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Ctos. anden 62 - Cuentos para el Andén - Más de 60 ...cuentosanden.com/wp-content/uploads/2017/12/Ctos_anden_63_web.… · son reemplazados por la idea fija. ... cesando bruscamente

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brevemente [18]Relatos en cadena

andéndos [10]Vaivén, Carmen Peire

elmuro [3]

decamino [21]

dindondin [20]

entrecocheyandén [22]Hoy a la noche, Felipe Arida

Microconcurso [16]

diciembreenero2017/18nº63

andénuno [5]El alma de la máquina, Baldomero Lillo

Este mes, CpA ha pasado a ser una publicación de relato breve de referenciaen el Instituto Cervantes de Sídney, que la imprime y ofrece en préstamo ensu biblioteca allí, al otro lado del globo.

Edita: vuelaAlto C/ Sto. Domingo de Silos, 5 - ático - 28036 Madrid | [email protected] | www.cuentosanden.com

Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz. Asesores de contenidos: Sergi Bellver y Juan Carlos Márquez (España), Juan Martini y Mónica Pano (Argentina), Mª Luz Carrillo (México)

Publicidad: [email protected] | Diseño: www.jastenfrojen.com Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.comIlustración portada e interior: Cintia Martín | http://juntoalcafetin.blogspot.com

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s

Con la colaboración de:

andéntres [13]150 Kg, Daniela del Barco

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En este número contamos con las letras deBaldomero Lillo, un auténtico clásico chileno,que nos hablarán nada menos que del alma dela máquina. Junto a él, nos desplazaremos con elvaivén que propone la pluma de Carmen Peire,y daremos la bienvenida a los 150 Kg que traeconsigo Daniela del Barco. Están los ganadoresde Microconcurso: Elena Medina, DamiánRamírez, Camilo Montecinos y GustavoNicolás Contreras. También tendremos una col-mena que habla. Y más cosas. No te quitamosmás tiempo, esperamos que lo disfrutes.

Cuentos para el Andén

@cuentosanden

[email protected]

Te escuchamos:

elmuro

Finalistas:

Geometrías en la D . Marina Mónica Medina.

Buenos Aires (Argentina)

Lipstick. Miguel Veiga.

Logroño, La Rioja (España)

Sin título . Ángel Téllez

Pachuca, Hidalgo (México)

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Tema: El Metro Ganador: Confianza ciega. Gabriel Hernández. Viena (Austria)

Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a [email protected] las bases y mira las fotos en Facebook y cuentosanden.comTema del próximo concurso: Sorpresa

www.cuentosanden.com

FE DE ERRATAS: en el nº 62,la fotografía ganadora quedenominamos "Sin título"debía titularse "Valpo".

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andénuno

El alma de la máquinaBaldomero Lillo

LA silueta del maquinista con su traje de dril azul se des-taca desde el amanecer hasta la noche en lo alto de laplataforma de la máquina. Su turno es de doce horasconsecutivas.Los obreros que extraen de los ascensores los carros

de carbón míranlo con envidia no exenta de encono.Envidia, porque mientras ellos abrasados por el sol en elverano y calados por las lluvias en el invierno forcejeansin tregua desde el brocal del pique hasta la cancha dedepósito, empujando las pesadas vagonetas, él, bajo latechumbre de zinc no da un paso ni gasta más energíaque la indispensable para manejar la rienda de lamáquina.Y cuando, vaciado el mineral, los tumbadores corren

y jadean con la vaga esperanza de obtener algunossegundos de respiro, a la envidia se añade el encono,viendo cómo el ascensor los aguarda ya con una nuevacarga de repletas carretillas, mientras el maquinista,desde lo alto de su puesto, parece decirles con su severamirada:—¡Más a prisa, holgazanes, más a prisa!Esta decepción que se repite en cada viaje, les hace

pensar que si la tarea les aniquila, culpa es de aquel quepara abrumarles la fatiga no necesita sino alargar yencoger el brazo.Jamás podrán comprender que esa labor que les

parece tan insignificante, es más agobiadora que la delgaleote atado a su banco. El maquinista, al asir con la

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andénuno

diestra el mango de acero del gobierno de la máquina,pasa instantáneamente a formar parte del enorme ycomplicado organismo de hierro. Su ser pensante con-viértese en autómata. Su cerebro se paraliza. A la vistadel cuadrante pintado de blanco, donde se mueve laaguja indicadora, el presente, el pasado y el porvenirson reemplazados por la idea fija. Sus nervios en ten-sión, su pensamiento todo se reconcentra en las cifrasque en el cuadrante representan las vueltas de la gigan-tesca bobina que enrolla dieciséis metros de cable encada revolución.Como las catorce vueltas necesarias para que el

ascensor recorra su trayecto vertical se efectúan enmenos de veinte segundos, un segundo de distracciónsignifica una revolución más, y una revolución más,demasiado lo sabe el maquinista, es: el ascensor estre-llándose, arriba, contra las poleas; la bobina, arrancadade su centro, precipitándose como un alud que nadadetiene, mientras los émbolos, locos, rompen lasbielas y hacen saltar las tapas de los cilindros.Todo esto puede ser la consecuencia de lamás pequeña distracción de su parte,de un segundo de olvido.

Por eso sus pupilas, su rostro,su pensamiento se inmovili-zan. Nada ve, nada oye

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andénuno

de lo que pasa a su rededor, sino la aguja que gira y elmartillo de señales que golpea encima de su cabeza. Yesa atención no tiene tregua. Apenas asoma por el bro-cal del pique uno de los ascensores, cuando un doblecampanillazo le avisa que, abajo, el otro espera ya consu carga completa. Estira el brazo, el vapor empuja losémbolos y silba al escaparse por las empaquetaduras, labobina enrolla acelerada el hilo del metal y la aguja delcuadrante gira aproximándose velozmente a la flechade parada. Antes que la cruce, atrae hacia sí la manivelay la máquina se detiene sin ruido, sin sacudidas, comoun caballo blando de boca.Y cuando aún vibra en la placa metálica el tañido de

la última señal, el martillo la hiere de nuevo con ungolpe seco, estridente a la vez. A su mandato imperiosoel brazo del maquinista se alarga, los engranajes rechi-nan, los cables oscilan y la bobina voltea con vertiginosarapidez. Y las horas suceden a las horas, el sol sube alcénit, desciende; la tarde llega, declina, y el crepúsculo,surgiendo al ras del horizonte, alza y extiende cada vezmás a prisa su penumbra inmensa.De pronto un silbido ensordecedor llena el espacio.

Los tumbadores sueltan las carretillas y se yerguen brio-sos. La tarea del día ha terminado. De las distintas sec-ciones anexas a la mina salen los obreros en confusotropel. En su prisa por abandonar los talleres se chocany se estrujan, mas no se levanta una voz de queja o deprotesta: los rostros están radiantes.Poco a poco el rumor de sus pasos sonoros se aleja y

desvanece en la calzada sumida en las sombras. La minaha quedado desierta.Sólo en el departamento de la máquina se distingue

una confusa silueta humana. Es el maquinista. Sentadoen su alto sitial, con la diestra apoyada en la manivela,permanece inmóvil en la semioscuridad que lo rodea. Al

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andénuno

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tw Baldomero Lillo (Lota, Chile, 1867 – San Bernardo, Chile, 1923)

concluir la tarea, cesando bruscamente la tensión de susnervios, se ha desplomado en el banco como una masainerte.Un proceso lento de reintegración al estado normal

se opera en su cerebro embotado. Recobra penosa-mente sus facultades anuladas, atrofiadas por docehoras de obsesión, de idea fija. El autómata vuelve a serotra vez una criatura de carne y hueso que ve, que oye,que piensa, que sufre.El enorme mecanismo yace paralizado. Sus miem-

bros potentes, caldeados por el movimiento, se enfríanproduciendo leves chasquidos. Es el alma de la máquinaque se escapa por los poros del metal, para encender enlas tinieblas que cubren el alto sitial de hierro, las fulgu-raciones trágicas de una aurora toda roja desde el ortohasta el cénit.<

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andéndos

Vaivén Carmen Peire

A Raúl Brasca y Mariví Antón

HACE poco se ha enamorado de Marta, que tiene sumismo problema. Él sin la pierna derecha, ella sin laizquierda. Caminan ladeando el cuerpo. Cuando estánmal sincronizados, en un paso hay separación y alsiguiente encontronazo. Pero se van adecuando a unvaivén complementario. Al llegar a rehabilitación ¡ay, elaccidente!, Marta dice que tiene una noticia que darle,no, ahora no, después, con calma. ¿Qué será? Lo corroela inquietud: a lo mejor sus padres no aprueban su rela-ción por ese andar suyo como de papanduja.Marta le invita a comer, ha reservado mesa. Por el

camino le gustaría hablar del tiempo, o de algo insus-tancial, pero va en silencio y suda, siempre que está ner-vioso le sucede lo mismo. En esos momentos le gustaríaentenderse con el cuerpo como hacen los bonobos, laspalabras lo encorsetan, no son su especialidad. Solo escapaz de emitir un leve gemido. Llegan al restaurante yMarta pide un menú especial y una botella de Ribera delDuero. Él empieza a relajarse, si fuera una mala noticiano habría buen vino. Ella sirve las copas y propone unbrindis: por nosotros tres...Han decidido pasar la noche juntos para celebrarlo.

Ella está ahora dormida a su lado, las piernas también,una junto a otra, la suya tan femenina, la de él más ancha,protegiéndola. A los padres de ella no les va a quedar más

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andéndos

remedio que aceptarlo. Han estado mucho rato haciendoplanes, dónde vivirán, cuándo será la boda civil, en esotambién están de acuerdo. Marta no quiere vestido blan-co. Pero ahora, cuando todo duerme alrededor, le asaltanpreguntas. ¿Seré buen padre? ¿No es demasiado pronto?Siente la piel de Marta rozando la suya y poco a poco levence el sueño.Se despierta cuando empieza a clarear. Lo primero

que ve son las prótesis, aún dormidas, como Marta, y leasalta un dilema: cuando el niño sea mayor, ¿cómo haránpara caminar los tres juntos?<

tw Del libro: Cuestión de tiempo. Menoscuarto Ediciones, 2017.Carmen Peire (Caracas, Venezuela, 1952). Es autora de los libros de relatosPrincipio de incertidumbre (2006), Horizonte de sucesos (2011) y de la novelaEn el año de Electra (2014). Durante años ejerció como productora y gestoracultural, y en la actualidad imparte talleres literarios para jóvenes.

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andéndos

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andéntres

150 kgDaniela del Barco

REBOSABA. Embutido en la caja de madera, avanzaba enla cinta transportadora hacia la cortinilla tras la que seescondía el incinerador. Habíamos tenido que vestirloentre los cuatro; sudando, rezongando, vergonzosamen-te enfadados. Habíamos despotricado, jurado y al finalhabía quedado encorsetado en un traje que estaba apunto de reventar. Cuando lo metimos en el ataúd tuvimos que presionarbrazos y piernas y supimos que así no podíamos expo-nerlo en el tanatorio ante los familiares. Tuvimos que abrirlos laterales y añadir listones de madera en las esquinas.Todo con el muerto allí, frío y enorme. Quedó como unabarca.Cuando llegamos al crematorio ocurrió lo inevitable. Yase lo habíamos dicho nosotros al jefe, que así no iba acaber y, cuando la caja llegó a la cortinilla, se atascó y lacinta seguía corriendo debajo y se oía un sonido tremen-do como si se fuera a descomponer todo; el muerto, lacaja, la cinta transportadora. Los familiares gritaban y llo-raban y nosotros mirábamos al jefe que se aflojaba la cor-bata y sudaba como un cerdo en día de matanza. Con el pañuelo nos hizo un gesto impaciente y nosotrosavanzamos por el pasillo, igualito que en una boda, connuestros guardapolvos grises y las herramientas en lasmanos. Paramos la cinta, quitamos los listones y volvimosa clavar los laterales en su sitio. De nuevo empujando y

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andéntres

sudando. Y rebosaba. No pudimos ponerle la tapa. Asífue avanzando por la cinta. Todos estábamos en silencioy cuando la cortinilla se cerró tras el ataúd se oyó un sus-piro largo y profundo.Salimos todos al patio y, como siempre, los familiares sequedaron hablando y comentando. Nosotros a un ladonos fumamos unos cigarrillos y todos dijimos que habíasido la mejor cremación de todas, que merecía el número1 en nuestra lista de cremaciones extraordinarias.Aunque Teo dudó y nos recordó la de los ciegos y el ves-tido de novia. Pero no, decidimos que la del muerto querebosaba había sido la mejor.<

tw Daniela del Barco Rivera.Bibliotecaria de formación y coordinadora de talleres literarios por vocación. Su pasiónpor los libros la llevó, de manera natural, a la escritura. Cuando camina inventa histo-rias que luego olvida, algunas las atrapa en hojitas sueltas que guarda en su bolso. Nomiréis nunca dentro.

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Microconcurso

ServidumbreElena MedinaPuerto Madryn. Argentina

El salón estaba repleto de mujeres bellas ataviadas con costososabrigos de piel que llevaban sobre sus cuerpos desnudos. Semovían entre cadenas invisibles tejidas con espanto y obligadasal silencio. Un solo hombre caminaba entre ellas, palpando, eligiendo.

Seducido de inocencia, se detuvo ante la más niña, introducien-do sus manos en el hueco de las piernas que ella tenía entrea-biertas.Después de ese primer contacto ya nada lo detuvo. La arrastró

firmemente al otro lado de la puerta. En el salón, las cadenascayeron con atronadora música de salvación.Aquella noche, todas regresaron. Todas, menos una.<

CamuflajeDamián RamírezMendoza. Argentinahttps://www.facebook.com/damian.ramirez

Lo único que tuve que hacer para descubrir con quién me enga-ñaba fue vestirme con su piel.<

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Microconcurso

StalkerCamilo MontecinosArica. Chilehttp://www.letrasdechile.cl/Joomla/index.php/microcuentos/3286-3286

Romeo ha previsto cada detalle y movimiento. Sabe que Julietase asoma al balcón por las tardes, justo a las siete, y que lo haceporque no resiste la soledad (no hay nadie en casa a esa hora).Sabe que al regresar a su alcoba, Julieta deja abierta la ventana. Romeo sabe, además, que en esa calle solitaria, los vecinos

más cercanos regresan después de las nueve de la noche. Sabeque es muy fácil trepar hasta la habitación, que nadie escucharálos gritos, y que es muy probable que nunca se sepa lo que entreellos está por suceder.<

Mujeres rezandoGustavo Nicolás ContrerasLa Rioja. Argentina

El dulzor de las flores se pierde entre el cebo quemado. Las man-tillas cubren el dolor, pero no tapan los gritos. El muerto está pro-lijo porque recién lo trajeron.Los curiosos lo tocan, los deudos lo lloran. Y los temerosos

miran desde la puerta.Un perro ladra incansablemente en el patio y en la puerta los

jóvenes esconden la petaca.Una mosca se detiene en el borde y alguien le acomoda un

rosario entre las manos. Otra lo peina, y la que lo acaricia no dejade sentirse aliviada.<

tw Microconcurso es un concurso de microrrelatos convocado por CpA, una convoca-toria de 48 horas para textos de un máximo de 100 palabras. Se recibieron 105 relatos.Seis de ellos fueron preseleccionados por jurado; publicamos aquí los cuatro queresultaron ganadores por votación abierta en Facebook, por orden de votos recibidos.

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tw Relatos finalistas de diciembre de 2017 del concurso Relatos en Cadena, organizadopor la Cadena SER y Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccionados enwww.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.

Llave perdidaSemana 10 de concurso: 4 de diciembre de 2017Ganador: José Ignacio Domingo

No pudo seguir adelante sin ella, la estantería se tambaleaba.Lo había intentado con un destornillador, con otro de estrella,con un cuchillo y hasta con unas viejas tijeras, pero nada servía.Faltaba la llave precisa para ajustar todos esos tornillos que ahorabrillaban solitarios sobre el parqué. La buscó por todo el salón,entre los embalajes, pero no aparecía. “Fácil de montar”, habríadicho su esposa si hubieran comprado esa estantería juntos. Lapateó encorajinado y las baldas se derrumbaron en un estruen-do que no interrumpió el sueño de ningún bebé. Un silenciorecién alquilado le confirmó que tardaría en encontrar la llaveque necesitaba.<

Algo en la vidaSemana 11 concurso: 11 de diciembre de 2017Ganador: Carlos Isidro Fernández

Tardaría en encontrar la llave que necesitaba su padre. Todasparecían iguales. La 10-11, la 12-13… y la 14-15. Siempre igual; almenos ahora no le azuzaba como cuando niño: esperaba pacien-temente a que rebuscara en la caja de herramientas. De pequeñole decía que nunca llegaría a nada en la vida y ahora, mientras lesujetaba la escalera, no dejaba de alabarle: “Pues aquí donde lo ve,mi chico es abogado, habla inglés y es un hacha con los ordena-dores”, como esperando a que alguno de sus clientes lo contrata-ra. Acabado el trabajo, volvían a casa en silencio. Su padre tambiénle dejaba conducir la furgoneta.<

brevemente

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dindondin

XXIV Certamen de Cartas de Amor y DesamorVII Certamen de Tuits de Amor y Desamor

(Almuñécar, España). Entrega de originales: 12 enero 2018.

Premio: 800 € y estanciahttp://www.escritores.org

II Premio Internacional de Cuento “Las Dalias” Entrega de originales: 1 de febrero de 2018. Premio: 3.000€http://web.lasdalias.es

Cenicienta, los zapatos de cristal estánmuy de moda, el musicalEstreno el 26 de diciembre.Teatro Bellas Artes de Madridhttp://www.teatrobellasartes.es

Huerto de Calixto y MelibeaHasta el 31 de enero de 2018. Ciudad de Buenos Aires https://www.cultura.gob.ar

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¡La Colmena Que Dice Sí! es unanueva iniciativa de consumo local queconecta consumidores y productores de pro-ximidad a través de la creación de comuni-dades llamadas Colmenas. Las interaccionessociales se crean primero online (en la plata-forma web) y se refuerzan en la vida realdurante los encuentros presenciales; es decir,durante los días de distribución que tienenlugar una vez por semana. Para el consumi-dor es un modo de acceder al productor sinintermediarios; para los productores es unservicio de venta directa que permite gestio-nar su actividad de forma autónoma y justa.Finalmente, esta iniciativa ofrece a cualquierpersona las herramientas de gestión y comu-nicación necesarias para crear su propiacomunidad de consumo en su barrio.

tw Francia, el país donde se creó este modelo en 2011, cuenta con más de 850 Colmenas. En junio de 2014 se sumaron otros países de Europa, donde hay ya 150.000 consumidores habituales, 5.000 productores y 1.500 Colmenas abiertas y en construcción en Francia, España, Bélgica, Italia, Alemania y el Reino Unido.

decamino

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““

https://lacolmenaquedicesi.es

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entrecocheyandén

ESTA noche me casaré con todas las mujeres del mundo. Será unaceremonia breve, alegre e íntima. Las amaré a todas por igual. Rubiasy morochas. De Australia y de Portugal. Dóciles y despiadadas.Lujuriosas y pudorosas.Les juraré que seré el mejor esposo que todas las mujeres del

mundo puedan concebir. Las escucharé y les daré su espacio. Visitarésus fantasías y enfrentaré sus miedos. Caminaré descalzo sobre sussenderos de piedra y niebla.En nuestro lecho, me tomaré el tiempo necesario para satisfacer a

todas mis futuras mujeres. Nuestra noche de boda será testigo de lamás imposible hazaña biológica de la historia del hombre. Será el díamás feliz de mi vida y de todas las mujeres del mundo. El brillo detodos sus ojos combinados transformará al planeta en una perla másbrillante que el Sol.Mañana, luego de una pelea de dimensiones globales, nos sepa-

raremos. Nuestras lágrimas desbordarán ríos y bañarán desiertos.Nubes negras esconderán el amanecer durante tres años. La mitadde mis bienes patrimoniales será repartida entre todas las mujeresdel mundo. Las mujeres de África se llevarán mi Volkswagen. Lasmujeres de Europa se quedarán con mi departamento de Caballito.Las odiaré y extrañaré. A todas las llamaré repetidas veces, y cor-

taré apenas levanten el tubo. La gran mayoría de ellas me olvidarárápidamente. Decenas de millones me guardarán un tajante rencor,que reconoceré en sus caras. Un puñado de miles me saludarán conuna sonrisa cuando me crucen en la calle. Con una sola nos reconci-liaremos y volveremos a estar juntos. Creo que se llama Nür.<

Hoy a la nocheFelipe AridaAlumno del taller de escritura de Cecilia Maugueri

tw Felipe Arida (1980, Bs. As., Argentina) trabaja en un mundo alejado de la literatura, perovisita los libros con frecuencia diaria. Inspirado por la ficción y la realidad que lo rodeaescribió decenas de cuentos, dos de los cuales fueron publicados en la antología Retrovisor(Textos Intrusos, 2016).

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