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COVADONGA, sencillez y hermosura Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado. (Ex. 3, 5) No encuentro mejor disposición para acercarnos a un lugar sagrado como es Covadonga. Podríamos recordar aquellas otras palabras de Jacob: qué hermoso es este lugar, no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo (Gn. 28, 17). Y es que ésta es la impresión de todo aquel que se acerca con fe a este lugar santo; es tan hermosa la naturaleza y la orografía del lugar que todo te lleva a la oración, a la contemplación. Imaginemos que tenemos que describir el lugar a una persona ciega que tiene que ver por nuestras descripciones, hablaríamos de montañas de roca caliza blanca, tapizadas de verde, un valle lleno de árboles que en esta época del año se llenan de todos los colores y tonos del otoño, pequeños ríos de aguas cristalinas, cascadas sonoras que llenan de alegría el rumor de la tarde. Pájaros de todo tamaño y color van lanzando sus trinos. Es fácil sentirse en el paraíso. Aquí, en este lugar hermoso, puso Dios su morada entre nosotros. Covadonga está situada en el extremo oriental de Asturias, cerca de Cangas de Onís. Es la puerta del Parque Nacional de los Picos de Europa, llamado en sus orígenes Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, el primero de España y uno de los pioneros espacios naturales protegidos de Europa. Estamos a 263 metros de altura sobre el nivel del mar. A los pies de un pequeño monte llamado Auseva y debajo de la Vega de Orandi se encuentra "la Santa Cueva" de Nuestra Señora de Covadonga a quien los asturianos decimos cariñosamente "la Santina". Paisaje, historia y fe se entrelazan y se dan la mano en este marco. La palabra Covadonga procede del latín cova (cueva) y dominica (señora): cueva de la Señora.

COVADONGA, sencillez y hermosura · de Orandi se encuentra "la Santa Cueva" de Nuestra ... que ya había compuesto su famosísimo “Cantemos al Amor de los Amores” como himno

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COVADONGA, sencillez y hermosura

Quítate las sandalias de los pies,

pues el sitio que pisas es terreno sagrado.

(Ex. 3, 5)

No encuentro mejor disposición para acercarnos a un lugar sagrado como es

Covadonga. Podríamos recordar aquellas otras palabras de Jacob: qué hermoso es este

lugar, no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo (Gn. 28, 17). Y es que ésta es la

impresión de todo aquel que se acerca con fe a este lugar santo; es tan hermosa la

naturaleza y la orografía del lugar que todo te lleva a la oración, a la contemplación.

Imaginemos que tenemos que describir el lugar a una persona ciega que tiene que ver

por nuestras descripciones, hablaríamos de montañas de roca caliza blanca, tapizadas de

verde, un valle lleno de árboles que en esta época del año se llenan de todos los colores

y tonos del otoño, pequeños ríos de aguas cristalinas, cascadas sonoras que llenan de

alegría el rumor de la tarde. Pájaros de todo tamaño y color van lanzando sus trinos. Es

fácil sentirse en el paraíso. Aquí, en este lugar hermoso, puso Dios su morada entre

nosotros.

Covadonga está situada en el extremo oriental de Asturias, cerca de Cangas de Onís.

Es la puerta del Parque Nacional de los Picos de Europa, llamado en sus orígenes

Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, el primero de España y uno de los

pioneros espacios naturales protegidos de Europa. Estamos a 263 metros de altura sobre

el nivel del mar. A los pies de un pequeño monte llamado Auseva y debajo de la Vega

de Orandi se encuentra "la Santa Cueva" de Nuestra Señora de Covadonga a quien los

asturianos decimos cariñosamente "la Santina". Paisaje, historia y fe se entrelazan y se

dan la mano en este marco. La palabra Covadonga procede del latín cova (cueva) y

dominica (señora): cueva de la Señora.

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No se ponen de acuerdo los historiadores en fijar con precisión el año de la llamada

Batalla de Covadonga, que dio inicio a la Reconquista, cuyo rango de fechas se mueve

entre los años 718 y 722. Las crónicas cuentan que un caudillo llamado Pelayo, ante la

inminencia de la contienda, acude a la Señora de la Cueva, a Ella le pide auxilio y

protección. Algunos historiadores incluso se atreven a decir que la imagen de nuestra

Señora es entonces una imagen de batallas y que el caudillo la lleva consigo. Empuña

también una tosca cruz de madera. Nuestra esperanza está en Cristo. Este pequeño

monte será la salvación de España. Así dice la Crónica de Alfonso III haciendo

memoria de este momento. Y así, apoyados en Cristo y con el auxilio de la Señora

vencieron en la batalla. Aquí en el monte Auseva, morada inmemorial de la Virgen,

renació la España de Cristo con la gran victoria de Pelayo y de sus fieles sobre los

enemigos de la Cruz.

La Santa Cueva

Desde sus comienzos hasta

finales del siglo XIX el culto a

Nuestra Señora tuvo lugar

exclusivamente en la Cueva. Su

colocación en el centro de un

paredón rocoso con un borde

superior que avanza coronado

de árboles la convierte en una

maravilla natural. El primitivo

santuario se adaptaba a la planimetría del muro y era todo de madera. El templo del

milagro se le llamaba, porque volaba suspendido casi en el aire, sostenido por vigas de

madera que se hincaban en los huecos de la roca. La primitiva imagen de nuestra Señora

se cree que era una imagen sedente al estilo románico. En la fatídica noche del 17 de

octubre de 1777 un devastador incendio arrasó todo el conjunto. Se quemaron la figura

de la Santina, los vasos y ornamentos sagrados y el mobiliario. Todo quedó reducido a

cenizas. La gruta quedó desolada, tristemente vacía y desnuda.

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La imagen y su coronación

La nueva imagen de la Virgen fue donada por el Cabildo de la Catedral de Oviedo el

17 de julio de 1778. Esta no es sedente, como la anterior, sino erguida y con el Niño

Jesús en su brazo izquierdo. La Virgen lleva una rosa en su mano derecha. Es, como

dice la copla asturiana, "pequeñina y galana". La imagen en el camarín reposa sobre una

peana con tres ángeles tallados, obra del imaginero y dorador valenciano Antonio

Gasch. Delante de Ella, a sus pies, está la Mesa del altar, cuyo frontal desarrolla el tema

de la batalla de Covadonga. Es obra de Juan José García, seleccionada para la II bienal

de Barcelona. En el centro está la imagen sedente de María, que con sus manos abiertas

evoca al orante que pone su confianza en el Señor. Sobre Ella las palabras latinas que se

traducen: se levanta Dios, huyen sus enemigos. Debajo de la Señora el guerrero Pelayo

y sus compañeros que son apoyados por los ángeles; en los carteles de esquina huyen

los sarracenos. Todo un resumen de lo acontecido. Detrás de la Imagen de la Santina

está la exedra con las imágenes de los reyes de la monarquía asturiana. A ambos lados

de la imagen de la Virgen hay sendas lámparas que reproducen las originales del

llamado tesoro de Guarrazar.

Para celebrar el decimosegundo centenario

de la victoria de Pelayo, que entonces se

situaba en el año 718, se propuso la

Coronación canónica de las imágenes del

Niño Jesús y de Nuestra Señora. El 17 de

septiembre de 1917 se encargó la obra de las

coronas a los Talleres de Arte Granda,

fundados y dirigidos por el sacerdote

asturiano de Pola de Lena D. Félix Granda

Buylla, que realizó una obra fabulosa en las

dos coronas con donativos aportados

principalmente por los asturianos, pero

también provenientes de otros muchos

lugares.

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El día 8 de septiembre de 1918 la Virgen de Covadonga es coronada canónicamente

por el Cardenal Victoriano Guisasola, en presencia del obispo diocesano Francisco

Baztán y Urniza, del Rey Alfonso XIII, de la reina Victoria Eugenia, del Príncipe de

Asturias y del gobierno nacional. Las coronas del Niño Jesús y de la Virgen son de oro

y platino, con esmaltes azules e ingente cantidad de piedras preciosas que las hacen

unas obras de singular belleza y de alta orfebrería.

Como no podía faltar la música en aquél acontecimiento tan relevante, se convocó

un concurso para elegir el himno oficial a la Virgen de Covadonga. Se presentaron tres

obras de los más famosos y competentes compositores de música religiosa de entonces:

Juan Ignacio Busca de Sagastizábal, Nemesio Otaño y José María Beovide. La partitura

premiada, sobre letra del padre agustino Restituto del Valle, fue la del claretiano Busca

de Sagastizábal, que ya había compuesto su famosísimo “Cantemos al Amor de los

Amores” como himno del XII Congreso Eucarístico Internacional (Madrid 1911)

Centenario y Año Santo

Precisamente el centenario de aquel acontecimiento es el que ha motivado la

celebración del Año Santo de la Coronación con el lema: "Madre y Reina". Un jubileo

es un tiempo de gracia en el que se nos da la posibilidad de comenzar de nuevo

aprovechándonos de los dones que Dios concede en esta ocasión. En este jubileo

extraordinario se nos concede indulgencia plenaria. "La indulgencia es la remisión ante

Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un

fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la

Iglesia, la cual como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad

el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos" (Catecismo de la Iglesia

católica n. 1471). La indulgencia plenaria sólo se puede obtener una vez al día. Se puede

aplicar para sí mismo o bien por los fieles difuntos. Para conseguirla es necesario

observar los siguientes pasos: Confesión y Comunión sacramental, recitación del credo

de nuestra fe, orar por las intenciones del Santo Padre, al menos un Padrenuestro y un

Avemaría, y en nuestro caso, no teniendo puerta santa, visitar la Santa Cueva y allí

hacer un rato de oración ante la Santina.

El Santuario ofrece siempre, pero especialmente este año, ayuda para un verdadero

encuentro con Cristo. En ese sentido son fundamentales el compromiso de la

conversión, ratificado en el sacramento de la reconciliación, y la celebración de la

Eucaristía, culminación de toda peregrinación. Ante tantos regalos de Dios sólo cabe

una gran acción de gracias que implique también un serio compromiso de caridad para

con todos.

El Año Santo fue inaugurado el pasado 8 de septiembre de 2017 en una solemne

Eucaristía presidida por el Cardenal Arzobispo de Valladolid y presidente de la

Conferencia Episcopal Española, Monseñor Ricardo Blázquez. Desde ese día hemos

entrado en el camino de bendición que supone un Año Santo, el año santo de la

Coronación. Los primeros pasos son siempre lentos y balbucientes pero podemos decir

que en Covadonga estamos notando y dejando constancia del paso hermoso de la gracia

de Dios, pues son muchísimas las personas que se acercan al sacramento de la

confesión, en muchos casos después de años de no hacerlo, para ganar el jubileo. Se

nota, y mucho, la afluencia de personas que en grupo o de manera individual vienen con

el fin jubilar: parroquias, familias enteras, grupos de amigos... y no sólo de Asturias,

sino de toda España y de muchos rincones del mundo. Peregrinos que llegan de México,

Puerto Rico, Colombia, Argentina, Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania... y

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muchos hermanos de Portugal. Lo hacen utilizando todo tipo de vehículos, coches,

motos, caravanas, bicicletas, caballos... y autobuses de toda gama y color.

Se nota que la afluencia va creciendo con motivo del Año Santo. Los pasados días

en torno al 12 de octubre han sido de máxima concentración de visitantes ¡como en

pleno verano! Muchas personas vienen también uniendo su peregrinación a la de

Liébana, viviendo así los Jubileos de la Santa Cruz y el de la Coronación.

Por el Santuario, desde el comienzo del Año Santo, ha pasado la Institución

Teresianas, renovando su "voto" y compromiso con Covadonga. Al inicio del curso

estuvieron los profesores y educadores cristianos que aquí han recibido de manos del Sr.

Arzobispo el "Envío" de su misión. También se hicieron presentes ese mismo fin de

semana los hermanos presos y todos los que trabajan en esta pastoral, que recorrieron a

pie parte del camino de Covadonga para postrarse ante la Santina implorando la libertad

tan deseada y un curso lleno de paz. Han pasado también los miembros de la

Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes, enfermos, discapacitados, cuidadores.... nos

queda el compromiso de hacer un Santuario accesible para todos, sin barreras ni

condicionantes.

Son también numerosas las parroquias y colegios de nuestra diócesis que van

peregrinando para ganar la gracia del Jubileo. Por el Santuario han venido con su alegría

desbordante los grupos y cofradías rocieras de la Diócesis. Son muy numerosos los

obispos que van peregrinando estos

días, de Perú, Colorado EE.UU.,

Puerto Rico, Francia... Llama

también la atención los muchos

coros que acompañan a parroquias o

asociaciones para cantar en la Misa,

principalmente sábados y domingos.

Así va transcurriendo el Año

Santo… Nuestra Santina va tocando

corazones mostrándose Madre y

Reina. Con paso firme la lluvia fina

de la gracia de Dios va haciendo su

trabajo contando siempre con

nuestra respuesta. En Covadonga

estamos siempre para acoger y

servir, haciendo que todos se sientan

verdaderamente en casa y vuelvan a

sus hogares transformados por el

verdadero encuentro que alienta y

dignifica.

Y a lo largo de todo este curso

por aquí pasarán todas las

delegaciones y parroquias

diocesanas. Se espera una gran

concentración de jóvenes a modo de

Jornada Archidiocesana de Juventud

en el mes de julio. Encuentro de Vírgenes Consagradas de toda España del 7 al 11 de

agosto. Una Semana mariológica en el mismo mes. Y miles y miles de personas que

llegan, podemos decir, a toda hora a este lugar santo, pues se calcula que por

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Covadonga pasan anualmente cerca de dos millones de personas. Es verdad que no

todos los que se acercan al Santuario lo hacen con un sentido de fe, son muchos los

turistas, incluso los excursionistas que queriendo hacer alguna ruta o simplemente subir

a los Lagos se acercan a visitar a la Virgen. Todo ayuda, la naturaleza es sin duda una

vía de acercamiento al Creador y sólo Dios conoce verdaderamente el corazón y el

momento de cada persona. Por eso un valor que tratamos de no descuidar nunca es la

acogida, que todo el que llegue aquí encuentre un rosto amable que le recibe, le escucha,

le atiende. Y si puede ser con la ventana de la sonrisa siempre abierta mejor que mejor.

La Basílica

Pero habíamos interrumpido la descripción del lugar y nos falta presentar la

Basílica. En 1872 el obispo don Benito Sanz y Forés, valenciano de origen, visita

Covadonga y queda entristecido ante la pobreza y abandono del lugar. Desde ese

momento toma la decisión de levantar un templo digno y espacioso para el culto a

Nuestra Señora. El lugar elegido para edificar es el cerro del Cueto que está enfrente de

la Santa Cueva. Y finalmente elige el diseño elaborado por el famoso "alemán de

Corao" Roberto Frassinelli, frente al de Ventura Rodríguez, que prefería el Cabildo.

En 1877 comienzan las obras del nuevo templo, acometiendo el colosal desmonte

del cerro. El primer barreno lo encendió el 22 de julio de ese año el Rey Alfonso XII. El

11 de septiembre de 1877 el obispo Sanz y Forés bendice y coloca la primera piedra.

Ésta y las restantes que componen la estructura del templo pertenecen a un tipo de

caliza rosa, extraída de la cantera de Peñalba, que desde entonces se denomina

precisamente “rosa Covadonga”.

Se construye la cripta, pero el obispo Sanz y Forés es trasladado entonces a

Valladolid. El 27 de junio de 1884 entró en Oviedo como obispo Ramón Martínez

Vigil, dominico natural de Tiñana (Siero). Enseguida reanuda las obras, y encarga los

planos al arquitecto Francisco Aparici y Soriano. Por fin el día 7 de septiembre de 1901

es consagrado el nuevo templo. León XIII lo eleva a categoría de basílica menor.

La Basílica es sin duda un templo de singular belleza, su emplazamiento y lo airoso

de su construcción llaman la atención de todo el que llega a este lugar. El marqués de

Lozoya en su Historia del Arte Hispano afirma: la nobleza de sus proporciones hace de

ella uno de los más bellos edificios que se construyeron en su tiempo en Europa.

La planta de la Basílica es una cruz latina con tres naves de 54 metros de longitud,

separadas por seis arcos. La elevada nave central avanza flanqueada por las dos laterales

más bajas. Otra nave transversal forma el crucero. El templo culmina su desarrollo en

tres ábsides bellísimos. El pórtico está formado por una triple arcada, sostenida por

haces de columnas coronadas por capiteles de muy elaborada factura. Ahí están

colocados los bustos de los obispos constructores: Benito Sanz y Forés a la derecha y

Ramón Martínez Vigil a la izquierda, esculpidos por Mariano Benlliure.

La Basílica de Covadonga está dotada de tres ábsides proporcionales al tamaño de

las naves que rematan. El central es semicircular y está coronado por una bóveda de

crucería en piedra. Bajo la Mesa del Altar hay una arqueta de plata con reliquias de

Santos: san Melchor de Quirós, primer santo asturiano, san Basilio y san Atanasio. A

los lados del altar mayor hay dos cuadros dignos de ser destacados, uno representa la

Proclamación de don Pelayo, obra de Luis Madrazo, y el otro es una Anunciación,

atribuida a Vicente Carducho. En medio del presbiterio está colocada una réplica de la

Cruz de la Victoria, la cruz de Pelayo, cuyo original está en la Cámara Santa de la

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Catedral de Oviedo. Quizá nuestros ojos se queden prendados de una obra de Juan

Samsó: es un acercamiento a lo que sería la más primitiva imagen de Covadonga. María

aparece como trono de la Sabiduría que nos ofrece al Niño Dios. El rostro

contemplativo y sereno de Nuestra Señora le hace una obra de singular belleza.

En el ábside izquierdo de la Basílica esta situada la Capilla del Santísimo

Sacramento. El Sagrario es otra pieza realmente preciosa. En su puerta de nuevo la Cruz

de la Victoria; de ella brota un torrente de agua viva, sosteniendo la cruz el tetramorfos,

los cuatro evangelistas. La cruz de la puerta fue concebida por el artista Antonio

Miranda y realizada por los talleres ovetenses del afamado platero Pedro Álvarez. El

ábside derecho es actualmente la capilla de san Pedro Poveda, que fue canónigo en este

Real Sitio, aquí tuvo la inspiración de la fundación de la Institución Teresiana. La

imagen del santo, realizada en bronce y policromada, obra del artista asturiano Vicente

Santarúa, fue colocada y bendecida en el año 2007. Delante de su figura, una pequeña

arqueta contiene algunas de sus reliquias. Hay que decir que este lugar había

anteriormente una magnifica escultura, actualmente en la cripta de la Basílica, que

representa a Nuestra Señora entregando el Rosario a Santo Domingo de Guzmán.

Las Congregaciones Religiosas

En el Santuario de Covadonga están presentes dos congregaciones religiosas: las

Hijas de Santa María del Corazón de Jesús que se encargan fundamentalmente de la

Casa de Ejercicios, un lugar de recogimiento y de oración donde podemos acudir para

días de retiro, Ejercicios Espirituales o descanso, sucediendo a las Esclavas del

Inmaculado Corazón de María, congregación diocesana que durante varios decenios

ejerció esta misión. Las Carmelitas Misioneras del Espíritu Santo es la otra

congregación, de origen brasileño, que se encarga de la Escolanía. Actualmente hay

unos treinta escolanos que aquí viven y se forman en la música; diariamente cantan al

caer la tarde una salutación a la Virgen y los sábados y domingos la Misa mayor en la

Basílica. También reseñamos en este apartado la presencia de las Teresianas que

actualmente prestan un servicio de colaboración en la Escolanía, amén del cuidado de la

Imagen de la Santina en la Santa Cueva y el mantenimiento de la “Casina” o casa

fundacional de la Institución Teresiana, que conserva muchos recuerdos del fundador.

También hay en el Real Sitio alojamientos pensados sobre todo para grupos de

jóvenes, como son "el Mesón" y "el Albergue", dotados de todo lo preciso para pasar

unos días de convivencia y oración en el Santuario. El Santuario ofrece también locales

y comedores, donde parroquias y grupos de un sólo día de paso pueden utilizarlos para

reuniones o comidas. Hasta aquí la descripción del Santuario y lo que ofrece.

Santos y grandes figuras en Covadonga

Los días 20 y 21 de agosto del año 1989 están marcados para siempre en la historia

de Covadonga con la visita del Papa san Juan Pablo II. Era su tercer viaje a España,

llegó a Covadonga en la tarde del día 20. Al día siguiente celebra la Santa Misa en la

plaza de la Basílica. Covadonga es una de las primeras piedras de una Europa cuyas

raíces cristianas ahondan en su historia y en su cultura. El reino cristiano nacido en

estas montañas puso en movimiento una manera de vivir y de expresar la existencia

bajo la inspiración del Evangelio, fueron algunas de sus palabras en la homilía. Mas

tarde realizó un paseo en torno a los Lagos de Covadonga, paseo que calificó el segundo

más hermoso que había hecho en su vida, admirando y contemplando con gusto la

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mano del Creador. La experiencia vivida en aquellas horas le acompañará toda su vida.

El actual rey de España, Don Felipe VI, siendo Príncipe de Asturias, explicó al Pontífice

que Covadonga es signo de identidad que une a los asturianos por encima de las otras

diferencias. Juan Pablo II le contestó aludiendo a las banderas americanas que se alzan

en la basílica como signo de unión de entre España y América, ante la cercanía del V

Centenario del Descubrimiento.

También pasó por aquí el Cardenal Angelo Giuseppe Roncalli, futuro Papa Juan

XXIII, el santo Papa bueno. Estuvo en Covadonga el 20 de julio de 1954. Suya es la

definición de Covadonga como: "sonrisa de la naturaleza". Le regalaron una imagen de

la Santina que puso en su habitación en Roma: yo amo a la Santina como la amáis

vosotros los asturianos. Para Ella es mi primera oración al despertar cada mañana.

Así se le recuerda en una óvalo cerca de la Santa Cueva al coronar la escalera de las

promesas.

Aquí estuvo más de una vez San Melchor de Quirós, dominico protomártir

asturiano, obispo de Tonkín, descuartizado por mantener la fe, el 28 de julio de 1858.

San Pedro Poveda vivió en Covadonga, donde fue canónigo entre los años 1906 y 1913

y aquí funda la Institución Teresiana. San Antonio María Claret, después de recorrer

apostólicamente toda Asturias, peregrino de la Santina, celebró la Eucaristía en la

Santa Cueva el 28 de agosto de 1858. También estuvo en el Santuario el “obispo de los

Sagrarios abandonados”, san Manuel González, en el verano de 1920.

El agua, símbolo de la Gracia divina

El agua junto con una naturaleza desbordante es uno de signos de Covadonga. Sin

duda alguna el agua más llamativa es la que cae debajo de la Santa Cueva. Procede de la

Vega de Orandi, cuyo terreno, de formación kárstica, forma agujeros por los que el agua

se precipita y sale formando diversos chorros que por todos son celebrados. Nos

recuerdan la lluvia de la gracia, que en este lugar santo se derrama de una manera

desbordante y generosa sobre nosotros.

Hay también dos

fuentes que llaman la

atención en el Santuario:

una es la Fuente de los

Siete Caños, llamada

popularmente fuente del

matrimonio, según recoge

una copla del folclore

popular asturiano que dice:

"La Virgen de Covadonga

tiene una fuente muy clara;

la niña que de ella bebe

dentro del año se casa". La

otra fuente esta situada a la

vera de la llamada "vía

sacra". Menéndez Pidal la

compuso de dos cuerpos,

un basamento robusto y

majestuoso, de nueva

factura, y un antiguo canapé de la época de Carlos III.

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La fuente consta de un solo caño que siempre está derramando agua, el agua

cristalina y pura que apaga la sed del sediento, el agua que purifica y limpia y que tantas

evocaciones tiene para todos. Serían interminables las citas bíblicas que guardan

relación con el líquido elemento. La fuente manando agua que no puede faltar en ningún

Santuario.

Covadonga hoy desborda todos los límites, no sólo es un santuario de Asturias, lo es

nacional y cada vez más internacional. Los peregrinos llegan de todas las latitudes. Es

verdad que no todos los que llegan a Covadonga lo hacen con motivación religiosa.

Pero todos de alguna manera quedan tocados por este lugar hermoso que respira paz.

Nadie vuelve de Covadonga igual que vino. Muchos son los que al llegar ante la Santina

se derrumban, no hay límites de edad, ni condiciones. Ella es Madre, yo le miro y Ella

me mira y comienza ese diálogo de cordón umbilical que sólo entienden Madre e hijo.

El conocimiento de un paraje tan hermoso y sublime termina generando afecto.

María siempre nos lleva a Cristo. Ella, podemos decir, no se apropia de la persona sino

que la conduce al verdadero encuentro con el Señor. Ella nos repite "haced lo que El os

diga". María es también la Virgen que sirve, que sube aprisa a la montaña para ayudar,

para echar una mano, para sostener y alentar. Quien pasa por Covadonga está llamado

también a comprometerse, a servir en la caridad a los hermanos. Ella no vive para sí,

toda su existencia esta abierta a Dios y dispuesta para los demás, siempre atenta: "no

tienen vino" (Jn. 2,3). Ella es experta en el dolor y siempre madre: junto a la cruz de

Jesús estaban su madre (...) dijo a su madre: mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al

discípulo: ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió como algo

propio" (Jn. 19, 25 ss). Ella es la Virgen que sostiene la oración de la Iglesia: todos

perseveraban unánimes en la oración junto con María la madre de Jesús (Act 1, 14).

Ella intercede permanentemente por nosotros y nos alienta en el camino.

Paloma mía que habitas en los huecos de la peña, déjame ver tu figura, déjame oír

tu voz (Cant. 2, 14). María es belleza de Dios, la Santina que contemplamos en la Santa

Cueva, a Ella le pedimos constantemente que nos deje ver su figura y nos deje oír su

voz. Decir Covadonga es decir María, es evocar el Arca de la Alianza nueva, es sentirse

en casa, la casa de la Madre, la casa de todos, donde nadie es extraño. Covadonga es

refugio y meta de peregrinación, es aliento de esperanza. Es santuario, lugar de la

presencia de Dios, donde a través de la belleza de un paisaje único y conmovedor tantas

personas llegan a El. Donde es fácil orar porque todo te ayuda al encuentro sereno y

pleno de quien te regala una palabra de confianza y alegría.

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Santina de Covadonga, tú

brillas en la altura más bella que

el sol y nos muestras a Jesús,

bendito fruto de tu vientre, como

hogar acogedor.

Sabiéndonos pobres en nuestra

vida te pedimos nos ayudes a

tomar por guía el Evangelio,

animados con el gozo de la

resurrección.

Reina de nuestra montaña,

aviva en nosotros una entrega

generosa que se haga caridad

ardiente como expresión sincera

de fraterno amor.

Así los hijos de esta Iglesia que

peregrina en Asturias, serán

para ti corona de bendición y

nuestra tierra se llenará de la

alegría del Señor.

Madre de Cristo, ruega por

nosotros, ahora y en la hora de

nuestra muerte para poder

participar en el banquete del

Hijo de tu amor, que vive y reina

por los siglos de los siglos.

Amén.

(Oración del Centenario de la

Coronación)

José Juan Hernández Déniz1

1 Nació en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias. Licenciado en Teología dogmática por la Universidad

Pontificia de Comillas, ha realizado también estudios de Teología Espiritual y formación de Director de

Ejercicios Espirituales. Ordenado sacerdote en Astorga (León) el día 20 de junio de 1992. Desde

septiembre del año 2016 el Arzobispo de Oviedo le nombra Canónigo del Real Sitio y Colegiata de

Covadonga, donde ejerce el ministerio actualmente acogiendo a los peregrinos y atendiendo a cuantos

pasan por este lugar de gracias. Es el canónigo penitenciario del Real Sitio.