11
DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO) Ya que desde principios del verano, los más adelantados de vosotros han sido introducidos en la meditación, voy a insistir en la manera cómo deben emprenderla para llevarla a buen fin y antes que nada, voy a precisar ese fin. Ese fin es la conversión de la inteligencia, de los sentidos y de la imaginación; su vuelta hacia lo interior para hacerlos penetrar en la inexplicable, invisible y esencial unidad viva que es el verdadero yo. El verdadero yo es un punto blanco al que se apunta con los ojos cerrados. El yo es un punto, pero ese punto es un cubo de rueda. El menor cambio en él, produce trayectos inmensos en la periferia de la rueda. El yo es un punto, pero ese punto es un germen. Hay más potencia en el germen, donde todo está concentrado en uno, que en el roble desplegado y endurecido. Todo el roble estaba ya en la bellota. El yo es un punto. Ese punto es vivo, uno y único. Como Dios es vivo, uno y único. Imagen de Dios íntima y escondida; imagen sin imagen. Nada es más estrecho que un punto. Ese punto es la senda que lleva a Dios, pues no puedo ir a él sino por lo que en mí se le asemeja y que es yo-mismo. Es la <senda estrecha> por la cual raros son los que se internan. Uno y único, cada vez, el que se interna; la mayoría, en cambio, se va, por la senda ancha, a las tinieblas exteriores. La meditación se apoya generalmente en una fórmula, o en una imagen, o en una fórmula aplicable a una imagen.

DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

Ya que desde principios del verano, los más adelantados de vosotros han sido introducidos en la meditación, voy a insistir en la manera cómo deben emprenderla para llevarla a buen fin y antes que nada, voy a precisar ese fin.

Ese fin es la conversión de la inteligencia, de los sentidos y de la imaginación; su vuelta hacia lo interior para hacerlos penetrar en la inexplicable, invisible y esencial unidad viva que es el verdadero yo.

El verdadero yo es un punto blanco al que se apunta con los ojos cerrados.

El yo es un punto, pero ese punto es un cubo de rueda. El menor cambio en él, produce trayectos inmensos en la periferia de la rueda.

El yo es un punto, pero ese punto es un germen. Hay más potencia en el germen, donde todo está concentrado en uno, que en el roble desplegado y endurecido. Todo el roble estaba ya en la bellota.

El yo es un punto. Ese punto es vivo, uno y único. Como Dios es vivo, uno y único. Imagen de Dios íntima y escondida; imagen sin imagen.

Nada es más estrecho que un punto. Ese punto es la senda que lleva a Dios, pues no puedo ir a él sino por lo que en mí se le asemeja y que es yo-mismo. Es la <senda estrecha> por la cual raros son los que se internan. Uno y único, cada vez, el que se interna; la mayoría, en cambio, se va, por la senda ancha, a las tinieblas exteriores.

La meditación se apoya generalmente en una fórmula, o en una imagen, o en una fórmula aplicable a una imagen.

Os pongo enseguida en guardia contra la presunción y la indulgencia de elegir solos el tema de vuestra meditación y de cambiarlo cuando os plazca. Esta mala costumbre lleva en sí su castigo: el de ver los temas no fundados en autoridad alguna, zozobrar y resbalar unos sobre otros. El tema es la casa que nos protege de la intemperie, pero es menos peligroso estar en medio de la tormenta que entre paredes que se desploman.

Pediréis, pues, a quien os ha iniciado, que os dé el tema. A él rendiréis cuentas de vuestros esfuerzos, de vuestras dificultades, de

Page 2: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

vuestros hallazgos, de vuestras dudas, y _ si Dios quiere _ de vuestro gozo. A él, a solas o delante de condiscípulos, a fin de que las experiencias y los consejos sirvan a varios.

Ciertos maestros espirituales solo dan a su discípulo un único tema para toda la vida.

Sea como fuere, un tema único debe ocuparnos varios meses y en ocasiones, varios años. Es vuestro guía quien debe juzgar la conveniencia de daros otro, si os encuentra en crisis o llegados a un punto muerto.

Para decir verdad, el tema _ sea el que fuere_ solo da color a vuestra meditación, pues únicamente hay un tema: yo y Dios en el fondo de mí.

La imagen solo está para detener la imaginación y la fórmula, para detener el pensamiento mediante una repetición rítmica. La imagen no debe desarrollarse y suscitar otras, ni la fórmula explicaros sino concretarse con la repetición y ahondarse.

La imagen o la fórmula deben consumirse en la meditación. Los hindúes la comparan con el bastón que se frota en el agujero central de la tabla pedernal. El bastón y la tabla se inflaman con el mutuo frotamiento y el fuego devora todo.

Yo os he dado como tema el árbol-de-vida.

El árbol es un vínculo entre la tierra y el cielo: una aspiración de toda la tierra. Es un ser vivo que ignora el pecado, el dolor y la inmundicia que te recuerda el jardín primero. Es una forma musical que se hace desde adentro, que obra en el reposo y se expresa con su belleza. Es una gran fuerza inofensiva en perpetuo crecimiento. Muy bien lo dice el salmo: el justo crecerá como la palma, como un plátano plantado al borde de las aguas…

La meditación del árbol es la apropiada para el paso de lo profano a lo espiritual. Como los demás ejercicios que recomendamos, es buena en los dos planos. Los concilia en lugar de oponerlos, no ofrece ningún riesgo y no oculta nada turbio.

Doy por supuesto, ante todo, que no os entregáis a estos ejercicios ni por curiosidad, ni por vanidad, ni para llamar la atención de alguien, sino porque sois de los que aspiran

A conoceros a vosotros mismos,

Page 3: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

A amar al prójimo,

A servir a Dios,

Porque comprendéis que estas tres cosas son una sola,

Porque experimentáis la necesidad de adquirir la fuerza, la calma, la claridad que son necesarios para alcanzarlas.

Doy asimismo por supuesto que observasteis y continuáis observando las nueve prácticas de que hablé a propósito de las dos manos y de la que ésta es el décimo dedo.

Trazados esos grandes lineamientos, volvamos a los detalles técnicos y sepamos que la buena voluntad no basta; y el fervor desordenado, tampoco.

El procedimiento es sencillo. Consiste en hacer callar todo razonamiento, en ahuyentar toda ensoñación, en instaurar en vosotros tinieblas susceptibles de recibir la luz, tinieblas perfectas y puras, que falsas luces no turban. Vuestra no verá la estrella mientras la cieguen las lamparillas eléctricas. Apagaos pues, para contemplar. El sueño profundo os ofrece una experiencia natural. Cuando una imagen se presenta en medio del sueño, adquiere fuerza de realidad. Del mismo modo, cuando hayáis acallado todo parloteo interior, el árbol se realizará por sí solo. Lo veréis como el navegante, al despuntar el cuadragésimo día de travesía, descubre una isla cercana sobre el lomo del mar.

El árbol, por supuesto, no es un fin; no se trata de contemplar y adorar un árbol. Es un medio para ahondar y purificar las tinieblas, que son, a su vez, un medio de llamar a la luz.

Puede que tropecéis con dificultades incomprensibles. Verificad entonces el estado de vuestro cuerpo. ¿Está en ayunas, sin fiebre, sin excitación, sin irritación, sin entumecimiento?

¿El lugar de la meditación está bien elegido, es bastante aislado, ventilado y calmo? Volveos hacia el norte.

¿Es una hora propicia? La mejor es la cercana a la aurora, cuando todo sube en la creación y cuando las casas están en calma.

¿Vuestra posición es correcta? ¿Estáis bien establecidos en la vertical?

Por último y sobre todo, ¿estáis perfectamente relajados? La crispación es el obstáculo más frecuente e inadvertido. En vuestro

Page 4: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

ingenuo fervor por concentraros, fruncís las cejas, apretáis los dientes y acaso los puños. En los primeros tiempos estaréis o bien atentos y por tanto tensos, o sino relajados y por tanto somnolientos y distraídos. Probablemente os sea menester alternar los estados de tensión y relajación hasta el momento en que consigáis mantener uno en otro.

Os invito a asimilar la imagen, a fundir la imagen del árbol en vuestras disposiciones corporales a fin de incorporar la imagen. A fabricar el tronco del árbol a partir de la línea vertical que os atraviesa y el gran follaje del árbol a partir del aliento.

Pondréis todo vuestro empeño en adheriros a la imagen, en no dejaros llevar por el viento, en no dejaros transportar al cielo, en no evadiros, en no tomar vuelo.

Es menester que el ejercicio os haga densos y profundos, no sublimes y livianos.

Y ahora, tras haberos precavido contra las dificultades, os pongo en guardia contra las facilidades inopinadas y falaces.

No es improbable que ya en los primeros intentos, os sintáis elevados, ennoblecidos, penetrados de calor, visitados por visiones infinitamente más hermosas que el árbol y a no dudar, beatíficas y divinas.

Aguardad el resultado y no os creáis tan fácilmente transportados al séptimo cielo sobre la alfombra mágica de las Mil y una noches.

Manteneos inmóviles, respirar a pleno pulmón, acumulad la energía que no se escurre por vía de la acción. Ella se traducirá entonces en el plano mental. Como se manifiesta la energía en la naturaleza; con fenómenos de movimiento, de calor, de luz.

Es lo que pasa en vosotros: calor, luz, transportes; lo natural, solamente. Estáis alborozados y tenéis razón, porque es bueno que algo pase. Los fenómenos y los éxtasis son un buen signo y nada más.

En cuanto a las visiones, suben del inconsciente o dependen de influencias extrañas que no por ser espirituales, son necesariamente buenas. Que su rareza no os exalte. Ahuyentadlas valerosamente, como ahuyentáis vuestras ensoñaciones, aunque sean de distinta naturaleza y retornad al árbol de vida, donde habita la serpiente.

Page 5: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

¿Cómo sabe usted que nuestras visiones (que únicamente vemos nosotros) no son inspiraciones del Altísimo? ¿No sería un gran pecado, si por ventura lo fueran, hacerlas tan valientemente a un lado?, me objetaréis.

Respondo: Dios da su gracia a quien elige. Puede efectivamente, que os haya elegido. Debéis saber, empero, que la unión mística es rara; tanto como el milagro, o más.

La felices sensaciones de que hablamos, en cambio, favorecen bastante comúnmente a los que hacen la meditación según el método prescrito. Así como la fe y la esperanza son virtudes y deberes para con Dios y la salvación, así también la duda y la humildad son la regla para todo lo que nos concierne propiamente. Es presuntuoso creerse inspirado sin pruebas. Cuando nos creemos visitados, la prudencia exige que ante todo nos abramos a nuestro director de conciencia, con el fin de tener un testigo del valor objetivo de la revelación. El testigo también puede equivocarse. Lo que menos engaña, es la prueba del tiempo y de los actos. <Un buen árbol solo da buenos frutos>. Si vuestras virtudes, vuestra pureza, vuestra caridad, vuestra piedad, vuestro valor y vuestra sabiduría resplandecen, hablarán con autoridad de la santidad del manantial del que manan.

Puede también, que efectuéis progresos reales y preciosos, sin encontrar ningún <fenómeno> y sin advertir que adelantáis, como el que cava un túnel golpe por golpe. Un día, tras un golpe de pico igual a todos los precedentes, se encuentra súbitamente del otro lado de la montaña, inundado por la luz del día.

Sea como fuere, actuad con intrepidez. Puede que cualquier otra aventura esté destinada al fracaso. Esta, no. El fin de ésta está adquirido de antemano, está en vosotros, es vosotros mismos. Por tanto, es sabio atreverse.

¡Dichoso el hombre…

Que tiene su deleite en la ley del Señor

Y en ella medita de día y de noche.

Es como un árbol

Plantado en las riberas de la aguas

Que a su tiempo dará fruto

Page 6: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)

Y cuyas hojas no se marchitan

(Salmo 1)

Dibuja en el espíritu de tu alma

Este árbol plantado en el jardín del paraíso celeste

(San Buenaventura, Tratado místico del árbol de la vida).

El alma… es este árbol de vida que está plantado en las mismas aguas vivas de la vida, que es Dios… El principio de nuestras buenas obras… procede de esta fuente de vida donde el alma está como un árbol plantado en ella

(Santa Teresa de Ávila, Moradas del castillo interior).

Page 7: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)
Page 8: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)
Page 9: DE LA MEDITACIÓN (LANZA DEL VASTO)