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Cuadernos de Literatura ISSN: 0122-8102 [email protected] Pontificia Universidad Javeriana Colombia Campuzano, Maria Luisa Mujeres y papeles: Ruth y Mouche en el taller del escritor Cuadernos de Literatura, vol. 11, núm. 21, julio-diciembre, 2006, pp. 17-30 Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=439843074002 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Cuadernos de Literaturacuando no se elabora el duelo, los sentimientos de pena y de tristeza se vuelven contra quien los experimenta, colocándolo en un estado melancólico que erosiona

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Cuadernos de Literatura

ISSN: 0122-8102

[email protected]

Pontificia Universidad Javeriana

Colombia

Campuzano, Maria Luisa

Mujeres y papeles: Ruth y Mouche en el taller del escritor

Cuadernos de Literatura, vol. 11, núm. 21, julio-diciembre, 2006, pp. 17-30

Pontificia Universidad Javeriana

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=439843074002

Cómo citar el artículo

Número completo

Más información del artículo

Página de la revista en redalyc.org

Sistema de Información Científica

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Mana LUisa Campuzano·(Universidad de La Habana/Casa de las Améncas)

Mujeres y papeles:Ruth y Mouche en el taller del escritor

Primera versión recibida:julio 5 de 2006;versión final aceptada: agosto 29 de 2006

Resumen

Este articulo propone un acercamiento a Rutb y Mouche, personajes de Los pa­sos perdidos de Alejo Carpentier. como construcciones del narrador, como reflejos,proyecciones y fobias de su egocéntrica personalidad. Con el fin de dar un poco denovedad a un aspecto de Los pasos perdidos tao revisado como lo son sus persona­jes femeninos. nos valemos acá no sólo de la novela sino de su dossier genético pararevisar a partir de él, el proceso de creación de dichos personajes.

Palabras clave: aUlobiografia, memoria, Cuba - Nueva York, lectura sensorial.

Abstraet

Women and papers: Rufh and Mouche in rhe writer"s sludio

• Profesora universitaria y Crítica literaria; fundadora y directora del Programa de Estudios de laMujer de la Casa de Las Américas. Autora de rnultiples textos acerca de literatura femenina latinoame·rieana, a los euales se une el presente escrito. producto de las indagaciones investigativas que la autorarealiza actualmente. f..mail: ryc(acubarte.cult.cu

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MARIA LUISA CAMPU7..ANO

This article propases an approach to Ruth and Mouche, characters of AlejoCarpentier's Los pasos perdidos, as constructions of the narrator, as renections,projections, and phobias ofhis egocentric personality. Trying to bring sorne novehy lO

a highly reviewed aSpect of Los pasos perdidos, such as its feminine characters, weuse here not just the novel itselfbut also the genetic dossier to review the process ofcreation of lhose characters.

Key words: autobiography, memory, Cuba - New York, sensorial reading.

Construida como el relato de viaje a la América del Sur de un compositor ymusicólogo de origen cubano, tempranamenle emigrado a Nueva York, Los pasosperdidos (1953), sin dudas la más estudiada novela de Alejo Carpentier, esboza unaconcepción muy antagónica y polarizada de la condición femenina, a través de lospersonajes protagónicos que sostienen relaciones de pareja con el narrador: Ruth, suesposa; Mouche, su amante; y Rosario, la mujer a la que se une en la selva. Deacuerdo con lo que indica el título, sólo nos ocuparemos en estas páginas de las dosprimeras: Ruth y Mouche, las que constituyen una entidad dicotómica, al mismo tiem~

po opuestas y complementarias entre sí, ya que en relación con Rosario, la mujertotal, son su contrario, mientras que fuera de la relación con Rosario se oponen una aotra, de acuerdo con el modelo convencional: la esposa vs. la amante. Por otra parte,esta oposición entre Ruth y Mouche de un lado, y Rosario del otro, está absolutamen~

te territorializada, se corresponde con el espacio de la civilización, satanizado: Ruth yMouche, y el espacio de la barbarie, reivindicado como /ocus amOel1l1S: Rosario

Narrada por un yo~autobiográfico que anota experiencias desarrolladas en unaactualidad que no dista mucho de la que correspondería a la escritura del texto(González, 585~613), pero que simultáneamente con su desplazamiento geográficohacia el Sur, se abisma en otras temporalidades cada vez más remotas, perocoexistentes con el presente del relato, Los pasos perdidos narra el periplo circularde un protagonista hastiado de su monótona existencia y de su trabajo en una finnapublicitaria de Nueva York, que aprovecha sus vacaciones para aceptar la invitaciónde una universidad a viajar a una selva en busca de ciertos instrumentos musicales.Allí se rebela contra su destino e intenta rehacer su vida. Pero fracasa y tiene queregresar a su abrumadora rutina y pagar las consecuencias de su rebelión.

La superposición de múltiples capas de sentido en Los pasos perdidos, así comola inagotable riqueza de su densidad intertextual y su así llamada "frondosidad ver~

bal", han promovido muy diversas lecturas. Sin embargo, como ha señalado perspi~

cazmente Donald Shaw, la intencionalidad ideológica de la novela ha sido poco onada explorada, así como sus "caricaturizaciones" de escenarios ~Nue\la York-, o depersonajes ~Ruth. Mouche-, tan marcadamente contrastados con sus otros respecti·vos ~la ciudad hispanoamericana, la mestiza Rosario-, que se nos presentan máscomo productos de la subjetividad del narrador, que como creaciones derivadas de la

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MUJERES Y PAPELES: RUTIl y MOUCIlE EN EL TALLER DEl ESCRITOR

orientación política del autor (Shaw, S1). Alejo Carpentier, como ha sugerido tambiénperspicazmente González Echevarría, habría construido, desde la ironía, un protago­nista quijotesco con el que jamás podríamos identificamos ni nosotros ni el autor(1975). Este protagonista, además, al ser el narrador de su relato, construye a su veza los restantes personajes de Los pasos perdidos. Detengámonos entonces en él.

La crítica ha coincidido en resaltar, en el primer capítulo, la ambigüedad del prota­gonista, sujeto y objeto de una narración en primera persona y escrita en inglés (pérez,342-357), que se expresa en la escurridiza temporalidad del copretérito, un pasadoque no concluye, que continúa en el presente. De igual modo, varios estudiosos opi~

nan, partiendo del hecho mismo de que es un sujeto innominado, que hay mucho dedesvaído, de poco consistente en su caracterización. Sin embargo, si buscamos enella los rasgos y los desarrollos que lo presentan como un intelectual colocado en uncontexto posmigratorio de desarraigo, esta caracterización alcanza una elaboraciónliteraria y una densidad psicológica mucho mayores que las que le han concedido.

Al parecer, el protagonista de Los pasos perdidos ostenta marcas de "ambigüe­dad", de "multiplicidad" (González Echevarria, 1985,48), más profundas que las quese han atribuido a la anfibología derivada del uso de la primera persona singular decopretérito, o el equívoco inherente al yo hipostático de la literatura de viajes, que sedesdobla, como sabemos, en el yo de entonces y de allá, contemporáneo de su propioperiplo, y el yo correspondiente al ahora y el acá de su escritura. El protagonista deLos pasos perdidos es, también, por supuesto, el personaje escindido entre "el Yopresente y el Yo que hubiera aspirado a ser algún día", según se ve a sí mismo en elespejo del salón del Curador (87r. Porque es sobre todo el inmigrante que pasóinadvertida y rápidamente de la extrañeza y la distancia, a la incorporación y la natu­ralización, sin haber elaborado su duelo; el melancólico que se percibe a sí mismocomo prisionero, y sólo encuentra fonnas de rebelarse en distintos modo de autoagresión.

Sin embargo, las señas del inmigrante apenas son perceptibles, y por eso banresultado irrelevantes para la crítica (Campuzano, 31-42). Oculto bajo muchas más­caras: la del músico devenido en publicitario, la del marido insatisfecho, la del vetera~no desencantado de la guerra, la del hastiado del mundo, la del prisionero de la ciudad,el rostro del inmigrante sólo asoma, alusivamente, en muy pocas ocasiones. Pero enmomentos de cambio, como cuando Ruth, su esposa, parte de gira, y comienzan susvacaciones; o cuando en su viaje llega a la ciudad hispanoamericana y reencuentraun escenario parecido al de su infancia y primera adolescencia; o cuando decideínternarse en la selva en busca de los instrumentos; repetimos, en esos momentos decambio, de viraje, reaparece, como marca de su irrenunciable condición, el español,produciéndose lo que se ha llamado "el regreso de las palabras", es decir, el retomo

I Las citas de LO$ pasos perdidw corresponden a la edición preparada por Roberto GDnzálezEchevarria.

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MARiA LUISA CA..... PlJZANO

de la lengua materna, esa conexión fragmentaria, pero nunca del todo interrumpida,mejor, ininterrumpible, del exiliado con un mundo perdido (Wittlin, 37-38).

Del mismo modo su condición de inmigrante se pone en evidencia en el hecho deque toda su vida se desenvuelve en la única comunidad posible para los escritores yartistas expatriados, según Raymond Williams, la comunidad deJ"medio" intelectual,"de sus propias prácticas" (1989, 45) constituida por la amante "surrealista", suscolegas del estudio filOlico, un pianista, una bailarina, una decoradora, un arquitecto,Ex/jefel" el pintor ruso... (91·97), a los que se suman la esposa actriz, y posiblementejudía, y el Curador del museo, venido de algún país de Europa central. Cuando estacomunidad se esfuma, aunque sea transitoriamente -la gira de la esposa, las vacacio-­nes del equipo publicitario--, el protagonista cae en el vacio, no sabe a dónde dirigir suspasos.

Estudios recientes sobre las llamadas "culturas del desplazamiento" (Saldivar, 3·9), es decir. las culturas de las comunidades posmigratorias, coinciden en partir de lasconcepciones de Freud sobre la melancolía para abordar los conflictos producidospor el exilio, (Kaplan, 1998), la nostalgia, (Boym, 2001), o "el discurso reticente con elque se representa la emigración" (Martinez-San Miguel. 2003). Como sabemos, elduelo y la melancolía son, para Freud, reacciones "ante la pérdida de un ser queridoo de una abstracción que haga sus veces, como la patria..." (Freud, 241). El duelopuede ser superado con el tiempo. Pero cuando no se supera el dolor de la pérdida,cuando no se elabora el duelo, los sentimientos de pena y de tristeza se vuelvencontra quien los experimenta, colocándolo en un estado melancólico que erosionatodas sus relaciones con el mundo exterior ·que considera, al igual que el narrador deLos pasos perdidos, como un teatro o como una cárcel-, y lo lleva a la concentra­ción narcisista en su yo, en su autoconocimiento o su autoflagelación ·10 que sucedeigualmeme con el narrador de Los pasos perdidos-. En la melancolía, la pérdida nose define muy claramente, es más inconsciente, o se bloquea. Duelo y melancolía, sinduda, aquejan al protagonista de Los pasos perdidos y modelan, entre otras cosas,su visión de cuanto le rodea: tanto los espacios por los que transita como las personascon las que convive.

Esta visión tan polarizada de sus escenarios neoyorquino e hispanoamericano, ysu propio desplazamiento allocus prenatal de la selva, a la América profunda anteriora la Conquista. su "viaje a la semilla", al Tercer Día de la Creación. sólo puedenentenderse como la reacción de un intelectual que se llama a si mismo "desarraiga­do", un hispano o latino avallf la lettre. un inbellveen no asumido, un inmigrantedesconocedor de su propia identidad bicuhural, cuya mirada estrábica, doble, estable­ce un pennanente contrapunto, un contraste entre lo que siempre va a percibir comoantagónico. Todo lo que ve desde esta óptica tremendamente insólita en una novelade los años cincuenta del siglo pasado -y este, desde una lectura de comienzos delsiglo XXI, es uno de los grandes méritos de Los pasos perdidos· no será más queuna proyección de sus carencias y fracturas emocionales, o una concreción metonímica

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de la propia lucha interior de quien, por ejemplo, no ofrece argumentos históricos,políticos o económicos que justifiquen susjuicios sobre Nueva York o sobre la ciudadhispanoamericana, sino que meramente traduce. a nivel sensorial, sus experienciasvitales2

Es pues, desde este acercamiento al protagonista que nos interesa abordar lospersonajes de Ruth y Mouche como construcciones del narrador, como reflejos, pro­yecciones, fobias de su lacerada y al mismo tiempo egocéntrica personaJidad. A finde dar un poco más de novedad a un aspecto de Los pasos perdidos tan revisadopor la crítica como sus personajes femeninos, valiéndonos, como lo indica el título, nosólo de la novela, sino de su dossier genético. Pasemos, pues, al campo de la que hasido llamada la "tercera dimensión de la literatura": o sea, el proceso de creación,para lo que nos atendremos, modestamente y en lo fundamental, a la teoría de lacrítica genética y sobre todo a la práctica desarrollada por ella.

Como ha dicho Almuth Grésillon, a quien en sentido general seguimos en nuestroacercamiento a los manuscritos de Los pasos perdidos, los borradores son la me­moria del proceso textual, y el dossier que ellos conforman se presenta a nuestravista como una suerte de laboratorio vivo, de taller, donde el escritor escribe, sustil'tl­ye, desplaza, permuta, tacha, o prueba, ilustra, afina ... episodios, personajes, expre­siones... (1994).

Para Alejo Carpentier la fase prerredaccional de apuntes, esquemas. investiga­ciones, era breve. Si en toda su obra existe algo anterior a la fase prerredaccional,serán. por ejemplo, capitulas de una novela inconclusa como en el caso de El Reinode esle mundo; artículos; partes de algún libro en proyecto; o bocetos de episodiosque no se incluyen en la novela a la que estaban destinados, como imaginamos quehaya ocurrido con el relato ';Los advertidos", desprendido del corpus de investiga­ciones que acompaña a la elaboración de Los pasos perdidos. Él comenzaba aredactar desde el principio, y sobre la marcha. en sucesivas revisiones y reelaboracionesque conservaba siempre -por eso tenemos varios dossiers suyos que nos pennitensaber cómo escribía-, iba consultando fuentes o preparando resumenes, diseñandoesquemas, introduciendo epigrafes, o títulos de capítulos, esbozando un índice...

Evidencias externas, como las entrevistas que tan gustosamente concedia o algu­nas cartas, nos informan directa o, más bien, indirectamente, de que era así comoprocedía. Por eso en ellas anunciaba la inminente aparición de una novela que real­mente terminaría años después, que permanecería aun mucho tiempo en su taller, a

lConcepto que se puede ampliar desde Luisa Campuzano. «Entre Norte y Sur: las Américas en Lospasos perdidos de Alejo Carpentier», en Travessias, Anais do IX Congreso Internacional ABRALlC2004. Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul (CO-Rom); y en Casa de las Américas238. enero- marzo. 2005 (en prensa).

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veces para su repetida reelaboración. Ese es el caso de Los pasos perdidos, novelaque su autor confesó haber escrito tres veces (González Echevarria, 1993,203).

En una entrevista publicada en El Nacional de Caracas, el 27 de noviembre de1950, y en una carta a Marcelo Pogololli, de l de diciembre del mismo año, Carpentieranunció que próximamente publicarla una novela titulada Las vacaciones de Sisífol,título, como veremos, de la primera versión de Los pasos perdidos. Y hay, en efecto,en los manuscritos varias páginas finales de lo que llegaría a ser la novela, fechadastambién a fines de 1950. Dos ejemplos:

Noviembre 19 de 1950Yannes me tiene un pasaje para embarcar con él, mañana, a bordo del Manaí.La piedra me será entregada al alba. y tendré que echarmela al hombro. Hoytenninaron las vacaciones de Sisífo.(BNJM. CM Alejo Carpentier, numo 66, segunda carpela, p: 352)

24 de diciembre de 1950Yannes me tiene un pasaje para embarcarcon él, mai'iana, en el Manatí. Navegarépues hacia la piedra que me espera. Hoy terminaron las vacaciones de Sisífo.(BNJM. CM Alejo Carpentier, núm. 66, segunda carpeta, p: 380)

Pues bien, aunque en estas páginas, las que ahora leemos, no llegaremos a laselva, vamos a internamos de inmediato en otra jungla no menos atractiva, la selvaselvaggia de los manuscritos de Los pasos perdidos.

La gran cantidad y variedad de manuscritos de Los pasos perdidos conservadospor Carpentier y entregados por él a la Biblioteca Nacional "José Martí" de La Ha­bana a lo largo de los af\os setenta, suman varios miles de páginas. En ellos haymúltiples reescrituras de tres versiones distintas de la novela, mecanografiadas y contitulas cuidadosamente establecidos: Las vacaciones de Sísifo (BNJM. CM AlejoCarpentier, n° 180), Santa Mónica de los Venados (BNJM. CM Alejo Carpentier,nO 96), y por último, tras una larga indecisión certificada por el espacio en blancodejado a la cabeza de cada página de sucesivas realizaciones de la que llegarla a serla versión definitiva, Los pasos perdidos (BNJM. CM Alejo Carpentier, Nos. 65 y68). También hay decenas de apuntes de diverso carácter, escritos a lápiz o a pluma:citas, notas, proyectos esquemáticos de elaboración u ordenación de capítulos -dis­persos en distintos sobres y carpetas-; así como centenares de páginas también ma·nuscritas. y reunidas en sobres rubricados como "trabajo preparatorio" (BNJM. CMCarpentier, n066, 1- carpeta). A ello se suman, por una parte, conglomerados demúltiples versiones de centenares de páginas y notas mayormente mecanografiadas,correspondientes a distintos estados de elaboración de diferentes pasajes de las dis-

)Agradecemos a Graziella Pogolloti el conocimiento de esta carta.

12 Cuadernos de Literatura, Bogotá (Colombia), 1/ (21): julio _diciembre de 2006 (16.30)

MUll RES Y Pil.PlCl 8>: IlUTII y MOlJCllf EN EL TALLER DEL ESCRI'I"()II.

tintas versiones de la novela (BNJM. CM Alejo Carpentier, 0°66, 2da carpeta); y porotra, diversos textos publicados Oinéditos, reseñas de libros, o pasajes de E/libro dela Gran Sabana, e inclusive un álbum con cincuenta y tres fotografias. rotulado,siguiendo indicaciones del autor, "escenario de Los pasos perdidos de AlejoCarpentier"

Las primeras versiones de Las vacaciones de Sísijo comienzan, en su capituloinicial, con el despertar del narrador y su descripción del viaje que realiza cotidianamenteen vagones atestados de gente. Llega apenas a tiempo al trabajo, y allí pasa el díadedicado a la realización de documentales publicitarios. Al advertir que ya es denoche, aparece Mouche, apenas al final de la última línea del texto: "Entonces recor·dé a Mouche". Pero ella tendrá un amplio espacio de lucimiento en el segundo capi­tulo, que se inicia cuando le pide al narrador que la lleve al cine, y él la complaceporque asi puede dormir un rato y reponerse del cansancio del día, mientras ella -quesiempre se despierta a media tarde·, disfruta la película. Al terminar esta. van a unbar, que en la primera versión se llama "La Barrica de Amantillado", y a partir de lasegunda se llamará, "Venusberg". Mucho de 10 que ocurre en el bar, en esta primeraversión, pasa casi igual a la definitiva, sólo que trasladado al sexto capítulo. Pero haytoda una sección, que también hallará eco en capítulos ulteriores, aunque muy modi­ficada, que resulta del mayor interés para nuestra lectura.

Tras dejar a Moucbe frente a su casa, el protagonista llega a la suya, pasa a suhabitación y sucede lo siguiente:

Cuando ya me dejaba caer en mi cama con alivio de náufrago rescatado de unabalsa, recordé, de pronto, que cuando me despedía de Mouche, había visto unaventana iluminada [...] Haciendo ahora, un examen mental del plano del edifi­cio, andando hacia el ascensor, subiendo al segundo, doblando aquí, volvien­do a doblar alla. me pareció evidente que aquella ventana iluminada, a semejantehora, correspondía a su cuarto de donnir. [...] Me había contado, con ciertanaturalidad, acompañada de una mirada recta y clara, que me era más terribleque las más pérfidas mentiras, de su reciente amistad con la decoradora delcuarto piso, también mujer de regresos al alba [...] No me parecía que Mauchefuese mujer de gustos extraviados [pero] su curiosidad [...] por el mecanismosde ciertas anonnalidades [la llevaban a) hundirse en la lectura de espesos librosque trIllaban de la sexualidad (BNJM. CM AlejoCarpentier, N°. 180).

Mas pronto esta disquisición, marcada tanto de sospechas en torno a su sinceri·dad, como de bomofobia, se transforma en una escena de celos, porque cuando llamapor teléfono a Mouche, ella no responde...

Sólo en una versión ulterior de este segundo capítulo, ya colocada bajo el nuevotitulo que tendrá la novela: Santa Mónica de los Venados, aparece Ruth. Pero supresencia, terriblemente inquietanle, se introduce en una escena en la cual no compa­rece en persona, sino como el largo gemido que el protagonista escucha prolongarse

Cuoderrros de Literatura. Bogotá (Ca/amblO). JI (2/):julio ~ diciemM de 1006 (/(,.10) 21

tras la puerta de su habitación, a la que él ha entrado después de haber dejado aMouche frenle al edificio donde ella vive. Este gemido interrumpe el episodio de lassospechas y los celos que despiertan en él las llamadas telefónicas que su amante noresponde:

Estaba zarandeando el auricular en gesto de cólera, cuando sonó un largogemido detrás de la puerta. Era uno de esos gemidos sollozantes, temblorosos,sacados de los trasmundos del miedo en suprema imploración de socorro, porlos que se ven eXlraviados y perseguidos en los paisajes sin sol de la pesadilla.Habia algo anguslioso y apremianle en esa voz cuya queja se ahogaba en elborde de un respiro, para comenzar nuevamente a espantarse sobre una espc·cie de ronquido grave, arrancado a lo más hondo de la garganla. Quise abrir lapuerta y despertar a Rulh. Pero sabía que se me abrazaría llorando; sabía que migesto amigo la llevaría a [tachado: evocar ciertas cosas que más quería olvidar]buscar, por un momento el calor de mi presencia.

Pero el narrador no acude a sus sollozos, no alivia su pena, porque estaba citado"a las nueve" con sus jefes, y le "quedaban unas tres horas de sueño".

La conmiseración -dice- es sentimiento que dcbe ignorar la gente que tieneprísa, pues su tiempo depende de la duración de la congoja ajena. Si no mequedaba tiempo para eSlar celoso, menos me quedaba para consolar a nadic.Como debía ignorar lo que había detrás de aquella puerta, tomé [os caminos dela ceguera. Tragué una ligera dosis de somnífero y puse la venda negra sobremis ojos. Los gemidos de mi esposa parecieron retroceder y morir. Y fue lanoche, al fin, cuando el amanecer descendió al patio de la casa, con un primerllanto de niño (BNJM. CM Alejo Carpentier, N" 96).

A más de lo mucho que manifiesta el párrafo recién citado acerca del propionarrador, de su egoísmo, de sus prejuicios y de su crueldad, sobre todo si tenemos encuenta que lo veremos erigirse, a lo largo de toda la novela, en paladín de la luchacontra la deshumanización, es muy importante lo que insinúa en relación con Mouche,y lo que describe de las pesadillas de Ruth.

Comencemos por estas últimas, por tratar de explicamos cuáles serían sus cau·sas, por qué en la selección que hace el narrador, como autor del texto que leemos,del material con el que va a presentamos a Ruth, un personaje tan relevante, opta porhacérnosla conocer en un momento tan terrible, tan poco digno, y, sobre todo, por quélo hace si su propia actitud para con ella va a ser tan deslucida, tan reprobable.

En el subcapítulo dos de la versión Mita de la novela, cuando en la casa del Curadorel protagonisla rememora su vida, habla de que Ruth y él "h[abían] destrozado, con [su]fuga, la existencia de un hombre excelente" (83),10 que podría causar, quizá, remordi·mientos y pesadillas a Ruth. Sobre este aspecto de sus vidas volveremos mas adelante.Otra causa igualmente posible, en este primer momento de elaboración de la novela, es

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MUJERES Y '"",",LES: Rl1TlJ y MOlICHE E:-I EL TAUER DEL ESCIUTOIl

la que vincula este episodio con la experiencia europea del narrador, con su relación conla guerra. Porque en uno de los primeros bocetos de lo que llegará a ser Los pasosperdidos. el protagonista., un fotógrafo de viaje en Francia, es capturado por los nazisen el castillo de Blois, y llevado a un campo de concentración. Y en ese contexto Ruthpodria ser -como su nombre pennite suponerlo, y al nombre de Ruth también volvere­mos más adelante- una superviviente, herida para siempre, del holocausto. Por ultimo,la explicación menos rebuscada seria el estrés causado en Ruth por una vida tan ago­biante como la quc el narrador describe. En todo caso, la idea que completa a la frasetachada en el párrafo que reproducimos: si él se decidía a sacarla de su espanto, ella iríaa '"evocar ciertas cosas que [él] más quería olvidar", se presta a las tres interpretacio­nes, y no exonera, en lo absoluto, al narrador, de su insensibilidad, de su falta de com­pasión ante un ser tan severamente lastimado.

A manera de continnación de lo que venimos tratando, antes de detenemos en laRuth de la novela, no de los manuscritos. y en la Mouche de papel, quisieramostranscribir y apenas anotar el comienzo de un boceto de una primera versión de Lospasos perdidos -preparado, a nuestro entender no antes, sino en el transcurso de suprimera fase de redacción-, y tan temprano, que todavía el narrador es, como decía­mos, un fOlógrafo, y no el musico que conocemos. Queremos bacerlo, porque en esteboceto se percibe muy claramente la importancia de Mouche, anterior en el bosquejode la novela a Ruth. Y, al mismo tiempo, porque en él comprobamos la presencia,desde las primeras fases de elaboración de la novela, del homosexualismo de la fran­cesa, dosificado en la versión final:

IDespierta de nocheSubwayCámara obscuraPelículas publicitarias(No sabe lo que come en la obscuridad - salmón etc.)Sale de nocheCita en bar a obscuras donde se bailaBase hall nocturnoNoche de alcoholSomnlfero - (¿lesbiana?)(Ausencia de tiempo)(BNJM. CM Carpenlier, W66, 1- carpeta).

Algunos de estos motivos se conservan y desarrollan en lo que será el capítulo Idc la versión dcfinitiva de la novela, o se desplazan a otras zonas de ella, como laeSCena en el bar. Otros, como el episodio del base-ball nocturno, no se redactan o, almenos. no se conservan en los manuscritos; y el que nos interesa, resumido bajo laindicación de "Somnífero - (¿lesbiana?)", y ampliado con la llegada de Ruth a través

de su pesadilla. se retoma en distintas reelaboraciones del comienzo de las versionesiniciales de la novela, pero no pasará a ella. ¿Y por qué no pasa a la novela?

Llegamos, pues, al momento en que el dossier genético interpela al texto final, ennuestro caso, a Los pasos perdidos. ¿Por qué será Ruth, que no aparece en losprimeros capítulos de Las vacaciones Sisifo, quien abre la novela? ¿Por qué Lospasos perdidos comienza en el espacio donde reina Ruth, un espacio lleno de supresencia, aunque ella no aparezca, aunque no conozcamos de Ruth, hasta el capitulofinal, más que huellas, rastros, vacios; aunque por cerca de doscientas páginas no seamás que una ausencia. como ha dicho Verity Smith?

Patrick Collard ha realizado un excelente estudio de esta obertura escénica de lanovela (2003, 87-98), que tiene, según se lee en los manuscritos, sus primeros esbo­zos, muy detallistas, abundantes en datos, en precisiones, en el capítulo 111 de SantaM6nica de Jos Venados, titulado "El descanso del séptimo día", La novela comienzaun domingo. Los manuscritos de las primeras versiones, un día entre semana, Lanovela comienza con un vacío, una jornada de descanso sin otro deber que cumplirque el deber conyugal: la cópula del séptimo día, único en que se encuentra el matri­monio. Yeste deber ha sido incumplido por la esposa, que ha partido de gira, dejandosolo -huérfano- a su marido, en una soledad/orfandad mucho mayor que aquella a laque lo tiene cotidianamente reducido con las funciones teatrales de todas las nochesy la tarde dominical. La pregunta que nos demanda esta situación, de acuerdo con lalectura que propusimos al principio, de Ruth y Mouche como construcciones del na­rrador, es una que vamos reforzando en la medida en que avanzamos en la novela:¿será Ruth, la que por más de cinco años protagoniza una exitosa pieza dramática enNueva York; la que en temporada de vacaciones del teatro donde acrna, lleva estapieza en gira por otras ciudades del inmenso país; la que, en efigie, exhibe costosasgemas en la vitrina de una joyería de la Quinta Avenida; la que tiene el poder deconvocatoria necesario por movilizar a todo la prensa del país y a equipos de rescateinternacionales cuando cree que su marido ha sido secuestrado por los indígenas enuna selva sudamericana; la que, después, cuando descubre sus sucesivas traiciones(Mouche, Rosario), puede destmirlo, reducirlo al descrédito, al desempleo, a la mi­seria; será Ruth, repetimos, el ser endeble, fracasado, que nos quiere mostrar sumarido?

Con el regreso del contexto, de la enunciación, y de la Historia, los personajes hanvuelto a ocupar un primer plano en el análisis narratológico, y a desplazar a aetantes,actores y funciones. En la medida en que vuelven a resultar relevantes la importanciade su dinámica en la acción, y su diferenciación y jerarquización como agentes delrelato, múltiples marcas de los personajes, de gran interés en otros momentos de lacrítica, recuperan su valor. Entre ellas se encuentran los nombres (Miraux, 1996;Glaudes y Reuter, 1998),

Y así volvemos a Ruth, a su nombre dejudía o de cristiana, no importa, Porque loque nos interesa ahora que leemos la novela en su versiÓn édita, es la significación

26 Cuadernos de Literatura, BogOtá (Colombia), // (2/): julio - diciembre de 2006 (/6-30)

MUJERES Y PAPELES: RlJTfl y MOUCHE EN EL TALLER DEL ESCRITOR

que podrá tener la elección de este nombre por un autor tan buen conocedor de laBiblia --es el libro que más cita~ como Carpentier. Si recordamos la leyenda de Ruth,se trata de una de las moabitas casadas con los hijos de Noemi: la que regresa conésta y es bien recibida y aceptada por los judíos pese a ser extranjera. Es, diríamoshoy, la que no tiene problemas de biculturalidad, no porque asuma su doble condición,sino porque es una asimilada. Pero Ruth es también la nuera fiel, la que se acercatanto a su suegra, que se (con)funde con ella. Yen este sentido, pero con signocontrario, pues la veremos en conjunción con aquella declaración del protagonista deque Ruth y él habían traicionado a un hombre excelente, es decir, al marido de Ruth,podríamos encontrar en ella una sustituta de la madre del narrador, aquella que babíamuerto al comienzo de su adolescencia, cuya pérdida asociaba él a su desarraigo,porque el padre lo había arrancado de su patria poco después de su orfandad, y sebabía dedicado sistemáticamente a denigrar la cultura de su país de origen.

En páginas sucesivas tanto de Los pasos perdidos como de los manuscritos, lacarrera de Ruth, su deseo y su derecho de realizarse profesionalmente sonculpabilizados y su éxito es convertido en fracaso. Pero su ausencia se sufre por elprotagonista, y el deseo explícito de tenerla cerca se repite en varias ocasiones en elprimer capítulo, y hasta llega a la selva.

Regresando, pues, a la confrontación del comienzo de las versiones iniciales conel inicio de Los pasos perdidos, podríamos decir que el autor ha complejizado suma·mente las relaciones del narrador con Ruth; ahora, en la novela publicada, no es élquien la abandona en su pesadilla, sino ella quien lo abandona a él. y con eso Carpentierha enriquecido tremendamente el dibujo de la personalidad de su protagonista.

Al parecer, no hubo un modelo, un referente real para Ruth. Al menos, no loconoceos. Pero, como sabe todo aquel que se mueve en el medio cultural cubano, elpersonaje de Mouche sí tuvo un referente real: Eva Fréjaville, posible hija natural deDiego Rivera, profesora y crítica francesa, a quien Carpentier había conocido enParís y con la que compartió su vida en los tiempos finales de su estancia en esaciudad. Ella lo había acompañado a La Habana cuando el escritor decidió regresar aCuba poco antes del inicio de la Segunda guerra mundial. El testimonio de dos con­temporáneos sobre los episodios de la vida de Eva mejor conservados en la memoriainsular, pemlite conocer y aquilatar tanto la razón de la evidente inquina que el escri­tor traslada al narrador, como elementos del carácter y la sexualidad de Mouche.

En la primera edición de sus memorias, tituladas Del barro y las voces, publica·das en 1968, el pintor, crítico y novelista Marcelo Pogolotli narra cómo, acabado deregresar él también a Cuba, a causa de la guerra, su amigo el pintor "Carlos Enríquezllegó [a visitarlo] con muchos aspavientos y declaraciones despampanantes sobre sureciente aventura, el rapto de Eva Fréjaville, la mujer de Carpentier", y lo invitó a sucasa de las afueras de La Habana --el mítico "Hurón Azul"~ para que conociera

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MARIA LUISA CAMPUZANO

a la blonda heroína del drama que acababa de protagonizar. Era una tipica jovenintelectual Francesa, izquierdista de salón. lectora devota de Mareel Prousl,emancipada. muy ala page, vivaracha. sensual y movida por una desenfrena­da avidez de disFrutar a plenitud la vida. caldeada sin duda por el decoradotropical, ya que el gusto por el e~olismo alucina a los Franceses. Gárrula yestridenle, pero bien dotada de inteligencia y cultura, parecía excitada por elaire y la intimidad campestres (Pogoloni, 267-268).

Mas adelante, tras comentar la difusión alcanzada por el escándalo en el mundillode escritores y artistas, expone en breves lineas cómo se había desarrollado esteepisodio:

Los tres iban en un automóvil. yen pleno Malecón. a la luz del dia, Carlos frenó,preguntándole a Eva si preFería seguir con Alejo o irse con él, y al contestarleclla que esto último, invitó al amigo a que bajara del vehículo. Cuando Carpentier,pensando que se trataba de una broma, fue a "El Hurón Azul", el pintor esgri­mió teatralmente un revólver (268).

Esta sería, sin dudas, causa eficiente para promover la venganza literaria del amanteabandonado y escritor, pero un segundo escándalo ocasionado en tomo a Eva, ynarrado por Nicolás Guillén en cana dirigida a José Antonio Portuondo, de 8 defebrero de 1945, aponaria rasgos muy especiales a su caracterización, que encontra­remos en la versión definitiva de la novela, ya avanzada su trama, y en las primeraspáginas de versiones iniciales de la misma. Leamos lo que cuenta Guillén:

[...] Eva: ise fue! La cosa resultó tragi-cómica por las circunstancias en que seprodujo, pues no dejó a Carlos por un varón (y menísimo[sic] por un Barón)sino por una hembra, que dista mucho de ser Baronesa, aunque desde luego esvarona... Una inglesita, a quien seguramente tú recuerdas, llamada Cinlia Carlton,delgadita -casi invisible- pelada a lo boy, de lipo absolutamente equívoco [...]Ha sido un escandalo [...) que aún dura. Por cierto que el domingo estuve encasa de Carlos (esta que echa chispas) y se lamenta de que si por lo menos sela hubiera llevado un hombre... ¡Pero una mujer, y tan Fea! Para desquitarse hahecho un cuadro, lleno de talento como suyo y de mala intención [...] (Romeroy Castillo, 136-137).

Después de lo que acabamos de leer nos parece que huelgan los comentarios: lavida, comme /oujours, es más imaginativa que la literatura... Aunque a la literaturadebe, sin duda, Mouche, su nombre, muy en particular a la fábula de La Fontaine:¡broma colosaW De la literatura se nutre: de algún episodio de Nadja, como señala

• Por iUpueslo. «le Coche ella Mouche 4( (V11. 8).

MUJERES Y PAPELES: Rl1lll y MOUCltr. EN EL TALLEll. 0El. ESCRITOR

Maryse Renaud (2003, 57), o de la Albertine de Proust, como me recuerda BenitoPelegrín, y también de sus múltiples y entremezcladas lecturas, que la hacen tanbovariana, como sostiene Roberto González Echevarría en memorable ensayo LalinAmerican and Comparalive Uleral"res. y después de haber reinado y seguir rei­nando, gracias al amor y la inquina de Carlos Enríquez, en los museos, en libros dearte, en posters. postales y catálogos, Eva Fréjaville vuelve ahora a la literatura comoprotagonista de Juegos inlermmpidos, novela del cubano Lisandro Otero, en cursode redacción, y uno de cuyos capítulos apareció hace meses en La Gacela de Cuba(2002,6-9).

Para concluir, nos hubiera gustado ocupamos del sexto capítulo de Los pasosperdidos yde los borradores que condujeron a esas páginas, donde Ruth -tan coléricacomo Aquiles- y Mouche -tan astuta y vengativa como Ulises-, provocan la ruinatotal del protagonista, y lo reducen a la mayor miseria imaginable. Pero no quedatiempo más que para celebrar, al cabo de estas páginas, puesto que para esto estamosaquí, al genio de Alejo Carpentier, a la riqueza de esta novela, propiciadora de infinitaslecturas, y al mismo tiempo bendecir la conciencia que tuvo su autor de la importanciadel oficio, y el respeto que demostró por su trabajo, con la conservación de las milesy miles de hojas, de toda dimensión e importancia de esta suntuosa y siempre renova­da catedral de sentidos, de saberes, de goces que es Los pasos perdidos.

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