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HUELGA Y DERECHO DE HUELGA EN TIEMPOS DEL PRIMER GOBIERNO RADICAL 2. La economía argentina bajo el impacto de la primera guerra mundial 1 Pese a que la Argentina se mantuvo neutral, el gran conflicto mundial influyó en la marcha de su economía cuya producción (PBI) cayó sensiblemente, con notoria incidencia en el poder adquisitivo de los salarios, en los niveles de empleo y, por consiguiente, en la dinámica de las relaciones laborales. Adviértase que al momento de producirse la guerra, la economía argentina estaba apreciablemente abierta a los flujos internacionales de capitales, bienes y personas, lo que amplificó las consecuencias internas de la crisis mundial. Mientras duró la Primera Gran Guerra (1914/1918) aquella influencia se debió, centralmente, a los cambios registrados en la política monetaria (suspensión del régimen de convertibilidad) y en las finanzas públicas 2 , así como a la desaceleración del crecimiento (con notorios episodios recesivos), al aumento de los precios, y a la caída de los salarios reales 3 . Por consiguiente, los primeros años del mandato del Presidente Hipólito YRIGOYEN resultaron marcados por este cúmulo de circunstancias adversas a las que vinieron 1 Seguimos en este punto las ideas de CORTES CONDE “La economía política de la Argentina en el siglo XX”, Editorial EDHASA, Buenos Aires - 2005, páginas 52 y siguientes. También a GERCHUNOFF, Pablo y LLACH, Lucas “El ciclo de la ilusión y el desencanto”, Editorial ARIEL, Buenos Aires – 1998. 2 Como explica CORTES CONDE al analizar el efecto global de la guerra, “el financiamiento con deuda o con emisión de dinero afectó las remuneraciones reales de trabajadores, ahorristas y capitales y tuvo efectos en los mercados en proporciones hasta entonces nunca vistas” (obra citada, páginas 53). Este mismo autor añade que en el caso argentino, “en el mercado de trabajo se produjeron amplias fluctuaciones de salarios reales, no solo como resultado de los factores que influían en los mercados, sino por las medidas del gobierno que llevaron a la depreciación/apreciación del peso”. 3 CASTRO, J. obra citada, páginas 55 y 56.

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HUELGA Y DERECHO DE HUELGA EN TIEMPOS DEL PRIMER GOBIERNO RADICAL

2. La economía argentina bajo el impacto de la primera guerra mundial1

Pese a que la Argentina se mantuvo neutral, el gran conflicto mundial influyó en la marcha de su economía cuya producción (PBI) cayó sensiblemente, con notoria incidencia en el poder adquisitivo de los salarios, en los niveles de empleo y, por consiguiente, en la dinámica de las relaciones laborales. Adviértase que al momento de producirse la guerra, la economía argentina estaba apreciablemente abierta a los flujos internacionales de capitales, bienes y personas, lo que amplificó las consecuencias internas de la crisis mundial.

Mientras duró la Primera Gran Guerra (1914/1918) aquella influencia se debió, centralmente, a los cambios registrados en la política monetaria (suspensión del régimen de convertibilidad) y en las finanzas públicas2, así como a la desaceleración del crecimiento (con notorios episodios recesivos), al aumento de los precios, y a la caída de los salarios reales3. Por consiguiente, los primeros años del mandato del Presidente Hipólito YRIGOYEN resultaron marcados por este cúmulo de circunstancias adversas a las que vinieron a sumarse la caída de la producción agropecuaria como consecuencia de factores climáticos.

La fuerte inflación del bienio 1916/1918, aceleró la caída de los salarios reales que venía produciéndose ya desde 1914. El comportamiento de estos indicadores ayuda a comprender el malestar obrero y el importante aumento de la conflictividad (sobre todo la que se mide por el número de huelguistas) que se verifica en esos mismos años y que tiende a reducirse en el ciclo de recuperación que dura hasta 1927, momento en el cual comienzan a advertirse los primeros signos de la grave crisis que explosionaría en 1930; en este sentido, como recuerda

1 Seguimos en este punto las ideas de CORTES CONDE “La economía política de la Argentina en el siglo XX”, Editorial EDHASA, Buenos Aires - 2005, páginas 52 y siguientes. También a GERCHUNOFF, Pablo y LLACH, Lucas “El ciclo de la ilusión y el desencanto”, Editorial ARIEL, Buenos Aires – 1998.2 Como explica CORTES CONDE al analizar el efecto global de la guerra, “el financiamiento con deuda o con emisión de dinero afectó las remuneraciones reales de trabajadores, ahorristas y capitales y tuvo efectos en los mercados en proporciones hasta entonces nunca vistas” (obra citada, páginas 53). Este mismo autor añade que en el caso argentino, “en el mercado de trabajo se produjeron amplias fluctuaciones de salarios reales, no solo como resultado de los factores que influían en los mercados, sino por las medidas del gobierno que llevaron a la depreciación/apreciación del peso”. 3 CASTRO, J. obra citada, páginas 55 y 56.

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CASTRO, “entre 1928 y 1932 los precios de las exportaciones cayeron 64% y los términos de intercambio se hundieron 40%”4.

Durante los años siguientes del primer mandato del Presidente YRIGOYEN (1919/1922), la economía mejoró en varios aspectos, entre los que cabe mencionar la caída de la inflación y una persistente recuperación del poder de compra de los salarios que, sumada a otros factores, dio origen a las quejas de los empleadores que denunciaban pérdidas de competitividad de la producción local5. Por su parte, los sindicatos, en un contexto de creciente violencia que desembocaría en varias huelgas generales6, tenían dos preocupaciones centrales7: En primer lugar la reapertura de la Caja de Conversión (sostenían que la depreciación del peso dañaba las remuneraciones)8; y, en segundo lugar, la precaria situación de los trabajadores no alcanzados por la negociación colectiva9.

Bajo su primer mandato (1916/1922) el Presidente YRIGOYEN padeció las consecuencias de la incipiente caída de los términos internacionales de intercambio (TII)10 agravada por malas cosechas, lo que contribuyó a acentuar el malestar de los propietarios (rurales y no rurales) con su gestión, así como las reivindicaciones obreras seguidas de huelgas11 que procuraban recuperar las pérdidas salariales ocasionadas por el aumento de los precios y luchaban contra la desocupación. Los dos siguientes turnos radicales (Marcelo T. de Alvear y, nuevamente, Hipólito YRIGOYEN) estuvieron marcados por TII de cambiante signo; mientras

4 CASTRO, J., obra citada, página 57.5 Véase sobre este punto: DIAZ ALEJANDRO, C. F., obra citada, página 54.6 En junio de 1921 la FORA declara una huelga general en repudio a la violencia de la Liga Patriótica que había asesinado a dos obreros y asaltado numerosos locales sindicales. En 1922 un militante anarquista asesina al Teniente Coronel VARELA (responsable de la represión a las huelgas en la Patagonia); detenido, es a su vez asesinado por un guardia cárcel, y la FORA responde con una huelga general (MAROTTA, S., obra citada, Tomo III, páginas 38 y 101). 7 Adviértase el contraste con las posiciones contemporáneas, en donde los sindicatos oficiales ven con buenos ojos la depreciación de la moneda y desatienden la situación de los trabajadores sin convenio, aun cuando en este caso una porción de ellos está cubierta por el salario mínimo, vital y móvil, cosa que no sucedía en los años de 1920.8 La FORA pensó declarar una huelga general en demanda del retorno a la convertibilidad; sin embargo, tropezó con la oposición del Partido Socialista (MAROTTA, S., obra citada, Tomo III, página 15).9 Ambas referencias pueden servir para mostrar el contraste entre este sindicalismo de izquierdas de los años 20 y las ideas económicas y laborales del sindicalismo peronista contemporáneo. Desde 2001 la CGT oficial es partidaria de la moneda devaluable y no expresa preocupación consistente respecto de los trabajadores no alcanzados por la negociación colectiva, pese al bajo nivel de cobertura de la misma. 10 Véase nuestro Capitulo 3 “Introducción a los conflictos de trabajo”11 El primer Gobierno de IRIGOYEN “se había iniciado en medio del primer gran golpe externo que sufrió el esquema agroexportador que regía desde hacía décadas…Entre 1917 y 1919 el clima de protesta obrera alcanzó su punto álgido y ganó las calles. En ese lapso el número de huelguistas pasó de 136.000 a 300.000 por año”; (GERCHUNOFF-LLACH, obra citada, páginas 67 y 73).

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que gracias al buen comportamiento de la producción agropecuaria y de la lenta pero sostenida mejora de los TII, el Presidente ALVEAR (1922/1928) disfrutó de un envidiable período de paz social, al Presidente YRIGOYEN, durante su segundo y frustrado mandato (1928/1930), le tocó lidiar con una nueva crisis influida, como no, por la drástica caída de los TII. Esta evolución de los precios externos relativos influyó en la marcha de la conflictividad laboral, como surge del siguiente Cuadro 7.4.

3. Las huelgas bajo los gobiernos de la UCR

3.1 Política y activismo sindical

Antes de entrar a considerar este punto, conviene insistir en que, tras triunfar en las primeras elecciones democráticas celebradas en la Argentina gracias a la llamada Ley Sáenz Peña (que arrinconó al fraude y garantizó el respeto a la voluntad popular libremente expresada), en 1916 asume la Presidencia de la República Hipólito YRIGOYEN, a quién en 1922 sucede Marcelo T. de ALVEAR; en 1928, es nuevamente elegido YRIGOYEN quién ejerce la primera magistratura hasta su derrocamiento en 1930 por un golpe militar encabezado por José Félix URIBURU. Durante estos tres períodos presidenciales y más allá de las oscilaciones cuantitativas que se produjeron, “las huelgas afectaban en particular a dos actividades a veces superpuestas: Una estaba formada por los servicios públicos (ferrocarriles electricidad), que se caracterizaban por las repercusiones que tenía su paralización sobre la vida económica-social del país; otra era la cadena de comercialización externa de carne y cereales (frigoríficos, ferrocarriles, puertos), que afectaban directamente al núcleo decisivo de la economía nacional”12. En todas estas actividades, los trabajadores habían logrado organizar sindicatos que, sobreponiéndose a los avatares que generaban las querellas intestinas (que no eran otras que las que dividían a la izquierda teórica y política), fueron capaces de disciplinar a los trabajadores, gestionar eficientemente movilizaciones y llevar a cabo huelgas contundentes.

3.2 Índices de conflictividad del período13

12 SCHVARZER, J., obra citada, página 54. BAILY, Samuel L. “Movimiento obrero, nacionalismo y política en la Argentina”, Editorial HYSPAMERICA, Buenos Aires 1985, página 45. 13 La información estadística referida a la conflictividad laboral del período 1888/1943 recoge únicamente datos de huelgas ocurridas en el área de la ciudad de Buenos Aires, y ha sido elaborada por el Departamento Nacional del Trabajo. TISSEMBAUM, M. R., obra citada, páginas 277 y siguientes. UNSAIN, A. M., obra citada, página 42l.

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Como hemos visto antes, la inflación -consecuencia del impacto de la Primera Guerra Mundial sobre la economía mundial y local- erosionó fuertemente el poder adquisitivo de los salarios argentinos14; esta situación, sumada a las dificultades en el mercado de trabajo, provocaron una escalada de conflictos obreros que tuvo su punto culminante en 1919/1920 (en el cuarto año del primer mandato del Presidente YRIGOYEN), justo en el momento en que comenzaban a verificarse los primeros indicios de mejora en la situación general de la economía nacional. En el año 1920 la cantidad de jornadas no trabajadas por huelga, trepó al record de 3.693.00015.

Siempre según los datos disponibles (circunscriptos al área Buenos Aires), la gestión del Presidente de ALVEAR se vio favorecida por un mejor desempeño económico y un consecuente descenso de la conflictividad, tal y como se refleja en el Cuadro siguiente16. De los seis años que duró el mandato de Marcelo T. de ALVEAR, sólo 1924, fue un año de conflictividad relativamente elevada en el área relevada (o sea, la ciudad de Buenos Aires).

Tras este período de calma sociolaboral, el número de huelgas vuelve a crecer coincidiendo con el segundo mandato del Presidente Hipólito YRIGOYEN interrumpido, como dijéramos, por el golpe militar de 1930. En ese caso, además de la tendencia estadística, importa destacar el impacto político y social de las huelgas que nublaron el último tramo de la presidencia radical. Comparando el número de huelga en períodos quinquenales, UNSAIN destaca que entre 1917-1921 (es decir, en tiempos de YRIGOYEN) ocurrieron 993 huelgas; mientras tanto, en el quinquenio 1922-1926 (gobernado por de ALVEAR), se registraron únicamente 428.

CUADRO 7.4Conflictividad laboral 1916 - 193017

Año Número de Número de Jornadas no

14 Según estadísticas oficiales, el 43,4% de las huelgas de la década 1917/1926 obedecieron a reclamos salariales; además muestran que, para el mismo período, los sectores con mayor número de huelgas fueron las industrias del vestido y metalúrgica y los servicios de transporte y comunicaciones, (UNSAIN, A. M., obra citada, página 423)15 ROUQUIE, A., obra citada, página 140, con datos del Departamento de Trabajo (Ministerio del Interior). GERCHUNOFF-LLACH (obra citada, página 73), señalan que “entre 1917 y 1919 el clima de protesta obrera alcanzó su punto álgido y ganó las calles”.16 Véase también UNSAIN, A. M., obra citada, página 421.17 Más datos sobre la conflictividad, en Revista Derecho del Trabajo, Editorial LA LEY, numero 1. La información que recoge la Revista proviene de la Unión Industrial Argentina (UIA) y muestra el número de huelgas anuales y la cantidad de huelguistas.

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Huelgas Huelguistas trabajadas

1916 80 24.321 233.878

1917 138 136.062 2.100.269

1918 196 133.042 2.191.773

1919 367 308.967 3.262.705

1920 206 134.015 3.693.782

1921 86 139.751 976.270

1922 116 4.737 150.894

1923 93 19.190 895.842

1924 77 277.071 1.268.318

1925 89 39.142 125.367

1926 67 15.880 287.379

1927 58 38.235 352.963

1928 135 28.109 224.800

1929 113 28.271 457.022

1930 125 29.331 699.790

Fuente: DORFMAN, A.; TISSEMBAUM, M. R.

3.3 El Presidente Yrigoyen y las huelgas

A pocos días de asumir su cargo (1916), Hipólito YRIGOYEN debió intervenir en una durísima huelga de los obreros marítimos18. Quebrando una larga tradición según la cual este tipo de asuntos debía ser despachado por el Jefe de Policía, el Presidente de la República recibió a los líderes obreros19 en la Casa de Gobierno y se mostró sorprendido por su relato acerca de las verdaderas condiciones de trabajo en el sector. Tras fracasar el intento mediador de YRIGOYEN, los empleadores decidieron someterse a un laudo arbitral que, pocos días después, es emitido -como no- por el Jefe de Policía, pero esta vez admitiendo la mayoría de las demandas obreras. Si bien el conflicto marítimo se cerró razonablemente bien desde el punto de vista de los trabajadores y del propio Presidente de la República, el Gobierno no logrará reiterar en el futuro este tipo de experiencia exitosa ante la siguiente ola de huelgas y el endurecimiento de las posiciones de las partes. Un comentario de la prensa opositora recuerda la escalada de huelgas que se verificó en aquel tiempo: “La huelga ferroviaria de 1917, la huelga de correos de 1918, la huelga de obreros metalúrgicos y el paro general de 1919, y la

18 BAILY, S. L., obra citada, página 45.19 Las peticiones que formula entonces la Federación Obrera Marítima contrastan con lo que, a partir de 1945, expresan los sindicatos contemporáneos: los líderes sindicales de 1916 “no piden el apoyo del Estado”, pero reclaman que el Estado no se lo brinde a las empresas, piensan que “el conflicto debe quedar librado al juego de las fuerzas en pugna; admiten la mediación del Presidente para procurar una solución, mas no su intromisión en favor de una de las partes” (MAROTTA, S., obra citada, Tomo II, página 203).

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huelga portuaria de 1920-1921, son términos más que abundantes para apreciar las consecuencias de la política obrerista que se preció de desarrollar el Poder Ejecutivo”20.

La relección de Hipólito YRIGOYEN para un segundo período presidencial (1928/1930) vendrá a coincidir con nuevas turbulencias económicas que enrarecerán el clima laboral y acumularán evidencias en el sentido de que una versión (la única que se conocía y admitía entonces) del modelo de producción basado en la inserción de la economía argentina agroexportadora en un mundo regido por el libre mercado y en donde los términos de intercambio internacionales (TII) eran desfavorables o muy poco propicios para la Argentina, había llegado a su término. Como explica DOYON, “la Gran Depresión de 1929 asestó un golpe letal a una experiencia de gobierno que, desde el regreso de Hipólito YRIGOYEN a la presidencia, un año antes, era fuertemente cuestionada por el mundo de los grandes negocios”21. Dentro de este segundo mandato presidencial y en materia de huelgas obreras, sobresale una nueva huelga ferroviaria que, como veremos más adelante, se inicia en marzo de 1930 y se prolonga, siguiendo un itinerario errático, hasta el primer tiempo de la dictadura de URIBURU.

3.4 Las huelgas bajo la Presidencia de Alvear

Por lo que se refiere al período presidencial de Marcelo T. de ALVEAR, hay que apuntar que disfrutó de varios años de una relativa tranquilidad laboral que fueron una consecuencia más de los beneficios del recuperado crecimiento económico y de la recuperación salarial que le acompañó: Las conclusiones de GERCHUNOFF-LLACH son, en este sentido, categóricas: “La distensión social fue el indicio más palpable de la renovada prosperidad argentina. Las huelgas fueron menos, más calmas y muchas veces estuvieron relacionadas con conflictos internos en los gremios que con reclamos por las condiciones de vida de los obreros”22. Cabe añadir que aquella paz laboral relativa fue también consecuencia de las disensiones internas que enfrentaban a socialistas, anarquistas y sindicalistas, y que perjudicaron la acción sindical; como explica MAROTTA, “en los años 1926/1930, la clase obrera registró limitados avances. Sus acciones tienen por escenario escasos gremios y

20 Nota editorial del diario LA PRENSA de 12 de octubre de 1922, reseñada por ROUQUIE, A., obra citada, página 15.21 DOYON, L. M., obra citada, página 5.22 GERCHUNOFF, P. y LLACH, L., obra citada, página 79.

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son, en su mayor parte, de índole parcial, concretadas en la defensa de posiciones conquistadas en recientes batallas”23.

Sin embargo, ALVEAR debió hacer frente a dos conflictos importantes. En primer lugar, a la huelga general planteada en 1924 por la confederación sindical (Unión Sindical Argentina) contra la Ley 11.289/1923 de Jubilaciones por la que se creaban Cajas financiadas con los aportes de los trabajadores, que había provocado una inmediata disminución de los salarios de bolsillo y, por tanto, terminaría alentando nuevas reivindicaciones de los trabajadores contra sus empleadores. En este caso, la protesta obrera y el malestar patronal24 triunfaron, y un par de años más tarde el Congreso de la Nación sancionó la Ley 11.358/1925 dejando sin efecto la Ley impugnada. Y, en segundo lugar y durante 1926, al conflicto suscitado por La Fraternidad (el sindicato de los maquinistas ferroviarios) que giró alrededor de sus demandas de renegociación del convenio-escalafón, reducción de la jornada y aumento de salarios; el Gobierno ALVEAR, tras muchas idas y vueltas, logró cerrar el conflicto con una solución que dejó disconformes a las empresas ferroviarias que operaban en el país.

4. Los actores sociales y políticos ante las huelgas

Las posiciones tanto del Gobierno (enfática en su prescindencia de principio frente a los conflictos obreros) como de los sindicatos (orientados por ideas anticapitalistas e incluso revolucionarias) y de los empleadores (empeñados en desconocer el hecho sindical y rechazar la legislación obrera), impidieron la emergencia de un verdadero sistema democrático de relaciones laborales y tensaron los conflictos; como afirma UNSAIN refiriéndose a la poca difusión de la negociación colectiva que se verificaba en 1918: “salvo una sola y honrosa excepción, no existe entre nosotros ni la teoría ni la práctica del contrato colectivo de trabajo. A este respecto, nuestra organización industrial y obrera se halla en la infancia”25.

4.1 Los gobiernos radicales

La posición de los gobiernos de la Unión Cívica Radical frente a la cuestión obrera y la huelga merece algunas matizaciones que sirven para distinguirla, por encima de ciertas similitudes, del ideario

23 MAROTTA, S., obra citada, Tomo III, página 249.24 Félix LUNA atribuye la derogación de esta Ley a “una hábil campaña llevada a cabo por la Unión Industrial Argentina, que recibió el apoyo de los sectores conservador, socialista y anti-personalista del Congreso” (LUNA, Félix, “Irigoyen”, Editorial SUDAMERICANA, Buenos Aires – 1988, página 322).25 UNSAIN, Alejandro, citado por ROTONDARO, R., obra citada, página 103.

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conservador. Por lo que se refiere a los asuntos socio-laborales, el radicalismo, sobre todo en su versión irigoyenista, irrumpió en la vida política nacional con el declarado propósito de mejorar las condiciones de trabajo y de crear una legislación protectora del trabajador frente a los infortunios laborales26; sin embargo, el Gobierno no logró alcanzar sus objetivos centrales y su política social presenta, entonces, un muy pobre balance, más allá de las críticas que le dispensó la derecha argentina de entonces27 que acusó al Presidente de la República de ineptitud frente a los conflictos y de connivencia con el movimiento obrero. Un fuerte intercambio de palabras entre el Presidente de la República y la dirección de la UIA, a propósito de la gran huelga ferroviaria de 1917, marca adecuadamente las posiciones divergentes: Mientras la central empresaria pide “una inmediata solución del conflicto por los medios que la Constitución y las leyes acuerdan a los poderes públicos para el amparo y la protección de todos”, YRIGOYEN responde que “no había llegado el momento de aplicar métodos coercitivos y que esperaba agotar todos los medios para mutuo entendimiento de las partes”28; para agregar luego que “los privilegios han concluido en el país… de hoy en más, las fuerzas armadas de la Nación no se moverán sino en defensa de su honor y de su integridad, ya que el gobierno no destruirá por la fuerza esa huelga (se refiere a la huelga ferroviaria) que significa la reclamación de dolores inescuchados”29.

La actitud del Presidente YRIGOYEN frente a la protesta sindical motorizada por las izquierdas apostará por el diálogo y por un largo repertorio de actitudes paternales que, entre otros objetivos vinculados con la paz laboral, apuntaban a aislar a las fuerzas anarquistas a las que el radicalismo consideraba responsables de los desbordes inadmisibles dentro de un Estado de Derecho que se precie de tal; sin embargo, no derogará la legislación represiva del conflicto industrial heredada del régimen anterior. Como destaca ROUQUIÉ refiriéndose a Hipólito

26 ECHEPAREBORDA, Roberto “”Irigoyen”, Editorial CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA, Buenos Aires – 1983, volumen 2, página 183.27 ROUQUIÉ, A., obra citada, página 141. Durante su segundo mandato, la mayoría radical logra sancionar algunas leyes importantes: Ley 11.544/1929 (sobre jornada legal de trabajo), 11.570/1929 (sobre policía del trabajo), y 11.575/1929 (sobre jubilaciones del personal bancario) (SAN MARTINO de DROMI, L., obra citada, página 42). LUNA, F., obra citada, página 320, añade que leyes posteriores, aprobadas bajo el signo peronista, se inspiraron en los Proyectos remitidos por Yrigoyen (12.921, sobre asociaciones profesionales; y 12.948, sobre arbitraje, conciliación y justicia del trabajo).28 SCHVARZER, J., obra citada, página 54.29 Manifestación citada por el Diputado Luis Alberto TECCO en el debate sobre la Ley de Conciliación Laboral Obligatoria (Cámara de Diputados de la Nación, Diario de Sesiones de 18 de diciembre de 1958, página 6702). Como es sabido y se relata en este Capítulo, el Presidente YRIGOYEN, cambiando de opinión, se vio precisado a desarticular huelgas apelando a la contundencia militar.

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YRIGOYEN, “el presidente radical no responde con la represión sistemática a las huelgas que estallan en el país entero desde que entró en la Casa Rosada. Pretende, según parece, oponer su sensibilidad social de Presidente elegido por el pueblo, a la brutalidad del poder de clase anterior a 1916. Rehúsa seguir el ejemplo de sus predecesores y encarar los problemas sociales como simples cuestiones policiales. Intenta también manifestar a los trabajadores su simpatía paternal porque teme enajenar las clases populares donde encuentra parte de su electorado”30.

Pero la coyuntura económica y social obviamente influida por la Primera Guerra Mundial y caracterizada por una sostenida caída de los salarios reales (1914/1921) y un aumento del desempleo, ocasionaron una multiplicación de las huelgas y de conflictos obrero-patronales, obligando al Presidente a abandonar muchas veces sus buenas intenciones y reprimir las huelgas y los desbordes31.

4.2 Las patronales

Los propietarios y la patronal argentina, liderados por la UIA, no estaban dispuestos a aceptar la actividad reivindicativa de los sindicatos, en la que veían un desafío a sus poderes tradicionales; tampoco a tolerar siquiera las huelgas cuya proliferación atribuían a la política obrerista de YRIGOYEN32. Desconfiando de la actitud del Gobierno radical, fundaron dos asociaciones con el fin de desplegar medidas de acción directa contra las huelgas y de perseguir a los “agitadores extranjeros”. Así nacieron la Liga Patriótica33 y la Asociación del Trabajo34; mientras la

30 ROUQUIÉ, Alain “Poder militar y sociedad política en la Argentina”, Editorial EMECE, Buenos Aires – 1981, Tomo I, página 141.31 Como recuerda ROUQUIE, a fines de 1917 el Presidente mandó aplastar por la infantería de marina la gran huelga de los frigoríficos (ROUQUIÉ, Alain, obra citada, página 140).32 “La huelga ferroviaria de 1917, la huelga de correos de 1918, la huelga de los obreros metalúrgicos y el paro general de 1919, y la huelga portuaria de 1920/21 son términos más que abundantes para apreciar las consecuencias de la política obrerista que se preció de desarrollar el Poder Ejecutivo” (diario “La Prensa”, 12 de octubre de 1922, citado por ROUQUIÉ, A., página 150).33 A la que ROUQUIE atribuye vinculaciones estrechas con el partido gobernante, la Unión Cívica Radical (obra citada, página 145), y cita un documento de la Liga en donde la organización se define como “una organización de ciudadanos pacíficos y armados que monta guardia para velar por la sociedad y defenderla de la peste exótica”.34 La Asociación del Trabajo fue fundada en 1918, de entre sus miembros destacan: la Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural, el Centro de Exportadores de Cereales, el Centro de Importadores y Anexos, el Centro de Navegación Trasatlántica, y las compañías ferroviarias Central Argentino, del Sud, del Oeste y del Pacífico (Véase SAN MARTINO de DROMI, L., obra citada, página 50; también ROUQUIE, A., obra citada, página 144); era lo más parecido a lo que hoy llamaríamos una “gran patronal”, aunque entre sus cometidos implícitos estaba el proveer de rompehuelgas profesionales a las empresas en dificultades. Carlos SAAVEDRA LAMAS, presenta argumentos que apuntan a justificar la emergencia tanto de la Liga Patriótica como de la Asociación del Trabajo (obra citada, página 748.

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primera actuaba en el terreno de la política y mantenía lazos con el poder militar, esta última proveía a las empresas en dificultades de esquiroles y activistas especializados en romper huelgas utilizando la violencia35. La finalidad declarada de esta Asociación era “emancipar al patronato de la odiosa tutela de las llamadas sociedades de resistencia que amenazaban someter bajo la férula de su acción negativa y estéril a todas las actividades del trabajo nacional”.

Bien sea porque interesaba al empresariado dividir roles, bien porque la división respondiera a visiones distintas, lo cierto es que mientras la Asociación del Trabajo, la Liga Patriótica y la Cámara Argentina del Comercio, de la Industria y de la Producción (CACIP), creada en 1916, expresaron las posiciones más duramente antisindicales, corrió a cargo de la UIA sostener opiniones moderadas36 ante los conflictos colectivos, la acción de los sindicatos y las huelgas. En realidad, la UIA rechazaba la injerencia reguladora del Estado en el ámbito de las relaciones individuales de trabajo, pero demandada la sanción de leyes encaminadas a reglamentar la acción sindical: “Las violentas huelgas (se refiere a las ocurridas en enero de 1919) han tenido la virtud de hacer descubrir a todo el mundo que necesitamos una legislación para las necesidades obreras y que la necesitamos con urgencia”37.

4.3 El movimiento sindical y estudiantil

En relación con las posiciones adoptadas por el movimiento obrero en materia de huelgas y conflictos, y más allá de las manifestaciones prácticas que analizamos en este mismo Capítulo, nos parece oportuno citar dos documentos sindicales que estimamos representativos de la opinión de las organizaciones obreras: a) En el Congreso celebrado en 1906, la Unión General de Trabajadores (UGT) definió a la huelga general “como un arma genuinamente obrera y la más eficaz para la defensa y ataque en favor de sus propios intereses y en detrimento de la burguesía… que tiene la virtud, como ninguna otra arma, de colocar frente a frente a las dos clases en pugna”38; b) A su vez, la Federación

35 Según refiere Ana María RAMB, la Asociación reclutaba entre “jóvenes dorados que eran adiestrados por altos jefe de la Marina en el Círculo Naval”; uno de sus precursores, el Almirante O’CONNOR advirtió a “rusos y catalanes, que si no se atreven a venir al centro, los atacaremos en sus propios barrios” (RAMB, A. M. en el prólogo a la obra de María Cecilia DI MARIO “De crónicas y escrituras de la semana trágica”, Editorial CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN, Buenos Aires -2008.36 En 1919 la UIA sostenía que “la solución de los conflictos obreros no debe buscarse en actitudes intransigentes ni en medidas extremas sino en una razonable conciliación de la libertad de trabajo” (SCHVARZER, J. obra citada, página 54).37 CUNEO, D., obra citada, página 103.38 Transcripto por UNSAIN, A. M., obra citada, página 417.

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Obrera Regional Argentina (FORA) en 1918 se manifiesta en defensa del derecho de huelga puesto en entredicho por actos de la patronal y del gobierno a propósito de la huelga en los frigoríficos: “Es inconcebible que en tanto los capitalistas niegan la existencia de un conflicto con sus obreros y rechazan toda solución ofrecida por los representantes del Estado, obtengan de este el apoyo parcialísimo de su fuerza… ésta situación no puede continuar sin la pérdida de los más sagrados derechos alcanzados en el país por los trabajadores quienes consideran legítimo el ejercicio de la huelga, supremo recurso al que llegan para obtener la realización de sus justas aspiraciones de mejoramiento y elevación”39. Cabe añadir también el debate que tiene lugar en el seno de la FORA y que culmina con la abolición del boicot como forma legítima de acción sindical; la posición mayoritaria considera al boicot “un arma sumamente peligrosa”40.

Un hecho que merece ser también destacado en este repaso a la conflictividad del período, es la aparición en 1918 de movimientos que coordinan las protestas estudiantiles y las huelgas obreras; la gran movilización alrededor de las demandas de Reforma Universitaria, con epicentro en la ciudad de Córdoba, concitó pronto el apoyo de los sindicatos, una actitud que se repetiría muy pocas veces a lo largo de la historia argentina41, en donde fueron más habituales los movimientos en sentido inverso, que muestran a los estudiantes expresando su solidaridad a las medidas obreras.

5. Los principales conflictos y su desarrollo

5.1 La huelga ferroviaria de 191742

El inicio del ciclo radical encuentra a los trabajadores ferroviarios suficientemente organizados a través de La Fraternidad (sindicato de oficio) y de la Federación Obrera Ferrocarrilera (sindicato de rama), y con un apreciable nivel de unidad de acción. Mientras los trabajadores demandaban aumentos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo43, las empresas, invocando dificultades económicas, resistían las

39 Manifiesto de la FORA citado por Alfredo L. PALACIOS (obra citada, página 239).40 MAROTTA, S., obra citada Tomo III, página 283.41 El Cordobazo de 1969 y las huelgas en la empresa KRAFT en el año 2011/12, son –como veremos más adelante- dos ejemplos de esta vocación coordinadora. Para el caso de la Reforma Universitaria de 1918, movimiento que teorizó sobre la “solidaridad obrero estudiantil”, ISCARO, R., obra citada, página 174.42 ROTONDARO, R., obra citada, páginas 76 y siguientes.43 Alfredo L. PALACIOS sostiene que la huelga ferroviaria mostraba “la afirmación altiva, en medio de la pelea, de la finalidad perseguida con tanto tesón, no ya de la mejora inmediata relativa al aumento de salario o reducción de horario; era la proclamación del advenimiento de una sociedad nueva en la que la

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presiones y eran celosas a la hora de defender el poder de dirección y despedir a los agitadores. Fue así como en setiembre de 1917 la Federación Obrera Ferrocarrilera, La Fraternidad y la Asociación de Telegrafistas convocaron una huelga en todas las líneas explotadas por las empresas extranjeras, logrando paralizar totalmente los ferrocarriles44. Pronto el movimiento consigue la solidaridad de los trabajadores marítimos, ebanistas y choferes, así como de la FORA45; ante la cerrada negativa de las compañías, los sindicatos ferroviarios declaran que “estarían dispuestos a asumir la dirección y explotación de los ferrocarriles, en la seguridad de que con esta medida los obreros y empleados se colocaran en condiciones de recibir una justa compensación de sus esfuerzos productivos, que traerá como consecuencia inmediata la normalización permanente del tráfico general y constituirá, asimismo, la mejor garantía de progreso del país”46.

El Gobierno del Presidente YRIGOYEN intentó primero mediar en el conflicto y, de alguna manera, presionó a las empresas para que accedieran a las demandas obreras; estas tempranas iniciativas del Presidente no lograron sino exasperar a las organizaciones patronales que exigen mano dura y mantienen una tensa reunión con YRIGOYEN en la Casa de Gobierno en cuyo transcurso se produce el intercambio de palabras que hemos reseñado un poco más arriba47. Ante el fracaso de

producción estuviera dirigida por los productores” (PALACIOS, Alfredo “El nuevo derecho”, Editorial EL ATENEO, Buenos Aires – 1928).44 Fue “la mayor huelga ferroviaria conocida hasta entonces en la Argentina” (SCHVARZER, J., obra citada, página 53). “La huelga constituyó un movimiento realmente extraordinario, ya que por primera vez se paralizó virtualmente un sistema de transportes tan vital para el país… en un clima de sobrexcitación que no llegó a los últimos límites por la actitud decidida de los obreros y la acción contemporizadora del gobierno” (ROTONDARO, obra ciada, página 76)45 Obsérvese que en el período 1983/2013 es muy difícil encontrar expresiones de solidaridad intersectorial de este calibre; con lo cual el debate acerca de la legitimidad de las huelgas solidarias tiene, en los días que corren, ribetes casi exclusivamente académicos.46 MAROTTA, S., obra citada, página 209. Unos años más tarde, los sindicatos ferroviarios abandonaron estas banderas autogestionarias y, en un contexto diferente, se sumaron a la estatalización dispuesta por el primer peronismo; los años de 1990 registran un nuevo giro: esta vez los sindicatos se suman, bien que bajo determinadas condiciones (entre las que se incluyeron el control de las compañías encargadas de prestar los servicios tercerizados), a la decisión del segundo peronismo de privatizar los ferrocarriles. Por lo que hace el tercer peronismo (2002/2013) se advierte una cierta preferencia sindical por la re-estatización de los ferrocarriles.47 Al negarse a la petición de las empresas para militarizar a los huelguistas, el Presidente YRIGOYEN se expresó en los términos que siguen y que revelan sus ideas respecto del conflicto obrero: “Cuando ustedes me hablan de que enflaquecían los toros en la Exposición Rural, yo pensaba en la vida de los señaleros, obligados a permanecer 24 o 30 horas manejando los semáforos para los que viajan, para que las familias puedan llegar tranquilas y sin peligro a sus hogares; pensaba en la vida, en el régimen de trabajo de los camareros, de los conductores de trenes a quienes ustedes me aconsejan sustituir por las fuerzas del Ejército, obligados a peregrinar a través de las dilatadas llanuras, en viajes de 50 horas sin descanso ni hogar” (citado por TISSEMBAUM, M., obra citada, página 213).

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aquellas iniciativas de mediación y diálogo, y con la idea de restablecer el esencial servicio ferroviario, el Presidente dicta un Decreto movilizando a los trabajadores, que la FORA rechaza enérgicamente anunciando su disposición a decretar la huelga general. La presión es tan grande que el Gobierno se ve obligado a dar marcha atrás dejando sin efecto el cuestionado Decreto; como explica ROTONDARO los obreros sostenían que ese Decreto intimando la normalización de las tareas era atentatorio contra la libertad de huelga y que la vuelta al trabajo debería ser el resultado de la voluntad soberana de los trabajadores y no de la imposición administrativa48. El Gobierno de YRIGOYEN, en un acto casi sin precedentes que los sectores de la derecha política consideraron una humillación a la soberanía del Estado, se vio forzado a solicitar a los huelguistas que autorizaran lo que hoy llamaríamos un servicio mínimo que garantizara el abastecimiento de leche a los hospitales; el sindicato aceptó “a condición de que el tren fuera conducido por huelguistas, que su recorrido no excediera de 40 kilómetros y que la máquina llevara en un lugar visible la autorización del Comité de Huelga”49. Conviene recordar que el Presidente de la República, en su intención de sumar adictos a su causa, impulsó un Proyecto de jubilaciones especiales para los obreros ferroviarios, que finalmente resultó aprobado como Ley 9653/1915.

Un dato de interés, tanto histórico como contemporáneo50, es la posición responsable del Partido Socialista respecto a la huelga; en efecto, su líder Juan B. JUSTO, frente a la oleada de huelgas ferroviarias afirmó que es preciso cuestionar y rechazar “la complacencia con la que el gobierno ha visto extenderse y repetirse las huelgas ferroviarias, la simulada debilidad que las ha hecho destructivas y sangrientas”. Haciendo gala de moderación, sentido de la responsabilidad y raigambre socialdemócrata, JUSTO critica la reiteración y la intensidad de las huelgas pues “los ferrocarriles son el más indispensable de los servicios públicos para el trabajo y la vida del pueblo obrero en general. Una huelga ferroviaria no es una simple cuestión de gremio, sino un conflicto que afecta a la masa trabajadora entera, la cual debe ser consultada directa o indirectamente a su respecto”51.

48 ROTONDARO, R., obra citada, página 76. La actitud de los sindicatos ferroviarios expresa una firme defensa principista del derecho de huelga.49 PALACIOS, Alfredo L., obra citada, página 218.50 Resultaría harto difícil encontrar en la Argentina contemporánea un dirigente político que se atreviese a sostener semejante punto de vista respecto del servicio esencial del transporte.51 JUSTO, Juan B., discurso de 14 de abril de 1918, transcripto por MAROTTA, S., obra citada, página 217.

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Tras 24 días de huelga total, los trabajadores retornaron al trabajo habiendo obtenido, merced a un laudo del Gobierno, algunas de sus reivindicaciones y, sobre todo, demostrando la emergencia de un nuevo poder social. Como recuerda ROUQUIE, al laudar en favor de los trabajadores, el Presidente YRIGOYEN “escandalizó a la Bolsa de Valores de Buenos Aires y a los inversores extranjeros”52.

5.2 La huelga en los talleres metalúrgicos VASENA y la semana trágica53

En 1919, la Argentina comienza a emerger de la crisis económica precedente y se verifica un aumento en el nivel de empleo así como en los índices de conflictividad54. Sin embargo, nada hacía presagiar que las huelgas y las protestas obreras, y la consiguiente represión, alcanzarían rápidamente la virulencia que alcanzaron hasta culminar en lo que se conoce en la historia social argentina con el nombre de “Semana trágica” y que, como recuerda ROUQUIE, coincidió en el tiempo con acontecimiento similar en Alemania (“semana sangrienta de Berlín”), una coincidencia que incrementó la alarma de los sectores de la derecha política y económica argentina55.

La huelga en los talleres de la empresa “VASENA e HIJOS SRL”56, ubicados en el barrio porteño de Nueva Pompeya, se desencadenó por una cuestión estrictamente laboral (incremento de los salarios que compensaran el aumento del costo de vida, reducción de jornada, reincorporación de despedidos por actividades sindicales, pago de horas extraordinarias y supresión del trabajo a destajo) y fue declarada y dirigida por el Sindicato Metalúrgicos Unidos una organización afiliada a

52 ROUQUIE, A., obra citada, página 141.53 PIÑERO, Octavio A. “Los orígenes y la trágica semana de enero de 1919”, edición del autor, Buenos Aires – 1956. La huelga y sus derivaciones alcanzó, ciertamente, gran impacto en el movimiento obrero, e influyó también en las artes y en la cultura argentina que dedicó varias obras a exaltar la gesta reivindicativa y a relatar los atropellos (Véase DI MARIO, M. C., obra citada). Esta obra incluye también una interesante síntesis de las notas de prensa publicadas en dos diarios de Buenos Aires de divergente ideario: LA NACION y LA VANGUARDIA. Entre la producción cultural a propósito de la huelga en los talleres VASENA y de otras luchas obreras, sobresalen la novela de David VIÑAS “En la semana trágica” (1966) y el tango “Se viene la maroma” con letra de Manuel ROMERO (“Parece que está lista y ha rumbiao/la bronca comunista pa' este lao…”) y música de Enrique DELFINO (1923).54 Véase el CUADRO 7.3. Según LÓPEZ, A. (obra citada, página 239), en 1915 se realizan 65 huelgas y son 12.000 sus seguidores; en 1916 el número de huelgas trepa a 80 duplicándose el número de huelguistas; en 1917, las huelgas son ya 138 y sus adherentes 135.000; 1918 se registraron 196 huelgas seguidas por 133.000 trabajadores; en 1919, las huelgas contabilizadas fueron 367 y los huelguistas 309.000; un 1920, se registra un descenso en el número de huelgas (206) tanto como de huelguistas (134.000).55 ROUQUIE, A., obra citada, página 142. BAILY, S. L., obra citada, página 47.56 El propietario de la empresa, Pedro VASENA, era uno de los miembros fundadores de la UIA. Véase ISCARO, R., obra citada, página 179 y siguientes, quién refiere la intervención de piquetes pro-patronales organizados por la derechista Asociación Nacional del Trabajo.

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la anarquista FORA-5° Congreso. La compañía VASENA e HIJOS era, para los parámetros de entonces, una empresa grande con un plantel de cerca de 3.000 trabajadores, y se caracterizaba por un estilo autoritario en materia de relaciones laborales, por sus buenos contactos con un sector del Gobierno de la Unión Cívica Radical, y por sus vínculos con organizaciones anti-obreras.

Iniciado el conflicto, la Administración puso en marcha su rutina (El Jefe de Policía y el exiguo Departamento Nacional de Trabajo intentaron, sin éxito, acercar a las partes), y el Presidente pidió al Congreso la declaración del “estado de sitio” y ordenó aplicar la Ley de Residencia que facultaba a expulsar extranjeros. En este contexto, y en el ámbito del Congreso, además del debate acerca del “estado de sitio”, el Presidente YRIGOYEN decidió impulsar un Proyecto de Ley para establecer un sistema de arbitraje obligatorio y regular la negociación colectiva, y los socialistas propusieron, a su vez, regular la acción sindical; ninguna de estas iniciativas prosperó.

Mientras los obreros persistían en la huelga y realizaban manifestaciones de protesta, la policía cargó contra los huelguistas dejando un saldo de varios muertos y heridos que precipitaron la solidaridad de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA-5° Congreso) y de otros sindicatos. Esta solidaridad se tradujo en la convocatoria a una huelga general (la primera en los últimos 10 años57) para el día 8 de enero de 1919, a la que siguieron otras jornadas de tensión en las calles. Si bien, en relación con esta huelga, la UIA no se mostró muy activa en la escena pública, el empresariado58, por fuera de sus estructuras de representación corporativa, se solidarizó activamente con la firma VASENA a través de las organizaciones alternativas ya mencionadas (Liga Patriótica, Asociación del Trabajo y CACIP).

Los acontecimientos movieron al Presidente YRIGOYEN a ordenar la intervención de las fuerzas de seguridad que terminó en una violenta represión59; el accionar policial llegó hasta el cementerio donde se había

57 GODIO, J. obra citada, Tomo I, página 266.58 En el momento más álgido del conflicto, el empresario Luis COLOMBO, quién más adelante lideraría por largos años la UIA, desmanteló el local de la bodega TOMBA de la que era propietario y amenazó con un cierre patronal para enfrentar la resistencia de los trabajadores durante la Semana Trágica (SCHVARZER, J., obra citada, página 55).59 El Jefe de Policía designado por YRIGOYEN, General DELLEPIANE, intimó a los huelguistas con las siguientes palabras: “Si en el plazo de 48 horas no se restablece la normalidad y la situación se agrava, habré de emplazar la artillería en la plaza del Congreso para atronar con los cañones la ciudad; y el escarmiento será tan ejemplar, que por 50 años nadie osará alzarse para perturbar la vida y la tranquilidad públicas” (ISCARO, R., obra citada, página 181).

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dispuesto sepultar a las víctimas de la jornada anterior, provocando un nuevo saldo de detenidos, heridos y muertos (que algunas fuentes cifran en 4060 y otras elevan a 40061 e incluso a 70062). El violento conflicto se prolongó varios días más (hasta el 15 de enero) y sólo terminó con la intervención del Ejército y la declaración del “estado de sitio”. Por lo que se refiere al fin del conflicto en relación con las reivindicaciones obreras, hay que señalar que la empresa accedió a todos los reclamos incluidos en el pliego de condiciones y que, a su vez, el Gobierno ordenó la libertad de todos los detenidos y se comprometió a no adoptar represalias63.

En resumen, la protesta obrera puso dramáticamente de manifiesto: a) La ineptitud de las instituciones existentes a comienzos del siglo XX en el ámbito del incipiente Derecho del Trabajo y del derecho penal y contravencional para encauzar el conflicto industrial que crecía en intensidad y violencia; b) La preponderancia de ideas que, de uno y otro lado, exaltaban el enfrentamiento entre obreros y patronos; c) La ausencia, en los principales partidos políticos, de propuestas articuladas aptas para definir un nuevo marco de relaciones laborales.

5.3 Las huelgas de la Patagonia (1921/1922)64

En los primeros años de 1920 el entonces Territorio Nacional de Santa Cruz65, se vio sacudido por una serie de huelgas obreras, que culminaron con una terrible matanza de trabajadores que volvió a enlutar al movimiento obrero y a la gestión del Presidente YRIGOYEN. En este trágico conflicto chocaron la intransigencia de la patronal (liderada por la Sociedad Rural y organismos como la Liga Patriótica), el estilo y las acciones propias del anarquismo de entonces, y la ineficacia de las autoridades proclives a sumarse a las consignas de los propietarios. Cabe añadir que estos acontecimientos de Santa Cruz alentaron importantes debates parlamentarios que, lamentablemente, no llegaron

60 LÓPEZ, A. obra citada, página 235. Según O. PIÑERO, obra citada, página 66, los muertos fueron 141. 61 GODIO, Ídem, página 275. Véase ISCARO, R., obra citada, página 181. Según ROUQUIÉ, A. (obra citada, página 143), “se ignora el número exacto de muertos en los acontecimientos de enero, pero deben contarse por centenares”; este autor cita a GHIRALDO, Alberto (“La Argentina”) para quién durante la “Semana Trágica” murieron mil personas.62 RAMB, A. M., obra citada, página 12. La autora, aludiendo a cifras oficiales, habla también de la existencia de 3.000 heridos.63 ODDONE, J., obra citada, página 412.64 FIORITO, Susana “Las huelgas de Santa Cruz (1921-1922)”, Editorial CEAL, Buenos Aires – 1985.65 Esta demarcación de la Patagonia argentina contaba, hacia 1920, con 18.000 habitantes el 50% de los cuales era extranjero. La propiedad de la tierra, clave de la producción lanera de la zona, se hallaba concentrada en muy pocas manos.

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a conclusiones definitivas ni sirvieron para reformular el marco jurídico vigente en materia de huelgas y conflictos.

El plan de lucha adoptado por la Sociedad de Obreros de Gallegos (SOG), de inspiración anarquista, reconoce como una de sus causas la crisis que, tras la finalización de la Primera Guerra Mundial se abatió sobre la producción y el comercio exterior de lanas. En este sentido, la brusca caída del precio pagado por los compradores británicos de lana patagónica produjo un quebranto a los propietarios de las explotaciones y afectó también a las actividades portuarias relacionadas con el comercio lanero.

Sin embargo, el conflicto tuvo otras causas concurrentes: La mora en el pago de salarios, la negativa patronal a reconocer el carácter representativo del sindicato (SOG) y a aceptar la elección de delegados por establecimiento, así como su decisión de incumplir lo acordado ante las autoridades e incluso los términos del Laudo administrativo que intentó poner fin al conflicto. A su vez, el carácter rural de la huelga añadió dificultades a su tramitación y alumbró tácticas y desarrollos casi inéditos en la Argentina de entonces, como fue la apertura de campamentos66 en donde los trabajadores en huelga se refugiaban de levas y acosos, y se reunían mientras se negaban a retornar a sus tareas. La dirección anarquista fomentó la gestión asamblearia del conflicto y logró el apoyo de importantes federaciones y sindicatos con sede en Buenos Aires.

La extrema violencia fue actor principal en este conflicto: la toma de rehenes, la ocupación de los establecimientos rurales, y la creación de partidas de irregulares armados a instancias del SOG, fueron respondidos por fuerzas militares y paramilitares que secuestraron a centenares de trabajadores y asesinaron a cerca de 400 de ellos67. En 1992, como una secuela de la barbarie, Kurt WILCKENS, un joven anarquista, asesinó al coronel Héctor VARELA, comandante militar que dirigió la represión; al año siguiente, WILCKINS fue a su vez asesinado y, en 1925 su matador cayó también asesinado, cerrando de alguna manera una terrible cadena de venganzas.

66 “Los campamentos se constituyeron de hecho en sociedades comunitarias armadas, con sus propias leyes y su régimen político de asambleas para tomar todas las decisiones; su forma de aprovisionamiento desconoció además las leyes económicas del sistema” (FIORITO, S., obra citada, página 15).67 Las tácticas represivas fueron variadas: “en algunos casos, como en Punta Alta, se rodeará a los peones y se tirará desde lejos sobre ellos. En otros, como en La Anita, se exigirá que depositen las armas en el suelo y luego se los fusilará por tandas, haciéndoles cavar sus propias fosas. Otros serán degollados o quemados con gasolina o mata negra luego de dejarlos atados desnudos a los alambrados durante toda una noche helada…” (FIORITO, S., obra citada, página 14).

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5.4 La huelga ferroviaria de 193068

Los conflictos laborales agitaron el panorama político y social y abrumaron al Presidente YRIGOYEN desde el inicio de su segundo mandato y hasta su abrupto final. La huelga ferroviaria de marzo de 1930, que acompañó el impensado fin de una etapa política, tuvo motivaciones estrictamente laborales69, y se desarrolló en el contexto de las dificultades económicas que erosionaban el negocio ferroviario. Si bien el conflicto venía incubándose desde hacía varios meses, la huelga estalló tras fracasar las gestiones mediadoras desplegadas por el propio Presidente de la República. La medida de fuerza dispuesta por la Federación Obrera Ferrocarrilera, no alcanzó a los maquinistas (representados por La Fraternidad que, como vimos, habían logrado antes la revisión de sus condiciones de trabajo), y consistió en un paro de una hora por turno seguido de un período indeterminado de trabajo a reglamento que los trabajadores cumplieron disciplinadamente en demanda de mejoras salariales y horarias y de la incorporación de los jefes de estación al ámbito del convenio colectivo. La negativa de las empresas a acceder a esta doble línea reivindicativa se basó en tres argumentos: a) La crisis económica y la sequía habían reducido el tráfico de cargas y pasajeros, provocando un excedente de personal que las empresas absorbían sin despedir; b) La inminente aplicación de la nueva ley 11.544/29 que fijó en 8 horas la jornada máxima, elevaría los costos salariales de explotación; c) La incorporación de los jefes de estación al escalafón convencional contradecía el poder de dirección que las empresas no estaban dispuestas a ceder.

La huelga dañó a los productores agropecuarios y ocasionó dificultades a los pasajeros; mientras los primeros protestaron a través de los medios de prensa y en las oficinas del gobierno, algunos pasajeros destruyeron máquinas y atacaron instalaciones70; las empresas ferroviarias atribuyeron estos incidentes no a los pasajeros, sino a los propios sindicalistas que negaron su participación en los hechos de violencia. Ante la ausencia de reglas sobre el mantenimiento de

68 GIORDANO de ROCCA, Graciela I., “El conflicto ferroviario de 1929/1930”, en revista “Todo es Historia”, números 180/181, Buenos Aires, Mayo/Junio de 1982.69 Los sindicatos pretendían un salario mínimo ferroviario, revisión de las escalas salariales, un escalafón para el personal administrativo, y un nuevo régimen de licencias para el personal de talleres y almacenes.70 GIORDANO de ROCCA, G., obra citada, página 62: “El público enardecido ante la demora de los trenes arremetía contra ellos provocando incendios en los coches de los distintos convoyes, los destruían, rompían asientos y vidrios y hasta prendían fuego en las estaciones”. Una imagen que tiende a repetirse, como lo muestra la historia de los 80 años que siguieron a esta huelga de 1930.

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servicios mínimos, los administradores de la salud pública y la Federación Obrera Ferrocarrilera acordaron -como en ocasión anterior- una solución de emergencia para proveer la leche que necesitaban los enfermos en los hospitales: un tren especialmente identificado transportaría el producto y circularía con normalidad pese a la huelga; pero la medida no se concretó esta vez ante la negativa de la empresa propietaria del Ferrocarril del Oeste que, de este modo, incurrió en un lockout.

Las conversaciones entre el sindicato y las empresas, auxiliados por la intervención conciliadora del Gobierno, permitieron aproximar las posiciones en la mayoría de los puntos que motivaban la huelga. Para destrabar íntegramente el conflicto, las partes aceptaron una especie de arbitraje a cargo del Poder Ejecutivo que ordenó entonces reanudar los servicios, cerró el camino a eventuales ajustes de personal, admitió el encuadramiento convencional de los jefes de estación, y derivó los asuntos económicos y normativos pendientes a una comisión paritaria presidida por un alto funcionario (el Director General de Ferrocarriles). Los trabajos de esta comisión se dilataron varios meses, demorando las medidas prácticas necesarias para que los trabajadores accedieran a las mejoras comprometidas; cuando finalmente se conoció el dictamen del Director General de Ferrocarriles, que favoreció en varios aspectos a las empresas, se produjo el golpe militar de URIBURU y el conflicto latente se trasladó, bajo otras condiciones externas, sin duda más desfavorables para el sindicato, al nuevo gobierno de facto.

6. El marco regulatorio del período

6.1 La legislación heredada

Como hemos apuntado antes, los gobiernos de la Unión Cívica Radical no lograron modificar la legislación sobre conflictos colectivos de trabajo y huelga que, sobre una matriz represiva, había impuesto el anterior régimen conservador y autoritario. Es más: los acontecimientos desencadenados por las luchas obreras les obligaron a aplicar esas normas aun cuando las mismas contradecían la sensibilidad del Presidente YRIGOYEN y el ideario del partido gobernante. Edictos policiales, militarización de huelguistas, expulsión de extranjeros, restricción a las libertades civiles e, incluso, abierta represión de las huelgas fueron las respuestas, generalmente tardías e ineficaces, dadas por el radicalismo gobernante. Si bien el Presidente YRIGOYEN advirtió la necesidad de renovar los instrumentos legales para encauzar los conflictos obreros y de modificar los principios que orientaban la

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intervención del Estado, no pudo alcanzar sus objetivos; en los primeros años de su mandato, a raíz de su debilidad parlamentaria71, y más tarde por las disidencias internas en el seno del propio radicalismo.

6.2 Las iniciativas parlamentarias frustradas

El Poder Ejecutivo Nacional envío al Congreso dos iniciativas de señalada importancia en el ámbito del Derecho del Trabajo: La primera, presentada en 1919, creaba un régimen obligatorio de conciliación y arbitraje; la segunda, fechada en 1921, era un Proyecto articulado de Código del Trabajo.

Si bien ninguna de las iniciativas legislativas referidas a la huelga llegó finalmente a concretarse (recuérdese que durante su primer mandato el Presidente YRIGOYEN no dispuso de mayoría suficiente en ninguna de ambas Cámaras del Congreso de la Nación), reflejan el interés del Gobierno radical en remozar la legislación heredada y disponer de herramientas más acorde con su ideario. La primera de ellas obtuvo, en junio de 1919, un dictamen de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación que, por una parte reconocía el derecho de todo sindicato a decretar la suspensión del trabajo, siempre y cuando hubiera caducado el convenio colectivo de trabajo anterior, las partes hubieran cumplido la instancia de conciliación, y la medida hubiera sido aprobada por la asamblea de trabajadores y, por otra, prohibía la suspensión del trabajo en los servicios de carácter público72. Al reglamentar el procedimiento sindical, el dictamen convertía a la declaración de huelga en obligatoria para los afiliados que sólo podían eludirla renunciando al sindicato, y tomaba recaudos para circunscribir el ámbito de las huelgas y, desde luego, disuadir las huelgas generales73.

6.2.1 Proyecto de ley de conciliación y arbitraje en conflictos obreros

La propuesta que comentamos contenía una regulación parcial del derecho de huelga que, si bien partía de su expreso reconocimiento, lo

71 En el período parlamentario 1916/1918, el radicalismo contaba con 45 diputados sobre un total de 115, y 4 senadores sobre 29. Esta situación mejoró un poco en el periodo 1919/1921, pero sólo en la Cámara de Diputados donde el radicalismo llegó a contar con 59 legisladores. (Véase ROUQUIÉ, A., obra citada, página 138). Según este autor “la cuestión social preocupaba muy poco al nuevo Presidente, que compartía el credo optimista de las clases superiores argentinas. Sus ideas sobre esta materia eran escasas y ambiguas”. 72 Entendiendo por tales los servicios de correos, teléfonos y telégrafos, provisión de agua, higiene y asistencia pública, alumbrado y provisión de fuerza motriz, transportes y puertos, administración pública, abastecimiento de artículos de primera necesidad, y bancarios.73 SAAVEDRA LAMAS, C., obra citada, página 719, quién explica que la exclusión de la huelga general era una preocupación de la doctrina laboralista francesa.

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sometía a requisitos que dificultaban -cuando no lisa y llanamente impedían-, su ejercicio por parte de los trabajadores. Al fundamentar el Proyecto, el Presidente YRIGOYEN hacía mención “a la necesidad de buscar una solución a conflictos… producidos entre el capital y el trabajo. Su generalidad y número han preocupado intensamente al Poder Ejecutivo que ha dedicado su preferente atención al restablecimiento de la normalidad económica y social. Pero en sus gestiones se ha encontrado desprovisto de toda ley que señale normas jurídicas permanentes de solución de estos encontrados intereses”74; vale decir, el gobierno radical advertía la inadecuación de las herramientas disponibles para encauzar los conflictos obreros y proponía al Congreso un procedimiento que tenía en cuenta los antecedentes extranjeros y la cultura jurídica predominante en la época. Enunciamos algunas características del proyecto: Nacionalizaba los procedimientos (que serían uniformes para todo el país, lo que podría interpretarse como una avasallamiento a las autonomías provinciales); obligaba a un doble preaviso (uno a la empresa y otro a la Administración, debiendo ambos contener el pliego de reivindicaciones); reconocía el derecho a instar huelgas y procedimientos de conciliación tanto a los sindicatos como a un conjunto de trabajadores no agremiados; habilitaba la huelga en caso de silencio o rechazo de las peticiones obreras por parte de la patronal. La circunstancia de que el Congreso no sancionara el Proyecto, nos impide traer a colación opiniones, dictámenes o fallos judiciales; sin embargo, es posible deducir que el Proyecto habilitaba huelgas de muy corta duración en tanto la Autoridad Administrativa podía ponerles fin mediante la imposición de un arbitraje obligatorio.

El Proyecto de 1919 contemplaba un sistema de conciliación y arbitraje obligatorios75 conteniendo tres novedades sobresalientes: a) Creación de una Junta de Conciliación Permanente, integrada por representantes de las fuerzas sociales (un reflejo de las ideas de la época contrarias a la intervención directa del Estado en las relaciones laborales); b) Formalización de un proceso de conflicto colectivo que se iniciaba con la

74 Proyecto de Ley de Conciliación y Arbitraje en conflictos obreros, Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, año 1919, Tomo I, página 13. 75 Años más tarde, en 1958, el radicalismo justificaría esta preferencia por el arbitraje obligatorio señalando que tal institución era considerada a principios del siglo XX como una fórmula progresista y compatible con el derecho de huelga: “Cuando en el año 1919 el Presidente YRIGOYEN envió su menaje al Poder Legislativo estableciendo el principio de la conciliación y el arbitraje obligatorios no había adelantado aun en el mundo el derecho obrero en la forma en que hoy se encuentra. En aquellos momentos eran los primeros balbuceos, y ha tocado como honra a la UCR el establecer los primeros pasos serios y los primeros derechos obreros en defensa de la clase más menesterosa del país” (intervención del Diputado KRONHAUS en el debate sobre la Ley de Conciliación Laboral Obligatoria 14.786/58).

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notificación al empleador de las reivindicaciones obreras y continuaba con la obligada respuesta de éste al pliego de condiciones presentado por los sindicatos o, en ausencia de estos, quienes asumieran la representación de la coalición directora de la huelga; y c) Arbitraje obligatorio judicial.

La idea del Gobierno radical era, entonces, crear una Junta tripartita encargada de la conciliación, a la que los huelguistas estarían obligados a concurrir dentro de las 48 horas de iniciada la huelga; dicha Junta intentaría acercar a las partes, propondría soluciones al conflicto luego de escucharlas, y estaría facultada para ordenar la reanudación de las tareas. Fracasada la conciliación “el arbitraje será obligatorio” y estará a cargo de un juez en lo civil. Tanto los eventuales acuerdos como el laudo judicial tendrían eficacia contractual por el tiempo que se acuerde o señale en la sentencia y abren un período de paz laboral durante el cual las partes no pueden adoptar medidas de fuerza, so pena de incurrir en un comportamiento ilegal76. El Proyecto preveía, por último, un régimen de sanciones que incluía multas, habilitaba accionar por daños y perjuicios, y autorizaba a la Autoridad a retirar a los sindicatos los derechos reconocidos por la normativa sobre asociaciones obreras.

6.2.2 Proyecto de ley de Código del Trabajo

La segunda iniciativa de inspiración radical referida al derecho de huelga, está incluida en el Proyecto de Código del Trabajo que en junio de 1921 envió el Poder Ejecutivo al Congreso de la Nación siguiendo las ideas de Alejandro M. UNSAIN, por ese tiempo presidente del Departamento Nacional del Trabajo77. Este Proyecto refundía anteriores iniciativas de la Unión Cívica Radical sobre asociaciones profesionales, conciliación y arbitraje, y negociación colectiva78 (en ese momento, pendientes de trámite parlamentario), incorporaba una referencia especial a las huelgas en los ferrocarriles79, y prohibía a los empleados públicos declararse en huelga, aun cuando autoriza su sindicalización.

76 Esta prohibición era ratificada por el Proyecto de Ley sobre Contrato Colectivo de Trabajo.77 TISSEMBAUM, M. R., obra citada, página 212. LOBATO, M. Z., obra citada, página 148.78 El texto del Proyecto de Ley sobre Contrato Colectivo de Trabajo puede consultarse en el Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación correspondiente a la sesión del 21 de mayo de 1919. Según el Proyecto las clausulas obligacionales que pudieran concluir las partes solo se aplicarían a los afiliados a las asociaciones firmantes o a quienes voluntariamente se adhirieran (eficacia limitada); por el contrario, las cláusulas normativas tendría eficacia general. La norma proyectada preveía la posibilidad de que un Consejo de Tarifas suspenderá la aplicación de determinadas clausulas convencionales cuando surgieran situaciones de emergencia o de fuerza mayor. 79 La norma delegaba en el Poder Ejecutivo la facultad de regular las condiciones de trabajo del sector y recogía los principios vigentes en materia de huelga en los ferrocarriles que el propio gobierno había aprobado mediante sucesivos Decretos.

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Por lo que se refiere a los procedimientos de conciliación y arbitraje, hay que decir que el Proyecto establecía el carácter obligatorio de ambos y, respetando las autonomías provinciales80, los circunscribía al área de la Capital Federal. Coherente con la situación de pluralismo sindical existente en la época, el Proyecto admitía que la huelga (y la correlativa instancia del procedimiento de conciliación) pudiera ser declarada por cualquier asociación obrera e incluso por un grupo de trabajadores no sindicalizados que, a tales efectos, deberían elegir una representación especial (una suerte de comité de huelga integrado por cinco trabajadores)81. Si bien el Proyecto reconocía el derecho de los trabajadores a la huelga una vez fracasada la instancia de conciliación, siguiendo los lineamientos del Proyecto de 1919, obligaba a las partes a someter el conflicto a un arbitraje obligatorio: “Producida la huelga, las partes están obligadas dentro del término de 48 horas, a llevar el conflicto ante la junta de conciliación. Llevarán a ella, igualmente, el pliego de condiciones presentado y los restantes antecedentes del caso” (artículo 488).

80 El Proyecto, sin embargo, marcaba algunas directrices a las que deberían someterse las Provincias: a) Reconocer el derecho de huelga “como último medio para mejorar las condiciones económicas del trabajo”; b) Crear un procedimiento de conciliación; y c) Imponer el arbitraje obligatorio “para los casos en que la conciliación no haya dado los resultados de ella esperados” (artículo 482). 81 Artículo 485 del Proyecto de 1921.