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1 CONFLICTO ESTUDIANTIL UNIVERSITARIO EN MADRID BAJO EL FRANQUISMO (1956-1968) Autoras/es: Irene Fraguas, Miguel Luna, Silvia Nieto, Elena Cualladó, Beatriz Álvarez Tema: Historia de Madrid del siglo XX Departamento de Historia Contemporánea Universidad Complutense de Madrid.

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CONFLICTO ESTUDIANTIL UNIVERSITARIO EN

MADRID BAJO EL FRANQUISMO (1956-1968)

Autoras/es: Irene Fraguas, Miguel Luna, Silvia Nieto, Elena Cualladó, Beatriz Álvarez

Tema: Historia de Madrid del siglo XX

Departamento de Historia Contemporánea

Universidad Complutense de Madrid.

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Índice

Introducción ................................................................................................................................. 3

Objetivos ................................................................................................................................... 3

Definición del tema ................................................................................................................. 3

Estado de la cuestión ................................................................................................................ 4

Hipótesis ................................................................................................................................... 8

Metodología .............................................................................................................................. 9

Fuentes y técnicas .................................................................................................................... 9

1. La Universidad en los primeros años del régimen de Franco ................................................... 9

El marco jurídico. Legislación ................................................................................................ 10

Las organizaciones estudiantiles (SEU, FUE) ........................................................................ 12

El inicio de las disidencias (1951-1956) ................................................................................. 15

2. Desarrollo del movimiento universitario en 1950-1960 ..................................................... 18

Febrero de 1956: el primer movimiento estudiantil .............................................................. 18

Estructuración estudiantil: surgimiento de organizaciones a partir de partidos políticos ....... 19

Socialización y sindicalización del movimiento estudiantil (1962-1968) ............................... 20

Influencia de mayo del 68 en el movimiento estudiantil español: nuevas perspectivas

reivindicativas ......................................................................................................................... 24

Conclusiones .............................................................................................................................. 25

Bibliografía ................................................................................................................................ 26

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Introducción

Definición del tema

La fecha de partida se sitúa en febrero de 1956 porque éste marca un punto de

inflexión en la actividad contestataria por parte del sector universitario en Madrid.

Como capital del Estado, esta ciudad centralizará las protestas de oposición al régimen,

entre las que se encuentra el movimiento estudiantil, que desde Madrid se extenderá al

resto de España. Desde ahí hemos querido desarrollar el tema hasta 1968, llegando a ese

punto porque es en ese momento en el que los conflictos estudiantiles madrileños se

enmarcan en un contexto europeo. Éste buscará nuevos objetivos, que irán más allá de

los políticos para centrarse también en temas sociales, como el feminismo y el

ecologismo.

Objetivos

En el presente trabajo se han planteado tres objetivos básicos. En primer lugar,

tratar de ponderar hasta qué punto la disolución del SEU se debió al movimiento

estudiantil o a los cambios dentro del gobierno. En este sentido hay que valorar las

medidas gubernamentales destinadas a apaciguar las disidencias universitarias desde

mediados de los años 50 por un lado y los movimientos estudiantiles del momento por

el otro.

Otro gran objetivo obedece a las razones que desencadenaron los movimientos del 68.

En 1965 el SEU fue sustituido por las asociaciones profesionales de estudiantes, por lo

cual uno de los motivos de lucha estudiantil de años previos desapareció. No obstante,

en el año 1968, al igual que en otros países occidentales, se produjo un levantamiento

estudiantil. En el caso Madrid se trata de investigar sobre si estos movimientos fueron

producidos por influencia de estos países o por algo diferente. ¿Se seguía la corriente

occidental o se buscaban otros objetivos?

Por último, se busca entender hasta qué punto la oposición estudiantil ayudó en

la descomposición de la dictadura. Es decir, qué influencia tuvieron los movimientos

estudiantiles en favorecer la debilidad del régimen y en el paso hacia la Transición.

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Estado de la cuestión

Dado que no hay monografías específicas sobre este tema, es necesario recurrir a

la historiografía sobre la dictadura y de ellas tratar de hacer una compilación y selección

crítica sobre los capítulos que afectan a los estudiantes. Son de gran utilidad también los

estudios dedicados a la oposición al régimen de Franco, puesto que el movimiento

estudiantil fue uno de los pilares fundamentales de dicha oposición (La oposición al

régimen de Franco. Estado de la cuestión y metodología de la investigación, de Tusell,

Alted y Mateos). Puesto que el centro neurálgico de las protestas estudiantiles fue

Madrid, prácticamente todos los estudios están centrados en la ciudad, si bien en

algunos casos, como el libro Documentos del movimiento universitario bajo el

franquismo, se refieren también a Barcelona, aunque sus documentos se centran a partir

de 1964. La estructura que mantiene la obra abarca en primer lugar, desde la ruptura con

el SEU a la construcción de los sindicatos democráticos de estudiantes, entre los años

1964 y 1967, con numerosos escritos de diferentes Asambleas, así como llamamientos o

cartas, mientras que el segundo apartado que abarca el libro se desarrollaría entre los

años 1968 y 1971, y se enmarca dentro de un radicalismo estudiantil. Al igual que

sucede con el documento anterior, el libro de A. Sabio y N. Sartorious, El final de la

dictadura: la conquista de la democracia en España (Noviembre 1975- Junio 1977),

cuenta con el problema de que está enfocado a los últimos tiempos de la dictadura y a

los factores determinantes que terminaron por descomponer el régimen y desarrollar el

proceso de la Transición. Se trata, por lo tanto, de una obra general del final del régimen

pero que, al incluir entre estos factores, el movimiento estudiantil sugiere que éste fue

un impulso fundamental para la constitución de la democracia.

Respecto a los primeros momentos del movimiento estudiantil es de gran

utilidad acudir al libro de Ruiz Carnicer, El Sindicato Español Universitario (SEU),

1939-1965, se centra en la evolución política y social del SEU y en su función dentro de

la universidad, ateniéndose a cómo la evolución del movimiento universitario y la

evolución política del régimen van erosionando poco a poco los fundamentos de la

organización hasta hacerlo desaparecer. El libro tiene una primera parte que trata sobre

la evolución del SEU. Esto puede ser útil a la hora de ampliar información sobre el SEU

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de un periodo anterior al trabajo, pero para conseguir una contextualización mayor ya

que estudia la organización desde su creación en 1933. Sin embargo, resulta de mayor

utilidad la segunda parte en la que se trata el funcionamiento del SEU, su repercusión en

la sociedad y los mecanismos utilizados para el control de los estudiantes.

La obra de Andrea Gurruchaga, Hijos de vencedores y vencidos, se centra

también en la explosión del movimiento estudiantil en febrero de 1956 y las primeras

brechas con el SEU, basándose principalmente en leyes y documentos jurídicos de

diferente índole, y políticos para finalizar con una reflexión y el porqué del

debilitamiento del SEU en pro de las nuevas asociaciones estudiantiles formadas en el

nuevo lugar de política como fueron las universidades madrileñas, impulsadas además

por el profesorado. En la obra defiende la tesis de que el surgimiento de una nueva

generación que no había vivido la Guerra Civil fue la protagonista del nacimiento del

movimiento estudiantil universitario, que se configuraría como uno de los elementos

clave en la oposición al régimen en los años que siguieron a los acontecimientos de

febrero de 1956. Así, la consecuencia fundamental fue la politización de la universidad,

un resultado lógico de la conjunción de tres factores fundamentales: la crisis, el

descontento y el aperturismo.

Como ya se ha dicho, los estudios sobre la universidad española están dispersos

en libros y trabajos de tipo general. Un buen ejemplo de esto son los trabajos de Giner,

Libertad y poder político en la Universidad española, y el artículo de Perfecto García,

El movimiento estudiantil durante el franquismo. Este último muestra una buena visión

global y general del movimiento estudiantil a lo largo de todo el período de la dictadura,

prestando especial atención a la configuración del movimiento a partir de los partidos

clandestinos y del SEU, así como a la configuración social del colectivo estudiantil

universitario en ese momento.

Partiendo de los hechos ocurridos al inicio de la dictadura (depuración de las

Universidades, instauración del SEU como el sindicato único y obligatorio desde la Ley

de Ordenación Universitaria de 1943), estudia el grado de participación de los

estudiantes dentro de estas estructuras y analiza cómo éstas van siendo utilizadas a

través de los únicos canales de expresión que permiten (revistas, grupos de teatro) por

los estudiantes, que van alcanzando mayores cotas de conciencia política. La oposición

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al SEU supone así el inicio de las disidencias estudiantiles, a la vez que los partidos

políticos clandestinos van poco a poco introduciéndose en estos grupos de oposición, si

bien desde el punto de vista del autor el movimiento estudiantil siempre mantuvo una

relativa independencia con respecto a estos partidos. La reivindicación fundamental se

centra en la democratización de las estructuras universitarias y en la convocación de

elecciones libres en la Universidad, lo que dota de cierta unidad al movimiento, que no

es, a pesar de todo, ajeno a las tensiones internas de los partidos políticos, especialmente

del PCE, y ello va rompiendo poco a poco la unidad anterior del movimiento

estudiantil, proceso que se verifica a especialmente a partir de 1969, momento en el

cual desaparece el Sindicato Democrático de Estudiantes. El artículo estudia también la

política de gobierno ante esta situación, basada en la represión y en la adopción de

medidas que introducen una mínima representatividad en el SEU, sin renunciar nunca a

su control sobre el mismo.

Una buena recopilación de los documentos referentes a la universidad en la

época de la dictadura se encuentra en el libro de R. Mesa, Jaraneros y alborotadores,

editado en el 2006 y que los divide cronológicamente, con un último capítulo dedicado

a la prensa, las diligencias policiales y las actuaciones judiciales. Es, por lo tanto, una

fuente fundamental para adentrarse en la historia de los movimientos estudiantiles en la

universidad madrileña. Por su parte, el libro Educación, universidad y mundo

estudiantil, editado por la Comisaría del SEU, plantea los problemas de la educación a

la altura del año 1968. Debido a su origen oficial, muestra la perspectiva de la

universidad desde dentro del régimen, por lo que su visión es siempre parcial. En ciertos

aspectos muestra, sin embargo, una cierta crítica. Su valor reside en que es una fuente

primaria que permite un reflejo del pensamiento oficial del momento.

El artículo de Andrea Fernández-Montesinos Gurruchaga, “Los primeros pasos

del movimiento estudiantil”, se centran sobre los orígenes del movimiento estudiantil y

posterior formación. A través de un lenguaje mucho más técnico en términos políticos e

históricos, con una narración quizás más compleja, pero también muy completa, ya que

en todo momento hace constantes referencias y aclaraciones sobre las nuevas y viejas

formaciones estudiantiles, sindicales y las influencias de la izquierda, comunista y

socialista principalmente, muestra una visión global de la dirección que toma el

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movimiento estudiantil desde un punto de vista organizativo y de contenido político,

hasta el Febrero de 1956.

Sin embargo también se han utilizado trabajos de investigación, que se han

mostrado de gran utilidad gracias a la estructuración y desarrollo del mismo. En

“Características generales, objetivos y adversarios del movimiento estudiantil

madrileño bajo el franquismo”, el autor Arturo Camarero González, a través de un gran

rigor histórico y haciendo uso de numerosas tablas y gráficas que ilustran, a lo largo de

la exposición del trabajo, de manera clara y ayudan a comprender mejor el desarrollo

del movimiento estudiantil, hace un recorrido claro y completo sobre las ideas

generales, tal y como anuncia el título, del movimiento estudiantil, influencias políticas

externas – relación con Mayo del’68 francés – e internas de la izquierda y los obstáculos

legales y físicos a los que tuvo que enfrentarse.

En el artículo de Montserrat Navarrete Lorenzo “El movimiento estudiantil en

España de 1965 a 1985” la autora se centra en cómo, tras los acontecimientos del ’56 y

las separaciones ideológicas y políticas entre movimiento estudiantil y SEU,

evolucionan y se organizan estos movimientos y al incremento de los protagonistas en

la lucha contra la opresión del régimen ofreciendo una visión clave y no siempre

reflejada en demás textos concernientes al tema: se trata de la masificación de las aulas,

gracias a la entrada de las mujeres en la vida universitaria y a la mayor afluencia de

manera general de alumnos gracias al enriquecimiento de las clases medias. Hace

también distintas alusiones a algunos eventos de trascendencia entre la lucha de

estudiantes y policía: La Capuchinada de Barcelona en el 1966 y el incendio de la

Universidad de San Bernardo en Madrid que a posteriori provocaría el estado de

excepción del enero de 1969.

Por último se puede acudir también a las memorias de los propios protagonistas

de la época, como Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo, Enrique Múgica, Jorge Semprún o

Tierno Galván, si bien éstas deben ser tratadas cuidadosamente, puesto que, como toda

memoria, mostraban la conciencia del protagonismo de sí mismos en este período pero

no el protagonismo real que tuvieron.

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Hipótesis

Tras unas primeras lecturas de diversas monografías y artículos concernientes al

tema se han planteado diversas hipótesis a desarrollar. Surgen principalmente tres

hipótesis con las que jugar y que posteriormente llevarán a plantearnos otro tipo de

cuestiones: hasta qué punto el movimiento estudiantil ayuda a una futura formación

política, de corriente democrática, que formará a los personajes clave de la transición

española; nacen verdaderamente, y pueden ser considerados como tal, las universidades

como nuevos lugares de debate político e intercambio de ideas en los debates entre

estudiantes para poder decir sin duda que se formó en las mismas una conciencia

política por parte de las nuevas generaciones; y por último desde el gobierno qué

elemento entre una política de apaciguamiento por parte del ministerio, como

consecuencia de los movimientos estudiantiles, y la preeminencia del Opus Dei en la

educación y gobierno (tecnócratas) fue más incisivo en los primeros cambios.

A raíz de estas hipótesis iniciales se nos plantean otras nuevas que afrontar.

Empezando desde la primera chispa del movimiento estudiantil, en qué medida en el

1956 el Sindicato Español de Universitarios (SEU) se separa de los intereses

estudiantiles y si este acontecimiento puede considerarse como el derrumbamiento del

sindicato. La universidad además del lugar de oposición se convierte también en la

preocupación de la juventud y la formación académica, por ello la primera generación

que no ha participado en la guerra muestra su rechazo hacia el SEU. Esta disidencia

incipiente utiliza los propios recursos del SEU para iniciar sus reivindicaciones. Y

dentro de este movimiento estudiantil qué grado de participación tenían los alumnos

pertenecientes a cada clase social, con el objetivo de demostrar que la mayor parte de

los estudiantes que integraron el movimiento estudiantil pertenecían a una clase social

similar, independientemente de si eran hijos de vencedores o vencidos.

Ya en un marco nacional y europeo, en el 1968, cómo evoluciona el nuevo

modelo del movimiento estudiantil al compás de los demás movimientos estudiantiles

europeos, principalmente francés, alemán e italiano, y con qué retraso, además

buscando abarcar no solo metas políticas, sino también horizontes sociales, culturales y

educativos, en un marco temporal de 1962 a 1969.

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Metodología

La perspectiva para abordar el movimiento estudiantil se lleva a cabo desde los

postulados de la historia sociocultural y la historia política, considerando ésta como la

surgida de un nuevo enfoque que dirige su atención no al que fuera su objetivo

tradicional, es decir, el Estado o las élites, sino a la gente común. Así pues, se analizará

la composición del movimiento estudiantil, valorando la extracción socioeconómica de

procedencia de sus miembros y las diferentes corrientes políticas que, en el período de

1956 – 1968, establecieron sus características ideológicas. Desde el punto de vista de la

historia social se estudia, por lo tanto, la idea de conflicto estudiantil, es decir, su

morfología, instrumentos de acción y los objetivos del movimiento universitario. En el

ámbito cultural se puede hablar de una creación de conciencia política en el seno de las

universidades. Por lo tanto, se podría deducir que el enfoque general se basará en la

interdisciplinariedad.

Fuentes y técnicas

Para la investigación sobre el movimiento estudiantil bajo el franquismo son

fundamentales las fuentes secundarias (historiografía sobre el tema, comentada ya en el

apartado “Estado de la cuestión”), así como los documentos que pueden extraerse de

diferentes archivos, como el Archivo de la Universidad Complutense, el Archivo

General de la Administración, en la sección del Sindicato Español de Estudiantes, o la

sección del NO-DO dentro del Archivo de la Filmoteca Nacional. Otros archivos de

importancia donde pueden encontrarse documentos relativos al tema de estudio son el

Archivo Policial del Ministerio de Gobernación y la publicística y panfletos que pueden

encontrarse en el Archivo del PCE. Por otro lado, es fundamental también acudir a la

Hemeroteca Municipal, debido a la importancia de la prensa y de las revistas en el

desarrollo de movimiento (revista Alcalá, entre otras). Se pueden valorar también como

fuentes útiles la historia oral y las fotografías.

1. La Universidad en los primeros años del régimen de Franco

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El marco jurídico. Legislación

Ya durante la Guerra Civil el régimen de Franco inició una represión sistemática

contra los sectores y personas que habían apoyado el bando republicano o que fueran

susceptibles de apoyarlo. Esta represión alcanzó también a la Universidad, donde se

crearon las Comisiones de depuración, con el objetivo de desterrar de la Universidad

toda conciencia política que pudiese poner en tela de juicio la legitimidad y gobierno del

régimen. Como consecuencia de ello, en 1948 apenas 30,7% de los catedráticos de la

Universidad anteriores a la Guerra Civil seguía manteniendo su puesto1. Fueron

sustituidos por personas afines al régimen y, por lo tanto, por razones más políticas que

científicas, inaugurando así un nuevo modelo de Universidad, donde el control de las

ideas políticas y la creación de un estado de opinión afín al régimen serán

fundamentales.

Desde el punto de vista del régimen franquista, las Universidades,

tradicionalmente centros de debate político, debían convertirse en simples centros de

transmisión del conocimiento y adoctrinamiento en los principios del régimen. La

institucionalización del nuevo modelo educativo universitario se llevó a cabo a través de

la Ley de Ordenación Universitaria (LOU) de 1943, aprobada por el ministro de

Educación José Ibáñez Martín, antiguo colaborador de Primo de Rivera y vinculado a la

Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP)2. Esta ley perduró hasta las

reformas de Villar Palasí en 1970, casi al final de la dictadura, y fue, por lo tanto, la que

organizó las bases de toda la Universidad franquista y la que estaba en vigor cuando se

produjeron las primeras revueltas disidentes en los años cincuenta. No fue, sin embargo,

una ley que representase un movimiento unitario ni una política uniforme desde el

régimen, sino que la falta de modelo y la gran heterogeneidad de los grupos que

apoyaron a Franco, entre los que tenían especial importancia la Falange y la Iglesia,

representada por los jesuitas del Opus Dei y la Asociación Católica Nacional de

1 Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, en De la Calle Velasco,

M.D. y Redero San Román, M., Movimientos sociales en la España del siglo XX, 2008, p. 142. 2 Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 144.

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Propagandistas (ACNP) dio lugar a una lucha por el control educativo que quedó

patente en la LOU de 19433.

El interés de los católicos, tanto del Opus como de la ACNP, por la Universidad

se centró en las posibilidades de ampliar su influencia a la política y a la administración

a través del control de las cátedras. Por su parte, la Falange, ya en clara desventaja

frente a la Iglesia, que mantenía su influencia también sobre el Ministerio, intentó

dominar la universidad controlando a profesores y a alumnos a través del Servicio

Español del Profesorado de Enseñanza Superior (SEPES) y el Sindicato Español

Universitario (SEU), creado en 19334.

Con el fin de la guerra civil, el SEU logró la sindicación única, aunque aún libre;

y con la LOU de 1943 alcanzó su otro objetivo: la sindicación obligatoria. Así, a través

de la Ley de Ordenación Universitaria el SEU ya no sólo era el único sindicato oficial,

sino que se convertía también en obligatorio, pasando a ser el órgano de

adoctrinamiento fundamental en las políticas del régimen dentro de la Universidad. El

Sindicato, órgano de control de Falange en la Universidad, acabó sin embargo sumido

en una profunda crisis que facilitó, ya en los años cincuenta, que el descontento

estudiantil saliera a flote5.

A través de la Ley de 1943 la Universidad asumía así dos funciones

fundamentales para la estabilidad y continuación del régimen: la preparación de cuadros

dirigentes y la función de propaganda y encuadramiento de alumnos y profesores6. Estas

tareas quedan explícitamente expresadas en el discurso que el ministro de Educación

Ibáñez Martín proclamó ante las Cortes el 15 de junio de 1943:

“El Estado, por instinto de conservación, ha de contar con la Universidad

como instrumento que le ayude a procurar la unidad de los españoles. Por eso

tiene el derecho a preceptuar una formación política que alcance a todos los

escolares. Por eso tiene el deber de encuadrar a profesores y alumnos en una

3 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956

en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 22-24. 4 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956

en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 25. 5 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956

en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 22, 32. 6 Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 144-145.

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misma disciplina de servicio a los ideales concretos que hoy constituyen el nervio

de nuestro Movimiento.”7

Este discurso refleja perfectamente el objetivo del régimen con respecto a la

Universidad: convertirla en un espacio de adoctrinamiento político, impidiendo el

surgimiento de nuevas ideas y la creación de una conciencia política crítica que pudiese

cuestionar las medidas oficiales. La Universidad era así la cantera de la que procederían

los nuevos mandos del régimen, la alta burocracia y el gobierno. La Ley de Ordenación

Universitaria de 1943 propició los marcos jurídicos adecuados para este encuadramiento

a través de la constitución del SEU en el sindicato único oficial y obligatorio.

Las organizaciones estudiantiles (SEU, FUE)

Durante la II República existían organizaciones estudiantiles de tendencias muy

distintas. La FUE (Federación Universitaria de Española), creada en 1927, recogía las

corrientes del liberalismo progresista, ligado a la Institución Libre de Enseñanza, hasta el

socialismo y el comunismo. Era una asociación que respondía a la política educativa de la

dictadura de Primo de Rivera. Tras la guerra civil, el FUE pasó a la clandestinidad, y tras

tratar de revitalizarlo después de la Segunda Guerra Mundial, no consiguió sus objetivos.

También en esta época había grupos ligados a la derecha clásica (Acción Popular,

Renovación Española, Comunión Tradicionalista), cuya fuerza es escasa ante la práctica

hegemonía de la FUE.

El SEU, por otra parte, pertenecía a la Falange y fue creado en 19338. Durante sus

primeros años careció de un gran apoyo, pero al llegar a la guerra civil apoyó al bando

nacionalista, e incluso algunos de los integrantes del sindicato apoyaron a dicho ejército. “El

apoyo “acrítico” del SEU a Franco (…) refleja la desorientación política de esta

asociación”9. Tras la guerra civil, sus funciones se centraron en el encuadramiento político

7 “Discurso del Ministro de Educación Nacional al Pleno de las Cortes”, Boletín de las Cortes españolas

del 15 de junio de 1943, en Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p.

145, según Alzaga, O., “Marco jurídico. En torno a la Ley de Ordenación Universitaria”, Cuadernos para

el diálogo, La Universidad, Extraordinario V, 1967, p. 71-74. 8 El Sindicato Español Universitario nació durante la II República (noviembre de 1933) como la sección

universitaria de Falange Española, y se hizo notar a través de la lucha política en la calle”. Fernández-

Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la

universidad Central, Madrid, 2008. p. 30. 9 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956

en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 31.

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y militar de los estudiantes a través de la Milicia Universitaria y extender el espíritu de la

Falange a todo el conjunto universitario a través de sus autoridades e instituciones. El SEU

se convirtió en un elemento mantenedor del orden y adquirió fama de informador policial

entre los estudiantes10

. Al mismo tiempo, pasó a ser no solo en el único sindicato

universitario, sino también en obligatorio a través de la LOU11

.

En esos momentos,

“la vida en la universidad […] se concebía como un medio para el ascenso social en

la Administración pública mediante la meritocracia y se centraba en el estudio, las tertulias

de café y la religiosidad, como consecuencia de la movilización de la Iglesia y de sus

organizaciones sociales. La politización era, por lo tanto, muy escasa. Una encuesta

realizada en 1949 por los mandos del SEU en once universidades reflejaba el escaso interés

de los estudiantes por las cuestiones políticas”12

.

De todas maneras, también había una mayor permisividad en lo cultural, ya que

debido a que se les consideraba el relevo generacional del régimen, necesitaban una

formación completa en estos ámbitos13

. Esto facilitó en cierta medida que el SEU fuera ‘uno

de los principales coadyuvadores –a su pesar- en el proceso de evolución mental de la

juventud universitaria española’14

.

En esta primera etapa de la universidad franquista, tras la Segunda Guerra Mundial se

produce la llegada de una pequeña minoría de hijos de la burguesía republicana a partir del

curso 1944-1945. Pertenecían a la clase media-alta y eran mayoritariamente hombres que

cursaban las carreras tradicionales como Derecho y Medicina. Desde los años cincuenta el

número de universitarios aumenta, puesto que la Universidad se constituye en un objetivo de

progreso económico-social para muchas familias. En cuanto a las carreras estudiadas

10

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 147. 11

“Con el fin de la guerra civil, el SEU logró la sindicación única, pero libre; y con la LOU (1943)

alcanzó su otro objetivo: la sindicación obligatoria.” Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de

vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008,p. 32. 12

“Cuestionarios y resúmenes sobre el ambiente político entre los universitarios”, citado en Perfecto

García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 148. 13

Ruíz Carnicer, M. Á., “El sindicato español universitario (SEU), 1939-1965: la socialización política de

la juventud universitaria en el franquismo, Siglo Veintiuno de España Editores S.A., Madrid, 1996. P.

506. 14

Ruíz Carnicer, M. Á., “El sindicato español universitario (SEU), 1939-1965: la socialización política de

la juventud universitaria en el franquismo, Siglo Veintiuno de España Editores S.A., Madrid, 1996, p.

506.

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aumentan las de Filosofía y Letras y Ciencias, así como los nuevos estudios, como

Economía, mientras que se reduce Derecho.

Tras la llegada de este grupo, que se unió a los hijos de los vencedores, el primer paso

fue la reconstrucción de la FUE y de la antigua Unión de Intelectuales Libres por antiguos

estudiantes republicanos vinculados al Partido Comunista. Tras la detención de sus líderes,

ésta se dividirá en dos ramas: una en Francia y una en España. El fracaso de los intentos de

reconstrucción de la FUE se explica por la represión del régimen franquista y la

composición sociológica de los universitarios del momento, hijos de los dirigentes del

régimen15

.

Ya en los años 50 se dio un cambio gubernamental que influyó también en el

desarrollo del SEU16

. Aunque fue también importante la crisis interna del SEU que

“permitió la aparición y exteriorización de la existencia real de una oposición creciente”17

.

Fue precisamente a través de la creación de focos culturales en el SEU, a través del Servicio

Universitario del Trabajo (SUT) y el Teatro Español Universitario (TEU), por los que

surgieron focos de crítica a la dictadura18

.

El año de 1954 fue decisivo, ya que tras haber una manifestación organizada por el

Sindicato, hubo una carga policial. Esto provocó que los universitarios se distanciaran del

SEU, que perdió el prestigio que tenía19

. Tras dichos sucesos, ‘ante los estudiantes, la

imagen del SEU, como institución abierta, se había acabado, y, ante el Gobierno, el

Sindicato apareció como un órgano incapaz de controlar a los estudiantes’20

. Desde ese

momento hubo un progresivo rechazo al Sindicato.

15

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 148. 16

“Las diferentes medidas que llevaron a cabo, a pesar de no ser de gran trascendencia, sí contribuyeron

a crear un ambiente de apertura cultural que tuvo una gran relevancia ya que muchos estudiantes

canalizaron su descontento a través de reivindicaciones culturales que finalmente les llevaron a posturas

contrarias a la dictadura”. Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los

sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 40. 17

según Hernandez Sandoica en Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos:

los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 46. 18

“El SEU, a través de ciertas organizaciones como el SUT y el TEU, y de la publicación de algunas

revistas, contribuyó a crear conciencia política entre los estudiantes porque, al mismo tiempo que los

controlaba, los animaba hacia el compromiso político y social.” Fernández-Montesinos Gurruchaga, A.,

Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008

p. 53. 19

Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de

1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 47. 20

Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de

1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 59.

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15

El inicio de las disidencias (1951-1956)

A principios de la década de los ’50 se produjeron una serie de cambios en la

política educacional del régimen. Junto a la llegada de la primera generación de

estudiantes que no había vivido de manera directa la guerra, se suma la llegada al

ministerio de Joaquín Ruiz Jiménez en 1951, en un ambiente de desencanto y descrédito

hacia el régimen y la opresión del mismo hacia los nuevos estudiantes que reclamaban

mayor libertad de expresión y nuevas formas de política, ante todo democráticas.

Joaquín Ruiz Jiménez, llevó a cabo, junto a un gabinete de cierta tendencia aperturista

respecto a los más conservadores del régimen, un intento de abrir horizontes culturales

de la mediocre vida universitaria del momento21

, también para apaciguar el descontento

que había entre los universitarios respeto a la política social del régimen que habían

participado en los campos de trabajo del Servicio Universitario de Trabajo del SEU. Se

produjeron por parte del ministerio la vuelta de antiguos profesores y catedráticos a la

vida universitaria, una difusión de los valores sindicales y un cierto acercamiento entre

campesino y obrero.

Los estudiantes focalizaban su crítica hacia la represión intelectual y libertad de

expresión que ejercía el régimen franquista, sin embargo también reclamaban un cambio

en el sistema y método de enseñanza, anticuados y rígidos, exigían clases más abiertas y

de cercanía entre profesor y alumno, de debate, ya que en numerosas ocasiones solo se

encontraban profesores que se preocupaban exclusivamente de ganar su sueldo; por

último la falta de salidas profesionales como es lógico. Todo este clima de descontento

hizo que las que en un primer momento eran minorías políticas de izquierda, fueran

cogiendo cada vez más fuerza y forma, influenciadas por la corriente marxista.

La política “aperturista” se hizo patente también con la creación de nuevos

servicios, como el de Extensión cultural, cuyos objetivos no eran solo culturales,

reducción de analfabetismo y difusión de la cultura, pero también políticos, difusión de

los valores de los sindicatos y cercanía por parte de los universitarios a los obreros y

campesinos.

21 Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 1.

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16

Precisamente en estos momentos de cambios dentro de la universidad y en el

ámbito cultural se formaron el Servicio Universitario del Trabajo (SUT) y el Teatro

Español Universitario (TEU), que serían en un futuro próximo focos de crítica a la

dictadura y lugares de reunión y conciencia política, en contra de las pretensiones del

SEU. Todos estos cambios se notaron sensiblemente en el ámbito cultural, sin embargo

sí que denotaron una cierta inclinación por parte del régimen de apaciguar, más que de

apertura política, los ánimos de la nueva generación de estudiantes, provocando de

todos modos la crítica a estos cambios de los más conservadores: aunque no fueron de

gran trascendencia los cambios, sí parecieron dar una luz de esperanza.

Con la creación de estas dos nuevas organizaciones surgieron grandes tensiones

dentro del SEU, único sindicato de estudiantes desde 1943, que buscaba un equilibrio

entre las reivindicaciones y ánimos de los estudiantes y la presión política del régimen,

con escaso éxito. Por un lado, los “primeros opositores ligados al PCE” concluyeron

que el SEU se encontraba “definitivamente desprestigiado” y ofrecieron una alternativa

de lucha en la Universidad: “luchar contra el SEU, dentro del SEU”22

. Laín Entralgo,

rector de la Universidad Complutense, comenzó a apoyar las iniciativas de los

estudiantes dejando de lado las pretensiones del SEU, como el homenaje a Ortega y

Gasset.

Aprovechando este momento de formación y unión de fuerzas de estudiantes de

tendencia mayoritariamente de izquierdas, volvieron a España ilustres personajes como

Jorge Semprún, cercanos o militantes del PCE, instalado de manera clara ya en el

estudiantado, que ayudo a la formación cada vez más frecuente de reuniones, eventos

culturales de poesía y escritores (Congreso de escritores Jóvenes), siempre dentro de

este ámbito de izquierdas.

El Congreso de escritores Jóvenes finalmente no se celebró por razones políticas

y supuso la ruptura definitiva y la instalación en 1956 del primer núcleo de estudiantes

comunistas. A partir de este momento se sucedieron numerosos eventos violentos entre

universitarios y policía, muchos de ellos infiltrados, de donde surgieron los primeros

universitarios detenidos en contra del régimen. Esto vino acompañado de una

reafirmación y fortalecimiento de la prensa franquista, a través de periódicos, revistas y

22

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 7.

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17

slogan acusando, en muchas ocasiones sin fundamento y con una clara alteración de los

acontecimientos reales, al estudiantado madrileño: se llegó a decir que poseían y hacían

uso de armas de fuego, cuando en realidad eran los falangistas quienes las usaban.

A pesar de todos los detenidos y altercados producidos en Madrid entre

estudiantes y policía, y la falsa información que se daba sobre los mismos, no paró en

absoluto los pies de la lucha estudiantil: surgieron nuevas acusaciones focalizadas a los

partidos de izquierda, PCE y PSOE, alegando que estos recogían los nuevos estudiantes

que no habían vivido la guerra entre sus filas. Antes de que se acábese el mes de febrero

de 1956, tras los acontecimientos que hicieron saltar las chispas, los estudiantes de la

Facultad de Derecho de la Universidad Complutense elaboraron un nuevo escrito con el

fin de aclarar los acontecimientos reales.

Las principales consecuencias de los sucesos de 1956 fueron dos: por un lado, el

incremento de la influencia del Opus Dei, y, por otro, la “aceleración de la organización

de la oposición de izquierdas”.23

El régimen franquista, a raíz de los acontecimientos del

Febrero de 1956, y siguiendo las pautas de Carrero Blanco, cada vez más influyente en

la política del régimen, completaron en un marco de un año el cambio gubernamental,

dando paso a una nueva clase política, técnica y universitaria, y mayormente vinculada

al Opus Dei: los tecnócratas: iniciaron una serie de reformas económicas que produjeron

un importante crecimiento: el llamado desarrollismo. Por su parte, en la Universidad de

finales de los años cincuenta, a la oposición tradicional de socialistas y comunistas se

unió un nuevo grupo: el Frente de Liberación Popular.

Según se producían estos cambios, ya sea desde la cúpula franquista o desde los

movimientos estudiantiles y su relación con la izquierda, el SEU entraba en una crisis

cada vez más acentuada y perdía crédito por días: los estudiantes reclamaban

democracia y el gobierno lo dejaba de lado, era una situación que no sabían contener.

En el período de crisis que comienza en 1956 y finaliza con la desaparición del SEU en

1965, vivió una profunda crisis caracterizada además por la necesidad de ampliar su

representatividad y la obligación de no salirse de las líneas marcadas por la dictadura.

23

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 17.

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18

Finalmente el SEU acabo desapareciendo y fue sustituido por las Asociaciones

Profesionales de Estudiantes (APE), nuevo órgano de control de la vida universitaria,

que tuvo un escaso éxito.

A pesar de todos estos nuevos cambios dentro del movimiento estudiantil, la

dictadura franquista no corrió ningún riesgo gracias a tres elementos: consolidación

exterior (pactos con EEUU, entrada en la ONU, concordato con la Santa Sede),

estabilización económica y represión. Aun así los sucesos universitarios de 956

supusieron un punto de inflexión en la historia de la dictadura franquista. El fracaso

intelectual del régimen de Franco, que vio alejarse a los jóvenes universitarios de sus

postulados conservadores y reaccionarios, quedó patente.

2. Desarrollo del movimiento universitario en 1950-1960

Febrero de 1956: el primer movimiento estudiantil

Generalmente, la causa principal para el desencadenamiento de los sucesos de

febrero de 1956 se sitúa en la prohibición de la celebración del Congreso de Escritores

Jóvenes. Ante ello, se planteó la celebración de un Congreso Nacional de estudiantes,

cuya organización y desarrollo debían producirse al margen del SEU, con el objetivo de

atraer a los estudiantes de tendencias demócratas. El 31 de enero de 1956 se realizó la

lectura de un manifiesto oficial por parte de los convocantes en el Club “Tiempo

Nuevo”, con la asistencia de medios de comunicación extranjeros que causaron una

cierta focalización de la prensa internacional sobre la situación española24

. El 1 de

febrero comenzó una recogida de firmas, con objetivo de que mostrasen el apoyo al

manifiesto, escrito en un tono crítico mediante el que se expresaba el desacuerdo con el

estancamiento de la vida universitaria, e incluso se rechazaba el retiro forzoso de la

docencia de algunos profesores por razones ideológicas.

Por su parte, el 2 de febrero de 1956 la Primera Línea del SEU publicó un

manifiesto en el que mostró su apoyo al anterior, llegando a producirse una reunión de

los redactores de ambos25

. Sin embargo, este diálogo se rompió precipitadamente

24

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 74. 25

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 75.

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19

cuando, el 7 de febrero de 1956, el SEU interrumpió el transcurso de las elecciones

celebradas en la Facultad de Derecho. Los altercados provocaron daños en el edificio,

teniendo lugar, al día siguiente, un nuevo asalto protagonizado por grupos falangistas

(como la Guardia de Franco y Centuria 20). La situación se agravó cuando el 9 de

febrero, día de conmemoración de la muerte de Matías Montero – considerado un mártir

del falangismo, asesinado durante la II República – los universitarios se enfrentaron, de

nuevo, a los falangistas. Miguel Álvarez, miembro de las Falanges Juveniles, resultó

gravemente herido durante los altercados. La prensa oficial y las autoridades

responsabilizaron a los estudiantes de lo ocurrido, obviando que los falangistas eran

quienes llevaban armas de fuego, y trataron de introducir la amenaza comunista.

Enrique Múgica, líder del incipiente movimiento estudiantil, fue detenido. Como

consecuencias inmediatas, las clases fueron suspendidas, al igual que los artículos 14 y

18 del Fuero de los Españoles26

. El rector Laín Entralgo dimitió, y dos ministros, Ruiz

Jiménez de Educación Nacional y Fernández Cuesta de la Secretaría General del

Movimiento, fueron cesados.

Estructuración estudiantil: surgimiento de organizaciones a partir de partidos

políticos

Una de las consecuencias del movimiento estudiantil iniciado en febrero de 1956 fue el

nacimiento, el 26 del mismo mes, de la Agrupación Socialista Universitaria (ASU). Tras

las detenciones producidas durante febrero ante la protesta estudiantil, los estudiantes de

la Facultad de Derecho elaboraron un escrito mediante el que trataban de enfrentarse a

la tergiversación llevada a cabo por la prensa del Régimen, que había comenzado una

violenta campaña contra ellos. Ante la ausencia de reacción, en marzo de 1956 se

redactó un nuevo manifiesto, que se considera el acta de nacimiento del ASU. En él, se

realizaba una reivindicación de los acontecimientos de febrero y de la inocencia de los

detenidos por su participación en los mismos. Como consecuencia, tuvieron lugar las

primeras detenciones de sus miembros.

Formada a partir de un grupúsculo de estudiantes, hijos de la pequeña burguesía

y de las clases medias, su surgimiento se relaciona de forma estrecha con la situación

26

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 78.

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20

del PSOE en el exilio, caracterizado por la inactividad y el desconocimiento frente a la

situación interior en España. La crítica situación internacional del PSOE exiliado en

Toulouse, dirigido por Rodolfo Llopis, llevó a un intento por establecer nexos con el

interior, motivado por Antonio Amat, en una actividad que se puede comparar a la

llevada a cabo por Jorge Semprún en el PCE. El núcleo socialista se desarrolló en una

situación de menor capacidad organizativa y de medios que los comunistas que, no

obstante, no monopolizaron completamente la oposición a la dictadura surgida desde el

ámbito estudiantil universitario. A partir de 1956 surgió, entre comunistas y socialistas,

una colaboración que se desarrolló ante las dificultades heredadas de las diferencias

surgidas durante la Guerra Civil y ante la oposición de Rodolfo Llopis.

La adhesión de los miembros del ASU al PSOE se manifestó en la visita

realizada por Víctor Pradera a Rodolfo Llopis en agosto de 1956, de la cual se obtuvo la

independencia de acción a nivel universitario. No obstante, las relaciones atravesaron

distintas etapas, enfriándose en los años 1957 y 1958 debido a la reclamación de

Toulouse de una definición orgánica del ASU. Ello tuvo lugar en agosto de 1958,

durante la celebración del VII Congreso del PSOE en el exilio, al que asistieron como

representantes Francisco Bustelo y Vicente Girbau. Se estableció una estrategia basada

en la lucha interna mediante la colaboración de otros grupos de disidencia a la

dictadura, como los comunistas y anarquistas, llegando a plantearse la reclamación de

que el ASU permaneciese como organización independiente al PSOE, de forma que sus

miembros no tuvieran que serlo también del partido.

Los años de mayor importancia del ASU fueron los comprendidos entre 1956 y

1958. A partir de ese momento, la infiltración comunista, la actividad policial y las

complicaciones derivadas de la difícil relación con el PSOE en el exilio se unieron para

ocasionar su desaparición en 1961.

Socialización y sindicalización del movimiento estudiantil (1962-1968)

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21

Se debe recordar que los problemas universitarios son consecuencias de los

problemas que afectan a la sociedad del país.27

La universidad estaba formada por los hijos de los vencedores, a los que se fue

añadiendo una pequeña minoría de hijos de la burguesía republicana a partir del curso

1944-1945. Pertenecían por tanto a la clase media-alta y eran mayoritariamente hombres

que cursaban las carreras tradicionales como Derecho y Medicina.

Desde los años cincuenta el número de universitarios aumenta, puesto que la

Universidad se supone un progreso económico-social para muchas familias. En cuanto a

las carreras estudiadas aumentan las de Filosofía y Letras y Ciencias, así como los

nuevos estudios, como Economía, en detrimento de Derecho.

La universidad, pese al aumento de número de alumnos sigue teniendo un

carácter elitista, quedando reservado a un restringido numero de alumnos. De igual

manera queda restringido el libre acceso al profesorado, asociado de forma muy

determinante a una clara línea ideológica, lo cual no implica que sean aptos como

docentes. La universidad también posee a su vez problemas de financiación, a todos

estos obstáculos debemos sumar la ausencia de representatividad de los estudiantes que

no se encuentren cercanos a las ideas del SEU, tal y como queda patente en la Carta de

los 1.161 intelectuales, que escriben al Ministro de Información y Turismo en marzo de

1965 en el cual afirman que los universitarios han tenido que manifestarse en la vía

pública por no disponer de ningún otro cauce legal para poder expresarse.28

Entre 1961 y 1964 se desarrolla un movimiento obrero autónomo del

sindicalismo oficial y sus acciones empiezan a influir en el movimiento universitario.

En un principio los objetivos estudiantiles se centran en llevar a la práctica los

propósitos democratizadores del SEU, como las elecciones democráticas de delegados

de curso, pero la aprobación de la creación de la Universidad de Navarra, privada y

perteneciente al Opus Dei, desencadenó protestas estudiantiles, además de provocar

contradicciones internas en el SEU, que siempre había defendido el carácter estatal de

27

“Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 9. 28

“Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 21.

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22

las universidades29

. Las protestas que tienen lugar en Madrid se extienden al resto de

España.

Los estudiantes construyen un movimiento social que implica la socialización de

los universitarios en torno a una serie de reivindicaciones, no todas ellas políticas, como

la oposición a la extensión de las Universidades privadas, la lucha contra el SEU y la

democratización de las estructuras universitarias30

. La politización del movimiento

estudiantil obligó a los partidos políticos a tomar un cierto control de éste,

manteniéndolo dentro de unos límites, pero las disidencias dentro de los propios

partidos, especialmente en el PCE, llevaron a la formación de pequeños núcleos de

asociación con diversas características.

Desde 1962-1963 el movimiento estudiantil tiene como objetivo principal la

consolidación de un movimiento sindical unitario en toda España al margen del SEU.

Todo ello aumentará la movilización y la coordinación entre las diversas

organizaciones, exigiendo un sindicato democrático y realizando actos culturales con el

fin de acercar a profesores y estudiantes disidentes, entre los cuales se encuentra la

creación de Boletines Informativos de cada facultad al margen del SEU. Durante estos

años, además, la entrada de antiguos universitarios en los puestos de profesores aceleró

la colaboración entre ambos sectores.

Los actos culturales y la celebración de la IV Asamblea Libre de Estudiantes en

Madrid en marzo de 196531

, todo ello censurado desde el régimen, culminaron en la

elaboración de un manifiesto que protestaba contra la censura y la obligatoriedad de

pertenencia al SEU, además de pedir la libertad sindical así como la libertad de

expresión. Este mismo año se abrieron expedientes a varios de los catedráticos que

participaron en las protestas, como Aranguren, Tierno Galván y Montero Díaz. La

fuerte represión policial tuvo eco en el extranjero y se produjeron actos de solidaridad

en otros países de Europa y en universidades españolas. Estas últimas movilizaciones

serán el primer paso para la I Reunión de Delegados de Estudiantes en Barcelona, cuyo

29

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 157. 30

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 161. 31

“Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 19.

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23

objetivo será la constitución de un sindicato de estudiantes democrático y

representativo32

.

Todo ello culminará con la caída definitiva del SEU y su desaparición el 5 de

febrero de 1965, siendo sustituidas por unas Asociaciones Profesionales de Estudiantes,

rechazadas por éstos y que desaparecieron ese mismo año. La caída del SEU supuso un

cambio, que involucró más a las autoridades académicas en el control y represión

estudiantil, infiltró a la policía política e intentó una reforma del sistema educativo a

través de la Ley General de Educación de 1970 que sustituía a la de 1943.33

La creación del Sindicato Democrático en Madrid (SDEU) motivó discusiones

entre el PCE y el FLP, ya que el FLP consideraba que un nuevo sindicato simbolizaba

el control de la burguesía. Finalmente, el 23 de Abril de 1967 el SDEU se constituyó en

la Universidad de Madrid, extendiéndose durante el siguiente curso al resto de España.

Esto significó el cambio a una nueva forma de lucha, alejada de la clandestinidad de la

primera etapa. Los estudiantes que lo componían se radicalizaron en parte por el intento

policial de reprimir sus actividades34

.

En lo referente a las características específicas de un sindicato estudiantil cabe

destacar que la institución posee unas finalidades propias y que estas tan solo se pueden

alcanzar con la previa existencia de unas condiciones específicas.

En cuanto a las finalidades, el sindicato pretende hacer tomar conciencia a los

estudiantes de sus derechos y deberes, y asegurar que esto se lleve a cabo.

Concibe al estudiante como un trabajador intelectual y por tanto debe tener

derecho a una previsión social, en los terrenos físico e intelectual. Como trabajador

tiene derecho al trabajo y al descanso. Y como intelectual tiene derecho a la búsqueda

de la libertad y a la verdad.35

El sindicato debe ser entendido como una institución independiente con

posibilidad de expresar la opinión de sus miembros frente a los poderos públicos, las

autoridades universitarias y la opinión publica. Y además como institución

32

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 163. 33

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 164. 34

Erráuriz Tagle, “Movimiento estudiantil bajo la Dictadura: los casos de España (1960-1970) y Chile

(1976-1986) en perspectiva comparada”, en Nicolás Marín, González Martínez (ed.), Ayeres en discusión,

Murcia, 2008, p. 167. 35

“Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 14.

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representativa debe acoger las inquietudes y los problemas de los universitarios y darles

una solución.

Influencia de mayo del 68 en el movimiento estudiantil español: nuevas perspectivas

reivindicativas

Entre el mayo del 68 francés, y el caso madrileño, las diferencias se dislocan en

dos vertientes, resultantes de los actores fundamentales para este fenómeno. Por un

lado, la respuesta desde las élites políticas, democráticas en el primer caso y

autoritarias/dictatoriales en el segundo. Por otro, las propias motivaciones de los

estudiantes, derivado de lo que hemos expuesto anteriormente. Los universitarios

franceses, como ocurriría en 1977 en Italia, realizaban críticas a los partidos políticos,

incluso a los de izquierda, y se encuadraban en una reivindicación internacional de

rechazo a la Guerra de Vietnam. Una situación de este tipo no podía tener lugar en la

España franquista, donde el motivo de lucha del movimiento universitario fue,

fundamentalmente, el rechazo al Régimen y la defensa de una nueva sociedad

democrática. Para conseguir estos objetivos, se estableció una concepción de “unidad

antifascista”, consistente en la adhesión de movimientos demócratas e, incluso, del

PCE. En este sentido, podemos concluir que el movimiento estudiantil madrileño

consistió, en mayor grado, en un movimiento político que sociocultural.

El movimiento estudiantil madrileño y, en general el de todo el país, a excepción

de Barcelona, han predominado de manera clara las prioridades derivadas de la lucha

contra el régimen de dictadura respecto a las planteadas por un desarrollo anticapitalista

y contracultural, como pudiera pasar en otros movimientos estudiantiles de países

europeos, principalmente en los ya citados francés e italiano. No se trataba de un ataque

al dispositivo universitario como institución burguesa, sino contra la represión

ideológica y libertad de expresión. Tenemos un situación en la que, un movimiento

social debe afrontar luchas continuas, incluso contra la formación de cuerpos de policía

con la única labor de reprimir cualquier acto fuera cultural o de protesta, y una continua

autoorganización articulado en torno a un proyecto de reforma y democratización del

sistema sociopolítico presente. Claro ejemplo de represión fue la respuesta policial dada

tras el incendio de la universidad de San Bernardo en Madrid, en la primavera de 1968.

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Una de las consecuencias que comparten el caso parisino y madrileño fue la

descentralización de la Universidad, en el primer caso queda divida en siete partes, y en

el segundo se abre el Campus de Somosaguas.

Conclusiones

Los sucesos de febrero de 1956 supusieron la ruptura de los estudiantes con el

SEU y por tanto la separación de estos y el franquismo.

El SEU creó una serie de organismos que sirvieron de forma involuntaria de

plataforma para crear una primera conciencia política. De esta forma la universidad

volvió a convertirse en un centro de debate político.

La universidad se convirtió en uno de los mayores focos de oposición al régimen

esto unido a su politización explica que de ella saliesen algunos de los políticos

fundamentales que darán lugar al proceso de transición española. Algunos de estos

personajes eran ya profesores, un ejemplo de esto es Tierno Galván.

El movimiento estudiantil supuso el nacimiento de una cultura de contestación

en la sociedad, fenómeno que se extendió debido a que, progresivamente, el acceso a

ésta se facilitó. La causa común que unía al movimiento estudiantil era la

democratización, tanto universitaria como estatal, lo que permitió que las diferentes

corrientes que lo conformaron dejasen atrás sus diferencias para unirse en estas

reivindicaciones. No obstante, esta unidad dentro del movimiento estudiantil se

resquebrajó debido a las tensiones internas que superaron la cohesión inicial.

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