12
[…] hoy por hoy, el mayor peligro para los seres humanos lo constituyen ellos mismos. NORBERT ELIAS D ifícilmente se puede comentar el tema de la vulnerabilidad social y los desastres sin riesgo de caer en posiciones catastrofistas, o cuando menos sin la propensión a tejer una visión fatalista de nuestra sociedad contemporánea, globalizada, heredera del pensamiento ilustrado, del racionalismo y, paradóji- camente, de un sentido de la seguridad que nos viene del ahora insostenible optimismo que despertara la ciencia moderna de Occidente como remedio al sufrimiento y como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene- ficiarias” de la vulnerabilidad acumulada a lo largo de los últimos trescientos años, periodo en el cual la naturale- za, emancipada de la voluntad de Dios, quedó a la entera disposición del hombre y de los intereses de la sociedad industrial. Por ello es difícil plantear en estas líneas, muy a pesar de las ciencias sociales, el más mínimo atisbo o señal de que la sociedad se encuentra en el camino ha- cia la reducción de la vulnerabilidad, no obstante la im- presionante acumulación de conocimientos científicos. Más allá de la desigual distribución de la vulnerabilidad (a unos les toca demasiada), lo cierto es que como es- pecie salimos perdiendo todos, lo cual muestra el fraca- so de cualquier idea en torno a una “conciencia global”, “conciencia planetaria”o algo que se le parezca. Estamos en un punto demasiado complejo tanto en la sistemati- zación y planteamiento del tema de la vulnerabilidad y los desastres como en la ventaja que estos últimos le lle- van a la sociedad. Para dar una idea más clara del tama- ño del problema sensibilicémonos un poco, tan sólo un poco, estableciendo desordenadamente algunas imáge- nes que a muchos lectores parecerán exageradas, apoca- lípticas e incluso paranoicas. Para empezar, es importante saber que nunca en toda la historia habían existido tantos seres humanos vivos al mismo tiempo, a grado tal que los cálculos más elabora- dos indican que los ahora vivos superamos la suma de todos los que han existido desde que el homo se volvió sapiens. La presión demográfica sobre recursos de toda COMENTARIO De la construcción social del riesgo a la manifestación del desastre Reflexiones en torno al imperio de la vulnerabilidad Juan Carlos Ruiz Guadalajara JUAN CARLOS RUIZ GUADALAJARA: El Colegio de San Luis, San Luis Potosí, México. [email protected] Desacatos, núm. 19, septiembre-diciembre 2005, pp. 99-110.

De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

[…] hoy por hoy, el mayor peligro para los

seres humanos lo constituyen ellos mismos.

NORBERT ELIAS

D ifícilmente se puede comentar el tema de lavulnerabilidad social y los desastres sin riesgode caer en posiciones catastrofistas, o cuando

menos sin la propensión a tejer una visión fatalista denuestra sociedad contemporánea, globalizada, herederadel pensamiento ilustrado, del racionalismo y, paradóji-camente, de un sentido de la seguridad que nos viene delahora insostenible optimismo que despertara la cienciamoderna de Occidente como remedio al sufrimiento ycomo llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto enperspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-ficiarias” de la vulnerabilidad acumulada a lo largo de losúltimos trescientos años, periodo en el cual la naturale-za, emancipada de la voluntad de Dios, quedó a la enteradisposición del hombre y de los intereses de la sociedadindustrial. Por ello es difícil plantear en estas líneas, muya pesar de las ciencias sociales, el más mínimo atisbo o

señal de que la sociedad se encuentra en el camino ha-cia la reducción de la vulnerabilidad, no obstante la im-presionante acumulación de conocimientos científicos.Más allá de la desigual distribución de la vulnerabilidad(a unos les toca demasiada), lo cierto es que como es-pecie salimos perdiendo todos, lo cual muestra el fraca-so de cualquier idea en torno a una “conciencia global”,“conciencia planetaria” o algo que se le parezca. Estamosen un punto demasiado complejo tanto en la sistemati-zación y planteamiento del tema de la vulnerabilidad ylos desastres como en la ventaja que estos últimos le lle-van a la sociedad. Para dar una idea más clara del tama-ño del problema sensibilicémonos un poco, tan sólo unpoco, estableciendo desordenadamente algunas imáge-nes que a muchos lectores parecerán exageradas, apoca-lípticas e incluso paranoicas.

Para empezar, es importante saber que nunca en todala historia habían existido tantos seres humanos vivos almismo tiempo, a grado tal que los cálculos más elabora-dos indican que los ahora vivos superamos la suma detodos los que han existido desde que el homo se volviósapiens. La presión demográfica sobre recursos de toda

COMENTARIO

De la construcción social del riesgo a la manifestación del desastre

Reflexiones en torno al imperio de la vulnerabilidad

Juan Carlos Ruiz Guadalajara

JUAN CARLOS RUIZ GUADALAJARA: El Colegio de San Luis, San Luis Potosí, Mé[email protected]

Desacatos, núm. 19, septiembre-diciembre 2005, pp. 99-110.

4

Page 2: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

índole en combinación con los modelos económicos im-puestos, ha propiciado en el último siglo alteraciones sinprecedente en la biodiversidad, lo que despierta la nece-sidad de dirigir la investigación científica y el desarrollotecnológico hacia el biocontrol. La misma presión huma-na sobre los recursos ha globalizado en las últimas déca-das los daños sobre el entorno y provocado el surgimien-to de nuevos procesos que requieren la intervención delhombre. Un caso concreto es la migración de especies ha-cia nuevos nichos en los cuales operan como depredado-ras. A las especies desplazadas se suma el cada vez mayormovimiento de grupos humanos debido al agotamientode recursos locales, a la nula rentabilidad de sus econo-mías, o bien por guerras y persecuciones, lo que generadinámicas migratorias complejas de las que derivan milesde muertes al año. Las grandes concentraciones de pobla-ción siguen sin responder a la lógica de la seguridad, conlo que aumenta el crecimiento de asentamientoshumanos en condiciones de alta vulnerabilidad frente amanifestaciones extremas del medio físico o de cara a laconflictividad social. La seguridad de los individuos y suacceso a la salud han dejado de ser, al menos en el deno-minado mundo occidental, derechos inalienables paraconvertirse en mercancías sujetas a las variaciones delmercado y, sobre todo, a la disponibilidad de recursoseconómicos: ni qué decir al respecto del continente afri-cano, expoliado y saqueado por el neocolonialismo euro-peo en unos cuantos siglos y ahora a la espera de migajasy caridades mediáticas para atenuar el hambre, la pobre-za y la epidemia de sida que matará a millones en los pró-ximos diez años.1 Los saldos del desarrollo industrial—basta para tener una idea con los del siglo XX que sin-tetiza la era del petróleo y la energía atómica, así como elcálculo de los efectos que tendrá el reciente crecimientoindustrial de naciones tan pobladas como China— sondel todo desalentadores en términos del calentamientoglobal y del cambio climático, realidades hasta ahora

minimizadas e incluso perversamente descalificadas porlos principales responsables de dicho proceso.2

Si bien es cierto que los grupos humanos premoder-nos, esto es, aquellos que existieron hasta antes del sigloXVI y XVII, siempre pusieron la técnica al servicio de lasobrevivencia, también lo es el hecho de que ésta pasópor el predominio de unos sobre otros; semejante pero-grullada no tendría relevancia si no fuera porque los ha-llazgos de la ciencia moderna, con un potencial destruc-tivo apenas imaginable, han sido utilizados más en contraque en pro del ser humano y su entorno. En una escalanunca antes vista, el desarrollo científico-tecnológico seha transformado en material de construcción de riesgosy en agente vulnerante de la sociedad y sus ecosistemas entodos los niveles, lo que ha trastocado el sentido originalde la ciencia como panacea de la humanidad. En la mismadirección, la mayoría de los avances de la investigacióncientífica del siglo XX, desarrollados principalmente des-de sociedades dominantes, se generaron o bien se perfec-cionaron por las necesidades de la guerra, provocandouna concentración tecnológica y una privatización de laracionalidad científica por parte del gran capital y de al-gunos Estados totalitarios (véase Colombo, 2004: 57).3

Nuestra sociedad de consumo, inventora de lo “no retor-nable” y de la cultura del desperdicio en casi todas las

Desacatos -

3

1 El continente africano es el segundo más grande del mundo y con-centra al menos 14% de la población mundial, esto es, entre 850 y 875millones de habitantes. El África subsahariana, llamada comúnmente“África negra”, además de padecer un proceso acelerado de defores-tación y desertificación, contaba hacia el año 2003 con aproximada-mente 27 millones de habitantes infectados con el VIH.

2 Al menos desde 1992, la postura de los gobiernos y lobbys financie-ros de las naciones desarrolladas ha sido negar sistemáticamente losargumentos e incluso la existencia de pruebas sobre el calentamientoglobal y el cambio climático. Todos los estudios al respecto han evi-denciado un aumento de 0.6 grados en la temperatura del planeta co-mo consecuencia de las emisiones de gases con efecto invernaderoderivadas de actividades humanas, variación suficiente para incidir encambios climáticos de consecuencias poco predecibles. Además del cre-cimiento industrial de China, las naciones en desarrollo incrementa-rán en los próximos veinticinco años su consumo energético en másde 50%, con predominio de combustibles fósiles. Según CondoleezzaRice, actual secretaria de Estado de Estados Unidos, el protocolo deKioto establecido en 1997 es muy dañino y negativo para la economíade dicho país y no es parte de su futuro. En la era Bush, las grandesempresas petroleras y la mega industria del vecino país, que alientanel consumo de hidrocarburos y la producción de gases con efecto in-vernadero, navegarán libremente en el mar de la impunidad ante lamirada de todos los habitantes de la denominada “aldea global”.3 A esta enajenación de la racionalidad científica Colombo la define co-mo neofeudalismo tecnológico: “consiste precisamente en la privatiza-ción de bloques enteros de actividad humana que se han desprendidode la estructura jurídica y organizativa del Estado moderno y de su eco-nomía y se han reorganizado de forma autónoma, dependiente de in-tereses nuevos”: intereses privados, por supuesto, no comunitarios.

Page 3: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

áreas de la producción, suma ya un incalculable impactoambiental ante la cotidiana acumulación de peligrososdeshechos industriales y la producción doméstica debasura inorgánica aparentemente inofensiva; lo paradóji-co del asunto es que en la actualidad la mayoría de losdeshechos inorgánicos de origen industrial llevan la de-nominación de reciclables.4

La capa de ozono está perforada, sin embargo, por tra-tarse de un hecho lejano en la percepción de la mayoríade los mortales, no existen visos de una comprensión quepermita revertir desde abajo el deterioro. Para colmode todos nuestros males, la mayoría de las sociedadescontemporáneas, principalmente en Occidente, ha desa-rrollado un modo de vida basado en prácticas absurdasde satisfacciones inmediatas que crean una sensación debienestar y seguridad, y anestesian la capacidad de los in-

dividuos para racionalizar su participación activa y pasi-va en la construcción de riesgos; se trata de algo similar alo que Mary Douglas definió como inmunidad subjetiva,esto es, la tendencia a ignorar los peligros cotidianos máscomunes o bien a restar importancia a los peligros de bajaprobabilidad de ocurrencia, con lo que el individuo cor-ta la percepción de riesgos altamente probables,“de ma-nera que su mundo inmediato parece más seguro de loque es en realidad, y como corta también su interés en losacontecimientos de baja probabilidad, los peligros dis-tantes también palidecen” (Douglas, 1996: 58). Debemosañadir, en síntesis, un etcétera de riesgos socialmente ges-tados que no alcanzamos a mantener bajo control, que in-crementan nuestra vulnerabilidad en todos los niveles y,por lo tanto, nos acercan a la manifestación del desastre.

A todos estos procesos de construcción social de ries-gos, la mayoría de reciente aparición en la historia de lahumanidad, se suman los ya tradicionales desastres, estoes, los provocados por la interacción entre un eventoextremo de índole natural o social (terremotos, inunda-ciones, maremotos, sequías, erupciones, ciclones, torna-dos, nuevas epidemias, hambre y, por supuesto, la pre-sencia interminable de la guerra) y un conjunto humano

- Desacatos

4

4 “[…] la sociedad de consumo al máximo nivel no produce objetosperfectos, sino aparatitos que se deterioran fácilmente […] y la civili-zación tecnológica va camino de convertirse en una sociedad de obje-tos usados e inservibles; mientras que, en el campo, presenciamos talasde bosques, abandono de los cultivos, contaminación del agua, de laatmósfera y de la vegetación, desaparición de especies animales, etcé-tera” (Eco, 2004: 22).

Inundaciones en la colonia Santa María Aztahuacan, ciudad de México, junio de 2004.

Alfr

edo

Dom

íngu

ez /

La

Jorn

ada

Page 4: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

en condiciones críticas y de riesgo preexistente, es decir,con una vulnerabilidad históricamente acumulada pro-ducto de la construcción social del riesgo en sus múlti-ples dinámicas.5 Muchas de aquellas manifestaciones ha-cen referencia a lo que el grueso de la población conoceo identifica como “desastres naturales”, noción reciente-mente cuestionada por la antropología y la sociología delos desastres y en muchos casos sometida a un desgastesemántico y a un criterio de novedad que ha generado,desde mi punto de vista, más confusión que explicacio-nes. De hecho, la teoría social bien puede presumir decontar hoy en día con un amplio catálogo de estudios yreflexiones en torno al riesgo y al desastre, sin embargo,aún se encuentra lejos de incidir en la reducción de lavulnerabilidad social. Se trata de un problema complejoque afecta la comprensión de los desastres desde unaperspectiva social, y que ha llevado a los estudiosos a re-visar la noción del riesgo desde diferentes ángulos. Entérminos generales, las investigaciones han logrado esta-blecer, a manera de convención, que la principal causade los desastres, entendidos como procesos y no comoeventos disruptivos, se encuentra en la sociedad, en susprácticas y representaciones, esto es, en la construcciónsocial de riesgos y en las condiciones de vulnerabilidadhistóricamente acumuladas. Así, el riesgo construido so-cialmente y el aumento de la vulnerabilidad deben serentendidos como desastres en potencia o en vías de rea-lización, los cuales se manifiestan plenamente por efec-to de eventos extremos o por el arribo de la sociedad asituaciones de daño generalizado a la vida de sus inte-grantes. Desde esta perspectiva diacrónica los desastresconstituyen dinámicas inherentes al proceso de transfor-mación y crecimiento de la sociedad, es decir, formanparte de cualquier proceso histórico, característica que loshace sumamente complejos (véase Lavell, 2000: 15-16).

La comprensión de los desastres y la elaboración de

nuevas categorías de explicación de los riesgos tambiénha sido un proceso largo no exento de problemas en lateoría social. El caso más ilustrativo lo tenemos en lastensiones que, de cara a las interpretaciones fisicalistas,ha provocado la conceptualización de los desastres co-mo procesos eminentemente sociales y el replanteamien-to de la noción de naturaleza con su desplazamientohacia un plano prácticamente secundario en la determi-nación de las causas. Otra zona de discusión se ha dadoen el campo de la interdisciplina y en la crítica a las ideasy escalas dominantes en torno a los desastres, general-mente construidas desde los espacios de poder. Los ca-minos hasta ahora recorridos por los investigadores hansido diversos y en ocasiones tortuosos, principalmenteen la consolidación de un campo de estudio nuevo paramuchas disciplinas sociales, como la historia, la antropo-logía y la sociología, y frente a la necesidad de lograr de-finiciones claras y conceptos viables que ayuden a com-prender cada uno de los elementos que intervienen en laconformación de un desastre.

En muchos sentidos, los estudios desarrollados en lasúltimas tres décadas desde las ciencias del hombre sobrela vulnerabilidad social, los riesgos y los desastres han en-contrado, no sin sorpresa, que varias de sus preocupacio-nes habían sido ya motivo de reflexión en ámbitos tanolvidados como la filosofía y la literatura desde el sigloXVIII. Bástenos como muestra el ejemplo señalado porVirginia García Acosta en este número sobre la nociónde los riesgos socialmente construidos presente, de formaimplícita, en el intercambio de ideas entre Voltaire y Rou-sseau con motivo del paradigmático terremoto de 1755 ysu impacto en Lisboa. En otros casos no es menester irtan lejos en el tiempo. Por ejemplo, para algo que ahoraresulta común en nuestro ámbito de estudio en cuanto atrascender y descontinuar la idea del desastre naturalpara dar paso al concepto del desastre como proceso so-cial, hubieron de pasar muchas décadas y, sobre todo,mucho intercambio y diálogo con las humanidades, prin-cipalmente con la historia de las ideas y la filosofía de laciencia. Gracias a ello se ha logrado reconstruir la trayec-toria histórica de la idea de la “Madre Naturaleza”, inicia-da con claridad en el siglo XVIII, hasta la actual desmitifi-cación de dicha entidad intelectual, sin olvidar las nuevas

Desacatos -

3

5 De acuerdo con García Acosta, “los desastres son procesos resultan-tes de condiciones críticas preexistentes en las cuales la vulnerabilidadacumulada y la construcción social del riesgo ocupan lugares deter-minantes en su asociación con una determinada amenaza natural”(García Acosta, 2004: 129). En torno al concepto “construcción socialdel riesgo” véase la colaboración de la misma autora en este númerode Desacatos.

Page 5: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

tendencias ecologistas y New Age que pretenden darle unsentido novedoso.6

En la década de 1980 el asunto de la naturaleza mere-ció el interés de diversos pensadores y teóricos sociales.Podemos citar como muestra a Norbert Elias, quien ensu Humana conditio, publicada en 1985 en su versióninglesa, afirmó que la naturaleza de la cual surgimos co-mo especie carece totalmente de sentimientos: “No esbuena ni mala para el hombre; es un suceso ciego, sin sen-tidos ni rumbo, cuya fuerza y, por consiguiente, su poderson abrumadores en comparación con el poder de lahumanidad. Su curso transcurre en una indiferenciatotal hacia la humanidad y el individuo” (Elias, 2002: 16).O bien el estudio de Ignasi Terradas, quien tras analizarel pensamiento en torno al mal social desde el siglo XVII

hasta el XIX, estableció el desarrollo e impacto de las nue-vas posturas filosóficas del mundo occidental en la cons-trucción de una naturaleza independiente en sus mani-festaciones de los comportamientos sociales, con lo cualse vislumbró desde el siglo XVIII un campo de interpre-taciones nuevo, profundamente relacionado con lastransformaciones científicas y tecnológicas, que ya en elsiglo XIX dieron paso a la imagen liberal y emancipado-ra del hombre como controlador de las desgracias con-sideradas en aquella época de origen extrasocial (Terra-das, 1988: 193-194). La revisión ha tocado incluso lasnociones contemporáneas que hasta hace algunos añosprevalecían como ideas dominantes en torno al origende los desastres, y que los atribuían a las manifestacionesincontrolables y repentinas de la naturaleza, con lo quejustificaban los criterios de intervención gubernamentalen los deficientes programas de gestión de riesgos en di-versas naciones en desarrollo.

En este ámbito las aportaciones de Kenneth Hewittmarcaron el rumbo hacia el cuestionamiento de las vi-siones que desde el poder se manejan frente a los desas-tres y que en el fondo tienen como resultado el creci-miento de sectores vulnerables en la sociedad en lugarde la mitigación de riesgos (Hewitt, 1983: 2-32). Mas notodas las discusiones, si bien necesarias, han aportadoclaridad al tema. Por ejemplo, Romero y Maskrey desa-rrollaron en 1993 una visión fisicalista en torno a los de-sastres para demostrar, desde su perspectiva, que éstosno son naturales y que habíamos establecido una nociónerrónea y perniciosa en torno a la actuación maléfica dela naturaleza atribuyéndole propiedades punitivas. Conello habíamos sustituido la vieja idea del desastre comocastigo de Dios por la idea de una naturaleza cruel, a locual se agregaba el uso incorrecto de “desastre natural”como sinónimo de “fenómeno natural”.7 Hasta aquí es-tamos de acuerdo. Sin embargo, los autores hicieron én-fasis en la responsabilidad que tienen los hombres en laproducción de los desastres, “sabiendo que los fenóme-nos naturales ningún daño causarían si hubiéramos si-do capaces de entender cómo funciona la naturaleza y decrear nuestro hábitat acorde con este conocimiento” (Ro-mero y Maskrey, 1993: 5). Esta afirmación tan despro-porcionada y ajena por completo a toda explicación so-bre los procesos adaptativos que han caracterizado eldesarrollo de los grupos humanos, nos induce a imagi-nar a Dios creando en primer lugar a los ingenieros paradespués dar lugar al Universo.

En otros frentes académicos, tales como la sociologíaalemana, se han estructurado interpretaciones generalesde la sociedad contemporánea basadas en la formula-ción de categorías y conceptos que establecen como nues-tra principal característica social el riesgo globalizado.Es el caso de Ulrich Beck, quien tras explorar las diferen-

- Desacatos

4

6 En su disertación sobre la agonía del mesianismo en Occidente, Fer-nando Escalante anota: “A fuerza de distanciarnos, hemos conseguidover en la naturaleza un mecanismo efectivamente ciego e indiferentehacia las necesidades y los deseos humanos. Es la visión ‘científica’, hoydominante. Pero necesitamos, a cambio, suponer que está rigurosa-mente ordenada y sigue leyes inalterables, es decir, una naturaleza don-de no cabe el capricho de los dioses ni, por tanto, la tragedia. Pero haymás: mediante la retórica del ‘ecologismo’ hemos recuperado la relaciónemotiva con la ‘madre’ naturaleza; sucede tan sólo que hemos crecidoy nos toca ahora cuidar de ella. Es indudable que gran parte de la des-trucción de especies y ambientes naturales es obra del hombre, pero lanaturaleza es también indiferente frente a eso” (Escalante, 2000: 86).

7 En los días que siguieron al terremoto del 19 de septiembre de 1985en la ciudad de México fue interesante corroborar la coexistencia dediversas explicaciones sobre el desastre basadas en posturas y univer-sos morales muy disímbolos. Por ejemplo, en diversas mujeres mayo-res de 50 años y dedicadas al hogar predominó la idea mesiánica delsufrimiento cristiano alimentada por la noción del castigo a las culpas yvicios de la sociedad; en contraste, un joven veterinario estableció unateoría basada en el convencimiento de que la naturaleza utilizaba losterremotos para purgar los excedentes de población.

Page 6: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

cias entre las sociedades tradicionales y las sociedadesindustriales, tanto la clásica como la que ha denomi-nado “sociedad del riesgo global”, ha llegado a la con-clusión de que en esta última las industrias planean sufuturo más allá de los límites de la seguridad de los indi-viduos y del control de los riesgos. Beck afirma que delas sociedades industriales clásicas se derivaron medidasde regulación de riesgos para los individuos, basadasprincipalmente en predecir, al menos hipotéticamente,las consecuencias de la producción industrial; sin em-bargo, en la sociedad del riesgo global, caracterizada porla irrupción de la industria atómica, química y, más re-cientemente, la genética, los esquemas de seguridad sehan rescindido no sólo por la incertidumbre que pro-ducen las condiciones en las que se toman las grandesdecisiones, sino por el impacto que a nivel de las per-sonas y su modo de vida tiene la disgregación social quegenera la individualización institucionalizada. De ello sedesprenden conceptos tales como la “biografía del ries-go” y la “biografía del peligro”, que buscan explicar las for-

mas que ha tomado el riesgo en lo que Beck denominala segunda modernidad.8

En otra dirección, Niklas Luhmann exploró el desarro-llo histórico del concepto del riesgo, fijando su atenciónen los mecanismos culturales que utilizaron diversas civi-lizaciones para tener acceso a niveles de seguridad basa-dos en sistemas de creencias y percepciones. En Luhmann,al igual que en otros autores como Jean Delumeau, encon-tramos aportaciones relevantes en cuanto a comprender

Desacatos -

3Desbordamiento del río Escondido, Piedras Negras, Coahuila, abril de 2004.

8 Beck plantea la teoría de la “modernidad reflexiva” basada en dosgrandes zonas de explicación: por un lado, la tesis medioambientalque sintetiza en la teoría del riesgo o de la sociedad del riesgo global;por el otro, la teoría de la individualización institucionalizada. Ambasintentan explicar el impacto de la era posindustrial en el sentido de laseguridad y la transformación de la sociedad por las respuestas y alter-nativas que tienen los individuos ante la incertidumbre y los riesgos.Con ello el autor distingue dos espacios de percepción de riesgos: labiografía del riesgo referida a las situaciones de incertidumbre biográ-fica de los individuos y que aún parecen abiertas al cálculo y al control,y la biografía del peligro que sintetiza las condiciones de incertidum-bre generalizada y de inseguridad que escapan a cualquier medición(véase Beck, 1996; Beck y Beck-Gernsheim, 2003: 108-109).

Car

los

Ram

os M

amah

ua

/ La

Jor

nada

Page 7: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

la historicidad de la cultura y, por lo tanto, de las concep-ciones sobre la vulnerabilidad, el riesgo, el peligro y lascalamidades (Luhmann, 1996: 130-135; Delumeau, 1996:17-35). Así, la vigencia y caducidad de los conceptos, in-cluso de los términos que los representan, permiten ex-plicar los diferentes sentidos, rostros e imágenes que hantenido la vulnerabilidad y sus elementos asociados endiferentes tiempos y espacios de reproducción cultural.

Como se puede apreciar, las mil y una veredas hastaahora recorridas por los estudiosos del riesgo y del de-sastre en las últimas décadas nos indican un aumentosin precedentes en la preocupación por dichos temas des-de la teoría social. La lista de autores y aportaciones esmuy nutrida. De ello hemos tan sólo dado una pequeñamuestra, pues en diversas regiones las investigaciones ylas posturas se multiplican principalmente en función dedinámicas y problemas específicos. Por ejemplo, frente alas preocupaciones de académicos europeos sobre losriesgos globales de la sociedad industrializada y el pro-blema de la sustentabilidad, encontramos las de la “de-sastrología” desarrollada principalmente desde la inter-disciplina en el ámbito latinoamericano, la cual ha dadoprioridad a los desastres originados por el impacto deamenazas de origen natural sobre conjuntos sociales su-mamente vulnerables. Contamos al respecto con esplén-didos estudios de caso, que han permitido avances en lasistematización de conocimientos y en la formulaciónde conceptos para avanzar en el entendimiento de losmecanismos de construcción social del riesgo y del de-sastre como proceso (véase Lavell, 2000: 7-45).

De toda la variedad y complejidad de los estudios dis-ponibles y de los problemas por abordar, se desprende lanecesidad de construir una especie de teoría unificado-ra o, al menos, un espacio de convergencia que nos per-mita identificar, a manera de gran síntesis, las dinámicasdel desastre más allá de sus agentes catalizadores. Tal veznos encontramos en el camino, sin embargo, desde miparticular perspectiva estamos lejos de poder lograrlo,sobre todo por las divergencias y aparente caos que enprimera instancia nos produce la presencia del riesgo entantos espacios de la sociedad. La misma impresión setiene cuando intentamos analizar los desastres conven-cidos de que son todos producto de la construcción social

de riesgos. En el caso de los riesgos tecnológicos, comosucedió en Chernobyl, el asunto es más que claro; en laaparición de grandes tornados en las planicies estadou-nidenses producto de la expansión de tierras de labranzatambién es clara la construcción del riesgo y la fuentesocionatural de estos fenómenos recurrentes. En otroscasos los esquemas ya no checan.

Y no es para menos: el pasado diciembre un tsunamidel tamaño del océano Índico acabó con poco más de300 000 personas, desde el sureste asiático hasta las cos-tas orientales del continente africano. La combinaciónde las dimensiones gigantescas del acontecimiento conla mediatización electrónica ha permitido a millones depersonas enterarse de la existencia de tales manifestacio-nes extremas del medio geofísico y del peligro que re-presentan; antes de eso, la mayoría de los comunes mor-tales de diferentes regiones del planeta desconocían elpotencial destructivo de los maremotos y tal vez confun-dían la palabra tsunami con una marca de automóviles.¿Cómo analizar este desastre, cómo abordarlo desde laconstrucción social del riesgo, cuándo comenzó a gestar-se como proceso social? ¿Basta con decir que a lo largode su existencia algunos pueblos costeros del sudeste asiá-tico se inmunizaron subjetivamente ante la remotísimaposibilidad de que un maremoto arrasara con ellos?¿Basta con determinar que muchos desarrollos urbanosrecientes no consideraron con suficiente seriedad la exis-tencia de los maremotos? Lo cierto es que han existidoen la historia desastres paradigmáticos por el tipo de sa-cudida que representan para el pensamiento. De nuevoel ejemplo más ilustrativo lo tenemos en la destrucción deLisboa en 1755. En el caso del tsunami de 2004, es muyprobable que sus características obliguen a profundizary, en algunos aspectos, a replantear el problema de la re-lación naturaleza-sociedad, principalmente en lo que serefiere a uno de los puntos medulares de la existencia hu-mana, su vulnerabilidad, la cual constituye el único es-pacio de realidades objetivas y sentidos que compartentodos los desastres y la construcción social de los riesgos.

En estricto sentido, es decir, semánticamente, la vulne-rabilidad refiere o define la cualidad de vulnerable, estoes, la cualidad de ser vulnerado, de recibir daño, de serherido. Dicha cualidad es inherente a la condición huma-

- Desacatos

4

Page 8: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

na, forma parte de su ser y existencia. Cualquier revisióndel proceso de formación de la sociedad en sus diversasformas organizativas y en sus expresiones de vida mate-rial muestra el uso que hizo el hombre de todos los re-cursos disponibles para reducir la vulnerabilidad y ge-nerar condiciones seguras de reproducción en todos lossentidos. En su misma condición animal y biológica (as-pectos convertidos en cuestiones heréticas para muchosteóricos sociales) no existe mamífero más vulnerable queel humano. Podríamos incluso plantear que los remotosy los recientes procesos de adaptación humana han esta-do marcados por la necesidad de revertir la vulnerabili-dad frente al medio, al menos en un grado que permitala sobrevivencia: a ello responde la domesticación de in-finidad de procesos naturales que, por efecto de los des-cubrimientos químico-biológicos, nos han convertidoen los domesticadores de una naturaleza que en muchosde sus ámbitos requiere de la ineludible intervención delhombre para mantener sus ahora precarios equilibrios.9

Sin embargo, la vulnerabilidad en cuanto condición la-tente es una cualidad dinámica, sumamente versátil enfunción de los elementos con los que puede interactuarla sociedad y los individuos para actualizar una amenazapotencial y convertirla en daño. Somos vulnerables, portanto, a una infinidad de procesos ambientales y socialesque se tornan peligrosos para el hombre y de los cuales ge-neralmente sólo adquirimos conciencia en el momentoen que se produce el daño. Todo depende de lo que hagael hombre para construir riesgos, potencializar amenazas

y aumentar a través del tiempo la vulnerabilidad. Los in-tentos por comprender el estatuto de vulnerabilidad y susmecanismos de crecimiento como factores dominan-tes en la realización de un desastre han sido importantesaunque insuficientes. En 1989 Gustavo Wilches-Chauxexploró al menos once diferentes formas de vulnerabili-dad, las cuales abarcan un espectro tan extenso de la rea-lidad que, en definitiva, casi todo lo que nos conforma yrodea es fuente de vulnerabilidad.10 Por su parte, en 1992Jesús Manuel Macías abordó el significado de la vulne-rabilidad frente a los desastres mediante una revisiónsemántica del término y la caracterización de un tipo es-pecífico de vulnerabilidad, la social, entendida como unhecho condicionado por el desarrollo de las relacionessociales: “en términos sociales, la vulnerabilidad tienecorrespondencia con relaciones sociales generadoras deesa condición”. De acuerdo con este autor, la vulnerabi-lidad parece ser el locus communis en los estudios sobredesastres, siendo equiparable a la “‘inseguridad’, debili-dad, exposición desventajosa, etcétera, frente a un peli-gro”. En su relación con los desastres, y como condiciónderivada de las relaciones sociales, la vulnerabilidad so-cial queda caracterizada por un entramado de interaccio-nes múltiples en el seno de un conjunto social que, alestablecer relaciones de dominio y desigualdad, distribu-ye la vulnerabilidad a partir de una lógica muy particu-lar cuyo primer plano está formado, generalmente, por lacontraposición entre pobreza y riqueza, esto es, por con-diciones de vulnerabilidad socioeconómica (Macías,1992: 3-7).11

Desacatos -

3

9 Al referirse al proceso de domesticación de la naturaleza por parte delhombre, Norbert Elias señaló que “el ser humano ha trabajado desdehace muchos milenios con objetivos a corto plazo, llevado por la in-quietud ante las inclemencias de la naturaleza, en la domesticación desus salvajes y peligrosas características. Taló los bosques primitivos paratransformarlos en campos y jardines. Consiguió exterminar en algunasregiones a lobos, gatos salvajes y serpientes venenosas, todo lo que erapeligroso para él. Ahora puede colonizar estas regiones en paz y sin pe-ligros y encontrar bella a la naturaleza dominada y pacificada por él. Lasfieras están entre las rejas en los zoológicos. En la actualidad sólo el pro-pio ser humano, en su papel de automovilista, por ejemplo, puede cons-tituir un peligro para sí mismo”(Elias, 2002: 18-19) Esta argumentaciónque rescata el papel benéfico del dominio humano sobre los peligrosdel medio natural resulta insuficiente ante la evidencia de alteracionesque ahora mismo escapan al control y comprensión del hombre, preci-samente porque responden a objetivos de corto plazo. Sería insensatono reconocer la posibilidad de que el hábitat humano se encuentreahora mismo en una situación de daño generalizado irreversible.

10 La vulnerabilidad puede ser natural, física, económica, social, polí-tica, técnica, ideológica, educativa, ecológica, institucional y cultural(Wilches-Chaux, 1989: 20-41).11 La relación predominante entre el nivel de desarrollo, la vulnerabili-dad y los desastres por fenómenos extremos del medio es ya una con-vención incluso adoptada por la Unidad de Reducción de Desastres dela Organización de las Naciones Unidas: 98% de las muertes resultan-tes por desastres de impacto súbito o de otras catástrofes generadas pormanifestaciones extremas del medio se han originado en países conaltos niveles de pobreza. No obstante, el avance de la pobreza a nivelmundial se mantiene como un proceso consistente en nuestros días,con mayor incidencia en el hemisferio sur y fortalecido por el modeloeconómico predominante y por la imposición de “políticas” paradóji-camente denominadas de “desarrollo”. Lo anterior no implica una re-ducción de la vulnerabilidad en países desarrollados, creadores de nue-vos escenarios de vulnerabilidad a partir de la construcción social deriesgos y nuevas amenazas.

Page 9: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

En otro acercamiento al concepto, Lavell estableció quela vulnerabilidad social en sus múltiples facetas es el fac-tor dominante en la condición del desastre, y la definecomo la propensión de la sociedad o de un subconjun-to de ésta a sufrir daños “debido a sus propias caracte-rísticas particulares”. Para este autor, la referencia a lavulnerabilidad como factor causal de los desastres es casiobligatoria, “aún cuando muchos solamente la mencio-nan sin mayor profundización en su significado y com-plejidad”; y añade que la relación entre amenazas y vul-nerabilidad es dialéctica y dinámica, sujeta a cambios yvariaciones debidos a la dinámica de la naturaleza y dela sociedad. Con esto último abundó sobre el problemamedular de la relación entre sociedad y naturaleza, argu-mentando que a las amenazas comunes del medio físicose integran nuevas amenazas socialmente creadas, pro-ducto de una intervención negativa del hombre sobre suentorno, elemento que le permite definir un tipo de vul-nerabilidad basada en amenazas socionaturales, es decir,

aquellas amenazas que toman la forma y se construyensobre elementos de la naturaleza, y cuya concreción esproducto de la intervención humana en los ecosistemas(Lavell, 2000: 18-20). Bien podríamos abundar en la ti-pología de la vulnerabilidad mediante la identificaciónde las innumerables amenazas que hemos añadido a lasya de por sí abundantes en el entorno. De hecho, investi-gaciones recientes han mostrado que en el presente lavulnerabilidad de un buen número de poblaciones ha au-mentado gracias a la creación de nuevas amenazas yriesgos socialmente construidos, lo cual se correspondecon el crecimiento incontrolable de procesos desastro-sos que verán su clímax en los años por venir.

Paradójicamente, y como lo hemos sostenido desde elprincipio de estas reflexiones, buena parte de las nuevasamenazas son producto del desarrollo tecnológico y depolíticas también denominadas de desarrollo diseñadasdesde el poder bajo criterios de costo-beneficio y queignoran lo que podríamos denominar el paradigma de

- Desacatos

4 Terremoto de 1985, ciudad de México.

Arc

hivo

foto

gráf

ico

/ La

Jor

nada

Page 10: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

la vulnerabilidad social. En el fondo del problema vuel-ven a reflejarse los dilemas de la relación entre la sociedady su medio. Como afirma Oliver-Smith, los desastres nopueden ser definidos exclusivamente en términos de laciencia natural o de la ciencia social. Lo importante paraeste autor, y en ello coincido del todo, es estudiar y en-tender las implicaciones de la construcción cultural delas relaciones naturaleza-sociedad para la reproduccióny aumento de las condiciones de vulnerabilidad y, por lotanto, para la ocurrencia de los desastres (Oliver-Smith,2002: 29-43). En ello la antropología simbólica aportamuchas claves. Por ejemplo, Marshall Sahlins proponeuna explicación de la cultura mediante la contraposicióndel hecho social con la naturaleza: “la cultura es un ordensignificativo que configura radicalmente nuestro modode experimentar la realidad; no se le superpone, comoaditamento, al hecho bruto de la experiencia ‘natural’,sino que constituye esa misma experiencia en cuanto pro-vee la forma en que ésta puede darse.” La cultura es cons-tituyente de la naturaleza o, dicho de otra forma, la acciónde la naturaleza se despliega en términos de la culturaencarnando un significado (Sahlins, 1997: 207). De ahíla importancia de entender las relaciones sociedad-naturaleza, las cuales se han expresado, y lo siguen ha-ciendo, por medio de una gran variedad de formas cul-turales que abarcan, hoy mismo, un amplio espectro designificaciones que orientan la práctica cotidiana de losgrupos humanos. A esto se suman en el mundo con-temporáneo los múltiples espacios de significación de lanaturaleza desarrollados por sociedades caracterizadaspor el individualismo.

No estamos ante un asunto sencillo. Los estudios pre-sentados en este número muestran, por ejemplo, espa-cios de conflictividad social generados por formas espe-cíficas de percepción de los riesgos frente a amenazasconcretas, muchas de ellas de origen social. El caso de loshabitantes de La Yerbabuena y su relación con la activi-dad del volcán de Colima, presentado por José Luis See-foo y Alicia Cuevas, ejemplifica las tensiones entre, porun lado, los criterios de reubicación y mitigación de ries-gos diseñados desde el poder burocrático y, por el otro, lavisión de los actores afectados por dichas políticas. Si bienes posible determinar un escenario de vulnerabilidad an-

te una amenaza geofísica sumamente impredecible, noexisten por el momento suficientes indicadores empíri-cos que incidan en la percepción de seguridad y en laaceptación del riesgo que los pobladores de La Yerbabue-na han desarrollado en su cotidiana coexistencia con elvolcán, sobre todo cuando la propuesta de reubicaciónse encuentra contaminada por la sospecha fundada decorrupción y presencia de intereses ajenos a la reducciónde la vulnerabilidad. Algo similar apreciamos en el estu-dio de Terrence McCabe sobre los pastores turkanas, so-metidos a la injerencia de criterios externos que termi-nan por vulnerar su cultura, su organización social y losrecursos efectivos que por siglos han desarrollado paraenfrentar la sequía como algo normal por su recurren-cia. En ambos casos la amenaza natural es desplazadapor la creación externa de nuevas amenazas de origen so-ciopolítico que vulneran, ya por ignorancia o en oca-siones por posiciones de superioridad científica, las per-cepciones y prácticas tradicionales desarrolladas pordiversos conjuntos sociales en sus particulares relacio-nes con la naturaleza y sus peligros.

Sin embargo, la denominada sociedad occidental y tec-nocrática ha padecido en múltiples ocasiones las conse-cuencias de su propio discurso de dominación científica:es el caso del Vajont italiano expuesto por Gianluca Ligi,clara muestra de vulnerabilidad ideológica y de construc-ción social de riesgos tecnológicos a partir de la creaciónde amenazas socionaturales. O bien el estudio de Anna-maria Lammel y Toshiaki Kozakai en torno a la contami-nación atmosférica y su percepción por parte de unasociedad de visión analítica e individualista,12 y que nosilustra otra cara del desastre, a saber, su imperceptiblepresencia por efecto de su ritmo de realización: mante-nemos un discurso de la seguridad y el bienestar que, encombinación con el individualismo, disminuye nuestracapacidad de percibir e identificar los riesgos, las ame-

Desacatos -

3

12 Desde mi particular perspectiva, Lammel y Toshiaki exacerbaron loscontrastes al adoptar como referente comparativo de las sociedades depensamiento analítico e individualista tres casos de sociedades contem-poráneas de pensamiento holístico: totonacos, inuits y baduis, en unacontraposición que resulta demasiado romántica en torno a la visióndel mundo “tradicional”.

Page 11: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

- Desacatos

nazas latentes y los desastres que se desarrollan frente anuestras propias narices. El caso del Vajont o bien las apre-ciaciones sobre la contaminación atmosférica en contex-tos individualistas y de pensamiento analítico nos indicantambién las consecuencias que puede generar la brechacada vez mayor entre la concentración de conocimien-tos por parte de expertos y las percepciones cotidianas dela población común: se trata de una distancia que posi-bilita a los individuos de diversos conjuntos sociales elpensarse ajenos a los procesos de construcción social deriesgos, anulando posibles cauces de participación en lareducción de la vulnerabilidad y de los desastres.

Todos los estudios permiten reforzar la idea de quela vulnerabilidad no se destruye, tan sólo se transformay se acumula; la sociedad libre de riesgos o el hombreemancipado de las amenazas sólo existe como argumen-to de utopías. De ahí la importancia de abundar en las lí-neas teóricas que presenta Virginia García Acosta a par-tir del concepto ahora rector de la “construcción socialdel riesgo”. Más allá de las discrepancias que genera el po-sible abuso del “construccionismo” como metáfora dediversos procesos sociales, lo indispensable a ojos de lateoría dedicada al análisis de la vulnerabilidad social y delos desastres consiste en lograr una conciliación inter-pretativa entre las dos caras de la construcción social delriesgo apuntadas y exploradas por García Acosta: la quederiva de las percepciones y la que resulta de la experien-cia objetiva de las condiciones de desigualdad. Ambasfacetas remiten a la vulnerabilidad, sus modalidades ymecanismos, pero, sobre todo, instalan la discusión en unámbito de reflexiones aún pendientes que permitan pro-fundizar los conocimientos sobre las formas en que losindividuos o bien los conjuntos sociales ubican y proce-san la vulnerabilidad preexistente y orientan sus accio-nes bajo la clara intencionalidad de lograr seguridad, ideaesta última que depende de escalas de percepción biendiferenciadas de acuerdo con la cultura de pertenenciay con circunstancias históricas específicas. En sí mismo,el concepto “construcción social del riesgo” establece unámbito de causalidad bien definido, una atribución deresponsabilidad, mas la comprensión de los desastres co-mo procesos también dependerá, desde mi punto de vis-ta, del desarrollo de una teoría unificadora en la cual la

construcción social del riesgo se fortalezca con el desa-rrollo de modelos para analizar las interacciones socialesen su relación con la vulnerabilidad.

Cabe entonces una última disquisición relacionada conlos desastres como procesos sociales. Todas las definicio-nes del término “desastre” existentes en los diccionarioslo describen como un suceso lamentable o desgraciado,refiriéndose al evento vulnerante en el clímax del dañohacia una sociedad. En cierto sentido conlleva una car-ga de tremendismo por la magnitud, excepcionalidad ycontundencia de muchas amenazas naturales. Su estudiodesde las ciencias sociales ha logrado trascender el sen-tido vigente del término para implantar, no sin sus con-secuencias semánticas, la perspectiva procesal de losdesastres. Éstos son, para la antropología del riesgo, pro-cesos históricos de acumulación progresiva de vulnera-bilidad; acumulación originada por la habilitación deamenazas naturales y sociales existentes y la formaciónde nuevas amenazas que se añaden al proceso por ac-ción de la construcción social de riesgos. Su duración y,por lo tanto, sus ritmos son variables, aunque general-mente se logran establecer en el marco de la larga dura-ción braudeliana. Como experiencia social, el proceso dedesastre implica una relación significativa entre la socie-dad y las amenazas, sean éstas naturales o sociales, en laque se despliega, recrea, fortalece o debilita la cultura yla reproducción social en su relación con la vulnerabilidad.Es en ese espacio de creación de significaciones donde lavulnerabilidad toma formas y contenidos específicos pa-ra una sociedad, formas y contenidos con cierta vigenciaque se transformarán como parte del cambio social. Des-cribir sus etapas es una tarea aún sin resolver. Tan sólotenemos la certeza de que, debido a la vulnerabilidad co-mo cualidad del hombre, el campo social es fértil en ame-nazas, y que su mayor capacidad de infringir daños laconocemos casi siempre cuando éstos ocurren.

La objeción que se impone ante esta definición provie-ne de la existencia de muchos procesos que bien podríancaber en la extensión del concepto. Si consideramos quepara que un proceso califique como desastre se requiere elreconocimiento de un daño mayor tras un largo trayec-to de construcción social de riesgos y creación de amena-zas, daño generalmente medido por el número de muer-

4

Page 12: De la construcción social del riesgo a la ... - scielo.org.mx · como llave de acceso a la felicidad. Visto el asunto en perspectiva histórica, las sociedades actuales son “bene-

Desacatos -

tes que involucra, entonces debemos incluir como de-sastres de consumación permanente a la migración in-documentada, por ejemplo. O bien los feminicidios deCiudad Juárez, Chihuahua, producto de múltiples vulne-rabilidades (de género, socioeconómicas, políticas, insti-tucionales, etcétera) que a la fecha, y en un periodo deaproximadamente diez años, suman más de cuatrocien-tas mujeres asesinadas. De los cientos de desastres que secocinan en estos precisos momentos y de la etapa en laque se encuentran camino al clímax sería muy difícil ha-blar. Lo cierto es que en la denominación e identifica-ción de procesos de desastre por parte de la teoría socialno debe ocurrir lo mismo que en la definición y mediciónde la pobreza, problema en el que no existe acuerdo. ¿Quése requiere entonces para avanzar en el desarrollo de co-nocimientos, esto es, en el aprendizaje que se deriva delos desastres que han sido, son y serán? La respuesta esprácticamente un acertijo, sobre todo cuando los avan-ces de la ciencia en general son una mercancía preciadaen la visión liberal y motivo de vulnerabilidades. Por ellose hace urgente y necesaria una visión integral, una espe-cie de teoría unificadora sobre los desastres si en realidadaspiramos a entender el imperio de la vulnerabilidad.

Bibliografía

Beck, Ulrich, 1996, “Teorías de la sociedad del riesgo”, enJosetxo Beriain (comp.), Las consecuencias perversas dela modernidad, Anthropos, Barcelona, pp. 201-222.

—— y Elizabeth Beck-Gernsheim, 2003, La individuali-zación. El individualismo institucionalizado y sus conse-cuencias sociales y políticas, trad. de Bernardo Moreno,Paidós, Barcelona (col. Paidós Estado y Sociedad, núm.114).

Colombo, Furio, 2004, “Poder, grupos y conflicto en la so-ciedad neofeudal”, en Umberto Eco et al., La nueva EdadMedia, trad. de Carlos Manzano, Alianza, Madrid, pp.37-75 (col. Ciencias Sociales, núm. 3810).

Delumeau, Jean, 1996, “La religión y el sentimiento de se-guridad en las sociedades de antaño”, en Hira de Gortariy Guillermo Zermeño, Historiografía francesa. Corrientestemáticas y metodológicas recientes, CEMCA-Centro de In-vestigaciones y Estudios Superiores en Antropología So-cial-Universidad Nacional Autónoma de México-Insti-tuto Mora-Universidad Iberoamericana, México.

Douglas, Mary, 1996, La aceptabilidad del riesgo según lasciencias sociales, prol. de Joan Bestard, trad. de VíctorAbelardo Martínez, Paidós, Barcelona (col. Paidós Stu-dio, núm. 111).

Eco, Umberto, 2004,“La Edad Media ha comenzado ya”, enUmberto Eco et al., La nueva Edad Media, trad. de Car-los Manzano, Alianza, Madrid, pp. 7-35 (col. CienciasSociales, núm. 3810).

Elias, Norbert, 2002, Humana conditio. Consideraciones entorno a la evolución de la humanidad, trad. de Pilar GiraltGorina, Península, Barcelona (col. Ediciones de Bolsillo,núm. 62).

Escalante Gonzalbo, Fernando, 2000, La mirada de Dios.Estudio sobre la cultura del sufrimiento, Paidós, México(col. Biblioteca Iberoamericana de Ensayo, núm. 9).

García Acosta, Virginia, 2004, “La perspectiva histórica enla antropología del riesgo y del desastre. Acercamientosmetodológicos”, Relaciones. Estudios de Historia y Socie-dad, vol. XXV, núm. 97, invierno, El Colegio de Michoa-cán, Zamora, pp.123-142.

Hewitt, Kenneth, 1983, “The Idea of Calamity in a Techno-cratic Age”, en Kenneth Hewitt (ed.), Interpretations ofCalamity, Allen & Unwin Inc., Boston, pp. 3-32.

Lavell, Allan, 2000, “Desastres y desarrollo: hacia un enten-dimiento de las formas de construcción social de undesastre: el caso del huracán Mitch en Centroamérica”,en Nora Garita y Jorge Nowalski (eds.), Del desastre al de-sarrollo humano sostenible en Centroamérica, Banco In-teramericano de Desarrollo-Centro Internacional para elDesarrollo Humano Sostenible, Costa Rica, pp. 7-45.

Luhmann, Niklas, 1996, “El concepto de riesgo”, en JosetxoBeriain (comp.), Las consecuencias perversas de la moder-nidad, Anthropos, Barcelona, pp. 123-154.

Macías, Jesús Manuel, 1992, “Significado de la vulnerabili-dad social frente a los desastres”, Revista Mexicana deSociología, año LIV, núm. 4, octubre-diciembre, Univer-sidad Nacional Autónoma de México, pp. 3-10.

Oliver-Smith, Anthony, 2002,“Theorizing Disasters. Nature,Power, and Culture”, en Susanna M. Hoffman y Antho-ny Oliver-Smith (eds.), Catastrophe & Culture. The An-thropology of Disaster, School of American ResearchPress-James Currey Ltd., Santa Fe, Oxford, pp. 23-47.

Romero, Gilberto y Andrew Maskrey, 1993, “Cómo enten-der los desastres naturales”, en Andrew Maskrey (comp.),Los desastres no son naturales, LA RED, Bogotá.

Sahlins, Marshall, 1997, Cultura y razón práctica, trad. de G.Valdivio, Gedisa, Barcelona.

Terradas, Ignasi, 1988, Mal natural, mal social. Introducción ala teoría de las ciencias humanas, Barcanova, Barcelona.

Wilches-Chaux, Gustavo, 1989, Desastres, ecologismo y for-mación profesional, Servicio Nacional de Aprendizaje, Po-payan.

3