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1 Gabriela Mistral escribe Caperucita Roja inspirada en los célebres Cuentos de Antaño de Charles Perrault, escritos en el siglo XVII. El cuento está escrito en verso y la autora respeta la versión original, sin dulcificar ni cambiar el final. El poema "Caperucita Roja" aparece por primera vez en su libro Ternura, publicado en 1924. Caperucita Roja Caperucita Roja visitará a la abuela que en el poblado próximo sufre de extraño mal. Caperucita Roja, la de los rizos rubios tiene el corazoncito tierno como un panal. A las primeras luces ya se ha puesto en camino y va cruzando el bosque con un pasito audaz. Sale al paso Maese lobo, de ojos diabólicos. "¡Caperucita Roja, cuéntame a dónde vas!". Caperucita es cándida como los lirios blancos. "Abuelita ha enfermado. Le llevo aquí un pastel y un pucherito suave, que se derrite en jugo. ¿Sabes del pueblo próximo? Vive a la entrada de él". Y ahora, por el bosque discurriendo encantada, recoge bayas rojas, corta ramas en flor. Y se enamora de unas mariposas pintadas que le hacen olvidarse del viaje del Traidor. El lobo fabuloso de blanqueados dientes ha pasado ya el bosque, el molino, el alcor, y golpea en la plácida puerta de la abuelita que le abre. ¡A la niña, ha anunciado el traidor! Ha tres días la bestia no sabe de bocado. ¡Pobre abuelita inválida, quién la va a defender! ... Se la comió riendo toda y pausadamente y se puso en seguida sus ropas de mujer. Tocan dedos menudos a la entornada puerta. De la arrugada cama, dice el Lobo: "¿Quién va?". La voz es ronca. "Pero la abuelita está enferma", la niña ingenua explica. "De parte de mamá". Caperucita ha entrado, olorosa de bayas.

Cuentos Gabriela Mistral (Cuentos clásicos de hada)

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La Cenicienta - Caperucita Roja - Blanca Nieves - La Bella Durmiente

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Gabriela Mistral escribe Caperucita Roja inspirada en los clebres Cuentos de Antao de Charles Perrault, escritos en el siglo XVII. El cuento est escrito en verso y la autora respeta la versin original, sin dulcificar ni cambiar el final. El poema "Caperucita Roja" aparece por primera vez en su libro Ternura, publicado en 1924. Caperucita Roja Caperucita Roja visitar a la abuelaque en el poblado prximo sufre de extrao mal.Caperucita Roja, la de los rizos rubiostiene el corazoncito tierno como un panal.

A las primeras luces ya se ha puesto en caminoy va cruzando el bosque con un pasito audaz.Sale al paso Maese lobo, de ojos diablicos."Caperucita Roja, cuntame a dnde vas!".

Caperucita es cndida como los lirios blancos."Abuelita ha enfermado. Le llevo aqu un pastely un pucherito suave, que se derrite en jugo.Sabes del pueblo prximo? Vive a la entrada de l".

Y ahora, por el bosque discurriendo encantada,recoge bayas rojas, corta ramas en flor.Y se enamora de unas mariposas pintadasque le hacen olvidarse del viaje del Traidor.

El lobo fabuloso de blanqueados dientesha pasado ya el bosque, el molino, el alcor,y golpea en la plcida puerta de la abuelitaque le abre. A la nia, ha anunciado el traidor!

Ha tres das la bestia no sabe de bocado.Pobre abuelita invlida, quin la va a defender!... Se la comi riendo toda y pausadamentey se puso en seguida sus ropas de mujer.

Tocan dedos menudos a la entornada puerta.De la arrugada cama, dice el Lobo: "Quin va?".La voz es ronca. "Pero la abuelita est enferma",la nia ingenua explica. "De parte de mam".

Caperucita ha entrado, olorosa de bayas.Le tiemblan en las manos gajos de salvia en flor."Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho".Caperucita cede al reclamo de amor.

De entre la cofia salen las orejas monstruosas."Por qu tan largas?", dice la nia con candor.Y el velludo engaoso, abrazando a la nia:"Para qu son tan largas? Para orte mejor".

El cuerpecito tierno le dilata los ojos.El terror en la nia los dilata tambin."Abuelita, decidme por qu esos grandes ojos?""Corazoncito mo, para mirarte bien..."

Y el viejo Lobo re, y entre la boca negratienen los dientes blancos un terrible fulgor."Abuelita, decidme por qu esos grandes dientes?""Corazoncito, para devorarte mejor..."

Ha arrollado la bestia, bajo sus pelos sperosel cuerpecito trmulo, suave como un velln,y ha molido las carnes y ha molido los huesosy ha exprimido como una cereza el corazn.

Un poema poco conocido de Gabriela Mistral que narra con delicadeza el conocido cuento clsico de Blancanieves. En el texto Blanca Nieve en la casa de los enanos Gabriela Mistral recrea en verso un fragmento del cuento clsico Blancanieves de los hermanos Grimm. De este cuento escoge solamente la escena del encuentro de los siete enanos. Blanca Nieve en la casa de los enanos fue publicado en el suplemento literario del diario El Espectador de Bogot, el 23 de abril de 1925.

BLANCA NIEVE EN LA CASA DE LOS ENANOSDe la barranca, la niamir a la loma cercana;ya se apretaba la nochecomo una negra cuajada.

En lo alto de una lomaest encendida una casa,y pestaea en la sombracomo una madre que llama.

Blanca Nieve sube, sube,y golpea atribulada.Todo sigue en el silencio,que la casa est encantada;tan slo laten adentro,dulcemente, siete lmparas.

La nia empuja la puerta;se le abre como dos alas.La casa sigue tan mudacomo si ha siglos callara.Blanca Nieve va pasandocon temblor, de sala en sala.

Hay un comedor pequeo,que en cien aromas se exhala.En la mesa hay siete platos;en los platos siete viandas;junto a ellos, dobladitas,siete servilletas blancas;hay siete ramos de flores;siete ampollas de sal cndida;siete sillas chiquititas,del porte de una castaa;en las sillas siete paoscon siete cifras grabadas,y la paz que hay en los sueos,en la casa se derrama.

Y Blanca Nieve la mesamira, contenida y plida.Tiene un hambre tan tremenda,que todo lo devorara;pero slo va pasando,como un ladrn, empinada,y despunta un bocaditode cada sabrosa vianda

Aunque tiembla del espanto,va siguiendo a la otra sala.Hay un dormitorio blancoque cabe en una mirada,y tiene siete camitastan suaves como la nata;son del largo de un jazmnlas menuditas almohadas;las colchas son siete hojasde una col encenizada.Con qu miedo Blanca Nievese va acercando y las palpa,y sonre cuando veque no se le desbaratan.Elige una que est ocultay se tiende fatigada,como una gota de aguaque en otra gota descansa.

Durmese profundamente,y su respirar se apaga;se le oye el corazncomo grillo en una caja.Llegaron los siete enanos.Riendo entran en la casa,y se sientan a la mesay se cruzan sus miradas.

Quin se ha sentado en mi silla?Y quin prob de mi vianda?Y quin pellizc mi pan?Y quin mordi mi tostada?Quin cambi mi tenedor?Quin dio ms luz a mi lmpara?Y quin prob de mi vino?Quin vaci mi limonada?Gritan todos, y el asombrosus breves ojos agranda,y van hacia el dormitorio,llevando sus siete lmparas.Y van entrando miedosos,y va a estallar su algazara:

Alguien se acost en mi lecho!Han movido las almohadas!Y grita uno desde el fondo:Hay una nia en mi casa!

Corren con sus siete luceslos enanos a mirarla,y le hacen una aureolagrande junto a la cara.Ay, qu hermosa! dicen todos,y qu grande, es como un haya.Y uno le toca las sienes,otro le mide la espalda,y Blanca Nieve, por fin,despierta entre la algarada.Los va mirando, mirando,y su risa se desata.

Son pequeos como sietealmendritas claveteadas,y para que ella los vease empinan como las llamas.En el regazo le caben;los siete a una vez abrazaEntonces les va contandode su tremenda madrastray del cazador que al hombrole carg como alimaa.

Y ellos, conmovidos, lloransin cansarse de mirarla.Le dicen nombres de flores;olor de salvia mojada,cuesta con almendros blancos,vertiente de la montaa.

Y ella pregunta sus nombres.Dicen: Yo me llamo Plata.Yo me llamo Estao Azul.Y yo Barbazas, Barbazas.

Y le cogen las orejas.Le dicen: almejas blancas,y miden sus dedos largos;caracolazos los llaman.

Y por fin la van durmiendocon cancin enamorada.

Duerme hasta que cante el gallode cresta ms encarnaday se cuelguen los murcilagosy muja largo una vaca.Te espantan los siete enanoslos monstruos de la montaa;el lagarto volador,la catarina giganta;el que se parece al musgoy que sube hasta la almohada,y la culebra ms negraque a la medianoche baja.

Para que el cuerpo no encojasjuntamos las siete camas,y los enanos te velanen cerco de siete espadas.Los duendes de los metaleste cuidan mejor que tu alma.Duerme hasta que el gallo cantey muja largo una vaca.

Interesada en la literatura infantil, Gabriela Mistral escribe en 1926 La Cenicienta, basada en el cuento de Charles Perrault, escrito en el siglo XVII. La autora respeta los originales, sin dulcificar ni cambiar los finales. El texto La Cenicienta de Gabriela Mistral fue publicado en Lecturas Dominicales del diario El Tiempo de Bogot, el 26 de diciembre de 1926.

LA CENICIENTACenicienta, Cenicienta,pegada al fogn se pasay el holln la va cubriendocomo penitente saya.

Con la ardentez de la hoguerase quemaron sus pestaas;de lavar grandes mosaicosquebrada tiene la espalda.

De amigas tiene la leaque en el fogn arde y salta,las sartenes hervidorasy cuatro ratitas blancas.

Su madrastra slo quierelas hijas de sus entraas;las besa de sol a soly las tiene regaladas;esclavos les dan masajey camareras las baany entre sus brocados rojosdescansan congestionadas.Mas son feas como el sustode medianoche cerrada

A veces las dos se acuerdande la pobre Encenizaday le dicen: Ea, ven,pinanos, que tienes gracia,abrchanos las hebillasy venos tejer la danza.

Y la pobre Cenicienta,con una tierna mirada,les anuda los cabellosy arrodillada las calza.

Un da el rey dio una fiestapor ver gracia derramada.Para asistir a la fiestase preparan las hermanas.Est ya hace cuatro dassobre ellas la Encenizadadepilndoles las cejas,amasando sus gargantas,enseando reverencias,corrigindoles la danza

Tiene quemados los dedosde rizarlas y rizarlas;de ceirles la cinturase rinde desventurada.Y bailan siempre como ocasy caminan desgarbadas.

Al fin se fueron al bailey se apag su rumor.Ay!, qu callada la nochepara orse el corazn,la Cenicienta que lloraapegadita al fogn!

La llama del fuego brincadistrayendo su afliccin;las cuatro ratitas vienena mirarla alrededor.

Pero Cenicienta tiene(ay!, bendito sea Dios!)hada que fue su madrinay que se llama Esplendor.cuando los criados duermencon silencio de ilusin,va abriendo puertas y puertasy llegando hasta el fogn,Ah!, mi Cenicienta dcele,breme tu corazn.

No quieres ir a la fiesta?Lloras por eso mi amor?Dcele la pobrecilla:Soy la hija del Tizn;y la ceniza me cubrehasta el mismo corazn.El hada va sacudindolecon el aliento el holln:Cenicienta va quedandodesnuda como un jazmn.La va mirando, mirandoy el mirarla es un cubrirsu cuerpo de velo de oro,amaranto y carmes.

Ay!, madrina!, y mi carruaje?Hijita, ya vas a ver.Ay!, madrina!, y mis lacayos?Hijita, vienen tambin.Ay! y mis palafreneros?Hijita, djame hacer

Las cuatro ratitas blancasse hicieron caballos rabesy los lagartos azulesdos lacayos fulgurantes,y la calabaza vueltaconcha perla, fue carruaje.

Mi ahijada Cenicienta,acabaste de nacer!No te reconoce tu ogrode madrastra si te ve.Ahora corres al bailey bailars como un pez:pero por la medianochete despides sin volver,porque el encanto terminacuando el da alza la sien.Cmo galopa el carruaje,que en momentos no se vey la calabaza entraen el palacio del rey!

Est el baile en su comienzo:la sala alumbra mil lmparasy los tocadores hierenmisterios de cobre y plata.Del resplandor del palaciola misma noche se aclara;el baile se va tejiendoa lo largo de cien salas,y parece que es la tierrala desposada que danza.

Rigen el rey con el prncipeesta noche apasionaday el orden de las parejasque parecen marejadasy de repente las guzlascomo los cobres se paran;se vuelven todos los rostros:va entrando la Encenizada!

Con tanta gracia caminacomo la nube dorada;con tal donaire saludaque es como si se donara.

An vacilaba el prncipecomo el ciervo entre dos aguas.Al verla sale a su encuentrocomo quien entrega su alma.

Sobre la pareja caeel milln de las miradasy ellos pasan entre todosligeros como dos llamas.

Al sonar la medianocheCenicienta se separay sube al carruaje quecomo jabalina escapa.

Cuando ya llegaba el davolvieron las hermanastrasy despert el mundo enteroal escuchar su algazara.Desde el profundo fognCenicienta viene, cndida,y pregunta cmo ha sidoel baile de las hermanas.Y las ogresas le cuentande la noche iluminada,de la msica de fuegoy de la princesa extraaque al salir dej la fiestacomo novia amortajada.

El rey renov el convitepara la noche cercana,y las ogresas partieronen su carroza escarlata.Y la pobre Cenicientaen torno al fogn quedaba;del fogn iba a la puertaempinadita del ansia.

Lleg el hada Resplandory empez a hermosearlahasta hacerla grande de oroscomo la noche estrellada.(Ay, cmo va galopandoel trineo de las ratas,y los lagartos azulesy la veloz calabaza!).

Cenicienta fue hacia el prncipe:el prncipe le tendiuna mano en que los pulsosse hacan puro temblor.

Pasa como un torbellinola pareja del amory los ojos de las damasechan desesperacin.

Cenicienta tiene miedode orse la propia voz,porque est viviendo un sueotan perfecto como Dios.

Al llegar la medianocheno oy sonar el relojy al bajar las escalerassu zapatito salt

Al otro da salierondesde el palacio realcuarenta heraldos voceandopregn de Su Majestad:

Que las mozas comarcanasque el rey invit a bailardejen probar en sus plantasun zapato de cristal;que a la duea el mismo dava el prncipe a desposar.Se abrieron todas las casascomo vivas de ansiedad,y las jvenes hicieronmaravillas por calzarel zapato ms menudoque la ampolla de la sal.

A casa de Cenicientagolpeando ahora estnlos heraldos. Y las mozascon qu jadeante afnprueban y prueban gimiendoel zapato sin igual.

Y del fogn Cenicientaavanzando luego vay las ogresas se rencuando la ven alargarsu piececito de almendra,vivo de felicidad.

Y se van enmudeciendolas ogresas, al mirarque el piececito se quedaen el cuenco de cristal;y se van poniendo rojasy terminan por llorarviendo que la Cenicientacon el zapato echa a andar.

Y aquella misma maanadespos el prncipe Sola Mara Cenicientaveladora del tizn,hija de ninguna madre,desnudita hija de Dios

Gabriela Mistral escribe La Bella Durmiente inspirada en los clebres Cuentos de Antao de Charles Perrault, escritos en el siglo XVII. La autora emplea un vocabulario muy rico y un lenguaje lleno de matices. Gabriela Mistral escribi esta versin en la forma del cuento de hadas versificado donde estn presente la belleza y el refinamiento tan preciados en el Modernismo. Esta versin de La Bella Durmiente del Bosque se public en Colombia en el diario El Grfico de Bogot, el 14 de julio de 1928.

La Bella Durmiente

Hace tantos aos, tantos aosque imposible es el contar,que de dos reyes naci un dauna nia divinal.

Era linda, linda comosi no fuese de verdad;era hermosa como un sueoque de hermoso hace llorar.

Al bautismo de la Infantael rey quiso convidara las hadas, que reparten,como harina, el bien y el mal ...Siete hadas se sentaronal feliz banquete real.

Cada una de las sieteentregando fue al entraruna rara maravillaque traa en el morral.Y una trajo la armona,otra la felicidad,una el don de hacer la danza,otra el don de hacerse amar,una el volverse pjaro,otra el don de atravesarlas montaas y los mundos,cual la abeja su panal.

En la mesa recibieronpara hincarlo en su majar,un cubierto de oro purocon diamantes de cegar....Cuando apenas se sentaban,golpe otra comensal:era una hada, vieja y fea,con hocico de chacal.

Se sent a la mesa y dijo:- Me olvidsteis como al Mal,pero vine aqu a traerosla genciana del pesar.La princesa tendr todo:cielos, naves, tierra y mar,pero un da entre sus manoscon un huso jugar.Y la duea de la Tierracon el huso ms banal,en el brazo de jazminesse dar golpe mortal....

Las siete hadas se quedaronblancas, blancas de ansiedad;tembl el rey como una hierbay la reina ech a llorar.

Las macetas sin un vientotodos vimos desojar;los manteles se rasgarony se puso negro el pan.

Pero una hada que era nialevant su fina voz:era una hada pequeita,se llamaba Corazn.- Hada fea, turba-fiestas,rompedora de cancin,nos quebraste la alegra,y yo quiebro tu traicin.La princesa ser herida,mas, por gracia del Seor,va a dormir por cien aos,hasta la hora del amor.Para que cuando despierteno se llene de terror,que se duerma el mundo todoal callar su corazn....El rey hizo que buscaranentre lana y algodn,cuantos husos estuvieranhila que hila bajo el sol.

Recogieron tantos, tantos,que una parva se vio alzar.Pero se qued escondidoel de la Fatalidad.

Fue creciendo la princesams aguda que la sal,ms graciosa que los vientosy tan viva como el mar....La seguan cien doncellascomo sigue al pavo realel milln de ojos ardientesde su cola sin igual.La seguan por los rossi bajbase a baar,la seguan cual saetaspor el aire de cristal....Ningn huso hilaba lanaen el reino nunca ms.Uno hilaba en el palacio,invisible como el Mal.

La princesa una maanaen el techo oy cantar,y subi siguiendo el canto,y llegando fue al desvn.

Una vieja hilaba en suavelana blanca, el negro Mal,le pidi la nia el huso,el de la Fatalidad.La mordi como una vboraen el brazo. Y no fue ms...La princesa cay al suelopara no volverse a alzar.

Acudi la corte enteracon rumor como el mar.La pusieron en su lechoy empez el maravillar.

Se durmi la mesa regia,se durmi el pavo real,se durmi el jardn intacto,con la fuente y el faisn;se durmieron los cien msicosy las arpas y el timbal:se durmi la que lo cuenta,como piedra y sin soar....Al salir de su palacioel monarca, se durmitodo el bosque palpitanteextendido alrededor.

Y pasaron los cien aos;un rey y otro ms subi.La princesa se hizo cuento,como el Pjaro hablador.A aquel bosque negro, negro,hombre ni ave penetr:lo esquiv Caperucitasantigundose de horror....

Va ahora un prncipe de caza(todo rey es cazador).Orillando pasa el bosqueque est mudo como un dios.Se desmonta temblorosoy pregntale a un pastorlo que esconde el bosque erguidocon el olor de maldicin.

Y el pastor le va contandoembriagado de ficcin,de la nia que ha cien aosen su lecho se durmi.

Y entra el prncipe en la selvaque se entreabre maternal...

Le detiene un alto muroy lo logra derribar;le detieneuna honda estanciade apretada obscuridad;atraviesa la honda estancia,toca un lecho y busca ms...Y detinele el prodigiode la nia fantasmal.

Duerme blanca cual la escarchaque se cuaja en el cristal;duermen alma y cuerpo en ella;derramada est la pazen las sienes sin latido,en la trenza sin tocar,y en el prpado, que cae,puro sueo y suavidad...

Y l se inclina hacia el semblante(ya ni puede respirar).Y su boca besa la otra,plida de eternidad,y las rosas de la vidaentreabriendo suaves van...Y los prpados se alzan,qu pesados de soar!,y los labios desabrochany diciendo lentos van:-Por qu tanto te tardaste,oh, mi prncipe! en llegar?

Con el beso despertndoseel palacio entero est:se despierta la marmitay comienza a gluglutear;se despierta y va extendiendosu abanico elpavo real;se despiertan las macetascon un blando cabecear;se despiertan los corceles,se les oye relinchary se uncen anhelantesa carrozas de metal;se despierta en torno el bosque,como se despierta el mar;se despiertan los cien guardias,y comienzan a llegarlas doncellas junto al lechocon el ruido sin igualcon que gritan las gaviotascuando empieza a alborear...

La princesa le da al prncipede cien aos el amar,las miradas de cien aos,anchas de felicidad.Y la mira y mira el prncipe,y no quiere ms cerrarsus dos ojos sobre el sueoque se puede disipar.

Y las fiestas siguen, siguen;son como una eternidad,y ni rndense las arpas,y ni rmpese el timbal...

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