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^ ^ F L ( \ C S o ; Zoo P O D E R FRANCISCO PIÑÓN G.
DEFINICIÓN
El poder, al ser universal , nos interesa a todos a fin de explicar su génesis, del imitar sus alcances y efectos y estudiar sus manifestaciones en las inst i tuciones sociales. El p o d e r todo lo abarca , todo lo toca, salva o l ibera, es "experiencia" cot idiana y es institución universal. Es fenómeno cultural, que se en t re laza con todas las disciplinas; es gobernación o administración, inherente a toda sociedad; es tecnociencia, compleja y var iada, muy propia de las sociedades m o d e r n a s ; es fuerza unipersonal, pat r imonia l i s ta y sul tanis ta , a jena todavía a los avata-res de la democrac ia ; es instrumento técnico, c o m o u n deus ex machina, que llega de fuera, o es ídolo, como los de Bacon, que al ser in ter ior m a n i a t a , de sde den t ro , el se r del h o m b r e .
El poder es, al m i s m o t iempo, mágico y mítico, desn u d o o revest ido de "religiosidad", de aculturación, de cientificidad, de m o d e r n i d a d o, inclusive, de "civilización". El pode r es, en este sen t ido , un concep to fundamenta l en las ciencias sociales.
En México, el fenómeno del poder ha sido par te esencial de la historia. En tierras mexicanas , el "espíritu" ha "hablado" desde la vieja Tenocht i t l an , en 1521, en form a de dominación y conquis ta . El poder , q u e Maquia-velo descr ib iera en esos años , aquí ya había e m p e z a d o a caba lga r p o r med io de la técnica-poder, muy prop ia del t i empo histórico del a u t o r de El príncipe. Y si p o r la conquista nos llegó el p o d e r abso lu t i s ta y p a t r i m o nialista de las herenc ias r o m a n a s y españolas , p o r ella también nos llegó el derecho de gentes ( an teceden te del derecho internacional), que la tradición s a l m a n t i n a había conservado en las voces y logros de los p r imeros evangelizadores. Cierto que tuvimos un Hernán Cortés, un Pedro de Alvarado o un Cristóbal de Olid, que represen taban la e spada del pode r del ius dominandi y que, a veces, no e ra sino la recreación de u n h u m a n i s m o de ars et litterae, en consonanc ia con los t iempos del renac imien to i tal iano y español . Pero también es c ier to q u e Pedro de Gante, Bernard ino de Sahagún, Vasco de Qui-roga y Bartolomé de las Casas e ran la expresión de u n concep to de poder q u e a r r a n c a b a de las páginas de la gran tradición ética del i u sna tu r a l i smo grecola t ino. Cierto que aquí tuvimos encomiendas y requer imientos , pero al m i s m o t iempo hay que reconocer que la Corona española puso a sus mejores filósofos y teólogos a discutir la licitud de la conquista , y tal vez por ello hoy cont emplamos nuevos vientos que cr i t ican el fenómeno del poder . Cierto que aquí n u n c a se concil io, ni siquiera en las formas, a Marco Aurelio con Epic te to y que los conceptos de "pueblo", "nación" y "patr iot ismo" nunca nos h e r m a n a r o n en el te r reno de la efectividad política. Sabemos que nues t ro s i s tema político nació de los parámetros de H o b b e s (auctoritas, non ventas facit le-gem) y del ax ioma de Stahl ( au to r idad y no mayoría), y que Locke, Montesqu ieu y Rousseau fueron man ia tados por el pode r del m o d e r n o Levia than.
Por todo lo anter ior , es u rgen te r epasa r en México el concepto de poder o, mejor aún, es tudiar sus fenómenos y su génesis. Es necesar io es ta r en posesión de u n a radiografía cultural del poder. Saber de sus "instituciones",
de sus formas de dominación, de sus ideoloo' t i zadoras es, al m i s m o t i empo , tener "inform-S • las d iversas escue las o cor r ien tes de pensamiV""""1 ^e
media. en este renglón, h e m o s padec ido en la hisiori nal. Y parece que, en México, repasar su historia b i e n r e c o r d a r la h is tor ia de las diferentes uad•- , an*' con las q u e el fenómeno del p o d e r se ha mezclad0"** nifes tado o c o m b a t i d o .
Creemos q u e la his tor ia de México es la fus >. mamila cultural del poder en Occidente . Sü típica forma m mr
ra todo rac ional idad, también estaba revestido "de*1"'6
forma de dominación, es la "racionalidad' grecolati pero también su antítesis. El logos griego, qu e parecí*1
demonios platónicos. Y el fatum y la necesidad de los 1> tinos tenía que enfrentarse con la vis (fuerza), \ ? pia p a r a vencer a la bel icosa d iosa fortuna.
Por lo tan to , la conceptualización del fenómenod I pode r en las c iencias sociales en México empezaría oot u n r epaso de las formas cu l tu ra les del poder en la tía dición e u r o p e a . No en v a n o tuv imos una cuiu/uisia
Revisemos , pues , los concep tos , las actitudes o Jas "experiencias" que , sobre el poder , han tenido nuestros p e n s a d o r e s clásicos. Ellos h a n configurado, a veces a nues t ro pesar , nues t r a s vis iones del poder. Las "ideas a c o m p a ñ a n o an t eceden al Leviatlian. Una mano con e s p a d a n o hace , p o r sí sola , un Cortés. Pero una mental idad renacen t i s t a , e n a m o r a d a de la veritd effettuak della cosa maqu iave l i ana , a u n con su ars el latiere, s¡ puede p r o d u c i r un Borgia .
El fenómeno del poder , al se r universal y deteetable en la experiencia histórica, h a venido a ser un concepto clave d e la c iencia política. Y, c o m o tal, ha sido "interpre tado" y "conceptual izado" p o r diferentes pensadores y e n c e r r a d o en d i s t in tas escuelas, dependiendo del ángulo o del hor izonte en el que se le estudie. En los albo res de la cu l tu ra occidental , en la filoso!ía griega, erae! fenómeno personi f icado p o r la hybris, o sea, la fuerza, e n e m i g a de Dihe (el de r echo ) (Hesíodo). Para los gri gos, la pleonexía e ra la sed de domin io , esa que en lo futuro el filósofo H o b b e s retratará como la cupiditas dominandi q u e se t e rmina con la muer te . Por eso, Zeus t rata de e d u c a r a los h o m b r e s en el remo del derecho y oponer lo , c o m o lo cons igna Hesíodo, a esa fuerza o pode r que n o e ra o t r a cosa s ino meter el derecho en « puño. Por tal mot ivo , Platón y Aristóteles lundaránsu teoría del E s t a d o en las v i r tudes políticas, basándose sobre todo en su c o n c e p t o de libertad frente al poder (Platón, La república).
Por lo t an to , la c iencia política griega lundaba esenc ia lmente su paideia, según Aristóteles, en una lucha p e r e n n e con t r a la fuerza, con t r a un poder que comer-tía a los h o m b r e s en esclavos, cosa que les griegos negaban de m a n e r a ro tunda (Aristóteles, Política). B hombre gr iego, inclusive p o r sus raíces divinas, c o r n 0 . , a f i rmaba Teodec to , e s t aba a b o c a d o a enfrentarse all nómeno del poder y a no l lamarse S ÍCIA < i (Aristóteles, ̂ lítica). Po r eso, la isonomía ( igualdad ante la ^ - ¡ _ Pericles, la libertad en Las suplicantes ele Esquilo, la í*~ sía trágica d e Eurípides o a u n el sent imiento de denc ia c o n s i g n a d o p o r Tucídides son un canto c o ^ el pode r despótico, o a veces un l amen to por la e
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Poder perdida. Los griegos d i se r t a ron sobre el pode r po rque , después de la batal la de Queronea , en 338 a . C , tenían ante sí el p a n o r a m a de la fuerza y el ejército. Herácli-10, Protágoras, Herodo to , al p u g n a r por la vigencia de las leves lo hacían, tal vez, p o r q u e en sus exper iencias eolíticas no veían sino el d o m i n i o y el poder . Quizá por eso también la mi rada pesimista de u n Platón que, ante el fenómeno del poder , se sentía ten tado de refugiarse "hacia la c iudad in ter ior q u e lleva den t ro de sí" (Pros ¡en auto politeían) y "dedicarse a sus propios a sun tos " (Tá autón Phrátton). Por su par te , los sofistas, al proclamar la individual idad, lo hacían porque cons ide raban al Estado c o m o opresor . Las Euménidas y la Antígona, en los siglos v y rv a . C , eran ant iestat is tas y a t acaban el poder de lo t radicional , de la esclavitud, a b o g a n d o p o r la industria y el comerc io q u e a n u n c i a b a n ya los presagios de los futuros filósofos del siglo xvm.
Por consiguiente , los griegos fo rmula ron el concepto de poder a par t i r de su p rop ia empiricidad y (adicidad. "No tiene la polis peo r enemigo que el déspota", exclamaba Eurípides en Las suplicantes. Y Platón sintetizaba esa lucha con t ra el fenómeno del pode r despótico al erigir las leyes c o m o pr inc ip io y fundamen to de los Estados. Como lo escribe en Las leyes: "Un Es tado en que la ley depende del cap r i cho del sobe rano , y p o r sí misma no tiene fuerza, está, a mi juicio, muy cerca de su ruina. En cambio , donde la ley es señor sobre los señores y éstos son sus senadores , allí veo florecer la dicha y prosperidad que los dioses o to rgan a los Es tados" .
La filosofía m o d e r n a , sobre todo a par t i r de Kan t , se verá influida c u a n d o se tope con el fenómeno del poder, por el p e n s a m i e n t o grecola t ino . Cicerón y San to Tomás de Aquino, a c e n t u a n d o el e lemento jurídico, sin olvidar el peso de la ley na tura l c o m o e m a n a d a de la razio y de la recta ratio, enfrentarán el s u m o poder —o sea, la maiestas o el p o d e r desmed ido , fáctico y ter renal— de los cesares, de los dominus, s eñores feudales y emperadores a c u d i e n d o a una reformulación de la filosofía griega estoica: el pode r se vence con la ley, fruto de una racionalidad que tiene c o m o n o r m a a una na tu ra leza y a u n a ratio en la que el deber ser es un imperativo. Cicerón, s igu iendo a Crisipo y éste los m a n d a t o s de Júpiter, combatirá el poder despótico acudiendo a una ley "enclavada en la naturaleza", clarificada y m a n dada por un logos man i fes t ado en u n a na tu ra leza en la que la razón detecta lo que debe hacerse (Cicerón, De legi-bus). Santo Tomás de Aquino, en su De regimine principian, a c e n t u a n d o más el papel posit ivo del o rden político y s iguiendo a Aristóteles y a Cicerón, delimitará más el es tudio del poder , e n m a r c a d o ya en "señores" y "gobierno", pe ro d e n t r o de u n a cosmología y teología típicamente platónico-aristotélicas. El fenómeno del poder, según san to Tomás, tendría que estar sujeto y conformado al ordo mundi, o sea, al orden que dicta una naturaleza del h o m b r e que, en c u a n t o tal, expresa al mismo t iempo el pode r de Dios. El poder , a u n el terrenal y m u n d a n o , debe ser u n a extensión del pode r divino. De ahí el afor ismo: " todo p o d e r viene de Dios", aunque p a r a ser un pode r legítimo y auténtico debe ser, al mismo t iempo, una práctica de u n a ley que tiene como objetivo el bien común.
Pero en el Medievo sucedía, igual que en la Antigüedad griega, que el p o d e r a n d a b a m u y lejos de las buenas leyes. El poder real, el del pontifex romanus, es taba constituido por una maiestas, del papa y del emperador ,
q u e era monárquica y absolut is ta . La recta ratio es taba ausen te la mayoría d e las veces.
Será en la época del Renac imien to , sobre todo en Italia, c u a n d o el fenómeno del p o d e r será mejor descr i to y tipificado. Maquiavelo, el l i terato y político florentino, será su eximio teórico. Jul io II, el ca rdena l Sforza, Cosm e de Médicis, Lorenzo el Magnífico, Luis XII de Francia, Carlos VIII, F e r n a n d o el Católico, Savonaro la , etc., serán los persona jes que desfilarán en el análisis del pode r maqu iave l i ano . S igu iendo la inspiración de Tito Livio y Polibio, Maqu iave lo dará o t ra interpretación al fenómeno del poder . Por o t ro lado, el p o d e r ya no será pura fuerza "espir i tual" o no vendrá tan sólo "de lo Alto". La diosa F o r t u n a ya n o estará s o l a m e n t e en el Ol impo , s ino estará ejerc iendo su influencia en la vir-tus del princeps en con t r a del fatum. El poder , p o r lo tanto , ya es real, fenomenológico. Se p u e d e medir , describir, pesar , con tempor i za r . E s ya u n da to , u n a fuerza na tu ra l , cuant if icable. Es pa r t e esencial del se r histórico del h o m b r e . Por lo tanto , hay que afrontar lo con los i n s t rumen tos históricos y psicológicos. La política, por cons igu ien te , pa ra Maquiave lo , será u n ar te , p o r q u e el E s t a d o m o d e r n o , q u e en sus t i empos e m p e z a b a a nacer, ya es también u n da to na tu ra l , un pa ra l e log ramo de fuerzas; son nervios fenomenológicamente detecta-bles, que t ienen que cons ide ra r se casi c o m o u n continen te apa r t e . Es te poder , descr i to p o r Maquiave lo y q u e r ep re sen taba el nace r de u n nuevo m u n d o , será al m i s m o t i empo el q u e definirá los c o n t o r n o s —y los límites— de las fu turas "definiciones" del poder . Es ta nueva acepción del p o d e r en las páginas de Maquiavelo fue posible p o r q u e el escr i tor f lorentino ya tenía, a su vez, o t ra visión del m u n d o . Éste ya e ra el m u n d o del h o m b r e , terrenal ; es ya su casa común y, p o r lo tanto , el h o m b r e es el que debe edificarlo. Es éste el "human i s m o " de Maquiave lo . Tal vez p o r eso F rancesco de Sanc t i s lo llamó "el Lu te ro de Italia".
Po r o t ra par te , H o b b e s , ese o t ro g ran teórico del poder , en t i empos del R e n a c i m i e n t o s i s temat iza ya los da tos y las fuerzas del fenómeno del pode r que Maquiavelo b a r r u n t a b a y describía. H o b b e s está, c o m o Descar tes y Galileo, en posesión de u n método científico. Ya t iene u n a "idea c lara y d is t in ta" del p o d e r y, c o m o Descar tes lo h ic iera con las ideas , H o b b e s clarifica y divide las parcelas del poder, temporal y espiritual, y, sigu iendo a Galileo, lo convier te en u n quantum y erige, por consiguiente , la mecánica c o m o la ciencia básica de intetpretación. Por lo tanto , el fenómeno del poder será algo físico, u n con jun to de m e r a s fuerzas que tendrán q u e se r equ i l ib radas y con t ro l adas p o r un Leviathan. El Estado es u n a fuerza mayor: es el Leviathan que aglut ina todo y se erige c o m o la s u p r e m a voluntas y fundam e n t o de la ley y la obligación. Es, pues , el posi t ivismo jurídico, pe ro que exige u n a b u e n a dosis de poder . El E s t a d o n o es s ino la creación y recreación de fuerzas de poder . Las leyes s o n y deben ser también poder: "La ley p r o p i a m e n t e es la pa lab ra de qu ien p o r de recho t iene m a n d o sobre los demás" (Hobbes , 1940: 131). Anticipándose a Weber, Hobbes declara que u n gobiern o existe c u a n d o , con p o d e r p a r a o rdenar , dec lara válidas c ier tas leyes: "Donde n o hay pode r común, la ley n o existe; d o n d e no hay ley, n o hay jus t ic ia" (Hobbes , 1940: 104). De ahí, pues , añade Hobbes , la necesidad de tener u n Es tado : "Si n o se ha inst i tuido un p o d e r o no es suficientemente grande pa ra nues t ra seguridad, cada
Francisco Piñón G. u n o fiará tan sólo, y podrá hacer lo legalmente , sobre su p rop ia fuerza y m a ñ a " (Hobbes , 1940: 137). El p o d e r del homo homini lupus so lamente puede ser con t ro l ado y r egu lado p o r o t r a fuerza o p o d e r mayor : el E s t a d o .
H o b b e s represen ta , en las postrimerías del Renac i mien to , la incipiente fuerza de la tecnociencia. A la m e cánica galileana, H o b b e s a ñ a d i r á la física y "leerá" con ellas la na tu ra l eza del h o m b r e , a u n q u e s a b e m o s q u e su intento fue fallido po rque el h o m b r e , c o m o cons ta en la h is tor ia , ha p roced ido etiam p e r o non tantum me-chanice. Pero eso n o obs ta pa ra que, en la teoría política, su De corpore y su De homine sean los c imien tos d e u n a física social q u e será u s a d a c o m o engrana je del p o d e r en sus o r d e n a m i e n t o s políticos. Con H o b b e s , el p o de r deja de ser u n s imple da to na tu ra l , u n nervio o u n a fuerza, como en Maquiavelo, p a r a convert i rse en u n a fi-s ica l idad s i s t ema t i zada y e s t r u c t u r a d a metódicamente con pre tens iones de cientificidad, cuyos "mov imien tos" tendrán que ser controlados en la sociedad p o r o t ra fuerza central , en cuyas m a n o s residía el p o d e r eclesiástico y civil: el Leviathan. Con H o b b e s nace , pues , el p o d e r sobe rano , y se u n e a éste el p o d e r de u n método científico que conc ibe al h o m b r e c o m o u n s i m p l e pa ra l e lo -g r a m o de fuerzas. El h o m b r e , p o r cons igu ien te , p u e d e se r m e d i d o y pe sado .
Con esta visión del h o m b r e , el poder , s o b r e t o d o el absolut i s ta , se e n s e ñ o r e ó de t o d o el e scena r io soc ia l . Huyó de la l ibertad y advino u n p o d e r político y económ i c o que ya echó a volar las ideas l ibera les de "Dejar hacer , dejar pasa r" y sus cons igu ien tes u t i l i t a r i smos y hedonismos . Po r fin, el o p t i m i s m o de las evoluciones libera les consiguió casa r el c o n c e p t o m a q u i a v e l i a n o de efectividad (poder efectivo) con el de utilidad, o t r o concepto revolucionar io y m u y actual . H o b b e s logró el m a t r imonio, p o r el c a m i n o de la ciencia, en t re Maquiave lo y J. S tuar t Mili. Y al p r epa ra r el c amino al "ut i l i tar ismo" de Helvet ius, éste le abrirá las p u e r t a s a los c o n c e p t o s d e "utilidad" y "propiedad" de Ben tham. Por consiguiente, el pode r económico del m u n d o capi ta l i s ta ya podía, a su vez, p r o c l a m a r sus fueros y ejercer sus func iones s in los e s to rbos ideológicos d e los iusnaturalismos. La economía capi ta l is ta se p r e s e n t a b a c o m o u n a técnica o una ciencia en la que los ordenes ético y mora l n o tenían cabida. Eran —lo ético y lo mora l— pa labras ex t r añas , concep tos vacíos o inútiles o, c o m o d i je ran a l g u n o s posi t ivis tas lógicos, "meros juegos del lenguaje" .
Por o t ra pa r t e , a Marx le tocará d e s e n t r a ñ a r y des e n m a s c a r a r ese m o n s t r u o del p o d e r del m u n d o m o d e r no, ese Monsieur Le Capital que , c o m o fet iche automático y expresión de u n m u n d o " e m b r u j a d o , d e f o r m a d o y alrevesado", es un " c o m p e n d i o s in s e n t i d o q u e aliena y aplas ta el se r d e l ' h o m b r e " (Marx, 1971: 53 , 4 7 3 -474, 503). Su crítica a las es t ruc turas del m u n d o capi ta lista propiciaría, ya desde el siglo xix, la formulación y elaboración de ot ra forma de poder , la cual originó m o vimientos sociales e ins t i tuc iones políticas q u e en conj u n t o c o n f o r m a r o n el p o d e r social is ta , disímbolo, difer e n t e y con u n v a r i a d o aterr izaje económico-político, según los t i empos históricos y países en que se desa r ro lló. En los social ismos reales, esta nueva forma de p o d e r llegó a desemboca r , m u c h a s veces, en u n p o d e r un i personal o par t id i s t a q u e se vio a jeno y e x t r a ñ o a los ideales auténticos de Marx, s o b r e todo en los socia l i s m o s que técnica y teóricamente n o tenían q u e ve r c o n los ideales y valores de la mejor tradición socialista eu ro -
542 pea. P e r o la h i s to r i a presenció el de r rumbe de d e r burocrático, q u e Mi lovan Gi las l lamaba " U c ^ q u e fue p e r d i e n d o cons i s t enc i a a medida que c°Sa \ y se d e s a r r o l l a b a n o t r o s p o d e r e s surgidos de dif6 tes t r ad i c iones . e ren-
Sin e m b a r g o , n o hay q u e o lv idar que las inv • c iones académicas del m a r x i s m o nos han ofrecido g a m a , r ica y va r i ada , si n o d e las teorías del podeUna d e críticas al p o d e r y d e e l abo rac iones de sociedadSí más a c o r d e s c o n el ideal h u m a n o de libertad.
Pe ro M a r x n o sospechó q u e el mons t ruo del rw* del m u n d o cap i t a l i s t a tenía d e m a s i a d a s cabezas 5 r a c i o n a l i d a d i n s t r u m e n t a l q u e en E u r o p a había dai lugar a u n a c i enc ia pos i t iva influida por la Prosnerir° también había c r e a d o u n a forma, mentís que se en ' vertía en u n p o d e r r a c i o n a l y científico, que' reducía al h o m b r e a u n quantum, despojándolo de lo mejor de su sub je t iv idad y, s o b r e t o d o , de su intuición. El hom bre , c o n v e r t i d o en u n ens tecnichus, se prestaba a la cosificación y q u e d a b a d e s n u d o , sin más armas que su p e q u e ñ a fuerza, frente a la g r a n maquinar ia del poder llámese E s t a d o , corporación o asociación. Era la sinrazón d e u n a m o d e r n i d a d q u e de jaba solo al hombre c o m o p e n s a b a Husse r l , f rente a u n a realidad cambiante y que , p o r cons igu ien te , n o veía s ino "puros y simples hechos" , sin c a p a c i d a d p a r a c r i t i ca r u n poder fenoménico q u e n e c e s i t a b a a lgo rnás q u e la pu ra técnica para se r v e n c i d o (Husse r l , 1979: 243 y 245). Ésta es la técnica-c ienc ia q u e c r i t i c a b a Heidegger , aquella que imag inaba su p r o p i o m u n d o y se t o r n a b a alienación planetaria. C i e r t a m e n t e D e s c a r t e s n o sospechó que su credo cientif icista — q u e n o admitía s ino cosas corpóreas, divis ibles y figurables, p o r q u e n o admitía otros principios q u e n o fuesen los de la física (Descartes, 1647)— crearía más a d e l a n t e ese o g r o de poder que se llama espíritu científico, q u e está despo jado de intuiciones, de sub je t iv idades , d e c r eenc i a s , p o r q u e sólo se basa en la r a c i o n a l i d a d tecnológica. E s el poder moderno que cr i t icaron la escuela de Frarikfurt y en especial H. Mar-cuse. El p o d e r d e u n a so la dimensión produce, ciertam e n t e , h o m b r e s d e u n a so la dimensión. Es el poder del n u e v o E s t a d o i n d u s t r i a l del q u e nos hablaba John K. G a l b r a i t h en su Anatomía del poder, con su organización t e c n o e s t r u c t u r a l cuyos "círculos concéntricos n o dejan l u g a r a n i n g u n a e t i c idad .
E v i d e n t e m e n t e , el p o d e r d e es ta racionalidad meram e n t e i n s t r u m e n t a l es más terr ib le que el descrito por M a q u i a v e l o o H o b b e s . E s el p o d e r del american wayo] Ufe v i s to y p r a c t i c a d o d e u n a m a n e r a unidimensional. E s u n a Weltanschauung, c o n s i d e r a d a única y pretendid a m e n t e un ive r sa l , q u e se a t e r r i z a en una "batalla de destino manifiesto, q u e se cree ganada y que se cree que cons t i t uye el m o d e l o un ive r sa l (Wattengerg, 1991: Vi-Es el Pragma e s t a d u n i d e n s e , p e r o sin los aires de clasi-c idad g r e c o l a t i n o s , q u e h a e r ig ido la técnica del bienes tar , e n su p u r a c ient i f ic idad cuántica, el summu^ bonum d e t o d o h u m a n i s m o . Es t e nuevo Moloc" e s ^ marketing d e u n a globalización q u e el pragmatismo Pierce , d e W . J a m e s o J. Dewey n o imaginaron, t s , es el p o d e r d e u n a s e g u r i d a d nac iona l que, c o m ° * ¿ e gua pax romana, p e r o s in s u s t i empos históricos, ^ u n a fides y u n a sola potestas. E s el "evangelio d e ^ queza" q u e p a c i e n t e m e n t e se elaboró con los ma ideológicos del c a lv in i smo , p e r o que , como lo Weber , se convirtió en u n p o d e r que aniquilo lo* V
5̂ 3 f - 0S ideales mora les con los que nació. Es el p o d e r de
Estado que ya n o tiene f ronteras p o r q u e la volun-'tU! del antiguo princeps o la del p u e b l o ya no rad ica en
l'os como sujetos, s ino en las g randes decis iones cor-nñrativas de carácter económico internacional (Wallers-¿ n i 1984: 29). Es el pode r de u n E s t a d o en el que se siieíta la libertad económica de las g r andes corpora ciones, el que el individuo ya n o puede cumpl i r el ideal de Jefferson: la administración de cada hombre de su pronta granja v poner bajo cada quien lo que su propia vis-tapueda vigilar (Jefferson, 1995: 29). Después de las cons iderac iones an te r io res sobre el
fenómeno del poder y en posesión, p o r lo menos en parte de ese "material" de la cupiditas, ya e s t amos preparados para ofrecer u n a definición del p o d e r y de tec ta r sus diversas teorías. Por lo menos , ensayemos a lgunas .
HISTORIA, TEORÍA Y CRÍTICA
En primer lugar, es evidente q u e el pode r es u n o de los conceptos cent ra les en las c iencias sociales y políticas. Weber le dará car ta de ciudadanía al a b a r c a r en su definición m u c h o s de sus aspectos . Pode r es, pa ra Weber, "toda posibi l idad de i m p o n e r la voluntad propia —incluso en con t r a de u n a oposición, n o impor ta en qué se funde es ta posibi l idad— den t ro de u n a relación social" (Weber, 1965: 28). C u a n d o es legítimo, el poder se concibe c o m o sinónimo de au to r idad y conlleva, necesar iamente , la idea de "pr incipio de legitimidad", según la interpretación de Guglielmo Ferrero, que Bobbio sigue y que lleva ya, también, la idea de "derecho" (Stelling-Michaud, 1996: 18, 454). Fe r re ro y Bobbio llegan a esta conclusión d e s e n t r a ñ a n d o el concep to de Mosca de fórmula política, en el que el pode r es legitimado por medio de la creencia o el sentimiento de un pueblo en u n t i empo d e t e r m i n a d o (Mosca, 1934: 297).
Pero poder y derecho no s iempre caminan juntos . Weber ya nos a le r taba sobre el "poder de hecho" (Macht) y el "poder de de recho" (Herrschaft), de la m i s m a m a nera que Kelsen nos ac la raba la distinción en t re u n ordenamiento jurídico (que es una forma de poder) desde el punto de vista del deber (Sollen) o desde el ángulo del ser (Sein). El poder, por consiguiente, depende del horizonte que se mire ; es persuasión, influencia, m a nipulación o, inclusive, fuerza b ru ta . Si el pode r encuentra obediencia en personas determinadas respecto de un contenido determinado, e s t a remos hab lando , según Weber, de dominio. Es el an t iguo concep to de dominus o señor de las t radic iones r o m a n a y española .
Por otro lado, el p o d e r lo p o d e m o s visual izar o encerrar en las s iguientes teorías: teoría psicológica, teoría del poder sus tancia l , re laciones y concep tos opera-cionales del poder .
Platón nos ofrece u n a mues t r a var iada de las tipologías del poder . Bastaría leer los diálogos Gorgias y Al-tibiades, en los que el filósofo hace la contraposición entre retórica y sabiduría, entre el derecho de la justicia y el derecho de la fuerza. Su República es una síntesis de los p rob lemas del poder . Su experiencia de S i racusa y las tiranías de Pisístrato y Pe r i r and ro de Cor in to le proporcionaron, además, los rasgos esenciales del poder fáctico. E n general , la cu l tura griega, sobre todo en su literatura, ya nos manifiesta el fenómeno del p o d e r como condición humana.
Poder Pero el filósofo Hobbes nos habla del pode r como u n o
de los impu l sos clave y fundamen ta l e s del h o m b r e . En su Leviathan es tajante: "Cons idero , así, en p r i m e r luga r el a n h e l o c o n t i n u o e incansab le de poder , s i empre renovado, c o m o un i m p u l s o genera l de todos los hombres que sólo te rmina con la muer te" . Es u n poder psicológico, pe ro también m e d i d o c o m o quantum en su fisicalidad. Poder q u e también conlleva el impu l so de obedece r al p o d e r genera l , pues tal deseo contiene el anhelo de tranquilidad y, consiguientemente, de protección por un poder distinto del propio. De ahí la necesidad del Leviathan. Nie tzsche , en con t r a de la "falsificación psicológica de las cosas inmediatas*", centró su concepción sobre el poder : "Placer y d e s a g r a d o —escr ibe— son mera secuela , m e r o fenómeno concomi t an t e ; lo q u e el h o m b r e qu ie re , lo q u e c a d a p a r t e mínima de un o rgan i smo vivo quiere , es u n plus de poder" (Nietzsche, s. f.). Adler, bajo la influencia de Nietzsche, modificó la teoría de F reud al p r o p o n e r c o m o regu lador de los procesos in ter iores de la pe r sona l idad n o la l ibido s ino un complejo de inferioridad, que se c o m p e n s a con el ansia de poder .
Pero el pode r n o sólo es ans ia y anhe lo . La ciencia política n o se conformaría con ese concep to psicológico que , c o m o tal, es i m p o r t a n t e en lo que se ha l l amado polines of andiition (Schlesinger) . El da rwin i smo social, el fascismo, el dec i s ion i smo, la filosofía vital ista (de Bergson) y has ta el p r a g m a t i s m o se verán influidos por esta teoría psicológica del poder . Ev iden t emen te , muchos n o se q u e d a r o n sólo en ella, s ino q u e p a s a r o n dir e c t a m e n t e al poder sustancial.
C. J. Fr iedr ich de tec ta en la filosofía d e H o b b e s un poder sustancial, es decir , u n p o d e r cons ide r ado como cosa (Friedrich, 1966: 160), u n a especie de deus ex machina que, v in iendo de fuera, violenta la pe r sona , que se cons ide ra y la t o m a c o m o a is lada , sin organización, sin defensa social . E n m u c h o s de sus aspectos coincide con el p o d e r del déspota o del cac ique . E n o t ros , se ha re lac ionado con el pode r que se detecta en la teoría primit iva de la organización y, c i e r t amen te , en el ámbito de las re laciones in te rnac iona les , en d o n d e la nación fuerte n o es s ino po tenc ia que d i r ime sus conflictos, en último término, "con la crítica de las a r m a s " . Aquí, el p o d e r del d e r e c h o n o es s ino subter fugio ideológico y cobe r tu ra jurídica de un h u m a n i s m o abs t r ac to ya crit icado en la Antigüedad por el filósofo Carneades . También ese p o d e r c o m o cosa, s eme jan t e a un quantum, es pa rec ido al p o d e r de los m e d i o s de producción que, en el s i s tema capi ta l is ta , al decir de Marx, se vuelven "una po tenc ia ex t raña" al h o m b r e , "que lo aplas ta , que lo subyuga , en vez d e se r p o r él d o m i n a d a " (Marx-Engels, 1976: 33). Es la cosificación del h o m b r e en la que "el sujeto es la cosa y el p red icado es el hombre" , en la q u e el único lazo de unión "es la neces idad natural, el interés pr ivado y la conservación de la propiedad (Marx, 1954: 71).
Por lo demás, es común en el escenar io de las relaciones in te rnac iona les lo que Inis L. Claude ha l l amado la military culpability: ese p o d e r q u e incluye e lementos "que contr ibuyen, d i recta o indi rec tamente , a la capacidad para avasallar, m a t a r o destruir" (Claude, 1968: 6). En el ejercicio de la real politic, este fenómeno de poder se cobija m u c h a s veces, inclusive, en razón del Es tado o en el famoso y vveberiano formonopolio del uso legítimo del poder. Es evidente que ese poder , en el ámbito
Francisco Piñón G. internacional , se encubre bajo los términos de segur idad nac iona l , interés nac iona l o defensa de la autonomía.
El teólogo H. Morgen thau h a definido la política c o m o una actuación según intereses, definidos en conceptos de poder, pe ro p o d e r q u e es sinónimo de beneficio (en el ter reno económico) o de n o r m a (en la ju r i sprudencia) y que, p o r lo tan to , los Es t ados nac iona les , lo con t r a r io de lo q u e p e n s a b a H o b b e s , n o a n s i a b a n el p o d e r d e la m i s m a m a n e r a (Morgen thau , 1948: 53), a u n q u e habría que reconocer que en H o b b e s ya se perfi laban otros factores (sociales y psíquicos) q u e n o se podían e n c e r r a r sólo en los e lementos mater ia les y físicos. E n Hobbes , el deseo de p o d e r incluye, n e c e s a r i a m e n t e , los ingredientes de fama, estimación, c o m p e t e n c i a , p o r m e n c i o n a r a lgunos , que hacen d e su Leviathan u n a n i m a l pictórico de pas iones , a veces t a n t o más terr ibles en c u a n t o están pres id idas p o r el m i e d o . H o b b e s , es c ier to , está m u y lejos de r e d u c i r el fenómeno del p o d e r a la sola y d e s n u d a po tenc ia de la fuerza física. Su an ima l bíblico, revest ido d e pas iones , a u n con la potestas absolutista, llevaba a cuestas , en las t radic iones del báculo y de
* 4 la e spada , u n a comple ja m a r a ñ a cul tura l sobr der . El q u e r e r r educ i r la "fórmula del poder" a i C causa , m e r a m e n t e física, c o m o combinación de d3 ^ riables q u e serían la producción de energía y a c °S "* raíz cúbica del número de habitantes, como a f i r r n ^ Fucks , n o deja de ser u n a aseveración simplista v ? ^ mecanic i s ta . El p o d e r n o es u n s imp le dolor de cahi^ Has t a la e s p a d a del déspota está cargada de dem y los ídolos q u e B a c o n desc r ibe fo rman los vari^05 ' c i m i e n t o s de las " fo rmas" del fenómeno del poder
El pode r es n o sólo el da to d e s n u d o y natural que H de fuera. Ni s iquiera las fuerzas naturales , encerradas las vis, q u e Maquiave lo describía en los príncipes ren ° cen t i s t as , se podían a g o t a r o exp resa r en la virtus del dominus o condottiero. La d iosa F o r t u n a exigía aloo mis q u e la p u r a fuerza p a r a se r s e d u c i d a y vencida, f al vtz p o r eso, hoy, los e te rnos Trasímacos se siguen revistien d o con infinitas máscaras. El poder , c o m o en el tiempo de los p e n s a d o r e s gr iegos , s igue reviviendo a Glaucón Y, con toda la m o d e r n i d a d e n c i m a , sigue cabalgando c o m o c e n t a u r o , c o m o en los t i e m p o s de Maquiavelo
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