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1 PEDRO M. CÁTEDRA JESÚS D. RODRÍGUEZ VELASCO CREACIÓN Y DIFUSIÓN DE <<EL BALADRO DEL S JO MERLÍN>> (Burgos, 1498) - SALAMANCA 2000

CREACIÓN Y DIFUSIÓN DE

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PEDRO M. CÁTEDRA JESÚS D. RODRÍGUEZ VELASCO

CREACIÓN Y DIFUSIÓN DE <<EL BALADRO DEL S JO MERLÍN>>

(Burgos, 1498)

- SALAMANCA 2000

CREAC IÓN Y DIF'USIÓN D I~ <<EL B1\LADRO DEI_. St\BIO MI-·:lU ... ÍN>>

PUBLICACIONES DEL SEA1YR est11dios y ensayos

serie chica

3

Director Pedro ~1. Cátedra

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, PEDRO M. C.l\TEDRA

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JESUS D. RODRIGUEZ \TELASCO

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CREACION Y DIFUSION DE ,, <<EL B RO DEL SABIO MERLIN>>

(Burgos, 1498)

SEMINARIO DE ES'f UD IOS MEDIEVALES Y RENACENTIS'f AS

SOCIEDAD ESPAÑOL\ DE 1 llS'fORIA DEL LIBRO SOCIED1\D DE ES~fUDIOS f\fEDIEV.ALES \' REN1\ CEN·nsi·1\S

MM

C Pedro M. Cátedra García © / esi4s _D. Rodríguez Ve/asco J.S.B.N .. 84 - 920305 - 4 - 2 Depósito Legal: S - 161 - 2000

Gráficas Cervantes, S.A. Salamanca (España)

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TABLA

Nota previa [ 9-1 o]

1. Merlín y fa mili a [ 11-33]

2. El baladro del sabio Merlín con sus profecías-. composición de un avatar

[35-59]

3. Ficción caballeresca en el paso del manuscrito al impreso: la recepción de El baladro del sabio Merlín

[ 61-94] , Indice onomástico

[ 95-99]

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NOTA PREVIA

Este estudio es, con leves diferencias, el que con el título de <<El baladro del sabio MerlínJ> y su contexto li­terario y editorial, se estampó el año pasado como par­te del volumen de estudios y transcripción que acompaña a la edición en facsímil del Baladro publi­cado por el impresor Juan de Burgos en 1498. Ese tomo se completaba con un excelente estudio mate-, rial de Ramón Rodríguez Alvarez, director de la Biblioteca Universitaria de Oviedo, en donde se cus­todia el único ejemplar conocido, y con la cuidadosa edición de María Isabel Hernández González 1.

Alg11nas personas hicieron posible que este estu­dio estuviera menos descabalado de lo que puede apreciar el lector. Es, por ello, de justicia agradecer su amable paciencia especialmente a Paloma Gracia Cuenca y María Isabel Hernández González, quienes con Bienvenido Morros, Juan Manuel Cacho Blecua,

1. La edición \'Ío la luz merced a los desvelos de la gijonesa editorial 1~rc.-a y con el patrocinio de la Hermandad de Empleados de Cajastur.

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10 CÁ·l~DRA & RODRÍGUEZ VELASCO

Rafael Ramos Nogales, María Luisa López-\ l idriero, Anastasio Rojo, Fernando Bouza, Isabel Aguirre e Isaac Vázquez, facilitaron no poco la tarea de los autores.

, ,

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, 1. MERLIN Y FAMILIA

El baladro del sabio Merlín con sus profecías es uno de los variados y peculiares testimonios de la literatura artúrica presentes en la Península Ibérica.

Es difícil saber cuándo y de qué modo los mitos artúricos penetran en nuestro dominio. Por lo que se refiere a la zona más oriental, Cataluña y el reino de Aragón, los testimonios de la leyenda remontan al primer cuarto del siglo XIII y son, principalmente, li­terarios. Es el trovador noble Guerau IV de Cabrera el que en el sirventes-ensenhamen (c. 1200) a su juglar Cabra menciona algunos héroes de la leyenda, Artu­ro, Tristán, Iseo, entre otros. El testimonio tiene interés en la medida que, por lo que parece, la selección de Guerau está fundamentada en la ca­nonización de estos temas: el trovador establece no una lista de estrictas novedades literarias, sino la plétora de textos que conforman a esas alturas una moda literaria bien asentada. Por lo que respecta a la figura de Merlín, el protagonista de nuestro Baladro, surge, como referencia literaria, en torno a 1190, con la primera alusión del trovador Bertran

1 1

12 CÁ1.EDllA & RODRÍGUEZ VELASCO

de Born2. No es ésta circunstancia de mayor relieve,

en la medida que muchas de las referencias de ese

mundo ar túrico pueden tener un implante oral, so­

bre todo en los tiempos más lejanos y anteriores a la

difusión escri ta en lengua vulgar documentada3.

Datos, sin embargo, precisos y que interesaron a

los cronista s medievales son indicio también de la

entrada 'autorizada' de las leyendas artúricas como

historia. Así, el autor de una de las crónicas navarras,

de finales del siglo XII o principios del XIII, consigna

que en el año de 542 << fizo la bataylla al rey A rtuyss

2 I-Iay que tener en cuenta que las referencias a Tristán en este ensenhamen son sólo supuestas, y en cuanto a la leyenda artúrica, sólo un ' 'erso de Cabrera menciona a Erec, protagonista de la no\·elita homónima de Chrétien de Troyes. F. Pirot, Rechen·hes sur le.r co11nais.rant:e.r lilliraires des tro11bado11r.r ot:c,ilatts el calalans des X lf et Xllf siecle.r. L.es (<stn'entes-ense11hamens)) de G11era11 de Cabrera, G11ira11I de Calan.son el Bertrand de Parir, Barcelona: Real Academia de Buenas Letras, 1972, págs. 469 y sigs., sitúa el texto de Cabrera ' 'arios decenios antes de la fecha indicada, que es la que p ropone J. Ro­dríguez Velasco, Castigos para celosos, cons~jos para j11glare.r, Madrid: Gredas, 1999, págs. 223-229. }Jara algunas de estas referencias, ' 'éase el clásico libro de W. J. Ent:\vis tle, #f he Arl11na11 I....ege1td in the ulerat11res q¡· lhe .fpani.rh Penin.s11/a, I.iondres-' l 'oronto & N ue::\'a York: D e::n t & Sons & 12. P. Dutton, 1925, págs. 7 y sigs.

3. V 61.se para este asunto R. S. J_.oomis, <<'fhe Oral Di ffuss ion of the r\rturian Legen<l>>, en el \·olumen colecti\'O imprescindible editado po r el mismo Loomis, Arl11na11 J_,iterat11re in the Middle Age.r. A Collaborati\•c 1-ljstory, Oxford: Clarendo n Press, 1959 [1979], págs. 52-63.

• «l~I. BAl~ADRO Dl::I . SABIO MEili.IN» 13

con Modret Equibleno>>4. Nos estamos moviendo en

fechas en las que algunos a con tecimien tos históricos referentes a Castilla podrían haber beneficiado el interés por estos temas; se recuerda, por ejemplo, el matrimonio que en 1170 Alfonso VIII de Castilla contrajo con Leonor de Inglaterra, hija de Enrique II Plantagenet y de Leonor de Aquitania5

. El primero fue el destinatario de la obra fundacional merliniana Historia Regum Britanice, de Geoffrey de Monmouth, y Leonor activó en su entorno una vida literaria de la que es, sin duda, emblema el libro que lee yacente en su hermoso sarcófago hoy en la abacial de Fon­tevraud. La hija mantuvo siempre buenas relaciones con su hermano Ricardo Corazón de León y la ma­dre vino incluso a Castilla con motivo del casamien­to de su nieta Blanca de Castilla con el futuro rey de Francia Luis \TIII (1200) . En ese entorno, precisa­mente, es donde se empiezan a fijar muchas tradicio­nes orales por escrito.

Litera tura, arte y vida se enlazarían en la repre­sentación de estos primeros pasos de la leyenda artú-

4. A. Ubieto Arteta, Crónicas na\·arras, Valencia: Anúbar, 1964, pág. 40 (apud D. ~Iook en el \'Olumen c1tado más abajo).

S. Véase Ent\vistle, op. cit., págs. 31 y sigs. Repite la especie Mª. R. Lida de Malkiel, <<l ... a literatura artúrica en España y Portugab>, en sus Esl1fdio.r de literalura española .Y comparada, Buenos Aires: Eudeba, 1966, . págs. 134-135 f \'ersión españo la del trabajo publicado en Loomis, op. cit. J.

14 CÁlEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

rica tutelados en España por la vida literaria de allen­de los Pirineos. Es posible, así, que en la Porta Fran­cigena de la Catedral de Santiago esté representado Tristán en un relieve de comienzos del siglo XIII6

.

En un hermoso librito, David Hook ha estudiado y publicado la onomástica artúrica española más anti­gua. Entre 1122 y 1151 firma como testigo de una

transacción un cierto <<Artus que alio nomine nuncu-pa tur Arnald>> y otro Artus Arnal Ponz comparece entre 1154 y 116 7 en el mismo cartulario de un mo­nasterio pirenaico. En León, figura Martín Galván en torno a 1136-1159. Más nos llama la atención que en 11 71 un ivferlín aparezca en Sahagún encargado del <<o rto de don Alfonso>>, que, por tanto, sería adulto en esa. fecha; Merlines los hay por los mismos años en Portugal7.

Estos primitivos testimonios onomásticos nos muestran más que la popularidad extensa de un gé­nero, las fechas en que acaso empezaban a tener im­pacto es tas historias, que no siempre coinciden con las de los testimonios literarios e históricos de los que la crítica ha hecho mérito. No debe ser pasado por alto el hecho de que las primeras referencias poéticas peninsulares sean portuguesas, lo que es

6. \ !¿-ase S. Moraleja, <<Artes figurativas y artes literarias en la [~spaña medie\'al: románico, romance y romaru>, Boletín ck la Aso,:ia<.ión E11ropea ck Profl.ron.r de E·spaño~ 17 (1985), pág.;. 66-68.

7. D. 1-loo~ 'Jr.x f]arliesl Art/;11n'a11 Name.r in Spain a1id Po1t1¡gal, Saint 1\lbans: el autor, 1991 (rontainc Notrc Dame, I).

1

-- .. . - - -- . "' -- - .. - .. - - - - .. - -- --~- - - - --,

• «EL BALADRO DEL. SABIO MERLIN» 15

muy significativo -desde la perspectiva del estudio de la implantación y difusión en lenguas peninsulares de los temas artúricos, en especial del llamado ciclo de la Post-Vulgata, al que se suele adscribir nuestro Bala­dro. Un trovador de la corte de Alfonso III de Portu­gal, Martín So ares, alude en una de sus cantigas de escarnio a un episodio del Lancelot que no se conser­va en las traducciones peninsulares más tardías, por lo que se ha supuesto una traducción portuguesa muy antigua, aunque no sea necesaria para el conoci­miento por parte de 'especialista'8. De Alfonso X se espigan también algunas referencias a Arturo y a 1Vferlín, que no siempre se pueden poner en relación con los textos romances, pues se pueden explicar por otras fuentes latinas e, incluso, orales.

Si el protagonista del Baladro parece haber presta­do nombre tan tempranamente a un leonés, será a resultas de la repoblación franca en la zona y, sólo quizá, del interés que por entonces se empieza a . documentar. Pero <<el nombre de Merlín, o su equi­valen te galo Myrddin, no aparece en ningún texto que se pueda datar con certeza antes de 1134, año en el que Geoffrey de Monmouth publicó sus Profetice

8. Véase para ésta y o tras menciones a las que en seguida nos referimos 1-I. L. Sharrer, <<La materia de Bretaña en la poesía

gallego-portuguesa>>, en A clas del I Co1igreso de la Asociació11 1-lispánica de u ·1erat11ra Medie1'(J4 ed. de V. Beltrán, Barcelona: PPU, 1988, págs. 561-569.

16 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

Merlini>>9. Sí, sin embargo, varias leyendas fraguaron

en poemas breves galeses de entre los siglos XII y XV, que en su mayoría desarrollan asuntos relaciona­dos con el carácter profético y la función histórica de Merlín 10

.

Aunque los primeros testimonios hispanos pudie­ran estar relacionados con tradiciones orales, parece, si embargo, que el impacto principal es literario y, como en otros ámbitos, debido a la difusión de las obras de Geoffrey de Monmouth, que fue quien dio carta de naturaleza historiográfica a los personajes artúricos, empezando primero por Merlín y luego por su rey Arturo. Precisamente, la primera obra que parece difundió fueron las Prophetia Merlini (c. 1135), tomadas de las tradiciones gaélicas y luego rein ter­pretadas desde la perspectiva de una historia actual de tipo retributivo con amplio implante nacionalista; en ellas Merlín profetizaba el derrocamiento de los sajones y la destrucción de su reino de Inglaterra, con el resurgimiento del poder celta, sintomática­mente dedicado al normando Enrique I Beauclerc.

Esta obra se incorpora después a la Histon·aRegum Bn'tannia (c. 1138) en un punto clave del desarrollo de la historia, en que los elementos simbólicos y ale­góricos, fundamentales en toda la leyenda merlinia-

9. Paul Zumthor, Merlin k Prophete. [Jn theme de la littérat1m polimiq11e, de l'histon'ographie el de.r roman.r, Lausana: Payot, 1943.

10. A. O. H. Jarman, <<'lne Welsh Myrddim Poems>>, en Loomis, Arl11rian LJ1mll11n ... , págs. 20-30.

, «EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 17

na, se disparan. Dice Geoffrey: <<No había yo llegado aún a este punto de mi historia [los dragones en los cimientos de la torre de Vortegirn] cuando, en razón a lo mucho que se hablaba acerca de Merlín, me ins­taron a hacer públicas sus profecías contemporáneos míos de todas las provincias, y especialmente Alejan­dro, o hispo de Lincoln, barón de la más alta piedad y sabiduría [ ... ] de modo que, queriendo satisfacer su curiosidad, traduje las profecías y se las envié con una carta [ ... ]>>11

. Esta reescritura nos da al mismo tiempo dos datos importantes: en primer lugar, cier­to reconocimiento público de la historia de Merlín, del que, al parecer, se habla por todas partes; en se­gundo, las primeras demostraciones de la incorpora­ción de la narración legendaria de Merlín en un sistema literario de carácter cíclico que perseguirá a todas las manifestaciones posteriores de la leyenda en su expresión vulgar.

Pero la acción de Merlín en la obra de Geoffrey, sin ser protagonista, ocupa un importantísimo lugar en la narración correspondiente al rey \ lortegirn y a

, los sucesores Aurelio Ambrosio y su hermano U ter Pendragón. Durante el reinado del primero, acosado por los sajones, se decide la construcción de una to­rre fortísima que, sin embargo, no conseguía conso-

11. Cito por la trad. de Luis Alberto de Cuenca, Geoffrey de Monmouth, 1-lisloria de los Rrye.r de Britania, Madrid: Siruela, 1984, p. 109. Véase la edición latina de N . Wright, The «Historia Reg11m Britannill!>) of Geojf rry of Monmo11lh, Cambridge: Bre\ver, 1985.

18 CÁT EDRA & RODIUGUEZ VELASCO

lidar sus cimientos. Los magos del rey le recomien­dan que los fortalezca con la sangre de un hijo sin padre. El azar los lleva a sorprender una pelea entre niños, en la cual uno, Dinabucio, recuerda a Merlín que no puede disputarle su nobleza precisamente él, que nunca ha tenido padre. Toman a Merlín y a su madre y los llevan a la corte, donde el chico acaba tomando la iniciativa y dando consejos al rey para que solucione el problema; no como los ignorantes magos h~n dicho, sino excavando debajo de la torre y viendo que hay un lago y debajo de él dos piedras que esconden sendos dragones, uno blanco y otro rojo, durmiendo. Descubiertos, despiertan y luchan entre sí, y Merlín explica el sentido de esta lucha, que sirve para embocar el rosario de profecías que es el primero de los libros mencionados de Geoffrey. Merlín es guía también de la transición entre el reina-

, do de Vortegirn y de AU;relio Ambrosio y U ter Pendragón. En beneficio del primero interviene so­lucionando la construcción del monumento en re­cuerdo de los caídos enterrados en el monte Ambrio, después de haber ido a buscar y conseguido embar­car por sus propios medios los monumentos megalí­ticos del monte Kilarao ¿Stonehenge? . Como en el caso anterior de Vortegirn, también es en algu­na medida el intermediario en el cambio de monarca, pues es el intérprete del sentido de un cometa que anunciaba la muerte de Aurelio Ambrosio. En bene-, ficio de U ter interviene para que culmine sus deseos

. - -

,

«El.J BALADRO DEL SABIO MERLIN» 19

adulterinos con Igerna, la esposa del duque de Cor­nubia, transformando a aquél en el aspecto de éste.

Son sólo éstos los episodios de la Historia Rcgt1m Bn.ta11nice en los que interviene Merlín, muchas pági­nas, sin embargo, en proporción con lo que debía contener una narración que abarca más de mil ocho­cientos años de la historia de un pueblo. Episodios, por supuesto, que devendrían centrales dentro de la configuración del personaje literario Merlín en la li­tera tura de la Edad Media. Ivfás o menos transforma­dos, los puede ver el lector en el Baladro y figuran, por supuesto, en sus fuentes 12

.

La historia literaria de Merlín hasta recalar en Es­paña y acabar dando el último gran grito eso signi­fica baladro desde el interior de la tumba en la que había sido en terrado vivo por la Doncella del Lago pasa por no pocos avatares. Los testimonios france­ses, portugueses y castellanos permiten en la actuali­dad hacerse una idea de un ciclo literario que <<está aún por reconstruir en su totalidad; tarea a la que la crítica ha dirigido su mayor esfuerzo, pero cuya frag­mentación hace difícil hacerse una idea cabal de su conjunto, a la vez que relega a la provisionalidad cualquier juicio sobre el mismo>> , como ha afirmado

t 2. ~fcnos interés para la \'Ída literaria del personaje en lengua romance tiene el poema del propio Gcoffrey, la v/ila Merlini (c. 1150), de la guc hay una traducción castellana con pró logo de Carlos García Gua!, l\f adrid: Siruela, 1984.

20 CÁTEDRA & RO DRÍGUEZ VELASCO

Paloma Gracia concluyendo con su puesta al día de lo que sabemos hoy por hoy de la llamada Post-Vulga­ta artúrica y de su versiones hispánicas13

. De este tra­bajo y de las aportaciones de Harvey Sharrer, entre otros14, nos serviremos en lo que sigue, antes de en­trar en el análisis del texto de nuestro Baladro. ,

Este representa uno de los testimonios tardíos de la segunda rama del ciclo llamado Post-Vulgata, que , deriva de la Vulgata. Esta constituye la forma más corriente de las historias de la materia de Bretaña en prosa, emanadas de una tradición anterior de poe­mas narrativos, como los de Chretien de Troyes y otros, entre los que destacan como principio de algu­nas de las prosificaciones los de Robert de Boron, en cuya trilogía Roman dou Graal, desarrolla los temas que dan lugar más propiamente al ciclo de la Vulgata. Llamado también Lancelot Graal o Pseudo-Map, el ci­clo parece haberse con figurado entre 1215 )' 123 5 y,

13. <<121 ciclo de la JJa.r/- v"11/gala artúrica y SUS \'Crsioncs hispánicaS>>, v"ov /...e/ro, 7 (1996), págs. 5-15.

14. Aparte los citados trabajos de Ent\vistlc, hay que partir de P. Bohigas, us le~-..:lo.r españoles y gaUcgo-porl1¡g11ese.r de la Dema11da del .ranlo Gnal, Madrid. C.E.1-1., 1925; H. JJ. Sharrer, A Critica/ Bibliograpf?y ef Hirpanit· A rth11rian Material, Londres: Grant & Cutler, 1977; del mismo, sus adicio11cs en <<Notas sobre la materia artúrica hispánica, 1979-1986>>, La Corónica, 15, nº. 2 (1987), págs. 328-340. Además, es de gran utilidad consultar los diccionarios especializados, como el de C. Alvar que se cita en nota siguiente, el Diction11aire des le/tres Jranf'tlirc.r. Le M<!Jen Áge, París: flayard, 1992; y, por supuesto, The New Arth11nan En~yclopedia, Chicago & Londres: St. James Prcss, 1991.

• <<EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 21

según los varios manuscritos completos que nos lo conservan, se estructuraba en cinco ramas y en dos versiones, una más extensa que otra. <<La importancia de estos romans fue enorme, no sólo por lo que con­cierne a la aparición y al desarrollo de la prosa, sobre todo en las literaturas románicas, sino también por lo que se refiere a la difusión europea del género ro­mancesc0>> 15. La primera rama está constituida por la Estoire del Saint Graal, en la que se narraba la prehis­toria del vaso santo donde estuvo la sangre de Cristo y cómo llegó hasta Inglaterra desde Oriente, donde quedó entre los reyes Pescadores, los guardianes del Graal. La segunda está constituida por la Estoire de Merlín, que abarca desde el nacimiento del profeta hasta el de Lanzarote. La tercera, Lancelot du Lac, ocupa más de la mitad de todo el ciclo y narra la historia del héroe, acabando con el nacimiento de Galaaz, hijo del Lanzarote. Esta novela constituye <<el núcleo central de las narraciones artúricas>> y en él << se contienen casi todos los temas y gran parte de los personajes relacionados con la Materia de Breta­ña>>16. Quizá por eso haya dejado varios rastros en lenguas peninsulares, varios fragmentos en catalán y un manuscrito castellano, datado en 1414, del que se

1 S. M. Stancsco & M. Z ink, Hisloire e11ropéenne d11 roma11 midié1'lJL r::.sq11isse el per.rpet:IÍL'CS, París: P . U.F, 1992, pág. 57.

16. C. Alvar, El rry Arl11ro y su m11ttdo, Madrid: Alianza, 1991. E l mismo autor ha traducido el texto en siete volúmenes.

22 CÁl~DRA & RODRÍGUEZ VELASCO

conserva una copia tardía 17. La cuarta rama, la Queste del Saint Graal, se termina con la muerte de Galaaz y la recuperación del Graal por una mano que sale del cielo. De ésta se conservan restos en lengua catalana. La quinta rama constituye la Mort le Roi Artu, que acaba con el reino y la vida de Arturo. Un fragmento de un incunable catalán, la Tragedia de Lanfalot de Mosén Gras, es la única supervivencia peninsular de esta rama. Las dos últimas parecen resultado de la ampliación y posterior división del Perceval en prosa, y es muy posible que, con el Lancelot, sean los prime­ros textos compuestos de este ciclo.

Si la redacción de este ciclo tiene problemas aún no resueltos sobre la autoría, sobre la relación entre las diversas partes, sobre la dificultad de ordenar los diferentes testimonios, éstos se acentúan con el segundo ciclo al que pertenece el Baladro del sabio Merlín y que éste puede ayudar a definir. <<Mayor coherencia y brevedad>> son las características que se han señalado para este nuevo ciclo. Se conoce tam­bién como el Pseudo-Boron, porque el autor o auto­res adoptaron el nombre del padre de la disposición cíclica de la materia artúrica, aunque la dependencia mayor es de los mismos romans de la Vulgata y del Trista11 en prose, que precede a la Post-Vulgata. Por eso se data entre 1230 y 1240. No conocemos ningún

17. BNM, Ms. 961 1, cuya edición prepara H . L. Sharrer (,·&.ise del mismo A Cnºtital Bibliograpl!J, págs. 18-19).

• «EL BAI .ADRO DEL SABI O ME RJ41N» 23

testimonio completo en su lengua original, por lo que los testimonios en otras lenguas vulgares, ingle­sa, portuguesa y española, son básicos para recons­truirlo 18. En este sentido, adquieren una importancia sustancial las versiones hispánicas, hasta convertirse en las represen tan tes únicas de algunas de las ramas. Incluso en la reciente traducción al inglés de las dis­tintas ramas de la Post-Vulgata<<francesa>>, los editores han tomado la determinación de traducir directa­mente la Demanda do S aneto Greal portuguesa 19

.

Son tres las ramas esenciales en las que se articula el contenido del ciclo. La primera plantea, al igual que la Vulgata, la Estoire del Saint Graal, cuyo original no se conserva y que pudiera haberse compuesto por una versión con pocas diferencias de su correspon­diente en el ciclo de la Vulgata o a base de una prosi­ficación del Joseph ab Arimatea de Robert de Boron. Para la reconstrucción de esta primera rama es esen­cial el ya citado Livro de ]osep Abarimatia intetulado a primeira parte da Demanda do Santo Gn.al, del que se conserva una copia del siglo XVI de un original ma-

18. Aparte el resumen citado de P. G racia, es de justicia citar los trabajos c.~ enciaJes que han deslindado las complicaciones del ciclo y de los que parten la mayoría de la crítica: F. Bogdano\v, The Roma11ce of lhe GraiL A Study of the Stn1ct11re and Genesis qf a Thirleenth-Century Arlurian Prose Romance, Nueva York & Manchester: Noble & Uru\'ersity Press, 1966.

19. Cf. ahora Norris J. Lacy, ed., LtJ11celot-GraiL '[ he Old French A rlh11nan V 11lgale and Post- V11lgate in lranslation, Nue' 'ª York: G arland Prcss, \1ols. IV y \ 1, 1995 y 1996, respccti\'amente .

--

24 CÁTEDRA & RODRÍGU EZ VE LASCO

nuscrito datado en 1313 o 131420, resultante del tra­

bajo de traducción de un tal J oao Vivas. A pesar de las dudas de los críticos sobre las relaciones de este texto con los testimonios españoles del ciclo, recien­temente se ha identificado al traductor como religio­so perteneciente a <<una importante familia lisboeta y con acceso a la corte de Alfonso Ill>>, que había visi­tado Francia y que podría haber llevado consigo una copia de los textos del ciclo hacia 124521

.

Merced a este testimonio y a los que más abajo se citan, se puede reconstruir el argumento de esta pri­mera rama. Parte de lo s acontecimientos inmediatos a la muerte de Cristo, cuyo cadáver solicita José de Arimatea y recoge alguna de su sangre en la copa uti-,

lizada en la Ultima Cena, por lo que es puesto en pri-sió n por los judíos durante años. Lo libertará \ Tespasiano, milagrosamente curado de su lepra por Jo sé, cuando decida ir a vengar la muerte de Cristo des truyendo Jerusalén por eso las leyendas sobre los últimos días de Jerusalén están relacionadas con es te ciclo22 y, tras un mandato celestial, se dirige,

20. Sharrer, A Critica/ Bibliograp~.ry, págs. 37-39; P. Gracia, <<El ciclo de la Post- 'v' u/gal@>, pág. 1 O.

2 1. Véase el resumen de la cuestión por Gracia, /dem, pág. 13, con una bibliografía. Para las referencias más actuales, \réasc I. Castro, <<Sobre a data da introduc;:ao na PeninsuJa Ibérica do ciclo arturiano <la Po.rl- 'v'11/gal0>>, Boleltn1 de Filologia, 38 (1983), págs. 81-98.

22 \ 1 éasc, para la relativa importancia del asunto, el estudio de D. I look, al frente de su edición de la Eslona do m'!Y nobre v'espesiano emperodor tk Roma (I Jisbon, 1496), Exetcr: Un.i\rcrsity, 1983.

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• <<EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 25

como habían hecho los apóstoles, a predicar la fe cristiana a los lugares más apartados. José de Arima­tea y sus acompañantes se llevan consigo el santo Grial y sólo puede ser tocado por él y su hijo, el cas­to Josefés o Josafat, en una suerte de comunión con el Salvador, en torno sobre todo a la mesa y al servi-

cio del Grial, guardados sólo para los buenos creyen-tes. En tierra de Sarraz, convierten al rey Evalach, que de cristiano tomará el nombre de Modraín23. El poder del Grial se muestra cuando otras personas que no sean sus guardadores intentan destaparlo, como le ocurre a N ascién o N asciano, pariente de Evalach, que se queda ciego, para recobrar después la vista cuando un ángel le unte los ojos con sangre de la Lanza \Tengadora24, que nos adelanta el na­rrador sólo volverá a sangrar cuando se desenca­denen las a ven turas del Grial en la corte de Arturo y Galaaz, descenciente de Nascién, sea el llamado a dirigirlas. José y sus acompañantes acabarán mila­grosamente en la Gran Bretaña, después de unas aventuras militares que preparan su llegada; aquí em­piezan su labor de evangelización. Después de la muerte de José y de su hijo, será su sobrino Helaín, casto y célibe, el que guarde el Grial, que transporta a la Tierra Foránea, donde, después de convertir a su rey, construye el castillo de Cobernic o del Grial.

23. JJa con\rersión de E\'alach está formada sobre la simbología del sueño de Constantino.

24. Se trata de la lanza de J.Á)nginos, el cuaJ Ja había hundido en el costado de Cristo, y, salpicado por Ja sangre, recuperó la \' ista.

26 CÁ.fEDRA & RODRÍGU EZ YELASCO

Después de variados episodios, la historia alcanza a los descendientes de José en la corte de Arturo, entre ellos, por supuesto, Lanzarote, abuelo de Lanzarote del Lago y descendiente de N ascién. Esta versión que parte de la Vulgata incorpora bastantes elemen­tos genealógicos, entre escritos variados de carácter apócrifo y no pocas leyendas de difícil filiación . La versión portuguesa, además, asocia datos sobre la ge­nealogía de Tristán, ligado a José de Arimatea a par­tir de aquí. Parece ser una marca de fábrica en la Península Ibérica, en la medida que también queda incorporada la leyenda de Tristán a otros testimo­nios, como el de Lope García de Salazar al que más abajo nos referimos25.

La segunda rama coincidía con su homóloga del ciclo de la Vulgata. Partía de la prosificación del Merlin de Ro bert de Boron, con dos posibles versiones según se tome como referencia la aglomeración de materiales de que da cuenta uno u otro de los testimonios26 .

Como constata Gracia, <<la narración no va más allá

25. Véase, al respecto, I-1. J_,. Sharrer, The Legendary 1-lislory of Bn'tain i11 Lope Gania de Salazar's (<Libro de las biena11dan'-as e jorlt1na.r>>, I~i ladclfia: Univ. of Pcnnsyl,rania Prcss, 1979, así como también su resumen de la cuestión en el Grande Dicionário da Literatura Portuguesa e de Teoría Litmiria, Lisboa: Iniciativas Editoriais, s. f., II, págs. 151-152.

26. Resumiendo los estudios de Bogdano\v, escribe J. M. Fritz, en el Dictionnaire citado: <<Un Merlin composé d'une mise en prose du Merlin de Robert de Boron; suivie dans le ms. de Cambridge et chez l\1alory d'une suite établie a partir du Merli11- v"t1/gate e dans le ms. 1-luth d'une suite baptisé Mer/J·n-Ht1lh (ou suite romanesque)>> (s.z·. G'raaL (ye/e Pos/- V 11/gale).

l

, «EL BALADRO DEI~ SABIO MERLIN» 27

de los primeros tiempos del reinado de Arturo: falta la sección que debía servir de enlace entre la Suite)' la Queste Ua última rama del ciclo], una parte que die­ra relevancia a los protagonistas de la búsqueda del Graal Galaaz, Perceval y Lanzarote y sirviera de preludio a la Queste y Mort Artro>27 . Las diferencias entre las dos secciones de la Vulgata y de la Post- Vul­gata serían importantes y afectan a nuestro Baladro. En el primero de los dos ciclos, el Merlin del P seudo­Boron se continua de una Suite-Merlit1 cuatro veces más larga que el Merlín, conocida como suite histón'ca, destinada a conjugar esta rama con la siguiente de Lancelot y en la que se narra en forma de crónica el período de tres años que separa el advenimiento de A rturo del periodo más brillante de su reinado, que se abre con las aventuras de Lanzarote. E n la Post-Vulgata es ta misma parte, conocida como suite romancesca [romanesque], está claramente reducida, con elementos más concretos y sólo se narrarían las dos largas guerras de Arturo contra los reyes feudatarios rebeldes, después contra los sajones y los demás epi­sodios que el lector puede seguir en el Baladro del sabio Merlit?-8 y que no se encuentra en la versión de la Vulgata.

27. Art. cit., pág. 1 O. 28. Véase, para estas cuestiones, Zumthor, op. cit., págs.

200-209; A. Micha, Étude .rur le Merlin de Rnbert de Boron, Ginebra: Droz, 1980; y el resumen en el Diclionnaire a cargo de J. M. Fritz, s. 1·.

Merlin- ~11Lgate.

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CÁ~fEDRA & RODRÍGUEZ VE.LASCO

El superviviente peninsular más antiguo de esta sección es el fragmento gallego-portugués de la Suite­Mer/in, que nos permite comprobar la relación direc­ta con las fuentes francesas y la precedencia ibérica del florecimiento artúrico en Portugal29

. Después si­gue nuestro Baladro, del que, como veremos, se conser­van dos versiones impresas distintas, la de 1498 y la sevillana de 1535, aunque hay indicios de ediciones perdidas y de algún manuscrito, como luego veremos.

La tercera de las ramas de la Post-Vulgata se com­pone de una refundición de la Queste de la Vulgata, más la MortArtu abreviada, que finaliza con la muer­te del último superviviente del mundo artúrico, ya definitivamente fundido con el tristaniano, el rey Marco, y en la que <<tanto el argumento como, sobre todo, el espíritu han sufrido una transformación profunda>>3º. Su construcción sobre los testimonios franceses es totalmente hipotética, porque apenas se conservan unos fragmentos. Pero se puede entrever su contenido y, sobre todo su sentido, a partir de las dema11das ibéricas. Así, del siglo XV data el manuscrito que con tiene la versión portuguesa de la Dema11da do S a11to Graa/ o História dos Cava/leiros da Mesa Redonda. Conservamos dos ediciones distintas de la versión

29. L)cscubicrto y edi tado po r 1\ . J. Soberanas, <<l ¿a \ ' ersion g.ilai.co-po rtugaisc de la 511ile du A1erli11: transcription du fragmcnt du XI\'c sicclc de la Biblio thcque de Catalognc, ms. 2424>>, v'o..\.· J{nmami:a, 38 (1979), págs. 174-193.

30. Graci~ a rt. cit., págs. 10-11 .

1

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, «-EL BALADRO D EL SABIO MERLIN» 29

española: La demanda del sancto Grial: cott los maravillo­sos ftchos de Lanfarote y de GalaZJ su Jtjo, impresa en To­ledo, 1515, y la edición sevillana de 1535, que hace juego con la primera parte, la que contiene el Baladro en la edición sevillana del mismo año.

Esta parte narra la historia de la llegada de Galaz a la corte de Arturo en el día de Pentecostés cen­tro simbólico y cronológico del año , después de una serie de presagios sobre la llegada del mejor de los caballeros, y cómo se hace con el principal de los asientos de la Tabla Redonda, el Peligroso o Prohibi­do, que <<simboliza el lugar de Judas en la primera mesa y que sólo podrá ocupar el Caballero Elegido que, como Jesús, redima el Pecado>>31 . Inmediata­mente después de haberlo ocupado, se hace una gran claridad y pasa el Grial por encima de todos condu­cido por una mano celeste. Reciben los caballeros ri-, quísimos manjares y desaparece. Estos, después de jurar, se ponen en marcha en su busca, quéte, de don­de el nombre de esta parte del ciclo. Se van entrela­zando ahora las aventuras de Galván, de Lanzarote, de Bohort, de Galaz, etc., que son interpretadas y guiadas por ermitaños, los cuales empiezan a repre­sentar t1n ideal de vida en esta nueva faceta de la caba­llería ascética. El autor de esta versión de la Post-Vulgata transforma no pocos episodios del modelo anterior y agrega otros nuevamente sacados del Tristan en pro­se, como las invasiones del reino de Arturo por ~far-

31. Al\'at, El rry Arl11ro, pág. 300.

30 CÁ'l'EDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

cos de Cornualles, las proezas de Tristán, la muerte de la Bestia Ladradora uno de los animales mons­truosos mixtos, con cabeza de serpiente y cuerpo de leopardo y la conversión del caballero sarraceno Palamedes. Lanzarote, después de una depuración por su pecado de adulterio y conversión con un er­mitaño que le da la penitencia, consigue ver parcial­mente el Grial, pero sólo Galaz, caballero virgen y completamente puro, será el único espectador de los milagros del vaso santo en el castillo de Cobernic. Allí llegó Galaz, en compañía de Perceval y Boort, los caballeros elegidos, y luego Lanzarote, surcando el mar en una nave maravillosa construida por Salo­món con los árboles del paraíso terrenal, que encie­rra símbolos de contenido mesiánico, como la espada de David, que sólo podrá ser empuñada por Galaz. Al abandonar Galaz la Gran Bretaña, desapa­rece también el Grial y se precipita la segunda inva­sión del rey Marcos, con la ruina del reino de Arturo, su muerte y las de Lanzarote, Ginebra, con los de­más héroes supervivientes.

Aparte los testimonios peninsulares mencionados, tenemos un par más algo atípicos desde una perspec­tiva, digamos, romancística, por cuanto uno de ellos constituye una antología de las tres ramas que com­parte códice con otros textos de carácter religioso y profético y el otro es el resulta do de la refundición de parte de ellas en un continente histórico. Con los e jemplos de lectura a los que más abajo nos referi­mos, son un buen testimonio de la recepción y del uso castellano de las leyendas del Grial.

,

«EL BALADRO D E L SABIO MERJ~IN» 31

Ya hemos aludido al uso que Lope García de Sala­zar hace de las leyendas bretonas. <<Condensa y su-

mariza las tres ramas del Roman du Graal [el ciclo de la Post-Vulgata] como parte de la historia de Inglate­rra.>>32. Sumariza primeramente la primera rama, Es­toire del Saint Graal, aunque cambia algunos detalles a la vista de un textos relacionado con el viejo poema del siglo XIII o principios del XIV, La V engea1t f:e de Nostre S eigneur, que tiene formalizaciones ibéricas con le nombre de la Historia de Vespasiano, a la que ya nos hemos referido. Su catálogo de descendientes de José de Arimatea presenta datos que no se encuentran en otras fuentes. Aunque presenta algunos enriqueci­mientos tomados de la versión Vulgata, la segunda rama, la dedicada a Merlín, no presenta gr';lndes dife­rencias con respecto a las versiones castellanas que conocemos. Lo más original de la versión de García de Salazar acontece en su reelaboración de la Mort Artu, pues incorpora un cuento sobre el final del Rey que conocería por la narración directa de los marine­ros ingleses que frecuentaban los puertos del norte de España. Otros detalles del peculiar uso que el historiador vasco hace de las leyendas artúricas nos hacen ver el carácter móvil y maleable de estos textos en el siglo xv33 .

32. Sharrer, A Cn.tical Bibliograp~JJ, pág. 36. 33. Véase el texto y un estudio pormen orizado por Sharrcr, 'Jhe

J _ _¿ge1tdary 1-lirlory ef Brilain, en especial págs. 17-20.

32 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VEI-ASCO

Totalmente diverso debió ser el uso de los frag­mentos del ciclo que se encuentran fundidos en un manuscrito de la Biblioteca Universitaria de Sala­manca, el 1877, con otros textos que le prestan una especial fisonomía desde la perspectiva de la lectura. El códice con tiene:

Fuero Real, fols. 1 r-94v Barlá11 y Josafat, fols. 94v-213r. Vidas de los Sa11tos Padres (una recopilación de los Dichos

de los Padres, a partir de las Vitas Patrum), fols. 213r-237v.

Juan de Roca tallada, Vade mecum f trad. castellana], fols. 237v-251 r.

Historia de José de Arimatea, fols. 251 r-282r. Historia de Merlín [Suite Merlín], fols. 282v-296r. Artículos de la je, fols. 296v-298r. Lanzarote (Morl Artu de la Post-Vu(gata], fols. 298v-300v.

El copista del manuscrito, es sólo uno, Pedro Ortiz, y elaboró el códice entre 1469-1470. La amal­gama de textos nos obliga a pensar en una lectura problemática y completa de todos ellos, que compar­te intereses, con una idea de la vida pública y privada especialmente cargada de ideología caballeresca teñi­da de religiosidad. Todo lo cual coincide bastante bien con el dolamiento progresivo desde los prime­ros intentos cíclicos de Robert de Boron, pasando por la Vulgata, para cargar de sentido religioso las

, . a ven turas artuncas.

Los intereses proféticos del compilador o del des­tinatario del códice son claros, no sólo por esa tra­ducción del Vade mecum de Roca tallada, sino también

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• «EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 33

por los contenidos proféticos de los fragmentos artúricos. Pero no son menos llamativos los de ca­rácter doctrinal, porque, al fin y al cabo, aparte la in­clusión de esa doctrina en romance entre la Historia de Merlín y los brevísimos fragmentos que se trans­criben al final de la Mort-Artu, los textos que se se­leccionan del José de An'matea tienen también una impronta doctrinal, especialmente en lo referente a la educación en las verdades de la fe y en los signifi­cados de la liturgia cristiana del pagano Evalach. El sentido de aventura y de ficción que declara esta miscelánea queda muy limitado a lo pedagógico, en sus vertientes ejemplar y gnómica, no sólo por la in­clusión de los Dichos de los santos padres, sino también por el Barlaán y la renuncia a las aventuras propia­mente amorosas o puramente caballerescas del ciclo, con ese arrepentimiento f111al que constituyen los dos últimos folios del manuscrito, en los que se toma de la Suite du Meriin nada más que las escenas en las que Lanzarote y Ginebra son sorprendidos34 .

Veremos a continuación las consecuencias que tienen todos estos asuntos sobre la creación del Baladro

del sabio Merlín, tal y como lo conocemos en su versión incunable de 1498.

34. Los fragmentos gue más nos interesan fueron publicados por KarJ Pictsch, Spa11irh Grail 1;,.agme11/.r, Ch.icago: LJni,•crsity Press, 1924, 2 \'Ols.

, 2. EL BALADRO DEL SABIO MERLIN , ,

CON SUS PROFECIAS: COMPOSICION DE UN AVATAR.

Colocar nuestro texto en el laberíntico árbol de la transmisión de la Suite du Merlin de la Post-Vulgata es harto difícil. No sólo porque buena parte del anda­miaje de este ciclo se basa sobre suposiciones y frag­mentos, sino también porque el género constituye en sí campo abierto para la reelaboración, los cambios, las transferencias de episodios, las modificaciones de carácter por influencia de unos y otros textos, etc., etc.35 Las recepciones de la historia de Merlín pare­cen estar liberadas de los ciclos narrativos en las que en principio se insertan, y, de hecho, podría hablarse también de una recepción o de recepciones coyun­turales parciales, a cuya vista destaca aún más la im­portancia de nuestro Baladro del sabio Merlín con sus profecías. Parece fundamental recorrer siquiera breve­mente esa recepción anterior, para poder andar con pie más firme en la coyuntura en que se produce la

35. Para todo es to, véanse las páginas que dedican a la cues tión Zink & Stanesco, op. cit., 58-61 .

35

36 CÁ'l "EDRJ\ & RO DRÍ G UEZ Vl ~I ~ASCO

primera versión de nuestro Baladro y su posterior fortuna estética en el paso del manuscrito al impreso.

Desde los inicios de la tradición merliniana, la fa­ceta más importante la ha representado su carácter profético y político. Ya hemos visto que el mismo Geoffrey de Monmouth comprendió la importancia de las profecías que había expresado, de manera tan coyuntural y tan impactante, ante el rey inglés Enri­que I Beauclerc, y se sintió impelido a colocar estas profecías, antes ex en tas, en el cuerpo de la materia histórica, dándoles, así, un sentido dentro del proce­so de consolidación y cristianización del reino de In­glaterra y de su liberación de las estirpes sajonas. En este sentido, es esencial la relación con la historia ar­túrica, que supone la última gran victoria contra los bárbaros sajones encarnados en el malvado rey Ryon, y que constituyen el momento de máxima legi­timidad del dux bellorum de la gens artoria, a partir de la cual tiene lugar ese período de civilización que siempre ha representado el rey Arturo, y que desde el siglo XII va a sustituir incluso a aquel otro gran rey imaginario que es Carlomagno en el ideario político y moral del Occidente medieval36

.

Las profecías merlinianas constituyen un texto ce­rrado, es cierto, pero también una fórmula, incluso un subgénero literario. Por el texto cerrado, por la

36. \ ! éasc D ominiquc Boutct, Charkmagne el A rll111r 011 le roi imaginaire, G inebra: Slatkinc, 1992 .

,

«El ~ BALADRO DEL SABIO MERLIN» 37

fama de sus profecías, en las que los hombres y nombres están representados por emblemas anima­lísticos y nos lanzan a paisajes maravillosos, acaban conformando un núcleo moderno de profetas seculares, cuyas enseñanzas parecen tener un valor positivo y ser dignas de diversa exégesis. En una carta que Pie­rre de Blois dirige a uno de sus más acérrimos críti­cos, afirma: <<No sólo a Merlín, sino incluso a ti mismo te puedo llamar profeta, pero es que incluso el Anticristo es un profeta [ ... ] Sin embargo, nunca dije que hubiera que poner a ~,ferlín en el catálogo de los santos [ ... ] >>37

. Por su parte, Godofredo de \ ' i­terbo, en su influyente obra evehemerística Pant/Jeo11, incluye una adaptación de los episodios más impor­tantes de la vida de Merlín como consejero y hace constante alusión a sus profecías, como elemento para la reflexión his tó rico-política general, y lo mis­mo sucede con las alusiones sacadas a tiempo por politólogos como Juan de Salisbury o historiadores de tanta difusión como Orderico Vital38.

37. Petrus Blesensis, ln1~cli1 •a in depra1'tJlores open1m JJelri Bksen.rr:r, en Patrología La1i11a, ' ·ol. 207, col. 1123.

38. Véase, por ejemplo, Godofrcdo de \ Titerbo, Pa11lheo11, Palrologia f_Ll/ino, ''ol. 198, cols. 999-1007; Juan de Salisbury, Epirto/u, ibidem, ,·ol. 199, cols. 171 y 330; o la alusión a las profecías y a la i11tcrprctación de la historia de los dragones de la ~l'orrc de \ ! ortigcm c.:n O rdcrico \ fital, 1-Jirtoria I iccle.riaslica, ibídem, ' 'ºl. 188, cols. 847 y 918-920.

38 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

Son sin duda estas tradiciones las que van a parar al reino de Castilla y León, sobre todo en época de Alfonso XI, en que empiezan a tomar cuerpo textual (más allá de su posible repercusión de carácter oral) las referencias al mundo artúrico y, en particular, a Merlín y a sus profecías. Aunque se suele adelantar la influencia de estas profecías a la época de Alfonso X, la Visión de Alfonso X publicada por Bohigas es un texto tardío, seguramente de la misma época que los que van entre el Poema de Alfonso XI y las Crónicas de Pero López de Ayala, es decir, a partir de la mitad del siglo XIV. Sin embargo, no es menos cierto que es a partir de este momento cuando se implanta en Cas tilla la idea de ir atribuyendo a las profecías de Merlín algunos item referentes a la historia política y sucesoria de Castilla y León, que se van hilando de acuerdo con los sucesos habidos recientemente o es­perados y que encuentran su razón de ser en el pro­ceso de exégesis a que lo s autores someten a esos cuerpos proféticos. En este sentido es en el quepo­demos decir que las profecías de Merlín constituyen un subgénero literario, y que, lo cual es tal vez más importante, está siempre ligado al discurso historio­gráfico. ,

Esa es una de las constan tes más fácilmente o b-servables en toda la tradición de lvferlín : el profeta es objeto de una reinterpretación o de una adición de profecías, creadas de acuerdo con sus modelos esté­ticos (animales de diverso grado de salvajismo o no-

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• «i ~ I . BAJ .ADRO DEI ~ SABIO ~1 ERJ . I N» 39

bleza, que suben, bajan, entran, sustituyen, matan, etc., a otros, todos ellos identificados por un detalle físico o por un color, etc.) e incorporadas a momen­tos culminantes de una narración histórica. E n el Poema de Alfonso XI podemos observarlo en su condi­ción más literaria, pero, claro está, se trata de una obra épica, es decir, que trabaja sobre el plano de la historia tanto como sobre el de la ficción . Nótese, por cierto, que además el Poema de Alfonso X I recurre a ellas en dos momento s claves, fuertemente empa­rentados con los elementos arquetípicos de la épica y de la literatura artúrica: la victoria interior)' la victo­ria exterior. Igual que sucede en el mundo de Arturo, la legitimidad se produce tras la victoria del rey so­bre los cinco reyes (victoria interior) y luego contra los sajones (victoria exterior). D el mismo modo, el poeta alfonsí introduce las profecías cuando la co ro­na queda totalmente garantizada en su legitimidad tra s la muerte de Juan el Tuerto, y también cuando Alfonso demuestra su clara vocación de rey recon­quistador, que forma parte también del ideario polí­tico de Alfonso X y de la monarquía hispana desde entonces. Las profecías de Merlín vienen adaptadas, entonces, para poner en marcha todos los sistemas de legitimación política e 11istórica de Alfo11so X I.

A lgo semejan te ocurre en la Crónica de Pedro l de Pero López de Ayala, en que la declaración de Bena­hatín sobre las profecías de Merlín llega en un mo­mento crucial de la guerra entre Pedro y E nrique,

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• • 40 CA1'EDRA & RODRIGUEZ VELASCO

muy poco antes de la pelea entre ambos en Montiel. La crisis de toda la historia se desarrolla, así pues, a través de esta fórmula textual que, de alguna manera, lanza el episodio a un significado universal e incluso a cierta forma de la providencialidad de la historia, previamente escrita y profetizada y que no tiene más remedio que cumplirse. Esta declaración de las pro­fecías tendrá, además, su propia fortuna, ya que no sólo se conserva juntamente con las crónicas de P ero López de Ayala, sino que la carta del moro Benahatín se copia también en manuscritos de epis­tolografía histórica, como el Res. 27 de la Biblioteca N acional de Madrid, o incluso en compilaciones de variado carácter (que convendrá estudiar cuidadosa­mente), como el manuscrito conocido como cancio­nero PN2, de la Bibliotheque Nationale de Paris, en el que entre prosas y versos se halla también la carta39.

La fórmula acaba por fosilizarse de alguna manera o por convertirse en algo tan convencional que aca­ba por desbordar la propia tradición merliniana, para convertirse, como decíamos antes, en un proceso de adaptación coyuntural, ligado ya no a la realización de la historia, como una especie de predicción del pasa­do, sino verdaderamente como una fórmula dentro de las ceremonias del nuevo rey coronado, al que se vendrían a profetizar sobre todo los episodios futu-

39. Remitimos, entre otros, a los trabajos de Michcl Garcia sobre el asunto.

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«EL BALADRO DEL SABIO MERLÍN» 41

ros como rey reconquistador. En este sentido, la profecía tiene menos un carácter de explicación, legi­timación o justificación providencial de ciertos de sus actos cuanto de esperanzas que vienen a deposi­tarse sobre su persona regia.

Es a este respecto muy interesante la pandecta an­timerliniana que administra a Pero Niño su ayo y educador. En primer lugar, le pide que no preste atención ninguna a los presuntos profetas y en espe­cial a los que Pierre de Blois llama profetas seculares, cuyas profecías considera, sencillamente, falsas, com­puestas <<por sotiles honbres e cavilosos para privar e alcanc;ar con los reyes e grandes señores, e ganar dellos, e tenerlos a su voluntad en aquellas vanas fiuzias, en tanto que ellos fazen de sus provechos>>4º. Además, parece mostrarnos como una costumbre extendida el que se hagan profecías con el nuevo rey: <<E si bien paras mientes, como viene rey nuevo, lue­go fazen Merlín nuevo. Dizen que aquel rey ha de pasar la mar e destruyr toda la morisma, e ganar la casa santa e á de ser enperador>>41

, aunque, continua el ayo, no ha de tenerse presente más que la voluntad de Dios. Finalmente, hace referencia a la interpreta­ción evehemerista de Merlín, pues a fin de cuentas es

40. Gutierre Díez de Games, El 'v'ictorial, ed. de Rafael Beltrán J_J}a,,ador, Salamanca: Biblioteca Española del Siglo XV, 1997, cap. 19, p . 325.

41. Ibidem .

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42 CÁ.fEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

\lfl personaje que pertenece a la historia y del que ha­blan los historiadores con plena fe:

Merlín fue un buen honbre e muy sabio. No fue fijo del diablo, como algunos dizen, ca el diablo, que es espíri­tu, non puede engendrar. Provocar puede cosas que sean de pecado, ca éste es su ofi<;io. Él es sustan<;ia yn­corpórea; non puede engendrar corpórea. Mas Merlín, con las grand sabiduría que aprendió quiso saber más de lo que le cunplía, e fue engañado por el diablo, e mostróle muchas cosas que dixese, e algunas dellas sa­lieron verdad. Ca ésta es manera del diablo, e aun de cualquier que sabe engañar: lan<;ar delante alguna ver­dad, por que sea creydo de aquel que quiere enartar. J\nsí, en aquella parte de J\ngliaterra dixo algunas cosas que fall~on en ellas algo que fue verdad, mas en otras muchas falles<;ió. E algunos que agora algunas cosas quieren dczir, conpónenlas e dizen que las fabló Merlín 42

.

En este breve fragmento hay varias notas de la máxima importancia para comprender, en primer lu­gar, la repercusión del Merlín profeta incluso en el mundo de la política; pero también para 11acernos entender algunos de los detalles con que se escribe la tradición arturiana en el reino de Castilla y León y, en particular, el Baladro del Sabio Merlín impreso en 1498. Retengamos, de momento, las notas sobre la concepción del sabio, presunto hijo del diablo, y también la recreación más o menos sistemática de

42. Jbitkm, págs. 325-26.

«El~ BALADRO DEL SABJO MERLÍN» 43

distintas profecías atribuidas sucesivamente a ~ferlín. Más abajo volveremos sobre ello.

Lo que resulta más extraño en todo este panora­ma es la nula difusión del Merlín novelesco, al me­nos hasta el Baladro del sabio Merlín. Como ya hemos visto, los tres grandes ciclos artúricos del siglo XIII,

el de Ro bert de Boron, el de la Vulgata y el llamado ciclo Post-Vulgata o Pseudo-Boron establecen como centro de gravedad de su tejido narrativo las histo­rias dedicadas al San to Grial, de acuerdo con una ló­gica narrativa de génesis-apocalipsis, guiada por la concepción cíclica basada en la genealogía. En esos ciclos, la modelación se ha desarrollado sobre la base del texto bíblico y de acuerdo con la técnica narra ti­va y exegética de la figura43

, de tal suerte que todos los personajes, subciclos, rupturas, símbolos y proce­dimientos narrativos se organizan de acuerdo con el principio hermenéutico de las Sagradas Escrituras: el Grial es el signo de la redención, cuyo a gen te es Galaaz (o Perceval), que, en algunos de los ciclos, además represen ta la superación del padre, encarnando así la superación del Antiguo Testamento por el N uevo. Por otro lado, esa creación alegórica o, más propiamente, figura!, tiene consecuencias de tipo tropológico (moral) y de tipo anagógico (místico); de

43. Para esa técnica y sus concccuencias, ,·éase el trabajo clásico

y esencial de [~rich Auerbach, Pig11ra . . f acrre ~fcript11rw .rermo l-/11mi/i:r, Madrid: 'l'rotta, 1998 (primc.'l"a edición 1968).

, , 44 CA1.EDRA & RODRIG UEZ VELASCO

acuerdo con las primeras, subsiste en todos los tex­tos un claro tono de propaganda cruzada, clarísimo en Robert de Boron, sustentado por las doctrinas cistercienses en el caso de las ramas inciales y finales de la Vulgata (aunque más desdibujado en su parte central, el La11celot propre), y lo mismo sucede en el P seudo-Boron.

Se observa también, en el primer y en el último ciclo, un punto totalmente central constituido por la historia de Merlín, en un tono progresivamente más novelesco: a los caracteres históricos sobre los que se basó la leyenda merliniana, se van añadiendo deta­lles más novelescos, en detrimento de la narración 11istórica sobre .Arturo y sus combates con los cinco reyes y con el Sajón. Esta lógica narrativa podría ex­plicarse también por los aspectos veterotestamenta­rios que confluyen en Merlín a un mismo tiempo: por un lado, se amalgaman en él los profetas, como es evidente (y, en el cuerpo textual, no sólo los pro­fetas, sino también las exégesis de los profetas y los ideales de ciertas tendencias eclesiásticas y clerica­les44), pero, por otro, en el Pseudo-Boron, se juntan también las tendencias enamoradizas reprobables de personajes sabios, como el propio Salomón, quien, · además, pertenece también a la plétora de figuras

44. q Joaquín Gimcno Casalduero, <tLa profecia medieval en la literatura castellana y su relación con las corrientes proféticas curopc~\">>, en Esln1cl111TJ .Y diseño en la lileral11ra castellana medietrJ/, Madrid: Porrúa, 1975,págs. 103-141 .

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«EL BALADRO DEL SABIO MERLÍN» 45

que se suelen representar en las reprobationes amoris engañadas por las mujeres.

De hecho, si hay que esperar al Baladro del sabio Merlín para encontrar la primera manifestación nove­lesca del sabio, no otra cosa sucede en la recepción real del ciclo completo de la Post-Vulgata. Si acepta­mos que se introduce en territorio hispánico de la mano del clérigo Joao Vivas y que esta introducción se hace ya en forma cíclica a partir de un original francés cuyos principios cíclicos estaban a su vez ya establecidos (no otra cosa es lo que se quiere decir cuando se habla del ciclo Post-Vulgata), la. verdad es que de inmediato tenemos que poner sobre el tapete su nula influencia. De otra manera, sería extrañísimo explicar por qué las obras caballerescas que se crean durante el siglo XIV en Castilla se modelan ora sobre la base del ciclo de la Vulgata, caso evidente del Amadís, ora sobre otros que guardan un lejano parentesco con éste, pero que no acusan, en ningún modo, la in­fluencia de una presunta presencia palpitante del Pseudo­Boron, y me refiero ahora al Libro del Cavallero Zifar45 .

De este modo, parece necesario aceptar que la re­cepción real de las novelas artúricas posteriores a la Vulgata es un hecho claramente asumible a partir de la mitad del siglo XV, pero difícilmente comprensible

45. Sobre la creación y significado de la fábula caballeresca zi farina, véase ahora Jesús O . Rodríguez V elasco, <tEI LJbro del Ca11(J/lero Ztfar en la edad de la ' 'irtuch>, La Corónica, 27, 3 (1999), págs. 167-185.

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46 , '

CATEDRA & RODRIG UEZ VELASCO

en época anterior, en que parece imponerse el mun­do de Lanzarote y el Merlín histórico y profético frente al Merlín novelesco, pero con las profecías, se­gún lo hallamos en nuestro Baladro.

Ahora sería necesario intentar comprender cuán­do y cómo aparece en escena el Baladro y cuáles son los caracteres estéticos e ideológicos sobre los que se ha venido a decantar la obra tal y como se publica en Burgos en 1498.

No existen demasiados datos internos en nuestra obra que nos permitan apurar gran cosa la cuestión de las fechas. Un terminus ante quem, Burgos, 1498, no parece suficiente para un asunto de tanto interés. Lo único de que disponemos es el breve aparato de pre­liminares que ilustran nuestra obra. ¿Por qué supo­nerlos privativos del texto castellano? Tan sólo hay dos razones suficientes. La primera es que tan to el Merlín-Vulgata como la Suite du Merlin carecen de esos preliminares en los textos que conocemos y que se suelen editar. Tanto unos como otros, en una demos­tración evidente de su dependencia cíclica, omiten sen­cillamente toda referencia de carácter extradiegético y se sitúan, desde la primera palabra, en la línea siguiente al ptin to en que se había quedado la narración de la anterior rama del ciclo. Las fórmulas normales en el entrelacement nos sitúan de inmediato en la estética del totum artúrico, sin ruptura aparente. La segunda es de carácter más interno: en una de sus partes preli­minares, el Baladro parece reutilizar una metáfora alimentario -textual cuyo modelo será el Doctrinal de

J

' «EL BALADRO DEL SABIO ME~IN» 47

los cavalleros de Alonso de Cartagena (introducción al libro IV)46 . Véamos los textos en paralelo47

:

Bala1/ro tlel sabio M erU11 Acostumbraron los antiguos,

muy esclarescido señor, en los combites e cotidianas yantares, después de las principales vian­das, traer fructas de diversas ma­neras, ca no entendían que la mesa hera suficientemente servi­da si ella se proveía tan solamente de los necesarios manjares del cuerpo, si no se satisfazía tambien a algunos deleites que la gula pe­día, aunque al estómago necesa­rios ni complideros no fuesen. E pues en el mantenimiento corpo­ral ay principales \1 iandas e otras no tanto, como son fructas, así en las escripturas cathólicas e caba­llerosas ay diferencia. Esto digo, muy esclarescido señor, porque este Tracla1/o de MerUn, cotejado con los que vuestro claro ingenio aya visto, así de la doctrina cathó­lica como en otras sciencias, le­' 'antados los manteles de las otras doctrinas, leerés por fructa éste, para recreación de \ruestro exerci­cio e condición ca,rallerosa.

A. DE C :\Rl.t\GEN1\ Doclrinal de Los cai'fllleros

Costumbraron en los combi­tes, O varón magnífico, e avn en las cotidianas yantares de las no­bles personas, después de las princ;ipales \riandas traer frutas de diversas guisas. Ca non entienden que es la mesa suficientemente seruida si en ella se prouee tan solo de los necessarios manjares del cuerpo si non se satisfaze tan bien a algunos dcleytes que pide la gula ª''n al estómago nec;essa­rios nin complideros non sean. E dcsto auiene a las vezes que non solo de las comarcas nin de c;cr­canas prouinc;ias se buscan las frutas, ca piensan que non es dulc;e el sabor quando el prec;io es pequeño, mas de las trasmari­nas rregiones e de dentro de Asia la grande fasta este nuestro fin de Europa en que viuimos acaesc;e traher confecc;iones e non conosc;i­das espec;ias, a las quales, si fuese preguntado, avoque podiessen fa­blar, por ''entura non podrían dezir el nombre de su tierra, por­que con la 1 uenga peregrinac;ión la ª''áan ya con razón ol,ridado.

46. Agradecemos a Bienvenido Morros, uno de los mejores conocedores del Baladro, el habemos señalado este paralelo.

47. El texto del Baladro es el de la edición de M'. Isabel Hernández González, pág. 4. El texto de Cartagena, en la ed. de Noel Fallows, N~vark: Juan de la Cuesta, 1995, pág. 309.

48 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

Puede observarse que, en efecto, hay una coinci­dencia a la letra entre ambos textos. Lo más pro­bable es que el autor del Baladro, o tal vez quien lo haya preparado para la imprenta véase más abajo a este respecto , haya retomado este texto a partir de la obra de Alonso de Cartagena. Deberíamos preguntarnos en qué estado se ha producido esta in­corporación. No es totalmente descartable que haya sido a partir de una versión manuscrita que estaba siendo preparada para las prensas burgalesas; de todos modos, el Doctnº11al se imprimió dos veces en Burgos, una en casa de Fadrique de Basilea, en el año de 1487, y diez año s después, es decir sólo un año antes de que saliera de las prensas el texto del Baladro, en casa del mismo impresor que esta última obra, Juan de Burgos. Los datos se paran ahí y aun­que persiste la sospecha de que ambos trabajos de imprenta mantienen muchos detalles en común, no hay manera de descubrir si esa comunidad nació más bien hacia 1487 o hacia 1497, aunque desde luego parece que fue en el mundo de la imprenta burgale­sa. Quizá el artífice de esta relación e incluso de la creación de una obra como el Baladro sea el Comen­dador Santisteban, tal y como se trata más adelante.

Resulta tanto más interesante la lectura de este prólogo a la luz de las ideas de Cartagena sobre la caballería, tal y como las expone en su Doctrinal de los Cavalleros. El refundidor o autor del Baladro no pre­tende ofrecer su obra como una de las claves de bóveda de la educación caballeresca, sino tan sólo

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• «EIJ BALADRO DEL SABIO MERLIN» 49

como el postre deleitoso de la misma, algo que no es necesario pero sí agradable. Es necesario tener en cuenta que al hacer esta afirmación, en realidad está cambiando una gran parte de la orientación para la que habían sido compuestos los textos primitivos del ciclo artúrico, que entroncan claramente con diver­sas formas de la <<novela de formación o de educa­ción>>. Incluso puede leerse en esos términos la compilación de Pedro Ortiz del manuscrito 1877 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca: su clara orientación hacia una recepción de carácter religioso está en la línea de compilaciones semejantes, en las que la historia artúrica continúa en los tiempos mo­dernos a las narraciones bíblicas, sobre todo a las de Pentecostés )' de los Actos de los Apóstoles, incorporan­do como piedra de toque la figura de José de Arima­tea48. Esa novela de formación, sobre todo en su aspecto más religioso, es sustituida, en el ideario de nuestro compilador del Baladro, por un simple postre

.

48. Estas fusiones de materias son especialmente importantes para mantener el ' ·igor de las enseñanzas artúricas en los momentos de má.xima decadencia del género. Uno de los casos más destacados sea acaso el del Penef oresl, que, en clara exacerbación de la necesidad cíclica, funde el mundo del Grial con el de Alejandro Magno, en una ciclópea narracjón de no escnso é.'\ito (in cluso se traduce al español cerca de 1573, a cargo de fi'emando de Mena). \ 1 éase, por o tro lado, el análisis informati,·o y crítico de ]Jh.iüppc Menard, <<lJa réception des romans de che,·alcrie a la fin du moyen Age et au X\l lc siecle>>, Bibliographical 811/lttin ef lhe l11len10lional ArllJ11nan .f otie!J, 49 (1997), págs. 234-273.

-

----------- ...

so CÁ.fEDRA & RODRÍGU l~Z VELASCO

a las verdaderas viandas. Si nos preguntamos a qué tipo de viandas caballerescas se puede tener por ver­daderas, parece que lo más adecuado es que nos va­yamos al texto de Alonso de Cartagena, en el cual el obispo de Burgos señala a su interlocutor, Diego de Sandoval, lo sigui en te:

E com o sean mu chas cosas scriptas, asi en los tiempos antig uos com o en los mas c;e rcanos, para d esp ertar los corazon es en los fccl1 os d e la caua lleria, p ero to das las que a ell o ap ro uechan se p ued en rreduzir a vna de tres maneras. La p rimera manera es de doctrinas de sabido­res qu e no n o uie ro n diade ma d e imperio ni11 d e rrcyno pa ra po der m andar, m as o uie ro 11 g rand exc;elen c;ia de ingenio pa ra enseña r. J .. a segu nda es enxcnplos de los antig uos copilados p o r es to riado res en sus corá nicas muy copiosam ente, los qual es n o n son bas tantes nin tiene n ac to ridad p a ra apremiar, m as son su fi c; ien tes pa ra induzir los n o bles co rac;ones a seguir el ras tro de la virtud. Ca as i como en e l espejo se considera el b ulto co rpo ra l, as i en las isto rias leyendo los feches agenos, se vccn los pro pios con los ojos del corac;on, aunque no n del to d o cla ros. 1 .. a tc rc;e ra es o rdenan c;a de lc}1es fechas po r aquellos que o uic ro n p oder de las es ta­blesc;er. E es tas no n solamente atrahen al o mbrc a beuir bien , mas aun han vigor de le apremiar a ello 49

.

Durante todo el siglo X V es este el canon de obras que, al sentir de los hombres cultivados, letrados )' clérigos, competen por encima de todo a los caballe-

49. Alonso de Cartagcna, /)ocln'nal de los CJ1'tJlltros, cd. ci t. , págs. 81-82.

-:·~· ::ir==---------------------------~=-=-==~=================~:".=:=======-=-~---.~~

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« l ~ I . BALADRO DEJ. SABI O t-. fl::RL IN» 51

ros nobles. Ese canon puebla, así, bibliotecas y pági­nas de manuscritos misceláneos, organizados cuida­dosamente para la instrucción o la ayuda del caballero noble50

. La incorporación de la novela, de la historia fingida, en suma, de la ficción paladina de tipo caballeresco, se puede concebir únicamente como una parte del ocio cortesano, pero, aun así, in­cluso si se propone como la fruta al f111al de los ver­daderos alimentos, tampoco puede estar desprovis to de un interés objetivo. A eso se debe, desde luego, un libro como el Zifar, copiado ricamente para Enri­que I\1, en el que la fabliella está condicionada por una enorme carga política que le va dando sentido51 .

. l\sí se explica también la intervención de Garci Ro­dríguez de lvfontalvo sobre las versiones primiti,ras del Amadís de Gaula: una de las actividades básicas de Man talvo consiste, precisamente, en ir variando poco a poco la orientación del libro, empujándolo hacia modelos más severos y útiles a la monarquía y, sobre todo, incorporando infinidad de comentario s interiores, de verdaderas glosas morales que van con­trapunteando las actitudes de los caballeros que par­ticipan en una novela que, cuando Montalvo se pone a recomponer, }'ª es, de hecho, todo un clásico.

50. \ T &se_] csús O. Rodríguez \ T el asco, El deba/e sobre la cabaUeriu e11 el .riglo Xv", \ ' alladolid: Junta de Castilla y León, 1996.

51. CJ J. Rodríguez \ T clasco, <<El I .. ibro del Ca1tJlkro Zif ar. . .>>, cit .

52 CÁ.l'EDRA & RO DRÍG UEZ VE.l .J\SCO

La reelaboración de esta fruta que es el Baladro puede entenderse en estos mismos términos. Y probablemente en épocas muy parecidas a aquellas en las que se copia el Zifar o a aquellas en que Mon­talvo pone su mano por primera vez en su gran transformación del Amadís. Resulta enormemente di­fícil delimitar la fecha en que el Baladro adopta la for­ma en que ahora lo conocemos, la del incunable de 1498. Una sola referencia, muy poco precisa, y en cierto sentido muy oscura, nos sirve de apoyo. Tam­bién está en el prólogo y, puesto que está creando sentido con la metáfora alimenticia proceden te de Cartagena, podemos darla por original, es decir, por castellana y no perteneciente al modelo que está co­piando52.

De acuerdo con este prólogo, la obra está dirigida a un rey que, a decir del prologuista, es aficionado a la posesión y lectura de libros <<así cathólicos como del militar ofic;io>>. Dicho rey, además, parece ser que está sufriendo en su reino infinitos <<bollic;ios>> e <<in­fortunio s>> con los que este sacro rey, serenís(mo príncipe, tiene que vivir. El único dato externo de esos bullicios es, de acuerdo con lo que dice nuestro autor, uno pasado <<con los del duque de Berri>>, al­gún tipo de batalla, levantamiento o enemistad. ¿.l-\

52. Incluso Paris y Ulrich incluyen estos preliminares en su

edición del manuscrito 1-Iuth que co ntiene la S11ile d11 Me1ii11, citada en ,·arias ocasiones en es te trabajo.

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«El, BAJJADRO DETJ SABIO MERl.Í N» 53

qué se refiere exactamente? ¿Qué posibilidades hay de identificar a este duque de Berry y el enfrenta­miento con un rey castellano?

Las posibilidades son varias, desde luego, pero si tomamos como terminus post quem el texto de Cartagena (1435), las posibilidades se reducen mucho y nos mandan casi sin posibilidad de error al ducado de Berry ostentado por Carlos, hermano del rey Luis XI de Francia, asesinado por orden de éste en el año de 14 72. Las relaciones de este duque de Berry, Carlos, con Castilla, son complejas. Su hermano Luis entró en conversaciones varias veces con Enrique I\T de Castilla, para concertar el matrimonio entre Carlos e I sabel, la hermana del rey castellano, pero en la en­trevista entre Enrique y Luis habida en 1463, ya esta­ba claro que Isabel contraería matrimonio con el príncipe Fernando de Aragón, aunque los francese s insistieron en lo oportuno de la alianza franco -caste­llana en embajada del cardenal Guillermo Trapacen­se <<onbre al parecer mucho letrado e sobervio>>53, en 1468. El cardenal l1abló con la propia Isabel, aunque ésta respondió diplomáticamente aludiendo a << las leyes destos reynos>>, respuesta que al cardenal le hizo volverse <<malcontento>> a Francia54

. No por eso

53. Diego de Val era, A1emonal de Di1rr.ras 1-la::;_aiia.r, cd. J L1an de l\.[ata Carriazo 1\rroquia, l\.1adrid: l ~spasa- Calpc, 1941, pág. 154.

54. f bidem, pág. 155.

• ..-e -z X

, , 54 CA~f'EDR.A & RODRIGUEZ VEI~ASCO

se acabaron las conversaciones, sino que, después de que Enrique asegurara que las posibilidades de su hija Juana (llamada <<la Beltraneja>>) de acceder al tro ­no quedaban intactas, se llegó a concertar el matri­monio entre ésta y Carlos, duque de Berry, aunque a partir de este punto ya no se le llama duque de Be­rry, sino por su título más importante, duque de Gu­yana. Sea como fuere, la posibilidad del casamiento entre Juana y Carlos de Guyana levantó voces en contra en los territorios vizcaínos, que incluso hacen alusión a su capacidad foral para desnaturarse del re)' )' que echan atrás la embajada francesa de 1470.

Es evidente que no podemos saber a qué episodio concreto se refiere el prólogo del Baladro del sabio Merlín, pero no es totalmente improbable que lo podamos situar en este momento, en los años más conflictivos del reinado de Enrique, en que los pro­blemas sobre st1cesión, alianzas y mercedes son per­cibidos por los historiadores como fuente de bolltjios )' va11derías, y que dan lugar a una riquísima veta de literatura político caballeresca, con la que se inundó la biblioteca regia incluso desde lo s inicios de su rei­nado, si hemos de prestar atención a lo que dice Ro­drigo Sánchez de Arévalo en el Vergel de príncipes dedicado a Enrique IV en los inicios de su reinado.

Si diéramo s por buena o, cuando menos, por probable esta hipótesis, el Baladro habría sido compi­lado, en una forma muy próxima o idéntica a su repre­sen tan te incunable burgalés de 1498, en el correr de

55

los años 1468-147055 . Creo que en tal caso, el texto, con la inclusión de las profecías y algl1nos detalles que iremos comentando, adquiere un relieve importante dentro del panorama literario e ideológico que está en vigor en esos años en el conflictivo reino de Castilla.

Tal vez el primer aspecto de interés sea precisa­mente la inclusión de las profecías de Merlín, que no se l1allan en la representación de la rama textual de la que parece proceder el Baladro, es decir, en el manus­crito Huth de Is Suite du Mer/in. No obstante, es pre­ciso tener en cuenta la afirmación del compilador del Baladro en el colofón, que advierte de varias cosas

que conviene tener en cuenta:

1\n sí faze aquí fin el presente tratado, muy ilus tre se­ño r, po niendo silencio a la pluma, suplicand o a v uestra real excelencia quie ra recebir la presc11tc copilació n no p o r pro fa no se rvicio , mas con toda retitud e deseo de se rv iros fe cha. 1 ~ s i e n a lgo de lo p o r mí escripto alg ún d e feto se fallare, lo que 11 o n dubdo, muy esclarescido señor, a vues tra real majes tad suplico lo mande co rregir e em enda r, que yo no de mío es te libro copilé, mas transferile de una lengua en otra, porque m e parescía a es te vues tro propósito o prisión algo fazer. Humilme 11 -te suplicando quedo vuestra serenidad dar quiera logar a mi tan pequeño servicio en la m enor parte de su real e virtuosa co ndició n humana.

55. Posibilidad más lejana es la de localizar la referencia al Duque de Berry en los tiempos de la guerra ci,·il catalana, cuando, po r tjcmplo, las tropas francc$aS sitian G erona y o tros lugares, tropas relacionadas con la casa del Duque.

1 1

56 CÁTEDRA & RODRÍGU EZ VELASCO

No sabemos si ese <<poner silencio a la pluma>> debe ser interpretado literalmente, lo que nos habla­ría de un estado manuscrito concebido como fin y no sólo como instrumento para la imprenta. Lo que sí es seguro es que late en el proceso de creación la idea de compilación, es decir, de creación de un tex­to depurado a base de otros. Esa idea de compila­ción puede que esté ya en el modelo utilizado por nuestro autor, que asegura proceder a una simple <<transferencia>> de una lengua a otra; imaginamos que la lengua francesa, pero no se señala es te ex tremo en ningún caso, y bien pudiera haber sido otra u otras lenguas: bastará suponer que en realidad la compila­ción ha comprometido la traducción y acoplamiento de varios textos, tal vez en varias lenguas, y que, por tanto, la protesta del escritor es válida en todos sus extremos56

. ..

56. Es así como creo que deberla entenderse de acuerdo con los tecnicismos de la comp ilación e:\.-puestos por San Buenaventura en su comentario de las Sentenc1as de Pedro Lombardo: <<Quadruplex est modus facicndi librum. Aliquis enim scribi t aliena, nihil addendo ,·el mutando; et iste mere dicitur scriptor. Aliquis scribi t aliena addendo, sed non de suo; et iste compilator dicitur. Aliquis scribit et aliena et sua, sed aliena tanquam principalía, et sua tamquam annexa ad e,·idcntiam; et iste dicitur commcntator non auctor. Aliquís scribit et sua et aliena, sed sua tamquam principal.ia, aliena tamquam annexa ad confirmationcm et debet dici auctoo> ['1-Iay cuatro maneras de l1acer un libro. I ... a primera es la del que escribe cosas de otros, sin añadir ni cambiar nada, y a éste se le llama escriba. I.Ja segunda es la de l que escribe añadiendo cosas ajenas a su texto, pero no sacadas de sí

" .

, «EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 57

Sea como fuere, el texto resultante parece apartar­se de las tradiciones merlinianas conocidas. La intro­ducción de las profecías de Merlín adquieren, así, una relevancia mayor. Como veremos más adelante, y también hemos señalado ya al hablar de otras tradi­ciones, las profecías de Merlín se convierten en el si­glo XV en tema literario y poético bien implicado con las preocupaciones políticas y morales de los reinos trastámaras, y a través de ellas se vehiculan las ideas mesiánicas que se van depositando sobre las distintas personas regias. Teniendo en cuenta que en época de Enrique IV las colecciones de profecías o de textos herméticos de crítica política abundan baste seña­lar las Coplas de Mingo Revulgo, con sus varios juegos de glosas , es importante considerar ahora un texto con profecías que se dirige en tono positivo al rey, y en el que, además, se afirma la solidez de la institu-

mismo, y a éste se le llama compilador. El tercero es el que escribe cosas ajenas y suyas propias, pero de tal manera que las ajenas constituyen la parte principal, mientras que las propias son como a11ejos preparados para probar algo; a éste se le llama comentarista, no autor. El cuarto es el que e.C\cribe cosas ajenas y propias, pero de manera que las propias constituyen la parte principal, y las ajenas quedan como anejos dispuestos para la confU1Tlación; a éste le conviene el nombre de autor1 (San Buena\'entura, fr1 primum librum .re11tcntiarnm, apud M.B. Parkes, <<'fhe influcnce of t11e concepts of 011.Jinatio and compilatio on the development of thc book>>, en J. J. G. Alexander y 1\f. 1'. Gibson, cds., Medie1'fJI J_¿an1ing and l..J.tera/11rc, Oxford: Clarcndon l)ress, 1976.

58 ' ,

CA'l.EDRA & RODRIGUEZ VELASCO

ción monárquica incluso por encima de las críticas a su legitimidad en el seno de la alta nobleza.

El texto está completamente trufado de cambios sobre la base de sus supuestos modelos. En su ma­)'Or parte, se trata de adiciones de carácter racional, como la nota sobre la posibilidad del diablo de en­gendrar, que, como se señala en varias ocasiones en este mismo trabajo, es un tema que preocupa por igual a preceptores caballerescos (caso de E/ Victo­ria/) y a teólogos (caso del Tostado). Esos cambios racio11a/es conforman un tejido de referencias in ternas que, en forma de adiciones, desempeñan un papel intensificador del discurso y buscan darle una validez y aplicabilidad contemporáneas: los juramentos ca­ballerescos se hacen en el Baladro en el nombre de San Pedro y San Pablo y además no sólo con tienen la norma general de proteger a la Iglesia, sino la más importante de dedicarse por entero a la comunidad del pueblo, detalles que pasa por alto la Suite du Mer­lin pero en los que, en cambio, incide con lujo de de­talles el texto del Baladro, como puede verse, por ejemplo, en el largo capítulo dedicado a la obtención de la legitimidad política por parte de Arturo con la a ven tura de la espada en el yunque.

En otros casos, los cambios del texto español afectan a capítulos enteros. Ya se ha comentado la inclusión de las profecías, que es suficientemente sig­nificativa, pero también hay que hacer mérito aquí la referencia a los últimos episodios, en particular el del baladro o grito agónico de 1vferlín paralelo, por su­puesto, en la configuración figura/ redentorista del

,

«l ·:J, BAJ.A DRO DI ·: J, SABI O tvff ~ RJ . f N» 59

mito a la última voz de Cristo en la cruz , en qt1e se evidencia la reprobatioamoris que tanta fortuna lite­raria tiene durante el siglo XV castellano57

, y que se suele encarnar en los mitos de la sabiduría más es­plendente, como Salomón, Aristóteles, \ Tirgilio, y ahora Merlín (tanto si depende como si no del su­puesto *Cottte del Brait). También es importante en este sentido la inclusión del episodio del caballero desventurado Bandemagus, que no llega a alcanzar la gracia de ser admitido en la Mesa Redonda, lo que tendrá sus consecuencias en la tercera)' última rama, dedicada a la Demanda del S attcto Gn'a/.

Cabe decir, por último, que el estudio intensivo del Baladro del sabio Merlítt con sus profecías, la búsqueda sistemática de sus recursos estéticos, su voluntad abreviadora y amplificadora, etc., está todavía por hacer. Pero, sin embargo, para esa lectura, no será totalmente inconveniente tener en cuenta el hecho de que la obra pudo hab er sido compuesta en un en­torno político muy concreto y que tal vez puedan ser

tenidos en cuenta los debates sobre caballería, nobleza y monarquía que se están desarro ­

llando en esta época en los alrededores de la corte real castellana.

57. \ ! éasc Pedro M. Cátedra, A mor.Y pedagogía e11 la Edad Media, Salamanca: Uni,·crsidad, 1989; y textos como los incluidos en su Del ·¡ ºo.rlado .robre el amor, Barcelona: Stcllc dcll 'Orsa, 1984.

'

e

, 3. FICCION CABALLERESCA EN EL PASO

DEL MANUSCRITO AL IMPRESO: LA , RECEPCION DE EL BALADRO DEL ,

SABIO MERLIN

Acabamos de ver cómo hay indicios, adiciones y manipulaciones dentro del Baladro que ap11ntan a lJna peculiar lectura, que va de lo caballeresco a lo reli­gioso, quizá como resultado de un intento de situar ese texto en un espacio que no era para el que en realidad nació. Esta recepción preparada de nuestro texto está atestiguada no sólo por esas adiciones al corpus básico de las leyendas de Merlín, sino también por la realidad de la difusión del texto en el siglo X \ ' .

Es, en efecto, un hecho principalmente de ese siglo el de la recepción del ciclo de la Demanda del Santa Grial. Como se ha visto más arriba, la figura de Mer­lín quedaba limitada en los testimonios más antiguos a su espectro profético, que no necesitaba de más adlá teres ficticios para justificarse. Merlín era desde Geoffrey de Monmouth un personaje histórico y agente de la historia artúrica, pero no era propia­mente el actor que luego va a ser en las reelaboracio­nes posteriores en lenguas vulgares. Sorprende que las apariciones literarias del personaje en la E spaña

61

62 CÁ.f EDRA & llODRÍGUf_:z VELASCO

del siglo XIV y primerísimos decenios del X\' sean, como hemos visto, las del profeta, pero menos las del personaje literario que articula la segunda parte de la Demanda. Ni que decir tiene, en tanto que reco­nocido como personaje histórico, da pie a la credi­bilidad de sus profecías o de las que se le vayan atribuyendo. <<Desde 1350 la propaganda política dic­tó nuevas profecías de Merlín con cada nuevo rey>>, dice Mª. Rosa Lida y hemos visto más arriba, pero es lo cierto que esa credibilidad no es la derivada de su papel en la ficción, sino más bien de un personaje admitido como realidad histórica y, por tanto, sus­tentado en fuentes fiables. \ Teremos más abajo otras facetas de la solvencia del personaje, incluso en el terreno teológico. ,

No es extraño, así, que Alfonso Alvarez de \Tilla-s andino lo incluya en varias ocasiones en su peculiar repertorio de autoridades fatales, cuando haga alusio­nes proféticas con motivo de especiales o anunciado­res momentos históricos. En cambio no recrea ninguna de sus a ven turas, ni rememora sus risas ni sus baladros, cosas que le dan consistencia como personaje literario. Ya, sin embargo, por los años cuarenta del siglo XV el personaje Merlín es algo más que un profeta o un personaje histórico sin mucha discusión. El que aparece en el Dezir contra el mundo, una invectiva contra amor atribuida a Diego Martí­nez de Medina, a Juan Rodríguez del Padrón o a Fer­nán Sánchez Calavera, es el Merlín no histórico - entiéndase, el de Geoffrey que ha sido burlado

• «EL BALADRO DEL SA BIO MERLIN» 63

y encerrado en su propia sepultura por l1na mujer58.

Es cierto que aquí Merlín se da de la mano con otros personajes 'históricos' burlados por amor, como Aristóteles o Salomón y entra, como hemos dicho, dentro de la categoría de ejemplo que incluso acaba­rá convirtiéndose en proverbial. Pero, sin embargo, a pesar del carácter ejemplar del fin de Merlín, el espa­cio aquí privilegiado de caracterización erótica nega­tiva de la leyenda grialiana sitúa la recepción de ésta en el terreno negativo también de reprobatio amoris, que es especialmente eficaz si todo eso está en el terreno de la ficción extensa. No será extraño, por ende, que a la referencia anterior se una esta general:

E11 la grand demanda del santo Greal se lee de muchos que assy andudieron, syenpre por ty passando grant mal, pesares e coytas, que al non ovieron; assas caualleros e dueñas morieron, tanbien otrosy fermosas donsellas, sus nonbres non digo d'ellos nin d'ellas, que por sus ystorias sabras quales fueron.

Al autor de estos y de los anteriores versos ins­pira, ciertamente, no sólo la figura proverbial59 de

58. <<Aun y se falla qu'el sabio Merlyn 1 mostro a \'na dueña atanto ssaber, 1 fasta que en la tumba le fizo aver ffyn 1 que quanto sabia nol pudo \·aleo> (Ci11tionero de Baeno, ed. J. M2. Azáce~ Madrid: C.S.I.C., 1966, 111, pág. 732).

59. Figura digna incluso del dislate esperpéntico de los poemas de dirparale, como el alfabético que figura anónimo en el cancionero J ,82, nº. 1000.

64 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

Merlín, sino también su actuación en el contexto de la Dema11da del santo Gn.al, que se invoca como ciclo y repertorio de amores. Coincidirían tales circunstan­cias, presencia y difusión del ciclo y aprovechamiento de éste con el que hará por entonces Juan Rodríguez del Padrón en el Siervo libre de amor, al facturar su epi­sodio de Ardanlier y Liessa a partir de la narración incluida en una de las partes de la Demanda60

Es posible también que la vida literaria del ciclo terminal de las leyendas artúricas que se desarrolla en España y Portugal haya sido múltiple y que -como hemos visto a propósito de la compilación salmantina y veremos en seguida sobre la p~esencia en alguna biblioteca en la que no se suele refugiar este tipo de libros la lectura marcada por una tras­cendencia religiosa haya inutilizado o acallado su apli­cabilidad literaria. Pero no estamos seguros de eso. En la traducción que del Mare historiarum de Giovanni de Colonna hizo Fernán Pérez de Guzmán hay una referencia a la Demanda en la que se afirma que <<esta historia non se halla en latín, sino en francés>>. Pérez de Guzmán respetaría a mediados del siglo XV la lec­ción original de la historia, sin más matizaciones. Quizá eso sea un indicio de su nulo interés o se deba a la opinión del compilador italiano sobre el libro

60. Véanse, por supuesto, los capítulos correspondientes aJ finaJ de Baladro del sabio Merlín, comentados claro está por Licia de l\falkicl, op. cit., pág. 147.

-- •

• «EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 65

-<<la qual [historia], quanto quier que sea deletable de leer e dulce, enpero por muchas cosas extrañas que en ella se cuentan, asaz deuele ser dada poca fe>> 61

, lo que cuadraría a la perfección con la com­bativa actitud de Pérez de Guzmán en contra de las historias mestizas de libros caballerescos que empie­zan a proliferar en Castilla, como, por ejemplo, la Crónica sarracina de Pedro del Corral, a la que ataca inmisericorde en su prólogo a las Generaciones y sem­blanzas.

Pero, en todo caso, los datos más palpables sobre la recepción de la Dema11da son los de su presencia real en bibliotecas y aquellos que nos iluminan sobre la posible lectura. A este respecto, creo que tiene su interés el uso de algunos de los romans en prosa artú­ricos en la España del siglo X\' desde esta perspecti­va religiosa. Es curioso, por ejemplo, ver cómo <<Un libro que se llama ]osep Abarimatea, estoriado e es­cripto en papel, con unas coberturas coloradas, con unos bollones de latón e unos texillos colorados>> forma parte de la donación hecha en 1473 a un con­vento de monjas francis canas por su patrona y fun­dadora, Catalina Núñez de Toledo, una madrileña perteneciente a una familia ennoblecida de la alta bu­rocracia del reinado de Juan II y E nrique I\T. Se trata, claramente, de un manuscrito iluminado de la prime-

61. Femán ])ércz de Guzmán, Mar de l1irtorias (\'al lado lid: Diego Gumicl, 1512), ed. de la Re111e 1 Iispanique, nº. 74 (1913), pág. 600.

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66 CÁl'EDRA & RODRÍG UEZ VELASCO

ra parte de la Dema11da; su subidísimo precio, tres mil maravedís, habla de la calidad y del tamaño del volu­men62. La fecha es, como se ve, bien coincidente con los días en los que Pedro Ortiz prepara el compen­dio salmantino al que ya nos hemos referido. El libro formaba lista con otros destinados a una lectura se­guramente comunitaria, al lado de la versión roman­ce de la InfanciaSa/vatoris el compendio de la vida de Cristo, relacionado con la magna compilación atribuida a san Buenaventura, que quizá le preceda , la Vita Christi de Eiximenis o un F/os sanctorum.

Hay que decir que ésta es la única referencia que encontramos de manuscritos de tema artúrico en el ámbito de la lectura del claustro. Aunque son muy pocos los catálogos conservados, no creo que fuera nada común. Aquí, además, tenemos evidencia de que los libros habían sido antes de la patrona y de al­guna de sus parientas en la vida seglar, lo que tam­bién es un indicio de lectura femenina de este tipo de libros. Pero, aceptado el libro e ingresado en el convento madrileño, se entiende que también fuera leído no sólo porque algunas de las monjas habían pertenecido a ese gineceo cultural no biliario y con el que se iban a seguir relacionando, sino también por el hecho de que el <<]osepAbarimatia compartiría con

62. Precio bien alto si lo comparamos con el tasado para un pa r de re tabl os labrados de Flandes para la iglesia, cato rce mil ochoc ientos ma ra\•cdi scs, o del sagrario de marfil, tasado en m il dosc ientos mara\'edi ses .

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«El~ BALADRO D EL SABIO ME RLIN» 67

otros el amplio campo de la hagiografía, el catecismo y la historia de la expansión y la memoria del cristia­nismo, a raíz de la muerte de Cristo y dispersión de sus apóstoles, que alimenta un determinado tipo de ficción religiosa y se beneficia de la fuerza genética de la memoria y de la reliquia de Cristo, en torno a la que era más emblemática, el Grial, gira. El fragmen­to de la traducción castellana que se nos ha conser­vado nos permite ver también su alto componente doctrinal y pedagógico, en aspectos, por ejemplo, re­lacionados con los grandes misterios. José de Arima­tea, verbigracia, adoctrina al rey Evolat, como el Julio de don Juan Manuel, en la difícil comprensión de la concepción de la \Tirgen, o le enseña a orar; pero en otros momentos, al ser ordenado obispo, aprovecha para explicar en varias páginas el sentido simbólico de los ornamentos. Un texto de ficción, relacionado con la novela medieval artúrica, sirve, por sus contenidos, también como libro apto para la lectura privada o comunitaria en el convento>>63.

Este contexto religioso no deja de teñir la propia presencia de la Demanda en las bibliotecas nobiliarias. Así, por ejemplo, el tercer Conde de Benavente guar­daba a mediados del siglo XV en la sección bíblica de su biblioteca una <<briuia complida en roman~e con

63. P. ~f. Cátedra, <<Lectura femenina en el claustro (España, siglos Xl\' -XVf)>>, en D. de Courcelles & C. Val Julian, De Femme.r el de litre.r: France el J"}..rpagnes, Xfv"'-Xv1f siec/e, París: Brep o ls, 1999, págs. 27-28.

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68 CÁTE DRA & RODRÍ GUEZ VELASCO

vn poco del libro de Merlin>>64. Aunque no es satis­

factoria totalmente cualquier explicación, queremos creer que ese poco del libro de Merlín sea o un ex­tracto de la Demanda o copia completa del Libro de José de Arimatea con el principio de su continuación natural, el que se llamará Baladro o las dos secciones del ciclo juntas, que, como veremos se presentan así en alguna biblioteca. Cualquiera- de estas posibilida­des cuadraría bien al final de una Biblia completa en romance para seguir autorizadamente los avatares del Grial y las andanzas post-evangélicas del cristianis­mo. Vana será la búsqueda en esta biblioteca de una completa versión de nuestro libro.

A estas alturas del trabajo, van siendo ya significa­tivos los datos sobre la expectativa o el uso, el modo de leer o la razones de tener fragmentos o partes de la Demanda castellana. No extrañará que cien años después, al publicar la primera parte de la Demanda sevillana de 1535, el impresor decida encabezar el li­bro nada menos que con una xilografía que repre­senta a Cristo triunfante mientras abandona el Santo Sepulcro, recalcando con la imagen su destino en la lectura. Muchas serían las implicaciones escatológi­cas que gravitaban sobre estos lectores de la segl1nda

64. J. H. Elsdom, The Libmry oJ the Co11nl.r oJ Benai•enle, 1\nnapolis: el auto r, 19623

, pág. 24. Más recientcmetne, I. Beceiro Pita, <<Lds libros que pertenecieron a los Condes de Benavcnte, entre 1434 y 1530>>, 1-lirpania, 43 (1983), pág. 262. La autora de este trabajo data el in,·cntario hacia 1447.

• «E~J . BAI .ADRO DEI. SABIO MERJ~IN» 69

mitad del siglo XV, momentos cargados de pulsiones abundantes que contribuían a condicionar y a inter­pretar los textos de cualquier laya.

Parece claro, pues, que sólo después de 1450 me­nudean las referencia a la circulación de libros com­pletos o extractos que los presuponen, mientras que a mediados de siglo aún no hay referencias demasia­do explícitas o incontrovertibles sobre la circulación castellana de los textos de la Demanda.

El 'aprecio teológico' de la figura de Merlín, como un caso práctico a varios efectos, es también una fa­ceta de la recepción del tema y, desde luego, permite seguir pespunteando sobre el ámbito religioso. Tiem­po ha se dio a conocer un sermón sobre el Corpus Christi, en el que el predicador utilizaba la Historia regum Bnºtannit:e para ejemplificar sus argumentos:

Lo terc;ero dixe que lo provaría por dichos de poetas. T.Jeerás en las Istorias de los brito11es, en el octavo libro, que Merlín con sus un turas que sopo fazer mudó al rey de los bretones, el qual mató a Golías, duque de Coran ­via, en el castillo que se llamava Diurlioc, e trasmudó al drcho rey en forma propria del dicho Golías duque. E después que así fue mudado, fucsse para un castillo que avía nonbre Titagol, a do estava la muger del dicho Golías. E por la forma que llevava abriéndole, pensan­do que era él, e la muger resc;ibiólo con gozo e cchósc con él en un lecho, tadovía pensando que era su mari­do, porque en tal forma stava trasformado. E ovo della un fijo que llamaron Artuso, que fue rey después e muy famo so. Otras muchas trasmudationes se podrían dezir, salvo por non proceder en largo, mas trayo de conclu-

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70 CÁ~fEDRA & RODRÍG UEZ VELASCO

sión que como un omnc podía fazer tales virtudes con las quales podía trasmudar un omne en spes:ia de otro, mucho mejor lo puede Dios fazer que de pan se torne cuerpo de Ihesú Christo e del vino sangre65

.

El prof. Alan Deyermond se refirió al interés de este pasaje después y recordó, entre otras cosas, lo anormal que era el conocimiento de Geoffrey de Monmouth en la Castilla posterior a fmales del siglo XIII, a\1nque no deba extrañarnos la circulación de los fenómenos relacionados con Merlín como referente entre los predicadores medievales66.

Precisamente, esa debía ser una de las vetas no sólo de la supervivencia de la obra de Geoffrey, sino también la vida de Merlín como personaje histórico. Pues un posible autor del sermón castellano de Ma­drid, Alonso de Madrigal el Tostado, era aficionado a utilizar otros casos tratados por el historiador de los bretones. Por ejemplo, se sirve en varias ocasiones

65. Publicó el texto del sermón R. E. Surtz, <<Un ~crmón

castellano del siglo X\1 con moti\•o de la fiesta del Corpus Christi>>, en P. M. Cátedra, ed., Bibliollca l-/11mani.rla.r dt Texlo.r lnédilo.r, 1, Barcelona: 1-Iumanitas, 1983, págs. 96-97. Utilizo mi propia transcripción del códice 4202 de la BNM.

66. A. D . Deycr111ond, <<Problems of Language, Audience, and Arthurian Source in a Jliftee11th Century Ca.c;tilian Sen11oru>, en

Misakima Sofá Solí, I, Barcelona: Puvill, 1984, págs. 43-54. 'fiene razón el prof. Deycrn1on~ en algunos ejemplarios o repertorios para uso de predicadores, como la Sea/a ali de Gobi o el Speotlmn h1:rton'ak de Vinccnt de Beauvais, comparece Merlín como ejemplo a \•arios efectos.

• «EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 71

de Merlín como ejemplo del modo que pueden en­gendrar los demonios en vaso humano, para tratar la cuestión del nacimiento de gigantes y otras especies consideradas monstruosas merced a la intervención de demonios íncubos o súcubos. En su exposición del Génesis, en la del Deuteronomio y en las <;inca fi­guratas paradoxas, que conservamos en dos versiones latina y castellana a cargo del mismo autor, ha reto­mado un pasaje concreto de la leyenda de Merlín, el que justifica la posibilidad de su nacimiento por in­tervención de un íncubo, y lo desarrolla así en el ca­pítulo 36 de la primera paradoja:

De los diablos ínc11bos et súcubos. De la manera de generapón de ellos et cótno fi1e engendrado Merli11. Et non es de imaginar que unos sean demonios íncu­bos et otros sean súcubos, mas uno es súcubo et íncu­bo. Et éstos primeramente se llaman súcubos por la viril semiente en forma femínea ress:ebir; et después se llaman íncubos por la mens:ionada semiente en el feme­nino genital des:indir. De la forma en que estos demo­nes de los varones el sperma ress:iben et de la forma en que la semiente res:epta emiten et en qué manera la guardan porque non pierda el natural calor, en el qual se funda la virtud formativa et organizativa, et qu é vasos forman para todo esto, et de quáles omnes o mugeres esto resc;ibe n et ponen et cómo de aquí se engendran gigantes en fuers:a poderosos et ombres de ingenio exs:ellentes, aunque en sí son naturales ingui­sic;iones, enpero non conviene de ellas por menudo in­quirir al presente por la razón suso asignada, de la gual manera disputamos sobre el Génesi en el capítulo sexto.

72 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

l~ n ansí fue Merlín engendrado por esta manera de ín- \ cubos et súcubos demo nes; et fue verdaderamente fij o de varón et muger, enpero nin su padre ovo allega-

. . d , 67 miento a mugcr nin su ma re a varon .

En el texto latino original, lo citado forma parte de un capítulo más amplio que presenta en conjunto el texto de este treinta y seis de la versión castellana y del capítulo treinta y cinco (<<En qué está el miraglo de la conc;epc;ión de Christo>>, etc.). Sin embargo, en la nueva ordinatio del texto romance, que hemos de atribuir al propio autor68

, se ha preferido destacar la figura de Merlín, dedicándole capítulo propio, cuan­do, como se ve, apenas es un ejemplo incidental. Pe­saba, sin duda, el interés colectivo y de los lectores destinatarios de la versión romance de las <;inco figu­ra/as paradoxas.

Era ésta que trata el Tostado cuestión que preocu­pó al propio autor de la Historia regum Bnºtannia y a su s seguidores. Pero hay sus diferencias. El primero se limita, por boca del sabio Maugantius, a admitir la posibilidad de la intervención directa de un íncubo,

67. Alfonso 11cmández de Madrigal el 'f ostado, Las finco Jigurala.r

parodo.,"'\a.r, ed. de C. Parrilla, Alcalá de Henares: Uni,rersidad de Alcalá, 1998, pág. 110 (modifico levem ente la puntuació n, atendiendo también al texto latino).

68. Sobre esto, véase P. M. Cátedra, <<Un aspecto de la difusión del escrito en la Edad Medix la autotraducción al romance>>, en Ét.Tils . , el let.111res a11 M<!Jet1 Age. E.rpagne, France, Italie, Atalaya (Re111e d'Etude.r Medié1'tlle.r), 2 (1991), págs. 67-84 .

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, «EL BALADRO DEI .. SABIO MERLIN» 73

sin más matices. En la Suite du Mer/in, la cosa queda sólo en que <<icil dyables [qui] avoit pooir de conver­ser a feme lors en fu tous apareilliés et vint u elle estoit a li, et conchut>>69. El español, en cambio, explicita una ,cuestión escolástica ni siquiera aludida en los textos originales de la leyenda, la de la imposibilidad de que los demonios o los ángeles engendren, siendo por tanto necesario que las criaturas infernales sean simultáneamente íncubos y súcubos y que se valgan no de su propio semen en la procreación, del que no disponen, sino que lo recojan de algún mortal para depositarlo después en el vaso de otra mortal, una especie de fecundación artificial in vitro 70

.

Pero, como el lector habrá podido compro bar, en nuestro Baladro nos encontramos con una interpola­ción en el segundo capítulo tendente a salvar las du­das que puedan suscitar el asunto. Se nos cuenta que el diablo aprovecha el momento de debilidad de la doncella y <<yogo con ella e engendró un fijo, así dor­miendo>> . Inmediatamente, en el Baladro se inserta

<iQ. Ed. cit de París & Ulrich, I, pág. 13. 70. Véase 1.,omás de Aquino, S 11mma lheologica, I2

, q. 51, a.1, ad 6"m: <<S) tamen ex coitu daemonum aliqui interdum nascuntur, hoc non est per semen ab eis decisum, aut a corporibus assumptis, sed per sem en alicuius hominis ad hoc acceptum, utpote quod ídem daemon qui est succubus ad virum, fiat incubus ad mulierem, sicut et aliarum rerum semina assumunt ad aliquarum rerum generationem, ut Augustinus dicit, III De Tnmtate, ut sic ille qui nascitur non sit filius daemonis, sed illius homi.nis cuius est semen acceptum>>.

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74 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO •

aquí un largo párrafo en que se trata el as un to en una línea aparentemente polémica:

Algunos guisieron dezir gue al diablo no fue dado tal poder, pero que lo hizo desta manera: que este diablo fue a una casa donde dormía uno con su muger e tomó de aguella materia espermática e enproviso la traxo a la donzella e ge la puso en agucl logar generativo e gue incitó a la donzclla dormiendo a aquel acto carnal e así se engendró Merlín 71 .

Compensa esta opinión con la más general de \Tincent de Beauvais y de Antonino de Florencia, que no matizan nada sobre la condición del naci­miento. Se puede comprobar que las citas de los pa­sajes de estos autores son exactas y coinciden con la ordenación de las ediciones incunables del Speculum 11aturale o del Chro11icon, que podría estar utilizando aquí el adicionador del Baladro. Sin embargo, en la edición de 1535, se narra la acción de modo parecido y se continúa de inmediato la descripción del despertar de la doncella y las sospechas luego confirmadas de la preñez, sin más aclaración.

La interpolación y las anteriores referencias del mundo teológico prueban no sólo una de las líneas del uso del mito de tvferlín, sino también el interés activo y de amplio espectro no sólo caballeresco, ideológico o literario que suscitaba el asunto en ambientes cortesanos.

Como acabamos de decir, no es demasiado evi­dente la presencia de ejemplares de la Dema11da del

71 . E d . M •. 1 s a b e 1 1-1 e r n á n de z G o n z á 1 e z , pág. 1 1 .

, «EL BALADRO DEL SABI O MERLI N» 75

santo GriaJ o alguna de sus partes en bibliotecas cas­tellanas de la Edad Media 72 . Sorprende la ausencia en las más grandes bibliotecas, como la de Santillana. Pero es inevitable en otras de especial composición. Como, por ejemplo, la que el Conde de Haro acaba alojando en su Hospital de la Vera Cruz, donde radi­caba también una Orden de la misma advocación, con el objeto de dotar de lecturas a los alojados. Como ha señalado J. Lawrance, << si la biblioteca de Santillana ha servido como base para el estudio de las corrientes humanísticas y prerrenacentistas, la de Haro nos atrae, como contrapartida, al campo n o menos importante (si bien mucho menos estudiado) de la devoción lega y secular, con su extraño bagaj e de preocupaciones caballerescas>> 73 . Pues entre los libros de la dotación original de 1455 fi gura una <<demanda del santo Grial>>, manuscrito en pergamino,

·entre otros históricos y devotos. Quizá esa de 1455, que coincide con la difusión

de la obra del Tostado de la que hemos hecho m éri-

72 Véase el trabajo de c. B. r aulhaber, Li'bro.r y bibliolccas CfJ la E.rpana mediet.l(JI, Londres: Grant & Cutler Ltd., 1987. Para una época inmediatamen te p osterio r, ivf'. I. I Iernández González, <<Suma de in\'entarios de b1blio tecas del siglo xvÍ>>, en P. M. Cátedra, i\f'. l_J. J .. ópcz Vidriero & Mª. I. 1-Iem ández González, El libro a11tig110 espa1iol, S. Coleccion1:rmo .Y biblioleca.r (Siglos X v"-X v"III), SaJamanca: Ediciones de la LJni,rersidad de Salamanca, 1998, págs. 3 75-446.

73. «Nueva luz sobre la biblioteca del Conde de Haro: in\•entario de 1455>>, El Crotalón. Anuan'o de Filología E .rpañola, 1 (1983), pág. 1077.

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76 CÁ~l.EDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

to, sea la fecha mas antigua en la que se documenta la presencia de la obra, no sabemos si sólo la pri­mera parte del ciclo , en una biblioteca castellana. \ leíamos que en torno a 1450 en la biblioteca de Be­n avente había quizá sólo un pedazo de la historia de Merlín completando un códice de la Biblia. El inte­rés de esta casa por el acopio de libros h istóricos se lleva mal con la ausencia de la Demanda, si es que hu­biera estado circulando por Castilla en ese momento.

Las posteriores apariciones en bibliotecas castella­nas parecen llevarnos ya al reinado de los Reyes Ca­tólicos y primer A ustria. Y, desde luego, es por estos años cuando no sólo se cita algún que otro códice que pudiera pertenecer al ciclo que nos interesa, sino que aparecen series más o menos completas. En el inventario de 1503 que con tiene los bienes reales de­positados en el Alcázar de Segovia, redactado un año antes de la muerte de Isabel la Católica, figuran tres partidas de códices manuscritos castellanos. Eran: <<merlín [ ... ] e habla de josepe avarimartin [Avarima­tía ]>>; <<la ter<;era parte de la demanda del san to grial>>; <<ys toria d e lan<;arote>> 74. Son lo s tre s manuscrito s en papel, en folio)' encuadernados uniformemente en

74. El in\'C.~tario se halla transcrito según su original por J. Ferrandis, Dalos doc11menltJl.cs para la hirtoriu del arte e.ipañol, III . !111 -enlan·o.r reales 011a11 ll a Juana la Loca), Madrid: C.S.I.C., 1943; las entradas concretas en págs 152, 160 y 162. F. J. Sánchez Cantón, /_ibro.r tapi~"Cs_y cuadros q11e coleccionó Isabel la Cató/i(:a, Madrid: C.S.I .C., 1950, pág. 51, unifica las tres entradas y reintcrpreta la sin sentido del segundo de los códices.

, «El. BALADRO DEL SABIO MERIJIN» 77

cuero blanco. La concordia del ves ti do y la misma referencia de los contenidos de los libros nos pone ante una colección completa de la traducción caste­llana de la Demanda, con una división tripartita en la que van juntas las historias sucesivas de José de Ari­ma tea y Merlín 75 y separadamente los argumentos finales de la supuesta Post-Vulgata. Lo que con tri­buye, aún más, a ver qué informalmente se difunde en manuscrito el ciclo de nuestra Demanda.

Será difícil resolver el problema del origen y la formación de la biblioteca de este inventario. Por la circunstancia de estar en el alcázar de Segovia, depó­sito del tesoro y residencia principal de los reyes Tras támara de Castilla, es más que proba ble que esa colección remonte, como mínimo, a Juan II, el padre de la Católica, aunque haya sido enriquecida en tiem­pos de Enrique IV y de la propia Isabel. Téngase en cuenta que, si ésta había donado sus libros a la Capi­lla Real de Granada, de donde los trasladará Felipe II a El Escorial, es más que probable que los que esta­ban en Segovia no fueran de su personal propiedad, sino heredados. Quizá por esta circunstancia y por el hecho de que la de Segovia era tina biblioteca exclu­sivamente manuscrita, donde figuran libros dedica­dos a Juan II y a Enrique I\T, debamos atribuir a las vieja biblioteca real la mayoría de los libros. Imposi-

75. Esta circulación conjunta pernlÍtc entender mejor Ja denominación de Merlín para el complemento, seguramente con la historia de J osé de Arimatea, que figuraba al final del códice bíblico de los Condes de Bcna\1ente, como más arriba hemos sugerido.

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78 CÁ'l.EDRA & RODRÍGUEZ VEl~ASCO

ble, sin embargo, es asegurar cuándo se incorporó a la colección la serie de la D emanda. Difícil también será conocer el modo de la dispersión y el paradero de esos códices, aunque sabemos que esos bienes acabaron subastándose a la muerte de la Reina y al­gunos de los libros figuraron en colecciones emble­máticas como la de Hernando Colón. Es posible que los artúrico s del Alcázar llegaran a manos de un co­leccionista y editor de libros caballerescos, al que más abajo nos referimos.

Seguirá siendo poco abundantemente represen­tada en bibliotecas nobiliarias posteriores. No sabe­mo s cuándo entró en la de los duques de Béjar, aunque lo más probable es que la referencia que en ella se encuentra a un Merlín sea de un impreso 76.

Tampoco lo sabemos respecto a la biblioteca de la casa de Lemos, pero en 1571 la condesa disponía aún de sendos códices de la Historia de Merlín y de dos partes en dos volúmenes del Lanzarote de Lago, entre otros libros principalmente manuscritos que denuncian una biblioteca formada mucho antes de la fecha del inventario77 . Los tres tomos mencionados podrían constituir un juego completo de nuestra se-

76. A. Redondo, «1.Ja bibl.iothcquc de don J~rancisco de Z úñiga, Guzmán y Sotomayor, troisieme duc de Béjar (1500?-1544)>>, Melanges fÚ fa Ca~rtJ de v'efa'911CfV 3 (1967), pág. 192.

77. \ 1éélse el libro de A. Rojo & P. M. Cátedra, Bibliolet."tJ.I' tk m11jerr.r (r. Xv' l), en prensa. El Condado de.: J_,emos lo dio 1 ~ nrique I\' , a la persona de Pedro Al\•arcz O sario en 1457.

«EL BALADRO DEL SABIO MERLÍN» 79

rie, como el que estaba en la biblioteca real del .l\lcá­zar de Segovia.

Consideramos que este paseo por variadas biblio-tecas castellanas del siglo XV y XVI contribuye en alguna medida para clarificar algo los modos y la manera de la difusión de la Demanda del santo Grial en castellano. Acaso, sin embargo, sean más propicias para esto las consideraciones que sugieren una bi­blioteca que por sus características y por su historia nos ayudará a poner alguna luz en un punto hasta ahora poco tratado, el la implantación del género ca­balleresco en la España en el paso de los siglos X\' al XVI. En es ta ocasión, y dado que se trata de un do­cumento poco accesible, vamos a incluir aquí todas aquellas entradas que nos parecen significativas de lo que luego diremos 78

.

Los libros que ahora nos interesan se hallan entre los bienes heredados de Isabel de Santisteban, que pertenecía a uno de los linajes dominantes en Valla­dolid, el de Tovar7~ . Nació de Francisco de Santiste­ban, regidor y comendador de la Orden de Santiago, y de la duquesa doña María de Maldonado. En 1552

78. Para más datos que los aquí incluidos, tanto relacionados con aspectos administrativos de los inventarios, cuanto por lo que se refiere a las identificaciones de los libros, véase el libro citado en la

• nota anteaor. 79. Véase Adéline Rucquoi, Valladolid en la Edad Media. Géne.ris de

11n poder, Valladolid: Junta de Castilla y León, 1997, I, págs. 133-135, )' pa.r.rim.

80 CÁTEDRA & RODRÍGU EZ VELASCO

casó con Juan de Santisteban, pero había pasado unos cuantos años desde 1549 y durante su minoría de edad bajo la tutela de Francisco de Guevara. De estas dos fechas conservamos inventarios de bienes heredados por doña Isabel, como hija mayor de Francisco de Santisteban; ambos reglamentarios, uno es el que se redacta con motivo de la entrada en cu­raduría y el otro está incluido en la reclamación al curador de los bienes por él custodiados, una vez que la desposada ha quedado emancipada por su ma­trimonio. Seleccionamos las entradas que nos intere­san de la biblioteca histórico-caballeresca de este • •

inventario:

f1 -2J Un libro de Palmerí11 y Pri1naleón, cuatro reales. a) ¿ r rancisco V ÁZ Q U r~z ? ' Libro del famoso cavallero Palmerín de Oliva, q11e por el m1111do grandes hechos e11 ar­mas hizo si11 saber ct!Jo hijo fi1esse, Salamanca: O uan de Porras], 1511. in-fol. b) ¿Francisco VÁ ZQUEZ ?, Libro segundo del Empera­dor Palmerí11, en que se reqiie11tan los gra11des fechos de Prima/eón y Polen dos, Salamanca: [Juan de Porras], 1512. in- fol.

[3] Otro libro de la Demanda del santo grial de mano, tres reales.

[4) Un libro de Jordán francés, real y medio. B= Un libro de Jordán en francés. Les fails et pro11esses du noble et vaillant chevalier Jo11r­dain de Blaves, fils de Girard de Blaves, leq11el conq11esta pl11sie11rs royaymes Stlr les barbares, les peines q11 'i/ e11t O obtenir l'amo11r de la bel/e Driabelle, fil/e a11 Jorl roi Ri­chard de Cardes, París: Michel le Noir, 1520. in-fol.

• «EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 81

· (6] Los Comentarios de César, dos reales y medio. Cayo Julio CÉSAR (trad. Diego LóPEZ DE TOLE­DO), Los Commenlarios de Gayo I11lio César ... Toledo: Pedro 1-Iagembach, 1498; Alcalá: Miguel de Eguía, 1529. in-fol. (Martín Abad 1991, I, 11º. 212) .

17J Oroce en francés, ocho reales. l)aulo ÜROSIO, Le premier vol11n1e d'Orose, París: An­taine \ Térard, 1491. in-fol. J~sta versión francesa trufada del siglo xiv de las Historiae advers11s paganos de Orosio fue reimpresa en varias ocasiones a lo largo del siglo XVI (Brunet 1922, IV, col . 238).

[13] Lanforete [sic] de mano, dos reales. f 14] Demanda del sancto grial de mano, tres reales. [15] La Conq1Jista de Rodas, dos reales y medio.

Jacobo FON1"ANO (trad. de Cristóbal de ARCOS), La mtty lamentable conquista y cruenta batalla de Rhodas: 1111evamente sacada de la leng11a latina en nt1estro vulgar Castellano y puesta por mejor modo q11e en el latí11 esla­va .. . Sevilla: Juan Varela de Salamanca, 1526. in-fol.

[ 16] El CavalLero de la Cn1~ real y medio. Alonso de SALAZAR, Crónica de Lepolemo, llamado el cavallero de la hi_jo del Emperador de Alemania, \ falen­cia: Jofré, 1521. in-fol.

l24] Quinto Cursio, dos reales. a) Quinto CURCIO Rur:o (trad. anónima) , Q11into Curcio Historia de Alexandre Magno. Sevilla: Ungut & l)olono, 1496. in-fol. Otra edición, encabezada del rrúsmo modo: Sevilla: Juan Varela de Salamanca, 151 8. b) Idem (trad. Gabriel de CAS'fAÑEDA ), Quinto C11r­cio de Los hechos del mag110 Alexandre rey de Macedonia ... Sevilla: Juan Cromberger, 1534. in-fol .

f 271 Los Comentarios de César, tres reales. \ léase más arriba, nº. 6.

82 CÁ'l~EDllA & RODRÍGUEZ YEI.ASCO

[28] La Coránica del rey don ]11a11 de ma110, <;inco reales. Alvar GARCÍ1\ DE SAN'l'A MARÍA, Crónica de Jua11 II.

(32] Mar de historias, real y medio. Giovanni de lla COLONNA (trad. Pernán PÉREZ DE GUZMÁN, ed. de Cristóbal de SAN·1·1s-1·EBAN ), Mar de historias [Mare historiarum] & Generaciot1es y sem­blat1zas, Valladolid : Diego de G umiel, 1512. in-fol. (Norton 1978, nº. 1311 ).

[34J Otro de Lanforele [sic] falto, quatro reales. [36] Lanrorete [sic] en franc;és, tres reales.

Son numerosas las ediciones del Lance/o/ fran cés, a partir de Ro1nat1 fait et composé a la perpett1ation des vert11eux Jaits et gestes des pl11sieurs t1obles et vailla11ts che­valiers, q11i Juren! at1 temps dt-1 roi Artus, compag11ons de la Table Ro11de, specialement a la lo1-1ar1ge de Lancelot d11 Lac, Roucn: Jean Le Bourgois & París: Jean Dupré, 1485. 2 vols. in-fol.

[3 7] Floranvel de L1-1rea, tres reales. ENCISO, La pri1nera parte de la coránica del invencible cavallero Florambel de Lucea: hi_jo del esforrado Rey Flori­neo de Escocia. Dirigida al Ill1Jstríssi1110 5 etlor Marqués de Astorga ... Val ladolid: N icolás 'I'ierry, 1532. in-fol.

[38J Amadís de Gaula de mano, dos reales. [39] Segundo Espejo de caballerías, dos reales.

Libro segundo del espe_jo de cavallerías, en el q1-1al se verá11 el fin que ovieron los amores del conde Roldán con Angéli­ca la bella. Toledo: Cristóbal Francés, 1526. in-fol.

[51 J Los quatro de An1adís, tres reales. Garci Rodríguez de MONTALVO, adaptador, Los q11alro libros del m1ry esforfado cavallero Amadís de Ga11-la. Zaragoza: Cocí, 1508. in-fol.

[521 Lanrorele [sic] muy vie jo, dos reales.

~......__ ________________ _...,.,... .. - --

• «EIJ BALADRO 01::.1. SABIO MERLIN» 83

[56] Don Florisel de Niq11ea, tres reales. I;eliciano de Sii.V/\, La crónica de los m1'.Y valientes)' esjorrados e invencibles cavalleros Don Florise/ de Niq11ea, y el fl1erle Anaxartes: hi,jos del m19 excele11te P1incipe Amadis de Grecia: eme11dada del estilo antiguo, según q11e la escribió Cirfea 1·eyna d'Argires ... Valladolid: Nicolás 'l'ierry, 1532. in fol.

[57] J_,a Coró11ica troyana de mano, real y medio. Quizá un manuscrito de la traducción de Pedro de C1 IINCJ IILLA de la obra de G uido del le COLON NI~ .

f 58] 1\piano 1\lexandrino, dos reales y medio. J-Ja obra de Apiano 1\ lcjandrino en una de sus dos

versiones: a) r\PI ANO (trad. Juan de MOLJ NA), Los tnº11mphos ... Valencia: Juan Jofré, 1522. i11-fol. b) 1\PJANO (trad. Diego de SAIJAZAll ), Historia de todas las g1-1erras civiles q11e 11vo entre los ro1na11os ... Alca­lá: Miguel de Eguía, 1536. in-fol.

[62] Cartas y coplas de Franc;isco de Santesteban de mano, dos reales. Esta colección de las obras del padre de Isabel Santisteban no se localiza en la actualidad.

l 63-64J Dos Mar d'istorias fa ltos, real y medio. B= Dos mar d'istorias.

Aun que los libros de caballerías tuvieron una ra­zonab le aceptación entre el público femenino, que va ganando en p roporción conforme pasan los años del siglo X\' IB<J e, incluso, X\TII, no parece que la bi-

80. Véase, para esta cuestión, ~- del C . .t\.farin Pina, <<La mujer y los libros de caballerías. Notas para el estudio del género caballeresco entre el público femeruno>>, Re11sta de Likralura A1ediet'OÍ, 3 (1991), págs. 1 29-148~ también Cátedra & Rojo, up. cil.

1

1

-

84 CÁTED RA & RO DRÍGUEZ VEI~ASCO

blioteca de la que era dueña doña Isabel de Santis­teban fuera ni formada por ella ni para su uso. La presencia de unas Cartas y coplas81 manuscritas de Francisco de Santisteban empieza a apuntar 11acia atrás en la genealogía, si es que nos empeñamos en buscar los verdadero s interesados en estos libros. Francisco, en efecto, fu e autor de versos y aún hoy podemos leer una breve muestra en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid, el 1706, cuyo origen y razones de compilación quizá puedan ilumi­narse desde esta perspectiva.

Pero la dedicación literaria de este Santisteban no parece haber sido tan acentuada e insistente como la de su padre, el comendador Cristóbal de Santisteban. O, cuando menos, no parece haber sido de la misma calidad e interés, por lo que a nosotros afecta. Cris­tó bal fue comendador de Biedma dentro de la Or­den de Santiago, antes se había educado en la corte, como paje de la reina Isabel, experiencia y relaciones que beneficiarían su nombramiento de caballerizo de doña Juana y, luego, del Emperador. En su ciudad natal fue regidor y representante en Cortes. Era, pues, un buen representante del patriciado urbano, perteneciente a un esqueje de los Tovar, que dio ilus-

81. JJor el precio , no parece que pueda tratarse de las famosas )' anónimas Carla.r_y copla.r paru requen'r 111Je1 •0.r amores, aunque seria posible que éstas cncabczarnn el copiador de su autor. Lo más probable, sin embargo, es que s~ un códice que hiciera las \•eccs de copiador de borrones literarios y, al tiempo, de regis tro epistolar.

,

«El~ BALADRO 0El4 S1\BI O f\1E.RLIN» 85

tres letrados al servicio real, los Sánchez de Vallado­lid, como el padre, Francisco de Santisteban, que fue contador mayor de los Reyes Católicos82

. El nuestro era ya mayor de edad a finales del siglo XV y aparece a principios del siguiente en actos de representación, como el que se celebra en la iglesia de Santa i\1aría la i\fayor para sancionar las nuevas ordenaciones del li­naje de los Tovar el día 1 de enero de 151083

. \ 1ivía aún en el año de 153484

.

Pero el Comendador Santisteban, como se le co­nocía, tenía una faceta intelectual muy interesante, que quizá nos sirva para explicar la razón de ser de la biblioteca radicada en la que fue su casa. Su más an­tigua aparición como letraherido data de 1503, cuan­do publica en la imprenta zaragozana de Jorge Coci el Tratado de la sucessión de los reinos de Jerusalén y Nápo­les. Esta relación con el mundo de la imprenta no fue en nuestro Santisteban de ocasional autor. Por lo que parece, promovió algunas ediciones y se sirvió del invento para hacer más ancha su influencia. Si pro­paganda de la monarquía de los Reyes Católicos, jun­to con una clara ideología caballeresca muy fin de siglo, es razón suficiente para sostener los argumen­tos de su primera, que sepamos, obra publicada, pro-

82. }Jara una más detallada genealogía de esta rama de los ·1·0 ,·ar, ,·éase 1\délinc Rucquoí, op. cit., I, págs. 187-189.

83. ldtm, 11, pág. 354. 84. Se hallarán más referencias sobre este.: personaje en Cátedra

& Rojo , op. t.i l.

86 , '

CATEDRA & RODRIGUEZ VELASCO

paganda ciudadana y de lin aje es la que persigue h a­ciendo de editor de Las dos cartas que el Emperador y rey don Carlos escrivió a Valladolid.

Insiste como editor haciéndose cargo de la publi­cación del Mar de historias de Pérez de Guzmán, im­preso en Valladolid por Diego de Gumiel en 1512. Lleva un prólogo de Santisteban, dedicando el libro al obispo don Martín de Angulo, que poseía una her­mosa biblioteca de la que aún hay restos en la cate­dral de Córdoba. Como el lector habrá visto, varios ejemplares del Mar de historias sobrevivían aún en la biblioteca de los Santisteban unos años más tarde de la muerte de Cristóbal cuando se haga cargo de ella su nieta Isabel.

Pero, como el lector habrá podido comprobar, en es ta biblioteca se agrupan los libros de historia con no pocos rarísimos manuscritos de libros caballeres­cos. No prestaremos ahora atención a los libros im­presos. Por más que vale la pena llamar la atención sobre el hecho de que en esta biblioteca se menciona por primera y única vez en España algún libro caba­lleresco francés, como el Jourdain de Blaies, o se dis­ponga de 11nas obras de Orosio en la misma lengua.

El ramillete de manuscritos caballerescos es tanto más interesante cuanto que es raro encontrarlos en bibliotecas de la época. Había dos titulados Demanda del santo Gnºa/ (3 y 14), quizá también dos de Lanzaro­te (13 y 52), uno de Amadís de Gaula (38) y uno de la Cró11ica troyana. Pudiera ser que uno de los dos ma­nuscritos de Lanzarote fuera realmente un impreso,

1

1

, «EL BALADRO DEL SABIO MERLIN» 87

porque no se especifica su condición de manuscrito aclarando que fuera de mano, sino sólo que era muy viejo, lo que quizá se refiera más que nada al estado de conservación. Es posible que uno de estos ma­nuscritos junto con los dos de la Demat1da formen cuerpo en forma de ciclo, como hemos visto más arriba que algunos se presentan. Todos parecen ser códices de no excesiva antigüedad, porque no se in­dica esa condición en ningún caso.

Nada tendría de particular es ta biblioteca si no sorprendiéramos al Comendador San tisteban en 1527 obteniendo privilegio para <<hazer ynprimin> du­ran te diez años una serie de libros en línea con los que hemos visto en sus anaqueles; a saber: <<los li­bros de Erodiano y el Lucano y el Dorosiculo y los tres libros de Lan<;arote del Lago y el grand baladro de Merlin y el libro de los qüentos>>. Esta lista figura en el privilegio en efecto concedido85

, del que se de­rivan otros detalles interesantes, como, por ejemplo, que el Comendador va a correr con los gastos de im­presión y se encargará él o sus factores de la venta de los libros. Como era reglamentario, éstos ya ha-

85. Publicado por Juan Mesegucr, <<Documentos históricos , diversos, siglos XIII-XVI>>, Archi110 Jbero-Ameneano, 30 (1970), pág. 221. f-Iay error en la transcripción de alguno de los títulos, que sol\'entamos. Agradecemos la comprobación del documento realizada por Isabcl Aguirre, del Archivo de Simancas, y por F cm ando Bouza.

- ·--= . -- - - " - . ·- ------~- -- ---- . - - ---- - - . . ,._

88 CÁ1-EDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

bían sido examinados por el Consejo Real <<e tenidos por buenos>>.

De modo y manera que nuestro caballero valliso­letano resulta ser un verdadero empresario de la edi­ción y quizá utilizaba su propia biblioteca como fuente o la iba formando según el doble criterio de lector y comerciante. Con ese habría comprado o hecho copiar manuscritos tan raros en esas fechas como el Amadis o los de la Demanda. Desde esta perspectiva, la colaboración con Gumiel para impri­mir el Mar de histon·as años antes, la propia impresión de su obra original y no sabemos cuántas más em­presas derivan de una policía al par económica e intelectual de Cristóbal de Santisteban.

No sabemos a ciencia cierta cuántas de esas obras fueron publicadas. Vigente aún el privilegio, vio la luz en los talleres de Cromberger un Herodiano, traducido por Fernán Flórez y dedicado al Marqués de Tarifa86

, pero no sabemos si el promotor de la edición era el Comendador, aunque es posible. La traducción de Lucano a cargo de Martín Lasso de O ro pesa se publicó sin fecha, al parecer fuera de Es­paña87. De Diodoro Sículo, si es que es el autor refe-

86. C. Griffin, Los Cromberger. La histona de una impre11ta del .riglo XVI en Se1illay Mfjico, Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1991, nº. 334.

87. Algunos bibliógrafos la datan hacia 1530; Peeters- ~-:ontainas hacia 1540. Dificil, incluso , es saber el lugar de impresión. ¿Acaso quizá porque el pri\•ilegio en fa\•or de Santistcban estaba aún \rigente?

. !

1

• «EL BALADRO DEL SABIO f\1ERL IN» 89

rido, no se publicó nunca traducción española. U na Demanda, como se ha visto más arriba, se publicará en Sevilla en 1535, sin nombre de impresor. Es posi­ble que sea la propuesta por Santisteban, aunque también cabe que tuviera intención de dar una nueva versión retocada del Baladro, el Grant Baladro, junto con los tres libros del Lanzarote, un conjunto que vendría a ser una serie completa de la tercera rama de la Vulgata. Alguno de los tomos del manuscrito original sería como el que se conserva la Biblioteca Nacional de Madrid88

.

Habrá tiempo y lugar más apropiado para diluci­dar estas incógnitas. Tenemos por ahora a un patri­cio vallisoletano que 11a estado desde muy antiguo relacionado con la promoción editorial española en varias ciudades: Valladolid, Zaragoza, en donde de­bió permanecer en ocasiones89

, y acaso, como he­mos visto, Sevilla. Es posible que pronto otros documentos sigan conectando al Comendador San­tisteban con el mundo de la edición histórica y caba-

88. í~l cual, por cierto, podría ser el de la Condesa de J .. emos que más arriba hemos mencionado; no parece posible que fuera el de Santisteban. Sería mucho suponer que Santisteban tu'' iera en su biblioteca el viejo La11::;µrvte de 1414 yuc..: ser\'Ía de original a este códice 9611 de la Biblioteca Nacional, recientemente estudiado por José Manuel Lucía Megías y pendiente de edición a cargo de H . Sharrer.

89. Allí se otorgó la escritura de 1534 en la que se sanciona la fundación de mayorazgo para sus dos hijos, rrancisco y Alonso.

- .

1

90 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

lleresca de finales del siglo XV y primer tercio del si­guiente. Y, así, no será arriesgado sugerir provisio­nalmente que esta figura pudiera ser un enclave de relativa importancia no sólo en la promoción, sino también en la creación de líneas editoriales. Jorge Cocí fue su editor en Zaragoza; pero fue también el impresor de la edición más antiguá que hoy conoce­mos del Amadís, cuidada por un regidor medinés con más que posibles vinculaciones clientelares con el Com endador, que además poseía uno de los pocos manuscritos amadisianos que conozcamos hoy en bi­bliotecas de principios del X\' I. Diego de Gumiel tra­bajó para él al menos en una impresión, el Mar de histon·as, pero el año anterior, 1511, había publicado una traducción de san Agustín de la que el Com en­dador tenía un códice en su biblioteca y no sería raro que también estuviera detrás de la relación de Luis de Soto, en la que' se narra el recibimiento vallisole­tano del rey Fernando en 1513. Gumiel fue un in te­resan te impresor, con especialidad en la literatura de ficción90, y en Valladolid publicó su magnífico Tirant lo Blanc. Nada tendría de particular que las andanzas editoriales de Santisteban hubieran tocado a otros impresores que trabajaran en Valladolid o en su zo11a

90. Véase al respecto P. tvl. Cátedra, La «1-lislüria de Paris e de v'ianav. Edu:ió facsímil de la pri1nera impre.rsió catalana (Girona, 1./. 9 5), Gerona: Diputación de Gerona, 1986.

-

«EL BALADRO DEL SABIO MERLÍN» 91

de influencia. Juan de Burgos parece haberse despla­zado a esta ciudad en 1501 para producir exclusiva­mente dos volúmenes, un Tristán de Leonís y un Oliveros de Castilla; al menos ésa es la única produc­ción que de él conocemos. Cosa francamente extra­ña. ¿Andaba por medio el Comendador Santisteban? ¿Estaban anudadas unas relaciones anteriores con el mismo impresor en Burgos o con Fadrique de Basilea?

Juan de Burgos produjo nuestro hermoso Baladro. Pero también una porción de libros en los que la ma­nipulación textual ha llamado mucho la atención. Las adiciones y cambios que se realizan en estos li­bros de Juan de Burgos requieren un cierto experti­zaje literario. No sé si el impresor lo tenía, pero sí era capaz de eso y más el Comendador. Con todas las cautelas del mundo queremos que se considere esta posibilidad, que quizá no dentro de mucl10 quede probada documentalmente y que, desde luego, no inhabilita las capacidades de Juan de Burgos.

Algunos hemos creído que el diseño literario que implican las modificaciones de las obras de Juan de Burgos requería una cierta capacidad y visión más li­teraria que editorial, aunque las dos se alíen . La in­corporación capilar del estilo sentimental en el lenguaje caballeresco que se advierte, por ejemplo, en la edición de la interesan tí sima Crónica troyana de 1490 y en otras ediciones de Burgos, como el Baladro

92 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

o el Tristán, tal como han señalado Sharrer o Mo­rros 91, no es una tarea artesanal, sino de capaz esti­lista y conocedor de la literatura del momento. No queremos entrar ahora a apuntalar este edificio toda­vía en construcción con argumentos fácilmente con­trovertibles. Recuérdese, empero, que uno de los manuscritos que estaba en la casa de Santisteban era precisamente una Crónica troyana.

Las incorporaciones al Baladro, a las que más arri­ba hemos aludido, no son sólo retoques estilísticos. Una interpolación como la que más arriba se ha se­ñalado sobre el asunto del engendramiento de Mer­lín requiere algo más que buenas intenciones; exige conocer el asunto desde una perspectiva letrada y sa­ber dónde recabar la información que se cita tan exactamente como lo hace el interpolador. Los preli­minares del libro, como también se ha dicho ya, son más que una necesidad estructural; justifican en un contexto y en el ámbito de una ideología la narración del Baladro del sabio Merlín. Es cierto que el prólogo suena a centón, que está hecho a retazos, pero la se-

91 . \ ! l-asc del primero su <<_} uan de Burgos: impresor y refundidor de libros caballerescos>>, en Mª. L. J ... ópez-\ fidriero & l)cdro M. Cátedra, eds., El libro atrligt10 español, 1, Salamanca & Madrid: Sociedad Española de I-Iistoria del Libro, LJni,'ersidad de Salamanca & Biblioteca Nacional, 1988, págs. 361-369. Bien\renido Morros, <~os problemas ecdóticos del Baladro del sabio Merlín>>, en A tlas del l Congreso de la Asociación Hr:rpánica de L.ileralura Mediei•al, ed. \ !. Beltrán, Barcelona: PPU, 1988, págs. 457-471 .

• «EL BALADRO D EIJ SABIO MER.LIN» 93

lección de fragmentos está estudiada para repre­sentar el bloque ideológico y el artificio literario que justifica a un libro que, al parecer, debía circular an­tes sin un referente intelectual válido, al juicio del adicionador. Ese referente se nota de muchos mo­dos, pero a los ya sugeridos más arriba añadimos ahora uno. Como hemos visto, uno de los párrafos del prólogo, el que habla del libro como manjar en la mesa de los caballeros, ha sido tomado literalmente del Doctrinal de caballeros de Alonso de Cartagena, li­bro que, precisamente, había sido publicado también por nuestro impresor. Pero no creemos que el matiz ideológico imprimido en ese prólogo quepa en el di­seño intelectual del impresor, sino más bien en el de quien conoce por dentro las razones de la caballería .

Renunciamos, por ahora, a pespuntear más un ar­gumento que debe ser cosido en el futuro con hilo documental más fuerte. Pero sí querríamos dejar anotado el hecho de que habrá que atender desde ahora en adelante otras razones para el implante del género caballeresco en el mundo editorial español. No sólo la organización comercial en torno a lo que devendrá un género editorial puede justificar el desa­rrollo y los cambios de rumbo de ese género 92

.

Entrevemos ahora una serie de acciones de voluntad

92. Véase sobre el asunto el <<Prólogo>> de P. J\1. Cátedra, al importante libro de J. Guijarro Ccballos, El «Flori.re(J)> de Fema11do Berna~ Mérida: Junta de Extramadura, 1999 .

.-----------------------------~---~~"---~~-~~- ·-·-

94 • •

CA'f E DRA & Il0 l) RJ GU L::z VELASCO

de los propios lectores que pueden tomar cartas directamente en el asunto, como el Comendador

Santisteban. Esos actos volitivos serán más o menos abundantes, pero pesarán como pesó

la limitada pero terca difusión de la Demanda del Santo Grial antes

de la imprenta.

, INDICE DE AUTORES,

, DE OBRAS ANONIMAS Y DE MANUSCRITOS

Actos de los Apóstoles 49 Aguirre, Isabel 1 O, 87 Agustín de 1-Iipona, santo

90 Alexandre, J.J. G. 5 7 Alfonso 111 de Portugal

15,24 Al fon so \ / J 1 I de Castilla

13 t\l fon so X de Castilla 15,

38,39 Alfonso XI de Cas tilla 38 Alvar, Carlos 21, 29 ,

Alvarez de \ fillasandino, Alfonso 62

,

t\lvarez Osario, Pedro 78 A1nadís de Ga11/a 82, 86, 88

Angulo, Martín de 86

Apiano Alejandirno 83 1\rcos, Cristóbal de 81 Artíci1/os de la Fe 32 1\uerbach, Erich 43 Azáceta, J.M. 63

95

Barlón y Josajat 32 Basilea, Fadriquc de 48, 91 Beceiro Pita, Isabel 68 Beltrán, Rafael 41 Benavente, condes de 66 Bertran de Born 11 Blanca de Castilla 13 BNM 9611 22, 89 BNM Res. 27 40 BNM 4202 70 BNM 1706 84 Bogdanow, ftan11i 23 Bohigas, !)edro 20, 38 Boutet, Dominigue 36 Bauza, l:.'erna11do 1 O, 87 Buenaventura, santo 56 Burgos, Juan de 9, 48, 91 BUS 1877 32, 49

Cacho Blccua, Juan Ma­nt1el 9

Carlos, Duque de Berry 52-55

Carlos I de España 84

...

96 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

Carriazo Arroq uia, Juan de Mata 53

Cartagena, Alonso de 4 7, 48, 50, 53, 93

Castañeda, Gabriel de 81 Castro, Ivo 24

Cátedra, Pedro M. 59, 66, 70, 72, 75, 78, 83, 85, 89, 92, 93

C: hin chilla , Pedro de 83 C~ hrétien de 'l'royes 12, 20

Coci, J orgc 82, 90 Coló n, I-Iernando 78 *Con/e del Brait 59

Coplas de Mitigo Revulgo (con sus glosas) 5 7

Corral, Pedro del 65

Courcelles, Dominique de 66

C rombcrger, Juan 81 Crónica Troyana (1490) 83,

91

C uenca, Luis Alberto de 17

Demanda do S aneto Greal 23,28

Demanda del Santo Grial 29, 59, 61, 62, 64-69, 74, 76-81, 86, 88 , 94

[)eyermond , Alan 70

Dezir contra el Mt1t1do 62

Díez de Games, Gutierre 41, 58

Diodoro Sículo 87

Eguía, Miguel de 83 Eiximenis, Francesc 66 Eldson, J.H. 68 Enciso 82 Enrique I Beauclerc 16, 36 1-~ nrique II de Inglaterra

13 Enrique IV de Castilla 53,

54,65, 77, 78 En twistle, W J. 12, 13 Espe_jo de Cava/ferias (S eg11n­

da Parte) 82 Estoire de Merlin (con las

diversas st1ites) 21, 26, 27,28,46, 55, 58, 73

Estoire del Saint Graal 21, 23, 31

Fallows, N oel 4 7 f 'aulhaber, Charles B. 75 Felipe II de España 77 Fernández de Velasco, Pe-

droConde de 1-Iaro 7 5 Fernando de Aragón 53,

90 rerrandis, J. 7 6 l~ l ó rez Fernán 88

' Flos S anctorum 66 l ;ontano, Jacobo 81

1-:ritz, J.M. 26 , 27 F11ero Real 3 2

Garcia, Michcl 40 García de Salazar, Lopc

26 , 31 García de Santa Ivfaría , 1\l ­

var 82 Geoffrey de Mo11moutl1

13, 15-19, 36, 61, 69, 70, 72

Gibson, M.~r. 57 Gimcno Casalducro, Joa­

quín 44 G iovanni dell a Colonna

64, 82, 83, 89 Gobi, Jean 70 Godofrcdo de Vitcrbo 3 7 Gracia, Paloma 9, 20, 23,

24, 26, 28 G ri ffin , Clivc 88 Guerau de Cabrera 11 , 12 Gucva ra, f 1'rancisco de 80 Gu ijarro Ccballos, Javier -

93 Guill ermo ·1~rapacense 53 G umiel, Diego 65, 82, 86,

88, 90

I-Iernández González, Ma­ría Isabel 9, 47, 74, 75

I-Ierodiano 87 Historia de A1erlín 32, 33,

78

97

Histo1ia de T/ espasia110 31 I-listo11·a de José de A11.111aler1

32,33 I Ioo k, David 13, 14, 24

I1ifa11ria S alvalon·s 66 Isabel de Castilla 5 3, 7 6,

77 Jarman, 1\.0.I-I. 16 ]011rdai11 de Blaie 80, 86 Juan de Sal is bur)' 3 7 Don Juan Ivfanuel 67 Juan de Rocata ll ada 32 J ua11 Jofré 83 Juan el 'l'ucrto 39 J u a 11 I I de Castilla 6 5, 7 7 Juana ''].,a Beltrancja'' 54,

84 Julio César 81

J_Jacy, N orris J. 23 La11celot en prose 15, 21, 22,

27,44 La11zarole del J_,ago 32, 78,

81, 82, 86, 89 J_.asso de la \ 1cga , I\ lartí 11

88 J_.a\vrancc, Jcrcmy 7 5 I_JB2 63 Leonor de Inglate rra 13 Libro del Cavallero Zifar 45,

51 , 52 Lid a de ~f alluel, "t\faria Rosa

13 62, 64

98 CÁTEDRA & RODRÍGUEZ VELASCO

Livro de Josep Abarimatia 23, 65,66,68

Loomis, R.S. 12, 13, 16 J_Jópez de Toledo, Diego

81 López de Ayala, Pero 38-

40 , López de Meodoza, Iñigo,

Marqués de Santillana 75

López-Vidriero, María Lui­sa 1 O, 75, 92

Lucano 87 Lucía Megías, Juan Manuel

89 .

Luis XI de Francia 53 Luis VIII de Francia 13 Madrigal, Alonso de, el

--rostado 58, 70-72, 7 5 Maldonado, María de 79 María Pina, María Carmen

83 Martínez de Medina, Die-

go 62 Mena, 1···crnando de 49 Menard, l)hilippe 49 Messeguer, Juan 87 Micha, Alexandre 27 Molina, Juan de 83 Moraleja, Serafín 14 Morros, Bienvenido 9, 4 7,

92 Mor/ le Roi Artu 22, 28, 31

Nicolás Tierry 83 N úñez de Toledo, Catalina

65 Oliveros de Castilla 91 Orderico Vital 3 7 Orosio 81 Ortiz, Pedro 32, 49, 66

Paltnerln 80 París, Gastan 52, 73 Parkes, M.B. 57 Parrilla, Carmen 72 Peeters-Fontainas, M. 88 Perceforest 49 -Perceval en prose 22 Pérez de Guzmán, Feroán

64,65, 82,89 Pierre de Blois 3 7, 41 Pietsch, Karl 33 Pirot, Frans:ois 12 PN2 (BNP) 40 Poema de A!fonso XI 38, 39 Porras, Juan de 80 Post-V11lgata 15, 20, 22, 23,

27-29,31, 35,43-45, 77 Prima/eón 80

Q11este del Saint Graal 2 2, 27

Quinto Curcio Rufo 81

Ramos Nogales, Rafael 10 Redondo, Augustin 78

'

«EL BALADRO DEL SABIO MERLÍN» 99

Ricardo Corazón de León 13

Robert de Boron 20, 23, 26,32

Rodríguez Velasco, . Jesús D. 12, 45, 51 ,

Rodríguez Alvarez, Ra-món 9

Rodríguez del Padrón, Juan 62, 64

Rodríguez de !vfontalvo, Garci 51, 52, 82

Rojo, Anastasia 1 O, 83, 85 Rucquoi, Adeline 79, 85 Salazar, Alonso de 81 Salazar, Diego de 83 Sánchez Cantón, F.J. 76 Sánchez de Arévalo, Ro-

drigo 54 Sánchez Calavera, ¡:.·errán

62 Sandoval, Diego de 50 San tisteban, Cristóbal de

84, 86, 88 Santisteban, Francisco de,

Comendador 48, 79, 80, 83-92, 94

Santisteban, Juan de 80 Santisteban, Isabel de 86 ,

79, 80 Sermón sobre el Corpus Christi

70

Sharrer, I-Iarvey L. 15, 20-22, 24, 26, 31, 82, 89

Silva, Feliciano de 83 Soberanas, Amadeo J. 28 Stanesco, Michel 21, 35 Surtz, R.E. 70

Tomás de Aquino, santo 73

Tristán de Leonís 91, 92 T ristán en pro se 29

Ubieto Arteta, Antonio 13 Ulrich, J. 52, 73

Val-Julian, Carmen 66 Valera, Diego de 53 Varela de Salamanca, Juan

81 Vázquez, Isaac 1 O Vengeance de Nos/re S eigne11r

31 Vidas de los S a11tos Padres

32,33 Vincent de Beauvais 70,

74 Vivas, Joao 24, 45 Vulgata 20, 22, 23, 26, 27,

31,32,43,45

Wright, N. 17

Zink, Michel 21, 35 Zumthor, Paul 16

Este libro se terminó de imprimir en Ja víspera de la Epifanía del

año 2000, en S a/amanea .

SEMINARJO DE ESTUDIOS MEDIEVAI.ES Y RENACENTISTAS SOCIEDAD DE ESTUDIOS MEDIEVALES Y RENACENTISTAS

publicaciones

Sen·e chica

1 Eugenio ASENSIO, El eras111if1110 y la.r corriente! espirit11ale1 aft11es. Co11 11na carla prólogo de Marce/ BaJaillo11. 2000.

2 Fernando BouzA, Co1nunicació11, conod1nien11J y 111e1noria e11 la España de /01 rig/01 XVI y XVII. 1999.

3 Pedro M. C 1\TEDRA & Jesús D. RODRÍGUEZ VELASCO, Creació11 y difi1Jió11 de <<El baladro del sabio Merli1v>. 2000.

4 Domingo YNDURÁIN, Lecl11ra del <<Ubro de b11er1 a1non>. 2000.

Catálogo de lo predicadó11 l1ispana 1nedieval

1 Manuel A. S1\NCHEZ, La pri1niti.va predicación espa1iola 111edievaL 1999. 2 Pedro M. C 1\TEDRA, Textos y estudio de los 1ennonarios 1nedievale.t e11

ro1nance de la Real Colegiata de Sa11 l1idoro de Leó11. 2000.