Comisión Teológica Internacional

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SEMINARIO DEL BUEN PASTOR Teologa II ANTROPOLOGA IINombre: Juan Francisco Bruno Castro Prof. Pbro. Jess Nava Lpez 10/09/15

COMISIN TEOLGICA INTERNACIONALLA ESPERANZA DE SALVACIN PARA LOS NIOS QUE MUEREN SIN BAUTISMOUno de los temas que est tratando la Comisin Teolgica Internacional es la enseanza de la Iglesia Catlica sobre el destino de los nios muertos sin bautizar. La Iglesia es consciente de que esta salvacin se puede alcanzar nicamente en Cristo por medio del Espritu. La tendencia en muchos telogos contemporneos es afirmar que esos nios gozarn de la visin beatfica "irn al cielo". En favor de ello se aduce que no cabe suponer que falte la misericordia de Dios, que quiere que todos se salven (1 Timoteo 2,4), ni se puede suponer que el mismo Jess que dijo: "Dejad que los nios vengan a m" (Lucas 18,15-16) vaya a rechazarlos, incluso si carecen de bautismo, pues ciertamente estaban sin bautizar los que l atrajo en ese pasaje del Evangelio. Para examinar esa respuesta hay varias cosas a tener en cuenta. Primero, que la Escritura no trata expresamente del problema en su singularidad: nios anteriores al uso de razn que mueren sin ser bautizados. El Segundo con "slo el pecado original" no alcanzan el cielo. Ese parecera ser el caso exacto de los nios muertos sin bautizar. En tercer lugar, hay una doctrina previa, que es la del limbo. Aunque nunca ha sido definida dogmticamente ha tenido un lugar importante en la enseanza de la Iglesia, quiz por ser la respuesta de la "gran escolstica" San Agustn y Santo Toms a la cabeza. Para este modelo de telogos, el limbo sera un lugar de una felicidad natural, sin la visin beatfica pero con un conocimiento natural sobre Dios, como el que pueden alcanzar las solas fuerzas de la naturaleza humana, es decir, sin la accin de la gracia. A los nios muertos sin Bautismo, la Iglesia slo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. Con esto queda un lugar a la esperanza de la visin beatfica para ellos, y una afirmacin as, en un documento de tanta autoridad pesa mucho. Para la postura al tema del limbo la Iglesia humilde y fiel sabe responder tambin: "No lo sabemos," y sobre todo entiende que dentro de la economa de la salvacin hay lugar no slo para el conocimiento y la claridad sino tambin la ignorancia y la incertidumbre que ella conlleva.El Catecismo, n. 1261: "un camino de salvacin para los nios que mueren sin Bautismo." Dicho de otra manera, el mximo es la visin beatfica como tal. San Agustn, por ejemplo en su Carta a Simplicio o en la Ciudad de Dios, habl de la "massa damnata," la teora de que la Humanidad, aplastada por el pecado original y sus consecuencias en una avalancha de pecados actuales, slo puede esperar de s misma condenacin, y que este sera el destino prcticamente cierto de una proporcin inmensa de seres humanos. La teora del limbo surge precisamente como un modo de superar esa visin tan dura de San Agustn. Es muy difcil admitir la idea de un nio condenado sin haber tenido nunca uso de razn y por lo tanto, sin oportunidad de ningn acto que implique desobediencia o rechazo a su Creador. Si no se condenan los infantes que mueren sin bautismo, no es ms sencillo y directo decir que s van al cielo? Hay razones pastorales que parecen desaconsejar notablemente que la Iglesia adopte una enseanza semejante. Puede existir un estado de felicidad natural sin la gracia particular que hace posible la visin beatfica. Sin embargo la afirmacin de que los infantes muertos sin bautismo estn en el cielo no equivale a decir que son santos? Y si la Iglesia llegara a considerar como doctrina suya que ellos participan de la luz de la gloria, la gracia que Cristo otorga y la que da valor sobrenatural a la accin de la Iglesia son numricamente una y la misma. Se puede concluir que las palabras fundamentales en todo esto son tres: misericordia, esperanza y caridad. Misericordia por parte de Dios, que es el fundamento de la esperanza que puede tener la Iglesia. Una esperanza que ha de ser particularmente activa porque, segn lo dicho, es de la caridad de la misma Iglesia, tomada de su fuente en Cristo, de donde se hace posible la esperanza de bienaventuranza para estos infantes. Dicho de otro modo, hay una analoga entre la situacin de las almas del purgatorio y los infantes muertos sin bautismo: en ambos casos se requiere una corriente de amor desde el seno de la Iglesia peregrina que perfeccione en el orden de la gracia lo que falta tanto a unos como a otros. Esto no lo hace la Iglesia por s misma ni slo desde s misma sino unida a su Esposo y Seor, y como fruto propio del Espritu que habita en Ella.