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RECENSIONES Salmanticensis 48 (2001) 163-201 1) SAGRADA ESCRITURA J. Cervantes Gabarrón, Sinopsis bilingüe de los tres prime- ros evangelios con los paralelos del evangelio de Juan (Este- lla: Verbo Divino 1999) 497 pp. La publicación de esta sinopsis bilingüe de los evangelios es un acon- tecimiento novedoso en el campo de los estudios sobre el Nuevo Testa- mento en lengua española. Hasta ahora disponíamos de dos sinopsis en castellano: Ia de J. Leal, que ha sido recientemente revisada por J. Alonso Díaz y A. Vargas-Machuca (Madrid 1996), y Ia de J. L. Malillos, P. Benoit y M.-E. Boismard basada en el texto de Ia Biblia de Jerusalén (Bilbao 1977). La novedad de Ia sinopsis de J. Cervantes respecto a estas otras dos resi- de en que, además de Ia traducción, incluye el texto griego. Se trata de una opción coherente con el propósito del libro, que en palabras del autor «pretende ser un instrumento de trabajo para el análisis exhaustivo de los textos evangélicos» (p. 15). El libro comienza con tres listas de siglas y abreviaturas, que son imprescindibles para Ia lectura del aparato crítico y las notas. Viene des- pués una sucinta introducción de dos páginas, y enseguida Ia sinopsis que constituye, obviamente, el cuerpo del libro (pp. 17-475). Después de Ia sinopsis encontramos tres índices, uno con las citas de los textos evangéli- cos sinópticamente ordenados, otro con las citas ordenadas por evange- lios y otro con las citas bíblicas y extrabíblicas. Como en todas las sinopsis, los textos están dispuestos en paralelo, sólo que, en este caso, el texto griego y Ia traducción castellana aparecen también en paralelo, de modo que el lector puede comparar las colum- nas en griego, sirviéndose, cuando Io necesite, del apoyo de Ia traduc- ción; o bien comparar las columnas de Ia traducción, confrontándola con el texto griego cuando sea necesario. El texto griego se ha compuesto cotejando diversas sinopsis y ediciones críticas, mientras que Ia traduc- ción castellana es original. La sinopsis incluye Ia totalidad de los tres evangelios sinópticos y algunos pasajes de Juan, especialmente los últi- mos capítulos (Jn 18-21). Todo este material ha sido organizado en 224 Universidad Pontificia de Salamanca

Cervantes Gabarron J - Sinopsis Bilingue de Los Tres Primeros Evangelios (2001 - Recensiones - Salmanticensis)

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El Problema Sinóptico

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  • RECENSIONES Salmanticensis 48 (2001) 163-201

    1) SAGRADA ESCRITURA

    J. Cervantes Gabarrn, Sinopsis bilinge de los tres prime-ros evangelios con los paralelos del evangelio de Juan (Este-lla: Verbo Divino 1999) 497 pp.

    La publicacin de esta sinopsis bilinge de los evangelios es un acon-tecimiento novedoso en el campo de los estudios sobre el Nuevo Testa-mento en lengua espaola. Hasta ahora disponamos de dos sinopsis encastellano: Ia de J. Leal, que ha sido recientemente revisada por J. AlonsoDaz y A. Vargas-Machuca (Madrid 1996), y Ia de J. L. Malillos, P. Benoit yM.-E. Boismard basada en el texto de Ia Biblia de Jerusaln (Bilbao 1977).La novedad de Ia sinopsis de J. Cervantes respecto a estas otras dos resi-de en que, adems de Ia traduccin, incluye el texto griego. Se trata deuna opcin coherente con el propsito del libro, que en palabras del autorpretende ser un instrumento de trabajo para el anlisis exhaustivo de lostextos evanglicos (p. 15).

    El libro comienza con tres listas de siglas y abreviaturas, que sonimprescindibles para Ia lectura del aparato crtico y las notas. Viene des-pus una sucinta introduccin de dos pginas, y enseguida Ia sinopsis queconstituye, obviamente, el cuerpo del libro (pp. 17-475). Despus de Iasinopsis encontramos tres ndices, uno con las citas de los textos evangli-cos sinpticamente ordenados, otro con las citas ordenadas por evange-lios y otro con las citas bblicas y extrabblicas.

    Como en todas las sinopsis, los textos estn dispuestos en paralelo,slo que, en este caso, el texto griego y Ia traduccin castellana aparecentambin en paralelo, de modo que el lector puede comparar las colum-nas en griego, sirvindose, cuando Io necesite, del apoyo de Ia traduc-cin; o bien comparar las columnas de Ia traduccin, confrontndola conel texto griego cuando sea necesario. El texto griego se ha compuestocotejando diversas sinopsis y ediciones crticas, mientras que Ia traduc-cin castellana es original. La sinopsis incluye Ia totalidad de los tresevangelios sinpticos y algunos pasajes de Juan, especialmente los lti-mos captulos (Jn 18-21). Todo este material ha sido organizado en 224

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    unidades de lectura ordenadas con el objeto de poner de manifiesto,con Ia mayor claridad posible, tanto Ia dependencia literaria de los evan-gelios sinpticos entre s como Ia aportacin especfica y singular de cadauno de ellos (p. 15). El texto, sinpticamente dispuesto, va acompaadode dos tipos de notas a pie de pgina. Las que se encuentran debajo deltexto griego incluyen algunas variantes textuales importantes. El otro tipose halla debajo de Ia traduccin y contiene las referencias de textos bbli-cos citados o aludidos en el texto evanglico, en su mayor parte referen-cias a textos del Antiguo Testamento.

    La novedad y Ia pretensin de esta obra merece un comentario deta-llado de algunos aspectos concretos. El ms novedoso, y a mi juicio Iamejor aportacin de esta sinopsis, es el hecho de ofrecer un texto bilin-ge. Junto al texto griego encontramos siempre una cuidada traduccin,que refleja las diferencias, a veces muy sutiles, entre las diversas versio-nes evanglicas. La correspondencia en cada lnea entre texto griego ytraduccin castellana es un instrumento de enorme utilidad para quienesno poseen un conocimiento del griego que les permita prescindir de Iatraduccin.

    Otros aspectos de Ia obra son manifiestamente mejorables. El prime-ro de ellos es Ia forma de establecer el texto griego. En Ia introduccin,el autor declara que en Ia composicin de dicho texto ha adoptado lasvariantes textuales que ha considerado oportunas, despus de consultardiversas sinopsis y ediciones crticas. Habra sido preferible, a mi juicio,elegir una edicin crtica y elaborar, a partir de ella, Ia sinopsis, pues almenos as conoceramos los criterios que han guiado Ia reconstruccindel texto.

    Tambin merece un comentario el aparato crtico que contiene lasvariantes textuales. El autor confiesa en Ia introduccin que ha espigadoen las diversas ediciones crticas aquellas lecturas alternativas que podr-an ser ms significativas para el estudio. Sin embargo, Ia brevedad delespacio dedicado a este tipo de notas hace que se Ie hayan escapadovariantes verdaderamente importantes. TaI es el caso, por citar un ejem-plo, de Ia variante del Cdice Beza (D) en Lc 6, 4. Muchos autores piensanque el dicho sobre el hombre que trabaja en sbado recogido en D podraproceder de Jess. Merecera Ia pena haber recogido esta y otras varian-tes, que es necesario tener en cuenta en el estudio de los textos.

    La divisin de los textos en unidades de lectura es, a mi juicio, otrode los aspectos mejorables. El autor nos indica en Ia introduccin que Iadelimitacin de estas unidades est pensada para favorecer una lecturasinptica, y que no coincide con las unidades literarias de cada evangelioestablecidas con otros criterios. El estudio sinptico de los textos evang-licos tiene bsicamente dos objetivos: a) identificar las diversas tradicio-nes y las fuentes de las que proceden; y b) determinar los procedimientosredaccionales utilizados por cada evangelista. Para ello, Ia sinopsis debepartir de una delimitacin provisional de dichas tradiciones (unidades lite-rarias), y debe procurar no separar elementos de una misma unidad lite-

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    raria tradicional. Pues bien, las unidades de lectura de esta sinopsissiguen otros criterios, que no siempre resulta fcil identificar. Voy a ponerdos ejemplos para ilustrar este punto, que me parece importante.

    El primero se refiere al tratamiento de Ia controversia sobre los exor-cismos de Jess (Mt 12, 22-32 par.). La unidad 61 incluye Ia primera partede dicha controversia (Mt 12, 22-28), mientras que Ia 62 contiene el final(Mt 12, 29-32), pero unido a Ia comparacin sobre el rbol bueno y su apli-cacin (Mt 12, 32-37), que es, a todas luces, una tradicin independientede Ia anterior. En Ia unidades 112 y 113 encontramos Ia misma divisin,siguiendo el orden de Lucas. Aunque se trata de una tradicin compleja,hay un acuerdo bsico en considerar Mt 12, 22-32 y sus paralelos comouna unidad tradicional, y Ia separacin en dos unidades de lectura, amnde Ia vinculacin en el caso de Mateo con otra tradicin, no facilita suestudio.

    El segundo ejemplo se refiere a Ia divisin del Sermn del Monte(Mt 5-7), que el autor organiza en ocho unidades de lectura: 23 (Mt 4, 25-5, 12); 24 (Mt 5, 13-20); 25 (Mt 5, 21-32); 26 (Mt 5, 33-6,4), 27 (Mt 6, 5-21) 28(Mt 6, 22-34); 29 (Mt 7, 1-14); y 30 (Mt 7, 15-27). Esta divisin no respondea criterios de tipo literario, y adems es poco til para el estudio de Iaredaccin mateana (en otro lugar organiza el texto siguiendo el ordende Lucas 6, 20-49). El autor ha separado agrupaciones claramente identi-ficables, como Ia de las anttesis (Mt 5, 17-45) o las recomendacionessobre el ayuno, Ia oracin y Ia limosna (Mt 6, 1-18), mezclndolas entre sy con otras unidades literarias notablemente diversas, incluso en Iaredaccin de Mateo. Las unidades reunidas en cada una de estas agru-paciones tienen un mismo esquema literario, y resulta difcil entender aqu criterios responde esta desconcertante mezcla que no favorece Ialectura de los textos.

    Otro detalle, a mi parecer, mejorable es Ia titulacin de las unidadesde lectura. Los ttulos de esta sinopsis son, en muchos casos, demasiadogenricos, y en otros no responden del todo al contenido de los textos. Val-gan como ejemplo algunos tomados de los pasajes citados ms arriba, quepodran multiplicarse. La segunda parte de Ia controversia sobre los exor-cismos de Jess (unidades 62 y 113) lleva por ttulo Varias enseanzas deJess. El contenido es mucho ms concreto y sera bueno que el ttulo Ioreflejara. Un ejemplo de titulacin poco ajustada podra ser el de Ia uni-dad 24, que ha unido forzadamente las comparaciones gemelas de Ia sal yIa luz (Mt 5, 13-16) con el pasaje que establece los criterios sobre Ia inter-pretacin cristiana de Ia Ley (Mt 5, 17-20); al menos se debera haber cam-biado de lnea al comenzar esta segunda unidad. El ttulo general es Serluz para el reino. Es evidente que el texto no habla de eso. En todo casohabla de ser luz para el mundo, pero incluso ese ttulo no dice nada sobreIa segunda unidad, que debe unirse a las anttesis que siguen y no a lascomparaciones que preceden.

    Finalmente, voy a referirme a otro aspecto que tambin consideromejorable: los paralelos de textos extraevanglicos. En las notas al pie de

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    pgina se encuentran numerosas referencias a textos del AT, y esto esmuy valioso. Sin embargo, es notoria Ia escasez de otros paralelos. A estasalturas no puede hacerse un estudio de Ia tradicin evanglica prescin-diendo de los textos paralelos cannicos (alusiones en el resto del NT) yextracannicos (evangelios apcrifos y citas de los Padres). As, por ejem-plo, Ia parbola del ladrn (Mt 24, 43; Lc 12, 39) habra requerido, almenos, citar a pie de pgina otros textos del NT, que parecen reflejar Iamisma tradicin (1 Tes 5, 2.4; Ap 3, 3; 16, 15); en Ia oracin de Jess enGetseman (Mc 14, 32-42) habra estado bien citar Heb 5, 7-8. Pero anms importantes son las citas de textos extracannicos. Los llamadosPadres Apostlicos, principalmente Ia Didaj y las Cartas de Ignacio deAntioqua, contienen palabras de Jess recibidas de Ia tradicin oral, queno siempre coinciden con los textos sinpticos, y que son, por tanto,imprescindibles para el estudio sinptico de los dichos de Jess. Lomismo cabe decir de otros escritores cristianos posteriores.

    Por Io que se refiere a los textos procedentes de los evangelios ap-crifos, es cierto que Ia mayora de ellos son posteriores a los Sinpticos,pero eso no impide que en algunos casos contengan tradiciones antiguas,de gran inters para el estudio sinptico de los evangelios. Es el caso dealgunos evangelios fragmentarios (Papiro Egerton 2, Evangelio de Pedro);de algunos evangelios judeocristianos (Evangelio de los Hebreos, de losEbionitas); y, sobre todo, del Evangelio de Toms, que ha reelaborado desdeuna perspectiva gnstica una antigua coleccin de dichos de Jess. La dis-cusin sobre el origen de los dichos recogidos en el Evangelio de Tomsest abierta an, pero es indudable Ia utilidad de incluir sus paralelos enuna sinopsis de los evangelios. En esta sinopsis se han incluido solamentetres de los 114 logia de este evangelio, una presencia insuficiente, si tene-mos en cuenta que Ia mayora de estos logia tienen paralelo en los evan-gelios sinpticos.

    En conclusin, Ia mejor aportacin de esta sinopsis es haber ofrecidoel texto griego junto a una buena traduccin castellana especialmentepensada para el estudio sinptico. Sin embargo, Ia composicin del textogriego, las seleccin de las variantes textuales, Ia divisin y titulacin delas unidades de lectura y el aparato de textos paralelos extraevangli-cos necesitan una pausada revisin. Sera deseable que en ediciones pos-teriores pudieran subsanarse algunas de las carencias sealadas ms arri-ba. En todo caso, esta sinopsis puede prestar un buen servicio a quienesno tienen un dominio suficiente de Ia lengua griega, y a pesar de ello quie-ren cotejar constantemente Ia traduccin con el original, cosa muy desea-ble en el estudio sinptico de los evangelios.

    Santiago Guijarro

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    B. J. Malina, The Social Gospel ofJesus. The Kingdom ofGod in Mediterranean Perspective (Minneapolis, Mn.: For-tress Press 2001) xiv + 178 pp.

    El principal objetivo de este libro es situar el anuncio central de Ia pre-dicacin de Jess (Ia llegada del reinado de Dios) en el marco de Ia culturamediterrnea del siglo i, desvelando las connotaciones que dicho anunciotuvo para el mismo Jess y para sus contemporneos. No se trata, pues, deun estudio acerca de los dichos de Jess sobre el reinado de Dios recogi-dos en los evangelios, sino de una investigacin sobre el contexto social quepresuponen.

    La tesis del libro es que el anuncio del reinado de Dios, Io mismo queIa actuacin de Jess, deben ambientarse en el marco de Ia religin pol-tica, como una respuesta a Ia situacin social generada por Ia actuacinde Ia aristocracia local. A diferencia de Io que ocurri en otros lugares delImperio, en Palestina Ia aristocracia local desatendi Ia obligacin de pro-porcionar su patronazgo al resto de Ia poblacin y se dedic a acumulartierras y posesiones. En una sociedad basada en las relaciones patrn-cliente esta situacin resultaba insostenible, y reclamaba un nuevo siste-ma poltico en el que Dios actuara como patrn. El anuncio de Jess, quepresenta a Dios como Padre-patrn de su pueblo, es Ia respuesta a estasituacin concreta, y trata de suscitar en el pueblo Ia esperanza ante Iallegada inminente de dicho reinado de Dios (pp. 33-35 y 141-142).

    El libro consta de una breve introduccin y seis captulos. En Ia intro-duccin (pp. 1-13) se establecen los principios metodolgicos desde los quese estudia el tema. Jess proclam Ia llegada inminente del reinado deDios, pero no explic el significado preciso de este trmino. Esto indicaque todo el mundo saba entonces a qu se refera. La tarea del intrpreteactual que vive en una sociedad escasamente contextualizada consiste enaveriguar las connotaciones que tena este anuncio en una sociedad alta-mente contextualizada. Para ello es necesario utilizar modelos socialeselaborados a partir de estudios sobre sociedades similares, y en esta tarearesulta de gran ayuda Ia Antropologa Mediterrnea. Estos modelos mues-tran que en el mundo de Jess no exista un sistema religioso indepen-diente, sino que haba una religin vinculada a Ia casa (domstica) y otravinculada a Ia ciudad (poltica). El anuncio de Jess se sita claramenteen el marco de esta segunda.

    El primer captulo (pp. 15-35) se plantea una pregunta bsica: Porqu anunci Jess el reinado de Dios? Para responderla es necesarioconocer el sistema social propio del mundo mediterrneo. Era aquellauna sociedad ruralizada, en Ia que Ia actuacin de los terratenientes eradeterminante. El parentesco era Ia institucin focal, junto con Ia ciudad,que tena una relacin tensa con respecto a las zonas rurales. En estassociedades Ia institucin del patronazgo es clave, pues a travs de ellase regulan las relaciones entre los terratenientes y los campesinos enun intercambio de favores que alivia las tensiones propias del sistema.

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    La economa poltica promovida por el Imperio tuvo consecuenciasdesastrosas en Palestina, sobre todo porque se destruyeron las tradicio-nales relaciones patrn-cliente, y ello dio lugar a situaciones muy difci-les para Ia mayora de Ia poblacin.

    El captulo segundo (pp. 37-69) se detiene en una de las consecuen-cias de esta situacin: Ia violencia institucional. Este tipo de violencia apa-rece constantemente en el NT y en los autores contemporneos. Paraentenderla, el autor utiliza el modelo social del vigilantismo. La violenciainstitucional o vigilantismo trata de preservar el statu quo por medios noaceptados socialmente, y puede estar orientada en tres direcciones: con-trol de Ia delincuencia, control social y control del rgimen. Este controlcorre a cargo de los promotores sociales, que se erigen en defensores delsistema y controlan a los desviados a travs de etiquetas negativas. A losojos de las clases dominantes de Palestina, Jess y sus seguidores vivie-ron y actuaron como desviados porque proponan un sistema alternativo.Fue as como los vieron los fariseos y los herodianos, que ejercieron sobreellos diversas formas de violencia institucional para preservar el statu quo.

    El tercer captulo (pp. 71-95) explora algunas dimensiones ocultasdel reinado de Dios, en cuanto mensaje religioso. La religin es bsica-mente una experiencia de Ia religacin, y tiene que ver con las diver-sas formas de religacin social, es decir con Ia percepcin de cmo mivida est controlada por otros y cmo me relaciono con ellos. Para enten-der cmo Dios se relaciona con su pueblo y cul es Ia dinmica del rei-nado de Dios es necesario conocer cmo se viva en el mundo de Jessesta experiencia de religacin social. El autor se sirve aqu de una tipo-loga histrica que distingue cuatro formas bsicas de relacin implica-das en Ia vivencia de Ia religin: 1) face-to-face: relacin directa basadaen el parentesco: 2) face-to-grace: relacin basada en el patronazgo;3) face-to-mace: relacin basada en el vasallaje; 4) face-to-space: relacinimpersonal basada en Ia pertenencia a una misma nacin. Las dos pri-meras son caractersticas del mundo de Jess, Ia tercera de Ia pocamedieval, y Ia cuarta de las sociedades occidentales contemporneas.El anuncio de reinado de Dios revela una situacin en Ia que Ia religinpoltica es dominante, una situacin que se tiene como experiencia bsi-ca Ia relacin de patronazgo.

    El captulo cuarto (pp. 97-111) trata de situar el anuncio del reino enel marco de Ia economa poltica. La economa, Io mismo que Ia religin,no constitua un sistema independiente en el mundo de Jess, sino queexista una economa domstica y una economa poltica; Ia primera tenaque ver con Ia casa y Ia segunda con las relaciones de patronazgo. Enestos dos mbitos haba una serie de percepciones compartidas acercade Ia economa, que son muy diferentes a las que tenemos hoy. Se pensaba, por ejemplo, que todos los bienes eran limitados y que los ricos eranintrnsecamente perversos, porque Ia nica manera posible de enrique-cerse era apropindose de Io que otros tenan, con el consecuente empo-brecimiento de stos. Rico y pobre tenan entonces connotaciones muy

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    diferentes a las que tienen hoy. No eran conceptos puramente econmi-cos, sino que tenan que ver con el honor y Ia capacidad de mantener elpropio estatus. La proclamacin del reinado de Dios en los trminos deljubileo bblico implicaba, por tanto una redistribucin de todos los bie-nes, no slo de los materiales, sino tambin del ms preciado en aquellasociedad: el honor.

    El captulo quinto (pp. 113-139) est dedicado a los seguidores deJess, y se centra en Ia principal exigencia de este seguimiento: Ia renun-cia a s mismo. Esta renuncia a s mismo debe entenderse desde Ia con-cepcin propia del yo en Ia cultura mediterrnea. El autor adopta aqu,como en otros muchos lugares, una perspectiva comparativa, que es pro-pia de Ia Antropologa Cultural, y propone dos modelos extremos: el delas sociedades individualistas (p. e., los Estados Unidos de Amrica) y elde las sociedades colectivistas (p. e., las sociedades mediterrneas tradi-cionales), de las que hace una descripcin muy detallada. En las socieda-des colectivistas el yo es percibido didicamente, es decir, no se entien-de al margen de los grupos a los que pertenece. En Ia sociedadmediterrnea del siglo i el principal grupo de referencia era Ia familia, ypor eso Ia renuncia a s mismo est tan vinculada en los evangelios a Iarenuncia a Ia familia. Esta renuncia tena como objeto formar una faccin,es decir un tipo de coalicin ntimamente vinculado a su lder, que se creapara un objetivo concreto durante un tiempo concreto. Jess reclam unaadhesin tal a s mismo y a su proyecto, que se haca necesaria Ia rupturacon el principal grupo de referencia, para entrar a formar parte de unnuevo grupo en el que todas las virtudes de las sociedades colectivistas sepusieran al servicio del proyecto del lder.

    El ltimo captulo (pp. 141-161) es, en cierto modo, continuacin delanterior. Trata de las consecuencias del evangelio social de Jess, y se cen-tra en Ia ms importante de todas: Ia formacin de un grupo en torno al. En Ia Palestina del siglo i se daban las condiciones para Ia formacinde dicho grupo: necesidad de cambio, visin de una nueva situacin, espe-ranza de xito y un contextos social adecuado. Estas condiciones de posi-bilidad fueron determinando las diversas etapas de Ia formacin del grupo,que podemos conocer mejor gracias a los estudios de Ia psicologa socialsobre Ia evolucin de los pequeos grupos. Estos grupos suelen atravesarcinco fases: formacin, agitacin, reglamentacin, actuacin y actualiza-cin. En este proceso se puede pasar de un estadio posterior a uno ante-rior cuando se dan las condiciones adecuadas. Fue as como surgierondiversos tipos de grupos despus de Ia muerte y resurreccin de Jess. Elautor distingue tres tipos: los grupos del Mesas Jess, los grupos del Jessmesinico y los grupos del Jess resucitado. El primer tipo es muy pareci-do al grupo de Jess, y se sita como l en el marco de Ia religin polti-ca. Sin embargo, los otros dos tipos transfirieron el mensaje de Jess sobreel reinado de Dios al mbito de Ia religin domstica, y dieron gran impor-tancia a Ia casa como estructura bsica del grupo. ste fue un cambio muyimportante que coincide con Ia poca en que se redactaron los evangelios,y debe tenerse muy en cuenta cuando se busca en ellos al Jess histrico.

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    En una prxima edicin sera conveniente subsanar algunas de lasdeficiencias que afectan a detalles secundarios. En p. 76 se hace referenciaal grfico 4, pero se refiere al 5. El grfico 6, que se encuentra en p. 89,estara mejor en Ia 92. Finalmente, habra que hacer un repaso de todo ellibro para incluir en Ia bibliografa final todas las obras a las que se hacereferencia, pues son bastantes las que no se encuentran en dicha biblio-grafa: Fiorenza 1983, en p. 7; Malina 2000 en p. 19; Horsley 1987 en p. 37;Little and Sheffield 1983 en p. 54; Mazrui 1976 en p. 55; Malina and Neyrey1988 en p. 57; Zito 1983 en pp. 63-63, etc.

    El mrito ms notable de este libro reside, a mi juicio, en proporcio-nar a los estudiosos del NT una serie de escenarios de lectura, que pue-den ayudar a desenmascarar los presupuestos encubiertos (conscientes oinconscientes) con que nos acercamos a las palabras y acciones de Jessrelacionadas con su anuncio de Ia llegada inminente del reinado de Dios.Con el paso del tiempo el reinado de Dios se ha convertido en una cate-gora teolgica y se ha desligado de Ia situacin concreta en que Jessanunci su llegada. La discusin que ha tenido lugar recientemente en elmarco de Ia llamada tercera bsqueda del Jess histrico, es en ciertomodo representativa de estos presupuestos.

    Los modelos descritos son tiles tambin para el estudio de otrosaspectos de Ia predicacin de Jess o del cristianismo naciente. La estruc-turacin de Ia sociedad en torno a las dos instituciones bsicas, Ia casa yIa ciudad, determinan, entre otras cosas, una comprensin de Ia religinmuy diferente a Ia nuestra. Resulta muy sugerente Ia migracin que sedio en el movimiento de Jess desde Ia religin poltica a Ia domstica.stos y otros muchos aspectos interrogan al lector y Ie invitan a reflexio-nar. Al igual que otros libros de B. Malina, no es ste un libro cerrado,sino un libro abierto, en el que continuamente se invita al lector a aden-trarse por caminos nuevos. Es un libro para Ia discusin, y seguramentemuchas de sus aportaciones sern matizadas en estudios posteriores,sobre todo cuando los modelos descritos se apliquen a los textos de unaforma ms rigurosa y amplia de Io que Ia extensin de este libro ha per-mitido al autor.

    En todo caso, el libro de Malina es una invitacin a redescubrir Iadimensin social del evangelio de Jess. La privatizacin de Ia fe que estteniendo lugar en las sociedades del Occidente industrializado, su reclu-sin al terreno de Io privado, o incluso al de Io puramente espiritual, ten-drn que ser revisadas a Ia luz de este estudio, en el que claramente sepone de manifiesto Ia incidencia pblica y el alcance poltico del mensajede Jess de Nazaret.

    Santiago Guijarro

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    J. J. Bartolom, La alegra del Padre. Estudio exegtico deLc 15. Asociacin Bblica Espaola 37 (Estella: Verbo Divino2000) 134 pp.

    Este libro pertenece al mbito de los estudios exegticos que intentanreconstruir Ia historia completa de una tradicin recibida, desde sus or-genes histricos hasta su incorporacin y fijacin en los escritos neotesta-mentarios. Se centra en el captulo quince del evangelio de Lucas, donde,tras una breve introduccin narrativa, Jess cuenta tres de las ms famo-sas parbolas a l atribuidas: Ia oveja perdida, Ia dracma perdida y Ia malllamada parbola del hijo prdigo.

    El autor adopta Ia metodologa, ya clsica, del anlisis histrico-crti-co, ordenando los captulos del libro segn Ia secuencia lgica de cada unade sus etapas. Un primer captulo establece, desde un punto de vista pura-mente literario, Ia unidad y estructura del texto: un marco narrativo inicialde tipo polmico, donde se presentan las tres parbolas como argumentodefensivo de Jess frente a quienes se escandalizan por Ia acogida quebrinda a publcanos y pecadores en Ia cercana humana de Ia mesa com-partida. Dicho argumento estara conformado, a su vez, por un dptico dedos parbolas gemelas (Ia oveja perdida y Ia dracma perdida), seguidode otra doble (Ia historia de un padre en relacin con cada uno de sus doshijos). El autor pone ya aqu de relieve el acorde temtico bsico que unifi-ca las tres historias imaginarias y a travs del cual quedarn tambin refe-ridas al ministerio de Jess: Ia prdida de algo o alguien querido, el reen-cuentro y Ia alegra que de ello se deriva; experiencia humana que sepropone como imagen del sentir de Dios frente al pecador arrepentido, yque Jess, con su actitud escandalosa, pretende estar reproduciendo.

    El segundo captulo es un pormenorizado comentario exegtico, en elque se fija el sentido del texto desde el trasfondo cultural de Ia Palestinadel siglo i. Es en este punto donde el autor empieza a identificar las inter-venciones redaccionales lucanas ms sobresalientes. La discusin es por-menorizada, ceida al texto y rigurosa. El autor relega a las notas, ampliasy numerosas, Ia exposicin y, a veces, discusin de las explicaciones alter-nativas ms destacadas.

    La determinacin de Io que es material tradicional y Io que corres-ponde a Ia intervencin redaccional o labor creadora del evangelista seaborda en el tercer captulo, quizs el ms decisivo de toda Ia obra.Encontramos aqu dos tesis arriesgadas pero bien defendidas: 1) La par-bola de Ia dracma perdida no fue inventada por Lucas, sino que el evan-gelista Ia encontr en Ia fuente de logia junto a Ia de Ia oveja perdida.Mateo es el responsable de haber transmitido una sola de ellas y haberprescindido de Ia otra. 2) Contra Ia opinin ampliamente difundida deque Ia tercera parbola, o al menos Ia historia del hijo mayor, se debe alpropio Lucas, existen suficientes datos para aceptar Ia integridad origi-nal de todo el relato y su carcter tradicional. Se admite, evidentemen-te, Ia existencia de pequeas pero significativas intervenciones redaccio-

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  • 172 RECENSIONES

    nales: Lucas habra unido las dos parbolas gemelas con Ia tercera y, almismo tiempo, habra modificado ligeramente Ia aplicacin de aqullas,subrayando el tema de Ia conversin a expensas del nfasis original enIa alegra del reencuentro. El marco narrativo inicial sera una creacindel evangelista inspirada en datos tradicionales transmitidos por Marcos(Mc 2, 15-17).

    Los captulos cuarto y quinto estn dedicados a determinar y descri-bir los contextos vitales correspondientes a Ia composicin del texto luca-no y al nacimiento de las parbolas, respectivamente. El cuarto incluyeuna reflexin sobre Ia cristologia y eclesiologa del tercer evangelista, queda razn de los aadidos y modificaciones redaccionales antes sealadase intenta determinar el uso e interpretacin del texto en Ia comunidadpara Ia que se escribi.

    En el quinto y ltimo captulo, Ia argumentacin aborda Ia defensa deIa tesis central del libro: Ia autenticidad jesunica de las parbolas y Iaadecuacin histrica del marco narrativo en el que Lucas las ha situado.Aqu, el autor no slo afirma que Jess es, efectivamente, el creador delos tres relatos sino que, adems, el mensaje contenido en los mismos debeentenderse como su respuesta ante Ia situacin real provocada por las cr-ticas de quienes condenaban su trato cercano con gentes de mala reputa-cin moral. A pesar de su carcter redaccional, Ia contextualizacin narra-tiva que Lucas ha dado a las parbolas reflejara Ia situacin histrica y Iaproblemtica real de Ia vida de Jess en Ia que fueron pronunciadas.

    Para fundamentar esta tesis el autor aporta, en primer lugar, nume-rosas y contundentes pruebas a favor de Ia historicidad del trato amisto-so de Jess con pecadores, el papel central que en l tuvieron las comi-das compartidas y las crticas que esto suscit entre sus enemigos. Datosque sabemos conocidos por Lucas a travs de tradiciones ms antiguasintegradas en su propio evangelio (Lc 5, 27-32; 7, 31-35). De aqu deduceque el contexto narrativo de Ia parbola est construido a partir de ele-mentos autnticos, tpicos del ministerio de Jess. Teniendo luego encuenta los resultados del segundo y tercer captulo, donde se prob que:1) el mensaje parablico original, Ia alegra divina suscitada por Ia con-versin del pecador, es una justificacin adecuada de Jess frente a suscrticos; y 2) que las parbolas no son creacin de Lucas, concluye Ia plau-sibilidad histrica de que fueran pronunciadas por el propio Jess comodefensa ante quienes Ie reprochaban su cercana con los pecadores.La idea general subyacente al razonamiento, aplicable tambin a otroscasos, es que si unas palabras atribuidas a Jess son claramente no redac-cionales y se adecan a un contexto vital de su ministerio histrico, esmuy probable que sean autnticas y fueran efectivamente pronunciadasen dicho contexto.

    El nivel de generalidad en el que se plantean los argumentos sobre Iahistoricidad es, a mi entender, sumamente acertado. El autor no intentaasignar el origen de las parbolas a un acontecimiento individual delministerio de Jess, sino que se pregunta por Ia situacin tipo que pudo

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    haberlas engendrado. Supera Ia estrecha perspectiva historicista, empe-ada en Ia bsqueda intil de los ipsisima verba o facta de Jess y reco-noce Ia informacin histrica incluida en un contexto narrativo donde,mediante Ia descripcin de un caso particular, se pretende tipificar unacircunstancia frecuente o una actitud habitual. Esta perspectiva metodol-gica parece Ia ms idnea y fructfera a Ia hora de intentar discernir elposible contenido histrico de otros pasajes evanglicos, entre ellos, losapotegmas.

    Creo que estamos ante un estudio valioso tanto por Ia perspectiva yel rigor metodolgico como por sus aportaciones concretas. Ejemplifica,de algn modo, cmo el anlisis y Ia crtica minuciosa de un texto concre-to puede integrarse en Ia tarea, ms amplia, de Ia reconstruccin histri-ca de Ia flgura de Jess.

    Esther Miquel

    A. Destro - M. Pesce, Come nasce una religione. Antropolo-gia ed esegesi del Vangelo di Giovanni (Roma: Laterza 2000)xvi + 208 pp.

    El lector interesado en los estudios que recurren a las ciencias socia-les para comprender mejor el Nuevo Testamento encontrar en este librouna propuesta madura, que es fruto de un verdadero trabajo interdiscipli-nar. Adriana Destro y Mauro Pesce, que en los ltimos aos nos han obse-quiado con numerosos e interesantes artculos, y que hace cuatro aos nosentregaron ya un volumen representativo de su acercamiento a los orge-nes cristianos (Antropologa delle origini cristiani, Roma 1997), nos ofrecenahora un estudio ms compacto y unitario, tanto por su objetivo, como porIa metodologa empleada. El libro consta de seis captulos, precedidos deuna introduccin y seguidos de una conclusin. Las notas no se encuen-tran a pie de pgina, sino al final, seguidas de una amplia bibliografa, yde una completa serie de ndices (autores, citas del evangelio de Juany temtico), que resultan muy tiles para consultas puntuales.

    En Ia introduccin, los autores declaran cul es su propsito y esbozanalgunos de los presupuestos metodolgicos que han guiado su investiga-cin. El objetivo del libro es mostrar cmo naci y se entendi a s mismoel cristianismo jonico en cuanto sistema religioso. Parten del presupuestode que el joanismo (un neologismo que expresa mejor Ia perspectiva de losautores) se pens a s mismo, no como una fase en Ia formacin del cristia-nismo, sino como un sistema religioso autnomo y completo. Sentado estepresupuesto, Ia tarea requiere aclarar tres cosas: 1) qu es un sistema reli-gioso y cundo puede decirse que es nuevo; 2) cmo abordar los textos enlos que se expres este nuevo sistema religioso; y 3) desde qu presupues-tos se acercan al evangelio de Juan. Las respuestas de los autores a estas

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    tres cuestiones previas son las siguientes: 1) un sistema religioso constabsicamente de tres elementos: un grupo de personas, que comparte unavisin del mundo y de sus relaciones con las potencias superiores, y un con-junto coherente de normas y pautas de comportamiento; Ia novedad deljoanismo se define frente al judaismo, que es Ia matriz de Ia que nace;2) los textos en que se expres este nuevo sistema religioso son un produc-to cultural, y para comprenderlos adecuadamente es necesario recuperarel imaginario social que presuponen. Es aqu donde las ciencias sociales, yen especial Ia Antropologa, prestan un servicio inestimable al intrpretede textos antiguos; 3) el texto base del joanismo es el evangelio de Juan,que los autores estudian, sobre todo, en Ia fase de su redaccin nal.

    La tesis que va emergiendo progresivamente en Ia lectura del libro esque el evangelio de Juan recoge el proceso a travs del cual el cristianis-mo jonico se define como un nuevo sistema religioso. En este procesojuegan un papel central una serie de ritos, que a travs de un proceso ini-citico, van configurando un grupo distinto del judaismo y tambin distin-to del entorno social general (el mundo). Los nuevos ritos que jalonan elproceso inicitico tienen como destinatarios al grupo de los discpulos,que representan a todos aquellos que forman parte de este nuevo gruporeligioso. El evangelio es as, al mismo tiempo, memoria y paradigma:memoria del proceso histrico por el que surgi el joanismo; y paradigmadel proceso inicitico a travs del cual se perpeta.

    Los dos primeros captulos describen el contexto del proceso iniciticoy el grupo que ser protagonista del mismo. El contexto de Ia nueva ritua-lidad son los ritos judos. Sobre ellos se van dibujando los nuevos ritos, quese proyectan sobre el tiempo de Jess. La atencin prestada a los ritos jud-os revela Ia importancia de Ia ritualidad a Ia hora de describir al nuevogrupo. Los destinatarios del proceso inicitico son los discpulos. Todo elevangelio posee una estructura inicitica del que ellos son protagonistas.Este proceso comienza con Ia expulsin de Ia Sinagoga y tiende a unanueva forma de agregacin, que se define por Ia unin con Jess.

    El proceso inicitico se describe con detalle en los captulos terceroy cuarto, centrados en el estudio de Jn 13-17. En estos captulos desapa-recen de Ia escena todos los dems personajes. Jess est slo con susdiscpulos en un lugar cerrado y los instruye sobre diversos aspectos.La instruccin y los gestos contenidos en estos captulos tienen Ia formade un proceso en diversas fases. La primera de ellas tiene lugar en eltriclinio y consta de dos momentos: el gesto del lavatorio de los pies yel dilogo que sigue al mismo (Jn 13-14). La segunda tiene lugar en otraestancia de Ia casa y supone un avance sobre Ia primera (Jn 15-17). Losautores proponen entender Ia enigmtica orden de Jn 14, 31: Levanta-os, vamonos de aqu, no como una indicacin para salir de Ia casa, sinopara trasladarse a otra estancia en Ia que seguir el proceso de inicia-cin en un nivel distinto. Esto explicara que en estos captulos se reto-men temas enunciados en Ia fase anterior para profundizar en nuevosaspectos.

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    El captulo quinto muestra cmo los captulos finales del evangelio(Jn 18-20) representan Ia culminacin del proceso inicitico, que tiene asu vez dos momentos: el trance de Ia pasin, en el que los discpulos expe-rimentan su debilidad; y Ia manifestacin de Jess resucitado, en Ia quetiene lugar Ia efusin del Espritu. ste es el momento en el que culminael proceso de iniciacin, porque en l se cumplen las promesas hechaspor Jess a sus discpulos. En este encuentro, Jess les confiere trespoderes que determinan el nacimiento del nuevo sistema religioso: el dondel Espritu, Ia misin al mundo y Ia potestad de perdonar los pecados.El elemento distintivo de este momento central en el proceso inicitico esIa unin con Jess mismo, que es para Juan Ia esencia del discipulado.

    El captulo flnal estudia de una forma ms refleja cules han sido losmodelos culturales utilizados por Juan: el discipulado como fuerza pro-pulsora del grupo, y una nueva configuracin del tiempo y el espacio.En el Prlogo del evangelio los modelos aparecen explcitamente. Ledodesde Ia clave de Ia unin del discpulo con Jess, este himno describe elnacimiento de Ia comunidad jonica, pues Io que Ie sucedi al Logos (vinoa los suyos, no Io recibieron, algunos Io recibieron) es Io que est viviendoel cristianismo jonico.

    La conclusin resume los principales resultados, mostrando cmo sur-gi el joanismo y cmo se comprenda a s mismo en cuanto sistema reli-gioso completo e independiente, y Io que esto significa para Ia compren-sin del evangelio de Juan.

    En mi opinin, este libro es una aportacin original y muy sugerenteal estudio del evangelio de Juan desde Ia perspectiva de las ciencias socia-les. El lector tiene a veces Ia agradable sensacin de estar descubriendopor primera vez connotaciones de los textos que el paso del tiempo y Iadistancia cultural haban ido ocultando poco a poco. El anlisis de los tex-tos resulta muy iluminador, especialmente en los dos captulos centralesque estudian Jn 13-17. La presentacin del lavatorio de los pies como ritualde inversin de estatus es brillante, Io mismo que Ia explicacin de Ia ale-gora de Ia vid y los sarmientos como comienzo de una nueva fase en elproceso inicitico. El estudio de Ia ritualidad y del discipulado abre tam-bin nuevas perspectivas para comprender desde una nueva luz el evan-gelio de Juan.

    Aunque Ia redaccin es clara y ordenada, el lector no familiarizadocon Ia Antropologa Cultural, y con el tipo de anlisis de los textos basadoen ella, puede tener a veces Ia sensacin de perder Ia lnea argumenta!.Muchos lectores echarn de menos algunas referencias a Ia historia de Iacomunidad jonica. Es cierto que los autores se sitan en un punto con-creto de esta historia (Ia de Ia primera redaccin del evangelio), pero seramuy interesante rastrear cul fue Ia fortuna de esta comprensin del joa-nismo en esa forma particular de cristianismo jonico que representan lasCartas de Juan.

    Como en toda obra pionera y me atrevo a decir que sta Io eshabr intuiciones y detalles que sern discutidos y matizados por Ia inves-

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    tigacin posterior. Pero a este libro Ie cabr el honor de haber abierto unainteresante puerta a nuestra comprensin del evangelio de Juan y de Iaforma de cristianismo en Ia que naci.

    Santiago Guijarro

    J. C. Inostroza Lanas, Moiss e Israel en el desierto. El midrspaulino de 1 Cor 10, 1-13. Plenitudo Temporis 6 (Salamanca:Universidad Pontificia, 2000) 245 pp.

    El libro de Juan Carlos Inostroza, chileno y actual profesor en Ia Uni-versidad Catlica de Concepcin, es un anlisis del pasaje de 1 Cor 10, 1-13, tratando de investigar qu tipo de modelo literario hay bajo las expre-siones y el discurso paulino en este pasaje concreto, que se sita en mediode Ia discusin de Pablo con los cristianos de Corinto acerca de Ia prcti-ca, escandalosa para muchos, de participar en las comidas de carne sacri-ficada a los dioses, los llamados con un trmino quizs especficamentecristiano idolotitos.

    El estudio se divide en cinco captulos. El primero (26-43) est dedica-do a cuestiones preliminares. Hace una sucinta y bien documentada revi-sin de Ia investigacin precedente. La exposicin es buena, con documen-tacin suficiente y buen sentido de Ia brevedad. Naturalmente, discute Iacuestin de si 1 Cor 10, 1-13 pertenece al conjunto de los captulos 8-10 oes una unidad independiente. En conjunto se trata de una buena discu-sin, con todos los elementos bsicos del problema. El argumento delautor, para sostener Ia pertenencia de nuestro texto a este conjunto eluso del contraste de todos y algunos es interesante, pero en s mismono parece suficiente. En consecuencia, las conclusiones, que se exponenen pgina 41, son matizadas. Es correcta Ia conclusin mnima del autor,cuando afirma que la atribucin de esta seccin a una carta distinta noes algo necesario, Io cual no es ciertamente poco. Lo mismo debe decirsede las conclusiones de Ia pgina 43. En ellas se afirma, que los captulos 8-10 parecen formar una unidad trabada por ese uso de contrastes. Es muyposible, aunque el argumento no sea decisivo, pues las unidades estructu-rantes no son claras, como admite el mismo autor por Io que se refiere aIa unidad 9, 1-18. En todo caso, creo que para el objetivo del autor, estaconclusin, aparentemente modesta, es suficiente, sobre todo si puedereforzarla despus es decir, tras los datos obtenidos en su estudio conotros argumentos.

    El segundo captulo (45-84) estudia las tradiciones del desierto en elAT (Pentateuco, SaI, Neh, Dn y Sab). El autor, partiendo de los temas tra-dicionales tratados en el pasaje estudiado, apunta con razn a las llama-das etapas de Ia marcha por el desierto y hace un anlisis de esas tradi-ciones en el AT. El estudio, necesariamente breve, es suficiente y usa Ia

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    literatura adecuada. nicamente pondra en duda Ia interpretacin quese hace en pgina 57, afirmando que el dolo del desierto no trata de sus-tituir a Dios, sino de representar una imagen de Yav para sustituir aMoiss. No acabo de entender Ia expresin del todo, a pesar de lasexplicaciones del autor. Tampoco entiendo Ia redaccin de Ia pginasiguiente (51): Notemos que el becerro recibir el ttulo que pertenecaa Moiss. Ser llamado "el Dios que nos sac de Egipto" (Ex 32, 4b), quese contrapone a Ex 32, 1, en que Moiss es llamado el hombre que nossac de Ia tierra de Egipto, un ttulo que Ia narracin pone en boca delpueblo y del mismo Yav (Ex 32, 7). Aunque seguramente no es esa Iaintencin del autor, parecera poderse deducir del texto bblico que aMoiss se Ie trat alguna vez en el mismo nivel que al Dios que nos sacde Egipto. Quiz pudiera afinarse an Ia redaccin.

    En pgina 60, al hablar de otras tradiciones del Pentateuco presentesen 1 Cor 10, 1-1 3, se alude con acierto a Ia tradicin o tradiciones de Ia rebe-lin de Ia comunidad y se recuerda cmo en Nm 14, 22 se habla de las diezveces que Israel tent a Dios en el desierto. Este tema, que aqu slo se sea-la, tendr un amplio desarrollo en Ia literatura midrsica y aparecer en losmismos targumes, como veremos. De hecho, se alude con acierto, tambin apartir de Nm 11 y 21, a toda Ia cuestin de las murmuraciones de Israel enel desierto, tema que ser igualmente desarrollado por Ia literatura midr-sica y no pocas veces en conexin con el de las diez tentaciones. El tema,tanto ste como el de las diez tentaciones, tiene un amplio desarrollo bbli-co, que el doctorando describe, si bien no completar hasta tratar de las tra-diciones judas, como veremos. Por Io dems, considero acertadas las inda-gaciones hechas en SaI, Neh y Dn, as como en Sab, aunque estas ltimastradiciones quiz tengan menos aplicaciones a nuestro texto.

    En el tercer captulo, el ms largo de todos (85-143), se sigue Ia pista aestas tradiciones en Ia literatura juda postbblica (Qumrn, Filn, rabinis-mo, Flavio Josefo, Antigedades bblicas y Ascensin de Moiss). Por Io quese refiere a Qumrn, los datos encontrados son de poco valor y tienen unrelativo inters, como se pone de relieve en el sumario de pgina 95. Unabreve observacin sobre el texto hebreo de Qumrn: en vez de Ia edicinde Lohse (hebreo-alemn), convendra ya citar Ia ms moderna study edi-tion de F. Garca Martnez y E. J. C. Tigchelaar, The Dead Sea Scrolls. StudyEdition (Brill, Leiden 1997), dos volmenes, con texto hebreo e ingls. Encuanto a Ia nota 5, Ia suposicin del autor acerca de los diferentes estratosredaccionales de Ia regla de Ia Comunidad (1 QS), se ve reforzada con elreciente estudio de J. Vzquez, Los hijos de Ia luz y los hijos de las tinie-blas. El prlogo de Ia Regla de Ia Comunidad de Qumrn. Biblioteca Midr-sica 21 (EVD, Estella 2000), donde demuestra con claridad que 1 QS 1, 1-15forma una clara unidad independiente del resto, redactada tras un largoproceso como prlogo a toda Ia Regla de Ia Comunidad, y modificada enun momento ulterior.

    El autor estudia con competencia y seriedad las tradiciones deldesierto en los escritos de Filn de Alejandra, aunque tampoco aqu

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    encuentre demasiados elementos interesantes para Ia interpretacin deltexto paulino. Asimismo, se refiere a Ia literatura rabnica, estudiandoen este apartado algunos textos targmicos especialmente del TargumNefiti y algunos midrasim o midrases. Aqu toma como gua generalIa clsica introduccin a Ia literatura talmdica y midrsica de Strack-Stemberger, segn Ia edicin alemana. Aunque cita Ia edicin espaolade M. Prez, sta no es usada, cosa que hubiera merecido Ia pena, puesse trata no slo de una traduccin, sino de una reedicin corregida y ava-lada por el mismo Stemberger. Las aportaciones del autor en este apar-tado son de inters. Las dems fuentes, Flavio Josefo y Ps. Filn, Ant.Bib.,as como Ia Asuncin de Moiss, estn igualmente bien estudiadas.

    Los dos ltimos captulos intentan una explicacin del texto estudia-do, teniendo en cuenta los datos recogidos en Ia investigacin anterior.En el cuarto (145-172) se hace una primera aplicacin de los datos estu-diados al texto paulino. El autor Io hace, en general, con sobriedad y pers-picacia. A Ia hora de proponer Ia hiptesis de que Pablo tiene en su menteIa imagen de Moiss, nuestro autor usa el tema de Ia descalificacin deMoiss, que puede aplicarse a l mismo y a los episodios del desierto alu-didos en este texto. El tema tiene inters y fuerza, precisamente porqueha descubierto cmo debajo de 1 Cor 10, 1-13, y en particular tras losvv. 6-10, se halla Ia tradicin de las palabras de reproche de Moiss al pue-blo, de sus murmuraciones y de las tentaciones en el desierto. Pablo esaqu el nuevo Moiss, que advierte con palabras de reproche y de adver-tencia, segn Ia tradicin juda subyacente al nuevo Israel, bautizado enCristo, como Io fue el antiguo en Ia nube y el mar, que puede sucumbir alas mismas tentaciones del pueblo de Israel en el desierto, especialmentea Ia tentacin de Ia gula mezclada con Ia idolatra. Se trata, como bien seve, de un tema bsico a Ia hora de comentar Ia cuestin de los idolotitosy, adems, de un tema que parece reforzar Ia pertenencia de este texto alconjunto de los captulos 8-10.

    Finalmente, el quinto y ltimo captulo (173-203) se dedica a estudiarIa comunidad corintia a partir del modelo Israel y a Ia luz de los mismoselementos dichos. La caracterizacin de 1 Cor 10, 1-13 como un midrs(p. 203) me parece correcta, ms an a Ia luz de los textos targmicos adu-cidos. No se aclara del todo, sin embargo, Io que significa ser bautizadoen Moiss, aunque estudia varias hiptesis. Probablemente Ia aclaracintenga que venir de una comparacin entre el bautismo mediante el mar yIa nube y el bautismo cristiano. Los israelitas pensaban que con el bautis-mo mosaico ya estaban liberados y, sin embargo, pecaron, murmuraron,tentaron a Dios, cayeron en Ia idolatra, fueron castigados por Dios; loscorintios piensan que con el bautismo cristiano por el agua ya estn libresde todo y Io saben todo, pero pueden caer en Ia idolatra y en Ia falta decaridad para con los dbiles. Bautismo en Moiss, sera as el bautismotipolgico mosaico en el mar Rojo, frente aI bautismo cristiano (en CristoJess), que es el bautismo real. La comparacin con Rom 6, 2, donde bau-tizarse en (eis) Cristo es bautizarse en (eis) su muerte, puede ayudar aqu.El bautismo en Moiss por medio de Ia nube y el mar no es ms que una

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    sombra del verdadero bautismo en Cristo. No obstante, el asunto no esfcil. Este trabajo da pistas, pero no resuelve del todo Ia cuestin.

    Por Io que se refiere a Ia advertencia a los corintios, hecha mediantelos episodios de apostasia y castigo de los israelitas en el desierto, talcomo se cuentan en los vv. 6-11, posiblemente encuentren su explicacinen las tradiciones midrsicas de las tentaciones del desierto y de las pala-bras de reproche que Moiss les dirige. Estas tradiciones, probablementevehiculadas a travs de homilas rabnicas, de donde pasaron al targumpalestino sobre Dt 1, 1, y a otras fuentes, parecen estar en Ia base del textoy de las reflexiones de Pablo.

    Cada captulo se concluye con un sumario que recoge las conclusio-nes ms importantes de Ia investigacin realizada. El estudio termina conunas breves pginas (205-208), en las que se consignan las conclusionesobtenidas en el trabajo, una amplia bibliografa y varios ndices. Una peque-a errata, que he podido descubrir, en pgina 128, nota 139: dice SDt, debedecir TDt. En conjunto, se trata de un buen trabajo. El autor ha estudiadoun texto interesante y ha orientado su investigacin en una lnea adecua-da con los instrumentos precisos. Adems, aporta elementos de reflexin,que si no son nuevos individualmente, s pueden serlo en su conjunto. Quie-ro, adems, resaltar con satisfaccin que este trabajo sigue Ia larga y fruc-tfera tradicin de estudios de este tipo en lengua espaola, que inaugura-ra y alentara el gran maestro Alejandro Dez Macho. Es, en efecto, unagran satisfaccin poder presentar un nuevo y serio trabajo de este tipo enuna coleccin prestigiosa de Ia Universidad Pontificia de Salamanca, Iacoleccin Plenitudo Temporis sobre orgenes del cristianismo que, bajoIa direccin del profesor R. Trevijano, se enriquece con otro valioso e inte-resante volumen.

    Jos Manuel Snchez Caro

    H. Avalos, Health Care System and the Rise of Christianity(Peabody: Hendrickson 1999) 116 p.

    La principal tesis del libro del Prof. valos es que el sistema de saludy el tipo de sanacin promovido por Jess y sus primeros discpulos tenanotables ventajas sobre los sistemas existentes tanto en el judaismo comoen el mundo greco-romano, y que ste fue un factor decisivo en Ia expan-sin del cristianismo. El ttulo de Ia obra evoca el del conocido y polmicoestudio de R. Stark, The Rise of Christianity. Princeton: Princeton Univ.Press, 1996, que puso de manifiesto Ia importancia de los factores socio-econmicos en el triunfo y Ia implantacin del cristianismo a Io largo desus primeros tres siglos de existencia.

    La introduccin rene una serie de elementos que tratan de situar allector. Despus de sealar Ia falta de dilogo entre los estudiosos del

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    Nuevo Testamento y los de Ia Historia de Ia Medicina, expone su propsi-to y presenta sus credenciales. Habiendo sido instruido en ambas discipli-nas, se propone ofrecer como aportacin original a este dilogo, que puedeayudar a comprender mejor el sentido de Ia actividad de Jess y sus pri-meros discpulos como sanadores. La tesis que pretende exponer norequiere un estudio diacrnico de los textos, pues para averiguar cul fueel sistema de salud promovido por el cristianismo es suficiente con estu-diarlos en su forma final.

    El primer captulo es el ms importante desde el punto de vista meto-dolgico. Lleva por ttulo La sanidad como sistema, y en l se elaboraun modelo que pretende ser un instrumento heurstico para establecercomparaciones entre los diversos sistemas de salud existentes en elmundo de Jess y los primeros cristianos. Despus de una breve explica-cin de Io que es un sistema de salud, expone los parmetros que va autilizar para caracterizar los diversos sistemas: a) el contexto socio-reli-gioso del sistema; b) Ia etiologa de Ia enfermedad, es decir, Ia explica-cin de sus causas; c) Ia pureza y el estatus socio-religioso del paciente;d) las estrategias teraputicas; e) el factor econmico; f) el factor geogr-fico; y g) el factor temporal.

    En los captulos segundo y tercero se presentan el sistema de saludisraelita y el de las principales tradiciones greco-romanas. No son doscaptulos simtricos, pues el primero est construido siguiendo los par-metros expuestos en Ia presentacin metodolgica, mientras que el segun-do es ms bien una introduccin histrica y descriptiva de las diversasalternativas existentes en el mundo greco-romano ante el problema de Iaenfermedad. Tanto uno como otro recogen datos y conclusiones que elautor haba expuesto en un estudio precedente (Ilness and Health Core inthe Ancient Near East. The RoLe of Temple in Greece, Mesopotamia andlsraeL Atlanta: Scholars Press, 1995).

    Es en los captulos siguientes (desde el cuarto hasta el octavo) dondese encuentra Ia aportacin ms original de este trabajo. Tomando comopauta los elementos expuestos en el primer captulo, y como teln defondo Ia exposicin sumaria que ha hecho sobre los sistemas de salud exis-tentes en aquel tiempo, comienza a explorar de forma sistemtica cadauno de los elementos del modelo, mostrando en cada caso Ia originalidadde Ia solucin que el cristianismo propona al problema de Ia enfermedad.El captulo cuarto estudia el contexto socio-religioso del sistema, Ia etiolo-ga de Ia enfermedad y el estatus socio-religioso del paciente. Con respec-to al judaismo, y en especial al sistema de salud levtico, que era el domi-nante, el aspecto ms novedoso del cristianismo fue Ia redefinicin delconcepto de pureza, y con l, del estatus y Ia responsabilidad del pacien-te. Esta nueva definicin resolvi las tensiones creadas por el sistema lev-tico en familias y comunidades, de las que los enfermos eran marginadosa causa de su enfermedad. En las estrategias teraputicas (captulo quin-to), Ia aportacin ms notable del cristianismo fue Ia simplificacin de loscomplicados procesos y rituales del sistema de salud judo y greco-roma-

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    no. En el aspecto econmico (captulo sexto) Io ms relevante fue el hechode que Jess y los sanadores cristianos no cobraran por sus servicios.Desde el punto de vista de Ia accesibilidad geogrfica (captulo sptimo) ytemporal (captulo octavo) el cristianismo ofreci tambin ventajas nota-bles gracias a Ia movilidad de los sanadores. En el captulo noveno se sin-tetizan todos estos aspectos, que sirven para ilustrar Ia tesis central dellibro enunciada al comienzo.

    El libro est bien escrito y se lee con gusto, aunque a veces resulta unpoco repetitivo. Por otro lado, el autor manifiesta un buen conocimientode las fuentes antiguas referentes a Ia medicina y a Ia salud, que va adu-ciendo a medida que avanza su argumentacin. Adems, Ia tesis que tratade exponer es interesante y provoca reflexiones interesantes. Todos estosvalores hacen Ia lectura de este libro muy recomendable, sobre todo por-que abre caminos nuevos en un campo en el que los estudios antropolgi-cos pueden resultar especialmente iluminadores. Precisamente en esteaspecto es donde, a mi modo de ver, se encuentran sus deficiencias. TaIvez el autor no ha querido abrumar al lector profano, que, sin embargo,habra agradecido una presentacin ms explcita de los aspectos relacio-nados con Ia Antropologa Mdica. El captulo primero es, en este sentido,decisivo, porque en l se elabora el modelo con el que va a interpretar losdatos disponibles y a establecer comparaciones. No se explica por questos elementos y no otros son decisivos en Ia descripcin de un sistemade salud, y las referencias a los estudios antropolgicos son pocas y muygenricas. Por otro lado, un sistema de salud est condicionado en granmedida por Ia cultura en Ia que nace, en este caso por Ia cultura medite-rrnea del siglo i, cuya consideracin Ie habra evitado algunos anacronis-mos. En resumen, muchos de los elementos del modelo propuesto por elProf. valos son vlidos, pero tanto el modelo como el anlisis que depen-de de l necesitan ser completados y precisados. El gran mrito de estetrabajo es su carcter pionero, y esto es ya un gran valor.

    Santiago Guijarro

    2) SISTEMTICA

    W. Pannenberg, Una historia de Ia filosofa desde Ia idea deDios. Teologa y filosofa (Salamanca: Ediciones Sgueme2001) 415 pp.

    Despus de Teora de Ia ciencia y teologa (1981), Antropologa en pers-pectiva teolgica (1983), tica y eclesiologa (1986) y Teologa sistemtica

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