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8/12/2019 Criognico
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CRIOGNICO
Robert Floyd, un multimillonario de las finanzas, fue diagnosticado a los sesenta y dos aos de
edad de un cncer de hgado. Dos aos estuvo luchando con ello hasta que su desenlace sehizo inevitable. Por una parte le atorment el hecho de que esa cruel enfermedad le arrancara
del lado de su esposa Laura y de sus hijas Dana y Mary, y por otra parte estaba la angustia y el
sufrimiento que esta, irremediablemente, le haba provocado; pero por otro lado, y por
extrao que pueda parecer, un atisbo de irracional esperanza le permita mirar al futuro con
cierto optimismo, pues haba invertido una ingente cantidad de dinero en un proyecto de
criogenizacin, tanto as que les haba hecho prometer a las mujeres de su vida que correran
la misma suerte cuando les llegara el fatdico momento. As que la idea de despertar en un
futuro en el cual la medicina y la tecnologa les permitieran quizs volver a estar juntos abra
en su mente una especie de fantasa descabellada pero muy atractiva.
Una vez llegados a este punto los cientficos no perdieron ni un segundo, pues una frentica
actividad se cerni sobre l. En primer lugar lo enchufaron a una mquina para mantener el
flujo de oxgeno al cerebro y le inyectaron frmacos para reducir su metabolismo y para matar
algunos tipos de bacterias y le fueron extrayendo toda su sangre a la vez que la reemplazaban
por un lquido anticongelante para que su cuerpo no se deteriorara. Este fue congelado en un
abrir y cerrar de ojos a los -196 C., para evitar que se formaran grupos de diminutos cristales
que habran daado excesivamente las membranas celulares, y eso hubiera sido letal. Despus
de esto, el cuerpo fue depositado en una cabina a medida repleta de nitrgeno, es decir, un
contenedor de acero especialmente preparado para ello, con las pertinentes especificaciones y
advertencias, para que a nadie se le ocurriera, por ejemplo, embalsamarlo o hacerle unaautopsia o algo por el estilo. Adems de eso lo colocaron boca abajo, para que, si surga algn
tipo de complicacin, solo se daaran los pies, nunca la cabeza, rgano que resulta,
evidentemente, indispensable para la existencia. As abandon Robert este mundo, tal y como
lo conoca, y su familia permaneci a su lado hasta ese inevitable y doloroso momento...
Doscientos aos ms tarde Robert Floyd volvi a abrir los ojos. Lo primero que advirti fue
una oscuridad total, un intenso dolor de cabeza y un siniestro fro que invada su cuerpo como
si este estuviera forjado a base de perpetuos cristales de hielo. Varias manos le quitaron todoslos aparatos que llevaba enchufados y le colocaron una especie de mascarilla con la que se le
administr un oxgeno tan puro y filtrado que su trax estall en una especie de fulminante
crujido que insufl de nuevo en l el hbito de respirar, y una bocanada de vida alegr sus
sentidos tanto como cuando un recin nacido aspira su primera bocanada del gas de la vida.
Entonces vomit algo del lquido anticongelante que le rasp la garganta. La oscuridad no
desapareci, pero s not un bullicioso hormigueo que surga de algn lugar de su cuerpo y se
esparca a cada rincn de su ser como un voraz ejrcito de hormigas. Fue una sensacin dura y
desagradable. Despus esas manos le palparon casi por todas partes: en primer lugar la
cabeza, despus el cuello, los biceps, el trax, el esternn, los gemelos, los abductores... Era
como si comprobaran en qu estado se encontraban. Sinti un pinchazo y ese desagradablehormigueo inicial se transform en una calidez que fue invadindolo todo y dio paso tambin a
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una luz difusa y alentadora. Robert quiso decir algo pero de su garganta solo pudo surgir un
jadeo ronco e indeterminado. Esa opacidad indefinida fue tornndose en una semi-claridad
repleta de leves matices definidos, y entonces una de esas manos le quit una especie de
antifaz que llevaba ceido a los ojos y que ni siquiera haba notado. El tacto haba vuelto
paulatinamente a su veterano cuerpo. Le haban inyectado un lquido punzante que no era
ms que una sustancia repleta de millones de nanomquinas que regeneraran incansable y
eficazmente su deteriorado y, hasta ese instante, su inactivo organismo. Poco a poco fue
recuperando la nocin de la realidad y entonces se dio cuenta que no saba quin era, ni dnde
estaba. Su mente era una especie de habitacin oscura repleta de destellos, voces y recuerdos
que no lograba descifrar. Un mare mgnum de sensaciones confusas que no poda determinar
o siquiera asimilar bailaban dentro de su cabeza, como un enorme rompecabezas donde nada
estaba colocado en su lugar. Fue como un sbito estallido, como una explosin en la que los
sentidos se dislocan y las sombras dan vueltas a su alrededor como un envolvente y
desquiciado to vivo. Una penumbra difusa dio paso a una noche indestructible e inestable, y
esa sombra se fue alargando hasta que se hizo insondable, eterna e infinita, como un largotnel que no tena principio ni fin y en el que los sentidos eran bombardeados por sonidos que
no se oan con nitidez, sino como un lejano eco sobrenatural, o por imgenes que no eran
realmente imgenes sino negativos o reflejos de una realidad exigua y lisrgica. Este cmulo
de sensaciones le produjo un intenso desasosiego y le perturb, as que intent moverse,
hacer algo, pero su cuerpo no respondi al estmulo, y esto le asust an ms. Entonces su
organismo, de forma mecnica, comenz a poner en funcionamiento los sistemas de
emergencia, como el aumento de la adrenalina, el incremento de las pulsaciones cardacas, la
tensin muscular... Pero otra inyeccin, esta vez en el otro brazo, hizo que este,
repentinamente, se sumergiera en un sopor progresivo y agradable, aunque antes de
abandonarse a su suerte pudo contemplar a duras penas y en un atisbo de extraordinarialucidez los brazos que le haban estado inspeccionando; unos articulados apndices
autnomos que surgan de un gran cilindro repleto de tenues luces azuladas que colgaba del
techo como una gran bola mgica que se mova a su antojo, y tambin contempl abstractos
rostros que parecan humanos y que le observaban con curiosidad morbosa e inquisidora...
El segundo despertar despus de su nuevo nacimiento fue ms tranquilo y suave, por
decirlo de alguna forma. La luz volvi a sus ojos y su cuerpo respondi como un coche al que le
han hecho una reciente puesta a punto. An as sinti que padeca un intenso dolor que le
maceraba todo su organismo. Varias personas con porte distinguido y batas blancas le dieron
la bienvenida con ojos escrutadores y sonrisa entusiasta. El contacto de sus manos fue mgico.
El calor de sus tersas pieles rosadas emanaba cierta proporcin de electricidad o algo as,
segn l lo senta. Estos le examinaron de nuevo y le quitaron varios aparatos a los que estaba
enganchado. Emitan ciertos sonidos al mover sus bocas que le dejaron algo perplejo, porque
haba algo de familiar en ellos, pero l no consegua entenderlos, y mucho menos
reproducirlos. Estos intentaron ponerse en comunicacin con l pero result muy difcil.
Despus cesaron en el empeo y se dedicaron a cambiar informacin entre ellos mismos,mientras una de las personas pareca jugar con un extrao aparato que result ser una mini
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cmara digital. Le trajeron un lquido amarillento en un vaso y l lo engull primero a duras
penas, pero despus not un sabor entre dulce y suave que le gust bastante. Su estmago se
resinti algo pero despus pareci aceptar con agrado el fluido. Despus de eso comenz a
repetir algunos de los vocablos que les haba odo mencionar y todos participaron de su
entusiasmo. Extraamente no haba sido tan difcil como crea. Incluso Robert mismo se
sorprenda de que, una vez rota la primera barrera lexicolgica, que fue la ms difcil, las
locuciones fueran surgiendo tan naturalmente, a veces en proceso puro de imitacin y otras
veces por propia iniciativa, como si hubiera algn lugar dentro de su mente con millones de
estas almacenadas, a la espera de ser descubiertas. En un momento la habitacin se llen de
ms gente con batas blancas, incluso haban algunos que, por lo que vestan, unos pijamas de
colores suaves, parecan enfermos curiosos o algo as, en vez de mdicos. Lo que al principio
fue tan solo un ejercicio de reproduccin e imitacin fue transformndose, muy poco a poco,
en un singular galimatas que fue despojndose de su misterio inicial y comenzaba a cobrar un
sentido relativo en sus odos, Despus los primeros que estaban en la habitacin, los
distinguidos, mandaron al resto afuera, porque Robert comenz a sentirse algo fatigado yexcitado, y despus uno de ellos le ayud a incorporarse, muy lentamente, y le traslad con
mucho cuidado al cuarto de bao, que estaba muy cerca, y le desnud, mientras iba
conociendo de nuevo las peculiaridades de su cuerpo, y le ayud a meterse en una baera
repleta de una plcida agua tibia que le sumi en un reparador sopor. Estuvo as durante una
hora, sumergido en un placer divino e indescriptible, intentando especular sobre todo lo que le
rodeaba, pero apenas entenda nada. As de desconcertante y de inquietante fue su definitivo
despertar.
Los das posteriores estuvieron cargados de una frentica actividad. Por una parte la
rehabilitacin. Su cuerpo, muy poco a poco, daba muestras progresivas de recuperacin, lo
que le anim bastante. Por el contrario, su cabeza, aunque ya no senta ese molesto e
incordiante dolor, segua siendo un lugar oscuro y desordenado, casi como la mente de un
nio, solo que con la certeza de que los aos felices haban pasado haca mucho tiempo y que
l nunca podra empezar de nuevo ni tendra la oportunidad de reintegrarse ante su propio
destino o su futuro, ni tampoco tena la capacidad para reconstruir toda su vida pasada
aunque fuera peldao a peldao. An carente de un hilo conductor que guiara a sus
recuerdos, saba que su historia estaba escrita pero que simplemente haba sido desterrada de
su memoria. Sin embargo, la parte mecnica de su mente era la que ms progresaba. Algunas
sesiones con psiclogos y otros especialistas bastaron para hacerle recordar todo ese caudal
de pautas y conocimientos que le haban servido en algn pasado no recordado para
comunicarse con sus congneres y para desenvolverse en la sociedad a la que una vez
perteneci. Eso le permiti poder conocer ms sobre la situacin que estaba viviendo. La
informacin supona para l algo ms valioso que cualquier otra cosa, como el aire que
respiraba. As, pudo llegar a comprender por qu estaba all y tambin por qu le realizaban
todas esas pruebas, esa ingente cantidad de exmenes y anlisis y exploraciones y
observaciones que casi de continuo sufra, como si fuera un animal de laboratorio ms queotra cosa. Los mdicos le comentaron muy poco sobre s mismo, y todo siempre a
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cuentagotas. Estos le explicaron lo de la criogenizacin. Le hablaron grandilocuentemente del
xito cientfico del proyecto, de su positiva evolucin desde la "cro-hibernacin", de su
conservacin y su posterior proceso de resurreccin, de la erradicacin del cncer y de la
regeneracin nanobiolgica. Tambin le comentaron, algo contrariados, que el nico problema
haba sido el deterioro cerebral. Su cerebro, al parecer, no se haba conservado segn las
previsiones. Le explicaron, a grosso modo, que como resultado de la ralentizacin de la
actividad cerebral, por ejemplo de los impulsos electro-qumicos, y del deterioro de las
neuronas y sus transmisiones sinpticas, su memoria haba resultado daada, y aunque su
cerebro tambin haba experimentado la pertinente e imprescindible regeneracin
nanobiolgica, todo su vasto contenido, toda la informacin que tena que ver con su vida y
sus propias experiencias, en definitiva, todo lo que tena que ver con sus recuerdos, haba
sufrido una desconfiguracin de tal magnitud que ni siquiera ellos saban si algn da podra
recuperar satisfactoriamente. Era como formatear un disco duro. Al parecer, toda la
informacin se haba esfumado. Aunque tambin le dijeron que, paradjicamente, todo lo
relacionado con la memoria "mecnica", la "procedimental", las habilidades motoras eintelectivas, todo lo referente a la memoria "implcita", pareca que poda ser recuperables,
aunque no supieron explicar el por qu de ello, a pesar de todo su avance mdico y
tecnolgico. Por eso haba despertado con un cerebro fragmentado y frgil, aunque le
insinuaron que tampoco era descartable que pudiera recuperar, con el tiempo, parte de
aquello. Adems, le dijeron que se llamaba Robert Floyd, cosa que le alegr, porque era un
primer paso para recuperar su identidad. Aparte de eso, convinieron en no descubrirle casi
nada ms porque pensaban que podra ser contraproducente para l. Cuando qued a solas se
sinti dichoso de poder vivir esa experiencia. Sin duda, pocos habran tenido el privilegio de
estar "muertos" durante dos siglos y volver a nacer despus de tanto tiempo, y totalmente
curado, pues tambin le contaron lo de su enfermedad terminal. Y all, solo en la oscuridad,envuelto por el arrullo de unas cascadas virtuales que se desparramaban por sus sentidos
gracias a la avanzada tecnologa que lo reproduca envolventemente dentro de su mente,
comenz a repetir su nombre una y otra vez, como si se tratara de un mantra, como si con ello
pudiera recuperar algo perdido, y as se mantuvo por bastante rato. Despus se levant poco a
poco y se fue al bao. La luz se encendi como por arte de magia. Se dirigi al espejo dispuesto
a pronunciarlo de nuevo frente a su imagen, pero cuando se dispuso a hacerlo se observ y se
percato de que aquel rostro, aquel perfil, todo lo que este conformaba, sus ojos oscuros, su
pelo castao, su piel arrugada y blancuzca, su nariz achatada, sus mofletes enjutos... todo le
era ajeno y todo ello formaba parte de un enigma devastador que le demostraba que segua
siendo ese desconocido que no quera ser, y de nuevo esa mirada triste, esa sensacin agria,
ese gesto carcomido se aloj en sus entraas incmodamente y no pudo hacer otra cosa que
llenar de nuevo la baera y retirarse de esa realidad perturbadora en el tibio acomodo de su
fluidez.
Extraamente, con el nico que realmente trab algo de amistad fue con un sinttico de piel
blancuzca que demostraba un autntico inters hacia l, en contraposicin del personal
sanitario humano, que, o bien le vea como una especie de bicho raro o bien le trataba como
un mero producto de laboratorio carente de necesidades y sentimientos. Eso le molestababastante. Ser un cobaya pas de ser algo molesto a ser algo desagradable, casi insoportable.
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Aquellas cuatro paredes vestidas de la ms alta tecnologa tridimensional no eran bice para
sentirse como un animal enjaulado. Todas esas panormicas de una naturaleza radiante y
dinmica no le hacan ms que suponer que ms all de esos muros el mundo le aguardaba
para darle la bienvenida, y eso era algo que le excitaba y le inquietaba a la vez. Sin embargo
Clode, como llamaban al ser artificial, pasaba de curiosidades morbosas, de observaciones
insidiosas, de terminologa pedante; en definitiva, ms all del mero inters cientfico, su
inters era ms personal; era emocional, casi espiritual. Deca de l que era una criatura pura,
libre de prejuicios, exenta de convencionalismos y redimida de las excentricidades y paranoias
de un ser humano acomodado y distante de s mismo. Le deca que era como estar liberado de
la parte mala del ser humano pero poseer intacta la parte positiva, la que les haca especiales,
y lo deca totalmente convencido, como no poda ser de otra forma tratndose de un
desarrollado ente, aunque artificial, al fin de al cabo. Robert no lo vea as; es ms, aunque le
gustaba orlo de su filtrada voz no le entenda lo ms mnimo cuando razonaba con esa
estpida y rebuscada metafsica programada. Sin embargo Clode siempre le responda que,
aunque era una mquina con cerebro positrnico y una serie de patrones pre-programadospara reaccionar ante un buen nmero de situaciones, estaba dotado de un micro-chip
integrado que le permita aprender desde cero, como un nio pequeo, como l mismo haca,
y que esas conclusiones las haba sacado por s mismo, no por ningn software o hardware
incorporado, sino por un conjunto de experiencias personales que haban madurado
lentamente dentro de sus circuitos de meta-silicio. Ambos se pasaban largos ratos
intercambiando ideas, cuando las ocupaciones y los mdicos lo permitan, y hablaban de
cualquier cosa, habitualmente temas generales y trascendentes, sobre la existencia, la vida, la
muerte, el pasado, y esa clase de cosas. Pero en una ocasin Robert le puso a prueba. Saba
que este siempre era muy cuidadoso en cuanto lo que le deca y nunca le informaba, al menos
de forma especfica, sobre asuntos que las directrices del programa prohiba, temas que porejemplo tuvieran que ver con el exterior o con su pasado personal; an as le pidi que buscara
informacin sobre l, pero informacin de verdad, algo que le ayudara a saber qu clase de
persona era; si haba tenido familia; mujer e hijos por ejemplo, si an existan familiares
lejanos, y ese tipo de cosas. En realidad era un intento desesperado por reconocerse, por
descubrirse a s mismo y volver a recuperar algo muy importante de su pasado, porque, a
pesar de las terapias psicolgicas que intentaban demostrarle lo contrario, cada da que viva
se senta como ms perdido, y las sesiones virtuales de integracin e insercin social le servan
ms bien para poco porque, aunque lograban ser tremendamente inmersivas, solo eran una
mera escenificacin informtica y nada ms. Cuando Clode oy su peticin no dijo nada, ni
siquiera mostr una mueca de discordia o sorpresa en su homogneo rostro, tan solo le
observ por un segundo con un gesto impreciso y directo y sali de la habitacin con una
afable frase de despedida, como sola hacer habitualmente.
El periodo de aceptacin y asimilacin fue muy duro, pero las subsiguientes etapas fueron
an peores. A veces un intenso dolor de cabeza le haca recordar ingratamente que haba sido
un "fiambre" congelado por mucho tiempo. Otras veces una extraa sensacin de vrtigo y
fro, e incluso un malestar insidioso martirizaba sus msculos de tal forma que necesitaba algo
que le aliviara el dolor. El caso es que las pruebas mdicas aumentaron, y con ellas el
hermetismo y la incertidumbre. Como si del preludio de su propia inquietud se tratara,
pesadillas abstractas terminaron por diluir su descanso. Eran voces que le reclamaban, rostros
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abstractos que haban tenido algo que ver con l, aunque no saba de qu forma ni en calidad
de qu. A veces era el tpico sueo del que se precipita sobre un agujero sin fondo, otras veces
eran gemidos y jadeos que le pedan ayuda con una especie de eco de ultratumba, y an en
otras haba rostros que se deformaban hasta hacerse siniestramente cmicos. Estuvo a punto
de volverse loco, pero, curiosamente, Clode lo salv de ello. Una de las veces que coincidi con
l, cuando recoga su almuerzo, (pues ya haca algn tiempo que su estmago toleraba
alimento slido) le dijo que haba estado muy ocupado buscando por todas partes algo sobre
l. Haba rebuscado en hemerotecas digitales, en centros de datos alternativos, en archivos
diversos, en fin, haba realizado un trabajo de indagacin ms propio de un sabueso que de
una simple unidad auxiliar, y haba descubierto cosas como por ejemplo el nombre de su
mujer, Laura, y de sus dos hijas, Dana y Mary, y de su prspero negocio financiero, que, con el
devenir de las dcadas fue absorbido por otras compaas, su lugar y fecha de nacimiento y de
su "supuesta" defuncin, algunos cotilleos sociales sin importancia de su familia y la fecha del
fallecimiento de su esposa, al parecer de causas naturales, unos diez aos ms tarde que la
suya, y la muerte en un accidente de trfico de su hija Dana, un ao antes que la de su mujer.Adems de eso, Clode haba conseguido imprimir unas pequeas fotografas de estas dos, pero
de su otra hija, Mary, no haba conseguido nada en absoluto, no haba encontrado nada. l las
recibi con una sensacin contradictoriamente amarga en su alma. Por una parte estaba feliz
de recibir esas imgenes que pertenecan a su pasado, a l mismo, pero por otra haba una
gran agona que golpeaba su corazn por el hecho de no poder recordarlas, sobre todo de su
hija ms pequea, de cuya existencia solo saba porque Clode haba encontrado un viejo
artculo de una revista de sociedad o algo as en el cual se mencionaba su nombre, y el no
recordar cmo era le atormentaba ciertamente. Era una sensacin que intentaba evitar pero
que se mantuvo alojada dentro de su ser por mucho tiempo.
En otra ocasin, Clode, su nico contacto con el exterior, le explic que los mdicos estaban
efectuando un estudio cientfico sobre sus evoluciones fsicas y mentales. Por una parte, su
cuerpo, despus de haber experimentado un claro auge despus de la resurreccin, haba
comenzado a sufrir un cierto deterioro, sobre todo a nivel molecular, y esa era la razn de los
dolores, los mareos y dems. Eso lo estaban combatiendo con diversos frmacos
regeneradores, as como con los nano-robots reparadores y con las pastillas anti-
envejecimiento. Pero por otra parte estaba la vertiente psicolgica, ms abstracta y ms
compleja, si caba. Sus evoluciones haban sido un tanto diferentes a las esperadas. Despusdel despertar, y de una primera fase de confusin y desorientacin que era normal, se supona
que con las diferentes terapias y medios empleados se iba a lograr su asimilacin e insercin
en un entorno diferente y complicado para l, y que iba a ir recuperando la nocin sobre s
mismo y parte de sus recuerdos, pero no fue as. El hecho de potenciar su individualidad y de
no permitir que ningn resquicio de su pasado anclara su frgil personalidad a este no dio los
resultados esperados. As que le esperaban nuevos tratamientos, aparte de las consabidas
charlas y las envolventes situaciones virtuales. Clode le avis y no se equivoc en nada.
Frmacos qumicos lo expusieron al borde del delirio, drogas visuales le arrastraron a un
precipicio caleidoscpico que intentaba hacer que sus sentidos y su subconsciente
despertaran. Terapias agresivas que resultaron demasiado contraproducentes.
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Con el devenir de los acontecimientos y el transcurrir del tiempo, Robert consigui ocultar
sus sentimientos y mostrar la parte de su alma que los dems queran ver. Como un fiero
soldado, logr adaptarse a las circunstancias y no hacer que estas le desbordaran. Las ocultas
fotos de su mujer y de su hija eran su energa. Cuando las miraba, aparte de llorar como unnio pequeo, consegua sentir la candidez de sus miradas, el calor de sus ojos, la vitalidad de
sus almas. Era como si el amor tambin fuese impreso en las fotografas y pudiera percibir una
porcin de ello cuando las contemplaba. Por esa razn se dedic a dibujar, en un intento de
establecer un imaginario puente entre su mundo pasado y el actual, rostros de mujeres, o ms
bien, de chicas adolescentes, rostros que vea en su cabeza, imaginando que cuando de sus
torpes manos surgiera el rostro de Mary, sin duda lo sabra, como si se tratara de una
iluminacin divina o algo as, pero el caso es que, a fuerza de insistir, se hizo un hbil dibujante
y pronto llen un lbum con hermosos rostros melanclicos, hasta que se dio cuenta de que
en ninguno de ellos se encontraba Mary, pero que de alguna manera que no saba explicar,
todos tenan algo de ella; estaba retratada en todos y cada uno de ellos, en un gesto o con una
particularidad diferente.
Por aquel entonces los mdicos haban comenzado a perder inters en l, as que hicieron
planes para trasladarlo, a pesar de su sorpresa, a otro lugar que le prometieron le gustara
ms. No volvi a ver ms a Clode, y eso le entristeci bastante. Era el nico que le haba
mostrado algo de amistad, de empata, el nico que haba conseguido comprenderle, y as se
lo hizo saber la ltima vez que se vieron, y por un instante crey que este iba a llorar, y aunque
no ocurri as, sinti que ese ser conformado por un conjunto de diversos materiales de
aleacin sinttica, micro-chips, cerebro positrnico y synte-clulas era ms humano de lo que
nunca lo haba sido nadie que hubiera conocido en el hospital. A pesar de eso estaba contento
porque le haban permitido llevarse su lbum de dibujos, y eso era lo ms valioso que posea, y
adems porque tena ganas de cambiar de aires, porque se senta como un animal en un zoo
en aquel lugar desprovisto de alma, aunque le inquietaba la incertidumbre que supona el ser
trasladado a un lugar totalmente desconocido para l, pero aquel maldito hospital se haba
convertido en algo muy parecido a una prisin, en algunos aspectos peor, porque ni siquiera
tena ventanas al exterior, tan solo esas grandes proyecciones virtuales que eran lo nico
agradable pero que por eso mismo resultaban tremendamente contraproducentes.
Le hicieron subir en uno de esos veloces ascensores hermticos, pero cuando lleg al final del
trayecto se sorprendi de no ver la bveda celeste, sino tan solo una especie de galera por
donde pululaba una ingente cantidad de personas de rostros endurecidos y gesto estirado,
como si alguna cruel razn los mantuviera ensimismados y tensos. Un vehculo que pareca un
helicptero sin hlices lo engull unos metros ms adelante. Este se desliz con suavidad hasta
alcanzar el lmite de la plataforma y cuando sali de esta despus de que una puerta metlica
se apartase casi milagrosamente de su camino se dio cuenta de que haban salido a la calle y
no al firmamento, por encima de la ciudad, como esperaba despus de esa prolongada
ascensin. Aunque iba un acompaante con l, no necesit preguntarle sobre ello, porque
enseguida adivin que aquel hospital era una especie de gigantesco bunker enterrado en el
subsuelo casi hasta los mismos infiernos, y que all abajo se desarrollaba una vida frentica eincongruente, como si fueran hormigas en sus galeras subterrneas. Era un mundo
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subyacente que el sol nunca haba bautizado en el cual las nicas luces que haban impregnado
sus rincones eran las luces de nen de las profundas y enrevesadas galeras, un mundo cuyos
cimientos se haban desarrollado buscando la vida bajo la oscuridad y no hacia la luz, como las
poderosas races de un rbol gigantesco, y cuyo sentido no lograba a dilucidar.
A pesar de eso Robert intent ver el cielo, pero lo hizo a travs de una especie de cpula deplstico que cubra toda la periferia. Hasta dnde su vista alcanzaba y en lo que pudo
contemplar, al menos en lo que era dentro de la gigantesca megalpolis, todo estaba
fraccionado con distintos tipos de recubrimientos de aleacin, como formando una especie de
puzle piramidal y grandioso. Y eso fue as hasta que salieron de la ciudad. Cuando esto ocurri
los cristales se tintaron de tal forma que dejaron de ser transparentes, y las malditas imgenes
hologrficas se reprodujeron tan ntidamente que por un momento Robert dese saltar dentro
de la hermosa y abundante cascada del cristal y quedarse all para siempre. El acompaante
not su perplejidad y le explic que era para protegerlos de la nocividad de la atmsfera. Por
una parte estaba lo de las lluvias cidas, y por otro lo de la capa del ozono. Le explic muy
sucintamente las nefastas consecuencias de la explotacin del hombre a finales del siglo veinte
y durante gran parte del siglo veintiuno, y sus consecuencias a medio y largo plazo. La
expoliacin de los bosques, la contaminacin de los mares, el deterioro de la capa del ozono, la
emisin descontrolada de los gases industriales y de los millones de vehculos de carburacin,
el efecto smog...
En fin, todo un proceso que haba deteriorado la tierra y a sus habitantes de forma
extraordinariamente nefasta, y los haba convertido en una sociedad decadente y triste, tal
como Robert los vea. El inquiri por ese tipo de paisajes que solan poner en los reproductores
hologrficos del hospital y que en ese momento eran reproducidos en el interior del mismo
vehculo, y el acompaante lanz una esquilmada sonrisa impregnada de irona, y le respondi
que esos lugares estaban a miles de kilmetros de all, y que probablemente no vera ninguno
durante lo que le quedara de su nueva vida, porque estaban protegidos y resultaban
inaccesibles, al menos para ciudadanos comunes. "Tan solo tienen un cometido teraputico",
dijo como si fuera lo ms normal del mundo.
Despus de un buen rato de trayecto llegaron a una aislada colina donde se encontraba una
extraa residencia que se asemejaba ms a lo que l haba conocido y a su vida pasada que a
esta, aunque l realmente no se acordaba de ello. Se trataba de un gran edificio de tres
plantas de un agradable tono beige que le result, inexplicablemente, un lugar agradable y
confortable. Era otra especie de bonita "prisin", y eso era algo que no se le escapaba, pero al
menos dejaba de ser un lugar asptico y funcional y pareca estar saturado de rincones
apartados s e ntimos, y, adems, tena fuerza, personalidad propia. Admir los rboles de
frondosas hojas ocres y la brillante hierba, que ms tarde descubrira sinttica, pero al menos
era mejor que ese suelo enmoquetado y pulcro del hospital y esos largos pasillos. Y descubri
pajarillos e insectos; molestas criaturas que le devolvieron el inters por todo aquello que le
rodeaba. Aquel lugar result ser un buen hogar para l, no solo por las condiciones de este,
sino tambin porque en l se haba reunido un gran nmero de criognicos de todo el pas que
haban sufrido un proceso muy parecido al suyo. Por una vez los mdicos, o quin fuera,
pareca haber acertado. Era como retirarlos de un mundo extrao y sujeto a sus propias reglasy su parafernalia tecnolgica y colocarlos en una burbuja ideada y acondicionada para hacerles
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sentir como en casa de nuevo. All algunos de los recuerdos fueron aflorando muy poco a poco
de lo ms ntimo de su subconsciente, y eso supona la mayor felicidad para cualquier
criognico. Era algo deseado y algo que se comparta, y todos eran partcipes de los recuerdos
de los dems y hablaban de ello constantemente. Y as Robert pudo recuperar fragmentos de
su vida y recuerdos difusos de su mujer y a sus hijas y de s mismo. Y pudo recordar los gestos
de sus rostros, sus lneas, sus rincones, y dibujarlos por fin sabiendo que eran ellas, ahora s
eran ellas. Pese a lo triste que le hizo sentir, haba recordado tambin que les haba hecho
prometer a las tres mujeres de su vida correr su misma suerte, pero Dios sabe por qu razn,
tal vez tuviera algo que ver con el sentido comn, ninguna haba cumplido su palabra. Y se
alegro por ello, se alegr de haberles ahorrado toda esa soledad, y todo ese aciago cmulo de
experiencias ingratas. Todo eso ocurri durante un proceso arduo y lento. Pero vali la pena.
Recobr, gracias a la ayuda de los dems, la cordura y la entereza necesaria para emprender
su camino en esa sociedad que, a pesar del tiempo que llevaba en ella, le segua resultando
extraa. De esta forma, lleg a ser un "ciudadano libre" y estuvo legalmente capacitado para
formar parte de esa sociedad y por consiguiente seleccionar su propio camino y su propia vida,y eligi la "senda de la naturaleza", es decir, renunci al tratamiento anti-envejecimiento,
que tal vez podra alargar su existencia unos aos ms y con mayor calidad de vida, en espera
de que su destino se aproximara lo suficiente como para llevrselo al lugar dnde los entes se
desvanecen en el sueo profundo y eterno, porque aquel mundo no le ofreca nada que
realmente necesitase o quisiese y su existencia en l le resultaba dolorosa, y le haca sentir
como un polizn en una poca que no era la que le perteneca, lejos de todos sus seres
queridos, pero sin dejar de disfrutar de los aos que an le quedaban por delante, de sus
amigos de aventura, de sus recuerdos y de los hermosos retratos de Laura, Dana y Mary, que
realmente seran inmortales en su cuaderno de dibujo y en su mente, y se despidi de aquel
lugar que le vio renacer y que, probablemente, algn da, le vera morir de nuevo y parasiempre...
FIN