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crismanzanara58
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DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
I
Los vencejos se tiran desde el cielo,
corcheas que vuelan como Ícaro
en los pentagramas del aire,
en el quite con que la luz estremece al día
mientras un beso se desnuda para siempre
en las estribaciones de los labios.
II
En el sintagma del metal que tañe
se encierran las agujas del tiempo
que se sueldan para apuntar el azul
del mediodía cuando el sol se tumba
a sus anchas en los edredones del éter .
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
III
Allí cuando la arenisca se pronuncia en silencio,
saltando a rayuela con los astros.
Cuando la comunión de los besos
de amantes con la crucifixión de labios
interpretan clandestinidad en el verbo
levantan en sus haldas el aleteo de la tarde
como un pez volador trasgredido.
Pureza del silencio que se va de vacaciones.
IV
Hoy es entresemana, o quizás jueves
en la bocamanga del corazón.
Con pelo corto la vida pasea
su traje recién sacado del armario
y la luna con almidón planchada
tapona el fregadero metálico del cielo.
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
V
La luz toca con los nudillos en el cristal
y la luz da a luz en las estancias
que chorrean amores en taxidermia.
Se inaugura el desposorio de la dicha
y una armonía pacifista pone la paz
en el árbol del perchero.
Nada la luz a mariposa
en azules centilitros de cielo.
V I
El aire juega al futbolín
cuando el día siembra la pepitas del sol
en el sial de la tierra.
a esa hora que el compás de reloj
dibuja círculos naranjas
y las golondrinas se tiran sin red
a corazón abierto sobre la vida.
Es allí donde las bocas se juegan
a los dados los besos
que oran sobre el feldespato
y el cuarzo de mica imposible.
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
V II
Las casas de teja y adobe chorreando
humedad y años
echadas a perder por las ventanas
bajo un cielo extranjero, gris perla,
a mano izquierda donde empieza
la cuarta parte de la vida
a rezar los pecados.
A otro lado un recuerdo de tiovivo
empuja las horas
dividiendo por dos el tatuaje de los días
en medio los pasos perdidos
en la línea continua del deseo.
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
V III
Al otro lado de los arcos
mirando hacia el oeste con el sol
donde el horizonte exprime el limón
para el Gintonic y los labios empiezan
a echarse encima de los besos
con la coqueta incertidumbre de carmín
y la bocas cogidas de la mano
se prometen saliva para siempre.
Donde las manos marcan la frontera
y los arboles parecen libros
tatuados con sístoles de pasión azul marino
y redonda sabiduría mefistofélica
enseñando a leer en voz alta
a la cuerdas vocales de la vida.
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
IX
Un poco más lejos, cuando el deseo
se hace dédalo, y el campo nos habla
con su asamblea de espigas,
Allí donde hace esquina el amor
y los arcaduces tiran su zinc
al pozo de cabeza.
Allí desde donde se ve de comulgar
al horizonte la hostia bermeja,
volaron sístoles prendidos de la sangre
como vuelan pañuelos en torcaz ceremonia
Allí las manos jugaron a la gallina ciega
en escondite mozárabe, verde aceitunado
del evónimo incompleto.
En ese lugar donde la dicha acariciaba
a tientas las sombras
murió el tiempo y una lagrima
quiso quitarse toda sed de mar
con un suspiro.
Allí que estuvo el amor haciendo esquina.
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
Un poco más delante
donde el amor hace esquina
allí mismo, el horizonte comulga
la hostia anaranjada del sol
cuando la tarde .
X
Se ve el paladar del horizonte
con un olvido rojo que se inflama
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
desde el cerro donde la leyenda
morisca enganchada al estandarte
del cielo reza claridad.
Es cuando la tarde se convierte
convocatoria de armonía
y da un beso en la boca
a la lámina de huertas alquiladas
para el albor de los azafranales
que se arrodillan en el suelo
como obsequio vegetal.
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
OLOR ÚLTIMO
DIARIO TRANSFERIBLE - CRISTÓBAL LÓPEZ DE LA MANZANARA
El olor azulado, bajamar
dando a la vida aire muy aprisa
en los labios colgada la sonrisa
conjugado sobre el verbo amar
El mar marinado adobando mar
en las estancias donde la artemisa
pone el ímpetu, el agasajo y la risa
estancias de madera donde rimar
un beso regresado del trabajo
entre la luz de luz entretejida
rinconada de olor entretenida
por los nudos que muestran desde abajo
ministerio de olor entusiasmado
en un azul de ocre acostumbrado.