Christie Agatha - Un Gato en El Palomar

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  • 7/29/2019 Christie Agatha - Un Gato en El Palomar

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    UN GATO EN EL PALOMAR

    AGATHA CHRISTIE

    Ttulo original: CAT AMONG THE PIGEONS (1959)

    Traduccin: FRANCISCO ABRIL

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    GUA DEL LECTOR

    En un orden alfabtico convencional relacionamos a continuacin losprincipales personajes que intervienen en esta obra:

    ATKINSON: Un periodista poltico del prncipe Al Yusuf.

    BLAKE: Una de las maestras del colegio Meadowbank, internado paraseoritas.

    BLANCHE (Angle): Profesora de francs en el citado colegio.BRIGGS: Viejo jardinero de ese mismo centro.

    BULSTRODE (Honoria): Fundadora y directora del colegio nombrado.

    CHADWICK: Cofundadora con la anterior y profesora de matemticas deMeadowbank.

    EDMUNDSON (John): Tercer secretario de la Embajada Britnica en Oriente.Amigo de Bob.

    GEORGE: Fiel ayuda de cmara de Hrcules Poirot.

    GOODMAN (Adam): Joven jardinero del nombrado colegio.HOWARD: Del consulado britnico en Ankara.

    JOHNSON (Brbara): Prefecta de Meadowbank.

    KELSEY: Detective inspector.

    O'CONNOR (Derek): Funcionario del Foreign Office.

    PIKEAWAY (Ephraim): Coronel, al Servicio del Foreign Office.

    POIROT (Hrcules): Clebre detective belga.

    RAWLINSON (Bob): Capitn aviador, ntimo amigo del prncipe Al Yusuf.RATHBONE (Dennis): Pretendiente de Ann Shapland.

    RICH (Eileen): Eficiente profesora del ya citado colegio.

    ROWAN: Una joven maestra del repetido internado.

    SHAISTA: Princesa egipcia, sobrina del emir Ibrahim, prima de Al Yusuf yalumna de Meadowbank.

    SHAPLAND (Ann): Secretaria de la seora Bulstrode.

    SPRINGER (Grace): Profesora del repetido centro escolar. Asesinada.

    STONE: Comisario de Polica.

    SUTCLIFFE (Joan): Hermana de Bob.

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    SUTCLIFFE (Jennifer): Joven hija de la anterior y alumna de Meadowbank.

    UPJOHN: Seora amante de los viajes y madre de Julia.

    UPJOHN (Julia): Alumna del repetido colegio.

    VANSITTART: Profesora y secretaria del centro escolar citado.

    YUSUF (Al): Cad del principado hereditario de Ramat y depuesto por losrevolucionarios.

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    PrlogoEL LTIMO TRIMESTRE DEL CURSO

    Era el da de apertura del ltimo trimestre de curso en el Colegio deMeadowbank. Los rayos del Sol poniente caan sobre la amplia explanada degrava situada delante del edificio. La puerta de la fachada principal estabahospitalariamente abierta en toda su amplitud, y bajo su dintel, encajando

    admirablemente con el estilo georgiano del soportal de la casa, permanecaerguida la seorita Vansittart, cada cabello en su sitio, vistiendo un traje dechaqueta de corte impecable.

    Aquellos padres que no estaban mejor informados, la tomaban por lamisma seora Bulstrode, eminente persona, ignorando que sta tena pornorma retirarse en tales coyunturas a una especie de sancta sanctorum, endonde slo reciba a una minora selecta v privilegiada.

    A un lado de la seora Vansittart, operando en un plano ligeramentedistinto, se encontraba la seorita Chadwick, confortativa, todo ella erudicin,

    y tan vinculada al internado que hubiera sido imposible imaginarseMeadowbank sin ella. Nunca se haba separado de all. Las seoritas Bulstrodey Chadwick haban fundado el colegio de Meadowbank conjuntamente. Estaltima usaba lentes de pinza, era cargada de espaldas, vesta con desalio,conversaba con amable vaguedad, pero resultaba ser una lumbrera enmatemticas.

    De un extremo a otro de la casa notaban diversas palabras y frasesde bienvenida, proferidas por la seorita Vansittart con cortesa.

    Qu tal, seora Arnold...? Cunteme, Lydia, sabore usted sucrucero por las islas del Egeo? Qu oportunidad tan maravillosa! Sac ustedbuenas fotografas?

    S, lady Garnett, la seorita Bulstrode recibi su carta referente alas clases de arte, y todo se ha puesto ya.

    Cmo est, seora Bird? Pues no me parece que la seoritaBulstrode tenga hoy tiempo para discutir esos pormenores. La seorita Rowananda por aqu cerca. Si desea tratarlo con ella...

    Te hemos cambiado de dormitorio, Pamela. Ahora ests en el alaopuesta, dando al manzano...

    En efecto, lady Violet, hemos padecido un tiempo aborrecible en loque va de primavera. Es ste el ms pequeo de sus hijos? Cmo se llama?Hctor? Qu aeroplano ms bonito tienes, Hctor!

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    Tres hereuse de vous revoir, madame. Ah, je regrette, ce ne sraitpas possible, cet aprs-midi, Mademoiselle Bulstrode est tellement ocuppe.

    Buenas tardes, profesor. Ha descubierto usted nuevos objetos deinters en sus excavaciones?

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    II

    En una salita del primer piso, Ann Shapland, la secretaria de laseorita Bulstrode, pulsaba las teclas de una mquina con rapidez y eficiencia.Ann era una joven de treinta y cinco aos, de agradable apariencia, con el pelopeinado tan tirante que produca el efecto de llevar encasquetado un gorritonegro de satn. Consegua resultar atractiva cuando ste era su propsito,pero la vida le haba enseado que siendo activa y competente se lograban amenudo mejores resultados y se evitaban enojosas complicaciones. Por elmomento se estaba concentrando en ser todo aquello que para secretaria de larectora de un afamado internado de seoritas se requera.

    De rato en rato, y al tiempo que insertaba una nueva hoja en lamquina de escribir, echaba una ojeada a travs de la ventana, registrandointers en quienes llegaban.

    Cielo Santo! exclam, asombrada, Ann, para s misma. Notena idea de que todava nos quedaran tantos chferes en Inglaterra.

    Mientras un majestuoso Rolls Royce se pona en marcha, ella, apesar suyo, sonri al ver subir un pequeo Austin deteriorado por el pasoimplacable de los aos. De l se ape un padre, de aspecto fatigado, con suhija, que pareca encontrarse mucho ms sosegada.

    Cuando l aguardaba indeciso, la seorita Vansittart emergi de lacasa dispuesta a cumplir con su cometido.

    El mayor Hargreaves? Y usted es Alison? Pasen dentro. Meagradara que examinara personalmente el cuarto que va a ocupar Alison, yas...

    Ann hizo una mueca burlona y se dispuso a continuar tecleando.

    La Vansittart, toda perfeccin, parece una actriz consumada coment Ann para su coleto. Sabe imitar todo el repertorio de recursosescnicos de la Bulstrode. En realidad, es lo que se dice una buena cmica.

    Un enorme Cadillac de una opulencia poco menos queavasalladora, pintado en dos tonos, celeste y frambuesa, dio un viraje (con lasdificultades que implicaban sus dimensiones), y vino a frenar detrs deldecrpito Austin del Honorable mayor Alistair Hargreaves.

    El chfer sali de un brinco para abrir la portezuela, y un inmensohombre barbudo, de tez morena, cubierto con una flotante chilaba de genuinopelo de camello, descendi del coche seguido de una lmina arrancada de unarevista de modas parisiense y de una esbelta jovencita morena.

    sa debe ser la princesa Nosecuantos pens Ann. No puedoimaginrmela de uniforme colegial, pero supongo que maana se verificar lametamorfosis...

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    Tanto la seorita Vansittart como la seorita Chadwick se hicieronpresentes en esta ocasin.

    Sern conducidos ante la presencia de Su Majestad la Rectora determin Ann.

    Entonces se le ocurri, cosa harto extraa, que no era plan el ponersea sacar chistes a costa de la seorita Bulstrode. La seorita Bulstrode eraalguien.

    As es que a lo mejor te puedes dedicar, hija ma, a tener un pocode cuidado con lo que piensas se dijo, y concluir estas cartas sinequivocarte.

    Y no es que Ann soliera cometer errores. Poda permitirse el lujo deelegir sus puestos de secretaria. Haba llevado la contabilidad del directorgeneral de una compaa petrolfera, y sido secretaria particular de sir MervynTodhunter, renombrado tanto por su erudicin como por su irritabilidad y por

    lo ilegible de su escritura. Entre sus ex jefes se contaban dos ministros delGabinete y un funcionario del Estado que ocupaba un alto cargo. En conjunto,sus empleos haban discurrido siempre entre hombres, y ella conjeturaba si leresultara grato verse enteramente inmersa entre mujeres. Despus de todo,ella lo consideraba como una experiencia. Pero siempre podra contar conDennis volviendo de Malaya, de Birmania, de diversas partes del mundo...Igual de enamorado que siempre, suplicndole una vez ms que se casara conl. El querido Dennis! Pero sera tan sosa la vida matrimonial con l...

    Iba a echar de menos las compaas masculinas en un futuro muyprximo. Tantos tipos de pedagogas y ningn otro hombre en aquel lugar msque un jardinero casi octogenario...!

    Pero a esto, Ann se encontr con una sorpresa. Al mirar por laventana, advirti la presencia de un hombre recortando el seto al otro lado dela calzada. Evidentemente, era un jardinero, pero muy distante de los ochenta.Era joven, moreno y guapo. Ann se haca cbalas respecto a l... Se habahablado algo de tomarle un ayudante al jardinero, pero ste no tena pinta deser ningn patn. Bueno, es que hoy da, la gente se dedica a hacer toda clasede trabajos. Sera un muchacho que necesita reunir un poco de dinero parauno u otro proyecto o, meramente, para seguir tirando. Pero haca su trabajo

    con la maa que slo da la experiencia. Lo ms presumible es que fuera unautntico jardinero, despus de todo.

    Por su facha decidi Ann para sus adentros, yo dira que ese tipotiene gracia.

    Slo le quedaba una carta por escribir, observ complacida, y luegopodra dar una vuelta por el jardn.

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    III

    En el piso de arriba, la seorita Johnson, la prefecta, se dedicaba aasignar habitaciones, dar la bienvenida a las nuevas alumnas y saludar a lasantiguas.

    Estaba encantada de que se hubieran reanudado las clases. Nuncaacertaba a qu dedicarse durante las vacaciones. Tena dos hermanas casadascon las que se iba a vivir alternativamente, pero, como es natural, a stas lespreocupaban ms sus propios quehaceres y familias que Meadowbank. A laseorita Johnson, si bien estaba encariada con sus hermanas, como eradeber, solamente le interesaba Meadowbank.

    S, era delicioso el que hubiera dado comienzo otro trimestre...

    Seorita Johnson...

    Qu, Pamela?

    Fjese, seorita Johnson; debe haberse derramado algo dentro demi neceser. Se me ha puesto pringando todo. A m me parece que es brillante.

    Vaya, vaya, vaya!... exclam la seorita Johnson, apresurndosea prestar su ayuda.

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    IV

    Mademoiselle Blanche, la nueva profesora de francs, estabapasendose por la pradera de csped que se extenda desde el lado de lacalzada, contemplando con ojos apreciativos al fornido joven que arreglaba elseto.

    Assez bien, pens.

    Mademoiselle Blanche era enjuta, produca la impresin de serapocada, y pasaba inadvertida, aunque a ella no se le escapaba detalle.

    Dirigi su vista a la procesin de coches que se deslizaban hasta la

    puerta principal, evalundolos en trminos monetarios. Este Meadowbank eraindiscutiblemente extraordinaire! Ella resumi en un clculo mental lasganancias que la seorita Bulstrode debera estar haciendo.

    S, no haba duda! Extraordinaire!

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    V

    La seorita Rich, que enseaba ingls y geografa, avanzaba hacia lacasa con paso rpido dando algn que otro traspis, porque como era habitualen ella, olvidaba mirar donde pisaba. Su rodete, tambin como de costumbre,se le haba aflojado, y le colgaba el pelo. Irradiaba una expresin vehementeen su poco agraciado rostro.

    Deca para s misma:

    Estar otra vez de regreso! Estar aqu...!, parecen haber pasadosiglos.

    Tropez con un rastrillo sobre el cual cay. El joven jardinero leofreci un brazo, dicindole:

    Apyese, seorita.

    Eileen Rich le dio las gracias sin concederle una mirada.

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    VI

    La seorita Rowan y la seorita Blake, las dos ms jvenes de entrelas maestras, vagaban hacia el pabelln de deportes. La seorita Rowan, mujerflaca y de cutis oscuro, era extremadamente decidida. La seorita Blake erarubia y regordeta. Iban discutiendo con animacin sus recientes aventuras enFlorencia: los cuadros y esculturas que haban visto, los rboles frutales enfloracin y las atenciones (que ellas se barruntaron indecorosas), de dosdistinguidos jvenes italianos.

    Desde luego ya se sabe asever la seorita Blake, cmo se lasgastan los italianos.

    No tienen la menor inhibicin convino la seorita Rowan, quehaba estudiado psicologa y ciencias econmicas. Se nota que no tienendoblez alguna ni represiones.

    Pero Giuseppe se qued muy gratamente impresionado al enterarsede que yo era profesora de Meadowbank dijo la seorita Blake. Se volvimucho ms respetuoso de repente. Tiene una prima que desea venir aqu,pero la seorita Bulstrode no estaba segura de tener vacante.

    Meadowbank es un colegio de indiscutible consideracin asegursatisfecha la seorita Rowan. Verdaderamente, el nuevo pabelln dedeportes tiene una apariencia grandiosa. Jams imagin que llegara a estarlisto a tiempo.

    La seorita Bulstrode dijo que tena que estarlo hizo saber laseorita Blake, con el tono de quien ha pronunciado la ltima palabra.

    Oh! agreg la seorita Rowan estremecida.

    La puerta del pabelln de deportes se abri bruscamente, y emergide l una joven huesuda de cabellos de color zanahoria. Les clav la vista deuna manera poco amigable y desapareci rpidamente.

    sa debe ser la nueva instructora de gimnasia y deportes conjetur la seora Blake. Qu grosera!

    No es un suplemento demasiado grato, que digamos, del cuadro deprofesoras adujo la seorita Blake. La seorita Josen, su predecesora, erapor lo contrario, toda afabilidad y simpata.

    Nos ha mirado de hito en hito; de eso no cabe duda remat laseorita Blake, agraviada.

    Ambas se sintieron completamente desazonadas.

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    VII

    El saln de la seorita Bulstrode tena ventanales que daban a dosdirecciones; una hacia la calzada y pradera de csped ms all de sta, y laotra hacia un bancal de rododendros por detrs de la casa.

    Era una habitacin de lo ms solemne, pero la seorita Bulstrode erauna mujer bastante ms solemne todava. Era alta, y de porte ms bienmajestuoso, con un pelo grisceo muy bien cuidado, unos ojos pardoschispeantes de humor, y una boca cuyos rasgos denunciaban firmeza decarcter. La buena marcha del colegio (y Meadowbank era uno de los msprsperos de Inglaterra) se deba por completo a la personalidad de su rectora.Era muy costoso, pero el lucro no era su fin primordial. Se podra explicarmejor diciendo que si bien era verdad que hacan pagar hasta el aire que serespiraba, no era menos cierto que por ese dinero ofrecan lo mejor de todo acambio.

    Las nias reciban una educacin orientada por sus propios padres,pero de acuerdo tambin con el criterio de a seorita Bulstrode, y el resultadode ambos sistemas pareca ser satisfactorio. Debido a los elevados honorarios,la seorita Bulstrode se hallaba en situacin de poder costear una dependenciacompletsima de personal. Nada se haca all lo que pudiramos llamar en

    serie. Pero, aunque se siguieran directrices individuales, la disciplina nobrillaba por su ausencia. Disciplina, pero no militarizada, era el lema de laseorita Bulstrode. La disciplina, sostena ella, le era conveniente a la gentejoven; les infunda un sentimiento de seguridad. Pero si se militarizaba se lesinduca al enojo. Sus alumnas formaban un conjunto muy variado. En lestaban incluidas diversas extranjeras aristcratas, y, a menudo, stas eran desangre real. Tambin haba chicas inglesas de excelentes familias o de la altaburguesa que necesitaban imponerse en materias de cultura general, bellasartes y adquirir un conocimiento de la vida y una experiencia social que habrade convertirlas en mujeres agradables de mundana desenvoltura y capaces detomar parte en una discusin inteligente de no importa qu tema. Habatambin chicas cuyo propsito era trabajar en firme, preparar exmenes detipo preuniversitario y graduarse, con el tiempo, por cuya razn slonecesitaban buena enseanza y una atencin especial; otras que habanreaccionado desfavorablemente ante el gnero de vida de los colegiosestereotipados. Pero la seorita Bulstrode tena sus normas: no admitaineptas o delincuentes juveniles, y prefera ingresar chicas cuyos padres leagradasen y en las que ella misma vislumbrara trazas de progreso. Las edadesde sus alumnos oscilaban entre muy amplios lmites. Haba chicas a quienes enpocas pasadas les habra colocado la etiqueta de preparada para supresentacin en sociedad, y haba tambin algunas prvulas cuyos padres se

    encontraban de viaje por el extranjero, y para las que la seorita Bulstrodetena interesantes vacaciones en proyecto. El ltimo e inapelable tribunal era lapropia aprobacin de la seorita Bulstrode.

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    En este momento permaneca en pie al lado de la chimeneaescuchando la ligeramente quejumbrosa voz de la seora de Gerald Hope. Congran previsin, no haba sugerido a la seora Hope que tomara asiento.

    Ver, es que Enriqueta es en sumo grado diferente a las dems.Muy diferente, se lo aseguro. Nuestro mdico de cabecera opina...

    La seorita Bulstrode asinti con la cabeza siguindole la corriente, yreprimiendo en sus labios la mordaz frase que a veces estaba tentada de dejarescapar:

    Pero no se da usted cuenta, so imbcil!, de que eso es lo que atoda madre sin sentido le da por decir de sus hijas?

    Habl con firme comprensin.

    No tiene por qu inquietarse, seora Hope. La seorita Rowan,miembro de nuestro profesorado, es una psicloga magnficamente preparada.

    Estoy segura de que se quedar sorprendida del cambio que se verificar enEnriqueta (de por s una nia inteligente y encantadora, y demasiado buenapara usted), despus de uno o dos trimestres aqu.

    S, ya lo s. Ustedes consiguieron maravillas de la nia de losLambeth. Verdaderas maravillas! Por eso estoy contenta. Y..., ah, ya!, se meolvidaba... Dentro de seis semanas salimos para el Sur de Francia. Pens enllevarme a Enriqueta. Me gustara que se tomara entonces un breve descansoen sus estudios.

    Me temo que eso va a ser de todo punto imposible replic conviveza la seora Bulstrode, lanzando una sonrisa encantadora, como siestuviera accediendo a una peticin en lugar de denegarla.

    Oh, pero! la seora Hope titube, mostrando mal genio en sudbil y petulante cara. Tengo que insistir, ya lo creo. Despus de todo, es mihija.

    Exactamente; pero el colegio es mo replic la seorita Bulstrode.

    Entonces, es que no puedo sacar la nia del colegio cuando se meantoje?

    Oh, s! concedi la seorita Bulstrode. Puede hacerlo. Claro

    que puede hacerlo. Pero, en ese caso, yo no volvera a admitirla.La seora Hope se puso entonces verdaderamente furibunda.

    Considerando la cuanta de los honorarios que pago aqu...

    Exactamente admiti la seorita Bulstrode. Usted eligi micolegio para su hija, no es as?, igual que eligi ese precioso modelo deBalenciaga que lleva puesto. Pues, acptelo tal como es o djelo. Porque es unBalenciaga, no? Gusta mucho encontrar una mujer con autntico buen gustoen el vestir.

    Envolvi con su mano la de la seora Hope, apretndola, y gui sus

    pasos imperceptiblemente en direccin de la puerta de salida.

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    No se intranquilice lo ms mnimo. Ah! Ah tiene a Enriquetaesperndola mir con aprobacin a Enriqueta, una simptica nia deinteligencia equilibrada si las hay, digna de mejor madre. Margaret,conduzca a la seorita Hope a la seorita Johnson.

    La seorita Bulstrode se retir a su saln y pocos momentos ms

    tarde estaba hablando francs.Pues claro que s, excelencia, su sobrina puede aprender bailes

    modernos de saln. Es de lo ms importante socialmente. Y los idiomas sonasimismo imprescindibles.

    Los siguientes en llegar venan precedidos de tal rfaga de unperfume caro como para tumbar a la seorita Bulstrode.

    Debe verterse a chorros un tarro entero de extracto todos los das,anot mentalmente la seorita Bulstrode al cumplimentar a la mujer de cutistrigueo que vena exquisitamente vestida.

    Enchante, madame.

    Madame ri entre dientes de una manera primorosa.

    El corpulento y barbudo personaje de atavos orientales cogi lamano de la seorita Bulstrode, hizo una reverencia, y dijo en muy buen ingls:

    Tengo el honor de acompaar a la princesa Shaista hasta usted.

    La seorita Bulstrode estaba impuesta de todo lo concerniente a sunueva alumna, que acababa de llegar de un colegio de Suiza, pero tena unaidea muy nebulosa referente a su escolta. No debe ser el emir en persona

    juzg, todo lo ms un ministro o un charg d'affaires. Como era sucostumbre cuando se hallaba apurada ante una duda autntica, recurri alsocorrido ttulo de Excellence y le garantiz que cuidaran de la princesaShaista con el mayor esmero.

    Shaista sonrea cortsmente. Iba tambin vestida y perfumada a lamoda. La seorita Bulstrode saba que tena quince aos, pero como muchasjvenes orientales y de pases del litoral mediterrneo, pareca mayor de loque era por estar completamente desarrollada. La seorita Bulstrode converscon ella acerca de sus proyectos de estudio y experiment gran satisfaccin aladvertir que le responda con presteza en un ingls correcto y sin lanzar esarisita boba que tratan de esconder las adolescentes. Era evidente que susmodales, si se compara con aquellos desmaados de la mayora de lascolegialas inglesas de quince aos, superaban a stos con gran ventaja. Laseorita Bulstrode haba pensado a menudo que sera una acertada idea enviarchicas inglesas a los pases del cercano Oriente, para que all les ensearanetiqueta y buenas maneras. Se profirieron ms cumplidos por ambas partes, y,entonces, el saln se qued otra vez desocupado, aunque todava saturado detan penetrante perfume, que la seorita Bulstrode tuvo que abrir las ventanasde par en par con el fin de que se disipara un poco.

    Las prximas en llegar fueron la seora Upjohn y su hija Julia.La seora Upjohn era una afable mujer, rondando los cuarenta,pelirroja y manchada de pecas. Llevaba un sombrero que no le iba en absoluto,

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    y, que, indudablemente, era una concesin a la formalidad propia del caso yaque ella perteneca al tipo de mujeres jvenes que tienen por costumbre irdestocadas.

    Julia era una nia corriente, asimismo pecosa, con una frente quedenotaba bastante inteligencia y aire de buen natural.

    Los preliminares se llevaron a cabo de prisa, y Julia fue enviada, vaMargaret, a la seorita Johnson. La nia dijo animadamente, mientras sala:

    Adis, mam. Ten mucho cuidado al encender esa estufa de gasahora que yo no estar en casa para hacerlo.

    La seorita Bulstrode se volvi sonriente, hacia la seora Upjohn,pero no le indic que tomara asiento. No tendra nada de particular que, pese ala apariencia de jovial sentido comn que tena Julia, su madre creyera verseen la necesidad de explicar que la suya era una nia muy especial.

    Tiene algo en particular que encargarme con respecto a Julia? pregunt.

    La seora Upjohn replic con jbilo.

    Oh, no! No lo creo. Julia es un tipo de nia muy corriente.Completamente sana y todo eso. Creo, adems, que tiene un cerebro enbastante buenas condiciones. Aunque yo me atrevera a decir que todas lasmadres piensan del mismo modo con respecto a sus hijas, no es as?

    Las madres difieren una de otras sentenci la seorita Bulstrodecon sombra entonacin.

    Es magnfico para ella el poder venir aqu asever la seoraUpjohn. En realidad, es una ta ma quien lo paga, o me ayuda en gran partea pagarlo. Yo no podra costearlo por m misma. Pero estoy lo que se diceencantada de ello y Julia lo mismo se dirigi hacia la ventana, diciendo conenvidia: Qu hermoso jardn! Y tan esmeradamente cuidado! Deben tenerustedes una coleccin de autnticos jardineros para poder cuidarlo.

    Tenamos tres le explic la seorita Bulstrode, pero demomento estamos faltas de ellos; vienen a echarnos una mano unos de lalocalidad.

    Desde luego, el inconveniente de hoy en da observ la seoraUpjohn estriba en que a quien se llama un jardinero no es, la ms de lasveces, otra cosa que un simple lechero, pongo por caso, necesitado de obteneringresos extras en sus ratos libres, o un viejo de ochenta aos. A veces piensoque... Cmo...? exclam la seora Upjohn, observando a travs delventanal, qu cosa ms extraordinaria!

    La seorita Bulstrode concedi a esta repentina exclamacin menosimportancia de la que hubiera debido, por haber lanzado ella misma unaojeada fortuita en aquel preciso instante a travs de la ventana que daba almatorral de rododendros, y haba percibido una visin altamente enfadosa: se

    trataba de nada menos que de lady Vernica Carlton-Standways, describiendoeses a lo largo da su camino, murmurando para s misma, en un estadoevidente de embriaguez avanzada.

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    Lady Vernica no era un peligro ignorado. Se trataba de una mujerencantadora, profundamente unida a sus dos hijas gemelas, y muy agradable,segn decan, cuando era ella misma. Pero desgraciadamente en imprevistosintervalos, no era as. Su marido, el mayor Carlton-Standways, la sobrellevababastante bien. Viva con ellos una prima que, por lo general, la tena al alcance

    de su vista para vigilarla y apartar sus pasos del peligro si llegaba el caso. Elda de las competiciones deportivas, acompaada del marido y de su prima,que no se separaba de ella, lady Vernica apareca completamente despejada ymagnficamente vestida, siendo el patrn a imitar de la madre modelo. Perohaba veces en que lady Vernica consegua zafarse de sus bienquerientes, sepona como una cuba, y se iba flechada en busca de sus hijas para hacerlesprotestas de su amor maternal. Las mellizas haban llegado por tren en lamaana de aquel da, y nadie en el colegio haba contado con la aparicin delady Vernica.

    La seora Upjohn continuaba charlando sin que la seorita Bulstrode

    la escuchara. sta ltima consideraba varias determinaciones a tomar, porquese dio cuenta de que lady Vernica se estaba aproximando vertiginosamente ala fase truculenta. Pero de repente, como llovida del cielo, apareci la seoritaChadwick, con paso acelerado y ligeramente jadeante. La fiel Chaddy pensla seorita Bulstrode. Siempre se puede contar con ella, ya se trate de uncorte en una arteria o de un familiar embriagado.

    Es una ignominia le vocifer lady Vernica. Intentaronmantenerme alejada... No queran que viniera aqu... Sin embargo, me burlbien de Edith. Fui a echarme un rato, dejando el coche fuera, y me zaf de latontaina de Edith... Es una solterona metdica. A ningn hombre se le ocurrira

    mirarla por dos veces. Tuve una trifulca con la poli por el camino. Dijeronque no estaba en condiciones de conducir... Pamplinas! Voy a decirle a laseorita Bulstrode que me llevo las nias a casa... Quiero tenerlas en casa...!Amor de madre! Qu cosa tan grande es el amor de madre...!

    Es grandioso, lady Vernica convino la seorita Chadwick. Nossentimos muy halagadas de que haya venido. Tengo especial inters en quevea el nuevo pabelln de deportes. Le encantar.

    Encamin diestramente los vacilantes pasos de lady Vernica en ladireccin opuesta, alejndose de la casa.

    Espero que nos encontremos aqu con las nias le dijohbilmente. Es un pabelln de deportes al que no le falta detalle. Tienetaquillas nuevas y un secadero para los trajes de bao sus voces seperdieron en lontananza.

    La seorita Bulstrode las observaba. Lady Vernica trat una vez msde desasirse y volver a la casa, pero la seorita Chadwick era una contrincanteque la aventajaba. Desaparecieron al dar la vuelta al ngulo que formaba elbancal de rododendros, con direccin a la distante soledad del nuevo pabellnde deportes.

    La seorita Bulstrode exhal un suspiro de alivio. Excelente personaesta Chaddy! Y tan fiel! No es moderna. Tampoco cerebral, excepto para las

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    matemticas. Pero siempre est dispuesta a prestar su ayuda en un momentode apuro.

    Se volvi, lanz un suspiro con cierta sensacin de culpabilidad a laseora Upjohn, que haba continuado perorando un buen rato a sus anchas.

    ... aunque, por supuesto estaba diciendo ahora, nunca setrataba de autnticas aventuras de capa y espada. Nada de tirarse enparacadas ni hacer sabotage ni espionaje como en las pelculas de aventuras.Yo no habra tenido el valor suficiente. La mayora de las veces era muymontono. Trabajo de oficina y trazados de planos sobre un mapa. Pero, claroest, de cuando en cuando era excitante, y a menudo de lo ms entretenido,como le dije antes... Todos los agentes secretos se perseguan unos a otros,dando vueltas y ms vueltas por Ginebra, conocindose mutuamente de vista,y terminando con frecuencia en el mismo bar. Yo no estaba casada entonces,claro. Todo aquello resultaba sumamente divertido.

    Se detuvo abruptamente, disculpndose con una amistosa sonrisa.Lamento haber estado hablando tanto y haberle ocupado su

    precioso tiempo, cuando an le quedan tantsimas visitas por atender.

    Le extendi la mano, dijo adis y se fue.

    La seorita Bulstrode permaneci en pie durante un momento, con elceo fruncido. Se encontraba intranquila sin saber exactamente por qu. Ciertoinstinto le adverta que no haba prestado la atencin debida a algo que tal vezpudiera ser importante.

    Desech esta sensacin. Era el da de apertura del ltimo trimestre yan tena que recibir las visitas de muchos padres ms.

    Jams haba disfrutado su colegio de mayor esplendor ni tenido tanasegurado el xito. Meadowbank se encontraba en su cnit.

    No haba nada que pudiera indicarle que antes de pocas semanasMeadowbank se encontrara sumergido en un mar de complicaciones; que eldesconcierto, el caos y el asesinato reinaran all, y que ya en este instante seestaban maquinando ciertos acontecimientos...

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    Captulo IREVOLUCIN EN RAMAT

    Unos dos meses antes del da de apertura del ltimo trimestre decurso en Meadowbank, tuvieron lugar determinados sucesos que habran deocasionar repercusiones en aquel renombrado colegio de seoritas.

    Descansando en uno de los aposentos del Palacio de Ramat, fumabandos jvenes mientras consideraban el futuro inmediato. Uno de ellos, morenocon una faz tersa y aceitunada, y unos grandes ojos de mirada melanclica,era el prncipe Al Yusuf Cad del Principado Hereditario de Ramat, Estado que,

    si bien diminuto, era uno de los ms ricos de Oriente Medio. El otro joven erapelirrojo y pecoso, y andara siempre a la cuarta pregunta si no fuera por labonita asignacin que le pasaba el prncipe Al Yusuf en calidad de pilotoprivado suyo.

    A pesar de la diferencia de posicin, se trataban de igual a igual. Losdos se haban educado en el mismo colegio, y desde entonces no dejaron deconsiderarse ntimos amigos.

    Nos dispararon, Bob asegur el prncipe Al, resistindose acreerlo.

    S, nos dispararon a dar repiti Bob Rawlinson.Se haban propuesto derribarnos.

    Eso es lo que pretendan los bastardos asever Bob con vozlgubre.

    Al consider por un momento:

    Merecera acaso la pena intentarlo nuevamente?

    Puede que esta vez no tuviramos tanta suerte. La verdad es, Al,que lo hemos dejado todo para ltima hora. Hace ya dos semanas que

    debiramos haber huido. Bien te lo aconsej.No es cosa grata escapar as dijo el gobernante de Ramat.

    Me hago cargo de tu punto de vista. Pero recuerda queShakespeare o uno de esos poetas dijo que los que huyen salvan su vida parapoder luchar otro da.

    Cuando pienso reflexion con sentimiento el joven prncipe enel dinero que se ha ido en transformar ste en un Estado prspero...Sanatorios, escuelas, servicios de asistencia mdica...

    Bob Rawlinson interrumpi la enumeracin.No podra hacer algo la Embajada?

    Al Yusuf enrojeci airadamente.

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    Refugiarme en tu embajada? Eso, nunca. Los extremistas, contoda seguridad, tomaran el edificio por asalto; no respetaran la inmunidaddiplomtica. Adems, si llegara a hacer eso, significara verdaderamente el fin.Ya basta con que la principal acusacin en mi contra sea la de ser prooccidental exhal un quejido. Es tan difcil de comprender! sus palabras

    sonaron anhelantes, dando la sensacin de ser ms joven de los veinticincoaos que tena. Mi abuelo fue un hombre cruel, un autntico tirano. Tenacentenares de esclavos y los trataba de una manera despiadada. En susguerras contra las tribus que le eran hostiles, mataba a sus enemigos sincompasin, y los haca ejecutar de la manera ms horripilante. El mero susurrode su nombre haca que todo el mundo palideciera. Y, sin embargo, continasiendo un personaje de leyenda, admirado y venerado. El gran AchmedAbdullah! Pero yo... Qu es lo que he hecho yo? Edificar hospitales y colegios,proporcionarles bienestar, construirles viviendas, y todas aquellas cosas quedicen que le hacen falta al pueblo. Es que no las quieren? Es que preferiran

    un rgimen de terror como el de mi abuelo?Me temo que sea eso replic Bob Rawlinson. Parece un pocoinjusto, pero es as.

    Pero, por qu, Bob? Por qu?

    Bob Rawlinson suspir y se retorci en el divn, haciendo un esfuerzopara explicar lo que senta. Tena que vencer su falta de fluidez verbal.

    Bueno dijo. Supongo que ser porque mont un espectculo. lera un tipo, diramos..., dramtico, si entiendes mi comparacin.

    Contempl de frente a su amigo, el cual, decididamente, no tenanada de dramtico. Era un chico delicado, plcido, sencillo... Era correcto,decente... As es como era Al y a Bob le gustaba por eso. Ni era pintoresco niera arrebatado. Y si bien en Inglaterra los tipos pintorescos y arrebatadoscausan perplejidad y no son muy gratos, Bob estaba bien seguro de que eradiferente en Oriente Medio.

    Pero la democracia... empez a decir Al.

    Oh! La democracia... Bob onde su pipa en el aire. sa es unacosa que significa cosas distintas en todas partes. Pero de una cosa estoy muyseguro: de que nunca significa lo que originariamente dieron a entender los

    griegos por ella. Apuesto lo que quieras que si logran darte la patada, surgiralgn mercachifle exaltado que tome las riendas del poder vociferando suspropias alabanzas, divinizndose a s mismo en un dios omnipotente yahorcando o desollando a cualquiera que osara disentir de l en cualquieraspecto. Y, fjate en lo que te digo, l llamar al suyo un gobiernodemocrtico... Del pueblo y para el pueblo... Y espero que, adems, al pueblole encante todo eso. Ser excitante para ellos. Sangre a torrentes!

    Pero no somos salvajes! Hoy en da estamos ya civilizados.

    Hay diferentes tipos de civilizacin explic vagamente Bob.

    Adems, yo me inclino a creer que todos nosotros albergamos un poquito desalvajismo en nuestro interior, y le damos rienda suelta si conseguimoselaborar una excusa verosmil.

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    Es posible que ests en lo cierto contest Al, sombramente.

    Lo que al parecer no desea hoy da el pueblo en ninguna parte expuso Bob es un gobernante que posea una dosis mnima de sentidocomn. Yo no he sido nunca un tipo con mucho pesquis, que digamos...Bueno!, eso lo sabes t de sobra, Al... Sin embargo, a veces pienso que es la

    nica cosa que verdaderamente hace falta en el mundo... slo una pizca desentido comn apart la pipa a un lado y se enderez en el divn. Pero notienes por qu preocuparte de eso ahora. Lo que importa es de qu maneravoy a sacarte de aqu. Hay alguien en el ejrcito en quien pueda confiarciegamente?

    El prncipe Al mene la cabeza pesadamente,

    Hace dos semanas te hubiera contestado s. Pero hoy lo ignoro...No puedo estar seguro...

    Bob asinti.

    Eso es lo que me joroba. Y en cuanto a este palacio tuyo, me dadentera.

    Al dio su aquiescencia sin manifestar emocin alguna.

    Si. En los palacios hay espas por todas partes. Lo escuchan todo.Se enteran de todo.

    Hasta en los hangares le interrumpi Bob. El viejo Achmed, porel contrario, no era de esos. Tiene una especie de sexto sentido. Sorprendi auno de los mecnicos trasteando sigilosamente por la avioneta... Precisamente

    uno de los hombres en quien siempre habamos depositado nuestra msabsoluta confianza. Mira, Al, si vamos a jugarnos el todo por el todo parasacarte de aqu, tendr que ser pronto.

    Ya lo s... Ya lo s... Creo que... Estoy plenamente convencidoahora que si me quedo, me matarn.

    Dijo esto sin emocin ni pnico de ninguna clase; con una ligeraindiferencia.

    De todos modos, el peligro de muerte que tenemos que arrostrar esgrande le advirti Bob. Tendremos que ir rumbo al Norte, como sabes. As

    no podrn interceptarnos. Pero eso significa tener que volar sobre lasmontaas... y en esta poca del ao... se encogi de hombros. Debescomprenderlo. Es endiabladamente peligroso.

    Al Yusuf pareci acongojarse.

    Si algo te ocurriera, Bob...

    Oh...! No te atormentes por m, Al. No lo he dicho pensando enm. Yo no cuento. Y, de todos modos, soy el tipo de individuo que, con todaseguridad, terminan matando tarde o temprano. Me paso la vida jugndome elpellejo. No, se trataba de ti... No quiero persuadirte a que tomes una decisin

    o la contraria. Si una parte del ejrcito te es leal...No me convence la idea de huir dijo Al sinceramente. Pero ni

    mucho menos quiero ser un mrtir y que me descuartice la canalla.

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    Se qued silencioso unos instantes.

    Est bien consinti finalmente exhalando un suspiro. Haremosla tentativa. Cundo?

    Bobse encogi de hombros.

    Mientras ms pronto, mejor. Tienes que llegar al campo de aviacinde una manera natural. Qu te parece decir que vas a inspeccionar las obrasde construccin de la nueva carretera en Al Jasar? Un antojo repentino. Ve aprimera hora de la tarde. Entonces, cuando tu coche pase por el campo deaviacin, detente all. Yo tendr la avioneta dispuesta y todo previsto. Elpretexto ser que vas a ir a inspeccionar la construccin de la carretera desdelo alto, comprendes? Despegamos y nos quitamos de en medio. Ni que decirtiene que no podremos llevar equipaje alguno. Tiene que parecer todocompletamente improvisado.

    No hay nada que desee llevarme conmigo, a excepcin de una

    cosa...Sonri, y sbitamente, la sonrisa alter la expresin de su rostro,

    imprimiendo una personalidad diferente. Dejo de ser el moderno y concienzudojoven de ideas Occidentales. En su sonrisa se vislumbraban todo el artificio y laastucia de raza que haban permitido sobrevivir a una larga fila de antepasadossuyos.

    T eres mi amigo, Bob. Mira aqu...

    Se meti la mano por dentro de la camisa, y palp hasta queconsigui extraer una bolsita de ante que alarg a Bob.

    Qu es esto? Bob frunci el ceo, quedndose perplejo.

    Al la atrajo hacia s nuevamente, la desat y vaci su contenidoencima de la mesa.

    Bob contuvo la respiracin por un momento, expulsando en seguidael aliento de un tenue silbido:

    Santo Dios! Son legtimas?

    Esta pregunta pareci hacerle gracia a Al.

    Pues claro que lo son! La mayora de ellas pertenecieron a mimadre. Todos los aos adquira piedras nuevas. Yo tambin lo he seguidohaciendo. Proceden de muchos lugares diferentes, y fueron compradas pornuestra familia por hombres en quienes podamos confiar. Se adquirieron enLondres, Calcuta, Transvaal... Es tradicin familiar llevarlas encima en caso deemergencia y hablando en tono ms positivo asever: Estn tasadas alcambio actual en tres cuartos de milln de libras aproximadamente.

    Tres cuartos de milln de libras! dejando escapar un silbido, Bobcogi las piedras y las dejo correr entre sus dedos. Son fantsticas! Igualque un cuento de hadas. Le transforman a uno.

    S asinti el atezado joven. De nuevo apareci en su rostroaquella milenaria expresin abrumada. Los hombres se vuelven otros cuandohay joyas de por medio. Son cosas que siempre dejan tras s un rastro de

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    violencias: muertes, derramamientos de sangre, asesinatos. Las mujeres sevuelven an peores. Porque las mujeres no consideran solamente el valor delas joyas, sino algo relacionado con las joyas mismas en s. Ellas pierden lacabeza por unas joyas bonitas. Desean pasearlas, llevarlas colgadas alrededordel cuello, sobre el pecho. Yo no confiara stas a ninguna mujer. Pero voy a

    confirtelas a ti.A m? Bob le mir de hito en hito.

    S. No quiero que caigan en manos de mis enemigos. Ignorocundo tendr lugar el alzamiento en contra ma. Puede que est urdido parahoy mismo. Tal vez no viva ya esta tarde para poder llegar al campo deaviacin. Hazte cargo de las piedras y procede en todo como mejor te parezca.

    Pero, mira..., yo no entiendo. Qu es lo que tengo que hacer conellas?

    Ingniatelas para conseguir que salgan del pas de una manera

    segura indic Al, fijando plcidamente su mirada en su conturbado amigo.Quieres decir que prefieres que las lleve yo encima en vez de

    llevarlas tu?

    Quede as. Pero, en realidad, creo que seras capaz de discurriralgn plan ingenioso para hacerlas llegar a Europa.

    Pero escucha, Al: no se me ocurre la menor idea de cmo hacersemejante cosa.

    Al se recost en el divn. Sonrea tranquilamente con un aire

    divertido.Tienes sentido comn. Y eres honrado. Y recuerdo que en los das

    en que fuimos compaeros de fatigas, tenas para todo una ocurrenciaingeniosa. Te dar el nombre y direccin de un individuo que se encarga degestionarme estos asuntos... Esto es, por si acaso yo no sobreviviera. Nopongas esa cara de angustia, Bob. Hazlo como mejor puedas. Es todo lo que tepido. No te culpar si fracasas. Ser la voluntad de Al. En cuanto a m serefiere, es muy sencillo. No quiero que me roben esas piedras de mi cadver.Por lo dems... se encogi de hombros. Ya te lo he dicho: todo saldrsegn la voluntad de Al.

    Ests chiflado!No. Soy fatalista. Eso es todo.

    Atiende, Al. Acabas de decir que soy honrado. Pero tres cuartos demilln..., crees que podran minar la honradez del hombre ms ntegro?

    Al Yusuf dedic a su amigo una mirada de afecto.

    As y todo concluy, no tengo, por ese motivo, recelo alguno.

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    Captulo IILA MUJER DEL BALCN

    Al tiempo que Bob Rawlinson se alejaba a lo largo de las galeras demrmol del palacio, en las que resonaba el eco de sus pisadas, se dio cuentade que en su vida se haba sentido tan desdichado. El saber que llevaba trescuartos de milln de libras en el bolsillo del pantaln le causaba un intensomalestar. Le daba la sensacin de que todos los oficiales del palacio conquienes se encontraba tuvieran conocimiento del hecho. Llegaba incluso asentir que el estar enterado de la valiosa carga que portaba consigo, tena que

    salirle a la cara. Hubiera experimentado un gran alivio al constatar que susfacciones pecosas mostraban su habitual expresin animada de buen natural.

    Los centinelas de la entrada le presentaron armas chocando lostalones. Bob baj por la atestada calle principal de Ramat, con la mentetodava ofuscada. Hacia dnde se encaminaba? Qu planeara? No tena lamenor idea. Y el tiempo apremiaba.

    La calle principal era parecida a la inmensa mayora de las callesprincipales en Oriente Medio. Era una mezcla de inmundicia y esplendor. LosBancos recin construidos, se erguan ostentosos de su magnificencia. Unainnumerable cantidad de bazares presentaban sus colecciones de baratijas deplstico. Polainas de punto para bebs y encendedores de pacotilla eranpuestos de manifiesto en inverosmil yuxtaposicin. Haba mquinas de coser ypiezas de recambio para automviles; las farmacias exponan sus especficosde elaboracin casera, rodeados de moscas, y grandes anuncios de penicilinaen todas sus clases y antibiticos en gran abundancia. En muy pocas tiendashaba algo que normalmente apeteciera comprar, con la posible excepcin delos ltimos modelos de relojes suizos, que se exhiban amontonados porcentenares en un escaparate diminuto. El surtido era tan inmenso, que inclusoen stas, el presunto comprador habra desistido de adquirir nada, ofuscadopor tan enorme revoltijo.

    Bob caminaba todava, experimentando una especie de estupor, casiempellado entre seres vestidos con trajes indgenas o europeos.

    Haciendo un acopio de fuerzas para reconcentrarse en s, se interrogde nuevo adonde demonios encaminara sus pasos.

    Se meti en un caf nativo y pidi un t con limn. Al sorberloempez a reanimarse poco a poco. La atmsfera del establecimiento eraconfortadora. Sentado en una mesa frente a l, un rabe de edad avanzada seentretena en pasar una sarta de cuentas de mbar que produca su ruiditocaracterstico al chocar unas con otras. A su espalda, dos hombres jugaban

    una partida de tric trac. Era un sitio a propsito para sentarse a meditar.

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    Porque l necesitaba meditar. Le haban confiado joyas por valor detres cuartos de milln, dejando a su discernimiento el plan a trazar parasacarlas del pas. Y tampoco haba tiempo ninguno que perder. En cualquiermomento podra estallar el trinquete.

    Desde luego que Al estaba loco. Lanzar por las buenas con tal

    despreocupacin, setecientas cincuenta mil libras a su amigo! Y despus,volverse a arrellanar tranquilamente, encomendndolo todo a Al. Bob no tenatal recurso. El Dios de Bob otorgaba a sus criaturas la libertad de decidir yrealizar sus propios actos, haciendo uso pleno de las facultades que lgenerosamente le haba concedido.

    Qu demonios iba a hacer con aquellas dichosas piedras?

    Pens en la embajada. No. No poda complicar a la embajada. Y, detodos modos, era casi seguro que la embajada se negara a versecomprometida.

    Lo que l necesitaba era una persona. Una persona de lo mscorriente que abandonara el pas por un medio de lo ms corriente tambin.Un hombre de negocios, o un turista, preferiblemente. Alguien sin conexinalguna con la poltica, cuyo equipaje, a lo sumo, estuviese sujeto a un meroregistro superficial, o que, inclusive, no fuera a ser registrado en absoluto. Porsupuesto haba que considerar tambin la otra alternativa... Sucesosensacional en el aeropuerto de Londres. Intentona de alijar joyas por valor detres cuartos de milln de libras Etc., etc. Pero tendra que correr ese riesgo.

    Una persona corriente... Un viajero de buena fe... Y de repente Bobse dio una palmada en la frente por imbcil. Pues claro que s, Joan! Suhermana, Joan Sutcliffe. Joan se encontraba en Ramat desde haca ya dosmeses con su hija Jennifer, la cual, despus de un grave ataque depneumona, haba venido a recuperarse, por prescripcin mdica, a este pasde clima seco y mucho sol. Regresaran en barco dentro de tres o cuatro das.

    Joan era la persona ideal. Qu era lo que Al haba dicho referente alas mujeres y las joyas? Bob se sonri. La buena de Joan! Ella no es de lasque perderan la cabeza por unas joyas. Sera capaz de poner las manos en elfuego. S; poda confiar en Joan.

    Sin embargo, no vayas tan ligero... Podra verdaderamente confiar

    en Joan? En su honradez, indiscutiblemente. Pero, y en su discrecin? Bobsacudi la cabeza negativamente, lleno de pesar. Joan se ira de la lengua;sera incapaz de resistir la tentacin de charlar. Y lo que es peor an, podrahacer alusiones indirectas... Me llevo a Inglaterra una cosa importantsima.No puedo decirle una palabra de ello a nadie. Realmente, es de lo masemocionante...

    Joan nunca haba sido capaz de mantener nada callado, aunque sesenta enormemente halagada cuando se le deca que era todo lo contrario. Poreso no deba tener conocimiento de lo que iba a llevar. As correra ella menospeligro. Preparara un paquete con las piedras; un paquete de aspecto inocuo,y le inventara cualquier historieta. Un regalo para alguien. Un encargo, yapensara l algo.

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    Bob ech una mirada a su reloj y se puso en pie. El tiempo seescurra.

    Recorri las calles a zancadas, sin sentir el bochornoso calor delmedioda. Todo pareca tan normal como siempre. No se notaba nada departicular en el ambiente. Solamente en palacio se advertiran el espionaje, los

    cuchicheos y la proximidad de algo extrao que pareca estar fragundose.El ejrcito... todo dependa del ejrcito. Quines eran leales?

    Quines no lo eran? Con toda seguridad que intentaran un golpe de Estado.Tendra xito o fracasara?

    Frunci el entrecejo cuando entraba en el hotel principal de Ramat.Se denominaba modestamente Ritz Savoy y tena una gran fachadamodernista. Se haba inaugurado con gran boato tres aos atrs, con unmanager suizo, un jefe de cocina viens y un matre d'htel italiano. Todohaba ido maravillosamente. Pero el viens haba sido el primero en desfilar,

    seguido por el suizo. Ahora el matre italiano se haba despedido tambin. Lacomida todava segua siendo pretenciosa, pero de mala calidad; el servicio eraabominable, y una buena parte de la costosa instalacin de caera para eldesage no funcionaba como era debido.

    El encargado de la recepcin conoca bien a Bob y salud con la msradiante de sus sonrisas:

    Buenos das, capitn. Viene en busca de su hermana? Ha ido deexcursin con la pequea...

    De excursin? a Bob se le vino el alma a los pies... Precisamente

    tenan que irse de excursin cuando tan preciso le...Con el seor y la seora Hurst de la compaa petrolfera aclar el

    encargado, dispuesto a informar. Todo el mundo estaba siempre enterado detodo. Han ido a la presa de Kalat Diwa.

    Bob reneg en su interior. Joan no volvera al hotel hasta dentro deunas horas.

    Voy a subir a su habitacin dijo, y alarg la man para coger lallave que el empleado le entreg.

    Abri la puerta y pas dentro. En un amplio cuarto de dos camas, quese hallaba en el caos de costumbre. Joan Sutcliffe no era una mujer ordenada.Haba palos de golf atravesados sobre una butaca y raquetas de tenis echadasencima de la cama. Las ropas estaban tiradas por doquier, la mesa atestadapor un batiburrillo de rollos de pelcula, tarjetas postales, libros con la cubiertaforrada y coleccin de objetos orientales; la mayora de ellos fabricados enserie en Birmingham y en el Japn.

    Bob ech una ojeada a las maletas y bolsas de viaje que estabanalrededor suyo. Se encontraba cara a cara con un problema. No iba a serposible ver a Joan antes de emprender el vuelo de huida con Al. No le

    quedaba tiempo para ir a la presa y regresar. Poda hacer un paquete con laspiedras y dejarlo acompaado con una nota. Pero casi inmediatamente depensarlo, desisti. Saba muy bien que casi siempre le seguan. Lo ms fcil es

    http://e/ediciones/tramite/corregir/Sutcliffe.nohttp://e/ediciones/tramite/corregir/Sutcliffe.no
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    que le hubieran seguido desde el palacio al caf, y desde ste hasta aqu. Nohaba advertido a nadie, pero estaba seguro de que haba elementos muyhbiles para esa clase de trabajo. No tena nada de sospechoso que viniera alhotel para ver a su hermana, pero si dejaba un paquete y una nota leeransta y abriran aqul.

    Tiempo... tiempo... Le faltaba tiempo.Tres cuartos de milln de piedras preciosas en el bolsillo de sus

    pantalones.

    Pase nuevamente una mirada circular por la habitacin, tras lo cual,con una mueca burlona, extrajo del bolsillo un pequeo juego de herramientasque siempre llevaba consigo. Descubri que su sobrina Jennifer tenaplasticina, cosa que le servira de mucho.

    Trabaj rpida y diestramente. De pronto, alz la vista, suspicaz,dirigiendo sus ojos hacia el abierto ventanal. No; no haba balcn volado en

    esta habitacin, sino un antepecho. Eran slo sus nervios los que le habandado la sensacin de que alguien le estaba observando.

    Finaliz su tarea e hizo un ademn aprobatorio. Nadie sera capaz denotar lo que haba hecho. De eso estaba convencido. Ni Joan ni otra personaalguna. Y mucho menos Jennifer, una nia tan reconcentrada en ella misma,que nunca vea ni reparaba en nada ajeno a su propia persona.

    Quit de en medio todas las evidencias de su labor y se las guard enel bolsillo. Despus se qued perplejo mirando en torno suyo.

    Alarg la mano para alcanzar el bloc de cartas de Joan, y se sentasumiendo un gesto ceudo.

    No tena ms remedio que dejarle escrita una nota.

    Pero, qu podra decirle? Tendra que ser algo que Joan pudieseinterpretar, pero que no tuviera l menor sentido para cualquier otra personaque leyera la nota.

    Y eso era realmente imposible! En la clase de novelas policacas quea Bob le gustaba tanto leer para matar el tiempo en sus ratos libres, habasiempre alguien que dejaba una especie de criptograma, que era descifradocon xito despus por otra persona. Pero l no poda siquiera pensar encriptogramas, dadas las circunstancias, y, en todo caso, Joan perteneca al tipode persona llena de sentido comn que necesitaba ver los puntos claramentecolocados sobre las es y las barras de las ts bien trazadas para poderempezar a darse cuenta de algo.

    Entonces su mente se aclar. Exista otro medio de hacerlo: desviarla atencin que pudiera merecer Joan, dejar una simple nota sin nada departicular, y despus confiar un recado a alguna otra persona que lo dara aJoan en Inglaterra.

    Se puso rpidamente a escribir:

    Querida Joan:

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    Me dej caer por aqu para proponerte si te haca jugar una partidade golf esta tarde. Pero si has subido a la presa, debers estar muerta decansancio durante el resto del da. Te viene bien maana? A las cinco en elclub.

    Tu hermano.

    Una especie de recado accidental que dejara a su hermana, a quienposiblemente no volvera a ver nunca ms... Pero en cierto sentido cuanto msimprovisado pareciera tanto mejor sera. No deba comprometer a Joan enningn asunto extrao; ni siquiera tena ella por qu estar enterada de que setrataba de un asunto extrao. Joan no saba fingir. Su proteccin estribara enla evidencia de que no estaba enterada de nada.

    Y la nota desempeara un doble cometido. Dara la impresin de quel Bob, no haba hecho planes de partida.

    Se detuvo a pensar un instante, y entonces cruz hacia el telfono ydio el nmero de la Embajada Britnica. Le pusieron en el acto encomunicacin con Edmundson, el tercer secretario, amigo suyo.

    Eres John? Aqu Bob Rawlinson. Podemos vernos en alguna partecuando salgas de ah...? No podra Ser un poquito antes de esa hora? Notendrs otro remedio que hacerlo, muchacho. Es vital. Bueno, la verdad es quese trata de una chica... carraspe embarazosamente Es sensacional.Verdaderamente maravillosa. Algo fuera de lo corriente. Slo que se las sabetodas...

    Enterado Bob, t y tus chicas... Est bien, a las dos, eh? y colg.Bob percibi el cliccaracterstico que suena al colgar el receptor del

    telfono, como si quienquiera que hubiese estado escuchando por otraconexin volviese, el auricular a su sitio.

    Qu buenazo era Edmundson! Dado que todos los telfonos deRamat estaban bajo control, Bob y John Edmundson haban convenido unaespecie de claves para su uso mutuo. Una chica maravillosa, fuera de locorriente, quera decir un asunto urgente e importante.

    Edmundson le recogera con su coche a las dos en la puerta delnuevo edificio del Banco Mercantil y Bob le contara lo del escondite. Le diraque Joan no estaba enterada de ello, pero que si le ocurriera a l alguna cosa,se trataba de algo valioso. Como haran un largo viaje por va martima. Joan yJennifer no estaran de vuelta en Inglaterra hasta dentro de seis semanas.Para entonces era casi seguro que la revolucin habra estallado triunfalmenteo habra sido sofocada ya. Al Yusuf se hallara en Europa o l y Bob podranestar muertos. Le contara a Edmundson lo indispensable pero nada ms que loindispensable.

    Bob lanz una ltima mirada alrededor del cuarto. Continuaba

    teniendo exactamente el mismo aspecto de tranquilidad desordenada yfamiliar. La nica adicin era la inofensiva nota de Joan. La coloc encima de lamesa. No haba nadie en todo el largo pasillo cuando sali.

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    II

    La mujer que se hospedaba en la habitacin vecina a la que ocupabaJoan Sutcliffe se retir del balcn. Tena un espejo en la mano.

    Haba salido al balcn con la exclusiva finalidad de examinar mscuidadosamente un nico pelo que haba tenido la audacia de brotarle en labarbilla; se lo arranc con unas pinzas, y despus se estir la piel de la carapara someterla a un minucioso escrutinio a la clara luz del sol.

    Fue entonces, al relajar la piel, cuando descubri algo ms. Laposicin del espejo de mano que ella sostena en alto era tal que reflejaba la

    luna del armario de la habitacin contigua a la suya, y en ella vio a un hombreque estaba haciendo algo muy extrao.

    Tan extrao e inesperado era, que se qued all inmvil,observndolo. El hombre no poda verla desde el sitio donde estaba, sentadodelante de la mesa, y ella solamente poda verle a l mediante la doblereflexin.

    Si hubiera vuelto la cabeza atrs, l podra haber percibido tambin lavisin del espejo de mano de ella reflejado en la luna del armario. Pero estabademasiado absorto en lo que se ocupaba para mirar atrs.

    Es cierto que por un instante alz los ojos para mirar al ventanal,pero, puesto que all no haba nada que ver, inclin otra vez la cabeza.

    Durante un rato, la mujer le observ mientras terminaba lo queestaba haciendo. Despus de una pausa momentnea, el desconocido escribiuna nota, que coloc sobre la mesa. Entonces qued fuera de la lnea visual dela mujer, pero sta pudo or lo suficiente para llegar a la conclusin de queestaba haciendo una llamada telefnica. Ella no consigui pescar las palabrasque haba dicho, pero pareca una conversacin intrascendente y animada.Despus oy cerrarse la puerta.

    La mujer aguard unos cuantos minutos, y entonces abri la puertade su habitacin. Al extremo del pasillo, un rabe limpiaba desidiosamente elpolvo con un plumero. El criado dio la vuelta a la esquina y se perdi de vista.

    La mujer se desliz rpidamente, entonces, hacia la habitacininmediata. Estaba cerrada con llave, pero ella ya contaba con eso. Unahorquilla que llevaba sujetndole el pelo y la hoja de un cortaplumasejecutaron el trabajo rpida y diestramente.

    Penetr, cerrando la puerta tras de s. Cogi la nota. La solapa delsobre haba sido pegada muy ligeramente y pudo abrirlo con suma facilidad.Frunci el entrecejo al leer el contenido. All no haba aclaracin alguna.

    La peg nuevamente volvindolo a colocar en su sitio, tras lo cual diounos pasos por la habitacin.

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    Tena una mano extendida cuando la turbaron unas voces quellegaban desde la terraza de la planta baja a travs del ventanal.

    Una de las voces le era conocida: la de la seora alojada en lahabitacin donde se hallaba en este momento. Una voz decidida y propia paradedicarse a la enseanza; una voz muy segura de s misma.

    Se precipit al ventanal.

    Abajo, en la terraza, Joan Sutcliffe, acompaada de su hija Jennifer,una nia de quince aos, plida pero rolliza, estaba contndole a un ingls deelevada estatura que no pareca ni pizca feliz enviado por el consuladobritnico, as como a quien le apeteciera escucharla, todo lo que se le vena ala imaginacin acerca de las medidas que haba de tomar.

    Pero es absurdo! No he odo en mi vida disparate semejante. Todoest aqu perfectamente tranquilo y todo el mundo es de lo ms agradable. Am me parece que todo esto va a ser un zangoloteo causado por un pnico sin

    fundamento.Confiemos que sea as, seora Sutcliffe, esperemos eso. Pero Su

    Excelencia considera de tal responsabilidad el...

    La seora Sutcliffe le cort dejndole con la palabra en la boca. Noestaba dispuesta a tomar en consideracin la responsabilidad de losembajadores.

    Tenemos una buena carga de equipaje, sabe usted? Nos vamos aInglaterra el mircoles que viene por va martima. El viaje por mar le harbien a Jennifer. Eso le dijo el doctor. Me niego de la manera ms rotunda aalterar todos mis planes y a que me enven a Inglaterra en avin con estedisparatado aturdimiento.

    Para convencerla, el hombre de aspecto infortunado agreg que laseora Sutcliffe y su hija podran ser evacuadas en avin, si no hastaInglaterra, por lo menos hasta Aden para embarcar all.

    Pero con equipaje y todo?

    S, s. Eso puede solucionarse. Tengo esperando un coche... Mejordicho, una furgoneta. Podemos cargarlo todo inmediatamente.

    Qu vamos a hacer! capitul la seora Sutcliffe. No nos quedaotra cosa que ponernos a preparar el equipaje, me parece.

    Cuanto antes, si no tiene, inconveniente.

    La mujer que estaba en la habitacin de la seora Sutcliffe se retirodel antepecho precipitadamente. Ech una rpida ojeada a la direccin de laetiqueta de uno de los maletines. Entonces huy aceleradamente de aquelcuarto para volver al suyo en el preciso instante en que la seora Sutcliffeasomaba dando una vuelta a la esquina del pasillo.

    El encargado de la recepcin del hotel iba corriendo detrs de ella.

    Su hermano, el capitn de aviacin, ha estado aqu, seoraSutcliffe. Subi a su habitacin, pero me parece que se ha marchado ya. Debehabrsele cruzado por el camino indudablemente.

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    Cunta lata! exclam, quejosa, la seora Sutcliffe. Muchasgracias musit al empleado, y prosigui hablando a Jennifer. Presumo quetambin Bob estar ajetrendose por nada. Lo que es yo no he notado ningnsntoma de disturbio por las calles. Esa puerta no tiene echada la llave. Qudescuidada es la gente!

    Quiz fue to Bob apunt Jennifer.Me hubiera gustado verle hoy. Oh, aqu hay una nota. Desgarr el

    sobre.

    Sea como fuere, Bob no debe estar ajetrendose por nada dedujotriunfalmente. Es obvio que no est al tanto de nada de esto. Pnicodiplomtico, eso es lo que es. Qu detestable me resulta el tener que hacer elequipaje con este calorazo! Esta habitacin est igual que un horno. Vamos,Jennifer, saca tus cosas de la cmoda y del armario. Tendremos que arramblarcon todo como mejor podamos. Ya las arreglaremos cuando tengamos ocasin.

    Yo no he estado nunca en una revolucin declar, pensativa,Jennifer.

    Ni espero que en esta ocasin presencies ninguna replic sumadre con viveza. Ya vers como no me equivoco en lo que digo. No pasarnada en absoluto.

    Jennifer pareci decepcionarse.

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    Captulo IIIAPARECE EL SEOR ATKINSON

    Seis semanas ms tarde, en Londres, una joven golpeabadiscretamente a la puerta de una habitacin en el distrito de Bloomsbury. Leindicaron que poda pasar.

    Era un despacho pequeo. Un hombre grueso de mediana edadestaba arrellanado en un butacn tras la mesa de escritorio. Tena puesto untraje arrugado, encenizado en la parte delantera por el habano que fumaba.Las ventanas estaban cerradas, y la atmsfera era casi irrespirable.

    Bueno dijo impertinentemente el gordinfln, hablando comoadormilado. Qu ocurre ahora?

    Se deca del coronel Pikeaway que tena los ojos siempre a punto decerrarlos para dormir, o recin abiertos despus de echar un sueo.Igualmente se deca que ni se llamaba Pikeaway ni era coronel. Pero hay gentedispuesta a decir lo ms improbable.

    Edmundson, del Foreign Office, seor.

    Ah! exclam el coronel Pikeaway.

    Parpade, produciendo el efecto de que iba a entregarse nuevamenteal sueo y murmur:

    Tercer secretario de nuestra embajada en Ramat en los das de larevolucin, si mal no recuerdo.

    Exactamente, seor.

    Supongo, entonces, que conviene que lo reciba musit el coronelPikeaway, sin manifestar gran entusiasmo. Se recompuso, adoptando unapostura algo ms vertical y sacudi un poco la ceniza que le haba cadoencima de la panza.

    El seor Edmundson era un joven alto y rubio, correctamente vestido,con modales igualmente correctos y un aire general de plcida desaprobacin.

    El coronel Pikeaway? Soy John Edmundson. Me dijeron quepudiera ser que usted... estuviese interesado en verme.

    Le dijeron eso? Bueno, deben de estar bien informados declarel coronel Pikeaway. Sintese aadi.

    Sus ojos empezaron a entornarse de nuevo, pero, antes de hacerlopregunt:

    Usted estuvo en Ramat cuando la revolucin, no es eso?S, estuve. Un asunto muy sucio.

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    Imagino que debi serlo. Era amigo de Bob Rawlinson, verdad?

    S; le conozco perfectamente.

    Tiempo verbal errneo le hizo saber el coronel Pikeaway. Hamuerto.

    S, seor, lo saba. Pero no estaba seguro del todo... Hizo unapausa.

    No tiene por qu tomarse la molestia de ser discreto aqu declarel coronel Pikeaway. Aqu estamos enterados de todo. Y si no lo estamos,aparentamos estarlo, Rawlinson fue quien sac en aeroplano de Ramat a AlYusuf el da del alzamiento. Del aparato no se volvi a saber. Puede quehubiera aterrizado en algn lugar inaccesible, o que se hubiera estrellado. Sehan encontrado los restos de una avioneta, y dos cadveres, en los montesArolez. La Prensa difundir maana la noticia, verdad?

    Edmundson admiti que haba sido as, efectivamente.Aqu nos enteramos de todo prosigui el coronel Pikeaway.

    Estamos para eso. La avioneta choc contra las montaas. Pudo haber sido acausa de las condiciones atmosfricas. Pero hay fundamento para creer que setrat de sabotaje. Una bomba de accin retardada. Todava no hemos recibidoinformes completos. La avioneta se estrell en una regin de muy difcilacceso. Ofrecieron una remuneracin por encontrarla, pero se tarda mucho enllegar al fondo de las cosas. Despus tuvimos que enviar peritos en un vuelode reconocimiento. El inevitable papeleo burocrtico. Solicitudes a un gobiernoextranjero, permisos ministeriales, untar manos. Eso sin contar con que los

    campesinos de los alrededores se apropiaron de todo aquello que pudieraserles til.

    Hizo una pausa para mirar a Edmundson.

    El prncipe Al Yusuf habra llegado a ser un gobernador muycivilizado, con slidos principios democrticos.

    Eso es, probablemente, lo que acab con el pobre muchacho conjetur el coronel Pikeaway. Pero no podemos perder el tiemponarrndonos tristes historias de la muerte de los reyes. Nos han pedido quellevramos a cabo ciertas investigaciones. Partes interesadas. Es decir partes

    que el gobierno de Su Majestad mira con buenos ojos. contempl aEdmundson: Sabe usted a lo que me refiero?

    Pues... estoy enterado de algo repuso Edmundson de mala gana.

    Usted, con toda seguridad, debe de estar enterado de que ni entrelas vctimas ni entre los restos del accidente fue hallado nada de valor, ni quetampoco, por lo que hasta ahora se sabe, ha sido retirado por los habitantesdel lugar. Aunque, en lo que a eso se refiere, no se sabe nunca a qu atenersecon los campesinos. Son ms reticentes que el propio Foreign Office. Y de quotras cosas est enterado usted?

    De nada ms.

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    No tiene noticias de que acaso deberan haber dado con algo demucho valor? Para qu, entonces, le dijeron a usted que viniera aentrevistarse conmigo?

    Me dijeron que posiblemente deseara usted hacerme algunaspreguntas replic, estirado, Edmundson.

    Si yo hago preguntas, es porque espero contestaciones puntualiz el coronel Pikeaway.

    Naturalmente.

    Pues no parece que lo encuentre muy natural, hijo mo. No le dijoBob Rawlinson nada antes de emprender el vuelo de huida de Ramat? Siexista un depositario de la confianza de Al, esa persona era l. Vamos,oigmoslo. Le dijo l alguna cosa?

    Referente a qu, seor?

    El coronel Pikeaway le mir muy fijamente y se rasc una oreja.Oh! De acuerdo gru. Guarde esto en silencio y no diga nada

    de aquello. Usted lleva su reserva demasiado lejos. Cuando usted dice que nosabe a qu me refiero, ser porque no lo sabe, usted. Qu le vamos a hacer!

    Tengo entendido que haba algo declar Edmundson, con reservay desgana. Una cosa de importancia que Bob pudo haber deseado revelarme.

    Aja! exclam el coronel Pikeaway, con el aire de satisfaccinpropio de quien consigue al fin descorchar una botella. Muy interesante.Cuente lo que sepa.

    Es muy poco, seor. Bob y yo tenamos una especie de clavesecreta, muy sencilla. La inventamos a causa de que todos los telfonos deRamat estaban intervenidos. Bob tena la oportunidad de enterarse de cosasen palacio, y yo a veces me enteraba de alguna informacin til quetransmitirle a l. As que si uno de los dos telefoneaba al otro y mencionabauna chica, con cierta entonacin, usando la expresin fuera de lo corriente,para designarla, esto quera decir que se tramaba algo.

    Una informacin importante en algn sentido u otro?

    S. Bob me telefone empleando esa expresin el mismo da que

    empez el espectculo. Me cit en nuestro sitio de costumbre delante de lapuerta de uno de los Bancos, pero las turbas se amotinaron precisamente enaquel distrito y la polica acordon las calles. No llegu a ponerme en contactocon Bob, ni l conmigo. l sac de all a Al aquella misma tarde.

    Ya veo dijo Pikeaway. No tiene idea desde dnde le telefone?

    No; pudo haber sido desde cualquier parte.

    Fue una lstima. Se detuvo un instante y despus preguntfortuitamente:

    Conoce usted a la seora Sutcliffe?

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    Se refiere a la hermana de Bob Rawlinson? La conoc all, claro.Estaba acompaada de su hija, una colegiala. Pero no la conozco lo bastantepara darle mi opinin sobre ella.

    Estaban ella y Bob muy compenetrados?

    Edmundson reflexion.No. Yo no dira eso. Ella le llevaba una buena porcin de aos. Lotrataba en el plan de la hermana mayor. Y, adems, a l no le haca ningunagracia su cuado; siempre que se refera a l deca que era un asno de oro.

    Efectivamente, lo es. Se trata de uno de nuestros ms prominentesindustriales. Y qu ostentosos se vuelven! Por tanto, usted no estimaprobable que Bob Rawlinson le hubiera confiado un secreto muy importante asu hermana?

    Es difcil afirmarlo... Aunque, no; yo me inclino a creer que no.

    Yo tambin convino el coronel Pikeaway, dando un suspiro.Bueno, ahora tenemos a la seora Sutcliffe y a su hija en un largo viaje deregreso a Inglaterra por va martima. Vienen en el Eastern Queen, queatracar en Tilbury maana.

    Permaneci en silencio durante uno o dos minutos, mientras sus ojosverificaban una minuciosa inspeccin del joven que tena enfrente. Despus,como si hubiese llegado a una conclusin, le alarg la mano, dicindolevivamente:

    Muy amable por haber venido.

    Lo nico que lamento es haberle servido de muy poca utilidad.Est usted seguro de que no hay nada que yo pueda hacer?

    No, no. Gracias. Me temo que no.

    John Edmundson, sali.

    Espere...

    El discreto joven volvi a aparecer.

    Tuve la intencin de enviarle a Tilbury para que le diera la noticia asu hermana expuso Pikeaway. Amigo de su hermano y todo eso... Pero me

    he decidido en contra, no es un tipo elstico. Eso se debe a su contacto con elForeign Office. No es precisamente oportunista. Enviar a... cmo se llama?

    Se refiere a Derek?

    S; el mismo asinti el coronel Pikeaway aprobatorio. Cae en lacuenta de lo que quiero decir, verdad?

    Tratar de hacerlo todo lo mejor que pueda, seor.

    No basta con intentarlo; tiene que conseguirlo. Pero mndeme aRonnie primero. Tengo una misin para l.

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    II

    El coronel Pikeaway se dispona, al parecer, a dormitar de nuevo,cuando el joven llamado Ronnie penetr en el despacho. Era alto, moreno ymusculoso, de natural alegre e insolentes modales.

    El coronel Pikeaway le contempl durante unos instantes y despussonri burlonamente.

    Que le parecera meterse en un internado de seoritas? lepregunt.

    Un internado de seoritas? repiti Ronnie elevando las cejas.

    Ser algo nuevo para m. Y qu es lo que estn tramando esas chicas?Fabricar bombas de hidrgeno en la clase de qumica?

    Nada de eso. Se trata de un colegio distinguidsimo: Meadowbank.

    Meadowbank! el joven emiti un silbido. No puedo creerlo.

    Refrene su lengua impertinente y esccheme. La princesa Shaista,prima hermana y nica pariente cercana del difunto prncipe Al Yusuf deRamat ir all el prximo trimestre. Hasta ahora se ha estado educando en uncolegio de Suiza.

    Qu he de hacer? Secuestrarla?Ciertamente que no. Puede que en un futuro prximo su alteza se

    convierta en un foco de inters. Quiero que no pierda detalle de cmoevolucionan all posibles sucesos. No s qu acontecer o quin podr aparecerpor all, pero si algunos de nuestros ms indeseables amiguitos parece mostraralgn inters, comunquemelo... Su misin all ser, poco ms o menos la deestar al tanto de lo que puede suceder.

    El joven asinti.

    Y cmo voy a valrmelas para colarme all? En calidad de

    profesor de natacin?El profesorado externo es tambin todo femenino. El coronel

    Pikeaway le contempl meditativo. Creo que le har pasar a usted porjardinero.

    Por jardinero?

    S. Me equivoco al suponer que conoce usted algo de jardinera?

    No. Ni mucho menos. Cuando joven colabor durante todo un aoen la columna Su jardn del Sunday Mail.

    Bah! exclam el coronel Pikeaway. Y eso qu? Yo tambinpodra escribir para una columna de jardinera sin saber una palabra de ello...No hay ms que husmear en unos cuantos de esos catlogos de Nurseryman,

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    de coloridos chillones, y unas enciclopedias de jardinera. Conozco todas esastriquiuelas. Por qu no romper la tradicin y poner una nota tropical esteao en un arriate? ha atractiva Amabellis Gossiporia, y algunas de esashbridas chinas, tan maravillosas, de la Sinensis Maka Foolia. Experimente lasuntuosa y ruborosa belleza de una mata de Siniestra Hopaless, no muy

    resistentes, pero que se desarrollaran muy bien en una pared orientada aponiente. Dej de hablar, e hizo una mueca burlona. Nada de eso! Hayquienes cometen el disparate de comprar las plantas, y, cuando menos loesperan, se les echan encima los fros tempranos y se les secan. Y despus searrepienten de no haber seguido fieles a sus trepadoras y nomeolvides. No,hijo mo. Me refiero al autntico oficio de jardinero. Estar familiarizado con elazadn; es decir, escupirse en las manos y saber cmo manejarlo; hacer lasmezclas convenientes de abono; cubrir las plantas con paja y estircol paraprotegerlas de las heladas; cavar y remover la tierra con legones, layas ycualquier clase de azadas; hacer surcos profundos para los guisantes de olor...

    y todo el resto de esas labores brutales... Las sabe usted hacer?He hecho todas las cosas que dice usted desde mi juventud.

    Es indiscutible que las habr hecho. Conozco a su madre. Bueno,entonces, ya est decidido.

    Es que hay alguna vacante de jardinero en Meadowbank?

    Tiene que haberla prosigui el coronel Pikeaway. No hay jardnen Inglaterra que no est falto de personal. Voy a escribirle para que las lleveconsigo algunas buenas referencias. Ya ver usted como se apresuran aatraparle. No hay tiempo que perder. El prximo trimestre empieza el da 29.

    Yo cultivo el jardn y al mismo tiempo mantengo los ojos bienabiertos.

    Eso es; y si alguna colegiala excesivamente fogosa le hicierainsinuaciones, pobre de usted si le responde! No quiero que le cojan de laoreja y lo pongan, antes de tiempo, de patitas en la calle...

    Echo una mano a una cuartilla de papel.

    Qu nombre se le ocurre que ponga?

    Adam me parece muy apropiado.

    Y de apellido?Qu tal ira Edn?

    No me hace ninguna gracia la asociacin de ideas que se le havenido a la mente. Adam Goodman resultar muy bien. Vaya a inventarse sucurriculum vitae con la ayuda de Jenson, y despus, manos a la obra! ech una mirada a su reloj. Me es imposible dedicarle ms tiempo a usted.No es cosa de hacer esperar al seor Atkinson. Ya debera estar llegando aqu.

    Adam (para llamarle por su nuevo nombre), se detuvo en su caminohacia la puerta.

    El seor Atkinson? pregunt curioso. Va a venir hoy?

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    Eso es lo que he dicho. Son un zumbador elctrico que habaencima del escritorio. Ah lo tenemos ya, tan puntual como siempre.

    Dgame pregunt Adam con curiosidad. Quin es l enrealidad? Cul es su verdadero nombre?

    Su verdadero nombre es Atkinson repuso el coronel Pikeaway.Eso es todo lo que yo s, y todo lo que de l se sabe.

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    III

    El hombre que entr en el despacho no tena aspecto de que sunombre fuera, o pudiera haber sido alguna vez, Atkinson. Podra haberseapellidado Demetrius, Isaacstein, o Lpez, aun cuando no se llamaseprecisamente ninguno de estos nombres. No era, decididamente, judo nigriego ni portugus ni espaol ni sudamericano. Pero de lo que ni muchomenos tenia aspecto era de ser un ingls apellidado Atkinson. Era grueso yestaba bien vestido. Tena la tez pajiza, lnguidos los ojos negros, frentedespejada, y unos dientes muy blancos de tamao excesivo. Sus manos eranbien formadas y estaban cuidadas muy primorosamente. Su voz era inglesa, y

    no se le notaba el menor indicio de acento extranjero.El coronel Pikeaway y su visitante se saludaron mutuamente con tales

    ademanes que parecan dos monarcas reinantes. Se cambiaron cumplidos porambas partes.

    Despus, al aceptar un puro el seor Atkinson, el coronel Pikeawaycomenz:

    Es muy amable de su parte el ofrecerse a ayudarnos.

    El seor Atkinson encendi su cigarro, lo sabore con apreciacin yfinalmente habl:

    Mi querido amigo. Slo pens que... Yo oigo cosas, y*. be. Conozcoa mucha gente que me las cuenta. No "&;,

    El coronel Pikeaway no hizo comentario alguno acerca de estaignorancia del seor Atkinson y dijo:

    Infiero que se habr enterado usted del hallazgo de la avioneta delprncipe Al Yusuf.

    El mircoles de la semana pasada precis el seor Atkinson. Eljoven Rawlinson era quien la pilotaba. Un vuelo de despiste. Pero el accidente

    no fue debido a ningn error de parte de Rawlinson. Un cierto Achmed, unmaestro mecnico, merecedor, segn Rawlinson, de la ms absoluta confianza,haba estado trasteando en el aparato. No debi haber sido merecedor deconfianza alguna. Ahora ha conseguido un puesto muy lucrativo bajo el nuevorgimen.

    As es que se trat de sabotaje! Nosotros no lo sabamos conseguridad. Es una triste historia.

    S. Ese pobre muchacho... me refiero a Al Yusuf, estaba malpertrechado para hacer frente a la corrupcin y a la traicin. El haberseeducado en un colegio britnico fue un error, o al menos se es mi punto devista. Pero l ya no nos concierne a nosotros, no opina as? Es una noticia de

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    ayer. Nada hay tan muerto como un rey muerto. Lo que nos concierne ahora, austed en un sentido y a m en otro es lo que los reyes dejan tras de s.

    A saber...

    El seor Atkinson se encogi de hombros.

    Una considerable cuenta corriente en un Banco de Ginebra; otra,ms modesta, en Londres; un cuantioso activo en su propio pas,recientemente confiscado por el glorioso nuevo rgimen (as como la ingratasospecha de que haya sido repartido el botn, o al menos, eso es lo que hallegado a mis odos), y finalmente unos pequeos objetos de su propiedadpersonal.

    Pequeos?

    Estas cosas son muy relativas. De todos modos pequeos devolumen. Fciles de llevar consigo.

    No se hallaron en la persona de Al Yusuf, que nosotros sepamos.No, porque se los haba entregado al joven Rawlinson.

    Est seguro de eso? inquiri Pikeaway.

    Bueno, uno nunca est seguro respondi como excusndose, elseor Atkinson. En un palacio hay muchas habladuras. No puede ser ciertotodo lo que dicen. Pero circula un insistente rumor a ese respecto.

    Pues tampoco se hallaron en la persona de Rawlinson.

    En ese caso opin el seor Atkinson parece que tienen que

    haber sido sacados del pas por algn medio.Por otro medio? Tiene usted alguna idea?

    Rawlinson entr en un caf de la ciudad despus de haberse hechocargo de las joyas. Durante el rato que estuvo all no se le vio hablar niacercarse a nadie. Despus se dirigi al hotel Ritz Savoy donde se hospedabasu hermana. Subi a la habitacin de sta, y permaneci por espacio de veinteminutos en ella. Su hermana estaba fuera. Entonces abandon el hotel endireccin al Banco Mercantil en la Plaza de Victoria, donde hizo efectivo uncheque. Al salir del Banco se iniciaron unos disturbios. Estudiantes amotinados

    por algn motivo. Transcurri cierto tiempo hasta que la plaza fue despejada.Rawlinson, entonces, parti directamente al campo de aviacin, donde encompaa del sargento Achmed, fue a darle un repaso a la avioneta.

    Al Yusuf sali en coche para examinar la construccin de la nuevacarretera, se detuvo en el campo de aviacin, y se reuni con Rawlinson,expresando su deseo de emprender un corto vuelo para ver la presa y la nuevaautopista en construccin desde el aire. Despegaron, y no volvieron ms.

    Y qu deduce usted de todo esto?

    Mi querido Pikeaway, lo mismo que usted. Por qu permaneci

    Bob Rawlinson veinte minutos en el cuarto de su hermana, estando ella fuera yhabindole dicho que lo ms probable sera que aqulla no regresara hasta el

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    atardecer? Le dej una nota en cuya redaccin invertira tres minutos a losumo. Qu hizo del tiempo restante?

    Sugiere que ocult las joyas en algn sitio apropiado entre losefectos pertenecientes a su hermana?

    Parece lo indicado, no? La seora Sutcliffe fue evacuada aquelmismo da en compaa de otros sbditos britnicos. Fue llevada en avin consu hija hasta Aden. Segn tengo entendido, llegarn a Tilbury maana.

    Pikeaway hizo una seal de asentimiento.

    No la pierda de vista aconsej Atkinson.

    No pensamos quitarle el ojo de encima replic Pikeaway. Yatenemos todo previsto.

    En el supuesto de que tenga las joyas estar en peligro cerr losojos. Detesto en tal forma la violencia!

    Cree usted verosmil que haya violencia?

    Hay gente interesada en ello. Diversos elementos indeseables.Usted me entiende, no?

    Le entiendo asegur Pikeaway con serenidad.

    El seor Atkinson sacudi la cabeza,

    Es tan desconcertante!

    El coronel Pikeaway tante con delicadeza:

    Tiene usted algn... especial inters en el asunto?Represento a cierto grupo de intereses repuso el seor Atkinson.

    Su voz son tenuemente aprobadora. Algunas de las piedras en cuestinfueron proporcionadas por mi trust a su difunta alteza a un precio muyequitativo y razonable. El grupo de personas que represento, y que estninteresados en la recuperacin de las piedras, habra tenido, me aventuro aasegurar la aprobacin del ltimo propietario. No me agradara vermeprecisado a decir nada ms. Son tan delicadas estas cosas!

    Pero usted estar, decididamente, del lado de los ngeles dijosonriendo el coronel Pikeaway.

    Ah, ngeles! ngeles... s! Sabe usted por casualidad quien sehospedaba en las dos habitaciones contiguas a uno y otro lado de la queocupaba la seora Sutcliffe y su hija?

    El coronel Pikeaway pareca estar incierto.

    Djeme pensar... Pues... Creo que s lo s... En la de la izquierda,la seorita ngela Romero, una... bailarina espaola que actuaba en el cabaretde la capital. Acaso no fuera precisamente espaola, ni tampoco bailara muybien flamenco, pero tena popularidad entre la clientela. En la de la derecha,segn tengo entendido, estaba una seora que iba formando parte de ungrupo de maestras.

    El seor Atkinson irradi una sonrisa aprobatoria.

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    Es usted el mismo de siempre. Vengo a contarle cosas de las que lamayora de las veces est ya enterado.

    No, no... repuso el coronel Pikeaway cortsmente.

    Entre nosotros dos afirm el seor Atkinson sabemos mucho de

    lo que hay que saber.Sus miradas se encontraron.

    Abrigo la esperanza concluy, ponindose en pie, el seorAtkinson de que entre usted y yo sepamos lo bastante.

  • 7/29/2019 Christie Agatha - Un Gato en El Palomar

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    Agatha ChristieUn gato en el palomar

    Captulo IVREGRESA UNA VIAJERA

    Vaya panorama! exclam la seora Sutcliffe, con voz de fastidio,al mirar por la ventana del hotel. No s por qu tiene que llover siempre quese regresa a Inglaterra. Hace que todo parezca tan deprimente!

    Yo creo que es delicioso estar de vuelta asegur Jennifer y or atodo el mundo hablando ingls por la calle. Y ahora podremos tomar el tcomo Dios manda. Pan con mantequilla, mermelada y bizcochos decentes.

    Me gustara que no fueras tan insular, querida expres la seoraSutcliffe. De qu ha servido el llevarte al extranjero y hacer todo ese viajehasta el Golfo Prsico si ahora me sales con que hubieras preferido quedarteen casa?

    No me importa ir al extranjero slo por un mes o dos aclarJennifer. Todo lo que dije es que estaba encantada de haber vuelto.

    Ahora, querida, aprtate a un lado, y djame comprobar si hansubido todo el equipaje. Verdaderamente me da la impresin... lo he sentidoas desde la guerra, que la gente se ha echado hoy da a la poca vergenza.Estoy segura de que si no hubiera estado alerta sin quitar ojo de las cosas,

    aquel hombre en Tilbury se hubiera marchado llevndose consigo mi bolsa deviaje. Y haba tambin otro hombre rondando por el equipaje. Despus le vi enel tren. Sabes lo que creo? Que todos estos rateros merodean por los barcosy si se encuentran con personas que estn borrachas o mareadas del viaje, semarchan birlndoles las maletas.

    Oh, siempre ests pensando cosas por el estilo, mam replicJennifer. Crees que todas las personas con quienes te encuentras son falsas.

    La mayora lo son sentenci la seora Sutcliffe, lgubremente.

    Pero no los ingleses protest lealmente, Jennifer.

    Esos son todava peores recalc su madre. De los rabes ydems extranjeros una lo da por descontado, pero en Inglaterra nossorprenden fuera de guardia y eso hace que la cosa les resulte ms fcil a losmaleantes. Ahora djame que cuente. Estn la maleta grande y la negra, y losdos maletines castaos, y la bolsa de viaje de cremallera, y los palos de golf, ylas raquetas, y el saco de ropa sucia, y el maletn de lona..., pero, dndeestar la otra bolsa verde? Ah!,