Despues de La Caida

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Despues de La Caida

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Despues de la cada Robin BlackurnEl fracaso del Comunismo y el futuro del socialismo.Editoria critica PRLOGO21. LA UTOPA AL REVS NORBERTO Bobbio7REFLEXIONIS SOBRE LA CRISIS COMUNISTAS DE LOS REGIMENES COMUNISTAS9FORMAS DE CAMINAR: UNA POSDATA A LA UTOPA16QU SIGNIFICA HOY SOCIALISMO? REVOLUCIN RECUPERADORA Y NECESIDAD DE REVISIN DE LA IZQUIERDA*21DESMOVILIZACIN Y RECONSTRUCCIN DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL32LOS FINALES DE LA GUERRA FRA35LA LUCHA DE CLASES A ESCALA INTERNACIONAL39LA CRISIS TERMINAL42LOS FINALES DE LA GUERRA FRA: UNA RPLICA48ERIc HOBSBAWM ADIS A TODO ESO56ALEXANDER COCKBURN RADICAL COMO LA REALIDAD62R0BIN BLACKBURN FIN DE SICLE: EL SOCIALISMO DESPUS DE LA QUIEBRA65LAS LECCIONES DEL ESTANCAMIENTO SOVITICO92EDUARDO GALEANO EL NIO PERDIDO EN LA INTEMPERIE112FREDRIC JAMESON CONVERSACIONES SOBRE EL NUEVO ORDEN MUNDIAL115LYNNE SEGAL LA IZQUIERDA DE QUIN? EL SOCIALISMO, EL FEMINISMO Y EL FUTURO*124POLTICA DE LA IDENTIDAD, FEMINISMO Y TEORA DE LA DIFERENCIA128EL NUEVO ORDEN DEL DIA133GRAN THERBORN VORSPR UNG DURCH RETHINK139

PRLOGO Los ensayos de este libro exploran el significado histrico de la trayectoria meterica del comunismo a lo largo del siglo xx. Tambin valoran las consecuencias para el socialismo y los socialistas del fracaso y desastre del comunismo desde 1989. El inters radica aqu en entender las razones del fracaso del comunismo y explorar su significado ms amplio, no en contar la historia de varios sucesos espectaculares, alentadores o trgicos de ese ao y de los posteriores. Sin embargo, el lector debera tener presente el momento en el que se escribieron cada uno de estos ensayos, puesto que se publican aqu habindolos revisado poco o nada. Todos se escribieron cuando el impacto de los sucesos que tratan era todava palpable, aunque han sido seleccionados porque consiguieron situar esos sucesos en una perspectiva terica e histrica ms amplia. En efecto, incluso la ms breve de estas reflexiones es el fruto de un largo compromiso crtico previo con el destino del comunismo y de los otros temas que tratan. La brutal supresin del movimiento por la democracia en Pekn en Junio de 1989 fue la ocasin para los ensayos de Norberto Bobbio y Ralph Miliband que abren esta seleccion Las matanzas de Pekn y de decenas de otros centros importantes, que ascendieron a varios miles de personas en slo unos das, fueron especialmente espantosas porque el gobierno chino estaba disparando a la gente joven que instaba al comunismo a reformarse, a hacer frente a la corrupcin y a democratizar las estructuras de poder. Bobbio, en sus reflexiones breves pero expresivas, vio estos sucesos como reveladores de que la forma en que el comunismo ejerce el poder se ha convertido inexorablemente en unicaricatura cruel de las ideas nobles que proclamaba. En obras eruditas y polmicas polticas que abarcan ms de cincuenta aos, Bobbio ha mantenido que las normas y as instituciones de la democracia liberal son esenciales para el socialismo.1 Mientras que l ve que la trgica matanza de China corrobora la necesidad de la democracia, tambin observa que el descrdito actual del comunismo histrico deja intactas las mismas condiciones de escasez y miseria globales que produjeron la inevitable alternativa comunista. Miliband admite que pocas revoluciones comunistas nacieron en condiciones favorables a una forma de gobierno democrtico. Pero, sin embargo, sostiene que las caractersticas especificas del leninismo su fe excesiva en s mismo, su rechazo de os procedimientos representativos en favor de la democracia consejista y su ferocidad hacia los adversarios crearon una vanguardia arrogante que se transformara en la oligarqua burocrtica del estalinismo. Y, una vez en el poder, tales oligarquas se han resistido particularmente a reformarse en una direccin socialista. El rechazo que ocasionaron los acontecimientos de Pekn puede haber ayudado a moderar la reaccin sovitica y de las autoridades comunistas locales cuando se enfrentaron con una sublevacin popular que se generalizaba en Europa oriental a finales de 1989. A pesar de todo, esta respuesta ms humana confirmaba de una manera diferente la dificultad quiz la imposibilidad de reformar el comunismo en una direccin socialista antes que capitalista. Los largos aos de mal gobierno y opresin estalinista dieron como resultado que ls movimientos populares de Europa oriental en 1989 ya no aspiraran al socialismo de rostro humano de 1968 en Checoslovaquia, sino que rechazaron todos los modelos socialistas y aspiraron a una concepcin occidental de sociedad normal. Y en la Unin Sovitica, as como en China, el dominio comunista, junto con la corrupcin y el cinismo que produjo, comprometi gravemente la idea misma de socialismo. En esto, por supuesto, se encuentra un desafo al que responden muchos de los ensayos de este libro. Hans Magnus Enzensberger ofrece una crtica radical al proyec 1 Con ello, no pretendo decir que Bobbio no se haya ocupado tambin de la tensin entre liberalismo y democracia. Vase Norberto Bobbio, Libera!ism and Democracy, Londres, 1988, y el til trabajo de Perry Anderson, The Affinities of Norberto Bobbio, New Left Review, n. 170, julio-agosto de 1988. to del estado socialista, y sostiene que ste deposit falsas esperanzas en el control consciente de la vida econmica, subestimando su necesaria complejidad y espontaneidad. Con su caracterstico talante iconoclasta, sostiene que incluso a los izquierdistas libertarios les ha desconcertado la capacidad del mal hado capitalista de acceder a los deseos de la izquierda, aunque lo haya hecho a modo de parodia. El mordaz dictamen sobre las creencias utpicas que se ofrece aqu no lo comparten varios colaboradores posteriores especialmente Jameson y Therborn, pero en un libro que trata principalmente del comunismo es importante que se nos recuerde que el capitalismo al menos sigue siendo una fuerza imprevisible e incluso subversiva. Jrgen Habermas examina tanto las revoluciones de Europa del Este de 1989 como las teoras que han pretendido explicarlas. En su opinin, estas revoluciones representaron el intento de ponerse al da de sociedades cuyo desarrollo se haba retrasado arbitrariamente donde ste amenazaba al gobierno de la burocracia comunista. Sugiere que las propias consideraciones de Marx acerca de cmo el capitalismo arruin y destruy las civilizaciones precapitalistas, paradjicamente nos ayuda a comprender este proceso de recupera- cin del Este por el Oeste. Habermas ve que el deterioro econmico del comunismo nos ensea la leccin de que es peligroso y poco realista suponer que una economa moderna pueda prescindir de la complejidad y autonoma de las relaciones de mercado. Pero, al mismo tiempo, insiste en que una lgica puramente econmica no respetar ni mantendr el mundo vivo del que todos dependemos. La comprensin de los valores de libertad, igualdad y solidaridad requiere la construccin de un nuevo espacio de discurso pblico que pueda revisar el funcionamiento de la economa, y en el que todos los ciudadanos puedan encontrarse a s mismos. Fred Halliday ve la guerra fra como una expresin del choque de sistemas en el que un Oeste econmicamente superior fue capaz de triunfar sobre el Este al imponerle una carga insostenible de competencia militar. Se llev a la Unin Sovitica a/punto de considerar ventajoso dejar que Europa del Este se las arreglara por s misma, lo que le permitira reducir el presupuesto militar y encontrar mercados de divisas fuertes para las materias primas y el petrleo soviticos. Halliday tambin insiste en as formas en que a cultura occidental y las industrias de la informacin revelaron el atraso co- munista tanto a los gobernantes como a los ciudadanos del Este. Edward Thompson se opone a la tesis de que la guerra fra se sustentaba principalmente en diferencias polticas; en su opinin, el militarismo sovitico acept una lgica que comparta con su antagonista occidental. Defiende que debera reconocerse la contribucin de los movimientos pacifistas al deshielo de las mentalidades propias de la guerra fra, y que existe una tercera va ms all del estalinismo y del capitalismo. Halliday y Thompson expresan su preocupacin por la poco generosa respuesta de Occidente ante el fracaso del Este y por cmo el nacionalismo intolerante y el laissezfaire doctrinario han explotado la desilusin popular.2 Eric Hobsbawm sita el auge y la cada del comunismo en el contexto de la historia del siglo xx. El desafo comunista contribuy mucho a transformar el capitalismo occidental y el imperialismo, desacreditado por la masacre de la primera guerra mundial y la miseria de la gran depresin. La decisiva contribucin sovitica a la derrota del nazismo ayud a promover el reformismo y la descolonizacin en los imperios occidentales. Las reivindicaciones comunistas de haber acabado con el desempleo e instituido programas sanitarios y educativos de mximo alcance espolearon el amor propio de los gobiernos occidentales. Mientras que la alardeada utopa de los comunistas pudo haber fracasado miserablemente en el Este, fij objetivos en el Oeste. Eduardo Galeano escribe sobre el espectculo pavoroso del fracaso del comunismo desde el punto de vista del Tercer Mundo. Redactado poco despus de las elecciones nicaragenses de 1990, compara las cualidades polticas y morales de la revolucin sandinista con el cinismo y la adaptacin de la burocracia comunista en la Europa del Este. Tambin seala que, mientras que el comunismo pudo haber fracasado en invertir el orden de las desigualdades globales, el capitalismo en realidad las ha mantenido y agrandado. Adems, el injusto orden internacional presidido por Occidente ha sido defendido y vigilado con gran crueldad y violencia, mediante bloqueos, sabotajes, brigadas asesinas, guerras de contras y cosas por el estilo. Al sealar la cruel polarizacin de la riqueza y esperanza de vida que estructura el mundo, Galeano desarrolla un tema que 2. Slavoj iek analiza el nuevo nacionalismo en la Europa oriental en The Republics of Gilead, New Left Review, n. 183, septiembre-octubre de 1990. recogen desde distintas perspectivas diversos colaboradores, entre los que destacan Bobbio, Habermas y Hobsbawm.3 A la vez que estos ensayos pretenden explorar el impacto del comunismo en la historia del siglo xx, tambin intentan valorar hasta qu punto la historia exige un nuevo desarrollo de la teora socialista y del materialismo histrico y cultural. En algunos de estos ensayos subyace la idea de que los estados comunistas experimentaron una modernizacin incompleta, desequilibrada y perversa; a sus ciudadanos, con una nueva educacin y recin incorporados a la vida urbana, conscientes de cmo es la vida en Occidente, se les indujo a completar el proceso en una nueva especie de revolucin democrtica burguesa. Mientras que los socialistas insistirn con razn en que se examine la inestabilidad y la injusticia del capitalismo, los fracasos de ste en modo alguno reducen la responsabilidad de que los socialistas muestren que se puede crear una alternativa viable. Los artculos de Andr Gorz, Diane Elson, Gran Therborn, Lynne Segal y el mo, proponen temas centrales de tal alternativa. Un motivo clave aqu es la exploracin de las maneras en que los procesos econmicos pueden beneficiarse de las tcnicas y de la iniciativa de cientos de millones de agentes independientes (familias, empresas, comunidades), y que, sin embargo, siga respondiendo a las prioridades sociales que se hayan determinado democrticamente. La intencin de socializar el mercado desvincular el mercado de la acumulacin ciega y obsesiva puede ser tanto una meta de las luchas actuales como un escaln para llegar a una sociedad no capitalista, pero compleja y autogobernada. Gorz aboga por un sindicalismo que redescubra su compromiso con los intereses generales, como, por ejemplo, la demanda de un 3. En 1990, el Banco Mundial inform que durante la dcada de los ochenta, en una poca en que las economas ms avanzadas estaban en auge, el producto interior bruto real cay un 2,2 por 100 anual en frica y un 0,6 por 100 anual en Amrica Latina. Hacia finales de la dcada, el producto nacional bruto per cpita de los habitantes del subcontinente indio era slo el 2 por 100 del Grupo de los Siete. En 1988, segn el Banco Mundial, los pases con renta baja y media pagaron 53.000 millones de dlares a sus acreedores de los pases ricos, una suma que supone el 20,5 por 100 de sus ingresos de exportacin y el 4,4 por 100 de su producto nacional bruto. El banco estim que haba 1.116 millones de pobres y 633 millones de personas extremadamente pobres en los pases en vas de desarrollo. Banco Mundial, World Bank Development Repon: Poverty, Oxford, 1990, pp. 11, 29, 224-225.

DESPUS DE LA CADA drstico recorte de la semana laboral. Lynne Sega! no ve ninguna razn hoy para abandonar las convicciones de socialista libertaria que ha mantenido durante muchos aos. Al tiempo que aprueba la nueva diversidad que caracteriza a las formaciones de la izquierda, insta a que una nueva consciencia de diferencia, junto a la experiencia espec(fica de los discriminados por su sexo o grupo racial, no suplante el compromiso con una efectiva igualdad social y cvica para todos. Algunos ensayos reflejan la sensibilidad y el programa de los nuevos movimientos sociales, constituidos por la poltica de los verdes, el feminismo y un inters por la desigualdad global y la militarizacin. 4 De hecho, hay una afinidad natural entre los movimientos que aspiran a la igualdad social y aquellos que esperan asegurar una relacin sostenible con el mundo natural. Cualquier intento de asegurar resultados iguales en el mercado para las mujeres o para las minoras tnicas, o de imponer respeto para los lmites ecolgicos, puede ser algo menos difcil y complejo que el de asegurar una socializacin total de los procesos de mercado. Diane Elson esboza cmo podra funcionar un mercado socializado, mientras que Gran Therborn nos transporta a un futuro imaginario ms all del capitalismo (,y del socialismo?). Mi propio ensayo considera las ideas pragmticas clave de la izquierda trazando un dilogo subterrneo que enlaza a Bakunin y Kautsky, a Trotski y Hayek, al Che Guevara y Gorbachev. La conclusin, como en el caso de Habermas, Elson y Gorz, es que la izquierda debe respetar las estructuras complejas de la autodeterminacin que el mercado conlleva, al tiempo que debe resistir vigorosamente la propensin de ste a fomentar la divisin social y a estimular un consumismo inconsciente y voraz. El comunismo fracas como proyecto para un tipo de sociedad diferente, pero como movimiento no era en modo alguno siempre 4. Queda todava mucho por decir sobre este aspecto, y sobre muchos otros planteados en esta obra, y esperamos que una posible continuacin de este libro lo permita. Confo que resulte claro, por los breves comentarios del artculo de Therborn y del mo, que la poltica verde debe ser acogida a la vez crticamente y con entusiasmo por la izquierda. Para ampliar informacin, vase Defending the Earth: A Dialogue between Murray Bookchin and Dave Foreman, Steve Chase, ed., Boston, 1991; Rainer Grundmann, The Ecological Challenge to Marxism, New Left Review, n. 187, mayo-junio de 1991, y Rainer Grundmann, Marxism and Ecology, Oxford, 1991. despreciable. Alexander Cockburn nos insta a no olvidar las cualidades humanas de aquellos comunistas que tanto hicieron para oponer resistencia al racismo, al fascismo y al colonialismo. Podra ser que el comunismo compartiera con la socialdemocracia la cualidad de ser ms importante como correctivo dentro de y contra el capitalismo, que como poltica que pretende ir ms all del capitalismo. Pero tanto el comunismo como la socialdemocracia apoyaron excesivamente al estado y a la burocracia centralizada como las palancas claves para el avance social. El proyecto del socialismo, o incluso del reformismo, en un pas era siempre imperfecto, pero en una poca de globalizacin acelerada su estrechez y debilidad es an ms sorprendente. El socialismo del futuro estar obligado a borrar las races locales ms profundas y a no perder de vista los horizontes internacionales ms amplios. El mundo en que vivimos est dominado ahora ms que nunca por el capitalismo y por Occidente, lo que lleva a Fredric Jameson a sugerir que es casi la hora de olvidar lo que hemos aprendido de Marx. Mientras que las siete grandes potencias responden con gran rapidez y violencia a cualquier amenaza sobre su control de los recursos mundiales y se niegan a abandonar un proteccionismo que bloquea el desarrollo del Segundo y Tercer Mundos, no hacen nada para combatir la pobreza del mundo u otras diversas amenazas patentes a la ecologa global. El comunismo reivindica, falsamente, personificar un orden social ms responsable y ms justo. Sera bastante ilgico y equivocado ver su fracaso como una justificacin de la irresponsabilidad e injusticia capitalistas. Como seala Eric Hobsbawm, una izquierda racional, consciente de su propia falibilidad y habiendo aprendido del pasado, tiene un papel vital que jugar a la hora de asegurar un futuro vivible para todos y de subordinar las notables capacidades productivas desencadenadas por el capitalismo a fines verdaderamente humanos. El resultado de la revolucin de agosto en Rusia no hace ms que reforzar las opiniones expresadas por los colaboradores de este libro. Pero todava hay, quiz, un aspecto de este destacable suceso al que deberamos prestar atencin: el carcter prcticamente incruento de la victoria popular sobre un aparato de poder de una crueldad legendaria. La explicacin que sugieren estos ensayos parece ser la siguiente: el comunismo sovitico de los ltimos das form una elite cada vez ms sofisticada y especializada, pero no logr proporcionar el contexto apropiado para el complejo desarrollo econmico. La economa dirigida y el rgimen de partido-estado se haban man jfestado como un lastre y un obstculo para el amplio desarrollo social incluso para muchos integrantes de la propia elite privilegiada. Muchos de estos ltimos no slo saban mejor que nadie hasta qu punto estaba fracasando el sistema, sino que posean las tcnicas que lo haran vendible, incluso en caso de que el sistema cambiase. Mientras, la gran mayora de rusos desempeaban un papel poco activo, votaban por un cambio y, por supuesto, anhelaban ver el lastre de la tutela burocrtica eliminada de sus vidas. Los socialistas confiarn en que la revolucin democrtica burguesa de Rusia siga siendo democrtica puesto que, en la medida en que lo sea, ser posible atacar el mpetu de las nuevas formas de desigualdad y crueldad asociadas al capitalismo del laissez-faire. La democratizacin y el respeto a los derechos de las minoras tambin deberan reforzarse en las otras antiguas repblicas soviticas donde, a menudo, son los comunistas los que han constituido la elite nacional. Si Occidente realmente deseara mejorar las posibilidades de una consolidacin democrtica en el Este, debera perdonar las viejas deudas, ofrecer una nueva ayuda generosa y desmantelar sus propias restricciones comerciales. Tal como est ahora, las pesimistas perspectivas econmicas de los antiguos territorios comunistas no favorecern el desarrollo democrtico. Paradjicamente, China ha seguido haciendo una transicin a la economa de mercado mucho ms satisfactoria que aquellos estados que han seguido los consejos econmicos occidentales. Esto no se debe a la poltica represiva del gobierno de Pekn, sino a que en China la economa dirigida se descart hace ms de una dcada. Los sectores dinmicos de la economa china son las industrias agrcolas y rurales y, con frecuencia, las autoridades municipales o los colectivos laborales son los dueos de estas ltimas. Esto nos permite esperar que el eventual ajuste de cuentas con la gerontocracia de China no slo revocar el veredicto de la plaza de Tiananmen, sino que lo har sin ms derramamiento de sangre y sin la devastacin econmica y la regresin social que amenazan a muchas partes de Europa del Este y a la antigua Unin Sovitica. AGRADECIMIENTOS La utopa al revs se public por primera vez en La Stampa, 9 de junio de 1989; la traduccin al ingls apareci en New Left Review, 177, septiembre-octubre de 1989. Reflexiones sobre la crisis de los regmenes comunistas apareci por primera vez en New Left Review, 177, septiembre-octubre de 1989. Formas de caminar: una posdata a la utopa se public por primera vez en New Statesman & Society, septiembre de 1990. Qu significa hoy socialismo? se public originalmente como Nachholende Revolution und linker Revisionsbedarf: Was heisst Sozialismus heute?, en Die Nachholende Revolution: Keine Politische Schiften VII, Frankfurt, 1990; la traduccin al ingls apareci por primera vez en New Left Review, 183, septiembre-octubre de 1990 y la traduccin castellana se public originariamente en La necesidad de revisin de la izquierda, Tecnos, Madrid, 1990, pp. 251-288. Los finales de la guerra fra se dio como conferencia en la Universidad de Sheffield el 5 de marzo de 1990; ms tarde apareci en New Left Review, 180, marzo- abril de 1990. Los finales de la guerra fra: una rplica y Una rplica a Edward Thompson se publicaron por primera vez en New Left Revjew, 182, julio-agosto de 1990. Adis a todo eso se public por primera vez en Marxjsm Today, octubre de 1990. Radical como la realidad se public por primera vez en The Nation, 16 de septiembre de 1991. Una versin anterior de Fin de sicle: el socialismo despus de la quiebra se public en New Left Review, 185, enero-febrero de 1991. El nio perdido en la intemperie se public por primera vez en ingls en el semanario The Guardian, mayo de 1990. i,La izquierda de quin? El socialismo, el feminismo y el futuro se public por primera vez en New Left Review, 185, enero- febrero de 1991. El nuevo orden del da se public por primera Agosto de 1991

16 DESPUS DE LA CADA vez en New Left Review, 184, noviembre-diciembre de 1990. Vorsprung durch Rethink se public por primera vez en Marxism Today, y se reimprimi en New Times, ed. Stuart Hall y Martin Jacques, Lawrence & Wishart, 1989. Fuera de las cenizas se public por primera vez en Marxism Today, abril de 1991. Agradecemos los permisos de reproduccin.

1. LA UTOPA AL REVS NORBERTO Bobbio

La catstrofe del comunismo histrico est literalmente a la vista tcdsTlcafitroY eTinunismo como movimiento mundial, naj Re olucin rusa, que prometa la emancipacin de los pobres y los oprimidos, de los parias de la tierra. El proceso de descomposicin se acelera continuamente, ms all de toda prediccin. Esto todava no anuncia el final de los regmenes comunistas, que an podran perdurar mucho tiempo al encontrar nuevas fuerzas para sobrevivir. La primera gran crisis de un estado comu,j ta se produjo en Hungria hace ms de treinta aos y el rgimen todava no se ha derrumbado Tambin en este sentido, es mejor no ha predicciones. Sin embargo, lo que no puede negarse es el fracaso, no slo de los regmenes comunistas, sino de la revolucin inspirada por la ideologa comunista: la ideologa que formul la transformacin radical de una sociedad considerada injusta y opresiva en una sociedad bastante diferente, libre y justa a la vez. El inaudito sentido dramtico de los sucesos de los ltimos das reside en que stos todava no han ocasionado la crisis de un rgimen o la derrota de un poder enorme e invencible. Ms bien, de forma aparentemente irreversible, a la mayor utopa de la historia (no estoy hablando de utopas religiosas) se la ha vuelto del revs, convirtindola en su opuesto exacto. Es una utopa que, por lo menos durante un siglo, fascin a filsofos, escritores y poetas (piensen en los cantos del maana de Gabriel Pery); que sacudi a masas enteras de desahuciados y les impuls a la accin violenta; que llev a hombres con un gran sentido moral a scficar sus propias vidas y a exponerse a la crcel, al exilio y a los campos de exterminio; y cuya fuerza irreprimible, tanto material como espiritual, a veces ha parecido irresistible, desde el ejrcito rojo de Rusia a la Larga Marcha de Mao, desde la conquista del poder por un grupo de hombres en Cuba hasta la lucha desesperada de los vietnamitas contra la potencia ms poderosa del mundo. En uno de sus primeros escritos j,por qu no recordarlo?, Marx defina el comunismo como la solucin al enigma de la histora. Ninguna de las ciudades ideales descritas por los filsofos fue propuesta jams como modelo para llevar a cabo en la realidad. Platn saba que la idea de repblica de la que les habl a sus amigos no estaba destinada a existir en ningn lugar de la tierra; slo exista, como Glaucn dijo a Scrates, en nuestras palabras. Pero la primera utopa que quiso entrar en la historia, pasar del campo de las palabras al de las cosas, no slo se hizo realidad sino que se est volviendo del revs. En los pases donde se la puso a prueba ya casi se ha convertido en algo ms parecido a esas utopas negativas que hasta ahora slo han existido en las palabras (pienso en la novela de Orwell). La mejor prueba del fracaso es que todos aquellos que se han rebelado de vez en cuando en estos aos, y con particular energa en los ltimos das, han exigido precisamente el reconocimiento del derecho a las libertades, que son el primer requisito previo de la democracia no (por favor, tome nota) de una democracia progresista o popular, o como quiera llamrsela para distinguirla de, y elevarla sobre, nuestras democracias, sino de la democracia que slo podemos llamar liberal y que surgi y se consolid mediante la lenta y ardua conquista de ciertas libertades bsicas. Me estoy refiriendo concretamente a las cuatro grandes libertades del hombre moderno: la libertad individual, o el derecho a que no le detengan arbitrariamente y a que lo juzguen conforme a leyes penales y jurdicas definidas claramente; la libertad de prensa y de opinin; la libertad de reunin, que vimos cmo fue conquistada pacficamente, pero atacada, en la plaza de Tiananmen; y finalmente la ms difcil de conseguir la libertad de asociacin, de la que nacieron los sindicatos y los partidos libres, y con ellos la sociedad pluralista en cuya ausencia la democracia no existe. La conclusin de este proceso, que dur siglos, fue la libertad poltica, o el derecho de todos Los ciudadanos a participar en las decisiones colectivas que les ataen. La fuerza explosiva, y aparentemente irreprimible, de los movimientos populares que sacuden el mundo de los regmenes comunistas proviene del hecho de que ahora se exigen todas estas libertades a la vez. En Europa, el estado de las libertades lleg despus del estado basado en la ley, y el estado democrtico despus del estado de las libertades. Pero en todas esas plazas hoy hay gente que exige simultneamente un estado basado en la ley, el estado de las libertades y el estado democrtico. Los estudiantes chinos declararon en uno de sus documentos que estaban luchando por la democracia, la libertad y la ley. Tal situacin es objetivamente revolucionaria. Pero cuando sta no tiene un resultado revolucionario como parece ser el caso de cada uno de estos pases la solucin solamente puede ser o gradual (Polonia es aparentemente la ms avanzada), o contrarrevolucionaria, como en China, a no ser que devenga en una guerra civil, esa bien conocida forma histrica de las revoluciones fallidas o imposibles. Para los pases de la utopa al revs, la conquista de la libertad del hombre moderno si es posible, y en tanto lo sea no puede ser ms que el punto de partida. Pero para ir a dnde? Planteo esta pregunta porque el establecimiento del estado democrtico liberal basado en la ley no es suficiente para resolver los problemas que dieron vida al movimiento proletario de los pases que emprendieron una forma salvaje de industrializacin, y ms tarde alumbr, entre los campesinos pobres del Tercer Mundo, la esperanza de la revolucin. Los pobres y los desamparados todava estn condenados a vivir en un mundo de injusticias terribles, aplastados por magnates econmicos inalcanzables y aparentemente inalterables, de quienes dependen casi siempre las autoridades polticas, incluso cuando son formalmente democrticas. En un mundo as, la idea de que la esperanza de la revolucin se agota, se acaba simplemente porque ha fracasado la utopa comunista, est demasiado cerca de nuestros ojos como para no verla. Las democracias que gobiernan los pases ms ricos del mundo son capaces de resolver los problemas que el comunismo no logr resolver? Esa es la cuestin. El comunismo histrico ha fracasado, no lo niego. Pero los problemas permanecen; esos mismos problemas que la utopa comunista sealaba y se propona resolver existen ahora o existir muy pronto a escala mundial. Es por eso que sera ridculo alegrarse ante la derrota y frotarse las manos di-

ciendo: siempre lo dijimos. Piensa realmente la gente que el fin del comunismo histrico (subrayo la palabra histrico) ha puesto fin a la pobreza y a la sed de justicia? En nuestro mundo, la sociedad de los dos tercios gobierna y prospera sin tener nada que temer de la otra tercera parte de pobres diablos. Pero sera bueno tener en cuenta que en el resto del mundo la sociedad de los dos tercios (o de las cuatro quintas partes, o de las nueve dcimas partes) est en el lado contrario. La democracia admitmoslo ha superado el desafo del co- LlLPH MILIBAND munismo histrico. Pero qu medios y qu ideales tiene para hacer frente a esos mismos problemas de los que naci el desafo co-

REFLEXIONIS SOBRE LA CRISIS COMUNISTAS DE LOS REGIMENES COMUNISTAS

Ahora que ya no hay brbaros dijo el poeta qu ser de nosotros sin ellos? La masacre de la plaza de Tiananmen en junio de 1989 proba Juni de 1989 blemente no sea la ltima expresin violenta de la mltiple y pro fund crisis econmica, poltica, tnica, ideolgica y moral que se apodere de muchos regmenes comunistas y que muy probable ment se apoderar de todos ellos a su debido tiempo. En todo el mundo comunista se est produciendo una enorme mutacin, y sin duda esto constituye una de las grandes coyunturas crticas de la historia del siglo xx. El resultado de la crisis es todava una cues ti abierta, aunque lajlternativas, hablando en trminos genera les, no son difciles de enumerar: en el mejor de los casos, una for m de rgimen que se aproxime a la democracia socialista, la que puede conseguir producir el movimiento de reforma que inici Mi jaf Gorbachev en la Unin Sovitica; alguna forma de capitalismo democrtico con un sector pblico sustancial; o un autoritarismo reforzado con una economa de mercado en expansin lo que Bo ri Kagarlitskj ha llamado estalinismo de mercado de la que hasta la fecha China es el ejemplo ms visible. De todos modos, parece GlaroqneJ rma de rgimen qu dornin a la Unin Sovitica 4jjnaies de los aos veinte hasta hace poco, y todos los otros regmenes comunistas desde los aos de posguerra en adelante, se unaraando en muchos de ellos y es muy probable que antes o despus derimarae en todos Sabemos lo que este inmenso proceso histrico ha llegado a significar para los enemigos del socialismo en todas partes: no slo el prximo fin de los regmenes comunistas y su sustitucin por los regmenes capitalistas, sino la eliminacin de cualquier tipo de alternativa socialista al capitalismo. A esta perspectiva embriagadora del desvanecimiento, apenas atisbado, de una vieja pesadilla, se unen, naturalmente, la apologa del mercado, las virtudes del comercio libre y la codicia sin lmites. No es solamente en la derecha donde recientemente ha arraigado la creencia de que el socialismo, entendido como una transformacin radical de lo social, ya ha dejado de ser til. Los apstoles de los tiempos nuevos de la izquierda han llegado a albergar una creencia muy parecida. Todo cuanto es posible ahora, a los ojos del nuevo realismo, es la gestin ms humana de un capitalismo que en cualquier caso se est transformando completamente. Por otra parte, qu significa la crisis del mundo comunista para la gente que contina comprometida con la creacin de una sociedad cooperativa, democrtica, igualitaria y fundamentalmente sin clases, y que cree que a esta aspiracin slo se le puede dar un significado efectivo en una economa basada predominantemente en las distintas formas de propiedad social? :UI respuesta a esta pregunta requiere, en primer lugar, una percepcin clara de qu tipo de regmenes son los que estn en crisis para que podamos aprender bien la leccin desde su experiencia. MOLDEORIGINALf Si bien los regmenes comunistas se han diferenciado entre s de formas distintas, todos han tenido dos caractersticas primordiales en comn: una economa en la que los medios de la actividad econmica estaban mayoritariamente bajo la propiedad y el control estatales; y un sistema poltico en el que el partido comunista (con nombres distintos en los distintos pases), o ms bien sus lderes, gozaban de un virtual monopolio de poder, que era defendido vigilantemente mediante una represin sistemtica a menudo salvaje contra cualquier forma de disidenciaEl sistema impona una inflacin extrema del poder del estado e, igualmente, una supresin de todas las fuerzas sociales que no estaban controladas por el partido/estado y subordinadas al mismo. El pluralismo que formaba parte del sistema y que implicaba la existencia de una gran variedad de instituciones en todas las esferas de la vida, desde la cultura al deporte, no tena la finalidad de diluir el poder del partido/estado, sino al contrario, de reforzarlo, al convertir estas instituciones en rganos de control del partido/estado. El por qu todos estos gobiernos se ajustaban a este molde requiere un examen minucioso. Para empezar, todos ellos, por definicin, experimentaron una transformacin revolucionaria masiva de su vida econmica, social, poltica y cultural. En algunos casos Rusia, China, Corea del Norte, Vietnam, Yugoslavia y Cuba la revolucin triunf desde el interior. Por otro lado, en Europa central y del Este, con excepcin de Yugoslavia, fue impuesta desde arriba por mandato sovitico. Pero tanto si se generaron internamente como si se impusieron externamente, stas eran revoluciones muy ;rofundas, con cambios fundamentales en las relaciones de propiedad; la eliminacin de las clases que tradicionalmente gobernaban; elacceso al poder de gente que antes haba sido excluida, marginada y perseguida; la total transformacin de las estructuras del estado, cambios masivos en la estructura ocupacional y enormes cambios (o intentos de cambio) en toda la cultura nacional. Como quiera que se hayan hecho, tales sacudidas revolucionarias producen traumas nacionales inmensos y duraderos. El tema apenas necesita destacarse en el momento en que escribo: el ao del bicentenario de la Revolucin francesa, una sacudida que todava hoy sigue siendo el tema de un debate amargo y apasionado y de una divisin poltica en Francia. Los traumas seguramente se acentuarn mucho si se impone la transformacin revolucionaria corno resultado de la intervencin y el mandato externos, y tanto ms es seguro que ser el caso donde la intervencin sea la de un poder extranjero al que tradicionalmente se le ha considerado como enemigo. Polonia es un ejemplo obvio de ello. Los regmenes que nacieron en estas condiciones rara vez tienen mucha legitimidad; y de hecho pocos regmenes comunistas fueron considerados legtimos por la mayora de los iid anos. los que se enfrentaron los nuevos regmenes estaban agravados en todos los pases comunistas por tres factores de crucial importancia. En primer lugar, las revoluciones se lograron o impusieron en pases que, con la excepcin de Checoslovaquia y en menor grado de Alemania del Este (que se Convirti en la Repblica Democrtica Alemana en 1949), tenan un cin no heredara los frutos de la madurez econmica; por el contrario, se la convirtio en un medio de desarrollo economico y, por lo tanto, se la asoci a un proceso doloroso y arduo, lento para dar resultados beneficiosos De por si esto habria sido ya bastante malo, pefo, ei segundo lugar, los regimenes comunistas se enfrentaron a las condiciones de la guerra y de la guerra civil, a la intervencin extranjera, a enormes prdidas de vidas y a una espantosa destruccin material Corea y Vietnam estuvieron implicados en una impor tante guerra con los Estados Unidos y sometidos a un bombardeo de saturacin cruelmente destructivo; y Cuba, por su parte, ha soportado un boicot debilitador y otras formas de intervencin hostil por parte de los Estados Unidos Adems, est el hecho insoslayable de que, excepto Checoslovaquia, prcticamente ningn rgimen comunista haba tenido ninguna experiencia anterior de formas democrticas efectivas. Los estados europeos que se convirtieron en regmenes comunistas haban tenido con anterioridad unos fuertes regmenes, casi autoritarios o realmente autoritarios, con unas sociedades civiles muy dbiles en las que el estado, aliado a las clases gobernantes semifeudales, disfrutaba de gran poder y lo usaba para explotar y oprimir a las poblaciones campesinas en su mayor parte. Por lo que respecta a los regmenes comunistas de Asia y al rgimen revolucionario de Cuba, todos haban sido anteriormente bien coloniales, o semicoloniales, o pases dependientes, sometidos a un impresionante gobierno externo o autctono, o ambos a la vez. Estas no son las condiciones en las que cabra esperar que floreciera algo parecido a la democracia socialista. Sin embargo, todos estos factores no explican adecuadamente por qu los regmenes comunistas, con la notable excepcin de Yugoslavia despus de 1948, nunca intentaron seriamente, o de hecho nunca lo intentaron, romper el molde autoritario en el que les haban metido al nacer. Ni las reformas de Nikita Jruschev ni la Revolucin cultural de Mao Ts-Tung constituyeron una ruptura: el mandato totalitario y monopolstico qued intacto en la Unin Sovitica, en China y en el resto del mundo comunista. Sus gobernantes bien podran sostener que las circunstancias de su nacimiento haban determinado el carcter de su gobierno en los primeros aos del rgimen; y que despus ellos haban seguido afrontando las muy difciles condiciones, la hostilidad del capitalismo y las constricciones de la guerra fra. Pero todo esto apenas sirve para LA CRISIS DE LOS REGMENES COMUNISTAS explicar el hecho de que en ningn momento de la vida de estos regmenes sus gobernantes se sintieran impulsados a orientar su mandato hacia una direccin genuinamente democrtica. ESTADO Y SOCIEDAD Los idelogos conservadores tienen una explicacin fcil para