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Correo 16.- Daniel J.F. Hola Soy Daniel J. F. tengo 13 años y soy del Colegio Internacional Alminar y en este texto os voy a contar una anécdota mía, espero que os entretenga, os guste y sobretodo que os ayude a pasar este tiempo en el que nos tenemos que encontrar confinados. Ocurrió hace 2 años cuando era alevín (11 años) yo jugaba y juego actualmente en el Club Baloncesto Ciudad de Dos Hermanas, pues en esa temporada jugamos muy bien, pero al final nos lo jugábamos todo para llegar a la final en un único partido contra el CB Mairena, era a partido único el que ganara iba a la final (Final Four), pero el que perdiera terminaba la temporada, la tensión se palpaba en el ambiente, empezamos a calentar todos concentrados, sabíamos que teníamos que ganar fuera como fuera. Minutos antes de comenzar el entrenador nos llevó al vestuario para dar las indicaciones antes del partido, no salí de titular pero salí en el segundo periodo; era un partido frenético pero íbamos perdiendo de bastante se nos escaparon, era un partido muy bronco con muchas faltas y los árbitros dejaban pasar todo, no pitaban prácticamente nada. Yo metí la primera canasta de una posible remontada, el entrenador estaba nervioso al igual que nosotros pero no nos rendimos, a partir de mi canasta comenzamos a anotar y a remontar, íbamos recortando distancia (yo en ese momento no jugaba demasiado 2 periodos y medio). Nos marchamos al descanso perdiendo, no me acuerdo bien de la diferencia pero era considerable a su favor, en el banquillo el entrenador nos motivó y salimos muy enchufados al descanso, ¡estábamos remontando! Ellos comenzaron a cometer errores y a precipitarse por lo que llegamos al último periodo con una diferencia mínima, ese periodo fue de infarto era un auténtico “toma y daca” con muchas alternancias en el marcador, yo no salí pero a falta de pocos minutos íbamos perdiendo de uno, pero un compañero nuestro metió una canasta con falta personal (2+1) pero falló el adicional, tenían el tiro decisivo pero lo fallaron, todos salimos a festejarlo y celebrarlo quién lo iba a decir, ¡remontamos una diferencia de 20 puntos e íbamos a la final! Para celebrarlo nuestro entrenador nos llevó a comer, ¡estábamos en la final! Ese día nos lo pasamos muy bien, pero en la final desgraciadamente se lesionaron los dos mejores jugadores y perdimos, pero fue una experiencia magnífica y eso no nos lo quita nadie, a lo mejor en un futuro se vuelve a repetir quién sabe. Bueno, esta ha sido mi anécdota, espero que os haya gustado y lo más importante es que os ayude a pasar el confinamiento, recordad no estáis solos, las personas a las que queréis y nosotros os apoyamos. Un abrazo. Correo 17.- Gedeón H. Buenos días a todos, Me llamo Gedeón H-, tengo 13 años y estudio en el Colegio Internacional Alminar. Os mando este correo para animaros durante esta cuarentena. Es difícil estar aislados de nuestros familiares. Lo sé, porque el resto de mi familia está en EEUU. Pero esto solo es una prueba que nos ha puesto Dios en nuestro camino. Él ha dejado que pase esto y lo ha hecho para Su gloria. Os he escrito un relato que va un poco de esto y espero que lo disfrutéis. Recordad, Dios está en control. Un saludo.

Correo 16.- Daniel J.F....para su propia gloria, sino para arreglar el mundo en el que se encontraba. En este momento solo quedaban 10,000 personas en todo el mundo. ¿Cómo iba a

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Correo 16.- Daniel J.F.

Hola Soy Daniel J. F. tengo 13 años y soy del Colegio Internacional Alminar y en este texto os

voy a contar una anécdota mía, espero que os entretenga, os guste y sobretodo que os ayude a

pasar este tiempo en el que nos tenemos que encontrar confinados.

Ocurrió hace 2 años cuando era alevín (11 años) yo jugaba y juego actualmente en el Club

Baloncesto Ciudad de Dos Hermanas, pues en esa temporada jugamos muy bien, pero al final

nos lo jugábamos todo para llegar a la final en un único partido contra el CB Mairena, era a

partido único el que ganara iba a la final (Final Four), pero el que perdiera terminaba la

temporada, la tensión se palpaba en el ambiente, empezamos a calentar todos concentrados,

sabíamos que teníamos que ganar fuera como fuera. Minutos antes de comenzar el entrenador

nos llevó al vestuario para dar las indicaciones antes del partido, no salí de titular pero salí en el

segundo periodo; era un partido frenético pero íbamos perdiendo de bastante se nos escaparon,

era un partido muy bronco con muchas faltas y los árbitros dejaban pasar todo, no pitaban

prácticamente nada. Yo metí la primera canasta de una posible remontada, el entrenador estaba

nervioso al igual que nosotros pero no nos rendimos, a partir de mi canasta comenzamos a anotar

y a remontar, íbamos recortando distancia (yo en ese momento no jugaba demasiado 2 periodos y

medio).

Nos marchamos al descanso perdiendo, no me acuerdo bien de la diferencia pero era

considerable a su favor, en el banquillo el entrenador nos motivó y salimos muy enchufados al

descanso, ¡estábamos remontando! Ellos comenzaron a cometer errores y a precipitarse por lo

que llegamos al último periodo con una diferencia mínima, ese periodo fue de infarto era un

auténtico “toma y daca” con muchas alternancias en el marcador, yo no salí pero a falta de pocos

minutos íbamos perdiendo de uno, pero un compañero nuestro metió una canasta con falta

personal (2+1) pero falló el adicional, tenían el tiro decisivo pero lo fallaron, todos salimos a

festejarlo y celebrarlo quién lo iba a decir, ¡remontamos una diferencia de 20 puntos e íbamos a la

final!

Para celebrarlo nuestro entrenador nos llevó a comer, ¡estábamos en la final! Ese día nos lo

pasamos muy bien, pero en la final desgraciadamente se lesionaron los dos mejores jugadores y

perdimos, pero fue una experiencia magnífica y eso no nos lo quita nadie, a lo mejor en un futuro

se vuelve a repetir quién sabe. Bueno, esta ha sido mi anécdota, espero que os haya gustado y lo

más importante es que os ayude a pasar el confinamiento, recordad no estáis solos, las personas a

las que queréis y nosotros os apoyamos.

Un abrazo.

Correo 17.- Gedeón H.

Buenos días a todos,

Me llamo Gedeón H-, tengo 13 años y estudio en el Colegio Internacional Alminar. Os mando este correo para animaros durante esta cuarentena. Es difícil estar aislados de nuestros familiares. Lo sé, porque el resto de mi familia está en EEUU. Pero esto solo es una prueba que nos ha puesto Dios en nuestro camino. Él ha dejado que pase esto y lo ha hecho para Su gloria.

Os he escrito un relato que va un poco de esto y espero que lo disfrutéis. Recordad, Dios está en control.

Un saludo.

La Cura

El presidente está haciendo una conferencia para la prensa, explicando la expansión de este

virus. Todos los americanos tienen sus ojos clavados en sus televisiones. Mike lo supone,

porque sabe que todas las personas que él conoce (sus amigos, sus profesores, el pastor de su

iglesia...) también están haciendo lo mismo que su familia. “Esto es un momento claro de

mostrar cómo la raza humana puede adaptarse a cualquier situación” continúa el Presidente

Trump. “Aunque no sea letal este virus para la mayoría de la población, debemos tomar

precauciones para no perder a los que están en peligro del COVID-19. Teniendo esto en mente,

lamento comunicaros que, durante 2 semanas (para empezar), la población americana estará

en cuarentena para protegernos de este nuevo virus. Os vuelvo a...” Mike se despierta de su

sueño empapado de sudor. Nota que su respiración es muy profunda, pero él sabe que su

pánico se muestra a través de ella. Mike solo tenía 13 años en ese momento, y nunca se le

hubiera ocurrido lo que pasaría después. Su plan había sido: pasárselo lo mejor posible, seguir

con sus estudios y quedarse dos semanas en casa. Perfecto, ¿no crees? Pero lo que no había

planeado es que la cuarentena durara más. Mike era un perfeccionista y planeador. Su mundo

se volcó cuando se enteró de que la cuarentena duraría más. Se había aburrido tanto los

últimos días. No se lo podía imaginar. Pero, poco a poco, iban alargando la cuarentena. “Solo

unas dos semanas más” repetían vez tras vez.

El anuncio de cuarentena fue a principios de 2020. Ya era la mitad de 2031. Habían pasado 11

años. Mike estaba terminando su másters de medicina para poder averiguar una vacuna para

rescatar a la población mundial. Así es. Cada país se encontraba en un momento eterno de

crisis. Una semana después de su sueño/recuerdo. Mike estaba viendo la tele cuando, de

repente, la tele cambio de canal por su cuenta a las noticias. Apareció el Presidente Hicks. Mike

pensaba que sería otra conferencia para calmar a los estadounidenses. Pero se equivocó.

Empezó así: “Quiero empezar recordando que estamos en tiempos difíciles para nuestra

nación, pero también para nuestro planeta. No estamos solos.” “Otra vez con lo mismo” dijo

Mike en voz alta. “Tengo noticias difíciles de contaros” continuó el Presidente. “Se ha

descubierto que, a pesar de nuestras prevenciones, el Coronavirus ha empeorado. Ha

evolucionado y adaptado. Ahora es más contagioso, más violento y más letal. No os quiero

asustar ni causar histeria, pero sus efectos son parecidos a las de un libro de ciencia ficción. Al

momento de contagio, el virus empieza a absorber toda agua que contiene tu cuerpo. El

resultado final es tu cuerpo descomponiéndose en arena. Rogamos que os quedéis en casa y

que no salgáis bajo ninguna circunstancia aparte de ir a comprar alimentos para nuestra salud.

Que Dios nos dé fuerzas”. Mike no podía creer lo que estaba escuchando. Toda la ilusión de

estar viendo toda la serie de Stranger Things del tirón se le había ido. No sabía lo que iba a

pasar. ¿Moriría antes de que le pillara el virus? ¿Moriría sin salir de casa, sin ir a un parque, sin

ir a un concierto en vivo? Cinco años después... “... no! Vamos a ver, el Gene de Guerrero no

tiene nada que ver con el virus. Ese Gene solo se encuentra en nosotros, animales y uno o dos

tipos de plantas. Ya te lo expliqué un millón de veces” dice Mike, sabiendo que no hay

esperanza con Phil, su compañero de ‘trabajo’. “Sí, pero a lo mejor podemos editar el Gene e

insertarlo en una muestra del Virus. Eso podría tener un efecto inverso en la naturaleza del

Virus” explicó Phil, que Mike hablaba con él a través de FaceTime. “Que no. Ya te puedo decir

que...” Mike estaba tan frustrado, que no podía pensar. “Hablaremos de esto mañana, vale?

Así estaremos los dos más tranquilos para argumentar nuestras ideas. De acuerdo?” Phil soltó

un suspiro. “De acuerdo. Hasta mañana” “Hasta mañana” dijo en un tono cansino.

Esa noche, al intentar dormir, Mike empezó a pensar en todo lo que había pasado. Después de

la conferencia de Hicks, se declaró que todo, excepto supermercados, estaría cerrado. Los que

no podían hacer las cosas por su cuenta debían pedir ayuda especial de un ‘ayudante’ que

hacía todo por él o ella. Mike había terminado su Másters de Medicina hace 4 años, para

intentar encontrar una vacuna o una cura de la pandemia más peligrosa de toda la historia; no

para su propia gloria, sino para arreglar el mundo en el que se encontraba. En este momento

solo quedaban 10,000 personas en todo el mundo. ¿Cómo iba a llegar a salvar al mundo? En

ese momento, tomó una decisión que cambiaría su vida y la del resto de personas que

quedaban, por lo menos.

A la mañana siguiente, se levantó a las seis de la mañana para preparar todo lo necesario.

Cogió la mochila más grande que tenía y la llenó de cosas esenciales: una mascarilla, todo el

dinero que tenía, un cambio de ropa, tres pares de zapatillas para el viaje y una navaja, por si

acaso. Pensaba que, si le hacía falta comida y algo de beber, podría entrar en cualquier

supermercado y comprar lo que necesitaba. Se había puesto unos vaqueros, una camiseta de

manga larga y unos guantes para protegerse las manos. Ya sabía que afuera hacía una montón

de calor, causado por el calentamiento global (ya todo era básicamente desierto, con algunas

plantas), pero no quería contagiarse y morir en el intento.

Su plan era el siguiente: escapar de la ciudad (por cierto, vivía en Dallas, Texas), andar hacia

Nevada (porque ahí se encuentra el laboratorio más avanzado del mundo en Área 73), y crear

la cura para salvar la raza humana. Sencillo, ¿no? Llegó a las afueras de la ciudad sin

problemas y se quedó allí para comer un bocadillo que había comprado en un supermercado al

salir de su casa. Ya era la una de la tarde y hacía un calor tremendo. Mike estaba a punto de

mirar en su móvil la temperatura y a qué distancia se encontraba de Nevada, pero recordó que

había dejado su móvil en casa a propósito, para que el gobierno no le pueda perseguir y

arrestarlo. Porque, al formular su plan, no se dio cuenta de lo lejos que estaba de su destino:

2554 kilómetros, aproximadamente.

De repente, Mike escuchó un rugido lejano, cada vez más potente, hasta que se encontró cara

a cara con un hombre de una altura media, ojos marrones como barro, pelo negro como la

oscuridad en sí y una ropa de motociclista: una chaqueta de cuero con conos pequeños de

metal y vaqueros negros rasgados. El aspecto de este contrastaba perfectamente con el de

Mike: vaqueros azules oscuros limpios, una camiseta de manga corta de camuflaje azul, ojos

grises, gafas y rubio. Este hombre misterioso se encontraba montado en una Harley Davidson

Heritage Classic 114.

A Mike le intimidaba el desconocido. “¿Qué haces aquí en medio de nada, chaval?” dijo este en

una voz ronca. “Pareces como si hubieras viajado al cielo y vuelto. Resaltas en el desierto de

100 kilómetros.” “Estoy viajando” respondió plenamente. “¿Y adónde vas?” preguntó. “No me

fío de uno que va viajando por ninguna razón en medio de una cuarentena. Especialmente si va

en esa ropa.” No pudo contenerse. Empezó a reírse a carcajadas, que le pareció extraño a

Mike. “Mira. Pienso en viajar al Área 73 en Nevada para fabricar una cura para matar al

Coronavirus en cada persona y, así, recuperando las vidas normales de todos los que estaban

aquí antes de la crisis.” Mike respondía con tanta sinceridad que se quedó embobado unos

segundos, esperando la respuesta del motociclista, pero rápidamente añadió “No se lo cuentes

a nadie, por favor.” El motociclista se quedó un rato pensando, o al menos eso creía Mike,

cuando (por fin) respondió “Móntate, que te llevo. No me preocupa tanto viajar un par de

horas. Con esta Harley, podemos llegar a tu destino en, como máximo, 10 horas. Me imagino

que pensabas en ir andando a Nevada. ¿Te vienes?”

“Estupendo. Muchas gracias” Mike estaba encantado de la generosidad del motociclista que se

acordó de una pregunta que cambiaría su futuro. “Por cierto, ¿cómo te llamas?” “Doug”

respondió el motociclista. “¿Y tú?” “Mike” contestó. Ya habían viajado un par de horas. Habían

hablado del plan de Mike, de cómo iba a entrar, cuánto tardaría en crear la cura. Todo esto,

por supuesto, lo había planeado Mike. Entraría por un agujero que se había creado en el suelo

para escapar en el caso de un incendio dentro de la parte subterránea. Mike sabía

específicamente dónde estaba el laboratorio (solo unos pasillos después del agujero). Y cómo

hacer la cura era bastante sencillo: él (Mike) era un inmune. Ya lo había comprobado hace un

año. Con su sangre, podía separar el Gene que lo hacía inmune, duplicarlo y reproducir esa

duplicación para una cura masiva.

Por fin, después de 8 horas en total, se veía la construcción masiva de Área 73. Constaba de

tres edificios: uno que trataba la parte científica de los experimentos, otro de su producción y,

por último, uno para sus pruebas. Mike se dio cuenta de que Doug y él eran un buen equipo.

Doug era la fuerza bruta, aunque era muy listo; y Mike, el cerebro. Doug era,

sorprendentemente, un alma cariñoso y sentimental. Al llegar al agujero, Doug apagó su

Harley y sacó una pistola de mano y dos linternas. “Necesitamos algo de protección, ¿no?”

Explicó Doug. Mike estuvo de acuerdo.

Una vez dentro, ambos se dieron cuenta de que, al final, no hacía falta protección. La

población mundial era tan baja de que sólo eran un total de 40 personas autorizadas para

estar en la base. Al llegar al laboratorio, Mike se quedó paralizado al ver que ya habían creado

una cura para el COVID-19. Lo tenían en una caja de acera, con una ventanilla redonda para

observarla. En un portátil estaba toda la información que necesitaba Mike para estar furioso.

Lo habían preparado hace cinco años, pero estaban esperando para el momento desesperado

para venderlo a un precio absurdo. “Esos malditos hijos de...” empezó a decir Doug. “Doug!” Le

cortó Mike. “Aunque han sido egoístas e idiotas, nos han hecho la vida muchísimo más fácil. Así

que no les maldigas. Ahora lo único que tenemos que hacer es producir miles de botecitos,

llevarlo a Nueva York (la capital de infección), repartirlo entre la gente y llevar el mensaje a los

demás.” “Lo único que tenemos que hacer” dijo Doug, riéndose entre dientes. Pero, al ver la

mirada de Mike, dijo “Vale, vale. Estoy de acuerdo.”

Después de unas dos horas de analizar y construir un modelo de la Cura, Mike ya estaba

preparado para su producción. No podía creer que había sido tan fácil todo esto. No habían

visto a nadie desde que entraran. Mike pensaba que tendrían algunas guardias por lo menos,

pero no había absolutamente nadie. “Venga, ya tenemos unos diez mil botecitos, suficiente

para toda la población y de sobre, para futuros casos” concluyó Mike. “¿Te importaría llevarme

a Nueva York?” “No tengo ningún problema con eso” respondió Doug. “Pero van a ser unas

doce horas de viaje.” “No hay un viaje demasiado largo para la importancia de la Cura” explicó

Mike. “Tiempo para música y conversación, mis favoritos.”

A mitad del viaje (seis horas), pararon en un restaurante para cenar. Tuvieron una cena

maravillosa y después le dieron caña otra vez a la carretera. A Mike le empezaron a entrar unos

nervios por si funcionaba la Cura, que tuvieron que parar para que vomitase. ¿Qué va a pasar si

no funciona? Seré el imbécil del siglo. Habré decepcionado a todo el mundo. Literalmente. Pero

decidió parar con ese camino de pensar. No ayudaría a nadie así. Por fin llegaron a la

maravillosa ciudad de Nueva York. O, al menos, lo era antes. Ahora, La Ciudad Que Nunca

Duerme se encontraba en pleno silencio. No había ni una mosca en la calle. Las calles estaban

repletas de barro y suciedad. Nadie había salido a limpiar en mucho tiempo. Pero Mike no se

sorprendió. Esto es lo que pasaba en el resto de las ciudades del mundo: Shangai, Berlín,

Madrid e incluso Tokyo, la ciudad con más densidad de población del mundo. La ciudad tenía

un aspecto gris, aunque la contaminación de la atmósfera era básicamente inexistente. Ya

habían llamado al presidente del estado para avisarle de que tenían la Cura y que lo esperaran

en Central Park. También habían dicho que reúna a todos los ciudadanos de Nueva York para

administrar la Cura. Todos estaban ansiosos de recibir la Cura.

El primero era una mujer delgadita, con una simple línea de gris en su negro pelo, como Doug.

Después de treinta segundos, parecía funcionar. Se le veía en la cara una salud que no se había

visto en las caras de las personas en mucho tiempo. Después de unas horas, habían terminado

con Nueva York, todo el mundo celebrando. Pasaron Mike y Doug los siguientes meses viajando

a los países del mundo, administrando la Cura a cada persona con vida en este planeta. El gozo

que sentía Mike para poder ayudar a todas estas personas era inmenso. Este era su propósito.

Medio año más tarde, conoció a esta mujer que, al verlo de primera vista, sabía que sería su

esposa. Su nombre era Kimberly. Otros cinco años más tarde... Mike y su familia habían

planeado un picnic en el parque justo al lado de su casa. Ya se habían casado él y Kimberly, y

tenían una niña de cuatro años: Jenny. Mike pensaba que Jenny era la niña más hermosa del

mundo. Y eso ya era difícil. La población mundial constaba de diecinueve millones de personas.

El día era increíble. El sol brillaba, los pájaros cantaban, y no se veía ni una nube en el

maravilloso cielo azul. Cómo si saliesen de la nada, unas limusinas negras aparecieron en frente

suya. Un hombre vestido en un traje negro, camisa blanca y corbata negra salió de cada

limusina. Un total de cinco ‘agentes’, como pensaba Mike. Cogieron a Mike de los brazos y

empezaron a llevarlo a una limusina. Mike resistió, naturalmente, pero un hombre sacó una

pistola de mano y le dio en la cabeza con su culata.

Mike se despertó de un largo sueño profundo. Le dolía la cabeza y no podía enfocar bien con

los ojos. Se tocó la cabeza y vio que estaba sangrando. “¡Oye! ¿Dónde estoy? ¿Por qué me

habéis secuestrado?” le dijo a uno de esos hombres en negro que vigilaba la puerta. “¿Qué está

pasando?” De repente, entró un hombre que obviamente era el jefe. Vestido todo de blanco,

con ojos marrones. Era un pelirrojo. Tenía una mirada de superioridad, con la nariz en alto.

“Tranquilícese, señor Parker” dijo en una voz tranquila. “Me llamo Thomas Greenhill y, como

supongo que sabes, soy el Presidente de Sanidad. Estamos aquí para comunicarle una tragedia

por la que usted es responsable.” “¿De qué estás hablando?” a Mike le empezó a entrar un

terror que casi se desmayó. Esta última frase que diría Greenhill le dejó embobado. “Al crear la

Cura, los científicos se dieron cuenta que no lo curaba, sino que lo prevenía. Y no les dio tiempo

a crear la Cura. Al tú crear “la Cura” para el Coronavirus, creaste una enfermedad peor que la

causa de la antigua crisis. Todo el mundo está infectado. Es peor que el COVID-19. Se multiplica

más rápido y es más letal, si eso es posible.”

Correo 18.- Pablo M.G.

Dedicado a todas aquellas personas que están confinadas en una Residencia:

La cuarentena está siendo dura para todos, pero sé que para usted está siendo especialmente

dura. Usted está en una edad en la que por desgracia hay muchos peligros. Este virus algunos los

pasamos sin darnos cuenta, como los niños, pero ustedes lo pasan fatal y pueden tener unas

consecuencias muy peligrosas. Pero no todo son cosas malas, también tiene que mirar las cosas

buenas. Este virus lo está pasando junto a todos sus compañeros de residencia, las personas que

se encargan de cuidarle y más personas.

Otra cosa, es que muchas personas están donando dinero, material para los sanitarios, y se

preocupan por ustedes. Por otra parte, los aplausos de las ocho de la tarde, están dedicados a los

sanitarios, pero también para usted, que a su edad, se esfuerza día tras día para seguir adelante,

adaptarse a una nueva rutina, cambiar su relación.

Pero piense que cuando todo esto pase, podremos decir “yo viví en la época del virus ese de las

narices y lo superé”. Piense que verá a su familia y se alegran un montón de verle, cuando

abrazan a sus nietos o a sus hijos e hijas, la alegría que sentirán.

Y por último, si las cosas se pusieran mal y pilla el virus, que ojalá no sea así, piense en todas las

personas de su edad que han superado el virus y han salido en la tele, a lo mejor usted hasta

aparece en la televisión. El otro día vi que una mujer de ciento dos años había superado el virus,

así que si ella lo ha hecho, por qué no nosotros también.

Correo 19.- Carlos D.S.

Antonio era muy cofrade. Vivía en una familia cofrade. Su padre siempre llevaba la cruz de guía

de la hermandad. Su madre formaba parte de la junta de gobierno de las Aguas. Su hermano era

costalero del paso de Cristo. Su hermana pequeña era la única que no sentía ningún tipo de

interés por la Semana Santa, o al menos de momento.

Él, tenía doce años. Siempre había estado en la hermandad. Primero de monaguillo y después de

Nazareno, pero ahora tenía 12 años. Ya podía salir en la hermandad de su abuelo, Vera-Cruz.

VeraCruz era una hermandad muy seria, y Antonio siempre había tenido interés en ella. Nunca

había podido salir porque no tenía la edad, pero ahora sí. Y se le planteaba un importante dilema:

tenía que elegir entre las Aguas la hermandad en la que había estado toda su vida, en la que salía

su familia y todos sus amigos, o Vera-Cruz, la seria hermandad a la que sólo pertenecía su abuelo

pero, sin embargo, era la que más le emocionaba, como cuando la veía por televisión la cruz de

guía que decía “Toma tu cruz y sígueme”, o cuando veía las reliquias de la Cruz de Cristo. No

podía salir en las dos, ya que ambas son del Lunes Santo.

No tenía ni idea de qué hacer. Ya había empezado la cuaresma. Tenía que decidirse rápido o

terminaría sin salir. Entonces cogió su móvil y abrió YouTube. Buscó un vídeo del Lunes Santo y

vio los pasos de las dos hermandades. Entonces le quedó claro dónde iba a salir. Lunes Santo.

Antonio ya estaba irreconocible, tapado con el antifaz. El cinturón de esparto estaba bien

apretado. La túnica le quedaba perfecta. La hermandad estaba a punto de salir. Y se abrieron las

puertas. Tras la cruz de guía empezaron a salir decenas de nazarenos. Mientras caminaba,

Antonio se dio cuenta de que todavía no tenía muy claro si salir o no tras ver el vídeo. Lo tuvo

claro cuando le dijo a su abuelo, ya demasiado mayor para hacer una estación de penitencia, que

iba a salir en la hermandad de su vida. Entonces su abuelo sonrió, como no sonreía desde hace

años.

Correo 20.- Paula V.C.

Imagínate

Imagínate que todo esto acaba, dentro de un mes, o más, quien sabe…

Habríamos vivido una de las mayores locuras de nuestra vida, o por lo menos para mí que tan

solo tengo 14 años.

¿Cómo le explicarías todo esto a alguien que no le ha tocado vivir esta situación? O en mi caso,

¿cómo se lo explicaría a mis hijos? Cada uno podría responder a esta pregunta de forma

diferente, como un personal sanitario que arriesgó su vida para ayudar al país, como un enfermo

que tuvo que estar encerrado en su cuarto o en el hospital deseando que todo pasara, como

vosotros los ancianos e colectivo más afectado en esta crisis, como alguien que perdió un ser

querido en esta batalla, o como yo, una niña más, que intentó aguantar en su casa, haciendo mil

videollamadas al día, deseando con todas sus ganas volver a abrazar a sus amigas, y sobre todo a

sus abuelos.

Cada uno lo estamos viviendo de forma diferente pero todos estamos de acuerdo en lo difícil que

es esta situación. Nunca nos podíamos llegar a imaginar algo así, algo con lo que todo el país se

pararía.

Pero hay un ado bueno en toda esta locura, que estamos todos juntos en esto.

Ahora toca aguntar, coger aire y pasar este mal trago, porque pasará, eso lo tengo claro.

¡MUCHISIMO ANIMO!

Correo 21.- Joaquín R.D.

Era se una vez, un chico llamado Manuel, fue a visitar a su abuelo, él vio que se abuelo le pasaba

algo, él le preguntó que si le pasaba algo y su abuelo le respondió que todo iba sobre ruedas,

Manuel se quedó más tranquilo, pero todavía tenía pensamientos, los cuales decían que algo

estaba pasando a su abuelo o en la casa de él. Manuel estuvo la tarde con su abuelo, estuvieron

jugando a las cartas, fútbol, etc… Eran ya las doce de la noche y ellos seguían jugando y riendo,

hasta que su abuelo de repente se fue a buscarlo algo, su nieto lo esperó, pero pasaban diez

minutos desde que se fue y no volvió, ni lo volvió a ver, Manuel se fue a buscarlo, él vio que su

cuarto estaba desordenado y toda su ropa y objetos estaban en el suelo, Manuel se asustó mucho

y lo primero que fue es gritar abueloooo!, el no recibía respuesta de nadie, como su abuelo vivía

en una urbanización y fue a preguntar a los vecinos, pero ellos no le dieron ninguna información

a él que le facilitara dónde estuviese su abuelo.

Cuando volvía a su casa, vio l,a televisión encendida, se paró a ver qué pasaba y vio que había

pasado un incidente en la ciudad, él de nuevo volvió a gritar abueloooo! Pero nadie le respondió,

fue a buscarlo de nuevo por toda la casa, estuvo buscando por los baños, los patios, etc… Hasta

que en el sótano vio una puerta abierta, Manuel fue hasta ella, no se podía abrir, parecía que

estaba cerrada fuertemente, que no era simplemente una cerradura. Manuel como era inteligente,

en un momento fabricó una herramienta que le ayudaría a abrir esa puerta. Manuel lo consiguió,

la abrió. Cuando miró hacia delante, todo estaba oscuro, él pronunció una sílaba, la cual fue,

“que oscur…” y de repente las luces se encendieron, Manuel se quedó alucinado, lo primero que

vio fue muchas cajas vacías, mucha tecnología muy avanzada, él lo tocó todo e investigó, pero

nada le condujo hasta su abuelo.

El siguió investigando en la sala y tocó una caja que estaba al final de la sala, la tocó y se abrió un

pasadizo secreto en el cual él no veía fin. Se adentró en ese túnel, estuvo caminando

interrumpidamente durante 5 minutos, al final llegó y vio muchos trajes, tecnología, etc… Manuel

alucinó con todo lo que había en esa habitación, y vio un mapa donde le marcaba un punto rojo,

y rápidamente trasladó a Manuel a ese punto, se encontró en ese sitio, con la policía, gente en el

suelo, personas gritando, médicos, enfermeros. Manuel no sabía dónde estaba, al final vio a su

abuelo en la cima de una plataforma, Manuel se dio cuenta de todo era el incidente de la

televisión, pero con un cambio, Manuel creía que se trataba de algo malo, pero de todas esas

personas que estaban allí, policías, médicos, enfermeros, personas, estaban allí para aplaudir a un

superhéroe como SUPER A, que había encontrado una cura contra el coronavirus, las personas y

los ciudadanos del mundo no sabían de qué persona se trataba, pero Manuel ya sabía quién era,

su abuelo, un superhéroe.

Correo 22.- Clara.A.M.

En esta cuarentena estamos pasando todos un mal momento, es un momento en el que no

sabemos qué hacer, necesitamos salid y sobretodo necesitamos ver a nuestros seres queridos

para no sentirnos solos.

Pero en realidad si lo pensamos no estamos solos. Por ejemplo ahora mismo todos estamos

pensando en vosotros si en los más mayores están bien, se lo están pasando lo mejor posible…

Yo espero que sí.

Puede que a esto le quede todavía un tiempo para que se termine porque es una situación

complicada.

Pero para que se nos pase corriendo debemos de PENSAR SIEMPRE EN POSITIVO

Tenemos que pensar que:

- Esto se va a acabar

- Estamos entretenidos

- Somos felices

- Tenemos a gente que nos quiere

- NO estamos solos

- Mucha gente piensa en nosotros

En resumen necesito deciros que no penséis en negativo porque no sirve para nada, lo único

que va a pasar es que os sintáis mal y os sintáis triste.

Por eso os doy todo el ánimo del mundo para que estéis bien, felices y entretenidos, aún que

sea un poco difícil, sobre todo la convivencia, y no poder ver a quién necesitas en todo

momento.

TODO ESTO VA A PASAR

Tarde o temprano

ANIMO A TODOS

Correo 23.- Sara A.M.

Hola, soy Sara y me gustaría mucho que esta carta te saque una sonrisa. Bueno sé que ahora

mismo son tiempos muy difíciles pero creo , que tenemos que ser MUY positivos, ya que nos

debemos fijar en todo lo que nos vamos a contar unos a otros y todo lo que vamos a apreciar el

tiempo con nuestros amigos y familiares.

Mirando el lado positivo, yo creo que ya era hora de apreciar lo que era un abrazo ya que a

partir de ahora los vamos a valorar más. También a mucha gente, incluyéndome a mí, nos hace

mucha ilusión salir a las 20:00 a aplaudir a los servicios sanitarios y a todos los que están

arriesgando su salud por la nuestra.

Asimismo, ya que estamos confinados ¿por qué no disfrutar el tiempo con todas aquellas

personas que tenemos alrededor? Su pueden inventar juegos, hablar de cosas, contar historias

y MUUUCHO más, pero eso ya se lo dejamos a la imaginación jajaja

Correo 24.- Alba S.A.

Mi nombre es Alba y tengo 14 años, os envío esta redacción para que la cuarentena sea más

amena. También quiero decir que por cada día que pasa queda uno menos para poder salir y

disfrutar al aire libre. Todo va a salir bien.

Hace tres veranos que vamos a Rota (Cádiz) con toda la familia por parte materna y siempre nos

los pasamos genial, aunque siempre que llegamos está lloviendo, por lo que cuando llegamos ya

no nos sorprende. Después de haber recogido todo lo que hemos traído, comemos en un bar

llamado ‘El Gato’, allí tienen pocas tapas, pero la comida está muy buena. Cuando terminamos

de comer, nos bajamos a la playa, mi abuelo siempre baja el primero para coger el mejor sitio,

porque no le gusta ni muy lejos, ni muy cerca de la orilla. Una vez instalado todo mi hermano y

mi primo se van corriendo como si no hubiera mañana a bañarse, en cambio, yo me quedo en la

sombrilla leyendo. Uno de los mejores lugares de Rota (en mi opinión), es el picadero, ya que

uno, soy una amante de los caballos, y dos, tienen unos caballos preciosos. Los únicos que

montamos a caballo somos mi primo (sólo monta aquí) y yo, puesto que al resto de mi familia le

da miedo acercarse a un caballo.

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Un día que bajamos a la playa, había muchas algas y el agua estaba caliente, así que decidí

bañarme (sólo porque el agua estuviera caliente, las algas no me gustan) con mi hermano y mi

primo. La verdad, no debería haberlo hecho, pero soy como soy y me metí en el agua. Al

principio, empezamos a nadar y después ellos cogieron una tabla de surf cada uno y como no

había olas los empujaba. Mientras los empujaba, sentí un pinchazo en el antebrazo, pero no le di

importancia y seguí jugando con ellos. Cuando salí del agua, mi madre me preguntó qué me había

pasado en el antebrazo. Me miré el antebrazo y vi que había unos puntos rojos haciendo la forma

de una línea curva sin cerrar. Mi madre preocupada, me llevó al médico y me dijo que me había

picado una medusa. Nos explicó que la picadura no era grave, posiblemente de una medusa

pequeña y también nos dijo que las medusas suelen aparecer cuando el agua está caliente y hay

algas. Lo peor fue, que mi madre me advirtió de esto y cuando la miré me estaba mirando con

una mirada que decía ‘te lo dije’. Al final, el verano fue muy divertido, sobre todo cuando a mi

abuela se le cayeron las gafas de sol al mar y tuvimos que buscarlas. Logramos encontrarlas

después de una hora y media, pero valió la pena.

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Lo que más me gustó de ese verano, fue los recuerdos que generamos todos juntos. Las tardes de

risas y sobre todo las fotos. Espero que esto haga la cuarentena más amena. Aunque los días

pasen, ya quedan menos. Todo saldrá bien

Correo 25.- Miguel G.

Era un día soleado de otoño la primera vez que Laura se fijó en que el abuelo tenía muchísimas

arrugas, no sólo en la cara, sino por todas partes.

- Abuelo, deberías darte la crema de mamá para las arrugas.

El abuelo sonrió, y un montón de arrugas aparecieron en su cara.

- ¿Lo ves? Tienes muchas

- Ya lo sé Laura . Es que soy un poco viejo... Pero no quiero perder ni una sola de mis arrugas.

Debajo de cada una guardo el recuerdo de algo que aprendí.

A Laura se le abrieron los ojos como si hubiera descubierto un tesoro, mientras el abuelo le

enseñaba la arruga en la que guardaba el día que aprendió que era mejor perdonar que guardar

rencor, o aquella otra que decía que escuchar era mejor que hablar, esa otra enorme que

mostraba que es más importante dar que recibir o una muy escondida que decía que no había

nada mejor que pasar el tiempo con los niños...

Desde aquel día, a Laura su abuelo le parecía cada día más guapo, y con cada arruga que aparecía

en su rostro, la niña acudía corriendo para ver qué nueva lección había aprendido. Hasta que en

una de aquellas charlas, fue su abuelo quien descubrió una pequeña arruga en el cuello de la

niña:

- ¿Y tú? ¿Qué lección guardas ahí?

- Que no importa lo viejito que llegues a ser abuelo, porque.... ¡te quiero!

Correo 26.- Susana M.G.

Hola me llamo Susana tengo trece años he escrito este relato/anécdota con mucho cariño para

entretener y bueno para que se puedan divertir un rato, un abrazo y espero que os guste.

El club náutico.

Todo comenzó un sábado soleado a las nueve de la mañana, en un club náutico donde alumnos

de vela empezaban a preparar los barcos, ponerse los neoprenos, etc. En fin a la hora de salir y

emprender una salida hacia el río los monitores avisaron de que había que llevar que llevar los

barcos hacia otro puerto cercano a unos cuarenta minutos de allí para que al día siguiente los

alumnos más avanzados pudiesen competir, para llevar los barcos había que pasar por las costas

del mar, que siempre eran más moviditas que el río, entonces los monitores pidieron voluntarios,

evidentemente los más avanzados se ofrecieron pero quedaban un barco para algún principiante,

entonces una chica queriendo aprender y practicar el manejo del barco se ofreció, ella iba

equipada con un neopreno rosa y negro, con sus botas de agua negras, sus guantes a juego con el

neopreno y una coleta.

Una vez emprendidos hacia el puerto cercano cada vez las olas se hacían más y más grandes

aunque eran soportables, la chica estaba nerviosa pero nunca perdía de vista la lancha con los

monitores y los demás principiantes, ya las olas se volvieron de un metro de alto y la chica estaba

asustada porque el barco se le llenaba de agua y cada vez era menos inestable, ella con una mano

manejaba el barco y con la otra con una botella grande cortada por la mitad achicaba el agua, ella

estaba pendiente de los alumnos más avanzados y seguía su trayectoria, además ellos les daban

consejos a la chica que seguía al pie de la letra por miedo a que el barco se volcara, ya que desde

su primer día ya se había caído varias veces y no era muy agradable.

Aún así después de un rato le dijo a los monitores que las olas eran muy grandes y que ella no

estaba preparada, entonces un chico que era un poco más experimentado que ella se ofreció a

montar también en el barco para ayudar a la chica, y la chica encantada por la ayuda dijo que sí

inmediatamente, el chico la ayudó muchísimo, de hecho avanzaron mucho más rápidos gracias a

él, pero ya las olas eran de dos metros y los monitores decidieron atar un barco tras otro detrás de

la lancha y remolcarnos hacia el puerto, el chico y la chica se lo pasaron genial y a la vez tenían un

poco de miedo ya que se les colaba agua por todas partes y no podían soltar el timón, pero

mientras que la chica sujetaba el timón el chico achicaba, aún así fueron charlando en el camino y

una vez que llegaron a tierra suspiraron de alivio por no haber volcado o haberse hundido,

cuando dejaron los barcos allí se volvieron todos en la lancha menos los barcos más grandes

manejados por chicos más grandes y de otra categoría. Ellos tenían unos 15 o 16 años, mientras

que los más pequeños teníamos de 9 a 12 años más o menos, entonces los de la lancha nos

divertimos mucho viendo como los grandes barcos surfeaban las olas o hacían piruetas en el agua,

una vez llegados al club náutico y todos se quitaron los neoprenos y se vistieron con ropa de calle

en los vestuarios, salieron a donde se guardan los barcos a comer los bocatas que habían traído de

casa, ese fue el momento más relajante del día ya que la chica después de ese viaje aprendió

mucho de cómo lidiar con las grandes olas y de cómo girar el barco y bueno en fin de cómo

manejar el barco un poco más de lo que ella ya sabía. Al día siguiente como era domingo las

clases solo duraban hasta las dos y media y no como los sábados que duraban hasta las cuatro y

media, entonces como nos faltaban alumnos avanzados ya que estaban compitiendo en el puerto,

entonces con los barcos que quedaban a los monitores se les ocurrió hacer un simulacro de

competición ese día la chica estaba muy nerviosa ya que no se le daba nada bien llegar hasta un

punto en concreto e ir a otro muy rápido, pero en fin había que practicas así que la chica muy

segura de sí misma empezó la competición y de hecho iba la primera, la primera boya la cogió

muy bien pero la segunda al estar la corriente en contra no llegaba y ahí se frustró mucho al ver la

boya tan cerca pero no poder cogerla, sin embargo el chico del día anterior se paró al lado de su

barco y le dijo tú solo imitame entonces la chica siguió todos los pasos del chico el cual sabía más

que ella, al final la chica gracias a los consejos del chico consiguió coger la boya y quedó tercera

en el simulacro, la chica ese día también estaba un poco aburrida ya que las otras chicas eran más

avanzadas que ella y estaban compitiendo de versas y entonces ella no tenía con quien charlas,

pero para su sorpresa los chicos se portaron muy bien con ella y al final ese día se divirtió mucho

y se hizo muy amiga de los chicos a los cuales sólo les hablaba para las cosas técnicas de los

barcos.

Correo 27.- Lidia P.N.

Soy Lidia y tengo trece años. En mi casa somos cuatro personas, mi hermano pequeño de ocho años, Daniel, mi madre, Olga, y mi padre, Germán.

La verdad es que con ellos no tengo mucho tiempo para aburrirme.

Hace ya tiempo, a mi hermano se le empezó a mover una paleta, y el otro día, cuando fuimos a lavarnos las manos para antes de cenar, al mirarse en el espejo, el diente ya no estaba. Se lo dijimos a mis padres y nos pusimos a buscar el diente por toda la casa.

Miramos por todos lados, en nuestra habitación, en el baño, en la cocina...

Al final, resulta que el diente estaba en la alfombra del salón. Esa noche nos reímos mucho. Espero que este tiempo de confinamiento se os pase lo más rápido posible.

¡Mucho ánimo!

Correo 28.- Alvaro J.L.

Me gustaría decir a todos los mayores que no se preocupen y que van a poder salir hacia delante

cuando todo esto pase y van a poder ver a sus seres más queridos

El significado de la vida.

Esta es la historia de un adolescente llamado Jaime. Jaime era un adolescente normal, con gustos

como el rock o pasarse las 24 horas pegado a la pantalla de su móvil. Jaime no slía visitar a sus

abuelos, él pensaba que unas personas tan mayores y aburridas no tenían nada que contarle ni

que le interesase. Jaime tan solo tenía abuelos por parte de su madre, ya que sus otros abuelos

murieron hace años en un accidente de tráfico, y Jaime no llegó a conocerlos.

Una noche los padres de Jaime decidieron salir a cenar, y como no se fiaban mucho de Jaime, lo

llevaron a casa de sus abuelos, a pesar de su enfado por no querer estar con ellos. Al llegar, Jaime

llamó a la puerta, y su abuelo, vestido con una bata vieja y unas zapatillas típicas de hoteles le

abrió la puerta, examinándole de arriba abajo, como si estuviera buscando algo en aquel chico.

Finalmente, Jaime le dio un abrazo a su abuelo de mala gana y pasó al salón, sonde se encontraba

su abuela cosiendo, sentada en una mecedora y cantando una canción bastante antigua.

Al ver que ahí no había ninguna diversión, Jaime decidió investigar aquella casa, en la que había

estado un par de veces cuando era muy pequeño. A Jaime le llamó la atención una foto en la que

se veía a un niño pequeño en los brazos de su abuela, que parecía la persona más feliz del

mundo. Jaime no reconocía a aquel niño, pero recordando que no tenía ningún primo, llegó a la

conclusión de que debía ser él. Siguió paseando por el pasillo, vagando de una foto a otra en

busca de algo interesante.

Jaime se fijó en un álbum de fotos que se titulaba “RESISTIRÉ”, como aquella canción del Dúo

Dinámico que tanto canta mi madre, pensó Jaime. Al abrir el álbum y echarle un vistazo,

descubrió que su abuela había padecido una enfermedad desconocida, pero que gracias a su

corazón y fuerza de voluntad consiguió salvarse. Jaime intrigado, fue a preguntarle al respecto a su

abuela, y ésta se echó a llorar.

Le contó que al ser una enfermedad desconocida los médicos no dejaban entrar a nadie en su

sala, que se tenían que tomar unas medidas muy estrictas. En aquellos momentos me sentía muy

mal, pero logré salir adelante gracias a ti, Jaime, porque estaba día y noche pensando en ti y sabía

que lo iba a lograr por ti.

En ese momento, Jaime comprendió el significado de la vida, es decir, que aunque uno no pueda

ver a sus seres más queridos, ya sean familiares o amigos, siempre se puede pensar en ellos en los

malos momentos, ya que la mayor medicina es el amor. Después de todo lo malo siempre viene

algo bueno, y eso es lo que de verdad hay que saber valorar.

¿Qué cómo acaba la historia? Muy simple: Jaime le dio todo el cariño que no les había dado

todos estos años a sus abuelos, y decidió trabajar de mayor en una residencia de ancianos, porque

aunque puedan no parecer la personas más interesantes, cuando uno se sienta a escucharlos se da

cuenta de que sí son las que más quieren y se preocupan por los demás. Un ser querido puede no

ser para siempre, pero su fuerza y amor siempre te acompañará.

Correo 29.- Lola B.M.

Hola me llamo Lola B. y desde mi casa os doy todo mi apoyo,

Esta situación nos va a marcar a todos, sobre todo a todos los ancianos.

Espero que estéis bien y que no hayáis perdido a ningún ser querido.

¿Cómo os entretenéis por el día?

Yo, esto de estar confinada en casa no lo llevo mal, ya que estoy con mis padres y mi hermano.

Me entretengo haciendo cualquier cosa, como por ejemplo ver series, películas, jugar a juegos de

mesa, hablar por videollamadas con mis amigos y familiares…

Mi abuela está en su casa y no sale para nada, mi madre le compra la comida y alimentos y se los

lleva a su casa. Cuando acabe todo esto, espero que no dure mucho, lo primero que voy a hacer

es visitar a mi familia. También me gustaría poder ver a mis amigos. Tengo una prima de tres

meses que la echo mucho de menos. Mi tía me manda muchas fotos y videos de ella todos los

días.

TODOS JUNTOS PODEMOS!!!

MUCHO ANIMO A TODOS