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David Manuel Carracedo

Chamacuero,

Septiembre de 1810

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David Manuel Carracedo

Chamacuero, Septiembre de 1810

Ed. Municipio de Comonfort, México, 2011

Fotografías: Archivo histórico municipal y del autor.

Portada: Miguel Hidalgo, busto de mármol que coronaba el monumento

conmemorativo al primer Centenario de la Independencia en Chamacuero.

Impreso en México/Printed in Mexico

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ACLARACIÓN

En este significativo periodo de festejos por nuestros centenarios, junto al sentimiento festivo de muchos y la divulgación y reinterpretación de hechos históricos de otros, tuvimos el desagrado de constatar que muchas de las actividades que rememoran, recrean y analizan la marcha del Ejército Insurgente omiten mencionar su paso por Comonfort. Si bien aquí no se libraron batallas ni pernoctaron los insurgentes, los sucesos de ese diecinueve de septiembre tienen mucha relevancia, como lo veremos en estas páginas. Una hipótesis que aventuro a formular radica en el hecho de que la mayoría de las fuentes directas de información mencionan la población de Chamacuero, dado que Comonfort no recibió dicho nombre sino hasta 1874, casi once años después de la muerte del General Ignacio Comonfort, acaecida en su funesto paso por nuestra localidad (funesto para él y funesto para nosotros). Por esa razón me atrevo a conjeturar que no figurando el actual nombre de nuestro municipio en las fuentes más antiguas, es probable que algunos de quienes hoy día describen el periplo de Hidalgo y su gente no tengan interés en dilucidar cuál es ese Chamacuero que se menciona

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o dónde está ubicado en la actualidad. Tenga sentido esta hipótesis o no, a lo largo de este trabajo nos referiremos a nuestra población con el nombre que le dieron, no sus primeros pobladores, pero sí los más antiguos que se recuerdan: Chamacuero. Con suerte y ello nos ayuda a reparar el despropósito de suprimir el nombre purépecha de más de seiscientos años de antigüedad por el de un personaje que no pasó por aquí sino para encontrar la muerte, suceso en el cuál, además de todo, ningún chamacuerense tuvo responsabilidad alguna.

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ANTECEDENTES

Chamacuero se localiza en la parte Centro Oriente del estado de Guanajuato. Los fechamientos más antiguos nos hablan de la presencia de grupos civilizados desde el preclásico1, del mismo modo hay indicios de un desarrollo pleno de la tradición El Bajío pues algunos sitios de la región cuentan con estructuras de patios hundidos2. Hacia el Clásico tardío se inició una etapa de poblamientos y despoblamientos que persistió hasta la llegada de los europeos, quienes encontraron una población autóctona de grupos otomíes, guamares y purépechas conviviendo en relativa armonía3. Los primeros documentos que atestiguan el poblamiento de europeos son relativos a cesiones de tierras de pastoreo otorgadas a doña Leonor Alvarado4, no hemos localizado, ni

1 Cárdenas García, Efraín Arqueología y etnohistoria. La región del Lerma, La arquitectura de patio hundido y las estructuras circulares en El Bajío: Desarrollo regional e intercambio cultural/ Eduardo Williams y Phill C. Weigand, editores – Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacán; Centro de Investigación en Matemáticas, 1999. pág. 56.

2 . Braniff, Beatriz et al, La Gran Chichimeca, El Lugar de las Rocas Secas, México, CONACULTA,2001 P.109

3 Wright Carr, David, Arqueología y etnohistoria. La región del Lerma, El Bajío oriental durante la época prehispánica/ Eduardo Williams y Phill C. Weigand, editores – Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacán; Centro de Investigación en Matemáticas, 1999. pág. 84.

4 Rodríguez Frausto, J. Jesús. Los Orígenes de Comonfort, Gto. Revista Norcentro, Colegio del Bajío, CONACYT, Número 1-2, Septiembre 1984.pág. 24.

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creemos que exista, un documento que hable de la fundación de esta villa, debemos considerarla como un pueblo de indios lo cual, en ninguna forma consideramos que sea un menoscabo en nuestra historia. Como sucede, aún en la actualidad, el desarrollo de nuestra población fue pautado por la cercanía de dos ciudades de mayor población: Celaya y San Miguel de Allende. Sin embargo, su producción agrícola y ganadera le permitió sobrevivir con relativa prosperidad hasta mucho más allá de la época que nos interesa en este trabajo.

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RECONSTRUCCIÓN

Asumiendo que para 1810 esta región tenía mil quinientos años de ocupación mesoamericana y trescientos años de población europea y mestiza, haremos el esfuerzo de plantear cómo debió ser esta ciudad en los albores del siglo XIX. Y lo menciono porque ya para entonces mucho de lo que había en derredor era bastante añejo, no era un pueblo recién construido. Para bien o para mal, el tamaño de nuestro pueblo en la actualidad no refleja doscientos años de desarrollo de manera tan contundente como en otros lugares. La mancha urbana, si bien es necesariamente más grande, es relativamente similar a la de entonces, como veremos más adelante y esto, más que una cuestión de estancamiento es una cuestión de limitantes naturales. El río Laja cruza el municipio de norte a sur, su cauce serpenteante pasa a una cuadra de la plaza cívica y marca una frontera hacia el norte y el poniente, el cerro de los remedios es otro punto de limitación, la pendiente de su falda se inicia a cuatro cuadras de la plaza cívica, razón por la que las partes más bajas fueron pobladas desde hace muchos años. Por si esto no bastara, el arroyo Jalpilla cruza de norte a sur, habiendo unos ochocientos metros entra ambos causes, hasta que a unos cinco kilómetros de la plaza se conjuntan.

Hago mucha referencia a la plaza cívica, un documento cercano a la llegada de españoles a estas tierras, y que en realidad es lo más cercano a un decreto de fundación,

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menciona el trazado del pueblo y el acomodo de personas, marcando todas las medidas a partir de la plaza cívica la cual, por supuesto, en ese entonces no era tal cosa sino el atrio del convento de San Francisco, mismo que, como era la costumbre en la colonia, sirvió durante muchos años como cementerio.5

Las limitantes naturales que menciono, y que se ilustran en la figura 1, permiten suponer que quienes asumieron la tarea de trazar el poblado, o regularizar los asentamientos, tomaron como punto de partida el extremo norte de este pequeño valle y de ahí hacia el sur determinaron el resto del crecimiento, en vez de tomar un punto central y tratar de extenderse, si no en todas direcciones, al menos tanto hacia el norte como hacia el sur.

Hacíamos mención al tamaño de la mancha urbana, en la figura 2 aparece una reproducción elaborada tomando como base el estado de edificación que podemos reconstruir a partir de datos de principios del siglo XX, es un siglo más, pero es poco probable que el crecimiento a lo largo del siglo XIX fuese muy grande. Tomando en cuenta los conflictos que caracterizaron esa parte de nuestra historia puede conjeturarse, incluso, un probable decremento.

5 Groenewold, Federico y Lopez-Eguía, Leonardo, Chamacuero, Origen y Destino, Presidencia Municipal de Comonfort, México, 2008,p.127

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Fig 1, Mancha urbana actual. En azul el Río Laja, en verde el Arroyo Jalpilla, la línea punteada roja muestra la falda del Cerro de Los Remedios

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Además de reducir la extensión de las construcciones, debemos retirar varias calles que no se habían abierto entonces, la más evidente es la calle Magisterio, después la calle Allende y también la calle Guerrero. Como ya dijimos la plaza cívica era el cementerio y el jardín principal data de principios del siglo XX, tal como lo atestiguan algunas fotografías, por lo que en el área del jardín debemos ubicar un espacio abierto, sin pavimentos y sin vegetación.

Muchas de las calles no tenían el perfil que tienen en la actualidad, eran meras servidumbres entre un predio y otro, los mismos vecinos solían delimitar sus propiedades con bardas de piedras sin mortero, o con algún tipo de vegetación.

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Fig. 2 Probable mancha urbana hacia 1810.

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Un padrón de finales del siglo XVIII nos dice que en el pueblo había solamente once calles:

Plaza Mayor, De la Parroquia, Del Calvario, De la Carcel, De

Apaseo, Los Remedios, de los Borregos, Salida de la Plaza, Del Rio,

Del Regulista, De Guadalupe. En tanto no tengamos información contundente, sólo podemos conjeturar cuáles eran estas calles. Del mismo padrón sabemos que Don Mariano Camargo

habitó en la casa número 2 de la calle de la Plaza Mayor. Don

Antonio Roxas Taboada habitó en la misma calle pero en la casa

número 3 y don José Ramón Servín de la Mora habitó en la calle de

Parroquia número 26.

6 Padrones Vol. 26, Exp. 7 foj. 288, 855, Proporcionado por el Sr. Eladio González.

Casa de don Antonio Roxas Taboada (de esquina a esquina aunque hoy parezcan construcciones independientes).

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Hoy en día sabemos que la calle de don Antonio Roxas Taboada está localizada en la calle Arista, y la de don José Ramón Servín de la Mora también, prácticamente enfrente de la antigua Presidencia Municipal. ¿Por qué si están en la misma calle hoy en día, aparecen en calles diferentes hace doscientos años? Creo que la explicación posible es esta: Dado que don Antonio Roxas Taboada era, muy probablemente, el hombre más acaudalado de Chamacuero, su casa debió ocupar, si no toda la manzana, sí todo el ancho hacia la calle Arista y por consiguiente la esquina y un costado hacia la plaza. Aunque su vivienda tenía acceso por la calle de Arista fue registrada en el padrón por su acceso por la calle de Abasolo. De aquí concluimos dos cosas, la antigua calle de Plaza Mayor era la calle de Abasolo y muy probablemente todo el perímetro de la Plaza; la calle de Parroquia era la Calle Arista; la Del Calvario debió ser la actual calle de Luis Cortazar. La Calle de los Remedios pudo ser la actual calle Ocampo, no me atrevería a suponer que era la plazuela Obregón que muy probablemente no existiera en absoluto. La calle Salida de la Plaza pudo ser la Calle Juárez, aunque también el tramo de Abasolo que va de Juárez a la calle Pípila. La Calle Guadalupe debió ser la calle de Matamoros, en la salida hacia Neutla, la del Río la ubicaremos en la calle Leona Vicario y nos quedan todavía La calle de Apaseo, la de los Borregos y la del Regulista de las cuales espero que alguien nos dé una pista porque no

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damos con ningún punto de referencia para trazarlas en el mapa de 1810.

El Chamacuero de 1810 debió parecerse a la reconstrucción de la figura 2. Más allá del mapa imaginemos las construcciones de aquel entonces. Se sabe que las casas más cercanas al centro de la población eran las destinadas a los españoles, según las primeras ordenanzas de la traza de

Probablemente la tipología de las construcciones más cercanas al

centro se a semejaba a esta edificación.

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una ciudad7, si bien esta división acabó siendo más de orden económico que étnico y no importaba si tal o cual persona era español, mestizo, criollo o indígena, si podía comprar una propiedad en el centro de la ciudad podía vivir en ella por ese solo motivo. De cualquier forma, las consecuencias de tal disposición eran visibles en ese momento: las casas aledañas a la plaza tenían grandes construcciones que muchas veces ocupaban toda la manzana o la mitad de ésta. Sus muros eran de adobe, los techos de viguería y baldosas de barro. La traza interior se solucionaba en torno a un patio central, debían tener una puerta enorme que permitiera el paso de carretas muy cargadas que cruzaban el patio central para llegar al fondo de la casa, donde estaban los corrales y los espacios de servicio; más al fondo solía haber una huerta de árboles frutales. Algunos patios pueden observarse todavía en las construcciones existentes, algunos otros alcanzamos a conocerlos antes de que desaparecieran, lo mismo que las huertas, algunas de las cuales son aún visibles en el plano actual, aunque muchas de ellas ya no sean un factor económico de relevancia. Las habitaciones eran muy altas, casi cinco metros de piso a techo, lo cual por supuesto se traducía en altísimas fachadas de muros aplanados con mortero de cal

7 Sánchez de Tagle, Esteban. Los dueños de la calle. Una historia

de la vía pública en la época colonial. México: Departamento del Distrito

Federal/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1997.

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apagada y terminados en colores de tierra: ocres, naranjas, amarillos, marrones, rojos. Todas las construcciones eran de una sola planta, pero por la gran altura de los espacios interiores las fachadas presentaban un aspecto muy señorial, más notorio en las construcciones más céntricas, lo cual es visible aún hoy en día. Los marcos de puertas y ventanas eran de cantera de un tono café claro, propia de esta región. Las puertas eran entableradas, muy gruesas de madera de mezquite. Las ventanas tenían contraventanas interiores del mismo material o tenían grandes enrejados por el exterior. Muchos de esos muros de adobe, marcos de cantera y puertas de madera sobreviven en algunas fachadas, aunque, por motivos prácticos, el primer elemento que los moradores substituyen es la puerta de madera, la cual es remplazada por alguna puerta de metal a la que suelen agregarles ornamentos para darle el aspecto antiguo que no suelen tener por sí mismas.

Hay un elemento en estas casas que tenía un uso práctico y que, de una u otra forma era notorio en las fachadas; me refiero a las celosías de tabique que dividían las azoteas; celosías muy altas, de casi dos metros, que marcaban notoriamente el límite entre una construcción y otra, como para que el vecino no tuviera la tentación de asomarse a casas ajenas y mucho menos de pisar las azoteas de otras personas. Creo que la importancia de estos elementos era más bien simbólica, era una forma de marcar la línea divisoria que podía no ser clara. Su constitución y aspecto eran frágiles, podrían ser derruidas fácilmente, así que no ofrecían mucha

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protección. También podían, por su forma, ser escaladas, todo lo cual no las hacía un elemento de seguridad en caso de algún tipo claro de ataque, pero sí protegían de ataques indiscretos y silenciosos. No puedo asegurar que estos elementos ya estuvieran presentes a finales del siglo XVIII, tal vez la cantidad de sucesos violentos que se iniciaron en 1810, y duraron hasta el porfiriato, propiciaron la construcción de estas celosías. En este siglo XXI, sobreviven tres de estos elementos diseminados por las azoteas del centro de nuestra ciudad, tal vez porque no han desaparecido del todo los vecinos indiscretos.

Celosías de tabique sobre las azoteas, Calle Benito Juárez (hacia 1910).

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Imaginemos las calles, primero quitemos todo tendido eléctrico y telefónico, por supuesto que esa terrible maraña de cables no existía; algunas calles tenían pavimento de piedra bola, con una marcada pendiente hacia el centro para el desalojo de las aguas pluviales; las banquetas eran de piedra laja, algo muy práctico para circular, sobre todo en las a calles que sólo tenían tierra apisonada lo cual, en caso de lluvias constantes, podía hacerlas intransitables para los vehículos, no así para personas y animales. Si nos alejamos del centro, hacia las zonas que originalmente fueron designadas para la población indígena, veríamos que las casas van siendo más pequeñas, muchas de ellas con muros de adobe sin aplanar y con techos de teja sostenidos por morillos o vigas. Los paramentos de las calles no estaban tan definidos y es probable que el trazo de muchas de ellas fuera irregular, las viviendas de los pobladores indígenas se ubicaban en el centro de sus predios y la periferia de las mismas servía para realizar muchas actividades, por ello era frecuente que su colindancia con la calle no estuviera claramente marcada o fuera sugerida con bardas de piedras encimadas, de ramas o de diferentes tipos de vegetación sembrada para tal objeto.

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En relación a los edificios y lugares públicos el más destacado es el templo de San Francisco que presentaba (como hasta hace unas semanas) sus hermosos muros de piedra de tonos cafés. El atrio se extendía hasta la calle que ahora suponemos se llamaba de la Parroquia y en la actualidad sería la prolongación al norte de la calle de Arista. Sabemos también que no tenía esa torre que ahora lo caracteriza sino una espadaña quizá más acorde a su fachada original. Dicha fachada ya lucía, en ese entonces, como la vemos en la actualidad. Si nos internáramos un poco en el templo no veríamos todos los retablos de cantera de los muros laterales, en su lugar habría unos retablos barrocos de

Templo de San Francisco, todavía con el campanario original (hacia 1910)

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madera, dorados, muy similares a los que pueden (y deben) admirarse en el transepto del templo. El claustro no tenía el hermoso segundo piso que recordamos se construyó en los años setenta del siglo XX.

El jardín principal no tenía los árboles que ahora conocemos, muy probablemente era una extensión de tierra con algunos árbol silvestres aquí allá. El templo de los remedios estaba allá arriba y al decirlo me refiero a que la larga rampa y las terrazas que lo caracterizan no habían sido construidas. Del mismo modo que la extensión de su nave era mucho más corta, no comprendía el transepto actual, ni la cúpula, ni el ábside.

La vida debió ser marcadamente apacible, regulada por los ciclos agrícolas y las festividades. Sin lugar a dudas que la fiesta de los remedios y las celebraciones del corpus ya eran un punto de referencia en el calendario litúrgico y mucho más en la conciencia festiva de los chamacuerenses de aquel entonces.

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ALGUNOS CHAMACUERENSES

Don Antonio Roxas Taboada no era chamacuerense, de hecho era español peninsular, en 1779 casó con doña María Josefa Camargo, ella sí nacida en México. Era el hombre más adinerado en ese entonces en Chamacuero, propietario de varias haciendas en la periferia de nuestro pueblo. La leyenda cuenta que no podía tener hijos (bueno, entre él y su esposa no lograban procrear un hijo) y que don Antonio ofreció costear la construcción del piso de la parroquia si esa ilusión se le concedía. Se dice que el matrimonio tuvo una hija, pero ésta murió muy pequeña, fue bautizada como Manuela. Más adelante doña Josefa dio a Luz a otra niña que, de manera similar a su hermana, fue bautizada como Manuela pero también murió de muy corta edad. A las dos hermanas siguió una tercera que recibió el mismo nombre pero que, a diferencia de sus hermanas, no falleció en la infancia y vivió para integrarse a la historia de nuestro municipio. Nació el quince de junio de 1786 según lo expresa su fe de bautismo y que textualmente reza:

AL CENTRO: En el año del Señor de mil setecientos ochenta y seis años, a quince de junio Yo el Bachiller don JoaquínCamargo, Teniente de Cura de este pueblo de Chamacuero, exorcicé, bauticé, puse óleo y chrisma a una infanta española del pueblo, a quien puse por nombre María Manuela Antonia Basilia, hija de don Antonio Taboada y de doña María Josefa Camargo. Fueron sus padrinos don José Mariano Camargo y doña Juana de Iriarte, españoles de este pueblo. Les advertí suobligación y parentesco espiritual. Y para que conste lo firmé con el Señor Cura.- Br. José Montes.- José Joaquín Camargo.

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Archivo Parroquial de Comonfort. Guanajuato. Bautismos de españoles, carpeta 5, de los años 1784 a 1790, folio 20v.8

Don Antonio solventó la construcción de un piso de madera para el templo, mismo que permaneció durante más de ciento cincuenta años hasta que fue substituido por uno de diferente material. Doña Manuela era notable por su discreción y su hermosura, según la describe el Dr. José María Luis Mora9. En 1805 casó con don Mariano Abasolo originario de la ciudad de Dolores. Don Antonio Roxas Taboada tuvo al menos otro hijo, llamado Pedro Taboada quien también participó en la primera etapa de nuestra independencia. Como ya hemos dicho doña Manuela Taboada vivía en la calle de la Plaza Mayor, en el edificio del gobierno municipal que suponemos era una sola casa con la que actualmente es propiedad de la familia Rodríguez Guevara. En la misma calle de Plaza Mayor vivía el señor Antonio Camargo, hermano de doña Josefa Camargo, madre de Manuel Taboada. Además de suponer maliciosamente que el acaudalado Antonio Roxas arrendó o consiguió una casa vecina de la suya para don Antonio Camargo, el hecho es trascendente porque don Antonio Camargo y doña María Juana de Iriarte son los padres del insurgente José Leonardo Ignacio Camargo, nacido en Chamacuero en 1783, quien, entre otras acciones, acudió el veintiocho de septiembre a conferenciar con el intendente Riaño al interior de la Alhóndiga de Granaditas en la ciudad de

8 Groenewold, Federico y Lopez-Eguía, Leonardo, Op cit, pág 190.9 Mora, José María Luis, México y sus Revoluciones 3, Obras

Completas, Vol.6, Secretaría de Educación Pública/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México, 1994.pág.103.

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Guanajuato. Como ya se habrá deducido, el destacado insurgente Ignacio Camargo y la señorita Manuela Taboada no sólo eran chamacuerenses y de edades muy similares sino que eran primos hermanos. Un detalle anecdótico es que don Antonio Rojas Taboada y doña Josefa Camargo así como don José Mariano Camargo y doña María Juana de Iriarte contrajeron matrimonio el mismo día y en la misma ceremonia. Siempre he de lamentarme que, además de que no pudimos asistir, no queda una descripción de la tremenda fiesta que debe haber habido en Chamacuero ese veintidós de septiembre de 1779. En el año 1805 Mariano Abasolo se casó con Manuela Taboada, ella tenía diecinueve años y él veintiuno. Mariano Abasolo ha trascendido a la historia como un hombre poco afecto a la violencia (situación paradójica siendo militar) y que apenas destacó en el ejército insurgente. Tal vez por eso encontró un complemento afectivo a su carácter en la persona de Manuela Taboada, de quién se sabe que era enérgica e inteligente, atributos que en esa época eran mal vistos en las mujeres que los demostraban.

Por si lo anteriormente comentado no pareciera algo muy particular, debemos decir que frente de la casa de los Taboada, vivía don José Ramón Servín de la Mora, también español pero no hacendado, dedicado al comercio y casado con doña María Ana Díaz de Lamadrid; en el mes de octubre de 1794 vieron llegar a su primogénito quien fue bautizado con el nombre de José María Luis. Debió llamarse José María Luis Servín de la Mora Lamadrid, pero la costumbre de aquél entonces sugería a los españoles no transmitir su primer

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apellido a sus hijos, por ello el joven fue conocido como José María Luis Mora y debido a que a los veintiséis años obtuvo en el título de doctor en teología, pasó a la historia como el doctor José María Luis Mora o como el doctor Mora quien, por si alguien no lo sabe, no sólo es el chamacuerense más ilustre que ha existido sino uno de los pensadores más claros y más brillantes de nuestro país. No es difícil conjeturar que los jóvenes Manuela y Pedro Taboada, Ignacio Camargo y José María Luis Mora con toda seguridad se conocían. Su forma de ser y su formación los habrán hecho amigos cercanos o convencionales, tal vez platicaban cuando se topaban en la calle, asistían a misa en el mismo horario o coincidían en alguna fiesta. Pero seguro es que ninguno de los cuatro, siendo tan jóvenes, imaginó la forma en que su memoria pasaría a formar parte de la historia de nuestro municipio.

Casa de don José Ramón Servín de la Mora, donde nació su ilustre hijo, el doctor José María Luis Mora.

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SEPTIEMBRE DE 1810

Una vez dicho todo lo anterior, hablemos del diecinueve de septiembre de 1810, no sin antes aclarar que la tradición oral, tan dada a las visiones románticas y no siempre ajena a la verdad, ha colocado muchos datos y sucesos en la memoria colectiva, los cuales no constan en escrito o documento alguno pero que prevalecen hasta nuestros días sin que a casi nadie le preocupe corroborar su veracidad, incluso algunos de estos sucesos son irrelevantes, o son detalles anecdóticos. Sin embargo, pese a que su autenticidad no ha sido corroborada, tampoco hay nada que demuestre lo contrario. En el curso de este trabajo mencionaremos algunos de estos datos, porque a final de cuentas forman parte de lo que ha trascendido de aquel histórico día.

Por la puntualidad del tema motivo de este trabajo no hablaremos de los antecedentes del movimiento independentista ni de la conspiración de Querétaro. Damos por sabido que la madrugada del dieciséis de septiembre de 1810 el cura Hidalgo, acompañado por Ignacio Allende y Juan Aldama, convocó a la población a la lucha por la libertad, con la arenga que luego se conocería como el histórico grito de Dolores. El ejército insurgente llegó a la ciudad de San Miguel Allende el dieciséis de septiembre de 1810 y salieron de este lugar el diecinueve de septiembre. En la caravana según sabemos:

“…Iban por delante los indios en cuadrillas más o menos grandes, según la extensión de los ranchos de donde

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habían venido, y sujetos al mismo capitán que tenían elegido muy de antemano conforme a la antigua costumbre… Esta chusma en su ordinaro pelaje a pie y sin mar armas que hondas, garrotes y malos cuchillos, pasaba de dos mil: seguían los rancheros en los propios términos y malos cuchillos, pasaba de dos mil: seguían los rancheros en los propios términos con poca diferencia, en cuanto a su arreglo, todos a caballo vestidos de cuero los más y con lanzas y machetes, su número era poc más o menos de cuatro mil: después los señores Hidalgo, Allende, Aldama, Don Luis Malo, lo dos hermanos Cruces, Don Juan y Don Ignacio, Don José de los Llano, Don Joaquín Ocon, Don Mariano Abasolo, Don Ramón González, Don Ignacio Santelises y otros oficiales cuyos nombre no hemos podido saber, todos con el propio grado que obtenía bajo el gobierno españo y por último los dragones de la reina, en cuyo centro fueron colocados los españoles que, como hemos dicho, estaban presos.”10

Una de las más repetidas anécdotas, que recogen varios autores en sus crónicas,11 menciona que al llegar a Chamacuero el padre Hidalgo descansó del camino en un portalillo situado en la esquina de las actuales calles de

10 Lara Valdés José Luis, Historia del Ejército en Guanajuato, Primera Parte 1760 hasta 1810, Archivo General del Gobierno del Estado

de Guanajuato, México, 2003, pág.72-74.11 Castillo, Luis, Hidalgo la Vida del Héroe, Frente de Afirmación

Hispanista A.C. Honorable Ayuntamiento de Morelia, México, 2003, Tomo II, p.27

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Allende y Pípila (qué coincidencia de nombres). Este portal era totalmente atípico en las plazas del pueblo, seguramente fue el único elemento de estas características que se llegó a construir en Chamacuero, quizá por eso fue demolido.

Afortunadamente hay una fotografía, que, aunque muy posterior, nos muestra el sitio del presunto descanso. Más aún, se dice que había uno o varios poyos a la sombra de dicho portal y que en uno de ellos se sentó el padre Hidalgo y emitió varias órdenes. Creo que dichos poyos son también visibles en la fotografía y sobtre ellos descansa un grupo de antiguos chamacuerenses. Algunos autores mencionan este detalle y lo atribuyen a la tradición oral; como dijimos al

Portalillo donde se cree que descansó el Padre Hidalgo, fue demolido hacia 1930, a la derecha se aprecian los “poyos” y varios antepasados nuestros ilustrándonos la forma en que se usaban dichos elementos arquitectónicos.

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principio, no hay un documento que lo corrobore ni que lo desmienta, nos queda emitir nuestro juicio al respecto: Por el texto transcrito arriba podemos colegir que el número de personas que componían el creciente ejército insurgente era de alrededor de seis mil al momento de salir de San Miguel Allende. Ees más que probable que en el transcurso (no breve) entre San Miguel y Chamacuero se hubieran sumado bastantes más para un total de siete u ocho mil. Los comandantes venían casi al final de la marcha, si a este pequeño pueblo —más pequeño en 1810— llegaron ocho mil individuos, muchos de ellos montando a caballo, es muy dificil que a su arribo, Hidalgo encontrara un lugar libre para descansar. Otro punto a considerar es que la ruta más lógica llevara a Hidalgo a cruzar el pueblo hasta llegar al templo de San Francisco y en esa plaza, de mayor importancia y relevancia, haya dictado órdenes o descansado, sin que tuviera necesidad de dirigirse al portal de la esquina del jardín aledaño. Pero como ya dijimos, este detalle lo consideraremos como información no corroborada.

Suele creerse que el paso de los independentistas por Chamacuero carece de relevancia, por lo menos en comparación con lo sucedido en otras ciudades. Vale la pena considerar dos factores muy trascedndentes, aquí recibió Hidalgo una suma importante de dinero y, como veremos más adelante, se sumaron una gran cantidad de hombres a las fuerzas de el ejército insurgente.

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Dejando a un lado dónde descansó el cura Hidalgo, consta en documentos que capturó al español Blas de la Cuesta y al cura de San Franciso de nombre José María Tellez, entre dichos documentos está el primer edicto de excomunión de Abad y Queipo:

«...usando de la autoridad que ejerzo como obispo electo y gobernador de esta mitra, declaro que el referido don Miguel Hidalgo, cura de Dolores, y sus secuaces, los tres citados capitanes [Allende, Aldama y Abasolo], son perturbadores del orden público, seductores del pueblo, sacrílegos, perjuros, y que han incurrido en la excomunión mayor del Canon Siquis suadente diabolo, por haber atentado [contra] la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados. Los declaro excomulgados vitandos [eran llamados así aquellos con quienes no se podía lícitamente tratar ni comunicar en las cosas que se prohibían por la excomunión mayor], prohibiendo, como prohíbo, el que ninguno les dé socorro, auxilio y favor, bajo la pena de excomunión mayor, ipso facto incurrenda, sirviendo de monición este edicto, en que desde ahora para entonces declaro incursos a los contraventores [....] 24 de septiembre de 1810. Manuel Abad Queipo, obispo electo de Michoacán» 12

Otra de las anécdotas de la tradición oral dice que el cura Tellez fue abofeteado por Hidalgo cuando se negó a entregarle alguna aportación económica para la causa, otras versiones más radicales afirman que el cura José María Tellez fue fusilado por los insurgentes, convirtiéndose en la primera víctima mortal del movimiento independentista. De lo primero debemos decir, como del poyo del portal, que nada lo

12 Hernández y Dávalos, Juan E., Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, t. II, Docto. 44]

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comprueba y nada lo desmiente. De lo segundo hay un documento sumamente interesante en el archivo parroquial del templo de San Francisco, la página correspondiente al diecinueve de septiembre muestra la firma del padre Tellez atestiguando la sepultura de María Victoriana, india párvula.13 En los días subsecuentes su firma sigue apareciendo, lo cual, por supuesto, demuestra que su fallecimiento no sucedió el diecinueve de septiembre. Pero si fue tomado preso ¿cómo es que su firma sigue figurando en el libro de manera ininterrumpida durante varios meses? Se nos ocurren dos explicaciones: la primera que su cautiverio debió ser muy corto, que Mariano Abasolo, quien se caracterizó por su clemencia y por salvar de la ejecución a muchos prisioneros, debió interceder para su liberación. Si así fue es probable que su cautiverio fuera de algunas horas, de cualquier manera, para Abad y Queipo el hecho de tomar prisionero a un sacerdote era uno de muchos motivos de excomunión, así éste permaneciera cautivo unas horas o unos meses. Una situación más factible es que el libro notarial fuera redactado y firmado con posterioridad a los sucesos que registra, es decir que en algun documento temporal se llevaba el registro de las defunciones, bautizos y matrimonios y posteriormente se transcribía al libro y se firmaba; apoya esta hipótesis el hecho de que las páginas del libro suelen estar escritas con la misma letra, es decir las escribió una misma persona, independientemente de que las firme el cura Téllez o el teniente de cura Pedro Muxica. Esta posterioridad a que nos

13 Archivo Parroquial de Comonfort. Guanajuato. Entierros, carpeta 5, de los años 1805 a 1813, folio 116v

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referimos pudo ser de una o varias semanas, lo cual explicaría por qué los documentos parecen hacer constar que el padre Téllez nunca se asuentó de Chamacuero. Debo aclarar algo que es evidente, si la firma del padre Téllez aparece en el libro, podemos especular mucho sobre cuándo lo firmó, pero no le darían a atestiguar un suceso en el que no hubiera participado. Es decir, supongamos que el día diecinueve dio sepultura a María Victoriana y momentos después fue tomado prisionero, su firma aparece nuevamente el día veintiuno, ello significa, sin lugar a dudas que ya para entonces había sido liberado y ello nos lleva a creer más en la versión de un cautiverio muy breve. No podemos afirmar lo mismo del español Blas de la cuesta, ya que no se tienen noticias del destino que corrió. Conociendo la nota que Hidalgo envía a las autoridades de Celaya pidiendo la rendición de la ciudad, puede haberle ocurrido cualquier cosa a don Blas de la Cuesta. La nota dice en su Postdata:

“…En el mismo momento que se mande dar fuego contra nuestra gente, serán degollados sesenta y ocho europeos que traemos a nuestra disposición…”14

Al menos en Celaya tal amenaza no se cumplió o no hubo suficientes motivos para cumplirla.

El padre Hidalgo recibió en Chamacuero dos importantes aportaciones monetarias; una provino de doña

14 Vargas, Fulgencio, Camino de la Insurgencia, Ed. Archivo del

Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2003, pág.28.

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Manuela Taboada quien, como ya hemos mencionado, era hija del hombre más adinerado del pueblo. En franco apoyo a la causa, seguramente por la militancia de su marido —Mariano Abasolo— en el ejército rebelde, entregó la cantidad de cuarenta mil pesos en oro15. No tengo una idea clara de lo que esa cantidad representaría en la actualidad, pero al mometo que esto escribo un peso oro se recibe en trescientos cuarenta y seis pesos mexicanos, bajo este supuesto, la aportación de la familia Taboada a la causa insurgente fue la nada despreciable cantidad de trece millones ochocientos cuarenta mil pesos mexicanos del siglo XXI. Bien es sabido que en aquella época el oro no era tan caro como en nuestros días, pero también habría que analizar (y no se me ocurre cómo) qué se podía comprar con un peso oro en aquel entonces; me atrevo a suponer que se podía comprar más de lo que hoy se compra con trescientos cuarenta y seis pesos. Lo que sí podemos percibir es que la suma otorgada fue muy grande y ello convierte a doña Manuela Taboada en una benefactora del movimiento insurgente sean cuales hayan sido las motivaciones que tuvo para tan generosa donación. Por esa misma razón no es menospreciable la importancia que tuvo para la causa insurgente su paso por esta población, aunque muchos autores antiguos y modernos lo pasen por alto en detrimento de su propia acuciosidad histórica. Hay que aclarar que el cura Hidalgo recibió este dinero en calidad de préstamo y extendió un pagaré (o un documento equivalente) con la intención de resarcir los cuarenta mil pesos a sus benefactores

15 De la Fuente, José, Hidalgo Íntimo, Ed. Archivo General del Estado de Guanajuato, México,2003, p, 247 y 248

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en cuanto los insurgentes asumieran el poder y estuvieran en condiciones de hacer semejante pago. Es fácil imaginar, aunque es irrelevante, que doña Manuela dio por perdida aquella pequeña fortuna en cuanto salió de sus manos, más aún cuando los jefes insurgentes fueron capturados y muertos en el norte del país. Sin embargo, el documento permaneció en su familia durante muchos años, hay que aclarar que no con sus descendientes, sino con sus herederos, pues su estirpe no llegó hasta el siglo XX. Ya en la época porfiriana, una mujer de nombre Ana Galván presentó el documento a don porfirio Diaz a través de un par de abogados. La deuda fue reconocida y liquidada por el gobierno del General. Quizá por la cercanía del bicentenario, quizá por que lo creyera justo o, más probablemente, por el honor de considerar a su gobierno como heredero del movimiento insurgente, al reconocer los compromisos firmados por Hidalgo se hizo parte, a pesar del siglo de distancia, de aquel primer gobierno independiente que surgió con el grito de Dolores. Ana Galván era la viuda del último descendiente de Mariano Abasolo y por consiguiente de la propietaria original de ese dinero: doña Manuela Taboada Camargo.

Pero la ayuda económica que los rebeldes recibieron a sus paso por Chamacuero no termina ahí, el padre del Dr. Mora fue conminado a dar su aporte para la causa. No puedo resistir la tentación de que sea elpropio doctor Mora quien nos lo platique, aquí transcribimos un fragmento de su libro denominado “Obras sueltas”:

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“Mora ha nacido de una familia muy decente y que ha tenido su fortuna en el Estado de Guanajuato y pueblo de Chamacuero. Cuando empezó la insurrección un ranchero, llamado Montaño, se presentó de parte del cura Hidalgo en casa de su padre (D. José Ramón de Mora), y comenzó por hacerse entregar diez y ocho mil pesos; para salvar otros setenta y tres mil, que quedaban en casa, se trasladaron a Celaya y depositaron en el Carmen de donde los tomó Hidalgo, arruinando en un día completamente la familia de Mora, a la cual pertenecía a lo menos la mitad de esas cantidades. Sin embargo, cuando todo mundo se ha hecho pagar tal vez más de lo que se le había quitado, la familia de Mora nada ha reclamado de lo que perdió, y ni aun siquiera se ha ocupado de hacerse reconocer el todo ni parte de esta deuda.”

En este relato del Dr. Mora (nótese que el se llama así mismo Mora, a secas) destacan varias cosas: la primera es que no fue el cura Hidalgo en persona a solicitar dinero, envió a “Un ranchero de apellido Montaño” y de manera comprensible don José Ramón entegó una cantidad fuerte, practicamente el veinte por ciento de su capital, con la intención de salvar el otro ochenta por ciento que envió a El Carmen en Celaya. Cuando Hidalgo pasó, horas más tarde por esa ciudad, tomó todo lo que estuvo a su alcance. Podemos justificar que Hidalgo sustrajo todo lo que pudo por la evidente necesidad de aprovisionar su ejército para las batallas que se aproximaban. Esto parece más congruente que suponer que lo movía la ambición o el deseo de volverse acaudalado. En el

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fragor de semejante industria es probable que él mismo no supiera qué iba a hacer con tales contidades de dinero. Si bien es cierto que en algunos momentos de su etapa como insurgente cometió actos muy censurables, muchos de ellos encaminados a la exaltación de su persona.

Doña Manuela taboada entregó cuarenta mil pesos oro a la causa, don José Ramón Servín de la Mora entregó diecisietemil por su voluntad, pero aparte de ser mucho menos acaudalado, no tenía parientes enrolados entre los insurgentes como sí los tenía doña Manuela. Ello debe darnos una idea del tremendo sacrificio que debió significar el ceder esa cantidad. Quizá no podamos comprender a cabalidad cuánto debió lastimarle perder en un solo día todo lo que había construído en su vida dedicado al comercio, apoyando sin pretenderlo una causa que dificilmente habrá sido de su agrado y a la que más dificilmente le habrá visto posibilidades de terminar con éxito.

Pese a todo lo anterior no creo que nadie pueda poner en duda la imparcialidad de don José María Luis Mora cuando narra los sucesos de ese tiempo en su gran obra “México y sus revoluciones”.

Si sacamos cuentas veremos que la importancia de Chamacuero en la primera etapa de la insurgencia es grande, medida en el aporte económico que dos de sus habitantes hicieron. En conjunto entregaron la cantidad de ciento treinta y un mil pesos oro que, con la misma paridad que ya aplicamos, equivalen hoy en día a cuarenta y cinco millones

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trescientos veintiséis mil pesos mexicanos. Insistimos, el oro no era tan caro entonces, la vida tampoco. Pero la contribución de Chamacuero no sólo queda en oro. A los chamacuerenses nos gusta analizar cuántos hombres salieron el diecinueve de septiembre de San Miguel y cuántos llegaron a Celaya, la diferencia entre ambas cifras representa el número de antepasados nuestros que engrosaron las filas del ejército independentista. Ojalá esta cantidad que tanto orgullo nos depara fuera así de facil de calcular, lamentablemente no todos los historiadores van dejando referencias del número de efectivos que acompañaban a los mandos insurgentes en su periplo. Algunos no dan información de ciertas etapas, otros de otras y hay muchos datos contradictorios. Por otra parte, es casi unánime el consenso de que en Celaya el ejército comprendía más de cincuenta mil hombres. Pero casi nadie nos dice cuántos entraron a dicha población pues, siendo una ciudad grande, debió aportar una cuota de militantes muy alta, la cual dejamos al justificado orgullo de los celayenses, pero a nosotros, al menos en este libro, nos interesa saber concretamente cuántos salieron de San Miguel y cuántos entraron en Celaya.

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En la tabla 1 se aprecia la disparidad en los datos, aunque hay cierto concenso de que de San Miguel salieron seis mil soldados; cuatro autores coinciden en ello. No tan concluyente es el dato de llegada a Celaya. Sólo por que nos parece el más congruente, pero no tenemos otro argumento en pro, tomamos como válido el dato que consigna el maestro Isauro Rionda: veinte mil efectivos, esto con unas matemáticas apresuradas nos dice que Chamacuero dio catorce mil de sus hijos a la lucha libertaria. Les llamo matemáticas apresurads por varios motivos:

El ejército insurgente venía cobrando seguidores a lo largo de su recorrido, esto sucedía de manera exponencial, pues mientras mayor era el contingente más gente se le unía. El territorio que corresponde a San Miguel no termina a la salida de la ciudad ni el de Celaya se inicia en su acceso, en el

MAPA 1

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mapa 1 se ve que, por el contrario, el territorio chamacuerense es muy angosto de sur a norte, que es la dirección que se sigue para cruzar de San Miguel a Celaya. De las haciendas y las comunidades que quedan en el trayecto se unieron muchas personas, así como de nuestro pueblo. Pero ¿qué porcentaje de esos catorce mil hombre podemos decir que son chamacuerenses, ya sea del medio rural del municipio o de la cabecera municipal? Muy probablemente la proporción de habitantes de entonces sea similar a la actual, dado que Chamacuero no ha tenido un incremento exponencial desde los albores del siglo XIX, ni se han desarrollado poblados en los municipios aledaños. Claro, habría que considerar el grado de respuesta de unos y otros habitantes, lo cual queda ya en el ámbito del individuo y es muy dificil de imaginar. Partiendo de la población actual sí podemos afirmar que más de la mitad de aquellos catorce mil hombres eran habitantes de nuestro municipio. Siete mil hombres aportó Chamacuero a la causa insurgente si nuestras consideraciones son certeras. No son pocos, más si consideramos que de Dolores y San Miguel partieron seis mil nada más y son dos ciudades mucho mayores, aunque ya aclaramos el fenomeno de crecimiento exponencial. Los otros siete mil se sumaron desde las haciendas y comunidades de San Miguel y Celaya y del poblado de San Juan de la Vega. ¿Cuántos de nuestros ancestros habrán regresado a su pueblo? ¿Cuántos habrán quedado en el camino y entregado su sangre para la construcción de la patria? Lo único que sabemos es que cuando fueron llamados ahí estuvieron y

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marcharon con el ejército insurgente a la altísima causa de darnos independencia y libertad.

Hay otro suceso que otorga cierta trascendencia al paso de las fuerzas independentistas por nuestro pueblo, varios investigadores mencionan que fue aquí donde los jefes insurgentes decidieron dirigirse a Celaya en lugar de dirigirse a Querétaro16, esta última opción parecía más conveniente por dos motivos: Tenían un gran número de seguidores en esa ciudad y quedaban más cerca del objetivo final, la ciudad de México. Sin embargo, encaminaron sus pasos a Guanajuato, pues tuvieron noticia de que la ciudad de Querétato se había puesto en estado de defensa y tomarla parecía una empresa más costosa que seguir hacia Guanajuato.17 Es dificil conjeturar con acierto cuál habría sido el resultado si Hidalgo hubiese decidido marchar sobre Querétaro. Quizá hubiera podido tomar la ciudad y seguir su paso hacia la ciudad de México, pero qué más da imaginar lo que tal acción pudo significar, si días más tarde el ejército insurgente tuvo a su merced la ciudad de México y retrocedió, dando lugar a una de las más cuestionadas e incomprendidas decisiones que registra nuestra historia.

Con sus recursos incrementados en ciento cuarenta y un mil pesos oro y en siete mil combatientes, Hidalgo y sus

16 Castillo, Luis, Hidalgo la Vida del Héroe, Frente de Afirmación Hispanista A.C. Honorable Ayuntamiento de Morelia ,México, 2003, Tomo II, pág.27

17 Ibídem. Pág. 33.

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hombres salieron de Chamacuero el día diecinueve de septiembre por la tarde. Nunca en su derrotero volverían a pasar por nuestro pueblo. Ello no significa que Chamacuero haya sido ajeno al resto de los acontecimientos de la lucha por la independendencia; baste recordar que Albino García y Andrés Delgado hicieron esta región teatro de sus operaciones, las cuales se prolongaron por varios años.

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AMOROSO EPÍLOGO

Pese a todo lo dicho, el episodio más importantes de la vida de doña Manuela Taboada no sucedió en septiembre de 1810 sino unos meses después. Como sabemos, el ejército detuvo su marcha casi a a las puertas de la ciudad de México y no volvió a conocer la victoria, tras la batalla del Puente de Calderón terminaron por dirigirse hacia los Estados Unidos. Es muy importante hacer mención que durante este periodo, en muchas ocasiones Mariano Abasolo intercedió a favor de los prisioneros que tomaba el ejército insurgente, muchos de ellos españoles. Hombre contrario a la violencia y al derramamiento de sangre, salvó de la ejecución a muchas personas. Su esposa, doña Mauela Taboada, le insistió desde los primeros momentos de la lucha a que se separara del ejército insurgente al cual no auguraba ella un buen desenlace, acerca de esta mujer nos dice el Dr. Mora: “ Doña

Manuela Taboada, nacida de una familia rica y principal del pueblo de Chamacuero, en el estado de Gunajuato, se había casado un año antes de empezar la insurrección con Abasolo; aunque de muy corta edad, se había hecho ya notable por su discreción, y fue una de las pocas personas que conocieron y pronosticaron el triste resultado de los desórdenes que acompañaron a los primeros movimientos; ella, por el ascendiente que ejercía en su marido, contribuyó a la oposición que éste siempre hizo a las matanzas de españoles decretadas por Hidalgo, el cual la tomó en grande aversión por la mortificación que le causaba ver censurada su conducta y paralizadas hasta cierto punto sus operaciones, por la

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oposición de una joven en la cual no quería ver otras prendas, que los atractivos de su hermosura.”18

Hasta aquí nuestra cita del doctor Mora. Manuela Taboada se casó con Mariano Abasolo unos años antes, concretamente el veintiuno de junio de 1805 como lo indicaba el libro notarial correspondiente antes de que desapareciera:

AL MARGEN: Casamiento y velación con licencia de S.S. Illma. y dispensa de banas de don José Mariano Abasolo y doña Manuela Taboada. A. CENTRO: En el año del Señor de mil ochocientos cinco años, en veinte y uno de junio, en la Iglesia Parroquial de San Francisco de Chamacuero, yo, el Bachiller don Manuel Ildefonso de Ubago, Cura y Juez eclesiástico por Su Majestad, habiendo precedido todo lo dispuesto por el Santo Concilio de Trento y con licencia y dispensa de banas de S.S Illma., examinadosen la doctrina cristiana, confesados y comulgados de un día antes, casé y velé In faciæ Eclesiæ a don José Mariano de Abasolo con doña Manuela Taboada y Camargo. Padrinos don José Larinus y doña Rosa Cabadilla, españoles,casados de Dolores. Testigos a el verlos casar y velar don Ignacio Albis, presbítero, don Joaquín Camargo. Y lo firmé Manuel de Ubago. NOTA AL MARGEN: Se sacó en 8 de junio de 1824. Aragón. Archivo Parroquial de Comonfort. Guanajuato. Matirmonios de españoles. Vol 3. folio 57. (El original de este documento está perdido).19

Como no queriendo decirlo el doctor Mora nos comenta que Manuela Taboada era hermosa. Mucho conocimento de causa tenía a este respecto ya que la conocía desde su tierna infancia. Pero, ¿cómo asegura que ella pronosticó el triste resultado de la empresa de Hidalgo? Se conservan dos cartas que Manuela le dirige a su marido

18 Mora, op. cit, pág. 103.19 Groenewold, Federico y Lopez-Eguía, Leonardo, Op cit, pág. 194.

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cuando éste y los demás insurgentes se dirigían al norte, las transcribimos:

San Luis Potosí.—Queridísimo hijo mío: con grandísimos trabajos he llegado hasta aquí en busca tuya y de mi hermano, con el destino de que se retiren del ejército, y si pueden váyanse por Dios á los Estados-Unidos: yo veré despues como los sigo, porque esto anda muy malo con las cosas que han hecho, que á no ser esto ya se hubieran salido con la empresa; pero con semejantes iniquidades de degollar á sangre fría á muchos inocentes, ¿como Dios ha de protejer? esto es imposible: vergüenza es oír el valor de los de ese ejército, que en viendo gente armada echan á correr y á los rendidos que se vienen á entregar sacarlos á degollar con tanta lástima: ¡que vileza! y lo peor es que unos la hacen y todos lo pagan. Por Dios te pido, y por lo que mas ames, que será tu hijo, que no sigas en esto, ni Pedrillo, aunque veas las cosas muy placenteras; por María Santísima y por vida mia te pido (si es que me quieres), que te vayas a los Estados-Unidos, y no vengas á estas cosas, aunque vengan ejércitos á montones de ingleses. Ya sabes el fin funesto del padre Mercado después que lo derrotó Cruz, y á Letona le quitaron los poderes, y se dio veneno en la prision: se dice que todos los lugares que estaban antes por el cura, no quieren ni oirlo mentar, y mas cuando la capitana que traía vestida de hombre y hoy está en las recojidas, ha contado á todos los de Calleja horrores del cura, que lo acreditan tal hereje, y mil vilezas; di tú si habrá quien quiera seguir su partido, que se ha hecho afrentoso, y á todos nos ha hecho infelices, y tú me harás mucho mas si no haces lo que te digo: te retiras ó te vas, pues es el único consuelo que le queda en tanto pena á tu infeliz esposa —Manuela. 20

Intercalamos nuestras observaciones a esta misiva

20 Tomo 2 – V-III Hernández Dávalos, Operaciones de Guerra. Págs. 408 - 593 Núms 408 – 209. A.G.

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San Luis Potosí.—Queridísimo hijo mío: (El tratamiento de hijo revela mucha ternura y mucha cercanía) con grandísimos

trabajos he llegado hasta aquí en busca tuya y de mi hermano,

( además del estado de guerra, se habían quedado casi sin recursos económicos) con el destino de que se retiren del ejército,

y si pueden váyanse por Dios á los Estados-Unidos: yo veré despues como los sigo, porque esto anda muy malo con las cosas que han hecho, que á no ser esto ya se hubieran salido con la empresa; pero con semejantes iniquidades de degollar á sangre fría á muchos inocentes, ¿como Dios ha de protejer? esto es imposible: vergüenza es oír el valor de los de ese ejército, que en viendo gente armada echan á correr y á los rendidos que se vienen á entregar sacarlos á degollar con tanta lástima: ¡que vileza! y lo peor es que

unos la hacen y todos lo pagan. (nótese lo revelador de los conceptos que tiene del ejército insurgente, es una dura crítica que no puede tacharse de calumniosa) Por Dios te pido,

y por lo que mas ames, que será tu hijo, (al decir será, nos dice que el hijo no ha nacido aún, esto es significativo pero lo veremos más adelante) que no sigas en esto, ni Pedrillo, (su hermano Pedro Taboada) aunque veas las cosas muy

placenteras; por María Santísima y por vida mia te pido (si es que me quieres), que te vayas a los Estados-Unidos, y no vengas á estas cosas, aunque vengan ejércitos á montones de ingleses. Ya sabes el fin funesto del padre Mercado después que lo derrotó Cruz, y á Letona le quitaron los poderes, y se dio veneno en la prision: se dice que todos los lugares que estaban antes por el cura, no quieren

ni oirlo mentar, (aunque esta opinión puede deberse al pragmatismo y las veleidades de la población, mucho desencanto debió haber hacia el proceder de los mandos insurgentes) y mas cuando la capitana que traía vestida de

hombre,(no es un secreto que Hidalgo y otros sacerdotes

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insurgentes tenían amantes) y hoy está en las recojidas, ha

contado á todos los de Calleja horrores del cura, que lo acreditan tal hereje, y mil vilezas; di tú si habrá quien quiera seguir su partido,

que se ha hecho afrentoso, y á todos nos ha hecho infelices,

(Manuela no sólo está ella desencantada de la lucha, da a entender que muchos otros también lo están, más con las calumnias de la propia capitana) y tú me harás mucho mas si no

haces lo que te digo: te retiras ó te vas, (el tono en que parece ponerle un ultimátum es totalmente inusual para una mujer en aquella época y mucho más para una esposa, pero ello manifiesta, más que la tibieza de Abasolo, la energía que caracterizó a su mujer) pues es el único consuelo que le queda en

tanto pena á tu infeliz esposa —Manuela. (pudiera parece que termina con un poco de chantaje, como para contrarrestar el tono enérgico previo, pero es seguro que la mujer sufría por saber a su esposo en riesgo de caer preso y ser condenado a muerte, además de las penalidades que debió producirle andar tras los insurgentes.

A la luz de la historia nos parece que acogerse al indulto hubiera sido lo prudente para muchos de los líderes insurgentes, mucho más para Mariano Abasolo que se distinguió por su rechazo a la violencia y además era conminado extensamente por su mujer para ponerse a salvo. Pero nadie desertó, ni siquiera Abasolo. Para muchos hombres el honor genera compromisos indisolubles.

Otra carta de la interesada a su marido:

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Querido hijito: con este mismo mozo mándame razon de lo que determines hacer, si te vas con Pedro a Filadelfia (que me parece lo mejor), y si no, retírate á un paraje donde estén tú y Pedro solos, y avísame para conseguir un indulto del virrey, que no será difícil, pues le han hecho muy buenos informes de ti, y me aseguran que ha escrito el virrey que si te presentas te indulten; pero lo mejor es, si se puede, que se vayan á otro reyno hasta ver allá el fin de esto, y no te vuelvas á meter en nada, pues con las iniquidades que ha cometido el cura á todos nos ha perdido, y es cosa afrentosa el seguirlo, y mas bien elejir el morir cuando no hubiera otro recurso, que no seguir un partido que han hecho afrentoso y que cada día me pesa mas el que vds. anden en él: parece que el cura ha estudiado el modo de perder el partido que tenia, y hacer infeliz á todo el reino: esta es la felicidad tan decantada de la América, y hubiera sido tal vez, cuando no hubiera cometido tantos excesos, que siquiera por buena política debían haberlos evitado, para no haberse atraído el odio de los mismos criollos, pues al fin no todos tienen corazones inhumanos: mándame razón de lo que determines, y pon la carta en términos de que si la cojen no te perjudiquen: entrégale esa esquela al hijo de Allende de Doña Micaela. Pásala bien, hijito, y haz lo que te digo, pues ántes no me hubiera hecho el que hubieras muerto en la acción, pero no con afrenta: á Diós, hijito, tu—Manuela21

Nuevamente nos atrevemos a intercalar nuestros comentarios:

Querido hijito: con este mismo mozo mándame razon de lo que determines hacer, si te vas con Pedro a Filadelfia (que me parece lo mejor), y si no, retírate á un paraje donde estén tú y Pedro solos, y

avísame para conseguir un indulto del virrey, que no será difícil,

pues le han hecho muy buenos informes de ti, y me aseguran que

ha escrito el virrey que si te presentas te indulten; pero lo mejor es,

21 Ibidem.

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si se puede, que se vayan á otro reyno hasta ver allá el fin de esto,

(Manuela ahora no sólo le pide que deje la lucha, le da instrucciones y opciones para hacerlo) y no te vuelvas á meter

en nada, pues con las iniquidades que ha cometido el cura á todos

nos ha perdido, y es cosa afrentosa el seguirlo, (nuevamente acusa a Hidalgo de haber afrentado el movimiento) y mas bien

elejir el morir cuando no hubiera otro recurso, que no seguir un partido que han hecho afrentoso y que cada día me pesa mas el que

vds. anden en él: (a pesar de lo mucho que se preocupa por él y por su hermano Pedro, considera mejor la muerte que el seguir un partido que provoca afrenta a sus seguidores) parece

que el cura ha estudiado el modo de perder el partido que tenia, y hacer infeliz á todo el reino: esta es la felicidad tan decantada de la América, y hubiera sido tal vez, cuando no hubiera cometido tantos excesos, que siquiera por buena política debían haberlos evitado, para no haberse atraído el odio de los mismos criollos, pues al fin no

todos tienen corazones inhumanos: (la ironía y la crítica son de llamar la atención, y no creo que puedan considerarse parciales sus opiniones hacia Miguel Hidalgo) mándame razón

de lo que determines, y pon la carta en términos de que si la cojen no te perjudiquen: entrégale esa esquela al hijo de Allende de Doña Micaela. Pásala bien, hijito, y haz lo que te digo, pues ántes no me hubiera hecho el que hubieras muerto en la acción, pero no con

afrenta: á Diós, hijito, tu—Manuela. (En los términos que escribe la despedida Manuela parece resignada a un final trágico y parece interesada en salvar, al menos, el honor de su marido. También puedes ser una muy inteligente forma de tratar de disuadirlo).

Todos los insurgentes fueron aprehendidos en las Norias de Baján, estado de Coahuila, gracias a la bien

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orquestada traición de Ignacio Elizondo quien hizo su mejor empeño en trascender a la historia como traidor (y lo consiguió). En ese momento, cuando Mariano Abasolo cae prisionero, empieza la etapa más importante e intensa en la vida de Manuela Taboada, recorrió la enorme distancia desde Chihuahua hasta la ciudad de México, de ida y de regreso, en condiciones precarias, trató de entrevistarse con el virrey Venegas y con Calleja, todo con la intención de salvar la vida de su esposo. En medio de tales angustias su primo Ignacio Camargo y su hermano Pedro Taboada fueron fusilados el diez de mayo de 1811, se dice que juntos y por la espalda para darles trato de traidores.

De todos los jefes insurgentes capturados en Acatita de Baján, el único que salvó la vida fue Mariano Abasolo. Qué tanto le ganaron el indulto sus buenas acciones hacia los prisioneros españoles y qué tanto las gestiones de doña Manuela Taboada es algo difícil de precisar, bástenos con decir que ambas situaciones debieron pesar en el ánimo del virrey o de alguien con el poder para tomar tal decisión. La condena de Abasolo consistió en la pena de diez años de destierro fuera de México, la confiscación de sus bienes y la afrenta para sus hijos. Esto último habría tenido poca importancia al consumarse la independencia de nuestro país. Mariano fue enviado a Cádiz y destinado como prisionero al castillo de Santa Catalina, una fortaleza defensiva entre los muchos castillos de todo tipo con que aquella ciudad cuenta. No deja de llamar mi atención que entre los primeros datos que uno encuentra al investigar esta construcción está la

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mención de que este lugar sirvió como prisión al “Insurgente americano Mariano Abasolo”. Es decir que, contra lo que pudiera pensarse, a la distancia de los años, la presencia de Abasolo otorgó cierta notoriedad histórica a dicha construcción. Manuela Taboada decidió acompañar a su marido en el destierro. Hay quien supone que el hijo que ya esperaba nació en Cádiz, pero Mariano salió para España a principios de 1814, cuando su hijo contaba ya con dos años de vida. Es casi seguro que Manuela lo haya dejado al cuidado de su suegra. Mariano fue llevado a Cádiz pero su esposa debía pagar su pasaje, Mora nos cuenta que esta mujer admirable llegó ante el capitán del navío “Prueba”, don Javier Ulloa, y le ofreció sus últimas alhajas para costear su viaje a Cádiz.

Castillo de Santa Catalina en Cádiz.

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El hombre se conmovió de su tragedia y, en un acto de nobleza, la llevó con su marido sin aceptar ninguna recompensa a cambio.

Manuela llegó a Cádiz en las mismas condiciones de desamparo con que se embarcó, solicitó y le fue concedido permanecer con su marido en prisión. Lamentablemente y pese a los cuidados de su mujer, el insurgente Mariano Abasolo falleció de muerte natural en abril de 1816 pero según Mora en 181922. Allá, mirando al atlántico hacia donde su Patria estaba, recibió sepultura el insurgente. Su esposa regresó a México y vivió en Dolores Hidalgo, en casa de su suegra hasta su muerte. No hemos podido averiguar cuando ocurrió tal deceso. Nos bastaron dos cartas de Manuela Taboada para percatarnos de su inteligencia, su cultura y su carácter. Su actividad incansable para salvar a su marido del patíbulo, su determinación para acompañarlo al destierro y vivir en prisión dan muestra tanto de su carácter como del profundo amor que le profesaba a su esposo. Se necesita mucho de ese amor para dejar la patria, dejar al hijo recién nacido, sortear las dificultades que le impedían llegar a España e ir a vivir a una prisión. Si lo vemos desde cierto punto de vista debemos considerar cuán afortunado fue Abasolo por haber encontrado una mujer que a la larga le salvó la vida y, ténganlo ustedes por seguro, le hizo más llevadero el cautiverio. Mucho debe haberle pesado a Manuela que, una vez salvado del patíbulo su marido no sobreviviera los diez años de prisión, no volviera su país y no lo viera libre. Seguro

22 Mora, Op cit. pág 104.

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que en aquel castillo, con el rumor de las olas como inevitable testigo habrán planeado su retorno al México que ya imaginaban libre, el regreso al terruño, al pequeño Chamacuero, al hijo que los aguardaba, a los recuerdos familiares. No sabemos cuántos años más vivió doña Manuela, pero no obstante el terrible dolor por la pérdida del amado, debe haber pasado el resto de sus años muy en paz consigo misma, porque no hubo nada, por difícil que fuera, que dejara de hacer en pro del hombre al que demostró amar profundamente.

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APÉNDICE

Motivados por la omisión que muchas publicaciones hicieron del paso del ejército insurgente por nuestra población, nos dimos a la tarea de compilar las menciones que de dicho paso hacen diferentes historiadores que abordan el tema del inicio de nuestra independencia. Creímos importante incluirlo en este trabajo, aclarando que transcribimos sólo los fragmentos específicos que mencionan a Chamacuero y que respetamos la grafía original de todos los documentos.

Cuando invadieron los purépechas las tierras otomianas, se fundó una humilde aldea con el nombre de “Chamacuero”, que vale decir “Donde se cayó el cercado”. Esta aldea, con el transcurso del tiempo y ya sujeto nuestro país al régimen colonial, trocóse en San Francisco Chamacuero, más tarde Villa 1874) con el nombre de Comonfort, cabecera de la municipalidad así reconocida. Pero la fundación legal arranca del 1º de enero de 1572, cuando don Francisco de Velasco, hermano del Virrey don Luis, el joven, por encargo de éste, y “para evitar las continuas depredaciones de los chichimecas”, estableció un presidio de españoles, conservando el término tarasco y anteponiéndole las palabras San Francisco, igual que en otros puntos de idéntica procedencia.

El 19 de septiembre pasaron por Chamacuero los insurgentes, y fue allí donde recibieron alojamiento los

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principales jefes y también donde se proporcionó a Hidalgo una buena cantidad de dinero en efectivo. Una de las principales familias del pueblo: los Taboada, “facilitaron al antiguo Cura de Dolores cuarenta mil pesos para la revolución, a título de préstamo, extendiendo Hidalgo el documento correspondiente, documento que fue pagado por la nación a doña Ana Galván, ya en el gobierno del General Díaz. Doña Manuela Taboada, esposa del insurgente Abasolo, pertenecía a dicha familia”.

Siguieron los insurgentes por San Juan de la Vega y Santa Rita, y en terrenos de esta Hacienda, como si dijéramos en los aledaños de Celaya, intimóse la rendición de la plaza,y la entrada se efectuó el 21 de Septiembre.

Vargas, Fulgencio, Camino de la Insurgencia, Ed. Archivo del Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2003, pág.27.

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Antes de partir de San Miguel, Hidalgo reunió en las casas consistoriales a las personas principales de la villa para nombrar una Junta Gubernativa que se hiciera cargo de asegurar la tranquilidad pública y resolver los problemas políticos y militares, la Junta quedó presidida por Ignacio de Aldama como presidente y encargado de la comandancia militar: Luis Caballaero y Juan José Unarán;Domingo Unzaga como procurador; Juan Benito Torres,Miguel Vallejo, José Mereles y Antonio Ramírez fueron designados alcaldes de barrio; José María Nuñez de la Torre fue nombrado alcalde de la villa; Francisco Revelo administrador de correos y Antonio Agatón administrador de los ramos de aduana y tabacos. El ejército insurgente recibió la adhesión de los soldados del regimiento de Dragones de la Reina y salió de San Miguel el día 18.

De ahí se dirigió el movimiento a Chamacuero hoy Comonfort, donde Hidalgo ordena el arresto del cura y del español Blas de la Cuesta, se dotó de parque a los armados y se siguió con la marcha con rumbo a San Juan de la Vega, siguieron de ahí a la hacienda de Santa Rita desde donde envían la intimación al Ayuntamiento de Celaya.

Vidaurri, José, Don Miguel Hidalgo y Costilla y su Lucha Libertaria de México, Memorias del IICongreso, ed. Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2003, pág.34 y 35

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• XLVI •Alto en Chamacuero - Incidente en San Juan de la Vega -

Acampamento en Santa Rita -Intimación a la plaza de Celaya - Entrada a la ciudad - Nuevo acopio de dinero – Hidalgo aclamado Capitán General - Reunión del Ayuntamiento - Carta al intendente Riaño – Se desiste del avance a Querétaro - Estado de defensa y sucesos en éste - Hacia Occidente

AL CABO DE UN RECORRIDO DE SIETE LEGUAS hecho a muy buen paso, la columna entraba a eso de mediodía, sin el menor obstáculo, al pueblo de Chamacuero, haciendo alto en la plaza. Dirigióse Hidalgo a una casa situada en el ángulo sureste, bajo cuyo soportal y en un poyo de ladrillo, de los varios que había, sentóse a reposar y dictar órdenes. En el corto tiempo que allí permaneciera, mandó aprehender al cura, que era europeo; hizo aprehender, también, al único español civil que salió a recibirlo, el adinerado don Blas de la Cuesta; dispuso se repartiera parque entre los insurrectos que llevaban armas de fuego. Enterado de que a las primeras horas del día había venido de Celaya el capitán Antonio Linares, con un destacamento, a recoger treinta mil pesos de don Blas de la Cuesta y cuarenta mil pertenecientes a la testamentaría del padre de doña Manuela Taboada, esposa del capitán Abasolo, tomó buena nota de esto y ordenó la inmediata salida hacia adelante.

Castillo,Luis, Hidalgo la Vida del Héroe, Frente de Afirmación Hispanista A.C. Honorable Ayuntamiento de Morelia,México, 2003, Tomo II, pág.27

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El día 19 emprendió Hidalgo su marcha para Celaya con un ejército compuesto de más de dos mil indios de a pie, cuatro mil rancheros a caballo y el regimiento de Dragones de la Reina, que llevaba, entre filas, a los españoles aprehendidos en Dolores y San Miguel. Tomaron el camino por San Juan de la Vega y fueron a pernoctar en la hacienda de Santa Rita; al pasar por Chamácuero, mando Hidalgo aprehender al cura, que era español, y el día 20 se presentó frente a Celaya donde mandó acampar, y mandó al Ayuntamiento de aquella ciudad la siguiente intimación: “Nos hemos acercado a esta ciudad con el objeto de asegurar a las personas de todos los españoles europeos: si se entregan a discreción, serán tratadas sus personas con humanidad, pero si, por el contrario, se hiciere resistencia por su parte y se mandare fuego contra nosotros, se trataran con todo el rigor que corresponde a su resistencia: esperamos pronto la respuesta para proceder.- Dios guarde a V.V. muchos años.- Campo de batalla, septiembre 19 de 180.- Miguel Hidalgo.-Ignacio Allende.- P.D.- En el mismo momento en que se mande dar fuego contra nuestra gente, serán degollados sesenta y ocho europeos que traemos a nuestra disposición.- Hidalgo.- Allende.- Señores del Ayuntamiento de Celaya”.

Nos cuenta tambiénel señor Alamán, que Hidalgo tomó cuarenta mil pesos de la testamentaría de Taboada, en que era interesada la mujer de Abasolo, e cual dinero mandó que fuese recogido en Chamácuero, por don Antonio Linares; y esto es cierto, pero no lo es que Hidalgo se haya tomado ese dinero de propia autoridad, sino previo convenio celebrado

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con Abasolo; veamos la prueba, y para ello le cederemos la palabra a nuestro amigo don Pedro González, quien en la página 114 de su Historia de la Ciudad de Dolores, dice así: “Pero estos cuarenta mil pesos no los tomó el señor

Hidalgo, como lo dice el señor Alamá, sino que fueron el resultado de un contrato solemne entre los propietarios y el señor Hidalgo, quien por medio de documento explícito obligó a la Nación a reconocer dicha cantidad en cualquier tiempo, para que el crédito fuera solventado.

Este notable documento original que hemos visto, existió empeñado por mucho tiempo por el general imperialista don Antonio Taboada, en poder de don Rafael Salín, sastre vecino de México en la calle de la Palma, hasta que lo recogió doña Ana Galván, joven viuda del que fue último miembro descendiente de don Mariano Abasolo, heredera voluntaria de cuantiosa fortuna, a falta de parientes más cercanos, para gestionar con él reconocimiento y pago de la expresada cantidad, como parte de la deuda pública interior: gestiones que perfectamente dirigidas por los señores licenciados don Manuel Lizardi y don Luis G. Labastida, dieron el resultado satisfactorio que debía esperarse, tratando con el gobierno del señor general Díaz, autor de la ley de amortización de la deuda pública”

De la Fuente, José, Hidalgo Íntimo, Ed. Archivo General del Estado de Guanajuato, México,2003, pág, 247 y 248

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Chamacuero

Después de recorrer los insurgentes un tramo de siete leguas, llegaron al medio día al pueblo de Chamacuero, y según la tradición lugareña, hicieron su entrada al lugar por el camino Real hasta llegar a la hacienda El Molinito, hoy esquina Manuela Taboada; deteniéndose en la plaz, donde el Cura Hidalgo desmontó y se sentó en un poyo, de varios que había debajo de un portal, en donde hoy es la esquina que forman las calles del Pípila y Allende, y dictó varias órdenes, entre ellas aprehender, como se hizo, al cura del lugar por ser español y a un civil por lo mismo.

Se aprovechó el tiempo en repartir parque y polvora a los que portaban armas de fuego.De la plaza se dirigió Hidalgo a la casa de don José Servín de la Mora, padre del después doctor y gran patricio José María Luis Mora, situada en la ahora calle Arista número 8, donde bajo presión, a título de préstamo el Padre de la Patria, sacó al señor de la Mora la cantidad de noventa y seis mil pesos, para la revolución, cantidad que nunca se recuperó; quedando en la pobreza esta familia chamacuerense.Muy posiblemente fue en este pueblo donde se reunió a la insurgencia el criollo chamacuerense Pedro Rojas Taboada, hermano menor de Manuela, esposa de Mariano Abasolo.

Rionda, Isauro, Ruta en Guanajuato de los Primeros Caudillos de la Insurgencia Mexicana, H Ayuntamiento de Guanajuato 2006-2009, México,2009 pág.20

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Salieron de San Miguel el día 19… Rodeando la Sierra de Guanajuato con dirección aparente hacia Querétaro, los independientes al llegar a Chamacuero cambiaron bruscamente de rumbo, enderezándolo a Celaya y pernoctando en la Hacienda de Santa Rita.

Zárate, Julio, La Guerra de Independencia , Riva Palacio, Vicente, México a Través de los Siglos, Tomo III, pág.116

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«...usando de la autoridad que ejerzo como obispo electo y gobernador de esta mitra, declaro que el referido don Miguel Hidalgo, cura de Dolores, y sus secuaces, los tres citados capitanes [Allende, Aldama y Abasolo], son perturbadores del orden público, seductores del pueblo, sacrílegos, perjuros, y que han incurrido en la excomunión mayor del Canon Siquis suadente diabolo, por haber atentado [contra] la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados. Los declaro excomulgados vitandos [eran llamados así aquellos con quienes no se podía lícitamente tratar ni comunicar en las cosas que se prohibían por la excomunión mayor], prohibiendo, como prohíbo, el que ninguno les dé socorro, auxilio y favor, bajo la pena de excomunión mayor, ipso facto incurrenda, sirviendo de monición este edicto, en que desde ahora para entonces declaro incursos a los contraventores [....] 24 de septiembre de 1810. Manuel Abad Queipo, obispo electo de Michoacán»

Hernández y Dávalos, Juan E., Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, t. II, Docto. 44

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Día 19.- Al filo del mediodía, las huestes insurgentes arriban al Chamacuero (hoy Comonfort, Gto.), de donde continúan hasta la hacienda de Santa Rita, lugar desde el cual el cura Hidalgo intima que se rinda al Ayuntamiento Celaya, encabezado por el subdelegado José Duro. El texto del mensaje es el siguiente:

“NOS HALLAMOS a las inmediaciones de esa ciudad con el fin de recoger a los españoles europeos; si se rinden a discreción serán tratados con benignidad, pero si hacen resistencia, nos valdremos de todo el rigor de la guerra”

Martínez Álvarez José Antonio, Miguel Hidalgo, Marcha de la Libertad, H. Ayuntamiento de Celaya, 2006-2009, México, 2008

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67 David Manuel Carracedo

Cuando el señor Cura salió de Dolores para Guanajuato el día 16 de septiembre, hizo su expedición por su San Miguel, Chamacuero, Celya, etc, y de todos estos puntos que fue tocando se le reunía mucha gente, la cual estaba armada con corta diferencia lo mismo que la de Dolores, por cuyo motivo se resolvió el señor cura salir al encuentro de Calleja y atacarlo. El día que salimos de Dolores para San Felipe, llegamos a la hacienda de la Quemada. Desde Dolores mandó un correo el señor Cura con un pliego para el conde del Jaral, invitándolo y comunicándole la resolución que tenía de atacar a Calleja donde lo encontrara. El señor Cura en confianza de que eran íntimos amigos adelantó la comunicación a este señor, y por tal motivo se confió de tener buen resultado, esperando del Conde su adhesión a la empresa; pero fue lo contrario como después diré.

Sotelo, José Pedro, Memorias del Último de los Primeros Soldados de la Independencia, Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2003, pág. 20

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Con fecha de ayer escribe al Teniente Coronel D. Francisco Crespo Gil desde su Hacienda del Molina inmediata á Celaya á su Dependiente en ésta D. Francisco Cosio, que en aquella Ciudad todos están alarmados: que en aquella noche se reunian todos en la Plaza, y que lo mandaron avisar que Allende cayó con 300 hombres de Mangas el quince en Dolores, y la noche del diez y seis á Chamacuero: que habían cogido á D. Blas de la Cuesta y á un Sobrino, pero que no sabían dónde lo habían llevado, y que á la hora que escribia, segun le avisaban de Celaya, estaba Allende en Apaseo: que tenia cortado el paso y que por eso ya no podía venir: que se lo avisase todo a estos regidores y al sargento mayor Alonso.

Dios guarde á V.E. muchos años. Queretaro, Septiembre 18 de 1810.— Exmo. Sr.—Juan Ochoa.— Exmo. Sr. D. Francisco Xavier de Venegas, Virrey, Governador y Capitan General de ésta N.E.

Hernández y Dávalos, Juan E., Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, t. II, Docto. 34

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D. José Simeon de Uria, da parte al Ayuntamiento de Guadalajara de los movimientos de las fuerzas del Sr. Hidalgo.

Es el caso: que este infame capitán del Regimiento de San Miguel, dirigido por los indignos planes, cuyo autor es el Dr. Hidalgo cura del Pueblo de los Dolores; se ha levantado cabeza en consorcio de los Capitanes Aldama, y Lanzagorta, de una insurreccion que ha asolado alas Villas de San Miguel el Grande, San Felipe, Pueblo de Dolores, Chamacuero y Valle de San Francisco á quienes ha seducido bajo la engañosa apariencia de Libertad Americana, de Tributos, Alcabalas, y de todo gravamen: su principal objeto ha sido el infundir en los corazones de todos un odio mortal contra los Europeos, saqueando sus casas y reduciendolos en una prision ala ultima miseria. Sostenido

con el saqueo que ha sido de mucha consideracion en los referidos Pueblos, y auxiliada su natural intrepidez con un crecido numero de Partidarios, compuesto de todas castas y del Reximiento todo de

todo de donde es Capitan, ha llegado á esa Ciudad despreveida de todo genero de defensa, para pasar ala de Querétaro, y aauqen aquella pidió auxilios, que no pudo esta ministrarle, si no fue mandándole balas…

Dios guarde á V.S. muchos años.—Arroyo Sarco Setiembre 21 de 1.810.—M.I.S. Jose Simeon de Uria.—Al Muy

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Ilustre Ayuntamiento Justicia y Regimiento de la Ciudad de Guadalajara.—(Al margen)—Sobre que D. Domingo Allende á atacado á varios Pueblos.

Hernández y Dávalos, Juan E., Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, t. II, Docto. 37

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Partes del Alcalde Ochoa y Administrador de correos, de la toma de Celaya por el Sr.Hidalgo y del estado en que se encuentra en Querétaro.

En compendio y según la voz general los traidores son dueños de San Miguel, Chamacuero, Celaya y San Luis de la Paz, en donde han puesto Subdelegados y Administradores de Rentas, y de donde han sacado en efectivo mas de quinientos mil pesos y haviendo entregado á los Pueblos los efectos de tiendas y Haziendas, y conmetido la inaudita barbaridad de meter la caballada en las milpas, cuyo daño podrá ser irreparable.

Dios guarde á V.S. muchos años.—Queretaro Septiembre 22 de 1810.—Señor Administrador Principal de Correos.

Hernández y Dávalos, Juan E., Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, t. II, Docto. 38

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D. Juan Antonio de Evía, informa al coronel conde de Casa Rul, de los progresos de la revolución inicidada en Dolores.

Queretaro Septiembre 25 de 1.810.

La rebelion tubo su principio en el Pueblo de Dolores, por aquel atolondrado Cura el Doctor Hidalgo y sus compañeros los Capitanes Allende, y Aldama: el objeto de la conspiración es prender á todos los Europeos, sean Seglares, Clerigos, ó Religiosos, quitandoles quanto dinero, y alaxas tienen y tirando á la calle todos los efectos de las Tiendas, para que á la rapiña los recojan los Insurgentes: estas iniquidades han hecho en las indigenas poblaciones de Dolores, S. Miguel el Grande, Chamacuero, San Luis de la Paz y Zelaya, de donde salieron ayer para continuar su saqueos en Salamanca, é Irapuato, y otros Pueblos indefensos, si no se atajan los pasos á esta Tropa de Saqueadores.

Hernández y Dávalos, Juan E., Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, t. II, Docto. 46

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El virey ofrece diez mil pesos por cada una de las cabezas de Hidalgo, Allende y Aldama, ordenando que los pueblos se preparen para defenderse de los ataques de los insurgentes.

Los inauditos y escandalosos atentados que han cometido y continúan cometiendo el Cura de los Dolores Dr. D. Miguel Hidalgo, y los Capitanes del Regimiento de Dragones Provinciales de laReyna D. Ignacio Allende y D. Juan Aldama, que despues de haber seducido á los incautos vecinos de dicho pueblo, los han llevado tumultuariamente y en forma de asonada, primero á lavilla de San Miguel el Grande, y sucesivamente al pueblo de Chamacuero, á la ciudad de Celaya, y al valle de Salamanca, haciendo en todos estos parages la mas infame obstentacion de su inmoralidad y perversas costumbres; robada y saqueado las casas de los vecinos mas honrados para saciar su vil codicia; y profanando con iguales insultos los claustros religiosos y los lugares mas sagrados…

Dado en el Real Palacio de México á 27 de Septiembre de 1810.— Francisco Xavier Venégas.— Por mandado de Su Excelencia, Josef Ignacio Negreiros y Soria.

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Sor. Rexente de Rl. Audienzia.

Jose Juaquin Flores Español y vecino del Pueblo de Tepeapulco. Mayordomo de la Recua de D. Jose Ramon Garzia de San Vicente Alministrador de correos de Zacatlan. Comparese ante Useñoría á Noticiarle los pasages siguientes;

Abiendo llegado á Guanaxuato el 14 del Presente, Con carga que condujo me Requa, de Puerto de Vera Cruz. Para dicho. á mi Regreso de basio bine á parar a dos leguas distantes detela do de San Miguel el Grande el 18 del mismo y el 19 á la huna de la mañana, fueron 10 Hombres armados á embargarme la Requa u alamisma ora meisieron Aparexar y me condujeron a el quartel on de meisieron cargar la Reque con 80 mi pesos en reales yamas de alguns Hequipaxes otros muchos pretrechos. De Barretas de fierro sillas de montar y 2 bolsas de Badana conpolbora huna dicha de Balas otra yden de piedras de lumbre, huchiquibite de cartuchos de los quales. Repartieron en el Pueblo de Chamaquero como á las 13 del Dia á todos los que llevaban armas de fuego; de dicho Chamaquero salimos para Zelalla. Con el a Compañamiento de cómo mil y tantos de a pie. Con Garrotes Machetes y Rexones y como 400 omas. con escopetas Lanzas y trabucos y a mas el Reximiento de Caballería de San Miguel toda esta comitiva y ba bajo el Mando del qura delos Dolores. el Capitan Allende. el Capitan Al dama y hun Don Mariano de no se que. atras de toda esta comitiva yban Urupes presos hunos a Caballo sin estribos, y o tros que iban en 3 Coches. y de tras llo con mi Requa

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Custodiado con mas de 200 Hombres armados en dicho Dia ysimos mansion como legua y media de distante de Zelalla…

Por ser verda lo firmo en Mexico en 29 de 7bre de 1810. Jose Joaquin Flores—Firmado.

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De ahí se dirigió el movimiento a Chamacuero hoy Comonfort, donde Hidalgo ordena el arresto del cura y del español Blas de la Cuesta, se dotó de parque a los armados y se siguió con la marcha rumbo a San Juan de la Vega, siguieron de ahí a la hacienda de Santa Rita desde donde envían la intimación al Ayuntamiento de Celaya.

Vidaurri, José, Foro de Guanajuato: Nuevas Interpretaciones de la Independencia, La ocupación de Guanajuato el 28 de Septiembre de 1810. Los levantados en Guanajuato, Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2009, pág.179

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Septiembre, 21. Llegada de Hidalgo a Celaya, pasando por Chamacuero, a la cabeza de ¡cincuenta mil indios! En Celaya se presentó a ofrecer sus servicios a Hidalgo Joaquin Arias, uno de los antiguos conjurados de Querétaro, i aunque había traicionado, siendo uno de los denunciantes de la conspiracion, Hidalgo lo perdonó i lo recibió en sus filas, conociendo que valia mucho como militar.

Rivera, Agustín, Anales de la Vida del Padre de la Patria, Imprenta de Leopoldo López, México, 1910, pág. 25

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17 y 18 de septiembre

Los días 17 y 18 los pasaron esperando les fueran entregadas cabezas de lanza que les estaban fabricando los herreros de la población. El día 19 al salir de San Miguel había tomado forma el contingente, lo cual sin duda se debió a la organización que dieron los oficiales del Regimiento de Dragones de la Reina, por cierto, sus nombres en la relación nos dan el primer cuerpo de oficiales del ejército insurgente, los demás, la tropa:

Iban por delante los indios en cuadrillas más o menos grandes, según la extensión de los ranchos de donde habían venido, y sujetos al mismo capitán que tenían elegido muy de antemano conforme a la antigua costumbre… Esta chusma en su ordinario pelaje a pie y sin más arma que hondas, garrotes y malos cuchillos, pasaba de dos mil: seguían los rancheros en los propios términos con poca diferencia, en cuanto a su arreglo, todos a caballo vestidos de cuero los más y con lanzas y machetes, su número era poco más o menos de cuatro mil: después los señores Hidalgo, Allende, Aldama, Don Luis Malo, los dos hermanos Cruces, Don Juan y don Ignacio, Don José de los Llano, Don Joaquín Ocon, don Mariano Abasolo, Don Ramón González, Don Ignacio Santelises y otros oficiales cuyos nombres no hemos podido saber, todos con el propio grado que obtenía bajo el gobierno español, y por último, los

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dragones de la reina, en cuyo centro fueron colocados los españoles que, como hemos dicho, estaban presos.

18 de septiembre

Atravesó este contingente el pueblo de Chamacuero, hoy Comonfort, para continuar avanzando a Celaya.

19 de septiembre

A las diez y media de la mañana tuvo Félix María Calleja noticia de la conmoción del pueblo de Dolores, para lo cual se trasladó al valle de San Francisco, y se entrevistó con el subdelegado del pueblo de Santa María, Pedro García, a éste el vecino Vicente Urbano Chávez le informó la noche del día 15 que había llegado un mozo, vecino de la hacienda de Santa Bárbara el cual le había informado lo que el cura de Dolores quería hacer: Invitole a que concurriese a la facción que debía estallar el día 28, y de allí deberían todos partir a dicha hacienda de Santa Bárbara donde había un gran depósito de monturas, armas y caballos. El mozo, conocido por Cleto, regresó el día 17 para referir que ya la revolución había comenzado por haber sido descubierta.

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A partir de ese momento y con más información que reunió, Calleja tomó la decisión, aún en contra de lo que el virrey Venegas le ordenaba, de movilizarse.

La marcha de los insurgentes era observada y notificada a las autoridades, se entiende que no dijeran destino cierto y que pareciera que irían a Querétaro y de allí a la capital del virreinato, la ciudad de México, mas en Chamacuero cambiaron el rumbo hacia Celaya.

Lara Valdes José Luis, Historia del Ejército en Guanajuato, Primera Parte 1760 hasta 1810, Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2003,pág.25

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Una vez que con mano y mando militar en proceso de gestación se apoderaron del pueblo de Dolores, apresuraron su marcha los rebeldes hacia San Miguel y enseguida a Chamacuero. Aquí, ya con el rango de jefe supremo del movimiento, en lo militar y en lo político, Hidalgo sopesó dos opciones: Dirigirse a Querétaro, donde contaba con numerosos partidarios, pero plaza a la cual se aprestarían a defender más vivamente las autoridades realistas, o avanzar sobre Celaya, ciudad de importancia precisamente por su ubicación estratégica y como centro de avituallamiento de su incipiente ejército. El dilema pronto lo resolvió: Celaya podía servirle de plataforma insurreccional, para después enfilar rumbo a la capital de la intendencia.

Martínez Álvarez José Antonio, Celaya en la Guerra de Independencia, H Ayuntamiento de Celaya, 2006-2009, México, 2009, pág.30

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Entra el Ejérctio Insurgente del Padre de la Patria a Chamacuero, hoy Comonfort, el 18 de septiembre de 1810.

Sánchez Valle Manuel, Hidalgo y la Independencia, Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2003, pág.10

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Prosiguiendo su camino pasaron por Chamacuero; entraron los insurgentes a Celaya el 21 siempre poniendo presos a los españoles y saqueando sus casas, accidentes inevitables en aquellas circunstancias.

Ribera Cambas Manuel, Hidalgo y la Independencia, Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato, México, 2003, pág.20

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84 Chamacuero, septiembre de 1810

El día 19, muy de mañana partió el Ejército, fuerte en seis mil hombres, dos mil de a pie en la vanguardia armados de hondas, palos y machetes, después la caballería compuesta de las fuerzas del Regimiento de Dragones de la Reina bien armados y equipados, y de rancheros vestidos de cuero y armados con mosquetes, lanzas y algunos con pistolas, y en medio de ellos los prisioneros montados en mulas y caballos. Al final Hidalgo, Allende y Aldama con la oficialidad del Regimiento a manera de Estado Mayor. Todos llevaban sus uniformes y trajes que tenían antes de la revolución; don Miguel Hidalgo con su traje de cura y don Ignacio Allende, don Juan de Aldama y demás oficiales con los uniformes de Dragones. Tomaron rumbo al nordeste como si se fueran a ir a Querétaro, donde tenían tantos partidarios, pero ya un poco retirados de San Miguel tomaron rumbo a Celaya. Al llevar recorridas siete leguas llegaron a Chamacuero, cerca del mediodía, apresando al cura del lugar que era español. Se prosiguió la marcha y a poco llegaron a San Juan de la Vega, donde se detuvieron para descansar.

Barajas Becerra Antonio, Generalísimo don Ignacio de Allende y Unzaga. Iniciador de la Independencia de México, Senado de la República, Mesa Directiva, LX Legislatura, México, 2009, pág.137,138