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Se desarrolla el conflicto armado que ocurrió en El Perú con los dos grupos que son: Sendero Luminoso y MRTA
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COBIERNO DE ALBERTO FUJIMORI
Antecedentes del gobierno de Alberto Fujimori
a) Crisis de los partidos políticos
El sistema de partidos existentes en el Perú entre 1980 y 1990 era precario y débil. A lo
largo de la década de los 80, los partidos políticos peruanos no manifestaron problemas
importantes de índole representativa, pero se mostraron ineficaces y fracasaron en la
solución de los dos problemas más preocupantes a los que se enfrentaba el país: la crisis
económica y la actividad de los grupos subversivos. La deslegitimación de los partidos
políticos y de sus dirigentes a los ojos del electorado acabaría afectando a las
instituciones fundamentales, como el Parlamento, del régimen democrático; de este
modo, muchos ciudadanos decepcionados y frustrados, liberados mayoritariamente de
una vinculación partidaria que nunca había sido fuerte, desplazaron sus expectativas y su
voto hacia las organizaciones políticas y los candidatos apartidarios. Para entonces, el
logro de la estabilidad económica y la derrota de los grupos subversivos se convirtió para
muchos peruanos en objetivos superiores al mantenimiento de unos partidos políticos y
de unas instituciones que juzgaban como ineficaces.
El populismo1 es otro de los factores que históricamente han obstaculizado los procesos
tendentes a la institucionalización de los partidos políticos peruanos, hasta convertirse en
la causa principal, a la vez que consecuencia, de su debilidad institucional y organizativa.
La naturaleza carismática, personal e intransferible que ha acostumbrado a caracterizar
en Perú a los liderazgos caudillistas ha causado dificultades para transferir el apoyo
popular que en algún momento recibieron a otros miembros de sus organizaciones
políticas. A esta realidad contribuye el estilo político personalista que caracterizaba a sus
líderes, impulsados por un deseo, contrario a compartir el poder; de este modo,
dificultaban cualquier proceso tendente a la institucionalización de las organizaciones que
ellos habían creado y ponían en peligro su propia permanencia. El APRA es una
excepción parcial, ya que, a Haya de la Torre le sucedió Alan García.
1 Populismo se usa para designar a la corriente ideológica que sostiene la reivindicación del rol del Estado como defensor de los intereses de la generalidad de una población a través del estatismo, el intervencionismo y la seguridad social con el fin de lograr la justicia social y el Estado de bienestar.
b) Presidencia de Fernando Belaúnde
El presidente Belaúnde, heredó del gobierno militar una crisis económica que se
arrastraba desde mediados de la década de los 70, para la recuperación económica
adoptó las directrices del ideario económico liberal, lo cual no resultó ser una solución
para frenar la caída del crecimiento económico y del empleo y el alza de la inflación.
El presidente Belaúnde nada tuvo que ver con la crisis económica, pues era anterior a su
mandato, ni con el inicio, en mayo de 1980, de la actividad armada de Sendero
Luminoso.
Su responsabilidad recaía en lo poco acertadas decisiones que se tomaron, a partir de
esa fecha, para hacer frente a los grupos subversivos.
El estilo de gobierno de Belaúnde fue calificado de pasivo, reposado, prudente y
conservador. Sin embargo, sí se considera a Belaúnde cómo un político honrado y de
arraigadas convicciones democráticas; con el paso del tiempo, Belaúnde gozó, hasta su
fallecimiento, de un reconocimiento que no había tenido siendo presidente de la
República.
c) La presidencia de Alan García.
La elección de Alan García como presidente de la República, suscitó grandes
esperanzas y expectativas. Los primeros meses de su mandato, caracterizados por una
aparente bonanza económica y un elevado grado de entusiasmo popular, parecían
fomentar el prestigio de la democracia y de sus instituciones a los ojos de las clases
populares peruanas, contribuyendo, a un acercamiento entre el Estado y la sociedad
civil.
Sin embargo, el caos que caracterizó la última fase de la presidencia de García contrastó
con unos inicios de mandato bastante esperanzadores. Las grandes expectativas que el
presidente había levantado entre los sectores populares peruanos parecían cumplirse
durante su primer año de gobierno, cuando la producción, el empleo, el consumo y los
salarios reales crecían, y la inflación se moderaba.
Pero el optimismo comenzó a ceder; desde comienzos de 1987, la situación política,
económica y social de Perú empezó un periodo de creciente deterioro. La credibilidad de
Alan García había sufrido un duro golpe debido a la muerte violenta, ocurrida en junio de
1986, de unos 400 presos senderistas en los penales de la capital.
En 1988, el presidente, presionado por los organismos financieros internacionales,
decretó un paquete de medidas de ajuste económico, obteniendo la antipatía de la
mayoría de los peruanos. Al mismo tiempo, la situación política del país se deterioraba de
día en día entre constantes rumores de golpe de Estado, e incesantes peticiones de
adelanto de elecciones. Alan García dejaba una pesada herencia a sus posibles
sucesores y una agenda repleta de problemas pendientes que requerían de unas
soluciones urgentes.
d) La expansión de las actividades de los grupos subversivos armados
Paralelamente a una situación económica cada vez más grave, el segundo problema del
Perú en la década de 1980 fue la expansión de las actividades de los grupos subversivos
armados que llegaron a amenazar a toda la sociedad. El primer grupo subversivo fue
Sendero Luminoso, movimiento fundado por Abimael Guzmán en 1970. Se basaban en el
pensamiento maoísta2 y adoptaron la estrategia militar de irrumpir en la ciudad después
de consolidar su dominación en el campo. Aspiraba a destruir completamente el régimen
existente y construir desde cero un nuevo orden, matando sin piedad a todos aquellos que
no colaboraran con dicho objetivo. Sendero Luminoso fue el mayor autor de la violación
de los derechos humanos.
El otro grupo subversivo armado fue el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA),
este grupo fue fundado por Víctor Polay, quien buscaba repetir el modelo de la revolución
cubana en el país. Inició sus operaciones militares en 1984. Daba importancia a las
actividades militares en la ciudad y recurrió a los ataques militares a las instalaciones del
gobierno, las misiones diplomáticas y las empresas extranjeras, los secuestros para
obtener rescate, la intimidación a los empresarios y las actividades propagandísticas
mediante la ocupación temporal de los medios de comunicación. Aunque el MRTA no
titubeaba en acudir al terrorismo3 y asesinato como SL, éste no tenía la tendencia de
destruir el orden establecido tan radicalmente como SL. Tanto SL y el MRTA
intensificaron las actividades militares en el transcurso de los años ochenta. Belaúnde en
un principio los subestimó y por considerarlo un problema focalizado en zonas alejadas,
confió solo a la policía el control de estos grupos. Cuando a finales de 1982 decide
ordenar a las Fuerzas Armadas operaciones antisubversivas, estas carecerán de una
estrategia sistemática, integral y coherente. García, el sucesor de Belaúnde, buscó
impulsar el desarrollo social del gobierno para así hacer frente a los grupos subversivos y
debilitar su apoyo, no implementó una política especial contra ellos por tanto la policía
nacional y las Fuerzas Armadas se limitaron a repetir represiones inconsistentes llevadas
a cabo en otros lugares de la región.
2 El maoísmo es una doctrina elaborada por Mao Tse-Tung para adaptar el marxismo a las condiciones de las sociedades agrícolas tradicionales, a la realidad de la China previa a la Revolución. Se caracteriza por una evidente impronta populista y antielitista.3. actos de violencia armada contra la vida, la salud y la libertad de las personas ejecutadas de un modo sistemático y planificado que tienden a crear una situación de inseguridad y de peligro colectivo
e) El surgimiento de outsiders y el liderazgo populista
Los outsiders son ajenos y contrarios a la clase política, a la que culpan de los males que
sufre la población, y buscan una vinculación directa con el electorado. Estos nuevos
caudillos recuerdan los tradicionales liderazgos populistas porque denuncian los vicios e
injusticias del sistema institucional y prometen resolver, personalmente, los agravios y las
aspiraciones de las masas.
Los outsiders compiten en el juego electoral con recursos sacados de la crítica radical
contra los partidos y las elites políticas establecidas, desarrollan su acción en el terreno
de la democracia, pero atacando implacablemente a sus protagonistas principales.
Se presentan como encarnación de la voluntad popular por encima de los partidos
políticos y como salvadores de la nación, practicando un discurso de confrontación frente
a los partidos, tratando de justificar su ofensiva antipolítica con argumentos que atacan a
los liderazgos políticos y cuestionan la misma existencia y necesidad de los partidos.
El surgimiento de políticos como Fujimori sugiere la definición de populismo como forma
de liderazgo muy personalizada que emerge de una crisis institucional de la democracia y
del Estado, de un agotamiento de las identidades conectadas con determinados
regímenes de partidos y ciertos movimientos sociales, de un desencanto general frente a
los políticos, y del empobrecimiento generalizado. La vuelta de las posturas populistas en
la región se expresa en unos líderes emergentes que buscan ganarse el favor de las
masas por medio de un discurso mesiánico, protector, interpersonal, directo y, sobre todo,
sin intermediarios.
En 1990 habían pasado diez años desde el inicio de la transición política (del militarismo
al civilismo) el Estado peruano estaba en bancarrota, los partidos estaban desacreditados.
La subversión, el narcotráfico, la creciente intervención militar en los asuntos públicos, la
violación de los derechos humanos y la hiperinflación hacían que la desintegración política
y social fuera considerada como una seria posibilidad. La combinación de la catástrofe
económica en el Gobierno de Alan García, del avance de la violencia de Sendero
Luminoso, y el descrédito de los partidos político crearon las condiciones para el
surgimiento, desde fuera del sistema político, de candidatos independientes que ofrecían
esperanzas y soluciones a los problemas propios de la situación de crisis general.
La emergencia de Fujimori en las elecciones de 1990 representa la culminación de
persistentes debilidades en la organización y representación de intereses sociales en la
esfera política, producto de la pobreza y el patrón de desarrollo desigual de Perú. Por lo
tanto, lejos de ser una etapa nueva, la elección de Fujimori tenía claros antecedentes
históricos y también raíces más recientes, surgidas en el proceso de transición iniciado a
fines de la década de 1970 y en las acciones de los actores políticos claves durante el
desarrollo de esta nueva democracia.
El triunfo de Alberto Fujimori
a) Apuntes Biográficos
A comienzos de 1990, Alberto Fujimori era un personaje desconocido para la mayoría de
los peruanos; sin embargo, en junio de ese mismo año, la mayoría de los votantes le
eligió como tercer presidente de la República desde el restablecimiento de la democracia
en 1980. Hijo de padres nacidos en Japón, perteneciente a una minoría étnico-racial y
cultural que apenas representa el 0,3% de la población peruana.
Fujimori no era un personaje absolutamente desconocido. Había ejercido, entre 1984 y
1989, el cargo de rector de la Universidad Agraria de La Molina, habiendo presidido la
Asamblea Nacional de Rectores en el período comprendido entre los años 1987 y 1989.
Además, durante la etapa de administración del APRA, partido gobernante entre 1985 y
1990, Fujimori recibió varios encargos para la elaboración de informes en materia
agraria; tampoco los medios de comunicación le eran extraños, pues durante una
temporada había ejercido de moderador en un programa del canal público de televisión.
No era, por lo tanto, un personaje popular, pero sí era conocido en alguno de los círculos
sociales y políticos de Lima.
b) Elecciones de 1990
La falta de otra alternativa que la desprestigiada candidatura del APRA y de la dividida
izquierda condicionó que nuevas representaciones sociales abrieran paso a una corriente
de opinión que respondía a la convocatoria de Fujimori cuya orientación ideológica era de
corte populista. De este modo, Fujimori se presentó a sí mismo como el salvador de la
nación y rechazó toda clase de alianzas y soportes institucionales.
Cambio 90, fue la agrupación que Fujimori utilizó para llegar al poder, esta se armó
rápidamente poco antes de las elecciones de 1990, a partir de las relaciones personales
formadas en círculos de negocios y académicos. La agrupación era sumamente
heterogénea, conformada por miembros sin experiencia alguna en la política, integrado
por personas decepcionadas de los partidos y los políticos tradicionales, por pequeños
empresarios y dirigentes de organizaciones de sectores informales, miembros de iglesias
evangélicas y economistas políticamente independientes.
Mario Vargas Llosa, otro candidato independiente al frente de la coalición Frente
Democrático (FREDEMO), era considerado el seguro ganador por las encuestas tres
semanas antes de realizarse las elecciones presidenciales del 8 de abril de 1990. Vargas
Llosa parecía tenerlo todo: la unidad, un programa neoliberal coherente elaborado por un
calificado equipo de técnicos, y el apoyo de los principales grupos de poder económico,
etc. Fujimori apenas contaba con el apoyo del 2 por ciento del electorado.
Fujimori utilizó una campaña personalista que evitaba las obligaciones partidistas, un
llamamiento a las clases bajas y a los votantes independientes y un énfasis en la
concertación política.
Durante la campaña electoral y a fin de evitar el alejamiento de los votantes, Fujimori evitó
las definiciones ideológicas y cultivó la imagen de líder incorrupto que estaba por encima
de las rencillas de la política partidista. Esto se unió a su vaga promesa de evitar la
aplicación de un duro programa de estabilización económica. Por el contrario, Mario
Vargas Llosa en oposición a la estatización de la banca pretendida por Alan García
durante su mandato presidencial, se asoció con AP (Acción Popular) y PPC (Partido
Popular Cristiano) en el Frente Democrático. Esta asociación con los desprestigiados
partidos políticos y el sustento económico de los capitales, evidenciado en su millonaria
campaña publicitaria, favoreció que el imaginario popular lo identificara con la clase alta.
De modo que Vargas Llosa fue estigmatizado como agente del imperialismo y de las
clases altas, y como defensor de las elites ricas.
La activa participación de Alan García, a fin de bloquear a su enemigo personal, Vargas
Llosa, y al candidato aprista que desafiaba sus intenciones de seguir dirigiendo los
destinos del APRA fue fundamental.
Fujimori logró captar a los votantes porque pudo combinar exitosamente estas dos
estrategias discursivas: la del técnico y la del que defiende a los pobres. Fujimori se
convirtió en el candidato de las masas indias, cholas, pobres y excluidas; Vargas era el
representante de las clases blancas y privilegiadas.
Después de haber obtenido un segundo puesto con estrecho margen de diferencia con
Mario Vargas Llosa en la primera vuelta de la elección, Fujimori ganó a su contrincante
conservador en la segunda vuelta con el apoyo de los votantes de la izquierda y los
apristas. Por lo tanto, en la segunda vuelta electoral, el hasta ese momento desconocido
ingeniero se convirtió en presidente de la República con un 62,4 por ciento de los apoyos
frente al pobre 37,6 por ciento de su competidor.
Se asomaba una nueva época marcada por el declive de los partidos políticos y una
aparente legitimización del autoritarismo por parte de una ciudadanía agradecida por
haberlos salvado de un círculo vicioso de inestabilidad y crisis.
c) Inicio del mandato de Alberto Fujimori
En julio de 1990, el recién elegido presidente se hallaba en una situación de gran
debilidad política. A su favor tenía una indiscutible victoria electoral, una opinión pública
complaciente y una autonomía política sin precedentes desde 1980, pero a pesar de ello,
necesitaba apoyos políticos y asesoramiento de índole técnica.
Fujimori puso de manifiesto inicialmente moderación y cautela que anunciaban unos
tiempos favorables para el logro del acuerdo nacional que el país necesitaba. En sus
primeras manifestaciones, tras proclamarse los resultados oficiales de la segunda vuelta
electoral, el presidente electo se manifestaba favorable a la formación de un gobierno
multipartidario de unidad nacional, que contando con el apoyo de las FFAA, los
empresarios, los sindicatos y la Iglesia católica, podía hacer posible la consecución de un
amplio pacto social por el desarrollo. Para corroborar estas manifestaciones, el día 28 de
julio de 1990, con motivo de la toma de posesión de su cargo como presidente de la
República, Fujimori en su mensaje a la Nación abogó por abrir una vía de diálogo con los
grupos subversivos y se comprometió en la promoción del respeto de los derechos
humanos; también hizo suyo el compromiso de ligar la ética a la política, anunciando la
inmediata creación de un Comité contra la Corrupción y la promulgación de una Ley de
Participación Popular.
Fujimori convocó para formar su primer Gobierno a connotados militantes o
simpatizantes de Acción Popular, Izquierda Socialista e Izquierda Unida. Algunos de los
llamados aceptaron, a título personal sin que ello supusiera la existencia de un acuerdo
de alcance interpartidario. Como presidente del primer Consejo de Ministros Fujimori
nombró a Hurtado Miller, dirigente de Acción Popular y pariente del ex presidente
Belaúnde.
Al recién nombrado premier le correspondería, en agosto de 1990, en una de sus
primeras acciones de gobierno anunciar al país la aplicación de las tan necesarias como
impopulares medidas de ajuste económico, que Fujimori había premeditadamente
ocultado durante la campaña electoral; el llamado “fujishock”4 contenía un paquete de
medidas que, incluso, superaba a las previstas en el programa del FREDEMO. A partir de
agosto de 1990, el gobierno peruano pasó a implementar uno de los planes de ajuste
económico más duros de los aprobados hasta ese momento en América Latina.
4 Consistió en devaluar la moneda en más del 200%. Aumento de la gasolina en 3.000% y eliminación total de los subsidios para otros bienes y servicios públicos, cuyos precios quedaron liberados.
A finales de agosto de 1990, Fujimori, en un mensaje a la Nación, justificaba las medidas
adoptadas en materia económica aduciendo que el país se hallaba al borde de la
ingobernabilidad.
Habiendo transcurrido ocho meses desde su toma de posesión del cargo, el gabinete de
concertación inicialmente auspiciado por Fujimori había desaparecido. En ese escaso
tiempo ya se había puesto de manifiesto que el Presidente no tenía intenciones reales de
conceder al Consejo de Ministros un peso político específico y dotarle de cierta autonomía
en su funcionamiento. En torno a él había una red de asesores, entre ellos compañeros
de trabajo de la Universidad La Molina, Montesinos y algunos familiares.
Autoritarismo y anti institucionalismo
Antes de concluir el año 1990, Fujimori ya mostraba un talante autoritario y agresivo; el
blanco de sus discursos ya no era sólo el Poder Judicial, sino también un Congreso en el
que se sentaban, en palabras del Presidente, unos congresistas “holgazanes”.
Al cumplirse los cien primeros días de mandato, Fujimori daba evidentes muestras de
hostilidad hacia el Parlamento; con motivo del trámite de aprobación de los
Presupuestos para el año 1991, el Presidente, en una acción de dudosa
constitucionalidad, procedió a la supresión de los artículos con los que no estaba de
acuerdo, promulgando una Ley del Presupuesto General de la República para el año
1991; en esta situación, el Congreso reaccionó declarando, en enero de 1991, nulo el
acto presidencial.
El Presidente burló la Constitución vigente, ya que la Carta de 1979 daba al jefe del
Ejecutivo facultades para conceder indultos y conmutar penas, pero no para otorgar
amnistías, como la que se decretó en septiembre de 1990, lo que supuso la puesta en
libertad de varios inculpados pendientes de sentencia judicial; a los jueces y
parlamentarios que se manifestaron desaprobando este abuso presidencial, Fujimori
respondió llamándoles “chacales” y “canallas”.
Además de su independencia política, Fujimori manifestó tempranamente una notoria
antipatía hacia los partidos políticos. Tras la apariencia inicial que supuso la fugaz
etapa de la concertación, pronto las organizaciones partidarias se convirtieron en objeto
de burlas presidenciales.
En este ambiente de confrontación abierta con el Parlamento y los partidos, Fujimori
manejaba hábilmente, apelando a instrumentos populistas y demagógicos, la pobre
consideración que de ellos tenían una gran parte de los peruanos; el Presidente utilizó la
situación de descontento que tenía la sociedad con los partidos políticos como un
argumento para su proyecto autoritario. En esta coyuntura crítica muchos ciudadanos
antepondrían la necesidad de paz, orden y estabilidad a la conservación del régimen
democrático; así se entendería que muchos ciudadanos atribuyeran al Parlamento y a
los partidos un comportamiento obstruccionista con relación a la labor del Presidente en
la defensa de un proyecto de unidad nacional.
A pesar de la hostilidad que el presidente mostraba hacia el congreso nunca en la
historia constitucional de Perú durante el siglo XX un presidente de la República sin
mayoría parlamentaria había encontrado un Parlamento tan colaborador como el surgido
de las elecciones de abril de 1990.
El Congreso peruano nuevamente pondría de manifiesto su disposición a colaborar con el
Presidente, al aprobar, en junio de 1991, la ley 25327, que acordaba delegar en el
Ejecutivo durante un plazo de 120 días funciones legislativas en tres materias concretas:
inversión, empleo y pacificación; aunque, en lógica constitucional, los parlamentarios se
reservaban la facultad de revisar los decretos emitidos en aplicación de este acto de
delegación legislativa.
Haciendo uso de la figura constitucional de la delegación legislativa, en noviembre de
1991, el Gobierno peruano emitió 120 decretos, 35 de ellos referidos a la lucha
antisubversiva. Ante tal cantidad de decretos El Congreso no dispondría del tiempo
necesario para proceder a la revisión cabal de estas normas en los treinta días que el
reglamento vigente le concedía para ello, teniendo en cuenta que, transcurrido ese plazo,
las medidas dictadas por el Gobierno entraban automáticamente en vigor. El previsible
colapso producido en la labor parlamentaria reforzaría, de paso, ante la opinión pública
los argumentos de Fujimori acerca de la ineficiencia y la falta de eficacia del Congreso
para afrontar debidamente los problemas del país.
Ante tal avalancha de decretos, concluida la legislatura ordinaria a mediados de diciembre
de 1991, el Congreso acordó reunirse en legislatura extraordinaria durante los últimos
días de enero y primeros de febrero del año 1992, manteniendo en este tiempo un
contacto continuo con el presidente del Consejo de Ministros, Alfonso de los Heros. Para
esto la decisión de dar un golpe de Estado ya había sido tomada.
a) Golpe de estado
En diciembre de 1991, un senador, el acciopopulista Rafael Belaúnde, había declarado
que el Congreso estaba facultado para destituir al Presidente de la República mediante un
proceso de declaración de incapacidad moral para ejercer el cargo. En este sentido,
Rafael Merino Bartet, asesor del SIN durante tres décadas, ha declarado en el artículo
“La hoguera del Brujo”, publicado en Caretas, nº 1693, de 25/10/2001- que la fecha del
golpe se adelantó al 5 de abril de 1992 ante la posibilidad, según las informaciones de
que disponía el SIN, de que el Congreso le tomara la delantera a Fujimori e iniciara el
proceso para declarar su incapacidad moral.
El golpe no sólo contaba con el apoyo de los militares y de los servicios de inteligencia,
sino también con el de la mayor parte del empresariado nacional y con la aprobación
mayoritaria de la población peruana; el régimen democrático peruano, que no había
calado hondamente en la ciudadanía, no había conseguido sobrevivir a una situación de
conflictos y problemas acumulados ni a las actitudes y decisiones antidemocráticas de sus
gobernantes.
Dicho golpe de estado no tenía argumentos consistentes ya que, según P. Planas el
Presidente, incluso antes de abril de 1992, no había sido un gobernante que respetara la
Constitución y la legislación vigente. La ruptura del orden constitucional no era el “último
recurso” al que se vería obligado a echar mano para la solución de los problemas del
país. El Parlamento no bloqueó las posibilidades de diálogo y de concertación con el
Ejecutivo. El Parlamento tampoco llevó a cabo un tipo de oposición intransigente.
Existieron posibilidades reales para conseguir un acuerdo institucional entre ambos
poderes del Estado.
Lo cierto era que, aunque Cambio 90 únicamente contaba con el 18% de los escaños en
la Cámara de Diputados y el 23% en el Senado, el Presidente había conseguido que en
ambas cámaras se aprobaran sus medidas más importantes en materia económica. Sin
embargo, ambos poderes, Ejecutivo y Legislativo, se fueron alejando paulatinamente en
materia de lucha antisubversiva, siendo éste un motivo importante de colisión entre ellos;
así lo certifica el hecho de que el Congreso objetara varios de los decretos que el
Gobierno emitió, en noviembre de 1991, sobre pacificación nacional.
b) La aproximación de Fujimori a las FFAA.
La ruptura constitucional producida el 5 de abril de 1992 se explica con el papel
fundamental que en su gestación y ejecución tuvieron las FFAA. Colaboraron activamente
con el presidente en su preparación. Lo que se debe aclarar es que no todos los militares
estuvieran a favor de involucrarse en la quiebra del ordenamiento constitucional y que
algunos, que inicialmente se implicaron en el golpe, acabaran distanciándose del régimen
autoritario de Fujimori. Dicho esto, se considera que las FFAA actuaron, como institución,
de acuerdo con un plan preexistente, asumido por la mayoría de los altos mandos
militares.
El hecho de que las FFAA accedieran a que fuera un civil, en este caso el presidente
Fujimori, el que de un modo oficial diera el golpe y se convirtiera en su cara visible les
proporcionaba más ventajas que inconvenientes; con ello, obtenían la garantía de que se
iba a implementar su estrategia antisubversiva y a asegurar su rol dominante en la misma,
evitando, los problemas, internos y externos, que les podría causar la asunción directa del
poder.
Por otro lado, Fujimori, en julio de 1990, se hallaba, a pesar de la nitidez de su triunfo
electoral, en una situación bastante precaria y necesitada de aliados y apoyos. Tras poner
un temprano final a su inicial política de concertación con otros partidos políticos, el
Presidente centró los esfuerzos en ganarse para su causa a la opinión pública, y la
simpatía de las FFAA. La sintonía entre Fujimori y las FFAA no se hizo esperar. Fujimori
pronto se sintió cómodo con los militares. Sin embargo, el Presidente dejó claro que en
esta relación de carácter cívico-militar él no iba a tener un papel pasivo, mostrando pronto
su intención de intervenir activamente en los nombramientos militares; así, una de sus
primeras decisiones como presidente fue cesar en sus cargos a los comandantes
generales de la Marina y de la Fuerza Aérea.
c) La ejecución del golpe.
En la noche del 5 de abril de 1992, el presidente Fujimori anunciaba al país la disolución
del Congreso y la intervención del Poder Judicial, del Consejo Nacional de la
Magistratura, del Tribunal de Garantías Constitucionales, del Ministerio Público y de la
Contraloría de la República; al mismo tiempo, comunicaba que se procedería a la
inmediata creación de un Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional que
gobernaría mediante la publicación de decretos de ley. El Presidente aducía que el golpe
de Estado era un medio para poner fin a la corrupción y al terrorismo y no suponía, por lo
tanto, una ruptura democrática. Al mismo tiempo anunciaba la creación de sendas
comisiones encargadas de reorganizar el Poder Judicial y de elaborar un proyecto de
reforma constitucional que se sometería a plebiscito nacional.
La misma noche del 5 de abril, el Comando Conjunto de las FFAA, mediante la emisión
de un comunicado oficial, daba a conocer que las FFAA, de forma unánime, respaldaban
al Presidente de la República. De este modo la quiebra del orden constitucional se había
consumado. Sin embargo el camino hacia la ruptura democrática no era irreversible pues
hasta el último momento, existieron probabilidades razonables para llegar a un acuerdo
político entre el Presidente y la oposición; La decisión de Fujimori fue la que anuló
cualquier posibilidad de concertación.
d) La comunidad internacional critica el “autogolpe”
Mientras dentro del Perú existía una situación favorable a Fujimori, la comunidad
internacional criticó severamente la ruptura del orden constitucional. No estaba dispuesta
a tolerar ni hacer la vista gorda al “autogolpe” de Fujimori, pues constituía la destrucción
del marco constitucional y democrático en el Perú. Países como Estados Unidos,
Alemania y España exigieron al gobierno de Fujimori retornar democráticamente al orden
constitucional establecido lo antes posible anunciando la suspensión de la ayuda
económica al Perú.
Un día antes del anuncio del autogolpe, Bernado Aronson, subsecretario adjunto de
Estado para asuntos internacionales, había llegado a Lima para tratar con el gobierno
peruano sobre la colaboración mutua en la política antidroga y otros asuntos. Después de
enterarse del autogolpe, el gobierno norteamericano lo llamó inmediatamente a
Washington anunciando la suspensión de su ayuda económica al Perú. Estados Unidos
exigió a Fujimori dialogar con las fuerzas opositoras y crear un consenso lo más amplio
posible respecto a un proceso de normalización política que incluyera la reapertura del
Congreso. Pese a las manifestaciones contrarias al autogolpe y las recomendaciones
para la normalización de la situación peruana que hicieron diversos países y
organizaciones internacionales, Fujimori prefirió observar el desarrollo de la situación
internacional y no presentó una propuesta nueva y clara sobre el proceso de
normalización de la política peruana, lo cual siguió causando malestar contra el gobierno
peruano en el escenario internacional. La mayoría de países miembros de la OEA
percibían que la medida tomada el cinco de abril difería de un golpe de Estado
convencional, por lo que decidieron dar a Fujimori la oportunidad de plantear una salida
aceptable para la comunidad internacional.
Frente a la resolución crítica de la OEA, Fujimori dio a conocer el 16 de abril su intención
de convocar a un diálogo en el que participarían todas las fuerzas políticas y
organizaciones civiles, así como un cronograma de la normalización política.
El 18 de mayo se llevó a cabo la reunión ad hoc5, en Bahamas, de los cancilleres de la
OEA, a dicha reunión asistió Fujimori. En este encuentro reiteró su idea de realizar un
referéndum sobre el “autogolpe”, pero también propuso instalar un Congreso
Constituyente Democrático (CCD) que además de la redacción de la constitución política,
asumiera funciones de legislativas y de fiscalización, como un Poder Legislativo normal, y
funcionara hasta 1995, año de fin de mandato de los congresistas elegidos en 1990.
El presidente presentó el siguiente cronograma político que pasaba por tres convocatorias
electorales: primero, en noviembre del año en curso, se elegirá un Congreso
Constituyente Democrático (CCD) que tendrá como misión elaborar una nueva Carta
Magna; segundo, en enero de 1993, los peruanos votaran a alcaldes y concejales; y
tercero, cuando el CCD terminara sus trabajos, la población será llamada a legalizar la
nueva ley suprema.
La nueva propuesta de Fujimori de convocar a las elecciones para el CCD fue reconocida
internacionalmente como proceso de “retorno a la democracia”, evitándose de esta
manera la adopción de una sanción contra el Perú.
e) La realización de las elecciones de CCD
La campaña electoral de CCD comenzó en octubre. Cuatro de las principales fuerzas de
la década de 1980, AP, el PAP e IU decidieron no participar en el proceso electoral,
debido que se oponían a la realización misma de las elecciones del CCD impuesta por
Fujimori, como a que eran conscientes de su impopularidad entre los peruanos. Por otro
lado, dieciséis agrupaciones políticas, entre ellas, las fuerzas de Fujimori y el PPC,
participaron en este proceso electoral.
Con miras a la campaña electoral de CCD, Fujimori fortaleció su agrupación aliándose
con una agrupación nueva llamada “Movimiento Nueva Mayoría” que él mismo conformó y
en la que reunió a los profesionales y especialistas colaboradores de su gobierno. Esta
alianza fue dominada Nueva Mayoría. Cambio 90.
La campaña electoral del CCD se desarrolló favorablemente para las fuerzas fujimoristas
dado que continuaba la tendencia general de un alto nivel de apoyo popular a Fujimori y la
oposición seguía manteniendo una baja popularidad, sin lograr recuperar la confianza del
Pueblo peruano. Durante la campaña electoral, se produjo la captura de Guzmán, máximo
líder de SL; suceso que favoreció electoralmente a la alianza oficialista.
Tal como estaba previsto, el 22 de noviembre se llevó a cabo la votación bajo la
observación de la OEA. El resultado dio el triunfo al oficialismo que consiguió 49.3 por
ciento de los votos válidamente emitidos, y 44 escaños. Muchos peruanos pensaron que
5 Ad hoc es una locución latina que significa literalmente «para esto». Generalmente se refiere a una solución específicamente elaborada para un problema o fin preciso y, por tanto, no generalizable ni utilizable para otros propósitos. Se usa pues para referirse a algo que es adecuado sólo para un determinado fin o en una determinada situación.
Fujimori había logrado estabilizar la economía y que también había alcanzado grandes
logros en la lucha contra el terrorismo, y apoyaron masivamente al oficialismo sobre la
base de estos resultados, esperando que otros problemas socioeconómicos fuesen
superados en los siguientes años.
Después de terminar las elecciones del CCD, el 14 de diciembre, el Consejo Permanente
de la OEA recibió el informe de la misión observadora, en el cual reportaba que, en
términos generales, las elecciones habían sido justas y sin graves irregularidades, y
decidió dar por concluidas sus actividades en el Perú. El 29 de diciembre, se inauguró ese
congreso y se dio por terminada el proceso de retorno a la democracia reconocida
internacionalmente.
Captura de Guzmán e intento golpista
Guzmán líder máximo de Sendero Luminoso fue detenido en la noche del 12 de
septiembre de 1992. Esta captura se hizo efectivo por el grupo especial llamado Grupo
Especial de Inteligencia (GNEI), que fue creado en 1990 dentro de la Dirección Nacional
contra Terrorismo (DINCOTE) de la Policía Nacional con el objetivo de arrestar los
miembros de la cúpula de los grupos subversivos. La clave directa de la gran captura fue
una información que el GEIN consiguió de un senderista detenido en junio del mismo
año.
La captura de Guzmán, así como la detención de Polay, el número uno del MRTA,
ocurrido en junio de 1992, unos tres meses antes de la captura del líder máximo de
Sendero Luminoso, eran los resultados trascendentales de una serie de las medidas
contrasubversivas que tenían el origen en las líneas generales redactadas por las
Fuerzas Armadas a fines de 1989 e impulsadas políticamente por Fujimori después de su
toma de posesión en 1990. Debido a la captura de casi todos los dirigentes principales,
SL y el MRTA sufrieron un golpe aplastante.
El hundimiento de Sendero Luminoso aumentó la popularidad de Fujimori, pero en el
estamento militar, ciertos militares en actividad y retiro descontentos por el fuerte control,
y la enorme influencia de Montesinos en las Fuerzas Armadas elaboraron un plan de
golpe. Montesinos y el SIN detectaron dicho plan, tramado por un grupo de militares que
fueron detenidos esa misma noche. Fujimori se vio obligado a alejarse del palacio hasta
que su seguridad personal se garantizara.
Con motivo de este intento de golpe, casi todos los críticos a Montesinos fueron sacados
de la cúpula militar, y como resultado de esto, Montesinos logró establecer un control casi
total y una influencia sumamente fuerte entre los oficiales que tenían el rango de coronel y
generales poniéndoles condiciones desfavorables lo cual se convirtió en una profunda
antipatía y rechazo a montesinos.
La Constitución de 1993.
Según de Fernández Segado la nueva Constitución es una reforma de la precedente que
persigue acomodarla a la peculiar filosofía socioeconómica y política de la mayoría
dominante en el Congreso Constituyente Democrático.
Entre las innovaciones, además de su brevedad, que introduce la Constitución de 1993,
están los siguientes puntos:
Permite, la reelección presidencial inmediata.
Potencia la capacidad legislativa del Ejecutivo para dictar, mediante decretos
supremos, medidas extraordinarias.
Amplia las funciones del Consejo de Ministros.
Minimiza y confunde el papel de los partidos políticos en la configuración y
constitución del régimen político y en su rol democrático, no diferenciándolos de
los movimientos y alianzas electorales.
Constitucionaliza la existencia de un Congreso unicameral con 120
parlamentarios.
Hace un reconocimiento expreso de Perú como un Estado de naturaleza
pluriétnica y pluricultural que hay que conservar y proteger. Etc.
El 31 de octubre de 1993 los peruanos ratificaron con un 52,2% de votos favorables la
nueva Carta Magna elaborada por el CCD. El texto fue promulgado el 29 de diciembre y
dos días después entró en vigor.
El segundo mandato de Fujimori
El nuevo triunfo de Fujimori se gestó en una sola vuelta frente al candidato de la oposición
Unión Por el Perú (UPP), Javier Pérez de Cuéllar, que fuera anteriormente secretario
general de la ONU y confirmaron el hundimiento de los partidos políticos tradicionales que
no superaron el 5 por ciento de los votos para acceder a la representación proporcional.
En estos años la debilidad del sistema de partidos era tan profunda que el 86 por ciento
de la población se identificaba como políticamente independiente.
La campaña fue corta, de baja intensidad y cuestionada, en algunos de sus aspectos, por
la prensa y por un importante sector ciudadano. En la misma, Fujimori no realizó un sólo
mitin político pero efectuó cientos de inauguraciones, al más puro estilo populista, en todo
el país: caminos, escuelas y cuanta obra pública se construyera era inaugurada
personalmente por Fujimori y cubierta puntualmente por los medios de comunicación.
Además, los servicios de inteligencia sabotearon sistemáticamente la campaña de los
rivales y los teléfonos de la casa de Javier Pérez de Cuéllar fueron controlados. Aunque el
ex secretario general había evitado aliarse con los partidos políticos tradicionales, se
había anclado al pasado al asociarse con algunos de sus más prominentes ex líderes.
Con estas elecciones se confirmó el colapso del sistema de partidos en Perú. Todos los
partidos que fueron base del sistema político antes de 1990 perdieron su registro ante el
Jurado Nacional de Elecciones, al no alcanzar el 5 por ciento de la votación. La
consolidación del proceso de reformas estructurales y el fin del terrorismo, sumado a
algunos errores de los partidos, tuvo como resultado el afianzamiento del discurso
contrario a los partidos de Fujimori en las elecciones de 1995.
El período 1995-2000 se inició con el conflicto en puertas con Ecuador y con la
aprobación de una ley de amnistía para todo personal civil, militar o policial que hubiese
incurrido en violaciones de derechos humanos en los últimos 15 años, quedando sin
antecedentes y sin posibilidad de ser juzgados en el futuro. Quedaron libre de culpa y
cargo, entre otros, los militares integrantes del Grupo Colina, responsables de la matanza
de La Cantuta. El argumento del presidente fue que el mejor homenaje a los caídos en la
lucha contra el terrorismo, a los miembros de las fuerzas del orden, a los civiles, a los
campesinos y también a los jóvenes equivocados que se alzaron en armas contra el
Estado, consiste en sentar las bases, ciertamente dolorosas, de una verdadera
reconciliación.
Uno de los momentos de mayor tensión que hubo de confrontar el Gobierno de Fujimori
durante su segundo mandato se produjo cuando un grupo del Movimiento Revolucionario
Túpac Amaru (MRTA) tomó la embajada de Japón en Lima en diciembre de 1996. Hasta
el final la crisis de los rehenes pareció como un duelo entre Fujimori y Néstor Cerpa, el
líder de la toma de la residencia. El presidente aceptó las reglas del MRTA para sí mismo:
morir o vencer, personalizó el conflicto y comandó él mismo el rescate. La forma violenta
en que fue resuelta la situación el 22 de abril siguiente volvió a poner de relieve el
carácter profundamente autoritario de Fujimori, a pesar de que recibió un apoyo masivo
de la opinión pública.
Fujimori continuó con su estilo autocrático de gobierno en el segundo mandato. Así el 22
de agosto de 1996 el Congreso peruano rechazó un proyecto de la oposición para
establecer una comisión que investigara a Montesinos. También rechazó un pedido para
que el primer ministro Alberto Pandolfi y el ministro de Defensa general Juan Castillo
Meza clarificaran cuál es el papel de Montesinos en el Servicio de Inteligencia Nacional.
En abril de 1997, el canal de televisión Frecuencia Latina, perteneciente a Baruch Ivcher,
emitió una denuncia por torturas de la agente del Servicio de Inteligencia del Ejército,
Leonor La Rosa. El canal también informó que las declaraciones de impuestos de
Montesinos indicaban que ganaba 600.000 dólares al año, aunque su salario oficial era de
18.000. El 14 de julio el Gobierno negó la nacionalidad peruana a Ivcher y en septiembre
de 1997 el control del canal de televisión fue dado a accionistas minoritarios aliados con el
Gobierno.
Por otro lado, el Gobierno de Fujimori manipuló los medios de comunicación, utilizó
noticias sensacionalistas, haciéndolas coincidir con actos políticos controvertidos, tales
como revelaciones de corrupción. Estas noticias o «cortinas de humo» solían estar
referidas a intimidades de personajes de la farándula, escándalos en los denominados
Tal-shows e información deportiva. El control ejercido sobre la prensa permitió la censura
de noticias incómodas al régimen, la tergiversación de la información entre otras.
Cualquier persona o institución que de algún modo fuera crítica con el Gobierno, podía ser
objeto de campañas sistemáticas de difamación.
Las elecciones generales del 2000 y caída del régimen Fujimorista
Apenas había transcurrido un año desde el inicio de su segundo mandato cuando
Fujimori, insinuó su intención de optar a un tercer ejercicio, para lo que lanzó las reformas
legales necesarias. Según la polémica Ley de Interpretación Auténtica de la Constitución,
aprobada por el Congreso el 23 de agosto de 1996, el primer periodo quinquenal
reelegible se había iniciado en 1995 bajo la nueva Constitución, luego el presidente en
ejercicio estaba facultado para optar a un segundo periodo a partir de 2000.
En la campaña electoral del 2000, el mandatario hizo recuento de sus logros económicos
y de seguridad interna en una década de mandato, visitó regiones donde había una sólida
base de apoyos populares, vestido de manera adecuada para el lugar. Fujimori disputó la
votación del 9 de abril de 2000 convencido de su triunfo sobre Toledo. El 12 de abril la
ONPE anunció los resultados definitivos: Fujimori haba sido el más votado con el 49,8%,
cifra que no alcanzaba la mayoría absoluta y que por lo tanto le obligaba a disputar una
segunda y definitiva vuelta con su inmediato rival, Toledo, que recibió el 40,3%.
El 28 de julio de 2000, el día que cumpla 62 años, y con una segunda y más violenta ola
de disturbios asolando Lima con el resultado de seis víctimas mortales y destrozos en
edificios oficiales, Fujimori juró su tercer mandato en un Congreso protegido por un
impresionante dispositivo de seguridad. Fujimori inauguró su tercer mandato intentando
transmitir dominio y normalidad. Sin embargo, la situación experimentó un dramático
viraje el 14 de septiembre. cuando el congresista Fernando Olivera divulgó un video en el
que se ve a Montesinos entregar 15.000 dólares en billetes sacados de su propio bolsillo
al congresista Luis Alberto Kouri, quien, como otros 16 legisladores de la oposición, había
desertado de Perú Posible. La difusión del primer vladivideo levantó un gigantesco
escándalo.
En la noche del 16, sábado, Fujimori rompió su mutismo y empleo su tono más templado,
para anunciar a la nación dos decisiones de trascendencia tomadas: Desactivar el SIN y
convocar en el inmediato plazo posible nuevas elecciones generales a las que él no
participara.
El 13 de noviembre viajó a Brunei para asistir a la VIII Cumbre de la APEC, los días 15 y
16. El 18 debía estar en Panamá para participar en la X Cumbre Iberoamericana pero en
lugar de ello se dirigió a Japón y se quedó allí, El 20 de noviembre envió por fax la carta
de dimisión al Congreso peruano. Al día siguiente, el Congreso, por 62 votos a favor,
nueve en contra y nueve abstenciones, rechazó la misiva de dimisión y a cambio declaró
al mandatario moralmente incapacitado para el desempeño de sus funciones,
destituyéndole el día 22.
Aquel mismo día Márquez, segundo vicepresidente, dimitió. Valentín Paniagua Corazao,
presidente del Congreso desde hacía una semana y dirigente de AP asumió la
presidencia. El Congreso invistió presidente constitucional con mandato interino, hasta la
transmisión poselectoral de julio.
El 23 de febrero del 2001 el pleno del Congreso aprobó una acusación constitucional por
los casos de corrupción, lo que significaba que Fujimori perdía su inmunidad en tanto que
ex jefe del Estado y podía ser llevado ante la justicia, así como una resolución legislativa
con la que le inhabilitó para el desempeño de cualquier cargo público durante diez años.
CONCLUSIONES
1. La etapa democrática iniciada a partir de 1980 no pudo consolidarse. De la mano
de unos partidos políticos débiles que conformaban un frágil sistema partidario, los
gobiernos democráticos tuvieron un pobre desempeño en la solución de los
principales problemas a los que se enfrentaba el país, principalmente la violencia
política y la crisis económica.
2. El fracaso de los partidos políticos y de sus dirigentes produjo en la población un
sentimiento de rechazo que se extendió a las principales instituciones de la
democracia representativa, especialmente al Parlamento; de este modo, se
allanaba el camino a los líderes independientes y antipartidarios. Entre los que se
encontraba Fujimori.
3. El triunfo electoral de Fujimori y los buenos resultados obtenidos frente a la
hiperinflación y los grupos subversivos afianzaron su posición e hicieron de él un
ejemplo de outsider exitoso.
4. La ruptura, en abril de 1992, del ordenamiento constitucional y democrático se
pudo evitar; pero fue el Presidente, apoyado por las FFAA, quien decidió, quebrar
la democracia cuando estaba llamado a defenderla.
5. El régimen que representó Fujimori, desde abril de 1992, era un régimen no
democrático y autoritario. A pesar de ello, los peruanos, teniendo en cuenta los
resultados obtenidos frente a Sendero Luminoso y la hiperinflación, legitimaron
este régimen en las elecciones generales celebradas en 1995. Prefiriendo la
estabilidad y el orden a la democracia.
6. El colapso del régimen autoritario, el inicio de un proceso de transición
democrática y la celebración de unas elecciones generales libres y competitivas en
el año 2001, que llevaron a Alejandro Toledo a la Presidencia de la República, no
han servido, para consolidar un régimen democrático. El manteniendo de la
corrupción, la fragilidad de las instituciones del Estado, la debilidad de las
organizaciones políticas, la continuidad en el tiempo de arraigados estilos y
hábitos políticos contrarios a la democracia, etc. Están impidiendo, que la
democracia se afiance en Perú.
PRESENTACIÓN
En medio de una compleja crisis económica y conflicto interno, en 1990, llegaba a su fin el
gobierno de Alan García Pérez y asumía la presidencia de Perú Alberto Fujimori. Al iniciar
el nuevo mandato resultaba fundamental lograr la estabilización del país y detener la
hiperinflación que venía afectando profundamente a la población. Aunque contaba con el
apoyo del pueblo su gobierno se encontraba débil, pues necesitaba de asesoramiento
para sacar adelante el país, esta situación lo llevó, en un principio, a manifestarse
favorable a la formación de un gobierno multipartidario de unidad nacional, pero a los
ocho meses, el gabinete de concertación auspiciado por Fujimori había desaparecido.
Antes de concluir el año de 1990 el gobierno de Fujimori resultaba muy controversial: su
mandato se volvió cada vez más autoritario; sus discursos tenían un talante de crítica a
los miembros del congreso a quienes tildaba de holgazanes que impedían el
reordenamiento del País. Además de ello mostró antipatía hacia los partidos políticos.
Utilizó la situación de descontento que tenía la sociedad con los partidos políticos como
un argumento para su proyecto autoritario. Tal escenario pronto desembocaría en el
autogolpe de estado con la disolución del parlamento, anulando con ello cualquier
posibilidad de concertación y quebrando el orden constitucional.
En el presente informe se abordará el desarrollo del gobierno de Fujimori en la década del
noventa, los acontecimientos que le antecedieron y prepararon el camino para la asunción
en el poder, el desarrollo de su primer gobierno resaltando el autogolpe, su alianza con
las Fuerzas Armadas, la detención de quien hasta entonces era el cabecilla de SL,
agrupación que llegó a ser una verdadera amenaza a la sociedad, la elección del
Congreso Constituyente democrático, la constitución de 1993. Además de ello, se
desarrolla el segundo mandato de Fujimori que tuvo como hechos importantes el conflicto
con Ecuador y la toma de la embajada japonesa por el MRTA con la resolución de dicho
conflicto dirigido por el presidente. Lo que sigue es la preparación para su tercer gobierno,
hecho que estará salpicado de corrupción y conflictos sociales. Luego de tres mandatos
consecutivos, el régimen llegará abruptamente a su fin en medio de escándalos.
ESTUDIANTE: Cynthia Abregú Ochoa
PROFESOR: Antonio Bermúdez Macedo
GOBIERNO DE ALBERTO FUJIMORI
SURCO 2015
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Fernández, F. (1994). “El nuevo ordenamiento constitucional del Perú. Aproximación a la
Constitución de 1993”. Lima: Comisión Andina de Juristas.
García, M. (2001). La década de Fujimori: ascenso, mantenimiento y caída de un líder
antipolítico. Recuperado el 14 de mayo del 2015 de: http://www.acuedi.org/ddata/661.pdf
González, M. Perú: Autoritarismo y Democracia. Recuperado el 14 de mayo del 2015 de:
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/amelat/web08/doctorado/Secundino/
ElPerudeFujimori.pdf.
Murakami Y. (2003). El Perú en la era del chino. Lima: IEP
Planas, P. (1992). Rescate de la Constitución. Lima: Abril Editores.
Alberto Fujimori recuperado el 14 de mayo del 2015 de: http://www.cidob.org/es/content/
pdf/1490
ANEXOS
Alberto Fujimori fue el último candidato oficialista en el Perú. Desde el 2001, los partidos de gobierno ni siquiera llegaron a consolidar una candidatura presidencial y obtuvieron una escasa representación parlamentaria. (Infografía: El Comercio)