vida; todos ellos le ayudarán en su travesía para encontrar a su her-mana y tratar de convencerla para que regrese al reino y termine con el invierno eterno. Frozen continúa con la tradición de Disney de empoderar al género femeni-no, y como ya lo hiciera Pixar con Valien-te (Brave; 2012), aquí le dan a las mu-jeres su incuestionable poder protagó-nico dentro del cuento, por lo que muy le-jos han quedado ya los príncipes que buscan rescatar a las desvalidas y su-misas chicas en apuros. Y aún más allá de esto, la cinta representa un gran avance en las cintas de Disney en soli-tario, es decir, sin Pixar (aunque tienen un grupo de consejeros que los apoyan en la supervisión), pues la cinta no sólo resulta enormemente entretenida y muy divertida para los niños, incluyendo va-

rios números musicales (que podrían sa-car de quicio a quienes no sean amantes de los segmentos musicales), sino que también posee una historia con la sufi-ciente complejidad de sus personajes, y de la trama, para entretener a los adul-tos. Creo que no hace falta mencionar si la cinta cumple o no en los apartados téc-nicos, puesto que en estos tiempos que corren ya estamos acostumbrados a un nivel de excelencia en la calidad de las cintas animadas por computadora, y Frozen cumple con eso y más, ya que sorprende con secuencias espectacula-res tanto por su cuidada fotografía como por su iluminación, el detallado de textu-ras y la creación eficaz de atmósferas, destacando sobre todo esa extraordina-ria secuencia del 'rescate' al final de la cinta, pues es una escena que cumple con toda regla en cuanto lo que se refiere a las secuencias de acción. Así las co-sas, Frozen es una cinta como hace mu-cho Disney no nos ofrecía, regresando un poco a esas fantásticas fábulas que lo hicieron uno de los estudios de anima-ción más grandes del mundo, pero mo-dernizándolas atinadamente para con-textualizarla con los valores que ahora prevalecen. Es de lo mejor en cuanto a animación hollywoodense se ha hecho este año.

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Inspirada muy levemente en el clásico La Reina de las Nieves, de Hans Christian Andersen, Disney ofrece

su más reciente propeusta animada, la cual sigue a Anna, una princesa optimis-ta y valiente que va en busca de su her-mana, la Reina Elsa, pues, sin querer, ha lanzado un gélido hechizo que ha con-denado a todo el reino de Arendelle a un invierno perpetuo. En su épico viaje co-noce al temerario montañero Kristoff y a su juguetón reno Sven, así como a Olaf, un superinocente muñeco de nieve que ha cobrado vida; todos ellos le ayudarán en su travesía para encontrar a su her-mana y tratar de convencerla para que regrese al reino y termine con el invierno eterno. Frozen continúa con la tradición de Disney de empoderar al género femeni-no, y como ya lo hiciera Pixar con Valien-te (Brave; 2012), aquí le dan a las mu-jeres su incuestionable poder protagó-nico dentro del cuento, por lo que muy le-jos han quedado ya los príncipes que buscan rescatar a las desvalidas y su-misas chicas en apuros. Y aún más allá de esto, la cinta representa un gran avance en las cintas de Disney en soli-tario, es decir, sin Pixar (aunque tienen un grupo de consejeros que los apoyan en la supervisión), pues la cinta no sólo resulta enormemente entretenida y muy divertida para los niños, incluyendo va-

rios números musicales (que podrían sa-car de quicio a quienes no sean amantes de los segmentos musicales), sino que también posee una historia con la sufi-ciente complejidad de sus personajes, y de la trama, para entretener a los adul-tos. Creo que no hace falta mencionar si la cinta cumple o no en los apartados téc-nicos, puesto que en estos tiempos que corren ya estamos acostumbrados a un nivel de excelencia en la calidad de las cintas animadas por computadora, y Frozen cumple con eso y más, ya que sorprende con secuencias espectacula-res tanto por su cuidada fotografía como por su iluminación, el detallado de textu-ras y la creación eficaz de atmósferas, destacando sobre todo esa extraordina-ria secuencia del 'rescate' al final de la cinta, pues es una escena que cumple con toda regla en cuanto lo que se refiere a las secuencias de acción. Así las co-sas, Frozen es una cinta como hace mu-cho Disney no nos ofrecía, regresando un poco a esas fantásticas fábulas que lo hicieron uno de los estudios de anima-ción más grandes del mundo, pero mo-dernizándolas atinadamente para con-textualizarla con los valores que ahora prevalecen. Es de lo mejor en cuanto a animación hollywoodense se ha hecho este año.

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T eniendo en cuenta que hace unos 4,500 años que abandona-mos la edad de piedra, las cinco

décadas que separan a Los Picapiedra de Los Croods parecen un suspiro. No obstante, en estos escasos 54 años mu-cho ha cambiado la representación que el cine, o la televisión, ofrece a los más pequeños sobre los grandes temas uni-versales, en este caso: La familia. Este tema no es ninguna novedad en el cine infantil, es más, probablemente sea la familia uno de los lugares más visitados por este género. Es muy probable que esto tenga mucho que ver con la tenden-cia de los niños a imitar los roles de los adultos más cercanos. No obstante, desde hace algunos años, la familia ha dejado de ser un contexto, o un mero pretexto, para convertirse en el centro temático de los films en sí mismo. No es la primera vez que desde esta sección hablamos de películas que se replantean el concepto de familia. Los Croods entronca perfectamente con una línea de discurso que, casualmente, o quizá no, hemos ido desgranando en distintos números de esta revista. Esta saga de films, de entre los que podría-mos destacar Brave u Hotel Transilva-nia, se caracterizan por reflejar el conflic-to entre unos hijos que buscan expresar-se (mujeres en la mayoría de los casos, fenómeno siempre de agradecer) y un progenitor que hace funambulismo so-bre la delgada línea que separa la impo-sición y la educación. Cuestiones que quedan lejos de los veloces pies del pobre Pedro Picapiedra.

Cabría preguntarse pues qué añaden Los Croods a esta tendencia. Por qué merece la pena pararse en esta reco-mendable producción. En primer lugar sorprende la elección del protagonista de la cinta ya que, con bastante acierto, es la familia, Los Croods, la auténtica protagonista. Este da lugar a un guión alejado de las convenciones del género. Con un arranque sin concesiones, direc-to y eficaz, la película se permite el lujo de transitar lugares, secuencias, que se salen de lo que sería el devenir típico de un film para niños. Cabe destacar el hi-larante pasaje sobre la modernización del padre de la familia. Y es que, al ampliar el foco, la película hace que personajes como el padre de la familia cobre una nueva dimensión do-tándole de una sincera profundidad. Es imposible no empatizar con ese troglodi-ta en plena crisis de los 40 al que el mundo está dejando de lado a la hora de avanzar. Es este, el miedo al progreso, otro de los temas de la película. No se le pueden poner pegas a la conveniencia de este mensaje, no obstante, el film lo aborda desde una perspectiva en ex-ceso simplista, en exceso masticada, tratando a los niños como idiotas y no co-mo espectadores. La película falla también en algunas secuencias, al alejarse del esquema tra-dicional da pasos en falso y se deshin-cha de vez en cuando. Pero todos esos fallos quedan eclipsados por el gran ar-ma de la película: el humor. No tengo miedo a equivocarme si digo que esta es quizá la película más divertida de los últi-

mos años. Su humor canalla, que no re-curre a la cita o el chiste adulto, recupera el arte del gag visual. Sus chistes, funda-mentados sobre las posibilidades que brinda la animación, remiten a los maes-tros del humor visual, los genios de Ha-nna-Barbera, estudio responsable de clásicos como los Looney Toons o Los Picapiedra. Y es que educar no está reñido con en-tretener, quizá ese sea una de las mejo-res conclusiones que nos deja Los Croods. Siempre es positivo que surjan nuevas propuestas que nos inviten a re-flexionar sobre los nuevos roles de los miembros de la familia, o sobre los gran-des temas del cine infantil como el miedo a lo desconocido. Eso sí, lo que nunca podemos perder es la perspectiva, el cine es en primera instancia entreteni-miento. Y desde luego Los Croods es una película entretenida en el mejor sen-tido de la palabra, ágil, desternillante, original, y visualmente sorprendente. Cerremos dando gracias a los prehis-tóricos, a los hombres de las cavernas de la animación de Hanna-Barena, por sentar las bases narrativas de una ani-mación, que nada sería si sólo de espec-tacularidad visual tuviera que sobrevivir. Dejemos de lado qué representación de la familia hacía Pedro, Pablo, Wilma y compañía, lo siento queridos lectores, para despellejar un clásico, habría que tener un corazón de piedra.

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T eniendo en cuenta que hace unos 4,500 años que abandona-mos la edad de piedra, las cinco

décadas que separan a Los Picapiedra de Los Croods parecen un suspiro. No obstante, en estos escasos 54 años mu-cho ha cambiado la representación que el cine, o la televisión, ofrece a los más pequeños sobre los grandes temas uni-versales, en este caso: La familia. Este tema no es ninguna novedad en el cine infantil, es más, probablemente sea la familia uno de los lugares más visitados por este género. Es muy probable que esto tenga mucho que ver con la tenden-cia de los niños a imitar los roles de los adultos más cercanos. No obstante, desde hace algunos años, la familia ha dejado de ser un contexto, o un mero pretexto, para convertirse en el centro temático de los films en sí mismo. No es la primera vez que desde esta sección hablamos de películas que se replantean el concepto de familia. Los Croods entronca perfectamente con una línea de discurso que, casualmente, o quizá no, hemos ido desgranando en distintos números de esta revista. Esta saga de films, de entre los que podría-mos destacar Brave u Hotel Transilva-nia, se caracterizan por reflejar el conflic-to entre unos hijos que buscan expresar-se (mujeres en la mayoría de los casos, fenómeno siempre de agradecer) y un progenitor que hace funambulismo so-bre la delgada línea que separa la impo-sición y la educación. Cuestiones que quedan lejos de los veloces pies del pobre Pedro Picapiedra.

Cabría preguntarse pues qué añaden Los Croods a esta tendencia. Por qué merece la pena pararse en esta reco-mendable producción. En primer lugar sorprende la elección del protagonista de la cinta ya que, con bastante acierto, es la familia, Los Croods, la auténtica protagonista. Este da lugar a un guión alejado de las convenciones del género. Con un arranque sin concesiones, direc-to y eficaz, la película se permite el lujo de transitar lugares, secuencias, que se salen de lo que sería el devenir típico de un film para niños. Cabe destacar el hi-larante pasaje sobre la modernización del padre de la familia. Y es que, al ampliar el foco, la película hace que personajes como el padre de la familia cobre una nueva dimensión do-tándole de una sincera profundidad. Es imposible no empatizar con ese troglodi-ta en plena crisis de los 40 al que el mundo está dejando de lado a la hora de avanzar. Es este, el miedo al progreso, otro de los temas de la película. No se le pueden poner pegas a la conveniencia de este mensaje, no obstante, el film lo aborda desde una perspectiva en ex-ceso simplista, en exceso masticada, tratando a los niños como idiotas y no co-mo espectadores. La película falla también en algunas secuencias, al alejarse del esquema tra-dicional da pasos en falso y se deshin-cha de vez en cuando. Pero todos esos fallos quedan eclipsados por el gran ar-ma de la película: el humor. No tengo miedo a equivocarme si digo que esta es quizá la película más divertida de los últi-

mos años. Su humor canalla, que no re-curre a la cita o el chiste adulto, recupera el arte del gag visual. Sus chistes, funda-mentados sobre las posibilidades que brinda la animación, remiten a los maes-tros del humor visual, los genios de Ha-nna-Barbera, estudio responsable de clásicos como los Looney Toons o Los Picapiedra. Y es que educar no está reñido con en-tretener, quizá ese sea una de las mejo-res conclusiones que nos deja Los Croods. Siempre es positivo que surjan nuevas propuestas que nos inviten a re-flexionar sobre los nuevos roles de los miembros de la familia, o sobre los gran-des temas del cine infantil como el miedo a lo desconocido. Eso sí, lo que nunca podemos perder es la perspectiva, el cine es en primera instancia entreteni-miento. Y desde luego Los Croods es una película entretenida en el mejor sen-tido de la palabra, ágil, desternillante, original, y visualmente sorprendente. Cerremos dando gracias a los prehis-tóricos, a los hombres de las cavernas de la animación de Hanna-Barena, por sentar las bases narrativas de una ani-mación, que nada sería si sólo de espec-tacularidad visual tuviera que sobrevivir. Dejemos de lado qué representación de la familia hacía Pedro, Pablo, Wilma y compañía, lo siento queridos lectores, para despellejar un clásico, habría que tener un corazón de piedra.

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L a coproducción franco-belga no-minada al Oscar, Ernest & Celes-tine, sobresale por su gran sensi-

bilidad y ternura al relatar una sencillísi-ma historia sobre la amistad y la toleran-cia. Bajo la dirección de Stéphane Au-bier, Vincent Patar y Benjamin Ren-ner, la película es una adaptación de una serie de libros infantiles escritos e ilustrados por Gabrielle Vincent, en donde nos cuenta la muy peculiar histo-ria de un enorme oso y una diminuta ra-toncita, cuyo imprevisto encuentro da paso a una gran amistad. Ernest, el oso, es un vagabundo que vi-ve humildemente en el mundo superior y se sostiene de lo que puede juntar traba-jando (cuando lo deja la policía) como hombre orquesta y payaso en la calle; Celestine, quien vive en el mundo infe-rior, es una ratoncita muy distraída pero tremendamente imaginativa que, cuan-do no está divagando e imaginando his-torias donde un oso y un ratón se hacen amigos (algo imposible e inimaginable para los de su especie), trabaja con otras ratoncitas recolectando los dientes de leche que mudan los niños osos en la su-perficie. Un día, la tarea para Celestine de tomar los dientes de leche se compli-ca y termina encerrada en un bote de ba-sura, donde casualmente Ernest, deses-perado por el hambre, busca algo de co-mer, lo que sea... incluso una inocente ratoncita. Al intentar ser devorada por el oso, la pequeña roedora reacciona rápi-damente y convence a la fiera hambrien-ta de no ingerirla, ofreciéndole otra op-ción para satisfacer su hambre: acceso total a la bodega de una dulcería.

Y es así como da comienzo la más im-probable de las amistades, donde un oso y una ratoncita, que en principio no se llevaban nada bien, se descubren cómplices en fantásticas aventuras, re-velando también sus frustraciones y más grandes anhelos: él quiere alejarse del mundo de la abogacía que toda su fami-lia ha practicado desde un par de gene-raciones atrás (su abuelo, padre y tíos fueron jueces) y ella quiere ser artista para dejar atrás todas las imposiciones sociales que quieren convertirla en den-tista. Ernest & Celestine, que cuenta con una estética tan sencilla y artesanal en su animación tradicional (y que, por cier-to, resulta una verdadero deleite visual), es una cinta que a pesar de estar enfo-cada principalmente a los niños, su dis-curso va más allá del simple y llano en-tretenimiento infantil y mucho más lejos de un mensaje simplón, pues también habla sobre temas trascendentales para todas las edades como la amistad y el miedo a lo desconocido por culpa de los prejuicios. El filme está nominada a la próxima entrega de los premios Oscar en la categoría a Mejor Película Anima-da, donde se enfrenta a cintas como The Wind Rises de Hayao Miyazaki, Mi Villa-no Favorito 2, Los Croods y Frozen: Una Aventura Congelada, y la verdad es que resulta muy difícil que se alce con la es-tatuilla dorada, aunque en calidad argu-mental supere por mucho a las de Dis-ney y DreamWorks.

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L a coproducción franco-belga no-minada al Oscar, Ernest & Celes-tine, sobresale por su gran sensi-

bilidad y ternura al relatar una sencillísi-ma historia sobre la amistad y la toleran-cia. Bajo la dirección de Stéphane Au-bier, Vincent Patar y Benjamin Ren-ner, la película es una adaptación de una serie de libros infantiles escritos e ilustrados por Gabrielle Vincent, en donde nos cuenta la muy peculiar histo-ria de un enorme oso y una diminuta ra-toncita, cuyo imprevisto encuentro da paso a una gran amistad. Ernest, el oso, es un vagabundo que vi-ve humildemente en el mundo superior y se sostiene de lo que puede juntar traba-jando (cuando lo deja la policía) como hombre orquesta y payaso en la calle; Celestine, quien vive en el mundo infe-rior, es una ratoncita muy distraída pero tremendamente imaginativa que, cuan-do no está divagando e imaginando his-torias donde un oso y un ratón se hacen amigos (algo imposible e inimaginable para los de su especie), trabaja con otras ratoncitas recolectando los dientes de leche que mudan los niños osos en la su-perficie. Un día, la tarea para Celestine de tomar los dientes de leche se compli-ca y termina encerrada en un bote de ba-sura, donde casualmente Ernest, deses-perado por el hambre, busca algo de co-mer, lo que sea... incluso una inocente ratoncita. Al intentar ser devorada por el oso, la pequeña roedora reacciona rápi-damente y convence a la fiera hambrien-ta de no ingerirla, ofreciéndole otra op-ción para satisfacer su hambre: acceso total a la bodega de una dulcería.

Y es así como da comienzo la más im-probable de las amistades, donde un oso y una ratoncita, que en principio no se llevaban nada bien, se descubren cómplices en fantásticas aventuras, re-velando también sus frustraciones y más grandes anhelos: él quiere alejarse del mundo de la abogacía que toda su fami-lia ha practicado desde un par de gene-raciones atrás (su abuelo, padre y tíos fueron jueces) y ella quiere ser artista para dejar atrás todas las imposiciones sociales que quieren convertirla en den-tista. Ernest & Celestine, que cuenta con una estética tan sencilla y artesanal en su animación tradicional (y que, por cier-to, resulta una verdadero deleite visual), es una cinta que a pesar de estar enfo-cada principalmente a los niños, su dis-curso va más allá del simple y llano en-tretenimiento infantil y mucho más lejos de un mensaje simplón, pues también habla sobre temas trascendentales para todas las edades como la amistad y el miedo a lo desconocido por culpa de los prejuicios. El filme está nominada a la próxima entrega de los premios Oscar en la categoría a Mejor Película Anima-da, donde se enfrenta a cintas como The Wind Rises de Hayao Miyazaki, Mi Villa-no Favorito 2, Los Croods y Frozen: Una Aventura Congelada, y la verdad es que resulta muy difícil que se alce con la es-tatuilla dorada, aunque en calidad argu-mental supere por mucho a las de Dis-ney y DreamWorks.

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