Derecho Viejo.87 Febrero 2009

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Un periodico para pensar. Mensual.Revista de reflexion y espiritualidad pluralista.Meditación - Contemplativa - Reflexión - Filosofía Universal

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  • Derecho Viejo Pgina 1

    DERECHO VIEJOa la evolucin destino de hombre

    Ao 8 N 87 Un peridico para leer Febrero 2009

    GLORIA DEI, HOMO VIVENS (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

    Lejos del mundo. Cerca de los hombres

    Cuando la vida senos convierta en un

    agobio o en unaamenaza individualo colectiva, posible-mente sentiremos la

    necesidad dedespertar.

    La gente est

    dominada por el

    sueo, anda dormi-

    da. Y no sabe que

    est dormida.

    El ego es el nico infierno

    Nuestros apegos secretos

    Hay un momento en el queya no se sabe ms.

    El saber se derrumba.Ya no sabemos qu es la verdad.

    Todo se tambalea.Todas las certidumbres se pierden.

    Estamos aqu,es una especie de vaco,

    de silencio.Sentimos an a la mente que se agita

    deseando hallar una nueva certidumbre,una nueva verdad sobre la cual apoyarse.

    Pero sentimos que es una ilusin,otra manera de engaarse a s mismo

    de montrselo para no dejar ir,para no volverse a encontrar delante de algo

    desconocido, ms vasto.

    Uno se siente en la frontera de dos mundos.Est all, en el lmite,

    la mente titubea.

    Cuando esto ocurreno hay que temer.

    Hay que permanecer sin apoyo;sentir: el despertar del Ser.

    Patrice Richard

    Es en estas tinieblas, cuando no quedanada en nosotros que pueda agradar o

    consolar a nuestra mente, cuando pareceque somos intiles y merecedores de todo

    desprecio, cuando parece que hemosfracasado, cuando parece que hemos sido

    destruidos y devorados, es entoncescuando el profundo y secreto egosmo,

    que estaba demasiado cerca de nosotrospara que lo identificramos, es arrancado

    de nuestras almas. Es en estas tinieblasdonde encontramos la verdadera libertad.Es este abandono el que nos da fuerzas. Essta la noche que nos vaca y nos purifica.

    No tenemos que buscarel reposo en ningn

    placer, porque no fuimoscreados para el placer:

    hemos sido creados parala alegra espiritual.Y si no conocemos la

    diferencia entre el placery la alegra espiritual, es

    que an no hemosempezado a vivir.

    Thomas Merton

    El resultado de todaexperiencia mstica radica

    en la anulacin de ladualidad. Ese estado

    final, lo llamemos uninmstica o lo llamemos

    satori, siempre esprecedido por la muertedel yo, que hace posible

    alcanzar ese estado.Cuanto mayor es la

    experiencia, tanto mayorla compacin.

    El deber sin amor vuelve malhumorado.La responsabilidad sin amor

    vuelve desconsiderado,La justicia sin amor vuelve rgido.La verdad sin amor vuelve acusador.La educacin sin amor vuelve contradictorio.La inteligencia sin amor vuelve astuto.La amabilidad sin amor vuelve hipcrita.El orden sin amor vuelve pedante.La erudicin sin amor vuelve violento.El honor sin amor vuelve arrogante.Las posesiones sin amor vuelven avaro.La fe sin amor vuelve fantico.

    Annimo

    Los caminos espirituales deben ensearnos que todo apego va contra la vida, incluso elapego a nuestras queridas imgenes religiosas y el aferrarse al deseo de iluminacin.

    El zen dice: Muere en tu cojn!. En la medida que vaya muriendo nuestro pequeo yoese conglomerado de procesos psquicos: miedoso, desesperado, agresivo y, raras veces,tambin alegre en la misma medida se desarrollan confianza, seguridad, amor y dicha.

    Las cosas que vemos nos parecenagradables o dolorosas y despiertan en

    nosotros felicidad o tristeza. Pero lo que ve aesas cosas no es feliz ni triste, ni alegre ni

    miedoso. El que no construye ningn objetodelante de s, es esa Realidad misma.Si el yo desaparece es Dios el que ve

    La persona no cambia con laeducacin y los preceptos. Tampoco conla recompensa y el castigo, sino en todocaso nicamente a travs de la fuerza de

    su naturaleza ms honda. En el acontecercsmico no hay moral. En l rige unaconsciancia ms profunda y amplia.

    Textos: Willigis Jger

    (tranquilos que el Ser acta)

    Nicols Caballero

  • Derecho ViejoPgina 2

    EDITORIAL

    Escribe: Federico Guerra

    La sagrada ignorancia

    Pensamiento

    Equipo

    Diseo y DiagramacinDerecho Viejo

    Direccin y CorrespondenciaAlmafuerte 2629

    (CP. 1712) CastelarProv. Buenos Aires - Argentina

    Tel: 4627-8486 / 4629-6086E-mail: [email protected] Web:www.derecho-viejo.com.ar

    Directores:Dr. Camilo Guerra

    Dr. Sebastin GuerraSecretario de RedaccinProf. Lic. Federico Guerra

    Columnistas invitadosMons. Ral R. Trotz

    Rvdo. Hermano Eugenio MagdalenoPadre Julio, omv

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    En Gran Buenos Aires

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    Zona OesteCaseros:Castelar:

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    Mar del PlataJos Cupertino - Catamarca 1645Librera Don Bosco- Belgrano 4802

    NeuqunMorgana Libros - Av. Arrayanes 262, Loc. 8 - Villa La Angostura

    Cobla Electricidad- Tel.: 022-93-453311 -Av. Del Valle esq.Lisandro de la Torre

    Peluquera La casita de Any - Constitucin 912

    En el interior del pas

    Tandil

    Hurlingham:

    Ituzaing:

    L. del Mirador:Lujn:

    Merlo:Moreno:

    Morn:

    Ramos Meja:

    S. A. de Padua:

    San Justo:San Miguel:V. Ballester:

    Diettica La Pradera - Jauretche 943Regalera Alimey - Jauretche 1490Cobla Electricidad - Av. Roca 845Lib. Santa Teresita - Zufriategui 830,

    loc. 22, Gal CentenarioDiettica Los Girasoles - Soler 54Casa Lpez - Av. San Martn 3566Kiosco Marianito - Lorenzo Casei

    esq. MontevideoParque Gas - Av. San Martn 2435Librera Hadas - Asconape 139Librera Claretiana - San Martn 379Almacn El Barquito - Belgrano 308Librera Nuevo Mundo - Brown 1482Casa Franceschino - Bme. Mitre 822Cent. Yoga Shamballa - Pueyrredn 56Diettica Hogar Verde - Pueyrredn 54Cons.Odontolgico Dr. Jorge Merlo -

    Lambar esq. LimayElectricidad Padua - Belgrano 295Kiosco Hortensia - Lambar 1630Librera Sin orillas - Noguera 311 Loc 4Farmacia Comastri - Zrate 260Atelier Iluminacin - Noguera 265Librera Claretiana - Ignacio Arieta 3045Librera S. Francisco - Sarmiento 1468Papelera Com. Fabi - Lamadrid 1793

    Zona Oeste

    1) En el mundo externo, si somos ino-centes parecemos tontos; y si so-mos astutos, parecemos inteligentes

    2) El matrimonio es como el pker,se gana y se pierde; pero cuandolos dos apuestan todo lo que tie-nen, pierden los dos.

    3) Hasta cundo vamos a estar pes-cando peces?

    4) Los hombres, en la superficie, ha-blan de cambio sin querer cambiar;piden trabajo sin tener ganas detrabajar.

    5) Cundo estaremos tan despoja-dos como para que el Ser puedamostrarnos nuestros apegos se-cretos?

    C. G.

    De poco vuelo

    No es fcil comenzar a escribir unartculo sobre la ignorancia, sin admi-tir primero la propia ignorancia perso-nal sobre el tema. Si se pregunta acualquier persona sobre la naturalezade la ignorancia, la respuesta segu-ramente ser que el trmino ignoran-cia es el antnimo de conocimien-to: El que ignora es aquel que noconoce.

    As, la ignorancia vendra a ser unaespecie de defecto, una carencia enel hombre, un vaco que debe ser lle-nado con conocimientos. Pero he aquel siguiente problema: por mucho quellenemos ese vaco de ignorancia, cadada parece crecer ms y ms, como si,irnicamente, cada conocimientonuevo alimentase una mayor igno-rancia.

    De aqu, entonces, podramos ensa-yar una segunda definicin, ms acer-tada que la primera: el antnimo deignorancia no es conocimien-to, sino sabidura.

    Muy bien, pero ahora tenemos otroproblema: Cmo definimos algo tancomplicado y, a la vez, tan sencillo,como la sabidura? Podemos fcilmen-te decir que una persona erudita esaquella que posee muchos conocimien-tos, pero qu podemos decir de la per-sona sabia? El peligro aqu sera con-fundir a la persona sabia con la perso-

    na inteligente, que es posiblemente elerror ms comn: la persona inteligenteno es necesariamente sabia y la per-sona sabia tampoco es necesariamenteinteligente. La persona inteligentepuede conocer muchas cosas sobrela vida, pero es solamente la perso-na sabia la que sabe vivir.

    Conocemos algunas virtudes que pro-vienen de la sabidura, como pueden serla prudencia y la paciencia, y tambinpodemos decir que la sabidura le permi-te al hombre tomar decisiones no ya co-rrectas o incorrectas, sino equilibradas.

    Pero la sabidura en s, su esencia, noselude.

    En la antigua Grecia, los maestros eru-ditos eran conocidos con el nombre desabios (sofs), hasta que, de acuerdoa la leyenda, Pitgoras, el famoso mate-mtico, declar no ser un sabio sino sim-plemente un amante de la sabidura(filo sofs).

    La palabra sabidura que utilizamosnosotros, sin embargo, no estaba ligadaal conocimiento en su origen, sino queviene del verbo latino sapere, que sig-nifica gustar, saborear. Podramosdecir, entonces, que sabio es aqul

    que saborea, vale decir, experimen-ta la Verdad, la Realidad.

    Los filsofos de la antigedad (meatengo slo a Occidente) creyeron en-contrar la Verdad en el mundo exterior,perdida entre las cosas de este univer-so. Ya fuera el agua, el aire, el fuego, latierra, una combinacin de los mencio-nados, o, incluso, nmeros celestiales, laVerdad era algo que se esconda en elmundo, esperando a ser descubierta, yel deber del hombre era arrancarla desu escondite, y exhibirla como un trofeofrente al resto de los mortales. Scratessolo, de entre todos los pensadores grie-gos (tal vez tambin Digenes, el cni-co), encontr que la nica Verdad que elhombre puede enunciar con absolutahonestidad es la de la Ignorancia: Slos que no s nada, reza la famosa fra-se del ateniense. Siglos ms tarde, untelogo cristiano, Nicols de Cusa, es-cribira que el reconocimiento de lapropia ignorancia deviene en unadocta ignorancia (la ignorancia delhombre inteligente). Esta asumida igno-rancia, sin embargo, no hace que el hom-bre deje de buscar aquello que est msall de la apariencia, la Verdad que es

    plenitud del conocer, y que para elCusano es no es otra sino Dios: no nosrelacionamos con l a travs del co-nocimiento, sino a travs de la igno-rancia. Asumir la propia ignoranciaimplica, entonces, un salto hacia unasegunda ignorancia, que no difieredemasiado de un estado de inocen-cia segunda. Y es precisamente eneste segundo estado de inocencia queel hombre puede ver la realidad tal cules, sin ficciones que la hagan ms omenos desagradable.

    La realidad es un enorme rom-pecabezas de una sola pieza. Si elhombre asume su propia ignorancia,quita de en medio su propio ego, quees esa sola pieza que no tiene dndeencajar. Porque, qu es la ignoran-cia sino la falsa creencia de que pode-mos conocer todo? En resumidas cuen-tas, asumir la propia ignorancia es de-jar de tratar de controlar todo lo que estfuera de nuestro control. Es el mero ob-servar sin que haya un observador quehaga juicios y saque conclusiones.

    Quiera la Providencia que algn danuestras escuelas dejen de atiborrara sus alumnos de conocimientos(como si eso fuera lo nico que ne-cesitasen en la vida) para ensearlesa descubrir esta sagrada ignoranciaque es en verdad la base de toda ver-dadera sabidura de vida.

    El hombre sabio no da las respuestas correctas:propone las preguntas adecuadas Claude Levi-Strauss

  • Derecho Viejo Pgina 3

    Para vencer nuestros apegos secretoslos que no podemos ver porque son causade nuestra ceguera espiritual nuestra pro-pia iniciativa es casi siempre intil. Tene-mos que dejar la iniciativa en manos deDios, que trabaja en nuestras almas, biendirectamente en la noche de la sequedady el sufrimiento, bien a travs de los acon-tecimientos y de otras personas. Aqu esdonde muchas almas santas se hunden yse destrozan. En cuanto llegan al punto

    en que ya no pueden ver el camino y tie-nen que guiarse por su propia luz, se nie-gan a seguir avanzando. No confan msque en s mismas. Su fe es en gran medi-da una ilusin emocional, arraigada en sussentimientos, en su naturaleza fsica, ensu temperamento. Es una especie de opti-mismo natural estimulado por su activi-dad moral y animado por la aprobacinde otras personas. Si otros se oponen aella, esta clase de fe encuentra an refu-gio en la autocomplacencia.

    Pero cuando llega el momento de en-trar en la oscuridad, donde estamos des-nudos, impotentes y solos, donde vemosla insuficiencia de nuestra fuerza msgrande y la vaciedad de nuestras virtudesms slidas, cuando no tenemos nada pro-pio en lo que apoyarnos, nada en nuestranaturaleza que nos sostenga, nada en elmundo que nos gue o nos d luz, entoncesdescubrimos si vivimos o no por la fe.

    Es en estas tinieblas, cuando no que-da nada en nosotros que pueda agradaro consolar a nuestra mente, cuando pa-rece que somos intiles y merecedoresde todo desprecio, cuando parece quehemos fracasado, cuando parece quehemos sido destruidos y devorados, esentonces cuando el profundo y secretoegosmo, que estaba demasiado cercade nosotros para que lo identificramos,es arrancado de nuestras almas. Es enestas tinieblas donde encontramos la ver-dadera libertad. Es este abandono el quenos da fuerzas. Es sta la noche que nosvaca y nos purifica. No tenemos quebuscar el reposo en ningn placer, por-que no fuimos creados para el placer:hemos sido creados para la alegra es-piritual. Y si no conocemos la diferenciaentre el placer y la alegra espiritual, esque an no hemos empezado a vivir.

    La vida en este mundo est llena dedolor. Pero el dolor, que es lo contrariodel placer, no es necesariamente lo con-trario de la felicidad ni de la alegra; por-que la alegra espiritual florece en la plenaexpansin de la libertad que tiende, sinobstculos, hasta su objeto supremo, lo-grando su consumacin en la perfecta

    actividad del amor desinteresado para elque fue creada.

    El placer, que es egosta, sufre debidoa todo lo que nos priva de algn bien quequeremos saborear por nosotros solos.Pero la alegra desinteresada slo sufre porcausa del egosmo. El placer es limitado yaniquilado por el dolor y el sufrimiento.La alegra espiritual ignora el sufrimiento,se re de l o incluso lo explota para purifi-carse de su mayor obstculo, el egosmo.

    La verdadera alegra se encuentra enquerer perfectamente aquello que estamosdestinados a querer: en el intenso, gil ylibre movimiento de nuestra voluntad, quese regocija en lo que es bueno, no slopara nosotros, sino en S mismo.

    A veces el placer puede ser la muertede la alegra, y por eso quien ha gustadola verdadera alegra desconfa del placer.Pero quien conoce la verdadera alegra noteme nunca el dolor, porque sabe que eldolor puede servirle como otra oportuni-dad para afirmar y gustar su libertad.

    No hemos de pensar, sin embargo, quela alegra vuelve el placer del revs y bus-ca el placer en el sufrimiento: la alegra,en la medida en que es verdadera, estpor encima del dolor y no lo siente. Y poreste motivo se re del dolor y se regocijadesconcertndolo. Conquista el sufrimien-to por medio del desinters, la abnegaciny el amor perfecto.

    El dolor no puede llegar a esta alegrasuprema, excepto para purificarla de ma-nera accidental, afirmando la libertad delalma desvinculndola de los sentidos, delas emociones y del egosmo, y aislandonuestra voluntad, por encima del nivel delsufrimiento, en una limpia libertad.

    Por eso es muy triste que algunoscontemplativos no busquen apenas nadams que el placer en la contemplacin.Esto significa que perdern el tiempo y seagotarn realizando esfuerzos perjudicia-les para evitar la aridez, la dificultad y eldolor, como si estas cosas fueran malas.Pierden la paz. Y, al buscar placer en laoracin, se hacen casi incapaces de sen-tir alegra.

    La inconstancia y la indecisin son sig-nos de egosmo.

    Si no podemos decidir nunca qu quie-re Dios de nosotros, sino que estamossiempre pasando de una opinin a otra,de una prctica a otra, de un mtodo aotro, ello podra ser un indicio de que es-tamos tratando de librarnos de la volun-

    tad de Dios y hacer la nuestra con la con-ciencia tranquila.

    En cuanto Dios nos lleva a un monas-terio, queremos ir a otro.

    En cuanto hemos gustado una formade oracin, queremos probar otra. Esta-mos siempre tomando resoluciones y anu-lndolas con las resoluciones contrarias.Preguntamos a nuestro confesor y olvi-damos sus respuestas. Antes de haber ter-minado un libro, empezamos otro, y concada obra que leemos cambiamos todonuestro proyecto de vida interior.

    Pronto no tendremos vida interior al-guna. Toda nuestra existencia ser un en-samblaje de deseos confusos, fantasas yveleidades con los que slo logramos frus-trar la obra de la gracia: porque todo estono es ms que una estratagema subcons-ciente de nuestra naturaleza para resistir aDios, cuya obra en nuestra alma exige elsacrificio de todo lo que deseamos y ama-mos y, en definitiva, de todo cuanto somos.

    As pues, mantengmosnos tranqui-los y dejemos actuar a Dios.

    Esto es lo que significa renunciar,no slo a los placeres y a las posesio-nes, sino incluso a nosotros mismos.

    Extrado deNuevas semillas de contemplacin

    Nuestros apegos secretos

    Thomas Merton, ocso(1915-1968)

    Un hombre que cree en Dios ja-ms puede encontrar a Dios. Si ustedest abierto a la realidad, no puedecreer en la realidad. Si est abierto alo desconocido, no puede haber creen-cia en lo desconocido. Al fin y al cabo,la creencia es una forma de auto-proteccin, y slo una mente trivialpuede creer en Dios. Considere lacreencia de los aviadores durante laguerra; segn ellos tenan a Dios porcompaero, mientras arrojaban lasbombas! De modo que uno cree en Dioscuando mata, cuando est explotandoa la gente. Ustedes adoran a Dios y si-guen despiadadamente extorsionandodinero, apoyando al ejrcito... Pese alo cual afirman que creen en la piedad,en la compasin, en la bondad... Cules el incentivo que hay tras la bsque-da de Dios? Es real esa bsqueda? Parala mayora de nosotros es una manerade escapar de la realidad... Si estamosbuscando a Dios meramente porque nossentimos cansados de este mundo y susdesdichas, entonces esa bsqueda esun escape. Entonces creamos a Dios;por consiguiente, eso no es Dios. ElDios de los templos, de los libros, noes Dios obviamente, es un escape ma-ravilloso...

    As que su Dios no es Dios, es unaimagen de su propia hechura, una ima-gen para su propia satisfaccin. La rea-lidad puede existir slo cuando la men-te comprende el proceso total de smisma y ese proceso llega a su fin.Cuando la mente est por completovaca, slo entonces, es capaz de reci-bir lo desconocido... Slo cuando estcompletamente silenciosa, por com-pleto inactiva, sin proyecciones, cuan-do no busca y se halla absolutamentequieta, slo entonces se manifiestaaquello que es eterno, intemporal..

    Krishnamurti

    Ideas infantiles acerca de Dios

    El Dios vengador, el Dios iracundo, elDios que se encapricha con un pueblo;el Dios que deja morir de hambre a mi-llones de personas, el Dios en cuyo nom-bre se hacan guerras y se conquistabanimperios y continentes, el Dios cuya feera extendida por la espada y defendidacon las hogueras, el Dios que se gozabaen la pompa de sus representantes, elDios que inspiraba a sus profetas a quemaldijesen y anatematizasen a los que nopensaban igual, el Dios que nos imponela cruz y el sufrimiento como el nicomedio para llegar a l, el Dios que tieneinfiernos para castigar a esta pobre som-bra que se llama hombre, ese Dios es unaamenaza para la humanidad; ese Dios esuna especie de insulto a la inteligenciahumana; ese Dios no tiene una explica-cin lgica... ese Dios se est muriendoen la actualidad en la conciencia de loshombres de hoy.

    Esa es, ni ms ni menos, la esencia dela famosa teologa de la muerte de Diosque hace unos aos sacudi la concien-cia de los cristianos pensantes y desat

    olas de indignacin y protesta entre losque no fueron capaces de comprenderde qu se trataba.

    El hombre de nuestra generacin hacado en la cuenta de que Dios no puedeser as y por eso se ha lanzado a buscar-lo por otros caminos. La mente del hom-bre de hoy est haciendo un enorme es-fuerzo por concebir una imagen de Diosque est ms de acuerdo con la realidad;una idea en la que Dios no est tandistorsionado.

    No se puede negar que dentro del cris-tianismo, y en concreto dentro de la Igle-sia catlica ha habido en estos ltimosaos ms esfuerzos por la renovacin,que los que h aba habido en siglos. Lostelogos han dado pasos enormes deavance y en muchos casos han llegadoa extremos en los que no se hubiera podi-do soar. Pero el pensamiento de la Iglesiaest rodeado de una especie de camisa defuerza de la que ya le es imposible liberar-se. Dos mil aos de teologa son unacarga demasiado pesada para poder hoyliberarse de ella sin ms ni ms.

    Por Salvador Freixedo

    Dios

    Totalmente ignorados

  • Derecho ViejoPgina 4

    El universo parece haber comenzadocon un estado de inconsciencia. La men-te se ha desarrollado a lo largo de millo-nes de aos y seguir as. En el ser huma-no ha alcanzado un nivel que permite unaexperiencia que sobrepasa toda compren-sin, a la que llamamos transpersonal omstica; a veces hablamos de la cuartadimensin de la consciencia. La mentehumana es capaz de mirar ms all de laactividad de la consciencia cotidiana. Pue-de unificarse con el fondo de donde todoproviene. El ser humano es capaz de tras-cender su consciencia personal y hacer la

    vivencia de una unidad csmica que en laterminologa religiosa se llama Dios, loAbsoluto o lo Numinoso y que y que es elfondo del ser de la persona. Mientras si-gue separada de este fondo, no puede en-contrar el sentido de su vida. La salvacino redencin consiste en la superacin de estaseparacin en la que constantemente sucum-be nuestra consciencia del yo.

    Se trata de abrirnos y de crecer haciala siguiente dimensin de la consciencia.Nuestra consciencia intelectual es un es-tado intermedio. La contemplacin, el zeno el yoga nos ayudarn a crecer hacia elsiguiente nivel de la mente. Tambin lasreligiones tendrn que transcender su fa-ceta intelectual dogmtica y conducir alser humano a la experiencia transpersonalde lo divino.

    La historia del ser humano es la de sudesarrollo desde la ameba hacia el simio,pasando por el reptil, hasta la persona.Aparentemente es un proceso que va des-de lo inferior a lo superior, desarrollndo-se al mismo tiempo nuestra mente y nues-tra comprensin religiosa. Como sereshumanos, hemos pasado de la edadpremental a la mental pasando por la edadde la mente mgica y de la mtica. Porqu no puede seguir por este derrotero eldesarrollo, confirmndose lo que algunos

    santos y msticos intuye: que el siguientenivel de desarrollo del ser humano est enla consciencia transmental? Nos encon-tramos aproximadamente en la mitad denuestro camino hacia la plenitud de la per-sona y es aqu donde ms peligro corre-mos. Ya no somos animales, pero an nohemos alcanzado nuestra madurez plena,es decir, la dimensin mstica de la menteque por lo visto encierra el futuro de lahumanidad. Hasta que no lleguemos nosencontraremos en un estado deplorable,como nos lo est demostrando la actualsituacin mundial.

    Grados de la conscienciaEl mstico encarna el grado ms alto

    que se puede alcanzar en una religin. Esla meta de la vida religiosa y, me atreve-ra a decir, que el objetivo de la evoluciny del proceso de llegar a alcanzar la ple-nitud humana.

    Mientras que en oriente la experienciamstica siempre ha constituido el centroy la meta de las religiones, en occidenteapenas se han podido desarrollar libremen-te las corrientes msticas, por lo que, confrecuencia, se han ido estableciendo almargen de los credos y de las Iglesiasorganizadas.

    Segn K. Wilber podemos distinguircuatro grados de la consciencia.a) Prerracional (prepersonal): Es la eta-

    pa de la percepcin del cuerpo y de lossentidos, de las emociones, de conoci-mientos simples a base de imgenes ysmbolos y de imaginaciones mticas,pero sin ningn conocimiento claramen-te racional.

    b) Racional (personal): Se refiere a la eta-pa del yo, de la consciencia cotidiana,de imaginaciones claramente raciona-les y del raciocinio lgico. El grado msalto en esta etapa constituye la perso-nalidad ntegra, la que ha logrado la in-tegracin de sombra y persona. Es tam-bin la etapa de la confrontacinteolgica con Dios.

    c) Transpersonal: Se subdivide en dosgrados: sutil en donde se sitan los fe-nmenos parapsicolgicos, las visiones,las profecas, el don de lenguas. Estegrado es el que sigue a la etapa perso-nal. El ojo de la contemplacin se abrelentamente. Tambin se experimentancosas que llamamos paranormales, algo

    que no est al alcance decualquiera. Pero la con-templacin an no estlibre de formas, no hadejado completamenteatrs las imgenes. Losconocimientos se dan enestructuras y smbolosespecficos.El otro grado es el ca-sual donde ya es posiblela experiencia de unidad con el objetode las religiones, con el Dios personal,Purusha, Brahman, Yahv, Allah.

    d) Consciencia csmica: Este grado re-cibe los nombres de Vaco, Divinidad,Sunyata, Tathagata, Fondo. Aqu el serhumano experimenta el puro ser, el ori-gen del que todo proviene, Es la etapaanterior a toda materializacin. Al mis-mo tiempo se experimenta que el serno es una cosa distinta de la que surgede l: Vaco es forma, forma es va-co. Naturaleza y supranaturaleza sonno-dos. En el zen es la etapa en la queel iluminado vuelve a la plaza del mer-cado. Todas las cosas son una, pero almismo tiempo siguen separadas. Seexperimenta la consciencia como elautntico proceso del mundo que nadaexcluye. Esta experiencia no cambia elmundo sino el enfoque que se tenga del. Como un nuevo punto de vista cam-bia la personalidad, tambin cambiarel mundo.

    Nombres de la Realidad ltimaLos caminos esotricos de las diferen-

    tes religiones que son capaces de llevargradualmente a la experiencia, reciben di-ferentes nombres. En el budismomahayana se trata de los caminos de lostibetanos o del camino del zen (Shikantaza-koan), en el budismo teravada son las dis-tintas formas de yoga, en el Islam las delos sufes, en el judasmo la enseanza dela kabbala y en el cristianismo es la con-templacin. Todos estos caminos puedenllevar hasta la ltima etapa, hacia la cons-ciencia csmica, la visio beatifica. Perohar falta un acompaante que haya re-corrido el camino.

    La religin se basa en la revelacin deDios y tiene dos aspectos: Ocurre en lamente del ser humano y carece de forma,es anterior al habla y al culto.

    La revelacin experimentada en lapura consciencia es inalterable. Leibnitzcre para ella la expresin philosophiaperennis. Es imposible expresar adecua-damente la experiencia de la Realidadltima. El ser humano deber esforzar-se por alcanzar esta experiencia; la ter-minologa religiosa y los ritos sern losguas y acompaantes en el camino.

    Con la revelacin ocurre lo mismoque con la msica: se capta escuchn-

    dola. Si se la quiere comunicar por escri-to, habr que escribirla en forma de parti-tura. La terminologa y el culto de una re-ligin son equiparables a esta ltima. Lorevelado es la msica. Igual que una par-titura puede ser escrita en diferentespentagramas, lo revelado en la experien-cia mstica es siempre lo mismo. La m-sica suena eternamente igual. A pesar delas guerras religiosas, los autnticos sa-bios saban que eran iguales sus experien-cias de lo divino. Todas las partituras sonapuntes de la misma msica.

    La autntica fuente de las religiones seencuentra en la experiencia mstica. Estepunto de partida que recibe diferentesnombres, es preverbal, sin forma, sin sm-bolo y sin palabra. Figura, forma, palabra,smbolo, parbola, enseanza de la fe, sonconceptos que pertenecen al despus.

    Cuando lo revelado se expresa en unadeterminada forma o culto, adopta lasexpresiones y el idioma del pueblo co-rrespondiente. Tambin en las pretendi-das religiones de revelacin (judasmo,cristianismo e islam) la revelacin tienelugar en el espacio preverbal. Por qu tra-tndose de Jess, que segn nuestracreencia era totalmente hombre, debe serdiferente? Tambin su modo de verter enpalabras la noticia recibida de Dios tuvoque realizarse de una forma especfica siquera llegar a las personas.

    La expresin de una persona ilumina-da depende de su educacin, religin, cul-tura de su entorno, poca que le ha toca-do vivir, etc. Por ejemplo, Parmnides (V.a.c.), expres su experiencia de formacompletamente diferente a Plotino que vi-vi despus de Cristo, a un maestro zende los tiempos clsicos, a Eckhart o Juande la Cruz. Todos hicieron la misma ex-periencia del ser, pero la expresaron se-gn las diferencias de poca, cultura, edu-cacin y religin de la que provenan. Laexperiencia en la pura consciencia se con-creta en las capas de la mente que estnjustamente debajo. Por ejemplo: Moisshizo su primera experiencia de ilumina-cin en la zarza ardiente. Solamente des-pus se pregunt por la denominacin delo experimentado. Por fin, se le dio el nom-bre: Yo soy lo que yo soy. (Ex 3,14).

    Jess que, segn creo yo, vivi siem-pre en la unidad del ser con la Realidadltima, le dio a esa realidad experimentadanombres como Padre, Reino de Dios,vida eterna. Se sola retirar por la nocheen la experiencia de unidad con lo divino.Cuando baj del monte, brind a los sereshumanos el padrenuestro, las ochobienaventuranzas y las parbolas, que eranexpresiones de su experiencia de unidad.En su despedida, la expres de la siguientemanera: El que me ha visto a m, ha vistoal Padre (Jn 14,9), antes de que Abrahamexistiera, yo soy (Jn 8,58)

    Extrado deEn busca del sentido de la vida

    El desarrollo de la mente

    Willigis Jger,OSB

    Consideramos al pensamiento nuestra mxima condicin huma-na. Si bien lo es, hacemos un uso parcial y restringido del mismo.La mente abarca mucho ms que razonar, comprender y desarro-llar instrumentos que finalmente acaban gobernando al hombre.Nuestra mente es una inmensa antena abierta al universo; emite yrecibe ondas vibratorias que sintonizan con l. Existe una armo-nizacin entre nuestro ser y la mente universal, que es nues-tra meta a alcanzar. Se hace indispensable aprender a incorporarla medida csmica a nuestro pensamiento. Esto es un salto. No escasual que hoy estemos saliendo al espacio extraterrestre. Parecie-ra que todo tiende hacia una forma diferente de comprender larealidad. Nuestro intelecto se encuentra muy prximo al estallido;no puede contener dentro de sus antiguas estructuras todo lo quedeviene. Estamos prximos a una nueva concepcin mental y slocabe amarla y dejarla llegar. Ella ser el elemento fundamental atravs del cual dicho intelecto se har totalmente original y con-quistar un nivel de consciencia inimaginable.

    Quedan tambin otros saltos, otras instancias a la que podemosacceder si nos esforzamos por captarlas. Nos referimos a los quecorresponden a los niveles espirituales. El hombre ha desarrollado

    por milenios un sentimiento religioso que lo ha elevado en su con-dicin terrena. Los errores que se han manifestado significan lasimperfecciones del nivel de consciencia espiritual en el cual hastaahora se ha trabajado. Resulta casi imposible no caer en las con-tradicciones que an hoy nos acompaan. Es nuestra forma limi-tada de captar lo infinito. Hoy el hombre es ms libre, puede acce-der a otra percepcin de lo divino; la ruptura de las barreras ya noes una utopa. Poseemos mayor tiempo interior. Estamos logran-do una mayor dimensin csmica, fsica y psquica. Todo noslleva a redimensionar en lo ms profundo de nuestro ser nuestravivencia de lo espiritual. Los valores absolutos, tantas veces pro-clamado, se aproximan cada vez ms al hombre. Resulta posibleintegrarse en un nivel mucho ms profundo a esa realidad absolu-ta. No podemos resolver su condicin de misterio para la cons-ciencia habitual, porque pertenece a otra dimensin de lo huma-no, pero existe en el ser la capacidad de unin; tambin hay en lalgo ms que lo humano, algo que espera ser despertado. Y sibien existe la distancia, tambin existe la capacidad de saltar.

    El desafo de vivir

    Escribe: Mauricio Gidekel

    Unidad

  • Derecho Viejo Pgina 5

    Lo primero que hay que comprenderacerca de la entrega es: t no puedes ha-cerla. No es una accin. Puedes evitar quesuceda, pero no puedes hacerla arreglr-telas para que suceda. Tu poder con res-pecto a la entrega es solamente negativo:puedes evitarla, pero no puedes traerla.

    La entrega no es algo que t puedashacer. Si la haces, no es entrega, porqueel hacedor est ah. Entrega es la tremen-da comprensin de que "yo no soy". En-trega es la comprensin repentina de queel ego no existe, de que no ests separa-do. La entrega no es un acto, sino unacomprensin.

    En primer lugar, t eres falso. La se-paracin es falsa! Ni por un instante pue-des existir separado del universo. El rbolno puede existir desarraigado de la tierra.El rbol no puede existir si el sol desapa-rece maana. El rbol no puede existir siel agua no llega a sus races. El rbol nopuede existir si no puede respirar. El rbolest enraizado en los cinco elementos -loque los budistas llaman skandhas, los cin-co grupos de los que hablbamos el otroda. Avalokita... cuando Buda alcanz lavisin trascendental, cuando atraves to-das las etapas, cuando atraves todos lospeldaos de la escalera y lleg al sptimo,desde all mir hacia abajo, mir haciaatrs. Qu vio? Slo vio cinco montonessin nada sustancial en ellos, slo vaco,shunyata.

    (...) El hombre tiene consciencia. Si laconsciencia crece, puede aportarle la ma-yor felicidad que es posible. Pero si algoresulta mal y la consciencia se vuelve ran-cia y se convierte en auto-consciencia,entonces crea infierno, entonces crea su-frimiento. Ambas alternativas estn siem-pre abiertas; t tienes que elegir.

    Lo primero que hay que comprenderrespecto al ego es que no existe. Nadieexiste separado. Eres tan uno con el uni-verso como yo, como Buda, como Jess.Yo lo s, t no lo sabes. La diferencia essolamente de reconocimiento. La diferen-cia no es existencial, en absoluto! As quetienes que observar esta estpida idea dela separacin. Ahora bien, si comienzas atratar de entregarte, significa que an creesque ests separado. Ahora ests pensan-do, "Me entregar, ahora yo voy a entre-garme", pero piensas que eres.

    Observando la idea misma de la sepa-racin, un da encuentras que no estsseparado, as que cmo puedes t entre-garte? No hay nadie para poder entregar-se! Nunca ha habido nadie para poderentregarse! El que se entrega no est ah,en absoluto -nunca se le ha encontrado enninguna parte. Si entras en ti mismo noencontrars al que se entrega en ningnsitio. En ese momento hay entrega. Cuan-do no se encuentra al que se entrega,en ese momento hay entrega. T nopuedes producirla. Si t la produces, esuna cosa falsa. De la falsedad slo surgefalsedad. T eres falso, as que cualquiercosa que t hagas ser falsa, ms falsa. Yuna falsedad conduce a otra y as sucesi-vamente. Y la falsedad fundamental es elego, la idea de que "Yo existo separado".

    El ego siempre est orientado hacia unameta. Siempre es avaricioso, siempre estapropindose de algo. Siempre est bus-cando ms y ms y ms. Vive en el ms.Si tienes dinero quiere ms dinero; si tie-nes una casa quiere tener una casa ms

    La verdadera entregaEl alma del hombre llora clamando por un propsito

    o significado. Y el cientfico dice: "Aqu est el telfono" o"Mira, la televisin!" - exactamente igual que cuando unotrata de distraer a un nio que llora llamando a su madre,

    ofrecindole golosinas o hacindole muecas graciosas.La saltarina corriente de la invencin ha funcionado

    extraordinariamente bien para manteneral hombre ocupado, para alejarle del recuerdo

    de eso que le est perturbando.Frank Sheed

    grande; si tienes unamujer quiere tener unamujer bella -pero siem-pre quiere ms. El egoest constantementehambriento. Vive en elfuturo y en el pasado.En el pasado vivecomo acaparador -"Tengo esto, esto yesto". Eso le da unagran satisfaccin: "Heconseguido algo" -po-der, prestigio, dinero.Esto le da una especiede realidad. Da la im-presin de que cuandotienes estas cosas, tdebes estar ah. Y viveen el futuro con la ideade ms. Vive comomemoria y como de-seo.

    Qu es una meta? -un deseo: "Tengoque llegar all, tengo que ser eso, tengoque lograrlo". El ego no vive, no puedevivir en el presente, porque el presente esreal! Y el ego es falso -nunca se encuen-tran. El pasado es falso, ya no es. Fue unavez, pero cuando era presente, el ego noestaba all. Una vez que ha desaparecido,que ya no es existencial, el ego empieza aapropirselo, a acumularlo. Se apropia decosas muertas, las acumula... El ego esun cementerio: colecciona cadveres, hue-sos muertos.

    O bien, vive en el futuro. De nuevo, elfuturo no es todava -es imaginacin, fan-tasa, sueo. El ego tambin puede vivircon eso, muy fcilmente. Las falsedadesvan juntas perfectamente bien, suavementebien. Trae algo existencial y el ego des-aparece. De aqu la insistencia en estar enel presente, en estar aqu-ahora. Justo eneste momento... Si eres inteligente, no haynecesidad de pensar en lo que estoy di-ciendo: puedes simplemente verlo en estemismo momento! Dnde est el ego? Haysilencio, y no hay pasado, y no hay futu-ro, slo este momento... y este perro la-drando. Este momento, y t no eres. Per-mite que este momento sea, y t ya no eres.Y hay inmenso silencio, hay profundo si-lencio, dentro y fuera. Y entonces no haynecesidad de entrega porque sabes que noeres. Saber que no eres es entrega.

    No se trata de entregarse a un maes-tro. No se trata de entregarse a Dios.No es cuestin de entrega en absolu-to! Entregarse es ver, es una compren-sin de que "yo no soy". Viendo "Yo nosoy, yo soy nada, vaco", la entregacrece. La flor de la entrega crece en elrbol del vaco. No puede estar orien-tada a una meta.

    El ego est orien-tado a una meta. Elego est anhelando elfuturo. Puede inclusoanhelar el nirvana. Noimporta lo que anhele-anhelar es lo que im-porta, desear es lo queimporta, proyectar ha-cia el futuro es lo queimporta.

    Mralo! Exam-nalo! No digo quepienses en ello. Sipiensas en ello no loentenders...

    No te digas a timismo: "Bueno, meir a casa y lo har".El ego ha entrado, lameta ha llegado, el fu-turo ha entrado. En

    cuanto el tiempo entra ya estas cayendoen la falsedad de la separacin.

    Deja que sea aqu, en este mismo mo-mento. Y entonces de pronto ves que eres,

    y no vas a ningn sitio, y no vienes deningn sitio. Siempre has estado aqu. Aques el nico tiempo, el nico espacio. Aho-ra es la nica existencia. En ese ahora,hay entrega.

    "Mi entrega est orientada a unameta", dices. "Me estoy entregando paraalcanzar la libertad".

    Pero t eres libre! Nunca has estadopreso. Eres libre, pero de nuevo est elmismo problema: quieres ser libre, perono comprendes que slo puedes ser librecuando seas libre de ti mismo -no hay otralibertad. Cuando piensas en la libertad,piensas que t estars all y libre. T noestars all; habr libertad. Libertad sig-nifica liberarse del yo, no un "yo" li-bre. En el momento en que desaparece laprisin, el prisionero desaparece tambin,porque el prisionero es la prisin! En elmomento en que sales de la prisin, tam-bin dejas de ser.

    (...) La iluminacin no es algo comouna meta que haya que alcanzar. Es la mis-ma vida ordinaria, esta simple vida que terodea. Pero cuando no ests luchando,esta vida ordinaria se vuelve extraordina-riamente bella. Entonces los rboles sonms verdes, entonces los pjaros cantancon tonos ms ricos, entonces todo lo queest sucediendo alrededor es precioso...entonces los guijarros ordinarios se con-vierten en diamantes.

    Acepta esta vida simple, ordinaria.Simplemente abandona al que hace. Ycuando digo abandona al que hace, note conviertas en alguien que abandona!Examinando su realidad, desaparece.

    Bhagwan Shree Rajneesh

    Hacia la meditacin conNicols Caballero

    Aprender a orar es el regalo ms bello que uno puede hacerse a s mismo en estavida. Un aprendizaje que requiere la armonizacin de nuestro ser. En esa creciente

    armona, fruto del esfuerzo inteligente y de la gracia amorosa del Espritu,a la persona orante se le revela el pensamiento de Dios.

    Podes recorrer esta experiencia de la mano de Nicols Caballero, sacerdoteclaretiano, interesado en crear una pedagoga del camino hacia Dios.

    Prximos ejercicios espirituales y ciclo de conferencias, ao 2009:

    1er Retiro: Entrada Salida(toma 2 das hbiles) 22 de Abril a las 18 hs. 27 de Abril a las 10 hs.

    Lugar: Pueblo Esther.

    2er Retiro: Entrada Salida(toma 1 da hbil) 30 de Abril a las 18 hs. 5 de Mayo a las 10 hs.

    Lugar Casa de Ftima, Rosario.Conferencias: del 6 al 8 de Mayo.

    Breve resea del Padre Nicols CaballeroEl Padre Nicols Caballero oriundo de Navarra, Espaa, pertenece a la orden de lospadres claretianos, Lic. en Ciencias de la Educacin y Psiclogo Clnico.Durante muchos aos se ha dedicado a ensear a orar como lo hacan Sta. Teresa devila y San Juan de la Cruz.A esto se lo conoce como oracin de recogimiento, oracin de simplicidad.Ciertamente orar es un don de Dios pero es posible disponer cuerpo y mente para recibirese don.La oracin silenciosa de recogimiento consiste en saber acallar nuestro interior y caer enla cuenta de que estamos ante Dios.Si deseas el encuentro con tu Seor, el Padre Nicols nos dice: 1) Cierra los ojos; 2) Dejalas palabras; 2) Advierte su Presencia; 3)Permanece.

    Cupos limitados Informes e inscripcionesTelfonos: 0341- 4514166 / 4477239 / 4248710

    Sin buscar

  • Derecho ViejoPgina 6

    Para contemplar el cuadrodel pensamiento y la praxispaulinos en relacin con el pro-blema del sexo y de la mujer, esmuy til descubrir en el propioepistolario del Apstol, en el li-bro de los Hechos de los Aps-toles y en la propia tradicineclesistica las huellas del tratoque Pablo tena con diversasmujeres que aparecen a lo lar-go de su vida apostlica.

    En uno de los escritos msautnticamente paulinos y per-teneciente a la poca de su ple-na dedicacin apostlica laCarta a los Filipenses, terminasu exhortacin dirigindose ados mujeres de la comunidad:Tanto a Evodia como aSntique las exhorto a quetengan el mismo sentir en elSeor. Y a ti tambin te rue-go, Scigo, autntico compa-ero, que les ayudes, ya queellas me asistieron en la lu-cha por el Evangelio junta-mente con Clemente y losdems colaboradores mos,cuyos nombres estn en ellibro de la vida. (Flp 4, 2-3)

    Se trata, como fcilmente sededuce de una primera lectura,de dos mujeres que colaboraronactivamente en la proclamacindel Evangelio en la capital deMacedonia. Y no tiene nada deextrao, ya que fue precisamen-te en Filipos donde Pablo y suscompaeros aceptaron el hos-pedaje de una traficante en pr-pura, llamada Lidia, que les ofre-ci su casa y sus servicios parala ms fcil penetracin delEvangelio en la primera ciudad

    europea por ellos visitada: Es-cuchaba una de ellas, pornombre Lidia, traficante enprpura, de la ciudad deTiatira, que adoraba a Dios,y a la cual el Seor abri elcorazn para atender a loque Pablo deca. Una vez quese hubo bautizado ella y losde su familia, nos rog di-ciendo: Si me habis juzga-do fiel al Seor, entrad y que-daos en mi casa. Y nos forza ello (Hch 16, 14-15).

    Pero donde se ve el tipo derelaciones pastorales que man-tena Pablo con las mujeres delas diversas comunidades cris-tianas es precisamente en el ca-ptulo 16 de la Carta a los Ro-manos, donde se dirigen saludosa treinta personas, de las cua-les diez son mujeres, que ade-ms son adjetivadas muy posi-tivamente.

    La primera es Febe: Os re-comiendo a Febe, nuestrahermana, que es diaconisade la comunidad deCncreas; acogedla en elSeor como corresponde enel pueblo de Dios; y poneosa su disposicin en cualquiercosa que necesite de voso-tros, ya que ella misma hasido protectora de muchos yde m mismo (Rom 16, 1-2). El hecho de llamarladiaconisa implica que se tra-ta de tareas pastorales; por esoes admirable la exhortacin aque los romanos se pongan adisposicin de ellas: presidi-ra Febe algunos actos de laasamblea cristiana?

    La segunda es Prisca: Sa-ludad a Prisca y Aquilas, miscolaboradores en Cristo Je-ss, los cuales arriesgaron

    su cabeza por mi vida, cosaque no solamente les agra-dezco yo, sino todas las co-munidades del mundo gen-til (Rom 16, 3-4). El ttulo decolaboradora en Cristo Jessimplica igualmente una accinpastoral; a esto se aade la alu-sin al riesgo apostlico.

    La tercera es Mara: Salu-dad a Mara, que tanto tra-bajo se ha tomado por voso-tros (Rom 16,6). Aqu no seexplica la calidad del trabajo,pero en todo caso se destaca suaportacin positiva a la buenamarcha de la comunidad.

    La cuarta es Junia: Salu-dad a Andrnico y a Junia,parientes mos y compae-ros de prisin, y ademsapstoles insignes y cristia-nos ms antiguos que yo(Rom 16,7). Aqu Pablo llegaal clmax de su valoracin pas-toral de una mujer, al aplicarleel ttulo de apstol, de tan hon-das resonancias en aquellas pri-meras comunidades

    Quinta y sexta son Trifosa yTrifena, que tanto han traba-jado en el Seor (Rom16,12). La adicin de la expre-sin en el Seor se refiere in-dudablemente, siguiendo la pau-ta del lenguaje paulino, a la pro-clamacin del Evangelio.

    La sptima es la carsimaPrsida, que tanto ha traba-jado en l (en el Seor)(Rom 16,12). Igual referenciaque a las anteriores.

    La octava es la madre deRufo, elegido en el Seor,que tambin lo es ma. (Rom16,13).

    Novena y dcima son Juliay la hermana de Nerso: Salu-dad a Fillogo y a Julia, aNerso y a su hermana, aOlimpas y a todos los delpueblo de Dios que estn conellos (Rom 16,15). Aqu ve-mos a estas dos mujeres for-mando parte del pueblo deDios, lo cual indica probable-mente que tenan responsabili-

    dades dentro de la comunidad.Incluso en las Pastorales en-

    contramos los ecos de ese buentrato que Pablo daba a las mu-jeres que colaboraban activa-mente en la obra de evangeli-zacin. Y as se le dice aTimoteo: Me acuerdo muchode la sinceridad de tu fe, lamisma que animaba a tuabuela Loide y a tu madreEunice, y estoy seguro deque tambin a ti (2 Tim 1,5).

    Finalmente, no tienen nadade extrao que la alusin a laspresbteras de Tito 2, 3-5 im-plique una funcin directiva enel seno de la propia comunidad.

    Para terminar, me voy a re-ferir a una especie de novela,llamada Hechos de Pablo, quesegn Tertuliano, escribi unpresbtero en Asia Menor a me-diados del siglo II, o sea, en latercera o cuarta generacinpost-paulina. Qu recuerdohaba dejado San Pablo enaquellas comunidades suyas conreferencia a su comportamien-to con las mujeres? La lecturade la leyenda ser un buen testpara ello.

    Parece ser que una chica lla-mada Tecla, novia de un arist-crata de Icario, haba escucha-do uno de los discursos delApstol y se haba entusiasma-do inmediatamente con l. Lanarracin nos da una interesan-te descripcin del Apstol: bajode estatura, calvo, patizambo,con rodillas gruesas, con ojosgrandes, con cejas tupidas, lanariz ms bien larga, lleno deencanto, con la apariencia a ve-ces de un hombre, a veces deun ngel.

    En una palabra: el podermgico de su discurso produceuna profunda impresin en lahermosa Tecla, que renuncia asu novio. Este, a su vez, denun-cia a Pablo ante el prefectocomo un hombre que, valindo-se de sus discursos, induce a lasmujeres y a las jvenes a no ca-sarse. Pablo es arrestado, pero

    Pgina de la MujerSan Pablo y las mujeres

    Tecla logra llegar hasta su cel-da y es all sorprendida en com-paa de Pablo. As pues, el pre-fecto condena a Tecla al exilioy a ser quemada en la hoguera.

    Pero la joven se salva por unmilagro: la hoguera se apaga acausa de una tempestad, que asu vez confunde y dispersa a losespectadores.

    Tecla, una vez libre, sigue lashuellas de Pablo, a quien en-cuentra en el camino. El la tomade la mano y llega con ella has-ta Antioqua, donde encuentrana un aristcrata que inmediata-mente se enamora de ella yquiere arrancarla de la compa-a de Pablo, ofrecindole unapinge indemnizacin por suconsentimiento. Pero Tecla sedefiende enrgicamente contrael aristcrata voluptuoso, queintenta llevrsela por la fuerza.A causa de esta ofensa es lan-zada a las bestias del circo, perostas no le hacen dao y final-mente se ve libre de nuevo.

    Entonces se cubre con ves-tidos de varn, se corta los ca-bellos y reanuda su seguimien-to de Pablo, el cual le confiereadems el derecho de bautizar,segn parece deducirse de la mis-ma observacin de Tertuliano.

    Como se ve, es una leyen-da, pero es tremendamente in-dicativa de cmo pensaban losprimeros cristianos sobre el com-portamiento de Pablo frente ala mujer.

    En resumen: una lectura aten-ta de los textos paulinos y unaatencin a la propia tradicin cris-tiana nos hace ver en San Pablouno de los mayores defensores delos derechos de la mujer e inclu-so un atrevido moralista en elasunto del sexo.

    Por lo que se refiere a laposicin de la mujer en la Igle-sia, tenemos en estos textos yactitudes paulinas un funda-mento suficiente para replan-tearnos el problema de una in-corporacin plena de la mujera los ministerios eclesiales, sinexcluir los ms altos.

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  • Derecho Viejo Pgina 7

    Enseanzas de MarcosJess tambin les puso esta otra comparacin:"Con el reino de Dios pasa algo parecido a lo que

    sucede cuando un hombre siembra una semilla en latierra. No importa si est dormido o despierto, o si esde noche o de da; la semilla siempre nace y crece sinque el agricultor entienda cmo. La tierra produce pri-mero el tallo, despus la espiga, y finalmente las semi-llas. Y cuando llega el tiempo de la cosecha el agricul-tor recoge las semillas".

    La comparacin de la semilla

    Mc 1, 26-29

    Jess tambin dijo:"Con qu puede compararse el reino de Dios? A qu se parece? Es como la

    semilla de mostaza que el agricultor siembra en la tierra. A pesar de ser la mspequea de todas las semillas del mundo, cuando crece se hace la ms grande de lasplantas del huerto. Tiene ramas bien grandes, y hasta los pjaros pueden hacernidos bajo su sombra!"

    La semilla de mostaza

    Mc 1, 30-32

    Jess y sus fdiscpulos llegaron al pueblo de Cafarnam. Cuando ya estabanen la casa, l les pregunt: "De qu estaban hablando cuando venan por elcamino?"

    Los discpulos no contestaron nada, porque haban estado discutiendo cul deellos era el ms importante.

    Entonces Jess se sent, llam a los doce discpulos y les dijo: "Si alguno deustedes quiere ser el ms importante, deber ocupar el ltimo lugar y ser el servi-dor de todos los dems".

    Luego llam a un nio y lo puso frente a ellos. Lo tom en sus brazos y les dijo:"Si ustedes aceptan a un nio como este, me aceptan a m. Y si me aceptan a m,aceptan a Dios, que fue quien me envi".

    Quin esel ms importante?

    Mc 9, 33-37

    Despus volvieron a entrar en Jerusaln. Y mien-tras Jess caminaba por el templo, se le acercaron lossacerdotes principales, los maestros de la Ley y loslderes del pas, para preguntarle:

    -Quin te dio autoridad para hacer todo esto?Jess les dijo:-Yo tambin voy a preguntarles algo: Quin le dio

    autoridad a Juan el Bautista para bautizar? Dios oalguna otra persona? Si me contestan eso, yo les dirquin me dio autoridad para hacer todo lo que han vis-to.

    Ellos comenzaron a discutir, y se decan unos a otros: "Si contestamos que Dios ledio autoridad a Juan, Jess nos preguntar por qu no le cremos. Pero tampocopodemos decir que fue un ser humano quien se la dio". No queran decir eso porquetenan miedo de la gente: todos crean que Juan era un profeta enviado por Dios. Poreso le respondieron a Jess:

    -No lo sabemos.Entonces Jess les dijo:-Pues yo tampoco les dir quin me da autoridad para hacer todo esto.

    La autoridad de Jess

    Mc 11, 27-33

    Despus mandaron a algunos de los fariseos y aunos partidarios del rey Herodes, para ponerle a Jessuna trampa. Ellos fueron y le dijeron:

    -Maestro, sabemos que siempre dices la verdad.No te importa lo que digan los dems acerca de tusenseanzas, porque siempre insistes en que debemosobedecer a Dios en todo. Dinos qu opinas: Est bienque le paguemos impuestos al emperador de Roma?

    Como Jess saba que ellos eran unos hipcritas,les respondi:

    -Por qu quieren ponerme una trampa? Trigan-me una de las monedas que se usan para pagar elimpuesto.

    Entonces le llevaron una moneda de plata, y Jessles pregunt:

    -De quin es la cara dibujada en la moneda? Dequin es el nombre escrito en ella?

    Ellos contestaron:-Del emperador de Roma.Jess les dijo:-Denle entonces al Emperador lo que es del Empe-

    rador, y a Dios lo que es de Dios.Al escuchar la respuesta de Jess, todos quedaron

    muy sorprendidos.

    Una trampa para Jess

    Mc 12, 13-17

    Uno de los maestros de la Ley escuch la conversacin entre Jess y los saduceos.Al ver que Jess les respondi muy bien, se acerc y le pregunt:

    -Cul es el mandamiento ms importante de todos?Jess le contest:-El primero y ms importante de los mandamientos es el que dice as: "Escucha,

    pueblo de Israel! Slo Dios es nuestro dueo; l es nuestro nico Dios. malo con todotu corazn; es decir, con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo quevales". Y el segundo mandamiento en importancia es: "Ama a tu prjimo como te amasa ti mismo". Ningn otro mandamiento es ms importante que estos dos.

    El maestro de la Ley le dijo:-Muy bien, Maestro. Lo que dices es cierto: slo Dios es nuestro dueo, y no hay

    otro como l. Debemos amarlo con todo nuestro ser, y amar a los dems como nosamamos a nosotros mismos. Estos mandamientos son ms importantes que cumplirtodos los ritos y deberes religiosos.

    Como Jess vio que el maestro de la Ley le dio una buena respuesta, le dijo:-No ests lejos del reino de Dios.Y nadie se atrevi a hacerle ms preguntas.

    Los mandamientos ms importantes

    Mc 12, 28-34

    Una vez, los discpulos de Juan el Bautista y los discpulos de los fariseos estabanayunando. Algunas personas fueron adonde estaba Jess y le preguntaron:

    -Por qu tus discpulos no ayunan? Los discpulos de Juan y los discpulos delos fariseos s lo hacen.

    Jess les respondi:-Los invitados a una fiesta de bodas no ayunan mientras el novio est con ellos.

    Pero llegar el momento en que se lleven al novio, y entonces los invitados ayunarn.Si un vestido viejo se rompe, nadie le pone un remiendo de tela nueva. Porque al

    lavarse el vestido, la tela nueva se encoge y el hueco se hace ms grande.Tampoco se echa vino nuevo en odres de cuero viejo. Porque al fermentar el vino

    nuevo, hace que se reviente el cuero viejo. As el vino nuevo se pierde, y los odrestambin. Por eso hay que echar vino nuevo en odres nuevos.

    Mc 2, 18-22

    Vino nuevo en odres viejosUn sbado, Jess y sus discpulos iban por un campo sembrado de trigo. Losdiscpulos comenzaron a arrancar espigas. Cuando los fariseos vieron esto, le dije-ron a Jess:

    -Mira lo que hacen tus discpulos! Acaso no saben que est prohibido arrancarespigas en el da de descanso?

    Jess les respondi:-No han ledo ustedes en la Biblia lo que hizo el rey David cuando Abiatar era el

    jefe de los sacerdotes? David y sus compaeros sufran gran necesidad y tenanmucha hambre. Entonces David entr en la casa de Dios y comi del pan especialque slo a los sacerdotes les estaba permitido comer, y lo comparti con sus compa-eros.

    Adems les dijo:-El sbado se hizo para el bien del hombre, y no el hombre para el bien del

    sbado. Yo, el Hijo del hombre, soy quien decide qu puede hacerse y qu no puedehacerse en el da de descanso.

    La Ley es para el hombre

    Mc 2, 23-28

    Dicen que dijo...

  • Derecho ViejoPgina 8

    (...) Si la ciencia griega no produjomuchas aplicaciones tcnicas no fuepor ser incapaz de ello, sino porquelos sabios griegos no las queran. Aque-llas gentes, visiblemente muy atrasa-das respecto de nosotros, como co-rresponde a hombres de hace veinti-cinco siglos, teman las consecuenciasde invenciones tcnicas susceptiblesde ser utilizadas por tiranos y conquis-tadores. As, en vez de entregar alpblico el mayor nmero posible dedescubrimientos tcnicos y de ven-derlos al mejor postor, conservabanrigurosamente en secreto las queconseguan para divert irse; yverosmilmente seguan siendo po-bres.

    Arqumedes puso una vez en prcti-ca su saber tcnico para defender a supatria. Pero lo puso en prctica l mis-mo, sin revelar a nadie secreto alguno.El relato de las maravillas que supo rea-lizar es todava hoy en gran parte incom-prensible. Y tuvo tanto xito que los ro-manos slo lograron entrar en Siracusamediante una semi-traicin.

    Pues bien: esta ciencia, tan cien-tfica o ms que la nuestra, no eranada materialista. Es ms: no era unestudio profano. Los griegos la con-sideraban como un saber religioso.

    Los romanos mataron a Arqumedes.Poco despus mataron a Grecia comolos alemanes habran matado a Franciade no ser por Inglaterra. La ciencia grie-ga desapareci por completo. En la civi-lizacin romana no qued nada de ella.Si su memoria lleg a la Edad Media fuepor el llamado pensamiento gnstico, enambientes iniciticos. Pero incluso eneste caso parece claro que slo hubo con-servacin, y no continuacin creadora,salvo tal vez en lo que respecta a la al-quimia, de la que se sabe muy poco.

    Sea como fuere, en el mbito pblicola ciencia griega slo resucit a princi-pios del siglo XVI (salvo error de fecha)en Italia y en Francia. En seguida cobrun prodigioso impulso e invadi toda lavida de Europa.

    Hoy la casi totalidad de nuestras ideas,de nuestras costumbres, de nuestras re-acciones y de nuestro comportamientolleva la marca impresa por su espritu opor sus aplicaciones.

    Esto es ms particularmente cierto enlo que respecta a los intelectuales, inclu-so los que no son de los llamados cien-tficos, y ms an de los obreros, quepasan toda su vida en un universo artifi-cial constituido por las aplicaciones de laciencia.

    Sin embargo, como en algunoscuentos, esta ciencia que haba des-pertado tras un letargo de casi dos milaos ya no era la misma. Haba cam-biado. Era otra distinta, absolutamen-te incompatible con todo espritu reli-gioso.

    Por eso la religin slo es hoy cosadel domingo por la maana. El restode la semana est dominado por elespritu cientfico.

    Los no creyentes, que le entregan lasemana entera, tienen un triunfal senti-miento de unidad interior. Pero se enga-an, pues su moral est tan en contra-diccin con la ciencia como la religinde los dems.

    (...) Entre los cristianos, la absolutaincompatibilidad entre el espritu religio-so y el espritu cientfico, los cuales ob-tienen ambos adhesin, infunde perma-nentemente en el alma un malestar sor-do e inconfesado. Puede ser casi inad-vertido; se percibe ms o menos segnlos casos, y, naturalmente, es casi siem-pre inconfesado. Impide la cohesin in-terior. Se opone a que la luz cristianaimpregne todos los pensamientos.

    Como consecuencia indirecta de supresencia continua, los cristianos msfervientes emiten cada hora de su vidajuicios y opiniones en los que aplican sindarse cuenta criterios contrarios al esp-ritu del cristianismo. Pero la ms funestaconsecuencia de este malestar es quehace imposible que se ejerza en su ple-nitud la virtud de la probidad intelectual.

    El fenmeno moderno de la irreligio-sidad del pueblo se explica casi entera-mente por la incompatibilidad entre laciencia y la religin. Se ha desarrolladocuando se empez a instalar al pueblode las ciudades en un universo artificial,cristalizacin de la ciencia. En Rusia latransformacin se ha visto apresuradapor una propaganda que para desarrai-gar la fe se apoyaba casi enteramenteen el espritu de la ciencia y de la tcni-ca. Y en todas partes, una vez que la po-blacin de las ciudades se ha vueltoirreligiosa, la poblacin del campo,influenciable por su complejo de inferio-ridad respecto de las ciudades, la ha se-guido, aunque en grado menor.

    Como consecuencia del abandono delas iglesias por el pueblo la religin que-d situada automticamente "a la dere-cha"; se convirti en algo burgus, en cosade bienpensantes. Pues una religin ins-tituida est obligada a apoyarse en quie-nes acuden a la iglesia. No puede apo-yarse en los que se quedan fuera.

    Cierto es que desde antes de estadesercin el servilismo del clero res-pecto de los poderes temporales la hizocometer faltas graves. Pero sin estadesercin se hubiera podido reparar-las. Aunque en parte la provocaron, esaparte fue menor.

    Lo que ha vaciado las iglesias ha sidocasi nicamente la ciencia.

    Si un sector de la burguesa se havisto menos dificultado en su piedadque la clase obrera es en primer lugarporque tiene un contacto menos per-manente y menos carnal con las apli-caciones de la ciencia. Pero sobre todoporque carece de fe. Quien no tienefe no puede perderla.

    (...) Incluso en los ambientes y en loscorazones en los que la vida religiosa esms sincera e intensa, con harta frecuen-cia hay en su centro mismo un principiode impureza debido a una insuficienciadel espritu de verdad. La existencia dela ciencia da mala conciencia a los cris-tianos. Pocos de ellos se atreven a estarconvencidos de que, si partieran de ceroy consideraran todos los problemas anu-lando sus preferencias, en el espritu deun examen absolutamente imparcial, eldogma cristiano se les aparecera total ymanifiestamente como la verdad.

    Esta incertidumbre debera debilitarsus vnculos con la religin; no ocurre as,y es que la vida religiosa les proporcionaalgo que necesitan. Sienten ms o me-

    nos confusamente que estn vinculadosa la religin por una necesidad. Pero lanecesidad no es un vnculo legtimo delhombre a Dios. Como dijo Platn, haygran distancia entre la naturaleza dela necesidad y la naturaleza del bien.

    Dios se da al hombre gratuitamentey por aadidura, pero el hombre no debedesear recibirle. Debe entregarse total-mente, incondicionalmente, y por elmotivo nico de que tras haber erradode ilusin en ilusin en la bsquedaininterrumpida del bien, est seguro dehaber discernido la verdad volvindo-se hacia Dios.

    Dostoievski profiri la peor de las blas-femias cuando dijo: Si Cristo no es laverdad, prefiero estar con Cristo lejos dela verdad. Cristo dijo: Yo soy la ver-dad. Tambin dijo que era pan, que erabebida; pero dijo: Yo soy el verdaderopan, la verdadera bebida, es decir, el panslo de la verdad, la bebida slo de laverdad.

    Hay que desearle primero comoverdad, y slo a continuacin comoalimento.

    Sin duda estas cosas se han olvidadopor completo, pues se ha consideradocristiano a Bergson; Bergson crea veren la energa de los msticos la forma aca-bada de ese impulso vital que convirtien dolo. Pero en el caso de los msticosy de los santos lo maravilloso no es quetengan ms vida que los dems, o quetengan una vida ms intensa, sino que enellos la verdad se haya convertido en vida.En este mundo la vida, el impulso vitaltan caro a Bergson, no es ms que men-tira, y slo la muerte es verdadera. Puesla vida obliga a creer que se necesitacreer para vivir; tal servidumbre se haconvertido en doctrina bajo el nombre depragmatismo, y la filosofa de Bergsones una forma de pragmatismo.

    Pero quienes pese a su carne y a susangre han traspasado interiormente unlmite equivalente a la muerte obtienendel ms all otra vida; una vida que enprimer lugar no es vida: que en primerlugar es verdad.

    Verdad vuelta vida. Verdaderacomo la muerte y viva como la vida.Una vida, como dicen los cuentos deGrimm, blanca como la nieve y roja

    como la sangre. La vida que es el alien-to de la verdad, el Espritu divino.

    Ya Pascal cometi el crimen de faltade probidad en la bsqueda de Dios. Ha-biendo formado su inteligencia en la prc-tica de la ciencia, no se atrevi a esperarque si daba va libre a esa inteligenciaencontrara una certidumbre en el dog-ma cristiano. Y tampoco se atrevi a co-rrer el riesgo de tener que prescindir delcristianismo. Emprendi una bsquedaintelectual decidiendo de antemano adn-de deba llevarle. Para evitar cualquierriesgo de ir a parar a otro lado se some-ti a una sugestin consciente y desea-da. Tras de lo cual busc pruebas.

    En el mbito de las probabilidades, delos indicios, percibi cosas muy fuertes.Pero en lo que se refiere a pruebas pro-piamente dichas, las que apunt eran mi-serables: el argumento de la apuesta, lasprofecas, los milagros. Y lo que es msgrave para l es que jams alcanz lacertidumbre. Nunca obtuvo la fe, y elloporque trat de procurrsela.

    La mayora de quienes acuden al cris-tianismo o que, habiendo nacido en suseno y sin haberlo abandonado nunca, seunen a un movimiento autnticamentesincero y ferviente, se ven empujados ymantenidos en ello por una necesidad delcorazn. No podran prescindir de la re-ligin. O, al menos, no podran prescindirde ella sin experimentar una especie dedegradacin.

    Pues para que el sentimiento religio-so proceda del espritu de verdad hay queestar totalmente dispuesto a abandonarla propia religin, aunque se perdiera porello toda razn de vivir, en el caso de quefuera algo distinto de la verdad. De otra

    Echar racesSimone Weil

    Filsofafrancesa

    (1909-1943)

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    sbado 14 de Marzo de 2009

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  • Derecho Viejo Pgina 9

    manera ni siquiera se puede plantear rigu-rosamente el problema.

    Dios no puede ser para el cora-zn humano una razn de vivir comolo es el tesoro para el avaro.

    Harpagon y Grandet amaban su te-soro; se habran hecho matar por l; ha-bran muerto de desdicha por su causa;habran realizado por l maravillas devalor y de energa.

    Es posible amar a Dios as. Pero nose debe. O, ms bien, slo a determina-da parte del alma le est permitida estaespecie de amor, puesto que no es capazde experimentar ninguna otra; pero debequedar sometida y abandonada a la par-te del alma que vale an ms.

    Puede afirmarse sin temor a exage-rar que hoy el espritu de verdad est casiausente de la vida religiosa.

    (...) Lo mismo ocurre con la argumen-tacin histrica. Consiste en decir:Vean qu mediocres eran los hom-bres antes de Cristo! Vino Cristo, y yaveis que los hombres, pese a sus debi-lidades, han sido luego en su conjuntoalgo bueno.

    Esto es absolutamente contrario a la

    verdad. Pero, aunque fuera verdadero,en todo caso es llevar la apologtica alnivel de los anuncios de especialidadesfarmacuticas que muestran al enfermoantes y despus. Eso es medir la efica-cia de la Pasin de Cristo -que si no esficticia es necesariamente infinita- segnuna consecuencia histrica, temporal yhumana que, aunque fuera real -lo queno es el caso-, sera algo necesariamen-te finito.

    El pragmatismo ha invadido y ensu-ciado la concepcin misma de la fe.

    Si el espritu de verdad est casi au-sente de la vida religiosa resultara muyextrao que estuviera presente en la vidaprofana. Sera la vuelta del revs de unajerarqua eterna. Pero no es as.

    Los sabios exigen del pblico que con-ceda a la ciencia el respeto religioso quese debe a la verdad y el pblico les cree.Pero es un engao. La ciencia no es unfruto del Espritu de verdad, y esto resul-ta evidente en cuanto se pone un pocode atencin.

    Pues el esfuerzo de la investigacincientfica, tal como ha sido entendidodesde el siglo XVI hasta nuestros das,

    no puede tener por mvil el amor a laverdad.

    Hay para esto un criterio cuya apli-cacin es universal y segura; consiste,para apreciar una cosa cualquiera, entratar de discernir la proporcin de losbienes contenidos no en la cosa mismasino en los mviles del esfuerzo que laha suscitado. Pues en la cosa misma ha-br tanto bien como haya en el mvil yno ms. As lo garantiza la palabra deCristo sobre los rboles y los frutos.

    Cierto que nicamente Dios discier-ne los mviles en el secreto de los cora-zones. Pero la concepcin que dominauna actividad, que generalmente no essecreta, es compatible con determinadosmviles y no con otros; hay algunos quequedan necesariamente excluidos por lanaturaleza misma de las cosas.

    Se trata pues de un anlisis que con-duce a apreciar el producto de una acti-vidad humana particular por el examende los mviles compatibles con la con-cepcin que preside esa actividad.

    De este anlisis se desprende un m-todo para el mejoramiento de los hom-bres -de los pueblos, de los individuos y

    de uno mismo para empezar- modifican-do las concepciones de modo que entrenen juego los mviles ms puros.

    La certidumbre de que toda concep-cin incompatible con mvilesautnticamente puros est a su vez con-taminada por el error es el primero delos artculos de la fe. La fe es ante todola certidumbre de que el bien es uno. Loque constituye el pecado de politesmono es dejar que la imaginacin juegue conApolo y Diana, sino creer que hay va-rios bienes distintos e independientesentre s, como la verdad, la belleza y lamoralidad.

    Al aplicar este mtodo al anlisis dela ciencia de los tres o cuatro ltimos si-glos obligado es admitir que el bello nom-bre de verdad est infinitamente por en-cima de ella. Los sabios, en el esfuerzoque aportan da tras da a lo largo de todasu vida, no pueden ser empujados por eldeseo de poseer la verdad. Pues obtie-nen simplemente conocimientos, y los co-nocimientos no son por s mismos objetode deseo...

    Echar races

    Fragmento de Echar Races ("El arraigo")

    (Continuacin)

    La muerte de Arqumedes a manos de un soldado romano es el smbolo de uncambio mundial de primera magnitud: los griegos, con su amor por la ciencia abstrac-ta, fueron reemplazados en el liderazgo del mundo europeo por los prcticos roma-nos. Lord Beaconsfield, en una de sus novelas, defini al hombre prctico como unhombre que repite los errores de sus ancestros. Los romanos fueron un gran pueblo,pero estaban malditos con la esterilidad que se sigue de la practicidad. Ellos no mejo-raron ni agrandaron el conocimiento de sus ancestros, y todos sus avances estuvieronconfinados a los detalles tcnicos menores de la ingeniera. No fueron lo suficiente-mente soadores como para llegar a nuevos puntos de vista, los cules podran haber-les dado un control ms fundamental sobre las fuerzas de la naturaleza. Ningn roma-no perdi la vida por estar absorto en la contemplacin de un diagrama matemtico.

    Extrado de "An introduction to Mathematics", de Alfred North Whitehead.Traduccin del ingls: Federico Guerra

    (...) Mas lo que principalmente afligi a Marcelo fue lo que ocurri con Arqumedes:hallbase ste casualmente entregado al examen de cierta figura matemtica, y, fijosen ella su nimo y su vista, no sinti la invasin de los romanos ni la toma de laciudad. Presentsele repentinamente un soldado, dndole orden de que le siguiese acasa de Marcelo; pero l no quiso antes de resolver el problema y llevarlo hasta la

    demostracin; con lo que, irritado elsoldado, desenvain la espada y ledio muerte. Otros dicen que ya elRomano se le present con la espa-da desnuda en actitud de matarle, yque al verle le rog y suplic que seesperara un poco, para no dejar im-perfecto y oscuro lo que estaba in-vestigando; de lo que el soldado nohizo caso y le pas con la espada.Todava hay acerca de esto otra re-lacin, dicindose que Arqumedesllevaba a Marcelo algunos instru-mentos matemticos, como cua-drantes, esferas y ngulos, con losque manifestaba a la vista la magni-tud del Sol, y que dando con l lossoldados, como creyesen que den-tro llevaba oro, le mataron. Como

    quiera, lo que no puede dudarse es que Marcelo lo sinti mucho, que al soldado quele mat de su propia mano le mand retirarse de su presencia como abominable, yque habiendo hecho buscar a sus deudos los trat con el mayor aprecio y distincin.

    Fragmento de "Vida de Marcelo", de Plutarco (Vidas paralelas)

    La muerte de ArqumedesArqumedes es conocido hoy como

    una de la ms grandes figuras en cienciasy en matemticas (particularmente en geo-metra) de la antigedad. La misma gentede su poca lo reconoca, llamndolo "elmaestro'', "el gemetra'' y "el gran sabio''.Naci en 287 (antes de nuestra era) enSiracusa, Sicilia, donde vivi casi toda suvida. Su padre era astrnomo y lo entu-siasm desde muy pequeo en el estudiodel universo. Siendo su familia acomoda-da, el joven Arqumedes estudi en el cen-tro cientfico y cultural ms importante dela poca, la famosa Alejandra. Mucho delo que sabemos de l, lo debemos al histo-riador romano Plutarco (que naci pocoantes del ao 1 de nuestra era). De lo pocoque se rescat de la quema de la gran bi-blioteca de Alejandra y de los pocos (y aveces incompletos) escritos de la antige-dad que an existen, se conocen algunasancdotas de l:

    Se cuenta que Arqumedes dedicabatodo (pero todo!) su tiempo a inves-tigar....y que le molestaba perder tiempoen tareas tales como baarse. Muchasveces sus amigos y sirvientes lo metierona la tina gritando y pataleando y cuando sedaba por vencido y se dejaba baar, usabasu cuerpo enjabonado como pizarrn paraseguir pensando en el problema que loocupaba. Una ancdota muy conocida del, que relata el arquitecto romano Vitruvio,es la famosa "Eureka'' (que en griego quie-re decir, "lo encontr''). Cuenta la leyendaque el rey Hern II de Siracusa le habadado a un orfebre una cierta cantidad deoro para que le hiciera una corona de oropuro. Cuando se la entregaron, el rey tuvola sensacin de que no era nada ms queoro lo que haba sido usado. Le plante laduda a Arqumedes y ste se dio a la tareade resolver el misterio...y lleg la hora delbao. Esa vez lo acept sin chistar, puesestaba sumido en el problema de la famo-sa corona... y cuando se meti a la tina

    que estaba llena hasta el tope, se dio cuen-ta de que la cantidad de agua derramada,estaba relacionada a la cantidad de su cuer-po sumergida en el agua. Con la cara ilu-minada por la alegra, sali de la tina y des-nudo, se fue por las ca-lles de la ciudad "Eure-ka! Eureka!''. Cmoacaba la historia?Arqumedes sumergila misma cantidad deoro puro que el rey ha-ba entregado al artesa-no y midi hasta dndesuba el agua; luego su-mergi la corona y almedir hasta dnde su-ba el agua, result queera una altura menor.Como el volumen eraigual,la nica explica-cin era que tenan dis-tintas masas; es decir,que la corona NO erade oro puro. El orfebre confes que ha-ba quitado oro y agregado la misma can-tidad de plata. No se sabe qu suerte co-rri.

    Hay otra ancdota sobre palancas ypoleas. Arqumedes dijo alguna vez "dadmeun punto de apoyo, y mover el mundo'',refirindose a la palanca. Su amigo, el reyHern, lo puso en duda. Entonces,Arqumedes pidi que en un barco pusie-ran la mayor cantidad posible de armamen-to y de gentes....y desde una silla, cmo-damente sentado, sac el barco as carga-do del mar, usando un sistemas de poleas.Dicen que, acto seguido, Hern publicun edicto segn el cual, de ese da en ade-lante, todo lo que Arqumedes dijera seraconsiderado verdadero.

    Mara de la Paz Alvarez SchererUNAM- Dpto de Matemtica

    Verdad y alimento

  • Derecho ViejoPgina 10

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    La felicidad es algo por completo di-ferente del placer; averigemos, qu im-plica el placer y si es de algn modo posi-ble vivir en un mundo que no contengaplacer sino un sentido extraordinario defelicidad, de bienaventuranza.

    Todos estamos ocupados, de un modou otro, en la persecucin del placer, yasea ste intelectual, sensual o cultural: elplacer de reformar, de decir a otros lo quedeben hacer, de modificar los males de lasociedad, de hacer el bien, de lograr ma-yores conocimientos, mayor satisfaccinfsica, mayores experiencias, mayor com-prensin de la vida, todas cosas hbiles,astutas de la mente; y el placer supremoes, desde luego, tener a Dios.

    La estructura de la sociedad es el pla-cer. Desde la infancia hasta la muerte, yasea secreta, astuta o abiertamente, esta-mos persiguiendo el placer. Por lo tanto,cualquiera que sea nuestra forma de pla-cer, creo que debemos ser muy claros alrespecto, porque el placer va a guiar ymoldear nuestras vidas. En consecuencia,es importante para cada uno de nosotrosinvestigar atentamente, con vacilacin ydelicadeza, esta cuestin del placer, por-que encontrar placer y despus alimen-tarlo y sostenerlo, es una exigencia bsi-ca de la vida, y sin eso la existencia sevuelve torpe, estpida, solitaria y carentede sentido.

    Usted quiz se pregunte, entonces, porqu la vida no debera guiarse por el pla-cer. Por la muy simple razn de que elplacer debe, por fuerza, traer pena, frus-tracin, dolor y miedo, y a causa del mie-do, violencia. Si usted quiere vivir as, vivaas. De cualquier modo, la mayor partedel mundo lo hace, pero si usted quierevivir libre de dolor, debe comprender todala estructura del placer.

    Comprender el placer no es negarlo.No lo estamos condenando, no decimosque est bien o que est mal, pero si va-mos en pos de l, hagmoslo con los ojosabiertos, sabiendo que una mente que todoel tiempo busca el placer, debe inevitable-mente encontrar su sombra, el dolor. No

    pueden separarse, aunque corramos trasel placer y tratemos de evitar el dolor.

    Ahora bien, por qu la mente estsiempre exigiendo placer? Por qu hace-mos cosas nobles e innobles arrastradospor la corriente oculta del placer? Por qula delgada veta del placer nos incita a sa-crificarnos y a sufrir? Qu es el placer ycmo surge? No s si se ha formuladousted estas preguntas y ha seguido lasrespuestas hasta el final.

    El placer surge a la existencia en cua-tro etapas: percepcin, sensacin, contactoy deseo. Digamos que veo un hermosoautomvil; enseguida tengo una sensacin,una reaccin, que se generan por el he-cho de mirarlo; despus lo toco o me ima-gino tocndolo, y entonces viene el deseode poseerlo y de mostrarme en l. O veouna hermosa nube, o una montaa recor-tada contra el cielo, o una hoja que acabade brotar con la primavera, o un valle pro-fundo lleno de encanto y esplendor, o unagloriosa puesta de sol, o un rostro bello,inteligente vivaz no consciente de s mis-mo, ya que entonces dejara de ser bello. Miro todas estas cosas con intenso de-leite y, mientras las observo, no hay ob-servador sino tan slo belleza, pura comoel amor. Por unos instantes, yo estoyausente, con todos mis problemas, misansiedades y desdichas; nicamente exis-te esa maravilla. Puedo mirarla con jbiloy al instante siguiente olvidarla; de otromodo, interviene la mente y entoncesempieza el problema: mi mente piensa so-bre lo que ha visto y recuerda cun belloera; me digo que me gustara verlo denuevo muchas veces. El pensamiento co-mienza a comparar, a juzgar, y dice: Debotener eso maana. La continuidad de unaexperiencia que ha producido deleite du-rante un segundo, es alimentada por el pen-samiento.

    Lo mismo ocurre con el deseo sexualo cualquier otra forma de deseo. No haynada malo en el deseo; reaccionar es algoperfectamente normal. Si usted me clavaun alfiler, reaccionar a menos que estparalizado. Pero entonces interviene el

    pensamiento y, al rumiar sobre el deleite,lo convierte en placer. El pensamientodesea repetir la experiencia, y cuanto msuno la repite, ms mecnica se vuelve;cuanto ms piensa uno acerca de ella, msfuerza da el pensamiento al placer. Aspues, el pensamiento crea y alimenta elplacer por medio del deseo, y le da conti-nuidad; por consiguiente la reaccin na-tural del deseo ante cualquier cosa bella,es pervertida por el pensamiento. El pen-samiento la convierte en un recuerdo, y elrecuerdo es luego alimentado mediante elpensar en ello una y otra y otra vez.

    Por supuesto, la memoria tiene su lu-gar en cierto nivel. En la vida cotidiana nopodramos funcionar en absoluto sin ella.En su propio campo tiene que ser eficaz,pero hay un estado de la mente donde lamemoria tiene muy poca cabida. Unamente no paralizada por la memoria, esverdaderamente libre.

    Ha notado alguna vez que cuando res-ponde a algo completamente, con todo sucorazn, hay muy poca memoria? Unica-mente cuando no respondemos a un retocon todo nuestro ser, hay conflicto, lu-cha, y esto trae confusin y placer o do-lor. Y la lucha engendra recuerdos. A esosrecuerdos se suman todo el tiempo otrosrecuerdos, y stos son los que respon-den. Todo cuanto sea resultado de la me-moria es viejo y, por lo tanto, jams eslibre. No existe eso que llaman libertadde pensamiento; es puro disparate.

    El pensamiento jams es nuevo, por-que es la respuesta de la memoria, de laexperiencia, del conocimiento. Debido aque es viejo, convierte en vieja esa cosa que,por unos instantes, uno ha contemplado condeleite y ha sentido con intensidad. De loviejo obtiene uno placer, jams de lo nuevo.En lo nuevo no existe el tiempo.

    As pues, si puede usted mirar todaslas cosas sin permitir que se introduzcafurtivamente el placer, mirar un rostro, unpjaro, el color de un sari, la belleza deuna extensin de agua brillando tenuementebajo el Sol, o cualquier cosa que generedeleite... si puede mirarla sin desear quela experiencia se repita, entonces no ha-br dolor ni miedo y, por consiguiente, ha-br un jbilo extraordinario.

    El esfuerzo por repetir y perpetuarel placer, lo convierte en dolor. Obsr-velo en s mismo. La propia exigenciade repeticin del placer, origina dolor,porque lo que se repite no es lo mismoque fue ayer. Uno lucha por alcanzarel mismo deleite, no slo para su sen-tido esttico, sino que desea experimen-tar la misma cualidad interna de lamente, y entonces se siente dolorido ydesilusionado porque eso se le niega.

    Ha ob-servado loque ocurrecuando sele niega unp e q u e op l a c e r ?Cuando noobtiene loque desea,se tornaa n s i o s o ,siente envi-dia, rencor.Ha notadoque, cuan-do se le nie-ga el placer de beber o fumar, o el placerdel sexo, o cualquier otro placer, ha nota-do por cuntas batallas tiene que pasar? Ytodo eso es una forma de miedo, no esas? Usted tiene miedo de no obtener loque desea o de perder lo que posee. Cuan-do alguna creencia o determinada ideolo-ga que ha sostenido durante aos se vesacudida o arrancada de usted por la lgi-ca o la vida, no tiene miedo, acaso, dequedarse solo? Esa creencia le ha brinda-do durante aos satisfaccin y placer, ycuando se la quitan se siente desampara-do, vaco y el miedo permanece hasta queusted encuentra otra forma de placer, otracreencia. Esto me parece muy simple, ydebido a que es muy simple rehusamosver su simplicidad. Nos gusta complicar-lo todo. Cuando nuestra esposa nos aban-dona, no nos sentimos celosos? No nosenojamos? No odiamos al hombre porquien ella se sinti atrada? Y qu es todoeso sino miedo de perder algo que nos haproporcionado mucho placer, compaa,cierta condicin de seguridad y la satis-faccin de poseer a alguien?

    Si usted comprende, pues, que dondehay bsqueda de placer tiene que haberdolor, viva de ese modo si as lo desea,pero no se limite a dejarse deslizar en l.Sin embargo, si quiere terminar con el pla-cer, lo cual implica terminar con el dolor,debe estar totalmente atento a la estructu-ra completa del placer; no ha de eliminar-lo como hacen los monjes y los sanyasis,que jams miran a una mujer porque pien-san que hacerlo es pecado y, debido a eso,destruyen la vitalidad de su comprensin;tiene que ver el significado y la importan-cia del placer. Entonces conocer una fe-licidad extraordinaria en la vida. Usted nopuede pensar acerca de la felicidad. Lafelicidad es algo inmediato, y al pensar enella uno lo convierte en placer. La vida enel presente es percepcin instantnea dela belleza y el gran deleite que eso implica,sin que uno busque obtener placer de ello.

    KrishnamurtiPensador, nacido en India

    en 1895 -1986

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    Chmiel AlejandroTcnico Universitarioen alimentacin,deporte y salud.

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  • Derecho Viejo Pgina 11

    Nexo - En el artculo anterior aclara-mos que la interrupcin momentnea delitinerario temtico, para referirnos a lascelebraciones natalicias, no significaba se-pararnos del tema, sino abordarlo desdeotra perspectiva. En efecto, al centrarnuestra bsqueda en el rostro de la Ma-dre, les propona acompaar ideal y espi-ritualmente el viaje de Jos y de Maraembarazada montada en un burrito des-de Nazaret, a travs de ms de 100 km,hasta la gruta de Beln (al sur-este de Je-rusaln) donde nacera el Nio, porqueno haba lugar para ellos en las posadasde la comarca.

    Recuerden que nos referimos a unBeln histrico y a otro simblico, queevocaba nuestros orgenes existenciales.Adems, (luego de recordar que entra-mos en un Ao nuevo, signado por unacrisis global que nos involucra a todos yafecta a todo el entramado social, polti-co, religioso, cultural, etc.) terminaba su-giriendo que Volver a Beln, en estostiempos de crisis, es re-comenzar con uns a la existencia, as como la experimen-tamos, con todo lo que implica.

    Es asumirnos como somos, con nues-tros aciertos y errores, con nuestras ale-gras y tristezas, con nuestras bsquedasy reencuentros... Es aferrarnos de la manode Mara que aprieta al Nio en su rega-zo, para renovar la esperanza y dar gra-cias al Emmanuel-Dios con nosotrospor su infinito y desconcertante amor. Conesta breve sntesis del artculo de enero,nos reintroducimos en la bsqueda delrostro con una conclusin (en dos ar-tculos) y en algunos eplogos que sernmotivo de futuros artculos.

    Conclusin-I- (ver artc. dic/08). Sit me dices: Mustrame a tu Dios,podra responderte: Mustrame a tuhombre, y yo te mostrar a mi Dios,escriba Tefilo de Antioqua en su dilo-go con un pagano de su tiempo (Tres li-bros a Autolico I, 2). Porque el espejo delhombre refleja los rasgos de su creador sise llega hasta el trmino de su manifesta-cin. El Dios de Jesucristo es accesibleen el rostro.

    As comienza la conclusin de estosartculos basados, particularmente, en ellibro La huella de una mirada (tu ros-tro buscar, Seor) de Bruno Chen, cuyaintencin era abordar el rostro del ser hu-mano para percibir en l el reflejo del rostrooculto de Dios, pero hecho visible y mani-festado en el rostro y el mensaje de Jesu-cristo, al que captamos en la tensin de lapalabra y la mirada, del ver y del or.

    Tensin irreducible, dice Chen por-que frecuentemente se tiene la impresinde que la boca y el ojo no viven en elmismo continente, citando a Rene Char.Tensin estructural, porque el rostro notoca slo en los dos registros, sino que

    vive de su relacin constante. Hemos bus-cado la verdad del rostro del hombre, yhemos presentido la luz del rostro de Dios.Porque si el rostro tiene una tercera di-mensin, es sin duda la de su insondableprofundidad. Permite siempre ver ms delo que percibimos en l. Permite siempreescuchar ms de lo que le omos. La en-voltura carnal no es nunca el trmino delencuentro; es una puerta