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Desde la Puerta del Sol La Puerta del Sol madrileña, en la que se encuentra el punto kilométrico 0 de España, creemos es un buen enclave para formalizar un juicio de lo que pasa en el país, lo que podemos alargar a Hispanoamérica y al resto del mundo. Con esa idea nos hemos situado junto el oso y el madroño, desde donde saludar a nuestros amigos onfieso no haber escuchado la soflama del presidente del Gobierno pronunciada durante 70 minutos el martes 29 de diciembre. Hubiera sido demasiado esfuerzo prestarle atención durante una homilía que ya es repeti- tiva de lo bien que lo ha hecho durante un año que se nos ha hecho eterno, sin error alguno en todas sus decisiones, habi- endo conseguido sacar adelante buena parte de su proyecto que justamente es lo que menos queremos porque es lo que está destruyendo el país, España, esta nación que han toma- do al asalto y que gobiernan sin pudor, con despotismo total, con la ayuda de la mano de sus enemigos. Ya era demasiado el uso del cinismo, la mentira y la petulan- cia con que nos viene obsequiando durante tanto tiempo, cuando no se esconde para evitar preguntas o se monta via- jes, a lo que tan aficionado es. Pues el tipo hasta ha tenido la osadía de soltar que va llegando la hora de «pasar página» respecto al tema catalán y a los condenados por atentar contra la unidad de España cuando ni siquiera se han arrepentido de sus desmanes pasados sino todo lo contrario, pues mantienen que cuando salgan del trullo los repetirán; aparte los abrazos y parabienes a los asesinos de ETA que, como los catalanes, mantienen alzada la bandera del separatismo, y su líder, Otegui, ha anunciado un futuro referéndum. Es de una audacia fuera de lo normal que Pedro Sánchez se presente en televisión a con- tar lo magnífico que es respecto a sacar adelante las obligaciones que tiene como presi- dente del Gobierno. Haciéndolo sin rubor alguno, mostrando su figura de un «mecachis qué guapo soy» del sainete de Carlos Arniches. Porque respecto a la pandemia del covid no puede apuntarse nada ya que su actuación ha sido prácticamente nula, abandonó a los médicos y sanitarios en general a su suerte, no los dotó de los medios imprescindibles para luchar con la epidemia, cayeron cumpliendo su juramento hipocrático, como caye- ¿Qué listo y qué guapo soy?, Emilio Álvarez Frías «A los que esperan», Juan Manuel de Prada Voluntad de ofender, Gerardo Hernández El coño de Sandra, Eduardo García Serrano Cómo acabar de una vez por todas con el sanchismo, José Alejandro Vara ¿A qué hueles, Pablo?, José Alejandro Vara La vacuna Peterfizer Sánchez, Guadalupe Sánchez

Desde la Puerta del Sol - La Razón de la Proa

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Page 1: Desde la Puerta del Sol - La Razón de la Proa

Desde la Puerta del Sol

La Puerta del Sol madrileña, en la que se encuentra el punto kilométrico 0 de España, creemos es un buen enclave para formalizar un juicio de lo que pasa en el país, lo que podemos alargar a Hispanoamérica y al resto del mundo. Con esa idea nos hemos situado junto el oso y el madroño, desde donde saludar a nuestros amigos

onfieso no haber escuchado la soflama del presidente del Gobierno pronunciada durante 70 minutos el martes 29 de diciembre. Hubiera sido demasiado esfuerzo prestarle atención durante una homilía que ya es repeti-

tiva de lo bien que lo ha hecho durante un año que se nos ha hecho eterno, sin error alguno en todas sus decisiones, habi-

endo conseguido sacar adelante buena parte de su proyecto que justamente es lo que menos queremos porque es lo que está destruyendo el país, España, esta nación que han toma-

do al asalto y que gobiernan sin pudor, con despotismo total, con la ayuda de la mano de sus enemigos.

Ya era demasiado el uso del cinismo, la mentira y la petulan-cia con que nos viene obsequiando durante tanto tiempo, cuando no se esconde para evitar preguntas o se monta via-

jes, a lo que tan aficionado es. Pues el tipo hasta ha tenido la osadía de soltar que va llegando la hora de «pasar página»

respecto al tema catalán y a los condenados por atentar contra la unidad de España cuando ni siquiera se han arrepentido de sus desmanes pasados sino todo lo contrario, pues mantienen que cuando salgan del trullo los

repetirán; aparte los abrazos y parabienes a los asesinos de ETA que, como los catalanes, mantienen alzada la bandera del separatismo, y su líder, Otegui, ha anunciado un futuro

referéndum.

Es de una audacia fuera de lo normal que Pedro Sánchez se presente en televisión a con-tar lo magnífico que es respecto a sacar adelante las obligaciones que tiene como presi-

dente del Gobierno. Haciéndolo sin rubor alguno, mostrando su figura de un «mecachis qué guapo soy» del sainete de Carlos Arniches. Porque respecto a la pandemia del covid

no puede apuntarse nada ya que su actuación ha sido prácticamente nula, abandonó a los médicos y sanitarios en general a su suerte, no los dotó de los medios imprescindibles para luchar con la epidemia, cayeron cumpliendo su juramento hipocrático, como caye-

¿Qué listo y qué guapo soy?, Emilio Álvarez Frías

«A los que esperan», Juan Manuel de Prada

Voluntad de ofender, Gerardo Hernández

El coño de Sandra, Eduardo García Serrano

Cómo acabar de una vez por todas con el sanchismo, José Alejandro Vara

¿A qué hueles, Pablo?, José Alejandro Vara

La vacuna Peterfizer Sánchez, Guadalupe Sánchez

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ron miles de españoles; no supo tomar las medidas adecuadas en los momentos oportu-nos, incluso se fue de vacaciones cuando la pandemia estaba en su apogeo, fueron que-

brando las empresas españolas poco a poco, fundamentalmente las pequeñas, aumentó el paro hasta cifras increíbles de forma que una inmensidad de personas no tuvieron nin-gún ingresos y han podido subsistir gracias al resto de los españoles que han ido apor-

tando lo imprescindible para que en todas las casas hubiera algo que comer –mientras Pedro se subía el sueldo– y los medios arbitrados por el Estado fueron incapaces de fun-

cionar a pesar de contar con más de tres millones de funcionarios; ahora mismo segui-mos en condiciones parecidas, para todo hay que pedir hora que te dan para dentro de meses, incluso para presentar una denuncia en la Guardia Civil. Es un desbarajuste, Pe-

dro, eres un inútil para hacer y para decir a los demás qué tienen que hacer.

No hagas cantos de sirena, Pedro, lo has hecho fatal y lo seguirás haciendo porque eres

un inepto. Aunque lo adornes con un ¡qué listo y qué guapo soy! Lo que tienes que decir es que no has sido capaz de ejercer bien el trabajo por el que te pagamos. Y para arre-glarlo no pongas la tapadera de que se va a estudiar detenidamente cómo ha de ser la

Monarquía Democrática y Parlamentaria que ostente la presidencia de la Nación, sobre la cual se ejercerá un control exhaustivo incluso en el gasto. ¿Por

qué no lo haces en el ministerio de Irene, que hace donativos a diestro y siniestro de sus inclinaciones personales?

Pasadas las Navidades, a caballo del tránsito de un año a otro, y

camino de la festividad de los Reyes Magos, nada mejor que traer hoy aquí un botijo manchego en el que ha sido sustituida el agua

por el clásico Nacimiento. Representación que cada vez se ve me-nos. El absurdo Papa Nöel se va imponiendo, la televisión, cum-pliendo su misión al respecto, ya no ofrece películas donde se haga

referencia a la Navidad que da origen a las fiestas, como también hacen los comercios. Es una pena se pierda la tradición. Hasta un presentador de Antena

3, hace unos días, hizo mención a lo pesado que era escuchar villancicos en todos los centros comerciales cuando mejor serían las canciones actuales (que nosotros califica-mos de chum, chum)

(XLSemanal)

l Año Nuevo nos trae anhelos de cambio que, con frecuencia, se quedan en agua

de borrajas. Y también nos trae la conciencia melancólica del lento acabamiento de nuestra pobre vida mortal. Este Año Nuevo, además, la promesa de nuevos

horizontes y la remembranza del tiempo ido se tiñen de meditaciones sombrías, porque la plaga que padecemos nos augura un futuro espinoso y nos deja un saldo de pesadum-bre, porque tal vez nos haya arrebatado algún ser querido, o nos haya dejado sin trabajo,

o siquiera haya minado nuestras fatuas seguridades, confrontándonos con la fragilidad de nuestra pobre vida mortal. Pero estas reflexiones sobre la vida que viene y la vida

que se va no deben oscurecer la reflexión sobre la vida que todos poseemos, que es pre-cisamente la vida que nuestra época pretende que olvidemos, para mantenernos atra-

pados en el carrusel donde se agolpan en batiburrillo desquiciante los disfrutes vanos de la vida que viene y las angustias abismales de la vida que se va. A esta vida que todos poseemos se refería Pedro Antonio de Alarcón en una hermosa meditación de Año Nuevo,

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escrita hace más de siglo y medio, que conserva toda su vigencia, porque habla de una realidad imperecedera. Y por ello mismo le cedo hoy mi tribuna, para que siglo y medio

después permita meditar también a las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan:

Figuraos que ayer, día 31 de diciembre, a eso de las once de la noche, volvisteis a la

antigua maña de pensar en la brevedad de la existencia. Figuraos que además estabais

tristes, porque habíais perdido para siempre alguna prenda adorada (la madre que rizaba

vuestros cabellos cuando niño, o el padre que os explicó la naturaleza, o la mujer que

iluminaba vuestra alma, o el amigo que hospedabais confiados en lo más íntimo del cora-

zón). Figuraos, en fin, que aún eran los tiempos del romanticismo, en que se estilaba ir a

llorar de noche a los cementerios, y que vos erais

romántico y os dirigisteis allá a la vaga luz de los

luceros…

Pasemos por alto el frío que anoche haría a esa

hora fuera de puertas, y supongamos que os sen-

tasteis en una sepultura, en la sepultura querida,

y que fijasteis los ojos en el cielo. […]

El cielo, infinito y transparente; la tierra, oscura y

limitada; la capital de los vivos, que dejasteis a

vuestra espalda bailando y echando los años; la

capital de los finados, tan inmóvil y silenciosa co-

mo si no la habitara nadie; la poca historia que

habéis leído y la mucha poesía que tenéis en el

alma…, todo se agolpó en aquel momento a vues-

tra imaginación, y empezasteis a pensar en cosas tan grandes y extraordinarias, que la

lengua no tendría palabras para verterlas…

Las almas de los muertos, encarnando en vuestra memoria (permitidme la frase), vagaban

entre vos y el cielo, y lágrimas ardientes bañaban vuestras mejillas. Todo el amor, toda la

caridad, toda la virtud que economizáis en el mundo, y la justicia que echáis de menos en

la tierra, daban gritos por salir de vuestro corazón… Ello es que sollozabais sin saber por

qué.

—¡No han muerto, no —decíais—, ni los seres que lloro ni las virtudes que no practico! ¡No

han muerto ni mi fe, ni mi entusiasmo, ni mis padres y maestros, ni mis amigos y mis

amores! ¡No han muerto, no, mi inocencia, mi esperanza, mis creencias, mi alma, en fin!

¡Mentira y vanidad es cuanto ansié en la tierra: mentira y vanidad aquella vida; mentira y

vanidad son el poder y las riquezas y los honores; pero mi alma, pero mi llanto, pero mi

Dios no son ni vanidad ni mentira!

Supongamos que en este momento dieron las doce los relojes de Madrid. ¡Era Año Nuevo!

Pero los muertos no añadieron un guarismo a la losa de su sepultura, ni los astros brillaron

más ni menos que el día de la Creación. Entonces dijisteis:

—Para las tumbas y para el cielo, el tiempo no tiene medida. El alma carece de edad; y,

mientras caen deshechos los ídolos de barro que erige la soberbia del hombre, el espíritu

se purifica en el destierro para asistir al banquete de la Inmortalidad. El tiempo es el verdu-

go del que duda y el amigo del que espera.

A lo que añado yo:

—La división del tiempo significa miedo a la muerte. Para el alma no hay más siglos, ni

más años, que una noche de miedo y un día de gloria y bienaventuranza. ¡Si hoy nos

cercan las tinieblas, esperemos confiados la aurora del nuevo día!

Feliz Año Nuevo y feliz aurora del nuevo día para todos los amigos de XLSemanal que

esperan.

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na de las cosas hacia las que la izquierda muestra más animadversión y prodiga sus ataques son la religión y la Iglesia. Pero no cualquier religión sino, preferen-temente la católica. Y, concretamente, en los últimos tiempos, contra la figura

de la Virgen María. Quizá porque son conscientes de la especial sensibilidad de los católicos hacia la Madre de Dios.

Y lo hacen con la voluntad de ofender, de causar daño en los sentimientos religiosos de los católicos, como ha ocurrido recientemente con la vicealcaldesa y portavoz del PSOE en

Valencia, Sandra Gómez, que ha publicado en Instagram y en Twitter unas imágenes de

cómo ella considera que se produjo el naci-miento de Cristo, con la Virgen María abierta de piernas y expulsando al niño que nace y

con un comentario, que en las redes sociales han provocado una reacción de rechazo por

parte de un buen número de creyentes que lo consideran, como poco, irrespetuoso, irreve-rente y ofensivo: «Hasta Dios nació del coño

de una mujer. Que el día de hoy sirva también para recordar lo maravillosas, increíbles e im-

portantes que son las mujeres (y para que re-cordemos nosotras cuánto vale nuestro co-ño)».

Ante las reacciones suscitadas añadió otro co-mentario: «El parto. Un proceso donde la mu-

jer muestra su fuerza, valentía y resistencia. Protagonista absoluta, cada vez que una vida

viene al mundo. Y me di cuenta que hasta Dios la necesitó para existir como hombre», tratando con ello, y según ella, de reivindicar

el papel de la mujer.

Con toda seguridad, para reivindicar este pa-

pel que nadie les niega a las mujeres, no pa-rece procedente ni pertinente, utilizar unas expresiones que iban a molestar y doler a mu-

chas personas y de lo que, presuntamente, ella era consciente y, presuntamente, actuó de forma deliberada.

Claro que parece ser que, entre ciertas personas, hay una cierta propensión a hacer refe-rencia a la entrepierna femenina, como hicieron las feministas que en el año 2019 escri-bieron en la fachada de la Catedral de Santiago de Compostela (lugar de culto católico):

«Yo no salí de tu costilla. Tu saliste de mi coño».

El mensaje de la vicealcaldesa y militante del PSOE ha provocado el rechazo de la comu-

nidad cristiana, quien la ha recriminado la «falta de respeto» para referirse al nacimiento de Jesús con una imagen como la utilizada.

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El portavoz de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana, Toni Cantó, también se ha refe-rido a las publicaciones de Gómez y las ha calificado de «vulgares» aprovechando la

ocasión para mandarle un recado. «A ver si nos explicas de dónde salió Mahoma».

Lo que ocurre es que estos comportamientos, actitudes y expresiones, que resultan deleznables y contrarias al respeto debido a quienes no comparten sus ideas, práctica-

mente sólo se dirigen, como ya se ha dicho con anterioridad, hacia la Iglesia y religión católicas, guardándose mucho de hacerlo con las personas y símbolos de otras religiones

como, por ejemplo y como acertadamente destaca Toni Cantó, el islam. ¿Será porque los católicos no reaccionamos violentamente y los de otras confesiones sí? Ese comporta-miento tiene un calificativo: cobardía.

Además, frecuentemente, estas actitudes no tienen la respuesta que, en una sociedad civilizada y democrática serían las lógicas por parte de las leyes y de la justicia y que

para el ciudadano de a pie resultan incomprensibles.

Así, por ejemplo, recientemente la sección compostelana de la Audiencia Provincial, ha ratificado el archivo y sobreseimiento de la causa abierta contra un tal Carlos Santiago

por el pregón que pronunció en las fiestas de Carnaval del año 2018, en las que dijo textualmente: «Vuestra Pilarica se la chupa a mi Apóstol» y por lo que fue denunciado

por la Asociación de Abogados Cristianos.

La decisión del tribunal provincial, que viene a confirmar la que en diciembre de 2019 tomó en primera instancia un juzgado de Santiago, considera que la citada frase no ofen-

de los sentimientos religiosos y entra dentro del lenguaje humorístico. ¿Llegarían estos tribunales a la misma conclusión si los destinatarios de esa frase fueran, por ejemplo,

personas del gobierno de la nación o significadas figuras, presentes o pasadas, de la izquierda política?

También puede servirnos de referencia la sentencia absolutoria de la Audiencia Provincial

de Madrid en diciembre de 2016 a Rita Maestre, entonces concejala de Podemos y portavoz en el Ayuntamiento de la capital de España, en relación con su asalto a la capilla

de la Universidad Complutense en donde entraron con los senos al descubierto y se pronunciaron amenazas tales como «Arderéis como en el 36» o «Vamos a quemar la Conferencia Episcopal».

En la sentencia a que estamos aludiendo, los magistrados argumentaron que para que los hechos objeto de enjuiciamiento sean considerados delito: «Debe producirse un acto

de profanación claro, directo, evidente y, por supuesto, físico, y no derivado del simple hecho de incumplir determinadas normas sociales, por mucho que ello pueda herir sentí-

mientos religiosos de quienes profesan determinada religión».

Asimismo, se apoyaba la sentencia del tribunal, en el que el juez era secretario de la Fundación Abracadabra la cual había recibido ayudas del Ayuntamiento madrileño, en la

benevolencia del Arzobispo de Madrid, monseñor D. Carlos Osoro que, cuando la men-cionada concejala de Podemos acudió a él para expresarle «su arrepentimiento» mani-

festó: «a veces, a una edad determinada, todos hacemos cosas que después descubri-mos que no debieran hacerse así o que deberíamos respetar otras cosas», por lo que los jueces consideran que «es público y notorio que la apelante tuvo una entrevista con el

arzobispo de Madrid, Monseñor Osoro, en la que pidió disculpas por la actuación descrita, obteniendo el perdón del ilustre prelado en perfecta coherencia con la fe católica». Bien

pues, a partir de ese momento ¿será eximente en una causa penal el que el autor del pecado-delito haya hecho examen de conciencia, tenga dolor de corazón, proponga en-mendarse, refiera tal pecado al confesor y cumpla con la penitencia? Sospechamos que

no será siempre así y que dependerá del hecho y del pecador infractor.

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En cualquier caso, parece ser que lo que para unos es libertad de expresión, aunque ha-ya animus ofendi, para otros es ofensa y provocación.

(El Correo de España)

a felicitación navideña de Sandra Gómez, ladilla socialista que parasita en el Ayun-

tamiento de Valencia, es aún más sucia y sórdida que su coño, del que dice sen-tirse muy orgullosa, sin duda porque debe ser lo único que, a falta de otros talen-

tos, puede ofrecer: su puerco coño, del que esta miliciana socialista, ninot escapado del

fuego, fallera mayor de la blasfemia, extrae la cartesiana deducción «tengo coño, luego existo». Y en verdad existe, gracias al coño de las urnas, del que ella ha salido, pues de

haber sido alumbrada solo por el coño de su madre, Sandra Gómez sería tan anónima como el vómito que al despuntar el alba dejan en las aceras las podemitas al volver a casa solas y borrachas después de haber arrastrado sus coños por las babas de la liber-

tad. Esa libertad que para ellas, como las ladillas, habita en el coño.

Sandra Gómez, Pasionaria

del coño, se cuela como un cagané obsceno en el rito de las felicitaciones navideñas

para tratar de apestar el Na-cimiento de Cristo con una

flatulencia vaginal sobre la Madre de Dios, sin que nin-gún católico, con sotana o

sin ella, le haya dado a este excremento socialista lo que

Justiniano Arratíbel, párroco de San Nicolás, en Pamplo-na, le dio a los abuelos ideo-

lógicos de Sandra Gómez en la Procesión del Corpus de 1931, cuando al pasar bajo la balconada de la Casa del Pueblo

los socialistas comenzaron a insultar al Cuerpo de Cristo. Ante la catarata de blasfemias, Justiniano Arratíbel, que además de sacerdote era un corpulento pelotari de Arruazu, en el valle de Araquil, le dijo, ofreciéndole la Custodia al curita anciano que procesionaba a

su vera, «tenga usted, Padre, la sagrada Hostia, que de las otras me encargo yo». En dos zancadas se plantó en la Casa del Pueblo y en dos segundos la convirtió en una casa

de socorro de cuya balconada caían dientes y mocos socialistas, pero no insultos al Cuerpo de Cristo.

Tranquila, Sandra, tranquila, que diría el nieto de Alfonso XIII, que esto sucedió cuando

Navarra, según el genio literario de Eugenio Montes, era la Esparta de Cristo tal y como Valencia era la Fortaleza de la Virgen de los Desamparados, de la que tú haces mofa

blasfema sin que nadie te de una hostia, ni Sagrada ni pagana porque España ya no es una fortaleza espartana, es el Coño de la Bernarda, del que tú has salido y en el que

habitas como una ladilla socialista.

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(Vozpópuli)

spaña y el sanchismo son dos realidades incompatibles. La una o lo otro. Lo otro

pretende acabar con la una. Al menos, con esa una tal y como la conocemos. Per-sigue sustituirla por un ente pestífero y abstruso, dirigido por Lastras, Junqueras,

Otegis y demás cochambre. De momento, va perdiendo la primera. El Parlamento, atena-zado; la oposición, arrinconada; la opinión pública, sometida; la Justicia, perseguida; la Corona, hostigada. El sanchismo, deformación tóxica del socialismo, está a punto de de-

rruir, en apenas un par de años, el colosal edificio de nuestra convivencia que costó más de cuatro décadas levantar. Una proeza.

En ello están. El sanchismo es un movimiento corrosivo y tenaz, diseñado en torno a la petulancia arrogante del mayor narciso que alojaron los muros de la Moncloa, Su Per-sona, sin más contrapeso institucional, económico y social que algunos vestigios de la

Justicia, ciertos medios indomables, y lo que aún permanece en pie de la monarquía, esa referencia necesaria y tambaleante.

Superado cómodamente el trance de los Presupuestos, el sanchismo y sus profetas anuncian no sólo que cumplirán cómo-damente la presente Legislatura, sino

que hablan ya del horizonte de 2027 y más allá. Hasta 2031, cuando la efe-

méride de la República, aventuran sin pestañeos. No hay cortapisa que lo impida ni argumento que lo contradiga.

Sánchez, embriagado por una vanidad extrema, tiene todas las bazas para

eternizarse en el poder. Una mayoría, la de su investidura Frankenstein, más

unida por el odio a la derecha que por sus propios ideales o intereses, es la garantía de su permanencia.

Cuando se atisba algún viso de fractura o disidencia en la pandilla gubernamental, el

equipo de propaganda de la Moncloa agita, raudo, el fantasma de Vox, de Franco, del Valle, de las cunetas, de Lorca y del beato Azaña para que desaparezcan las disputas y

la unidad retorne al bloque de las turbias bastardías. En este país de bobales adocenados y espíritus ovinos, se reacciona con más ahínco contra la supuesta llegada de la extrema derecha que contra la desastrosa gestión de la pandemia (70.000 muertos) o la inepta

respuesta ante la crisis económica (medio país en ruina y el otro medio, de camino). He ahí la clave del éxito. El sanchismo tiene todas las bazas para sobrevivir un largo tiempo.

Tan sólo hay un par de circunstancias que le pueden complicar sus planes.

Zapatazo y volantazo

La primera es puro materialismo dialéctico. Leninismo todo a cien. Conforme Pablo

Iglesias pise el acelerador de su actual insolencia en aras a promocionar su perfil de hé-roe de los desesperados, de caudillo de los descamisados, Sánchez dará en pensar que

llegó el momento de soltar lastre y de parachutar hacia el vacío sideral a su molesto socio, que le llena el palacio de pulgas y le solivianta las sesiones del Consejo. Reforma laboral, el Sáhara Occidental, ley del sexo, ingreso vital, la guerra de las pensiones, la

Corona... Demasiado ruido para tiempos tan convulsos. Stop al decretazo del Salario

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Mínimo, primer aviso serio. Gana Calviño, pierde Díaz. La brecha crece, Sánchez no invita a su socio a compartir su apoteosis televisiva de fin de año, mientras aprieta amenazante

las mandíbulas.

El zapatazo en las nalgas moradas, que será aplaudido fervientemente desde Bruselas, debería compensarse con un volantazo hacia el centro, rumbo a Ciudadanos, maniobra

que algunos, incluso en Moncloa, piensan tan razonable como inevitable. En su Aló presidente interminable de este martes, Sánchez, entre zambombas y autobombo,

desmintió los rumores sobre un futuro cisma en la coalición. Palabra de presidente. Iglesias, por tanto, póngase usted en lo peor.

La otra alternativa sería más líquida y menos estruendosa. Es la que apuesta por el

avance de Pablo Ca-sado por la vía del arriolismo sincrético. Se sustenta la teoría en que la ira de los diez millones de para-dos, ya que no de los 70.000 muertos, propiciarán un

vuelco electoral. Una posibilidad que ahora se antoja un delirio marciano. Entre otras cosas, porque aunque Sánchez pierda comba en las urnas y Podemos descienda sus apoyos electorales hasta el suelo de Anguita, con menos de veinte diputados, siempre

vendrán a socorrerle los separatistas periféricos y los liliputienses regionales para que nada cambie en el tablero nacional. Que la derecha logre la mayoría absoluta de los 176

escaños en unas generales es ahora mismo un sueño etílico, una irrealizable utopía. O no. Circulaba hace días una reconocida encuesta que, por vez primera, avalaba esta posibilidad. Esto es, que las tres fuerzas del centro-derecha, PP, Cs y Vox, sin necesidad

de competir bajo un mismo cartel electoral, alcancen la mayoría suficiente para formar gobierno.

En apenas dos años, Sánchez ha pasado de superviviente a indestructible. Así lo parece. Casado no es nadie o al menos así lo parece también. Los comunistas y los indepen-dentistas lucharán a dentelladas para evitar que la derecha retome el poder. También

cierto. Pero ¿y si Sánchez, impelido por Bruselas y hastiado de la murga morada, cambia de rumbo? ¿Y si el voto centrista, tres millones, espantado del caudillo cesarista y sus

compadres demoníacos, huye hacia la derecha y destartala a Frankenstein?

Algún síntoma ya hay. Difícil de concretar, de trasladar al encerado de la realidad, bien es cierto. Arrebolado por sus éxitos navideños, con presupuestos, vacuna y más de cien

mil carretadas de fondos europeos en el bolsillo, se antoja complicado pensar que existan dos vías para que el sanchismo se evapore, se volatilice, se esfume. En la primera, la de

la ruptura con Podemos, Sánchez seguiría al frente del país pero ya sin sus apósitos de ponzoña radical y terrorista. En la segunda, el bonapartín de la Moncloa tendría que

volver con Begoña y demás familia a su pisito de Aravaca. Y España, tan feliz.

(Tradición viva)

Fue una información falsa, de tanto repetirse, la que nos ha hecho rechazar el olor

corporal de nuestra propia especie? Habitualmente las modas se imponen desde le élite dominante y el «resto», mayoría obediente y silenciosa, persigue sin descanso

cualquier atisbo para asemejarse a ella. Desde qué cremas usar hasta cuántas veces y con qué productos ducharnos cada día, los comentarios públicos y privados nos aportan

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información –muchas veces incorrecta– sobre qué debemos hacer para destacar o al menos no desentonar en sociedad.

Pero no por mucho reiterar algo, alcanza mayor veracidad. Aunque muchas de esas afir-maciones se conviertan en dogmas de comportamiento pese a no contar con ninguna base científica.

Me vienen a la memoria al respecto, dos anécdotas relativas al tema de hoy que voy a compartir con ustedes. La primera de ellas se relaciona con el mito de que Isabel «La

Católica» era sucia y maloliente. Una fabulación que tiene origen en la Leyenda Negra y que confirma aquello de que una mentira repetida mil veces termina por asentarse mejor que la verdad. Pues bien, un compañero valenciano en el Consejo de Administración de

una sociedad anónima, se refirió varias veces al aserto anterior durante los almuerzos previos a aquellas reuniones de trabajo. Él se regocijaba jocoso en que, según sus datos,

entre la relación de artículos que el rey Fernando de Aragón trajo desde Zaragoza a la corte castellana figuraba su bañera, un artilugio, a su entender, poco menos que des-conocido en Castilla. Y entonces,

claro, repetía la machacona cita sobre el pretendido juramento

de la reina de que «no se lavaría ni cambiaría de camisa hasta que Granada fuese conquistada

por los cristianos». Yo confieso que he lamentado durante mu-

chos años no haber salido en defensa de mi reina preferida, pero ya saben ustedes la mezcla

heterogénea resultante de juntar política, economía y educación,

que impide muchas veces a uno, decir lo que piensa.

La otra historia trae origen en un gran amigo carmelita, el padre Alfonso Herrera.

Durante alguna de las largas caminatas que disfrutamos con el grupo de «los amigos del Camino» en peregrinación a Santiago, se habló precisamente de la higiene corporal.

Alfonso nos contó que durante su etapa como capellán de un hospital, una gitanilla que aguardaba impaciente el resultado de la intervención de su marido, exclamó cuando

finalmente pudo acercarse a él, a quien habían aseado convenientemente para la opera-ción: «¿Pero qué le han hecho? ¿A qué huele? ¡No, no! ¡No puede ser, mi marido no hiede así!». Y es que a veces no nos damos cuenta que el olor característico con el que

nos dota la naturaleza forma parte de nuestra identidad, y lo ha sido siempre, hasta que la civilización acercó agua corriente y abundante a nuestras ciudades. Quien se adentra

en un entorno extraño, tarda poco en constatar que determinados olores a los que no esté habituado le puedan resultar repelentes. Poco importa si son el resultado de un cambio de hábitos hacia mayor o menor limpieza.

Porque también existen vivencias en sentido opuesto, como la experiencia que relata el libro: You’re Showering Too Much (Te estás duchando demasiado), de James Hamblin,

un profesor de medicina preventiva de la Universidad de Yale, quien afirma sentirse perfectamente bien tras una experiencia personal e investigadora, por la que no se ha bañado en los últimos cinco años. Asegura en una entrevista para la BBC que «con el

tiempo el cuerpo se acostumbra para que no huela tan mal sin usar desodorante ni ja-bón». Entre argumentos de tipo ecológico, menor consumo de agua y disminución de la

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contaminación de fluviales, explica que el olor del cuerpo lo origina un tipo de bacterias que se alimenta de nuestras secreciones cutáneas. En su opinión, los jabones del baño

diario destruyen el ecosistema de nuestra piel y, aunque esta microbiota se repueble al poco tiempo, las especies se desequilibran con ventaja para los microbios que producen el olor. De su propia experiencia deduce que, tras un proceso de regulación, el ecosis-

tema llega a un estado estable y se deja de oler mal. «No hueles como agua de rosas. Simplemente hueles como una persona», dice. Es meramente su olor «propio» y, al igual

que en la historia de la gitanilla del padre Alfonso, a su esposa le gusta y para otras personas no parece resultar desagradable.

La literatura científica especula sobre el enigmático sentido del olfato, al que algunos

consideran actualmente dormido. Pero no es-tá ahí por casualidad, porque nos permite de-

tectar peligros, reconocer un entorno familiar, y/o recordar momentos memorables. No hay un consenso sobre si nuestra capacidad olfa-

tiva permitiría diferenciar más de 10.000 olo-res diferentes o los millones que apuntan

otros, pero en lo que coincide la mayoría es que nuestra nariz no aprecia el olor que emite nuestra propia piel. ¿Por qué sería imposible

olernos a nosotros mismos y avisarnos del riesgo social que pudiese conllevar un mal

olor? Nuestro epitelio olfatorio se suele apagar cuando transcurre mucho tiempo con la misma percepción, y lo hace como simple medida de autodefensa, pues un olor nauseabundo persistente nos podría volver locos. Nos

advierte del peligro de la pestilencia, pero se desconecta después para evitarnos sufri-miento.

La humanidad, desde sus orígenes, ha mostrado el más vivo afán de transmitir una ima-gen positiva ante quienes nos rodean. El hombre antiguo sabía que su olor formaba parte de la impronta que comunicaba con otras personas. Sin embargo, la biología social fue

introduciendo una cultura en que la gente esperaba que el otro no oliese a nada o mejor incluso, que oliese como una rosa, un bálsamo o un perfume, pues de lo contrario se le

clasificaría como sucio. Así pues, daba por hecho que dejar un rastro de olor humano sería detestable y negativo. Fue la causa que propició los baños públicos, –en Grecia ya

se conocían en el siglo XI A.C.» y estaban llamados a resolver un problema de higiene junto a otras necesidades religiosas y sociales, para terminar por convertirse en «puntos de encuentro».

Cierto que, para afrontar su convivencia en un grupo, el hombre precisa acatar ciertas normas. Y ésta, la del baño frecuente ¿no forma parte de la educación? Tal convicción,

erigida en ley casi universal por múltiples culturas, invita a considerar las ofertas de los notables discrepantes a que hemos aludido, como anécdotas curiosas dignas de consi-deración. No es ni fácil ni prudente pretender cambiar de golpe el legado de tantos siglos,

que ha llegado a asociar la limpieza del alma con la del cuerpo. La religión musulmana con sus abluciones previas a la oración, que libera al creyente de sus actos contra los

preceptos del Corán; o la hindú que ofrece a cualquier peregrino que se sumerja en el Ganges, el perdón de todos sus pecados para él y sus ascendientes hasta la 88 gene-ración. Estos ejemplos muestran, en efecto, cómo está de incrustado el hábito de la

limpieza del cuerpo en nuestros genes y lo peligroso que resultaría tratar de cambiarlos.

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Pero respetando lo que a cada cual le resulte mejor, nada impide, sin embargo, suscribir la frase de Confucio cuando dice que: «todo y todos tienen belleza, aunque no todo el

mundo la vea».

(Vozpópuli)

ras batallar duramente contra el coronavirus y salvarle la vida a más de cuatro-cientos mil compatriotas, las gestas pandémicas del virtuoso gobernante Pedro Sánchez y sus veintidós escuderos –y escuderas– van tocando a su fin. Importante

es que los trovadores –y trovadoras– repliquen sus hazañas por todas las plazas, para que su heroicidad y bravura no

caigan en el olvido.

¡Y qué grandes bardos ha de-mostrado albergar el Partido So-

cialista Obrero Español en su se-no! El domingo pasado, la dipu-

tada del PSOE por la Coruña y presidenta de la comisión de Igualdad en el Congreso, Pilar

Cancelas, glosó de forma sublime cómo Sánchez, que en buena ho-

ra nació, nos trajo la vacuna a España trotando a lomos de su

fiel Falcon:

Me siento muy orgullosa de pertenecer al @PSOE y contribuir a la mejora de la vida de

todas las mujeres y hombres que hoy pueden vacunarse gracias al buen hacer de

@sanchezcastejon 🌹

— Pilar Cancela/❤️ (@PiliCancela) December 27, 2020

Como para no estarlo, doña Pilar. Su Persona merece una recepción en olor de multitu-

des, como cuando a su regreso victorioso de la batalla por los fondos europeos fue abru-mado con los aplausos y vítores de los miembros y miembras del Gobierno en las puertas

de Moncloa.

Algún ingrato dirá, citando a Cervantes, que la alabanza propia envilece, mas lo harán

desde la más profunda de las envidias, pues a quienes esperaban que el héroe socialista pereciera tras la encerrona del enemigo fascista el 8-M les cuesta digerir que se haya alzado victorioso en todas y cada una de las contiendas en las que se ha batido. Criticar

al gallardo presidente equivale a no aceptar las normas del juego democrático, cuestio-nar la Constitución y regodearse en la miseria y la muerte causada por el virus.

Y es que, como afirmó doña Pilar en su Twitter, ha sido el Gobierno liderado por Sánchez Castejón el que ha pagado las vacunas. Gracias al arrojo del presidente se incluyó la partida correspondiente en la ley de los Presupuestos, contra la que sólo votaron los

enemigos de la patria. Qué buenos y leales españoles han demostrado ser los aliados que invistieron a Pedro Sánchez presidente del Reino de España. Han de darse órdenes

para que las esculturas ecuestres de Otegi y de Rufián presidan calles y plazas, reempla-

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zando de una vez por todas las estatuas y bustos de los machirulos machistas no raciali-zados como Cristóbal Colón. La nueva ley de Memoria Democrática anunciada por el

Ejecutivo ha de servir para que la verdadera historia del noble y gentil Pedro Sánchez se grabe con letras de oro en los anales de la Historia española.

Pero obras son amores y no buenas razones, así que toca ponerse a ello: el escudo del

Rey Pedro y los caballeros de la mesa redonda ha de refulgir cual estrella fu-

gaz en todos los envoltorios y paque-tes en los que se transporta el elixir milagroso que Su Persona nos ha traí-

do de allende los mares para aniquilar al coronavirus. Los cortesanos de la

derecha española, henchidos de rabia, se revuelven predicando contra el líder repitiendo que la victoria no habría

sido posible si no fuera por la interven-ción in extremis de los aliados euro-

peos.

Y afirman no sé qué sobre que muchas de estas vacunas, como la de Pfizer, las ha desarrollado la iniciativa privada, que todos sabemos que es la gran enemiga de Pedro

en su feroz guerra contra la desigualdad, Infelices y amargados, eso es lo que son. No saben ya qué inventar para no tener que reconocer los éxitos de nuestro campeador

presidencial. A los españoles nos van a dispensar la vacuna de Peterfizer Sánchez. Acu-saron a nuestro noble gobernante de ser la enfermedad cuando desde el principio era la cura.

Suerte tenemos de que la corte socialista no se achante ante quienes les acusa de mercadear con la verdad a cambio de los favores que a Pedro le gusta dispensar en

forma de carguito. José Zaragoza y Adriana Lastra tienen en doña Pilar Cancelas una digna aprendiz y sucesora. Cierto es que el camino que les queda a los tres para alcanzar el nivel del Gran Maestro de la Orden de la reverencia y la demagogia, Pablo Echenique,

es arduo y duro. Esperemos que la admiración que profesan hacia nuestro Pedro les anime a no desistir.