En su primera entrevista juntos, tras su boda secreta en Aspen

DAISY FUENTES Y RICHARD

MARX NOS ABREN LAS

PUERTAS DE «VILLA MARIPOSA»,

SU FANTÁSTICA RESIDENCIA DE MALIBÚ

Daisy y Richard nos reciben en la puerta de su casa junto a «Bronx» y a «Bette», sus dos «pitbulls» que rescataron en un refugio al poco tiempo de su boda. En la otra pági-na, arriba, fachada de «Villa Mariposa», inspirada en las villas italianas. Abajo, pri-mer plano de la modelo, presentadora y empresaria, considerada una de las lati-nas más influyentes de los Estados Unidos

Dos años después de su enlace, cuentan a ¡HOLA! cómo fue aquel día y nos hablan de su nueva vida como marido y mujer

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Momentos antes de salir hacia un cóctel, Daisy y Ri-chard posan vestidos de gala en la sala de su casa junto a «Bette». En la otra página, uno de los rinco-nes favoritos de Daisy para leer y ver el atardecer du-rante el invierno. El sofá con respaldo capitoneado está tapizado en lino gris

topo y vivos en blanco

«Pensé que nunca me casaría y real-mente me conside-raba una mujer muy feliz estando solte-ra. Pero estar hoy al lado de Richard hace que me sienta una

mujer completa»

S US destinos se unieron allá por 2013, cuando un amigo

en común los presentó. Desde entonces, cada uno se dio cuen-ta de que finalmente había en-contrado a la persona con la que quería pasar el resto de su vida. Ambos eran exitosos y con largas trayectorias recorridas. No había mucho por descubrir desde un punto de vista profesional, pero sí le quedaba a cada uno desci-frar la personalidad y los senti-mientos del otro. Ir más allá de la fama y adentrarse en el costa-do humano. Y la intuición de ninguno de los dos falló: desde su matrimonio, en 2015, Daisy Fuentes (50) y Richard Marx (53) son una de las parejas más atractivas del «showbiz».

Aunque sus primeros pasos en el mundo de la televisión los dio pronosticando el clima en una televisora local a finales de los años ochenta, Daisy saltó a la fama en 1993, cuando MTV Lati-noamérica la eligió como su con-ductora estrella y toda una gene-ración creció escuchando los más grandes éxitos que eran pre-sentados por esta guapísima lati-na nacida en La Habana. De pa-

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dre cubano y madre española, la vida de Daisy, sin embargo, cautivó a toda la prensa de habla hispana cuando comenzó una rela-ción con Luis Miguel después de haberlo en-trevistado para MTV, allá por 1995. De la no-che a la mañana, su vida y la del cantante pa-saron a ser noticia en el mundo entero. Además, Daisy apareció en el video del senci-llo «Cómo es posible que a mi lado» (1996) junto a «El Sol», lo que los colocó entre las parejas más populares del momento. Pero tres años más tarde, en 1998, y para la sorpre-sa de muchos, el noviazgo terminó y cada uno siguió su camino. Daisy incursionó en la ac-tuación y firmó contratos millonarios para varias marcas de belleza.

Y aunque su carrera profesional seguía viento en popa, poco se sabía de su vida priva-da; hasta que en 2013 salió a la luz que el exi-toso y multipremiado cantante Richard Marx —quien lleva vendidos más de 30 millones de discos— cayó rendido a los pies de Daisy cuando la conoció en una cena entre amigos.

De hecho, ambos prefirieron llevar su rela-ción de la manera más reservada posible, ya que durante sus relaciones pasadas —Richard estuvo casado por 15 años con la actriz Cynthia Rhodes, con quien tuvo tres hijos— habían estado muy expuestos y no querían volver a sufrir el asedio de los tabloides. Y lo consiguieron: dos años más tarde, en 2015, lograron casarse en secreto en Aspen, el 23 de diciembre, en una ceremonia muy íntima a la que solo asistieron los familiares más cerca-nos de los novios. De hecho, el mundo supo de la noticia del enlace cuando Daisy publicó en las redes sociales una foto vestida de blan-co entre las blancas montañas de Colorado, feliz y sonriente al lado de Richard, su fla-mante marido.

En su primera entrevista juntos, abren en exclusiva para ¡HOLA! las puertas de «Villa Mariposa», su fantástica casa de Malibú (Cali-fornia) con vistas al océano Pacífico, y nos hablan del gran momento que viven juntos.

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Arriba, vista general de la sala, en la que «Bronx» posa en primer plano. Al músico le fascina tocar el piano, que colocó en este espacio para su mujer cuando están relajados. El vestido de encaje negro con cuello «halter» es de la línea de ropa de Daisy (en la otra página). Abajo, izquierda, entrada principal de la casa con uno de los autos de la pareja, un Rolls-Royce

Phantom, al fondo

«Siento como si cono-ciera a Daisy desde hace mucho tiempo. Estoy realmente loco de amor por ella y me pongo ansioso cuando

no la tengo cerca»

DAISY: «No fue amor a primera vis-ta, pero pasó algo en mí cuando se cruzaron nuestras miradas. Fue algo muy fuerte, algo que se dio de una forma muy natural»

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«RICHARD ES UN HOMBRE CON TODAS LAS LETRAS»

—Finalmente encontraste el amor verdadero y completaste tu felicidad al lado de Richard, Daisy.

—Pensé que nunca me casaría y realmente me consideraba una mujer muy feliz estando soltera. Pero creo que estar hoy al lado de Richard hace que me sienta una mujer completa. Me hace mucho bien compartir mi vida con al-guien como él, porque es un hom-bre con todas las letras. Al poco tiempo de que comenzamos a sa-lir, me di cuenta de que él también se sentía completo conmigo y eso me hizo muy feliz. Yo ya estaba contenta con mi vida, pero llegó e hizo que todo fuera mejor aún. Haber encontrado el amor verda-dero en este momento de mi vida era algo que no esperaba.

—¿Y tú, Richard? ¿Cuándo te diste cuenta de que habías encon-trado a la mujer de tu vida?

—Daisy es una de las mujeres más hermosas que conocí en mi vida. Por supuesto, y como no la conocía personalmente, siempre había admirado su belleza. Pero

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«Me derrite la forma en que Richard lleva su v ida personal . Siempre me hace sen-tir única, bella... Hace que me ría sin parar y saca lo mejor de mí»

Daisy posa con un vestido de seda rosa mexicano y un anillo de plata y turquesas a juego en otro de los sa-lones de la casa. Abajo, el Grammy que Richard Marx ganó en 2004 a la Mejor Canción por «Dance With My Father». En la otra página, el salón favorito de Richard, que él se encar-gó de decorar. Instaló un bar para

agasajar a sus invitados

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cuando empecé a tratarla, me di cuen-ta de que nunca había estado con na-die como ella. Siempre me ha inspira-do respeto y admiración, porque me encanta cómo piensa. Muchas veces siento como si la conociera desde hace mucho tiempo. Estoy realmente loco de amor por ella y me pongo an-sioso cuando no la tengo cerca. Con ella estoy sintiendo lo mismo que sen-tía con un amor de juventud, pero ya con el corazón experimentado.

—Hablemos un poco de tus inicios en el mundo de la música…

—Siempre fui una persona muy sensible y desde niño me di cuenta de que la música era mi pasión. Mi padre fue un gran productor y escritor de comerciales, además de un extraordi-nario cantante. Y aunque nunca me empujaron a entrar en el mundo de la música, con tan solo cuatro años yo ya cantaba en perfecta sintonía por toda la casa. Así es que desde muy jo-vencito me enfoqué en componer y cantar, lo cual considero un privile-gio, ya que muy pocas personas se dan cuenta a tan corta edad de lo que

quieren hacer. Así fue como de a poco me fui preparando para ser la estrella de rock con la que soñaba convertirme. Empecé a estudiar va-rios instrumentos porque no sabía si realmente me convertiría en cantante o, para ganarme la vida, terminaría componiendo, produciendo, siendo corista o tocando el piano. En 1982 me mudé a Los Ángeles y empecé a trabajar en lo que podía para seguir aprendiendo. Afortunadamente, co-mencé a construir una carrera bastan-te buena antes de conseguir un con-trato discográfico. Además, tuve la di-cha de que mi padre me enseñara que el mundo de la música, más allá de su brillo y su «glamour», es un ne-gocio. Eso me ayudó a entender mi profesión desde mis inicios.

—Daisy, me imagino que siendo jovencita escuchaste sin parar en la radio los éxitos de Richard. ¿Alguna vez imaginaste que se convertiría en tu marido?

—Con Richard me pasó algo muy curioso: a pesar de que los dos perte-

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Vegana desde hace algunos años, a Daisy le fascina cocinar. De hecho, entre sus proyectos se encuentra conducir un programa de cocina. La pareja tiene visitas regularmente, a las que agasajan magistralmente. En la otra página, la mesa, lista para recibir invitados, está decora-da con mantelería de gabardina italiana, vajilla blanquiazul de porcelana china y cristalería de

Baccarat. Abajo, el desayunador

«Yo ya estaba contenta con mi vida, pero llegó Richard e hizo que todo fuera mejor aún. Ha-ber encontrado el amor verdadero en este mo-mento de mi vida era algo que no esperaba»

«Pensamos que sería genial poder reunir a nuestros seres más queridos y celebrar nuestro amor en una ceremonia íntima, en Aspen. ¡Fue una boda

preciosa!»

«Un día, para mi gran sorpresa, ¡me pidió que me casara con él! En cuanto lo pudo pro-cesar mi cabeza, le

dije que sí»

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necíamos al mundo del espectáculo y no nos co-nocíamos, siempre me encantaron sus canciones y lo admiraba muchísimo. Siempre lo vi como un gran profesional que amaba su profesión; un ser muy talentoso, pero humilde y discreto a la vez. Nuestras vidas se unieron recién hace poco más de cuatro años, pero siempre lo admiré. Es una persona con una enorme integridad.

«PASÓ ALGO EN MÍ CUANDO SE CRUZARON NUESTRAS MIRADAS»

—¿Qué sentiste el día que conociste a Richard?—No podría decir que fue amor a primera

vista, pero definitivamente pasó algo en mí cuan-do se cruzaron nuestras miradas. Fue algo muy fuerte, porque los dos sabíamos que queríamos conocernos y sentimos que necesitábamos pasar tiempo juntos. Fue algo que se dio de una forma muy natural.

—Hasta que un día se pronunció y te propuso matrimonio…

—Definitivamente no fue algo que planeamos con mucha anticipación. Como te dije, nunca pensé que me casaría, creía que no lo necesitaba para ser feliz. Siempre me encantó tener un com-pañero, estar en una relación, pero nunca pensa-ba en una boda. Nuestra relación avanzó muy rápido y poco a poco nos dimos cuenta de que prácticamente estábamos viviendo juntos y que realmente disfrutábamos mucho el uno del otro. Los dos éramos muy independientes, pero nece-sitábamos estar cerca. Así fue como un día, para mi gran sorpresa, ¡me pidió que me casara con él! En cuanto lo pudo procesar mi cabeza, le dije que sí. Que, aunque no estaba en mis planes ca-sarme, sí quería casarme con él. Diciembre esta-ba cerca y ya teníamos nuestras vacaciones de in-vierno planeadas en Aspen. Entonces pensamos que sería genial poder reunir a nuestros seres más queridos y celebrar nuestro amor en una ce-remonia íntima. ¡Fue una boda preciosa!

UNA BODA SECRETA—Pero fue una boda que se mantuvo en abso-

luto secreto…—Totalmente. Así la queríamos. En este punto

de nuestras vidas, valoramos la privacidad y prote-gimos mucho nuestro noviazgo. Con el tiempo aprendí a respetarme como mujer y a no dar mo-tivos para que la gente discuta mi vida. Una vez que te casas, pasas a formar una familia y entonces las cosas se vuelven diferentes. Igualmente, a nues-tro regreso lo anunciamos a todos nuestros ami-gos y, dos meses más tarde, nuestro gran amigo Martin Katz, que es un gran joyero y quien diseñó nuestros anillos, organizó una gran fiesta para ce-lebrarlo en el London Hotel de Beverly Hills.

—Daisy, ¿cuándo te diste cuenta de que Ri-chard era el hombre con el que querías pasar el resto de tus días?

—Es un hombre tan completo… Realmente no podría elegir una sola cosa que me hizo ena-

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Richard confiesa estar cada día más enamorado de Daisy y siempre encuentra algún momento para demostrárselo. Arriba, posan disfrutando del atardecer junto a sus mascotas en la pe-q u e ñ a s a l a q u e i n s t a l a ro n e n t re e l jacuzzi y la alberca. Izquierda, Daisy posa, espectacular a sus 50 años, con ropa de

su marca

«Nuestra relación avanzó muy rápido y nos dimos cuenta de que disfrutába-mos mucho el uno del otro. Aunque no estaba en mis planes casarme, sí quería casarme con él»

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Marido y mujer desde 2015, la pareja posa en la playa «El Matador», de Malibú. Cómplices y compañeros de vida, se hablan al oído y juegan con sus miradas. Nunca imaginaron que des-pués de tantos años encontrarían el verdadero amor. Pero hoy, convertidos en una de las pa-rejas más atractivas de Hollywood, son un cla-ro ejemplo de que el amor es impredecible y no

conoce de edad

morarme de él. Pero algo que siempre me derritió es la forma en que lleva su carrera y el cuidado con el que maneja su vida personal. También que es un ser que siempre me hace sentir única y bella. Hace que me ría sin parar y saca lo mejor de mí. Lo admiro como hom-bre y como ser humano. Cada día que pasa me enamoro más de él.

—¿Tienes alguna fórmula para el éxito o la felicidad?

—No sé si es una fórmula, pero ciertamente puedo decir que a veces tienes que aprender a soltar. Porque cuanto más intentas aferrarte a algo, más se aleja de ti. Creo que es importan-te trabajar con uno mismo para llegar a ser una persona completa. Si estás buscando a al-guien que te haga sentirte completo y feliz, eso nunca va a suceder. Tienes que aprender primero a ser feliz para crear tu vida. Muchas personas intentan cambiar para complacer al otro y eso es lo peor que se puede hacer. Nun-ca me atrevería a decirle a Richard: «No debe-rías hacer esto de esta forma o tienes que de-jar de ser así». Eso arruinaría todo. Richard ya es un hombre completo y realizado, y eso es parte de lo que me gusta de él.

Realización y texto: RODOLFO VERA CALDERÓNFotos: JAIME MARTÍN GUTIÉRREZ

Maquillaje y peluquería: STEVE DAVIAULT PARA LINK MANAGEMENT

«Me hace mucho bien compartir mi vida con alguien como Richard, por-que es un hombre con todas las le-tras. Él también se siente completo conmigo y eso me

hace muy feliz»

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