Daniela Inés Monje

Embed Size (px)

Citation preview

  • UNIVERSIDAD NACIONAL DE CRDOBA

    Centro de Estudios Avanzados

    Maestra en Comunicacin y Cultura Contempornea

    Tesis de posgrado

    Polticas de telecomunicaciones aplicadas en la Repblica Argentina durante la dcada del 90.

    El caso de los Centros Tecnolgicos Comunitarios.

    Alumna: Daniela Ins Monje

    Directora: Dra. Mabel Norma Grillo

    Noviembre / 2003

  • 2

    Para Ary, Vera y Lena Garbovetzky

    A mis padres

  • 3

    AGRADECIMIENTOS

    Este trabajo fue realizado en el marco de una beca de maestra otorgada por la Secretara de Ciencia y

    Tecnologa (Secyt) de la Universidad Nacional de Crdoba.

    Mi principal agradecimiento y mi cario a la Dra. Mabel Norma Grillo, directora de esta investigacin, que

    orient paso a paso mi trabajo, con rigurosidad y afecto, por sus valiosas recomendaciones y por el

    minucioso y dedicado seguimiento a la distancia.

    Mi sincero agradecimiento a la Profesora Marita Mata, por su generoso apoyo y confianza como directora de

    las investigaciones preliminares que han servido como base en esta tesis.

    Importantes aspectos que han enriquecido las reflexiones que aqu se presentan fueron debatidos en la Ctedra

    de Polticas Comunicacin y Cultura correspondiente a la Licenciatura en Comunicacin Social que se dicta

    en la UNC, mi gratitud por este espacio de discusin y aprendizaje a Laura Maccioni.

    Agradezco asimismo a los coordinadores y usuarios de los Centros Tecnolgicos Comunitarios por su

    disposicin y compromiso y reservo para ellos el recuerdo y la admiracin por su trabajo annimo.

    Agradezco a cada una de las personas de mi familia grande, por cuidarme y cuidar de mis hijas mientras

    trabajaba, estudiaba o viajaba a los centros.

    Escribir una tesis parece por momentos, un trabajo interminable con el que finalmente nunca estamos del todo

    conformes. Pero an as aprendemos de nuestras posibilidades y tratamos de forzar nuestros lmites.

    Agradezco haber podido llevar a cabo este proceso, cuando la vida iba ms rpido que yo (mis dos hijas

    nacieron entre el inicio y el final de la maestra).

    Finalmente quiero expresar mi afecto sincero a los amigos y amigas que encontr en esta casa, especialmente

    a Marcela Sgammini, Clementina Zablosky, Jimena Castillo y Marcela Lizrraga por su entraable presencia

    en estos aos y por acompaar y alentar la realizacin de este trabajo.

  • 4

    ndice

    INTRODUCCIN 5

    CAPTULO 1. Polticas de telecomunicaciones: Estado del arte. 12

    1. Polticas de telecomunicaciones: mbitos de conformacin y dimensin cultural 17

    1a. Polticas tecnolgicas y polticas de telecomunicaciones.

    1b. Polticas de telecomunicaciones en tanto polticas pblicas 20

    1c. Polticas de telecomunicaciones en tanto polticas culturales 22

    CAPTULO 2. Antecedentes conceptuales del programa. 27

    De las super autopistas de la informacin a las rutas argentinas. 33

    CAPTULO 3. El programa [email protected] 37

    El proyecto CTC 45

    CAPTULO 4. El destino de los Centros Tecnolgicos Comunitarios en la Provincia de Crdoba 48

    Un estudio emprico de los CTC en Crdoba 50

    Consideraciones metodolgicas 51

    Anlisis de casos. 59

    Presentacin de los casos estudiados. 68

    Impacto de los Centros Tecnolgicos Comunitarios. 158

    Reconstrucciones discursivas sobre la relacin tecnologa-democracia. 165

    CAPITULO 5. Contexto en el que cobran sentido los resultados de la investigacin 175

    Consideraciones Finales 183

    Referencias bibliogrficas 184

    Anexos

    Anexo 1. Leyes Resoluciones y Decretos

    Anexo 2. Documentos

    Anexo 3. Modelos de entrevistas y encuestas.

    Anexo 4. Cuadros

    Anexo 5. Fotografas

    Anexo 6. Seleccin de Pginas Web

    Anexo 7. a) Telecentros en Amrica Latina y el Caribe - b) Programa Informtica Regin Centro. C) Padrn

    de CTC. (En formato digital)

  • 5

    INTRODUCCIN

    Enmarcada en una desmedida parafernalia proselitista, la internet masiva fue anunciada en Argentina a

    mediados del ao 19981. Con anterioridad a esta fecha, el gobierno se haba preocupado en preparar el

    terreno poltico y normativo para que la revolucin planificada de las telecomunicaciones fuera posible.

    El uso de la internet se generaliz rpidamente entre acadmicos, profesionales y jvenes de clase media y

    media alta propiciando nuevos hbitos de comunicacin, generando bsquedas o colocacin de informaciones

    en la red, posibilitando intercambios comerciales, por nombrar solo las prcticas ms frecuentes.

    Por cierto y como lo indicaban mediciones similares en todo el mundo (Castells, 1999), los sectores que

    estructuralmente se encontraban en desventaja social y econmica tenan una clara imposibilidad de acceder a

    este nuevo medio de comunicacin.

    Precisamente, sobre esta evidencia emprica se construyen los costados ms populistas del discurso

    norteamericano en la dcada del 90. En 1994, en ocasin de la presentacin de la Global Information

    Infrastructure ante la OIT Albert Gore, por entonces Vicepresidente de los Estados Unidos, afirmaba ver en

    esta empresa una nueva era ateniense de la democracia, en tanto la GII proporcionara comunicacin

    instantnea a la gran familia humana. (Mattelart, 2002: 124).

    Sin embargo, como se pregunta Castells (1999: 83) poda extrapolarse este modelo social, cultural y espacial

    al resto del mundo?

    Sabemos que los argumentos acerca del acceso universal a la red, pretextaban otras razones antes que las de

    igualdad y democracia, la introduccin y expansin de la tecnologa informtica en Amrica Latina como

    ya haba ocurrido en otras reas de la comunicacin y la tecnologa- respondi a las necesidades de un modelo

    de desarrollo que tena como sustentacin los intereses de las empresas extranjeras y la concentracin

    monoplica del capital (Mattelart y Schmucler, 1983: 68) pero asimismo es el Estado y no el empresario

    innovador en su garage, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo, el incitador de la

    Revolucin de la tecnologa de la informacin (Castells, 1999: 87)

    En la Repblica Argentina, el discurso sobre la modernizacin tecnolgica enmarc la poltica del Primer

    Mundo declamada por el entonces presidente Menem. En este escenario el capitalismo apareca retomando

    1 Las primeras referencias a una internet de carcter pblico que se registran en nuestro pas tendrn lugar en ocasin de la reunin plenaria de la OIT celebrada en Bs. As. en marzo de 1994, sin embargo pasarn tres aos ms para que el fenmeno se generalice. Estos tiempos no difieren demasiado de los que ha tenido la internet en el orden mundial. Tal como historiza Calvi, antes de 1990, muy poca gente haba escuchado hablar de Internet. Iniciada como un proyecto de ARPA (Advanced Research Projects Agency) sobre la posibilidad de conectar sistemas informticos en red a principios de los aos 70 (Iacono and Kling, 1996), Internet aterriz en la agenda de los medios alrededor de 1991, cuando Advanced Networks and Systems, el operador central de Internet, anunci la creacin de una subsidiaria que desarrollara los usos comerciales de esa tecnologa (Valovic 2000) Calvi Pablo Mimeo VI Congreso Nacional de Investigadores en Comunicacin. Crdoba 2002.

  • 6

    su imperio, rampante tanto en la economa como en la poltica y en la cultura (...) y vena a destruir las

    polticas sociales y los servicios pblicos desmercantilizados. ( Gambina y Campione, 2002: 25)

    El modelo privatizador con el que se pretenda transformar el sistema de telecomunicaciones en la Repblica

    Argentina, funciona como teln de fondo de una amplia exhibicin de saberes tecnocrticos con los brillos

    de una modernizacin tecnolgica no por superficial menos impresionante 2 (Ibid, 2002: 23). Es, sin

    embargo, implementado por un Estado mnimo despreocupado por las polticas sociales y culturales que

    involucraba y que, en consecuencia, no genera las condiciones de posibilidad para los objetivos que

    declamaba.

    En Abril de 1998, el Secretario de Comunicaciones de la Nacin, Germn Kammerath, afirmaba: La

    Repblica Argentina ha resuelto gran parte de la agenda importante de las telecomunicaciones. Sabrn que en

    los ltimos seis aos se han invertido ms de 10.000 millones de dlares en infraestructura de

    telecomunicaciones y hoy tenemos un enorme desarrollo de la telefona en Argentina. El gobierno y el Sr.

    Presidente de la Repblica desean que internet se convierta no solo en una discusin comercial o de empresa,

    sino por el inters relevante que tiene para la vida nacional- en un objetivo comn de todos los argentinos.

    Con este nuevo rol del Estado, subsidiario, acompaando, promoviendo y, en todo caso, removiendo

    obstculos (1998: 13)

    La llamada revolucin de las telecomunicaciones se sostiene en la creencia de que la produccin de una

    infraestructura tcnica es lo que har viable el proceso de modernizacin. En efecto y tal como afirma Becerra

    (2003: 24/5) el proyecto de la sociedad informacional [N: en el que inscribimos a la llamada revolucin de

    las telecomunicaciones] se fundamenta en la particular reedicin de los ideales modernos, tales como la

    conviccin del progreso indefinido, la fe en el desarrollo , la esperanza en el porvenir, la confianza en la

    integracin, y la creencia en la providencia del mercado de manera que el proyecto de la Sociedad

    Informacional es tributario de la confianza en el progreso como ideologa.

    Esta perspectiva instrumental es asumida aunque con un matiz particular- por los funcionarios de aquella

    poca, quienes sealan que a partir del ao 98 la Secretara de Comunicaciones de la Presidencia de la Nacin

    utiliz las telecomunicaciones como herramientas de extensin social. Llamaron a esta poltica Justicia

    social del nuevo siglo y consisti en trabajar para acortar la brecha tecnolgica incidiendo en los aspectos

    culturales3.

    Pese a ello a lo largo de nuestra investigacin hemos comprobado que el fuerte acento discursivo con el que

    se trat de vincular la tecnologa a la educacin y la cultura no tuvo su correlato en trminos materiales. Por

    2 Tal como lo sealan los autores, los 90 fueron los aos de la difusin masiva de las computadoras personales, de la explosin de internet, del consumismo tecnolgico expresado en una vida cotidiana poblada de telfonos celulares, agendas electrnicas y computadoras porttiles. 3 Entrevistas inditas realizadas por la autora con Mauricio Bossa, Subsecretario de Comunicaciones de la presidencia de la Nacin y Director Ejecutivo del Programa [email protected] entre 1998 y 1999 y Julin Chasco, ex funcionario de la SeCom durante el perodo analizado. 17-10-2001

  • 7

    ejemplo, el desconocimiento de las competencias y necesidades de las poblaciones y comunidades4 afectadas

    por polticas de telecomunicaciones es notorio y explcitamente reconocido por quienes fueron sus mentores.5

    Se trata de una revolucin sin revolucionarios, que no subvierte un estado de cosas sino que acenta

    situaciones estructurales de exclusin y dominacin.

    De esa inconsistencia surge el Programa [email protected] una iniciativa presidencial lanzada por la

    Secretara de Comunicaciones, 18 meses antes de una compulsa electoral en la que Carlos Menem queda

    fuera por inhabilitacin constitucional.

    Con esta iniciativa llegaba finalmente la internet para los pobres, para los marginados, los excluidos. El

    Estado Argentino invertira entre 45 y 60 millones de dlares en un programa de telecomunicaciones de

    alcance nacional, que entre las acciones ms sobresalientes creaba 1300 Centros Tecnolgicos Comunitarios

    que proporcionaran la tan mentada internet a comunidades que por sus condiciones de marginalidad o

    exclusin socioeconmica o por su radicacin distante de los grandes centros urbanos, se haban visto

    privadas hasta la fecha del acceso a estas nuevas tecnologas.

    Para ello el Estado apel a cuatro formas de financiamiento: 1) Transferencia de los excedentes obtenidos por

    las empresas telefnicas a travs de la reduccin de los aportes patronales, 2) Sistema Price Cap que

    implicaba reducciones tarifarias progresivas, 3) Probation, es decir la posibilidad de que las empresas de

    telefona pagaran sus multas en especie y 4) Una cuota de participacin del Estado en la sociedad Intelsat.

    Asimismo se articul un sistema permanente de capacitacin nacional (SPC) con sede en las diferentes

    universidades e institutos de capacitacin, pblicos y privados, de todo el pas.

    Cada comunidad seleccionada como destinataria de un CTC envi a estas sedes a dos personas que se

    capacitaron para desarrollar las actividades de coordinacin tcnica y pedaggica que demandaba el centro.

    Reflejo de experiencias internacionales que el gobierno consideraba exitosas -entre las que se cuentan la NII

    (National Information Infrastructure) en EE.UU, el programa Computers for every childs de la OSD

    (Operation Social Developement) de Israel y los CTSC (Centros Comunitarios de Teleservicios) desarrollados

    en Suecia y Dinamarca- el Programa Argentin@ Internet Todos se present en abril de 1998, ante un pblico

    de notables, bajo este lema: El futuro ya lleg

    4 Las mediciones pblicas sobre la problemtica de la internet realizadas por la SeCom el 15 de julio de 1998 mediante la Segunda Encuesta Nacional de Internet y publicadas en septiembre de 1998 indagan solo a los pblicos conectados (usuarios habituales u ocasionales dentro del territorio nacional) cuyo perfil socioeconmico y formacin cultural, difieren sustancialmente del de aquellos pblicos a los que alcanzarn las medidas de difusionismo tecnolgico que se apresta a lanzar el Estado. A pesar de que el tipo de muestra que se toma es libre, sobre universo aproximado (no conocido), sin definicin de ningn tipo de estrato o conglomerado si se considera la antigedad de conexin de los usuarios (el 25% tienen una antigedad en la red menor a 6 meses y el 38,60% menor a un ao) y se cruza este dato con los valores de conexin de internet durante los primeros aos, los lugares de acceso de los usuarios, y el tipo de bsquedas que realizan es posible inferir el nivel socioeconmico al que pertenecen. 5 Sobre este punto Mauricio Bossa, (ver Nota 3, pg 6) afirma que no hubo un diagnstico previo en trminos socioculturales y que los CTC fueron ofrecidos a las instituciones que se crey podran gestionarlos. Dice: en el caso de los CTC advertimos que existan muchas organizaciones no gubernamentales y algunas gubernamentales que tenan ganas de usar la tecnologa como promocin de sus beneficiarios. Y apostamos a la va cuasi privada, al tercer sector, an a sabiendas de que muchos CTC se iban a caer, como de hecho ha pasado (...) No solicitamos proyecto, las instituciones fueron seleccionadas con los intendentes, las fuerzas vivas del lugar o personas que nos acercaban propuestas... en un

  • 8

    Previsiblemente, la tecnologa lleg. En muchos casos como una burla: se instalaron CTC sin telfono, sin

    conexin a la red, sin luz. Se distribuyeron las placas inaugurales y los carteles de centros que nunca llegaron

    a destino, hubo otros apropiados por las autoridades de las instituciones que tenan la misin de entregarlos a

    la comunidad. En la provincia de Crdoba, cuna poltica del entonces Secretario de Comunicaciones Germn

    Kammerath, se instalaron 312 centros, de los cuales 156 fueron destinados, con notable desproporcin al

    departamento Capital. Nuestra investigacin se origina en este punto. Inicialmente, llevados por la curiosidad acerca de estos centros

    que se inauguraban casi a diario y que el comn de la gente ya calificaba como (tecno) clientelismo poltico.

    Pese a todo y an parados sobre esta plataforma disuasiva, sospechbamos que entre los retazos del programa

    era posible hilvanar una trama de sentidos no recuperados ni considerados por los mentores del programa, o

    por sus destinatarios. Sentidos fragmentados que contenan de alguna forma la explicacin de un momento

    que an no poda referirse por que era an presente. Esta experiencia por alguna razn descifraba otros

    sueos rotos nos permita hablar del modo en que el paradigma tecnolgico actual penetra en el ncleo de

    la vida y la mente (Castells, 1999: 92) del impacto mtico que siguen teniendo las nuevas tecnologas.

    Porque si el cine fue lo maravilloso mtico de principios del siglo XX (Sarlo, 99: 12), no caben dudas que la

    internet lo fue del siglo XXI. En este sentido, por tanto, no puede desconocerse el impacto que esto ha tenido

    en los diversos sectores de la sociedad, en especial, y en relacin a nuestro estudio, en lo que tiene que ver

    con los modos de apropiacin y resemantizacin de los instrumentos y las prcticas mediante las cuales se

    produce y reproduce la cultura de los dominados.

    En las hiptesis primarias, -formuladas sobre la base emprica de los resultados obtenidos en un trabajo

    anterior6-, sostenamos que con las polticas pblicas de telecomunicaciones implementadas durante la dcada

    del 90 el Estado produce un retraimiento de algunas de sus funciones sociales, educativas y culturales.

    Sumado a ello, la implantacin de nuevas tecnologas en sectores de clase media y baja ha generado

    inicialmente actitudes favorables acerca de la urgencia y la necesidad de la modernizacin tecnolgica como

    condicin del desarrollo social, cultural y econmico, en las poblaciones o comunidades afectadas.

    Estas presunciones iniciales, sin embargo, no resultan suficientes para explicar los problemas que se han

    podido formular en el curso de esta investigacin. No dan cuenta por ejemplo del modelo poltico econmico

    en el que se inscribe la introduccin de tecnologas de la informacin al pas. No interroga sobre los cruces

    discursivos que se elaboran entre el neoliberalismo norteamericano y el neoconservadurismo populista

    argentino. Tampoco da cuenta de los matices que se registran en el trabajo de campo, donde contrariamente a

    nuestras suposiciones iniciales y, tal como lo sugiere el anlisis de los testimonios recogidos entre

    responsables, coordinadores y usuarios de los CTC, pareciera no existir un consenso llano sobre ventajas de la

    introduccin de nuevas tecnologas en tanto herramientas capaces de suturar una brecha -social mucho antes

    momento tuvimos ms oferta que demanda, por que este es un producto que nadie entiende que pueda mejorar la calidad de vida de la gente. 6 Nos referimos a la investigacin realizada por la autora, durante el ao 2000 titulada Impacto cultural y social de los Centros Tecnolgicos Comunitarios en el norte de Crdoba en el marco de las becas para graduados de la Secretara de Extensin Universitaria de la Universidad Nacional de Crdoba, dirigida por la Profesora Mara Cristina Mata.

  • 9

    que tecnolgica- y s, en cambio, un fuerte descontento y una crtica constante en relacin al abandono del

    programa por parte del Estado.

    Por lo tanto debamos formular nuevas cuestiones que interrogaran la experiencia de un modo diferente.

    Apelamos a preguntas simples, para dar cuenta de situaciones y escenarios complejos: En qu consisti

    efectivamente la mentada modernizacin tecnolgica? Qu dej a su paso? En cul marco poltico y dentro

    de qu proyecto de economa poltica de los medios debera explicarse? Puede acaso la modernizacin

    tecnolgica leerse por fuera de una poltica cultural?

    A lo largo del trabajo fueron delinendose posibles respuestas en trminos del proyecto econmico y poltico

    del gobierno de esos aos. Esto sin embargo no resultaba suficiente. Restaba conocer los modos en que y los

    lugares desde los cuales la gente que fue afectada directamente por esta modernizacin haba participado.

    El recorte se hizo considerando a las comunidades y grupos que fueron beneficiados con la donacin de un

    centro tecnolgico comunitario, por tratarse del proyecto que abarcaba a la mayor poblacin, ya que se

    generaliz a todo el pas, y fundamentalmente por que de este programa dependa la materializacin de toda la

    propuesta conceptual y programtca contenida en el Programa Argentin@ Inernet Todos.

    Inicialmente podemos decir que los resultados obtenidos no fueron alentadores. Desde un punto de vista

    cuantitativo, los datos muestran que no se produjo una incorporacin sustancial de los grupos sociales que

    podran definirse como marginados, o excluidos: solo el 33% de los usuarios se corresponde con este perfil, el

    70% restante pertenece a sectores medios o medio-bajos. Consideramos que este dato debe leerse

    conjuntamente con el que proporciona el indicador acerca de las condiciones de gratuidad o no dentro de las

    que se desarrollan las actividades de los centros. En este aspecto encontramos que solo el 50% de los centros

    relevados funcionan en condiciones de gratuidad para sus usuarios lo que, en la totalidad de los casos ha sido

    posible gracias al subsidio de la institucin responsable, y no por la eficaz implementacin del sistema de

    financiamiento diseado como eje de la poltica de sustentabilidad del programa CTC. Desde una perspectiva

    cualitativa, el resultado es an ms crtico. Al no haberse desarrollado una cultura comunitaria previa capaz

    de absorber la llegada del CTC dentro de un proyecto colectivo, en la mayora de los casos los CTC

    funcionan como centros de capacitacin individual, o como centro de comunicaciones y bsqueda de

    informacin (para aquellos centros que tienen conexin a internet) En consecuencia y salvo en algunos casos

    como los CTC de Bella Vista, Villa del Dique, Laguna Larga, Malvinas Argentinas o La Lucirnaga, no se

    registra un uso comunitario efectivo de los centros. A modo de ejemplo, no se han producido hasta el

    momento acciones destinadas a favorecer el turismo en la regin de influencia del CTC o a crear redes de

    comercializacin de los productos y servicios de la zona, asimismo no se registran proyectos de extensin del

    CTC hacia la comunidad. En la mayora de los casos el sostn ideolgico del centro termina siendo el

    coordinador, nica persona de la comunidad que, en algunos casos, conoce su origen, el proyecto general en

    el cual se inscribe, y que ha podido establecer ciertos contactos institucionales con otros centros tecnolgicos

    o con alguna de las sedes donde se realizaron inicialmente las actividades de capacitacin.

    Desde el punto de vista social, estos resultados no deberan sorprendernos ya que tal como lo explican

    Gambina y Campione (2002: 115) al ampliar las brechas sociales en lugar de tratar de cerrarlas, al adscribir

  • 10

    a teoras que sostienen que el bienestar de los sectores ms postergados se deriva del propio mercado por el

    efecto de derrame del crecimiento econmico, el Estado argentino posterior a 1989 consolid la tendencia a

    concebir las polticas sociales, como afirma Vilas, al modo de una ambulancia que recoge a los heridos por

    los efectos deletreos de las reformas producidas. Las polticas ya no son integrales, sino focalizadas,

    dirigidas a paliar sufrimientos individualizados y demostrables, en una orientacin que privilegia la

    tranquilidad social y la gobernabilidad ms que algn concepto de desarrollo social.

    Desde un enfoque cultural la diseccin producida en los colectivos sociales tiene un efecto desintegrador que

    anula la posibilidad de reflexin y discusin sobre las problemticas que los involucran y los condicionan.

    Especficamente, en lo que se refiere a la importancia de la tecnologa para el desarrollo y la democracia,

    existe un argumento cristalizado que se reproduce en cada entrevista. Mientras que por un lado se expresan

    las crticas sostenidas a una forma defectuosa de implementacin del programa CTC, por otra parte y a veces

    de manera explcita se imagina que el ptimo funcionamiento del centro (gratuito, comunitario) tendra un

    efecto prodigioso sobre la gente que lo usa. Parafraseando a Beatriz Sarlo se piensa que el sistema tcnico

    engendrar un paraso social que abrir las puertas a una sociedad ms homognea y equilibrada. Casi del

    mismo modo en que los pblicos del 30 introdujeron el fenmeno de la radio en su vida cotidiana, los sectores

    medios y populares del principio del siglo 21 perciben en la tcnica su capacidad de mejora de la vida

    cotidiana junto con la fuerza mtica de lo maravilloso moderno (Sarlo, 1997: 81)

    Cmo pensar estas contradicciones? Por qu focalizar su estudio en un objeto prcticamente olvidado como

    los CTC? Los captulos en los que se organiza esta investigacin pretenden dar una respuesta satisfactoria a

    estas preguntas.

    En el primer captulo se presenta un breve estado del arte acerca de la discusin que ha tenido lugar durante

    las ltimas dcadas vinculada al impacto sociocultural de la introduccin de nuevas tecnologas de la

    comunicacin y la informacin en sectores medios y bajos. Asimismo, hemos considerado pertinente la

    referencia histrica al pensamiento desarrollista latinoamericano, que da origen a las numerosas producciones

    de la Ciespal en la dcada del 70 y 80, para recuperar en este movimiento las discusiones en torno a la

    problemtica de la innovacin tecnolgica producida en la regin durante el perodo histrico inmediatamente

    anterior al que se ha fijado como recorte para esta investigacin.

    Asimismo realizamos una demarcacin del campo de las polticas pblicas en el que se inscriben las polticas

    de telecomunicaciones. La hiptesis sobre cuya base se ha elaborado esta seccin consiste en demostrar las

    implicancias sociales y culturales que puede tener una poltica de telecomunicaciones como el programa

    Argentin@ Internet. Todos, que inicialmente fuera presentado como una intervencin en trminos normativos

    y de infraestructura para la ampliacin de las condiciones de posibilidad de la modernizacin de las

    telecomunicaciones. En este sentido hemos trabajado considerando que las polticas de telecomunicaciones

    analizadas pueden comprenderse asimismo, como polticas culturales y como polticas sociales.

    La hiptesis sobre la que se articula el captulo dos postula la existencia de una continuidad conceptual y

    propedutica entre la propuesta norteamericana de desarrollo de las llamadas super autopistas de la

    informacin y el proyecto de modernizacin tecnolgica acontecido en nuestro pas durante la dcada de los

    90. Nuestro inters en este punto es exponer la semejanza casi especular entre ambas polticas a fin de sealar

  • 11

    los lmites reales desde los que parte el proyecto de modernizacin de la telecomunicaciones Argentin@

    Internet. Todos.

    El captulo 3 es de carcter descriptivo, su tratamiento procura dar cuenta de manera cronolgica de los

    antecedentes normativos del Programa Argentin@ Internet. Todos, las caractersticas especficas del

    programa y la normativa que le da origen, el sistema de financiamiento en base al cual se proyect y las

    principales irregularidades y contradicciones encontradas.

    En el captulo 4 que se corresponde con la segunda parte de esta investigacin, exponemos los objetivos, la

    estrategia metodolgica, y los resultados obtenidos en el trabajo de campo realizado entre el ao 2001 y 2002.

    Esta tarea se llev a cabo en base a una muestra intencional de 30 Centros Tecnolgicos Comunitarios.

    -sobre un total de 325- distribuidos en todo el territorio de la provincia de Crdoba. Se presentan en esta

    seccin datos cuantitativos referidos a: Nombre y Ubicacin del CTC, Ingresos, Gastos, Situacin de los

    coordinadores, Usuarios ms frecuentes, Entorno informtico local, Conectividad a internet, Gestin del CTC

    y Tipo de acceso. Asimismo y desde un enfoque cualitativo hemos elaborado un diagnstico de impacto

    cultural y social del los CTC comprendidos en la muestra.

    Finalmente en el captulo 5 a modo de conclusin, se exponen los fundamentos que sostienen las diferentes

    hiptesis formuladas a lo largo del estudio.

    En las consideraciones finales en cambio hemos tomando como material aquella dimensin de la experiencia

    en el campo, que, aunque difcil de sistematizar, constituy a lo largo de estos dos aos un contraste

    sumamente valioso. Los solitarios viajes hacia el interior de la provincia por rutas, o caminos de tierra, las

    ms de las veces desolados; la expectativa de la gente con la que nos entrevistbamos, que crea que nuestra

    llegada significaba la reactivacin del CTC, o por lo menos la posibilidad de estar frente a un interlocutor que

    escuchara sus reclamos; la indignacin, sin ms rodeos, que se repeta cada vez que veamos un cartel

    lustroso que esconda un CTC apropiado, desmantelado, cerrado, sin luz o sin telfono.

    Y en los mrgenes de un trabajo cientfico, las contradicciones de una investigadora que pese a un esfuerzo

    sostenido por mantener la distancia crtica sobre su objeto de estudio, no olvida los nombres y los rostros, ni

    la cordialidad con que la gente que conform este trabajo, la recibi en cada pueblo o ciudad y la resignacin

    en la que muchos transformaron su esperanza.

  • 12

    En los aos 60 y 70 la discusin sobre la conveniencia de instalar satlites domsticos en Amrica Latina pas por argumentos vinculados a la educacin. La voz de orden era integrar a los sectores marginales a la enseanza, como medio de unificacin de las naciones (...) Las cosas han cambiado en los ltimos aos. Ya nadie encuentra motivos suficientemente vlidos en la intencin educativa para justificar la instalacin de satlites domsticos (...) La telecomunicacin en cambio parece un argumento irrefutable Amrica Latina en la encrucijada telemtica. A. Mattelart y H. Schmucler.

    Captulo 1: Polticas de telecomunicaciones: estado del arte

    En relacin a nuestro objeto de estudio, ser de utilidad por lo menos en orden a proporcionar un marco

    general de lectura, retomar los principales hitos de la secuencia histrica de la revolucin informtica, que

    consecuentemente cobrar forma en las diversas polticas sobre tecnologas de la informacin y la

    comunicacin (TICs) que se desarrollarn a lo largo de cada perodo y dar lugar a la reflexin acerca de los

    modos en que se generaliza la introduccin de tecnologas de la comunicacin y la informacin en las

    comunidades, su impacto, y sus lmites.

    Tal como seala Castells (1996: 67) aunque pueden encontrarse precedentes cientficos e industriales de

    tecnologas de la informacin basadas en la electrnica unas dcadas antes de 1940 (...) fue durante la

    Segunda Guerra Mundial y el perodo subsiguiente cuando tuvieron lugar los principales avances tecnolgicos

    en la electrnica: el primer ordenador programable; y el transistor, fuente de la microelectrnica, el verdadero

    ncleo de la Revolucin de la tecnologa de la informacin en el siglo XX. Sin embargo es recin en la

    dcada del 70 cuando las tecnologas de la informacin alcanzan real difusin, dando lugar a la incipiente

    conformacin de un nuevo paradigma.7

    La hiptesis de Castells sobre esta primera revolucin de la tecnologa de las informaciones postula que se

    concentr en los Estados Unidos y en buena medida en California, en la dcada de 1970, atendiendo a los

    avances de las dos dcadas previas y bajo la influencia de diversos factores institucionales, econmicos y

    culturales. Pero no surgi de ninguna necesidad preestablecida: su induccin fue tecnolgica, en lugar de ser

    determinada por la sociedad . Sin embargo una vez que cobr existencia como sistema (...) sus desarrollos y

    aplicaciones y, en definitiva su contenido, resultaron modelados de forma decisiva por el contexto histrico en

    el que se expandi (Castells, 1996: 78)

  • 13

    Nos preguntamos por tanto, de qu manera se introduce y problematiza esta cuestin en Amrica Latina

    durante esos primeros aos. Una va de acceso a esta respuesta la constituyen el conjunto de investigaciones

    llevadas adelante durante las dcadas del 60 y 70 por el Centro Internacional de Estudios Superiores de

    Comunicaciones para Amrica Latina (CIESPAL).

    Al inventariar estos trabajos encontramos que paralelamente a los estudios acadmicos tradicionales

    (histrico-jurdicos) y a los sondeos comerciales (audiencia, mercado, opinin pblica), surgen las

    investigaciones universitarias de carcter descriptivo. Sin embargo se registra un cuarto sector, que

    rpidamente adquiere expresin cuantitativa: la investigacin sobre difusin de innovaciones. Este tipo de

    investigaciones cuyos objetivos oscilaban entre la motivacin cientfica y la orientacin comercial, impulsaba

    la adopcin de tecnologas agrcolas en zonas rurales a partir de la implementacin de modelos importados de

    los Estados Unidos, lo que ocasion que en muchas investigaciones se hicieran generalizaciones apresuradas,

    pronosticando salidas ineficientes y soluciones ingenuas (Marques de Melo, 1990: 18). De ah que, como

    seala Marques de Melo, el error principal de la investigacin difusionista haya estado en el supuesto bsico

    de que la comunicacin por s sola sera capaz de desencadenar innovaciones y generar un desarrollo

    independiente de las condiciones polticas y econmicas.

    Esta corriente de investigacin latinoamericana desarrollada a mediados de los 60 choca sin embargo con las

    lneas crticas y de denuncia de las posiciones inspiradas en la corriente frankfurtiana en donde por oposicin

    al empleo de los postulados tericos y metodolgicos de Berlo, Schramm, Kayser, Maletzke y Dumazeider, se

    trabajar en la denuncia de la expansin capitalista multinacional operada bajo la forma de industria cultural.

    En Chile emergen dos escuelas distintas, identificadas apenas por el compromiso revolucionario. La

    interpretacin estructural-marxista del belga Armand Mattelart, demostrando la dominacin ideolgica

    realizada por los mass media y su vinculacin a un proyecto multinacional imperialista y el anlisis cristiano-

    marxista del brasileo Paulo Freire, sealando la dureza del proceso de dominacin social: la ausencia de

    dilogo en la comunicacin cotidiana y su proyeccin en el silencio secular de las poblaciones oprimidas de

    todo el continente. (Marques de Melo, 1990: 19)

    A mediados de la dcada del 70 Armand Mattelart y Hctor Schmucler, inician una investigacin que luego

    ser publicada en 1983 bajo el ttulo Amrica Latina en la encrucijada telemtica. Este trabajo, en el que se

    condensa un estudio acerca de la problemtica en numerosos pases de la regin, seala que la falta de

    anlisis de la genealoga de los sistemas de comunicacin en Amrica Latina ha ocultado con frecuencia la

    verdadera significacin de estos en la formacin del Estado y de la sociedad civil Este desinters manifiesto

    puede atribuirse a dos errores frecuentes, la perspectiva economicista, que solo ve en los sistemas de

    comunicacin mecanismos de reproduccin del modelo econmico, y la ideologista desde donde se prescinde

    de los modos concretos de produccin y de las contradicciones sociales que acarrea. (Mattelart y Schmucler,

    1983: 61) Los autores remarcan asimismo que:

    7 Armand Mattelart, lo define como el paradigma Tecnoinformacional que propulsa el modelo liberal competitivo.

  • 14

    A la visin maniquea ahistrica que se filtr en los anlisis de los aparatos de comunicacin y que tuvo fuerte

    expresin en las teoras sobre los aparatos ideolgicos del Estado ampliamente difundida en Amrica Latina

    durante la poca de luchas contra las corrientes funcionalsitas norteamericanas- correspondi tambin una

    visin abstracta de los lenguajes de los medios. Los anlisis semiolgicos, que tuvieron la virtud de incorporar el

    estudio de la materialidad del lenguaje de los medios y de sus connotaciones ideolgicas, adolecieron, sin

    embargo, de la ilusin de que todo estaba incluido en el corpus y que el estudio de este poda dar cuenta de la

    totalidad de mecanismos sociales que obraban en el fenmeno comunicativo. En uno y otro caso aparato

    ideolgico y anlisis semiolgico- se prescinda del concepto de proceso para comprender el papel de los

    aparatos de comunicacin en la formacin concreta de los mecanismos sociales ( Mattelart y Schmucler, 1983:

    62).

    Este lmite determina los estudios que se realizan sobre innovacin tecnolgica, que inscriben su discusin

    fundamentalmente en torno a la posibilidad que ofrece la difusin de tecnologas de la comunicacin como

    va de desarrollo social y cultural en la regin. En una primera etapa el objeto de estudio est centrado en las

    posibilidades de democratizacin -entendida en trminos de equidad y pluralismo-, que generan en

    comunidades rurales o marginales, la televisin, la telefona y la radiodifusin y ms ampliamente el uso de

    satlites domsticos.

    Si bien encontramos que entre los 50 y los 60 las discusiones sobre la tecnologa apuntan a la

    industrializacin y las potencialidades de la energa nuclear, es claro que a partir de los 60 y avanzando en la

    dcada del 70 el ncleo de las discusiones sobre tecnologa va mutando hacia un rea de intereses vinculada a

    las tecnologas de la comunicacin masiva (televisin, telefona, satlites) hasta transformarse a partir de los

    80, tal como los sealan Mattelart y Schmucler, en lo que se ha definido como la convergencia entre las

    comunicaciones masivas tradicionales y las posibilidades que ofrecen los desarrollos informticos. Las

    preocupaciones en torno al vnculo economa, sociedad, poltica, tecnologa y cultura se transforman y

    focalizan hacia la sociopoltica de la comunicacin y las polticas nacionales de comunicacin.

    En efecto, y como lo han sealado Becerra y Mastrini (2002: 5) ya a mediados de los ochenta un trabajo de

    Raquel Salinas Bascur advierte con certeza que la revolucin microelectrnica no se hallaba predeterminada

    a alcanzar mayores niveles de equidad en las relaciones entre los pases. Por el contrario, y como herencia

    indiscutida y a la vez como superacin crtica de los debates por el NOII sealaba como la desigual

    distribucin de la informacin generara mayores desigualdades debido a la posibilidad de generar accesos

    diferenciados y asimtricos a la informacin.

    Estas transformaciones en el campo de la investigacin tienen su correlato en trminos de las polticas

    pblicas que desarrollarn los Estados acerca de la innovacin tecnolgica, en tanto se producen

    transposiciones de los objetos de inters de una a otra rea. Esto, sin embargo, no se corresponde con un

    cambio sustancial de los argumentos con los que, quienes formular polticas de esta naturaleza, asocian a la

    tecnologa: progreso, democratizacin, desarrollo, entre los ms sobresalientes. Ocurre que el proceso de

    actualizacin tecnolgica en el campo de las telecomunicaciones (...) se constituye en un elemento

    transcendente en la redefinicin de los distintos sectores que constituyen el Estado y de las relaciones que este

  • 15

    establece con la sociedad en su conjunto. Las telecomunicaciones entendidas hasta hace poco como servicio

    de inters pblico de alcance circunscripto, se proyectan a una funcin totalizante en el esquema de manejo de

    la informacin de una nacin (Mattelart y Schmucler, 1983: 76/7)

    Las consecuencias de este proceso fueron advertidas tempranamente en estudios de sociologa de la

    comunicacin y coincidan en sealar, las desigualdades profundas al interior de los pases de latinoamrica

    con las que coexistan la introduccin de tecnologas de la comunicacin, sealaban asimismo que las

    demandas econmicas a las que respondi la introduccin y el auge de la informtica (...) poco tuvieron que

    ver con alguna necesidad interna de significacin (Sutz citada en Becerra y Mastrini, 2002: 6) Sin embargo

    pese a los trabajos de investigacin que rebatan contundentemente los postulados

    difusionistas/desarrollistas, las polticas relacionadas con la construccin de la Sociedad de la Informacin

    estarn marcadas en el discurso y en la prctica por dichas concepciones (Becerra y Mastrini, 2002: 7)

    Ahora bien, puestos a indagar sobre los modos en que se materializa esta funcin totalizante que empiezan a

    ejercer las telecomunicaciones a partir de mediados de los 80 pero fundamentalmente en la dcada del 90 con

    la generalizacin masiva de la internet, resulta indispensable interrogarse acerca de la conformacin

    imaginaria que se ir gestando en las comunidades, y en los individuos, que no solo asisten sino que

    participan -en grados y con capitales simblicos diferenciados- de esta nueva cosmogona.

    En nuestro pas se experimenta un proceso singular, porque mientras existe una rpida apropiacin individual

    de las innovaciones tecnolgicas el proceso de apropiacin social resulta lento y dificultoso. (Finquelievich et.

    al., 1992)

    Esto probablemente se deba a la falta de polticas de desarrollo e introduccin de tecnologas explcitamente

    desarrolladas en trminos sociales y culturales. En este sentido acordamos con la hiptesis de Artopoulos y

    otros cuando afirman que: despus de la crisis del paradigma del Estado de Bienestar, en la dcada de los setenta, Argentina

    opt por el paradigma economicista de mercado, como el mejor planificador del desarrollo a escala

    global. Es as como el Estado ha eludido una intervencin activa en el desarrollo de Internet en el pas.

    Las primeras conexiones de 1986 fueron fomentadas por entidades acadmicas y gubernamentales, y

    recin en mayo de 1995 se abri la oferta comercial de acceso a Internet (...) el monopolio otorgado a

    Telecom y a Telefnica de Argentina a travs de la empresa Telintar y la posterior incorporacin, a

    principios de 1996, de la empresa Impsat, que obtuvo tambin el derecho a utilizar su conexin al

    exterior para brindar acceso a Internet, ha producido en un corto tiempo el estancamiento del

    desarrollo de Internet en el pas, al quedar el Estado al margen de su desarrollo y fomento

    (Artopoulos, Bauman y Lago Martnez, citados en Davidziuk, A. 1999)

    Este proceso habra dificultado, segn los autores, la conformacin de un nuevo espacio de participacin

    democrtica a partir de la utilizacin de las tecnologas de la info-comunicacin dificultando el desarrollo de

    una cultura impregnada de elementos vinculados al cyberespacio. Por su parte sobre este punto Ester Schiavo

    (Schiavo, 2000) ha sealado que las fantasas tecnolgicas conviven con un generalizado desconocimiento

  • 16

    de los lmites y potencialidades de estas herramientas, y tanto en la ciudadana como en las culturas

    institucionales an se carece del habitus que conducira a desarrollar modos adecuados de apropiacin para

    que estas tecnologas puedan ser una oportunidad concreta de cambio.

    Esta distancia entre lo que se produce como resultado de investigaciones en el campo, y los argumentos con

    los que se sostiene la introduccin de las llamadas TICs en el discurso oficial y an ms en el del

    establishment, seala los mrgenes de desigualdad que se hacen evidentes entre, por una parte, la creciente

    informatizacin de la sociedad y por otra las brechas sociales, culturales y geogrficas producto de la

    exclusin de la mayora de los ciudadanos.

    Dice Castells: Las nuevas tecnologas de la informacin conducen este torbellino global de acumulacin de

    la riqueza y difusin de la pobreza (Castells, 1999: 188). En esta lnea insiste en la necesidad de valorar la

    dinmica del informacionalismo en relacin a varios procesos de diferenciacin social que pertenecen a

    mbitos claramente delimitados: desigualdad, polarizacin, pobreza y miseria aparecen como consecuencias

    de las relaciones de distribucin/consumo en tanto la individualizacin del trabajo, sobreexplotacin de los

    trabajadores, exclusin social e integracin perversa constituyen las caractersticas de procesos vinculados

    con las relaciones de produccin. (Castells, 1999: 96) En estos trminos el informacionalismo aparece como

    una moneda falsa en cuyo anverso se declama progreso, igualdad, democracia. Del otro estn los agujeros

    negros, las zonas de vulnerabilidad social sobre las que se espera que trabaje en primer trmino una poltica

    de democratizacin de las telecomunicaciones.

    Los procesos de tecnologizacin segn Finquelievich, (2000: 13) no suceden inocentemente ni por azar, ni

    estn desprovistos de sentido, sino que, por el contrario, soportan y materializan un sistema de vida, una

    estructura socioeconmica (...) La tecnologa no es un ente aislado con fuerza propia, sino que se desarrolla en

    un marco social que la contiene y al que, a la vez, aquella contiene, en una interrelacin dialctica. Por estas

    razones, habra que comprender y analizar cules son aquellos aspectos, leyes, programas, formas de

    utilizacin y polticas a desarrollar para proveer a las redes caractersticas democratizantes y socializantes de

    la informacin, para que no funcionen meramente como elementos de poder sino tambin de contrapoder.

    Pero sabemos en el caso que nos ocupa que el Estado no introduce tecnologas de telecomunicaciones con el

    propsito de democratizar la convivencia de sus ciudadanos. El abaratamiento de tarifas, la venta masiva de

    computadoras o las cada vez ms extendidas conexiones a la red, en las que se sostiene esta falacia se explica

    sin dificultad por los acuerdos comerciales entre el Estado y las compaas telefnicas multinacionales. De

    ah la necesidad de hablar de la tecnologa en trminos polticos y no exclusivamente como una variable

    instrumental. Las telecomunicaciones constituyen un bastin que el Estado no debera ceder gentilmente a los

    mercados. En efecto, la actual conformacin espacio temporal en la que se inscriben nuestras sociedades hace

    que el desarrollo y el progreso, parezcan inescindibles de la tecnologa informacional. Y sin embargo el

    espacio de construccin colectiva sobre estas premisas ha sido menospreciado y dejado en manos de los

    capitales privados.

    Una conclusin es clara: si los cambios tecnolgicos tienden a modificar radicalmente el horizonte de la

    vida poltica, es lgico que sea a partir de la poltica desde donde se rastree el significado final de esas

  • 17

    innovaciones y desde donde se tomen las decisiones.(...) Sin embargo la realidad muestra otros datos que el

    mito diluye: son los actores sociales los que en su accin, seleccionan y otorgan valor de uso a la informacin.

    La relacin entre ambas informacin y accin- est en el centro de la actual encrucijada de Amrica Latina.

    (Mattelart y Schmucler , 1983: 131)

    1. Polticas de telecomunicaciones: mbitos de conformacin y dimensin cultural

    A continuacin, procuraremos delimitar los diferentes campos en los que confluye el anlisis de una poltica

    de telecomunicaciones. Hemos considerado al respecto que a los fines analticos es posible realizar una

    lectura de las medidas polticas que conforman el objeto de estudio de este trabajo, desde tres pticas: en

    primer lugar considerando que una poltica de telecomunicaciones es posible en el marco de una poltica

    tecnolgica ms amplia. O, por lo menos, en el contexto de una cambio tecnolgico planteado como

    problemtica econmica, social y cultural. Luego, adems considerndola en tanto poltica pblica de carcter

    social y, en tercer lugar, proponemos como hiptesis de este trabajo la lectura de una poltica de

    telecomunicaciones en tanto poltica de cultura en la certeza de que la innovacin tecnolgica no puede ser

    pensada por fuera de los desarrollos sociales y las bases culturales en las que se instalar como soporte de las

    prcticas pero, fundamentalmente como visin del mundo.

    1.a Polticas tecnolgicas y polticas de telecomunicaciones

    El campo de las polticas tecnolgicas, es vasto y sumamente heterogneo. Las decisiones y opciones polticas

    que determinarn los Estados comprenden por tanto un arco que incluye desde el desarrollo industrial, los

    trabajos en energa nuclear, la investigacin gentica o biotecnologa y la carrera armamentista hasta los

    riesgos ecolgicos, la formacin acadmica especializada o los desarrollos en telecomunicaciones, entre otros

    tantos. Este paneo es por lo menos el que se visualiza durante la ltima dcada en Amrica Latina y cinco a

    diez aos previos a esta fecha en los pases de desarrollo industrial avanzado.

    Hemos considerado en este sentido que no debera leerse la discusin sobre las innovaciones en

    telecomunicaciones fuera del campo ms abarcativo y problemtico de las polticas tecnolgicas, por que es

    en este marco en el cual los Estados definirn cursos de accin, determinaran mrgenes de incidencia

    aceptables para el sector empresarial e idearn los procesos de introduccin tecnolgica y su dinmica social.

    Para historizar la trayectoria y los ejes conceptuales de las polticas tecnolgicas en nuestro pas durante el

    perodo previo a la generalizacin de las telecomunicaciones, consideramos pertinente retomar la

    introduccin del trabajo de Jorge Sbato.

    La tecnologa que se proyecta en trminos de poltica en las primeras dcadas en las que desarrolla su

    investigacin (50-60) es la metalrgica y sus derivaciones en la energa atmica. En este perodo, pensar en

    Argentina como potencia nuclear, no suena descabellado. Para Sbato la industrializacin metalrgica y

    electromecnica no son imaginables sin un desarrollo previo de centrales nucleares. Y por lo tanto su lucha en

    aquellos aos ser precisamente la de la creacin de polticas tecnolgicas que promuevan el desarrollo

  • 18

    nuclear. El trabajo de Sbato asimismo procurar comprender la poltica tecnolgica en su interseccin con la

    poltica econmica. Esta mirada, que luego resultar en el conocido modelo triangular IGE8, refuerza la

    mirada de la escuela desarrollista cuyo principal postulado es como vimos, la creencia de que el desarrollo

    tecnolgico trae aparejado el econmico y el social o por lo menos que la tecnologa debe ser pensada

    indefectiblemente en su cruce con la economa. Esto a primera vista ocasiona un dislocamiento entre la

    tecnologa y otras variables estructurales no menos relevantes como la cultura y la educacin.

    En 1983 Sbato afirmaba: en mi trabajo he elegido, por claridad conceptual un punto de vista. Yo miro la

    tecnologa desde la estructura productiva, ya que es en ella donde el hecho tecnolgico transcurre como

    fenmeno. Para entenderlo es preciso renunciar al marco de la cultura Aunque confrontando con sus propias

    ideas afirmaba que como todo producto cultural, la tecnologa se caracteriza por un conjunto complejo de

    propiedades. Hay tres que tienen gran importancia: su dinamismo, su efecto multiplicador y su carcter

    social. (Sbato, citado en Ciapuscio, 1994: 29)

    Retomando la hiptesis de Ciapuscio, podramos decir que la meditacin personal de Sbato, sus

    experiencias permanentes como impulsor del programa nuclear y el trasiego de ideas que le habilit su

    frecuentacin del hemisferio norte, produjeron (...) el fundamento para la formacin del cuadro ideolgico

    que configur el pensamiento latinoamericano sobre desarrollo tecnolgico (Ciapuscio, 1994: 15)

    Si esto es as, encontramos entonces la simiente de un pensamiento de fuerte sesgo economicista, a nuestro

    juicio an vigente, a pesar de la reconocida caducidad de los modelos ciespalinos y ms all de los lmites

    para explicar la dominacin de la llamada teora de la dependencia9.

    Reparar en la conformacin del pensamiento desarrollado en Argentina sobre polticas tecnolgicas posibilita

    asimismo enmarcar los procesos y transformaciones que tendrn lugar en las sucesivas mutaciones que lo

    tecnolgico como ncleo de sentido, tendr a lo largo de las diferentes dcadas.

    Segn afirman Dini y Katz refirindose al desarrollo tecnolgico que tiene lugar en Amrica Latina, en la

    etapa de la estrategia sustitutiva, que va desde 1950 a 1980 el crecimiento industrial trajo consigo la

    consolidacin de una sofisticada cultura mecnica, qumica elctrica y permiti la acumulacin de un vasto

    arsenal de capacidades tecnolgicas (...) que sin duda constituyen instituciones y un capital social de enorme

    importancia en el desarrollo histrico de largo plazo de cada uno de los pases de la regin. En este perodo

    si bien se acorta la brecha relativa que separa a la regin de la frontera internacional, el proceso de

    modernizacin resulta ms inequitativamente distribuido en el interior de los diversos pases de la regin que

    en otras partes del mundo ( Dini y Katz 1998: 4)

    8 En el ao 1968 Natalio Botana y Jrge Sbato presentan el tringulo IGE (Infreastructura cientfico tcnica, Gobierno, Estructura productiva) donde cada uno de sus vrtices corresponde a cada uno de estos grupos y los lados a las interacciones mltiples. 9 Segn Manuel Castells la teora de la dependencia ha desempeado un papel decisivo en el estudio del desarrollo al transformar y diversificar un paradigma terico dominado hasta la dcada de 1960 por la teora de la modernizacin, basada en un planteamiento etnocntrico que sola resultar irrelevante para la realidad histrica en los pases en vas de desarrollo. Fernando Henrique Cardozo y Enzo Faletto (1969) fueron la fuente intelectual del planteamiento ms productivo y sensible del anlisis de la relacin entre dependencia y desarrollo. (199: 142)

  • 19

    Las repercusiones de esta polarizacin en la difusin de tecnologas se hace ms notoria en el rea de las

    polticas tecnolgicas de telecomunicaciones.

    En esta lnea y refirindose al paradigmtico caso chileno, los Autores Dini y Katz (1998: 19) explican la

    lgica privatista como un proceso de destruccin creativa en tanto la aplicacin de las medidas aperturistas

    y desregulatorias desconoce su impacto ltimo en una comunidad dada y ms an estos ejercicios distan de

    ser neutrales al interior de la sociedad. El supuesto en el que se asienta esta corriente consiste en pensar que

    el disciplinamiento por va del mercado eventualmente lleva a la maximizacin del bienestar comunitario.

    Los autores se preguntan acerca de los problemas en el trnsito a modelos de subsidio de demanda en el

    campo de la generacin, adaptacin y usos de conocimientos tecnolgicos, y sobre las nuevas cuestiones de

    comportamiento microeconmico que deben ser tenidas en cuenta con el propsito de guiar adecuadamente el

    diseo y la implementacin de nuevos instrumentos de poltica. Explican que durante la etapa de

    industrializacin sustitutiva, y respondiendo a lo que era la moda internacional en esta materia en el marco

    del Estado Benefactor, la generacin, adaptacin y difusin de conocimientos cientfico-tecnolgicos estuvo

    basada en los que aqu caracterizaremos como modelos de subsidio a la oferta metfora que implica que, en

    los hechos, era el Estado quien tomaba a su cargo tanto el financiamiento como la ejecucin de las tareas

    previamente mencionadas, y para ello creaba un conjunto de agencias y programas pblicos. A partir de los

    80 este modelo es sustituido por otro de subsidio a la demanda (Dini y Katz, 1998: 20)

    .

    En el caso que analizamos, encontramos una matriz hegemnica que funcionar confiriendo sentido y

    legitimando las acciones estatales a lo largo de la dcada del 90.

    Aunque sus races pueden rastrearse una dcada atrs, a partir del ao 1989, se produce en el pas una

    retraccin del Estado Benefactor (EB) que puede vincularse claramente con el pattern impulsado por la nueva

    ortodoxia anglosajona. Lo Vuolo afirma que en el caso argentino, se trata de un ejemplo extremo de

    desmantelamiento (dismantling) por cuanto uno de los Estados de Bienestar ms desarrollados de Amrica

    Latina, en plena vigencia de sus instituciones formales, se ve inmerso en un proceso de desmantelamiento en

    el que las polticas de retraccin son aplicadas por una coalicin de poder conducida por el mismo partido

    poltico y gran parte de las fuerzas polticas y sociales responsables del desarrollo del tradicional EB. (Lo

    Vuolo, 1998:191)

    Este movimiento tendr como correlato a nivel de polticas tecnolgicas un protagonismo acentuado de los

    mercados para lo cual el Estado procurar allanar el camino mediante disposiciones y regulaciones de neto

    corte privatista.

    Siguiendo a Rubn Lo Vuolo podemos afirmar que para la corriente neoconservadora, conocida como

    Consenso de Washington,

    que promueve las actuales transformaciones en las polticas pblicas y en los mercados latinoamericanos,

    Argentina est considerada como uno de los casos ms exitosos. Por el alcance y rapidez de los cambios.

    Algunos ejemplos bastan para ilustrar la profundidad y velocidad de los cambios sufridos por Argentina

    durante la dcada del 90:

  • 20

    - Privatizacin de prcticamente todas las empresas pblicas que prestaban servicios de uso econmico

    masivo (telfonos, gas, electricidad, agua, transporte, siderrgicos)

    - Promocin y apertura al libre movimiento de capitales

    - Reduccin abrupta de aranceles a la importacin y remocin de la mayora de las barreras no tarifarias

    (...)

    - Desde comienzos de 1991 impera una ley de convertibilidad entre la moneda local y el dlar, ligndose la

    oferta monetaria con una cobertura casi plena de las reservas del banco central (...)

    - Reprogramacin de la deuda externa en el contexto del plan Brady

    - Cambios profundos en la legislacin laboral, reduciendo la estabilidad en el puesto de trabajo. (Lo Vuolo,

    199: 189)

    Por lo tanto las innovaciones tecnolgicas que se realizarn a partir de la dcada del 90 responden antes que a

    diagnsticos certeros sobre las necesidades y demandas sociales a los requerimientos de los mercados,

    despojando de esta forma a las polticas pblicas en la materia de su dimensin constitutiva en trminos

    polticos, esto es como el espacio de las luchas y la pugna por los espacios de representacin.

    En este sentido Mario Albornoz advierte que las polticas pblicas en la materia tienden a perder de vista su

    condicin poltica para instalarse en el plano, presuntamente incuestionable, de medidas ajustadas a una

    racionalidad tcnica que excluye las opciones polticas ms elementales. En un marco de verdades cuyo

    sentido se procura establecer ms all de toda crtica, tales como la mundializacin y la competitividad, la

    cuestin central de la poltica cientfica y tecnolgica es definida como el despliegue de las capacidades de

    innovacin de la sociedad mediante la vinculacin de actores diversos (fundamentalmente, el gobierno, los

    individuos e instituciones cientficas o acadmicas, empresas) (Albornoz, 1998: 95 )

    1b. Polticas de telecomunicaciones en tanto polticas pblicas

    Las polticas de telecomunicaciones en tanto polticas pblicas se definen en trminos muy generales como

    el conjunto de acciones y omisiones que manifiestan una determinada modalidad de intervencin del Estado

    en relacin con una cuestin que concita la atencin, inters o movilizacin de otros sectores de la

    sociedad10. Esta perspectiva sin embargo presenta las intervenciones estatales desde la lgica del Estado

    fuerte desde el que son pensados e incluidos los diversos sectores sociales, sus problemas, necesidades y

    condiciones de posibilidad y donde la injerencia de los mercados es prcticamente nula o est altamente

    condicionada.

    En el caso que analizamos (Captulos 3 y 4) vemos sin embargo como el Estado Argentino produce su

    retirada del espacio de la intervencin directa en el campo de las telecomunicaciones, al tiempo que asume el

    rol normativo que posibilitar el desarrollo de las medidas de poltica pblica en funcin de las necesidades

    del establishment.

  • 21

    Un informe publicado en el ao 2002 por la organizacin Chasquinet11, seala que se encontr que en seis

    pases de la regin, durante la dcada del 90 hasta el momento actual, las normas jurdicas que regulan las

    telecomunicaciones haban sido modificadas para incorporar disposiciones que permitieran al Estado y a la

    sociedad incorporar las nuevas fuerzas tecnolgicas y modernizar la estructura empresarial que rige el sector.

    En la mayora de los casos observados, en el nivel conceptual se ha identificado la modernizacin con la

    privatizacin de los servicios de telecomunicaciones.

    Y agrega: se han desarrollado polticas pblicas que tienen como objetivo bsico alcanzar el acceso universal a

    las telecomunicaciones, Internet incluido y as en toda Amrica se observa cmo en aos recientes y

    en este momento varios gobiernos proponen agendas digitales a las sociedades12, que bsicamente

    buscan una actualizacin de la legislacin de telecomunicaciones con el objeto de que stas se

    extiendan a todo el territorio geogrfico del pas, a la vez que generan fondos financieros especficos y

    en algunos casos facilitan la instalacin de telecentros como una herramienta para poner las

    telecomunicaciones y especficamente la Internet al alcance de la poblacin. Juliana Martnez13

    explica estas acciones sealando:

    Las polticas pblicas tienen que ver con el acceso de las personas a bienes y servicios, los cuales

    cambian a lo largo del tiempo. Por lo general, stas tienen una justificacin, una razn, un para qu, al

    cual nos referimos como los principios que orientan y dan sentido a las polticas.

    En el caso de la Internet, tenemos al menos dos conjuntos de principios en disputa, uno

    correspondiente a la visin dominante de la Internet y otro correspondiente a lo que denominamos la

    visin alternativa.

    La visin dominante considera que el problema a resolver es la brecha digital. Una visin alternativa

    considera que el problema es, en realidad, la desigualdad social y econmica que, a su vez, produce la

    brecha digital. (Informe Chasquinet. 2002)

    Las polticas pblicas de telecomunicaciones son situadas en el seno de las discusiones acerca de la poltica

    social de un pas, donde la tecnologa informacional aparece como un deus ex machina, capaz de saldar

    brechas educativas, econmicas y culturales. A qu puede atribuirse este modo de argumentacin en las

    polticas pblicas? Creemos que fundamentalmente a la necesidad de encontrar justificaciones sociales a

    10 Oscar Ozslak y Guillermo ODonnell Estado y polticas estatales en Amrica Latina: hacia una estrategia de investigacin. Citado en Mario Albornoz. Repensando la Poltica Tecnolgica. CEDES 1981 11 BONILLA SORIA Pal Polticas, Legislacin y Nuevas Iniciativas de Acceso a las TICs en Mxico, Costa Rica, Cuba, Colombia, Brasil Uruguay y Argentina, APC, Montevideo, Noviembre 2001 12 Ecuador 2001, Costa Rica 2000, Chile 2000, Mxico 2000, entre otros 13 MARTINEZ Juliana, Visiones dominante y alternativa de la Internet Fundacin Acceso, Agosto 2000, http://www.acceso.or.cr/publica/telecom/REFL4-pppp.shtml

    Comentario [MJM1]: Varios gobiernos, no todos

  • 22

    decisiones que operan en otros mbitos, la justicia, la economa, el sistema normativo interno de un pas, y

    que nada tienen que ver con una voluntad de mejora social, ya que el contexto y las circunstancias en las que

    se inscriben no constituyen una posibilidad real para que esto ocurra.

    En 1983, Raymond Williams (1997: 161) adverta las nuevas tecnologas del cable y el satlite, debido a

    que pueden representarse como socialmente nuevas y por lo tanto como creadoras de una nueva situacin

    poltica, son esencialmente paranacionales. Pretextando razones tcnicas, se instar a las sociedades existentes

    a que suavicen o eliminen virtualmente todas sus facultades regulatorias internas. (...) Los verdaderos costos

    mientras tanto se pagarn en otra parte. (...) Los costos se pagarn en la magnitud del desempleo, en la

    medida en que las industrias nacionales sean dejadas de lado y se reduzcan, las consecuencias recaern en

    regiones marginales e improductivas.

    La hiptesis de Williams sostiene que entre las presunciones aparentemente opuestas del determinismo

    tecnolgico y el pesimismo cultural existe una alianza impa forjada en el seno la las transformaciones del

    capitalismo paranacional. Y por lo tanto el modo de apostrofar la tcnica en trminos de benvolo desarrollo o

    letal destruccin de la cultura, es en verdad una falsa disputa entre dos sectores preocupados por conservar sus

    antiguas prebendas. El problema mayor radica en que los representantes del llamado pesimismo cultural son

    por lo general las elites intelectuales encargadas de producir interpretaciones sobre las transformaciones que

    se producen en el orden social. Pero habida cuenta que los principales productores de teoras al respecto estn

    ms preocupados por conservar sus espacios minoritarios y selectos, el pensamiento sobre lo tecnolgico

    termina reducindose a una formulacin simplista sobre las ventajas o desventajas de la introduccin de los

    aparatos tecnolgicos. Esta visin instrumental solo dificulta la asuncin de una dimensin conflictiva y de

    incidencia marcada en las transformaciones culturales contemporneas.

    1c. Polticas de telecomunicaciones en tanto polticas culturales

    En este punto intentaremos delinear una posible interpretacin sobre las dimensiones cultural y poltica de las

    medidas que constituyen el objeto de este trabajo, a fin de superar los anlisis y clasificaciones que limitan el

    campo tecnolgico clausurando su sentido, y que solo se interesan por su carcter instrumental y sus

    dimensiones prescriptiva y operativa antes que por la complejidad del cruce entre el campo tecnolgico y el

    cultural.

    Pensar a las telecomunicaciones desde una perspectiva cultural, implica considerar que el componente

    tecnolgico es constitutivo de la sociedad actual. Esto es, que la sociedad es con esa matriz tecnolgica que

    la atraviesa, y que por lo tanto no puede ser pensada por fuera de ella. Reconocer este punto demanda al

    mismo tiempo generar una conciencia sobre los modos que adopta esta implicancia mutua, por cuanto las

    interpretaciones del fenmeno tecnolgico en la sociedad demandan una lectura que se sustenta en ese a priori

    ontolgico. Las discusiones posteriores versarn sobre determinismo tecnolgico o pesimismo cultural, sobre

  • 23

    tecnofilia o tecnofobia pero an en las antpodas cada uno de estos opuestos es pensado sobre la base de un

    supuesto en comn: a favor o en contra la sociedad contempornea no es pensable por fuera de la matriz

    tecnolgica.

    Este hecho se nos presenta como el primer condicionante acerca de la necesidad de reflexionar sobre los

    modos en que la tecnologa en tanto sistema de pensamiento pero adems como infraestructura, o como modo

    de apropiacin, implica una modificacin sustancial en las hiptesis de lectura del mundo recodificando

    saberes, alterando prcticas habituales e instaurando un espacio de legitimidad que prcticamente no se pone

    en discusin.

    Por otra parte y retomando el pensamiento de Nstor Garca Canclini, (1987) la cultura aparece como puesta

    en crisis de los parmetros legtimos de desarrollo de una sociedad. Canclini se interroga acerca de los valores

    valiosos considerados a la hora de producir polticas culturales en tanto nuevos regmenes de produccin de

    identidades

    La pregunta por los valores valiosos para una sociedad y para un Estado pueden leerse en relacin a un

    modelo de democratizacin cultural que consiste bsicamente en una operacin ideolgica mediante la cual

    se produce una apropiacin violenta de la creencia del otro. Se habla de cultura para el desarrollo sin poner en

    cuestin los propios conceptos. Una de las principales razones por las cuales los estados tienen polticas

    culturales es para la produccin de identidades colectivas. El nivel cero es el de la produccin de la identidad

    despus vienen los dems14.

    En trminos ideales una poltica cultural debera operar sobre este nivel cero, sobre el nivel donde los sujetos

    son construidos. La pregunta casi obvia en este punto es por lo tanto si una poltica de telecomunicaciones

    opera en los mismos planos de construccin de identidad que una poltica cultural y an ms que tipo de

    transposiciones hacen que la tecnologa de telecomunicaciones opere como base de legitimacin de la

    democratizacin de la cultura?

    En trminos de polticas culturales el debate que hoy se impone en la regin, no es otro que aquel que indaga

    acerca de los sentidos de lo poltico y lo cultural en la re definicin de una nueva cultura poltica de identidad

    latinoamericana, con espacio para la elaboracin de un proyecto colectivo y para la lucha por la apropiacin

    del sentido de nuestra historia y de nuestra identidad.

    Si, como afirma Landi, la definicin de lo que es y de lo que no es poltico en la sociedad de un momento

    dado, es producto de la hegemona entre los diferentes actores sociales y, si la opcin y la necesidad de lo

    poltico quedan representadas en diferentes momentos histricos de acuerdo con el caudal semitico que ha

    producido una determinada cultura poltica (Landi, 1988: 202) el replanteo sobre el estatuto cultural de una

    poltica de telecomunicaciones se torna por lo menos necesario.

    En el caso que analizamos, el discurso afirmativo que produce el Estado sumado a la improvisacin

    conceptual desde la que se trabaja en su formulacin, nos lleva a reflexionar sobre los sentidos que la

    14 Laura Maccioni. Ctedra de Polticas de Comunicacin y Cultura.. Escuela de Ciencias de la Informacin. UNC. 2002.

  • 24

    tecnologa adquiere en el discurso poltico, en trminos de lo que Ernesto Laclau (Laclau, 1996:69-86) define

    como significante vaco15. Realizando una transposicin analtica creemos que al hegemonizar el concepto

    de tecnologa atribuyndole caractersticas de transformacin prcticamente autnomas y disociadas del

    contexto histrico y social en el que se inscriben, el Estado llena un vaco y deposita al mismo tiempo las

    cargas de negatividad de sus faltas en un lugar en el que la tecnologa aparece como espacio de

    reconocimiento y transformacin social.

    Esta hiptesis nos permite asimismo comprender el acuerdo inicial con el que se reciben las medidas de

    poltica sobre telecomunicaciones que afectan a sectores vulnerables de la poblacin, generando lo que

    Navarro16 identifica como fenmeno de abstinencia racional dado que los damnificados carecen de

    capacidad de organizacin para hacer escuchar su reclamo y tampoco pueden salir del sistema-. La

    generalizacin y extensin de esta visin instrumentalista de la tecnologa afecta por lo tanto los discursos y

    las prcticas de los diferentes actores sociales y dificulta la aparicin de discursos y prcticas

    contrahegemnicas, por lo menos en las primeras etapas de las medidas analizadas.

    La formulacin de polticas de telecomunicaciones por tanto, se realiza con base en un aparato ideolgico

    unificado a lo largo de las diferentes geografas, y cuyo carcter hegemnico debe ser puesto en relacin y

    ledo en tanto ncleo de sentido comn.17

    Para ilustrar la falta de reflexin persistente sobre el tema basta con citar la perspicaz comparacin que

    establece Cecilia Magadn entre los argumentos esgrimidos a principios de siglo para justificar el desarrollo

    por la alfabetizacin masiva y los que se ensayan 50 aos ms tarde cuando se pretende justificar el desarrollo

    por la alfabetizacin digital. las campaas de alfabetizacin que llegaron a Amrica Latina de la mano de los organismos internacionales a partir de la segunda mitad del siglo XX, trajeron consigo polticas de la necesidad: entre esas necesidades , figuraba la de aprender a leer y a escribir como una de las principales vas para alcanzar el desarrollo y la modernizacin nacional. Brian Street (1984) observa como es posible explicar el fracaso de estas campaas si se tiene en cuenta que todas ellas estaban diseadas sobre la base de una concepcin autnoma de alfabetizacin: no importa dnde, la gente necesitaba aprender como decodificar letras y luego, con esta habilidad estaba lista (desarrollada) para progresar y conformar, en conjunto, naciones modernas. Una frmula universal para ser aplicada en n pases, en n regiones. Del mismo modo, en estos ltimos tiempos, (de alfabetizacin, las re(d) alfabetizaciones) se presentan imperantes para alcanzar el desarrollo. Y en el trillado debate sobre la brecha digital sobre la necesidad moderna de acceder a las tecnologas letradas, se refresca la discusin sobre como definir la alfabetizacin y los efectos de sus destinatarios: alfabetizar para ejercer un pensamiento crtico o alfabetizar para fabricar el sujeto que necesita el mercado?. (Cecilia Magadn. Pgina /12. 8-9-02. Radar libros. Pg. 8. Educ.ar al soberano)

    15 Segn Laclau, el vaciamiento de un significante de aquello que lo liga a un significado diferencial y particular es, segn vimos, lo que hace posible la emergencia de significantes vacos, como significantes de una falta, de una totalidad ausente. (...) Esta relacin por la que un contenido particular pasa a ser el significante de la plenitud comunitaria ausente, es exactamente lo que llamamos relacin hegemnica. (...) Hegemonizar algo significa, exactamente llenar ese vaco. Cualquier trmino que en un cierto contexto poltico pasa a ser el significante de la falta, desempea el mismo papel. La poltica es posible por que la imposibilidad constitutiva de la sociedad solo puede representarse a si misma a travs de la produccin de significantes vacos. 16 Navarro, M. 1995 Democracia y reformas estructurales. Explicaciones de la tolerancia popular al ajuste econmico. Vol. 35, Nro. 139. Buenos Aires, IDES. Citado en Lo Vuolo y Barbeito. La nueva oscuridad de la poltica social 17 Consideramos aqu la nocin de sentido comn enunciada por Gramsci que explica que en la base del sentido comn se encuentran las prcticas hegemonizadas de los sujetos pero tambin los espacios del buen sentido, que se manifiesta en tanto oposicin a los sentidos impuestos. Consideramos que esta categora es especialmente iluminadora como hiptesis de trabajo si se considera que en Amrica Latina el dominio discursivo constituye el principal conjunto de reglas con que la mayor parte de la sociedad, es decir las clases populares, construye prioritariamente sus interpretaciones del mundo. (Maccioni: 2002)

  • 25

    Estas concepciones cuya base es esencialmente determinista, olvidan que los cambios tecnolgicos y sociales

    deben arraigarse en los hbitos culturales por lo que la pretensin sobre la educacin por la tecnologa y ms

    an de la democracia por la tecnologa debe interrogarse en primer lugar por la tecnologa en tanto

    intervencin de carcter cultural por cuanto la toma de posicin frente a unas condiciones de mercado que

    pugnan por volver insignificantes unas realidades sociales urgentes, y por lo tanto en tanto espacio de lucha,

    constituye una definicin poltica de carcter cultural. (Garca Canclini, 1987)

    La cuestin central -como afirma Canclini (1987: 23)- pasa a ser como intervenir en las ramificadas formas

    de control sociocultural que est desplegando la revolucin comunicacional por la accin combinada de la

    microelectrnica y de la telecomunicacin. Porque si bien est claro que las tecnologas de la comunicacin

    y la informacin se instalan dentro de condiciones sociales y econmicas preexistentes, el problema consiste

    fundamentalmente en destrabar la inercia de la tecnologa en tanto modo de distribucin y preguntarse acerca

    de las formas correspondientes de produccin que trae aparejadas. (Williams, 1997: 169) En los primeros aos de cualquier tecnologa genuinamente novedosa, tiene especial importancia quitarse de la cabeza el determinismo tecnolgico habitual que casi inevitablemente llega con ella -El supuesto bsico sobre el que se asienta esta visin sostiene que una nueva tecnologa en primer lugar surge del estudio y la experimentacin, luego produce cambios en la sociedad o el sector en el cual ha surgido y finalmente logra una adaptacin generalizada, en tanto constituye el nuevo medio moderno-Sin embargo, virtualmente todos los estudios y experimentos tcnicos se emprenden dentro de relaciones sociales y formas culturales ya existentes, (...) Por otra parte , una invencin tcnica tiene como tal una significacin social comparativamente pequea. Solo adquiere importancia general cuando se decide invertir en ella con la meta de la produccin y se la desarrolla conscientemente para usos sociales particulares , es decir cuando deja de ser una invencin tcnica para transformarse en lo que propiamente puede llamarse tecnologa disponible. (Williams , 1997: 152)

    Durante el perodo analizado, en la Repblica Argentina, como en todos los pases llamados a sumarse a la

    Infraestructura Global de la Informacin, las polticas de telecomunicaciones se inscribirn bajo la forma

    paradigmtica de lo que Canclini denomina privatizacin neoconservadora. Por lo tanto a diferencia del

    modelo nacionalista y desarrollista que opera como marco institucional durante la ejecucin de las medidas de

    poltica relativas al desarrollo mediado por la alfabetizacin, en la doctrina neoconservadora la iniciativa

    privada compite con el Estado con el propsito de sustituirlo como agente constructor de hegemona Desde

    el punto de vista cultural el objetivo clave de las polticas monetaristas es fundar nuevas relaciones

    ideolgicas entre las clases y un nuevo consenso que ocupe el espacio dejado por los proyectos oligrquicos,

    populistas y socialistas de las dcadas anteriores. (Garca Canclini, 1987: 42) La perspectiva tecnolgica del

    paradigma se vincula a las doctrinas tecnocrticas o como mejor lo define Mattelart al paradigma

    tecnoinformacional.. Este paradigma se ha convertido en el pivote de un proyecto geopoltico cuya funcin

    es la de garantizar la reordenacin geoeconmica del planeta en torno a los valores de la democracia de

    mercado ( Mattelart, 2002: 135)

    Por lo tanto pensar las polticas tecnolgicas de telecomunicaciones debe consistir en un ejercicio de

    desmontaje de los paradigmas que han cristalizado este perodo histrico que se ha denominado sociedad de

    la informacin. Y ms an luego de aislar cada uno de los supuestos es preciso poner en cuestin el orden

  • 26

    social en el que cobran sentido, las condiciones de produccin y de exclusin que requieren, considerando

    como parte de una problemtica central que ciertos supuestos de estos paradigmas funcionan como horizonte

    de expectativas legtimo en el seno de las diferentes clases sociales (no solo de las clases populares) y no

    obstante a pesar de que han minado cierto espacio de resistencia y de actitud crtica desarrollado en pocas

    anteriores, transformando las utopas tecno-desarrollistas en un lugar consensuado y deseable.

    Considerando que en las ltimas dcadas hemos pasado de una poltica de tipo confrontacional a una poltica

    de consensos (Garretn, 1993: 227), no resulta demasiado novedoso afirmar que estamos en este tiempo en

    presencia de un consenso tecnolgico que condiciona los anlisis . Pareciera que antes de la falsa

    confrontacin entre determinismo tecnolgico y pesimismo cultural (Williams, 1984) deberamos pensar en la

    necesidad de desnaturalizar el campo tecnolgico, de ponerlo en cuestin.

    Preguntarnos por el sustrato tecnolgico que constituye la visin del mundo contemporneo implica un

    planteo sobre los imaginarios tecnolgicos y sobre la construccin de identidades colectivas que trasciende

    los lmites de este trabajo. Sin embargo no podemos dejar de considerar que el eje por el que deberan pasar

    las propuestas de construccin de polticas pblicas, no puede ser otro que el de la bsqueda conceptual y

    creativa conjunta de un proyecto en base a necesidades y prioridades sociales y culturales, no tecnolgicas

    sino en las que se integra la tecnologa. La falacia extendida y consensuada en los ltimos aos sobre la

    brecha digital, participa de la misma operacin ideolgica hegemnica a partir de la cual la tecnologa

    constituye un horizonte de igualdad y democratizacin dndose por sentada su autonoma productiva.

  • 27

    The Global Information Infrastructure will help educate our children and allow us to exchange ideas within a community and among nations. It will be a means by which families and

    friends will transcend the barriers of time and distance. It will make possible a global information marketplace,

    where consumers can buy or sell products. I ask you, the delegates to this conference, to set an ambitious agenda

    that will help all governments, in their own sovereign nations and in international cooperation, to build it

    Albert Gore. Buenos Aires. 1994

    Captulo 2 Antecedentes conceptuales del programa

    En este captulo exponemos las variaciones que se producen en el campo de las polticas pblicas de

    telecomunicaciones en la ltima dcada, a nivel mundial, basados en la hiptesis de que este movimiento ha

    condicionado las alternativas polticas en nuestro pas durante el perodo analizado.

    Tal como sostiene Mattelart (2002) la pregunta sobre la pertinencia del parmetro Estado-Nacin a la hora

    de pensar en el desarrollo tecnolgico se constituye como ncleo de sentido a partir de los aos setenta,

    dcada en la que numerosos pases industriales se apropian de la nocin de Sociedad de la Informacin. Este

    primer momento se caracteriza por la aplicacin del modelo poltico administrativo de introduccin de las

    tecnologas, lo que implica una fuerte normativizacin y regulacin estatal. En todas las latitudes y durante

    los aos 70 florecen las polticas de independencia nacional Precisamente en 1972 el informe Branching

    Out producido por el gobierno de Canad enuncia la necesidad de una democracia descentralizada como

    condicin de posibilidad de una poltica nacional de redes, afirmando que las comunicaciones deben

    emanar del pueblo, y ser establecidas por el pueblo para servir al pueblo (Mattelart, 2002: 109)

    El panorama empieza a modificarse promediando los 80. Simon Nora y Alain Minc, (1987: 5) difunden la

    idea acerca de que las nuevas tecnologas pueden resolver la crisis econmica y la del consenso poltico

    (...) la reflexin sobre la informtica y la sociedad refuerza la conviccin de que el equilibrio de las

    civilizaciones modernas reposa sobre una difcil alquimia: la dosificacin entre un ejercicio cada vez ms

    vigoroso, incluso si se debe acotar mejor, de las prerrogativas del Estado y una exuberancia creciente de la

    sociedad civil. En este sentido advierten que la informtica, para bien o para mal ser el ingrediente

    bsico de esa dosificacin (Mattelart, 2002: 111). Las observaciones son de un carcter tecnoflico y

    ensalzan el espritu del servicio pblico sugiriendo la creacin de un Gran Ministerio de Comunicaciones.

    En esta lnea pueden citarse asimismo las intervenciones del gobierno socialista francs a partir de sus

    consignas democratizar la informtica antes que informatizar la sociedad.

    Sin embargo a mediados de los 80 se empieza a conformar lo que ms adelante se consolidar en el modelo

    liberal competitivo, propulsado desde Estados Unidos y suscrito por Gran Bretaa, Blgica, pases

  • 28

    escandinavos y Japn, entre los ms destacados. El objetivo fundamental en esta etapa consiste en disminuir

    las reglamentaciones vinculadas al derecho de propiedad y las trabas arancelarias de manera tal de permitir el

    libre comercio electrnico en ciernes y lo que se conoci como free flow of information.

    Estas polticas encaradas por el Departamento de Estado norteamericano segn lo seala Mattelart se

    remontan con indudable coherencia a la presidencia Carter (1976-1980) perodo en el cual se suprime la

    Office of Telecommunications Policy18 y se la sustituye por una agencia situada bajo la autoridad de la

    Secretara de Comercio Segn afirma el autor la explicacin de este desplazamiento estaba vinculada al

    nuevo modo de regulacin propuesto para el sistema de comunicaciones lo que si bien implica terminar con

    el monopolio controlado de ATT atenta sin embargo contra la proteccin del inters pblico. El proceso

    anti-trust encabezado desde la presidencia Reagan concluye con el desmantelamiento de ATT en el 84, este

    hecho precipita la liberalizacin de las telecomunicaciones sobre un fondo de cambio tecnolgico

    (Mattelart, 2002: 120/1)

    La disputa por las condiciones de la desregulacin as como por sus consecuencias econmicas, polticas,

    sociales y culturales, si bien tiene carcter internacional solo incluye hasta este momento por una parte al eje

    que conforman Estados Unidos y sus aliados, y por otra, a la Unin Europea. El tercer y el cuarto mundo no

    son convidados en esta discusin que, como expondremos ms adelante afectar de manera crucial sus

    procesos econmicos, polticos y culturales. De hecho la preocupacin por la faz social del programa es

    soslayada sistemticamente en el discurso oficial norteamericano. Se rehusa discutir las implicancias

    sociales y culturales que involucra el desarrollo de una infraestructura global de informacin desde

    cualquier punto de vista que evidencie las desigualdades estructurales consolidadas que enfrentan los pases

    del llamado