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Juan Manuel Cáceres, comprometido con la revolución del 16 de julio, había logrado escapar evitando así ser ejecutado por Goyeneche. Era mestizo y escribano y conocía muy bien la zona norte. Él había estado en comunicación con Titicocha que se levantó en Oruro; este cacique junto con Carlos Colque y el cura Jiménez Manco Capac habían elaborado un programa revolucionario de 12 puntos, el cual consideraba la supresión del tributo indígena, de la mita y de los cacicazgos, así mismo proponía el reparto entre los naturales de las tierras pertenecientes a los españoles.Cáceres reunió un considerable contingente indígena con el que acompañó al ejército auxiliar en su marcha a Guaqui. Después de la derrota se replegó en Sicasica desde donde dirigía a los campesinos que obstaculizaban el paso de los realistas por la zona. Un grupo de sus partidarios bajó a La Paz donde se produjeron graves disturbios frenados por la llegada de Ribero quien venía de Cochabamba. La tregua duró poco, pues bajo el mando de Cáceres se levantaron los indígenas de Ayo-ayo, Calamarca y Sicasica, poniendo un cerco a la ciudad de La Paz, cerco que duró 45 días.En La Paz se esperaba la ayuda de Goyeneche que tenía que venir del Desaguadero; al fin llegó un contingente comandado por José de Santa Cruz y Villavicencio, padre de Andrés de Santa Cruz. Cáceres se replegó a Larecaja, intentando poco después un nuevo sitio a La Paz. La situación en el altiplano era tan difícil que las autoridades del virreinato peruano decidieron pedir ayuda al cacique de Chincheros (Cuzco) Mateo Pumacahua para que haga frente a las tropas de Cáceres. Pumacahua, que había ayudado a los realistas en contra de Túpac Amaru, se alió con el cacique Manuel Choquehuanca, también colaborador de los realistas, y entre ambos entraron en La Paz. La atemorizada ciudad que conocía la penuria de dos cercos tuvo que soportar saqueos y represalias.Cáceres no pudo llevar adelante su proyecto que incluía la reconstitución del incario y su figura se desvanece sin dejar rastro. El tambor mayor Vargas nos dice que todavía estaba activando la guerrilla de Sicasica en 1814- Nada más sabemos de él.En la década pasada los pueblos indígenas rompieron el silencio y se hicieron visibles con un proyecto político de gran alcance, basado en conceptos

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Juan Manuel Cáceres, comprometido con la revolución del 16 de julio, había logrado escapar evitando así ser ejecutado por Goyeneche. Era mestizo y escribano y conocía muy bien la zona norte. Él había estado en comunicación con Titicocha que se levantó en Oruro; este cacique junto con Carlos Colque y el cura Jiménez Manco Capac habían elaborado un programa revolucionario de 12 puntos, el cual consideraba la supresión del tributo indígena, de la mita y de los cacicazgos, así mismo proponía el reparto entre los naturales de las tierras pertenecientes a los españoles.Cáceres reunió un considerable contingente indígena con el que acompañó al ejército auxiliar en su marcha a Guaqui. Después de la derrota se replegó en Sicasica desde donde dirigía a los campesinos que obstaculizaban el paso de los realistas por la zona. Un grupo de sus partidarios bajó a La Paz donde se produjeron graves disturbios frenados por la llegada de Ribero quien venía de Cochabamba. La tregua duró poco, pues bajo el mando de Cáceres se levantaron los indígenas de Ayo-ayo, Calamarca y Sicasica, poniendo un cerco a la ciudad de La Paz, cerco que duró 45 días.En La Paz se esperaba la ayuda de Goyeneche que tenía que venir del Desaguadero; al fin llegó un contingente comandado por José de Santa Cruz y Villavicencio, padre de Andrés de Santa Cruz. Cáceres se replegó a Larecaja, intentando poco después un nuevo sitio a La Paz. La situación en el altiplano era tan difícil que las autoridades del virreinato peruano decidieron pedir ayuda al cacique de Chincheros (Cuzco) Mateo Pumacahua para que haga frente a las tropas de Cáceres. Pumacahua, que había ayudado a los realistas en contra de Túpac Amaru, se alió con el cacique Manuel Choquehuanca, también colaborador de los realistas, y entre ambos entraron en La Paz. La atemorizada ciudad que conocía la penuria de dos cercos tuvo que soportar saqueos y represalias.Cáceres no pudo llevar adelante su proyecto que incluía la reconstitución del incario y su figura se desvanece sin dejar rastro. El tambor mayor Vargas nos dice que todavía estaba activando la guerrilla de Sicasica en 1814- Nada más sabemos de él.En la década pasada los pueblos indígenas rompieron el silencio y se hicieron visibles con un proyecto político de gran alcance, basado en conceptos teóricos y categorías como nacionalidad, estado plurinacional, autonomía. Fue precisamente el levantamiento indígena del 90, recordado en Ecuador como el despertar del león dormido, el que posibilitó la toma de conciencia a la sociedad y al estado ecuatorianos nó solo de la existencia, vitalidad y fuerza de los pueblos indígenas, sino de las falencias de la democracia formal que los ignora y del estado uninacional que los excluye.La marcha de los pueblos indios de Pastaza, fue la oportunidad del reencuentro, de construir solidaridad y fraternidad. Estará por siempre en la memoria de todos la mañana de radiante sol quiteño en la cual centenares de mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos kichwas de la Amazonía, dignos y erguidos, luego de cientos de kilómetros de caminata, entraron en la capital bajo los vivas y aplausos de miles y miles de ecuatorianos no indígenas.El levantamiento indígena del noventa y cuatro convocado en oposición a la ley agraria neoliberal aprobada por el Congreso Nacional entre gallos y media noche, creó las condiciones para armonizar alianzas con el movimiento campesino y ampliar la lucha.La convocatoria a todo el pueblo ecuatoriano a la realización de la Asamblea Nacional Constituyente de los pueblos, claramente en oposición a la propuesta estatal de una reforma tibia, abrió espacios importantes a la participación de organizaciones campesinas, populares, barriales, juveniles, cristianas, de mujeres, de ecologistas, de activistas de derechos humanos, que en conjunto y bajo el liderazgo de la CONAIE durante tres meses de sesiones, formuló la primera Carta Política que podría dar paso al Ecuador Plurinacional.Durante los años subsiguientes el movimiento indígena se ha constituido en el interlocutor válido frente a la crisis y en el movimiento que con coherencia y fuerza enfrenta