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Comentario Al Nuevo Testamento - Colosenses y Filemon

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Page 1: Comentario Al Nuevo Testamento - Colosenses y Filemon
Page 2: Comentario Al Nuevo Testamento - Colosenses y Filemon

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[p 3]

COMENTARIO AL

NUEVO TESTAMENTO

por

WILLIAM HENDRIKSEN

Exposición

de

Colosenses y Filemón

1999

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[p 5]

CONTENIDO

Lista de abreviaturas

Introducción a Colosenses y Filemón

¿Por qué debemos estudiar Colosenses y Filemón?

La ciudad de Colosas

La iglesia en Colosas

El propósito de Pablo al escribir Colosenses y Filemón

Lugar y tiempo en que fueron escritas Colosenses y Filemón

Paternidad literaria de Colosenses y Filemón

Comentario sobre Colosenses

Bosquejo de Colosenses

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3:1–17

Capítulo 3:18–4:1

Capítulo 4:2–18

La epístola de Pablo a los Colosenses

Comentario sobre Filemón

Bosquejo de Filemón

Filemón

Resumen de Filemón

La epístola de Pablo a Filemón

La Escritura sobre el tacto

La Escritura sobre la esclavitud

Bibliografía selecta

Bibliografía de libros en español

Bibliografía general

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[p 7]

LISTA DE ABREVIATURAS

Las letras que corresponden a abreviaturas de libros son seguidas de un punto. Aquellas que se refieren a revistas o publicaciones similares no tienen puntos y están en bastardilla. De esta manera es posible distinguir de inmediato si las abreviaturas se refieren a un libro o a una revista.

A. Abreviaturas de libros

A.R.V. American Standard Revised Version

A.V. Authorized Version (King James)

Gram. N.T. A. T. Robertson, Grammar of the Greek New Testament in the Light of Historical Research

H.B.A. Hurlbut, Bible Atlas

I.S.B.E. International Standard Bible Encyclopedia

L.N.T. (Th) Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament

L.N.T. (A. and G.) W. F. Arndt and F. W. Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature

M.M. The Vocabulary of the Greek New Testament Illustrated from the Papyri and Other Non-Literary Sources, por James Hope Moulton y George Milligan (edición de Grand Rapids, 1952)

N.N. Novum Testamentum Graece, editado por D. Eberhard Nestle y D. Erwin Nestle

C.N.T. Guillermo Hendriksen, Comentario del Nuevo Testamento

R.S.V. Revised Standard Version

Th. W.N.T. Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament editado por G. Kittel

W.D.B. Westminster Dictionary of the Bible

W.H.A.B. Westminster Historical Atlas to the Bible

B. Abreviaturas de revistas

AThR Anglican Theological Review

Bib Sac Bibliotheca Sacra

Coll Mech Collectanea Mechliniensia

ExT Expository Times

JBL Journal of Biblical Literature

JThS Journal of Theological Studies

NTS New Testament Studies

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[p 9]

Introducción a Colosenses y Filemón

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I. ¿Por qué debemos estudiar Colosenses y Filemón?

La razón básica para el estudio de cualquier libro de la Biblia la da 2 Ti. 3:16, 17. Además de esto, podemos preguntar: ¿Por qué debemos, especialmente hoy en día, estudiar estas cartas?

1. Ante todo, porque estamos viviendo en la era espacial.

Escuchamos y leemos acerca de programas espaciales, galaxias, exploraciones lunares y hombres en órbita. Podemos ver, hasta cierto punto, vuelos orbitales en la pantalla de televisión. Discutimos sobre las probabilidades de los viajes interplanetarios. Así que es natural que como cristianos preguntemos: “¿Cómo se relaciona nuestro Señor y Salvador Jesucristo con este vasto universo espacial y con los sistemas solares? O ¿tal vez está apartado de todo ello?” Para el gran consuelo de todos los creyentes, Colosenses contesta esta pregunta básica (véase especialmente sobre 1:16, 17, 20).

2. Además, esta es la era del ecumenismo.

Hoy, en los círculos religiosos, la comunidad cristiana interdenominacional (llamada también ecumenismo) está haciendo progresos. Como muchos la conciben, esta comunión debe llegar a ser una unión orgánica. Sueñan con una superiglesia. ¿Será este un cuerpo sin cabeza? Y si ha de haber una cabeza, ¿será una cabeza terrenal? Esta es una pregunta muy real en el día de hoy, ya que no sólo el protestantismo sino que también el catolicismo romano está mirando hacia una unión eclesiástica final. Incluso, mientras este libro está siendo escrito, líderes protestantes se están reuniendo en un concilio ecuménico invitados por el Papa. ¿Acaso no ha estado él proclamando fuertemente que los “hermanos separados” debieran juntarse, que debieran regresar al rebaño y reconocer la suprema autoridad de … Roma? Pero ¿debe la iglesia tener una cabeza terrenal? ¿Quién es, después de todo, la cabeza de la iglesia, tanto orgánica como gobernante, sí, y no tan sólo de la iglesia sino de todas las cosas? Colosenses contesta esta pregunta también (véase sobre 1:18, 19, 24; 2:10, 19). Cuidémonos de no rechazar o comprometer jamás esta enseñanza.

Ahora bien, en el movimiento ecuménico existen hombres que desean seriamente promover el tipo de unidad espiritual que Cristo aprobaría; de hecho, que el ha mandado (véase C.N.T. sobre Jn. 17:21). Por [p 12] consiguiente, su intención es que los miembros de varias denominaciones y trasfondos se reúnan y discutan sus diferencias, para, si fuese posible, resolverlas sin sacrificar las cosas esenciales, y así fusionar las denominaciones dondequiera que esto pueda realizarse para beneficio espiritual de todos los interesados, e investigar también las posibles vías de mutua cooperación para actividades filantrópicas y culturales. Todo esto debe ser estimulado. El ecumenismo en este sentido es algo que no debe esquivarse sino más bien recibirse con agrado.

Sin embargo, hay otros que parecieran haber renunciado (¡como si alguna vez lo hubiesen sostenido!) al concepto del carácter absoluto de la religión cristiana y del carácter todosuficien-te de Cristo. Parece que su propósito es establecer una iglesia mundial, esto es, no sólo fusio-nar a los grupos protestantes, católico romanos y ruso ortodoxos, sino aun unir las religiones cristianas con las no cristianas. Parecen sentir que Cristo, sin duda, tiene algo que ofrecer, que de hecho tiene mucho que ofrecer, pero no todo. Rama, Visnú, Zoroastro, Buda, Confucio, Moisés y Mahoma también han hecho sus contribuciones. Se cuenta que Gandhi aceptaba

C.N.T. Guillermo Hendriksen, Comentario del Nuevo Testamento

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todas las religiones como suyas. Parece que los extremistas del presente movimiento ecumé-nico están imitando a Gandhi.

Ahora bien, esta negación implícita de la todosuficiencia de Cristo es la misma herejía (aunque presentada en forma diferente) que Pablo enfrentó cuando escribió Colosenses. ¿Es definitiva o no la religión cristiana? ¿Es Cristo todosuficiente o necesitamos otros salvador es que lo complementen? Colosenses responde a esta pregunta. La epístola completa es una respuesta, pero véase especialmente 1:18; 2:9, 10.

3. La época presente llama a una reflexión básica en la deidad de Cristo.

El solo hecho de este énfasis en el ecumenismo enfrenta a la iglesia con la necesidad de reexaminar sus creencias básicas con respecto al Cristo. Si Cristo es realmente Dios, en el mismo sentido en que el Padre (y el Espíritu) es Dios, entonces los unitarios, los judíos y los mahometanos deben ser excluidos del movimiento ecuménico, ¿o hay alguna posibilidad de compromiso aquí? La teología de Karl Barth también nos impone la necesidad de reflexionar sobre preguntas básicas similares respecto a Cristo, preguntas tales como: “¿hay tres personas en la una sola divina esencia?” Vemos, pues, que esta era espacial, esta era del ecumenismo, es también la era que nos fuerza a un reexamen de nuestras creencias históricas y confesionales tocante a la relación que Cristo sostiene con el Padre y la Trinidad. Y también en [p 13] este punto Colosenses habla con gran claridad (véase sobre 1:15a; 2:9).

4. Esta es la era del pragmatismo.

Debe admitirse que de ningún modo todos están interesados en meditar y reflexionar en las verdades teológicas profundas. La consigna de hoy es: “Las ideas deben probarse por su valor práctico”. No se pregunta, “¿es verdad?”, sino lo que generalmente se desea saber es, “¿funciona?”. Colosenses nos hace ver que estas dos preguntas no pueden ser separadas. Por supuesto, el cristianismo es una manera de vivir, pero es una manera de vivir basada en una convicción, en una poderosa y vigorizante doctrina. Aquel que es el Objeto de nuestra fe también es la Fuente de nuestra vida. a. Qué significa esta fe, y b. cómo se vive esta vida

cristiana, son cosas explicadas aquí con tan excelente belleza y magnificencia, que la observación de A. Deissmann viene muy al caso: “Cuando abro la puerta de la capilla de la epístola a los colosenses es como si Juan Sebastian (Bach) mismo estuviese sentado al órgano”. Para a. véase especialmente Colosenses 1; y para b. especialmente 3:5–17.

5. La era en la que vivimos también está marcada por un nuevo énfasis sobre la gran verdad de la igualdad de todos los hombres en relación con su Hacedor.

Son muchos los que concuerdan en que todos los hombres están igualmente inhabilitados por naturaleza, y que todos por igual están necesitados de salvación, que todos están moralmente obligados a vivir su vida para la gloria de Dios; y que por lo tanto, ningún hombre tiene derecho de oprimir a su prójimo. Ahora bien, si esto es cierto, entonces ¿cuál debe ser la relación entre raza y raza, esposo y esposa, padres e hijos, amo y esclavo, patrón y empleado? Y si la relación es tensa, ¿cómo se puede eliminar la tensión? En cuanto a esto hay mucha discrepancia. Colosenses nos ayuda en esto también. La enseñanza de Col. 3:18–4:1 no puede ser descuidada sin perjuicio a las relaciones entre personas.

Es en Filemón especialmente donde hallamos una ilustración práctica (un ejemplo de la vida real que todos pueden considerar) de la forma en que debe resolverse semejante problema. La lección que allí se nos enseña tiene un inmenso significado práctico para la era en que estamos viviento. Y por su fuera poco, esta pequeña carta nos brinda una fascinante mirada hacia el interior del alma de Pablo, como el hombre, el cristiano práctico y afectuoso.

6. Finalmente, debido a que las señales del regreso de nuestro Señor están comenzando a multiplicarse, existe hoy día un renovado interés en la doctrina de las últimas cosas.

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[p 14] Con ojos anhelantes los creyentes miran hacia “la herencia de los santos en la luz” (Col. 1:12). En este punto Colosenses también tiene mucho que ofrecer. La meta de Pablo es “presentar a cada hombre perfecto en Cristo” (Col. 1:22, 28). Y Pablo ofrece a sus compañeros cristianos de Colosas la esperanza (una esperanza inmutable y segura) de que “cuando Cristo sea manifestado, entonces ellos también serán manifestados con él en gloria” (3:4). Esto tiene que ser cierto, porque ¿acaso no están aun hoy sus vidas “escondidas con Cristo en Dios”? Ese Señor viviente es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”.

Por lo tanto, desde cualquier punto de vista, esta joya de epístola está al corriente de la discusión y reflexión de hoy en día y aun le lleva la delantera. Es muy actual. Y es así porque presenta al Cristo que es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y quien es:

a. El arquitecto y sustentador del universo;

b. La cabeza de todas las cosas, y especialmente la cabeza orgánica y gobernante de su propio cuerpo, la iglesia; Cristo es el todosuficiente y único Salvador de ella;

c. La imagen del Dios invisible, quien incorpora en sí mismo toda la plenitud de la deidad;

d. La fuente de la vida, de la paz y del gozo del cristiano;

e. El galardonador de aquellos que se esfuerzan para ser una bendición para otros, sin tomar en cuenta su posición social; y

f. Como presente dentro de nosotros, nuestra “Esperanza de gloria”.

II. La ciudad de Colosas

A. Geografía

Es esencial para el buen entendimiento de la epístola de Pablo a los colosenses, que conozcamos los rasgos generales del territorio en que estaba localizada la ciudad de Colosas. La carta hace mención de tres ciudades: Hierápolis (4:13), Laodicea (2:1; 4:13–16) y Colosas o Colosae (1:2). Aunque originalmente éstas fueron ciudades frigias, en los días de Pablo habían llegado a ser parte de la provincia romana de “Asia”. Su antigua ubicación está en lo que hoy se llama Turquía, en Asia (menor). Nos será de gran ayuda, pues, unos cuantos esbozos ligeros, pasando de lo familiar a lo menos conocido, y omitiendo a propósito detalles innecesarios. Casi todos los estudiantes de la Biblia están familiarizados con la figura del Asia Menor occidental. En este primer esbozo presentamos a Hierápolis, Laodicea y Colosas, y las colocamos en relación con toda la región, particularmente con Efeso, que era el centro de la actividad misionera de Pablo en esta parte de su tercer viaje misionero, durante el cual las tres iglesias, y probablemente [p 15] otras más, debieron haber sido fundadas (Hch. 19:10; Ap. 1:11). Basta una ojeada para darse cuenta de las distancias, ya que los lados de cada cuadrado representa 160 kilómetros aproximadamente. Por consiguiente, Efeso se encuentra a unos 160 kilómetros aproximadamente al oeste de las tres ciudades.

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ASIA MENOR OCCIDENTAL CON EFESO Y LAS TRES CIUDADES

Cerca de 1500 kilómetros aéreos al ONO (oesnorueste) de estas tres ciudades estaba Roma. En un viaje real estaría a mucho más de 1700 kilómetros de las tres; la distancia varía según la ruta que se tome. Lejos hacia el este y un poco hacia el sur de las tres ciudades estaba la ciudad que fuera el lugar del nacimiento de Pablo (me refiero a Tarso), y al sudeste de esta ciudad estaba Antioquía de Siria, ciudad desde la cual Pablo emprendió su tercer viaje misionero. También debemos tener en mente que con respecto a los lugares al este de las tres ciudades, las distancias en un viaje real eran también considerablemente más grandes que las distancias directas o por aire que se indican en el mapa. En aquellos días no había nada semejante a nuestras autopistas, a veces con túneles. También había que rodear obstáculos menores. Si alguien deseaba viajar por tierra desde Antioquía de Siria a Tarso, tenía que rodear el Golfo de Cilicia, como lo indica la línea punteada.

[p 16]

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Las tres ciudades relacionadas con Roma: Efeso, Tarso, Antioquía de Siria.

Las tres ciudades estaban situadas en el valle de Lico. El río Lico, conocido también como el “Pequeño Meandro”, se bifurca del Meandro, el cual es presentado en un mapa actual como el río Menderes. El valle de Lico tiene la forma de un triángulo rectángulo, con las montañas Mosina como su hipotenusa, las cordilleras del Salvaco y Cadmos como su base, y el valle de Meandro como su altitud. Hierápolis y Laodicea estaban localizadas, una en un lado del río y la otra en la ribera opuesta del mismo. Ambas ciudades estaban separadas por más o menos diez kilómetros. Colosas abarcaba las dos riberas del río, y estaba situada a unos diez y ocho kilómetros hacia el este, con una ligera inclinación hacia el sur. La acrópolis de la ciudad estaba en la ribera sur; las tumbas y edificios hacia el norte. Por lo tanto, Colosas ocupaba un vallecito angosto del alto Lico. Estaba bella y estratégicamente localizada, con la Cordillera Cadmus levantándose muy escarpadamente al sur, y con la Cordillera Mosina al norte. La carretera oriental atravesaba Colosas, ya que los caminos seguían por los valles en forma natural.

Nótese que en el mapa 3, que sigue a continuación, los lados de cada cuadrado representan 16 kilómetros.

Surge la siguiente pregunta: “cuando Pablo viajó de Antioquía de Siria a Efeso, dentro de la provincia romana de Asia, ¿qué ruta tomó?” ¿Se topó o no con la ciudad de Colosas? Los atlas bíblicos nos ofrecen una variedad de posibilidades:

1. L.H. Grollenberg, en el Atlas of the Bible, parece haber adoptado el punto de vista de Galacia septentrional, y en esta forma hace que el viaje del apóstol se efectuara por el extremo norte. Aun cuando Pablo por fin se encaminara hacia Efeso, estaría demasiado al norte para toparse con Colosas. La discusión de esta teoría no corresponde [p 17] al presente comentario. Aquellos que estén interesados en las razones que tengo para rechazar esta teoría de Galacia septentrional podrán encontrarlas en mi libro Bible Survey, pp. 334–336.