Upload
consuelo-perez
View
445
Download
2
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Actividad preparada por la docente: Consuelo Pérez
Citation preview
COMPETENCIA EVANGELIZADORA
Analizar el papel evangelizador que el ser humano desarrolla en la familia y las acciones concretas que fortalecen sus relaciones interpersonales.
INTRODUCCIÓN
n la búsqueda de la felicidad y de la
realización de la persona juegan un
papel esencial el matrimonio y la familia, que
son realidades humanas y sagradas a la vez;
pertenecen al orden de la creación
(humanas) y al orden de la redención
(cristianas). Esto es así porque toda persona
humana está vinculada de una u otra forma a
la familia.
E
Nosotros los cristianos- CATOLICOS
partimos del principio de que Dios es amor.
La creación y la redención son obras y
expresiones de su amor. Por eso, creemos
también que la vida es fruto del amor y la
persona humana, soñada y creada por Dios,
está hecha para amar y para ser amada… En
ese contexto histórico-salvífico podemos
decir que el matrimonio y la familia, como
comunidad de amor querida por Dios, son
esenciales en la realización humana y
cristiana de la persona.
El matrimonio es la comunidad de amor
santificada y bendecida por Dios, que se
multiplica en los hijos y se desarrolla en la
experiencia de la familia y la amistad… El
amor es pues un don unido a la vida misma,
el don y la experiencia más rica de la
existencia humana
La mayoría de las personas hemos nacido y
crecido en una familia; la misma Iglesia se
considera como la familia de los hijos de
Dios; hablamos también de la gran familia de
la humanidad y toda relación interpersonal o
grupo corporativo suele compararse o
comprenderse a sí mismo como familia.
Tanto el matrimonio como la familia han
experimentado una profunda transformación
y atraviesan una crisis profunda.
Hoy la familia ya no se basa en principios de
autoridad o pura dependencia sino sobre la
igualdad, la participación y el servicio mutuo.
Lo que predomina en las relaciones
familiares no son las tradiciones sino la
libertad; no es la institución, sino el amor; no
es la generación, sino la realización personal.
Todo ello ha dado origen a diversas
situaciones anómalas, que son un reto para
la pastoral de la Iglesia: familias
monoparentales, familias de padres
separados, familias de uniones de hecho,
padres casados en segundas nupcias, hijos
de diversos matrimonios etc.
La problemática y crisis profunda por la que
atraviesa la familia, tiene una relación directa
con la problemática y crisis de la sociedad.
A pesar de todo, los autores siguen
reconociendo que en una sociedad como la
actual, globalizada por una parte, pero
fragmentada y desorientada por otra, “la
familia sigue siendo uno de los pocos lugares
de integración total de la persona. Se
presenta como uno de los escasos lugares
de integración… Liberada de muchas
funciones penosas, la familia moderna se
convierte en una especie de centro socio-
afectivo sumamente valioso” (2); así escribía
el teólogo francés J. Grand-Maison, hace
unos años Y concluye el autor su artículo
diciendo: “La familia en la ciudad tecnocrática
sigue siendo una de las pocas corrientes
cálidas de humanidad” (3).
Por eso, podríamos decir que, a pesar de la
complejidad de los problemas, se sigue
reconociendo la importancia sustancial de la
familia para la persona humana y para la
sociedad. Podemos decir que “para la
mayoría de los hombres, la familia es el
factor esencial de la virtud y de la felicidad;
forma a los hijos y sostiene a los adultos… Al
hombre que no tiene familia, le falta algo
esencial” (4). El Vaticano II afirma que “el
bienestar de la persona y de la sociedad
humana y cristiana, está estrechamente
ligado a la prosperidad de la comunidad
conyugal y familiar” (GS, 47) y que
“constituye el fundamento de una sociedad
justa y libre” (GS, 52). Se repite muchas
veces que la familia es la “célula de la
sociedad”; por eso se puede decir que “el
nivel moral de una nación depende, ante
todo, aunque no exclusivamente, del respeto
a la institución familiar” (5). La familia, como
comunidad humana e institución social, es
tan importante, que Juan Pablo II llega a
afirmar que “el futuro de la humanidad se
fragua en la familia” (6). En el último discurso
del Papa el 10 de enero a los representantes
del cuerpo diplomático ante la Santa Sede,
señaló la “promoción de la familia” como uno
de los primeros desafíos que tiene la
comunidad internacional en orden a
establecer un fundamento sólido de la
sociedad.
LA FAMILIA Al servicio de la evangelización (Función profética)
recisamente
porque la familia
es la “Iglesia
doméstica”, uno de los
componentes esenciales
es su misión
evangelizadora, pues ella
es un lugar y un medio de
evangelización. La vida
conyugal y familiar ayuda
en primer lugar a captar y
aceptar la revelación
bíblica en sus aspectos
esenciales y también en lo
que respecta a la misión de
la Iglesia. Tanto el AT1
como el NT2 emplean
frecuentes imágenes y
símbolos familiares para
manifestarnos y
transmitirnos la BN3 de la
salvación: Dios padre
misericordioso y es buen
pastor que reúne a sus
Phijos dispersos; Jesús es el Hijo amado, que nos muestra el
proyecto del Padre para que vivamos la
Filiación y la fraternidad; nació, creció y vivió en el ámbito de la
familia; el Espíritu es quien crea unidad y comunión.
La familia, como comunidad de amor querida por Dios, está
puesta al servicio de la edificación del reino de Dios en la
historia, mediante la participación en la vida y misión de la
Iglesia. Ella es imagen viva y representación histórica del
misterio de la Iglesia. Ambas realidades, la familia y la Iglesia,
se construyen y relacionan dinámicamente. Por una parte, “la
Iglesia-madre engendra, educa y edifica la familia cristiana”; y
por otra, “la familia cristiana se hace símbolo, testimonio y
participación de la maternidad de la Iglesia” (18). Dentro de la
vida eclesial, la familia cristiana tiene su propio cometido; ella
“edifica el reino de Dios en la historia mediante las realidades
cotidianas” y “es el amor y la vida lo que constituyen el núcleo
de su misión salvífica en la Iglesia y para la Iglesia” (19).
La familia, como la Iglesia, es u debe ser evangelizada y
evangelizadora, y “en la medida en que la familia cristiana
acoge el Evangelio y madura la fe, se hace comunidad
evangelizadora” (20). Es en la familia donde el hombre
comienza a recibir los valores humanos y cristianos; allí es
donde comenzamos a ser personas y a ser cristianos, donde
comienza a crecer la semilla de la vida auténticamente humana
y cristiana, donde recibimos la BN de la vida y de la fe. La
familia es normalmente el medio privilegiado donde se aprende
1 Antiguo Testamento2 Nuevo testamento3 Buena Nueva
a ser hombre o mujer,
donde el niño despierta a
los valores morales y
espirituales. Por eso juega
la familia un papel
irremplazable en la
transmisión de la fe, no
tanto la fe como doctrina o
conocimiento, sino la fe
como experiencia de
vida…No es lo mismo
instruir que educar; la
instrucción está más
orientada a la adquisición
de conocimientos, traídos o
propuestos desde fuera; La
educación, en cambio,
estará más orientada a la
adquisición de actitudes,
descubiertas y
desarrolladas desde el
interior de la persona.
La familia, como pequeña
Iglesia, es el lugar donde
se transmiten los valores y
actitudes evangélicas, que
van impregnando y
configurando
espiritualmente a las
personas; a través de la
experiencia cotidiana, a
través de la relación vital
con las personas y las
cosas, el medio familiar va
formando la conciencia en sus zonas más hondas; el niño va
aprendiendo en la experiencia cotidiana el respeto al otro, el
sentido de la transcendencia, la fidelidad, el coraje en la
prueba, la construcción de la paz, la aceptación de la
diferencia, la tolerancia… La familia inserta e impregnada del
agua viva de la tradición cristiana es capaz de transmitir, a
través de la vida, los valores cristianos y permitir una
asimilación del Evangelio.
“En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser
para los hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la
palabra y el ejemplo” (LG, 11; AA, 11)… Esta es, sin duda, una
tarea de los padres, que en la transmisión de la vida, no sólo
comunican la vida física o biológica, sino la vida en todas sus
dimensiones. Pero no sólo ellos. En razón del misterio de
comunión que la constituye y configura como comunidad, son
todos los miembros de la familia quienes evangelizan y son
evangelizados: “Allí los esposos encuentran su vocación
propia: ser el uno para el otro y para sus hijos testimonios de la
fe y del amor de Cristo” (LG, 35). La Evangelii Nuntiandi (EN)
destaca esta idea, cuando dice que “todos los miembros de la
familia evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo
comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden a su vez
recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido”
(EN, 71). Una familia en la que se vive en comunión de amor,
todos están dispuestos a dar y a recibir, a ser Evangelio vivo
para los otros y recibir la BN que los otros pueden
transmitirnos. “Una familia que vive así, se hace
evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en que
ella vive” (EN, 71).
Lo que constituye la Iglesia es la presencia vivificante del
Señor por medio de su Espíritu; lo que le hace Iglesia del
Señor y nuevo pueblo de Dios es el Evangelio hecho vida y
anuncio; por eso, podemos decir que la familia cristiana es
iglesia en la medida en que es espacio vital donde la BN llega
a las personas y donde las personas se convierten en BN para
los demás.
La misión evangelizadora de la Iglesia brota del misterio
pascual de Cristo y se lleva a término a través de un proceso
pascual de muerte y vida, de donación para la vida nueva.
También en la familia la
evangelización y la
capacidad evangelizadora
brotan de la experiencia
pascual, pues el amor en la
familia, especialmente para
los padres, es vivido como
una experiencia pascual:
dar la vida a un niño,
permitir que se haga
adulto, ayudarle a crecer y
a formar su propio hogar,
servir y compartir,
compadecerse y
comprometerse, implica
renunciar a nosotros
mismos para que otros
vivan, para hacer posible la
esperanza de una vida
nueva y distinta.
Si la familia es el
fundamento y la célula de
la sociedad, podemos decir
que la evangelización de la
familia debe ser una tarea
primordial y un reto
permanente para la Iglesia,
puesto que si el Evangelio
llega a la familia y se hace
realidad en la familia, el
Evangelio llega también al
corazón de la sociedad e
irá dando frutos de nueva
vida. Por otra parte, a
través de la familia, el
Evangelio llega a lo más
profundo y concreto de la
vida humana y las
realidades cotidianas,
donde otras instancias
eclesiales no
pueden llegar:
las relaciones
interpersonales,
la formación de
la conciencia, las
actitudes ante la
vida y la
sociedad, los problemas reales de la vida cotidiana, el respeto
y la defensa de la vida en todas sus dimensiones.
El Vaticano II, en el decreto sobre el apostolado de los laicos,
apunta también algunos campos muy propios del apostolado
familiar, como: la adopción de niños abandonados, la acogida
de los emigrantes, la presencia en las escuelas y obras
educadoras, la preparación de los jóvenes para el matrimonio,
colaborar en la catequesis, ayudar y apoyar a los matrimonios
y las familias con problemas, el apoyo y ayuda a los ancianos
(Cf. AA, 11). El mismo Concilio reconoce que es esencial el
papel evangelizador de la familia en aquellos lugares donde se
inicia la obra de la evangelización, donde la Iglesia se halla en
sus comienzos o donde se encuentra en algún peligro (AA, 11).
En este sentido, podemos deducir la importancia
evangelizadora de las familias en nuestra sociedad
secularizada, en la que muchas personas sólo tienen la
oportunidad de entrar en contacto con el Evangelio de Cristo a
través de las familias cristianas.
Por todo ello, podemos entender el pensamiento de Juan Pablo
II, recogiendo el sentir del Sínodo de los Obispos sobre la
familia del año 1980, de que “la futura evangelización depende
en gran parte de la Iglesia doméstica, que es la familia… La
familia cristiana, hoy sobre todo, tiene una especial vocación
de ser testigo de la alianza pascual de Cristo, mediante la
constante irradiación de la alegría, del amor y de la certeza de
la esperanza” (21). La primera implantación de Evangelio en la
historia tuvo lugar a través de las familias, como aparece
especialmente en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Cf.
Hech 2,46; 10, 2. 24. 48; 2Tim 1,5), y esto nos lleva a pensar
en estos momentos de la historia en los que se está haciendo
tan urgente una “nueva evangelización”, si no será necesario
también iniciar y afrontar
este reto a partir de las
familias.
Teniendo en cuenta la
transcendencia de la
familia como lugar y como
medio evangelizador,
debemos preguntarnos si
no será necesario revisar
muchos planteamientos
pastorales a la hora de
establecer las verdaderas
prioridades del trabajo
parroquial… La pastoral
familiar es un campo
inmenso, que va desde la
preparación para el
matrimonio hasta la
atención especial a las
situaciones difíciles o
dolorosas por las rupturas
y los problemas de la vida.
A los sacerdotes, que
están implicados en la
pastoral familiar, se les
pide que sean para las
familias “padre, hermano,
pastor y maestro,
ayudándolas con los
recursos de la gracia e
iluminándolas con la luz de
la verdad” (22).
Tomado de la página: http://www.pasionistas.org/index.php?option=com_content&view=article&id=93:la-familia-cristiana-al-servicio-de-la-evangelizacion&catid=4:laurentino&Itemid=11
Actividad
De acuerdo al texto realice la siguiente actividad y responda en el cuaderno:
1. Defina los conceptos :
2. Escriba las acciones que podemos practicar desde la evangelización para fortalecer las relaciones interpersonales y realice con ellas una sopa de letras. (mínimo 20 acciones)
3. Imprime el rompecabezas, recórtalo y pégalo en el cuaderno armado.
Evangelizar
Familia
Matrimonio