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11 CARMEN ALICIA FERNANDEZ VENEZUELA Corrupción y denuncia periodística Los datos de Carmen Fernández y las opiniones de los periodistas que entrevista sugieren que la denuncia de la corrupción oficial y política, al margen de su precisión y contundencia, pierde eficacia en un vacío político y sobre todo en el marco de la inoperancia del sistema judicial, y de una voluntad correctiva. Carlos Andrés Pérez con Jaime Paz Zamora L as denuncias de corrupción administrativa se suceden una tras otra en la prensa venezolana. No pasan de un día o una semana hasta que son tapadas por el próximo escándalo y archivadas sin ma- yores consecuencias, sean estas ciertas o no. Las más afortunadas, pocas, duran meses en las primeras páginas. Los sondeos de opinión realizados por distintas empresas encuestadoras en los últimos tres años muestran, con pequeñas oscilaciones estadísticas, que para el 90 por ciento de los 20 millones de venezolanos, la corrupción impune es la causante de la crisis que vive el país. CARMEN ALICIA FERNANDEZ, Corresponsal en Caracas de ínter Press Service Un 82 por ciento considera que todos los políticos son corruptos -este grupo está encabezado por el gobierno- y en el mismo saco se echa a los jueces, militares de alto rango, empresarios, sindicalistas y a los empleados públicos, cerca de tres millones de personas. Estos mismos estudios señalan que un 85 por ciento de los venezolanos, 36 por ciento de los cuales vive en pobreza crítica, culpan a esta corrupción de las penurias económicas y sociales que han tenido que enfrentar desde mediados de la década de los 80, cuando comen- zaron a sentirse los efectos del cierre del chorro de petrodólares que entró al país, durante la década de los 70. La lucha contra la corrupción se ha convertido en la bandera de todos aque- llos que buscan ganar el favor de las masas. Los medios de comunicación también se han enrolado en esta cacería de corruptos. Se han convertido en el mar del que surge una gran ola de denuncias y han contribuido a crear iconos de corruptos prófugos de la justi- cia como Blanca Ibáñez, secretaria pri- vada del ex presidente Jaime Lusinchi y su actual esposa. El público ha favorecido a los que están en la vanguardia de las acusa- ciones y parece haber surgido lo que se perfila como la ecuación perfecta: a más escándalos, más lectores. Sin embargo, expertos de la comuni- cación afirman que el caso venezolano difiere estructuralmente de la situación registrada en Colombia, Argentina o 74 CHASQUI 45, abril 1993

Corrupción y denuncia periodística

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Los datos de Carmen Fernández y las opiniones de los periodistas que entrevista sugieren que la denuncia de la corrupción oficial y política, al margen de su precisión y contundencia, pierde eficacia en un vacío político y sobre todo en el marco de la inoperancia del sistema judicial, y de una voluntad correctiva. 74 CHASQUI 45, abril 1993 CARMEN ALICIA FERNANDEZ, Corresponsal en Caracas de ínter Press Service Carlos Andrés Pérez con Jaime Paz Zamora

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11 CARMEN ALICIA FERNANDEZVENEZUELA

Corrupción ydenuncia periodística

Los datos de CarmenFernández y las opiniones delos periodistas que entrevista

sugieren que la denuncia de lacorrupción oficial y política, al

margen de su precisión ycontundencia, pierde eficacia

en un vacío político y sobretodo en el marco de la

inoperancia del sistemajudicial, y de una voluntad

correctiva.

Carlos Andrés Pérez con Jaime Paz Zamora

Las denuncias de corrupciónadministrativa se sucedenuna tras otra en la prensavenezolana. No pasan deun día o una semana hastaque son tapadas por el

próximo escándalo y archivadas sin ma-yores consecuencias, sean estas ciertaso no. Las más afortunadas, pocas, duranmeses en las primeras páginas.

Los sondeos de opinión realizadospor distintas empresas encuestadoras enlos últimos tres años muestran, conpequeñas oscilaciones estadísticas, quepara el 90 por ciento de los 20 millonesde venezolanos, la corrupción impune esla causante de la crisis que vive el país.

CARMEN ALICIA FERNANDEZ, Corresponsal enCaracas de ínter Press Service

Un 82 por ciento considera quetodos los políticos son corruptos -estegrupo está encabezado por el gobierno-y en el mismo saco se echa a los jueces,militares de alto rango, empresarios,sindicalistas y a los empleados públicos,cerca de tres millones de personas.

Estos mismos estudios señalan queun 85 por ciento de los venezolanos, 36por ciento de los cuales vive en pobrezacrítica, culpan a esta corrupción de laspenurias económicas y sociales que hantenido que enfrentar desde mediados dela década de los 80, cuando comen-zaron a sentirse los efectos del cierre delchorro de petrodólares que entró al país,durante la década de los 70.

La lucha contra la corrupción se haconvertido en la bandera de todos aque-

llos que buscan ganar el favor de lasmasas. Los medios de comunicacióntambién se han enrolado en esta caceríade corruptos. Se han convertido en elmar del que surge una gran ola dedenuncias y han contribuido a creariconos de corruptos prófugos de la justi-cia como Blanca Ibáñez, secretaria pri-vada del ex presidente Jaime Lusinchi ysu actual esposa.

El público ha favorecido a los queestán en la vanguardia de las acusa-ciones y parece haber surgido lo que seperfila como la ecuación perfecta: a másescándalos, más lectores.

Sin embargo, expertos de la comuni-cación afirman que el caso venezolanodifiere estructuralmente de la situaciónregistrada en Colombia, Argentina o

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Brasil, países a la vanguardia en lo quese refiere al periodismo de denuncia,pues casi todas las grandes denunciassobre hechos de corrupción han sidomotorizados por el propio gobierno, quedestapa casos del período anterior, o porsectores de oposición.

Por otra parte, ya sea a consecuen-cia de la ineficiencia del sector judicial oa la falta de perseverancia de losmedios, las cotidianas denuncias no hanlogrado la sentencia para más de unadecena de personas.

Esta es una realidad aceptada portodos los profesionales involucrados enel proceso de la producción de informa-ción, desde editores hasta periodistasque difieren al diagnosticar las causas yconsecuencias de esta situación que hacolocado a los medios de comunicaciónen el solitario Olimpo de los que conser-van su credibilidad en Venezuela.

Para algunos, entre los que se cuen-tan dirigentes gremialistas, analistas dela comunicación y reporteros de largatrayectoria, la seguidilla de escándalosterminará en lanzar a los medios fuerade esta privilegiada ubicación, a quienesla colectividad también acusará de co-rruptos.

Otros que defienden la propuesta dela denuncia sin una profunda investi-gación previa del medio, como AlfredoPeña, director de El Nacional, señaladode incurrir constantemente en la llamadadenunciología, afirma que "los mediostienen la obligación de estar en sintoníacon el país, la gente quiere saber lo queestá sucediendo, qué haces si el periódi-co no te informa, no lo compras más y tecompras un libro. Es sencillo, nosotrosvendemos información y eso es lo quetenemos que dar".

La piedríta que provocó laavalancha

La certeza de la malversación de losfondos públicos y el tráfico de influen-cias, entre otros aspectos de la llamadacorrupción administrativa, fue durantemucho tiempo como una piedrita en elzapato. Molestaba pero no impedía ca-minar porque a la larga, del desorden enel aparato estatal muchos resultabanbeneficiados.

El presidente del Colegio Nacional dePeriodistas, Eduardo Orozco, destacóque "el problema de la corrupción no esexclusivo de América Latina o de

n Venezuela existeuna doble moral.

que se rasganlas vestiduras por laexistencia de la corrupciónson los mismos queengrasan la mano delfuncionario público paraasegurarse un contrato. Losque piden las reformastributarias son culpables deuna evasión fiscal sinparangón en el resto delmundo: 64 por ciento de loscontribuyentes venezolanosno paga impuestos".

Venezuela, sucede en todas partes delmundo desde tiempos inmemoriales. Elproblema en la región es que esta prácti-ca malsana se ha extendido a todas lascapas sociales".

"Este proceso de modernización haabierto una compuerta para que salgatoda la putrefacción de las operacionespúblicas", manifestó Ornar Lugo, pe-riodista del diario El Universal.

"Ante el descrédito de los políticos,los editores tienen ahora el poder demanejar a su antojo la opinión pública ypueden mover libremente los hilos paraautobeneficiarse o beneficiar a sus ami-gos. Por otra parte, la caída del ingresopublico ha reducido la pauta publicitariaoficial, que en otros tiempos se usó parapresionar a los editores", comentóEleazar Díaz Rangel, ex presidente delColegio Nacional de Periodistas.

¿Investigación periodística opolicial?

"El gobierno ya no cuenta con he-rramientas concretas para presionar alos medios y esto debió haber derivadoen que estos asumieran una mayorresponsabilidad a la hora de publicar unadenuncia", indicó Roberto Giusti, actualjefe de prensa del Palacio Presidencialde Miraflores y considerado como uno delos mejores cronistas del país.

Según el director de El Nacional esteaumento del poder de los medios, que se

Marcha de profesores contra la política educativa del gobierno

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FRAUDEMitin en San Luis de Potosí, México

traduce "en el auge de la libertad deprensa en Venezuela forma parte de unfenómeno que recorre toda la región,donde los vientos de democracia realcomienzan a soplar reduciendo el poderde las llamadas partidocracias".

Este es un ejercicio que a juicio delreportero del diario Economía Hoy,Rafael Rodríguez, legitima el sistemademocrático y se basa en la obligaciónprincipal del periodista, buscar y difundirla verdad por encima de todo.

En una posición crítica al fenómeno,el periodista Héctor Mujica, indicó que"esta independencia parece haber dadoalas a los que ejercen un periodismopoco ético", dijo. "Durante 1989 y 1990los medios de comunicación fueron uninstrumento muy importante para el des-cubrimiento de grandes hechos de co-rrupción, como el caso RECADI, elúnico en el que los aportes de la prensapermitieron investigar a fondo la estafamás grande en la historia del estadovenezolano, unos 3.000 millones dedólares, pero a partir de entonces ladenuncia se puso de moda y ha idocayendo en proceso de degradación.Los editores descubrieron que éstapuede ser usada para apuntalar susintereses o destruir reputaciones y loque pudo haber sido usado para la per-

Ajuicio de losrepresentantes delgremio periodístico

la raíz de toda esta situaciónes la ineficacia del sistemajudicial. Poco se puedehacer mientras persista laimpunidad criminal yadministrativa.

fectibilidad del sistema se convirtió encaos".

Para el director del diario El Nacionalla comprobación de las acusaciones "esresponsabilidad del sector judicial. Si unafuente tiene una información y presentasus pruebas, está dispuesta a aparecercon su nombre y apellido, incluso consus fotos, tenemos que darle tribuna, esla obligación del periódico informar laverdad", recalcó Peña, el periodista quedestapó el caso que ha encontrado máseco en el también desprestigiado sectorjudicial. Se refiere a la malversación dela partida secreta del Ministerio delInterior, cuyos fondos fueron usadospara comprar un lote de vehículos desti-nados a apoyar la campaña presidencialdel gobernante Acción Democrática,durante la administración de JaimeLusinchi (1984-1989). Este caso culminócon el auto de detención a dos actualesprófugos de la justicia el ex Ministro delInterior, José Ángel Ciliberto, y la ex sec-retaria privada del presidente, así comootros funcionarios y empresarios ligadosa ese gobierno. "Esta es una realidad tancontundente, que El Nacional ha aumen-tado sus ventas en 15 por ciento en1992, pese a que el precio del periódicose incrementó en un 100 por ciento",expresó.

"La ola de denuncias ha otorgado alos medios los favores de la poblaciónque busca culpables para la durasituación que enfrentan actualmente,pero los medios no han asumido respon-sablemente su papel de difundir la ver-dad, pues esto sólo se podría lograrmediante el desarrollo de profundasinvestigaciones periodísticas, que sólose han hecho esporádicamente", dijoDíaz Rangel.

Los cambios y la corrupción

"El proceso de reformas que sedesarrolla desde 1989 en Venezueladebería derivar en la creación de meca-nismos eficaces para luchar contra lacorrupción. Debemos esperar ademásque se incrementen los mecanismos decontrol que, además de reducir las mi-llonarias pérdidas del estado, acabencon las relaciones corruptas", destacó elpresidente del Colegio de Periodistas.

Sin embargo, es precisamente la co-rrupción el mayor obstáculo que enfrentala modernización de la economía y lasociedad en general "su existencia no

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rsólo impide la participación colectiva enel proceso, sino que incluso estimula ungran rechazo. En Venezuela estáenraizada en el inconsciente colectivo la¡dea de que somos un país rico, congrandes potencialidades, pero que todose lo han robado. Entonces la poblaciónrechaza los tratados de libre comercioporque sabe que el sistema aduanero escorrupto. No acepta la reforma tributariaporque está segura de que el destinofinal de su dinero será el bolsillo de algúnpolítico", expresó Ornar Lugo, reporterodel diario El Universal.

Esta realidad toca también a losempresarios que pese a aplaudir casieufóricamente la llegada de los tiemposdel libre mercado, también pretendenpreservar viejos sistemas de favores queno les obligaban a trabajar por elevar susniveles de competitividad.

"En Venezuela existe una doblemoral. Los mismos que se rasgan lasvestiduras por la existencia de la corrup-ción por otra parte 'engrasan' la mano dealgún funcionario público para lograr uncontrato. Lo mismo sucede en el tema dela reforma tributaria, los que piden lasreformas, paralelamente son culpablesde una evasión fiscal sin parangón en elresto del mundo: 64 por ciento de loscontribuyentes venezolanos no pagaimpuestos", dijo Lugo.

A juicio de los representantes delgremio la raíz de toda esta situación esla ineficacia del sistema judicial. "Pocose puede hacer mientras persista laimpunidad criminal".

Ocultamiento oficial y reformaslegislativas

"Nada hacemos los periodistas paraluchar contra la corrupción si no conta-mos con un sistema judicial eficiente quesentencie a los culpables", reconocióGiusti, quien atribuyó una gran carga dela responsabilidad de lo que llamó "elantiperiodismo" a la carencia de meca-nismos jurídicos eficaces en el país.

Esta percepción es compartida por Q\, defensores o no de la política de

denuncias, que aseguran que esta ilegi-timidad del sector judicial, percibida porel 80 por ciento de la población, tambiénha contribuido a reforzar la imagen posi-tiva de los medios de comunicación.

Por otra parte, la legislación vigentetambién restringe la libertad de informa-ción, obstaculizando el trabajo del pe-riodista, afirmó Orozco, quien indicó queel Colegio apoya la promulgación de unartículo en la postergada reforma de laConstitución que establezca la obligato-riedad de los funcionarios públicos ainformar de sus actividades. Un estudiode Díaz Rangel reveló que las leyes que

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rigen el secreto sumarial y el secreto mi-litar en Venezuela no contemplan untiempo de vigencia de esta clasificación,que además es otorgada a los documen-tos según el criterio del Ministro de turno."Esto hace prácticamente imposible queun periodista tenga acceso a un docu-mento oficial", concluye la investigación.El proceso para reformar el sistema judi-cial se inició en 1990 en Venezuela, perose le augura un largo y tortuoso recorri-do.

Amordazando las denunciasEl principal viento que impulsa esta

ola de denuncias es, para el profesorDíaz Rangel, te censura que ówariie ágobierno de Lusinchi se ejerció contralos medios de comunicación, "períododurante el cual se cometieron los peoreshechos de corrupción en los 35 años dehistoria democrática de Venezuela".

"Durante el gobierno de JaimeLusinchi hubo una restricción a la liber-tad de prensa como no la hubo enningún otro gobierno democrático",indicó Peña. El sistema de RégimenCambiario Diferencial (RECADI), a tra-vés del cual el gobierno entregabadólares a precios preferenciales para laimportación de alimentos, medicinas einsumos industriales, sirivió para pre-sionar a la prensa entre 1984 y 1989. En

Marcha en México en protesta por los cambios en los libros de historia

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cinco años RECADI suministró a 40 edi-tores nacionales 411 millones de dólaressubsidiados.

Durante todo un año, 1989, losmedios de comunicación que, encabeza-dos por El Nacional, profundizaron en elfuncionamiento del sistema y aportaronimportantes pruebas para la investi-gación, después de encausar a más deun centenar de personas, entre ellaspolíticos y empresarios, culminó con sóloun sentenciado que ya está hoy en liber-tad.

Este resultado convirtió el caso quepudo haber cambiado la percepción de lacorrupción en Venezuela en un "fantas-ma que sigue atemorizando a la concien-cia colectiva, que parece haber perdidodesde entonces la capacidad de asom-bro ante cualquier práctica inmoral",según explicó la periodista de El Diariode Caracas, Olgalinda Pimentel.

Entre la ola de denuncias se desta-can el caso de los jeeps (vehículos rústi-cos) y dos que, centrados en las fuerzasarmadas, salpicaron a varios altos ofi-ciales y figuras vinculadas al presidentePérez. En 1992, año de turbulenciaspolíticas en Venezuela, también sedestaparon sonados escándalos, sólouno de ellos vivo: el manejo irregular de250 millones de bolívares de la partidasecreta, que habrían sido cambiados através de RECADI, para beneficiar alentorno íntimo del presidente.

Lo impreso es más cierto que lovivido

A cuatro años del inicio del procesoneoliberal en Venezuela, el mensaje delos medios de comunicación en el paísse ha convertido en la realidad. A todosparece más cierto lo difundido por laradio, la prensa o la televisión que lo queen realidad sucede. "Es verdad, salió enel periódico" es para los venezolanosuna frase contundente que acallacualquier duda sobre un hecho. Comoafirma el escritor José Ignacio Cabrujas,"lo escrito es ahora más verdadero ylegítimo que lo sucedido. Es mucho máscierta, refiriéndonos al gobierno, la ima-gen del Presidente que sale en los pe-riódicos, que la que el mismo ciudadanoconstata en su vida".

Este fenómeno que toca a todos lossectores de la vida social de Venezuela

Basura en Brasil

aparece como consecuencia de la faltade credibilidad del resto de las institu-ciones -con excepción de la iglesia-,todas manchadas con el estigma de lacorrupción.

Sin embargo, muchos temen queeste rechazo llegue también a la prensa.En una carta abierta Leopoldo Linaresseñaló que "actualmente, los medios decomunicación están reemplazando a lospartidos, así como otras instancias políti-cas, como verdaderos intermediariosentre el pueblo y los resortes del poder".Pero asegura que el abuso de la denun-cia que se realiza en Venezuela derivaráen que "la opinión pública empiece adudar del importante papel que debencumplir los medios y los periodistas en lasociedad que se avecina en el siglo XXI".

"El efecto dominó es un conceptoaplicable a todas las estructuras y el pro-ceso del derrumbe de todas las institu-ciones del poder también podrá tocar alos medios -dijo Lugo-. Hay gente quecree que los periodistas dejamos deseguir una información porque nos hanpagado. Otros que conocen mejor cómose mueve el negocio han comenzado arechazar a los medios que dejan ver

claramente cuáles son los interesespolíticos de sus dueños".

"Los medios de comunicación debe-mos defender la verdad por encima detodo fanatismo, incluso del fanatismo porla democracia, pero debe ser una verdadsustentada. Los medios que se han lan-zado como adoradores de la denun-ciología caerán como ídolos de pies debarro", afirmó Mujica.

La prensa ha abandonado su papelcombativo y se está conformando conser un elemento más de la crisis actualen la que la paranoia anticorrupción deantes se ha convertido "en una fachada(...) en un increíble estado de normalidadgeneral. (...) donde tendría que haberuna historia no hay sino chisme, la patéti-ca alegría que nos causa comprobar unasinvergüenzada (...) estos iconos quehemos proclamado en los últimos años,no pueden ser una historia. RECADI noes una historia, tampoco es una historiala pintoresca señora Ibáñez". Cabrujasasegura que la palabra en Venezuela seha deteriorado como resultado de la can-tidad de historias sin fin y sin resoluciónque sólo agregan datos a la larga docu-mentación de la impunidad. *

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