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Concierto Sinfónico 13

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La Música inglesa se impone en el Concierto sinfónico 13, con obras que definen su evolución desde principios del Siglo XX, con Britten, hasta la misma actualidad, con Malcolm Arnold y Jon Lord.

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sábado 21 abril 2012 Auditorio Manuel de Falla, 20.30 horas

CONCIERTO SINFÓNICO 13

IMalcom ARNOLD (1921–2006)

Sinfonietta núm. 1, op. 48 (12’)

Allegro comodoAllegretoAllegro con brio

Concierto para piano a determinar

IIJon LORD (1941)

M.A.s.q.u.e. (de Disguises) para orquesta de cuerda (14’)

(Dedicada a Malcom Arnold. Estreno en España)

Poco adagio – Allegro moderato e poco pesante

Benjamin BRITTEN (1913–1976)

Suite on English Folk Tunes (A time there was...), op. 90 (15’)

Cakes and AleThe Bitter WithyHankin BoobyHunt the SquirrelLord Melbourne

Ganador del 54 Concurso Internacional de Piano de Jaén piano solista

PAUL MANN director

Con la colaboración de

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Las obras del concierto de hoy —todas de compositores británicos nacidos entre 1913 y 1941— muestran, además de sus cualidades y planteamientos particulares, la permeabilidad de la supuesta frontera entre la música popular y la música culta. La distinción corre como una grieta por los libros de historia de la música —los de su producción y recepción— pretendiendo separar la música de autores consagrados, tocada por intérpretes profesionales en espacios de acceso restringido, de todas las otras, llamadas según el contexto: música profana, tradicional, popular, folklórica o comercial. Pero cualquier frontera invita a traspasarla, y muchos compositores —sea por intereses comerciales, por reivindicaciones políticas o sociales, o por un afán de renovar expresión o recursos— han demostrado su disposición para hacerlo. Sin embargo, en los últimos sesenta años la música ‘popular’ se ha convertido en un fenómeno globalizado —y globalizante— con beneficios económicos enormes en juego. Lo que era una música cotidiana, de producción amateur y cuya divulgación tuvo lugar en contextos sociales circunscritos, ha pasado a ser un bien de consumo masivo, sujeto a todas las estrategias de marketing disponibles. Con ello, la topología de nuestra cultura musical ha cambiado radicalmente. En los tres autores de hoy se pueden percibir sendas posturas frente a este nuevo paradigma.

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Malcolm Arnold

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Malcolm ArnoldSinfonietta núm. 1 op. 48 (1954)

Con dieciséis años, Malcolm Arnold obtuvo una beca para estudiar trompeta y composición en el Royal College of Music de Londres. Poco después empezó a tocar profesionalmente, y durante ocho años fue trompeta solista en varias orquestas londinenses de primera, pero la concesión del Premio Mendelssohn en 1948 le dio el impulso para dedicarse exclusivamente a la composición. Rápidamente se perfiló como autor prolífico, de inspiración melódica y con un gran entendimiento de la orquesta. Su legado incluye nueve sinfonías (compuestas entre 1951 y 1996), una veintena de conciertos (muchos de ellos escritos para solistas de prestigio contrastado como Yehudi Menuhin, Dennis Brain o Léon Goosens) y una gran cantidad de música de cámara. Además, compuso bandas sonoras para 132 películas —a un ritmo de seis por año durante más de veinte años— entre ellas El puente sobre el río Kwai, que le supuso el Oscar en 1958.A la vez, esas mismas cualidades de facilidad y afán de comunicación le ganaron el recelo de cierto sector del status quo. Un comentarista afirma que ‘su música es absolutamente ajena a las evoluciones de la segunda mitad del siglo veinte.’ Pero igualmente se podría decir que tales evoluciones han sido ajenas a una parte nada insignificante del público musical. Donald Mitchell —musicólogo fuertemente asociado al campo de Britten— habla de ‘la singular recuperación de un lirismo inocente’ en la música de Arnold. Así, su música su puede entender como ‘tradicional’, en el sentido de estar sustentada por un lenguaje que busca ser consensuado y sincrónico. Si bien algunos críticos han observado escasa relevancia para tiempos actuales en la música de Arnold, otros reconocen valentía y sinceridad en sus propósitos, y además vislumbran profundidades por debajo de las superficies brillantes o reconfortantes. Su música suele parecer afable, con sus líneas melódicas extensas y cómodas en alternancia con ritmos característicos: pero las sombras de su vida personal —pasó por episodios de gran angustia, no siempre desvinculados de su propio comportamientos— encuentran salida puntualmente, sobre todo en las sinfonías, las obras que él mismo consideró su verdadero

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Jon Lord

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logro. En ellas, además, intentó mantener un compromiso con temas de actualidad social. Así, su Cuarta sinfonía, de 1960, incluye en su plantilla una banda de percusión caribeña en referencia a los disturbios de Notting Hill (entonces un barrio marginal de Londres, con tensiones debidas a la alta tasa de inmigración). En la misma línea, la Sexta contiene un homenaje al saxofonista Charlie Parker, mientras la Séptima imita una banda de música irlandesa tradicional. Todo ello equivale a un replanteamiento crítico de las habituales distinciones entre música popular y culta, ligera y transcendental.La Sinfonietta op. 48 es una obra relativamente temprana. Escrita en 1954, entre las sinfonías Segunda y Tercera, consta de tres movimientos, el tercero de los cuales —un moto perpetuo ágil más que trepidante— tuvo que ser repetido en el estreno por la insistencia del público. El segundo tiempo sugiere otra faceta del compositor: despliega una forma estricta, de protocolo inventado, según el cual un bajo de siete compases se repite subiendo medio tono cada vez (su Trio de 1956 incluye una Passacaglia que se basa en un recurso similar). Pero quizás sea el primer movimiento, guiado por una expresividad contenida y por un instinto formal apoyado mayormente en colores armónicos y orquestales, el que mejor representa el arte de Arnold.

Jon LordM.A.s.q.u.e. (2006)

Hacia el año 2003, Lord se planteaba escribir un cuarteto de cuerda en el cual cada movimiento sería un retrato musical a la vez que un homenaje a una figura importante en su vida. El proyecto fue evolucionando, y finalmente vio la luz en 2006 bajo el titulo Disguises (‘disfraces’). La intimidad camerística se había sustituido por orquesta de cuerda (aunque un cuarteto de solistas emerge puntualmente desde el interior de las texturas mas llenas) pero la intención de plasmar personajes reales se mantuvo. El primer tiempo (el que se escuchará hoy)

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se titula M.A.s.q.u.e., palabra que significa ‘mascarada’, pero cuya ortografía particular hace referencia a su homenajeado, Malcolm Arnold, quien fue, según palabras de Lord, ‘una influencia seminal en mi vida musical’.Se habían conocido en 1969, cuando Arnold dirigió el estreno de una obra de Lord titulada Concierto para grupo de rock y orquesta. La obra combinaba, a la manera de un concerto grosso, la banda Deep Purple —de la cual Lord era entonces teclista, notable exponente del mítico órgano Hammond B3, al cual imprimió un sonido personal a través de un amplificador Marshall— con la London Philharmonic Orchestra, en el marco del Royal Albert Hall. Trasmitida por la BBC unos meses más tarde bajo el título The Best of Both Worlds (‘Lo mejor de ambos mundos’), la obra muestra en verdad más bien un desencuentro, los dos colectivos vestidos según sus respectivos uniformes (pelo corto/pelo largo, frac/pantalones de campana, etc.), y sin que ninguno de los dos estilos enfrentados encuentre espacio propio o respuesta del otro. Sin embargo, fue un intento sincero de poner al día el concepto —vigente desde siempre— de incorporar material (tanto compositivo como estilístico) de música popular con el fin de renovar el repertorio de la sala de conciertos. Sin embargo, estos intentos —Lord combinó también a la inversa, incorporando elementos de música clásica en sus álbumes de rock— no cuajaron en términos comerciales, y Deep Purple (con el predominio en el grupo del guitarrista Ritchie Blackmore y del vocalista Ian Gillan) tomó otro rumbo. Acabó forjando en pocos años una reputación en el panteón del Heavy Rock sólo comparable a la de Led Zeppelin o Black Sabbath. No obstante, Lord nunca se olvidó de su ‘otra’ música, y el Concierto para grupo de rock se ha vuelto a interpretar en varias ocasiones.M.A.s.q.u.e. comienza con tres acordes menores en secuencia ascendente, el segundo ligeramente disonante, cuya combinación se contradice con cualquier tonalidad. A este gesto dramático y de cierta tensión, se contraponen tres notas más calmadas y líricas. Es entre estos dos extremos que transcurre la pieza, alternando ritmos marcados con otros más tranquilos, y armonías diáfanas con otras más tensas o de resolución parcial. Todo está empeñado en investigar los ámbitos tonales de los acordes iniciales y finalmente a

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transformar el primero de ellos en la sonoridad mayor que cierra la pieza. Después de una sección de introducción, se despliega una sucesión de ritmos de compás ternario, soporte para unos motivos melódicos que gradualmente se tejen en una línea más amplia. Ésta culmina en una fuga a cuatro voces que, después de una breve transición que explota el color de los pizzicati, desemboca en una sección central, en la cual emerge un cuarteto de solistas y después, un solo violín que lleva la música hacia un Mi mayor luminoso (transformando así el segundo acorde). Sigue una sección que rememora elementos escuchados anteriormente, y una peroración sobre un largo pedal de Re.

Benjamin BrittenSuite on English Folk Tunes (A time there was...), op. 90

Las décadas de los sesenta y setenta representan la transición histórica donde la música culta pierde cualquier legitimación como referente en la vida de la mayoría. Mientras Deep Purple conquistaba los escenarios internacionales —en ocasiones estadios deportivos por ser los únicos suficientemente grandes— Britten, que había tenido siempre el deseo de ser un compositor útil a la sociedad, se afincaba cada vez más en su feudo de The Maltings en el medio rural, dando la sensación de estar de espaldas a las evoluciones sociales.En mayo de 1973, el compositor se sometió a una operación para reemplazar una válvula cardiaca. Durante la intervención, pospuesta para que pudiera terminar su ópera Muerte en Venecia, Britten sufrió una apoplejía leve que le dejó afectado el lado izquierdo del cuerpo. No obstante, seguía componiendo, y antes de su muerte en 1976 pudo completar sus opp. 89–95: varias obras vocales, el Cuarteto de cuerda núm. 3, y la Suite on English Folk Tunes, que sería su última composición para orquesta.Durante sus cinco movimientos, la Suite expone, elabora, enfrenta y combina un total de diez melodías tradicionales,

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Benjamin Britten

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algunas procedentes de una publicación de 1706, otras de fuentes rurales recogidas a principios del siglo XX. El tercer movimiento, Hankin Booby, compuesto en 1967, fue un encargo para la inauguración de The Queen Elizabeth Hall en Londres. La pieza —breve y de expresividad algo tosca y amarga— no tenía mucha salida por sí sola, y Britten pensó en añadir otras piezas para proporcionarle un contexto más amplio. Los cuatro movimientos restantes los empezó en Wolfgarten —el castillo residencia del Principe Ludwig de Hesse, donde Britten fue invitado al serle imposible asistir al estreno de Muerte en Venecia en Nueva York por razones de salud— en noviembre de 1974, y los tuvo acabados en borrador en menos de un mes.El subtítulo A time there was... (Hubo una época...) es el principio del poema que cierra el ciclo Winter Words (Palabras de invierno) de Thomas Hardy, al cual Britten había puesto música en 1953. El poema, Before Life and After (Antes de la vida y después) evoca un tiempo perdido ‘antes del nacimiento de la consciencia’. La implicación es que el ser humano está condenado a vivir con categorías de experiencia ineludibles por nuestra propia capacidad de reflexionar sobre ellas. Pero Britten parece sugerir la posibilidad de transcender tal bucle infinito a través de las melodías anónimas y elementales que utiliza en su Suite. Tal vez sea la posibilidad de la liberación del ego anhelante lo que definitivamente puede ofrecer la música popular.No obstante, la Suite de Britten no retrata ningún paraíso bucólico. Las canciones utilizadas no son ni mansas ni idealizadas, sino más bien recalcitrantes y peleonas entre sí. Britten emplea dos en cada movimiento: su estrategia es establecer conflictos entre ellas, acentuados por la orquestación a base de bloques contrastados. Asi Cakes and Ale yuxtapone cuerdas (con timbal), metales (con caja) y maderas (con triángulo) sin que ningún grupo consiga la predominancia. En The Bitter Withy, las frases melódicas, ampliamente armonizadas, reciben respuesta del arpa, pero sin establecer apenas diálogo. Luego el ritmo se anima y las frases se alargan, pero la recapitulación del principio está teñida de disonancias y el arpa pierde su calma inicial, mientras la cadencia final tampoco consigue despejar la tensión. Hankin Booby prescinde de la cuerda, y dibuja líneas de dos voces

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estrechamente entrelazadas con el acompañamiento de un tambor implacable. Un segundo elemento aparece, más hierático y solemne, y luego otro que se perfila más festivo, pero sin conseguir abrirse espacio entre los dos primeros. La rabia contenida del principio irrumpe en los metales, para después irse amortiguando, dejando un último acorde de Si bemol mayor, que de nuevo suena provisional. Hunt the Squirrel (Cazar a la ardilla), para cuerda sola, hace gala de las cuerdas al aire La y Mi de los violines. Es la pieza más breve y enérgica y plantea el contraste entre grupo y solista (un violín), mientras que las tensiones subsisten en los desencuentros entre melodía y armonía. La última pieza, Lord Melbourne, el doble de larga que las demás, enhila la melodía entre clarinete, oboe, flauta y, finalmente fagot, sobre acordes en bloque de la cuerda en una relación tonal que tarda en establecerse. Después, se perfila una armonía estática de Do menor dórico, que apoya una melodía larga y expresiva del corno inglés. Un primer intento de resolución a Do mayor parece desatar protestas: la armonía se complica mientras las trompetas se apoderan de la melodía. Pero vuelve el corno inglés, y finalmente la flauta, para repetir la figura final con notas cada vez más pausadas, las últimas que escribió para orquesta un compositor que sabía que estaba muriendo. Aquí cada uno verá rebeldía o resignación en distintas medidas. Lo cierto es que la melodía insiste precisamente en aquellas notas que más chocan con la armonía que las pretende absorber.

BENJAMIN K. DAVIES

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Paul MannConsiderado como uno de los mejores directores de su generación, la carrera de Paul Mann ha destacado por su amplio repertorio y su versatilidad. Es Director titular de la Orquesta Sinfónica de Odense, con la que ha cosechado infinidad de éxitos; junto a esta formación destacan sus interpretaciones de las sinfonías de Elgar, Schumann, Shostakovich, Beethoven, Dvorák y Mahler.Paul Mann es invitado regularmente para dirigir las principales orquestas no sólo de Europa sino también de EEUU, donde dirige el New York City Ballet, tanto en Nueva York como en su sede de verano, Saratoga Springs, y en Los Ángeles. Recibió el primer premio en el Concurso de Dirección Donatella Flick que le llevó a la London Symphony Orchestra como asistente de dirección, y con la que ha realizado numerosas grabaciones. Algunos proyectos especiales incluyeron el Concierto del Centenario de Duke Ellington en la sala Barbican con Wynton Marsalis (transmitido por la BBC Radio 3), y una exitosa colaboración con el legendario grupo de rock Deep Purple en dos actuaciones ampliamente aplaudidas, junto a la London Philharmonic, del Concierto para grupo de rock y orquesta de Jon Lord en el Royal Albert Hall. Ha dirigido también las Orquestas de Colorado, Nuevo México y la Oregon Symphony en EEUU, las orquestas de Melbourne Symphony, West Australian Symphony, Tasmanian Symphony, Adelaide Symphony y la Queensland Orchestra en Australia, la Auckland Philharmonia en Nueva Zelanda y la Malaysian Philharmonic. Recientemente ha estado al frente de las orquestas Bergen Philharmonic, Luxembourg Philharmonic, Netherlands Radio Philharmonic, St Petersburg Philharmonic, RAI Torino, Orchestra dell’Arena di Verona, Radio Flamenca, Copenhagen Philharmonic, Orchestre de Bretagne, las BBC Orchestras, City of Birmingham Symphony, Hallé, Royal Scottish National y la Britten Sinfonía. En España ha dirigido las orquestas de Bilbao, Barcelona, Sevilla y Granada, entre otras. Ha realizado numerosas grabaciones para Decca, Warner Classics, EMI Bridge y Da Capo junto a la London Symphony, English Chamber Orchestra, Melbourne Symphony y la Odense Symphony.

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Concertino Yorrick Tromann

Violines primeros Peter BielyPiotr WegnerJulijana PejcicSei MorishimaAnnika BerscheidIsabel MelladoAndreas TheinertAtsuko Neriishi

Violines segundos Marc Paquin Alexis AguadoJoachim KopytoMilos RadojicicIsrael de FrançaWendy WaggonerBerj Papazian Edmon Levon

Violas Krasimir DechevDonald Lyons Mónica López Josias CaetanoAndrzej SkrobiszewskyAlejandra Poggio

Violoncellos Arnaud DupontJ. Ignacio PerbechRuth EngelbrechtMatthias SternMarko L. de Vicuña

Contrabajos Frano KakarigiGunter VoglXavier AstorStephan Buck

Flautas Juan C. ChornetBérengère Michot

Oboes Eduardo MartínezJosé A. Masmano

Clarinetes José L. Estellés Carlos Gil

Fagotes Santiago RíosJoaquín Osca

Trompas Óscar SalaCarlos CaseroMª José Ruiz–CabelloDavid Estruch

Trompetas Esteban BatallánManuel Moreno

Trombón Javier Estudillo

Timbal / Percusión Jaume EsteveNoelia ArcoCarolina Pérez

Arpa Ceterni Fernández

Gerencia José Luis Jiménez

Mª Ángeles Casasbuenas(secretaria de dirección)

Programación Pilar García

Comunicación Pedro ConsuegraBeatriz González

Administración Maite CarrascoMª Angustias OrantesArantxa Moles

Producción Juan C. CantudoJesús HernándezMichel AyotteJuande MarfilAntonio MateosGabriel Pozo

Educación María A. Jiménez

SALVADOR MASDirector titular y artístico

La Orquesta Ciudad de Granada es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS) y miembro fundador de ROCE (Red de Organizadores de Conciertos Educativos)

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viernes 27 abril 2012 Auditorio Manuel de Falla, 20.30 horas

CONCIERTO EXTRAORDINARIO 3

Eduard TOLDRÀEmpúries, sardana para orquesta

Felix MENDELSSOHN Ein Sommernachtstraum (El sueño de una noche de verano),obertura y cuatro entreactos, op. 61/1, 5, 7 y 9

Johannes BRAHMSSinfonía núm. 4 en Mi menor, op. 98

SALVADOR MAS director

Con el patrocinio de

PRÓXImO CONCIERTO

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