Conferencia Carlos Schickendantz

Embed Size (px)

Citation preview

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    1/8

    Panel - 21 de mayo de 2005

    Carlos Schickendantz

    Hace unas semanas, con ocasin de la publicacin de un libro mo, rele un textopublicado hace ya 30 aos, dedicado a pensar la situacin del cristianismo y de la Iglesia en la

    sociedad actual. El libro, dividido en tres partes, con los interrogantes Dnde nosencontramos?, Qu hemos de hacer?, Cmo imaginar la Iglesia del futuro?, ofrecauna larga serie de argumentos y propuestas, a partir de un anlisis teolgico-cultural delmomento, guiada por la preocupacin de favorecer el surgimiento de una conciencia colectivaen la Iglesia acerca de las ideas fundamentales a las que se ha de ajustar hoy la actuacin decara al futuro, para que las diversas opciones tengan una cierta coherencia y no se limite uno aseguir tirando precisamente cuando el cristiano puede y debe prever y planificar.1 La

    preocupacin que inquietaba al autor entonces, de cara a la realizacin del Snodo de lasdicesis alemanas, era que, frente a la multitud de asuntos particulares, no se advirtiera unaidea global, ni se formularan lneas maestras, ni criterios selectivos para la problemtica casiilimitada que se consideraba.

    De modo anlogo me pregunto si, frente a la multiplicidad y complejidad de desafos yproblemas que nos afectan directamente como universitarios, no sera posible y deseableformular ncleos unificadores, lneas maestras que dirigieran, principalmente, los procesosuniversitarios de formacin de personas, la estructuracin de la docencia, la planificacin dela investigacin, la organizacin del trabajo editorial, el servicio de extensin a la comunidad.

    Esta bsqueda de criterios selectivos o lneas maestras debe atender, por una parte, alcontexto cultural global y argentino, con sus tendencias de mediano plazo y en ese marco a lasituacin universitaria en nuestras latitudes, y, por otra, a la forma de vida que emerge delevangelio. Son bsquedas que yo mismo me formulo al imaginar y construir mi propiaidentidad personal.

    Cuando una persona se reconoce creyente confiesa que su vida no es un caminosolitario. Al contar su historia, el creyente narra la historia de Dios con l. Creer significasituar la propia biografa en el marco ms amplio de la historia de Dios con los hombres;significa advertir que un amor incomprehensible es el ambiente que se respira, es el inicio dela vida y el futuro de la historia personal. Y en tanto ese amor incomprehensible es nuestroorigen y destino es, por eso mismo, la fuente del sentido de nuestro vivir, el fundamento delas razones para morir. Creer significa reconocer que se existe desde otro, habitado por otro yorientado hacia ese otro que, siendo totalmente trascendente a m, es por eso mismo capaz dela mayor intimidad e interioridad. En la vida y en la muerte estoy en manos de un amorincondicional que supera mi imaginacin.

    Al mismo tiempo la existencia humana es siempre co-existencia; no como meracohabitacin, sino como algo que afecta las fibras ms ntimas de la personalidad. Miidentidad ms singular, aquel espacio profundo donde yo soy ms radicalmente yo, est llenode otros; otros personas, otros amores, siempre con rostros concretos, forman parte de miidentidad; gracias a ellos, con ellos y para ellos, ellos en m y yo en ellos; as se constituye laidentidad humana. De all entonces, que el tema de la identidad y de la alteridad integren unanica cuestin, en tanto ncleo del proceso de autorrealizacin del hombre y de la mujer. Latarea moral es el desarrollo y adquisicin de la propia identidad; es un proceso de conciencia,libertad y amor desde los otros, frente a los otros, frente a m mismo y al totalmente Otro queme trasciende.

    1Cambio estructural de la Iglesia, Madrid 1974, 11.

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    2/8

    2

    Ahora bien, esta dinmica de humanizacin no es slo el camino de la adquisicin ydefinicin de la identidad individual, sino la dinmica que traza los rasgos centrales de larealizacin de una identidad institucional.

    A partir de estas breves consideraciones antropolgicas, identidad-alteridad, quierosubrayar en mi exposicin dos ncleos temticos estrechamente vinculados que incluyen

    dentro de s una serie de aspectos diversos referidos a nuestra vida universitaria. Podracaracterizarlos, en forma de binomios inseparables: como religin y humanismo, o comomstica y poltica, o como experiencia de Dios y compromiso por la justicia.

    1.Tenemos a nuestra disposicin, incluso referidos a la situacin argentina, mltiples

    trabajos que describen y caracterizan bien la situacin del hecho religioso en nuestrassociedades. Vivimos en una poca posmoderna caracterizada por un pluralismo religiosocomplejo. Tenemos conciencia hoy que, el fenmeno religioso, lejos de desaparecer (como lohaban afirmado muchos tericos sobre la secularizacin), irrumpe una vez ms frente a

    nuestros ojos como un fenmeno poderoso y ambiguo. Como ponen de relieve varios autores,este proceso se alimenta en las mismas incertidumbres, contradicciones y riesgos que presentala modernidad. No obstante, en un sentido muy importante el proceso de secularizacin esirreversible: ya no es posible una sociedad (moderna) cuyo centro sea ocupado por lareligin, ni la postmodernidad puede estar dominada por una visin religiosa (cristiana).2

    Pero, es claro que esta persistencia o, ms an, retorno de lo religioso, incluso en elpensamiento filosfico,3 se experimenta en nuestros das de una manera muy diversa a loacontecido en dcadas pasadas. Una serie de expresiones formuladas por mltiples autorescaracterizan bien el momento socio-cultural presente: desimplantacin de la Iglesia en lasociedad y en la cultura, quiebra de la tradicin y de la memoria cultural, secularizacin de lavida cotidiana, desinstitucionalizacin de la vivencia religiosa, crisis en la socializacinreligiosa, perdida del monopolio cosmovisional, privatizacin e individualizacin de lareligin, ruptura en el edificio de las creencias, etc.

    Por otra parte, otra serie de expresiones caracterizan la novedad religiosa delmomento: nueva sensibilidad religiosa, reconfiguracin de la creencia, reencantamiento delmundo, acentuacin de lo emocional y mayor valoracin de lo esttico-expresivo, sincretismoahora bajo el signo del inclusivismo, nuevas expresiones de religiosidad secular o religiosidad

    profana (vinculadas a fenmenos como la msica, el deporte, el culto al cuerpo, etc.),aparicin de nuevos movimientos religiosos fundamentalistas (incluso dentro delcatolicismo), inters creciente por la religiosidad oriental y, lo que podra llamarse el

    paradigma de una nueva espiritualidad representado por un conglomerado de tendencias

    que se cobijan bajo el nombre de New Age, etc.

    4

    Este complejo proceso, es oportuno advertirlo, afecta sin excepciones a todo elhemisferio occidental. Si bien es posible y necesario advertir especificidades vinculadas acontextos culturales regionales, es llamativa la similitud en cifras y tendencias cuando seanalizan diversos estudios generados en el hemisferio norte (por ejemplo, en Europa en

    2J. M. Mardones, Adnde va la religin? Cristianismo y religiosidad en nuestro tiempo, Sal Terrae, Santander1996, 193.3Cf. por ejemplo un anlisis en el marco de la modernidad tarda en G. Vattimo, E. Trias, J. Derrida, E. Lvinasy J. Habermas en J. M. Mardones, Sntomas de un retorno. La religin en el pensamiento actual, Sal Terrae,Santander 1999.4Cf. J. M. Mardones, Las nuevas formas de la religin, Ed. Verbo Divino, Estella 1994; K. Hofmeister L.

    Bauerochse (eds.), Die Zukunft der Religion. Spurensicherung an der Schwelle zum 21. Jahrhundert, Echter,Wrzburg 1999; J. Velasco, Metamorfosis de lo sagrado y futuro del cristianismo, Selecciones de Teologa159 (1999) 127-146.

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    3/8

    3

    general,5 Italia,6 Francia,7Espaa8) o en nuestra Amrica Latina (por ejemplo, Argentina,9Chile10).

    Un estudio reciente bosqueja con cierta nitidez las grandes lneas de la situacinreligiosa en Argentina: se advierte una creciente importancia de la religin en la vida de las

    personas, incluso de aquellos que afirman tener una comunicacin personal con Dios (6 de

    cada 10 dicen hacerlo al menos una vez por semana), el 78 % manifiesta su adhesin alcatolicismo, pero, sin grandes diferencias con las evaluaciones internacionales, el grado deinsercin y participacin institucional es relativamente bajo. Un dato claro es que la mayorreligiosidad de los argentinos observada en los ltimos aos no tiene correlato con unaumento de la participacin institucional,11 se manifiesta, ms bien, por otras formas ocaminos. Y ello, no obstante a que en Argentina, debido a mltiples factores (quizs en

    primera instancia al desprestigio de los dems), la Iglesia goza de un apreciable grado deconfianza en el marco de las otras instituciones. Aunque si se hacen comparacionesinternacionales, la ubicacin de las iglesias en Argentina se sitan en un escaln relativamente

    bajo.12Claro es tambin, y esto es un dato universal y no especficamente argentino, que losgrados de religiosidad y de participacin eclesial descienden entre los varones, en los ms

    jvenes, en los que viven en centros urbanos y entre los que poseen mayores niveles deeducacin. El mundo universitario es quizs el lugar donde se cristalizan todas estos estratosde la poblacin y, en donde, por consiguiente, la distancia con la Iglesia alcanza sus picos msaltos. Lapoca relevancia de las instituciones religiosas en la formacin de la identidad de las

    personastambin fue constatado por un trabajo del Deutsche Bank: se afirma que los jvenesdesarrollan su vida espiritual y religiosa en forma ms bien individual, fuera de lasinstituciones religiosas. Aunque el estudio no investig las causas del escaso poder deatraccin de dichas instituciones, seala que existe una barrera de desconfianza relativamentealta. Otra constatacin que nos toca de lleno: quienes terminaron una carrera universitaria sonlos que menos frecuentan el templo de su religin.13Es verdad que este tipo de anlisis poseelimitaciones, pero sus resultados generales no pueden ignorarse. De acuerdo a ellos, lo menosque podemos decir es que la evangelizacin en las universidades, la inculturacin delevangelio en ellas, la pastoral universitaria est sumergida en profundas dificultades.

    Ahora bien, este complejo proceso de secularizacin y de revitalizacin del fenmenoreligioso tiene como clara consecuencia la progresiva disolucin de aquel entorno socialhomogneo marcado por la presencia de la iglesia catlica. Esto modifica y modificarradicalmente los presupuestos empricos para la realizacin de la iglesia como comunidad defe. La prdida de la fe que hoy advierten algunos es por lo pronto, aunque no slo, la

    progresiva desaparicin de un entorno social que la sustentaba. Este proceso, que tiene unaestrecha relacin con las condiciones de vida fruto del proceso de modernizacin, afecta a

    todas las instituciones transmisoras de valores, no slo a la iglesia catlica. El fenmeno se

    5Cf. P. Zulehner - H. Denz, Wie Europa lebt und glaubt. Europische Wertstudie, Patmos, Dsseldorf 21994,15-54; J. Vernette, Il nuovo paesaggio religioso, 2002, en http://www.dehoniane.it/periodici/main_reg.html6Cf. S. Burgalassi, La religiosit degli italiani, Rassegna di Teologia 39 (1998) 325-348.7Cf. B. Sesboe, No tengis miedo! Los ministerios en la Iglesia hoy, Sal Terrae, Santander 1998, 25-82.8Cf. A. Tornos - R. Aparicio, Quin es creyente en Espaa hoy?, PPC, Madrid 1995.9Cf. Deutsche Bank, Jvenes hoy. Segundo estudio sobre la juventud en la Argentina, Planeta, Buenos Aires1999; Gallup Argentina, Estudio de opinin pblica. Valores, Iglesia y distintos aspectos del culto catlico,Buenos Aires 2001.10 Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, Los cambios de las identidades y pertenenciasreligiosas, en id.,Desarrollo humano en Chile. Nosotros los chilenos: un desafo cultural 2002, 234-241.11

    M. Carballo, Valores culturales al cambio de milenio, Nueva Mayora, Buenos Aires 2005, 240.12Cf. ibid., 96.13Cf. Deutsche Bank,Jvenes hoy, 35.

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    4/8

    4

    expresa muy claramente cuando se estudian los sectores de la poblacin ms afectados poreste proceso de cambio (gente con mayores niveles de educacin, que vive en centrosurbanos, etc.).

    La creciente individualizacinen la fe, correlativa a la del pluralismo religioso, que noes individualismo moral, slo se puede afrontar con xito, a la larga, en su propio campo, a

    saber, profundizando la personalizacin en la fe. En un contexto caracterizado pormentalidades diversas y formas de vida plurales, la formacin de la identidad personal ya nopuede ser formulada como internalizacin de valores y normas. Las instituciones, por suparte, no estn en fciles condiciones para ofrecer criterios conductores y sistemas de normasaceptados; ellas son vividas, ms bien, como amenazas a la propia autonoma. En estecontexto cobran singular relieve las experiencias cualificadas, que otorgan confianza a la

    persona en su recto obrar, a modo de autoafirmacin, vividas no como impuestas desde fuerasino como profundas expresiones de s mismo, y que posibilitan la adquisicin de unaidentidad que permita enfrentar las distintas situaciones vitales. Se trata de experiencias porlas cuales la persona se autovincula por amor a valores y personas en una dinmica deautotrascendencia hacia el otro. Una experiencia que otorga consistencia a la persona, la hace

    menos dependiente de los cambiantes vientos exteriores, y al mismo tiempo la abre a unadimensin solidaria con horizontes universales.

    En este contexto cultural me parece muy atinada la ya clebre observacin de Rahnerformulada hace casi 40 aos: "El hombre de piedad del futuro ser un mstico, es decir una

    persona que ha experimentado algo, o no ser cristiano. Porque la espiritualidad del futurono se apoyar ya en una conviccin unnime, evidente y pblica, ni en un ambiente religiosogeneralizado previos a la experiencia y a la decisin personales."14Es claro que la expresinmstica, aqu utilizada, debe ser bien comprendida. Indica una experiencia inmediata deDios, que realiza todo hombre, no exclusiva de personas escogidas, y que posee un esencialcomponente socio-poltico (sobre el cual me detendr en seguida).

    En el camino de la fe slo tiene futuro como creyente aquel que se arraigue en unaexperiencia propia, el que crezca desde dentro con la conviccin ntima de que ha gustado loque le cuentan. No hay ya fe sin experiencia. El cristianismo tiene ante s el reto de asumir,sin dejar de conjugarlo con la adecuada formacin y el necesario espritu crtico, el potencialque la experiencia de una fe clida proporciona al creyente. Esto requiere verdaderos maestrosen el espritu, espacios comunitarios libres con una pluralidad de ofertas y un cultivo serio dela experiencia de Dios.15

    Ahora bien, es oportuno advertir, como lo hace Karl Gabriel, que si la transmisin detradiciones, hoy ms que antes, depende de las instituciones (por la falta de un ambientehomogneo), por otro lado, el xito del proceso de transmisin presupone un alto grado de

    apertura institucional, sensibilidad para las aspiraciones de autonoma individual yreflexividad. En relacin a las grandes iglesias, esto aparece casi como un crculo cuadrado.16Desde esta perspectiva, se plantean enormes desafos a la Iglesia (y a las universidades degestin privada configuradas a menudo con mentalidades y estructuras copiadas de undeterminado modelo eclesial). En mi opinin, es oportuno preguntarse si podr afrontar estedesafo una institucin bimilenaria, la Iglesia, cuya organizacin actual es fruto en buenamedida de teoras polticas que fundamentaron la existencia de las monarquas europeas; una

    14 "Frmmigkeit heute und morgen", en id., Schriften zur Theologie VII, Einsiedeln 1966, 22. Cf. Cursofundamental sobre la fe. Introduccin al concepto de cristianismo, Barcelona 1979, 21ss. Estudios sociolgicosrecientes confirman el acierto de esta intuicin. Cf. por ej., J. M. Mardones, Adnde va la religin?, 224; F.-X.

    Kaufmann, Wie berlebt das Christentum?, Freiburg i.Br. 2000, 135.15Cf. J. M. Mardones, Hacia un modelo de cristianismo, en id., Adnde va la religin?, 224-228.16Cf. F.-X. Kaufmann, Wie berlebt das Christentum?, 141.

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    5/8

    5

    institucin que ha construido su organizacin tutelando sobre todo el principio de autoridadfrente a las reivindicaciones de autonoma personal de la modernidad? Lograr afrontar este

    proceso satisfactoriamente una institucin con un modelo eclesial centralizado que haotorgado prioridad a la iglesia universal por sobre las iglesias locales, que ha dado solidez auna estructura monrquica del ministerio por sobre la estructura colegial, que ha privilegiado

    desmedidamente al ministerio ordenado (los clrigos) sobre los carismas de los fielescristianos y no cristianos? Podr afrontar este proceso una institucin que ha otorgado ampliaprimaca a los ministros por sobre una comunidad pasiva, que ha acentuado la importancia dela unidad de una manera que ha opacado el valor de la diversidad y la pluralidad? Podrafrontar este desafo una institucin cuyas formas de trato y de vestir, cuyo lenguaje cortesanoy nombramientos centralizados de sus autoridades son expresiones de otra poca cultural?

    A juzgar por los resultados actuales, parece que este modelo cultural de Iglesia tienepoco futuro en las universidades, parece que a ella le resultar difcil conquistar la inteligenciay cautivar el corazn de la mayora de sus docentes y estudiantes. Quiz pueda satisfacer amiembros de algn centro de enseanza privado exclusivo, quizs pueda conformar unrefugio religioso-cultural, una suerte de cultura paralela para unos pocos, pero carecer del

    dinamismo de las formas religiosas que influyen de veras a la hora de modelar el sentido deuna cultura.

    En la situacin cultural en que nos encontramos, y en relacin al ambiente y al tipo depblico que conformamos, podr la Iglesia llegar a ser un lugar privilegiado para laexperiencia del Dios de Jess de Nazaret o se acentuar su imagen como una agencia demoralidad internacional? Tendr ella la flexibilidad necesaria, las personas adecuadas, el

    buen humor requerido, la paciencia y el rostro misericordioso que se le demanda? Podr serella, particularmente en referencia al mbito universitario, capaz del dilogo, acudiendo ms ala argumentacin y a la conviccin que al uso de su autoridad formal? Elegir la Iglesia a susmejores hombres y mujeres para conducir estos procesos, privilegiar a aquellos que unan unahonda experiencia de Dios con competencia intelectual, capacidad de liderazgo, sensibilidad

    por los anhelos humanos y conciencia de las complejidad de los problemas sociales, o comosuele suceder en las instituciones, se dejara llevar por amiguismos o, temerosa del necesario

    pluralismo interno, preferir a gente ms pasiva, menos crtica, ms sumisa, al final, quizsms irrelevantes para la sociedad y la cultura? Se preocupar suficientemente la Iglesia deque en los mbitos suyos donde se toman decisiones, donde se ejerce el gobierno y seformulan enseanzas con pretensin normativa se transformen en espacios ms plurales;

    plurales ante todo en la conformacin de clrigos y laicos, de varones y mujeres, de jvenes yancianos, de personas con diversas orientaciones y acentos; ambientes de gobierno pluralesque permitan comprender ms adecuadamente la compleja sociedad en que vivimos, que

    faciliten diagnsticos ms acertados y posibiliten terapias ms diferenciadas? No debemosdudar de la ayuda permanente del Espritu, pero sabemos que l no nos dispensar de la ley degravedad.

    Estas son slo algunas preguntas indicativas; otras muchas podramos plantearnos.Claro es que, pocos ambientes como el universitario, (caracterizado por su mentalidadmarcada por la modernidad, por sus espacios determinados por el fenmeno urbano, por susadultos formados y crticos y por su universo juvenil) le demandan a la Iglesia un lenguajems adecuado, una argumentacin ms competente y diferenciada, prcticas institucionalesms evanglicas, simbologas personales y rituales ms sencillas y contemporneas,

    personalidades ms abiertas e intelectualmente calificadas. Una afirmacin de Rahner me

    parece acertada, sobre todo pensando en las universidades: Es ms importante para la Iglesia

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    6/8

    6

    ganar para la fe a un hombre del maana que conservar en la fe a dos del ayer.17La dinmicaen la que nos encontramos parece que, apenas, conserva a los del ayer.18

    Concluyo este punto, llegar a ser la Iglesia en la universidad un espacio propiciopara la experiencia de Dios de nuestros contemporneos? o, por el contrario, a causa de susmltiples estrecheses e insuficiencias, se consolidar la tendencia segn la cual la mayora de

    las personas buscan y encuentran a Dios fuera de ella?

    2.No es este el momento, ni yo la persona indicada para reflejar un diagnstico de la

    situacin socio-cultural de nuestro pas. Por lo dems, existen estudios actuales que muestranel desarrollo de los distintos factores polticos, econmicos, familiares, religiosos, etc. demodo que no es difcil elaborar un mapa de la situacin en la que nos encontramos. Algunosindicadores suscitan esperanzas, por ejemplo el creciente compromiso de la sociedad en tareasde voluntariado y solidaridad, pero, factores muy importantes para la vida de una sociedadmoderna muestran grados importantes de deterioro, como por ejemplo, una radical

    desconfianza en la justicia, una sensacin generalizada de corrupcin en ambientes pblicos yprivados, una insatisfaccin inusual con las instituciones y una profunda crisis en los partidospolticos, niveles de desocupacin cercanos al 20 % de la poblacin econmicamente activa,etc. Quizs el factor ms preocupante es el indito aumento de la pobreza. Segn cifrasreconocidas, la Argentina se sita entre los primeros pases exportadores de alimentos en elmundo. Paralelamente, se constata, ms de la mitad de su poblacin tiene dificultades parasatisfacer sus necesidades bsicas de alimentacin. Un informe de noviembre de 2003 delFondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ofrece datos escalofriantes: 7 decada 10 nios son pobres, el 46 % de los nios menores de 2 aos se encuentra en riesgonutricional. Informaciones recientes dan cuenta de que la distribucin de la riqueza enArgentina se ha deteriorado apreciablemente en la ltima dcada: los aos 90 son el perodode mayor regresin en la distribucin del ingreso desde que existe memoria estadstica. Claroque este problema argentino est en el marco de un contexto ms amplio: el latinoamericano.Segn un informe del BID, Amrica Latina es la regin ms desigual del mundo si se tienenen cuenta los ingresos de su poblacin. Vivimos en el continente de la injusticia. En otroscontinentes hay ms pobreza que entre nosotros, pero los latinoamericanos, somos los msinjustos del mundo. Hemos organizado de tal manera la vida social, que la mitad de su

    poblacin tiene problemas de supervivencia. Al mismo tiempo, es un escndalo decirlo eneste contexto, el nuestro es el continente donde reside casi la mitad del catolicismo mundial.

    17Cambio estructural de la Iglesia, Madrid 1974, 63.18

    Una frase para concluir este punto: no hay pastoral universitaria sin ms y mejor teologa. La teologa necesitade la universidad; la universidad necesita de la teologa. Por el contrario, el mapa argentino muestra centrosteolgicos cerrados y universidades sin centros teolgicos. Mltiples autores han destacado, cito aqu a OlegarioGonzlez de Cardedal, la tragedia que represent para el desarrollo de la Iglesia y de la teologa del siglo XX enEspaa el confinamiento de los estudios teolgicos a los seminarios: ste ha sido el drama de Espaa en elltimo medio siglo: una universidad sin teologa y una teologa sin universidad. (El Pas, Suplemento Babelia,30 de abril de 2005, p. 2). No es fruto de la casualidad que la Iglesia espaola fuera irrelevante en el Concilio, nique su credibilidad es de las ms bajas en el mundo occidental. Esto ha colaborado para lo que, en otraoportunidad Gonzlez de Cardedal, afirmara: El interrogante ms grave de la teologa espaola puesta por elConcilio fue reconocer que haba errado el rumbo y no haba sido capaz de establecer la conexin necesaria entrefe y modernidad. Ahora la mayora de los espaoles piensa que para asumir la modernidad tiene que abandonarla fe. Errores semejantes se cometen en nuestras latitudes. Polticas inteligentes y sistemticas de formacin depersonas competentes teolgicamente son todava, en Argentina, ciencia ficcin. No hay procesos de maduracin

    de la identidad catlica de nuestras universidades ni desarrollo de una pastoral universitaria competente consubdesarrollo teolgico. Mi experiencia, aqu y en el extranjero, me sugiere que no faltan personas dispuestas nidinero disponible, sino ideas correctas, ante todo, en quienes toman decisiones.

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    7/8

    7

    La tierra donde ms se pronuncia y escucha el evangelio del amor y la justicia es la tierra de lapobreza y el sufrimiento, de la injusticia estructural.

    Qu significa para una universidad de inspiracin cristiana existir en este ambiente?Qu responsabilidades tienen nuestras universidades en los procesos de empobrecimiento?

    No seremos acaso un engranaje amorfo e ingenuo que apenas impacta en las tendenciassocio-culturales de mediano plazo? No es verdad que universidades del cono sur, susescuelas de derecho y de ciencia poltica, han abastecido proyectos polticos que han violadosistemticamente los derechos humanos? Acaso no han sido nuestros centros de estudioseconmicos una fuente en donde se han alimentado proyectos ineficientes, de privatizacin dela economa al servicio de unos pocos, de concentracin de la riqueza en perjuicio de lasmayoras?

    En el marco de este contexto socio-econmico, me pregunto qu ideas conductoraspueden deducirse de la tradicin judeo-cristiana. La sensibilidad hacia el sufrimiento de losotros caracteriza la nueva forma de vivir inaugurada por Jess. Es la expresin ms ntida de

    la unidad de amor a Dios y al prjimo subrayada por Jess en la lnea de la tradicin judaica.Existen parbolas con las cuales Jess ha marcado la historia de la humanidad. En un lugar

    preponderante se sita la del buen samaritano; parbola que contiene una crtica ainstituciones de entonces, al sacerdote y al levita, quienes al servicio de un inters ms alto,

    pasan de largo frente al herido en el camino. Segn este texto, situado en su contexto, no hayinters de ms alto rango que responder efectivamente al llamado del sufrimiento ajeno.Hablar del Dios de Jess significa hablar del sufrimiento de los otros. Dicha parbola ponetoda experiencia de Dios y todo discurso sobre Dios en el mbito de la sensibilidad hacia elsufrimiento del otro. Esta sensibilidad, y su consiguiente responsabilidad, es, a la vez, el

    presupuesto vivencial de la experiencia de Dios y la consecuencia moral del discurso bblicosobre Dios. La inquietante pregunta por la justicia para con el que sufre est en la entraamisma de la tradicin bblica. Situar dicha sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno en el lugarcentral tiene una importancia decisiva en la bsqueda de un universalismo que sea compatiblecon el pluralismo. Jess confiere a los que sufren una autoridad a la que nadie puede rehusarobediencia (ni siquiera invocando "intereses superiores"). Esa autoridad de los que sufren esla nica autoridad en la que se manifiesta a todos los hombres la autoridad de Dios que juzgaal mundo: Mt 25,31-46. Las parbolas del buen samaritano y del juicio final (Mateo 25)

    ponen la totalidad de la historia de la humanidad bajo la autoridad de los que sufren. En laobediencia a esa autoridad, a la de los que estn solos, hambrientos, sedientos, etc., seconstituye la conciencia moral; y lo que llamamos la voz de la conciencia, es nuestra reaccinal ser visitados por ese sufrimiento ajeno. En el incondicional reconocimiento de esa

    autoridad se basa toda tica y todo posible universalismo moral. Una compasin que buscajusticia es, en la era de la globalizacin, la palabra clave del programa universal delcristianismo.19Aqu reside lo que Johann Metz califica como la dote bblica al espritueuropeo-occidental, as como la curiosidad terica es la dote griega y el pensamiento

    jurdico es la dote romana.

    Las universidades, como las personas, no pueden tener intereses ms altos, que losde responder a la autoridad de los que sufren. Desde este punto de vista evanglico pareceoportuno preguntarse: Qu espacio ocupa esta perspectiva en los proyectos de investigacin,en nuestras publicaciones, en los planes de las diversas facultades, en los programas de lasdistintas ctedras, en las prioridades de los profesores, en la seleccin y en la formacin del

    19La compasin. Un programa universal del cristianismo, Revista Latinoamericana de Teologa 19 (2002) 25-32, 28.

  • 7/26/2019 Conferencia Carlos Schickendantz

    8/8

    8

    personal, en la orientacin general de la pastoral universitaria, en el acento de la propuesta yde las actividades especficamente religiosas, en los criterios de evaluacin institucional? Ensuma, esta compasin que busca justicia, representa o no una perspectiva omniabarcante yuna lnea conductora que atraviesa todos los espacios y rincones de nuestra universidad? Qudescubren en nosotros los actores sociales ajenos a nuestra universidad? Cmo nos definen y

    caracterizan? Finalmente, qu piensa Dios de nosotros?