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Setiembre 2007 Análisis de IBC-WRI sobre desafíos ambientales y sociales en el sector hidrocarburos en el Perú Este es un análisis de algunos de los desafíos de gestión ambiental y social del sector hidrocarburos. A partir de ello proponemos reformas para atender estos desafíos. El análisis está organizado en virtud de tres oportunidades cruciales para el manejo ambiental: (i) durante el establecimiento de los lotes de hidrocarburos; (ii) durante los estudios de impacto ambiental; y (iii) mediante el monitoreo, las auditorias y el control. Establecimiento de los lotes de hidrocarburos, concesión y negociación de contratos. La identificación de temas ambientales y sociales durante el periodo previo a la firma de un contrato de exploración y extracción de petróleo y gas ofrece una oportunidad crucial para disminuir el riesgo de conflictos sociales y de impactos sobre ecosistemas críticos. Sin embargo, hoy Perupetro crea y otorga concesiones petroleras y de gas mediante procesos cerrados y sin transparencia que eluden tanto a los organismos gubernamentales encargados de la protección del ambiente, la salud y los derechos de los pueblos indígenas, como a las comunidades mismas, que podrían ser afectadas de manera directa por las actividades petroleras y de gas si no hay una gestión adecuada de temas ambientales y sociales. A comienzos del 2008 de 55 lotes de hidrocarburo amazónicos bajo contrato o negociación, 44 se superponian a territorios indígenas, mientras que 43 se superponian a áreas protegidas o a sus zonas de amortiguamiento. Sin embargo ni Perupetro ni el Ministerio de Energía y Minas (MEM) han desarrollado los criterios y procedimientos para requerir la opinión del Instituto Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (INDEPA, hoy Dirección General de Pueblos Originarios y Afroperuanos, en el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, MIMDES) o del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), antes de ofrecer los lotes en concesión. Así, en vez de reconocer tensiones entre usos de la tierra conflictivos entre sí y crear procedimientos para amainar tales tensiones desde el inicio, el actual proceso de cesión de derechos de hidrocarburos ha incrementado el potencial de conflicto entre el Estado, los inversionistas, las comunidades locales y otras partes interesadas. El origen del problema es la falta de información integrada, estandarizada y espacialmente explícita disponible para identificar superposiciones en los planes de uso de tierras. No solo no existe un catastro único de los múltiples usos de la tierra sino que aun entre los muchos registros sectoriales no existe una base común ni se comparte regularmente información. En efecto, al no poder recibir información comparable del gobierno peruano, Perupetro ha recurrido al Instituto del Bien Común (IBC) para obtener mapas que muestren la ubicación de las comunidades indígenas. La información 1

Desafios Ambientales y Sociales en Los Hidrocarburos

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Artículo muy interesante del reconocido Carlos Soria

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Setiembre 2007

Análisis de IBC-WRI sobre desafíos ambientales y socialesen el sector hidrocarburos en el Perú

Este es un análisis de algunos de los desafíos de gestión ambiental y social del sector hidrocarburos. A partir de ello proponemos reformas para atender estos desafíos. El análisis está organizado en virtud de tres oportunidades cruciales para el manejo ambiental: (i) durante el establecimiento de los lotes de hidrocarburos; (ii) durante los estudios de impacto ambiental; y (iii) mediante el monitoreo, las auditorias y el control.

Establecimiento de los lotes de hidrocarburos, concesión y negociación de contratos.La identificación de temas ambientales y sociales durante el periodo previo a la firma de un contrato de exploración y extracción de petróleo y gas ofrece una oportunidad crucial para disminuir el riesgo de conflictos sociales y de impactos sobre ecosistemas críticos. Sin embargo, hoy Perupetro crea y otorga concesiones petroleras y de gas mediante procesos cerrados y sin transparencia que eluden tanto a los organismos gubernamentales encargados de la protección del ambiente, la salud y los derechos de los pueblos indígenas, como a las comunidades mismas, que podrían ser afectadas de manera directa por las actividades petroleras y de gas si no hay una gestión adecuada de temas ambientales y sociales. A comienzos del 2008 de 55 lotes de hidrocarburo amazónicos bajo contrato o negociación, 44 se superponian a territorios indígenas, mientras que 43 se superponian a áreas protegidas o a sus zonas de amortiguamiento. Sin embargo ni Perupetro ni el Ministerio de Energía y Minas (MEM) han desarrollado los criterios y procedimientos para requerir la opinión del Instituto Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (INDEPA, hoy Dirección General de Pueblos Originarios y Afroperuanos, en el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, MIMDES) o del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), antes de ofrecer los lotes en concesión.

Así, en vez de reconocer tensiones entre usos de la tierra conflictivos entre sí y crear procedimientos para amainar tales tensiones desde el inicio, el actual proceso de cesión de derechos de hidrocarburos ha incrementado el potencial de conflicto entre el Estado, los inversionistas, las comunidades locales y otras partes interesadas. El origen del problema es la falta de información integrada, estandarizada y espacialmente explícita disponible para identificar superposiciones en los planes de uso de tierras. No solo no existe un catastro único de los múltiples usos de la tierra sino que aun entre los muchos registros sectoriales no existe una base común ni se comparte regularmente información. En efecto, al no poder recibir información comparable del gobierno peruano, Perupetro ha recurrido al Instituto del Bien Común (IBC) para obtener mapas que muestren la ubicación de las comunidades indígenas. La información sobre la ubicación de las comunidades y el estatus de las concesiones forestales y otros usos de la tierra no es analizada ni distribuida de manera rutinaria a las empresas petroleras o de gas para su consideración y mucho menos a otras partes interesadas.

Los gobiernos locales y regionales también tienen un rol que desempeñar en la regulación de la extracción de los recursos naturales y el manejo de su impacto sobre el ambiente y las comunidades, como lo reconoce el Sistema Nacional de Gestión Ambiental.1 Sin embargo los gobiernos locales y regionales suelen estar poco informados sobre el estatus de las concesiones de petróleo y de gas y, en consecuencia, no pueden asumir de forma cabal la autoridad y la responsabilidad que se les otorga.

Reformas indicadas: Adopción de procedimientos y protocolos que permitan (a) una amplia difusión entre los titulares de la concesión y otras partes interesadas de mapas actualizados de la zona del proyecto que muestren los diversos usos de la tierra; (b) desarrollo y difusión de los planes para consolidar todas las demandas pendientes sobre tierras, incluidas las propuestas de reservas territoriales, las comunidades que aguardan títulos de tierras o expansión de tierras tituladas, las concesiones forestales y los reclamos de otros usuarios; y

1 Establecido por la Ley N.° 28245, Ley Marco del Sistema Nacional de Gestión Ambiental.

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(c) notificación a los gobiernos locales y regionales de los planes de desarrollo petroleros y de gas en el área, previamente a la concesión de derechos sobre lotes de hidrocarburo.

Áreas protegidas, zonas de amortiguamiento y zonas reservadasLas zonas de amortiguamiento son las áreas adyacentes a las áreas naturales protegidas que requieren tratamiento especial a fin de garantizar la conservación de éstas. Se establecen por una norma y tienen un área definida. Las zonas reservadas son áreas que requieren mayores estudios para ser categorizadas como consideradas áreas naturales protegidas.

A diferencia del sector minero, donde el Instituto Nacional de Concesiones y Catastro Minero (INACC) debe obtener la opinión técnica favorable del INRENA previamente a la concesión de derechos mineros, hoy no hay un proceso paralelo para asegurar la compatibilidad entre las áreas protegidas y las actividades petroleras y gasíferas hasta la fase extractiva de las operaciones.

El Informe de la Defensoriia del Pueblo No. 009-2007-DP/ASPMA.CN “Superposición de lotes de hidrocarburos con áreas naturales protegidas y reservas territoriales en la Amazonía peruana”, publicado en marzo del 2007 documenta el conflicto entre el MEM y el INRENA resultante de interpretaciones distintas de la Ley 26834 Ley de Áreas Naturales Protegidas. El Artículo 27 de dicha ley establece que “[e]l aprovechamiento de recursos naturales en Áreas Naturales Protegidas sólo podrá ser autorizado si resulta compatible con la categoría, la zonificación asignada y el Plan Maestro del área. El aprovechamiento de recursos no debe perjudicar el cumplimiento de los fines para los cuales se ha establecido el área.” La interpretación del MEM sobre su responsabilidad respecto de la conservación de áreas protegidas bajo esta ley gira en torno a su entendimiento de que el término ‘aprovechamiento’ significa solo actividades extractivas. Por ello la Dirección General de Asuntos Ambientales Energéticos (DGAAE) del MEM no está obligada a consultar con el INRENA para asegurar la compatibilidad entre las metas de conservación y las actividades de exploración, a pesar de que la exploración petrolera y de gas puede tener impactos profundos aún antes de la fase de perforación. Tales como el ruido procedente de aeronaves de inspección, helicópteros y explosivos; la erosión, la contaminación del agua y la sedimentación de riachuelos locales producidas por el corte de líneas sísmicas; y los impactos que resultan de la presencia de cientos de trabajadores para las pruebas sísmicas. Para una discusión de los impactos ambientales y sociales de las actividades de exploración véase Conservacion Internacional 1997 “Reinventing the Well: Approaches to Minimizing the Environmental and Social Impact of Oil Development in the Tropics” [“Reinventando la rueda: enfoques para la minimización del impacto ambiental y social del desarrollo petrolero en los trópicos”].

Además de no tomar medidas adecuadas para prevenir impactos que pueden amenazar los objetivos de conservación de las áreas naturales protegidas, el sistema actual crea un potencial para conflictos entre el Estado y los inversionistas en caso de que se encuentre más tarde que parte de una concesión de hidrocarburos es incompatible con la zonificación o el plan de manejo de las áreas protegidas superpuestas. Ambos riesgos pueden ser mitigados creando un mecanismo formal que establezca si hay compatibilidad entre las áreas protegidas y las actividades de exploración y extracción previamente a la creación de los lotes de hidrocarburos.

Reforma indicada: Revisión del proceso administrativo de los hidrocarburos para exigir que Perupetro solicite información a y reciba la opinión técnica favorable del INRENA durante la delimitación de las concesiones de hidrocarburos que podrían sobreponerse a las áreas protegidas o sus zonas de amortiguamiento, requisito que ya existe en el sector minero. Se debería posponer la concesión de lotes de hidrocarburos que se superpongan con las zonas reservadas hasta que su estatus de área protegida sea determinada y se establezca planes de manejo adecuados.

Comunidades indígenas establecidas y el consentimiento libre, previo e informadoA pesar de que el Perú formalmente reconoce los derechos de los pueblos indígenas, tanto a través de la ley nacional como internacional, los pueblos indígenas continúan sufriendo discriminación y exclusión por una combinación de razones históricas, económicas y políticas. Las industrias extractivas ha menudo han exacerbado la situación. La cuenca sedimentaria del

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Perú se superpone casi exactamente al bosque lluvioso amazónico, que alberga a casi 1,400 comunidades indígenas y 14 grupos étnicos en aislamiento. La gran mayoría de estas comunidades depende por completo de sus tierras, bosques y recursos hídricos y por ello suele sufrir profundos cambios en sus ecosistemas, tales como los causados por las industrias extractivas.

Como signatario del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Perú está obligado a garantizar el derecho de los pueblos indígenas a la consulta previa e informada sobre cualquier medida legislativa o administrativa que pudiera afectarlos. El convenio exige que se realicen consultas con el objetivo de lograr el consentimiento de las medidas propuestas. El derecho a la consulta reconocido por el Convenio 169 va más allá del mero intercambio de información entre el gobierno, los promotores del proyecto y las comunidades afectadas, al exigir a los gobiernos que compartan el poder de la toma de decisiones con aquellos que serán directamente afectados. Si bien el Comité de Expertos de la OIT ha resuelto que el Convenio no da a los pueblos indígenas el derecho a vetar proyectos que los afectan, sí exige que las consultas sean llevadas a cabo con buena fe y en una manera que permita a las comunidades influir en los planes del proyecto. Aunque ha transcurrido más de una década desde la entrada en vigor del Convenio 169 en el Perú, el gobierno peruano ha dado muy pocos pasos hacia la implementación de sus obligaciones bajo este tratado internacional. Por ejemplo, el gobierno peruano aún tiene que adoptar las políticas y las leyes necesarias para su implementación y no ha asignado aún a ningún organismo gubernamental la responsabilidad de monitorear el cumplimiento del Convenio.

La Declaración de las Naciones Unidas da un paso más que el Convenio 169 de la OIT al exigir que el consentimiento libre, previo e informado sea anterior a la adopción de cualquier medida legislativa o administrativa que pudiera afectar a los pueblos indígenas. Aunque la Declaración de las Naciones Unidas no es legalmente vinculante en el Perú o en cualquier otro país, marca efectivamente un cambio hacia un estándar más riguroso que debería ser implementado por el gobierno peruano.

En el sector hidrocarburos no existe hasta la fecha una reglamentación específica respecto al derecho de los pueblos indígenas a la consulta o consentimiento informado, a pesar de que el MEM ha facilitado la participación en este sector mediante talleres y audiencias públicas informativas en las fases de exploración y extracción de las actividades de hidrocarburos y recientemente lo ha ampliado a la etapa previa al contrato en base al nuevo reglamento de participación ciudadana aprobado en el sector. Sin embargo, como lo documentó la Defensoría del Pueblo en un informe especial sobre conflictos socioambientales en las industrias extractivas ante el Congreso Peruano en abril del 2007, el MEM concibe la participación y consulta como un “espacio de invitado”. En otras palabras, las consultas y otros mecanismos de participación se han dado en espacios controlados por el Estado, que no delega ningún poder de toma de decisiones a las comunidades afectadas. Por ello, sus esfuerzos por realizar consultas solo han cumplido con proveer información antes que reconocer la participación en cuanto derecho fundamental. Además, el que no haya habido ningún proceso formal para consultar a las comunidades indígenas previamente a la firma de contratos que conceden derechos de exploración y extracción de petróleo y gas era por cierto una violación del derecho a la consulta previa establecido por el Convenio 169, de ahí la importancia del cambio antes reseñado en el nuevo reglamento de participación ciudadana.

A la fecha, existen varios procesos en marcha para afrontar estos problemas, como: La Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la OIT está en proceso de

diseñar un proyecto que promoverá la implementación del Convenio 169 en la región. Como parte de la fase inicial del proyecto, la OIT está trabajando con el INDEPA, una OPD del MIMDES, a fin de desarrollar un plan decenal para la implementación del Convenio en el Perú.

El grupo de trabajo sobre pueblos indígenas de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, colectivo de organizaciones no gubernamentales dedicado a defender y promover los derechos humanos en el Perú, ha desarrollado un anteproyecto sobre consulta y participación de los pueblos indígenas, en coordinación con la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, AIDESEP, organización representativa de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana.

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Asegurar que estos procesos distintos resulten en un marco normativo coherente que efectivamente proteja el derecho de los pueblos indígenas a la consulta previa, e informada garantizada por en Convenio 169 de la OIT requerirá un grado significativo de voluntad política de parte de un organismo gubernamental con la capacidad de coordinar las diversas iniciativas en marcha.

Reforma indicada: A fin de implementar las obligaciones del Perú bajo el Convenio 169 de la OIT, se debe adoptar una regulación sobre consultas a las comunidades indígenas en el sector de hidrocarburos que incluya medidas específicas para asegurar que las consultas sean llevadas a cabo con la intención de alcanzar el consentimiento de una manera que permita a las comunidades influir en el diseño del proyecto. También debe contener criterios detallados respecto a los estándares mínimos de las consultas, tales como el número y la composición de los participantes, el lugar de las consultas, la lengua y el acceso a asesoría legal y técnica para las partes interesadas.

Pueblos indígenas aislados, reservas territoriales y propuestas de reservasSi bien pocas concesiones petroleras y de gas se superponen a reservas territoriales para pueblos indígenas en aislamiento voluntario, aún la mínima actividad dentro de las reservas amenaza sus derechos fundamentales a la vida, salud, integridad personal, territorio y uso de recursos naturales.

En mayo del 2006 el Congreso peruano adoptó una la Ley 28736 Ley para la protección de los pueblos indígenas y originarios en situación de aislamiento o en situación de contacto inicial que especifica medidas para la protección de los derechos de los pueblos indígenas en aislamiento y en situación de contacto inicial. Cuando se introdujo en el Congreso el año previo, el proyecto de ley contenía una medida que declaraba a las reservas territoriales como “intangibles”, prohibiendo así toda actividad económica dentro de ellas. Sin embargo la ley final creó una excepción a su condición de intangible, al permitir el uso de los recursos naturales cuando es de “interés nacional”. En consecuencia la ley perdió el apoyo de numerosas organizaciones indígenas, incluida la AIDESEP y otras organizaciones no gubernamentales que habían contribuido decisivamente en la promoción de la necesidad de una ley que protegiera los derechos de los pueblos indígenas en aislamiento ante el Congreso.

Cuando se aprobó la ley, había cinco reservas territoriales en el Perú, pero el gobierno tenía aún que establecer un protocolo para su creación. La nueva ley encargó al INDEPA la supervisión del proceso de establecimiento de nuevas reservas territoriales y determinó un periodo de 60 días para la adopción de una reglamento para la ley.

Hoy, más de un año después de que la ley entró en vigor, aún falta el reglamento correspondiente, en parte como resultado de la solicitud de la AIDESEP y otras organizaciones indígenas para que se modifique la ley, de manera que vuelva verdaderamente intangibles a las reservas territoriales, y en parte por su rechazo a apoyar cualquier reglamento de la ley en su actual forma. Desafortunadamente este estancamiento ha producido más demoras en la consideración de cinco propuestas de nuevas reservas territoriales, algunas de las cuales fueron propuestas inicialmente hace casi un decenio. Las propuestas de reservas territoriales aun pendientes son para los Cacataibo, los Kapanawa, la del Napo-Tigre, la del Yavari Mirim y la del Yavari Tapiche.

En el contexto del rápido desarrollo de las actividades petroleras y de gas, la iniciativa estancada de implementar una legislación relacionada al establecimiento y protección de las reservas territoriales ha resultado una amenaza seria y urgente para los pueblos indígenas aislados, en particular en los lotes 67 y 107, donde el MEM ha aprobado recientemente estudios de impacto ambiental (EIA) para las actividades dentro de las propuestas de reservas territoriales. Además hay muchos otros lotes de hidrocarburos en diversas etapas de desarrollo que se superponen a las reservas propuestas y que representan igualmente una grave amenaza, aunque menos inminente, para los pueblos indígenas aislados. Si bien los EIA para estos dos lotes incluyen “planes de contingencia” para el caso de contacto con pueblos indígenas aislados, las medidas incluidas –tales como la contratación de guías indígenas que hablan la misma lengua para que ofrezcan obsequios a los pueblos en aislamiento– son

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totalmente inadecuados para proteger sus vidas, sus derechos al territorio y el derecho a la autodeterminación. La única forma demostrada de garantizar plenamente la protección de los derechos de los pueblos indígenas en aislamiento es prohibir la entrada a las reservas territoriales.

Reformas indicadas: La adopción de una revisión de la Ley 28736 que excluye la posibilidad de extracción de recursos naturales de las reservas territoriales, a fin de proteger los derechos a la vida, a la salud y al territorio de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial. La subsiguiente adopción de una regulación correspondiente que incluya la exigencia de que las propuestas para reservas territoriales sean resueltas previamente a la concesión de lotes de hidrocarburos que se superponen con aquellas reservas.

Evaluación de impacto ambientalLa evaluación de impacto ambiental es una herramienta decisiva para el manejo de impactos que puedan resultar de la exploración y extracción del petróleo y del gas. El estudio de impacto ofrece la oportunidad de lograr el mejor resultado posible para un proyecto a traves de evitar, la minimizar y mitigar de los impactos; el diseño de mecanismos de compensación adecuados para los impactos que en efecto ocurran; y la maximización de los beneficios para la sociedad y el ambiente.

El estudio de impacto ambiental en el sector hidrocarburos comparte muchos de los desafíos del sector minero:

La autoridad para la revisión y la aprobación del EIA es el Ministerio de Energía y Minas, del que se espera que cumpla simultáneamente su doble rol como promotor de la actividad de hidrocarburos y como regulador ambiental.

No hay mecanismos formales de consulta a otros organismos gubernamentales pertinentes, tales como INRENA o DIGESA, salvo en el caso de los EIA para las actividades de extracción en los lotes que se superponen con áreas protegidas.

La DGAAE carece de personal y recursos financieros suficientes para revisar adecuadamente los EIA. No se contrata consultores especializados en la evaluación del EIA para temas complejos, ni siquiera para proyectos complejos.

El marco normativo no exige la evaluación de impactos sociales y la consideración de medidas para prevenir tales impactos.

Además de los desafíos diagnosticados por el informe 2005 del Banco Mundial sobre el sector minero en el Perú, hay varios desafíos adicionales que merecen atención en este contexto.

Opinión técnica favorable. Si bien la Ley de Áreas Naturales Protegidas exige que el MEM busque la opinión técnica del INRENA en el caso de que haya superposición entre los lotes de hidrocarburos y las áreas protegidas, hay una falta de definición de lo que constituye una opinión técnica ‘favorable’. Por ejemplo, en una reciente de aprobación de actividades de exploración sísmica en el lote 107, el INRENA presentó una lista de 65 observaciones y señaló que era necesario realizar mejoramientos cruciales para el EIA, sin embargo, en el oficio que remitía el informe declaro que este constituía la opinión técnica favorable del EIA.

Diseño de audiencias públicas. Desde la perspectiva de las múltiples partes interesadas existen varias limitaciones además de las mencionadas en el informe del Banco Mundial que merecen consideración. Por ejemplo, el MEM ha diseñado las audiencias públicas de evaluación del EIA sin ninguna oportunidad para la presentación de opiniones de terceras partes del proyecto o para la elaboración del estudio de impacto ambiental.

Acceso a asesoría legal y técnica. Una limitación adicional para asegurar que el proceso de la audiencia pública brinde una oportunidad significativa para que las partes interesadas influyan en el diseño del proyecto es la falta de capacidad legal y técnica que esas partes tienen. Esto ha sido un problema tanto con las comunidades locales como con los titulares de las concesiones forestales en las áreas de influencia del proyecto.

Derecho de terceras partes a participar en el EIA. La reglamentación de la participación ciudadana en la evaluación de estudios ambientales para el sector energético crea dos

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oportunidades para la participación pública: durante la audiencia pública, y por escrito dentro de los 15 días siguientes a la audiencia pública. Sin embargo el MEM no notifica copia del levantamiento de observaciones a las terceras partes del EIA, a pesar de que la Ley del Procedimiento Administrativo General establece protecciones adecuadas para los derechos de terceras partes. Es así que el procedimiento administrativo del sector hidrocarburos no está cumpliendo con la Ley del Procedimiento Administrativo General.

Reformas indicadas: Transferir las competencias de licencias ambientales al Ministerio del Ambiente. Dotar

al Ministerio del Ambiente de recursos técnicos y presupuestarios para coordinar la revisión con otras autoridades pertinentes y otorgar la aprobación final del EIA.

Adopción de un reglamento que requiera la evaluación de impactos sociales en los estudios de impacto ambiental y asegure que las terceras partes sean directamente notificadas y se les permita comentar los planes de manejo. El EIA debe considerar impactos sobre personas tanto dentro como fuera del área de influencia del proyecto. De acuerdo a la definición de la Asociación Internacional de Evaluación de Impactos (AIAI, en inglés) los “impactos sociales” deben entenderse como incluyendo impactos estéticos, comunitarios, culturales, demográficos, de desarrollo, económicos, de género, de salud, los específicos de los pueblos indígenas, sobre infraestructura, políticos, e impactos a la pobreza, entre otros.

Elaboración de una guía detallada para una evaluación del impacto ambiental y social que incluya una descripción socioeconómica pormenorizada de las partes interesadas en la áreas de influencia del proyecto y los planes para manejar los impactos sobre cada grupo de las partes interesadas.

Adopción de protocolos respecto al uso de estudios ambientales estratégicos para evaluar impactos más allá de la zona de impacto directa. Los impactos acumulativos resultantes de una combinación de actividades petroleras y de gas con otros usos de tierras dentro del área de influencia del proyecto, así como los impactos acumulativos que resultan de otros proyectos petroleros y de gas en áreas adyacentes o dentro de una misma cuenca.

Desarrollo de un mecanismo formal para la consulta y participación de otras instituciones gubernamentales (INRENA, DIGESA, MINDES, y otras), en la revisión y aprobación de los EIA.

Adopción de una regulación que elabore criterios y estándares sobre qué constituye una opinión técnica favorable.

Identificación de recursos y procedimientos para que las partes interesadas en el área de influencia del proyecto accedan a asesoría legal y técnica independiente.

Revisión de la reglamentación del MEM sobre participación ciudadana en los procedimientos administrativos para la aprobación de estudios ambientales, a fin de asegurar una implementación adecuada de la protección de los derechos de participación de terceras partes establecidos en la Ley del Procedimiento Administrativo General.

Monitoreo, supervisión, auditoria, imposición de la ley, y multasEl estudio de impacto ambiental es decisivo para prevenir impactos negativos y desarrollar planes para la mitigación y compensación de llegar a darse tales impactos. Pero a su vez el monitoreo y apelación al cumplimiento y la obligatoriedad de la ley aseguran que los planes desarrollados a través del EIA sean realmente implementados. Además, el monitoreo y la obligatoriedad son absolutamente necesarios para asegurar la restitución y la compensación adecuadas de las partes afectadas en el caso de impactos negativos.

Reglamentación de las relaciones entre empresas y comunidades

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A la fecha el gobierno del Perú ha dado pocos pasos para establecer estándares que reglamenten las interacciones entre las empresas petroleras y de gas y las comunidades dentro de la zona de influencia del proyecto. No obstante, dado el interés del Estado en reducir los conflictos socioambientales que resultan de las industrias extractivas, sería sensato promover un diálogo constante y mecanismos para resolver quejas de la comunidad entre las empresas y las comunidades afectadas.

Reformas indicadas: el gobierno peruano debe dar los pasos iniciales para reglamentar la vinculación con las comunidades por parte de las empresas petroleras y de gas mediante el desarrollo de:

Estándares para la vinculación con la comunidad, incluidos los requisitos para la provisión oportuna de información y un proceso continuo y reiterado de comunicación y negociación a lo largo de la vida del proyecto.

La exigencia de que las compañías petroleras y de gas que operan en el Perú desarrollen un mecanismo para resolver las quejas de la comunidad.

Estándares para asegurar la efectividad de los programas de monitoreo de la comunidad.

Un mecanismo que brinde asesoría legal y económica a las comunidades durante la negociación de acuerdos de compensación. Por ejemplo, se podría exigir a las comunidades que contribuyan a un fondo común manejado por la unidad de manejo social del MEM.

Auditoria independiente y supervisión sobre el terrenoDe manera similar al sector minero, los auditores de las operaciones petroleras y de gas son contratados y pagados directamente por la compañía que está siendo auditada. El modelo basado en pagos para financiar auditorías y supervisión sobre el terreno usado en el sector eléctrico aporta una alternativa que podría ser adoptada por el sector hidrocarburos. En vez de contratar auditores de manera directa, se les exige a los generadores de electricidad que hagan una contribución anual en base al tamaño relativo de sus operaciones a un fondo que es usado para pagar supervisiones y auditorías sobre el sitio.

Reformas indicadas: establecer un sistema alternativo basado en pagos para financiar auditorías que designe al Estado como responsable de la contratación y supervisión de auditores.

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