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Crónicas de un alma olvidada: Capítulo primero: Realidad o Ficción ¿La realidad existe o solo la imaginamos? ¿Vivimos en un mundo real o en uno imaginario? ¿Estamos de paso por el mundo o el mundo esta de paso por nosotros?. Yo no se la respuesta a ninguna de estas preguntas, solo se que existí y tenia vida, pero ahora solo soy un ser inerte. Viví en el mundo real, pero ahora no vivo ni en el recuerdo. Yo pasé por el mundo, pero ahora me quedé estancada en el tiempo y en el espacio. Vivo petrificada en una bella escultura de mármol, que no es ni la sombra de lo que yo era, hasta que aparezca, una persona especial que vea mi alma por debajo de la piedra, y de su amor por mí. He esperado días, meses, años y siglos, aquí dormida y petrificada, esperando por el amor que tal vez nunca llegará, pero yo jamás perderé las esperanzas, algún día el aparecerá y entonces podré ser feliz a su lado, hasta que la muerte nos separe… Crónicas de un alma olvidada: Capítulo Segundo: nuestro primer encuentro - ¡Vamos Julián!-decía Clío mientras me jalaba de las mangas de la camisa-¡Vamos, que queremos ser los primeros! - ¡Clío…o!-tartamudeé-¡Podrías esperar, todavía no han abierto! Ah… otro día con mi molesta hermanita, la verdad es que no entiendo como la soporto. Bueno debería empezar por decirles quien soy. Mi nombre es Julián Longhorn, y este pequeño fastidió que me acompaña es mi hermanita Clío, la cual me despertó muuuuy temprano para que la llevara al Museo histórico de Marsella (la ciudad donde vivamos), el cual abría una nueva exposición hoy, pero ¡QUE LE VERÁ ESTA NIÑA A ESOS FÓSILES Y VESTIGIOS DE HISTORIA QUE HACE MUCHO QUE PASARON Y QUE NO VAN A VOLVER! Yo, personalmente no me interesa para nada la historia ni el pasado, yo vivo en el presente, en el aquí y en el ahora, no me la paso lamentando lo que ya ha pasado, como si pudiera arreglarlo con solo desearlo…

Crónicas de Un Alma Olvidada

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Autor: Clara Stefania (Nick: Dark-Kurara) Nombre de la obra: Crónicas de Un Alma Olvidada - Género: Romántica/Fantasía

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Crónicas de un alma olvidada: Capítulo primero: Realidad o Ficción

¿La realidad existe o solo la imaginamos? ¿Vivimos en un mundo real o en uno imaginario? ¿Estamos de paso por el mundo o el mundo esta de paso por nosotros?. Yo no se la respuesta a ninguna de estas preguntas, solo se que existí y tenia vida, pero ahora solo soy un ser inerte. Viví en el mundo real, pero ahora no vivo ni en el recuerdo. Yo pasé por el mundo, pero ahora me quedé estancada en el tiempo y en el espacio.

Vivo petrificada en una bella escultura de mármol, que no es ni la sombra de lo que yo era, hasta que aparezca, una persona especial que vea mi alma por debajo de la piedra, y de su amor por mí. He esperado días, meses, años y siglos, aquí dormida y petrificada, esperando por el amor que tal vez nunca llegará, pero yo jamás perderé las esperanzas, algún día el aparecerá y entonces podré ser feliz a su lado, hasta que la muerte nos separe…

Crónicas de un alma olvidada: Capítulo Segundo: nuestro primer encuentro

- ¡Vamos Julián!-decía Clío mientras me jalaba de las mangas de la camisa-¡Vamos, que queremos ser los primeros!

- ¡Clío…o!-tartamudeé-¡Podrías esperar, todavía no han abierto!

Ah… otro día con mi molesta hermanita, la verdad es que no entiendo como la soporto. Bueno debería empezar por decirles quien soy. Mi nombre es Julián Longhorn, y este pequeño fastidió que me acompaña es mi hermanita Clío, la cual me despertó muuuuy temprano para que la llevara al Museo histórico de Marsella (la ciudad donde vivamos), el cual abría una nueva exposición hoy, pero ¡QUE LE VERÁ ESTA NIÑA A ESOS FÓSILES Y VESTIGIOS DE HISTORIA QUE HACE MUCHO QUE PASARON Y QUE NO VAN A VOLVER! Yo, personalmente no me interesa para nada la historia ni el pasado, yo vivo en el presente, en el aquí y en el ahora, no me la paso lamentando lo que ya ha pasado, como si pudiera arreglarlo con solo desearlo… Bueno, hay una sola cosa que me atormenta desde el pasado, pero no me apetece mencionarlo ahorita…

Después de una pequeña caminata, llegamos al dichoso museo, eran eso de las 9:50 de un hermoso sábado en la mañana, y acababan de abrir la exposición cuando llegamos. Clío, por supuesto, se precipitó hacia adentro, pero yo la atrapé por las espaldas y le dije muy firme

- Por favor, Clío ten un poco de control

- Ok… hermano-me respondió frenándose un poco

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Entramos y yo trataba de parecer lo más tranquilo que pude. La verdad era que le guardaba un poco de rabia a ese lugar, porque mi padre era arqueólogo y trabajaba allí, junto con mi madre, de hecho, creo que allí mismo se conocieron. Ya se que sonará un poco raro, que yo odie ese lugar, donde aparentemente no me pasó nada, pero no he terminado de contar: Hace 10 años atrás (Cuando yo tenia 7 y Clío solo 1), el museo pidió, precisamente a mis padres, que revisaran unas extrañas vasijas, provenientes de algún sitio del oriente-medio, ellos trabajaron toda la noche en esa vasijas (las cuales no habían sido vistas por más ninguna otra persona). A la mañana siguiente, los dos presentaban síntomas que no correspondía a ninguna otra enfermedad conocida. Vómitos incesantes, tos severa, unas horribles ronchas en la piel, lo recuerdo muy bien. Y así estuvieron agonizantes por tres días, hasta que ambos fallecieron… Fue sin duda un golpe bajo para mi, verlos felices y sanos unas semana antes, y luego un día regresan enfermos y agonizantes. Varios días después del hecho, oí hablando a mi abuela por teléfono con un tal Doctor. Matew, y las palabras de mi abuela resonaron en mi mente y jamás se me borraran:

- ¿lo dice enserio, Doctor? ¿Una bacteria conservada por siglos? ¡Oh, por Dios y todos los santos! ¿Habla usted enserio? Ah… bueno, tal vez si mi hijo y mi nuera no se hubieran dedicado a la historia- lo dijo entre sollozos-Tal vez todavía estarían aquí…

Esas palabras me siguieron durante toda mi infancia, y aunque hoy en día, comprendo que de nadie es la culpa, aun así, le sigo teniendo un cierto desprecio (más que indiferencia) a la historia y en especial, al museo.

Bueno, dejemos mi pasado en paz, y sigamos adelante. Clío avanzaba a pasos veloces por los pasillos de las galerías, tanto que me dejaba de vez en cuando atrás, se detenía con frecuencia a observar viejas reliquias que se rehúsan a ceder al paso del tiempo. Clío estaba fascinada, mientras yo, me aburría, ella al ver mi cara de “ojala esta tortura acabe rápido, o sino voy a enloquecer”, me miró con sus bellos ojitos y me dijo de frente:

- Oye, nunca he entendido por que aborreces tanto la historia, es muy interesante…

- Tal vez para ti pero, para mi no.

- Bueno, entre gustos no hay disgustos. Pero aun así no entiendo, por que

- Es un poco dificil de explicar, así que déjalo así

- Bueno, lo que digas.

Ella siguió caminando unos pasos más adelante que yo, y paró en seco, en frente de una exposición de fósiles, que databan de hace millones de años atrás, ella los miró con curiosidad, y me dijo:

- ¿Puedo ir a ver los fósiles? ¡por favor!

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- Ok, pero no tardes mucho

- No te preocupes, hermano

Dicho esto ella se fue, hacia allá

Yo lancé un suspiro cuando, de repente, giré la cabeza hacia un pórtico que conducía a otra sala, Esta sala se veía mucho más grande que las demás, y al lado de su entrada había una placa de bronce que rezaba “Sala Delfos”, en lo personal, si ese día hubiera sido cualquier otro, esa sala no me hubiera ni medio llamado la atención, pero hoy era muy diferente… Empecé a caminar inconscientemente hacia la entrada de la sala, intenté detenerme, pero mi titiritero imaginario se negaba a dejarme libre. Cuando estuve adentro, sentí que recuperaba el control de mi mismo, pero esa misma energía mágica que me empujaba hacia adentro, me impedía retroceder. Solté un suspiro leve y le eché un rápido vistazo a la sala. Estaba cubierta de pared a pared con bellos lienzos, que los debieron haber realizado los legendarios maestros del arte. Empecé a moverme con delicadeza y me detuve ante el primer cuadro que vi a mi derecha. Era un lienzo enorme y perfectamente realizado, en el cual se apreciaban a un señor, con un aire de grandeza y a su lado se apreciaba a una hermosa dama, ambos vestían ropas medievales y lujosas, bajé la cabeza suavemente hacia la delicada placa de bronce que estaba debajo de el cuadro; decía: “Rey William M. Gothetl y su esposa Reina Evelyn S. Harrington, Monarcas del antiguo reino de Delfos (hoy Marcella)”. Si… definitivamente los había visto en otro sitio, en la escuela primaria, mas específicamente en mis hiperaburridas clases de historia, recuerdo muy bien que nos obligaron a aprendernos todos los nombres de los monarcas y sus cortes ¡Era lo peor del mundo! Pero definitivamente eso no era lo único que tenia que ver, seguí caminando hasta el siguiente cuadro. Era una mujer, no muy mayor, que aparecía sola y con una expresión espeluznante, no me hizo falta revolver mucho entre la memoria para recordarme quien era ella. Era Rozu-Maru Gothetl Tamari, si no me equivoco era la hija ilegitima del rey William Gothetl, la cual termino siendo reina al no haber más herederos, pero durante su reinado lo único que se vivió fue hambre y miseria, por eso mismo es que resulta tan atractiva para los novelistas y dramaturgos para utilizarla de villana en sus historias, la única diferencia es que en las historias todo termina bien y Rozu-Maru es derrotada, mientras que, en la realidad ella se salió con la suya, permaneciendo más de 50 años es el trono.

Si bien lo primeros 2 cuadros me parecieron vagamente interesantes, el tercero me puso lo pelos de punta. Era, también, un cuadro enorme, pintado con las hábiles pinceladas que solo un genuino maestro puede conseguir. En es lienzo aparecía representado un galante caballero, el cual portaba una hermosa espada en su mano derecha y al igual que las otros personajes, aparecía representado con ropas elegantes y medievales. Pero lo que de verdad me impresionó de este cuadro era que era muy parecido a mi, claro que el era más imponente y galante que yo, pero si no hubiera sabido que ese personaje vivió hace miles de año, hubiera jurado que era una representación exagerada mía, teníamos los mismos rasgos ligeros y

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delicados, los mismos ojos plateados y, los mismos cabellos castaños, cuando por fin pude bajar la mirada para ver de quien es trataba, me topé con algo verdaderamente interesante; “Sir Arthur H. Longhorn”, decía la placa, "Un momento", pensé "¿Tengo antepasados?". Seguí leyendo la placa, cual decía algo muy interesante: “Fue el miembro más importante de la corte de Sir William Gothetl, hasta que fue desterrado por el mismo, al reusarse a casarse con Lady Rozu-Maru”. Ok, tengo una antepasado, nada raro, era miembro de la corte, nada raro, pero ¡se reusó casase con la heredera al trono! Definitivamente, mi tataratatara abuelo no le interesaba el poder ni las riquezas, debió haber sido un hombre muy noble y sabio. La verdad es que me siento, en cierto modo, orgulloso de que sea mi antepasado.

Estube reflexionando en mis adentros lo que acababa de pensar cuando, de un momento a otro, mi guía imaginario despertó, y empezó a llevarme otra vez. Avancé rápidamente por la sala, en el camino vi que las paredes estaban saturadas de los múltiples retratos de reyes y nobles, pero aparentemente, ninguno de esos era lo que tenía que ver, y justo en el momento menos esperado, me detuve en seco, ante algo que no esperaba encontrar allí

“¿Una escultura? ¿Qué hacia allí una escultura tan magnifica entre tantos lienzos?”, pensé al verla, entrecerré los ojos y la recorrí de punta a punta con la mirada. Era la representación de una hermosa joven, de unos 16 diría yo, tenía un hermoso rostro, con unos ojos expresivos que mostraban la tristeza después de una tragedia, pero a la vez mostraban la esperanza que se refleja después de la adversidad, también tenía puestas ropas antiguas, pero que reflejaban clase y lujo.

Me estuve un momento admirándola, y preguntándome en mi mente si su nombre era tan hermoso como ella. Recorrí con la vista los alrededores de la estatua en busca de una placa o algo así que me dijera su nombre, pero no encontré nada, solo un pequeño escrito que decía “Se desconoce el nombre de esta joven, pero por sus parecidos morfológicos podría tener parentesco con alguna línea de sangre real” Fruncí en ceño al ver que no se sabia su nombre, pero intuía que debía ser el nombre más hermoso de todos, la miré de punta a punta otra vez y luego solté inconcientemente un susurro casi imperceptible:

-“Oh, Amethist, que hermosa eres”

En ese momento, salí momentáneamente de mi trance y me di cuenta de lo que acababa de decir. ¿Dije que el nombre de esa princesa era Amethist? O ¿Todo esto es un sueño, y me terminaré despertando en cualquier momento? No tuve ni chance de responder a esas preguntas, porque estaba totalmente inconciente de lo que pasaba a mi alrededor. Estaba como embriagado por una suave y exquisita fragancia que flotaba en el aire ¡Que delicioso era aquel olor! Totalmente indescriptible, como a frutas silvestres y jazmines, yo no tenía sensación de la realidad, pero me sentía increíblemente bien, cuando de repente vi como esa hermosa chica de

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piedra se empieza a bajar de su pedestal, ¿Sería producto de mi imaginación? No lo se, lo único que si puedo responder es que veía como la bella Amethist se acercaba lentamente a mi, yo ya estaba deseando que estuviéramos frente con frente, pero toda esa visión se desmoronó como una galleta cuando sentí una tierna mano en la espalda, me giré sobresaltado:

- ¡Vaya, Señorito “la historia es aburrida” veo que te has dado una escapadita!

- Clío, veras…yo…- No me dio ni chance de terminar la frase porque Clío me interrumpió

- Conque esto estabas viendo ¿eh? Es una escultura muy hermosa, me pregunto quien será…

- No lo se, dice que se ignora su nombre… Mejor creo que ya es hora de irnos…

- Si creo que lo mejor, la abuela después nos va a regañar si llegamos más tarde

Dicho esto ambos salimos

Este día tenido una experiencia bastante surrealista, lo único que quería era llegar a mi casa y olvidarme de todo, pero créanme, olvida a esa bella princesa es algo que no voy a poder hacer.

Crónicas de un alma olvidada: Capítulo Tercero: Un pequeño pedacito de mi vida

Hoy me levanté entre mis mullidos almohadones de seda pensando que algo malo iba a pasarme, pero esas absurdas premoniciones no captaron mi atención, dado que siempre tenía esa infantil idea de que el mal me acechaba.

Hoy era también un día especial…Yo, Amethist Gothelt iba a ser presentada ante la corte y el reino entero como la heredera del Rey William Gothelt. Estaba nerviosa, es cierto, porque mi padre envejecía rápidamente y yo solo tenía 16 años, y ¿Si un día de estos ese final inevitable llega y el mando del imperio cae en mis manos inexpertas?, no quería ni pensar en ello, pero algo me hacía recuperar la tranquilidad, se que sonará raro, pero es lo único que me hace relajarme… Estoy comprometida con un noble caballero, el único que tiene la más plena confianza de mi padre, tanto como para que el gran rey le concediera la mano de su única hija. Fue una buena elección, aunque no siento ni una pizquita de amor por el noble Sir Arthur, pero, siempre ha sido mi mejor amigo, y lo conozco de prácticamente toda la vida.

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Caminé por los largos pasillos del palacio, suspirando de nerviosismo, cuando, sin darme cuenta estaba pasando por en frente de la habitación de mi media hermana Rozu-Maru. Sentí un largo escalofrío al mirar por aquella puerta entreabierta, Ella siempre había sido un ser espeluznante para mi, tan mezquina y mala, nunca me he acercado mucho a ella, pero no la culpo por ser tan mala conmigo, ella fue una hija que mi padre tuvo que tener con otra mujer, porque mi madre no podía tener hijos, y por ello siempre fue rechazada y negada por todos, dado que nadie se concebía que tuvieran que llegar a eso. La verdadera madre de Rozu, murió hace mucho, de hecho, ni la llegó a conocer, es una historia muy triste, pero se pone peor. Seguí caminando vacilante, con mi cuerpo en presencia, pero mi mente en otro lugar, viajando por mis recuerdos, más los malos que los buenos, por ejemplo, un día cuando tenia 5 años vi bajar a Rozu a los archivos del palacio, aunque siempre nos habían dicho que nunca entráramos allí, pero ella era 3 años mayor que yo y eso siempre se le subía a la cabeza: “Uyy la bebe tiene miedo”, me decía ese día, y yo me quedaba sin responder, me quedé a una lado de las escaleras, y luego, cuando ella ya había bajado, huí despavorida. La verdad es que ignoro que pasó allá abajo, pero lo único que se es que Rozu volvió más diabólica que antes, y llegue hasta creer que, allí abajo encontró algún códice de magia negra y que desde ese día la practica a escondidas, ¿Por qué digo esto? Pues porque he encontrado cosas muy extrañas en su armario, pero no he dicho nada por miedo…El miedo que siempre he sentido, el miedo de que Rozu me hiciera algo, el mismo miedo infantil que me embargaba ese día. Me paré en seco y me di cuenta que tal vez hoy la venganza de Rozu se consuma, una vengaza sin sentido, pero a la vez con razón, porque si yo no hubiera nacido, esa chica que se va a presentar como la heredera no sería yo, sino Rozu-Maru, pero las cosas son diferentes, yo tomé lo que ella más anhelaba y en cierto modo me siento culpable, pero las cosas no se pueden cambiar, ese es el destino, y si no nos gusta nos lo tenemos que callar.

Mientras, mi mente se revolvía, sentí una amarga presencia a mis espaldas, conocía esa presencia, solo se puede tratar de una sola persona… Pero al voltear, no había nadie. Me sentí aliviada, pero a la vez perturbada. Estaba más que segura… hoy iba a pasar algo, y no algo precisamente bueno…

Sin darme cuenta llegue hasta la entrada del salón, puse mi delicada mano sobre la cerradura y la giré suavemente. Luego asomé suavemente mi cabeza, estaba en la sala de la corte, donde estaban reunidos todos sus miembros, desde el pequeño escriba, hasta mi padre, reunidos en torno a una gran mesa oval. Hice un ademán de entrar en silencio, pero en guardia de la puerta anunció con voz alta y profunda mi llegada, todos los amables caballeros se pusieron de pie, yo simplemente suspiré y avancé lentamente hacia el final de la mesa, donde se hallaba sentado mi honorable padre, y a su lado mi hermosa madre, y un poco mas a la izquierda el noble y amable Sir Arthur, y un poco más allá… La bruja de mis pesadillas, Rozu-Maru. Pasé con la mirada a los presentes, cuando me topé con la cara de Rozu, se le veía en los ojos que estaba tramando algo, el miedo se apoderaba poco a poco de mi cuerpo, pero por fin pude llegar hasta el asiento al lado de mi madre , me senté con la mirada perdida, y sin darme cuenta que hoy era mi presentación y que las miradas de todos estaban sobre mi. Mientras se

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daba inicio a la sesión, sentí una rara sensación en los brazos y piernas, era como si, me hubieran echado arcilla y esta se estuviera endureciendo, me asusté, de eso pueden estar seguros, y mi cara de espanto se hacia más obvia. Mi dulce Sir Arthur me miró a la cara en el momento justo e interrumpió a mi padre mientras estaba hablando, el quedó entrecortado con una cara de molestia hacia Arthur, y todos se asombraron, porque nunca nadie había interrumpido a un rey durante su discurso hacía la corte.

- Mi señor y nobles presentes, les pido las más humildes disculpas por esta indebida interrupción, pero vuestra princesa no tiene buen semblante.

Todos me miraron con curiosidad, en especial Rozu, la cual parecía sonriente y complacida.

Madre me tocó la frente con sus manos

- ¿Qué ocurre hija mía?- preguntó mi madre

- Nada mama… -En eso, mi padre se baja de su estrado

- Hija… -Me toca delicadamente la cabeza- ¿Estas segura que no sientes nada?

- Si, padre, estoy bien…solo nerviosa.

- Esta bien, sigamos con la sesión -Dicho esto se retiró al estrado.

Yo me senté tratando de no desfallecer, miré a mí alrededor una última vez, cuando, finalmente, perdí el conocimiento. Lo único que sentí fue a alguien agarrarme antes de que me cayera al piso, reconocí la voz de Arthur y el llanto de mi madre, y la voz un poco colérica de mi padre, pero después no recuerdo más nada.

No se cuanto tiempo pasó, pero desperté entre mis almohadones, “¿Un sueño?”. Quizás, pero esa idea se me desvaneció de la cabeza al ver una figura, sentada en el sofá, delicada y maléfica, la reconocí enseguida:

- Ro…zu….

- ¡Vaya, princesita, me has reconocido!

- ¿Qué quieres… de mí?

- Y aun lo preguntas… Fue algo que me quitaste.

- Pero…entiéndelo, por favor, yo no tengo la culpa de nada, yo por mi…Hubiera preferido ser una humilde campesina antes que una princesa.

- Aja, pero las cosas son distintas, todos te quieren es a ti, y a mi solo me dejan a un lado, ¡no sabes lo que es vivir ese infierno!

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Me quedé en silencio un momento pensando en que decir, cuando por fin dije.

- Te lo repito, Rozu, ¡No es mi culpa!

- Si ya lo se, pero… eres la razón de que me han rechazado por estos últimos 16 años, y si bien no lo haz hecho intencionalmente, eres la causa

Traté de hablar pero sentí que me endurecía poco a poco, desde mis pies hasta mi boca,hasta el punto de que apenas podía respirar.

- No hables, el hechizo de petrificación no durará mucho.

Con las últimas fuerzas que tenía dije con voz a penas audible:

- Per…don, Ro…zu

- Ya es tarde, ahora reclamaré lo que es mi…

Algo la hizo enmudecer, oí a alguien entrar al cuarto y oí una voz muy conocida

- ¡Rozu! ¡Detente!- Exclamó Arthur, pero ya era tarde el hechizo se había realizado…

Fui transportada al vacío, traté de respirar una bocanada de aire, pero no pude mover un músculo, apenas pude mover uno de mis ojos, fue entonces cuando me dí cuenta de la realidad. El hechizo que me había lanzado era el Umbra Corpus, un conjuro de magia negra, el cual era recurso frecuente utilizado por los escritores de cuentos de hadas, consistía en transformar a la persona en una escultura de mármol, y luego abrir una ventana hacía el futuro y lanzar a la persona hacía allí. Es como si jamás hubiera existido, dado que nadie recuerda nada sobre ella. Pero lo más triste de todo es que la única manera de romper el encantamiento es encontrando a la única persona capaz de darlo todo por ti, dando su vida si es necesario, en resumen, el verdadero amor, se que suena tonto, pero es la verdad, pero lo que más me llenaba de dolor y tristeza era que, no había manera de saber si la persona capaz de liberarme, esta en la misma época a la cual voy a parar. Puede que este allí, pero también puede que ni haya nacido, o peor aún, que ya haya fallecido. Preferiría no pensar en eso, de repente, vi una ligera luz en el horizonte, que se hacía más grande a cada momento, luego me vi envuelta por la luz del sol, en lo que parecía un gran campo, no esperé ni dos minutos cuando vi a un grupo de personas acercándose hacía mi. Los vi a todos y ellos a mí, mientras decían cosas como “Mira, el museo nos dará una buena pasta por esta estatua”. Ya supe que ninguno de ellos era la persona que me estaba buscando, dado que solo me veían como una simple escultura, y no podían ver que en el interior se encontraba mi alma, un alma olvidada en el tiempo y el espacio. Estas personas me recogieron y me llevaron en una enorme carroza sin caballos hacía un futuro incierto. Una última pequeña lágrima resbaló sobre mis duras mejillas, y en el acto quedó convertida en piedra.

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Crónicas de un alma olvidada: Capítulo cuarto: Mi Amor es para ti

- ¡Oye, Julián!, ¡Sígueme, no te quedes atrás!- Dijo mi tierna Amethist mientra que se adentraba entre los girasoles

- Es…pe…ra –Dije yo casi sin aire- No corras… tan rápido.

Ella soltó un suave suspiro y se dirigió hacia mí, con paso ligero, como si estuviera levitando en el aire.

- Eres un poquito lento –Me dijo casi en susurro

- Si… - no pude decir más nada, sus hermosos ojos de color amatista me tenían hipnotizado. Ella tampoco dijo más nada, se limitó a pasar sus cálidas y blancas manos por mi cabello.

- Creo, que te he encontrado –dijo por fin, mientras se quitaba sus rulos ligeramente dorados de la cara.

- ¿A que te refieres, mi cielo?

- Ella sonrió y dijo:

- Me refiero a que tu…

La frase quedó entrecortada, todo lo que estaba a mí alrededor se empezó a desvanecer suavemente, incluida mi linda princesa, y de repente, estaba solo en la oscuridad de mi habitación

“Un sueño, otra vez”, pensé. Ya van 3 semanas que tengo este mismo sueño, ¿Qué me está pasando? ¿Me he vuelto loco? O ¿Esos sueños tienen un significado? La verdad la ignoro, lo único que se es que desde esa extraña y surrealista experiencia en el museo, Amethist, se manifiesta en cada dulce sueño que tengo, en cada pensamiento, y en cada segundo de mi existencia…

Miré el reloj, eran apenas las 2:46 de la madrugada. Me tapé la cabeza con la almohada, tratando de dormirme otra vez, pero era inútil. “Insomnio otra vez”, pensé, yo era muy propenso a sufrir de insomnio en las noches, en especial después de un sueño extraño. Me quedé pensativo, acostado boca arriba, tratando de conciliar el sueño, cuando oigo el ruido de la puerta… Me quedé en silencio, simulando estar dormido, sentí como si algo se acostara en mi cama muy suavemente, sonreí ligeramente entre las sábanas, sabia perfectamente quien era, pero solo para asegurarme volteé y vi hacia atrás:

- Clío – Susurré en la oscuridad- ¿Qué haces aquí?

- Disculpa, ¿Te desperté?- Respondió ella muy suave

- Je, no claro que no

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- Ah…

- Y ¿tu por qué no estas en tu cama?

- Pues… me siento muy sola en mi cuarto, y además.- En eso, se acurruca a mi lado- Quería estar contigo,

Yo volví a sonreír ligeramente, a Clío le encantaba venirse a dormir conmigo, y esta escena se repetía bastante a menudo

- Ah… Clío como harás cuando me vaya a estudiar afuera.

Cuando dije esto, Clío me abrazó más fuerte

- No…quiero que te vayas

La tomé entre mis brazos y le acaricié la cabecita.

- Yo tampoco me quiero separar de ustedes, pero me tengo que ir. Tranquila, todavía faltan 6 meses de todos modos

- Bueno, al menos me quedan 6 meses todavía para fastidiar a mi querido hermanito

- Y yo voy a tener 6 meses para fastidiar a mi pequeña hermanita

- Nooo!,

- Estamos a mano.

- ¿Oye?, traté de convencer a la abuela otra vez que me dejara ir con ustedes mañana, pero…Me dijo que no.

Oh, casi olvidaba el viaje que teníamos unos amigos y yo a un pequeño pueblito de las afueras llamado Verona Valley, estaba muy cerca del mar, de hecho, estaba prácticamente a orillas de la playa. Yo estaba emocionado por ir, porque, me hace falta un poco de sol (estoy re-paliducho) y aire fresco. Pero ahora la verdad es que me daba igual ir.

- Ya te dije que no puedes ir, porque eres muy peque… - Me detuve en seco, sabia cuanto Clío odiaba que yo le dijera pequeña

- ¡No soy pequeña!

- OK, no lo eres- dije tratando de enmendar- Pero igual no puedes ir, reservamos una casita de playa muuuy pequeña y somos 5, créeme que no entra ni un alma más

- Uf… bueno, da lo mismo, de todos modos se que no me quieres llevar.

- Por mi yo te llevo,- dije obstinado- pero, no puedo, ya lo tenemos todo planificado.

Me miró a la cara y me dijo:

- Bueno, no importa, la próxima semana te estaré esperando para fastidiarte…Jeje.

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- Lo que tú digas, Loquilla.

Dicho esto, ella bostezó y se tumbó en la cama, yo la imité y traté de quedarme dormido. Mis dulces sueños con mi hermosa princesa reaparecieron en mi mente, todos diferentes, pero contenían el mismo mensaje, “Te he encontrado, eres tu”. Debía hallar el significado de esa frase, estaba seguro que era algo que iba a cambiar mi vida para siempre.

Cuando amaneció, sentí los rayos del crepúsculo mañanero que me pegaba en la cara y me obligaron a despertar, Clío había dormido conmigo, pero aparentemente se levantó muy temprano, porque no estaba. Vi el reloj con cara de fastidio, “las 8:40”, pensé, “me pasan recogiendo a las 9:00”, estaba muy calmado, casi sonámbulo, cuando caí en cuenta de la situación “¡Tengo solo 20 minutos!”. Pegué un salto desde la cama hasta el baño lo más rápido que pude. Me enjuagué los ojos con mucha agua, y me miré en el espejo. Recordé mi increíble parecido con mí recién descubierto antepasado, solo que el si era guapo, yo en cambio, era bastante paliducho, casi parecía un vampiro, y huesudo, por ello, las actividades físicas nunca cuadraron bien conmigo, tampoco resultaba muy atractivo para las chicas, y con las pocas que conozco bien, solo me consideran un amigo. Tras este pensamiento algo se me vino a la cabeza, “¿Resultaré lindo para Amethist?”. Pues, lo ignoro, y decidí no pensar más en el tema. Volví a mi habitación y me cambié los pijamas, y me puse algo medio presentable. Bajé las escaleras a paso torpe, porque todavía estaba medio dormido, me restregué los ojos un poco antes de entrar a la cocina, luego suspiré un poco, olía delicioso, como siempre, mi abuela era una excelente cocinera. Por un momento, me recordé de mi madre, quien era una cocinera impredecible, recuerdo las raras recetas naturistas que intentó hacer una y otra vez pero nunca le salían bien. Mi padre y yo siempre le dábamos la comida al perro por debajo de la mesa cuando mi mamá no veía, pero ni el se la comía, y lo peor del caso, mi mamá una vez, nos descubrió, nos echó un regaño gigantesco, pero comprendió que no tenía que inventar tanto en lo que a las artes culinarias se refiere. Me dio un poco de nostalgia acordarme de aquellos años, y también deseé que por alguna razón mágica ellos estuvieran todavía vivos hoy en día.

Entré con aire ausente a la cocina, mi abuela estaba sirviendo la mesa, con ayuda de Clío, yo apenas me di cuenta de su presencia, estaba muy sumido en mis pensamientos, pero mi abuela si me vio entrar, y me abrazó. Sin duda siempre fue muy cariñosa conmigo, a veces siento que siempre me va a considerar un bebe, pero no me molesta, nunca me ha molestado. Me senté a la mesa y vi a Clío sentada en la silla contigua.

- ¡Vaya que te paraste tarde!

- Ni me lo recuerdes, el despertador no sonó

Clío tenía un curioso brillo en los ojos:

- ¿Abue…? ¡porfaaa déjame ir!

- Clío ya te he dicho un montón de veces que no puedes

- Ahh… ya gasté mis últimas esperanzas

- No importa,- la animé- de todos modos se que te vas a aburrir con nosotros.

- Si tal vez tengas razón.

- Además,-contraatacó la abuela- eres muy inquieta y vas a ponerle los nervios de punta a tu hermano

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- Si eso lo hace todo el tiempo.

- ¡Claro que no!... solo a veces

- Jeje, ¡Por fin lo admit…- Me quede entrecortado al oír que me llamaban de afuera.

- Ya te vinieron a recoger, hijo mío, ve a buscar tus cosas.

Señalé mi plato sucio, yo siempre tenía la maña de lavar los platos

- No te preocupes, yo los arreglo.

- Ok…

Subí hasta arriba y recogí mi ligero equipaje, antes de bajar otra vez, me recordé de Amethist y de sus tiernas palabras “Te he encontrado”, esa corta pero significativa frase dio vueltas por mi cabeza por un momento, pero traté de no pensar en ello, por ahora.

Bajé hasta el porche de la casa, allí me esperaban Clío y mi abuela para despedirse de mi, Clío fue la primera, abrazándome por el cuello y deseándome buena suerte al oído, y también me dije una de sus típicas frasecitas “¡Hey!, ¡No enamores muchas chicas, cazanova!”, me dio algo de risa, y le respondí con una pequeña afirmación “¡Tu tranquila, lo haré!”, la separé de ella sobándole suavemente la cabecita. Mi abuela se despidió de mí, abrasándome, y diciéndome que me cuidara, y para rematarlo, me dio un beso en la frente, eso me dio un poco de vergüenza, de seguro todos mis amigos dentro del auto me debieron haber visto, las miré de reojo antes de dejar la mochila en la maletera, pensé que iba a echar de menos mi casa y mi familia dentro de 6 meses mas, y tal vez no aguante esa melancolía, pero recordé que era necesario y que me acostumbraré poco a poco. Suspiré para tranquilizarme y subí a la parte trasera del vehículo. Allí me saludaron todos los presentes. Reconocí que todos estaban y algo me hizo sentir seguridad, adelante estaban Melissa y Alan Veronecce, los cuales eran primos, eran ambos muy simpáticos, Alan era un tipo que llevaba el ritmo en la sangre, y Melissa le costaba mantener la boca cerrada por mas de 2 minutos pero sin embargo, era buena persona. Atrás estaba mi querido amigo de toda la vida Johan Neuvé, al cual le decíamos cariñosamente Big-Joe, pues, era un tipo enorme que tenia un corazón proporcional a su tamaño, era un tipo sensible, hasta llegar al punto que llora al final de las películas románticas. De repente vi algo que no debería estar allí, al lado de Johan, había otro par de piernas, levanté la cabeza lentamente, y me llevé una interesante sorpresa.

- ¡Ágatha!, no…sabía que… venias

- Fue una decisión de último minuto- Dijo ella con su voz cálida pero a la vez llena de malicia- Espero que no te moleste

Claro que me molestaba, tener a Ágatha Yasser en nuestro aparentemente perfecto viaje, me encrespaba los nervios, pero mantuve la compostura y dije de manera pasable pero firme.

- Claro que no importa, allá veremos como nos arreglamos

Ella se limitó a sonreírme con su acostumbrada sonrisa felina, con la cual hipnotizaba a cuanta persona se topaba con ella. Intenté estar lejos de ella, aunque, Big-Joe se empeñó en cambiar de puesto hacía la ventana, quedando Ágatha en el medio de ambos y yo hacía la otra ventana.

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Ok, tengo a la bruja de cuentos de terror al lado mío no creo y espero que no me pase nada. Se que estarán pensando “¿Quién rayos es esa tal Ágatha y cual es su relación conmigo? Bueno, ella es la chica “más linda y popular” de todo el colegio y también de toda Marcella para rematar todo. Es una supermodelo en miniatura, por la cual todos los chicos se babean y todas las chicas sienten envidia, todas quisieran tener su escultural cuerpo y su “perfecta” sonrisa, pero en el fondo esta más vacía que un agujero negro. Es el más perfecto ejemplo de “Bella por Fuera, Hueca por Dentro”. Y lo peor del caso, es que hace algunos años causé un escándalo a causa de ella. Supongo que fue porque soy el mejor estudiante de la ciudad (y no es broma), o por alguna razón desconocida, pero de un día para el otro empezó a coquetear conmigo… Yo siempre la evitaba y trataba de ignorarla, pero para las demás personas, ignorar a la Top Model, coqueteando con un nerd, era casi imposible. Empezaron a correr chismes y otras cosas, todas mentiras, obvio, y me hicieron la vida imposible por un tiempo. Pero la cosa como comenzó, terminó, y todo volvió a ser aparentemente normal, pero, aun así, Ágatha se convirtió en un pequeño fastidio para mi, más discreto, claro, pero igual de molesto, y ahora me pregunto yo ¿Quién la invitaría sin decirme nada? De seguro fue Johan, siempre con su afán de “Tienen que vivir felices para siempre”. Bueno, el caso es que ignoré a Ágatha y a todos los demás durante casi todo el viaje, estaba muy metido de lleno en mis pensamientos como para hacerle caso al mundo exterior, me quedé casi dormido al cabo de una hora, y al ver de reojo a todos me di cuenta que todos seguían mi ejemplo, excepto Alan, quien conducía, pero tenia puestos unos audífonos a tal volumen que dudo mucho que escuchara algo, al ver que nadie estaba despierto del todo u oyendo, me relajé y cerré los ojos poco a poco. Escuché una tibia voz, casi angelical que venía desde el umbral de mi subconsciente, la había escuchado antes y aun así no me cansaba de oírla, “Amethist”, pensé de la integridad de mi mente, sin esperar respuesta alguna, pero el resultado fue diferente.

- Te veo algo estresado- Dijo ella

- ¿Eh?- Respondí atolondrado

- Si, tontillo te hablo a ti

Miré a mi alrededor “genial, otro sueño”, pero este era diferente, no habían campos de flores, ni mullidos almohadones, solo una habitación vacía, con solo nuestras almas llenando un pequeños espacio. Ella no lucía tan alegre como siempre, pero si igual de hermosa, quizás más, porque se veía mas humana que en mis otros sueños, yo estaba sentado en el suelo a escasos metros de ella la cual permanecía de pie.

- Y dime ¿Todo va bien?, tengo la ligera impresión de que estas algo incómodo

- ¿Eh? Yo no… estoy bien

- ¿Seguro?- se sentó a mi lado, nunca la había tenido tan cerca, siempre se presentaba como algo inalcanzable, algo que yo no podía tocar, pero hoy estaba muy cercana a mí, y apoyó su cabeza en mi hombro.

- Me gusta estar contigo-dijo, con un tono que me tenia sonrojado- Eres alguien muy especial para mi.

- Y tú también lo eres para mí, no has abandonado mi cabeza ni por unos minutos desde que te encontré.

- Más bien yo te encontré, era el destino, estamos destinados uno al otro, mi alma gemela, te he esperado por siglos.

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Dicho esto se acurrucó más en mí, y yo la rodeé con el brazo con el más sumo cuidado. No podía cree que la tenga aquí, entre mis brazos, era algo que estuve esperando mucho tiempo

- Amethist, yo quisiera esta cada segundo de mi existencia contigo, pero, como…

- Es el hechizo que me lanzó mi media hermana hace ya varios siglos, pero aun se puede romper, aun me puedes devolver la vida.

- ¿Cómo?-mis ojos ardían ante la posible respuesta, no podía esperar más

- Dándome tu amor eterno, Julián

- ¿A qué te refieres?- pregunte con aire de ausencia.

- Verme solo a mí, amarme solo a mí.

- Eso no es difícil de todos modos-sonreí- ya eres la dueña de mis pensamientos.

Ella respiró suavemente.

- ¿Aceptas el trato?

- Jeje, ni loco te diría que no y lo sabes.

Ella se acercó poco a poco a mi cara.

- Pero aun tenemos que cerrar el trato.

- ¿Cómo?...

- Pues…

- Déjame adivinar, ¿Primer beso?

- Como lo supiste, dijo entre risitas.

- Pues, lo intuí

- Tus intuiciones son buenas, además siento que eres una buena persona, muy buena.

- Lamento no ser guapo- me reí de mi mismo por lo que acababa de decir

- Créeme, para mi eres muy lindo.

La misma interrogante que me hice esta mañana quedó resuelta, y me divirtió el hecho de que ella me contestara a esa pregunta, pero no había ya mas tiempo que perder.

- ¿Vamos a cerrar el trato o nos quedaremos aquí para siempre?

- Cuando quieras- Tomé una de sus manos y la besé con ternura y suavidad- Mi bella princesa.

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Ella se fue acercando lentamente al igual que yo, hasta el punto que nuestras caras estaban a solo milímetros, ella se detuvo y yo también, y susurró algo “¿Seguro que aceptas el trato?”, “Totalmente” le respondí. Y fue en ese momento que toqué sus labios, cálidos y suaves, luego acaricié lentamente su rosada mejilla, y después de eso el mundo a mi alrededor empezó a desaparecer, y me quedé solo en mi subconsciente. Cuando por fin abrí los ojos, vi que todo estaba normal, seguía en el auto, y acabábamos de llegar a Verona Valley, y estábamos al frente de la casita que habíamos conseguido, bajé tabaleándome y recogí mis cosas, y entré, era un sitio agradable pero pequeño, bueno al menos cumplía con mis exigencias. Subí a dejar mis cosas en una de las habitaciones de arriba, había solo 2, pero creo que vamos a estar bien. Me tiré en la cama y miré hacia el techo, repasando mentalmente todo lo que había vivido en ese extraño sueño, ¿Qué pasó? ¿De verdad acepté ese trato? No lo se, pero lo siguiente que pasó no me lo esperaba

- ¡Julián!...llamó Melissa. Aquí abajo hay una prima tuyo.

¿Prima? Pero si yo no… Ay no….

Salí disparado por las escaleras, y me asomé receloso hacía la puerta. Solo pude ver a Johan y a Alan Casi que boquiabiertos, y a Ágatha con cara de… ¿Quién demonios es esta? Yo reuní mi valor y me asomé por la puerta. Lo siguiente que pasó no lo recuerdo bien. Me desmayé, tal vez, pero lo que puedo decir es que me llevé la sorpresa más grande de mi vida…

Crónicas de un alma olvidada: Capítulo Quinto: El Crimen Perfecto

¿Por qué existe una separación entre las personas? ¿Por qué solo ciertos individuos tienen el derecho de brillar, y por qué otros están destinados a perderse en el recuerdo? Con todos estos casos me siento identificada, ya verán porque lo digo, al contarles poco a poco mi historia, una historia que narra la vida de una pobre alma desdichada, que se originó a partir de la desesperación del soberano, y pasó por la vida como la mancha en la más blanca tela. Esta es mi historia, la historia de Rozu-Maru Gothelt Temari…

Yo nací en una noche oscura y tormentosa, mi madre, Kira Temari, la cual había sido usada de la manera más cruel por parte de la poderosa monarquía, sufría los más horrendos dolores de parto. Tras 2 horas de horrible sufrimiento, he venido al mundo, un mundo lleno vil y sin sentido, un mundo que mi madre acababa de abandonar, dejándome sola y desamparada, sin el calor que solo una verdadera madre puede dar a una hija.

Desgraciadamente, y a la vez por suerte, mi padre biológico era el Rey William Gothelt, y me acogió como la hija que nunca tuvo. En cierto modo no me faltaba nada, pero desde otro punto de vista me faltaba lo más importante “Cariño”, que fue una palabra que nunca llegue a conocer, y creo que eso mismo me llevó a cometer ciertas locuras.

Todas las personas que me veían me miraban con una mirada extraña, en especial la reina, que aunque intentaba no ser tan hostil conmigo, era en el fondo la que más me odiaba, me odiaba por que no podía concebir que su esposo, su amado esposo, tuvo, que tener una hija con otra mujer, porque ella no podía tener hijos, y el reino necesitaba un o una heredero o heredera, y ambos estaban desperados. Pero aun así crecí diciéndole “mamá”. Oh! Que dulce mérito le he otorgado en mi inmadurez infantil, pero con el paso de los años nuestra relación se fue haciendo muy turbia, más específicamente desde que ella llegó. Fue una mañana de Abril cuando se supo

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la dulce noticia de que la reina Evelyn, por fin estaba embrazada. Yo apenas tenía 3 años, casi 4, cuando se dio a conocer la noticia, y claro, apenas podía entender el júbilo que sentían todos. Mi medía hermana vino al mundo en una hermosa noche a finales de Abril, una noche muy tranquila, y la reina apenas sintió dolores, todos andaban felices y corriendo de un lado para el otro, ni se daban cuenta de mi presencia, yo sentía una curiosidad increíble por ver cual era el motivo de tal escándalo, así que me asomé a la puerta de la habitación donde estaba la reina, y fue cuando la vi por primera vez… a esa indefensa e inocente criatura, que ni sospechaba que más tarde iba a ser la gran causa de mis pesares, aunque no haya tenido la mayor intención de hacerme daño. Me acerqué a aquella mujer, que, instintivamente, le di el título de madre, la vi sosteniendo un pequeño bulto entre sus brazos, yo me acerqué a mirar ese extraño paquete sin entender bien de que se trataba, la reina me vió tratando de ver lo que ella tenía.

- Mira, Rozu- me dijo con cierta amargura, lo recuerdo- Es tu hermana.

Me acerqué más a ella tratando de observar mejor a mi supuesta hermana.

Vi esa pequeña cabecita que se asomaba por debajo de las mantas, mi inmadurez me impedía entender que era una hermana y por que ella era mi hermana.

- ¿Qué es una hermana?- pregunté con voz propia de un niño de tres años.

La reina no tuvo chance de responderme, porque un montón de personas se abarrotaron en la habitación, llenando de felicitaciones y congratulaciones a ellas dos. Yo quedé desplazada a un lado mirando mientras todos, observaban a mi recién conocida hermana, toda su atención era de ella solo de ella. Ese fue el primer día en el que me di cuenta del triste destino que me deparaba el futuro. Pero no fue hasta que cumplí mis 7 tiernas primaveras que me di cuenta por completo de mi condición. Ese día funesto aun lo recuerdo, recuerdo el lugar, las ropas, los olores, todo. Oí a mi padre hablando con ciertos miembros de su corte, recuerdo tristemente esas duras palabras.

- Todo esta decidido, mi heredera será la joven Amethist.

- Y que pasará con Rozu.- preguntó uno de los más ancianos de los presentes.

- Ella… Ella fue producto de nuestra desesperación, por lo tanto, ni puede ser considerada un miembro de la familia, pero hemos hecho excepciones y esta aquí con nosotros y no abandonada a su suerte como exigen nuestras duras leyes.

- Y… ¿Qué pasaría con Rozu si su noble y hermosa hija no hubiera venido al mundo?- dijo el mas joven de todos los presentes.

- Pues, Rozu sería parte de la familia, sin réplicas, y por lo tanto, sería la próxima heredera al trono.

Salí corriendo con las lágrimas en los ojos.

Nunca fui aceptada en la familia, nunca fui querida, esos cortos 3 años en los que fui parte de la familia sin saberlo, se quedaron reducidos a nada. Ahora comprendo porque me ocultan, y ahora comprendo porque he tenido que vivir bajo la sombra de mi hermana, y lo seguiré haciendo, porque es mi destino, a menos que cambie el curso de la historia, a menos que evite… a menos que evite que mi tierna y querida medía hermana nazca, y me quite lo que me pertenecía a mi primero, pero ella, sin saberlo, ni yo tampoco, me quitó lo que era mío. Ese día me transformé, y

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juré que encontraría la manera de vengarme, pero en ese momento no fue más que un pequeño arrebato de rabia infantil, pero con el tiempo se fue convirtiendo en verdadera ira.

Cierto día, vi esa puerta, la puerta que llevaba hacía los archivos secretos del palacio, aunque siempre me decían que era peligroso bajar allí, yo no me resistí a hacerlo, pero en el momento en el que iba a bajar, mi molesta hermana se materializó en la sima de la escalera, “No vayas”, me decía con un aire de infantilismo, propio de su edad, “Uyy tienes miedo… Será porque eres una bebe miedosa”, le respondí con tanta sequedad que salió corriendo llorando, por suerte, puedo estar segura que no dijo nada. Seguí avanzando, hasta toparme con el final de las escaleras, y allí encontré infinitas estanterías, las cuales sostenían papiros y papeles, algunos ilegibles, sobre diversos temas. Tomé el primero que estaba a mi alcance, y lo abrí. Historia, nada nuevo, seguí caminando… Matemáticas y otras ciencias, aburrido como siempre, pero llegue a lo mas oscuro del pasillo, y me encontré con códices y papiros muy extraños. Tenían bordados en su exterior casi todos, una estrella de 5 puntas y en su centro un símbolo que debía pertenecer a una lengua muerta hace mucho. Tomé entre mis pequeñas manos uno de ellos y lo abrí… “¡Magia!”, exclamé suavemente, era un papiro con las instrucciones detalladas sobre como hacer el hechizo del Umbra Corpus, Según lo que todos sabíamos, era el hechizo de magia negra más peligroso conocido. Tomé el pequeño papiro entre mis manos y salí sonriente del lugar. Al fin tenía algo para ejecutar mi venganza, para eliminar de la historia a mi hermana, la cual me robó mi lugar, pero yo apenas era una niña, no una bruja, así que desde ese día estuve intentando realizar el hechizo, sin éxito, y lo peor del caso, Amethist se empezaba a dar cuenta de mis planes, pero la muy entupida no decía nada, porque me tenía miedo, ¡Qué ridícula!, pero puedo usar ese miedo a mi favor, jeje, Amethist, ¡Que tonta eres!...

Pasaron los años con aparente normalidad, nadie sospechaba de mis planes de venganza, solo la ingenua victima y… cierto caballero que tenía un sexto sentido para detectar la magia negra, desde que me enteré de la existencia de este caballero, intenté ser lo más discreta posible, pero aun así había algo que no me dejaba tranquila. Conocí a ese noble por casualidad en una reunión de la corte, yo estaba paseando por los pasillos, cuando lo vi pasar por mi lado. El apenas me dedicó su atención, pero yo si me quedé mirándola como atolondrada por un buen rato mientras se alejaba, no podía creer que pudiera existir alguien tan hermoso y de porte tan majestuoso. Lo seguí a hurtadillas, no lo podía evitar. Era tan joven como yo (después descubrí que tenía 17, cuando yo tenía 15), pero definitivamente yo era muy insignificante a su lado, me detuve en una esquina y me quedé mirándolo mientras se detenía lentamente, fue cuando oí una voz familiar.

- ¡Arthur! ¡Haz venido!- exclamaba Amethist tratando de alcanzarlo.

El se detuvo, y se volteó hacia ella.

- Amethist,- dijo con una voz casi tan hermosa como el- Ven acá

El la abrazó y la llenó de besos. Yo seguía escondida, envidiando estar en su lugar

- ¿Sabes, Amethist?- dijo el con aire preocupado- Ándate con cuidado, porque últimamente siento que hay algo de magia negra en el ambiente.

Me quedé anonadada, es ese el caballero más joven pero a la vez el más respetado del que todos hablan, el que le había prometido la mano de Amethist, el mismo que puede sentir la presencia de la magia negra. ¡Tenía que ser el!, pensé, y seguí observándolo.

- Ahy… En serio,

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- Eso creo, solo ten cuidado, mi cielo, si algo te llegase a pasar… mi corazón se partiría en mil pedacitos.

- No te preocupes, no me va a pasar nada, ambos seremos felices.

Eso es lo que crees, princesita, vas a dejar de existir muy pronto y me devolverás lo que es mío, y con respecto a ti, Sir Arthur, lamentó romperte el corazón pero, tiene que ser así.

Los días pasaban como siempre, normales, sin mas imprevistos que pequeñeces, solo que pude perfeccionar mi uso de la magia negra, y lo mejor, sin que ese molesto caballero se diera cuenta… El día propuesto para mi venganza será el día de la presentación de Amethist como heredera del trono. Es un día perfecto, dado que todos estarán reunidos. Puse en práctica el hechizo a la media noche, como debería y esperé hasta la mañana, como debería pasar, mi pequeña victima se siente mal, mareada tal vez, confundida y asustada, definitivamente. ¡Cuanta satisfacción me provocó verla ponerse poco a poco mal!, pero tuvo que interrumpir el molesto Sir Arthur, alegando que Amethist no tenía buena pinta, ¡Que molestia!, mi plan estuvo a punto de descubrirse antes de tiempo, pero la muy entupida seguía alegando que estaba bien, solo nerviosa, ¡Perfecto!, solo me restaba esperar…

Amethist, por fin se desplomó desmallada, por suerte no se golpeó, porque calló en los brazos de Sir Arthur ligera como una pluma. El tuvo la amabilidad de llevarla hasta su cuarto, y la dejó suavemente en su cama. La debe querer demasiado, porque no quería abandonarla, creo que sospechaba algo con respecto al hechizo pero no estaba seguro. Yo tuve que esperar hasta que de un modo u otro saliera y me dejara a mí hacer mi trabajo. Alguien lo llamó que el rey quería verlo, y fue entonces que abandonó el sitio. Yo me sentí complacida, al fin podía lograr lo que me tenía cometido. Entré a la habitación y me senté en el sofá y observé mientra comenzaba el hechizo. Para mi buena suerte, Amethist, despertó para ser testigo de su final. Intercambié palabras con ella y le dí a conocer mi estado, como había sido mi vida a espaldas de ella. Intentó pedirme perdón, pero ya era demasiado tarde… ya el hechizo había hecho efecto, pero cuando estaba a punto de terminar, un alma irrumpió en la habitación.

- ¡Rozuu, DETENTE!

- Muy tarde, Arthur, el hechizo se ha consumado.

Observé con satisfacción mi trabajo y con aun más satisfacción la mirada de Sir Arthur, tan desolado, y a la vez tan colérico.

Yo me levanté y le dije.

- Ya nadie debería recordar nada sobre ella.

- Si te refieres a Amethist, tu hechizo no tiene fuerza sobre mi.

Lo miré extrañada

- Es raro debería tener.

No respondió solo se retiró, pero antes dejó una advertencia en el aire.

- Sentiré cuando despierte y la buscaré, ¡Te lo Juro!

- Aja, di lo que quieras…

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Pero en ese momento no me llegué a sospechar que de verdad podía sentir a Amethist despertar, tampoco sospeche que el conoce las magias y que encontraría la manera de ir al futuro a buscar a su princesa, y por sobre todo tampoco sospeché que todo eso ocurriría y que no me quedaría de otra, sino evitar que lleve a cabo sus cometidos por las malas…

Cronicas de un alma olvidada. Capítulo Sexto. Revelaciones...

¿Qué pasó exactamente? ¿Todo lo que esta ocurriendo es real o simplemente un sueño? No recordaba muy bien nada de lo ocurrido, solo se que me desmayé por alguna razón, recuerdo la llegada de una persona misteriosa, que afirmaba ser mi prima aunque yo no tengo ninguna, recuerdo la cara de sorpresa de mis amigos, recuerdo cada detalle, pero no puedo testificar si lo que ocurrió fue realidad o fue ficción. Me encontraba deambulando por los confines de mi mente cuando sentí que ya era hora de despertar. Abrí los ojos muy lentamente y me pegó la claridad de la tarde en la cara “¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?”. Reconocí la habitación, era la misma a la que había subido antes de desmayarme a dejar mis cosas, así que podía presumir que no estaba soñando y que todo había pasado en realidad. Me relajé y bajé al piso de abajo tratando de relajar mi mente, miré hacia todas las direcciones, tratando de buscar señales de vida, nada. Absolutamente nada, la sala estaba vacía, caminé hacía la cocina, cuando oí risas y voces, caminé un poco más, hasta llegar a la puerta de la cocina, me asomé tímidamente, y fue cuando la vi… Allí estaba, como uno más del grupo, hablando y riéndose. Mis amigos parecían normales ante su presencia, como si fuera una buena amiga de toda la vida. La única que se mostraba recelosa era Ágatha, pero no podía culparla, ella era así. Me quedé un rato mirando, deleitándome con la belleza de Amethist, y aún seguía increíblemente bella, aunque ahora estuviera vestida con ropas de esta época, y fue allí cuando me formulé la pregunta del siglo ¿Cómo ha llegado hasta aquí?, ¿Por qué todos se comportan como si la conocieran desde que eran niños? Y ¿Por qué no tiene sus ropas habituales? Todas esas eran sencillas preguntas que ella misma me tenía que responder, porque en todo mi saber y lógica no encontraba una explicación razonable. Me retiré ligeramente cuando vi que ella ya había notado mi presencia y me encerré en la habitación. Lo único que oí antes de retirarme fue lo siguiente… “Ya vuelvo, voy a ver que tal sigue mi Julián”. No le pasé el seguro a la puerta, pero la dejé bien cerrada, y me hice el bello durmiente otra vez. Oí pasos que se avecinaban hacia mí. Estaba realmente nervioso, porque por fin la iba a conocer en persona, no más sueños lejanos, no más ilusiones pasajeras, no más viajes a los recónditos confines de mi mente, porque por fin aquí estaba conmigo, era real como mi amor hacia ella, era real como el amor mutuo que ambos sentimos. Sentí que alguien abría lentamente la puerta, la emoción me embargaba, pero a la vez, un miedo muy extraño y fuera de lugar, tal vez el miedo que todo ser humano siente hacia lo desconocido, pero se que esa

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sensación es meramente pasajera, el solo pensar de estar a su lado para siempre me hacia perder ese miedo sencillo y elemental. Oí su ligera voz como flotando en el aire…

- Hey!, tontillo, ya se que estas despierto…

- ¿Eh?- dije fingiendo somnolencia, no levanté la cabeza

- Si te hablo a ti, vamos déjate de juegos.

Me levanté muy lentamente y me senté en la cama, me restregué los ojos antes de abrirlos totalmente. Cuando los abrí, sentí una emoción indescriptible, pero también una confusión y curiosidad por hacerle varias preguntas. Al verla allí, arrodillada al lado de mi cama, mirándome a los ojos con una dulzura indescriptible, lo único que mi cuerpo y mi mente se atrevieron a hacer fue caer sobre mis rodillas a su lado, y abrazarla en silencio. Sentí una salada lágrima que se deslizaba por una de mis mejillas por la alegría que vivía en ese momento. Ella también me rodeó con sus brazos y apoyó su pequeña barbilla sobre mi hombro. Nos quedamos en silencio algunos minutos, no demasiados, y como era de suponerse fui yo quien rompió el silencio…

- No puedo creer que estés aquí, ángel mío.

Luego de decir eso nos separamos lentamente, y nos miramos a los ojos.

- ¿Por qué no lo puedes creer?- dijo ella con un tono de risa.

- Es que… verás Amethist, no logro entender como has llegado hasta aquí.

Ella soltó una pequeña carcajada, pero para mi sonó como un coro de ángeles.

- ¡Vaya que falta de fe tienen hoy en día! Verás, yo estaba petrificada gracias a un conjuro llamado Umbra Corpus, el cual, al ser roto transporta a la persona sobre la cual fue lanzado al sitio donde se encuentre la persona que la liberó…

- Ya veo, ya entien…do, pero… hay otra cosa, ¿Cómo mis amigos te trataban como si te conocieran de toda la vida y… - la mire de la cabeza hacia los pies- por que tienes esas ropas?

Ella volvió a reír.

- Muy simple… Cuando se lanza un conjuro de tal magnitud, siempre queda un poco de magia libre, que puede ser usada a preferencia después que el conjuro se rompe… La usé para pasar desapercibida, y que ellos creyeran que yo era tu prima y que desde siempre me conocen. Imagínate el escándalo que hubiera causado si me presento tal cual, así que es mejor pasar discreta. Y con respecto a la ropa, yo talvez estuve petrificada por un par de siglos, pero no por eso estuve ausente de lo que pasaba a mi alrededor. He sido testigo de los cambios en la moda

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con el pasar de los siglos, así que, con un poquitín de magia que quedó libre, cambié mis vestimentas para pasar más desapercibida…

- Interesante… Bastante interesante.

- Ahora me toca a mí hacer las preguntas. Cuéntame sobre ti…

- Mi vida no es ni la mitad de interesante que la tuya. Créeme, te va a aburrir…

- No porque hayas tenido una vida sin fama ni fortuna, no significa que sea insignificante, vamos, cuéntame un poco.

Tragué saliva, tratando de agrupar las palabras correctas.

- Ok, te cuento, pero con la condición de que, después me cuentes con lujo de detalles la tuya.

Ella se puso un poco triste.

- Preferiría olvidar mi vida anterior, ahora… ahora es diferente, no soy una princesa heredera, ni la niña comprometida con el caballero más noble ni galante…

- ¿QUÉ?- la interrumpí- eras una princesa heredera eso no lo sabía…

- Si… de hecho mis padres eran Sir William Gothelt y Lady Evelyn Harrington, fui su única hija…

- Pero… creí que no podían tener hijos, además… la historia cuanta que el rey tuvo que…

- Tener una hija con otra mujer porque no tenia herederos, si ya se esa historia, y es cierta… Tengo una horrible media hermana, llamada Rozu-Maru, que fue… la que me envió aquí…

Era increíble cada palabra que oía pronunciar por sus labios, ella tenía un destino de gloria y grandeza en su vida, pero por los meros celos de esa bruja, todo le fue arrebatado y fue condenada a vivir en el destierro del olvido… Me entristecía su historia, pero ella no se veía para nada triste.

- Y dime ¿Es que no te sientes mal por haber perdido tu destino? Es decir ibas a ser reina ¿No?

- Lo único que extraño es a mis seres queridos, pero no quiero esa vida de grandeza y gloria, ser feliz y conocer el amor es lo que mas quiero, por encima de todo

- Me conmueves, esas son las palabras más sabias y hermosas que he oído en mi vida.

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Ella se limitó a sonreírme, pero para mí, una sonrisa de ella era más hermosa que las más bellas perlas.

- Bien antes de que preguntes, porque se te ve en la cara que me vas a preguntar algo de eso, si… yo estaba comprometida… pero, no sientas celos, yo solo lo veía como un gran amigo, nada más…

- Aja- conteste obstinado- supongo que debió haber sido bastante diferente de mí… Alto, valiente, forzudo…- No pude terminar la frase, Amethist se acercó a mi cara al punto que solo quedaban centímetros de diferencia…

- De hecho, te puedo decir que no son tan diferentes, en realidad, son casi idénticos. Mmm… Tienes sus mismos ojos hermosos que reflejan inteligencia, sabiduría, nobleza y humildad- dicho esto se retiró lentamente, sus palabras me dejaron aturdido y un poco incomodo, ya me sospechaba por donde venía la cosa, pero preferí reservarme mis palabras.

- Y dime- dijo por fin- de casualidad… ¿Te apellidas Longhorn?

- Eh…si…- allí fue cuando no me pude contener- ¡No me digas que…!

- Si,- se reía la niña por la expresión de mi cara- Sir Arthur Longhorn era el… No hay duda que es tu antepasado.

- Si lo es… pero…esto…- No podía hablar de la impresión que me había causado eso…

- Como ya te dije, solo lo veía como a un amigo, además el mismo decía “La belleza exterior es como una coraza que protege a la verdadera belleza que hay en nuestra alma” Lo externo no me importa, lo que me importa es tu alma buena y que tu y yo somos dos mitades y que ahora nos hemos reunido para siempre- luego se acurrucó a mi lado, esto me tenía casi paralizado- A veces pienso que es un poco irónico que, el destino se haya empeñado en que debemos estar juntos, aunque estemos separados por el tiempo…

Tímidamente, la acaricié y le dije casi susurrando.

- Mi vida, simplemente, teníamos que estar juntos, nada más- Ella y yo acercamos nuestras caras un poco más- eso es todo… Seria un honor compartir mi vida contigo…

- Si es que la problemática Ágatha no se interpone- se rió

- Ohh… no te preocupes, ella no es más que una bruja para mi

- Pero aparentemente te quiere… Por ella que estaba presente no dije que yo era tu novia…

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- Mmm… que compresiva, pero creo que se le pasará esa obsesión conmigo tarde o temprano…

- Eso creo yo también…- Ella se acercó un poco más hacia mi cara

- Oye, detente- dije sin ganas e instintivamente.

- Este bien, me detengo.

Yo no respondí sino que me quedé un momento mirándola.

- ¿Sabes? Desde que te vi por primera vez, he deseado que fueras real y que nunca nos separemos, y ¿Sabes que más?

- ¿Qué más?

- Siempre he querido darte algo cuando fueras liberada…

- Y ¿Qué es?

- Cierra los ojos- le dije algo tímido

Me acerqué con sumo cuidado hacía su delicada cara y la sostuve entre mis manos. Primero le besé la frente, luego sus mejillas y por fin, sus labios. Fue un beso tierno y largo, no quería que se acabara jamás, nos separamos lentamente, sin abrir los ojos, ella suspiró y se tumbó en mi pecho. Lo único que le escuché fue un susurro casi inaudible “Te Quiero Julián, y siempre lo haré”

Pero ese momento tierno y cálido no duró mucho. Despertamos rápidamente de nuestro trance al oír gritos desde abajo. Bajamos rápidamente, movidos por una fuerza mágica indescriptible, cuando llegamos a abajo, vimos que todos mis amigos estaban tirados en el suelo, desmallados, yo solté un grito de asombro “¡QUÉ DIABLOS PASÓ AQUÍ!” fue lo primero que pensé, pero no me dio tiempo de más nada. Oí el grito de Amethist a espadas mías, cuando me giré, vi que una especie de agujero negro se la estaba llevando, no iba a permitir que me la quitaran, así que con todo mi valor me aferré a una de sus piernas, e intenté jalarla, pero fue inútil, era demasiado fuerte, fui succionado hacia el vacío incierto junto con ella. Nuestro desgraciado viaje no duró ni dos segundos, porque caímos en una especie de habitación negra, completamente vacía. Por suerte para Amethist yo le amortigüe la caída, así que no creo que haya sufrido algún daño. Nos quedamos abrazados en busca en el otro, la seguridad de la que carecíamos, cuando vemos una figura sombría, que nos miraba desde la oscuridad, con una sonrisa en la cara semejante a la de un cazador sanguinario cuando acorrala a su presa…

Crónicas de un alma olvidada. Capitulo septimo: La vengaza... ¿Finaliza?

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Antes de comenzar quiero decir que me tarde bastante haciendo este capi porque... bueno.... ¡ESTA BIEN... NO SABÍA COMO CONTINUAR! y bueno ustedes me entienden tenia la cabeza tapada... Eso a veces pasa...

Este capi va dedicado a mi amiga Any-56 que mañana cumple sus "super dulces 16", Y también a los nuevos seguidores de mi blog que lo siguen desde alla desde la capital!! Y también a María-Sempai! por su paciencia a la hora de esperar mis capitulos.

Bueno aki esta ojala que les guste... (N/A: Cuando escribí este capitulo comi muxo algodon de azucar xD)

El miedo se apoderaba de cada célula de mi ser al ver a esa maquiavélica mirada se paseaba por todo el espacio entre las sombras, parecía que disfrutaba con nuestro temor, Amethist se acercó a mi oido y me susurró con palabras, apenas comprensibles, “Ella es… ha venido por mi” le respondí con voz de cólera “Jamás… mientras yo viva, dejaré que te ponga un solo dedo encima, eso te lo prometo”. Dicho esto me hablo con voz más fuerte pero aun débil por acción del miedo.

- No hagas idioteces, voy a tratarla de convencer que me lleve a mi, y que te deje vivir…

- Si tu te mueres yo voy contigo- Me sorprendí con la gallardía que decía mis palabras.

- No… por favor…no…

- No digas más- la apreté contra mi- Amethist, estoy dispuesto a morir por ti si es necesario, eres mi otra mitad, ¿lo recuerdas? No vale la pena que quedemos separados por la muerte…- unos pequeños aplausos hipócritas sonaron, y de las sombras emergió la autora de dichos aplausos.

- ¡Que lindo monólogo!- decía Rozu con voz de insolencia, mientras se limpiaba una lágrima imaginaria de sus maléficos ojos- Parece salido de alguna obra de una escritora adolescente… Mwajajaja!!

- ¡Rozu-Maru!- grité de tal manera que parecía mucho más imponente de lo que yo era- ¡Déjala en paz!... Déjala en vivir en paz conmigo… La mandaste a otra época, la borraste de la historia… y ¿aun no estás feliz?

Amethist temblaba del miedo entre mis brazos, incapaz de decir una sola palabra.

- No, insignificante hombrecillo, no me entiendes… Hay solo una persona, además de mí, que conserva los recuerdos sobre ti, princesita, y esa persona ha jurado encontrarte, devolverte tu lugar y, por supuesto,

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darme mi castigo, pero yo me le he adelantado, así que acabaré contigo de una vez y por todas…

- Te lo advierto… - me interpuse en frente de Amethist- ¡Tendrás que pasar sobre mi cadáver!

Rozu solo sonríe. Amethist aun me decía lo mismo.

- Por…favor, no lo hagas ella es muy fuerte, deja que haga conmigo…lo que quiera, por favor, Julián, ¡Huye!

- Amethist… yo seré tímido o introvertido, pero no soy un cobarde… - No pude decir más nada, porque una especie de rayo de luz muy caliente, irrumpió en la escena, lancé a Amethist a un lado y yo caí al otro, evitando perfectamente una muerte infame.

- ¡Y yo que presumía de tener una buena puntería!- dijo con tono de ironía- pero la próxima vez no fallo. Esta vez iba dirigido directamente hacia Amethist que estaba tirada en el suelo, yo la logré apartar con una velocidad y una agilidad impropia en mi mismo, aunque, aun así apenas me pude salvar yo. Rozu nos miró con la mirada insolente y llena de rabia pero a la vez, sorprendida…

- Vaya, creía que eras no más que un enclenque, pero la verdad me asombras… Tal vez te podría considerar un oponente digno- yo no respondí ni medía palabra, solo la miraba amenazante, tratando de reunir todo mi valor y prepararme para lo peor, mientras tanto, Amethist permanecía más atrás de mi, también lo suficientemente asustada como para pronunciar una sola palabra, pero su mirada lo decía todo, quería que sencillamente que la abandonara y yo me salvara, pero no sería capaz de hacer tal cosa, mi corazón me lo impedían, aunque mi instinto me decía algo totalmente distinto. De repente, vi un objeto brillante y alargado que caía ante mis pies, lo miré con miedo, era una espada, luego miré la cara de Rozu

- Tómala, vamos a ver que tal eres en un duelo de espadas- decía ella mientras materializaba una propia. Yo definitivamente, la tomé con las manos temblorosas, pero antes de poder siquiera tocar la empuñadura, una mano delicada detuvo a la mía…

- Julián, escúchame, por favor… no quiero que mueras, no lo hagas…

- Amethist- le dije limpiando sus lágrimas- hazme el favor de apartarte…

- Pero…

- Sin peros, princesita… Si tu protector quiere morir defendiéndote, pues le haré el favor, pero eso si, tu eres la siguiente…

- ¡Rozu…por favor!...- dijo llorando- no lo hagas…

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- Apártate- le dije con crudeza. Ella dio varios pasos atrás, pero conservaba las lágrimas en su rostro…

Vamos a ser realistas, ¿De verdad tengo algún chance, yo, un simple ratoncillo de biblioteca? Pues yo creo que necesitaré un milagro, pero aun así no me puedo quedar sin hacer nada, empuño la espada con fuerza apuntándola hacia la temible bruja, ella hacia lo propio con la suya.

- ¡Comencemos!- dije con una fuerza increíble, y me abalancé contra Rozu, casi le acierto, pero ella escapó por poco. Era increíble como se sentía la espada, era como si de muy niño me hubiera entrenado para manejarla, la adrenalina corría por mis venas, mientras daba golpes contra Rozu, que ni yo mismo creía que estaba realizando, pero ella tenía la suerte de esquivarlos todos por los pelos ¿Cómo era posible? Ambos nos estábamos cansando, yo más que ella y mis golpes dejaron de ser tan precisos y potentes, Rozu me dedicó una sonrisa malévola.

- Eres bueno, muy bueno, tal vez, demasiado bueno, pero me temo que no lo vas a ser mejor que yo- antes que yo pudiera terminar de asimilar la información, ella se abalanzó hacía mi con una velocidad sobre humana, traté de esquivar ese golpe, pero no pude ser tan rápido. Recibí una herida en el costado derecho, aunque no fue mortal, creo que nunca había sufrido un dolor semejante, veía mi cálida sangre que brotaba y manchaba el oscuro piso, me desplomé, dejando caer mi espada hacía un lado, estaba vivo, estaba conciente todavía, pero tal débil que no podría mantenerme de pie mas de algunos segundos. Rozu me miraba desde arriba, no había soltado su espada y esta vez la apuntaba directamente hacía mi cuello. Su sonrisa inspiraría miedo hasta al héroe más valiente, me parecía inconcebible que alguien se pudiera disfrutar de mi sufrimiento, pero era simplemente porque ella ya no era una persona, el poder y la envidia se la han apoderado de ella, transformándola, en ese ser sin corazón que veo sobre mi cabeza, regocijándose de verme malherido y agonizante. Cerré los ojos, tratando de asumir que hice lo que pude, pero aun así no fue suficiente, ¡Ojala que Amethist me perdone! Pero no pude hacer mucho, de repente siento a alguien que se interpone en frente mío, tratando de defenderme…

- ¡¡Déjalo, Rozu!!- Grita Amethist con su voz empañada de lágrimas- ¡Es a mi a la que quieres!

- Oh!, que tierno, tratando de salvar a tu caballerito malherido, pues creo que me entretenido mucho con el, así que voy a ir directo al grano- dicho esto apunta su espada hacia la garganta de Amethist, ella se estremece, y me mira hacia atrás diciéndome con su dulce mirada que no quería que yo sufriera más, yo no respondí, porque no podía ni hablar, lo único que podía hacer era mirarla con lágrimas en la cara. Antes de marcharse ella dijo unas últimas palabras: “Adiós… Amor mío”, luego Rozu acerco su espada con velocidad vertiginosa hacia el cuello de Amethist, yo cerré los ojos, no me atrevería a ver eso… Pero de repente los acontecimientos toman un camino distinto, oí el ruido del choque entre

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dos espadas “¿Qué pasó?” pensé aturdido, abrí los ojos con miedo a lo que podría ver, pero me llevé un gran alivio al ver que Amethist seguía viva, pero me llevé un gran asombro al ver que una gran espada había detenido a la espada de Rozu… Y me sorprendí aun más al ver quien estaba empuñando la espada. Rozu al ver su crimen casi perfecto frustrado, lanza con voz colérica…

- ¡¡¡Arthur… tú…!!!

- Jaja, ¿yo que?- dice de manera burlona- ¿Cómo llegue hasta aquí? ¡Eres demasiado predecible! Llevar a tus víctimas al vacío, ¡lo deduje! ¡Fue demasiado fácil! Y abrir otro portal hacía aquí también fue simple, tomando en cuenta que dejaste el que abriste primero sin cerrar del todo- Rozu aleja su espada de Amethist y la dirige hacía Arthur, pero este la esquiva como si no hiciera el menor esfuerzo.

- Eres buena, pero más que yo… ¡Lo dudo!

- ¡Ya verás niño bonito!- lo vuelve a atacar pero este vuelve a esquivarla. Ver a mi antepasado en acción me parecía increíble, ya veo porque el dominio de la espada me resultó tan fácil, lo llevo en la sangre, pero aun así la mera herencia no basta, el entrenamiento forja al guerrero. Yo miraba atentamente la pelea, junto con Amethist que se encontraba a meros escasos metros de mí, no me miraba, y aparentemente tampoco a la pelea, se veía perdida, melancólica, pero no podía ni moverme, así que no podía consolarla. Arthur llevaba la ventaja, y de repente le arrebató la espada a Rozu, y la arrojó muy lejos, dejándola “desarmada e indefensa”, pero aun así, Rozu sonreía, de manera pícara, como si tuviera un as bajo la manga…

- Bien… Me haz quitado mi arma ¡Oh… que indefensa estoy!

- Ya verás el des…

- …Tino que me espera, ya lo se, pero ya verás, serás el mejor guerrero, pero no eres precisamente el mejor hechicero

- A que te….- no le dio tiempo de terminar, Rozu había lanzado otro mortífero rayo sobre el, por suerte fue lo suficientemente diestro como para esquivarlo con la espada, aunque la fuerza fue tal que esta terminó rota en infinitos pedazos, y Arthur terminó tirado en el suelo a varios metros de Rozu. Esta lo mira y le dice.

- Te he dejado contra las cuerdas, ¿eh?- Arthur trata de incorporarse, pero le es imposible, el golpe le debió romper varias costillas…

- Ahora, se un buen chico y quédate donde estas, tengo unos asuntitos pendientes- el la mira con una mirada de odio enorme. Rozu se dirige a Amethist que sigue sentada en el suelo suplicando clemencia con la mirada, pero me temo que eso no va a ser suficiente. Ambas quedan

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cara a cara por primera vez, Rozu se ríe como si la cosa le causa la mayor risa del mundo, toma la espada y dice con voz de triunfo.

- Al fin… he esperado este momento… más me vale terminar contigo de una vez y por todas…

- Hermana… Hermana por favor… libérate de ese sufrimiento, de ese yugo que te oprime… y abre el corazón- decía Amethist casi monótonamente. A Rozu no le hace nada de gracia las palabras…

- ¡¡Como te atreves a llamarme hermana!!...Más rápido terminaré contigo…

- Compréndelo… Todo tu sufrimiento no ha sido mi culpa…

- Pero eres la causa, y no me atrevo a dejarte viva, a ver si aparece otro idiota caballero que te recuerde y trate de devolverte tu destino….- vuelve a empuñar la espada hacia ella.

Amethist solo suspira y dice…

- Si mi muerte te hace feliz… Hazlo…

Esas palabras causaron en mi una impresión grandísima, y el hecho que ni yo ni Arthur pudiéramos hacer algo, me irritaba aun más, y por la mirada de Arthur el pensaba lo mismo… Rozu-Maru Gothelt Temari apuntó su espada hacia un lado, con las intenciones de acabar con Amethist de una vez y por todas, ella cerró los ojos, yo estaba llorando, gritando su nombre, gastando mis últimas esperanzas, pero a estas alturas nada iba a detener a Rozu, cuando se dispuso a dar el golpe final, Arthur y yo soltamos un grito ahogado, aunque solo fuera una pérdida de tiempo. Las lágrimas corrían por mis ojos de solo pensar en los escasos momentos de felicidad absoluta que viví con Amethist, en la supuesta vida feliz que llevaría con ella, en la familia que nunca pudimos tener, en nuestro futuro hogar, que se ha esfumado de nuestro futuro como un puñado de arena en el viento… Oí el ruido de la espada zumbando en el viento… Cierro fuertemente mis ojos, y oigo un ruido seco de una espada cayendo el piso. Levanto la vista con temor, pero el escenario que se pintaba delante de mi era muy distinto a lo que yo me imaginaba…

Rozu estaba arrodillada en el suelo, con lágrimas en los ojos, su espada reposaba a un lado, limpia de sangre, y delante de ella estaba parada Amethist, con una mirada de compasión hacía ella… Rozu estaba temblando con la mirada hacia el suelo, varias lágrimas brotaban de sus ojos, si, de esos mismos ojos que solo hace un momento brotaban ira y odio.

- Per…don… Pe…r…don… ¡Amethist perdón!

- Hermana, tranquila…

- No…he cometido algo horrible… ¡Intentar matar a mi hermana!

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¿Qué demonios ha pasado? ¿Por qué esta corrección tan repentina? Tal vez las palabras de Amethist la hicieron cambiar y darse cuenta de lo que estaba haciendo, de la venganza sin motivo ni razón de ser que estaba llevando a cabo desde tanto tiempo. Yo me empezaba a sentir mejor poco a poco al punto que me pude sentar en el suelo, estaba viendo la tierna conversación entre las dos hermanas pero solamente como un espectador, porque no me atrevía a entrometerme y creo que es mejor así

- Ame..thist como… pude dejar que el rencor se apoderara de mi… Ese odio sin motivo…

- Eras solo una niña cuando comprendiste la situación…

- Si pero… tantos años… - Amethist solo respira y se arrodilla en el suelo al lado de Rozu y la abraza consolándola.

- Ya todo pasó, no te preocupes, no te guardo rencor…

- Pero… Tengo que hacer algo

- Soy feliz aquí, solo vuelve a tu tiempo y vive mi destino, yo estaré bien aquí, he encontrado a alguien especial que me ama, y no quiero que sufras más…

- No… si vuelvo no podré aguantar con mi conciencia… No podré dejar de sufrir…- Rozu piensa de manera sospechosa…- solo hay una manera de que yo deje de sufrir…

Rozu se levanta del suelo y se aleja un poco de nosotros, mira hacia el vacío de la habitación y dijo sin mirarnos a ninguno de nosotros…

- Julián… apenas te conocí, pero fuiste un oponente bastante digno en la batalla, ojala que en un futuro puedas dominarla y sigas el legado de tu familia… -hizo una pausa larga y luego prosiguió- Arthur tu… eras mi sueño y a la vez mi pesadilla. Envidiaba a Amethist más que por otras cosas, por el hecho de estar contigo, eres muy guapo y noble, pero a la vez me causaste problemas por esa habilidad tuya de sentir la magia oscura. Ahora te deseo que vivas en paz y que tu nombre pase a la historia … Y en cuanto a ti Amethist…- se quedó en el aire un momento y luego siguió- Siempre te odié por razones que apenas entendía, siempre viví opacada bajo tu elegante sombra, aunque tu no tenías las menores intenciones de hacerme daño yo por mi parte, soñaba por verte muerta, pero aún así eras compasiva, y a pesar de todo lo que te he hecho aún me llamas hermana, me consuelas con un abrazo que ni siquiera me merezco…. Lo único que te digo es que seas feliz y… que sepas que ahora podré descansar en paz…

- ¡Rozu que vas ha hacer!- Exclamamos Arthur y yo casi al mismo tiempo. Amethist permanecía tranquila y en silencio.

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- Queridos mortales…- Dijo esto con una sonrisa juguetona en los labios- algo que debí haber hecho hace mucho tiempo- Dicho esto sacó una pequeña daga incrustada en gemas presionas de su cinturón , y la dirigió hacia su propio cuello… Todos sabíamos que iba a hacer…

- ¡No lo hagas!-Grité yo con todas mis fuerzas… No podía creer que ni Amethist ni Arthur hicieran algo para detenerla Pero antes de que acabara con su vida, Ruzu nos miró a todos con cara de tranquilidad y dijo…

- No se preocupen, estaré bien… Adiós a todos y… Adiós… hermana…- Fue allí cuando lo hizo, la daga penetró suavemente en su pecho, apenas broto sangre y cuando por fin cayó la piso, su cuerpo se empezó a disolver en la negrura del paisaje, cuando lo único que quedaba era su cara, magulló sus últimas palabras… “Adiós hermana”

- Adiós….- dijo Amethist casi a punto de llorar, y luego estalló en llantos. Arthur y yo nos incorporamos y la tratamos de consolar, pero definitivamente no estaba llorando solo de tristeza, sino por la alegría de que por fin su hermana podría descansar en paz… Limpió sus lágrimas rápidamente y trató de no volver a llorar…

- Julián, por favor, vámonos…

- Amethist… me temo que no va ser posible… - la interrumpió Arthur, y me quitó su mano de las mías

- Pero, ¿Qué pasa?- digo yo con sorpresa.

- Si Arthur explícate…- dijo ella sacando su brazo

- Verán… Al Morir Rozu, Amethist tiene que volver… Al menos una de las dos tiene que volver al pasado… o si habrían consecuencias en el futuro…

- ¿Qué clase de consecuencias?

- Ojala pudiera saberlo… Podrían ser mínimas, como podrían ser catastróficas.

¡De seguro esta mintiendo! ¡Se la quiere llevar de mi lado!... ¡No dejaré que lo haga! Cogí rápidamente mi espada y traté de darle… Pero… ¿En que diablos estaba pensando? Este tipo es muy bueno, esquivó mi torpe golpe sin el menor esfuerzo y para humillarme más perdí el equilibrio y caí al suelo… ¡Qué bien! Lo que me faltaba… Arthur reía, pero no burlonamente, en realidad, pareciera una risita nerviosa, se arrodilla en frente mío y me dice.

- Eres bueno, veo que nuestro peculiar manejo de la espada aun sigue en nuestra sangre.

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- Lo que digas…- dije molesto.

- Julián, escucha- dice Amethist- Se que pensarás que Arthur miente, pero el es sincero y no se atrevería a mentirte…

- Pero… pero… no quiero… que te… vayas…

- Si yo se, pero no te preocupes… estaré bien…

- Ah... solo te digo que no te olvidaré…

- No creo que la olvides, al ver tus sentimientos, eso va a ser difícil de olvidar.

Estaba casi a punto de llorar, cuando Amethist se acerca a mí y me estruja entre sus brazos, luego yo la beso tiernamente, es el último ¿no? Tiene que ser perfecto. Después se separa de mí…

- Hey, chiquillo- me dijo Arthur- hay algo que quiero darte… te haz comportado genial en batalla

- Aja y ¿Qué es?- desenvaina su espada y me la entrega

- Un Longhorn debe tener su espada. Tómala, tal vez algún día aprendas a manejarla…

- Si, tal vez, y de lo mucho que me va a servir

- Nunca esta de más, ah… Otra cosa, toma- me dio un pequeñísimo cristal en forma de lágrima y lo colocó en mis manos- es una Memory Namida, una pequeña piedra mágica que te permite borrar algún hecho de tu vida, evitar que algo ocurriera, en otras palabras…

- ¿Ah si? Y ¿Cómo funciona?- dije con incredulidad

- Pues, tómala entre las manos y piensa en eso que no debió haber ocurrido…- Hice eso… deseé con todas mis fuerzas la única cosa que lamentaba de mi pasado, la única cosa que solo la magia puede solucionar, la pequeña piedra se desvaneció en mis manos… Pregunté que había pasado, Aparentemente ya se había cumplido mi deseo, eso espero, perderé a Amethist pero al menos quiero que mi deseo se cumpla…

- Ok… creo que ya es hora de irnos, Amethist… si te quedas más tiempo, podría ser irreversible…

- Esta bien… - casi llora pero yo la abrazo y le limpio las lágrimas de los ojos ¡Esos hermosos ojos! Que jamás olvidaré.

- No llores, estarás bien y yo también, acompaña a Arthur…

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- Ok, mi amor… Adiós…- se liberó de mí y se alejó…

- Adiós, joven Julián, espero que no te metas en líos y cuides bien la espada…

- Lo haré, no te preocupes… Y tú cuida bien a Amethist…

- De eso no te preocupes…

Dicho esto ambos se separaron de mí, Arthur dijo unas palabras apenas comprensibles, y fue cuando todo empezó a desaparecer… No pude distinguir más nada, solo pude ver una última vez la cara de Amethist antes de que esta desapareciera definitivamente, aferré mis manos a mi recién adquirida espada, como si eso me brindara alguna protección, luego sentí que tenia los ojos cerrados y que estaba sobre una superficie suave y cómoda, abrí mis ojos, y… ¡oh, sorpresa! Estoy en mi cuarto, si en mi cuarto, en mi cama de siempre, con la peculiar espada al lado de mi cama, creo que ella es la única prueba que nada de esto a sido un sueño, pero creo que es mejor ocultarla un rato debajo de mi cama… Me recosté en la almohada y miré hacia el techo tratando de ordenar mis ideas, pero de repente veo por la ventana, aun esta oscuro, luego veo el reloj… 3:00 de la madrugada, genial, tengo mucho en que pensar, pero definitivamente será mejor dormir un rato primero, después de casi morir es lo menos que me merezco… Me tapé la cabeza con la almohada y me quedé dormido la instante.

Crónicas de un alma olvidada, Capítulo Octavo: Volverás...

Me desperté a la mañana siguiente aturdido y preguntándome que había sido de la vida de Amethist después de todo lo que ha ocurrido. Me levanté casi sonámbulo, y lo primero que hago es dirigirme a mi librero y buscar uno de los tantos libros de historia que tengo en mi casa. Este se titulaba “Los monarcas y las doncellas de Delfos” de seguro allí debe salir su historia. Hojeé las páginas una por una y me topé con el periodo correspondiente. Lo leí mentalmente “Amethist Gothelt, sucesora del rey Gothelt, nació en…” me salté toda la página hasta llegar a lo que verdaderamente me interesaba “Ocupó el trono al morir su padre, jamás se casó, aunque se dice que llegó a tener un romance con uno de los caballeros de la corte, pero es un simple rumor sin confirmar…” Seguí leyendo hasta toparme con una representación al óleo de ella. No se como no me desmayé, era una mujer hermosa pero no se parecía en nada a Amethist, “¿Qué demonios…?” pensé con el ceño fruncido y mientras dejaba el libro en su lugar. Mil y un hipótesis extrañas se me vinieron a la cabeza, pero no pude pensar mucho más en ellas porque sentí que alguien abría la puerta, me escondí entre las sábanas fingiendo estar dormido, una presencia conocida se sentó a una orilla de mi cama, y me tocó el hombro. “Esto no podía estar pasando, la última vez que sentí esa mano fue hace 10 años, pero…” allí fue cuando me acordé “¡La Memory Namida! ¡Mi deseo! Lo había olvidado” Me quité las sábanas de la cara y vi a mi madre por primera vez en mucho tiempo. Estaba tal cual me la recordaba, tal vez un poquito mayor, pero su esencia seguía siendo la misma.

- Buenos días, cariñito- me dijo con una voz dulce, con la que solo una madre podía hablarle a su hijo. Me provocó abrazarla como nunca, decirle todo lo que me hizo falta en estos

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últimos años, pero recordé que nadie debe saber nada de lo que ocurrió, solo yo se la verdad. Así que le respondí con un tono normal, pero salpicado de melancolía

- Buenos días, mamá- traté de disimular mi emoción y mi alegría, pero no me contuve y la abrasé fuertemente.

- ¿Estás bien, Julián? Te noto un poco caliente- dijo mientras me tocaba una de mis mejillas.

- Si… Creo que estoy bien, solo es calor.- ella me sonrió y me dijo.

- Si quieres bajar, la comida ya esta lista, te veo abajo.

- OK…- le respondí mientras salía por la puerta.

Esto era increíble. El deseo se cumplió. Aunque no tenía mucha hambre, bajé rápidamente hacia la cocina. Allí estaba, mi familia, mi mamá estaba a un lado sirviendo los platos, mi papá estaba a un lado leyendo el diario de ese día y Clío estaba a su lado, mirando de reojo. Ella fue la primera en verme.

- ¡Hermanito, al fin te levantaste!- dijo ella. Mi padre alejó su diario para mirarme. Me alegré al verlo otra vez, me alegré al ver que seguía igual a como me lo recordaba, solo un poco más mayor.

- Buenos días, hijo.

- Buenos días… papá

Me senté en la mesa al lado de Clío, y me sentí que por fin estaba completo, todos estos años, mis padres me hacían falta un montón y ahora estamos todos reunidos, como la familia que somos. Mi mamá nos sirvió un plato a cada uno, era una cosa rara, y sonreí al verla “un experimento culinario de mi mamá… ¡Como los extrañaba!” Los tres vimos nuestros platos con cara de susto, Clío pinchaba la “cosa” con su tenedor, como si tuviera miedo de que le saltara encima. Mi papá miró bajo la mesa y nos dijo en tono muy bajo. “Como que no contamos con Nikki” Mi mamá lo oyó y le dijo con tono burlesco.

- Saqué a Nikki al patio precisamente para que no intentaran algún truco sucio, así que, pilluelos, cómanse su pastel de tofu que contiene muchas proteínas.

Clío seguía mirando su plato con miedo, pero yo le dije. “Cómelo, no creo que este vivo “y ella respondió “Y tu que sabes” Yo si me atreví a probar mi plato sin contener la respiración, la verdad, no sabe tan mal pero tampoco es exquisito. Estaba muy tranquilo comiendo mi tofu, cuando el cartero llamó a la puerta, en un gesto de amabilidad me ofrecí a ir a recoger el correo, me levanté dejando mi plato a medio comer, y fui hacía la puerta. Recibí la correspondencia y la empecé a hojear desinteresadamente, habían unas cuantas facturas de electricidad, Internet y esas cosas, también había una postal de la abuela, quien, aparentemente, está recorriendo el Caribe, pero un último sobre llamó poderosamente mi atención, Era de un color blanco sucio, algo así como el papiro y estaba sellado con un estampado muy peculiar y era en cera morada, afuera decía mi nombre. Una carta para mi, era extraño, y en especial en un sobre tan peculiar. La abrí lentamente y saqué la carta de su interior, el papel era del mismo tono que el sobre y las letras eran con una caligrafía hermosa, derecha e impecable. La leí, y me quedé casi petrificado.

“Mi amor, no he podido estar ni un solo día alejada de ti. Cada minuto recuerdo tus ojos, tus besos, tus caricias, y se me hace imposible pensar en otra cosa… Por eso he tomado una

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decisión dura, pero es la mejor para mi, mis padres no me han apoyado al principio, pero los he ido convenciendo, hasta que por fin cedieron, ellos desean que me cuides bien y que me ames hasta el final. Arthur ha encontrado una sustituta, se llama Lady Claire Longhorn, es algo parecida a mí, aunque creo que tú notarás la diferencia, ella es prima de Arthur y es muy inteligente, pero aun así siempre tendrá a su primo para aconsejarla, se que llevará el pueblo por el camino del bien, como yo lo habría hecho… Ahora ya nadie me debe recordar como la princesa heredera, porque Claire ha tomado mi lugar en la historia, ahora soy simplemente una jovencita de 16 años normal y corriente. He dejado atrás mi pasado solo por estar contigo. Arthur me ha apoyado en mí pequeño plan y creo que todo ha salido a la perfección. Por último quiero decirte que quiero reencontrarme contigo, estaría bien esta tarde, a las 4:00 en la plaza Juliette, por favor no te demores, no te puedo esperar. Muchos besos Amethist…”

Sostuve la carta entre mis manos un segundo ¿Acaso lo que acababa de leer era posible? O ¿No era más que una broma? Lo cual lo dudo porque nadie más sabe los de Amethist, solo yo, así metí la carta otra vez en su sobre y me la escondí entre la ropa. Cuando llegué a mi cuarto la escondí lo mejor que pude, conozco a Clío y quien sabe lo que podría pasar si cae en sus pequeñas manos.

Estuve todo el día contando las horas para las cuatro, no podía esperar, pero tampoco podía hacer alarde de mí impaciencia, para no levantar sospechas. Eran las 3:45 cuando fingí recibir una llamada de unos amigos, para reunirnos y esas cosas, así tendría la escusa para salir. Le dije a mi mamá y ella me respondió con una sonrisa “Claro, ya no eres un bebe, puedes ir” le dí las gracias, y me retiré a mi cuarto. Estaba muy emocionado, como nunca yo diría, revisé en mi armario que ropas ponerme, escogí una linda camisa blanca manga larga, que siempre me hacía ver un poco mejor de lo que soy, antes de salir me tropecé con la empuñadura de la espada que aún reposaba debajo de la cama, la vi y la empujé con el pie hacia lo más adentro de la cama, algún día hablaría de todo esto, pero hoy no era ese día, hoy tenía que reencontrarme con mi princesa. Bajé las escaleras rápidamente y salí por la puerta sin que nadie me viera. Fui caminando, la plaza Juliette queda a menos de 2 manzanas de mi casa, además hacía un clima exquisito, ligeramente frío, pero a la vez había algo de sol en el cielo. Caminé a paso calmado, pero rápido, y en menos de algunos minutos ya estaba en el lugar. La plaza era hermosa, se había construido como el jardín de los reyes para su pueblo. Había varias personas caminando de aquí a allá. Inclusive vi a Ágatha caminando por allí, la acompañaba un muchacho un tanto bajito, quizás es su nuevo novio o que se yo, tal vez lo que dijo Amethist sobre que esa obsesión por mi se le pasaría tarde o temprano.

Miré a todos lados, buscando a mi princesa por todas partes, la vi sentada a los pies de un árbol con un libro en las manos. Estaba muy hermosa, con un ligero y sencillo vestido blanco, que le llegaba ligeramente por debajo de las rodillas. Corrí hacía ella, casi con lágrimas en los ojos, llegué y me le arrodillé a un lado, ella me vio y me dedicó una de esas bellas sonrisas suyas que te hacían soñar. Le acaricié su mejilla y la besé, fue un beso rápido pero hermoso.

- Amethist, no puedo creer lo que has hecho…

- Es solo un pequeño sacrificio por estar contigo, Julián- dijo ella suavecito

- Pero…

- Claire por lo visto lo hizo muy bien, tal bien o quizás mejor de cómo lo hubiera hecho yo

Me callé un instante, no sabía que decir

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- Y además, mi madre me apoyó y Arthur también, al que costó convencer fue a mi padre, pero a la final entendió que la felicidad de su hija iba primero, y mi felicidad se lograría si estaba a tu lado…

La miré a los ojos, a esos ojos que me enamoraron y le acaricié la barbilla.

- Ahora no nos vamos a separar otra vez- dije con un tono muy meloso.

- Tú lo has dicho, por cierto, Arthur me dejó un pequeño recado.

- Y… ¿Cuál es?

- Que si no me cuidas bien, vendrá por mi y te pateará tú trasero en un duelo de espadas- Sonreí

- No tiene por que preocuparse, te cuidaré, de eso puede esta seguro

Dicho esto, ella se tumbó en mi pecho, entre mis brazos. Estuvimos observando el atardecer en ese bello lugar un rato, deleitándonos uno con la presencia del otro, sin sospechar aún que dentro de unos 8 años, terminaremos siendo marido y mujer y mucho menos que tendremos 2 hermosos hijo, Julián y Evelyn, y que tendremos una vida hermosa y feliz, juntos. No, es ese momento lo único que nos interesaba era el atardecer y la presencia del otro, nuestro futuro puede esperar, ahora es que tenemos tiempo…

FIN!